Nuestra despedida a Jaime Pozas, “Prenda de la buena compañía”, que nos ha dejado estos días, recordando su inmensa generosidad:
generosidad en su acción impecable y constante contra el Orden y las mentiras de este mundo; en su asistencia a las tertulias, desde aquéllas de los años ’60 en el café La India en la calle Montera y otros, en ésos años medio clandestinos, antes de su encarcelamiento. Y todos estos últimos años en las Tertulias del Ateneo de Madrid;
generosidad en su amistad desde hace tantísimos años, desde cuando acudíamos a la Academia Elba de la calle Desengaño, a reunirnos con Agustín y otros amigos y que ha sabido mantener con todos ellos hasta hoy;
y, cómo no, generosidad con ésta siempre moribunda Editorial Lucina a la que estuvo haciendo aportaciones, para que se pudiera seguir publicando (Casos y Mentiras principales).
Añadimos la “Balada estival de las cárceles madrileñas”, de 1968, cantada por Chicho Sánchez Ferlosio, en su primera versión, de letra y de canto, y grabada en el magnetofón en ése mismo año.
En la trena lo tienen aún
a Jaime, la prenda
de la buena compañía;
en chirona está Paco Gil,
que así se sonreía;
y Miguel en Carabanchel,
y en las Ventas las tres Marías;
para Izquierdo, Aldecoa y Giral
y Emilio y David
son números los días;
y también a la sombra está
Josefa García.
Los jüeces, como es natural,
se van a la Toja,
o si no, a Fuenterrabía;
su permiso irá a disfrutar
el blanco policía:
la Justicia descansa al sol;
pero no muere todavía:
generales, ministros y Dios
tostándose están
las panzas respectivas.
Y también a la sombra está
Josefa García.
La señora que va de bazar,
jarrones, visillos,
sábanas, mantelerías;
la empleada el Sábado, al fin,
el tren de cercanías:
cada cual en su condición,
todo el mundo a vivir su vida;
y en el apartamento dos mil,
con hielo y con gin,
el disco se vacía.
Y también a la sombra está
Josefa García.
No están ni por fu ni por fa,
ni culpa ni causa,
ni pasión ni ideología,
sino porque guerra la paz,
porque la noche día:
por la misma razón que aún
cruje el arco y gime la lira:
aquel hombre que vive a jornal
y aquélla que ya
más flores no le envían.
Y por eso a la sombra está
Josefa García.
Porque llaman amor a la ley
y ley a la fuerza
y verdad a la mentira;
y por eso el sol sabe a hiel
y el pan a cobardía,
y los libros a muerto y
a sin sal la sabiduría,
y los besos de hombre y mujer
a cal, y el amor
a reja y celosía,
desde que ella a la sombra está,
Josefa García.
En el patio central del penal
hay una morera
que florece a mediodía
de palabra al vuelo que va
por esas galerías:
“Libertad no sabéis lo que es,
pero sí penitenciaría.
El que quiera romper la prisión,
que encuentre la luz
negando cielo arriba
que en el cielo Dios y a la sombra esté
Josefa García".
Canción
68 de
Canciones y soliloquios
GARCÍA CALVO, Agustín: Canciones y soliloquios. Zamora: Ed. Lucina, 1993 (3ª Ed.).
págs. 132-135.