26.08.2014

Tertulia Política número 115 (5 de Marzo de 2008)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


  • El fin es el principio.
  • Dos tipos de no-existentes contrapuestos.
    • Los ideales
    • Lo sin fin, lo desconocido
    • Yo; pueblo-que-no-existe
  • Materia

 

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TRANSCRIPCIÓN:

 

 

Vamos a ver si salvamos este pequeño retraso que, por diferentes motivos, nos ha caído encima; hacer como si no pasara nada, porque después de todo es la verdad: que no pasa nada, nada que merezca la pena de mencionarlo. De manera que vamos a ello, a seguir con... con esta guerra.


No sé cómo os habéis quedao los que estabais conmigo el último día después de haberos presentado como evidencia palpable lo de las dos fechas que, separadas por un guión, figuran en la lápida de un difunto. Era importante hacer notar el engaño que hay cuando esas dos fechas -la de la muerte costatada, puesto que el muerto está muerto, y la del supuesto nacimiento- quieren hacérnoslas pasar como si pertenecieran al mismo orden de cosas, como si pudieran tranquilamente separarse por el guioncito y dar lugar a un tiempo contado, que es a lo que ha venido a reducirse la vida del difunto.


Ésta es una gran mentira -y es una mentira importante, cuyo desvelamiento puede revelarnos otras muchas cosas y aclararnos respecto a alguno de los descubrimientos que aquí venimos haciendo, en esta guerra contra la Realidad, contra el Poder-, que es la fecha de la derecha (por lo menos, según nuestra manera de escritura), la fecha de la muerte, la que es de alguna manera fija, la única con la que de veras puede contarse (como tantos otros acontecimientos fijos y contables de que la Realidad está llena) mientras que la fecha de la izquierda, la fecha del nacimiento, es mentira, es un insulto contra nuestro sentimiento de las cosas, porque hemos descubierto y sentido bien que uno no nace nunca, eso que se dice que ‘nace’, al modo de los animales o de las hojas de los árboles, no es uno desde luego; sólo empieza a ser uno cuando allá por cerca de los dos años le anuncian (aunque no todavía la fecha pero sí el Futuro cierto) “te vas a morir”.


Ésa es la costitución, no el nacimiento. Uno no nace: se costituye, y se costituye precisamente a partir de ahí, y lo de antes es algo en lo que ese uno -que va a ser real, Futuro, con su muerte- no hace más que perderse, más cuanto más atrás: perderse, deshacerse, disolverse su mentira costitutiva.


Ya sabéis que la Realidad no es la Realidad, y esa Realidad está hecha precisamente como algo impalpable, regido por ideales, por el Futuro, que es la muerte.


Esto es muy importante y ahora, antes de pasar adelante, me diréis hasta qué punto todavía no se entiende o siente de una manera lo bastante viva, porque no encuentro otra manera más simple y más inmediata de haceros sentir conmigo esto que hemos descubierto de que ‘el fin es el principio’.


Si uno para desmontar esta Realidad que el Poder nos impone, en la que se nos hace creer (que ése es el objeto de la Fe, la Realidad no se sostiene sin la Fe), si uno para desmontar eso no puede entender de veras bien a fondo que ‘el fin es el principio’, entonces, poco hay que hacer en esta guerra, poco hay que hacer y, en cambio, yo pienso que el descubrir eso y el sentirlo es el primer elemento de desengaño, de descreimiento, que es el arma que tenemos para luchar contra la Fe, que es la sola manera que se nos da de luchar contra la Realidad una vez visto que ella, la Realidad, sólo se sostiene con la Fe.


De manera que ‘el fin es el principio’, ésa es la diferencia entre la fecha de la muerte costatada, fija, pero ya anunciada desde mucho antes como Futuro, y la fecha del supuesto nacimiento, que es una pura mentira, un insulto, una pura mentira según lo que acabo de mostraros.


De manera que, antes de pasar adelante, os dejo ya que me digáis todas las pegas o ocurrencias que pueda haber respecto a esto. Y, venga, sin más, adelante.


AGC - Tiene Vd. sitio aquí. Tiene Vd. sitio.


- Sí. Ya, ya. Si es que estoy mirando a ver si había para mi amiga.


AGC - Aquí hay.


- No: para los dos [].


AGC - También hay dos, separaos. 


AGC - Adelante.


- Yo no sé hasta qué punto es fija también la fecha de la muerte, porque hemos visto otros días que tampoco está tan claro que nos muramos. Entonces...


AGC - ¿Quieres decir que “nos hayamos muerto”?


- Sí.


AGC - ¿No?


- Que igual que con el nacimiento pues nos vamos perdiendo y se puede decir que eso parece que es siempre pasado, pues lo otro es siempre futuro. Tampoco se llega nunca a esa fecha.


AGC - Sí. Yo he estao (Tenéis aquí algún asiento todavía), he estao demasiao realista al decir “costatada” (la muerte), “el difunto es el difunto”, “el muerto se ha muerto”. Esto es desde luego lo que rige. Yo he estao realista al decirlo así. Me he atenido a lo que se dice. Y tienes razón, si se examina, tampoco... tampoco os es tan claro. La decisión parece ser una decisión tomada por algún motivo que sólo pretendidamente es natural, biológico, cualquier cosa de ésas, porque efectivamente el muerto a lo mejor no se ha muerto del todo, ¡vaya usted a saber! A lo mejor es mentira, es mentira lo que la Sociedad ha decidido, a lo mejor no se ha muerto del todo, a lo mejor era una muerte aparente y pueda revivir, a lo mejor todavía hay algo de él (si es que se le puede dividir en partes) que sigue viviendo, y por tanto no es total, y si no es total, pues no se ha muerto del todo. De manera que efectivamente así es. Ahora, yo creo que eso no quita la diferencia extrema con la fecha de la izquierda. Pero, de todas maneras, dadle vueltas a esto y mirad si esto... si esto es así o no. Por otra parte, no olvidéis distinguir entre esta costatación -tal vez no tan segura- de que el difunto ha muerto y la seguridad de la muerte futura en la fecha venidera que sea, que ésa es otra forma de seguridad que está establecida desde el comienzo. No se os oculta que esto tiene relación con los problemas físicos en cuanto a la relación entre la predicción con éxito y la costatación por experimento de lo previsto. Es una... una cosa a la que le hemos otros días estao dando muchas vueltas.


- Lo que sí es como diferente, que ahí la cuestión del observador y lo observado, en el sentido de que cualquiera que entra en un cementerio y de repente ve dos números y un guioncito, casi siempre no es el muerto, es otro (otro: el que está mirando). Pero mi pregunta es ¿qué diría el muerto si él lo dice? Realmente él diría “Por más atrás que miro no me acuerdo de haber nacido”, pero ¿se acuerda de haber muerto?


AGC - No sé qué os parece ese planteamiento referente al más allá. Aquí, desde luego...


- No: me refiero a lo del recuerdo.


AGC - No: al más allá. Al más allá. Se refiere... es un planteamiento referente al más allá de la fecha segunda, en la fecha mencionada...


- Y en la otra, que no se acuerda de haber nacido.


AGC - ... en la cual tienes que sin embargo suponer un muerto que observa su lápida y dice –imagináos- nada menos que eso. Qué difícil es... qué difícil es efectivamente dar a un muerto por muerto del todo ¿eh? Este mismo planteamiento lo está revelando bastante bien. Bueno, más en serio, más a fondo, venga.


- ¿Más a fondo que eso?: lo dice el muerto.


AGC - Sí.


- A lo mejor tiene que ver con esto algunas costumbres, como por ejemplo en los manuales y Enciclopedias y todo esto, que dejan -después del guión-, dejan un precavido espacio en blanco antes de cerrar el paréntesis. Y, luego, quizá también -no sé qué te parece- los... los mitos, las historias de las viejas religiones, por ejemplo la más... -creo que una de las más conocidas-, la de la Pasión -¿no?-, que primero está la Crucifixión y luego el Portal de Belén. Da la impresión ¿no?, justo al revés.


AGC – ¿“Primero está la Crucifixión...”?


- Sin la Crucifixión no tiene sentido el Portal de Belén.


AGC - Pero, ¿lo de “primero”?... “Primero” ¿cómo lo dices?


- Bueno, que la Historia se costruye a partir de la Crucifixión hacia atrás. Si no, no habría Portal de Belén, no nacería Cristo, ¿no?, si no fuera para ser crucificado, se supone.


AGC - Bueno, que tal vez algunos te dirían que es opinable. Yo no sé, parece bastante razonable, pero opinable de todas maneras. En cuanto a lo primero, fijáos bien, efectivamente con el Progreso hemos llegao a esto. Antes, rigurosamente en las Enciclopedias no estaban más que los muertos bien costatados, por tanto con las dos fechas. Pero, en efecto, hace mucho tiempo que, con el Progreso, en las Enciclopedias figuran también los que todavía no tienen más que la fecha de la izquierda, y el guión queda en el aire esperando. Esto a lo mejor a alguno le podía alegrar, a mí no. A mí no me alegra nada; a mí no me alegra nada sino por el contrario me entristece mucho, porque me está revelando que a ese atrevimiento se ha llegado gracias a que también a los vivos se les da ya por muertos desde bastante pronto. Efectivamente se confía en que el que está en la Enciclopedia ya no va a hacer nunca nada que merezca la pena ni que desbarate nada. No sólo se confía en eso, no sólo se pone Fe en eso, para dejarle el lugar de su muerte en blanco, reservado, sino que además, como siempre, se contribuye a que sea así. No sólo se... no sólo se pone Fe en que ese vivo está ya muerto (por tanto lo podemos meter en la Enciclopedia) sino que, al tener esa Fe en que está ya muerto, se contribuye a que sea así, como suele suceder con todas las formas de Fe. Ninguna Fe es inocente ¿eh?: esa Fe en que el muerto está muerto es un hacer que el muerto esté muerto irremisiblemente. ¿Qué más?


- No, lo que pasa es que es como una obsesión del celebramiento de los cumpleaños en el Mundo entero, o ¿es una cosa así de por acá, eso de que costantemente se celebren los cumpleaños?...


AGC - No, no: es...


- ... porque se va celebrando la muerte todos los años.


AGC - Es verdad. Es también una compañera del Progreso. Si nos fijamos en otros tiempos, incluso en los que gente vieja como yo puede recordar, y en otros tipos de Civilización, nos damos cuenta de que en el Estado del Bienestar, en el Régimen que hoy padecemos, eso ha llegado a una culminación, es el extremo, es el extremo. Cuando yo era pequeño todavía se seguía la moda de los pueblos de celebrar el Santo. Y, claro, el Santo, pues no. Para el Progreso actual no es satisfactorio eso del Santo, que además se ha confiado más en que a los niños y a las niñas, en lugar de ponerles los nombres de los Santos que figuraban en el Registro del cura, se les puede poner un nombre cualquiera, a capricho de los padres, y cosas por el estilo, confiando en este Progreso de la Libertad. Y los cumpleaños, pues no, no eran tanto. Y hoy la celebración por excelencia es la del cumpleaños. Es la del cumpleaños. No puede celebrarse el cumpleaños del muerto que ya se ha muerto, pero se hace todo lo posible. Porque al celebrar el 23, el 47, el 84, se está de alguna manera celebrando su muerte, parcial, a trozos, no puede el Poder conseguir todo de repente, pero hace todo... hace todo lo que puede. Y efectivamente así es, no hay otra celebración en el Régimen del Bienestar que pueda compararse con ésa. El himno internacional del Régimen del Bienestar ya sabéis cuál es, ya lo habéis [oído] por todas partes y con todas las letras ¿eh?, el “Por ser un muchacho excelente”. Pues eso: ése es el himno internacional del Régimen del Bienestar. ¿Qué más?


- A mí lo que me parece interesante es que muchas veces, cuando hablas con personas mayores (‘mayores’ quiero decir de noventa y tantos años) y te dicen que ellos no saben ciertamente para qué han venido al Mundo, ni cuál ha sido el sentido de su vida. El sentido de la vida es una insistencia y se trata de explicar. Y yo me acuerdo de una vez que tú hablabas de la necesidad de reproducirse como una fotocopia: una persona se prolonga en sí misma porque hay gente que se parece a él, y incluso me imagino que con la clonación del personal, pues sería el colmo de esa aspiración. O sea, que ellos, la gente, trata de  perpetuarse. Y ése es el... ésa es la cosa que parece que tiene sentido en la vida, según los Monty Pithon. Quiero decir que la película ésa...


AGC - Bueno, la pregunta y el descubrimiento del vacío de la pregunta del “¿Para qué estamos aquí?”, no es propia de la gente de noventa años ni de ochenta ¿eh?, es una cosa que se presenta desde niños, de vez en cuando, el descubrimiento de que se puede preguntar “¿A qué he caído yo aquí?”, “¿para qué?”. Y, desde luego, cuanto más tierno o menos informado se está, esa pregunta y ese desconcierto pueden ser más vivos; más vivos que en los viejos. En algunas ocasiones ese descubrimiento es un acompañante de suicidios y cosas por el estilo de gente joven, de gente joven. Eso es algo que todo el mundo como yo ha visto a su alrededor ¿no? Sí, ‘sentido’. Justamente de lo que estamos hablando aquí es de lo que os hacen pasar como ‘sentido’. De eso, que es el Tiempo real, os hacen pasar como ‘sentido’ uno de los dos sentidos de la flecha: el que va de pasado a futuro. Por tanto es tan importante descubrir que ‘el fin es el principio’. Y que por tanto... que por tanto esa... esa elección y esa imposición de una marcha progresiva, de atrás a adelante, de pasado a futuro, no tiene ni más ni menos sentido que la contraria; que ninguna de las dos cosas tienen de verdad sentido, pero que un sentido puede anular el otro. Y para eso es para lo que aquí estamos descubriendo esto que es un axioma pero que es un sentimiento: el fin es el principio; el principio por supuesto de la Realidad, de la mentira; es el fin el que es el principio. Más.


- Agustín. Si uno se costituye a partir del segundo año y ya sabe que su fin es la muerte y que todo lo que haga en ese trayecto (por lo menos en este Estado del Bienestar parece que está determinado) que hay un [abanico] de posibilidades, pero parece que tú estás eligiendo uno u otro; pero sí, realmente no es una elección, porque ya estás en la... porque ya nos están dadas, las elecciones están dadas y da igual lo que elijas. Entonces, ¿cómo se puede salir uno de ahí?, porque la sensación que tengo yo desde pequeñito es que todo esto ya está dado de antemano y que yo soy... Si quiero hacer algo es o conseguir Dinero, o ser muy listo, o ser muy  bueno, pero siempre he de ser un actor de la vida, no realmente vivir la vida. Yo sé lo que tengo que hacer si quiero conseguir ciertas cosas, pero no sé lo que tengo que hacer para salir de ése... de esa especie de cárcel muy grande en la que me encuentro.


AGC - Sí. Ellos desde luego te dirán que la determinación de ninguna manera es fija ni fatal, te están dando continuamente a elegir diferentes... diferentes caminos, tú en el Régimen del Bienestar puedes tirar por el camino de hacerte ingeniero de montes, por el camino de hacerte preparador físico de baloncesto, por el camino de hacerte hasta vagabundo, si quieres. Todos los [caminos]. De manera que no hay... no hay determinación, te dirán. Te están ofreciendo siempre un abanico de elecciones, de posibilidades. Lo que no te podrán nunca negar es lo que has empezado diciendo, y todo desde ese punto, desde el anuncio del fin, está condicionado por ello. Podrás efectivamente, dentro de esa condición, elegir en el sentido que ellos te dicen, elegir tirar por acá o tirar por allá, pero nunca te podrán quitar de encima que cualquiera de las elecciones, y tires por donde tires, está ya condicionada por el fin. Supongo que es eso el sentimiento al que te querías referir, dejando la determinación en su lugar, en un lugar de condicionamiento total.


La pregunta general es algo que yo no puedo dar ni que nadie puede dar por esta boca, pero es lo que estamos haciendo, lo que estamos haciendo aquí. No hay otra... no hay otra manera que el descreer de la Realidad, el desmentir la Fe. Si fuera verdad eso que nos dicen, literalmente no habría nada que hacer, puesto que cualquier cosa que se hiciera estaría condicionada a su fin. El único aliento es que no es verdad. Y descubrir que no es verdad, desmentir es esta guerra que nos traemos, es lo que aquí se está haciendo: no es verdad: no es verdad, es simplemente la Realidad. Ya hemos dicho muchas veces que la prueba más trivial de que no es verdad, de que es simplemente la Realidad pero que no es verdad, es que tienen que predicar la Fe todos los días y por todas partes. Está claro que si esa religión de la Realidad fuera una verdad dada, imposible de rebatir, de poner en duda, ni los Medios, ni los padres, ni nadie tendría que demostrar cada día a cada momento la Realidad: que las cosas son como son. Y lo hacen, lo están haciendo. La inmensa mayoría de todo lo que se hace, de todo lo que llaman ‘Información’ no consiste en otra cosa más que en eso: en una predicación, en una demostración de que las cosas son como son; es decir, de que esto que nos imponen -esta falsedad que se nos da como impuesta- es verdad; es verdad.


Había quedao también sometido a vuestro sentimiento (ya sabéis, la norma es ‘corazón es razón’; razón es lo que aquí se hace, lo que razona, pero si eso no es corazón al mismo tiempo, pues no vale; eso tiene que confundirse), había quedado también sometido a razón y corazón aquéllo de los dos tipos de no-existentes contrapuestos, que no son cosas, que no forman parte de la Realidad, pero que desde luego son no-existentes en dos sentidos opuestos: uno son los ideales -es de lo que estamos hablando ahora: la muerte futura, el fin, todo, uno, nada-, los entes ideales (no-cosas, no-existentes) pero interviniendo costantemente -por así decir: desde arriba- en la Realidad o Existencia de las cosas, con las personas incluidas entre ellas, naturalmente.


Otro es simplemente aquéllo que no existe de una manera mucho más viva y radical del NO: se contrapone a la Existencia, no interviene desde arriba de esa manera, es -ya sabéis- el mar de lo sin fin, de lo desconocido, que lo hay. Haría falta llegar a una especie de grado regio de idiotez para no admitir sin más que lo que no se conoce, que lo no-existente, que lo sin fin, está ahí, que lo hay; que no existe pero que lo hay lo que no se sabe, lo sin fin.


Y, por otro lado, yo -en la medida que no soy nadie-, una razón que está razonando pero que no es de nadie, que no hay nadie que razone que la razón; yo que no soy nadie porque dependo enteramente del acto de hablar, y el acto de hablar está relacionado efectivamente con la Realidad: se habla de cosas, pero lo que habla de las cosas no es cosa, no pertenece al reino de la Existencia.


Y la diferencia entre, por un lado, los ideales -fin, uno, todo, nada, números, etc.-, y por otro lado, lo desconocido, yo (yo que no es nadie) es muy importante. Ya por lo menos formularlo de oído, estáis aquí hartos de formularlo de oído: yo me confundo con pueblo-que-no-existe, el mar de lo no existente, el mar de lo sin fin, que es, entre otras cosas también, eso: pueblo-que-no-existe; de alguna manera se confunde con yo (yo es pueblo). Estos son los que de verdad se contraponen a Existencia, aunque parezcan lo contrario: la razón que no es de nadie -la lengua que no es de nadie; la lengua que habla sin ser lengua de nadie ni ningún idioma- y aquéllo que hay por debajo de las cosas (sin fin, lo desconocido).


Es importante, porque ahora quería, a raíz de eso, volveros a plantear en relación con lo anterior este viejo problema de tocar la... tocar la materia o la imposibilidad de tocar la materia. Para volveros a plantear con algunas probabilidades de desmontar eficazmente hace falta tener presente todo eso.


Hay (tengo que hacer un paréntesis conmemorativo: hay uno de mis varios amigos catalogados como locos, que hoy no ha podido quedarse a oírnos, a pesar de su sacrificio, que es el que justamente el otro día, por teléfono, me planteaba esta cuestión en la que había venido a encontrarse con algún filosofante), cierro el paréntesis de la conmemoración y voy al asunto: tocar la materia/no poder tocar la materia. Digo que el problema nos acompaña desde tiempos casi inmemoriales, porque cuando en la clandestinidad, bajo el viejo Régimen, el Partido Comunista era el dominante -y cualquier otra cosa que no fuera... que no fuera eso, pues no... se veía como de reojo- estaba naturalmente la cuestión del materialismo y la cuestión de la materia y demás, entendida a la manera de Marx o de otra manera, y de antes todavía, estaban los curas que habían adoptado, a través de Santo Tomás, el hil(e)omorfismo de Aristóteles, esa combinación de algo como materia hýle- y forma; son las ideas. Y como todo eso anda rondando desde hace tanto tiempo y muchos de vosotros estaréis más bien alimentados un poco, envenenados un poco, por todos estos tratamientos, es por lo que me parecía que es muy conveniente sacarlo aquí una vez más.


Desde luego, lo que creo que hemos ido descubriendo con claridad es que eso de tocar la materia no puede ser, simplemente porque  a n t e s  siempre te topas con las cosas. Esta prioridad de las cosas es algo de lo que a lo largo de las últimas sesiones hemos puesto más de relieve. De manera que es ya, desde ahí, una especie de ilusión. Evidentemente eso de ‘materia’ aristotélica, marxista o de cualquier tipo, y de las creencias corrientes, se convierte en una especie de idea -una conversión en idea, en cosa- de aquéllo que no puede ser, porque en verdad a lo que se estaba queriendo aludir era al mar de lo desconocido, al mar de lo sin fin. Y ahí no se puede llegar, porque -como hemos visto acompañados por algunas de las incursiones de nuestros amigos físicos- la discontinuidad, la separación entre cosa y cosa, el establecimiento de cosas diferentes, es una condición de la Realidad. Continuidad de veras es igual que sin fin, y eso en la Realidad no se da.


Y por eso, como nosotros hemos (no voy a decir ya ‘nacido’), pero nos han costituido encerrados en la Realidad, y es desde ahí siempre desde donde tenemos que partir, actuar y pensar, es imposible tocar materia, porque  a n t e s  siempre están las cosas. Antes siempre están las cosas. Y esto lo veía tan claro en los tiempos en que alguno de los amigos marxistas, cuando yo le decía lo abstracto que era eso de materia, se agarraba a la mesa y decía “¡Coño!, pero materia, materia, si es...”. Se olvidaba de la mesa, era alguna mesa de café, era una mesa de café y de formica, pero se... se olvidaba en su pasión de la mesa, creía estar tocando materia (como se lo habían enseñao).


Y aún sin estar sometido a la disciplina marxista, seguro que a muchos de vosotros, si no os pasa tanto como eso, os pasan de vez en cuando cosas parecidas. Pensáis efectivamente estar tocando lo que hay debajo de las cosas. Eso es algo que no se puede... que no se puede tocar. Lo que tocamos nosotros, que somos cosas costituidas en la Realidad, no puede ser más que cosas, y lo único que nos cabe es descubrir que, como la Realidad está siempre mal hecha, nunca es todo, y uno mismo está siempre mal hecho, nunca es del todo el que es, se descubre la falsedad de la pretensión de verdad de las cosas, de la Realidad; y de ahí viene lo que venga, pero eso ya no es cosa nuestra: ya no es cosa nuestra. A nosotros lo que nos toca... lo que nos toca es ese... ese combate, esa servidumbre y ese combate contra la servidumbre. No nos cabe más que eso.


Y hay que aclarar, antes de que os deje pasar otra vez la voz, que esta incapacidad, inhabilidad, de tocar materia, es decir, de tocar la verdad, con la que nosotros cargamos, no es ninguna cosa exclusivamente humana; éste es un error contra el que estamos todos los días también debatiéndonos: no es nada exclusivamente humano; estamos debatiéndonos todos los días contra cualquier forma de humanismo que mantiene para esta cosa de ‘el hombre’ una especie de posición central y distinta, y volviendo al reconocimiento de que nosotros, hombres, no somos más que cosas entre las cosas (cada cosa tiene sus peculiaridades, nosotros tenemos las nuestras, pero no menos las tiene cualquiera otra cosa las suyas). De manera que no ha lugar ningún tipo de distinción verdadera entre nosotros -el observador real, el científico, el pensador, el filósofo, el usuario mismo- y las cosas, que son objeto de uso, de estudio, de experimentación o de cálculo o de lo que sea: no hay lugar a distinción.


De manera que esta incapacidad nuestra, esta enorme dificultad que llega a imposible -en el sentido de que hacerlo implica deshacernos nosotros, dejar de creer en nosotros mismos-, ésa no pertenece a los hombres sino a las cosas; nosotros participamos de ella. Las cosas tienen que creer en sí mismas como nosotros, tienen que defenderse. Y únicamente hay que aclarar que, en contra de los cuentos que os están contando respecto a istintos, el istinto de supervivencia o de vida (¡vida!, nada menos) son equivocaciones: en realidad lo que se defiende es la Existencia –’Existencia’ en el sentido de ‘Realidad’–, nada de vida, nada de ninguna otra bienaventuranza, sino la Existencia.


Y esto para los astros, para los caracoles y para cualquier cosa, ¿eh?, también para nosotros. Y cuando os cuenten de cualquier cosa de las que hacéis o se os manda hacer que es ‘ley de vida’ o que eso sea ‘de la vida’, eso no es sino Existencia, y en la necesidad de mantener esta mentira de que uno es por un lado real, palpable, y por otro lado es el que es, el que dice su documento de identidad, esa cosa ideal, impalpable y que es el nombre propio, el ideal. El mantenimiento de esa falsedad es el mantenimiento de la Existencia, y es al que obedecen las cosas y nosotros; y nosotros a nuestra manera, no más que eso.


Me cayo otra vez para que si todo esto da lugar a ocurrencias o disputas, pues que vengan.


- Respecto a esto que dices de ‘tocar materia’ ¿tiene algo que ver esa expresión tan corriente que es ‘tocar madera’?, en el sentido de que de alguna manera esa expresión se dice cuando no quieres que se configure ninguna realidad temida o ninguna realidad futura.


AGC - Bueno, []...


- Entonces, ‘tocar madera’ es algo así como brindar por una especie de indefinición, de que no pase algo, no haya cosa. 


AGC - No. No le demos...


- No, no: pregunto...


AGC - No le demos a... 


- ... que si materia y madera es lo mismo.


AGC - Sí, sí. No. No le demos a esa superstición más importancia de la que tiene.


- Pero ¿es lo mismo materia que madera?, ¿es la misma raíz? ¿Es la misma raíz madera que materia?


AGC - ‘Madera’ es la forma vulgar en español que la palabra culta ‘materia’.


- Claro, pues entonces tendrá que ver materia con madera.


AGC - ¿La superstición ésa? No tiene por qué [] nada que ver.


- No, no. Que digo que tendrá que ver. Si tiene que ver materia con madera, por algo será.


AGC - Sí, sí. Claro. Muchos opinan... algunos decían (ya que me metes, pero es una distracción bastante imperdonable)…


- Pues estaría bien que nos distrayéramos.


AGC - … Bastante imperdonable. Ya que me metes en palabras: algunos pensaban que el nombre éste materies, romano, materies (y con una ‘a’ doble en la primera sílaba materie) tenía que ver con el nombre de la madre, nada menos, que también tiene ‘a’ larga en latín mater, mater, mater, mater. Pero la verdad es que la otra etimología tiene más visos, la otra es con una raíz DM- que es la raíz de domus y todo eso, la raíz que significa ‘costruir’. De manera que es mat-, es mater; habría sido dmater, con grado cero, grado pleno: mater; compite con la de ‘madre’. Muy divertido y una distracción imperdonable. Vamos a más cosas. Venga. Sí.


- La primera cuestión de los dos tipos de inexistentes (el de los ideales que rigen la Realidad, del tipo todo, nada) y de lo que propiamente no existe (lo que no se sabe), estaba pensando que una organización como es la serie de los números nuestros no aspira a incidir en los dos tipos de como una especie de búsqueda de un salto de uno a otro. La serie de números, en cuanto alguien puede pretender, que no deja de ser una especie de ideal calculístico, digamos, un ideal de cálculo.


AGC - Las leyes de los números, en cuanto a los números, no tienen... no tienen de verdad fin, tampoco podrían tener principio (negación del 1), y entonces vendrían a ser efectivamente del tipo de los desconocidos y del yo. Pero los números, tal como se nos dan de hecho en la serie, no son así. Como la serie ha tenido que costituirse dotándose de un principio y haciendo que 1 (que era negación de número, negación de pluralidad y por tanto negación de número: 1 es no-número), haciendo que 1 sea sin embargo el número primero, se ve obligada a contar con alguna forma de totalidad. ‘N’ como... bueno, Ómega como el último de los ordinales, ‘n’ como el cardinal de todos los cardinales: una totalidad. Entonces, tenemos ya de alguna manera en la serie reduciéndose a un estatuto real a su manera, que es lo que explica que planteadas así las cosas -como el otro día veíamos- puedan producirse aquellas conjeturas para localización de los primos dentro del conjunto total.


- Sí. No, es que me venía la cuestión porque el primer... yo creo que en la primera aparición en este tipo de lenguajes matemáticos de lo desconocido es probablemente este falso infinito que es la serie de los números, dentro de un lenguaje matemático. Es claramente un falso infinito en el sentido de que está regulado, está predeterminado.


AGC - “La primera aparición” ¿de qué has dicho?


- La primera aparición de lo desconocido -digamos de esa manera-, por lo menos se presenta así, que tiene el sin fin, y además se dice otro, otro, y así no paramos nunca. Entonces, es un falso -un falso desconocido- porque rige la ley del +1, pero de alguna manera es lo que va a permitir organizar todos los demás infinitos, incluso el infinito continuo; y esta jerarquía de infinitos se va perdiendo pero no deja de regir por diversos saltos. No sé...


AGC - No, no: es importante. Hay que... conviene... conviene aclararse cómo entiendes o se entiende eso de la génesis. Desde luego, en general, como la Realidad no es todo, está siempre mal hecha, nunca está hecha del todo, las cosas y cada una de las cosas nunca es del todo la que es, siempre está mal hecha, entre ellas nosotros, cada uno de nosotros nunca es del todo el que es, siempre está mal hecho; como esto es así, esto quiere decir que en la Realidad se está siempre colando lo desconocido, hasta tal punto lo hay, y no tiene que []. Se está colando lo desconocido, y lo desconocido es lo sin fin. De manera que, en ese sentido, el caso de los números sería un caso más. Ahora, si la génesis se entiende un poco históricamente, la cosa no marcha, porque es evidente que los números parecen surgir de una manera utilitaria. Ya hemos dicho muchas veces que antes de los números tiene que haber surgido alguna forma de danza y música, y por tanto los protonúmeros ‘2’ y ‘3’, que no son números pero que bastan para combinar cualesquiera forma de pasos de danza o de canto.


Pero los números propiamente, que están ya prestos a tomar el 1 como número y a convertirse en la serie, empiezan justamente con la Historia, empiezan con la escritura, y por eso los hay -entre ellos, yo- que pensamos que la primera forma de escritura son los palotes para contar por ejemplo reses de ganado o lo que sea. Para contar reses de ganado, son los mismos palotes que, ya en tiempos más avanzados, el preso escribirá en la pared de su cárcel para contar los días. Pero no hay una diferencia esencial entre días y ovejas. La cosa empieza de esa manera tan utilitaria y tremenda. Entonces empieza... empieza de esa manera sin duda ¿no? Es así, incluso se ve cómo la necesidad contable puede establecer... puede establecer el recurso a determinados múltiplos, como 10 por un lado, ó 12 por el otro, que son como haces, haces de palotes, y que costituyen una unidad de orden superior. De manera que, claro, parece que si la cosa se plantea históricamente, el surgimiento es más bien así: como utilitario y realista.


- Sí. No. Si yo pienso eso. Y eso de la segunda pregunta, plantearlo un poco al estilo de quien pretende palpar la materia, hasta qué punto alguien podía plantear el problema de palpar las dimensiones, para emplear una analogía en ese sentido, es decir...


AGC - Bueno, “palparlas”... captarlas.


- Captarlas.


AGC - Captarlas.


- ... o incluso, porque alguien que va con los ojos cerrados, o en la  oscuridad, y se va lanzando las manos hacia alante -pongamos por caso-, ¿qué está haciendo con eso?, ¿está buscando -digamos- espacio?


AGC - No, no. Evidentemente es un procedimiento de hacerse la casa siempre ¿no? Y hacerse la casa forma parte de la necesidad de defensa que hemos dicho que nosotros tenemos como la tiene cualquier cosa ¿no? ¿Qué más?


- No sé, ¿qué era aquéllo de lo de... (que estuvimos en La Manuela tantos años) sobre las magnitudes negativas?, que era muy interesante…


AGC - Mucho.


- … Lo del Kant, lo de volver hacia... lo de los números negativos... Porque es que, claro, si tú empiezas a considerar que no hay un principio, que no empiezan los números en el 1, sino que hay una reversibilidad hacia atrás igual que hacia adelante, la cosa ya... no hay tal principio ni fin.


AGC - No: os distrae inútilmente. Lo siento.


- Ay, por favor, estoy de distraidora ¿eh?


AGC - El volver la serie hacia atrás, del revés, no añade al problema...


- Pero ¿cómo decía lo de Kant?, que era muy interesante. Tú, dilo.


AGC - Sí, sí. Sería muy interesante, pero nos va a distraer ahora.


- Pero ¿cómo nos va a distraer si estuvimos tres años con eso?


AGC - No vamos a hablar de eso ahora, seguimos hablando de la cuestión ésta de...


- Pero, Agustín, que no se nombró. No sé si cabría nombrarlo, con respecto a los números, para aquéllos que de alguna manera el corazón los lleve a luchar en contra del Poder, del Estado evidentemente: parece como si los números vinieran a ayudar al amo a contarnos. Porque...


AGC - No, no, por supuesto. Eso son las...


- ... Parece que el desarrollo, porque luego el otro desarrollo, cuando decíamos el otro día que sin los números nos perderíamos, eso será porque nos los han ya marcado a cal y canto. Pero no creo que antes de la Historia, los que por ahí andaban   -como tú dices- la danza, los protonúmeros, que no tendrían nada que ver con el número que nos van a asignar luego -que también hablaste antes- en el DNI, que nos va a hacer súbditos o esclavos o padecedores, cosas padecedoras del Poder.


AGC - Sí, que el juego antes de la Historia fuera un juego -la danza, el canto-, fuera un juego puramente desinteresado es simplemente una suposición que es útil, como la de cualquier paraíso, pero que no debe engañarnos ¿eh? No hagamos como los que convierten cualquier forma de Pre-historia en una Historia, no. Es una contraposición nada más. Desde luego, los números, tal como desarrollados, están hechos al servicio de la Existencia. Efectivamente, nosotros -tú y yo en cuanto reales, los demás- no podríamos existir sin los números. Así de triste es la cosa: sin números no podríamos existir. De manera que el Poder no hace más que cumplir con la necesidad, que es también la de cada uno: contarnos; porque cada uno necesita que lo cuenten. Cada uno necesita que lo cuenten, ésa es la desgracia de la Existencia.


- Me ha quedado una duda antes, cuando hablabas de los no-existentes, que me ha parecido que al principio has incluido -cuando decías el todo, uno- has incluido la muerte. Y lo que no tengo claro es cómo estás utilizando ahí la...


AGC - Ah, la muerte, como puramente futura. Muerte quiere decir fin. Es lo mismo que fin. Fin. Muerte... la muerte que es siempre futura, la de uno...


- A mí lo que no me queda claro es cómo utilizas lo de ‘existir’, porque si parece que...


AGC -  ¿“Lo de”?


- Lo de existir. O sea, ¿a qué le llamarías ‘existir’?, porque la muerte, si algo se dice, es que es un hecho. Ahí te dirías... No sé, que se metería dentro de...


AGC - ‘Existir’ es el verbo que usamos como correspondiendo al término ‘Realidad’. Ambos terminajos nos vienen de las Escuelas. Nosotros preferimos no emplearlos, pero hay que reconocer que al cabo de unos cuantos siglos se han generalizado y se han impuesto tanto ‘existir’ como ‘Realidad’, y la gente a poco que se descuide los emplea como si fueran inocentes. Aquí tenemos por tanto que mostrar cuál es su sentido, y... De manera que si se entiende lo que quiere decir ‘Realidad’ -que está sustituido por ‘cosas’, de las cuales nosotros no somos más que un caso de cosas-, significa también lo que quiere decir ‘existir’. ‘Existir’ es lo mismo que ‘ser real’, es decir, aceptar esta confusión o trampa -que antes ya he dicho- entre que uno es algo palpable, verdadero y, al mismo tiempo, que uno es el que es: ideal. Que uno es el que es, es decir, el que manda su documento de identidad.


La confusión, mezcla o aceptación conjunta de todas estas cosas es lo que hace la Existencia. Y digo que eso no nos lo atribuye a los hombres de una manera exclusiva, que eso es condición de existencia de las cosas. Cualquiera tiene que atenerse a esta mentira. Mentira es el sometimiento de eso inalcanzable para uno -lo sin fin, la verdad, lo verdadero- el sometimiento de eso a la condición ideal de todo, de uno, de nada. Esa  combinación es lo que hace Existencia. En ese sentido se inventó para Dios en las Escuelas, en la Edad Media, y luego, pues sigue valiendo más en general, y por eso lo sacamos aquí.


- Pero eso ¿no lo cumpliría, por ejemplo, eso: la muerte, o uno? O sea, que se pretende que esas cosas se tocan y que -digamos- que en esa contradicción están... o sea, se pretende que eso funciona.


AGC - Esas cosas...


- O sea, que la gente se muere, que la muerte se toca, y que la muerte es una idea evidentemente que... pues las cosas se acaban, que ese fin está claro, que encima se puede medir con precisión, pero que encima lo puedes tocar. O sea...


AGC - Uno se ajusta...


- Claro, yo por eso me extrañaba que...


AGC - La Fe...


- ... que lo llames no-existente.


AGC - La Fe -como has oído- es condición para la Existencia. No hay Realidad que se sostenga sin Fe. Por tanto, te han costituido como creyendo en tu muerte futura, y desde entonces ya puedes creer todo lo que te echen. Todo lo que te echen y que te vendan como conveniente para garantizar la Existencia. Puedes creer en el Orden, en la totalidad de esto y de lo otro, en la unidad de acá y de allá, en cualquier otra forma de ideales que los políticos o los comerciantes te quieran meter, o cualquiera, gracias a que has empezado por creer en el fin: el fin es el principio. El fin es el principio. Más.


- Yo no sé, eso de la materia parece que es como un truco para librarse de las cosas, pero al final parece que es más bien una supercosa o una cosa más rara todavía que las propias cosas. Como que...


AGC - Sería una cosa sumamente abstracta, es decir, cuando Aristóteles la contrapone a la forma -hýle, a la forma- parece como que estuviera pretendiendo que lo de hýle es menos abstracto que lo de morfé, que lo de forma: absurdo. Sería mucho más abstracto, otro piso más alto de abstracción todavía ¿no?, en ese sentido. Lo importante es que por un lado está por debajo de las cosas, por tanto, pertenece a esa traspiración de lo sin fin, esa traspiración de la verdad que no puede menos de estarnos invadiendo continuamente, y sin embargo se convierte en Ciencia, y en Filosofía sobre todo, pero también hasta en el trato corriente se convierte en un ente ideal, abstracto. Abstracto, aquéllo que podía aludir efectivamente a esa traspiración de lo que anda por ahí abajo y que no existe, que es verdad, que no existe. A ver.


- Estaba recordando que respecto a las cuestiones éstas de verdadero/falso, pero dicho así, a lo popular, el término ‘cierto’, que se usa mucho, había una copla de Bergamín que decía “¿Quién es menos cierto, el vivo o el muerto?”, y lo repetía casi siempre, muchas veces: “¿Quién es menos cierto, el vivo o el muerto?”. ¿Por qué nosotros atribuimos en esto de... Por ejemplo, en la cuestión del milagro, en la película ésta que vimos el otro día, o en la película de Dreyer, cuando la niña con esa Fe o contrafé hace que la mujer resucite ¿no? Ahí ¿qué es lo que pa-...? Esa suspensión de la Fe a costa de otra... de un antídoto de esa Fe que es más poderoso, y, de repente, parece que despierta la mujer de la muerte. ¿Por qué en esto que estamos hablando atribuimos que es una calidad de verdadero, una cualidad de verdadero a esa negación del muerto como elemento real o palpable, que estaba ahí, que estaba ahí? ¿Por qué esta distinción entre... de adscripción de verdadero o falso a lo muerto y a lo vivo? Yo me pregunto porque me hago un lío.


AGC - Y yo también.


- Pues sí.


AGC - Yo también, pero...


- Pero cualquiera se lo hace...


AGC - ... pero no creo que sea un lío muy útil ¿no?


- ... Lo que pasa que tú lo tienes como muy claro. Y a mí me asusta que lo tengas tan claro.


AGC - Si lo que quieres decir es que hay múltiples, y ha habido desde el comienzo de la Historia múltiples supersticiones que tratan...


- No: te estoy hablando de milagros.


AGC - ... que tratan de quitarle hierro a la costatación de que el muerto está muerto, pues bien, tiene algo que ver con lo que estamos tratando, si no, no sé qué tiene que ver. Efectivamente, esas...


- No: lo de la Realidad: la gradación de la Realidad respecto a estar muerto o estar vivo.


AGC - ... esas supersticiones... Sí, lo que hemos dicho al principio...


- No. No lo hemos dicho al principio porque no hay principio. El principio es el fin.


AGC - ... comparando... Sí, comparando la certidumbre, alguien sacó que tampoco la segunda fecha era tan cierta, estuvimos discutiéndolo. Aunque...


- No, no. Claro, ya te lo dije. Te lo dije la semana pasada y dijiste que no.


AGC - ... Aunque luego contraponiéndolo con la incertidumbre de la primera que era de otro orden. Y, evidentemente, si hay que añadir que la gente no se resigna de ordinario a la costatación de que el muerto está muerto, y que inventa toda clase de cosas, y toda clase de milagros y de creencias...


- Sí, sí. Pero yo me estoy refiriendo a la adscripción lingüística de qué es de ‘verdadero es el vivo’, ‘falso es el muerto’...


AGC - Bueno, venga, déjalo.


- ... Esta adscripción de verdadero o falso, ¿cómo es posible a una cosa como vida y muerte?


AGC - ¿Para qué vamos a volver atrás otra vez?


- No, no. Pero yo te pregunto. Te estoy haciendo una pregunta.


AGC - El muerto es evidentemente el cierto, con la limitación que antes hemos dicho y que en esas...


- No: será igualmente incierto.


AGC - ... y que en esas supersticiones se manifiesta. El vivo -si está vivo de verdad- sería alguien que no existe, que anda por ahí debajo. Nosotros lo que hacemos es existir, no vivir. Ése no es que sea incierto, no tiene que ver nada, a pesar de la copla, con lo otro. No: es que simplemente ‘vivo de verdad’ querría decir ‘no sometido a la muerte futura’, ‘sin futuro’, ‘sin futuro’.


- Sí. Pero por detrás de todo eso hay una cosa que creo que está en la raíz de toda esa adscripción y de esa confusión, que es el hecho de la necesidad de que el lenguaje sea también discontinuo, en el sentido de que hay una palabra que dice ‘muerto’ y otra palabra que dice ‘vivo’...


AGC - Ay, no, no. Venga. No, no.


- ... Y, entonces, esa adscrip-... Una vez que el lenguaje... La Realidad es discontinua pero es que el lenguaje hasta en su costrucción deíctica es discontinua también.


AGC - Muy bien, muy bien. Muy bien, pero ahora eso que tanto hemos hablao, y que forma parte tanto de mi campo más cultivao, viene bien, pero no viene bien ahora. No viene bien ahora, estamos...


- ¿Cómo que no viene bien ahora? Viene, porque es que...


AGC - ... Estamos tratando...


- ... quieres hacer una distinción que es absolutamente incierta.


AGC - ... Estamos razonando de otra manera. Puede servir incluso como una distracción. De manera que vamos a pasarlo.


- Pues muy bien, estamos distrayéndonos todo el rato.


AGC - Puede pasar incluso como una distracción. A ver, otras... otras cosas por ahí. Sí.


- Agustín, cuando has estado hablando de las dos fechas, en la de la izquierda, que es cuando se dice que uno nace, aunque no se sabe lo que nace realmente, que uno se constituye, lo pones que... (bueno, yo he entendido) que se va constituyendo porque se va haciendo real, va existiendo, se va creyendo que es uno. O sea, ahí está metiéndose la Fe ¿no?


AGC – Eso: por medio de la Fe.


- Entonces... Pero... vale. Y luego, también hablabas de las dos cosas que no existen, por un lado están los ideales como fin, la muerte, que no existe pero rige la Existencia, y luego, yo-que-no-soy-nadie, pueblo, etc., etc., lo no sabido, lo desconocido. Entonces, ¿dónde se coloca esa Fe?, ¿qué es la Fe y el Poder? Porque será el Poder que va constituyendo, o sea, que va primando la Realidad y lo desconocido no se hace notar, solamente con el NO. Pero ahí la Fe y el Poder ¿cómo se colocan?, ¿dónde se sitúan?


AGC - Eso: ¿cómo se colocan?


- Sí.


AGC - No: no se puede decir ‘dónde’ porque no tendría mucho sentido. ¿Cómo...?


- O ¿cómo actúan?, o ¿qué son?


AGC - Bueno. Evidentemente a eso... a eso de ¿cómo es que estamos sometidos a todas estas mentiras que aquí tratamos de desmentir? -Viene a ser eso-. ¿Cómo es que nos encontramos sometidos y costituidos y existentes por medio de todas esas mentiras que aquí tratamos de descubrir como mentiras? Claro, porque evidentemente si eso no fuera así, no tendríamos aquí nada que hacer, no habría que estar aquí ni discutiendo ni intentando de deshacer nada. O sea, que eso es así. Eso es así. ¿Qué necesidad...? ¿Qué necesidad tiene la Realidad de ser real? ¿Qué necesidad tiene uno de ser uno? ¿Qué necesidad tiene Dios de ser Dios? (para utilizar el nombre arcaico referente a todo eso). Bueno, son preguntas que se quedan como fuera de la... como fuera de la lucha. Aquí lo único que sabemos es que hemos nacido en esa condición. Es decir, que no podemos preguntarnos por qué, ni de dónde, ni nada. Porque lo primero es que nos han costituido, nos han metido a las cosas -a cada uno de nosotros- en esa Realidad costitutivamente falsa, y en la que juega el Poder, las ideaciones de Realidad, y todo lo demás. Pero sigue hablando para que vea lo insatisfactorio de esto. No sé.


-Pero el Poder ¿no es un ideal, entonces?


AGC - El Poder es ideal, es un ideal, por supuesto. El Poder es... el verbo ‘poder’ que, de por sí, cuando funciona, no tiene nada de ideal, ni siquiera tiene significado: ‘puede hacerse esto’, ‘no puede hacerse esto’, como yo he empleao, he estao diciendo “no puede tocarse materia nunca”, ese verbo convertido en nombre: el Poder.


- Pero ¿eso sería -perdón- el que hace existir la Fe? o (no sé cómo decir), o sea, ¿el Poder te hace creer?, ¿o, cómo es?


AGC - El Poder... el Poder no puede hacer ninguna otra cosa más que ‘poder’, es decir, imponerse; la Fe no puede hacer otra cosa más que hacer creer; los ideales no pueden hacer otra cosa más que ser lo que son. Por tanto, si queremos ahorrarnos y comprender en un solo nombre, podemos decir ‘Dios’. Y entonces estás preguntando... te estás preguntando por la localización de Dios, el dónde, el cómo, por qué. Dios es que simplemente no puede ser más que Dios. Tiene una especie de necesidad suya propia, y a nosotros lo que nos toca es que en virtud de eso nos hemos encontrao metidos dentro de este embrollo y esta trampa de la Realidad. Y es eso lo que tenemos de antemano. Nosotros no podemos ni justificar a Dios ni tampoco meternos a negarle la justificación, lo más que podemos hacer es descubrir su condición ideal necesaria para el mantenimiento de la Realidad y de la mentira: la del Poder; Su necesidad de Fe, sin la cual no hay Dios que valga, porque no hay Realidad que valga, ni hay Poder que valga. Vale para la Religión, vale para la Política, vale para cualquier cosa: necesidad de Fe. Eso es lo más que podemos saber: que necesita ser el que es: el Poder; que para ser  el que es necesita Fe; para establecer esa Fe tiene que contar con una Realidad sumisa y costituida según las falsedades dichas, y en la que nos encontramos nosotros metidos.


- Sí.


AGC - Espera, déjala todavía un poco, que a lo mejor todavía...


- No, no: solamente era eso.


AGC - ¿No?


- Gracias.


- Llegamos aquí al final, a la cuestión ésta de que sin Fe tampoco somos nosotros.


AGC - No, no, por supuesto. Nosotros sin Fe... Sin Fe nosotros nos perdemos. Si a esta tertulia venimos como se va a los sitios en general para salvarse o costituirse, pues mal: descaminaos. Descaminaos, porque aquí venimos a matar la Fe, y desde luego a sabiendas de que matando a la Fe nos estamos no matando, no (no matando porque no estamos vivos de verdad), pero estamos perdiendo la Existencia, sí. Estamos perdiéndonos, perdiendo nuestra Existencia, sí. Estamos luchando contra ésa que he llamado ‘Ley de Existencia’ de las cosas y nuestra.


- Pero si la Realidad no es todo lo que hay, quizá nuestra operación más viva sería marcar el redil clarísimamente y decir “Esto es Realidad”, en el sentido... y no desnudarnos del todo de la Fe, sino vivir con unos harapos de Fe, que consistiera precisamente en no dejar que entraran más cosas de lo desconocido ahí. Es decir, no hurgar más allá de ese redil y decir “Esto es lo que hay que pretende ser todo lo que hay, pero vamos a confinarlo a donde está”. Creo que estas operaciones de...


AGC - Ya está, ya está.


- ... de desnudamiento de la Fe...


AGC - Ya está, ya está. Ya está.


- ... lo único que están haciendo es reforzando, quitando la frontera...


AGC - Ya está. No, no te prolongues.


- ... quitando la frontera.


AGC - Qué fácil sería...


- Me prolongo todo lo que me dé la gana.


AGC - No, no, porque te distraes de tu propio argumento.


- No, no. ¿Otra vez me voy a distraer?


AGC - Qué fácil sería...


- Pero es que has usao el verbo ‘distraerse’ veinte veces hoy.


AGC - Qué fácil sería efectivamente eso que dice Isabel; qué conveniente... qué conveniente para la Realidad misma: que estuviera limitada, cercada. Porque entonces...


- Claro que sí. Que estuviera toda así. Sería una operación perfecta.


AGC - ... entonces efectivamente ya se sabría lo que era real y lo que no. No tendríamos nada que descubrir...


- No, no. Es no tocar lo sagrado...


AGC - ... nada que discutir.


- ... No tocar lo sagrado. Porque cada vez que hacemos una operación de deshacimiento de la frontera, estás trabajando pa el enemigo, ¿o no?


AGC - Ya sabéis que ése es el ideal que persigue. Efectivamente, cualquier forma de Poder pretende cercar y biencostituir y delimitar por números las poblaciones...


- Sí. Por los dos caminos, Agustín. Efectivamente, por los dos caminos...


AGC - ... las poblaciones, las realidades, la geografía, y todo lo demás. No lo consiguen nunca.


- ... Por el camino de la creencia absoluta de que eso es eso. Pero por el camino que tú propones también se puede conseguir eso.


AGC - No lo consiguen nunca. No lo consiguen nunca, pero ése es el ideal. Ése es el ideal que persiguen.


- No, pero por tu camino se va al mismo sitio. Peor: se le echan más cosas.


AGC - Qué bueno sería para ellos, para el Poder, si hubieran conseguido ese ideal: si todo estuviera bien limitado; y qué bueno sería no sólo para ellos sino para Isabel, porque entonces ya no tendría...


- No, sobre todo para ti, sería extraordinario 


AGC - ... ya no tendría que preocuparse por nada, de manera que sería  bueno...


- Pero no entraría...


AGC - ... bueno para el Poder y para nosotros.


- No: pero tendría claro que hay una frontera...


AGC - No: no habría nada que hacer.


- ... que hay unas fogatas de frontera, como decía Don Antonio Machado, que están marcando unos límites...


AGC - El descubrimiento...


- ... en el que no voy a dejar que entre nada sagrado. Porque si le dejo entrar, y muchas veces estos deshacimientos lo que hacen es que estamos entrando en la Realidad cosas que son intocables, indecibles.


AGC - Traspirando efectivamente está gracias a eso.


- Sí, sí, traspirando si le das a la calefacción.


AGC - El descubrimiento de todo esto empezó justamente por descubrir que la Realidad no tiene límites y continuamente están entrando cosas. Esto es algo que es desde luego la debilidad de la Realidad, la debilidad del Poder, si no fuera así, si fuera como la propuesta de Isabel, sería absolutamente...


- Que yo no te he hecho propuesta. Te he dicho que hay dos caminos: el del Poder y el que tú... y el antipoder tuyo...


AGC - ... sería absolutamente inatacable...


- ... que van hacia el mismo lao.


AGC - ... sería absolutamente inatacable. La debilidad relativa es que no tiene límite, que por tanto no puede menos de cambiar precisamente para seguir siendo, paradójicamente, pero así: cambiando para seguir siendo. Y entonces, naturalmente eso es lo que lo hace después de todo denunciable y atacable. La dificultad es simplemente que nosotros somos cosas y que tenemos que defendernos igual que el sistema político, igual que el Poder, igual que el Capital, cada uno de nosotros también, pero por lo demás, ésa es la debilidad: no es todo, tiene que estar dejando -y no puede por menos- dejando entrar cosas, no en esta tertulia, sino en el Mundo, dejándole entrar cosas y cambiando para seguir siendo.


Bueno, si no nos pasa nada, y el ideal ése no se pone demasiao firme, pues nos seguimos viendo dentro de siete días y dándole vueltas a esto.