26.08.2014

Tertulia Política número 147 (15 de Octubre de 2008)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

  • El reconocimiento de que no hay fin, que implica el sin fin de las posibilidades, y el intento del Poder de reducir la amenaza de lo sin fin haciéndolo compatible con ‘todo’.
    • Que ‘todo’ admite la cadena de causas.
    • El reconocimiento de lo sin fin, que se opone tanto a libertad personal como a causas.
    • La libertad personal como causa.
    • Que el sin fin de las posibilidades consiste en la falta de sentido de la Realidad.
    • Compatibilidad de ‘todo’ e ‘infinito’, aún no en Parménides, pero ya en Lucrecio.

 

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TRANSCRIPCIÓN:

 

 

- ().


AGC- Sí, eso, mi abuela Quintina quería llamarme “Teresito”, porque nací en este día.  “Teresito”.


Pues entretanto, vamos a seguir con estas cuestiones, que algunas son cuestiones, problemas y tormentos que os son conocidos, porque se repiten una y otra vez, pero confío en que podamos volver sobre ellos con algo más de claridad, o más a fondo. 


A aquello que a sugerencia de Isabelita os dije al terminar la sesión del último día, que me hizo repetir una cosa que en tiempos decía yo después de sesiones de gran destrozo de ideas y de grandes alborotos: “nunca puedo estar seguro de que el día del Juicio Final el Señor no me reciba y me diga: ‘pasa, hijo mío, que has cumplido con tu misión como es debido’”, a esto solía añadir siempre que lo contaba “menos mal que a lo mejor no hay Juicio Final”.  De manera que eso es lo que me da pie para seguir hoy.  El “a lo mejor no hay Juicio Final” se puede decir incluso sin el “a lo mejor”: no hay Juicio Final, no hay Fin.


Esta es la primera cosa en la que tenemos que fijarnos: no hay Fin.  Ya sabéis que el mal en esto, como en todo lo demás, es que la negación viva, que dice ‘no” (por ejemplo, ‘no hay fin’), se deja domesticar, incorporar a las palabras, y por tanto hace que en “infinito” el sin fin quede domesticado, compatible con ‘todo’ (que es lo que desde siempre han intentado científicos y filósofos, como ahora os recordaré), lo mismo que con el ‘no’ que dice ‘no’ al Poder se puede venir a parar en la Anarquía, y hasta el Anarquismo; la misma incorporación de la negación, que ya no le puede hacer daño a nadie; la misma que en in- finito.


Vamos a resucitar pues la negación: no hay fin.  Las posibilidades, son sin fin; cualquier cosa, sin límite ninguno, puede suceder, se puede hacer, lo que queráis decir, cualquier forma que le deis a la posibilidad.  Naturalmente, seríais demasiado ingenuos si os tragarais una afirmación que a cada paso se os lanza frente a cualquier insumisión o crítica más o menos despiadada: “es imposible”. Supongo que conmigo estaréis prestos a sentir que cuando os dicen (desde lo alto, claro) “es imposible”, lo que quieren decir es que es incompatible con la Realidad, con el que las cosas son así; nada más. Pero aquí hemos descubierto, y usamos desde hace tiempo, o nos usa, eso de que la Realidad no es todo lo que hay, de manera que la afirmación no vale más que para dentro de casa, y precisamente para mantener la casa: “es imposible”.  Esto es mentira simplemente, está dictado por la conveniencia, por el afán de restringir todo a la Realidad, a “las cosas, son como son, hijo mío”, y por tanto no tenemos que hacerle mayor caso ni por un momento.


Vamos a ver ahora en qué sentido cualquier cosa es posible.  Si aceptamos ‘todo’ (por ejemplo que la Realidad es todo lo que hay, o cualquier otra manera de emplear ‘todo’ como ‘todas las cosas’, creyendo que las cosas son todas, cosa que aquí se nos hace evidente que no puede ser, que no es verdad de  ninguna manera), si aceptamos eso, si tragamos lo de ‘todo’, ya estamos perdidos, lo de ‘las posibilidades, son sin fin’ se acabó: todas quedan efectivamente metidas dentro, lo mismo que el infinito, lo mismo que la rebelión anarquista y cualquier otra cosa; con la negación domesticada.


A cualquiera de vuestros corazones, la idea misma de que sea ‘todo’ debería espeluznarles, porque admitir lo de ‘todo’ quiere decir admitir una cadena de causas desde lo infinito, (como decían a veces los filósofos, el propio Lucrecio: ‘ex infinito’), causas partiendo desde lo infinito hasta el fin.  Desde lo infinito hasta el fin una cadena de causas, y claro, a nadie en su corazón le hace ninguna gracia eso de someterse a una cadena de causas, porque eso quiere decir que todo está hecho, simplemente.  Que todo está hecho, y claro, por acá abajo se sigue viviendo con la ilusión, o por lo menos la sospecha, de que no es verdad, de que no todo está hecho, que siempre se puede hacer, suceder, alguna cosa no prevista, no incorporada en la cadena de causas.


Cuando entre nosotros, entre la gente en general, y también entre los filosofantes o científicos, se produce este rechazo de la cadena de causas, y se dice “no puede ser, no puedo resignarme, no se puede uno resignar a esto de que sea todo, de que las cosas estén todas hechas”, generalmente esta respuesta o rebelión tira por mal camino, porque frente a la causalidad, que desde siempre ha sido tan necesaria para cualquier () de la Realidad, lo que se establece es algo del tipo de lo que en el viejo Régimen se llamaba ‘el libre albedrío’, ‘el libre albedrío de uno’, la libertad personal; es decir, que en contra de que las cosas estén hechas y obedezcan irremisiblemente a una cadena de causas, se contrapone la voluntad de uno.  Y naturalmente, no nos damos cuenta entonces que la voluntad de uno no puede ser de ninguna manera distinto de las causas: que es una de las causas, y que por tanto no nos libra de nada.


Esto tal vez es más difícil de entender, pero desde luego es elemental, y hay que entenderlo, pero es un mal camino: si a la necesidad de las causas y al ‘todo está hecho’ le imponemos “yo puedo hacer lo que quiera”, “yo no tengo por qué hacer eso, porque yo hago lo que quiero”, estamos perdidos; estamos perdidos, porque no nos damos cuenta de que la voluntad personal, y por tanto el libre albedrío de la persona, entran en la cadena de las causas y no se diferencian para nada de las otras, no pueden aportar nada que sea de verdad una liberación con respecto al todo, a la imposición del ‘todo’.  Pero aquí sabemos, o por lo menos hemos olido, que hay otra manera de contraponerse al mismo tiempo a lo uno y a lo otro, que consiste simplemente en el reconocimiento de lo sin fin en que las cosas, y nosotros entre ellas, están, estamos, hundiéndonos, perdiéndonos, incesantemente.  Este reconocimiento (que es de sentido común, aunque a la mente le repugne), nos libra de caer en esa trampa. 


La salvación está en esto.  Que las cosas fueran enlazadas unas con otras en un Orden, un Cosmos, por cadena, a partir de lo infinito, no tiene sentido: el tiempo de verdad (y no el real, sobre el que luego volveremos), ese que nos arrebata y en que nos hundimos, que es el hundirse en lo desconocido, en lo sin fin, ese es efectivamente irreversible, no hay vuelta atrás.  Pero no por ninguna otra razón, sino porque una vez que la cosa ha salido de lo que no era, de lo desconocido, y se ha hecho cosa, se ha hecho una cosa determinada, no cabe retroceso: ¿adonde se iba a volver, si el ‘adonde se iba a volver’ ya está fuera de la Realidad, ya está fuera desde antes de que la cosa fuera cosa?.  De manera que por ahí no se puede tirar: el tiempo de verdad, a diferencia del real, decimos, lo hemos repetido más de una vez, que no tiene más que un sentido, y que eso quiere decir ninguno, porque efectivamente, ir en un sentido es no ir en ninguno: cuando hay uno sin otro al que contraponerse, el uno no tiene a su vez sentido. Así son las cosas.


El tiempo real tiene dos sentidos.  No me voy a parar mucho en esto, porque le hemos estao dando vueltas no hace mucho, también cuando la cuestión de la orientación, de izquierda/derecha y demás.  Tiene necesariamente dos sentidos, esto lo hemos repetido una y otra vez. Uno es el sentido que se nos presenta como primario, dominante, que es el sentido en el que las cosas van de Pasado a Futuro, de Pasado se convierten en Futuro.  Pero este sentido no puede subsistir si no es con el contrario, el sentido que va del Futuro al Pasado en la rememoración Histórica, en la esploración, en la recostrución de cualquier cosa, que siempre es posible dentro de la Realidad.  De manera que está claro que un sentido da sentido al otro, y viceversa, y en la Realidad esto es así: nuestra cárcel está hecha de esa manera; en la Realidad, es así.


Pero el tiempo de verdad, no; no se puede aplicar nada de eso,  y si decimos de él que va en un sentido, nos encontramos con que estamos diciendo que la noción de ‘sentido’ está ahí destruida; no puede ni emplearse.  De manera que he aquí esta salvación tan paradójica.  Cuando el otro día se preguntaba (con otro significado de la palabra sentido, pero que es lo mismo), se pregunta por el sentido que tiene esto, la pregunta de ¿para qué he nacido?, ¿por qué he nacido?, ¿para qué hemos nacido?, ¿por qué hemos nacido?, etc., teníamos que reconocer la falta de sentido.  De manera que ya veis los dos usos de la palabra sentido, para que se entienda cómo la sola libertad consiste en la falta de sentido de esto: si esto tuviera un sentido, sería un sentido real, y entonces esta guerra que nos traemos contra la Realidad a su vez no tendría sentido.  Pero simplemente no es verdad: la Realidad miente, el tiempo de esos dos sentidos miente, la afirmación de ‘las cosas, son como son, hijo mío’, miente, la declaración ‘es imposible’, miente, porque todo ello está dentro de la Realidad.


Supongo que se entiende bien: no tiene sentido.  Ese es el gozo; en eso consiste que las posibilidades se abran sin fin.  Si queremos remitir esa libertad de veras, puramente negativa, a la voluntad de uno, o de una agrupación de algunos, estamos perdidos, estamos haciendo lo mismo que en general hacen los físicos y los matemáticos.  Porque después de lo dicho, no os puede estrañar que el interés primario del Poder, en cualquier sitio, en cualquier momento, sea domesticar lo sin fin, hacer que lo infinito quede dentro de casa, que se pueda tratar con él, porque sólo así el Poder puede presumir de estar rigiendo ‘todos’, e incluso hacer creer que todo lo que pasa y se nos hace pasar va hacia un fin.  Quieren darle sentido a todo esto que nos pasa, y eso quiere decir justamente ‘fin’, que os empleo, como es palmario, como el término al que ‘sin fin’ está negando, y el término que en cambio queda consagrado en lo de ‘infinito’, con la negación incorporada.  De manera que naturalmente, el Poder quiere ocuparse en primer lugar, antes que nada y con más fuerza que nada, en reducir la amenaza de lo sin fin, la amenaza de las posibilidades abiertas, porque esto no tiene sentido real, reducirlo a eso: a conjuntos, a infinito, a ‘todos’, de una manera o de la otra, ¿no?


Ya digo que lo que en el plano político por ejemplo es evidente, en los términos que os lo acabo de contar, se relaciona inmediatamente con lo que pasa en la forma de Ciencia, sumisa al Poder, con incluso los istrumentos matemáticos a su servicio: se trata de hacer compatible ‘infinito’ con ‘todo’.  Esto os lo encontrareis por todas partes: en la vieja Teología, Dios de alguna manera debía de ser Infinito, por lo menos infinitamente bueno, pero tenía que ser Todo, Omnisciente, Todopoderoso.  Con todo el descaro, durante siglos, le metían a la gente esa compatibilidad, esa conjuntación, que es justamente de la que os estoy hablando.  Eso no puede ser: si se trata del ‘todo’, hay que olvidarse de la Realidad, y hacer como la Diosa de Parménides en el poema; la Diosa de Parménides, donde emplea ‘pan’, ‘todo’, a cada paso, para hablar de lo que es lo que es, y costantemente dice que lo que es (es decir, lo que es lo que es), es ‘todo’, y que no hay otro de lo que se pueda decir que es lo que es, etc.  De manera que consecuentemente emplea lo de ‘todo’, pero no es tan zafia como de ordinario, como en la vieja Teología, porque cuando llega a plantearse la cuestión de ‘sin fin’, pues ella misma dice “no es ley que ello, siendo lo que es, sea “ateleúteton”, es decir, ‘carente de fin”, en cualquiera de los dos sentidos.  De manera que no puede ser: tiene que ser por el contrario “telestón”.  Esto se paga: cuando se quiere que se trate de todo, pues al mismo tiempo ‘todo’ quiere decir ‘con límite’, ‘finito’. 


A esta relativa honradez es a la que desde luego ni la Teología ni la Filosofía ni la Ciencia, se han mantenido fieles.  Todos los empeños, por el contrario, son hacer compatibles lo uno con lo otro, como del lenguaje de la vieja Teología os lo he recordado a propósito de Dios.  Pero también en la Ciencia ‘normal’, dominante, mayoritaria, que es la Ciencia confirmadora de la Realidad, la salvadora de la Realidad, la salvadora de la mentira, la sostenedora de la mentira en que la Realidad consiste, esa no puede por menos de intentar una y otra vez la compatibilidad; con el éxito mayor, el desarrollo de los cálculos infinitesimales, que efectivamente dan cuenta de los hechos de la Realidad partiendo de que efectivamente la noción de infinito e infinitésimo no entran más que como interiores a la Realidad, y compatibles con ella; y entonces, de esta manera efectivamente se puede hacer que un cálculo infinitesimal, o diferencial, llegue a funcionar como equivalente de ‘todo’, de ‘límite’, de ‘límite alcanzado’, que es de lo que se trata una y otra vez.


Esta operación de la Ciencia, claro está, como siempre tiene su premio (Dios siempre premia, es justo; no hace falta decir ‘infinitamente justo’: es justo, del todo), de manera que efectivamente estos cálculos tienen éxito, tienen un éxito práctico, lo han tenido: como muchos otros de los que se han inventado para esto, marchan bien, y si el Poder te hace creer que aquí lo único que importa es que la cosa vaya tirando y marche con la  admisión de todas las mentiras costitutivas de la Realidad, pues ya está, ya se ha conseguido con el éxito ese logro, y ha quedado apagada la voz de lo sin fin, lo desconocido, que sigue siempre rezongando por lo bajo, ¿no?  Es duro de ver.  Hasta en el campo puramente matemático, que los números de la serie, que la serie de los números, pueda tener un ‘todo’, es decir, ‘N’, es algo que se tiene que admitir en contra de la evidencia. Y eso que la infinitud de los números es una infinitud sumamente restringida, como comprendéis, una infinitud y una prosecución ad infinitum sometida a regla.  Si esto es así para los números, que sin embargo se someten en teoría a ser todos, a haber un todo de los números, y esto tiene a su vez el gran éxito de la Teoría de Conjuntos y demás, imaginaos qué será cuando no se trate de números, sino de cosas, donde esas restricciones y esa regularidad en la sucesión no se dan, de forma que las posibilidades quedan todavía mucho más abiertas, mucho más anárquicamente abiertas que lo que....
 
No tengo que recordaros mas que de paso que cuando se trata de domesticar al infinito, (como digo que es interés primario del Poder, y por tanto no os podéis librar de que os machaquen en ello de una manera o de otra, os deis cuenta o no), hay que incluir también el Caos en que os hacen creer como argumento para sostener el Poder: “porque, si no, ¡el Caos!”.  Y el Caos, naturalmente, así no quiere decir más que la negación de que tenga sentido, que yo creo que ya no nos asusta tanto, el descubrimiento de que las cosas son sin fin literalmente.  Pero si se le llama Caos, ya se le está también metiendo dentro de casa: es un Caos que evidentemente se contrapone al Poder establecido, pero que no por eso se sale de la Realidad: es un Caos visible, real, tanto como el Infierno, el Paraíso, y los Limbos de la vieja Iglesia, que pretenden ser un más allá, pero evidentemente no pueden ser un más allá (si no, no funcionaría ni la Iglesia, ni la Teología, ni nada), sino que forman parte del acá, es decir, que están también destinados a confirmar la Realidad costantemente.


De manera que estas son algunas de las cosas que os quería recordar.  Me voy a callar ahora para que volvamos a hilvanarlas con cuidado, poniendo sentido común, sobre todo poniendo dudas.  Y ya os dejo, de manera que podéis ir soltando por esas bocas lo que os parezca, y a ver si tenemos suerte y avanzamos.  Venga.


- Yo quería preguntar sobre la esplicación que se ha hecho sobre lo de que el tiempo de verdad sea irreversible, porque no veo bien cómo es que las cosas pueden pasar de no ser a ser, y sin embargo parece que no pueden dejar el ser y pasar de nuevo al no ser.  ¿Qué tiene que ver eso con la irreversibilidad del tiempo de verdad?  ¿Por qué sólo hablamos de tiempo de verdad, si estamos hablando del paso a la Realidad, donde el tiempo no sería.....?


AGC- Sí, a lo mejor no había por qué decir ‘tiempo’.  Si llamamos ‘tiempo’ al tiempo real, está claro que al otro no deberíamos llamarlo tiempo, pero como.....


- Pero no me refería a eso, sino que si estamos hablando de un proceso de realificación, y de la imposibilidad de desrealificación, supongo que estamos hablando del tiempo real también.


AGC- No, no. Eso, lo he dicho como un argumento: no es irreversible como del tiempo real cuentan los científicos.  Es irreversible por esa cosa: que cuando la cosa viene ‘ex infinito’, por emplear el término (es decir, las cosas surgen, entran, se producen, a partir de lo que no era, de no- cosas, de lo sin fin, de lo desconocido), evidentemente, si te plantean la idea de volver desde la cosa para atrás, te preguntas adónde vas a volver, si eso querría decir salirte de la Realidad, y eso no cabe.


- Es que me parece igual de imposible una cosa que la otra.


AGC- No, en el tiempo real, efectivamente, los dos sentidos están.


- No, no, quiero decir que me parece igual de imposible el pasar a Ser del no- ser, que el pasar al no- ser del Ser.


AGC- Bueno, no empleemos esos términos: una cosa es que costantemente estén produciéndose cosas de lo desconocido y que vengan a ser conocidas, y esto es un advenimiento a la Realidad, y otra cosa es la pretensión de que desde la Realidad podamos volver a que esa cosa de alguna manera se olvide, se pierda.  Tened en cuenta que la Realidad es falsa y las cosas son falsas, de manera que (tal vez aquí está la dificultad) una cosa nunca es la que es, las cosas no están mas que en cambio.  Una cosa nunca es la que es, de forma que claro, dentro del tiempo real, una cosa, para avanzar, progresar, tiene que hacerse otra de alguna manera: primer sentido.  Y desde ahí, si tiene que retroceder, pues por el mismo procedimiento: tiene que irse haciendo otra, que no tiene por qué ser precisamente aquella de la que partía, pero el retroceso está garantizado.  Y no podemos vivir una visión de hacia el futuro sin vivir al mismo tiempo la retrospectiva; y eso dentro de la Realidad cabe, se entiende, y esto no cabe; no cabe con respecto a eso que no debíamos llamar tiempo, que es el de perderse, perdernos en lo sin fin.  Insiste.  Insiste en algo si quieres, no sé.


- Es que no sé muy bien cómo insistir, pero la verdad es que......


AGC- Bueno, dentro de un rato.


- .....en vez de imaginármelo como un atrás y adelante me lo puedo imaginar como un abajo y arriba: ¿por qué se puede subir y no se puede bajar?


AGC- ¿Adonde? ¿En la Realidad?


- Sí, como que el entrar en la Realidad fuera una subida, y que por qué no se puede bajar.  Es decir, ¿por qué la Realidad tiene entrada, pero no salida?


AGC- Bueno, pues si no está claro lo que he dicho.........Evidentemente, estamos en la Realidad, somos cosas entre las cosas.  Que eso se ha hecho a partir de lo que no era ni éramos, me parece que es claro; no es de la nada, sino que simplemente las cosas, en su cambio, pues están cambiando siempre, y en ese sentido ‘entrando’, y la vuelta atrás no marcha, no.


- Pero la entrada no es un cambio de las cosas.


AGC- Es ya cambio el que empieza.......    Empieza por el más trascendental, que es empezar a ser, o a querer ser, cosa.  Y luego sigue, porque nunca se puede quedar contenta, y sigue cambiando, y sigue por tanto también dentro de la Realidad destruyéndose, y en definitiva, pues todos nos estamos hundiendo y perdiendo en el sin fin, que puede parecer contradictorio, pero es así.


- Entonces no es tan irreversible el proceso de.....Es decir, hay cosas que entran en la Realidad: los dediles que servían para segar, que en su época tenían un enorme grado de Realidad, cuando la gente segaba a mano y se los ponía en los dedos para no cortarse con la hoz.  Pero claro, los dediles, por el hecho de dejarse de hablar de ellos, y a la vez de usarlos, han ido perdiendo su realidad: ¿cuántos de los de esta sala saben lo que son unos dediles?


AGC- Bueno, eso es trivial, es demasiao fácil; tal vez el problema está un poco más a fondo.  Vamos a ver si esto se aclara: las cosas consisten en ser otras costantemente; las cosas consisten en ser otras, y esto es un paso que se da dentro de la Realidad y costituyendo la Realidad. Ahí, los dos sentidos son necesarios para sostenerse el uno al otro, de manera que las cosas se convierten en otras cosas, hemos (), y se reconvierten o desconvierten en otras cosas, en el sentido contrario.  Pero si esto queréis decirlo de la Realidad en general, de las cosas en general, pues no cabe; no cabe decir ‘cambio’, ni cabe decir tampoco ‘un sentido y otro sentido’: hay que decir ‘entrar de lo desconocido a lo conocido’, ‘perdernos en lo sin fin’, que desde luego me niego a identificar con lo que se llama cambios en la Realidad, y por tanto con los dos sentidos que la Realidad tiene; este no tiene más que uno.


- A lo mejor está mal visto, pero lo que dice ella me recuerda a cuando hablabas el otro día de hacer compatibles a Heráclito y a Parménides, y lo que dice Parménides, no sé si lo entiendo bien, de que nada puede salir de la nada, que lo que es, lo es porque lo ha sido siempre, que nada cambia.  ¿O esa no es tampoco......?


AGC- Sí, sí, sí, sí, que nada cambia, por supuesto; de la nada no se habla propiamente, pero que nada cambia, claro: está negando la Realidad.


- Claro, y si nada cambia, si no hay cambio, pues no se va, por utilizar lo que dice ella, ni del Ser al no- ser, ni del no- ser al Ser.


AGC- Cuando se presenta el todo, como en esa Fe, se está negando las cosas; esplícitamente. Es decir, eso, como he dicho antes, es incompatible con la Realidad; las cosas no pueden estar haciendo más que cambiar siendo otras, porque son mentira, y para seguir intentando ser verdad no les queda más remedio que hacerse otras.  Aplicándonos el cuento, eso nos pasa a nosotros, una clase de cosas; lo mismo, ¿no?  Y cuando es todo, pues no cabe nada de eso: no hay ni cambios ni movimiento.  Lo que he citado como ventaja de esta formulación en Parménides a lo que de ordinario se ha venido haciendo, es que la tentación del infinito se aborda descaradamente, y se dice ‘no puede, no es ley, que sea infinito’, se perdería ‘todo’, mientras que lo que se ha venido haciendo es hacerlo compatible.  No, yo creo que el problema de Virginia es más elemental, estriba en nuestra manera de hablar: lo que está pasando costantemente de nacer cosas, por decirlo así, que no eran, y de perderse, no puede identificarse con lo que se llama cambio en la Realidad; no puede ser, porque estaríamos entonces otra vez cayendo en lo mismo.  Pero bueno, había......Sí.


- ¿Y no habría alguna manera de hacer compatible en el poema de Parménides infinito y todo, o sin fin?  Cuando dice que no nacen ni mueren.


AGC- Está negando el tiempo real, y dice “ni ha sido ni será, porque es ahora todo a la una”.  ‘Es ahora todo’, es una fe que tiene.  Efectivamente, sabemos que ‘ahora’ nos lanza sin más a lo sin fin, pero la () Diosa, no: se niega el tiempo por esa vía: ‘ni fue ni será: es ahora’ 


- ¿Y eso no es de alguna manera sin fin?


AGC- No: niega el tiempo real.  Y esplícitamente se admite, descaradamente, por dos veces, que no se puede jugar ahí con ‘infinito’: que si es todo, no puede ser ‘ateleúteton’, que tiene que ser ‘telestón’.  Todo esto evidentemente, como las demás especulaciones, se vienen abajo, pero por lo menos se contraponen con las otras formas de tratamiento que la Ciencia, bajo el Poder, ha venido haciendo.  Bueno, ¿qué más?


- Entonces, volviendo a la cuestión del sentido, eso que tanto se oye, lo del sentido común, que no sabemos muchas veces qué quiere decir, pero que se dice bastante, ¿el rasgo fundamental del sentido común sería no tener sentido?  En cuanto algo empieza a......


AGC- No, nada, nada, nada, no, no, fuera. En la especulación, tanto sentido común como los sentidos corporales han quedao fuera.  De entre las muchas acepciones que la palabra tiene, he cogido nada más dos: una, que es la de sentido derecha/izquierda, arriba/abajo; y la otra, sentido en el sentido de que esto no tiene sentido en el sentido de ‘télos’, de finalidad.  No he cogido más que esas dos, las otras no nos interesan.


- Pues una de las características del sentido común es precisamente lo de estar abierto a todas las posibilidades.


AGC- No, el sentido común tiene que ver con los sentidos corporales.


- ¿No es una cuestión de estar abierto a todas las posibilidades, uno de los rasgos del sentido común?


AGC- No sé.  De pensar con sentido común, o sea, con razón común, puede resultar eso.  La razón común niega la Realidad, sí.


- Por tanto.......


AGC- No, no, nada, nada, no tenemos por qué aferrarnos: las palabras tienen muchas acepciones, y yo he cogido dos para la palabra sentido; el sentido común tiene unas acepciones que están más cerca de la de los sentidos corporales.


- Hay una contraposición entre sentido particular, o una cosa que uno tiene un sentido porque lo hace, voluntario, personal, privado, y otra cosa sería el sentido común, porque precisamente no está al servicio de ningún fin personal.


AGC- Eso: falta de sentido, si te hace mucha gracia.  Lo que hemos dicho es que la libertad únicamente viene de ahí, ¿eh?, del reconocimiento de esto: la Realidad, no tiene sentido; no tiene sentido, de manera que si te gusta mucho decir que esta es una formulación que viene del sentido común, y que por tanto el sentido común declara que esto no tiene sentido, pues qué le vamos a hacer; para juego de palabras puede servir, pero no aporta nada nuevo.


- No es un juego de palabras: Realidad sería precisamente aquello que tiene sentido, y verdad sería aquello que no tiene sentido, o que tiene uno nada más, que es ninguno.


AGC- Esto no tiene sentido; no tiene sentido.  A ver, sí.


- Hay una cosa que yo no termino de entender: las cosas aparecen cuando se conciben, cuando hay alguien que se hace una idea sobre algo.  Entonces, ¿no es una manera de concebirlo también, el negar las cosas?


AGC- Las harás cambiar; generalmente la negación no sirve más que para hacer cambiar.  Por ejemplo, la palabra ‘sentido’, que acabamos de usar: pues claro, efectivamente, en cuanto nos volvemos sobre ella y la volvemos a analizar, pues va perdiendo sentido; va perdiendo el sentido, como cualquier otro significado, pero el uso del vocabulario en su aplicación en cualquier idioma a las cosas, lo que hace evidentemente es al mismo tiempo confirmarlas en ser lo que son, y desconfirmarlas de rebote.  Otra muestra de cómo es la Realidad en los dos sentidos, porque evidentemente la palabra ‘espárragos’ tiene un cierto significado más o menos fijo, y cada vez que se habla de espárragos en el comercio, en los restaurantes, en casa, pues se está confirmando uno y haciendo creer que se sabe de qué se está hablando, porque esa es la ley.  Y al mismo tiempo, la palabra ‘espárrago’ se va desgastando, y con un poco de tiempo real que pase, la palabra ‘espárragos’ acabará por no servir ya para designar espárragos de ninguna especie.  Esta es la doble faena que el uso del vocabulario hace con las cosas: las confirma y las desconfirma, las crea y las destruye. No hace falta que se emplee la negación: con el mero uso y el desgaste ya basta. ¿Qué más, por favor?


- Otra cuestión del significado de las palabras.  No es tan importante como lo que ha empezado a decir Virginia, pero ¿es casualidad que en algunas lenguas ‘fin’ tenga esas dos acepciones, el destino, el objetivo, lo que se busca, y el final, con lo que se acaba?


AGC- Como en la nuestra.  Sí, sí, no es ninguna casualidad, y se da en muchas, en latín mismo ya con ‘finis’.  En griego estaba por un lado ‘teleuté’ para ‘terminación’, pero ‘télos’ muchas veces (que es de la misma raíz, y que es más bien el fin, la causa final), al mismo tiempo también se confunde con el fin como terminación, que es lo que decimos aquí todos los días en esta tertulia, que es lo que hemos descubierto, que es lo que nos trae aquí a desgarrarnos, no sólo las vestiduras, sino hasta las carnes si es preciso: es justamente esto de que hemos descubierto...........que.........que............A ver, ¿de qué estaba hablando?


- De lo que hemos descubierto.


AGC- ¿Qué, respecto a lo que estamos diciendo?


- Que no hay fin.


- Que el fin es el comienzo.


AGC- Decimos que esta tertulia es contra la muerte.  ¿Qué quiere decir eso?  Evidentemente, quiere decir “contra el Futuro”.  “Futuro” es, claro, el fin al que todo se dirige, ‘télos’, lo que justifica cualquier Poder, os lo dije antes: hacer creer que con todo esto que pasa, y que nos hacen pasar, vamos a un sitio.  No imaginéis ningún representante del Poder que pueda actuar en la esplotación y el engaño más que partiendo de ahí, de la Fe en un fin al que todo eso se dirige; ninguno, de ninguna especie política. Y al mismo tiempo, ese fin es la muerte, la terminación, tal como se le presenta a un niño apenas está empezando a hablar en la lengua de sus padres: “te vas a morir mañana”.  De manera que la confluencia, o confusión incluso, de lo uno con lo otro, es clara; en español, donde la palabra fin es de doble acepción, pero en otras lenguas donde se emplearan palabras distintas también se podría decir que son lo mismo en definitiva: fin, terminación.


- El fin durante mucho tiempo era el beso al final de las películas; cuando era niña, lo del fin era el beso.


AGC- El fin de la película era el beso, generalmente el compromiso matrimonial, y ese era el fin al que todo el argumento de la película había estado tendiendo: fin en el otro sentido de la palabra.  Era el fin de todo el desarrollo de la trama amorosa, que se dirigía ahí: el beso, el compromiso matrimonial.  Se ha alcanzado el fin de todo el argumento, de toda la trama, y entonces, pues se acabó al mismo tiempo: se acabó; se acabó la película por lo menos, en ese momento.  ¿Qué más?


- Que hablando de lo del libre albedrío, que sí que parece que habría algo que se podría llamar libre, que es precisamente negar las ideas, negar a uno mismo, negar lo que se nos impone, lo que a pesar de todo y de todos puedes decir ‘no’, incluso la idea misma de libre albedrío.  Eso sí parecería que es un acto de libertad, por decirlo así, como dicen los libros, ¿no?


AGC- ¡Pues no!  No.  Está bien que lo saques: no: no le pertenece a uno: ‘eso no es mío’, ‘eso le pasa a uno, me pasa; y me pasa, porque evidentemente, como la Realidad es mentira, hace grietas, y se notan, y a veces, pues hacen que esas grietas se manifiesten con la pérdida de la Fe de uno, y que se las pueda confundir con ()”.  Son cosas que a uno le pasan, uno no puede hacerlas.  Si uno se hace dueño de su ‘no’, está ya otra vez cayendo en lo del libre albedrío, creyendo que está haciendo algo.  Uno no hace eso: a uno le pasa.  Aquí a esta tertulia venimos a ver si por casualidad en lugar de soltar las cosas que sabemos y que tenemos que decir voluntariamente, pues de vez en cuando nos pasa que nos desconcertamos y nos entreabrimos por la evidencia misma de la mentira.


- Lo de “yo con más albedrío tengo menos libertad”, ¿no decía Calderón de la Barca eso?  Recítalo, que..........


AGC- Por favor, no sé por qué me sacas tantas anécdotas.  Segismundo se contrapone (¡ay, qué habilidad tienes!) se contrapone a las cosas: las cosas se rigen por la cadena de causalidad: el pez, que no respira, por las ondas, el ave, por los cielos; hasta el arroyo.  Y sin embargo, a él le da la impresión de que se están desarrollando libremente; hasta el arroyo.  “Mientras que yo, a mí, se me niega ese don precioso de la libertad”. Bueno, mandangas; mandangas de las habituales.  Sí.


- Se está hablando que de lo que no se sabe se pasa a lo que se sabe, a la Realidad, si es que lo he entendido bien: parece que eso es precisamente la Fe que sustenta la Ciencia que domina este mundo: que las cosas pasan de un no saberse a saberse, y permanecen ahí ya como sabidas.


AGC- Deberían, deberían; deberían de hacer eso.  Pero no es así; si no, no tendría sentido lo que he dicho de esta necesidad de hacer compatible lo de infinito.  Esto lo veis en todas las Teorías del comienzo, todo lo del Big Bang y todo lo demás: cuando te dicen algo, no te hablan desde luego de ningún sin fin en que esto se esté perdiendo y de lo que haya nacido: te hablan en todo caso de ‘la nada’; como son capaces de hablar de ‘todo’, por ejemplo ‘todo el Universo’, pues te pueden hablar de que surge de la nada.  A lo mejor no te lo dicen; te dicen......pues lo que dicen estos señores: que es que con el Big Bang nace el tiempo; no el Universo, sino el tiempo: empieza el tiempo a contarse, y toda la Realidad de repente.  Sí.


- No sé si he entendido bien las cosas que decían, pero si lo he entendido, ¿en esta Realidad, es posible que estén todas las cosas?  Las que no están todavía, que se van a concebir, como se conciben a través de otras cosas, porque........(no sé si me estoy esplicando)......que al final las que no están también están, porque se hacen a través de lo que....... 


AGC- Sí, sí, en cuanto las imaginas, en cuanto se imaginan; lo único que les pasa es que no son todas, que nunca son todas; con lo que es incompatible es con ‘todo’.  No son todas, no hay un repertorio; no son todas, puede haber más y más, todo lo que quieras más y más; más y más sin límite ninguno: más y más por imaginación, por cambio, por procesos diversos...


- Pero aunque la imaginación sea infinita, las ideas sean tal, si los elementos que vamos a utilizar en esta Realidad falsa son los que hay, los componentes son todos, porque......


AGC- No, no, no, nada. Eso es lo importante: negar la noción de ‘todo’ a toda costa: la Realidad no es toda.  Si no llegas al reconocimiento de que la Realidad no es toda, es que entonces no podemos casi hablar.  Ni las cosas son todas, ni hay un ‘todo lo que hay’ en la Realidad, es incompatible.  Más y más, más y más, más y más, costantemente; y menos y menos, y menos y menos, y más y más.  Nunca todo, por más que quieras meter dentro de la Realidad, como se meten costantemente, cosas que no existen, pero que desde el momento en que se imaginan, existen.  Por más que la trasformación de unas y de otras las haga cambiar, y por tanto den lugar a nuevas cosas, serán siempre más y más, pero nunca todas; nunca todas; nunca todas.


- Lo que pasa es que toda Realidad es subjetiva, y entonces......


AGC- La Realidad es falsa, más que subjetiva: es falsa.


- Si desde el punto de vista de la Realidad como hecho perceptivo, lo que estaban diciendo antes de que desde el momento en que se toma conciencia de algún modo de algo, y eso entendemos que existe, pues desde ese punto de vista es completamente subjetivo, porque aquí habemos cien personas ahora, y cada una tiene una percepción diferente.


AGC- ¡Qué va, hombre, qué va!: cuando yo digo ‘espárragos’, seguro que casi todos los que estamos aquí saben de qué hablo.  De ‘subjetivo’, nada: es el vocabulario del idioma. 


- La noción seguramente sí que se comparta,  y quizás esto tiene algo que ver con el sentido común, pero estamos.......


AGC- No, no, tiene que ver con el vocabulario de un idioma; con ninguna otra cosa.


- En el ejemplo del espárrago por ejemplo, es tan simple que parece que sí puede darse como una percepción compartida igual entre varias personas, pero si ponemos otro ejemplo.....Es que hay realidades que son esferas que son completamente ajenas para muchas personas, hay muchas personas que ni siquiera conciben que ahora haya cien personas hablando estas cosas aquí, o nosotros no concebimos.......


AGC- ¿Y existen, o no existen?


- Sí, pero....


AGC- Entonces no son subjetivas, como tú dices.  Mira, para desanimarte de creer en el sujeto, acuérdate de que eso que llamamos nosotros ‘sujetos’ a su vez son cosas: cada una de nuestras mentes, conciencias, voluntades, forman parte de la red de las cosas.  No están fuera, aunque el patriotismo humano nos haga con frecuencia ponerlas como centro responsable de las cosas, pero no es verdad: todo eso forma parte también de la mentira costitutiva sin más.


- No hay palabras para espresarlas


AGC- ¿Espresar, cuál?


- Todas las cosas nuevas.


AGC- ¡Si no hay ‘todas’!  No hay ‘todas las cosas’, y por tanto, como no hay ‘todas las cosas’, cualquier idioma tiene que estar costantemente también cambiando su vocabulario para referirse a otras; lo hacemos a cada paso, sin acabar nunca.  No hay ‘todas’.  Sí.


- Parece que para decir que no hay fin tengo que llegar al fin para descubrir que no hay fin.


AGC- ¿Por qué?


- No sé, a mí la imaginación me lleva al Futuro.


AGC- Muy realista te pones, Ester: para descubrir que ‘fin’ es una mentira, no hace falta llegar a ningún fin.  Esto recuerda (y tal vez te lo tengo que agradecer), la actitud del Padre Lucrecio, por el que ya habéis percibido cuánto cariño tengo como representante de la Física más directa y más ingenua.  Él trata también naturalmente de hacer compatible ‘todo’ con ‘infinito’: los átomos son en número infinito (una cosa que ya implica domesticación, al juntar ‘infinito’ con ‘número’), y es, hay un, ‘todo’, al que él prefiere llamar, cuando lo llama, ‘omne’; un omne, que quiere decir algo más bien como ‘toda cosa’.  No le gusta llamarlo ‘totum’, que querría decir ‘un total’, ‘un entero’; prefiere ‘omne’.  Y los hace compatibles: un ‘omne infinitum’; descaradamente los hace así. 


Pero en la alabanza del Maestro Epicuro que tenéis casi al comienzo del poema, nos cuenta cómo el mostro de la Religión vino a caer, gracias al descubrimiento, o a los descubrimientos, de Epicuro: “la horrible cabeza de la Religión está pesando sobre los pueblos, y por tanto anulando sus posibilidades de vida y de entendimiento”. Viene este hombre, un hombre griego que se lanza; no se aterra ante los rayos ni ante las amenazas del cielo: y entonces se lanza a caminar (lo he sacado por esto), y dice: “se lanzó fuera, muy lejos de las murallas del mundo, de las llameantes murallas del mundo (una imaginación que tiene mucho que ver con otras de la Física moderna), y recorrió ‘omne inmensum’, ‘el todo inmenso’, ‘el todo inmensurable’ “.  Y de esa escursión Epicuro nos trae de vuelta victorioso “qué es lo que puede surgir, qué es lo que no puede, y qué es potestad limitada, y porqué razón tiene cada cosa en sí misma”.  Es decir, como cualquier Ciencia, solo que esta es la verdadera, ¿eh?: lo que trae de la escursión es la reafirmación de las cadenas de causas, y por tanto de las causas y los fines y todo eso.  Es patético, evidentemente: patético: a mí, el aprecio que tengo por todo el poema de Lucrecio, pues no me impide sentir lo patético de esto, que además tiene el valor de que es aplicable y revelador de afirmaciones semejantes que de una manera más disimulada se hacen en otros sitios, ¿no? Pero ya lo veis: es ejemplar.  Lo tenéis un poco después de empezar el libro primero, de manera que eso nos puede servir también de ejemplo: es la Fe en una Ciencia verdadera que por fin va a acabar con la Religión.  Esto nos viene acompañando a lo largo de los siglos, ¿no?  Bueno, no sé si queda algo más por ahí......


- A mí me hubiera gustado que se siguiera tratando esta cuestión que se venía planteando de la irreversibilidad de las cosas que no tienen nombre, esa gracia de lo desconocido que entra en la Realidad, y que luego no puede retroceder. Parece que es una cuestión que nos ha dejado a todos con esa...


AGC- Yo lo que he hecho es esplicarlo bien dentro de la Realidad; cómo la Realidad tiene que tener los dos sentidos, y cómo....


- Claro, lo que decías es que está fuera de la Realidad.


AGC- Claro, y entonces ya no tiene, ya no es aplicable.  Ya digo que hablamos aquí (y esto es un fallo, pero qué le vamos a hacer), hablamos de que desde lo sin fin, desde lo desconocido, entran cosas; en lo desconocido, donde nos estamos precisamente perdiendo todos.  Claro, si queremos concebir, eso quiere decir que lo metemos dentro de la Realidad, y entonces al tiempo de veras, que no tiene ningún sentido, y no iría en ninguno, lo metemos otra vez dentro de la Realidad, lo identificamos con el fenómeno familiar de los cambios de las cosas en un sentido y en el contrario, que pasan a ser otras, y que desde allí vuelven a ser otras distintas, de otro orden.....  Yo siento que no podamos sugerir......


- Pero entonces perderse no quiere decir retroceder.  Simplemente eso.  Es que yo lo había entendido mal, porque había interpretado el perderse como retroceder, pero no es retroceder a un sitio previo en el que......


AGC- No, no, eso sería otra vez entrar en la Realidad, porque hay que entender esto: que esto no tiene sentido, en contra de lo que os cuenten, y que eso es lo único que abre cualesquiera posibilidades, y lo que nos hace estar aquí también, entre otras cosas.


- Es que lo que hemos estado diciendo, o yo escuchando por lo menos, es que las cosas costantemente caen en lo sin fin, y ahora yo por lo menos lo que he oído, es que lo sin fin cae en la Realidad.


AGC- No: que de lo sin fin entran costantemente cosas, sí.  Lo único que siento es que al decir eso tengáis que intentar concebirlo, cuando es inconcebible, qué le vamos a hacer: por un lado hay que referirse a ello, por otro lado hay que recordar que es inconcebible.  Es verdad, y verdad quiere decir ‘desconocido’, es inconcebible.  Pero al mismo tiempo, con esta lengua que tenemos, aunque sea un idioma, tan sumiso, hay que intentar aludir también a eso, porque si no caemos en la trampa de cualquier cosa de las más disparatadas.  Tenemos que meterla dentro, concebirla dentro de la Realidad, y ya no hace nada; ya no hace nada contra la Realidad.  Bueno, yo creo que nos podemos parar aquí, de manera que.....


- Que nos quedamos, intranquilos, pero...


AGC- Sí, sí, pero más vale.


- A mí me hubiera gustado para terminar, Maestro, contar una anécdota de cómo me desentendí muy prontito de niña de esa afeción del fin como destino.  Es que me gustaría contarla, porque es muy bonita.


AGC- Cuenta, cuenta.


- A la feria de mi pueblo iba un puesto al mercadillo que llevaba unos gorriones domesticados.  Y esos gorriones estaban en una jaula, y había un pesebrito con unos tirabuzones guiados de papel donde estaba escrito unas cosas que era el destino de la persona que daba un real al charlatan para que el gorrioncillo cogiera con el pico el tirabuzoncillo que fuera.  El pajarito se lo daba al charlatán, y el charlatán me lo daba a mí, se lo dio al charlatán y el charlatán me lo dio a mí, y yo me lo guardé porque aún no sabía leer, e iba con una chacha analfabeta también .  Me lo guardé en el bolsillo del babi.  Me di mucha prisa en aprender a leer precisamente para poder leer aquello, porque tampoco les podía decir a mis padres que me lo leyeran, porque haber dado un real para lo de los pajaritos, pues sería muy tonto, ¿no?  Y entonces resulta que cuando al cabo de un mes, que ya había aprendido algo a leer, me fui al babi a leer, lo había cogido mi madre y lo tenía metido en remojo para lavarlo, y vi que mi destino era un borrón de tinta, y desde entonces dije “¡cómo hemos acertao el destino verdadero!”


AGC- Muy bonito, enhorabuena, que te fuera tan fácil, que se pudiera hacer con un poco de agua, que se pudiera hacer con un poquito de agua.  Bueno, pues nada, si el Señor de los Fines y las Causas nos deja, nos vemos dentro de siete días.