22.11.1989
“La mayoría absoluta es una mentira”, entrevista a AGC por LUIS G. LAURET. La Voz de Asturias, 22 de Noviembre 1989.
EL PERSONAJE | LUIS G. LAURET
AGUSTÍN GARCÍA CALVO, poeta
“La mayoría absoluta es una mentira”
█ “España hace tiempo que no me interesa, porque se ha convertido en un país de progreso progresado como cualquier otro”. Agustín García Calvo, catedrático de Latín de la Universidad madrileña, habló en Mieres para los alumnos del Instituto Bernaldo de Quirós, con su acostumbrada flema subversiva. El ensayista, crítico, poeta y “profesor atípico” —como lo presentara Carmen Díaz Castañón—, compañero de Aranguren y Tierno Galván cuando la revuelta estudiantil de 1965, expulsado entonces con ellos de la Universidad, defendió el abismo y la rebelión frente al orden numérico establecido.
—Dice usted que el poder es el ejercicio de la mentira...
—Lo es, efectivamente. La política no hace otra cosa que glorificar el futuro, y el futuro es mentira. Los políticos dicen que existe como antes las iglesias aseguraban la gloria eterna. A chavales como éstos del istituto se les dice que se preparen para él, cuando no es más que un sustituto de la vida que se niega. El único futuro verdadero es el límite de la muerte, que se enmascara casi siempre.
—¿Y el caso de España?
—Hace mucho que ha pasado a ser un ejemplo de país cualquiera, y la verdad es que no le veo ni gracia ni interés especial. Me interesa la democracia tecnológica, o tecno-democracia, como diablos quiera llamarse; contra ella lucho, con ella me meto, y sus manifestaciones típicas españolas, la verdad es que me preocupan muy poco.
—¿La mayoría absoluta es una mentira muy gorda?
—Lo es, porque se costruye por la simple suma de voluntades individuales. Pero ocurre que hay algo, que es pueblo, y no vota. La mayoría se convierte en una de las grandes mentiras.
—Y la cultura, ¿no tiene nada que decir?
—También está al servicio del poder. Lo está, por lo general, la ciencia y toda la cultura. Ocurre hasta con la ciencia ficción, un género que se ha convertido en arma esencial para convertir a esa cosa que siempre queda por debajo, a la que apenas aludo con palabras como pueblo o gente, en una masa de individuos. Géneros como éstos, por ejemplo, que tanto machaca el cine y la televisión, están destinados a eso, a machacar unas creencias fundamentales en las almas y a que eso del pueblo desaparezca y quede convertido efectivamente en una masa de individuos personales. Por debajo está ese pueblo, con su razón común y su no saber, que es al que apelo contra el saber, el ser, el Estado y el capital.
—¿Y la religión?
—Las religiones arcaicas perviven en nuestros tiempos, casos de la católica o las importadas de oriente, pero sólo de una manera marginal; la verdadera religión es la ciencia, y la ciencia vulgarizada, como sabemos que está y acompañada de supersticiones que conviven con ella en buena hermandad, como la astrología u otras por el estilo. Ésa es la verdadera religión de nuestro tiempo, la que domina en los países de progreso progresado, la que más millones de gente tiene sometida, sin negar la pervivencia con las antiguas y siempre en buena hermandad con la ciencia.
—El panorama es sombrío...
—El espectáculo que se impone a los individuos es en general triste. La gente se ríe de vez en cuando; yo creo que cada vez menos y de peor manera.
—¿Cree que hay alguna salida?
—Si no hay camino, no hay camino; si no hay futuro, lejos de ser triste, es alegre, porque siempre se puede hacer algo que no está hecho: hablar, pensar. Y es que creo que hacer la misma tuerca en la cadena de una fábrica una y otra vez no tiene ninguna gracia. Cabe rechazar esa realidad, a favor de otra cosa que no se sabe qué es, pero que a lo mejor podría llamarse vida en oposición a ésta que no lo es. Por eso digo siempre que cuando uno habla de infinito o tiempo, en realidad se está jugando la vida.
—¿Y la revolución?
—La revolución sí puede ser verdadera. Frente a esta realidad triste es importante ser subversivo.
LA VOZ DE ASTURIAS, 22 de noviembre de 1989