07.01.2009
Agustín García Calvo
Ateneo de Madrid
- Intento de sustitución de la cuestión ‘tiempo’ por la cuestión ‘peso’.
- El peso, rasgo fundamental de las cosas, como interacción o amor entre las cosas.
- La caída como caso de interacción o amor entre una cosa y otra.
- Las cosas ‘virtuales’, también dotadas de peso y sujetas a interacción.
- ‘Movimiento’ y ‘Cambio’, apariciones reales de ‘Quietud’ y ‘Ser’, respectivamente.
- Distancia y masa de las cosas, necesarias para su movimiento y cambio.
- El ansia de vivir más, consistente en una acumulación en uno de memorias considerada como un aumento de riqueza.
- Imposición de la confusión entre ‘real’ y ‘verdadero’.
Tertu159-7-1-2009#Tertu159-7-1-2009.mp3
TRANSCRIPCIÓN:
Seguimos pues con esto, que, como recordáis, aunque se llame ‘tertulia’, es una guerra contra la Realidad, en la medida que la Realidad está sostenida por la Fe, como el Dinero, máximo representante de nuestra Realidad, solamente está sostenido por la Fe, el Futuro, el Crédito, sin el cual ni siquiera puede concebirse qué es Dinero. Y por tanto, en esta guerra tenemos que seguir viendo con la claridad posible en qué consisten, qué son las cosas, el nombre vulgar que aquí preferimos usar en lugar de ‘Realidad’, ‘real’, y ‘existir’; qué son las cosas, de donde les viene su falsedad costitutiva. Y en ese camino de aclararnos sobre lo que son las cosas veníamos el último día, como recordáis, a, como enunciábamos, que en la Realidad no hay más Quietud que el Movimiento, y, de la misma manera, no hay más Ser que el Cambio.
Recordando estos descubrimientos elementales, después de varias sesiones en que estábamos dándole vueltas a la cuestión de ‘Tiempo’, ¿qué es el Tiempo?, ¿Qué es Tiempo?, veníamos al intento de sustituir el problema, o misterio, del tiempo, por el problema o misterio más elemental del peso, por así decir, a lo vulgar también, y en ese sentido se nos sugiere como un rasgo fundamental de las cosas, de una cosa, que tienen, que tiene, peso. Naturalmente, este peso, como se nos revelaba en seguida, es en verdad lo que también entre los físicos suele llamarse más bien ‘interacción’ de unas cosas con otras, de una cosa sobre otra, entre una cosa y otra, y en lengua más vulgar se puede llamar también ‘amor’, que naturalmente nosotros referimos a cosas nuestras, pero que se puede generalizar de una manera o de otra. De manera que lo de ‘peso’ es sencillamente la manera en que para nosotros se presenta eso de la interacción.
‘Nosotros’, como recordáis, quiere decir ese tipo de cosas (pero que no es más que eso, un tipo de cosas) que son los humanos, los hombres; este tipo de cosas que se caracteriza por la pretensión de enfrentarse a todas las demás, siendo como el Sujeto que observa a las otras; una falsedad que aquí hemos denunciado una y otra vez con relativa claridad.
Para nosotros es ‘peso’ en el sentido de que la interacción que se nos presenta a nosotros es esa de caer a tierra, es la gravedad terrestre, que sin duda, como cualquier () sabe, no es más que un caso de la interacción, del amor, entre una cosa y otra, y que por tanto aquí se nos presenta como ‘caer’, ‘caer hacia abajo’, ‘caer a tierra’, naturalmente. Lo cual cualquier Ciencia elemental denuncia como mentira, porque te dicen que lo que pasa es que es ‘hacia el centro de la Tierra’, que es una cosa más seria y más científica, que desde luego tiene la virtud de quitarle a esa pretensión del caer hacia abajo la atribución de ser la gravitación en sí, la interacción en sí, entre cosas y cosas, ¿no?
En la primera de nuestras Físicas, os recuerdo, la de Epicuro y Lucrecio, resulta que la palabra ‘peso’, ‘pondus’, que aquí estoy empleando, se presentaba como una necesidad, no ya para las cosas corrientes, las condenadas a la gravitación terrestre, sino para los entes destinados a esplicar las cosas, los entes subreales que esplicarían las cosas, que no son más que átomos y vacío, como sabéis. Ya hemos visto a otros propósitos que Epicuro y Lucrecio se engañan al tratar por un lado estos entes esplicadores de las cosas (átomos, vacío), como algo que está aparte de las cosas, puesto que las esplica (“las cosas no son más que composición de átomos con más o menos vacío, según lo más o menos duras que sean”), y por otro lado atribuirle sin embargo la palabra, la noción, de ‘cosa’ (‘res’, en latín), también a los átomos y el vacío. Así resulta que en esta teoría también los átomos a lo que están condenados es a caer; caen, y dan lugar por tanto a este absurdo de que establecen con ello un arriba y abajo que naturalmente, si nos salimos de las cosas para esplicar las cosas, no tienen sentido; no tiene sentido, por así decir, ‘fuera’ de la Realidad, pero así es lo que le pasa a esa Física, y lo que les pasa a todas las Físicas: por un lado tienen que desarrollar esplicadores de las cosas, que por ello mismo tendrían que estar fuera de las cosas, y por otro lado, puesto que hablan de ellos, de esos entes, tienen que acabar tratándolos como cosas más o menos también, llamándolos cosas; esta es una contradicción inherente a cualquier Física, y saco la de Epicuro/Lucrecio como ejemplo; como ejemplo generalizable sin más.
Nosotros ya, libres de esta condena de la Ciencia a esplicar la Realidad dentro de la Realidad.....que es lo que toda Ciencia tiene que hacer, porque la Ciencia tiene que ser realista para bien servir al Señor, lo mismo que cualquier Política de los políticos tiene que ser realista para lo mismo, para servidumbre. Libres nosotros digo, con aparente optimismo, de esa necesidad, naturalmente no tenemos por qué preocuparnos de eso, y el sentido en que aquí os proponía lo de ‘las cosas tienen peso’ toma naturalmente entonces un sentido mucho más general, astracto.
Desde luego, lo primero es atender a los que tienen que distinguir entre cosas digamos ‘físicas’, o ‘materiales’, y las otras cosas, porque como habéis visto una y otra vez, aquí no distinguimos y llamamos cosas a cualesquiera sin pararnos en una distinción entre ‘físico’ y ‘espiritual’, entre ‘material’ y lo que sea; porque una clase de cosas vale lo mismo que la otra, y entonces lo de que las cosas tienen peso tendría que aplicarse a cualesquiera, también a las no materiales, o las que pretendidamente se distinguen como ‘no materiales’, entre las cuales las que se palpan y tocan y pesan en el sentido corriente no serían más que una parte, una clase.
Pero en fin, yo creo que para todos vosotros eso es evidente en seguida: cualesquiera cosas tienen también su peso, puesto que interaccionan unas con otras, y también las no materiales con las materiales, y están por tanto sujetas a la interacción o amor a lo que el peso se nos viene reduciendo. Creo que esto no hace falta razonarlo mucho. Tomad un ejemplo de cosa pretendidamente no material, por ejemplo un sueño, un sueño de soñar: es evidente que un sueño de soñar interacciona, no sólo con otros sueños con los que se confunde o se distingue, sino que interacciona con cosas tan materiales como la vejiga del durmiente, o sus órganos sexuales, o cualquier otra cosa. De manera que para qué andar buscando más para probar esta interacción que nos desanima de cualquier intento de distingo. De manera que también las cosas no materiales pesan, en este sentido, igual que las demás, y de esto es de lo que se trataba, lo que debía ser útil para nuestro descubrimiento.
Las cosas requieren, para esta interacción, en primer lugar ‘separación’, ‘distancia’, y por otro lado, ‘masa’; o todavía mejor que ‘masa’, ‘ímpetu’, ‘momentum’, cuando ya el movimiento está incorporado en la noción de ‘masa’; incorporado, hecho cuerpo en la noción de ‘masa’. Se requieren estas dos cosas, que naturalmente la una depende de la otra: el que una cosa tenga su propia masa, es decir, su propio ser, su propia manera de ser la que es, no puede separarse de la necesidad de su separación, distancia, distinción, de otras cosas. Esto se entiende bien. Y naturalmente, no puede haber distancia, o separación, entre las cosas, si cada cosa no es cada cosa: la discontinuidad, que se nos ha aparecido desde muchos puntos de vista como costitutiva de la Realidad, de las cosas; la discontinuidad. Lo contrario, la continuidad, igual que lo sin fin, no cabe dentro de la Realidad; dentro de la Realidad no puede darse mas que esto que os estoy presentando con respecto a la interacción.
De manera que ahí tenéis la raíz de muchos de los problemas, sobre los que no voy a volver ahora, pero que han salido muchas veces, que a los Físicos se les presentan en cuanto a la noción de ‘localización’, y cuerpo o sistema al que la localización se refiere. Entre otros tiempos, () aplicación de la noción de ‘onda’, al mismo tiempo y por otro lado que la de ‘corpúsculo’, por así decir. Todos esos problemas vienen de ahí, y son ilustrativos de esto que aquí os estoy presentando en el lenguaje más vulgar, como de ordinario, con respecto a eso: ahí tenéis la necesidad de la distancia para el movimiento, que parece ser, como decíamos, la única manera de estar, o de quietud, y la necesidad de tiempo, en el sentido de Tiempo real, para el cambio, es decir, para que la cosa sea la que es, cosa que nunca es; que nunca es del todo, como sabéis, sino por medio del cambio: ‘Cambio’ es en la Realidad la sola manera de Ser, la sola manera de ser el que es; la cosa, o, entre las cosas, cualquiera de nosotros; sólo gracias al cambio.
Bueno, pues esto quería, aunque así tan breve y algo esquemáticamente, presentaros, como aclaración, o penetración, en los problemas estos de la costitución de la Realidad. En definitiva, todo esto de la interacción, del amor, del peso, que parece que se refiere a hechos muy físicos, muy palpables, también puede traducirse a hechos lógicos, es decir, la contradicción; la contradicción fundamental, sin la cual ni siquiera podemos creer por un momento que tratamos a la Realidad sin mentir. Sin la contradicción estamos condenados a la mentira, sin más: el descubrimiento de la contradicción, que es lo que aquí intentamos, es justamente esa lucha contra la mentira, que es lo mismo que la lucha contra el Poder y todo lo demás.
Bueno, pues esos descubrimientos, si pasamos ahora a ocuparnos del tipo de cosas que somos nosotros los humanos (que es el tipo de cosas al que damos tanta importancia porque son las que nos tocan de inmediato, o de cerca), viene a plantearnos una y otra vez la cuestión de eso de ‘uno frente a los otros, en relación y en contradicción con los otros’, en la que a varios respectos nos hemos ocupado cuando tratábamos de realidades más inmediatas, o humanas, como eso, ¿no?
Se nos presenta también, me parece que de una manera elocuente, el problema de lo que suele llamarse ‘una vida’, o ‘la vida de uno’. Espero que los que estéis acostumbrados a hablar así conmigo y entre nosotros, no os parecerá que damos un gran salto; espero que estéis percibiendo ya que no es ningún salto mortal cuando de lo dicho, y volviéndonos a nosotros, nos fijamos en esas nociones tan divulgadas, tan dominantes, de ‘una vida’, ‘la vida de uno’. Esto conviene fijarse en qué es: una vida, la vida de uno, se nos manifiesta en el ansia de vivir más. Aquí estamos entrando en la contradicción que opone siempre lo de ‘uno’, como ‘todo’, a lo de ‘más o menos’. El ansia de vivir más es eso que en la propaganda que padecéis, que padecemos, se llama ‘Esperanza de Vida’, y sobre la cual el Poder, con buenos motivos por la cuenta que le tiene, insiste tanto a través de los Medios: la Esperanza de Vida, y el aumento o crecimiento de la Esperanza de Vida de una población tomado como testimonio de Progreso, de que vamos para mejor, por no decir para bien del todo.
Ansia de vivir más, Esperanza de Vida más o menos computada por el Poder y sus Medios, es en lo que os quería hacer parar mientes un momento: ¿qué es lo que está debajo de esta Esperanza de vida, de este ansia de vivir más, de ‘alargar’ (notad el término, físico) la vida de uno, alargar la vida? Bueno, cuando uno va descortezando esa noción de unas ilusiones y otras ilusiones, y las tonterías que suelen decirse, se trata de una acumulación de memorias en uno; acumulación en uno de memorias. Ya comprendéis que otro sentido no tiene.
Recordad que cuando estábamos dándole vueltas a lo del Tiempo, pues encontrábamos que en lo que ha pasado evidentemente no pasa nada, porque lo que ha pasado no pasa; y en lo futuro, todavía menos: cualquier cosa que pueda pasar es gracias a que no ha pasado; y si ha pasado, ya no puede pasar, eso está bien claro. Y quedaba por tanto ‘ahora’; no el Presente, no, sino ‘ahora’, que evidentemente nos saca, cada vez que se dice, fuera de la Realidad; no ya sólo de la vida humana de uno, sino de la Realidad sin más; no cabe en la Realidad, lo mismo que lo de ‘sin fin’.
Una acumulación de memorias es algo que sin embargo tiene sentido, porque en la Realidad esa acumulación de memorias se considera como un aumento de riqueza; una acumulación de memorias en uno. Y aunque nunca esa acumulación de memorias le pueda dar ninguna seguridad en que es el que es, porque eso no cabe sin mentir descaradamente, pero por lo menos le garantiza un cierto aumento de riqueza. O si no, ¿qué otro sentido podría tener (ya me diréis ahora, en cuanto os deje pasar la palabra), esa ansia de vivir más, y esa Esperanza de Vida con que os machacan todos los días? ¿Qué otro sentido podría tener?
La reducción a eso, a una mera acumulación de memorias, según lo que se considera como una riqueza aparente, es lo menos falso que se puede decir acerca de la Esperanza de Vida, y de la longitud o alargamiento de la vida de uno; lo menos falso que se puede decir. Y esas memorias, para que no haya confusiones, lo mismo pueden querer decir ‘memorias coscientes’, ‘memorias que uno sabe’, que ‘memorias no coscientes’, ‘subcoscientes’, o incluso ‘venidas de más debajo de lo subcosciente todavía, de lo que no se sabe’, ¿no?:
Unas y otras en realidad, las memorias que hacen, no ya la vida, sino la Historia de uno, de una cosa cualquiera, no son más que una elaboración; una elaboración bajo el imperio del Dominio de esas otras memorias que, igual que lo que está pasando ahora, no son propiamente del dominio de la conciencia ni del dominio del Poder, sino que andan por ahí, pero que, como suele suceder, se convierten al Tiempo real y contado, al de los calendarios y los relojes, el Tiempo real contra el que hemos venido hablando, y por tanto hacen que la vida de uno sea literalmente ‘una biografía’.
A veces, los palabros que introducen los cultos son útiles, porque pueden denunciar toda la mala intención que en ellos está escondido: una ‘Biografía’ quiere decir una escritura de la vida, es decir, una reducción justamente de las memorias, difusas, indefinidas, a los pocos datos separados que pueden costituir una Historia, una Biografía justamente. Pero cuando hablaba de acumulación de memorias me estaba refiriendo, de momento, a las unas y a las otras.
Bueno, supongo que se os va apareciendo en qué sentido este ejemplo inmediato responde a lo que decíamos en general respecto a el peso, amor, o interacción entre cosa y cosa, que os estaba proponiendo al principio. Y si no está claro, pues ahora me preguntaréis, o nos lo preguntaremos, sea como sea.
Pero antes que nada: todo eso de lo que he estado este rato mismo hablando, y discutiendo, y de lo que hemos estas últimas sesiones hablado y discutido acerca de Tiempo, todo eso se refiere estrictamente a la Realidad; todo eso pertenece a la Realidad, está dentro de la Realidad, es costitutivo de la Realidad. Y por tanto, de por sí, si eso se limitara a ser simplemente real, a existir, la cosa, uno, y a ser eso (cosas, y entre las cosas, personas, Realidad), pues no pasa nada, no habría nada que decir, y esta tertulia o guerra contra el Poder no tendría sentido, no haría falta. Pero no se contenta el Señor y el Poder con que las cosas sean las cosas, y la interacción o amor entre las cosas sea eso, y que el espacio real, el Tiempo real, sean meras elaboraciones para sostener eso, sino que (aquí empieza la mentira contra la que propiamente se guerrea aquí) se pretende que esas cosas sean verdad, que eso sea la verdad. Y si no sois capaces de reconocer hasta qué punto cada día os están metiendo la confusión entre ‘real’ y ‘verdadero’, apenas podemos dar un paso. Yo creo que cualquiera, en su corazón y en sus mientes, percibe la invasión costante de esta pretensión: no se deja que las cosas se limiten a ser reales, a ser cosas, sino que se pretende que lo sean de verdad, es decir, que lo real pueda equipararse con lo verdadero. Y eso no cabe, como creo que aquí hemos descubierto con bastante claridad: las cosas son más o menos lo que son; dentro de la Realidad, cuando se la desnuda de ilusiones, no hay mas que más y menos, más o menos. Las cosas son más o menos lo que son, uno es más o menos el que es, y sin embargo viene la orden de Arriba, la orden de que sea el que es, que la cosa sea la que es, de verdad, de sí o no. De manera que es justamente este hecho de que nos encontremos....Y espero que no me preguntéis aquí por qué, ni quién es el que creó a Dios, para que Dios hiciera todas estas putadas con la gente y con las cosas, ¿no?; espero que os ahorréis la pregunta, de momento por lo menos.
Ahí empieza la operación de la Fe impuesta, de la Fe en que las cosas son de verdad lo que son, y que uno, por ejemplo, es de verdad el que es. Y es contra esa Fe contra la que se está guerreando aquí, no contra otra cosa, porque gracias a que las cosas simplemente son más o menos, y la Realidad no es todo lo que hay, y nunca una cosa es del todo la que es, ni uno es del todo quien es, gracias a eso, gracias a esas resquebrajaduras, cabe siempre que el hablar, en lugar de dedicarse, como mayoritariamente, a confirmar la mentira, se dedique por descuido a descubrirla; a descubrir la mentira, y eso quiere decir luchar contra la Fe. Y espero que ya estaréis claros respecto a que luchar contra la Fe es la manera inmediata de luchar contra el Dinero, contra el Poder, que son los que necesitan esa Fe en la Realidad para poder subsistir.
Esto es lo que quería recordaros. Tendríamos que ver un poco más detenidamente cómo opera sobre las cosas (que son más o menos las que son, se interrelacionan entre sí más o menos de cerca o de lejos, y con una distancia más o menos corta y un tiempo más o menos largo), cómo se relaciona eso con la imposición de esta falsedad costitutiva de que las cosas sean las que son,
pero como ya se va haciendo un poco tarde, y supongo que respecto a las propuestas que os he hecho os han surgido muchas dudas, oscuridades, o incluso intentos de defensa de lo que de ordinario uno cree frente a las cosas que he dicho, pues prefiero dejar por ahora la palabra que corra por ahí, de manera que ya desde aquí cualesquiera de esas dudas, objeciones, ocurrencias, que os hayan venido, pues que salgan. Adelante.
-¿Puedes esplicar un poco mejor eso de la Realidad que no pretende ser verdadera? Se me ha quedado lo de Realidad un poco colgando, porque creía que era necesario.
A-Lo he enunciao en condicional irreal: “si se limitaran, o se si se hubieran limitado las cosas a ser cosas, sin más”. Lo cual quiere decir que no se da.
-¿En qué consiste ser cosa, entonces? Porque a mí se me queda vacío, si lo de ser cosa no es una especie de pretensión de ser lo que se es.
A-Bueno, no de por sí. Me he limitado toda la primera parte a mostraros, a propósito de la generalización de ‘peso’, necesidades que parecen efectivamente primarias, costitutivas, para las cosas: la discontinuidad, que sean cosas unas y otras, y que por tanto inevitablemente se relacionen unas con otras en una contradicción perpetua, y esto, con esta contradicción viva, pues hasta ahora no os lo presentaba como la mentira. Eso además, puestos en esa hipótesis irreal, sería inatacable, no habría nada que decir. De manera que la mentira propiamente dicha, montada () nuestras necesidades, y destinada a confirmarla, mantenerla, ampliarla, etc., es la que es objeto del ataque a la Fe. Sigue, sin embargo.
-Esas necesidades, la discontinuidad, o la relación entre las cosas, ¿no tienen entonces que ver con que cada cosa sea la que es, y por tanto esté separada, y por tanto tenga que.....?
A-Claro, más o menos: el amor no sería de sí o no, como es, por orden de Arriba, sino que sería de más o menos, y parece que hasta ahí no le haría daño a nadie. Cuando empieza a hacerle daño es cuando es de sí o no; por poner un ejemplo así......
-Entonces, la contradicción, ¿cuál es?
A-La contradicción entre las cosas, que dije que podía ser una versión lógica de lo que os estaba presentando como física, no es más que eso que por otra parte llamaba ‘interacción’; eso generalizado, el amor, no sería más que eso. Yo me doy cuenta de que muchas veces yo mismo he dao lugar a que se piense que ahí ya, para abajo está la mentira establecida, pero es lo que quería rectificar. Eso en la hipótesis irreal, pues con el ejemplo que acabo de poner del amor de más o menos, no le haría daño a nadie en el sentido de que no tendría muchas fuerzas para sostener ni la convicción ni la mentira ni nada; lo más o menos no tiene fuerza.
Debería haber añadido respecto a esa forma de la mentira que presento, que la verdad es inaproximable, aunque efectivamente toda nuestra práctica y nuestra Ciencia trata de convencernos de que lo mismo en Ciencia, en Física, que en Política, con una nueva Teoría, o con una nueva costitución, nos acercamos; nos acercamos a la verdad, al Verdadero Bien, a la Verdadera Esencia, ¿no? Es inaproximable, a la verdad no hay aproximación; como recordáis aquí, ‘verdad’ no es más que lo que no se sabe, y a lo que no se sabe no hay aproximación: o se sabe, y entonces está dentro de la Realidad, o se deja de saber, y entonces se va fuera, porque la verdad no cabe dentro de la Realidad. Bueno, eso para abundar en esto mismo. La mentira propiamente dicha contra la que esta tertulia, esta guerra, puede lanzarse, es la establecida ya, no simplemente por las ideas de las cosas, el que sean unas y otras, el que estén más o menos lejos, sino la establecida por la pretensión de que son de verdad lo que son; la pretensión y el Orden, el Orden Imperioso, de que son y de que sean lo que son. Esa es la forma de la mentira en la que quería centrar todo. ¡Más!
-Esas cosas no podrían tener nombre, ¿no?
A-Esas cosas......Bueno, un poco difícil. Desde luego, no podrían tener el nombre de un idioma de los nuestros, de ningún idioma de los nuestros, ¿no?, pero desde luego, el hecho de ser una y otra ya las empieza a condenar de algún modo a tener nombre. Fijaros en la Gramática: si se trata de que somos tú y yo, ahí no hay nada que hacer; ahí no hay ni rastro de nombre: tú y yo somos absolutamente nadie. Está completamente lejos de eso. Pero si ya la cosa pasa por decirlo así ‘a tercera persona’, y ya es ‘el uno’ y ‘el otro’, empiezan a acercarse a tener nombre, en cuanto que tienen que distinguirse como los dos polos en el tipo de interacción bien representado por la Electromagnética: positivo y negativo. No es que tengan el nombre que les da nuestra lengua, nuestra Ciencia, pero por el hecho de tenerse que contraponer de esa manera empiezan a acercarse a tener nombre. Desde luego, la intervención de los nombres en nuestros idiomas humanos, pues naturalmente son un desarrollo enorme y confirmación de esto, pero conviene no ponerse muy estricto respecto a la ausencia de nombres en cualquier sentido. ¿Qué más?
-Con respecto a lo de los nombres, yo creo que unas cosas que no pretendieran ser verdaderas sí podrían tener nombres, con tal de que no hubiera Fe en el significado, en que los significados están perfectamente cerrados.
A-No, no, no lo están, no lo están.
-Por eso: con tal que no hubiera esa Fe, entonces me parece a mí que esas cosas sin pretensión de ser verdaderas sí que encajan.......
A-Esas cosas, sin pretender ser verdaderas, que son más o menos, no podrían tener mas que nombres que igualmente no son mas que más o menos; no son mas que más o menos, es decir, más o menos nombres. Y esto dura todavía bajo la imposición de nuestros nombres, porque en los idiomas, en cualquier lengua de Babel, los significados nunca están cerrados, nunca son lo que son, nunca una palabra puede definir una cosa; por ejemplo, la pretensión de que la palabra ‘cocodrilo’ defina al cocodrilo: se ve en seguida que la pretendida definición es errónea, ¿no? De manera que sí, se podría decir de esa manera, sí cabe: a las cosas, aparte del imperio de Arriba de hacer creer que son de verdad las que son, por su propia distinción y oposición podrían empezar a tener nombres que a su vez fueran costantemente cambiantes, nombres que no fueran nombres mas que más o menos y de vez en cuando. ¡Más!
-Cuando dices que las cosas tienen peso, incluso las no materiales, yo me hago un lío, porque ¿cuánto pesa un sueño?, ¿cuánto pesa un sentimiento?
A-Muchísimo.
- ¿Qué se entiende por ‘peso’?
A-Lo que he dicho; lo he reducido a términos como ‘interacción’, ‘amor’, ‘interinfluencia’.... Y los sueños claro que pesan; pesan muchísimo: muchas veces un sueño, o una fantasía, o hasta una creación poética, son mucho más influyentes, más pesados en ese sentido, que las cosas palpables, no cabe duda; por eso acudía al ejemplo del sueño, que evidentemente cada vez que es un sueño de uno que está durmiendo, pues está interaccionando hasta con la vejiga, o con los órganos sexuales, o cualquier otra cosa, ¿no? Por citar cosas de las que son propiamente materiales y pesadas. Sí.
-¿Un ataque, no es una interacción?
A-¿Un ataque de una cosa a otra? Sí.
-Entonces, atacar la Realidad, ¿no es interaccionar con la Realidad?
A-No es interaccionar, porque la Realidad no nos puede a su vez hacer nada. Para que haya interacción tiene que haber polo positivo y negativo, que el uno interacciona con el otro, y es inútil que uno de los dos quiera eximirse. Y naturalmente, atacar la Realidad, si de verdad se está atacando a la Realidad en general, a la Fe en general, como aquí se pretende, no nos puede responder, no nos puede hacer nada. Vamos, responde, como sabéis, inmediatamente, con su resistencia; su resistencia al ataque. Pero ese ataque, y esa resistencia, ya se sitúan fuera de la Realidad misma, precisamente porque se refieren a eso. No adelantamos mucho, pero se puede estralimitar, y decir “bueno, después de todo, para la Realidad tomada así como conjunto, esto es un ataque, y la Realidad como conjunto se defiende, porque no quiere que se le quite la Fe. Y no sólo nosotros como cosas humanas, sino las cosas inanimadas, se defienden; se defienden de que se les amenace con la pérdida de la Fe”. Se puede decir. ¿Qué más?
-¿El peso es una cosa, entonces?
A-Sí, a su vez es una cosa; no cabe duda que la interacción entre una cosa y otra a su vez se puede tomar como cosa, qué duda cabe. Eso es lo que se refiere también a la cuestión de ‘onda’ alternando con ‘corpúsculo’, ¿no? Es decir, el hecho mismo de la interacción se puede tomar como la cosa de la que tratamos en un nivel evidentemente más alto, saltando un poco de nivel de astracción. No hay quien se lo impida, puede ser eso, sí. ¿Qué más?
-Querría haber consultado la trascripción de la última tertulia, pero no me ha llegado todavía, para recordar con precisión un momento en que hablamos de Newton, y el ‘hipóthesis non fingo’.
A-‘Hipóthesis non fingo’, decía él.
-Describía las relaciones mensurables entre las acciones de las cosas, pero no pretendía dar ninguna esplicación de su esencia, de qué era la gravedad, ni de qué era la materia, ni de qué era la fuerza........
A-Bueno, lo que el señor, Mr. Newton, pretendiera o no, es una cosa en la que no entro. Nosotros decíamos, frente a las fórmulas, que las fórmulas esplicaban y cuantificaban el fenómeno; el fenómeno real de la atracción. Pero que desde luego, decir de dónde les viene eso, no creo que a Newton se le ocurriera.
-Y querría haberlo recordado con precisión, pero viniste a decir, me parece, que eso era la Ciencia, que pretende aproximarse, que pretende dar cuenta, y desde luego hace bastante bien, pero que no entraba como en lo que era la cosa.
A-No, no, no, la Ciencia ha seguido desde entonces, efectivamente, de una manera ejemplar, tratando de encontrar la respuesta esa del cómo se produce; de ahí se ha venido a parar al tormento principal de la Física actual, que es el de la gravitación. Ése a Newton no se le presentaba, el de la gravitación universal, que afecta a cualesquiera quanta, aunque no sean ni los (planetas) de átomos ni siquiera los átomos, ¿no?; a cualquier elemento cuántico, ¿no? Han seguido intentando penetrar.
-Es que me parecía mucho más humilde, más honrada, la postura de costatar únicamente las relaciones y no tratar de buscar la esencia o el ser y tal, que lo que era después, pero me parece que todo el mal de todo el asunto viene de preguntarse por el Ser, o sea, ¿qué es esto?, ¿qué quiere decir ‘ser algo’? Cuando estamos buscando qué es algo, ya estamos metidos en toda la mentira posible en que podamos caer, porque el ser algo......
A-Eso está muy confuso, Javier, no: el progreso de la Ciencia no consiste en que se pregunta a la socrática ¿qué es?, porque entonces se lo negaría: trata de, cada vez, según el intento, aproximarse más a la verdad de la Realidad. A lo cual no renuncia: la Ciencia en su progreso no puede renunciar a aproximarse a la verdad de la Realidad.
-Pero es que me parece mucho más terrible buscar la verdad.......
A-No: la verdad de la Realidad.
-..cuando la verdad sabemos que no está en la Realidad, cuando el ser es algo que no sabemos de qué hablamos cuando hablamos de qué es ser algo. Cuando decimos “esto, es esto”, ¿qué queremos decir?
A-Eso no lo hace una Física: una Física pretende mejorar su manera de entender la Realidad, la verdad de la Realidad; no se pregunta qué es, ni cosas de esas.
-¿Pero preguntarse qué es, es algo más honrado?
A-No, si no es preguntarse qué es: es coger los datos, incluso numéricos, resultantes de la Mecánica de Newton, descubrir que no son satisfactorios, que fallan, y encontrar otra manera, otros cálculos, que pretendidamente den mejor cuenta de la verdad de la Realidad. La cuestión es lo de la aproximación, y por eso al final he añadido esto: a la verdad no cabe aproximación; pero la pretensión de que sí cabe, no sólo determina el progreso de la Ciencia, sino que determina el Dominio de la Política, que pretende que cada Régimen, o cada Revolución, va a mejorar la situación anterior, aproximarse al bien. Eso es propio; propio de nuestra condición falsa, y del Dominio.
-Pero oponer, como me parece que surgió el otro día, esta oposición en ese caso de Newton, de no buscar la verdad, sino describir únicamente lo que se podía describir, y oponerla a que .....
A-No, no, no es la verdad. Que no, que no, que las fórmulas de Newton (que Newton ya no nos importa nada) no nos dicen nada respecto a cómo o de donde se produce eso.
-Eso es maravilloso, eso me parece que es honradísimo, y buscar lo contrario es lo que me parece que es la fuente de los errores.
A-No sé por qué te parece, porque () al problema de la Ciencia es igualmente mentiroso, igualmente falso; en tiempos de Newton, en tiempos de Epicuro, en tiempos de (), en los tiempos actuales, en el Concurso actual...
-Pero me parece mucho más terrible seguir preguntándose qué es tal, o qué es.......
A-No, no, no hay ninguna diferencia, ¿eh?, no hay ninguna diferencia, no vamos a pensar; la Ciencia progresa.
-Me pareció, y por eso quería recordarlo, que el otro día había surgido como que había oposición entre una cosa y otra.
A-No, no, no, es que Newton, o Galileo, no hacían más que mejorar, intentar aproximarse, a la verdad de la Realidad, igual que estos actuales; con más o menos buena mano, con más o menos lucidez, pero desde luego el intento es este intento imposible: aproximarse a la verdad de la Realidad, no a ninguna otra cosa. ¿Qué más?
-Usted ha afirmado que el Poder viene desde arriba.
A-Bueno, lo de “Arriba”, es también un esceso, ya lo hemos dicho más de una vez: usar esta metáfora tópica, que no es otra cosa que una metáfora localista, o tópica. Lo mismo que al tipo de cosas que somos, como he dicho antes, la noción de ‘peso’ se nos confunde con la noción de la mera gravedad terrestre, porque para eso estamos aquí, de la misma manera es verdad que a este tipo de cosas las órdenes nos suelen venir de Arriba; las órdenes nos suelen venir de Arriba en cualquier sentido, yo creo que no hace falta explicarlo. Por ejemplo, no sólo es que un Decreto de un Gobierno venga de Arriba, lo cual es evidente, sino que incluso el Plan para la modificación de una Ciudad es primero un Plan de Arriba, en la región más astracta, y luego se lanza hacia abajo hasta mover los buldozers y los demás istrumentos de costrucción que quieran mandar. Eso justifica, pero no es más que una metáfora, desde luego. Vienen de fuera de la Realidad los ideales, que no existen; están costantemente rigiendo la existencia, la mentira, de las cosas, pero ellos no existen: ‘todo’ no existe, ‘uno’ no existe, ‘el Poder’, en el sentido más astracto, no existe, ‘Dios’ no existe, pero están costantemente rigiendo la existencia.
Decimos lo de ‘alto’ y ‘bajo’, porque hay otra manera de estar fuera de la Realidad, que es ‘ahora’, y la evidencia de que nos estamos perdiendo, hundiendo, en lo que no se sabe. Son dos maneras contrapuestas de aludir a cosas, a lo que está fuera de la Realidad, que está fuera de las cosas, una por arriba, otra para abajo. Pero bueno, no os lo toméis tampoco tan en serio que os olvidéis de que nosotros padecemos esta confusión de la gravedad terrestre, que trae consigo detrás muchas cosas; no tan en serio como eso. ¿Qué más?
-Los átomos caen al fondo, y cuando has añadido ‘al fondo’, he creído entender que entonces se quitaba la noción de ‘arriba/abajo’.
A-No, criticaba la Física de Epicuro/Lucrecio diciendo que se veían obligados a atribuir a los entes esplicadores de las cosas, átomos y vacío, también la noción de cosa, y eso, como consecuencia, le hacía atribuir al movimiento de los átomos la verticalidad; los átomos caen en vertical; caen en vertical sin fin, porque, como aquí alguna vez hemos visto, si caen es gracias al vacío, o sea, a la absoluta falta de resistencia. Por eso decíamos alguna vez que ése es el primer motor, no el de Aristóteles; es el primer motor; el Dios, o primer motor: la absoluta falta de resistencia, el vacío. Inmediatamente de ahí se deduce que los átomos no pueden estar más que cayendo a una velocidad insuperable, sin fin. Ya recordáis que sin embargo, para evitar que entonces sean absolutamente paralelos en su caída, y al ser absolutamente paralelos no puedan hacer nada, hay que introducir el principio de incertidumbre, a la antigua: “en un momento incierto, en un lugar incierto, se tuercen, los tuerce uno de su verticalidad, de su derrotero”; entonces ya se estorban, entonces ya hay choques de unos con otros, y los choques de unos con otros son los costitutivos de las cosas de la Realidad. ¿Qué más?
-Cuando hablabas de lo de la Esperanza de Vida y de lo de la acumulación de memorias, hacías una distinción entre las que serían más coscientes, y otras menos, y incluso decías que más abajo aún estarían esas en el terreno ese de lo que no se sabe. Y bueno, las coscientes, y incluso las subcoscientes, parecía que se atribuían claramente a uno, a la vida de uno, pero parece que cuando uno se trata de imaginar ese otro estrato de que no se sabe, ¿ése también se ascribe a uno, o ése estaría abierto de alguna manera?
A-Yo aquí estaba hablando nada más de la noción de Esperanza de Vida, del ansia de vivir más, que se refiere a uno; es decir, que no es ya que las memorias se refieran a uno, sino que la acumulación de que hablaba para esplicar eso es acumulación en uno; es acumulación en uno nada más, ¿no? Después de todo, como las cosas, como uno, es, gracias al diablo, poroso, nunca está cerrado del todo, le puede entrar desde lo de más abajo de vez en cuando cosas, ¿no?, que vengan a confluir con la memoria, pero nada más que eso, ¿no?
-Bueno, imagino que ibas por otra parte, pero a mí lo que me sugería es si ese estrato de lo que no se sabe ya está abierto, ya no es de uno. Y eso me hacía preguntarme también si esa acumulación de memorias podía ser común, si podían acumularse las memorias .
A-Si, está bien preguntao. No, evidentemente es acumulación en uno; es una cuestión personal, lo de la de la Esperanza de Vida y lo del ansia de vivir más. El pueblo-que-no-existe, lo común, no tiene Esperanza de Vida, ni tiene Futuro, ni ninguna cosa que se le parezca; si no, no sería común.
-Pero aparte de la Esperanza de vida, ¿sería posible que se acumulase la memoria de una manera común? Me pregunto hasta si la lengua podría hacer algo de eso.
A-No, no, sería histórica; esa acumulación se volvería histórica, porque si no se refiere a uno individualmente, se refiere a una Nación, se refiere a cualquier otra de las cosas esas que se montan para sostenerse, y sería otra vez Biografía, Historia; no cabría una acumulación sin eso. No hay acumulación.
-¿Y en una lengua?
A-No, no, tampoco. Lo común, lo que no existe, es completamente ajeno a la noción de ‘acumulación’. Si una lengua, o un idioma, acumula, lo mismo que una Ciencia, conocimientos, eso son ya conocimientos, esos no pertenecen ya a la lengua común ni al pueblo-que-no-existe: pertenecen ya a una tribu, que tiene una lengua, que tiene un idioma, que acumula en sus significados, pues saberes, conocimientos, que los desarrolla después en forma de Ciencias.......Ya no cabe. La noción de ‘acumulación’ es eso: es en uno, y sosteniendo esta ilusión fundamental de una cosa distinta de otra, y por tanto que es en sí la que es; esa mentira fundamental.
-Pero parece que incluso algunos mecanismos gramaticales....Entiendo que no sea muy preciso decir ‘acumulación’, pero por lo menos como una repetición que se sedimenta, que pasa de lo que es la producción a depositarse en algún sitio.......Igual es preguntarse por el origen de la Gramática, que no se puede, pero algo......
A-Lo más profundo, lo más común entre las lenguas, lo menos idiomático, son cosas como ‘no’, como ‘que’, como ‘yo’, como ‘tú’, y eso no son cosas, y no se prestan a acumulación de ninguna especie: de ‘no’, de ‘que’, de ‘yo’, de ‘tú’, nunca puede surgir ninguna esperiencia ni ninguna acumulación de conocimientos, son absolutamente inertes en cuanto a esa función costitutiva de la mentira de la Realidad, no hacen nada. Voy a poder repetir ‘yo’, y ‘tú’ millones y millones de veces, decir ‘no’ millones y millones de veces, que de ahí no se deducirá nunca ninguna acumulación de nada, ¿no? ¿Qué más?
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A-‘Todo’, no digas nunca. ‘Todo’, ya sabes que está fuera; las cosas son cualesquiera. Lo que quería decir es eso, que no distingamos entre las palpables y las otras que se llaman virtuales. Y no hay ‘todo’, ¿eh?: las cosas son muchas, más, menos, pero nada más; ‘todas’, nunca, ¿no?
Bueno, hace un calor tremendo aquí, no sé si vosotros lo padecéis, pero yo sí, lo padezco mucho, de manera que voy a cortar con vuestro permiso, y nada, no con ninguna Esperanza propiamente, sino diciendo eso por mera precaución: si el Señor nos deja, pues dentro de siete días seguimos dando vueltas a esto, especialmente al mecanismo ése de cómo se introduce la pretensión de ‘sí o no’ en una Realidad que no es más que más o menos. Eso requiere todavía me parece darle vueltas.