07.05.2008
Agustín García Calvo
Ateneo de Madrid
- Paralelo entre la Física epicúrea y la cuántica.
- Izquierda y derecha, contrapuestos incongruentes.
- Una interpretación dinámica de la oposición izqda./dcha.
Tertu124-07-05-2008#Tertu124-07-05-2008.mp3
TRANSCRIPCIÓN:
Antes de que volvamos sobre el enigma de izquierda/derecha, que es el enigma en que estamos estos días volviéndonos locos, (porque está precisamente para eso, para volverle loco a uno, si no se desentiende de él), antes de eso quiero recordaros, se me había pasado, alguna noticia respecto a cómo andan los filósofos de la Ciencia tomándose la cuestión de la Realidad, es decir, la presencia, esterna al lenguaje y a la medida, de los hechos reales, y entre ellos también los hechos de la Mecánica Cuántica. Estas cosas las he tenido que estar leyendo estos días gracias a unas cuantas remesas que Caramés me ha hecho, esta vez desviándonos a filósofos más bien, aunque desde luego, hoy día, filósofos apenas puede querer decir mas que filósofos de la Ciencia precisamente. Y esto que os digo se refiere a lo de un señor Timpson, del grupo de Oxford, que plantea una actitud para vérselas con esto de la Realidad o la forma de presencia de los hechos últimos, es decir, los de la Mecánica Cuántica, que desde luego es reconocer que no se puede tener directamente una visión ni hacer una descripción de tales hechos, que escapan enteramente a las posibilidades de lo que normalmente se entiende por una observación real, una observación de las cosas.
Es como reconocer lo que aquí hemos venido descubriendo de que verdad con Realidad es incompatible, pero aquí se presenta de otra manera: la verdad está sustituida por lo que ellos llaman “believes”, es decir, “creencias”, es decir, Fe. De manera que no viene a consistir el estado, “state”, de un “system”, de un sistema, (un sistema que puede llegar a ser hasta un electrón y eso), mas que en las creencias que el observador y un cierto acuerdo de los observadores tienen acerca de lo que allí pasa; creencias que demuestran por otra parte su habilidad para las aplicaciones prácticas, y en primer lugar para producir predicciones que pueden comprobarse como útiles en el curso de la investigación. De manera que esta es una actitud que parece antirealista, pero que tampoco lo es tanto, porque parece que los que siguen la actitud de Timpson piensan que, indirectamente, la presencia de estas creencias acerca de lo que pasa en los hechos son un testimonio indirecto acerca de la Realidad o presencia de ello.
Mucho más, claro, os podría “recontar” de lo que he leído por ahí, pero tal vez con esto basta por hoy para entrada a nuestra vuelta a la cuestión. No sé si por la rapidez quedan demasiadas oscuridades respecto a esto; me paro un momento para que me lo hagáis notar.
- ¿Cuál es el nombre de Timpson?
AGC- Cristopher. ¿Alguna cosa? ¿Alguna oscuridad? () demasiado rápido para tratar de colocaros un poco en la actitud que reina entre cuánticos y sobre todo filósofos de la Ciencia respecto al problema de siempre. Espero seguir a tiempo de haceros sentir cómo, después de todo, esto es una vuelta a lo que ya se da en la primera de nuestras de nuestras Físicas, la Física atómica antigua, la de Epicuro cantada por Lucrecio, que gira en torno a la palabra “res”. Ya otros días hemos estado cantando las virtudes de la actitud que aquí hemos tomado de renunciar a todos los otros términos y quedarnos con la palabra “cosa”, el término más astracto y general de la lengua vulgar, para tratar estas cuestiones.
Bueno, “res” es en latín un prenuncio de esto de la cosa, y el problema es que, como recordáis, porque os lo he contado más de una vez, cosas propiamente dichas son las que están compuestas de las operaciones de átomos y vacío; de manera que los átomos y vacío no podrían ser cosas, porque precisamente es por ellos y desde ellos como las cosas se costituyen. Supongo que veis bien el paralelo con lo que os cuento respecto a la actitud de la filosofía con los cuánticos actuales. Lucrecio mismo en su poema, a veces, por descuido o por intención, llama también “res” de una manera general a los átomos y al vacío; átomos y vacío que serían como la verdad que está por debajo de la Realidad y que la explica, y que por tanto lógicamente no podrían ser cosas: la Realidad, descubrimos aquí, es incasable con la verdad, y por tanto los átomos y vacío, estos elementos, los dos únicos elementos que se usan para explicar por su movimiento y entrechoques la costitución de las cosas que tocamos, ésos no podrían ser cosas.
El vacío quiere decir “nada”, el “no hay nada”; los átomos son absolutamente duros, son por el contrario el ser mismo, y el ser no cabe en las cosas; las cosas nunca son lo que son, pero los átomos pretenderían, sí, ser lo que son, y serían justamente el ser mismo, lo cuál les hace ser por supuesto lo que la palabra griega dice (“átomos”, “indivisibles”), y al mismo tiempo les hace ser invisibles, es decir, ajenos a lo que puede percibirse como cosas reales. Así que ya veis: la única realidad en segundo sentido que a los átomos y al vacío se les podría atribuir, es una realidad que nace de su necesidad en creer en ellos para explicarnos las cosas y cómo son. Esto se parece a lo que os he contado otra vez de Timpson, bastante. Y otra vez me detengo por si tampoco en este paralelo que os presento las cosas están del todo claras, como deberían, en su rapidez y simplicidad, antes de que sigamos adelante. (Silencio en la sala). No sé si a mi vez creérmelo o no creérmelo.
- A mí es que hoy me ha pasado un poco algo parecido, como una interpretación así, de intentar entender, coger el momento, o algo así, o la situación, o el estado, y llegaba a pensar que aquello tenía que estar fundado en algo como el saber el sitio, pero con un nombre propio o algo así.
AGC- ¿El saber el sitio?
- Sí, el saber de qué sitio se trataba, o algo así, el saber el nombre propio del sitio; me lo ha recordado lo que has comentado.
AGC- Sí, aunque ahí introduces otra cosa, que es la cuestión del nombre propio, que volverá a salir. Ya sabéis que normalmente entendemos por cosas las que están hechas por un lado con el significado, por tanto nombres comunes, verbos, adjetivos, significado, y por otro lado con los cuantificadores, que se cuentan. La realidad que pueden dar los nombres propios parece como si quedara aparte, y hoy volveremos sobre ello. Pero está bien, sí, tiene que ver con lo que estoy diciendo. ¿Y qué más?
- Pues que parece una contradicción lo de los átomos, porque si no pueden ser cosas, y se habla de ellos.....
AGC- Eso: y no sólo se habla de ellos, sino que por ello mismo Lucrecio por ejemplo, algunas veces, los llama “res”, cosa que no podría ser: el término “res” (que es, como nuestro “cosa”, el último, el más general de los de la lengua vulgar, en este caso latina), lo sobrepone por un momento a la teoría que pretende ser la verdad que está por debajo de la Realidad, y que consistiría justamente en átomos y vacío. Es contradictorio. No sé si en ese uso Lucrecio acompaña o no a su Maestro Epicuro, porque nuestros restos de Epicuro son escasos y difíciles de leer, y además en griego no había surgido una palabra tan clara como término máximamente general como surgió con el latín “res”. Ya os he hecho notar que desde la famosa frase de Protágoras de “el hombre es la medida de todas las cosas”, que aquí hemos sometido a crítica, las cosas ya se llaman “jrémata”, tal vez “prágmata”.......,pero (como ya un día os hice notar), a las lenguas les ha costado trabajo llegar a encontrar un término como “cosa”, que parezca que valga para cualquier cosa, y que se arriesgue a estos errores de que quiera en una teoría incluir incluso lo que no puede incluir, que son los elementos que explican las cosas. ¡Más, más!
- Que digo que si uno de los rasgos de la Realidad es la discontinuidad, el átomo, para que se choque y haga cosas, tendría que estar fundado fundamentalmente en esa discontinuidad, ¿no?
AGC- Sí, cierto. Y de hecho se habla siempre de “átomoi”, “principia”, “primordia”, en plural, aunque sea en latín con el plural neutro. Sí, desde luego hemos dicho que de la Realidad es condición costitutiva la discontinuidad, que la Realidad no casa con la continuidad. Eso no quiere decir que a los esplicadores de la Realidad no se les pueda atribuir la discontinuidad; en esta teoría se les atribuye, se les hace en número infinito; es desde luego una debilidad de la teoría, como tantas otras, pero así es. Recordad que cuando se trata en la teoría acerca de la cuántica del “state”, del estado de un “system”, la presencia de que se pueda tratar precisamente de uno, un hecho singular, también aparece como imposible de aceptar: se prefiere aceptar que lo de “state” de un “system” es un ejemplo entre otros que se pueden dar de lo mismo, porque si no, la singularidad es intratable. ¡Más!
- No sé si tiene que ver, pero los electrones, los neutrones, y todo esto, ya no son cosas, porque son más pequeños que el átomo.
AGC- No, no: se les presenta lo que he dicho. Yo lo he presentao, no directamente para los “system”, los electrones, sino para el “state”, lo que se llama el estado de un “system”, de un electrón. No, no, no, no: la desintegración de los átomos es una cosa que ya es del tiempo de los abuelos o de los bisabuelos, no tiene por qué preocuparnos ahora.
- Yo entiendo que hay una parte de la Ciencia Griega, (y la Ciencia Griega, como Vd. sabe perfectamente, es muy superior a los latinos, los latinos prácticamente no hicieron casi nada en materia de Ciencia ni de Filosofía), la Ciencia Griega tiene un precedente que yo creo que es importantísimo, y que explica que la discontinuidad no es mas que una función, mas que una aparencia pura y simplemente episódica de la materia. La teoría cosmológica más avanzada y más precisa es la de Anaxágoras de Cladsómene, que dice que la materia ni se crea ni se destruye, y que al principio todas las cosas (). Y lo que relaciona a las cosas no es la discontinuidad, que además desaparece en estados hipotéticos, como es la explosión del Big-Bang, donde se supone que en un momento determinado la materia es contínua: lo que realmente define al mundo es la interrelación, es decir, que todo está unido a otra cosa a través de una relación, a través de una fuerza, a través de un campo magnético, de la gravedad; nada está aislado en el Universo, todo está relacionado a través de una fuerza, mientras que la discontinuidad es la simple apariencia de las cosas tal como las vemos cuando podemos analizarla; pero lo que hace importante la Naturaleza, no es la discontinuidad, sino la relación, ese conjunto de leyes que une todos los cuerpos del Universo y les dan unas leyes más o menos comunes, y les permiten interrelacionar en espacios prácticamente o casi infinitos.
AGC- Bueno, gracias en primer lugar por habernos recordado, yo creo que con relativa, aunque parcial, fidelidad, la doctrina de Anaxágoras de Cladsómene, que desde luego tiene mucho que ver con cosas que aquí hemos analizado sin recurrir a él. Desde luego, la discontinuidad no es que sea nada aparte: es que es una necesidad que se impone desde el momento que se habla de relación; la relación es entre uno y otro, y aquí justamente estamos estos días entrando con la más endemoniada de todas la relaciones, que implica todo lo de la simetría y asimetría, que es la de derecha/izquierda.
Se ha olvidado tal vez de decirnos que hay una implicación en Anaxágoras que también recuerda a la situación de los modernos, que es ésa que nos aparece todos los días cuando se trata del problema de si el observador tiene que quedarse fuera de lo observado, o si el observador a su vez debe incluirse entre las cosas que se observan, puesto que puede hablarse de él. Esto parece que Anaxágoras lo había sentido bastante claramente al emplear el término “nuus” de esa manera, como si fuera el “nuus”, el entendimiento (el pensamiento, el elemento de pensamiento, para no emplear ningún término demasiado infiel), que rige justamente esta relación de la que usted nos ha hablado, y por tanto la costitución misma de la Realidad. A él viene a pasarle como al observador en la Física actual. Igual que a los esplicadores átomos y vacío: ¿está a su vez dentro?, ¿es una cosa?: por un lado es indudable: la teoría habla de él, del “nuus”; ¿O está fuera, puesto que se enfrenta a todas las cosas, justamente al establecer entre ellas las relaciones y consiguientes procesos dinámicos que costituyen la Realidad?. Ése es el problema, la contradicción, que también aparece por ese lado, y bueno, bienvenido que haya aparecido también en este trance. Sobre ella creo que hemos de volver dentro de un poco. No, no se puede hablar desde luego de “todas” ni nada, no se puede decir nunca aquí “todo” respecto a las cosas ni a la Realidad ni nada; eso está aquí prohibido, porque un descubrimiento elemental aquí es que la Realidad no es todo lo que hay, y que las cosas por tanto no son todas nunca.
- Si decimos “esa cosa”, ¿el referirnos a esa cosa quiere decir que “cosa” es más Realidad que si decimos “ese arbol”?
AGC- Más Realidad, no.
- “Menos”, digo, perdón, “menos Realidad”.
AGC- ¡Ah!: buf, según como lo entiendas: en la escala de generalidad o astracción, cosa es el máximo, en la lengua vulgar; las lenguas vulgares no han dado con un término más astracto y general. ¿”Más astracto y general” quiere decir “menos real”? ¿Quiere decir “más real”? Pues como quieras: tira para la izquierda, o tira para la derecha. Lo que importa es esa diferencia en la escala de generalidad. ¿Qué más?
- Pero cosa es el término más real, porque simplemente no es necesario definirlo. Ahora, es el menos científico.
AGC- No, no, no es que no sea necesario: es que es imposible de definir, porque no tiene, como en las definiciones tradicionales, un género remoto al que pueda referirse: él es el género remoto, y por tanto es imposible de definir. Y en la lengua vulgar es el término más general. Aquí, como sospechamos que los dialectos, filosóficos, científicos, y demás, son peores para afrontar los problemas de verdad que la lengua vulgar, nos atenemos a “cosa” y cantamos las virtudes de decir “cosa”, que es algo que científicos y filósofos dicen raramente. Lo cual es bastante sospechoso.
- Pero no te puedes equivocar nunca, porque si tú le llamas a cualquier cosa “cosa”, no te has equivocado. Ahora bien, si le llamas a un átomo “algo”, tienes que saber (), y no lo vas a saber.
AGC- Ese es el problema que acabo de plantear y estoy preguntando si ha quedado lo bastante bien planteada esa contradicción, tanto respecto a los esplicadores, como átomos y cosas, como también respecto al problema del observador dentro o fuera, al cual puede llamarse “cosa”. Evidentemente, un observador, tal como los físicos lo entienden por un lado, es una cosa: ya os he recordado que alguno de los físicos incluso llegan a molestarse, al hablar del observador (o del medidor, o del teorizador, pero en primer lugar del observador), se molestan en decir “he or she” (para hacer la gracia los feministas, el “he or she”), con lo cual demuestran que efectivamente están pensando en un observador a no poder ser más real. Pero por otro lado no puede ser: lo que habla de las cosas está fuera de las cosas, lo que piensa las cosas está fuera de las cosas, y ése es el problema que quería aquí resucitar un rato antes de seguir. No sé si queda algo. Sí.
- Cuando decimos que el que habla está fuera de la Realidad, porque está hablando de ella, se podría hacer una ecuación: el observador es uno, pero el que observa es otro, o está fuera de la Realidad
AGC- Una distinción...... Sí. Desde luego hay que decir que el que habla, si habla de verdad, no es nadie; pero como a su vez se puede hablar de él, entonces ya es alguien real; se convierte en alguien real en cuanto hablas de él. Pero mientras está hablando, no; sólo cuando dices que está hablando, cuando hablas de él, lo conviertes en algo real; ése es el trance por el que pasamos todos los días. No sé si está claro también; si no, adelante.
- A mí el observador me estaba pareciendo la relación que aquí hemos tratado también como cosa.
AGC- Bueno, es otra cosa distinta; el problema de la relación respecto a los términos de la relación, es otro problema. Efectivamente, antes, a propósito de lo de Anaxágoras volvió a salir, pero se puede pensar que la relación es antes, lo primero, y que el que la relación tenga que ser entre elementos, A y B, es después; y que incluso, que a esos elementos se les llame “dos”, es también después. De manera que “relación” se coloca, no sólo antes de los nombres de los elementos, sino antes de los números también; lo cual es bastante lógico, porque la Realidad, como sabemos, se está costituyendo siempre de las dos cosas: significados y números, o cuantificadores, juntamente, ¿no?
Bueno, yo creo que con esto ya nos hemos dao un pequeño baño para poder volver sobre el enigma de izquierda/derecha, de manera que vamos a ello. Supongo que los que habéis estado conmigo los últimos días os habéis dado cuenta de hasta qué punto el problema de saber en qué consiste eso, qué es eso de izquierda/derecha, es efectivamente tan imposible de primeras de resolver que efectivamente es propio para volverle a uno loco, y que en esto quería hacer notar, es un problema singular, aparte de los otros problemas que se puedan presentar con respecto a la costitución de la Realidad. Tenemos que distinguirlo aquí.
No voy a insistir, porque ya hemos insistido, también con vuestra ayuda, en las dificultades que se presentan para saber qué es izquierda y qué es derecha. Los que estabais conmigo ya estáis en ello, y los demás, pues que se hagan al trance como puedan. Desde luego una cosa hay que hacer, yo creo, que es distinguir el problema profundo de un problema más superficial que le acompaña. Es decir: una cosa es, el problema verdadero, es que haya lo que los filósofos de la Ciencia suelen llamar ya desde Kant más o menos “contrapuestos incongruentes” (como mi mano izquierda y mi mano derecha, que son el ejemplo por excelencia que siempre se da: “contrapuestos incongruentes”), y otra cosa es el problema de que a uno de los contrapuestos incongruentes se le llame “izquierda” y al otro “derecha”, o que se haga del revés; éste es el problema más superficial. Efectivamente, yo creo que es mejor desentenderse de esta cuestión de la denominación izquierda/derecha, que parece que es independiente del problema mismo. Efectivamente, una vez que cargamos con la necesidad de contrapuestos incongruentes entre sí, la elección de un término contrapuesto a otro (izquierda/derecha, derecha/izquierda) parece ser muy arbitraria, casi como caprichosa, dependiendo de factores muy esternos, hasta sociales incluso, y que no tienen por qué preocuparnos demasiado. Desde luego, no hay que olvidar que en las supersticiones de muchos pueblos hay una tendencia a no denominar a uno de ellos, es decir, a no denominar a la izquierda, por motivos apotropáicos, es decir, para alejar el mal. Esto es útil para ver que la contraposición se relaciona con la contraposición fundamental entre “bueno” y “malo”, como costitutiva de la Realidad, y que el elegir un término “bueno”, o un término “intratable”, para una y otra mano, es efectivamente algo que pertenece ya a las estructuras sociales más superficiales, ¿no?.
Algunos de los físicos, de los filósofos de la Ciencia (ahora os hablo sobre todo partiendo de otro de los artículos que me ha dado a leer Caramés, que es el de un señor Pooley, también de la escuela de Oxford, y no me acuerdo del nombre de pila, lo siento) han visto la necesidad de hacer esta división en el problema, y, ante el problema de la denominación izquierda/derecha han tirado por un camino erróneo, que es el del nombre propio, el pensar que eso es una cuestión de bautizo, es decir, como poner un nombre propio; pero eso, claro, ya los que lleváis conmigo tiempo sabéis que no puede ser, porque nombre propio implica algo ajeno propiamente a las operaciones de la lengua, (los nombres propios están fuera), y no puede aplicarse a casos como éstos, en que muchas veces la denominación izquierda y derecha se va a aplicar a diferentes casos dentro de los mismos contextos, y eso ya le quita a izquierda/derecha toda posibilidad de ser nombre propio, no puede ser. Depende de las cosas que he dicho, pero desde luego no se puede tirar por el camino del nombre propio.
Bueno, pues vamos entonces a ver, por partes, cómo son los contrapuestos incongruentes. Desde luego, se caracterizan por este hecho de que en tratamiento matemático no se pueden convertir por las vías habituales; las figuras planas son fáciles de convertir de derecha a izquierda y viceversa por una simple proyección: si tenéis un triángulo, irregular, claro, un triángulo escaleno, está a la derecha de tal manera, y a la izquierda está de la manera contraria, pero no hay problema, se puede dar un giro... desde luego no por deslizamiento: notad que el triángulo tiene que saltar de dimensión. No por deslizamiento, pero por giro, utilizando una dimensión más, pues ya es fácil que hagáis casar el de la izquierda con el de la derecha, y que los contrapuestos sean congruentes; sean congruentes, y no pertenezcan por tanto a nuestro problema.
Bueno, y no voy a entreteneros con más posibilidades y más intentos que se han hecho, mucho más sofisticados, ensayando procedimientos de conversión que desde luego fallan cuando se trata de lo que en el ejemplo más inmediato tenemos: mi mano derecha y mi mano izquierda; las cuales son del todo inconvertibles una en la otra por ningún procedimiento: no puedo convertir una en otra deslizándola una sobre la otra, no puedo convertirla haciéndola dar un giro y volviéndola del revés; no puedo hacer nada de eso, y resulta que siempre siguen siendo incongruentes, de manera que parece que la condición de izquierda y derecha se acompaña en ese caso de una incongruencia. Si nos dejáramos llevar por el caso de las figuras planas tendríamos que decir que entonces haría falta otra dimensión; pero a eso será a lo que pasemos después.
Antes quiero volver a presentar a este respecto el problema del observador, que ya (me parece que fue en la última sesión), apareció, al presentar la cosa por medio del espejo, cómo cabe que efectivamente la izquierda y derecha de mi figura en el espejo, de mis manos, para un observador que en lugar de estar donde yo, o detrás de mí, se colocara detrás del espejo, de frente, se volvería del revés. Evidentemente, para ese supuesto observador (si nos saltamos el azogue del espejo y demás inconvenientes superficiales), para ese observador efectivamente lo que yo desde aquí estaba llamando izquierda y derecha, allí se llamarían derecha e izquierda tranquilamente, y han cambiado de nombre.
¿Habrían dejado de ser incongruentes?: no, seguirían igual de incongruentes, pero desde luego, el sentido de la incongruencia de derecha/izquierda, de izquierda/derecha, ha cambiado, según la posición del observador. Es decir, que tenemos que imaginar ya un cruce de sentidos entre el que va de mi mano izquierda a mi mano derecha y el que va de adelante a atrás; el que va de delante a atrás, que en otra situación podría ser izquierda/derecha, ya lo sabemos, pero que en este caso se contrapone a izquierda/derecha, y que la acompaña, de manera que en el polo de delante izquierda es izquierda y derecha es derecha, pero en el polo de detrás izquierda es derecha y derecha es izquierda, por decirlo brevemente, ¿no?
De manera que eso es lo primero, porque ahí juegan justamente lo del observador, el que está mirando el espejo, la imagen del espejo, y haciendo estas consideraciones acerca de la relación izquierda/derecha. No sé si esto hasta aquí va lo bastante claro para que el enigma penetre, si os deja lo bastante intranquilos incluso un ratito después de marcharos del Ateneo. Pero vamos, si acaso no lo está, pues podéis decirlo ahora mismo. Si a alguien le interesa algo más, si se os ocurre alguna cosa que pueda complementar o contradecir....
- Yo estaba pensando en lo de cóncavo y convexo, que yo recuerdo que a mí me presentaba más problemas todavía que lo de izquierda y derecha: si dibujas un ángulo, siempre hay que poner una flechita para saber saber si estás diciendo “cóncavo” desde un sitio, o “convexo” desde el otro.
AGC- Sí, efectivamente, y se reduce a la cuestión de derecha e izquierda. Lo que es rincón y lo que es esquina, desde fuera es esquina, pero desde dentro es rincón. Bueno, esto lo digo aprovechándome del español, que hace esta distinción en la lengua vulgar; las lenguas de ordinario confunden, pero en español se hace la distinción, y efectivamente, la cuestión de la situación del observador está ahí lo mismo. Fijáos bien que es justamente “situación” tanto en el caso de cóncavo/convexo, esquina/rincón, como en el caso derecha/izquierda; y lo de “situación” nos mete en la cuestión de “situación, ¿en dónde?”, que es la cuestión grave. También a los filósofos de la Ciencia esto se les ha aparecido, y los hay muchos que han tratado de explicar el enigma partiendo de “campo”, y de “orientación en un campo”, como si eso pudiera ser soporte para la propia contraposición incongruente de izquierda con derecha. Pienso que las teorías por ese camino fallan también, pero desde luego se han hecho, y la pregunta está viva: “¿en dónde?”, “situación, ¿en dónde?”. Situación, ¿en dónde?, es la que se requiere. Aparentemente, si estamos hablando de la Realidad, tenemos que pensar que el “¿en dónde?” es lo que suele llamarse corrientemente “espacio”; yo mismo, cuando he dicho antes “a un lado y a otro, delante y detrás “, pues he estado dejando que entendáis que estaba hablando de un espacio real, de lo que se llama un espacio real; esto es muy realista, pero por tanto muy poco satisfactorio, ¿no?
Esto, tengo de paso que recordar a los que habéis seguido conmigo en cuestiones de Gramática, nos remite al problema de la distinción entre “campo en que se habla” y “mundo de que se habla”. “Situación” tiene dos sentidos enteramente distintos en un caso y en otro: “situación en el mundo de que se habla” es lo que estoy diciendo: en el espacio, o como lo querías decir, () realista; pero la situación en el campo en que se habla, que no es real, porque precisamente en él se está hablando de la Realidad, es otra cuestión distinta: la situación que señala, en el curso de una conversación, “aquí”, “a mí”, “esto”, “aquello”, ésa no se refiere a ningún espacio real: se refiere al campo en que se está hablando, que no es que sea fugitivo, como diría alguien: es que simplemente está fuera de la Realidad aquello a lo que apunte “aquí”, o “a mí”, o “a ti”, o “esto”, o “aquello”. De manera que conviene recordar entre paréntesis esto, para que el problema de la situación en donde, y de la orientación, nos dé algún fruto; algún fruto de dudas sobre todo, que son los frutos que aquí buscamos: frutos de dudas y de contradicciones en el descubrimiento de la mentira de la Realidad, y por tanto en la guerra contra el Poder, que se empeña en que la Realidad pueda tranquilamente tomarse como verdadera y como todo lo que hay. Sí.
- Que respecto a lo que decías antes respecto a lo del observador y lo de las manos, que se me ocurrió de repente acordarme de esta recomendación negativa de la no observación de una mano hacia la otra en eso que dice de que tu mano derecha no vea lo que hace tu mano izquierda. Parece que tiene mucho sentido eso.
AGC- Muchas gracias. Es bueno. Acordarse del Evangelio aquí siempre es bienvenido, y en este caso además pues nos sienta muy bien para saltar un poco de la Física a todo lo demás, porque todo está relacionado.
- Es que tiene que ver, ¿no?
AGC- ¡Hombre, es tu mano izquierda y tu mano derecha!
- Que tiene que ver mucho lo de la contradicción esa de que no debe permitirse la derecha ser la observadora de la izquierda. Es que siempre decimos que el observador es algo que () de las dos, pero también yo me refiero a la observación entre ellas.
AGC- Lo que compromete es el eje mismo, el eje de la contraposición incongruente, es decir, la persona; la persona, porque efectivamente lo que te está recomendando es que te partas de tal manera que la mano derecha no sea tuya en el mismo sentido que la mano izquierda lo es. Y evidentemente se sobreentiende...
- ¿Pero esto es una reciprocidad de observaciones, o está volcada, marcada hacia un lado?
AGC- Si, se aprovecha, desde luego; se aprovecha lo que estamos llamando “contraposición incongruente”: la incongruencia se lleva por decirlo así a su estremo en esa recomendación.
- Por eso te lo he traído como aportación.
AGC- Sí, sí, también bienvenido, aparte de la voz del verbo.
- A mí me ha venido una cosa a la cabeza: dentro del mundillo del teatro, siempre genera confusión si no te aclaran que estoy hablando de la derecha tuya, del actor, o la derecha del espectador, porque de verdad que es muy difícil montar una obra de teatro si no te aclaran previamente que es la derecha del espectador.
AGC- Siempre, siempre. Cada vez que tengo que escribir acotaciones, o publicar, por desgracia, una no representada, qué remedio: tienes que empezar diciendo “izquierda y derecha, las del espectador”; o por el contrario: “izquierda y derecha, las de los actores”.
- Pero en realidad estamos hablando de lo mismo: estamos hablando de la vieja relación, que es lo único que tiene importancia a la hora de observar el Universo; es decir, es derecha porque es tu derecha, y es izquierda porque es tu izquierda; es cóncavo en relación con otra cosa, porque sola no puede ser ni cóncava ni convexa. Y de la misma forma nos encontramos con el problema de la situación: no existe tal situación, sino que existe una situación en relación con otra.
AGC- Ahora no lo he entendido, perdone; no entiendo cómo puede venir eso después de lo que hemos estao diciendo aquí, no lo entiendo.
- Que el viejo concepto de la relación como principio esencial del Universo, se refleja también en elementos y en discursos como éste de la derecha y de la izquierda, porque nada es derecha o izquierda en relación absoluta, nada es cóncavo o convexo en relación absoluta.
AGC- Sí, pero si eso ya lo sabemos, no insista usted en eso; no se aferre usted a lo de relación como creyendo que ha encontrado la clave de los secretos por los cuales la Realidad se puede convertir en verdad; no es así.
- La única expresión universal es que todo es relativo.
AGC- Bueno, por favor, venga, bien, usted siga dejándose arrastrar un poco al problema y olvidándose un poco por un momento de las soluciones, y veremos a ver.
- Quería decir que respecto a lo que él decía del teatro, es que en teatro, es curioso pero no se dice “mano derecha” y “mano izquierda”, se dice “hombro derecho” y “hombro izquierdo”. En teatro, cuando te dan una indicación, no te dicen “ponte a la mano derecha”, o “sales por la mano derecha”: te dicen “sales por el hombro izquierdo”, o “sales por el por el hombro derecho”.
AGC- Ah, eso no lo sabía yo.
- Es una curiosidad; no sé si a lo mejor porque los actores están haciendo cosas con las manos.
AGC- No sé por qué. Bueno, aparte de estas cosillas, ¿algo más a fondo en el problema?
- Respecto a los opuestos: hay una cita de Heráclito que dice que para los que están en estado de vigilia, hay un solo y un mismo mundo. Entonces, lo que yo me pregunto es qué pasa con la Realidad cuando estamos dormidos.
AGC- Bueno, ya sabes que él dice en otro de los fragmentos que también los durmientes intervienen en la costitución de la Realidad, no es tan distinto. Se trata propiamente de “contrapuestos”, dicho sea de paso; es algo que en griego se dice bien con el adjetivo “enantíoi”: son contrapuestos incongruentes de los que hemos estado hablando en esta peculiar relación derecha/izquierda; contrapuestos incongruentes, inconvertibles uno en otro.
Bueno, tengo que añadir, antes de que se nos vaya el poco rato que nos queda, que el otro día, volviendo a la posibilidad de saltar a otra dimensión (que según la actitud ya vulgarizada en la Ciencia tendría que ser el tiempo, pero el tiempo real que aquí hemos descubierto como tiempo real precisamente en cuanto falso y costitutivo de la Realidad, falsa), entonces el otro día ya os traje aquella posibilidad de cómo de izquierda a derecha se puede convertir en una relación de tiempo en el sentido de que si el tiempo éste real y falso tiene dos sentidos según las tonterías que nos cuentan (tonterías pesadísimas y sangrientas) de que se va de pasado a futuro o se pasa de cosas futuras a pasadas al mismo tiempo, entonces se va por ahí en un sentido, que sería que las cosas están creándose continuamente, están entrando y van avanzando, y cada cosa va avanzando por momentos, discontinuamente (porque el tiempo real, como toda la Realidad, aborrece lo continuo, no lo puede tolerar), va avanzando por momentos, y cada momento está cargado de huella de cualesquiera otras cosas que han pasado, más o menos cercanas. Una huella que en el caso de cosas como los animales puede llamarse “memoria”, y en el caso de animales humanos se llama conciencia; conciencia más o menos lejana de todo eso, que os presentaba a modo de espejo, como si cada momento fuera cargado de un espejo; este espejo evidentemente está reflejando el camino por el que uno va andando, y lo refleja del revés, empezando primero por lo que tiene más cerca, y luego tratando de alcanzar más atrás y más atrás hasta la infinitud, es decir, hasta donde no puede alcanzar a nada, y de esa manera tenemos que izquierda y derecha se convierten en el sentido falso de pasado a futuro, de ir pasando de lo que no ha sido a lo que va siendo; cada cosa se va creando, de las infinitas. Y el sentido inverso, igualmente falso, que es que las cosas van convirtiéndose de futuras en pasadas: a medida que el espejo avanza se van convirtiendo de futuras en pasadas, y alejándose más y más cada vez, y ésa es otra manera en que el problema izquierda/derecha evidentemente se plantea.
Claro, evidentemente me diréis que esto en lugar de aclarar el problema lo que hace es hacerlo todavía más enloquecedor, y bueno......tal vez es que de por sí lo es tanto, que basta con sacar cosas acerca de ello para que lo revele hasta qué punto es intratable, irresoluble en cierto sentido. Desde luego, el equiparar con otros sentidos pasado a futuro, futuro a pasado, no veo yo por mi parte todavía cómo podría resolver la cuestión de la incongruencia de los contrapuestos, en el sentido de que uno pudiera (uno, un hecho pasado, digamos), pudiese volverse congruente con uno futuro, o viceversa, y contraponerse como siendo el mismo y en el mismo sentido; yo confieso que tampoco con ese traslado lo veo claro.
Para cortar por hoy (no terminar, sino cortar por hoy, que se nos va a hacer tarde), otra cosa que os quiero decir, que sin embargo toca a la presentación dinámica, digamos, del problema: yo no sé cómo puedo convertir mi mano derecha en una mano izquierda; yo no sé cómo esto se puede hacer: ni por deslizamiento, ni por sobreposición, ni dándole todas las vueltas que le de; esto de ninguna manera lo sé. Pero en cambio, puedo imaginar la fabricación de mis manos; puedo imaginar la fabricación de mis manos, y imaginar que esta fabricación se produce: a partir de un eje que las separe, se producen dos sentidos contrapuestos, de manera que por un lado se va entretejiendo, se va amasando, se va formando el pulgar de mi mano derecha, al mismo tiempo que por el otro lado se va formando el pulgar de mi mano izquierda, y la dinámica de la creación progresa del mismo modo, y la mano se va haciendo en un sentido y en el otro a la vez; es decir, creándose a la vez hacia la derecha y a la vez hacia la izquierda, pero la misma mano; porque ahora sí que son congruentes. Así sería; ahora ya le quitaré un poco de hierro al asunto, pero supongo que lo que importa es que entendáis cómo es la propuesta.
Esta interpretación dinámica de la oposición tendría la consecuencia de que en ella veríamos reflejado algo que parece costitutivo de la Realidad, que es su contradicción; lo que estoy diciendo es que en principio nunca podría crearse una cosa sola, sino que por algún motivo tendría que estarse creando una cosa y el revés de esa cosa, justamente y en dos sentidos contrarios; son los dos sentidos contrarios los que aquí os estoy presentando como una especie de aparición de la contradicción costitutiva de la Realidad con la que tantas veces de maneras no tan violentas nos hemos encontrado. La Realidad es falsa, decimos; por supuesto, pero esa falsedad consiste con frecuencia en toda clase de contradicciones que descubrimos tanto en las cosas corrientes como en las físicas, como en las sociales, como hasta en los lenguajes y todo eso: la oposición gramatical privativa misma que hemos usado como ejemplo es ya un caso de contrapuesto en este sentido incongruente; y el reflejo más patente de esa contradicción sería la creación en dos sentidos opuestos, la creación haciéndose siempre en dos sentidos opuestos, cosa contra cosa.
Esto, si se toma como teoría, pues inmediatamente falla, por un motivo que antes de marcharnos os tengo que decir: porque es que si esto se produjera como he dicho, y al mismo tiempo se estuviera fabricando mi mano derecha y mi mano izquierda, y se estuvieran fabricando de tal manera que llegaran a ser de verdad congruentes, resultaría que serían exactamente iguales, y esto no puede ser, porque ya sabemos que esto también forma parte de la Realidad: en la Realidad no hay cosas exactamente iguales, ni hay cosas exactas; la Realidad es necesariamente aproximativa, y por tanto parece que esta teoría estaría buscando una igualdad ideal.
Para esto se puede decir: “bueno, es que la fabricación real, como es real, pues no tiene por qué......la hilandera que fabrica tu mano derecha está de acuerdo en hacerlo al revés que la que hace tu mano izquierda; pero claro, también fallan, tampoco hace falta que tus dos manos resulten exactamente iguales y que la congruencia sea matemática”. Esto es lo último que se me ocurría deciros por hoy, y con esto nos vamos a marchar dentro de un poco, salvo las ocurrencias que respecto a ello se os ocurran, de manera que adelante.
- Pero en el desarrollo embrionario, las dos manos generan dos dedos prensiles en el mismo sitio.
AGC- ¡Todo, todo!
- O sea, estás hablando () ¿es metáfora lo que nos estás enseñando con el ejemplo de las manos? Porque la propia genética hace que los prensiles salgan en ocasiones en el mismo lado. ¿Entonces, qué hay, dos derechas o dos izquierdas?
AGC- No, no, no; no me has seguido bien: se están creando estas dos.
- Si que te he seguido: la creación es opuesta: se crea una, se crea....
AGC- ¿Qué pasa? ¿Lo tiene en el mismo lado, o no?
- Sí, pero es que en ocasiones el dedo prensil sale en el mismo lado en las dos manos.
AGC- No, no, lo que he dicho ahora de equivocaciones menores, en esos casos puedes trasladarlo a equivocaciones algo mayores: las enfermedades son partes de la Realidad, las patologías. ¿Qué más?
- A mí hay un dibujo de (Ercher), del dibujante éste holandés, que siempre me ha hecho pensar que una mano derecha está dibujando a otra mano, y la otra mano está dibujando ()se dibujan a sí mismas. El dibujante trata de hacer las manos exactamente iguales.
AGC- No lo recuerdo exactamente, tendría que ver el grabado. Es que es importante ver...habría que ver si la intención era hacerlas exactamente iguales; es que no recuerdo el grabado bien.
- A mí el grabado me hizo pensar que era la aproximación más fiel que yo he visto al pensamiento. Si yo tuviera que coger una imagen del pensamiento, cogería esa imagen.
AGC- Está dicho muy vagamente, eso. Yo no me acuerdo del grabado, hay que verlo; porque si tratara la mano de dibujar a la otra por el camino de la superposición, eso no le saldría.
- No, no, una está pintando a la otra, y la otra a la una. Se están pintando mutuamente. Hay dos rotuladores, y están en la misma posición las manos, parece que son idénticas......
AGC- Tengo que volver a ver eso; es posible que sea revelador en este sentido.
- Lo de (Hercher) es curioso, porque en otros dibujos sí que parece que hay un eje de simetría, pero en éste de las manos no existe ese eje de simetría, porque evidentemente ya no es una recta, es un dibujo ya con una sinuosidad diferente. Pero que funciona como un eje de simetría casi, ¿no? O parece.
AGC- ¿Entre la mano dibujada y la que la dibuja, colocarías el plano de simetría?
- Bueno, metafóricamente hablando; no es exacto, claro.
AGC- Ya, ya. ¿Qué más?
- Yo lo de “incongruente”, no sé si lo entiendo.
AGC- “Incongruente” es que es el término que han usado desde Kant. Es decir, que lo que hemos dicho de que la una no puede convertirse en la otra....
- Pero si por ejemplo asomo una mano al espejo, ¿eso sería congruente, o...?
AGC- No, no, son izquierda y derecha; son incongruentes, la del espejo y la de acá son incongruentes entre sí; cualesquiera objetos así al menos de tres dimensiones que sean mínimamente irregulares, son incongruentes con su imagen en el espejo; la imagen en el espejo es el ejemplo más claro de la incongruencia; solo que también entre las dos manos se da. Es decir, entre las dos manos se da, y si cojo la mano derecha en el espejo y veo que el señor del espejo la tiene como mano izquierda......
- No, pero yo digo sólo asomando la mano; sin que asome ningún señor ni nada, sólo una mano.
AGC- Ah, eso acerca a un problema que cuentan que se planteaba a Kant, al pobre, cuando surgió esto: que estaba tan enredao con el asunto que llegó a pensar: “supongamos que lo primero que se crea es una mano, una sola”. Esto es verdad, esto lo sé por el Señor Pooley, que lo cita, no porque yo haya vuelto a leer a Kant, lo cita Pooley: supongamos que lo primero que crea es una mano. Para resolver el problema de si se puede tomar la actitud sustancialista (la cosa depende del espacio y de la situación en el espacio) o si no, si depende de la relación; porque al fin y al cabo las actitudes de esos dos son así, suelen ser relacionalistas y sustantivalistas; son las que por lo que veo por el artículo de Pooley se toman como contrapuestas.
Supongamos que lo primero que se crea es una mano. Bueno, pues ya comprendéis el problema, ¿no?: ¿cómo se puede saber si es una mano izquierda o es una mano derecha lo que se ha creado? Parece una broma, pero tiene su seriedad, y eso lo planteaba así como vía para resolver el problema éste: ¿cómo se puede saber si es una mano derecha o si es una mano izquierda?
- ¿Con una sola mano, en el ejemplo éste del que estabas hablando, habría Realidad, o no habría Realidad? En ese momento no existiría Realidad, porque solamente hay una mano, no hay contraposición.
AGC- La imaginación de la creación en Kant y en los demás no tiene mucho que ver con la que hemos venido descubriendo, ¿eh? Yo lo cito como una convención que se puede usar, pero aquí sabemos que la Realidad se está haciendo y deshaciendo por momentos, discontinuamente, costantemente, y nada más; y jamás se me ocurrirá apelar ni a un primer momento de la Creación, ni a un último momento, ni a todas las tonterías tremendas que nos han venido agobiando tanto tiempo: están haciéndose y deshaciéndose cosas que nunca pueden ser todas por tanto. En realidad, la dinámica se desprende del propio descubrimiento de que no son todas; con descubrir que no son todas, la dinámica ya está incluída, si me seguís; con “no son todas”, ya efectivamente se implica que están entrando y saliendo. Vamos, están entrando, propiamente entrando, según el ejemplo de los caminos que he puesto.
- Así como por ejemplo el ejemplo que has puesto aquí del escenario que hay que matizar si es la izquierda mía o la del espectador o la de quién, parece que nadie se confunde con cuál es su izquierda y cuál es su derecha.
AGC- Tú es que has debido ser especialmente hábil en esto, pero ya el otro día recogía el testimonio de alguno que me acompañaba a mí en mis tormentos de edad escolar, es decir, de seis o siete años, no tan temprano; mis tormentos para averiguar en cada ocasión cuál era mi izquierda y cuál era mi derecha, que tenía que acudir al mapa de la escuela: pal lao de Cataluña, la derecha, pal lao de Galicia, la izquierda. Hasta tal punto.....
- Yo no he entendido muy bien eso de que una cosa no se puede generar sin la contraria y este asunto de la derecha y la izquierda; porque parece ser que entonces no se tendría que hablar de mano derecha y de mano izquierda, sino mano derecha y antimano derecha o algo así.
AGC- Sí, sí, serían así; tiene que ver con la relativa reciprocidad de los nombres; lo que importa es la creación de los contrapuestos, la creación debida a esta característica costitutiva de la Realidad que es la contradicción; la contradicción se hace por contraposiciones, por contrapuestos; lo de que a una se le llame izquierda o derecha, ya es el otro problema, más superficial, sí.
Bueno, pues nada, si el Señor nos deja y no se enfada demasiado, dentro de siete días seguimos con todo esto.