25.08.2011
25 de Agosto de 2011
AGC en Sol
Reportaje sobre el movimiento 15-M. CNT-AIT.
Disponible en: www.cnt.es
...AGUSTÍN GARCÍA CALVO EN LA ACAMPADA DE SOL..
TRANSCRIPCIÓN:
Vamos entonces empezando a intentar que se junte lo bastante para que podamos decir “asamblea”. Consiste, como recordáis de otros jueves, en que empiece a no saberse cuántos somos, que no se nos pueda contar, porque justamente eso de contarnos, de a ver cuántos, la reducción a número es lo que el Estado y el Poder necesitan más que nada; sin eso no pueden funcionar. Por tanto cualquier tipo de rebelión, cualquier tipo de asamblea libre tiene que procurar que lo que se diga, lo que salga de pueblo a través de las voces de las personas sea así, con un cierto número, que procure por lo menos eso: que no se sepa cuántos somos ni se nos pueda contar.
Esto arrastra consigo también otra necesidad fundamental del Poder, del Estado y especialmente del democrático, que necesita que cada uno sepa quién es, que cada uno crea en sí mismo, tenga al mismo tiempo que fe en Dios, por ejemplo, o en el Estado o en el Dinero, que es nuestra forma de Dios, al mismo tiempo tenga también fe en sí mismo. Esa es la necesidad del uno que la democracia trae consigo y que por tanto depende del cómputo de que a los conjuntos se les pueda contar como conjuntos, se les pueda contar. No tengo que insistir en esto de que para que aquí se pueda estar haciendo algo, diciendo algo que es hacer algo y que no sea decir lo que ya está dicho como solemos ver de ordinario tengamos que ser unos cuantos más, que empecemos a no saber quiénes somos ni cuánto somos.
Aquí, jueves tras jueves a lo largo de todo el verano, hemos venido tratado de mantener lo que nos parecía que era el hilo, el sentido de este movimiento del 15M o como se le llame, que surgió allí ahora hace más de tres meses ya. Hemos venido tratando de mantener el hilo. Se trataba de este único sentido: decir ¡No!, decir ¡No! al Poder en cualquiera de sus formas, que es después de todo lo solo que dice, lo solo que sabe hacer y decir lo que nos queda de pueblo, de gente que no son personas, no sabe decir más que ¡No! al Poder. Y cuando a ese ¡No! se le empieza a convertir, a dejarlo que se convierta en algo positivo, entonces el sentido de este ¡No!, el sentido por tanto de esta rebelión empieza ya a perderse, que es, por desgracia, lo que mayormente ha venido sucediendo durante estos meses.
Creo por tanto que con esa discusión con vosotros, con los que vais estando, antes que nada, esta equivocación de política del pueblo que consiste en pretender que la rebelión sea realista, positiva, que tenga un futuro, todo esto no puede ser más que una perdición para cualquier rebelión eficaz, porque el Futuro es de ellos, el Futuro es del Dinero que no puede subsistir ni progresar más que como futuro, como crédito, como fe en el Tiempo. Y las afirmaciones, las promesas, las maneras de figurar que todos los días os meten a través de la televisión y demás medios es también cosa de ellos y nunca los rebeldes podrían dejarse caer en imitar los medios, el lenguaje del Poder.
Cuando una rebelión, por afán de hacer algo positivo, una acción, ser dinámico, -y esto se pone a discusión en alguna de las asambleas y por lo pronto empieza a aburrirse la asamblea porque cualquier cosa que trate de futuro es ya el aburrimiento mismo (esto el Poder lo sabe bien)- y en cuanto en una asamblea se empiezan a tratar cuestiones como esas de qué vamos a hacer, cuál es la manifestación, cuál es la cosa que vamos a realizar para mañana, en ese mismo momento están imitando ya a cualquier reunión de los de arriba, a cualquier parlamento, a cualquier congreso, que justamente por estar dedicadas a eso, a tomar decisiones para el Futuro, no pueden menos de producir de presente un aburrimiento en el personal, un sentimiento del tiempo vacío. Eso es lo que aquí tratamos de evitar.
Una rebelión que se prepara y que se realiza dentro de la Realidad, contando con la Realidad, es decir, contando con que “si hay un Estado por algo será”, “si hay España por algo será”, contando con el Estado como algo natural, contando con el Futuro como algo inevitable, sin recordar cómo la táctica del Poder ha venido siendo justamente la de sustituir las posibilidades sin fin de la vida por un Futuro, por tener Futuro, por hacer Futuro, si en ese sentido, digo, pretenden que la rebelión sea realista, se está engañando de la manera más directa, produciendo de repente lo mismo que cualquier congreso o parlamento del Poder: aburrimiento, y consiguiendo lo que a lo largo del verano habéis visto que se puede conseguir: alguna manifestación más o menos vistosa, más o menos numerosa, más o menos tumultuosa, que llega a ganar la atención de los medios, hasta de la televisión, pero que, como todas esas cosas, pasa, y al día siguiente de la gran manifestación, el gran escándalo multitudinario, no ha hecho nada, no ha hecho más justamente que entretener un rato a los televidentes, y en ese sentido es cómo lo que había de rebelión, lo que había de ¡No! en aquello, se ha perdido, justamente por realismo, por querer hacer algo eficaz en el sentido que el Capital y el Estado lo entienden.
(Interrupción debida al reparto de un panfleto entre los asistentes).
Bueno, me temo que, sin pensar mal, también la hoja esa se referirá a algún tipo de actividad como la que estoy criticando, es decir discusiones de cosas que se pueden hacer, dinámicas y efectivas, para mañana o la semana que viene. Esto es contra lo que estoy hablando, por si alguno no os habéis enterado, y ahora tenéis que responder a ello y tratar de defender esto de la eficacia.
Repito: cualquier rebelión que se produce teniendo en cuenta la Realidad establecida, teniendo en cuenta el Estado en general y el Estado en particular en que nos encontramos, teniendo en cuenta el Dinero como una necesidad sin la cual no se puede ni pensar en vivir, teniendo en cuenta el Futuro, el éxito, el llegar a unos fines, que son los cuentos del Poder, teniendo en cuenta todo eso, esa rebelión queda dentro de la Realidad justamente, es decir, no ha hecho nada en contra de la Realidad misma, que es lo que con el ¡No! del pueblo, con esta rebelión inesperada de la gente, se trataba de hacer: decir ese ¡No!. Queda dentro de la Realidad, queda contribuyendo, de una manera más o menos aparentemente rebelde, más o menos vistosa, más o menos escandalosa, pero contribuyendo al cambio del Poder para seguir igual, que es la única manera que el Poder tiene para continuar, cambiando cada día a cada momento para seguir lo mismo.
Contra esto, contra esta perversión del ¡No!, contra esta perversión de lo que el ¡No! puede HACER, porque decir ¡No!, decir de verdad ¡No! es ya HACER, contra esa perversión del ¡No!, contra esa rebelión realista, más o menos sometida a conseguir éxitos para los medios, a llamar la atención a lo mejor hasta de los ministros y los demás representantes del Poder, hasta llegar a acuerdos y parlamentos, es contra esa perversión contra la que estamos hablando desde el principio.
Por eso se ha dicho más de una vez, animando a esta gente rebelde, a que no tengan miedo al hundimiento de la democracia, por ejemplo. La democracia es simplemente la forma del Poder que nos ha tocado, es hasta ahora la más perfecta, la peor de todas las formas de Poder que se han inventado, y por tanto de ninguna manera una rebelión como esta podría pretender ser en algún sentido democrática. El nombre y el hecho, por lo tanto, está tomado por el Poder. Democracia es la de ellos. Y todos vosotros junto conmigo sabéis lo que da de sí esa democracia, esa forma de Poder, igual que todas las demás y las más antiguas.
Ahora, para pasar a la discusión con vosotros, tengo tal vez que advertir junto a esto una cosa que se me ocurre. Desde luego esto no puede tener futuro. Eso ya debería quedar bastante bien claro. Esto no puede tener futuro. El futuro es cosa del Capital y del Estado, del Poder en general, de Dios mismo en el antiguo régimen, que no podía vivir sin justamente la amenaza y la promesa de un futuro para todo el mundo. Esto no puede tener futuro por lo tanto. Y además, creo que alguna vez ya lo hemos dicho aquí, la condición para que pueda hacer de veras algo es justamente que no tenga futuro. En cuanto tenga futuro se puede decir que lo que se va a hacer ya está hecho, y por tanto que se han quitado las posibilidades de que se pueda hacer de veras algo nuevo, algo que no sea el cambio para la repetición de lo mismo.
Frente a esto mismo, hay que añadir que, aunque esto no pueda tener futuro, desde luego es inevitable que frente a este ¡No!, después de este ¡No! surja la pregunta de “y entonces ¿qué?, ¿qué es lo que nos va a quedar?” o, peor todavía: “¿qué es lo que viene si esto se hunde, si esto desaparece?” Tenemos que ser en este punto no realistas pero contar con que es prácticamente inevitable venir a dar en esa cuestión.
Bueno, pues, desde luego, lo que puede quedar si se hunde esto, lo que puede quedar si se hunden todas las formas de poder vigentes, Estado, Capital y demás, eso propiamente no se puede saber ni imaginar. Si uno se pone a imaginarlo, a formar, como solía decirse antaño, utopías, no está de ninguna manera contribuyendo a la eficacia del ¡No!, sino al revés. Pero sin embargo, y a esto os convido aquí esta noche, eso no excluye un cierto ejercicio de imaginación en alguna manera, que venga acompañando al simple ¡No!, a la simple negación del Poder tal como establecido.
Cuando se hunda, cuando se hunde el Estado en cualquiera de sus formas “¿qué hay?; cuando se hunda el Capital, el Dinero, en cualquiera de su manifestaciones ¿qué hay?, ¿Qué nos queda?” Esta pregunta puede dar lugar a esto que sólo aparentemente es un juego imaginativo. Conviene acostumbrarse, para convencerse uno mismo de que el Estado no es necesario, no es ninguna necesidad, a imaginar formas de convivencia sin Estado: ¿qué es lo que puede pasar entonces sin Estado? ¿Era tan necesario el Estado? Mirad que si se sigue tomando la constitución estatal, el Estado, como algo necesario, está claro que ya el ¡No! pierde su sentido. Es por tanto tal vez útil tratar de imaginar formas de convivencia de la gente sin Estado, sin nada que se le parezca.
Si se os dice, como hay que decir, ¡No al dinero!, si se hunde el Capital, con toda la organización que no sólo se produce en lo alto sino que llena nuestras vidas, entonces ¿qué? También aquí es por tanto tal vez útil un juego ya de imaginación, de imaginar cómo se puede no sólo vivir sino convivir sin dinero, sin dinero, en el sentido que muchas veces se ha empezado a intentar por algunos rincones. De modo que en se sentido es en el que os propongo la cuestión y vamos por tanto a entrar en ello.
¿Qué quiere decir “sin Estado”? El Estado es una noción relativamente moderna o progresada, pero desde luego una cosa sabéis: un Estado, para estar bien constituido tiene que extenderse sobre un territorio relativamente vasto, al que se unifica, al que se le determina con fronteras más o menos precisas, fronteras que están dispuestas a defenderse con el sacrificio de todas las juventudes que haga falta si llega el caso, por ejemplo. Tiene que contar por tanto al mismo tiempo que con ese territorio con una buena cantidad de hombres y mujeres, unos pocos millones, por lo menos, que estén bien contados, eso sí. Por ejemplo ¿qué sería del Estado español si no se supiera cuántos españoles hay, si los españoles no estuvieran contados? La predicción es, desde luego, absurda por parte de ellos, pero es la pretensión que hay. Ellos pretenden que efectivamente todos esos millones que sois, que somos, se nos puede contar como un número, exacto. Esta es una pretensión también que el Estado requiere.
Entonces, si queremos negar el Estado, la necesidad del Estado, y pensar un poco en convivencia que no cuente con el Estado, debemos desde luego reducir el ámbito a poco, a muy poco, reducir el ámbito un poco en el sentido que en tiempos se decía en la Comuna Antinacionalista Zamorana: tanto como lo que puede recorrer a pie un hombre en un día, no más grande que eso, tanto como lo que puede recorrer un hombre en un día, es decir, no más de unos cien kilómetros en un sentido y en el otro, o sea, algo como lo que solían medir en el antiguo régimen los partidos judiciales de España, por ejemplo, que tenían ese tamaño lo más.
Ya sabéis que en el establecimiento de los Estados actuales han quedado incluidos algunas cosas pequeñitas pero, naturalmente, sólo es como rinconcitos y adornos para el establecimiento de los grandes Estados propiamente dichos, de manera que Liechtenstein, o Mónaco o San Marino serían incluso más pequeños de lo que he dicho, pero naturalmente no cuentan por la parte de la constitución estatal de una manera o de otra. Andorra o Luxemburgo, sobre todo, empiezan a ser demasiado grandes, ya comprendéis. Puede que pudieran arreglarse, pero empiezan a ser un poco más grandes de lo que he dicho.
No os toméis a broma toda esta limitación en la extensión porque es importante, porque el Estado sólo puede establecerse si consigue, en contra de la de la gran extensión, una unificación y unas fronteras firmes. Cuando la cosa es lo bastante pequeña, lo bastante insignificante, en el sentido que digo, entonces efectivamente ni la centralización, ni la unificación ni las fronteras bien definidas tienen ninguna precisión ni ninguna necesidad.
Así tendría que ser, y en cuanto a gente, pues lo mismo. ¿Cuánta gente podría ser la que conviviera en estas agrupaciones no estatales más o menos ocasionales? Claro, las que quepan, pocas, muy pocas, la que cabe en una extensión así. Es decir, los bastantes para que cualesquiera se conozcan más o menos, como sucedía en las llamadas comarcas de la antigua organización de los territorios ¿no? Es decir, la gente más o menos se conocía y estaba desde luego abierta a cualesquiera forasteros, pero, bueno, aunque no hubiera una frontera firme, había una diferencia entre lugareños y forasteros.
Os estoy sugiriendo medio-imaginaciones, pseudos-imaginaciones. Recordad que todo esto está dirigido a convencernos de que el Estado NO HACE FALTA para convivir, para llevar las cosas así.
La principal objeción para estas formas de convivencia sumamente reducidas es, naturalmente, una que hay que corregir: Con ello se perdería las comunicaciones a larga distancia. Cuando intentéis imaginar una convivencia sin Estado, lo primero que os saldrá será justamente esto: se os quiere hacer depender las ventajas de la comunicación a larga distancia de la constitución estatal, de que haya Estado. Es mentira. Es perfectamente imaginable que uno mantenga los medios de comunicación a largo alcance sin necesidad de que haya Estados ningunos. Basta con que el ferrocarril, por poner un ejemplo de cosa útil que habría que mantener, se mantenga en sus vías y en todo lo demás por la contribución de los trozos por lo que el ferrocarril pasa, cosa que no es ni mucho menos difícil de organizar, y es mucho menos difícil que cualquiera de las organizaciones que actualmente padecéis por parte de los Estados constituidos.
De manera que los territorios pueden ser muy indefinidos, muy reducidos, muy pequeños, pero eso no implica para nada que queden arrinconados cada territorio, que queden aislados, como se dice, al contrario, es muy fácil: en primer lugar el ferrocarril, con más cautela se podría decir incluso la posibilidad de un poco de aviación quedara disponible, una vez conseguido eso. Pero os lo digo sobre todo por lo siguiente que es de orden más general.
Estamos contra el Progreso, contra el Futuro, porque hemos sufrido, estamos sufriendo lo que quiere decir Progreso. Si queréis sentirlo un poco más de cerca, nada más tenéis que leer, recordar, imaginaros lo que era el progreso en tiempos de mis abuelos o de mis bisabuelos, el Progreso que trajo todos los fabulosos adelantos desde la vía férrea, el ferrocarril que los romanos no habían sido capaces de inventar, hasta la bombilla de Edison, por poneros un par de ejemplos de cosas útiles. Comparad con eso todo lo que ha venido detrás: todo este siglo y pico que nos hemos cargado y en que Estado y Capital han seguido progresando. Nada comparable con las posibles utilidades de los chismes de los abuelos o bisabuelos. Han consistido en cosas que nadie ha pedido, progresos inútiles que simplemente se justifican porque el Capital tiene necesidad de moverse y tiene por tanto que inventar más productos y más ventas de cosas inútiles para seguirse manteniendo.
La advertencia por tanto que os hacía de si renunciáis al Estado, si estáis ya sintiendo cómo se puede convivir sin el Estado, hay que tener todo esto en cuenta: se trata de aprovechar todo lo bueno que pueda haber habido en el Progreso. Os he sugerido un par de ejemplos. Pero quedaos, para que nadie pueda echar en seguida, cuando maldigáis y echéis abajo el Estado y las ideas de Estado y las consiguientes, referente a los medios del Estado (…) “entonces ¿vamos a volver a la Edad Media o, peor todavía, a los tiempos de las cavernas?,” todas las imbecilidades que para mayores y para niños el Poder os inventa respecto al pasado.
Es importante salir al frente de eso diciendo que lo que tiene sentido del Progreso, la invención de los inventos, de chismes, para el bien común, se trata de aprovechar todo lo que se pueda, lo que se demuestra como bueno. Claro que eso es un poco difícil, porque ¿quién es quién reconoce como ”bueno”, quién es quien, como yo en este momento está hablando del invento del ferrocarril de esa manera, en el sentido de la vía férrea -ha sido mucho mejor que las grandes calzadas romanas- o el sentido de que el ferrocarril nos hace a todos libres y señores -quitando al maquinista y algo más que, por turnos, pueden pasar por ese sacrificio-, nos hace a todos en general libres y señores. ¿Quién puede hablar así bien del ferrocarril y en cambio reconocer que el automóvil personal es una maldición sin redención ninguna, sin escrúpulos y sin justificación de ninguna manera como referida al bien personal? ¿Quién puede reconocer que, bueno, a lo mejor todavía el teléfono, el poderse hablar de lejos de vez en cuando, era un invento bueno? (…)
La televisión, la red, los móviles no se han inventado para nada bueno, se han inventado todos ellos porque el Capital igualmente necesitaba seguirse ocupando, y seguir ocupando a sus funcionarios de esta manera y, naturalmente también a los funcionarios de la venta y propaganda de los artículos correspondientes. Repito: ¿quién es quien puede decir, como yo, de una manera aparentemente presuntuosa como os estoy diciendo, qué es lo que hay de bueno en los inventos y en los chismes del progreso, y que por tanto una vez hundido el Estado, una vez hundido el Capital, habría que, se podría siempre seguir manteniendo, aprovechando?
Bueno pues ya sabéis, desde luego no puede ser ningún juez, no puede ser ningún crítico ilustrado, no puedo ser yo tampoco, por mucha confianza que me pudierais dar. Eso lo dice lo que nos queda de pueblo. Las personas no lo van a decir. Las personas van a decir lo que dicen en su inmensa mayoría sobre la cual se sostienen el Estado y el Capital. Van a decir que: “¡Venga, que sí, que me den, que me den más chismes, que yo compro más, que tengo no sólo gusto, sino hasta interés en comprar y comprar cada vez más, lo que me echen, sea lo que sea!” Esta es la situación en la que vivimos. No creáis que os estoy hablando ahora de ningún pueblo salvaje ni nada. Esta es la situación. De manera que a las personas no se les puede preguntar.
Las personas son súbditos del Estado, son compradores del supermercado, son clientes de la Banca. Están hechos así. De manera que sólo gracias a que no somos del todo ni todos así, gracias a que lo mismo que decimos de esos sustitutos del Estado que no tienen fronteras ni cifras, también cada uno de nosotros nunca está del todo cerrado, nunca está hecho del todo. Y en lo que cada uno de nosotros no es personita hecha y derecha, en lo que cada uno de nosotros NO ES el que dice su documento de identidad, en ese está viviendo algo de pueblo, en ese sigue viviendo siempre algo de pueblo, algo que de verdad siente, sin necesidad de saber de futuro ninguno, de muerte ninguna. Y naturalmente se trata simplemente eso de todas las maneras de preguntarle a esto: ¿qué es lo que hay de bueno en los inventos del progreso?, ¿con qué debemos intentar quedarnos sin que nos vaya a resultar mucho más caro que el progreso?
No os parezca ninguna ilusión vana. Esto se puede preguntar siempre. En cada uno de nosotros hay algo que dice cosas tal vez como las que acabo de decir: que el invento de la vía férrea es una cosa buena, que la televisión no sirve para nada, más que para que se siga vendiendo y cambiando de marcas y así. Hay algo en cada uno de vosotros que por debajo de su opinión personal, en la cual es un esclavo del Poder simplemente, por debajo, sigue diciendo que esto es lo que puede haber de bueno, y de lo que no hay, lo que no tiene más justificación que la necesidad del Capital de seguir produciendo cosas inútiles, cosas que a la gente no le hacen falta, pero seguirlas produciendo y vendiendo porque si no, a lo largo de todo este siglo o más desde el progreso de los abuelos, no se habría podido mantener un momento todo este Poder, toda esta mentira del Estado y del Capital.
Eso solamente es una (…) del Capital, del Estado, pero a la gente NO NOS HACE FALTA. No nos hace falta ni el automóvil personal ni la televisión, por ejemplo, ni cualesquiera de las cosas que digo, inventadas no para ningún servicio público, no para ningún bien, sino para mover Capital, para seguir moviendo Capital.
Eso tiene sentido, puede ser una consulta a lo que nos queda de pueblo, que se haga tal vez no entre muchos ni a través de los grandes medios, pero sí tal vez en esta especie de población reducida a la que os he estado presentando como un posible sustituto del Estado, una vez que el Estado se hunda.
Lo mismo que el Estado el Dinero. Tenemos que hacer también este juego semi-imaginativo de decir: ¿Y cuándo se hunda el Dinero? Si no hay Dinero ¿qué? Pues, por la misma vía, tenemos que acostumbrarnos a reconocer que el Dinero NO HACE FALTA, que para convivir la gente y llevarse más o menos bien y eso, convivir, como suele decirse, el Dinero no hace ninguna falta. En esto ya os he dicho que ha habido siempre entre gente más o menos anarcos o así intentos de, en poblados, en pequeños pueblos, intentar ver cómo funciona una economía sin dinero. De esto todos tenéis alguna noticia. Naturalmente esto se hacía en medio del Estado, cercado por el Estado, incluso a veces en medio de una guerra civil, pero desde luego tiene sentido siempre seguirlo haciendo.
Para tratar la gente entre sí, para convivir, para no maltratarse unos a otros de la manera que el dinero nos hace maltratarnos unos a otros en la familia o fuera de la familia, para eso siempre cabe el experimento y contra esta media-imaginación que os digo se puede tratar de positivizar y hablar del trueque, como alguna vez se ha hecho también estos últimos años, el trueque; no hace falta positivizar pero lo más importante de todo es reconocer la inutilidad del dinero, la inutilidad para cualquier cosa buena, la inutilidad para producir cosas útiles de alimento o de vestido, la inutilidad para adquirirlo y cambiarlo entre nosotros, en fin para todo eso de convivir, para el trato, NO HACE NINGUNA FALTA EL DINERO.
Este es el sentido de estos intentos de semi-imaginación que os proponía para poder acostumbrarnos a decir: ¡No al Estado! ¡No al Dinero! Ahora os diré, os pido que en lo que os queda de persona defendáis al Dinero, al Estado, si es que os sale, y por tanto tratéis de refutar lo que os he venido diciendo.
Antes de daros la palabra quería como voy a hacer enseguida, yo querría hacer resumiros el Progreso en esto: Estamos contra el Progreso porque el Progreso es lo que ellos llaman Progreso, y eso ni lo queremos ni nos hace falta. Estamos contra el Progreso. No podemos renunciar así como de un barrido a las pocas cosas buenas que el Progreso haya venido sin embargo arrastrando consigo y que nos han quedado, no podemos renunciar así, pero lo urgente es esto solo: que no progresen más. Esto es lo importante. Respecto a lo otro, la labor puede ser larga y muy detenida, pero esto por lo menos. En vista de cómo ha ido el Progreso desde los bisabuelos hasta hoy, ya sabemos por dónde va a ir y de ello da muestras todos los días. De manera que esto como elemental en cualquier rebelión. Que los amigos del 15 de Mayo lo sepan bien, esto es lo elemental. Podremos aprovechar cualquier cosa de lo poco bueno que haya, pero que no progresen más, que no sigan progresando, que no progresen más, ni un chisme más, ni una inutilidad más que nos vendan y que nos impongan. Bueno pues con esto me paro y os voy pasando la voz con respecto a las formas de habérselas con el hundimiento del Estado, del Capital, del Futuro, de manera que por favor, aprovechad el rato que nos queda.
-Bueno que efectivamente no necesitamos, yo siento que no necesitamos todas las basuras que se nos venden, porque por ejemplo yo vivo cerca de la RENFE y lo han mejorado tanto, tanto que hasta han puesto altavoces mirando a donde no hay nadie, de modo que algo que es un placer y un efectivamente es cómodo y útil y ves paisaje, cada vez menos porque vomita ya Madrid por las montañas, cosa que he dejado de ir un mes y digo pero qué crisis ni que host… qué es esto, y me da mucha angustia… cientos de cosas que me amargan la existencia, y, efectivamente, estamos hartos de eso. Y con respecto a todas estas cosas que se han sugerido tan interesantes de efectivamente cómo convivir, yo me suelo imaginar, porque tengo poca imaginación y a lo mejor me la han metido, pues un sitio que da vueltas con el jardín en medio y no solamente lechugas y cebollas y garbanzos, también flores, y luego… Pero ya quizás es hacerlo demasiado preciso, la cerca, no sé, yo me imagino cosas así efectivamente frente a este horror de lo que nos quieren hacer vivir, y por eso me gustan tanto estas asambleas, por estar sentados y porque tenía que haber sombra, contra sol sombra, y árboles y todas esas cosas.
-Bueno, gracias. Sin embargo, recordad que como personas, en la mayoría de vuestras almas, hay siempre algo que defiende la necesidad del dinero –“sin dinero no se puede vivir”-, que defiende la necesidad de los Estados tal como están impuestos, que defiende la necesidad del Futuro. Os pido que hagáis un poco confesión de eso, que tratéis de defender en contra de lo que se ha estado diciendo, tratar de defender la situación actual. Recordar que esto estaba en gran parte dirigido contra la equivocación de muchos de los amigos de las asambleas y eso, que creen que saben lo que es práctico, lo que es político, lo que ha de hacerse. Aquí se está tratando de dar una muestra de qué es lo urgente, que es perder la fe, y para perder la fe que os tienen imbuida no hay más remedio que sacarla al aire, que se la vea incluso en la boca de cada uno, de manera que con ese sentido, pues, os pido que habléis desde la persona de cada uno, desde donde se….
-Yo quería hacer un hincapié sobre algo que está ocurriendo en estos momentos. Castilla-La Mancha es una región agrícola, muy dispersa. La población está muy dispersa. Y entonces el Gobierno, haciendo la función del dinero, pues no da para el mantenimiento de las farmacias, no da los fondos para que compren las medicinas con lo que los farmacéuticos cerrarán y han solicitado cierre de quinientas farmacias. Esto es un ejemplo de lo que puede ser el dinero, que puede ser a veces una dependencia de algo que en un momento hace falta, porque probablemente el Poder quiere que sintamos la necesidad de ese dinero, las farmacias se cierran. Con lo que en un sitio como Castilla-La Mancha quiere decir que es el centro más inmediato de asistencia sanitaria, ya que sólo los funcionarios de farmacia tienen una formación farmacéutica cuando hay un corte, una emergencia campesina de una quemadura o un corte o un accidente, un pequeño accidente, los que solucionan los problemas son ellos. Entonces el que desaparezcan las farmacias durante una temporada de cierre es una catástrofe. Pero, sin embargo, yo creo que las cosas salen adelante, porque la gente necesita vivir, y entonces a lo mejor esos juegos difíciles en que el Poder nos lo juega todo, porque dice “ahora os voy a chantajear, os voy a quitar la Sanidad pública”, que es de lo que se trata, para qué engañarnos, y vamos a ver qué ocurre si en España, que decimos que es el país del Estado del Bienestar donde la sanidad pública es la mejor que tenemos del mundo, donde se paga igual que se paga a las fuerzas armadas, del presupuesto general del Estado, a ver qué pasaría si les quitáramos el dinero y tuvieran eso que llaman privatizar, o sea, que quedáramos en manos de los que manejan más el dinero y pueden sacar más beneficio. Y todas estas cosas hacen pensar, no es que estén contra o a favor, hacen pensar que la necesidad es empezar a prescindir del dinero desde la cabeza, mentalmente, hay que empezar a prescindir porque…
-…y desde el corazón, casi…
-…y desde el corazón porque, desde luego, no va a haberlo. Ese chantaje va a estar siempre encima. Y el bienestar va a ser una cosa aleatoria, dependerá de quién gane –o pretenden ellos decirnos que depende de quién gane- las elecciones y cosas así. A mí me parece un disparate el admitir ese tipo de juegos, el que te digan “No, es que como ha ganado el PP ahora ya no hay farmacias. Es que como ha ganado este ahora ya no hay no sé qué, y entonces hay que votar a los otros porque tal”. Me parece que están jugando con nosotros, jugando miserablemente, jugando para el futuro de las elecciones próximas.
-Bueno, está bien, Jaime, Carmen, que pongáis de relieve las estupideces y locuras que estamos padeciendo. Yo es que las doy por supuesto, pero conviene también que se vea hasta qué exageraciones pueden llegar. Desde luego alguien un poco iluso puede decir que la locura del Capital ha llegado a tal extremo que ya da la impresión de que tiene que estarse derrumbando por sí mismo. Pero esto es iluso, esto es iluso, me recuerda lo que en tiempos del antiguo régimen se decían muchos de la Dictadura -“Ha llegado a tal desastre la Dictadura que se hundirá sola”-, y duró muchos años. Y por tanto no hay que ponerse muy (…) en ese sentido, pero conviene recordar que efectivamente en su progreso el Estado y el Capital, al estropear los beneficios de que hemos hablado de algunos de los chismes, al mismo tiempo están llegando a extremos que efectivamente tienen caracteres de locura, y lo que nos queda de pueblo tiene que reconocer la gobernación de Estado y Capital como una locura, un enloquecimiento. No tengáis nunca miedo de esto, reconoced la locura, ahí en lo alto, la estupidez y la locura, porque eso es lo que manda.
En cuanto a la diferencia entre estatal y privado más vale ni acordarse de ella. Hace todavía unos años se discutía si la televisión estatal o si la privada, pero, hombre, a dónde vamos a dar, estamos en el Bienestar: El Estado del Bienestar consiste en que Estado y Capital se han hecho exactamente lo mismo, sólo se mantienen como dos, como dos cosas por disimular, pero son lo mismo, y no hay político que pueda hacer nada que se oponga, que ponga en peligro en lo más mínimo la marcha de los capitales, la marcha del Capital. Está bien digo sacar a luz los desastres en que estamos metidos, la locura que padecemos, pero sigo pidiéndoos que confeséis vuestras dificultades para dejar hundirse el Estado, para dejar hundirse el Dinero, para que se conviva sin Estado, sin Dinero.
- Gracias, Agustín, encantando de oírte después de tantos años y de estar aquí en la brecha…
-No se oye.
-… Encantado de volver a escuchar a Agustín después de tantos años, y bueno lo que se nos pide es que hagamos esa confesión de que, bueno, estamos metidos hasta el fango en este sistema. Se me ocurre que yo empezaría a hacer una colecta, de dinero, naturalmente, para tener un micrófono mejor. Me apetece un sistema de megafonía mejor.
-Ha sido regalado. Déjate de colecta.
-Diciendo esto, es una posición retórica, naturalmente, para que se me conteste, pero ya de paso digo que, bueno, nunca hemos tenido mejores equipos de sonido y nunca hemos estado tan incomunicados ¿no?
-Bueno, efectivamente, cabría pensar que hay megafonías mejores que esta que estamos usando. Cabía. Cuando se piensa esto, no hay por qué negarse de primeras, es decir, podemos intentar buscar otro tipo de megafonía, pero siempre hay que preguntarse en estos casos cuánto cuesta. Y cuando se dice cuánto cuesta no quiere decir cuánto cuesta en dinero contante, sino cuánto cuesta en muchas otras cosas, en muchas formas de sumisión y aceptación de lo inaceptable, que justamente a través de las mejoras se nos meten cada día de una manera o de otra. Por aceptar una marca, un invento algo mejor, ¿cuánto se paga?, ¿cuánto esto nos cuesta en libertad de decir ¡No! al Estado en cualquier forma, al Dinero en cualquier forma?
-Bueno, siguiendo un poco con lo que dijo Agustín de los desastres del progreso progresado, también como se puso…, salió a relucir lo del tren, supongo que todos habéis visto cómo dentro de la destrucción del tren de las gentes para convertirnos el viaje a la velocidad esa que llaman “alta velocidad”, un a modo de pretender estar en el instante en un lugar alejado, como si fuera, pues no sé, cuando uno da al botón de la luz se enciende instantáneamente la luz. Esa es la pretensión del viaje, es decir, que no haya viaje para nada. Los trenes los convirtieron en no digo aquellos trenes que llevaban a las gentes a los campos de concentración pero muy parecido, porque va todo el mundo ahí apretujado, molestándose, y todo el mundo en silencio y callados y ni Dios quita la cortina ni si acaso un bocata, entonces es un a modo de, ¿cómo se diría?, una limpieza malévola y patológica: no se puede hablar, no se puede fumar, no se puede pasear por el tren, no se pueden abrir las ventanillas, no se puede sentir el aire por los pueblos donde uno va pasando. Es decir, se lo han cargado casi, casi completamente el ferrocarril de las gentes, que era un bien que nuestros abuelos o bisabuelos habían logrado.
-Sí, lo que yo pido no se trata tanto de mostrar las desgracias que se supone que todos padecemos, lo mismo que respecto al ferrocarril las ha presentado Galín. Esa, en concreto, la victoria del AVE y el derruimiento y entorpecimiento de los trenes en sentido tradicional, tiene mucho que ver con la cuestión del futuro. Efectivamente, todos los beneficios han quedado reducidos a este: llegar antes. Pero, naturalmente, llegar antes quiere decir: morir antes. “Lo peor es la llegada” como decía Antonio Machado, hablando del ferrocarril de sus tiempos. Morir antes, es decir que es un buen ejemplo, en concreto, el del ferrocarril del dominio del futuro, que es la muerte. Llegar cuanto antes. ¿Es esto un beneficio? Y, como Galín ha dicho, ese beneficio se carga todo lo que podía quedar de bueno ahí en el ferrocarril. Pero sigamos intentando encontrar algunas dificultades para dejar hundirse al Estado, para dejar hundirse al Dinero.
-¡Como si las supiéramos! …Yo creo que si lo supiera yo particularmente ya sería una…, me sentiría mejor. Yo lo llamaría miedo. Más o menos, hoy me he acordado de mi infancia. Tuve un padre en mi opinión muy tirano. Y yo realmente no quería que se fuera de casa. Y, Dios mío, el día que se fue lo pasé…, tuve mucho miedo, y ¡qué bien se estaba al día siguiente! Y entonces, esto es verdad: recuperamos la salud seis personas. Y ¿qué? ¿por qué yo no quería que se fuera mi padre, que me caía como una patada en no sé donde? Con perdón, era mi padre, pero podía haber sido mi madre, o sea, no tengo... Es que, por eso… Y ojalá lo supiera: por qué no me fui yo tampoco antes, no sé….
-Bueno esa pregunta, María, está respondida: por lo mismo que estoy diciendo que la mayor parte de nosotros no podemos desprendernos de Estado y de Dinero, tenemos que seguir creyendo que son una necesidad, como tu padre. Es decir, esa necesidad de la fe en Dios es la que nos ha regido y nos ha matado desde siempre. Tenemos el miedo de que si se renuncia, si se le pone pegas al Padre, al Dinero o al Estado nacional, algo se va a hundir, se nos va a estropear la vida. A eso me refería. Pero lo que ha dicho María parece una cosa particular pero está muy bien: La alegría del día siguiente, y gente de la familia recobrando la salud. No toméis esto como ninguna broma ni nada particular. Más de una vez he sacado cosas parecidas a luz. Cuesta mucho rebelarse de verdad contra el Poder, decir ¡No! al Estado, decir al Capital, por eso muchos de nuestros amigos rebeldes incluso no son capaces de decir ¡No! directamente. Cuesta mucho, es normal. Esta duda la tiene uno que está luchando no contra la policía, no contra la banca, sino contra sí mismo también. Está luchando contra sí mismo, pero en la medida que uno rompe, efectivamente se vuelve un hombre libre, lo que antes no podía ser. El ejemplo sirve en ese sentido. No es que no haga ilusión volver a recobrar la salud, pero se vuelve uno un hombre libre, y eso no se puede contar cuánto vale. Más
-¿Cómo se aprende, Agustín?
-Bueno, vamos a tener que dejarlo entonces, parece que no conseguíamos mucho tener mucho más tránsito de gente. Vamos a ver si, ya iremos viendo si merece la pena seguir con esto. Cortamos por ahora y entonces, bueno, en principio, si no pasa nada, seguimos discutiendo como os he propuesto respecto al hundimiento del Estado, del Capital y del Futuro, dentro de siete días, si el Señor del Futuro nos deja.