05.10.1992
'Auto y Sociedad'. AGC. Azpiegituren Trapuzikin Izkutuak. pp. 1 y 2.
De una charla en Donosti el 5 de octubre de 1992 (Baúl de trompetillas)
Auto y Sociedad
Más testos de Agustín sobre Automóvil, Ferrocarriles, etc. en:
TRASCRIPCIÓN:
Más que aportar ideas, se trata como siempre, de romper algunas de las que hay, de las que dominan. Ni que deciros tengo que en torno a esto del auto hay una cantidad de ideas recibidas, no sometidas a una crítica profunda. Hasta el auto mismo se puede decir que es una idea, y gorda y pesada.
Defender los campos es mala táctica. Atacar el Auto, en cambio, es adecuado.
Lo primero que quiero hacer es esta observación táctica elemental: Habéis participado muchos de vosotros en esta lucha por "Autovía sí, Autovía no" o incluso "Autovía por acá, Autovía por acullá". Estas luchas, llenas sin duda de buena intención, y venidas de verdad de abajo, sin embargo están evidentemente encaminadas ya desde el comienzo, es decir, privadas de una verdadera fuerza denegación, de rebelión. Están encaminadas porque quién discute "Autovía sí, Autovía no", en este caso, como en otros, está dando por supuesto justamente el Auto. Y, quien discute "Autovía por acá o Autovía por acullá" ya está dando por supuesto la Autovía, pero incluso quien discute "Autovía sí, Autovía no" está dando por supuesto el Auto como si fuera un fenómeno natural, como si fuera una cosa con la que hay que contar. "Queremos ser realistas", suele decirse, "hay que contar con él, es una parte de la Realidad". Y entonces se trata de paliar los males.
Contra esta táctica es contra la que quería preveniros porque después de todo resulta que los grupos de lucha están haciendo lo mismo que el Poder, -el cual también se dedica a paliar la desgracia del Auto como puede-, gastando en estos paliativos miles y miles de millones, y haciendo sufrir a la población doblemente, con las obras, etc., una vez más. Cuando las Autoridades se dedican a hacer escavaciones en las urbes para paliar el problema del aparcamiento, cuando se dedican incluso a poner y multiplicar los semáforos, cuando llegan a hacer una cosa tan evidentemente ridícula como son Nuevas Disposiciones sobre el Cinturón de Seguridad, se dedican a todo esto después de estar todos siguiendo esa misma táctica, la de dar por supuesto el Auto: Nadie lo discute, es un fenómeno natural. Entonces no es que esto duplique solamente la esplotación del Auto, de por sí una esplotación, -como espero que después vayamos viendo- porque evidentemente los gastos de esas escavaciones, de la multiplicación de los semáforos y demás recaen como siempre sobre la población; sino que además, duplica también la peste misma y la desgracia del Auto: no sólo hay que aguantar los Autos sino que encima tienes que aguantar las continuas obras de nuevas escavaciones, de nuevas modificaciones de trazado, de nuevas invenciones de Autovía por acá o Autovía por acullá... Todo lo cual quiere decir que contribuye a este caos en el que de alguna manera el Poder nos quiere hundir.
Por supuesto la Autoridad, el Poder, os amenaza con que si no sois “realistas”, si no os atenéis a lo que se os da, si no respetáis por lo menos mínimamente los Órganos de la Organización... “El caos está amenazando”. Esa es la Idea de Ellos que se os impone. El caos verdadero es el que acabo de recordaros, es un caos conseguido por vía precisamente de Administración.
¿Cuál es la táctica que vengo aquí a proponeros en contra de esa mala táctica, según la cual, como he mostrado, después de todo también en la lucha colaboráis con la Autoridad? Hay que aprovechar desde luego cualquier cosa concreta, como por ejemplo el problema de esta Autovía; hay que aprovechar cualquier autobusada de muertecitos, más o menos viejos, que el invento del Auto haya producido en un fin de semana u otro... Cualquier incidente hay que aprovecharlo, pero no para protestar contra el - después de todo, es una aparición superficial- sino aprovecharlo como pretesto para intentar hablar a fondo de la equivocación en que consiste el Auto mismo. Y si es preciso, llegar desde esta equivocación del Automóvil hasta algo más abajo todavía.
Esta es la táctica contraria que os propongo: Mantenerse siempre coscientes de que estos incidentes de Auto diarios, accidentales, etcétera, son manifestaciones superficiales de un problema más verdadero y planteable. Cualquier cosa de esas no puede ser más que un pretesto para armar barullo y para juntarse, discutir y penetrar a fondo en el problema de verdad. El problema de la destrucción del ambiente, el problema ecológico, en general, está lleno de trampas.
A lo largo de mis comunicaciones con la gente durante estos años, especialmente entre la gente joven, he visto estas trampas florecer bastante intensamente. Se parte de una idea equivocada, se parte de la Idea de que la Naturaleza, como suele decirse a veces, la estamos destruyendo nosotros. Y, por tanto, nosotros podemos, por medio de nuestras protestas, impedir esta destrucción. Esta es una idea que está equivocada, porque la destrucción de la Naturaleza no sale de nosotros, ni de voluntades humanas, sino de algo mucho más abstracto que son los propios Órganos de Poder; no señores determinados, no voluntades determinadas, el Estado, el Capital, los intereses de los que después hablaremos y que, entre otras cosas, se manifiestan en esta Istitución del Automóvil.
Por tanto, defender los campos es mala táctica. Y, atacar el Auto en cambio, es adecuado. No podemos caer en Ideaciones de la Naturaleza, ni de los campos, ni de la Tierra. No voy a decir que con esto querría desanimaros de toda protesta de tinte ecológico, o más o menos verde. Digo que de elegir entre procedimientos de ataque, por supuesto hay que elegir atacar lo que se nos da, como el caso del Automóvil, y no practicar protestas que son, más bien, de defensa de algo amenazado por ello. Tenemos la suerte de que el enemigo da los caminos, Él ofrece con bastante claridad las cosas que hay que atacar.
Es preciso descubrir antes que nada como el Automóvil es un medio de trasporte inútil.
Como para el Poder la falsificación y la mentira, por ejemplo, es un arma esencial sin la cual nada marcharía, nada podría sostenerse, basta con dejarse guiar por las mentiras y por las falsificaciones que Ellos ofrecen y decir NO, intentar decir NO de la manera más razonada, al mismo tiempo que más apasionada. Esto es importante, sobre todo porque en estas luchas contra el Poder siempre tropieza uno con este coñazo inacabable de que te pidan alternativas. Hay que saber decir a quien te pida alternativas que te está haciendo una trampa, que no hay alternativas, que es el enemigo el que es nuestra única guía. Dando alternativas se está siguiendo el juego al Sistema. La prueba es que el Estado asimila cantidad de alternativas de las mejor intencionadas, las toma como suyas y si te descuidas las hace Ministerios. Saber negarse a ofrecer alternativas es esencial y cuando el Poder nos ofrece una cosa tan gorda y tan bien hecha como el Automóvil, no la vamos a desperdiciar. Son evidentes las pestes de todo tipo que la imposición del Auto ocasiona y no las voy a repetir ahora. Las tenéis bien presentes: una ciudad ya no es una ciudad, desde el momento en que hay Autos. Un conglomerado urbano como Madrid ya no es nada para la gente, es hecha algo [más] para los Autos, el ambiente, el aire desaparece... Pero estas lamentaciones son más bien las heridas que deben servir como motor de la protesta.
No hay que olvidar que lo esencial es que el Auto se nos presenta y vende como un medio de transporte popular. De modo que el camino es analizar la inutilidad y la torpeza del Auto como medio de transporte. Todo lo demás viene por añadidura: todas las pestes del aire, de las ciudades, de los campos, de las autovías y los parkings subterráneos... Vienen dados como por añadidura. Cuando las cosas son verdaderamente útiles, no producen ninguno de esos desastres de los que un poco, superficialmente, nos quejamos. De manera que es preciso atacar el problema a fondo, es preciso descubrir cómo el Automóvil no es un medio de transporte útil, y que en consecuencia, todo lo demás viene por añadidura. Los tres cuartos de siglo - o algo más - desde que empezó a fabricarse el Automóvil Personal en Norteamérica, han sido un machaqueo costante, un impedimento costante al desarrollo de los medios útiles de transporte. Es decir, para imponerse tenía y arrinconar, por supuesto, a los medios útiles.
Esto es una ley que se ha venido cumpliendo y se sigue cumpliendo. Cuando el Estado dice que “hace algo por el ferrocarril”, hace algo que no es por el ferrocarril -como la Alta Velocidad-, algo que efectivamente significa la sumisión al Estado de cosas del avión, del autobús y demás. En cambio, se dedica al Estado a no hacer rentables muchas vías (a través de empresas típicamente traidoras como la RENFE), para después declararlas no rentables; y, una vez que esto se ha conseguido, cerrarlas (y si llega el caso, entonces, organizar autobuses).
Fijaos en las grandes ciudades, en las grandes urbes. Hace 40 o 50 años, salvo en algunas ciudades europeas que contaban en aquel momento con una corporación especialmente inteligente sensible, se procedió a la supresión y al demolimiento de los tranvías, levantamiento incluso a veces de las lineas férreas.
Pues al cabo de estos 50 años desde la supresión del tranvía y de su sustitución por el Automóvil y por Autobuses no hay más que asomarse para saber lo que es, especialmente en sitios típicos como Madrid: allí demuestran su inutilidad a cada paso. La melaza del tráfico urbano de Madrid, que ya de por sí con los Autos Personales es una perdición, con esta incrustación de Autobuses se vuelve ya, de vez en cuando, algo completamente intratable; y eso que lo otro, el otro ferrocarril (el subterráneo -el Metro-), no ha dejado de mantenerse, porque si no ni siquiera puede uno imaginarse que sería.
Lo más grave de todo no está ni en camiones, ni en autobuses; está en el propio Auto Personal. No hay que desoír las otras cosas -Autobuses y Camiones- , pero no hay que olvidar que todo nace del Auto Personal. En este siglo de imposición del “medio de transporte inútil”, no es que sólo la imposición del Automóvil se haya dedicado a arrasar y no dejar desarrollarse a los otros medios, sino que ha fabricado además conglomerados urbanos que slo pueden sostenerse por el Automóvil. Imaginaos los Trabajadores habitantes de los suburbios de unaó gran ciudad. Son suburbios que se han fabricado para dormitorio y los trabajadores tienen que desplazarse todos los días, dos veces por día al centro. No se ha hecho por supuesto ningún ferrocarril nuevo, no se ha prolongado el metro, no hay tranvías... De modo que estos trabajadores están directamente condenados por la propia fabricación del conglomerado urbano al Automóvil.
En estos casos, el fracaso y la inutilidad del medio se reduplica, porque quien vive en cualquier sitio como estos está condenado al Automóvil, y, encima, como el tráfico es ya tanto, tiene que tardar también su hora y media, sus 2 horas, para llegar a la fábrica o a la oficina. De forma que no sólo ya es que la fabricación del conglomerado urbano está hecha para el Automóvil, sino que además ni siquiera el Automóvil puede evitar esto... aunque ¡digo mal!, en realidad se trataba de eso: Se trata de que un trabajador, después de las reivindicaciones salariales de sus abuelos (de la jornada de 8 horas, de los cinco días y medio), siga trabajando más que nunca. Una de las maneras de que trabaje más que nuca para la inutilidad es conseguir que en el transporte, con su Automóvil, emplee dos o tres horas diarias.
El Poder esencial del Automóvil como Ideal Democrático
¿Cómo es que la propaganda del Automóvil, siendo evidente la falsedad de los eslóganes y de las ventajas... la gente traga, en Mayoría? El Poder esencial que hace que en contra de la evidencia de la inutilidad se haya impuesto durante cerca de un siglo, y se siga imponiendo, está justamente en esto: el Automóvil es una Istitución que puede decirse que es como la manifestación misma del Ideal Democrático.
Es la Istitución Democrática por escelencia. Cuando Ford empezó a fabricar los Automóviles Personales en cadena, hace 80 o 90 años, obedecía justamente a este Ideal, entonces claramente floreciente en Norteamérica. Desde entonces, la Tecno-Democracia no ha podido prescindir del Automóvil y hoy lo necesita, de hecho, como uno de los puntales esenciales de su sostenimiento. El Ideal Democrático consiste justamente en que la Mayoría - a la cual se hace pasar por todos- haga lo que está mandado pero con la condición de que cada Uno lo haga por su voluntad, por su cuenta, por su gusto. Esto es lo que justamente se consigue con el Auto Personal.
Nada más tenéis que poneros en cualquier bordillo de acera o en una encrucijada, y observaréis que efectivamente todos, es decir, la Mayoría, -que se hace pasar por todos- van más o menos al mismo sitio y a las mismas horas. Pero cada uno por su cuenta, cada uno movido por su propia voluntad, es decir, por su propia decisión. No hay que olvidar que el Auto se presenta como un desarrollo y como una especie de culminación de la noción de Persona. Nada más tenéis que ver la cara del conductor, que es la cara normalmente de una típica imbecilidad. Es la cara de la típica imbecilidad que consiste en creer que Uno va a donde quiere y que sabe a dónde va. No es más que una pieza: la verdadera Persona es el Auto, este nuevo cuerpo parecido al caparazón de un caracol y que multiplica por 20 el volumen del Individuo. Es Él el que manda y el conductor es un implemento más de la maquinaria, aunque no es cosa de ponerse a sustituirlo, porque nunca se puede prescindir del todo del caracol dentro del caparazón, y porque hay buenos motivos para saber que de lo que se trata es, en definitiva, de la dominación de eso que va dentro. Este es el Ideal Democrático. No debéis olvidar que la Democracia es la última forma de dominio. Es a lo que aspiran todos los que viven en los márgenes del Desarrollo, al que no ha llegado todavía y tratan de llegar ansiosamente al paraíso Tecno-Democrático de los Países Desarrollados. Por eso ya comprenderéis que quién está atacando al Automóvil está atacando un punto verdaderamente neurálgico de este Sistema de dominación. Es evidente que hay buena parte del gran Capital ligado inestricablemente con el Automóvil. No sabrían qué hacer sin Él ni las Empresas ni las Bancas ligadas a las Empresas. Una gran cantidad de Capital se mueve en relación con el Automóvil, la gasolina y demás.
Los Estados tienen también en el Automóvil un interés fundamental, no sólo ya por los impuestos de la gasolina de los que se alimenta gran parte del Presupuesto, etcétera, sino de otras muchas maneras un poco más alejadas, más aparentemente políticas que económicas. Pero todo esto todavía es relativamente superficial. El Interés, de verdad esencial, está en eso que os he presentado ligado con el ideal Tecno-Democrático y en la creencia en la Libertad Personal.
Si no se ataca ahí, no se está atacando el Automóvil. Hay que reconocer hasta qué punto el Automóvil es efectivamente casi como una representación plástica de este Ideal, incomparable con ninguna otra. Efectivamente, se consigue esa maravilla en que la última forma de dominio se asienta. Se obedece como los esclavos al faraón igual, la misma Mayoría y con la misma ceguedad pero fundándose en la “decisión”, el “gusto”, la “voluntad de cada Uno”. La gente, al fin, conserva todavía por pudor y un cierto sentido de la utilidad, y, ¿cómo se va a confesar a sí mismo que le han metido una porquería que no sirve para nada? ¡no se lo va a confesar tan fácilmente! el comprador de Auto sigue pensando que si le venden un medio de transporte es para que se cumpla con la función que le han prometido. Y él no se resigna, no se resigna nunca del todo.
Siempre hay gente que se escurre y que no acaba obedeciendo ¡si se cuenta con la aplastante Mayoría, entonces no hay nada que hacer! Ese es el truco esencial: ¿De qué vale luchar contra las Autopistas si cada Uno ha comprado su Auto, y no sólo se lo ha comprado sino que lo va a renovar cuando se lo manden el año que viene?
Hay un interés en que la gente ni viva ni piense.
La inmensa mayoría de las cosas, como inútiles que son, no son más que formas disimuladas de Dinero. Este Dinero es una Istitución de primera importancia, pero es todavía relativamente superficial. Hay un interés en que la gente no viva ni piense, y ese interés es desde luego más profundo. Uno podría pensar, en torno a la gasolina y tantos intereses, que “claro, esto esplica que el Auto se siga imponiendo a pesar de que esto destruye las ciudades, los campos y demás, y que éstas pestes que polución en el ambiente...”, como si esto viniera arrastrado como una mala consecuencia del Interés Económico. Pues no. Por desgracia, hay que suponer que por debajo hay un Interés directo en la polución, en la destrucción de las ciudades y de los campos, en que la gente viva lo más mal posible, etcétera.
A esto aludido antes respecto al Trabajo. En tiempos del progreso de los abuelos del Ferrocarril, las grandes reivindicaciones de los trabajadores era la disminución del horario salarial. Sin embargo, sabemos que como se ha conseguido que al cabo de un siglo, la gente en un sitio como Madrid trabaje más que en tiempos de los abuelos, en cuanto incluyas las horas de trasporte forzado a las que se ven obligados, esto quiere decir que hay un interés directo en hacerle la puñeta a la gente. Por ejemplo, la costrucción de los conglomerados urbanos, con sus bloques de pisos que se venden a la gente como si fueran casas. Uno pensaría que esto viene arrastrado por los Intereses del Capital, que tiene que acumular la Producción, en grandes centros, y por tanto, crear grandes suburbios. Entonces, para solucionar el problema de la superpoblacion de estos suburbios, no habría más remedio que desarrollar esta arquitectura de bloques de pisos. Pero en cuanto uno lo analiza, ve que no es verdad. Ve que la propia fealdad y tristeza que acompaña a estos suburbios de bloques de pisos es algo que por debajo se está buscando.
Hay un interés en la tristeza, hay un interés en la fealdad, hay un interés en el Trabajo, hay un interés en la miseria, en el aislamiento y en la incomunicación. Hay un interés en que cada vez que el ingenio y el sentimiento humano desarrolla nuevas maneras de vivir, maneras de pensar de verdad más libres, de verdad más hermosas, inmediatamente algo por parte del Sistema viene a estropear el invento. Esto es una costante que hay que reconocer.
Apuntes de la charla con Agustín García Calvo
Donostia el 5 de octubre del 92