21.07.2011

21 de Julio de 2011

21 de Julio de 2011

AGC en Sol

 

 

 

 

 

 

 

 

 

TRANSCRIPCIÓN:


-… que sea asamblea, no podemos prever que se haga o no, o ya sabéis, basta con que seamos, que seamos, que seáis los bastantes para que empiece a  no saberse cuántos somos. Eso es lo que hace una asamblea, que es a lo que estábamos.  Os recuerdo también a los que estabais estos otros jueves que a lo que nos vamos a dedicar y nos veníamos ya dedicando es a ver cómo se resuelve esto de que en una asamblea, en lugar de tratar de qué vamos a hacer y mucho menos qué vamos a pedir por ahí, lo cual resulta ya una condena al aburrimiento, vamos a hacer cosas urgentes como las referentes al cielo y a la intimidad de uno mismo. Esto es lo que hay que entender porque el Poder, el Estado y Capital, no se contentan con imponernos unas leyes, legales, y unos órdenes sino que además tienen que hacernos creer que también el Universo se rige por unas leyes (…)  suyas, y esto es fundamental para el sostenimiento del Poder (...) Y por acá abajo, habiendo reconocido esto, tenemos que dedicarnos a romper con esa fe,  que siempre queda por la educación que hemos recibido desde niños, por lo cual os voy a pedir dentro de un rato que volváis como el otro día a confesar qué es lo que creéis acerca del Infinito, de Todo, del Universo y también acerca del Infinitésimo,     la intimidad, en suma que son los asuntos políticos y urgentes a los que vamos.

Mientras vamos haciendo asamblea,  como de ordinario estos últimos jueves, os vuelvo a recordar el curso de la comedia musical nunca representada del Bobomundo. Como recordáis,  estábamos en la esperanza de que una vez que la lluvia de billetes de banca del cielo se ha convertido ya en una alegría, si no en un tormento, una inflación, una superinflación, que amenaza con invadir y arrasar el mundo, la gente, el coro, que es la gente corriente, protesta, pide arreglo, pide justicia, cualquier cosa, y por fin el capitoste (…) se ha asomado al balcón de la casa gubernamental y ha preparado tranquilizar al coro, la gente del coro, diciéndole que está al habla, está en contacto con el prohombre de las finanzas, que seguramente tendrá algún plan para arreglar la superinflación (…)

El plan que el prohombre presenta consiste en convertir la fuerza de atracción de las mareas de la luna en una fuerza de atracción de papel moneda, de manera que se trata de convertir a la luna en ese sentido,  de manera que ella atraiga y arrastre consigo todo ese exceso de numerario que está ahogando el mundo. Entonces, enterado el plan y enterado también de que sólo falta el recurso técnico que debe emplearse para esta transformación y que por tanto para ello deben dirigirse al observatorio del mago Istáin, que proporcione la fórmula por la cual se produzca esa conversión, enterados de todo esto,  la gente del coro y los dirigentes (…) se ponen en marcha hacia allá cantando:

 
La luna, la luna, la luna
será la salvación.
A la luna los mandos supremos
los ojos nos hacen alzar,
nos hacen alzar,
y avanzamos mirando a los cielos
por rutas de gloria, de fe, de progreso y de tá-
tachunda chunda chundarata
rataplán.

Avanza ya,
conquistador,
el cielo está
a tu disposición.
Al cubo elevarás
la empresa de Colón.
Por vía sideral
ve y planta tu pendón
en el zenit.
Al cielo,
al cielo,
al cielo quiero ir.

-Si al cielo quieres ir,
agénciate un cohete
o reserva billete
para el año tres mil.

Tararí,
tararí tararí tararí.

La luna, la luna, la luna
es nuestra redención.
A la luna entraremos llevando
la cruz y la espada imperial,
la espada imperial,
y estaremos sin duda en la luna
gozando de gloria, de fe, de progreso y de tá-
tachunda chunda chundarata
rataplán.

Al cielo va
tu corazón.
La tierra ya
no tiene remisión.

Mirando siempre allá,
irás sin tropezón.
Irás adonde Alá
dormir te dejará
con una hurí.
Al cielo,
al cielo,
al cielo quiero ir.

-Si al cielo quieres ir
y ver a lo que sabe,
alquila una astronave
con fe en el porvenir.

Tararí
tararí tararí tararí.

Avante, adelante, adelante,
con toda la ilusión,
por la patria más alta, más grande,
por la patria superterrenal,
superterrenal,
por la patria infinita del cielo,
por rutas de gloria, de fe, de progreso y de tá-
tachunda chunda chundarata
rataplán.
 

 
Se va entendiendo cómo la ciencia del universo va a jugar un papel del que os estaba hablando en la pretendida ordenación y resolución de los problemas. Hay que pedir por tanto finanzas, el Poder, han de pedir ayuda a la Ciencia. Y llegados al observatorio del mago Istáin,  que es el que va a proporcionar la fórmula, se sientan alrededor dirigentes del coro, de la gente corriente. Aparece el sabio, el mago Istáin, teniendo detrás unas largas pizarras para escribir sus fórmulas y, efectivamente, empieza a escribir las ecuaciones pertinentes para el caso. Cuando ha llenado una pizarra con sus fórmulas, ya entonces la gente del coro rompe en exclamaciones así:

 
Homo sapiens sapiens
sapiens sapientissimús,
mono pelón,
que con dedos animados de razón
escachaste el huevo
de la infinitud,
sapiens, sapiens, sapientissimús.


Sigue el mago desarrollando sus ecuaciones en otra pizarra y otra más; cuando llega a la tercera, el coro otra vez  rompe en exclamaciones:
Homo sapiens sapiens
sapiens sapientissimús,
mono rabón,
que, lïando dimensión con duración,
amarró a la muerte
con cordón de luz,
sapiens, sapiens, sapientissimús.

 
Y van pasando en la pizarra ecuaciones y ecuaciones, en definitiva a una ecuación que imita a la de Einstein  salvando un término, que aparte los de Espacio y Tiempo, es el de  + - 2 Dólar cuadrado, que, efectivamente, hace entrar en la ecuación el factor que interesa, que es el del Dinero, cuyo problema trata de resolver. Al final, por tanto,  el coro vuelve por tercera vez a repetir la alabanza, el cántico al hombre.

 
Homo sapiens sapiens
sapiens sapientissimús,
mono pelón,
    que en fantástica y osada transacción
has comprado el mundo,
y ya el mundo todo eres sólo tú,
mono rabón,
y ya reinas en la toda infinitud,
mono pelón,
mono rabón,
sapiens, sapiens, sapientissimús.

 
Bueno, baste con esto. Ya que ya vamos empezando a ser ese número sin número en el que empezamos a no saber cuántos somos, lo que es fundamental para no sumar los saberes y los votos de cada uno, creyendo que el conjunto resuelve el problema. Lo que nos traemos hoy entre manos, pues, es, como habéis visto, lo que en la comedia misma aparece:  el interés político, urgente, de las ideas acerca de Universo o, por el lado contrario, acerca de la intimidad de uno mismo, que el orden nos tiene imbuidas, en las cuales más o menos seguimos creyendo.

Algunos, desde acá abajo,  sospechamos que esas ideas son mentira, pero eso ni se demuestra al momento ni cada una de las almas se convence tan pronto, y el dejar de creer es una labor, es justamente esta labor política a la que aquí os sigo invitando: dejar de creer. Para conseguir esto es para lo que  pido a los presentes su ayuda: tienen que decir, declarar, confesar las cosas que ellas creen acerca de eso del Universo o de Todo, como lo quieran llamar, o también las cosas que creen acerca de lo infinitésimo y, por tanto, de la intimidad o el centro de cada una de las cosas y de cada uno. Preparados, por favor,  porque enseguida os voy a dejar la voz para que hagáis esas declaraciones o confesiones tan necesarias.

Fijaos en cómo son las relaciones entre las leyes de la Física,  del Universo, tal como la Ciencia las presenta, y las leyes legales, las leyes que todos los días os rigen, desde las instancias gubernamentales, y también, junto con ellas, desde las finanzas, de la banca, del dinero, puesto que el régimen en el que hemos venido a parar, es como recordáis, este régimen en que Estado y Capital se han confundido íntegramente, y que, por tanto, se puede llamar Régimen del Dinero sin más.

Y este es el régimen contra el que,  sabiéndolo o sin saberlo, sospechando, la gente menos formada se ha levantado por todas partes, se ha puesto a acampar en las plazas ahora hace ya dos meses cumplidos. Y este es justamente el régimen del dinero cumplido, el mismo régimen,  sólo que evolucionado y progresado, que aquel que conmemoré cuando les saludaba a estos acampados, aquel de hace nada menos que 46 años,  cuando en el 65 llegó a Madrid mismo la ola de la rebelión de estudiantes del mundo, de gente igualmente menos formada, en el momento en que este régimen de que os hablo se estaba estableciendo.

Ahora esta nueva sorpresa, pero tan esperada, de la rebelión, de la algazara de gente diciendo al Poder se produce en el momento en que este Régimen está ya en su madurez y casi podredumbre. La relación entre las leyes del universo y las leyes físicas, que parecen una cosa  tan alejada de la política, y las leyes que este Régimen del Dinero impone sobre vosotros cada día, y os hace pasar la mitad de  vuestras vidas dedicados a quehaceres burocráticos y a que hagáis contabilidad y que colaboréis con el dinero mismo en la contabilidad que se pretende que sea vuestra vida, estas leyes que están todas formuladas en futuro, que este es el gran truco del régimen: sustituir aquí tal vez podía darse de vivir sea como sea, sustituirlo por un futuro, por tener un futuro. Pues las relaciones entre unas leyes, las físicas,  y otras, las políticas y morales, las comprendéis en cualquier momento.

Remontaos a uno de los orígenes de nuestra historia, que está reflejado en el Pentateuco, los libros dedicados a conmemorar las hazañas del pueblo elegido. Allí en el Génesis, como todos recordáis, se cuenta cómo se hizo el mundo. Ahora os lo siguen contando lo mismo: La génesis, la del Big-Bang, no se diferencia en nada esencial de la que está conmemorada en el Génesis. Pero quiero fijarme un poco en esta: allí, como recordáis, Dios hace el mundo en seis días y descansa al séptimo. ¿Qué tiene que ver esto con la política, con la contabilidad? Pues nada, ahora fijaos en este mundo nuestro, el mundo del hombre, este mundo humano, y encontráis ahí que vuestras vidas están esencialmente repartidas no por el cambio de las estaciones, que parece algo natural, no tampoco por la noche y el día simplemente, sino justamente por la semana, por la ordenación en la semana. Seis días -o, bueno, cinco o cinco y medio, da lo mismo, según el progreso-  de trabajo, y un día -o,  bueno,  día y medio o algo así-  de descanso. Esta es la ordenación del tiempo que más inmediatamente padecéis: la semana, la institución de la semana.

Esto ya era así sin duda entre los hebreos, estaba ya establecido. La Historia propiamente ha comenzado con la escritura hace unos diez mil años, y, cuando empiezan a producirse estas hazañas y testimonios del Génesis, ya han pasado unos pocos miles. Estaba ya sin duda establecida también la ordenación del trabajo de una manera semejante por el cálculo de que lo conveniente para la raza humana, para quien sea, es trabajar seis días y descansar el séptimo. Esto estaba sin duda establecido, y entonces, pues, bonitamente esto simplemente se le traslada a Dios.

Aquí estamos dando un paso que me apetecía mostraros entre la región política y moral, que es la del trabajo, la de la semana, la del dinero en definitiva, y la región teológica o física; la teología y la ciencia viene a ser lo mismo en ese trance. De manera que, de lo que era primero, que era la sumisión al trabajo, la reducción de la vida a un tiempo ordenado por semanas o parecido, se ha saltado al ámbito de Jehová, al ámbito de Dios mismo, que también procede a la creación del Universo de la misma manera. De manera que ya veis la relación de ida y vuelta.

Esa visión de la creación del mundo por el Señor en seis días y descanso al séptimo está autorizando, autorizando por testimonio divino, la institución de la semana terrenal humana con la misma ordenación,  al mismo tiempo que,  por el otro lado, esta ordenación terrenal y humana venía a producir un Dios creador que hacía el mundo según el mismo método más o menos de división del tiempo en porciones y alternativas.

De manera que con el ejemplo basta, y con ello voy a pasar enseguida a recoger vuestras declaraciones, confesiones, dudas o preguntas, acerca de esto del interés político, inmediato e ingente de las cuestiones de Universo, aparentemente científicas,  con las cuestiones del orden inmediato, las cuestiones del Régimen que padecéis, que padecemos, y  que también tienen el vicio. La ciencia es nuestra teología, aunque naturalmente mantengamos siempre una confianza en que ni la ciencia está nunca bien hecha del todo y cerrada, ni  tampoco eso del universo puede ser que esté bien hecho del todo y cerrado. Eso es  lo que aquí en este intento de asamblea rebelde vamos a intentar revelarnos a nosotros mismos y descubrirnos.

De manera que, por favor, empiezo ya a pediros voces en el sentido que he dicho. Alguien que se atreve a decir qué es lo que crea, cómo es el universo, cómo es eso de  infinito, cómo es también en el sentido contrario pero que aquí viene a interesarnos igualmente, la cuestión del infinitésimo, de lo más profundo,  no sólo en la materia sino en el alma de cada uno igualmente. Esto es por lo que estoy preguntando, de manera que ayudad, por favor. No tengáis reparo en declarar qué es lo que creéis, qué es lo que seguís creyendo acerca de esto de universo o acerca de la intimidad de la materia o de uno mismo, porque estas son las cuestiones urgentes y políticas en estas asambleas que nos traemos.

-Agustín, Agustín.

-Por favor, venga, alguna en ese sentido.

-Me dijo un matemático que el infinito era un ocho horizontal, pero yo no entendía nada. Es un símbolo,  y después una espiral…

-Bueno, venga, sin que se trate exactamente de meros trucos o grafías matemáticas, por favor. Decid, declarad aquí por su interés político lo que creéis, lo que seguís creyendo acerca de cómo es el universo. No es mucho pedir ¿no? Si alguien se atreve a decir: “Yo no me creo nada”, ya no haría falta la asamblea, ya habríamos llegado a la liberación, pero supongo que nadie se atreverá a eso, por lo que podéis declararme qué es lo que creéis acerca de cómo es eso del Universo, o a cómo son las entrañas de la materia y por tanto las entrañas de uno mismo, de nuestra alma. No es mucho pedir, venga, por favor ayuda en ese sentido. Ya sabéis que sacar a luz las creencias y someterlas a la duda o a la pregunta es lo más eficaz que se puede hacer para sacudir el yugo de la sumisión política. Os he mostrado hasta qué punto las leyes llamadas naturales que la ciencia o la teología nos venden están ligadas con las leyes legales, con las leyes del Estado y el Capital. Creo que no tengo que insistir. Por favor. ¿Qué creéis, qué creéis? ¡Alguien!

-Yo no creo nada, pero somos descreídos todos. O sea es que es increíble. Yo me creo que el Sol sale y por eso es de día, y es que me lo creo. Me creo que hay un Sol, que dicen que es una cosa que quema mucho, y es que me lo creo. Entonces cuando veo que  aquí nadie se cree nada, a mí me da vergüenza creer en el Sol, pero creo que hay un Sol, que depende de eso las estaciones, que unas veces está más tiempo y lo vemos más y otras veces menos. O sea, me lo creo, de verdad. ¿Nadie os creéis lo del Sol? Yo alucino ser tan creyente,  pero vamos…

-Antes de que te me marches, tengo que seguir preguntando un poco sobre tu creencia. ¿Qué crees de eso que sin duda te han contado desde niña o que tú has visto de que el Sol circula alrededor de la Tierra, o,  lo contrario, que no, que es la Tierra  la que circula alrededor del Sol? No creáis que es inocente esto porque a todos nos lo han metido, así que cuenta:

-Tampoco estoy yo muy ducha para dar una lección aquí ahora de lo que es. Bueno, yo lo que ahora me he creído y no te creas que fue a los ocho años, sino a los cuarenta, es esto de que el Sol yo creía que salía por el este y se ponía por el oeste, por ejemplo, eso que nos decían, y a los cuarenta años he visto que no, que depende. H estado como cuarenta años creyendo que el Sol salía por el este y se ponía por el oeste. Y luego me he dado cuenta de que está saliendo por el noreste y se está poniendo por el noroeste. Y yo mirando para el este y no lo veo.  Pero a mí me han estado engañando durante treinta y tanto años con esto.

-La verdad que has descubierto a los cuarenta ¿en qué consiste?

-No sé si es verdad, pero que de vez en cuando lo veo salir por ahí y de vez en cuando lo veo salir por ahí.  Y me dicen:  “No,  pero es porque es invierno;  no, es porque es verano”. Entonces voy y me lo creo, me lo he creído:  que ahora, en verano, me sale por el sureste, y en invierno como noventa grados más para atrás. Y resulta que claro yo decía: “¿Cómo en mi terraza a veces veo la puesta de sol y otras no?  Es que no lo entendía. Es que lo he entendido casi a los cuarenta años. ¿Qué ha estudiado esta? Pues nada, absolutamente, pero esto lo vas creyendo con el tiempo, y una vez que te lo has creído, a ver cómo te lo quitas. Por eso digo que al decir aquí Agustín qué nos creemos de todo esto del Universo, y que nadie se crea nada. Yo, me parece que nos creemos muchas cosas.

Yo el otro día le contaba a una compañera que hay aquí una cosa que me pasó: Yo me creía que la tierra era firme, que cuando vas por una calle andas, vas  y vamos, nunca vas pensando que es que se te va a hundir. Bueno, pues yo hace unos años iba por la calle –además era cuando yo todavía creía que había que montarse en un auto, iba en mi auto, y de repente desaparecí, no sabía lo que pasaba: eso fue un desprendimiento, desde luego,  porque yo, de repente, veía así una calle y de repente no vi nada, y es que resultó que se me hundió la calle. Mi coche se hundió. Era algo que no entraba en mis posibilidades.

-Que no estaba tan firme.  Bueno lo veis ya hasta en este nivel bastante elemental hay creencias y por tanto hay dudas, de manera que, por favor, seguid acompañando en esto:  declarad, confesad qué es lo que seguís creyendo respecto a cualquiera de las cosas que os cuentan, nos cuenta nuestra teología,  que es la Física. ¿Qué pasa si alguno también tiene dudas respecto a lo que desde el principio he dado por supuesto de que esto es lo más urgente que se puede discutir en una asamblea libre?  Pues también puede entrar a discutirlo, y, si no, pues esto, sucesivas confesiones de creencias.

-Nos han hecho creer a todos que del caos ha nacido el orden, que el Universo está regido por un orden, y eso no nos lo podemos sacar de la cabeza.

-¿Te lo crees?

-Hasta cierto punto. Para vivir me lo tengo que creer, para vivir normalmente, pero luego hay veces que me planteo.

-¿Por qué?

-Porque si no me lo planteo no podría hacer nada, me quedaría inmóvil. Pero yo sé que no hay tal orden. Lo sé, o sea cuando lo pienso sé que no hay tal orden, que el orden es un engaño, como la verdad es otro engaño.

-¿Qué falta te hace creer eso para seguir viviendo?

-Pues la verdad es que no lo sé, pero yo intuyo que no hay tal orden, que el orden es una imposición, que el universo es caótico en sí mismo, y que…

-… podría seguir con sus faenas, con sus gozos y sus penas igual, sin creer nada respecto a que del caos se ha hecho el orden. Cuando a ella le ha dado por decírselo que tiene que creérselo, tiene que creérselo porque le hace falta para vivir, hay que entender que ahí se está palpando esa conexión que he dicho entre la ciencia, la física, y la moral, la política. No es que haga falta, pero es que si no se cree en eso se puede empezar a dudar de todo lo que nos cuentan respecto a la ordenación de la sociedad, respecto al orden futuro y de cómo si nos quedamos sin ordenación, sin gobierno todo va a volver a ser ese caos con el que nos amenazan. La creencia es por tanto -no hace falta literalmente para ir viviendo, no hace ninguna falta, pero, desde luego, si uno quiere estar incluido en el orden social  parece que tiene que creer algo así- : del caos ha nacido, del caos nace el orden, sin el orden volvemos al caos. Así que palpaos, palpaos un poco las almitas y decidme quiénes de vosotros creen esto o no lo creen o con qué modificación lo creen.

-Yo sí que creo que existe un orden, que del caos ha surgido el orden. No sé cómo. No he estudiado mucha Física, pero sí que lo creo. Y luego una cosa que me llamó mucho la atención de aquí es que estamos preguntando qué cree cada uno sobre la Física, y la Física en teoría es una verdad, o sea, es lo que hay,   es la realidad, y punto. O sea, me parece como muy kantiano todo esto.

-Realmente una declaración de fe inesperada. Generalmente no se llega a tanto. Si te crees eso, efectivamente eres un poco un caso extremo de devota del orden.  Cuídate, porque cualquier otra forma de rebelión va a tropezar con esa fe. Si te crees que la
Física es la verdad -¡palpaos los demás, porque la pregunta va para todos!-, si te crees eso, efectivamente, poco puede intentarse hacer en contra el dinero y el régimen y nada por el estilo. Lo uno va pegado con lo otro. La Ciencia en principio, la Física a la cabeza, está al servicio del Poder, es el órgano de la fe, lo mismo que la teología lo era en el antiguo régimen, de manera que no se puede desprender lo uno de lo otro. Probablemente digan que estoy queriéndote hacer perder la fe, a ti y a cualquiera, pero,  para eso, lo primero es reconocer que la hay, que tiene fuerza.  

-Sin llegar a decir que la Física sea todo lo que haya, pero por ejemplo yo sí que creo y confieso creer en que las cosas caen por su propio peso, por ejemplo, en la fuerza de la gravedad: que la Tierra gira alrededor del Sol por la gravedad, por ejemplo, y que hay tal cosa como eso, como una fuerza de la gravedad que es igual en todas las partes del Universo. Tampoco es que me duela mucho esta creencia, no funciona en mi vida cotidiana, pero la reconozco.

-Sí, desde luego esto de la gravedad es grave, muy grave, porque yo de pequeña el primer grito que se me ocurrió era: ¡Abajo la gravedad! Pero si decía abajo cuando lo que pasa es que pasaba que era abajo (…), y si decía “¡Arriba la gravedad!” se me desconectaba, se me deshacía el propio concepto de la gravedad. Yo en cuanto a lo de creer o no creer a mí lo que me mosqueó mucho es que se le llamara firmamento: una cosa tan firme, el firmamento, cuando yo veía las estrellas fugaces, que iban a esa velocidad, y cuando en la noche estrellada del verano decía: “Pues no es tan firme el firmamento, si ahora se corre ese lucero ¿no?” Y ahí empecé a mosquearme, pero sobre todo lo que más me mosqueó es que cuando se pregunta siempre por algo como por dónde sale el Sol, por dónde entra, se le pregunta a uno, que es el hombre, el centro. El centro es el que tiene que ver por dónde entra y por dónde sale. Y con esa cuestión no se puede plantear la cuestión del infinito, porque, efectivamente, si hay un centro no puede haber un infinito. Entonces es una contradicción. No pueden preguntarte por dónde sale el Sol, por dónde entra el Sol, porque entonces te están preguntando a ti que estás en una medida antropomórfica, centralista. Eres tú el que está decidiendo por dónde entra y por dónde sale. Y con ese problema es un razonamiento domesticado, es un infinito domesticado, y esa es la primera mentira: preguntarle al hombre por una cosa que se llama infinito cuando el sin fin no puede ser preguntado a nada que esté fijo y menos en el centro.

-Estamos preguntando no tanto por las mentiras que hemos descubierto, sino por las que no hemos descubierto.  Sigo pidiendo que colaboréis en este sentido preciso de seguir confesando como algunos ya han hecho qué es lo que creen acerca del universo o de la intimidad de la materia, me da igual.

-Una cuestión que me hago, que me pregunto es la siguiente: ¿Cómo es que el infinito crea cosas infinitas? Un ser infinito ¿cómo es posible que cree cosas finitas? Yo, cuando repaso un poco la Biblia, se me ocurre, cuando dijo “el sexto día descansó”, yo creo que Dios lo que dijo es que se cansó, porque qué pasaba entre el finito y lo infinito, cómo rellenaba eso, no lo sabía y enloqueció, y entonces yo creo que creó el mal. Dice, mira aquí vamos a ver si aquí esto se soluciona de alguna manera, porque no hay manera de entender esto del finito y del infinito. A mí que me lo digan los físicos y la historia, que me lo expliquen dónde termina una cosa y empieza la otra.

-Bueno, de acuerdo. Más en el sentido de declaraciones desde luego respecto a esto. De esas cosas de infinito y alrededor se ha hablado tanto, se ha escrito tanto que,  aparte de lo que creáis,  tenéis que tener la cabeza llena de muchos líos, y hay que intentar que esos líos se aclaren como tales líos. ¿Qué os parece que,  sea del Universo o sea como en el antiguo régimen de Dios mismo,  se diga que es infinito y al mismo tiempo se diga que el Universo es todo, todo? ¿Cómo se os casa eso que os han contado de infinito con eso que (…)  inmediatamente de Todo? ¿Cómo se os casan? ¿Es que sentís o no sentís la contradicción? ¿Es que os parece que se pueden casar? ¿Es que os parece que puede haber sin fin y que eso al mismo tiempo sea todo lo que hay? Os repito: ¿Es que os creéis que se puede al mismo tiempo creer que lo que hay es sin fin, que algo es sin fin, y que al mismo tiempo es todo lo que hay? Por favor, confesiones, dudas.

-Yo no creo en nada ni en nadie, pero se me ocurre plantearme que  a lo mejor los billetes empezarán a ser fluidos, el mundo será fluido, la gasolina será fluida, pero más fluida, o sea como el agua, inventarán motores de agua y entonces todo será fluido. La mala leche de las personas será fluida y yo creo que eso será un poco mi visión del futuro: fluido.

-Está muy bueno, es justamente una visión del no-futuro. Todos lo habéis entendido según lo decía, porque lo que estaba sugiriendo era justamente el no-futuro. Lo de fluido quiere en sus términos indicar algo que está en esta rebelión bastante: cuando se rebela uno contra el orden, cuando alguien un poco crédulo clama por “libertad”, está diciendo más o menos algo de lo que tú decías respecto a la fluidez. No es un futuro, es una especie de deseo y de rebelión, que viene muy bien. Pero sigo pidiendo creencias que se revelen aquí mismo en esta aparentemente inoportuna situación de una asamblea improvisada en la Puerta del Sol, porque es justamente el sitio donde deben plantearse,  no en las aulas, no en los bares, no en la casa .

-¿Cómo explicas los números? ¿Los números son finitos, son infinitos? No lo sé, yo te pregunto. Es que no me casa con lo que estás contando hoy.

-Entonces responde a la pregunta que he hecho: ¿Cómo se casa lo de infinito con todo?

-Es que no lo sé, sé que los números son infinitos. Creo que pueden ser todo… Son infinitos y es todo. Los números están en todos los lados. Esa es la duda que tengo, lo que te pregunto: ¿Cómo se come?

-¿Crees que son infinitos y al mismo tiempo crees que son todos los números?

-No llego ahí. Sé que son infinitos. No sé si son todos. Te pregunto que cómo se come.

-¿Y cómo sabes que son infinitos?

-Empiezo a contar y no termino nunca.

-Porque vives poco tiempo. (Risas)

-Bueno, pues voy a vivir más a partir de ahora.

-Si vivieras mucho mucho...

-Creo que tampoco llegaría al final.

-Entonces sabes en realidad porque no puedes saber.

-Pero lo puedo intuir.

-Supongo que el infinito se diferencia porque mientras los números siempre tienes uno más, y siempre hay uno más, y siempre hay uno más, el infinito no, el infinito no es contable, no se puede contar. En principio es una contradicción, es un sin fin.

-Me parece muy bien, Jaime, porque si es siempre uno más, con ese siempre estás diciendo el sin fin. Siempre quiere decir “el sin fin” y por tanto se le ha atribuido la condición de ser sin fin, interminable, siempre hay un número. Eso no le quita su condición de cómputo porque has dicho “más uno”, y es, por tanto, la condición contraria de la totalidad y de la unidad. Es lo que nos estamos planteando. ¿Cómo casa la noción que tengáis de lo de que es sin in o de que los números son sin fin y la noción que tengáis de que es todo, por ejemplo, como cuentan del universo, de que es todo, de que hay algo sin fin, y que es todo, y que los números siendo sin fin también son todos,  no se sabe cómo? No es que las dos cuestiones sean la misma, pero conviene tenerlas presentes ambas: la que se refiere a cosas –son sin fin y hay cosas sin fin y al mismo tiempo son todas las que hay- y la que se refiere a números,  que no son cosas, que es distinto. Vamos, no digáis que no está esto para hacer declaraciones.

-Yo creo que todo e infinito no es una contradicción porque son dos cosas diferentes. Todo es todo y se puede contar: todas las manzanas que tengo, y tengo diez manzanas pues son todas. Y las infinitas manzanas, o sea esas diez están dentro de las infinitas, o sea… infinitas menos diez. Infinito menos diez. Pero da otra vez infinito, pero ¿y qué?.

-Hay longitud y latitud,  y el resto como podamos.

-A nadie desde luego creo que le has dejado muy contento porque te estás empeñando en creer en ese casamiento pero no puedes negarte a reconocer que ese casamiento se revela imposible, es una pareja mal avenida. ¿Tú crees que doce manzanas son doce? Para empezar por lo más elemental. Tú crees que doce manzanas son doce y que, por tanto, son un conjunto, son todas las que hay. ¿Tú crees eso?

-Son las que tengo yo. O sea, digo: todas las que tengo yo.

-No, no. ¿Tú crees que, sea lo que sea, que doce manzanas son doce, que son todas las que hay?

-Son todas las que tengo yo, no todas las que hay en el mundo.

-Las tengas tú o no las tengas tú, ¿tú crees que doce manzanas son doce?

-Doce manzanas son doce manzanas. Claro.

-Yo creo que en general todo el mundo se cree eso ¿eh?

-Sí.

-Desde luego si entre ese supuesto conjunto se mezcla una pera, la cosa empieza a vacilar: decir que son doce ya no suena también. Si se mezclan manzanas de diferentes clases, si una de las manzanas está tan estropeada que está medio podrida, y no queda más que media, si metéis  cualesquiera cosas de las que suceden en la realidad, entonces lo de que son doce y por tanto son todas empieza a fallar, y sin embargo esto es lo que pasa, esto es un artículo de fe. Para creer que cinco vacas son cinco, hay que creer que cada vaca es la Vaca, para que todas sean la misma y se puedan sumar, y esto es un artículo de fe,  porque no es real. No es real, ninguna cosa es igual que otra cosa. Simplemente para efectos del negocio, y aquí está la ligazón entre la pura matemática y el impuro negocio,   para eso tenemos efectivamente que creernos que las cosas son cada una del todo la que es. Imposible. Realmente imposible. Siempre está cambiando, siempre se está pudriendo, siempre está creciendo, de manera que no lo es. Pero tenemos que creer que sí. De manera que la creencia en que cada cosa es lo que es, que cada uno también, cada uno, es el que es, es una creencia que está ligada con la creencia en la totalidad y la numeración. Ahí veis cómo en la realidad se pelean  lo de sin fin, lo de indefinido, lo de siempre mal hecho, la pretensión de la totalidad, de ser todo, de ser sí o no. Si esto no lo entendéis bien, pues seguid.

 

-…Esa manzana. El cerebro procesa más datos de lo que tú estás viendo. Lo que pasa es que sólo ves ese poquito.  Usamos el diez por ciento nada más del cerebro. Entonces nuestra percepción de la realidad es lo que vemos según nuestro cerebro. O sea que la cosa es que eso: el infinito es infinito porque el ser humano piensa que es infinito. Si no pensara, no creería nada, pero como se supone que pensamos más que otros seres lo pensamos nosotros. Pero es una cuestión del cerebro ¿sabes? Porque lo que vemos lo recibimos de una forma y lo traduce el cerebro y es lo que vemos, es la realidad, según la perspectiva humana. La realidad puede ser otra cosa. Gracias.

-¿Tú crees que la percepción que llamas te permite decir que percibes por percepción doce manzanas? ¿Tú crees que se perciben doce o tienes que irlas contando por los dedos?

-Los números han sido creados por la mente humana. A ver, las manzanas,  si tú las estás viendo,  pueden ser reales según tu cerebro…

-¿Son doce o tienes que irlas contando?

-Tienes que irlas contando ¿no?

-Si las veo de golpe, digo: “Habrá unas diez o doce manzanas”.   (Risas y aplauso)

-Casi era sólo eso lo que te pedía que dijeras. Y por favor ¡manda al carajo el cerebro y sus acompañantes! Una de las cosas en que estamos y que … del cielo la comedia es contra el hombre: homo sapiens. No estabas. Ha estado el coro cantando: Homo sapiens, sapiens… Justamente, tratando las cuestiones esas de la infinitud. No te creas nada de eso. Creer en las manzanas puede ser una transigencia por necesidades comerciales, pero creer en los cerebros  eso ya es la hostia, eso ya es la hostia de la fe, eso no puede ser y, sin embargo, te lo hacen creer y mucho. Serían diez o doce, unas cuantas… Eso es sin fin, sin fin no contadas. Se está preguntando si eso es compatible con lo de todo, con el conjunto.  Generalizadlo, generalizado, si pueden casarse esa libertad de no ser, que es ser más o menos, nunca ser sí,  no,  del todo, se pueden casar con la orden de que cada uno sea el que es y que todas las cosas sean todas las cosas. Todavía os sigo preguntando.

-De todas maneras, ya es un paso –ahora mismo te lo doy. Quiero decir que lo mismo que pasa esa imposibilidad de lo de contar a ciencia cierta, a sabiendas, es la imposibilidad de saber que una cosa es una cosa, porque una lagartija nunca es del todo una lagartija, es más o menos una lagartija. Lo que destaca, lo que tarda uno en clasificar un término para que sea el que es nunca es del todo, es una aproximación siempre. Por lo tanto, es decir, tampoco se puede contar desde dentro. Ni desde fuera ni desde dentro. Estamos viviendo con aproximaciones que son convenciones que no son del orden de ninguna verdad. Es un apaño para andar por casa.

-Yo quería preguntar que qué podemos hacer para dejar de creer, porque, por ejemplo, podemos dejar de creer en Dios, pero creemos en la Ciencia, creemos en el Futuro, creemos en la Historia. Y ¿qué podemos hacer para dejar de creer en todo? Porque yo, sinceramente, a mí me resulta imposible, por más que lo intento.

-Has hecho muy mal en decir “en todo”. Ya dije que nadie podría decir: “No creo nada”, porque todos los (…)  son puramente ideales y por lo tanto no nos sirven. Para dejar de creer, para creer cada vez menos, para ir dejando de creer , porque eso en la realidad es lo único que puedes decir “ir dejando de creer” , creer un poco menos, desengañarme un poco más de esto y de lo otro, para eso una de las cosas que, sin querer, haces es el sufrimiento. Eso es lo que te rebela y lo que ha rebelado a los acampados y a la gente menos formada: que el orden no era tolerable, que había que levantarse contra él; el sufrimiento, el descontento, el darte cuenta -por ahí, por el descontento- de que te están engañando. Y luego, si al mismo tiempo vienes los jueves a alguna asamblea en la Puerta del Sol para justamente intentar razonar así en común las mentiras que nos cuentan, entonces las dos cosas van la una con la otra: el descontento de lo que te imponen y de lo que te cuentan y un resto que te queda de sentido común, que puede efectivamente levantarse contra esa fe y hacer –no perderla del todo y llegar a eso de creer en nada, que eso sería algo puramente ideal. Para esta labor que he llamado de urgente política: ir creyendo menos, ir creyendo un poco menos, lo mismo en Religión que en Física que en cualquier otra forma de creencia. Por ejemplo, tú lo has mencionado, en el Futuro: creer un poco menos en eso que el Orden tiene establecido como primero: el Futuro, por el que te cambian la vida, te la cambian por tener un futuro. Ir creyendo un poco menos en eso (…)

-Yo lo que creo es que cuanto más se ha dejado  de creer en las religiones antiguas, más se ha creído, se ha desembocado,  en una fe universal,  y digamos de verdad universal por su pretensión universal,  que es el Dinero. El dinero es realmente el Dios verdadero hoy día. Y los otros son disimulos: los judíos, los musulmanes, los cristianos, los de por allí, los de por allá. Todos van a dar al modelo ideal que es el hombre del Régimen del Bienestar, que cree absolutamente y a pies juntillas en el Dios ese, que desde luego está relacionado con el futuro, porque es el crédito, -el crédito y solamente crece con la planificación del tiempo futuro, que es el dinero. Ese es el que parece que es muy difícil de desbancar: la verdadera teología de hoy día es el Dinero, es el régimen. O sea que realmente si no empezamos a desbancar ese, los otros son disimulos, meramente disimulos.

-Venga, más restos de fe, antes de que nos vayamos. Tienen que salir más restos de fe por ahí.  

-Pero que la cuestión del sin fin se presenta a los niños desde chicos precisamente como el juego más interesante. Fijaos, en esto que llaman el folclore popular infantil, la cantidad de fórmulas, de juegos de niños que están basados precisamente en ese hacerles rabiar o hacerles pensar en el sinfín: ¿Quieres que te cuente el cuento de la buena pipa que nunca se acaba? Que no. Que no te digo ni que sí ni que no. ¿Quieres que…?  Esos son los juegos que más de pequeños nos prendían, porque todo eso era de noche, con la luz apagada, en la cama, el infinito, la noche. ¿Quieres que te cuente el cuento…? Nunca, nunca se terminaba. El sinfín.  Un niño ante eso siempre está vivo, es cuando realmente está vivo, es cuando se encuentra con esas cosas.

-Creo que se nos va a ir la luz y querría recoger más confesiones de contradicciones, de fe que os quede por ahí, de fe en estas cosas aparentemente físicas o científicas.

-A mí la fe que más me ha calado y que más llevo dentro es la fe en el orden del universo, del cosmos. A mí me parece que si de alguna manera esa fe se resquebrajara un poco, yo creo que las fes, la creencia, bueno, en el Estado, el dinero –el dinero viene de ahí-, el orden -yo que sé- de las ciudades, de las personas,…; a mí me parece que si ese otro orden, el orden de los astros, de las estrellas… porque para mí me cuesta creer   que no tienen un orden. Porque un compañero hablaba de la gravedad… Entonces, o sea, soy incapaz de imaginármelo siquiera sin ese orden. Sin esa creencia, no puedo saltar sobre ella. Sobre el dinero, a lo mejor; pero sobre ella, no.

-Sí, es una buena confesión, a pesar de que tú eres de los que me acompañan de hace tiempo en el tertulia política del Ateneo en la que esto una y otra vez se ha tratado, pero seguro que muchos de los presentes tendrían que reconocer algo muy parecido. El orden del universo, el cosmos que llamaban; había en el antiguo régimen para esa creencia una formulación más estricta: Dios lo creó todo ordenado así para nuestro bien, “nuestro” quiere decir “el del hombre”. Por esta gran mentira es por lo que aquí y en la tertulia nos dedicamos a combatir el Hombre, ese creer que Él es el centro, Él es el que ve, y las demás cosas son las que Él ve, y, si nos descuidamos, llegamos a esa vieja formulación: que están hechas todas para bien del Hombre. Si esto lo ligáis con lo que antes os dije a propósito de la Creación, de cómo es que lo primero son las leyes legales, las del trabajo, y que luego esas se amplifican a Dios para hacer que también trabaje una semana y descanse al séptimo día, supongo que empezaréis a acabar bastante en este engaño. La ordenación del Universo es algo que se nos aparece a nosotros como conveniente o casi conveniente o generalmente conveniente a nuestra propia ordenación social, es decir, al bien del Hombre, a que el Hombre pueda seguir haciendo lo que el Hombre hace, que es cargándose como con todos los derechos  el resto de las cosas y las criaturas, porque después de todo la Tierra y hasta los cielos están hechos para nuestro bien. Es verdad que respecto a ese envidiable orden surgen por donde quiera dudas,  han surgido siempre. Si nos desentendemos del criterio ese de que el Hombre es la medida y de todo eso se refiere al Hombre, a nosotros, entonces la ordenación de las cosas, de los árboles y las bestias, de los mares y de los astros empiezan a perder su condición de cosmos, de ordenación. Yo soy una parte de esta labor a la que os estoy invitando,  que es la de perder la fe, porque esa misma ordenación requiere fe. Entre otras cosas, esa fe en el Hombre, contra la que os invito a luchar. Pero seguid frente a eso…

-¿Se puede creer que uno es mortal?

-Uno se cree hasta la estupidez más gorda.

-Otra cosa que creemos es que la razón la tiene la mayoría.

-¿Hablas por ti?

-Eso es lo que se cree, que la razón la tiene la mayoría.

-Pues sí,  en la democracia con eso se juega: la suma de la estupidez individual da la suma de la tontería mayoritaria. En eso se apoya.

-El régimen que padecemos, la democracia, juega con la mayoría, porque una vez que ha conseguido lo que Isabel acaba de decir, que la suma de las idiocias individuales en las que no queremos creer alcanza a la mayoría de una población eso ya se puede hacer pasar por todos, y la ley que resulte viene de este truco: se ha establecido que la mayoría, o una cierta mayoría de individuos,  vale por todos. Fijaos si tenía sentido la pregunta de lo de si son sin fin, por ejemplo no ya las cosas si no las gentes de una población cualquiera, esa gente que hace falta para que aquí haya una asamblea en que no se sepa bien cuántos somos, lo de sin fin se trata de hacer casar con lo de todos, con lo de conjunto. Supongo que se nos va revelando que no casa, que no hay manera de sostener ese matrimonio. Pero para esto todavía, confesad por favor, más creencias que os queden, más formas de creencia, de qué creencia os costaría más a algunos de vosotros desprenderos en este momento.

-De las creencias que yo he experimentado, o sea de creer que este suelo es gris, que este bolso es naranja, de las cosas que yo he visto y he creído que son verdad, porque las he comprobado yo.

-No dices experiencias de laboratorio, dices experiencia en general.

-Sí.

-Esto se parece a lo que antes le decía de la percepción a este otro hombre. ¿Qué coños vas a comprobar por experiencia? La experiencia no es más que una acumulación de ideas recibidas y mantenidas que perturban y tratan de  dar nombre a las sensaciones inmediatas. No se pueden separar. No hay ninguna experiencia pura, no hay experiencia que valga, es una experiencia siempre mezclada con las ideas recibidas. Pero está bien, seguid adelante y que no sean siempre los mismos: Más creencias que os quedan de las que no podríais desprenderos… Vamos, venga, por favor, más declaraciones. Van saliendo algunas creencias.

-La creencia en la muerte.

-Eso lo he dicho yo.

-Pero no por eso se ha anulado la creencia.

-Por favor, que no sean siempre los mismos. Cualquiera tiene sus creencias y cualquiera puede tener el valor de declararlas aquí, en pequeña asamblea. Lo peor que le puede pasar es que pierda un poco de fe, pero no se va a morir ni nada de eso. Y respecto a lo que has dicho,  no entiendo muy bien si lo que has querido decir es lo que yo preguntaba: si la creencia en tu muerte te parece imprescindible, que no podrías vivir sin ella.  A ver si he entendido bien. ¿Querías decir eso? ¿Qué es una creencia que te parece imprescindible, que no podrías vivir sin ella?

-Ella dice que no puede prescindir de ella porque está ahí, es inevitable.

-La creencia en la existencia de la muerte sí me condiciona, o sea, como que la muerte es algo que sí he visto; no la mía, la de otras personas.

-Pero ¿te hace falta esa creencia?

-No, no me hace falta, sobra.

-Supongo que, efectivamente, estás sintiendo un odio de cargar con ella, pero no es tan fácil decir que se puede prescindir,  porque efectivamente esa es la creencia primera que el Orden, el dios actual que es el Dinero, necesita, que es la creencia en el futuro: lo que no hay, lo que no hay, pero que te ponen por delante. Y no hay otro futuro más que la muerte. Muchas veces a lo largo de la tertulia hemos tenido que volver sobre una especie de imaginación del surgimiento de esto, cuando alrededor del año y medio ha terminado la guerra entre la Lengua, la razón que el niño trae al mundo no se sabe de donde,  y la lengua, el idioma en el que le ha tocado caer, poco después del año y medio o de los dos años esto ha sucedido, entonces se le notifica: Te vas a morir. Te vas morir. Y esto, esta idea es la raíz de todas las ideas, empezando por la del futuro con la que estamos hablando.  De manera que, efectivamente, hablando de verdad:  ¿Qué coños nos hace falta a nosotros la muerte futura? Pero considerándonos personas de esta realidad,  tenemos que confesar que es que vivimos con esa fe, con ese futuro, porque si no, la mayor parte de las cosas que hacemos no tendrían ni sentido. Todo está hecho contando con ese tiempo contado, con ese futuro.  De manera que ahí tenéis un buen ejemplo de creencia,  y si alguno quiere  -se lo agradeceríamos- hablar un poco más de su creencia en su propia muerte futura, por favor, que lo haga, que lo haga ahora antes de que nos marchemos.

-No sé si te he entendido bien. En cuanto a esto de la muerte yo sé que me voy a morir, y ya está. Y no es sólo la creencia porque lo he visto en otras personas, o sea, sé que me voy a morir, tengo a personas muy cerca de la muerte,  he despedido a mucha gente o yo qué sé, y eso a mí pues me produce, y es mi creencia ahora, me produce vida. Es así, si no tuviera esa consciencia de que las cosas acaban, pues no tendría la necesidad de vida y de energía. Y bueno, hoy es hoy en ese sentido pero no sé el futuro dónde queda, pero hoy es hoy en ese sentido para el futuro quizá.

-No sé por qué has hacia el final mezclado las cosas con tu propio caso, porque seguramente no se trata de lo mismo. Te estaba preguntando, y en parte has respondido, por tu propia muerte. ¿De dónde sabes tú que te vas a morir? ¿De dónde? ¿De dónde? ¿De dónde? No lo has dicho. Tú has llegado a la posibilidad de que por analogía con los otros (…) y porque tú te crees que tú eres uno de ellos.

-Lo sé porque lo he visto, claro.

-¿Tu muerte?

-Mi muerte, no. He visto la de otros. Yo la mía no la he visto ni sé cuándo va a ser. No la sé. No me he dado ni cuenta. Pero, vamos,  es que no me siento Dios tampoco.  Es que ahí está.

-¿Que no te sientes bien si renuncias a esa creencia?

-Que no me siento Dios tampoco.

-El argumento te parecería más realista que el ejemplo de los otros muertos, de los que se han muerto alrededor, no vale tampoco, porque, aunque uno diga para esos efectos que uno es igual que ellos, es uno de ellos, y que si los otros se han muerto, uno también, por otra parte le han imbuido la creencia de que uno es único, singular, y que no es igual que ninguno, y entonces ese es el lío que le tienen preparado. De manera que tampoco tiene autoridad para sacar esa deducción. No,  el futuro no se sabe, el futuro no se sabe,  y no hay muerte, no hay más carga de muerte que la futura de uno. El futuro no se sabe, en el futuro te tienen que hacer creer. Y si esto no fuera así,  ni el dinero funcionaría ni nada, porque el dinero es todo futuro, es todo crédito. Y lo que el régimen hace con vosotros es cambiaros el ir viviendo, como se podía, por el futuro de uno, que es, después de todo, la muerte, de la que toda la idea de futuro ha nacido, y que nunca está aquí. Y eso la Ciencia al servicio del Poder te quiere hacer creer que puede saberse, que ese trozo  de tiempo que llaman futuro se puede saber igual que el otro trozo, el de atrás, y todo es una gran mentira. Os lo digo aquí, aunque tendremos que dejarlo para otro día el discutirlo. No se sabe, te tienen que hacer creer. No se sabe.

-No se sabe, vale, pero igual que decíamos que las manzanas están ahí, el dinero está ahí, es materia que está ahí. Entonces, sí. El dinero tiene una representación física, aunque tenga otras que no son físicas, pero tiene una física. De momento es papel, es moneda, está ahí. Es una materia, ¿no? ¿O es que la materia son sólo átomos y…?  

-(…) a los billetes de banco, esos que llovían sobre la gente del Bobomundo, parece muy excesivo. ¿Qué te dirían del Gran Dinero, ese gran dinero de digamos las diecisiete cifras en adelante, que es el dinero de verdad? ¿Dónde está la batería? Ahí tenemos en esos ejemplos el caso en que la cosa ha sido reemplazada enteramente por los números,  que ya no cuentan nada. Ya ahí en esos capitales no se cuenta cosa ninguna, se cuentan los números mismos y las cosas se han convertido en dinero. Luego la calderilla esta que nos dan cada mes o cada semana para ir tirando   la cosa no aparece tan clara y te puede llegar a hacer creer que eso es materia y que son cosas reales, es una tontería, vamos, una creencia en la que no puedes ni pararte siquiera. Más creencias, por favor.

-Precisamente cuando antes he dicho que el Dios verdadero es el dinero, es porque tiene el rasgo esencial de Dios que es la invisibilidad; la ubicuidad, está en todas partes, pero al mismo tiempo es invisible. Y ese dinero de los muchos ceros que decía Agustín, el que está en las pantallas de las finanzas, no tiene materialidad alguna, es el ideal mismo. Se crece por la única materia que tiene o energía, diríamos, es el movimiento. Se crece moviéndose, y ese es su verdadero… El dinero que tenemos nosotros por aquí abajo es un disimulo, los dinerillos de bolsillo que nos dan para entretenernos, para pensar que tenga alguna carnalidad eso del dinero, pero el dinero cada día es más divino. Pero respecto a esto, la cuestión de la fe,  es importante distinguir que antiguamente había una fe que decía en el catecismo que fe es creer en lo que no se ve. No sé si os recordáis los que sois mayorcitos como yo… . ,

-En lo que no vimos.

-En el (catecismo) de Ripalda se decía en lo que no se ve, en el tuyo, que era el Astete, se decía “creer en lo que no vimos”. Pero hoy día confluyen absolutamente en un matrimonio perfecto la fe esa, que consiste en creer en lo que no vimos, y la fe audiovisual, porque hoy día la mirada es un acto de fe. Ya nosotros creemos que todo lo que vemos desde que impera el imperio del régimen audiovisual, que es el que nos domina, la creencia nos llega fundamentalmente a base de los ojos. Un niño cuando abre los ojos al mundo ya se le está estimulando con creencias que vienen por el televisor, que vienen por estímulos constantes,  y eso es un artículo de fe y eso se queda incrustado. Recuerdo aquel poema, que no sé sí te acuerdas tú Agustín,  en que ya Antonio Machado pregunta: ¿Es un acto de fe toda mirada?

-En todo caso, el ejemplo más inmediato es el del informativo de la televisión. ¿Vosotros os creéis que se está enseñando la realidad de lo que pasa? En cuanto aparece en la televisión, aquello ya es mera historia, aunque pretenda ser muy contemporánea, pero da igual, es como si fuera el Imperio Romano. Justamente de lo que tratan de  aseguraros es de que no pasa nada porque ya todo ha pasado. En el Bobomundo (canturrea)… “Y menos mal que sólo sucede lo que ha sucedido,  / y menos mal que el porvenir nunca llega,  / que si llegara ni quiero pensar. / Nunca pasa ná.” Esa es una de las formas que más claramente veis cómo lo que se pretende vendernos como percepción, como experiencia o como un saber inmediato de cada uno, está ya siempre pasado por una ideación, que es la que el Poder necesita; la realidad que os pone la televisión es la realidad que el Poder quiere y necesita que creáis cada día, porque sin esa fe vuestra, ni el Capital ni el Estado se sostienen. La necesita.  Luego los Medios de Formación de Masas de Individuos están para eso, están para que creáis. Por  eso tienen que hacerlo cada día, constantemente, por si acaso se os cuela entre tanto, entre una emisión y otra, se os cuela alguna duda, alguna sospecha de que era mentira, de que no podía ser, que hay que volveros a repetir a cada informativo otra vez la noticia de que la realidad sigue siendo la realidad (…)

-Yo creo que creo que necesitamos creer, aunque ahora mismo estoy muy borracha de conceptos, pero tengo la sensación de que necesitamos, necesito, bueno, no voy a hablar en plural –perdonad, pero estoy en estado…-  que creo, mi creencia es que creo que necesito creer. Ahora mismo hay, no sé, bueno, eso. Eso es una creencia, creo que necesito creer, y me molesta muchísimo, me jode, con perdón.

-Es una buena conclusión. Fijaos bien que esto nos lleva a plantear la cuestión sobre la que   -si seguimos vivos,  otro jueves volveremos-, como ella dice,  necesito –es una confesión de verdad-,  necesito creer. Uno necesita creer, pero entonces hay que preguntarle:  y ¿quién eres tú que lo necesitas?, ¿quién lo necesita? Y entonces por ahí se empieza (…) a descubrir la mentira del uno que es uno, que uno no es uno, que uno está hecho de contradicciones. Hay algo en ti, hay algo en mí que necesita creer, por ejemplo, en el futuro. Os he dicho “si estamos vivos el jueves que viene”. Estoy contando que el jueves y con que puede haber otro jueves y aunque lo someta a la (…) hay algo en vosotros que necesita creer, pero eso no es, eso no es todo lo que uno es. Hay algo, además de eso, en uno, al que le pasa lo que ella ha dicho:  me jode tener esa creencia. Ese desde luego es otro. Ese es otro. Una cosa es el que necesita, otra cosa es el que, por tanto, cree que necesita, y otra cosa es aquél que se rebela: me jode necesitar eso.

-Yo creo que hay una creencia muy arraigada,  contra la cual no hay ningún argumento,  que es la de nuestra propia existencia. Y esa no creo que tenga que ver con el Poder.

-No te has enterado de lo que acabo de decir. He dicho, he estado mostrando la mentira de eso de creer que uno es uno, he dicho respecto a su intervención: “Hay uno que necesita creer, no es todo lo que uno es; (…)  hay otro que cree que necesita creer; hay otro al que le jode mucho creer semejante cosa”. Y todos son yo y ninguno. Es yo. De manera que ¡al carajo la existencia humana, la de cada hombre y la del Hombre en general!  El verbo existir se inventó para Dios,  y cuando se aplica al hombre sigue siendo igual de mentiroso. No hay tal (…). Uno se desmenuza en cuanto pierde esas amarras de la fe contra las que estamos tratando de hablar.  Y creo que salvo alguna intervención de urgencia…

-Buenas noches. Mi respeto  a Agustín porque es el que emplea toda la fuerza dialéctica,  y los demás venimos más o menos a tirarle de la lengua o a aprender. Yo quiero decir una cosa al tema último que estoy escuchando. Yo que pasé ese sarampión de la creencia, lo pasé hace ya años, pero quiero preguntarte una cosa con todo el cariño y es: ¿En qué se funda la Religión, sobre todo la nuestra, o la que dicen que es nuestra, la católica? Sobre bases falsas para mí, -estoy hablando personalmente,  ¿qué crees que es lo que hay porque lo que yo entiendo que hay es un egoísmo?  -porque yo sí creo en que hemos nacido, vivimos y morimos- entonces  ¿en qué se basa? Creo que en el egoísmo, y eso la Religión ha sabido hacerlo mejor que nadie, tocarnos el egoísmo. ¿Me has entendido la pregunta? Gracias.

-Desde luego has hecho mal en poner a todos los presentes como si les pasara lo mismo que a ti, ¿eh? (…)  Probablemente tú vienes aquí a tirarme de la lengua, probablemente tú crees que yo pongo toda la fuerza dialéctica, pero por fortuna creo que hay muchos por aquí que no creen semejante cosa, y creo que vienen aquí precisamente a tirarte a ti de la lengua, de manera que no te pongas como ejemplo. En cuanto a tu descubrimiento del egoísmo, pues no es nada: si estamos deshaciendo ese ovillo, estábamos haciéndolo ahora mismo, qué coños de sentido le queda al egoísmo. ¿Quién es el egoísmo de quién? ¿Será el egoísmo de Dios, el egoísmo de Dios,  que es el dinero?  ¿Llamas a eso egoísmo? ¿Llamas egoísmo a la parte del alma de uno que tiene que vivir del dinero y del trabajo? ¿A qué coños llamas egoísmo?  El egoísmo no es nada, es un invento como todas las demás creencias.  Se trata de acabar con ellas,  y no hace falta que sea la vieja creencia católica,  hay que atacar sobre todo a la actual, a la que está fundada en el futuro,  que es dinero, que es muerte. Bueno me han dicho por ahí que se están acabando las pilas, de manera que nada,  no hay promesa ni compromiso pero si nos dejan vivos el jueves que viene seguiremos intentando hacer un poco aquí de asamblea libre,  de manera que hasta entonces.

-Antes de esto contar una reflexión que tuve sobre una declaración que hicimos en una asamblea hace cuarenta años, o cuarenta y tanto años, de un grupo de gente que participábamos en ella. Decíamos que para luchar contra el Estado había que hacer peticiones o planteamientos justos y necesarios, pero que no pudiera el Estado conceder, de tal manera que sería una forma en que,  explicando a la gente la justicia y la necesidad de estos planteamientos,  se podría ir adhiriendo a los mismos, con lo que plantearíamos un problema al propio Estado. Pero luego descubrí que había una cuestión,  que yo decía ¿qué cosas pueden ser planteadas que sean justas, necesarias pero no concedibles?,  pero descubrí que había un planteamiento todavía más rizado al rizo: justas, necesarias e incluso imprescindibles que desde luego de ninguna manera pudieran conceder. Bueno, pues di con la fórmula. La fórmula es una que va contra el Dios que hemos hablado ahora del Dinero. Es decir: igual que hay un mínimo de emolumentos por el trabajo, un trabajo mínimo con un sueldo mínimo del trabajo, igual que hay una jubilación máxima, debería haber también un beneficio máximo en la sociedad. Esto es inconcebible, absolutamente inconcebible,  porque esto sería ir contra el principio de que   uno puede siempre ganar más dinero que Ronaldo o que le señor Rato. Siempre podríamos ganar más.  Contra eso,  no se puede conceder. En ese punto ni las Cortes ni la constitución ni nadie podría conceder, ni el Papa incluso, nadie,  absolutamente nadie, el beneficio máximo. Si nosotros planteamos que en la sociedad nadie pueda cobrar más del sueldo máximo del Jefe del Gobierno, que ya es un sueldazo, y ponemos ese rasero a todos…

-Un tope.

-No, no, ni siquiera doble, el mínimo, no vamos a humillar al pobre Jefe del Gobierno. Vamos a quedarnos en el mismo sueldo.   Esto es una exposición reformista, ¿eh?, esto que parece tan revolucionario, es una exposición reformista, nada de eso. Pero tampoco pueden concederla porque ni la reforma es posible ni tampoco es posible la revolución, porque la revolución es un camino equivocado porque siempre creemos tener los mapas correctos que nos van a llevar al sitio correcto,

pero al final se pone un partido con un ejecutivo con un no sé qué que nos la escamotea. Entonces esto es así. Pero en fin, dejo esta idea porque la dejo y quiero que Agustín nos cierre el tema…