13.07.2006
“El mundo de la cultura española me importa un bledo” , entrevista a AGC por Nuria Azancot. El Cultural. p 38
El más joven de los nuestros viejos filósofos, Agustín García Calvo (Zamora, 1926), acaba de publicar tres nuevos libros, el ensayo ¿Qué es lo que pasa?, a vueltas con la realidad y sus mentiras; una versión rítmica de Cementerio marino, de Paul Valéry, y 47 sonetos de Guiseppe Belli, todos ellos en su editorial, Lucina, creada tras su exilio francés. Su vitalidad no tiene receta, aunque apunta que quizá sea el no rendirse a la ingratitud del mundo de la cultura, y el estar rodeado de gente joven, con la que se encuentra en su tertulia del Ateneo de Madrid.
NURIA AZANCOT | 13/07/2006 | Edición impresa - El Cutural de El Mundo
Caricatura: Agustín García Calvo, por Gusi Bejer
Pregunta: ¿Qué es lo que pasa en el mundo de la cultura española?
Respuesta: El mundo de la cultura española me importa un bledo. Apenas me interesa como parte de la realidad contra la que el libro mana.
P: ¿Por qué contra la realidad?
R: Porque la realidad se nos presenta, se nos impone o vende, nos estamos hundiendo en la verdad y sólo podemos defendernos contra eso, contra las mentiras de la ciencia y de la física. En el libro intento descubrir la esencia, la verdad y la mentira, de la realidad.
P: ¿La raíz del libro es la tertulia que mantiene desde hace 8 años en el Ateneo de Madrid con un centenar de jóvenes?
R: Desde luego, en gran parte surgió de ahí, en las sesiones del Ateneo. Es un fenómeno singular porque va ya para nueve años y siempre acuden unos cien, con pocas deserciones incluso en verano, a pesar del desprecio hacia mi obra de los que mandan en el mundo de la cultura. Y me consuela bastante.
P: ¿El contacto asiduo con jóvenes creadores le da motivos para el optimismo?
R: Prefiero hablar no de jóvenes sino de gente menos formada. Existe una mayoría idiotizada que domina la ciencia, la cultura y con los que no se puede hablar porque no aceptan el debate. Otros menos formados sí admiten el intercambio de ideas, porque la edad no condiciona demasiado ese talante abierto.
P: ¿Cómo surge su pasión por la física?
R: Mi pasión por la física esencialmente es odio. Y nace del amor a lo que no se sabe, a lo que sigue vivo. Por eso odio el capitalismo, que es la realidad de lo real,y otras formas de la realidad, como la ciencia y la cultura, que siempre están al servicio del poder. Me interesa saber si en física se puede descubrir algo de lo que es la verdad, a pesar de sus contradicciones.
P: ¿Se puede luchar contra la realidad?
R: Siempre, es una batalla abierta. En contra de lo que nos quieren hacer creer, la realidad no es todo lo que hay. Y no sólo es que haya probabilidad de éxito al combatirla, sino que es posible. Es lo que hace que el corazón y la razón sigan latiendo, porque no hay que resignarse jamás.
P: Y sin embargo, la escritura también falla...
R: Claro, porque tampoco está perfectamente hecha; pero a través de sus grietas a veces habla algo de voz viva en forma de poesía o de lógica, y entonces es lo que deshace la contradicción.
P: Ahora que menciona la poesía, también acaba de publicar una nueva versión del Cementerio marino de Valéry, y 47 sonetos de Belli... ¿cómo conviven en su caso el filósofo y el poeta?
R: Con naturalidad. En mi caso filosofía y poesía siempre han estado ligadas, sólo separadas por el placer de las técnicas creativas diversas.
P: ¿Por qué se edita sus libros, es una decisión personal o un síntoma del mercado editorial?
R: El problema es complejo. A mí, como sabe, ni Dios me hace caso, de modo que cuando volví de Francia decidí con alguno de mis hijos montar la editorial, con resultados económicos desastrosos.
P: ¿Sí, qué respuesta tienen entonces sus libros?
R: En general los medios, con excepciones como El Cultural, no se dan ni por enterados de lo que estoy haciendo. Se ve que sólo se recoge o alaba lo que se vende fácilmente, lo que no hace pensar, no molesta ni daña. Y se ve que mis obras son peligrosas.
P: ¿Por eso afirma que se venden los vendidos?
R: Sí, cuando uno decide someterse a las reglas del mercado, tratando de decir algo original pero aceptando los límites impuestos, se vende y vende. Pero si decide trabajar con libertad, sin someterse, tiene pocas probabilidades de reconocimiento.
P: ¿En qué radica la originalidad de su traducción de Cementerio marino?
R: En que he reinterpretado el ritmo del verso francés, dándole una nueva musicalidad a los poemas.
P: ¿No es un esfuerzo inútil empeñarse en volver a Valéry o Belli, en estos tiempos de falcones y browns?
R: No sé si es inútil, pero sí es posible y necesario. Me he dedicado a sacar a la luz poesía antigua y moderna, porque es uno de los sitios donde se habla de verdad. Intento devolver a la voz viva lo que yace muerto en la escritura.
P: ¿Le gusta que le consideren “el último ácrata”?
R: Nada, en absoluto, es meterme en la historia, es un truco, un señuelo, una etiqueta para hacer que lo que hago no sirva para nada. Lucho contra eso.
P: ¿De verdad cree que su obra no es más valorada porque hace tiempo renunció a salir en televisión?
R: Sí, suelo decirlo así, que la mitad de la culpa es mía y la otra del mundo porque me he negado a aparecer ahí, y lo que no sale en la televisión no existe.
Carta de Agustín García Calvo a El Mundo tras la publicación de la entrevista