26.08.2014

Tertulia Política número 134 (16 de Julio de 2008)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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TRANSCRIPCIÓN:

 

 

Pues vamos a seguir con esta guerra, en las batallas con las que nos andábamos con respecto, o a partir de, los contrapuestos incongruentes.  Yo no sé si muchos de vosotros os tomáis esto precisamente como una guerra, que es como me lo tomo, y como pienso que habría que tomárselo, o si simplemente os estáis, al cabo del tiempo, pues haciendo a tomar esta actitud de decir “bueno, por lo menos tiene la gracia de que todavía podemos seguir, todavía no nos han cortao”, lo cual no deja de ser un alivio, y no deja de tener también su razón, porque ya recordáis que la única alegría de que disponemos, la única fuerza, consiste en eso, en que pese a todo, pese a todo lo que tenemos encima, el Poder, el Dinero, la Persona, y todo lo que nos mata, pues todavía se le puede seguir llevando la contra, es decir, que puede seguir habiendo guerra; es tan maravilloso, tan estraño, si se considera el Poder y la seguridad del Poder, de sus verdades, que nos echan encima, que bueno, pues bien, no deja de ser un consuelo, una alegría.


Pero desde luego, lo que importa es que ninguno de vosotros vuelva a caer en la impresión de que aquí se viene a hacer una tertulia en el sentido tradicional de que venimos a que cada uno suelte sus opiniones, y se entrecrucen, y nos enteremos de cosas, dejemos de enterarnos, y todo eso, porque en verdad si se viene aquí es para hacer algo, que nos pase algo, es decir, es verdaderamente una guerra, y antes de seguir, pues no me parecía mal recordároslo, por si acaso, a los que especialmente me acompañáis desde hace mucho tiempo.


La cuestión, que venía planteada así, estos últimos días, buscábamos cómo es que en la Realidad, en las cosas, esa situación de los contrapuestos incongruentes parece que no se presenta más que de vez en cuando, casi escepcionalmente, como por ejemplo con la mano derecha y la mano izquierda, y en algunas otras situaciones, mientras que por lo demás, no parece que las cosas tengan contrapuestos en general, ni nosotros tampoco entre las cosas podemos honradamente declarar que tenemos un contrapuesto, cada uno un contrapuesto, o ni siquiera los hombres en general un contrapuesto; hay cosas que son más o menos contrarias, que son desde luego diferentes, pero de ahí hasta la situación esa que nos ha estrañado tanto de los contrapuestos incongruentes, hay mucho camino.


Es ese salto, ese camino, el que estábamos tratando de recorrer.  Os recuerdo que nos encontrábamos por un lado con estas dos posibles vías: una era acudir al campo en que se habla, que evidentemente no es el mundo de que se habla, la Realidad, porque no se puede hablar al mismo tiempo y ser aquello de que se habla, no cabe.  El campo en que se habla, el cual encontrábamos que la directriz esencial, la que nos separa y une a ti y a mí, entre ‘tú’ y ‘yo’, podía ser un ejemplo de sugerencia de contrapuestos incongruentes, porque tú y yo efectivamente en un sentido somos lo mismo (el que habla es el que oye, y el que oye es el que habla), pero en el momento de hablar evidentemente somos del todo incongruentes el uno con el otro, yo soy ‘yo’, tú eres ‘tú’, y esto era una vía, porque está claro que ‘yo’ y ‘tú’ no somos nadie, no pertenecemos a la Realidad, estamos en el campo en que, que no pertenece a la Realidad; no es nadie,  pero ese no ser nadie es compatible, en las funciones habituales de la lengua, con que en el momento siguiente se pueda hablar de ti o de mí; ya desde luego no soy yo ni tú los que hablamos, ni los que oímos, pero alguien habla de ti o de mí, y nos convierte así en algo que se aproxima a la Realidad, o a lo que a veces hemos aludido como una Realidad situada, o en todo caso un trance intermedio, y por tanto tenemos el paso a las terceras personas, donde a ése o a ésa, a éste o a ésto, no se les puede decir que estén siendo cosas, una realidad, pero desde luego no están ya tan puramente en el campo en que se habla; el paso a la tercera persona parece como ser un paso del campo en que, a la Realidad, a esta situación intermedia, y en eso nos habíamos metido por un lado.


Pero por el otro nos acordábamos, especialmente el último día, de que muchas veces eso del ritmo se nos ha aparecido como una condición que está más allá de, más acá de, antes de, la lengua misma, y por tanto más acá, más allá, de los significados de las palabras, que son como recordáis la Realidad misma.  Muchas veces hemos identificado significados con cosas en el sentido de que las cosas sólo se costituyen por la noción de cosa que cada una de ellas tenga, y eso del ritmo, pues no, está de alguna manera antes; lo encontramos desde luego aliado con los números o sometido a los números, pero en el arte, en la música, algo ya que está por encima de la lengua misma; sólo entonces el ritmo es propiamente numérico, trata de ser esacto, pero primitivamente la mera discontinuidad,  y por tanto alternancia, parece ser una condición prelingüística en ese sentido, y ella nos acercaba, nos acerca, a la cuestión de los contrapuestos incongruentes, porque en una serie discontinua (da lo mismo si son horas() )  una serie de, digamos, sucesos (de los sucesos que todavía no son cosas, no son propiamente momentos reales), en una serie de sucesos, alternan golpe con intervalo, o dicho de otra manera, “corte” con intervalo, y nos encontramos con que efectivamente por un lado esos sucesivos inmediatos que se contraponen, como por ejemplo “corte” y “suceso”, o por ejemplo, “golpe”, “tiempo marcado”, y intervalo, “tiempo no marcado”, esos cumplen la condición de que, bien mirado, o si queréis, oído de otra manera, son lo mismo, son el mismo lo uno que lo otro.


Esto se hace evidente, si, como podíais algunos encontrar en las primeras páginas del tratado de rítmica, etc., que saqué hace tiempo, uno decide dibujarlos, por ejemplo por medio de un aspa y de un circulito, una serie de aspas alternando con circulitos; pues allí lo tenéis: efectivamente, la decisión de si “aspa” quiere decir “tiempo marcado” y “circulito”, “intervalo”, o si es al revés, se nos aparece como de alguna manera arbitraria, demasiado simple o elemental, anterior a la Realidad en ese sentido; es decir, que en cualquier serie rítmica, si estamos oyendo, como es normal, por ejemplo “tatá- tatá- tatá- tatá- tatá- tatá”, distinguimos uno como marcado y otro como no marcado, pero ¿por qué?: igual podríamos tomarlos al revés, con otra forma de oído, y hacer que aquello que nos sonaba no marcado fuera precisamente lo marcado por eso mismo, y lo otro lo contrario.


De manera que esto es lo que por un lado los hace lo mismo lo uno que lo otro en la sucesión, mientras que por otro lado en la producción rítmica esto no puede sostenerse: la diferencia entre uno y otro es necesaria, y si no, no hay ritmo, ni el más elemental.  De manera que como veis aquí otra vez nos encontramos con condiciones que se acercan a la de nuestro misterio de los contrapuestos incongruentes.  Ahí lo tenemos, y si alguno de vosotros, tal vez por ser demasiado elemental, no lo coge bien, pues ahora me lo dirá, en cuanto os deje pasar la palabra.


Se puede ilustrar incluso en una práctica ya musical, es decir, cultural, haciendo que los tiempos marcados jugaran con el tono de una manera que en el tono alto se pusieran los tiempos marcados, y en el otro al revés: tátAGC- tátAGC- tátAGC- tátAGC- tátAGC- táta; pero inmediatamente, si estáis oyendo con otro oído, veréis que eso puede oírse del revés, es decir, que justamente se sienta la marca en el tono bajo, y no hay ningún (recibo) al que podáis acudir para establecer la diferencia.


Bueno, una vez que hemos esplorado un poco este par de vías posibles de acudir al campo en que, y por tanto a ti y a mí, como no reales, yo creo que se puede recapitular, y decimos que el hecho de este tipo de contrapuestos, aparece, asoma, en el campo en que, en el ritmo elemental, y en los ideales, los ideales de sí o no, de los que en días anteriores estuvimos dando ejemplos, como el de la oposición privativa de fonemas en una lengua cualquiera, y como tantos otros que nos salían; es decir, en cualquier sitio menos en la Realidad.  Así que tenemos que entender que esto que aparece, digamos, alrededor de la Realidad, que aparece desde más abajo, con algo como el ritmo, que aparece en la imposible simultaneidad del ahora, que es el campo en que se habla, y que aparece desde arriba en el reino de los ideales, son efectivamente los sitios propios para la aparición del hecho, no como fenómeno real, pero sí como un hecho, y que por tanto el que aparezcan en la Realidad, entre las cosas, y el que sólo aparezcan de vez en cuando, escepcionalmente y malamente, debemos entenderlo en el sentido de que hay en la Realidad algunas condiciones que permiten por un lado este influjo que le viene de fuera, del ideal de arriba, o del ritmo, o del tú y yo que no somos nadie, el campo en que se habla, y que por otra parte dificulta que ese influjo se pueda manifestar directamente a cada paso y como costituyente constante entre las cosas, y entre nosotros entre las cosas. 


Por ahí es por donde os estaba proponiendo que tiráramos hoy, y bueno, es un momento para que me calle y os dé la voz para que saquéis respecto a esto, o cualquier cosa que os haya quedado atrasada, cualesquiera dudas, cualesquiera ocurrencias, cualesquiera ejemplos también que os hayan venido, o contraejemplos, de manera que sin más, hablando, dejándoos hablar si es posible.......... Sí.


- Me da la sensación de que los incongruentes en el reino de los ideales no pueden ser lo mismo que los incongruentes en el campo en que hablamos.


AGC- No.  No.  He citado tres campos, cada uno a su manera ajeno a la Realidad, pero cada uno a su manera, no se pueden reducir el uno al otro; ni lo del ritmo elemental, ni lo del campo en que, ni los ideales.


- Pero de alguna manera da la sensación de que la contraposición entre ideales tiene que ser algo así como incongruente con la contraposición entre ‘tú’ y ‘yo’.


AGC- Eso no lo veo de momento; sigue, porque no lo veo claro cómo es esa relación.  A ver.


- Como ‘tú’ y ‘yo’ no somos ideas, la incongruencia no puede ser la misma que cuando se dan ideas pretendidamente definidas.


AGC- No, no, no es la misma; lo que no veo es cómo estableces la relación; que no es la misma, está claro, son campos enteramente distintos.  Está claro que ‘tú’ y ‘yo’, el campo en que ‘tú’ y ‘yo’, en ‘ahora’, que es lo mismo, en ‘ahora’, que no es ningún tiempo, está claro que ‘tú’ y ‘yo’, no somos ni cosa, ni idea, ni tenemos significado ni nada, pero no veo por qué eso va a ser contrapositivo con las contraposiciones ideales de sí o no.  Sí.


- La contradicción que hay en el hablar, ¿es irreductible a una contradicción como amo y esclavo, por ejemplo, o noche y día?


AGC- Eso son ya de Realidad, ¿eh?, esos no son ideales.


- Pero en la Realidad no hay ni amo ni esclavo.


AGC- En la Realidad hay amo y esclavo, sí, está llena de amos y esclavos, la Realidad.


- Pero no acaban de ser nunca ni amo ni esclavo.


AGC- ¡Ah, bueno!  Las cosas nunca son lo que son, pero eso no impide que la Realidad esté llena de amos y de esclavos.  Sobre eso tendremos que volver, pero entretanto, más, más ocurrencias y dificultades, dudas.........


- Pues a mí me gustaría, y es posible que a los demás tertulianos también, que te mojases un poco en la definición de “ritmo”, es decir, qué acepciones le damos.


AGC- No, no, aquí no se define, perdón: lo he presentado a vuestros oídos, y desde luego no quiero pasar ninguna definición, precisamente porque lo estoy presentando como algo prelingüístico.  Imagínate: la definición, que es una cosa plenamente lingüística, y además de lo más sofisticado en cuanto al lenguaje; no puede ser.


- Entonces lo tomamos como una astracción, y punto, y a filosofar sobre ello.


AGC- No, no, no, no, presentarlo palpablemente, como he intentado hacerlo.  Si alguien tiene ideas acerca de ritmo, que las deje de lao, que oiga simplemente, y nada más.


- No sé si ya ha salido: ¿la contraposición entre hombres y mujeres, se puede entender como del tipo de los contrapuestos incongruentes dentro de la Realidad?


AGC- Pues no parece que cumplan las condiciones, no.


- Como siendo lo mismo en el sentido de que se les puede llamar a todos hombres, o personas, o seres humanos....


AGC- Es como lo de amos y esclavos.  Sobre eso vamos a volver ahora, cuando entremos en la Realidad, pero recordad que ahora lo que estoy proponiendo es una ispiración desde fuera, o tres ispiraciones desde fuera para esplicar la cosa; y antes de volver a entrar en los ejemplos de la Realidad, me gustaría que quedaran claras cómo entiendo esas tres formas de ispiración...


- Es que entonces a mí lo que no me queda claro es qué son los contrapuestos incongruentes, porque son ejemplos como demasiado heterogéneos.


AGC- Sí, efectivamente.  Ya veis que al parecer Kant fue el primero que encontró que eso era un problema, que estaba tan a la mano que no lo había visto nadie; pues él lo estaba refiriendo a la Realidad, y entonces claro, su modelo era el modelo de la mano derecha y la mano izquierda, y por tanto decía eso, decía que son cosas que son idénticas, pero que de ninguna manera se pueden (recubrir) la una con la otra por vueltas que les den, y no se pueden convertir al mismo molde, o seguir los mismos ejes; y lo que yo he hecho aquí desde luego es salirme, salirme de la olla de la Realidad, y he presentado como contrapuestos incongruentes, que hasta cierto punto se parecen o sugieren los de la Realidad, esas tres otras cosas que no pertenecen a la Realidad.  Pero desde luego, el problema que desde Kant hasta nuestros días ha seguido entre los filósofos de la Ciencia y demás, se ha seguido refiriendo esencialmente a los casos en que eso aparece de una manera palpable, evidente, en la Realidad: mano derecha/mano izquierda, picaporte de dentro/picaporte de fuera, para una puerta, y cualesquiera otras cosas por el estilo.


- Cóncavo y convexo, también.


AGC- “Cóncavo”, es una cosa muy astracta de decir; se le puede hacer cosa, pero es desde luego ya en un metalenguaje; tendrías que decir más bien una cosa, por ejemplo “sopera por dentro/sopera por fuera”; “sopera por dentro/sopera por fuera”, no sé yo si eso son cosas; no son desde luego........No, no, no pueden ser, porque la esfera interior de una sopera, simplemente es la misma que la esterior, pero sin más, la puedes montar la una sobre la otra, es decir, lo que no puedes es pegarlas, hacerlas la misma, por simple traslación: sacas la esfera de dentro, la haces un poco mayor, y ya está, y eso es lo que no se puede hacer con la mano derecha y la mano izquierda.


- Pero lo de cóncavo y convexo depende de desde dónde mires; es verdad que es lo mismo, pero depende de donde se mire.


AGC- Sí, por eso digo que no es ejemplo, no; es mejor atenerse a esas cosas tan palpables como los picaportes de dentro y de fuera (la forma está jugando ahí, eso.........la misma forma, pero no la misma, porque no se pueden convertir el uno en el otro), para desde ahí saltar, si es posible, a lo que os estoy invitando, a estas ispiraciones esteriores a la Realidad que intentan aclarar el problema.


- Quería recordar un poco que dentro de toda la pintura astracta desde Mondrián para acá, ha habido siempre una especie de tendencia por parte de los pintores a hablar con una naturalidad tremenda de los contrastres de los planos, de los colores, en el que está metido forma y color, esto que decía antes Virginia de lo cóncavo y lo convexo, pero en un plano, no estoy hablando de cuestiones de la Realidad.  Es lo que podríamos llamar ideales que rigen la Realidad, puesto que son figuras geométricas, que están dentro de la Geometría.


AGC- No sé muy bien a qué te refieres, pero bueno.


- Que parece que dentro de los constructos geométricos, pues se debe entender que esas formas no son tampoco reales, sino que son ideales, puesto que uno no se topa en la vida con una circunferencia.


AGC- ¡Ay, por favor, desde luego!  No, no, esa es otra cuestión, eso es un.....


- ¿Puedo terminar?


AGC- Termina, termina, sí.


- Quiero decir que ahí se darían los contrapuestos incongruentes con la misma naturalidad con que se dan en la vida real.


AGC- No, no, no: contrastes, contrarios, y todo eso, ya sabéis que eso se da en la Realidad a cada paso, pero no son contrapuestos incongruentes; contrapuestos incongruentes son estos.


- ¿Pero qué pasa entonces con los acoples, con lo del nudo ése de Möebius, todas esas cuestiones, que están dentro de la Geometría, que son ideales, o cómo funciona eso?


AGC- Son misterios, efectivamente; son misterios que pueden tener que ver con el misterio de la mano izquierda y la mano derecha, pueden tener que ver, no sé si tú has visto la conexión.   Efectivamente, que la Realidad se encuentre con misterios de vez en cuando, a los que no creemos, a los que hemos perdido la Fe, nos parece lo más natural del mundo: ¿cómo no le van a salir a la Realidad cintas de Moebius y contrapuestos incongruentes, y cualesquiera otros mostruos, si está así de mal hecha?


- ¿Entonces será eso lo que mueve tanto a los pintores a trabajar con la pintura astracta?


AGC- No, no, no tiene mucho que ver, deja la pintura.  ¿Qué más ocurrencias por ahí?


- Se puede decir que siempre, en los casos de contrapuestos incongruentes, hay intervención de los ideales, ¿no?  Siempre la hay, porque aquí en esta distinción que hacemos de estos pasos de fuera de la Realidad, bueno, está el campo de los entes ideales, pero también en el ritmo habría intervención de los ideales, no?


AGC- Los ideales yo creo que sólo se podría decir paralelismo cuando es el ritmo numérico, porque los números son ideales; pero en un ritmo sin número, sin metro, no.


- Esa operación de si/no, ¿no sería de alguna manera....?


AGC- La operación de si/no, efectivamente tenemos que contarlo así, tenemos que hablar de una sucesión, tenemos que decir “tátatátatáta”, y cosas por el estilo; tenemos que contarlo así, pero cuando lo llamamos eso si/no, efectivamente estamos metiendo una astracción, que era de los entes ideales; pero yo lo estaba presentando como si fuera anterior a eso, o en todo caso de un terreno aparte.  Sí.


- Continuando con lo que ha dicho Penélope, cuando reconocemos en una repetición la figura anterior, el tAGC- tá, ¿no estamos apoyándonos en lo ideal? 


AGC- “El mismo”, sí, sí; es lo del sí y el no, y el mismo/otro, efectivamente son (); tenemos que presentarlo así, analizarlo de esa manera.  Pero yo quería haceros oír el fenómeno (que no es fenómeno real), como si estuviera antes de que nosotros, al analizarlo, digamos “el mismo/otro, el mismo de antes/otro de después”.  Porque no sólo es que estemos introduciendo ahí estas nociones absolutas de el uno/el otro, de sí o no, sino que estamos introduciendo el tiempo real; estamos introduciendo el tiempo real, y claro, mi propuesta es que el ritmo sea anterior al tiempo real.  Esto es muy difícil de sostener al presentarlo, pero el sentido es ése, “anterior al tiempo real”; y desde luego, es como si queremos en el otro campo explicar la oposición entre ‘tú’ y ‘yo’, acudiendo al tiempo, y entonces claro, al otro momento () al siguiente, pues estamos perdiéndonos en esta esterioridad que el campo en que, también tiene, ¿no?   De todas formas, insistid en esas dificultades, porque son reales, son dificultades que conviene aclarar lo más posible.


- La cuestión ésta de repetición, recuerdo de lo repetido para que se  vuelva a tomar como que es lo mismo, esto que dice, que es lo que dice Antonio Machado, lo de memoria y recuerdo, o sea, sensación y recuerdo, es decir, golpes, y recordar otra vez lo anterior como que es lo mismo; eso implica que tiene que haber una perfección de la propia memoria, del recuerdo, que está metido el tiempo ahí.


AGC- Pues no, eso es lo que estoy diciendo, es lo que estamos diciendo en uno y otro caso: que eso se presenta cuando nosotros lo analizamos y hablamos de ello, pero que mi interés es presentarlo como anterior a todo eso; efectivamente, si decimos que vuelve el mismo, “el mismo”, en el caso de los golpes y en el caso de los intervalos, estamos introduciendo una noción astracta perteneciente a los entes ideales; pero ya te digo: “tátAGC- tátAGC- tátAGC- tátAGC- táta”: es que cada vez que digo ‘tá’, retorna la misma, y para hacer eso tenemos que ponernos ya en el plano de los entes ideales, y desde luego eso implica una distinción de sí o no: mi presentación va en el sentido, algo difícil de lograr, de que el ritmo, en este sentido elemental, sea anterior a la lengua y a esa forma de astracción superior que son los entes ideales.


- Pero si eso no se tomara como igual, ¿cómo iban a ser reconocibles como iguales las dos ‘as’ de la palabra ‘casa’?  No podrían nunca reconocerse.


AGC- ¡Buenoooo! Bueno, no te metas en otras cosas, eso no tiene nada que ver.  Sabemos que en la Realidad las cosas no son lo que son; esto ya el otro día, para más claridad, os lo desarrollaba como descripción de la falsedad costitutiva de la Realidad, diciendo “son dos mentiras: no son lo que son, porque son lo que son; mentira por tanto; mentira también que son lo que son, porque no son lo que son”.  De manera que el juego de la negación; todo esto está.....De todas maneras, todo esto ya son juegos dentro de la Realidad, a lo que volveremos    ¿Qué más había por ahí?


- Esta propuesta sobre el ritmo, ¿valdría también para el tiempo de las lenguas que no conocen oposición entre pasado, presente, y futuro?


AGC- No, no, no, eso ya es mucho más lingüístico, y está mucho mas metido dentro de la Realidad.  Es una cosa que en los “Elementos” que estoy tratando de sacar trato de decir con claridad: hay unas formas de los verbos de lenguas como las nuestras, que se llaman “presentes”, que establecen una relación entre lo que se está diciendo y el acto de decirlo; “acto de decirlo” es el mundo en que, tú y yo, ahora, de lo que estamos hablando, estraño a la Realidad; hay formas verbales que establecen un lazo entre lo que se está diciendo y el acto de decirlo, y otras que no; y otras que no, los pasados, otras que no.  Bueno, de futuros no hay ni que hablar, porque ni siquiera son tiempos, son modos y todo eso.  Bueno, no nos distraigamos, porque nos separa de momento un poco lejos; algún día volveremos sobre los “Elementos”.


- Hablando un poco de la relativa frecuencia con que los contrapuestos incongruentes se dan, que parece que en la Realidad se dan muy raramente, luego parecería que en el mundo de los ideales esa frecuencia aumenta, en el sentido de que por ejemplo cualquier número es el contrapuesto incongruente de cualquier otro, si es que ahí estoy en lo cierto.


AGC- No. 


- Y luego, bueno, en el mundo en que se habla, sí que parece que las oposiciones que en él se dan, muchas de ellas sean incongruentes, aquí/allí, yo/tú.....A lo mejor ‘ahora’ se quedaría sin una oposición clara, y en el ritmo parece que esa oposición ya se da prácticamente en todo caso, a no ser que hablemos de discontinuidades arrítmicas, en cuyo caso a lo mejor en el mundo del ritmo no habría en determinados fenómenos rítmicos, o arrítmicos, no habría esas incongruencias.  Pero luego por otro lado parece ser que también en la Realidad, tomada de una manera muy astracta,  también habría innumerables casos de contrapuestos incongruentes desde el momento en que se habla de materia/antimateria, electrón/antielectrón , o como se quiera llamar, o positrón, que parecería que todo en lo que la Realidad consiste de alguna manera tendría un contrapuesto.


AGC- Pero eso es una teoría física.


- No sé hasta que punto esta rareza, o esta relativa rareza, de pasando del ámbito de la Realidad al de los ideales, y al mundo en que se habla, y luego hasta el ritmo, pudiera añadir o colaborar en lo que se está hablando aquí, eso es lo que no veo muy claro.


AGC- ¿”La rareza”?


- Sí, la frecuencia y la rareza con que eso se.....


AGC- “Frecuencia y rareza”, sí, sí, eso es lo que está propuesto como tema, y sobre esto tenemos que volver, pero yo quería antes que esas esterioridades y esas ispiraciones esteriores se nos presentaran con relativa claridad, cosa que como veis es muy difícil, como se ve con respecto al ritmo, como se ve respecto al campo, a ti y a mí, ahora, y como se ve (esto ya es más fácil) en el reino de los ideales, regidos por sí o no.


- Pero me parece que el ritmo se puede decir de muchas cosas.


- Pero no quiere definirlo.


AGC- “Ritmo”, ya he dicho que se da en ruidos, en......


- En las olas, en andar, en todo.


AGC- Sí, sí, y desde luego no tiene por qué ser un ritmo numérico ni esacto, puede ser un ritmo como el de andar por la calle con un ritmo descuidado y saltar en un momento preciso a marcar el paso, o a bailar; de manera que lo uno y lo otro son ritmos, pero ritmos descuidados, no ritmos numéricos; todo eso se da en la Realidad, pero lo que aquí estamos sugiriendo es que es anterior a la Realidad.  En otro sentido, los entes ideales se dan en la Realidad; por supuesto que intervienen en ella, pero están fuera, forman un reino aparte: el juego de hablar yo contigo, tú conmigo, es algo que evidentemente interviene en la Realidad desde el momento en que yo me confundo con mi persona y tú te confundes con la tuya, pero yo/tú, ‘ahora’, están fuera, son más elementales, cuando no son nadie.  Bueno, me gustaría recoger todavía más dudas, pero voy a tener que....


- Una cosa: ¿se podría decir que en el ritmo se reconoce, antes que la mismidad, la diferencia? ¿Se hace eso palpable?


AGC- Lo uno va con lo otro.


- ¿O va junto, o es inseparable? Es que al decir Felipe lo de la discontinuidad arrítmica también, estaba pensando hasta qué punto......


AGC- Es inseparable: cuando ya en sesiones bastante pasadas nos preguntabamos por la identidad y la diferencia, veíamos cómo efectivamente no son más que dos caras de lo mismo, la identidad y la diferencia; todavía el otro día tenía que  volver a sacar a propósito de los físicos la cuestión de la identidad, queriendo decir “de uno con otro”, y la identidad de uno consigo mismo, que evidentemente establece la discontinuidad.  La identidad y la diferencia son dos caras de lo mismo, sí, no se pueden separar así.


Yo creo que a través de lo que os he soltado y de muchas de vuestras dudas, aparece claramente que en las cosas, en la Realidad, esto de las contraposiciones rigurosas incongruentes viene de los ideales, viene de los entes ideales (alguno de vosotros lo ha sugerido más o menos al hablar), de manera que habría que colocarlo entre lo que hace ya mucho tiempo venimos llamando “intervención de los ideales en la Realidad”, que hemos reconocido como una necesidad (o si queréis, una enfermedad) costitutiva de la Realidad, este influjo de los entes ideales;  y sería a ellos a los que se debieran también cosas tan sorprendentes como ésas de los contrapuestos, rigurosas.


De manera que tenemos que volver a esaminar las cosas, cómo se dan en la Realidad.  Lo que os estoy diciendo es algo que por la propia esperiencia o sufrimiento político ya sabemos desde siempre, y es por lo que estamos aquí: los que tienen la culpa son los ideales; esto a ninguno de los que me acompañáis hace tiempo os estrañará para nada, porque hemos rechazado una y otra vez cualquier forma de política que sitúa la culpa en otro lugar, que sitúa la culpa dentro de la Realidad misma, y pensando que unos son poderosos, otros sumisos, unos son de izquierdas y otros de derechas, en fin...... Y frente a eso, pues no: la culpa la tienen los ideales, los ideales son la culpa de cualesquiera de las cosas que padecemos dentro de la Realidad.


Esto conviene verlo ahora con un poco más de detenimiento, porque en días pasados, si recordáis, se nos sugería que esto de los contrapuestos viniera de que hemos descubierto, hace mucho, que la Realidad es falsa en el sentido de que es contradictoria; no puede menos de serlo, es costitutivamente contradictoria, y por tanto eso no la deja ser compatible con ninguna forma de verdad; pero curiosamente, es esta pretensión de verdad que es la entrada de los ideales lo que hace justamente, sostiene, esa falsedad costitutiva.  De esto os acordáis supongo los que habéis andao por aquí por la tertulia, no hace falta insistir mucho en ello.


De manera que vamos a volver, y yo creo que será lo más claro, por lo menos de momento, a otro de los harapos del libro de Heráclito de Éfeso, que contamos aquí una y otra vez entre los pocos muertos vivos con los que podemos hablar, que es aquel que dice “pólemos ésti páter pánton”, la guerra, padre, “la guerra es padre de todas las cosas”.  De manera que tenemos que centrarnos en esta noción de guerra, dentro de la Realidad, y ver qué es lo que tiene que decirnos.  Ya recordáis que en el fragmento dice “la guerra es padre de todos”, o “la guerra es padre de todas las cosas”, y sigue: “es él, la guerra (que en griego es masculino, qué se le va a hacer), es él el que hizo a unos Dioses, a otros hombres, a unos esclavos, a otros libres, etc., etc.”, para dar muestra de en qué sentido se dice que es padre.  “Padre”, como el nombre dice, es propiamente costituyente, ordenador, eso es ‘padre’; costituyente, ordenador, de manera que se puede decir que se ha reconocido ahí la guerra como costituyente, ordenador, de la Realidad, y por tanto interviene en su costitución.


Está claro para todos vosotros, yo creo, que eso sólo se puede hacer justamente partiendo de la contraposición ideal entre sí o no, es decir, en cuanto que el Ideal, el Imperio, trata de imponerse como una verdad.  ¿Son de verdad unos libres y otros esclavos?: “¿a qué viene preguntar eso?”, diría el sentido común sin más: “¿cómo puede haber nada de verdad en este mundo? ¿Cómo van a ser de verdad esclavos ni de verdad libres? ¿En qué cabeza cabe?”  Os estoy hablando ahora en lo que puedo llamar puro sentido común, y supongo que es un sentido común en el que participáis conmigo sin más, por más que os cueste lo otro: “¿cómo van a ser en verdad libres?, ¿cómo van a ser en verdad esclavos?”  Y así con todo lo demás, ¿no?:  en Dioses/hombres, efectivamente se implica otra vez la idea de “verdad” en donde no puede tener cabida; en realidad, el sentido común nos dice “serán unos más Dioses que otros, serán unos más hombres que otros, más o menos hombres, más o menos Dioses, pero ser Dioses de verdad, ser hombres de verdad, ¿qué sentido tiene?”


 Pues ahí tenéis la manera en que la intervención desde lo alto, desde el ideal, puede venir a manifestarse de muchos modos en la costitución de la Realidad.  Ahora sabéis que la cuestión de los sexos, que apareció también en sesiones ya un poco lejanas, y la oposición entre otras cosas entre hembra y macho, y también, en el tipo de cosas que nosotros somos, entre hombre y mujer, viene a ser un ejemplo de lo mismo: ¿cómo va a ser de verdad ninguno hombre o de verdad mujer?; no tiene sentido, y sin embargo, por más que el análisis, por ejemplo el freudiano mismo, haga mostrar cuánto hay de mujeres en los hombres, y de hombres en las mujeres, pues no: el Imperio es el Imperio, y la separación tiene que seguirse pretendiendo absoluta, verdadera; de manera que el de Freud, o el que aquí estamos haciendo, pues es un intento para romper con esta costitución, pero ahí está, ¿no?


 El vocabulario de las lenguas de un idioma cualquiera, el nuestro entre otros, de alguna manera trata de imitar, entre las palabras de significado, que son la Realidad, aquello que se da de verdad fuera de la Realidad entre entes puramente ideales, entre fonemas por ejemplo, o entre índices al campo en que, de los que aquí estamos usando; y se pretende que efectivamente en el vocabulario de una lengua puede haber contraposiciones o oposiciones privativas semejantes a las de los fonemas, y eso da lugar por ejemplo en algunas lenguas, nada más en algunas, como la nuestra, al fenómeno del género, donde, si se quiere encontrar un fundamento para la pretensión de la oposición privativa, pues entonces tendría que seguirse, con la denominación de Trubetzkoy, hablando de término marcado y no marcado, en una contraposición.  Pero ¿cómo en la oposición de género puede de verdad haber algo de sí o no, haber algo de verdad? ¿Qué decimos entre cazuelo y cazuela, puchero y puchera? (por poner ejemplos que no nos líen con la estupidez de los feministas: esto es un ejemplo de género gramatical): pues que para esas cosas parece que marcha del revés, porque por un lado parece que si cazuela es lo normal, sería el término no marcado, y cazuelo entonces sería el marcado; pero en el caso del puchero, si el puchero es lo primero y lo normal, entonces puchera sería una deformación, que sería el término marcado.  Es ridículo, pero si sois capaces de pasar de los pucheros y las cazuelas a los hombres y las mujeres, seguramente esto os desengañará de muchas cosas; es ridícula la pretensión; ridícula, pero imperante: en cualquier idioma, en cualquier lengua de Babel, se trata de establecer en el vocabulario oposiciones como privativas, rigurosas, como las que se dan fuera del vocabulario; y vocabulario sinsemántico quiere decir Realidad, es lo mismo que Realidad;   de manera que para nuestros fines esto es primario en absoluto.


De manera que se establecen por todas partes intentos de contraposición, y luego se llega a los casos estremos en que la imposición del ideal se hace más clara, y por ejemplo se puede llegar a blanco/negro: ¿quién podría ponerle peros a esa oposición?   No sería rigurosa del todo, y fijaos bien que quien está hablando de oposiciones semánticas estremas, como blanco/negro, está refiriéndose a algo que se parece a los dos tiempos no tiempos del ritmo elemental, por ejemplo, y a cosas por el estilo.


La ideación de la gente en general, pero también de filósofos o místicos, aprovecha esto: Ying/Yang.  Ahí tenéis el circulito que os pintan por todas partes, con una neta división, y con dos colores, y ying/yang, los contrapuestos serían el fundamento de la Realidad. Esto como veis no es más que una manera especulativa y desviada de decir lo que en las palabras de Heráclito se dice honestamente: “guerra es el padre”, “guerra es el padre de todo”.  Esas contraposiciones, y por tanto en ellas se establecen estas influencias desde arriba de lo ideal en la Realidad que nos domina en cada caso.  No tenéis que arrepentiros nada de usar el término “guerra”, porque evidentemente las guerras corrientes entre hombres nacen justamente de ahí: ¿cómo puede haber una guerra si no es una intervención del ideal, si no es una intervención por ejemplo de dónde está la frontera entre el Estado A y el Estado B, por dónde tiene que correr y qué es lo que pertenece sí o no a A, y sí o no a B, o cuáles son los derechos de sí o no que asistan a uno o al otro al meterse en una guerra?  Es simplemente un ejemplo sangriento, pero anecdótico, porque la Realidad misma está toda llena de esta penetración de pretensiones de sí o no en la contraposición.


No hay mucho desde ahí para entender que el caso de los contrapuestos incongruentes es algo que pertenece al género, con la intervención de este carácter de la Realidad, que es muy especial, que es el de la orientación por puntos cardinales, y sin el cual evidentemente no se les puede entender; pero también ahí se tratará de hacer que hacia acá/hacia allá, se vuelvan dos cosas tan netamente contrapuestas que por ello mismo tengan que avenirse a ser la misma cada una por su lado. 


Pero no quiero que terminemos la sesión sin recorrer y recoger de vosotros cualesquiera dudas y objeciones respecto a todo esto de la guerra, y de que los ideales tienen la culpa, de manera que paso a que nos detengamos en ello un poco antes de despedirnos por hoy.


- No sé lo que son las oposiciones privativas, no lo entiendo bien, pero creo que tiene más o menos que ver con que en la lógica fálica () a partir de Freud, se decía que lo privativo es “mujer: ser privado de pene”, y “hombre: ser con pene, con falo”.  ¿Eso tiene algo que ver?


AGC- No. Con mucha mala intención, sí, pero hay que echarle mucha mala intención: oposiciones privativas son cuando entre (español, fonémica), p/f, se declara que f es término marcado, frente a p, que simplemente carece de la marca de f, o cuando los niños, escribiendo fielmente, escriben ‘campo’ con n, pero nunca ‘cántaro’ con m, y han descubierto que en la oposición m/n, n es el término no marcado, y m es el marcado,  y cosas por el estilo; eso son oposiciones privativas, que pertenecen al reino ideal.  En la Realidad, eso hace falta mucha mala intención, mucho servicio al Ideal, para intentar meterlo.  Ya lo he dicho antes de hombres y mujeres, ¿no?; justamente a Freud lo he recordado al revés: mostrando la evidencia de cuánto hay de mujeres en los hombres y cuánto de hombres en las mujeres a lo largo de muchos de sus análisis.  Y respecto al pene y la falta de pene, pues mire usté, lo del cazuelo y la cazuela y el puchero y la puchera, les he dado a ustedes la mejor respuesta, porque es ahí donde no se puede hacer trampa, lo mismo se lo puede usté tomar de un lado que del otro; como he dicho antes en el ritmo, que la interpretación de cuál es término marcado y cuál no está muy sujeta a la oscilación: alguien puede pensar que la falta de eso es una virtud que la hace término marcado pa las mujeres, que la presencia es una especie de defecto.  Bueno, tonterías, lo de siempre.  Venga, ¿qué más?


- Hasta ahora decíamos aquí que la culpa es de la culpa, y por tanto no puede haber causa, y ahora parece que suena nuevo que la culpa es de los ideales.


AGC- Bueno, no es tan nuevo; no es tan distinto.


- Y además parece que es un poco lo que viene a salir: que la culpa no es de la culpa, sino del ideal, cuando alguien quiere hacer algo muy bien.....


AGC- No, pero el que dice que la culpa es de la culpa está diciendo que la culpa es de los ideales, porque nadie puede decir que la culpa es de la culpa y establecer la identidad sin acudir justamente a eso, ¿no?; son maneras de declarar lo mismo en lo que importa, que es en su virtud negativa: negarse a colocar la culpa en ningún sitio de la Realidad; negarse a colocar la culpa ahí, porque justamente se ha descubierto que la costitución misma de la Realidad está hecha por esa pretensión, ideal, de sí o no, meterla entre las cosas.  ¡Más, más!


- Que en una lengua como la nuestra, que tiene género, todos los sustantivos tienen género, pero en muy pocos de ellos se cumple lo de niño/niña o puchero/puchera; es decir, que hay tenedores y no hay tenedoras; entonces, lo del término no marcado no se puede explicar por la rareza de una palabra frente a otra.  Es como en los fonemas: si sabemos que el masculino es el término no marcado, no es porque puchera sea una palabra rara, sino porque en caso de neutralización, que es el plural, la concordancia se hace en masculino, o sea que las cucharas y los tenedores están limpios, no están limpias, igual que en cántaro aparece la n; entonces, es bastante perfecta la oposición.


AGC- Ya, ya, eso es otra cosa, eso es otra cosa.  Son dos cuestiones: efectivamente, no se puede.  Con los ejemplos que he sacao, era para mostrarlo bien, no se puede razonar por sí o no, por término marcado/no marcado, la oposición de género masculino/femenino entre los nombres.  Sin embargo, luego está este fenómeno, que es por cierto el que ha dado lugar a las mayores estupideces y confusiones de los feministas, que es el que recuerdas, porque efectivamente, hay, en el castellano, una regla según la cual la concordancia se hace como dices: cuando se refiere el adjetivo a masculinos y femeninos, pues el adjetivo se pone en masculino, qué se le va a  hacer; de manera que si hablas de los tenedores y de las cucharas,  pues tienes que decir que están todos limpios, y por tanto nada estraño que si hay hombres y mujeres, todos están de acuerdo; es la manera de hablar según la regla. 


Esto es lo que a los feministas les confunde, y les hace interpretar esta regla de que se tome como término marcado el masculino como una regla machista; es decir, como no saben lo que es la lengua..........y además esto es la normalidad misma, porque no se sabe lo que es la lengua, uno no lo sabe, lo malo es que hay muchos que se creen que sí; y entonces se creen que sí lo saben, y confunden la lengua con la Sociedad, con la Cultura, con las reglas de Educación, que todas ellas pueden ser más o menos machistas o no, según el sitio donde estén.  Pero la lengua no puede ser nada de eso; la lengua, ni siquiera un idioma, no puede ser nada de eso, y esa regla que reúna cucharas y tenedores bajo la concordancia con el masculino no dice nada.  No es más que eso, pero efectivamente ahí sí, ahí se establecen reglas que se parecen a las de la fonémica cuando se establece esa regla de concordancia; cuando no tiene por qué aparecer lo uno más que lo otro, o da lo mismo que aparezca lo uno y lo otro, pues qué remedio, hay que decidir, eso también pertenece a la guerra: hay que decidirse por uno como término no marcado, que sería justamente el masculino, y que si la confusión llega hasta el punto de aplicar los (), pues resulta que lo característico de los hombres, varones, sería la falta, como término no marcado, mientras que la marca estaría del otro lado. 


Esto para sugeriros un poco la confusión, muy dañina, entre lengua y eso; todavía hay feministas......el otro día leía el ejemplo de los que siguen diciendo, cuando quieren hablar de los hermanitos y hermanitas a la vez, diciendo “les niñes”, porque eso fue la propuesta de uno hace tiempo; una muestra de la estupidez, ¿no?: no se admite que pueda haber entre los dos términos.......


- ¿Cómo era?


AGC- Os lo doy como muestra de la equivocación, diciendo “les niñes”, porque no se resignan, porque les parece que hablar de hermanitos y hermanitas diciendo “los niños”, como habla tó Cristo, y desde siempre, y no pasa nunca nada, pero les parece que eso es machista, atenta....esa estupidez.  Bueno, son estupideces, pero como son muy potentes, ¿eh?, tampoco está de más sacarlas de paso, ¿eh?, porque aunque no merezca mucho la pena detenerse en ellas, tienen su dominio.


- Quizá no estaba mal sacar también eso de que aluden también al inglés como lengua no machista porque no tiene género, una sandez que está muy generalizada.


AGC- Efectivamente, hay lenguas del mundo, la mayor parte no tienen género, esto es una peculiaridad de unas cuantas lenguas de las cercanías, y el inglés no tiene género en los nombres, ni por tanto en la concordancia con adjetivos, pero todavía en los índices de terceras personas, pues tienen ‘he/she/it’, y esto ha bastado para que los feministas en Inglaterra también hayan tenido que meter ahí la pata, y estableciendo reglas para que cuando hay que referirse a un ‘he’ o un’she’ que no se sabe si es ‘he’ o ‘she’, o hay varios que son ‘he’ y ‘she’, entonces hay que emplear el plural, hay que decir ‘they’, ‘them’; hasta tal punto el deseo de confundir la lengua con la Cultura y la Realidad trae consigo esas cosas.


- Cuando precisamente el castellano se distingue por flexionar en género, si se dice así, palabras que en el latín no tenían género, por ejemplo ‘contente’; contento, contenta, eso no es del latín, eso nos lo hemos inventado nosotros; tenemos la tendencia a crear los géneros.....


AGC- No, sí, sí, el latín y el griego tenían eso ya.  Lo que pasa es que el latín y griego cuando los conocemos nosotros todavía tenían además neutro, como tiene el alemán; tenían neutro, y entonces la concordancia (eso también sería otra lección), cuando había que referirse a nombres que fueran uno masculino, otro femenino y otro neutro, y muchas veces simplemente cuando eran unos masculinos y otros femeninos, la regla era concordar en neutro de plural, en ‘a’, el adjetivo iba entonces en neutro del plural; de manera que ésa es (), la otra muestra de lo que es término no marcado; ahí en ese caso sería el neutro del plural, término no marcado. ¿Qué mas había por ahí, aparte de los feministas?


- La Costitución Española, nuestra Costitución, es un absoluto de ideales, no creo que eso quede ninguna duda de mi afirmación; y mi apostilla es: el cuarenta por ciento de la Costitución no se cumple, deben saber mis contertulianos, no se cumple, es decir, no cumple función.....sí que cumpliría función en los ideales, es que no se cumple en la Realidad.  Y mi pregunta a nuestro Catedrático es: ¿quién tiene la culpa de ese hecho?


AGC- Los Ideales.  Desde luego, no sólo el cuarenta por ciento, sino el cien por cien no se cumple, porque los Ideales no se pueden realizar, hay una contraposición entre Ideales y realización: la Realidad es fluctuante, de más o menos, aproximativa; y los Ideales no se pueden realizar.  Y efectivamente, no se realizan.  Tú te refieres a casos en que la no realización es más bien una contradicción entre la conducta y lo que dicen las leyes, pero en general, no realización.  No se realizan, pero ¡cómo estorban sólo con estar ahí!, ¡cómo la Costitución Española, por más que no se realice nunca, puede ser un peso aplastante, un latazo!; un latazo, que ya es mucho, porque aburrir al personal es uno de los logros del Poder más eficaces; y para aburrir, nada mejor que un Código, y que una Costitución, y cosas por el estilo, ¿no?, y eso cumple una función real, y esa es la intervención de los Ideales en la Realidad.


- Yo respecto a las cuestiones de género, sí que los ideales parece que rigen de una manera tremenda, en el sentido por ejemplo que cuando uno, o una, quieren salirse de la ascripción de varón o hembra, o mujer o hombre, y cambiarse, o hacer transexualismo, que dicen, entonces resulta que la conversión es inmediatamente asumir el papel del otro, pero como ideal, de tal manera que si vemos hoy día, mujeres mujeres no hay más que los travestis. Yo me asombro: el ejemplo de supermujer, de superwoman, son los travestis.  El otro ejemplo se ha diluido: hoy día, el disfraz masculino lo llevan las mujeres, de tal manera que se han hecho hombrecillos, se ha diluido   el ideal puede ser que sea ese, pero por el otro lado el ideal de mujer mujer es el travesti.


AGC- Claro, claro travestí; cada uno, si se decide por ser una cosa, pues tiene que demostrarlo; si uno decide ser por ejemplo militar, tiene que vestirse de militar, y por más esfuerzos que se hagan.....Y a los policías se les mete un poco de problema, porque un policía debería vestir de policía, y entonces, claro, la policía secreta no marcha bien, pero de ordinario lo que rige es que si uno lo es, hay que marcarlo, hombre, no faltaba más.  Bueno, trivialidades.  ¿Qué más?


- Estaba pensando en un fragmento de Heráclito que dice que bueno y malo son la misma cosa.


AGC- Sí, no literal, no literal.


- Entonces, no sé muy bien si se refiere a las ideas, a los buenos y malos de la Realidad, y lo que tiene que ver eso con la guerra. 


AGC- Sí, sí, hay algún otro fragmento más claro en donde se pone en tela de juicio el establecimiento de la Justicia, la distinción por tanto justo/injusto como una invención.  Claro, claro que tiene que ver, evidentemente tiene que ver.


- ¿Puede haber de verdad incompatibilidad entre bueno y malo?  En la definición de bueno y malo, o sea, en lo semántico, en los semantemas; porque parece que lo que Heráclito está diciendo es que no hay de verdad incompatibilidad o incongruencia entre bueno y malo en la Realidad, parece que podría estar diciendo eso: no hay de verdad incompatibilidad o incongruencia en la Realidad entre bueno y malo, porque vienen a ser lo mismo. 


AGC- Sí, sí, serían justamente contrapuestos incongruentes.


- Pero no verdaderamente incongruentes.


AGC- No, serían incongruentes, porque son lo mismo y no son, son lo mismo justamente en el momento en que no son lo mismo, y como en los demás casos.  De todas maneras, hay que distinguir: en la Realidad misma, haga lo que haga el idioma correspondiente, no puede haber una división rigurosa de bueno/malo, justo/injusto, pero la pretensión de que la haya es costitutiva, y es por tanto como la guerra misma; la justicia y la guerra son lo mismo en ese sentido, están regidos por la pretensión de la distinción.  Sí.


- Sí.  Era una cuestión sobre la culpa y el ideal, y quería hacer uso también de Heráclito, en este caso no muy fiel, pero vendría a decir que por ejemplo un ideal que se ha visto no sería lo mismo que un ideal que no se ha visto  () no exactamente ideal, sino de ideas.


AGC- A ver, a ver, ¿en qué estás pensando, que no lo veo claro?.


- En un fragmento suyo, no dice exactamente esto, pero vendría a decir que no es lo mismo algo que se ha visto, y habla por ejemplo de ideas que no se han visto, y que se llevan a cuestas......


- ¡Ah, es de los piojos, que Homero.....!


- Yo lo que sugería, es que no sería lo mismo un ideal que se ha visto, que se ha hecho trasparente, que un ideal que no se ha visto.


AGC- No, no, no se trata de ideales, se trata de mentiras, no confundas; eso no son ideales, eso son mentiras, mentiras costitutivas de la Realidad; efectivamente, los niños le dicen a Homero “las que atrapamos, las hemos dejado, y las que no hemos atrapado, las llevamos”.  Son las ideas, no los ideales, son las ideas o mentiras costitutivas de la Realidad: si se las descubre, se pierden, si se descubre que eran mentiras, pero si no se las descubre, siguen estando ahí, costituyendo Realidad.


- ¿Y en el caso de los ideales, no podrían......?


AGC- No, los ideales son justamente esos que no existen, sino que intervienen en la existencia.


- Pero el descubrimiento de ellos, ¿sería lo mismo que no descubrirlos?


AGC- Hombre, no, evidentemente ahí se establecería ya una oposición ideal: descubrir/no descubrir, no puede tampoco pertenecer a la Realidad.


- Respecto a la cuestión del ideal:  el ideal tiene un rasgo en la visión, es que se ve.


AGC- Dejémonos de etimologías.


- El ideal se ve.


AGC- Y las ideas, también. 


- Precisamente porque su raíz es la visión, pero el ideal es la supervisión, es la idea de idea.


AGC- Dejémoslo.  En el fragmento de Heráclito no se trataba tanto de ver como de descubrir.


- Yo digo en la definición () misma.


AGC- “Coger”, “atrapar”.


- Pero si te estoy hablando de.....


AGC- Sí, hija, sí, la etimologia ‘uidem’, que un es un latín ‘uidere’, español ‘ver’, etc.  Muy bien, venga.


- Cuando tú dices que no se puede hacer una definición, del ideal sí se puede hacer una definición, y precisamente es ‘el que se ve’, ‘lo que se ve’.


AGC- ¡Anda, anda, anda, venga!  Como si lo de ver no fuese una cosa real, como si el ver no fuese una cosa real.  ¿Cómo va a definir al ideal, que está por encima de la Realidad, con algo como ver, que es una cosa tan real, hombre?  Adelante.


- Me estaba dejando llevar por esto que hablábamos de la guerra, pero me preguntaba cómo se puede no sucumbir en esta guerra de las cosas sin hacerle la guerra al que obliga a decidir, o el que ....


AGC- Guerra contra la guerra.


AGC- Sí, eso del descubrir que estábamos diciendo; efectivamente, por eso os recordaba al principio, a los que estábamos aquí.  Recordad que he empezado la sesión diciendo justamente que esto era una guerra, estábamos en una guerra.  Guerra a la guerra no es distinto a guerra a la mentira costitutiva, y por tanto, guerra a la mentira es simplemente descubrimiento; descubrimiento, dejar esta pretensión de los ideales, dejarla, como estábamos tratando ahora mismo, al descubierto, denunciarla. 


Bueno, pues unas cuantas cosas han salido; vamos a ver cómo las hilvanamos, o se nos deshilvanan, si el Todopoderoso nos deja seguir dentro de siete días con todo esto.