28.07.2011

28 de Julio de 2011

28 de Julio de 2011

AGC en Sol

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Atacando los artículos de fe cantados por el coro de la comedia musical “Bobomundo”:
 

"Creemos en el progreso de la Humanidad.
Creemos en los hechos y en la Realidad.
Creemos en el éxito y la futuridad.
 
Tenemos fe, tenemos fe, tenemos fe.
 
Creemos en el Estado y la estabilidad.
Creemos en el Orden y en la Sociedad.
Creemos en el dinero y la felicidad.
 
Tenemos fe, tenemos fe, tenemos fe.
 
Creemos en la luna, creemos que hay porqué
Creemos lo que vemos, creemos que se ve
Creemos que creemos lo que todo el mundo cree.

Tenemos fe, tenemos fe, tenemos fe"
Lo que nos queda de pueblo de verdad, por debajo de la persona, le dice ¡No! a cada una de esas cosas. El pueblo-que-no-existe pero que lo hay no sabe decir otra cosa más que ¡NO!

 
TRANSCRIPCIÓN:


 
-Bueno, vamos a empezar a ver si reúno las condiciones para que pueda haber algo de asamblea libre. Ya recordáis que las condiciones son que empiece a no saberse cuántos somos, con lo cual se evita que se nos pueda contar y males mayores como el que se pongan a votación algunas decisiones que otras, generalmente pretendidamente  prácticas. Para eso la condición es que no se sepa cuántos somos.

En cuanto empezamos a ser más de treinta y tantos ya esas condiciones, como mínimas, empiezan a cumplirse. Y bueno, con eso cuento por ahora.  Esperemos que sigamos sin saber cuántos somos para que de esa manera se consiga esta aspiración verdaderamente revolucionaria que es que cada uno no sepa bien quién es.

Esto ya lo recordaréis de los últimos días y entendéis bien cómo lo uno va con lo otro. El no saberse cuántos son en la población con el no saber cada uno quién es. Recordad que el Régimen que padecemos, que es el de la Democracia desarrollada, está fundado en la fe contraria, en que cada uno sepa bien quién es, y sepa por tanto qué quiere, y sepa por tanto a dónde va, y sepa por tanto qué compra, y sepa por tanto qué vota. Este es el ideal democrático contra el cual aquí seguimos debatiéndonos.

Estos jueves estaban destinados, como recordáis, a mantener un hilo de la rebelión a la que saludamos a mediados de mayo, e intentando el sentido, el espíritu de esa rebelión, a pesar de las presiones externas que son las de menos (del gobierno, de policía) pero sobre todo a pesar de las presiones internas, que son el intento de hacer cosas prácticas, que tengan un mañana, que vayan a algún sitio, que tengan sus fines, o sea, lo mismo que los comerciantes y los ministros;  que son las que más pueden estropear y han venido en alguna medida estropeando esta movida.

En la movida de este fin de semana pasado habéis tenido un buen ejemplo, porque efectivamente la mayor parte de los organizadores de asambleas o de otras reuniones seguían lo que parecía casi inevitable: el camino de adoptar las ideas y el vocabulario del Poder, la retórica del amo. El jueves por la noche teníamos la alegría de recibir,  y todavía el viernes e incluso el mismo sábado,  de recibir y ver cómo mucha gente recibía y abrazaba a los que venían de las varias rutas. A continuación el viernes y después, esa alegría se fue perdiendo porque tenían que hacer reuniones donde dinamizarse, dar razón de esto, de lo otro, tenían que dar cuenta también de cuáles eran las cosas que habían hecho, y lo hacían hablando de victoria, de fines que se han conseguido, y, efectivamente, efectivamente, habían conseguido algunos logros, porque por ejemplo la televisión les hacía caso (a la televisión y a los demás órganos del Poder les hace falta que haya cosas así, que ellos entienden, como esas movidas,  manifestaciones y demás) y habían así llamado la atención,  que aquí, por ejemplo, no vamos a llamar de ninguna manera, ni corremos el riesgo de que aparezca ninguna toma de televisión ni nada por el estilo.

Esos logros que parecen los prácticos son los que estropean el espíritu de esta rebelión. El conseguir esas cosas, esas atenciones del Poder, esas atenciones de los medios se paga caro, se paga demasiado caro, de esa manera precisamente haciendo que el sentido que esto tenía y sigue teniendo se desvirtúe, se olvide. Por eso aquí en los intentos de pequeña asamblea libre, procuramos no dedicarnos de ninguna manera ni a tomar decisiones ni a plantearnos cuestiones prácticas y de fines. Sabemos que esta rebelión es contra el Régimen, contra el Régimen sin más, en general; y el derrocamiento del Régimen es una cosa gorda, efectivamente,  y que desde luego no requiere prisa ninguna.

Por eso aquí en lugar de usar cuestiones pretendidamente prácticas -y como trato de demostraros,  no lo son-,  nos dedicamos a cuestiones que son de verdad urgentes, que son las que se dedican a descreer, a que aquellos de nosotros que participemos en esto perdamos algo de la fe que el Poder necesita para sostenerse. Por eso todos los días estamos sometiendo a discusión cosas que no parecen muy políticas,  como el todo o el infinito aplicados al mundo; la cuestión que conectaba también de nuevo o de verdad una especie de disolución de uno,  una especie de psicoanálisis al mismo tiempo personal y social,  y cuestiones por el estilo.  Estas, que parecen no políticas, son verdaderamente las urgentes y las que pueden ir haciendo algo por la base, porque el Dinero, el Capital, el Estado necesitan esa fe, necesitan esas creencias en cómo es el mundo,  en cómo es la sociedad y demás para subsistir. Espero que los que me acompañáis en estos intentos de asamblea entendáis bien cómo esto es lo político de verdad y lo urgente.

Para hablar un poco de ello y  mientras vamos siendo unos pocos más y  unos pocos menos,  voy a continuar como en días anteriores recordándoos el hilo de esa comedia musical,  que nunca ha llegado a subir a las escenas, que es el Bobomundo, la comedia musical del Dinero. Los que estabais aquí otros días ya recordáis cómo era la cosa:  Después de que por una especie de prodigio ha empezado a llover dinero desde el cielo, volando en billetes de banca por todas partes, y esto a lo primero al coro, (que no representa al Pueblo, que eso no hay quien lo represente -os hablo de paso contra la idea de representación, que es también democrática-, no representa en esta comedia al pueblo, sino a la gente corriente, la gente corriente como vosotros y yo,  y que, por tanto, está hecha de individuos,  cada uno de ellos también contradictorio consigo mismo, teniendo algo de -lo más- reaccionario, algo que le queda de lo contrario y demás)  el coro se ha alegrado mucho de que llueva tanto dinero del cielo, hasta que empieza a ser demasiado,  la lluvia es ya una inundación, es una superinflación, que los une ya a la gente en la angustia,  empiezan  a reclamar al Poder (eso que estamos diciendo que es lo que no hay que hacer, reclamar hacia arriba), pero empiezan a hacer esto, en esto también son representativos de la gente corriente, hasta que el Capitoste les anuncia que ya se está preparando un plan para resolverlo.

Ha acudido al Prohombre de las Finanzas, el cual efectivamente tiene un plan para que nos libremos del dinero, esta  inflación que nos ahoga: convertir la fuerza de atracción de la Luna en las mareas en una fuerza de atracción de papel moneda;  en lugar de agua papel moneda,  es un plan muy sencillo;  sólo que para esto naturalmente,  como suele suceder siempre,  las finanzas y el Poder tienen que acudir también a la Ciencia.   Tiene que ser el mago Istáin quien les proporcione un plan para que esa conversión mágica de la Luna se produzca.

Entonces la gente corriente -el Coro- ha quedado convencida, ha aclamado como el otro día os recordaba: “La Luna la Luna la Luna es nuestra salvacióoooon…” Y así todo lo demás que recordáis y que no voy a repetir hoy. Y de esta manera los dirigentes junto con la gente corriente se han encaminado hacia la choza-observatorio donde está el mago Istáin, que les proporciona efectivamente en una serie de enormes encerados  las fórmulas, las ecuaciones que van a producir el milagro, con la fórmula del propio Einstein con un añadido de “más/menos dólar cuadrado” para que efectivamente las dimensiones  sean como deben ser para este fin.  Eso es todo lo que a la gente corriente la ha dejado encantada y la ha hecho cantar aquello que el otro día os decía:
Homo sapiens sapiens
sapiens sapientissimús,
mono pelón,
    que en fantástica y osada transacción
has comprado el mundo,
y ya el mundo todo eres sólo tú,
mono rabón,
y ya reinas en la pura infinitud,
mono pelón,
mono rabón,
sapiens, sapiens, sapientissimús.
Esto es lo que ha venido pasando,  y,  en este momento,  retomo el hilo de la comedia. Ahora tienen que encaminarse todos hacia el sitio donde se va a producir la elevación de la redoma mágica que según las fórmulas se ha preparado y que -sobre esto nos detendremos otro día-  por recomendación del mago Istáin tiene que elevarla a lo alto un hombre singular, un hombre sin ombligo. Hay una larga melopeya donde se dedica la gente del coro a buscar un hombre sin ombligo, este hombre tan singular, y al fin lo encuentran, es este monstruo, el bailarín mudo, que es el protagonista que no habla en toda la comedia, y con él,  llevándolo a la rastra,  con él se encaminan hacia el sitio en que aprovechando el eclipse de la Luna llena se va a producir el milagro. Y se encaminan cantando así. Tomad nota porque esto es lo que quiero que hoy aprovechemos para la discusión que va a venir a continuación. La gente esta corriente del coro va diciendo:
Creemos en el progreso de la Humanidad,
creemos en los hechos y en la Realidad,
creemos en el éxito y la futuridad.
Tenemos fe, tenemos fe, tenemos fe.

Creemos en el Estado y la estabilidad, .
creemos en el Orden y en la Sociedad,
creemos en el dinero y la felicidad.
Tenemos fe, tenemos fe, tenemos fe.

Creemos en la Luna, creemos que hay porqué,
creemos lo que vemos, creemos que se ve,
creemos que creemos lo que todo el mundo cree.
Tenemos fe, tenemos fe, tenemos fe.

(Aplausos y bravos)


Si habéis tomado nota, me parece que estas proclamaciones del coro en marcha nos pueden ser útiles para atacar unos cuantos puntos principales en el rato que en esta asamblea se pueda hacer. Voy a ir recorriendo los puntos, voy a sugeriros cómo lo que nos queda de pueblo de verdad, por debajo de la persona, le dice ¡No! a cada una de esas cosas. Ya  recordáis que eso del pueblo que no existe pero que lo hay no sabe decir otra cosa más que ¡No! y de ninguna manera ninguna otra cosa ni aspiración positiva. Y entonces vosotros en esto me vais a acompañar,  porque a mi vez, en cuanto yo haga sonar este ¡No!,  espero que lo que os queda de gente corriente y personal y que tiene su futuro y que está más o menos acorde con el Régimen que nos ha caído encima tenga alguna cosa que objetar, tenga algo que decir para defender esa fe a la que aquí se está atacando. De manera que vamos a ello. Lo primero:

Creemos en el progreso de la Humanidad.
¡No!

¡No! Eso de la Humanidad, eso del Hombre es una especie de monstruo que Él mismo se ha fabricado como idea de Hombre y que se ha creído el centro de las cosas. En otros tiempos ha creído que Dios ha hecho el mundo justamente para bien del Hombre, y por tanto,  fundándose en esa fe,  a lo largo de la triste Historia ha venido destrozando y machacando todo lo que no era Él: árboles, bestias, astros, aire y todo lo demás; eso es el Hombre, eso es la Humanidad y,  cuando progresa, cuando progresa progresando no puede progresar más que en el sentido de ese mal,  que es lo que le ha tocado hacer en este mundo. De manera que ¡No!, ¡No creemos en el progreso de la Humanidad! Salvo lo que alguno de vuestros no corazones, porque allí seguramente está latiendo de acuerdo con este ¡No!, pero alguna de vuestras almas o de vuestras conciencias tendrá algo que decir en contra de esto defendiendo la fe.

¿Cómo es eso? ¿Es verdad que no creemos en la Humanidad ni en su progreso? ¿Qué tenéis que decir? Ya sabéis que disponéis en este momento de este micrófono para cualquier ocurrencia, antes de seguir con los otros artículos de la fe que se contienen en ese canturreo del coro. ¡No al progreso de la Humanidad! ¿O sí? ¿O sí? ¿O sí?

¡Vamos! Vamos a animar el cotarro, como dicen, porque… Si tenéis dudas respecto a lo del progreso y la Humanidad lo mejor que podéis hacer es sacar aquí esos restos de fe.  Es lo que se os pide. Sabéis que los vais a sacar para luchar contra una negación en la que yo mismo,  tratando de hablar como habla el pueblo que (…) he presentado.

-Buenas tardes. Yo estoy de acuerdo con Agustín. No creo en el progreso de la Humanidad. La Humanidad, la persona en sí, no progresa, progresa el Capital para vivir de la Humanidad. En cuanto a las creencias sobre Dios, creer a los científicos, estoy de acuerdo con él. Yo tampoco creo en los científicos porque no vivimos en un mundo estático, vivimos en un mundo viviente, en constante evolución, en constante cambio, es un mundo orgánico. En cuanto a la Biblia es un panfleto tan ridículo como las “Confesiones verdaderas” de san Agustín, no de este Agustín, del otro, de hace dieciocho siglos. Bueno creo que eso es… Podría hablar más sobre cuestiones de Dios.  En aquella esquina, no hace mucho tiempo, un adulto, porque creo que no se merece decir hombre,  me quiso entregar un mensaje de Dios. Yo le contesté que el único mensaje de Dios es que Dios soy yo, y le dije que en vez de estar dando mensajes de Dios “¿por qué no estás haciendo cosas más útiles y no engañando a cuatro ignorantes?” Además también me enteré  -a mí no me gusta esto, ahora yo estoy pasando un mal rato porque me estáis mirando bastante gente-  no estoy hecho para estar como espectáculo y en aquel momento me fui enseguida, y enseguida se formó un corro y habría una mujer que le decía pienso al que sería el marido: “Este dice que es Dios”. Y yo entonces me fui rápidamente porque si no iban a pensar…

-Que este hace milagros.

- Eso sí. Entonces me hubiera gustado preguntarle a aquel hombre,  me quedé con las ganas cuando creo que lo han visto  por aquí alguna tarde,  repartiendo mensajes de Dios, por aquí paseando. Y me hubiera gustado preguntarle de qué manera le llegaban los mensajes de Dios. Me quedé con las ganas.

-Y del progreso ¿qué? Háblanos del progreso.

-Gracias porque, efectivamente, has repetido la negación: No creemos en el progreso de la Humanidad.  Por desgracia no puedo decir que te hayas quedado limpio, bueno, nunca se queda uno limpio del todo. Lo has sustituido por algunas otras formas probablemente de fe que tienen que quedar arrasadas junto con las del Hombre y con las del Progreso. Por ejemplo,  tu ocurrencia de decir que “Dios soy yo” es una cosa sumamente ambigua porque parece que has respetado la noción de Dios que tienen esos con los que te encontraste,  que siguen creyendo efectivamente que Dios es otra cosa que aquí entre los amigos sabemos que es justamente el Dinero, el Estado y el Capital es el Dios que nos ha tocado. Yo creo que no dirías con este otro nombre: el Dinero soy yo, porque seguramente eso ya no te gustaría tanto. Hay que decir un No todavía más decidido. El Yo no es yo porque yo no soy el Yo. En cuanto me sustituyo por el Yo o mi Yo, me estoy haciendo Dios, Hombre, da lo mismo, esta peste contra la que estamos hablando. Pero lo que yo os pedía no era tanto acuerdo respecto a esta descreencia, sino más bien desacuerdos, que tiene que haberlos. Alguien que todavía encuentre algo respetable en lo del Progreso o en lo del Hombre.

-Yo, para llevar la contraria, no estoy de acuerdo con lo que está diciendo Agustín. Estoy de acuerdo con lo que quiere decir, creo yo,  desde mi punto de vista. Porque yo sí creo en el progreso. Los que vienen aquí creen el progreso, los que están ahí acampados creen en el progreso de la Humanidad; en lo que no creemos es en fórmulas de progreso que nos dicen que es el progreso humano, no creemos en eso. Creemos que debe de existir otra fórmula de progreso,  que no es la que nos están vendiendo, pero sí creemos en el progreso.

-No te marches todavía: ¿Qué coños de falta  nos hace ninguna creencia en ningún progreso? ¿Por qué quieres conservar eso?

-Yo defino el progreso como el querer tener una situación mejor,  social e individual; entonces, si definimos así el progreso….

-A eso nadie lo llama progreso.

-Perdona, entonces estoy completamente equivocado. Estamos hablando de dos conceptos diferentes. Hay que definir qué es “mejor”,  igual que hay que definir qué entendemos por “progreso”. Creo que es el tema que se está debatiendo ahí ahora mismo.

-Pero efectivamente es bastante fácil definir. Pero “querer otra cosa”, eso no se llama progreso en ningún sitio. Desde luego cualquier rebelión quiere decir “No estamos de acuerdo con el Régimen que nos ha tocado, con el Poder”. Evidentemente se quiere otra cosa, pero a eso nadie lo llama progreso. Una de las cosas que, si te quedas, volveremos en otro de los artículos de fe a discutir es lo del futuro. Entiendas lo que entiendas por progreso, desde luego te estás metiendo en ese campo, estás creyendo en el futuro, y el futuro es de ellos. Pero ya veis también estas son las contradicciones que estoy deseando y que os sigo pidiendo. ¿Quién hay que crea todavía que hay algo respetable en el progreso o en el Hombre o en la Humanidad?

-También se hace pasar el Hombre como los hombres en general y se hace pasar, en vez de yo aparece lo de nosotros. Que nosotros somos la Humanidad y parece que ahí es un poco más complicada la cuestión del plural, que seamos, muchos, esta cosa.

-Sí, el ataque va a ese pretendido singular, porque los hombres, plural, cuando se cumple la condición para que haya asamblea que os he recordado al principio (es decir, que no se puedan contar, que empiece a no saberse cuántos son), eso ya puede confundirse con lo que nos queda de pueblo. Al Estado,  al Capital,  le hace falta que nos podamos contar, y para podernos contar (número de almas, número de clientes de una empresa, número de votantes de un partido…),  para podernos contar tienen que conseguir que cada  uno justamente  sea el que es: uno: como Dios. Y tratan de conseguirlo y por eso nuestro ataque contra la Humanidad es principalmente contra el Hombre,  que al mismo tiempo quiere decir esa cosa metafísica del Hombre en general que acaba de recordar Álvaro, y al mismo tiempo quiere decir el uno que es cada uno, lo uno y lo otro, el Hombre, que es toda la Humanidad, ese mito, esa fantasía,  y el uno que es cada uno, que también es una fantasía y un mito, pero terrible, sangriento. Sigo pidiendo más, por favor, restos de creencia en el Hombre, en la Humanidad, en el Progreso. Confesaos. Confiese cada uno su fe. Porque a la fe no se la derrueca oyéndome a mí, por ejemplo, cantando unas cuantas cosas y diciendo ¡No!, se derrueca sacándola a luz en un caso como una  asamblea como esta, sacándola a la luz, es decir confesando las cosas que uno personalmente sigue creyendo. Por favor, venga algo más.

-El problema que existe de la fe en la sociedad es que nosotros nos encontramos constantemente con la afirmación de que para salir de la situación económica en que estamos tenemos que conseguir un crecimiento sostenible, lo que ya es de por sí una afirmación de fe, el que el número de personas va creciendo razonablemente de tal manera que se pueda contar con un crecimiento estadístico y se va siempre a poder operar con ese dato, y entonces el crecimiento sostenible garantizará el crecimiento económico, el aumento de las riquezas, el que se va a poder vender todo lo que se tenga, el que tal… Pero claro, ese crecimiento sostenible ¿es realmente sostenible? ¿Existe ese crecimiento? Ahí viene la duda, porque si no existe el crecimiento sostenible el desarrollo capitalista es inviable. O sea que ahí hay problemas y son problemas de fe, porque o creemos a todo el sistema, que nos dice eso, o rechazamos el sistema porque nos dice precisamente eso.

-Gracias, Jaime,  por recordarnos algunos de los trucos y de los cuentos con los que vive el Estado y el Capital, sí. Todas esas cosas os las vais a encontrar, las que Jaime ha recordado, en los medios, en cualquier periódico,  en las reuniones de ministros, de otros prohombres…

-¡Todo mentira!

-… Todo mentira, sí, pero aquí estamos para tratar de sacar la mentira por la base. Y por eso es por lo que vuelvo a pedir no acuerdos sino desacuerdos,  defensas del Hombre, entre vosotros,  en lo que os quede de personal, defensas del progreso.

-Hola, pues yo personalmente creo en el Progreso y creo, bueno yo lo llamo,  más bien, evolución, y creo que más que en la revolución vivimos una evolución, y esta evolución se hace dentro de nosotros mismos, antes que nada, porque para cambiar el mundo, hay que cambiarse uno mismo, y todos tenemos que evolucionar, aprender a compartir más, a entendernos los unos a los otros, en vez de juzgarnos, y todas estas cosas, por ejemplo, en el movimiento este se aprende, porque nos juntamos todos y tenemos que cada uno –hay muchas personalidades diferentes-, y cada uno tiene que hacer esfuerzos para entender a cada persona, y es una manera muy buena de crecer, y para mí esta evolución, evolución o revolución, es espiritual  antes que nada, y es pacífica, y tenemos que aprender todos a hacer la paz en nosotros mismos, a hacer la paz con todos alrededor y para llegar a una unión de verdad para poder cambiar.

-Yo supongo que tú misma, si te has oído, al compararte con cosas como el vozarrón que yo estoy soltando, te habrás encontrado casi caritativa y un poco casi como una monjita que predica el buen acuerdo, el que cada uno se convierta en algo mejor, que por tanto los varios estén más de acuerdo -ahí lo llamas evolución, en eso crees. Te digo: no.  Muchos de los que están aquí te dirán: no,  no es por ahí, ese camino está ya trillado por toda clase de sectas desde el comienzo de la Historia, y no ha dado de sí nada más que engaño. ¿Cómo vas a decir que uno tiene que cambiar? ¡Uno tiene que desaparecer! Mi propuesta es: ¡No al Hombre, no al Hombre! (Leves aplausos) Y de ninguna manera ningún compromiso de ese tipo. Y por tanto: No a la Humanidad contada con un futuro y que va a cambiar, como cambian cada día el Estado y el Capital,  cambian y os lo dan las noticias cada día, cambian para seguir igual.  No,  esa no es la vía, pero gracias por haber sacado esas declaraciones. Puedes sacar todas las que quieras.

-¿Cuál es tu vía? Porque “¡No al hombre!” ¿Qué quieres que nos matemos todos aquí ahora?

-¿Qué tiene que ver? Mi vía no es ninguna. Yo desde luego no tengo vías. Yo no tengo ninguna vía. Mi persona es, como cualquier otra persona, un estorbo,  y gracias a que no estoy del todo bien hecho y me sale de vez en cuando, por ejemplo,  al alba de esta rebelión,  algo de pueblo que no existe tengo esta vía que no es vía, que es la de decir ¡No!,  que es lo que estamos haciendo aquí, ¡No!,  para que esto dé de sí algo.

-No ¿a qué?

-No al engaño.

-Para que esto, esta rebelión dé de sí algo de verdad que sea de verdad nuevo, que no sea lo que está hecho,  la primera condición es que no tenga futuro, que no tenga vía, que no tenga un fin preestablecido porque eso es cosa del Poder. La rebelión tiene que ir inventando a cada momento, inventando sus vías. Se hace camino al andar. Se hace camino al andar.

-¡Inventando pero con futuro, por favor! Eso de no tener futuro eso ¿qué es?

-No, por favor, no te arrepientas de haber hecho esa confesión de tus creencias, no, no te arrepientas. Es lo que estaba pidiendo.

-¡No te entiendo!

-¡Entiendes perfectamente! Entiendes perfectamente, no te niegues a entender. ¿Alguna otra confesión o algo parecido?

-Es que con respecto a esto que se está diciendo del progreso,  pues a la gente le dicen que tiene que ser cada día mejor, que cambie, pero también a la vez le están diciendo que sea él mismo, que sea siempre él mismo. Y esa condición es contradictoria y es imposible: que sea el mismo siempre y que vaya cambiando y que vaya progresando. Esas dos cosas no caben en la misma cabeza,  a mí me parece o en la misma gente. Cabrán o no sé,  pero bueno.

-Ese “el mismo” es el uno contra el que aquí se está hablando contra el Hombre en general y contra el uno en particular.

-Yo quiero contestarte a ti: ¿Por qué una persona no puede cambiar ella sola? ¿Por qué dices que la persona no puede? ¿Tú mismo no puedes?

-No he dicho eso. Digo que me piden, se me pide que cambie, que sea cada vez mejor, más adaptable o todo lo que se me pide,  y a la vez se me pide que sea el mismo. Creo que no puedo. O sea, el que es el mismo claramente no puede cambiar, y el que está cambiando o le está pasando algo o no puede ser el mismo.

-Yo creo que sí que podría cambiar.

-No lo sé yo tengo dudas.

-Yo creo que todos ellos podrían cambiar.

-Estamos cambiando.

-Bueno, yo todavía no he empezado a cambiar, pero cambiaré.

-Sí, sí, estás cambiando.

-Todo el mundo estamos cambiando, y seguiremos cambiando. Ojalá que nadie deje de cambiar. Sí,  somos el mismo pero dejaremos de cambiar.

-No, no podemos. Es imposible.

-Perdón.

-Me parece que no estabas desde el principio. No te has enterado de lo que se estaba tratando aquí. Se está contra uno mismo. Ese cambio de que tú hablas que, efectivamente, no sólo nosotros lo estamos padeciendo, sino que el Dinero, el Estado, el Capital también cambian, no dejan de cambiar, y cambian precisamente para seguir igual, para que no haya nada de verdad nuevo, para que no sea más que la repetición de lo que ya está hecho, para que siga siendo él mismo. Eso es contra lo que está este ¡No!, esta rebelión.

-¿Puedo decir algo?

-Sí, claro, pero si es sobre el futuro, déjalo para luego.

- Yo, a mí me parece que el mundo lo hacemos nosotros, lo hacemos todos juntos, el mundo. Es muy fácil decir: “¡Oh los malos que están ahí arriba, que nos putean, que no sé qué, no sé cuanto…!”  Es muy fácil. El mundo… hay que responsabilizarse cada uno con nuestros actos de cada día. Cada uno hacemos el mundo. Si nos juntamos y actuamos de buena manera,  esta gente que está en el Poder se va a caer solo este edificio, porque si nosotros cambiamos, dejamos de darle dinero,  primero,  o si no de otra manera tenemos cuidado en nuestra manera de comunicarnos y de actuar en la vida de cada día... Cada acto que hagamos… y todos esos actos eso hace cambiar el mundo. Hay que ser responsables.

-Tienes que quedarte un ratito más con nosotros porque tu fe es, como compruebo, harto firme, harto firme y se reproduce una y otra vez. ¿Qué coños quiere decir “nosotros” y sobre todo “entre todos” y “todos”?  ¡Eso son cuentos! El Poder llama “nosotros” a conjuntos contados en número de almas que ellos manejan, y no hay “todos” que valgan. Una asamblea libre, como has oído al principio, lo primero que tiene de bueno es que empieza a no saberse cuántos son, y por tanto ni se puede votar ni nada. No hay Todo. El Todo es una cosa de Dios, del Poder, del Capital… Más,  por favor.

-¿Sabéis por qué se ha ido? Porque dice que está enfermo. ¿Creéis qué está enfermo él, o tiene razón?

-Él es libre.

-Yo creo que este es el Régimen que padecemos: que nosotros mismos nos digamos que depende de nosotros mismos todo lo que tenga que pasar, que el mundo depende de nosotros mismos, y dice que con buena fe y todo eso, pero no; es para currarnos unos a otros, para decir que tú tienes que tener éxito para ser algo. ¡Este es el Régimen que padecemos! (Aplausos)

-Lo malo es que ella ha llegado a decir una cosa un poco cómica pero trágica: “Si dejamos de darle dinero…  al Poder” ¡Darle dinero nosotros al Poder! ¡Darle dinero nosotros a la Banca, a los presupuestos del Estado! Es cómico pero trágico… Más… Paso al segundo artículo de la fe que el coro cantaba (canturrea):  “¡Creemos en los hechos y en la Realidad!”

-¡No!

-A ver cómo funciona aquí este ¡No! Supongo que este encontrará enseguida en el corro muchos que se vean obligados a defender la fe en la Realidad y en los hechos. Parece tan evidente o ¿no? Nosotros decimos ¡No! El pueblo dice ¡No! ¡No creemos en los hechos ni en la Realidad! La Realidad es eso que nos venden, eso que nos enseñan en la pantalla televisiva todos los días, es decir, una especie de fabricación mentirosa que se quiere hacer pasar por lo que hay por debajo. Nos enseñan lo que ha sucedido apenas ha sucedido como medio de que nunca pueda pasar nada de verdad. Esa es la realidad en la que nos sujetan, la Realidad por tanto, si alguno sigue creyendo en ella, tiene que defenderla. Aquí los que estamos diciendo no,  decimos “¡No!: la Realidad es un objeto de fe, es un objeto de fe.”  Si no hay fe en la Realidad,  no hay Realidad que valga.  Estado y Capital se sostienen justamente en esta fe. Y lo que llaman hechos, por supuesto, efectivamente, no son más que estas ideas, ideas de la acción pasada o futura, da lo mismo, que ellos se hacen. Te hablan de hechos también futuros, es absurdo, de lo que no hay aquí. Y te hablan de hechos pasados, lo que no se sabe, lo que hemos oído, y es por tanto una fabricación  lo mismo de futurólogos de que historiadores que de cualquier otro. Por lo tanto aquí decimos “¡No!: la Realidad es objeto de fe.”  La Realidad hay que tragársela, hay que creer en ella, y, si no,  no se sostiene. Y los hechos también. Pero ante estas declaraciones tan furibundas sin duda, nuestras conciencias tienen que responder con alguna defensa, tienen que confesar hasta qué punto creéis en los hechos, en la Realidad.

¡Vamos! ¡Venga! ¿Cómo no vais a defender,  no con vuestros corazones pero sí con vuestras almas,  algo de esa fe en la Realidad,  si se os está haciendo no vivir pero existir en ella todos los días? Es la existencia que os venden en vez de la vida que podía haber. Esa es la Realidad, la existencia. ¿Cómo no vais a creer algo? Yo mismo me puedo dejar decir no porque en ese momento yo no soy personalmente Nadie. Personalmente ¿cómo no voy a tener que creer en la Realidad, en los hechos para ir tirando, como cualquiera?  Y eso es lo que conviene que aquí se confiese… ¿Os quedáis tan conformes con que se diga “¡No a los hechos, no a la Realidad!”? ¿No creemos en eso?

…Supongo que será esto, que es normal que haya una cierta vergüenza a hablar en público, aunque sea  en una pequeña asamblea donde no se sabe cuántos somos, pero hay que vencerlo porque es que en la vida privada,  hablando personalmente con la familia, con la novia y con los amigos, no se pueden decir más que tonterías, idioteces, lo que ya está dicho.  Y, por tanto, el vencer esa vergüenza y hablar en una asamblea le saca a uno un poco de esa condición personal, familiar, por eso os pido que…

-A ver yo quería entender un poco más esto que dices, intentarlo. Cuando no creer en los hechos y en la realidad es no creer en tu percepción, es como en las Mil y una noches,  que: “Cada cosa que ves / son dos cosas o tres, / cada cosa que ves / tiene su derecho / y tiene su revés”.

-No, no,  no, no te lo tomes así ni nada. Yo te lo he dicho en dos palabras: no creer en los hechos y en la realidad. Son palabras corrientes.

-Tengo la sensación de que si dejo de creer en eso desaparezco,  hago psschh y ya no estoy aquí. Y que no sé ni quién está hablando ahora. Eso es que me estoy luciendo (risas)

-Es normal que tengas ese temor, es normal: lo acabo de decir, en realidad es eso de la existencia que nos venden como vida. De manera que uno como persona, como existente, si deja de creer en la Realidad, deja de creer en sí mismo. Desaparece como persona. Esto no tiene que ver nada ni con el morirse ni con nada de eso, pero desaparece como persona, igual que la Realidad. La realidad de uno mismo es una parte de la Realidad, es realidad, y cuando se dice ¡No a la Realidad! se incluye también la realidad de uno mismo, por supuesto. Así que ese temor es explicable, comprensible. Si uno está obligado a mantener la fe en su existencia, poco puede hacer en una gran asamblea ni en rebelión ninguna. Tiene que empezarse porque a uno le importe más o menos un bledo su existencia, su destino, su futuro, su muerte futura. Si uno no se desprende de esta necesidad de creer en sí mismo, efectivamente, se tragará todo lo demás, todo lo que le cuenten Estado y Capital de Mundo, de Realidad, de hechos,  de todo ello. Es así.

-Bueno a mí me cuesta diferenciar ahí una cosa que me parece muy absurda que son los hechos futuros, que se den, algo que no ha pasado todavía que se esté contemplando como hecho, hecho en el futuro. Lo que me cuesta a mí bastante es desprenderme de los otros hechos, de los otros hechos que han pasado, y veo que ahí tengo como un resto de fe, no tanto en lo otro, pero en los hechos del pasado me cuesta bastante aún. Es decir, que me las veo y me las deseo, porque por otro lado no creo en ellos, pero también creo a menudo en ellos.

-Sí, esto es importante, lo que Álvaro dice. Desde luego hay que empezar por eso, por no creer en los hechos futuros. Hay que empezar por ahí, porque eso es lo primero con lo que te cogen: el Futuro es lo primero. De manera que hay que empezar por ahí y, además, es lo más fácil. Él lo ha dicho. Tan absurdo, es tan absurdo que haya hechos futuros, que lo que no hay por un arte de birlibirloque lo haya,  en un futuro que no está aquí, que nunca está aquí. Es fácil. Si se empieza por ahí, entonces yo creo que se puede pasar también a descreer de los hechos pasados,  fácilmente porque eso está montado sobre eso. Pensad en la Historia, pensad en las memorias que alguien pueda escribir, pensad en una carta que le escribís a cualquiera, aunque sea por E-mail, contándole lo que ha pasado y os daréis cuenta de cómo todo eso está elaborado, no son cosas palpables, se ha convertido ya en hechos comprensibles, para uno y para el destinatario. Eso ya, eso basta para empezar a hacernos descreer también de los hechos pasados.

Hay en lo pasado algo misterioso, que es lo que de vez en cuando, pero ya como una memoria sin nombre, indefinida, ….esa se escapa a lo que estoy diciendo, no son hechos, pero la Historia, la información que todos los días los medios vierten sobre nosotros, eso son ya fabricaciones, fabricaciones de aquella memoria indefinida, muerte, muerte de aquella memoria indefinida que se ha convertido en Historia, en noticia, y que justamente es la vida de los muertos. Esa es la que os venden todos los días… ¡Más confesiones! ¿Quién cree un poquito en la Realidad, en los hechos? ¿Quién cree un poquito y se atreve a confesarlo?

-¿Zapatero?… Esto que te iba a decir, que esto que han hecho con…

-Oye, oye: ¿Me estás hablando de un zapatero,  del que hace zapatos,  remendón,  o me estás hablando de otra cosa? No, eso no, no me lo recuerdes. Aquí de política no se habla. Estamos contra la mentira.  Sólo mencionarlos, aunque sea para llamarlos “cabrones”,  ya es hacerles mucho favor. Contra eso estamos. (Aplausos)

-El presupuesto que han hecho el presidente… ¿qué harías tú? El presupuesto que han hecho…

-¿Presupuesto? ¡Olvídate de los políticos y de los presupuestos! ¡Olvídate! ¡Olvídate!

-A mí es la palabra “hecho” la que la realidad manda. Pero pienso en un hecho, por ejemplo: el obrero sindicalista a quien viene a avisarle su vecino guardia civil de que las tropas traidoras le han localizado,  y que se va al maquis… Está creyendo un hecho y actúa en conciencia de una realidad, y se va al maquis,  y se salva o no se salva, pero lucha. Decide irse al maquis. ¿Creemos en ese hecho o no creemos?

-¿Veis qué sencillo es? Es una cosa razonable. Efectivamente. Esa fe tiene que sostenerse. Por supuesto quien está metido en una aventura como la que él nos ha referido, es decir, cuando se trata de encontrar el sitio, un escondrijo, contra una fuerza cualquiera, la policía, cuando se trata de salvarle la vida a alguien que está inmediatamente amenazado, todos creemos en los hechos y operamos con respecto a ellos. En ese sentido actuamos lo mismo que el Poder. Creemos en esos hechos igual que creen los ministros, igual que creen los financieros. Creemos en esos hechos para actuar, para arreglarnos. Y no hay otra manera, mientras uno siga existiendo.

No hace falta llegar a trances como este. Simplemente, pues, tenemos que ir al banco y sacar un dinero para un gasto que tengo al día siguiente. Eso es un hecho. No hace falta  llegar a cosas muy extremosas. Creemos constantemente. Estamos creyendo en esos hechos. En cualquier sitio donde se trate de cuestiones prácticas, eso es lo que el Evangelio te dice: “lo que haga tu mano derecha”. Todo eso,  incluso sindicatos y luchas obreras, todo  eso es  mano derecha, igual que la del Señor. Donde no se cree o se trata de no creer es aquí, en una rebelión, en alguna asamblea libre que viene en esa rebelión. Es el sitio donde se puede decir ¡No! Porque dentro de la cadena de la existencia no tiene ni sentido. A cada paso tenemos que estar creyendo en cantidad de hechos, y hasta de hechos futuros, como en el ejemplo que he puesto, para más INRI. Y esa es la ley de la existencia.

Antes decía que si uno está tan conforme con esa existencia no tiene por qué venir aquí a nada, ni tiene que estar en rebelión ninguna. Está conforme, pues está conforme. Y entonces cree en los hechos, cree en la Realidad.  Pero no,  por fortuna no estamos nunca cerrados, no estamos nunca bien hechos del todo. Y aparte de nuestras  necesidades personales, aparte de nuestras actividades financieras, políticas o lo que sea,  nos queda algo que no se sabe, algo de pueblo que no existe,  y es al que se le está tratando de dar voz en ocasiones como estas: la mano izquierda. La condición es lo que el Evangelio dice: que no sepa nada de lo que hace tu mano derecha.

Lo que no podemos hacer aquí en el intento de decir ¡No! a la Realidad y los hechos que nos venden es traer a colación justamente,  como este hombre trataba de hacer,  cosas de ministros y de la realidad cotidiana que no tienen nada que ver. Gracias por ese recordatorio porque esto tal vez para muchos no estaba lo bastante claro.

¿Alguien cree que no tiene sentido ninguna rebelión? No tiene por qué estar aquí. Alguien tiene que creer en que no tiene sentido el venir aquí a traer su no. Puede ser. Los que están conformes con el Régimen que padecemos del Estado y Capital pues están conformes y se creen todo lo que está mandado,  no tienen por qué venir aquí.  Y si vienen aquí, si venís aquí es porque algo os queda por debajo de eso,  que no está conforme, que no está conforme con esa fe en la Realidad  y los hechos que os venden. Es esa contradicción la que nos tiene aquí, en esta pequeña asamblea.

-Me gustaría, para quitarle un poco la condición del plural a los hechos, recordar un hecho que me parece que es en el que cree casi todo el mundo, que es en la muerte que le va a llegar. Es decir, que parece que todos los hechos están un poco condicionados o bastante por ella y que, aun siendo como hemos tratado aquí, una cosa absurda, pues parece que casi todo el mundo cree en ello, como que está muerto en el futuro, se va a morir en el futuro, y me parece que así la vida es imposible en cualquier momento casi.

-Sí, gracias. Así es. Dije antes que había que empezar por el Futuro, pero el Futuro para los humanos, para este tipo de cosas que somos nosotros,   quiere decir la muerte: esa que nunca está aquí. Esa es por tanto la que funda el Futuro y la que a todas luces necesita fe. ¿Cómo nos la tragamos?  Pues tragando eso de la muerte futura ya está uno en el camino de tragarse todas las demás ideas y todos los demás futuros y todas las demás creencias que le vendan. Es una fantasía, es la primera idea. Solemos decir que cuando a un niño se le está haciendo entrar en esta realidad humana, cuando está terminando la guerra entre lo que trae de razón común, de lengua común, contra el idioma de los padres y del contorno, cosa que suele suceder al año y medio de edad o un poco más tarde, una vez que ha terminado eso, lo primero de que se le informa es: “Te vas a morir”. A partir de ahí la educación del niño, es decir, su incorporación a esta realidad, ha empezado, ya está en marcha. Una vez tragado ese hecho futuro, ese hecho que no está aquí, ya está educándose, ya está en camino de tragarse todas las demás creencias que le echen en la familia, en la escuela o en los medios de formación de almas.

-A ver, yo me acuerdo que cuando era pequeña, así sobre dos, tres años, recuerdo que era muy lista.   Poquito a poquito, pues,  con los años, cuando empiezas a estudiar, que tienes que hacer esto, lo otro, me encuentro luego –tenía veinte, veinticinco años- era tonta, pero muy tonta, me volví tonta. Y yo creo que, si os acordáis cuando erais pequeños y que preguntabais unas cosas y que antes que la respuesta había un silencio, decías “Aquí me están engañando”

-Muchas gracias. Es una experiencia que tiene mucho de común, yo creo. Yo la reconozco no sólo como mía sino como, por lo que me ha tocado, estar metido muchos años en eso de la enseñanza yo mismo –no quiero acordarme-, y  he visto cómo la educación hacía a las chicas, a las niñas y a los niños, pasar de esa situación de todavía más despiertos, donde las preguntas están vivas, donde hay una curiosidad insaciable a eso que en gente de la que está pasando ya el bachillerato y más tarde ha quedado ya amortecido, la conformidad se ha establecido, van a clase dispuestos a aburrirse, no preguntan nada, no les queda ninguna gana de preguntar nada, y eso es la educación, gracias por traer ese recuerdo.

-Y acabé de ser totalmente tonta cuando pensaba que  era muy bueno pagar los impuestos. (Risas)

-Bueno, vamos a ver si entiendo algo de lo que Agustín está intentando transmitir. Me ha parecido escuchar que él ha utilizado una paradoja y ha dicho que la Realidad es una fabricación mentirosa, y que cuando compramos la Realidad estamos comprando la Realidad porque tenemos miedo a morir. A mí me gustaría preguntarle a Agustín si ese miedo a la muerte es lo que nos hace comprar esa fabricación mentirosa que es la Realidad,  y el perder en cierto modo el miedo a la muerte puede hacernos más libres.

-Bueno, desde luego no hay por qué preocuparse de eso de entender lo que yo digo o trato de explicar. Hablo en lenguaje corriente, en lenguaje de por la calle, con vocabulario de por la calle y sintaxis de por la calle. Por tanto, no hay manera de no entender lo que digo. En esto me he educado hace mucho dejando atrás todas las jergas  filosóficas, científicas y de todo tipo, de manera que no hay manera de no entender lo que digo. Está en lenguaje corriente, por tanto claro. No digáis nunca eso de no entiendo. Confesad que es que me cuesta mucho trabajo recibir esto en contra de las ideas que yo tengo establecidas. Es mucho más honrado decirlo así. Por supuesto que la Realidad es la que nos venden se te presenta de la manera más clara en la realidad de las realidades que es el Dinero, el Dinero.

Hemos llegado con el progreso del Régimen del Bienestar, que es el Régimen del Dinero, a una situación en que prácticamente cualquier cosa que se compra, que te hacen comprar, si la miras bien por dentro, resulta que ella misma es ya dinero, que no estáis comprando nunca nada palpable ni con olor ni con gusto ni nada… Estáis comprando dinero, que es lo que el Poder quiere, que os paséis la vida cambiando unas formas de dinero por otras. Ahí tenéis la muestra más evidente de cómo la Realidad es una fabricación de dinero.

El miedo a la muerte, como lo he presentado antes, siempre futura, efectivamente es lo primero que a un niño se le impone, por lo tanto sería lo primero contra lo que uno tiene que levantarse. Si uno está conforme y lo encuentra muy natural eso de un futuro y una muerte futura, no tiene nada que hacer y ya va a tragarse todo lo demás. Por tanto ese es el punto. La muerte futura de uno.

-Yo me pararía en lo que has dicho de que la muerte, más que un hecho, es un punto, el punto final. Pero yo creo que es más bien cómo nos la venden a la muerte, porque si se vende diciendo que hay que disfrutar a tope de la vida, porque luego ya el misterio de la materia no sabemos lo que es, entonces la muerte ahí está, pero bueno, si nos hace vivir intensamente, aprovecharlo. Y quería decir como decía la compañera… La niñez yo diría que es la inmediatez, es lo que nos van quitando, que nos van haciendo pensando en el futuro, en el pasado, y lo inmediato lo olvidamos. ¿El dinero? Yo el otro día fui a comprar cinco sandías y seis melones para unos jóvenes que estaban en el Congreso, en este granito a cuarenta grados,  y yo creo que no era dinero, eran sandías y melones, con su gusto y su perfume.

-También es lo que estoy pidiendo. Son maneras sensatas de encontrar pegas para este intento de decir ¡No! a la Realidad. Hay que encontrarlas. Efectivamente, una de las maneras de engañarnos es la que él ha sacado. Más antigua y tradicional es, era, y fundada sobre el miedo de la muerte futura, era la otra vida. El futuro, la fe en el futuro, llegaba hasta ese extremo. Efectivamente, una vez establecida la muerte futura, estaba otro futuro,  el del Más Allá. Era una muerte futura,  y la gente, las personas, las almas, se lo tragaban en gran mayoría, aunque ahora a muchos de vosotros os parezca desusado, pero cualquier creencia en un disfrute futuro, sea en el Más Allá o sea antes de la muerte, está condenada al mismo engaño.    Lo que no hay no lo hay. Y por tanto si uno cuenta con futuros que no hay está cayendo en ese engaño. El que él ha sacado es uno de los sentidos,  probablemente de más éxito:  por tanto disfrutemos, porque la muerte futura, en la que creo, es inevitable, aprovechemos para disfrutar.

Bueno, lo primero para negar esto es recordaros vuestra experiencia, y encontrar cómo no marcha, cómo no marcha esa pretensión del disfrute del momento,  y eso del Carpe diem, que decía el buen Horacio, no es nada que de verdad se oponga a esa pérdida del vivir, del poder vivir que nos truecan por una realidad sabida. Cuando está establecida la muerte futura, te han hecho creer en un tiempo, y el tiempo es el que va desde ahora, que no era ningún tiempo, pero que te lo convierten en un presente, a la muerte futura, y es un tiempo vacío, es el tiempo real, es el tiempo de los relojes y los calendarios, es el que se cuenta por segundos, por minutos, por siglos o por horas. Y entonces cualquier disfrute al que le quieras meter pensando en llenar ese tiempo está ya falsificado de raíz porque se da en ese tiempo, en ese tiempo de los relojes y los calendarios, y ahí no puede nunca pasar nada bueno. Ahí no puede nunca pasar nada bueno. Algo bueno puede pasar siempre gracias a que nada está cerrado del todo. Ninguna de esas realidades es verdad.

-Bueno, yo voy a hablar de mí un poco. Yo tengo algunos años… Tengo algunos años ya. Y entonces…  Nací con Franco. Tuve a la sociedad en contra de mí, la religión y la política,  y tuve que ir como una serpiente, y fue difícil ir por esos mundillos. Hasta aquí he llegado. La religión me la he tenido que  quitar como desgarrándomela. Hoy día pienso que soy una bacteria evolucionada. Esta vez…  la muerte me va a llegar cuando me llegue. No le tengo miedo. Y, como tú dices, disfrutar he disfrutado todo lo posible y más.

-No te olvides de que toda la historia de tu vida que has contado es mentira. No te olvides, lo primero, porque en la Realidad no hay ninguna verdad. Son las ideas que tú tienes de tu vida. De vez en cuando en cambio de esas ideas viene y no se sabe de dónde un recuerdo sin nombre, y no se trata de tener miedo o no tener miedo, se trata de creer o no creer, que es contra lo que se está luchando aquí: creer en el futuro, creer que lo que no hay es como si lo hubiera, contra eso. ¡Acompáñanos en esta lucha!

Voy a tener que ir cortando. La tercera cosa que el coro del Bobomundo cantaba,  y que quedará más o menos abierta para, si nos quedan fuerzas o más bien desgarros para seguir viniendo aquí,  dentro de siete días,  era: “Creemos en el éxito y la Futuridad. / Tenemos fe, tenemos fe, tenemos fe”.  Lo de la Futuridad ahora mismo ya lo hemos tratado. Respecto al éxito tengo que recordaros esto: muchas de las expectativas que una gran parte de los muchachos, de la gente que estaba metida en esta rebelión,  ha necesitado y ha llevado a tirar por los caminos falsamente prácticos de hacer manifestaciones y ponerse de acuerdo y organizarse para esto o para lo otro, imitar las armas del enemigo y hasta el vocabulario mismo del Poder, todo eso, todo eso ha estado promovido por esto. Se trataba de tener éxito, y el éxito lo podía tener la rebelión en la medida en que los medios le prestaran atención, y en que algunos de los que están en el Poder, lo cual era fácil, empezaran a darles razón y todo eso. Conseguir esos éxitos, os lo he dicho al principio, se paga caro, se paga tan caro como que se pierde el espíritu que vivía en la rebelión. Quería decir también, y con esto nos despedimos por hoy, una rebelión como esta, lo mismo que al establecerse el Régimen en los año 60 se produjo,  en Madrid mismo en el 65,  hasta en el 68 en París,  una rebelión como aquella, una rebelión como esta,  a la que hemos saludado a mediados de mayo, no puede tener ni éxito ni fracaso. El éxito y el fracaso son cosa de los comerciantes, de las empresas, de los presupuestos ministeriales. Aplicar cualquier noción de fracaso o de éxito a estas cosas es ya colaborar con el Poder para someterlas justamente a lo sabido y que nunca pueden hacer nada. (Aplausos)