11.11.2014

Sueño de noche de verano en Barcelona

Alertado por un colega de la Universidad Autónoma de Barcelona, me desplacé desde Lérida (ciudad en la que resido y en cuya Universidad ejerzo como latinista) a la Capital para asistir, el sábado 8 de noviembre a las 20·30 horas, a una representación teatral de A midsummernight's dream de William Shakespeare según la versión rítmica de Agustín García Calvo. Esta representación de Sueño de noche de verano tuvo lugar en un local de la Calle Martí 87 bajos (barrio de Gracia); como toda pista para llegar al sitio y no confundirse de acceso, se especificaba que había que entrar por "puerta verde". Es verdad que en las paredes de ese local, que hubiera hecho las delicias de Agustín, había un cartel (uno solo) con los títulos en inglés y en español y con los nombres del autor y del traductor; pero ahí cesaban los rastros y las esperanzas de identificar más individualidades. Me apresuro a decir que el local hubiera hecho las delicias de Agustín porque venía a ser la transformación de una sala convencional en un mínimo corral de comedias con capacidad para quince o veinte personas: máscaras teatrales en las paredes, juegos de cortinas y de puertas en el escenario, escaleras (y asimismo aparato de luces, con predominio de tonalidades rosadas y violetas), no butacas de serie sino amplios sofás y butacones de tipo domiciliario y llevados allí y ensamblados con no exacto orden ni concierto...
La entrada era gratuita; se accedía por identificación según reserva previamente efectuada en una razón social cercana (concretamente, una tienda de discos). Pero lo que quizá habría hecho las delicias ya sobremanera de Agustín es esto que procedo a relatar: que, preguntado por mí el que parecía portavoz de la caterva sobré quiénes eran y cómo se llamaban etc., respondió que no tenían ni querían nombre propio y que no había ni Director ni Responsable Primero ni nada remotamente similar (ni tampoco programas de mano ni recordatorios de ninguna clase). De modo que algo -si no mucho- de Agustín andaba allí comprometido y entrometido. Yo no pude por menos de asombrarme y de felicitarles por el empeño.
La compañía estaba integrada por media docena o algo más de actores y actrices por completo ajenos -diría yo- al circuito profesional (dos de ellos por lo menos andaban despachando discos pocos minutos antes de la representación en la tienda anteriormente aludida). Artistas excelentes, catalanes con una dicción castellana espléndida y capaces de recitar de memoria -y sin tomarse libertades- el texto enterito de García Calvo con sus retoricismos y dificultades (que no 'durezas': llegaba todo clarito, clarito).
De vez en cuando, en las pausas de sus diálogos, un par de actores añadían al texto de quienes seguían arriba algunos acompañamientos musicales de clarinete y guitarra, además de ciertos efectos de percusión.
En una mesita lateral a las hileras de butacas, con una luz discreta, el ejemplar de Lucina.
Téngase en cuenta que la cosa fue muy en serio: fueron dos partes de 90 minutos cada una con tan sólo un cuarto de hora de pausa.
Finalizada la representación, hubo un coloquio.
Tras dos ensayos generales los días 11 y 12 de octubre, el montaje ha permanecido vivo en seis funciones: 19 de octubre, 1-2-8-9 y 16 [18.30 horas] de noviembre.
Este mismo grupo teatral 'sin santo ni seña' representó, tiempo atrás, Edipo Rey de Sófocles también según la versión rítmica de Agustín García Calvo.

Matías López López