26.08.2014

Tertulia Política número 149 (29 de Octubre de 2008)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


  • Los fines, metidos en los medios.
  • Las demás cosas, también poseedoras de alguna forma de conciencia, idea, o Fe.

 

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TRANSCRIPCIÓN:

 

 

Seguimos entonces con esta guerra contra la Realidad, que viene siendo también contra la conciencia, en los varios sentidos en que la palabra se tome, como ya el otro día yo creo que salía bastante claro, y hoy confío en que se vea más claro todavía.


Seguimos con esta guerra, partiendo de aquello de haber descubierto que los fines están en los medios, que los medios tienen sus fines, que no se cómo  lo habréis cogido y las vueltas que le habréis dado, ya me lo diréis.  Recordad que ‘fin’ es el punto, el blanco de ataque, al que nos dirigimos una y otra vez, puesto que la Realidad está hecha en primer lugar de un tiempo, real y falso (la primera creación real), y este tiempo real y falso, el Futuro, está fabricado desde el fin precisamente; desde el fin, desde la muerte, ¿no?  De manera que no en vano los ataques van hacia ese punto.  Aunque los fines, tal como ahora decimos que están en los medios, no tienen el mismo sentido de ‘fin’ tal como ahora os lo he vuelto a recordar, sin embargo lo uno y lo otro está relacionado: los fines como finalidades con el fin como terminación.  El otro día cómo era esta relación lo estuvimos viendo un poco, y hoy volverá a salir.


Por ahora sigamos centrándonos en esto sobre lo que os quiero preguntar dentro de un poco, de que, en contra de lo que nos hacen creer, no es que los medios sean para los fines, sino que los fines están en los medios ya.  Por eso os preguntaré qué tal habéis cogido eso de que por ejemplo las pistolas, o los automóviles, tengan en sí mismos su fin, y por tanto los que pretenden manejarlos o conducirlos se quedan un poco sin oficio, mas que el de servidores; servidores de la pistola, servidores del automóvil.  Seguramente muchos de vosotros han sospechado esto por lo bajo, y se les habrá declarado más o menos, y por eso estamos insistiendo aquí: si efectivamente las cosas están cargadas de sus fines, de por sí, entonces la pretensión del manejo o conducción desde fuera de la cosa es, más que dudosa, vana: se descubre que los hombres, los dirigentes, no son quien para eso, para inventar ellos los fines y imponérselos a las cosas, puesto que las cosas están ya cargadas de fines: ellas de alguna manera hacen lo que tienen que hacer, a lo que están destinadas, y el conductor, el pistolero, pues, sí, pueden formar parte del asunto, pero como servidores; como servidores de las cosas para esos fines.  De manera que este es el tipo de descubrimiento en el que quería que insistiéramos.  Fijaos bien que el que rechacemos la visión reinante de los fines con respecto a los medios y metamos en los medios los fines, implica eso: implica que los pretendidos manejadores o conductores no son más que istrumento de las armas para esos fines.  Esto implica unas cuantas cosas más, y algunas de ellas no tan claras, tampoco para mí mismo, de manera que por eso es por lo que dentro de poco voy a consultaros sobre algunos de los puntos.


Fijaros bien, acudiendo a la actualidad más inmediata, el empeño que tienen, los dirigentes, políticos, filósofos, etc.  Fijaos por ejemplo en la Política de los políticos como caso más inmediato en presentar la visión contraria, según la cual, los hay, sujetos, coscientes, voluntarios, allí arriba, que son los que manejan las cosas, de la Economia en primer lugar, del resto de la Política en segundo lugar.  Es natural: cuanto más hay peligro de descubrir que los hombres no son quienes para manejar nada, que las cosas tienen sus fines en sí mismas, cuanto más eso corre peligro de descubrirse, tanta más necesidad hay de engañar, es decir, de insistir en la visión contraria y exaltar la misión subjetiva, cosciente, voluntaria, desde arriba, de los que pretenden ser conductores o manejadores de las cosas.  Supongo que se entiende bien.  Esto es una ley de pura economía de la información: cuanto más peligro de corre descubrirse una mentira de las que reinan, tanto más los dirigentes y sus medios tienen que lanzarse a sostener la creencia contraria, la creencia que dominaba.  Estoy hablando en astracto, pero supongo que lo sabéis.  Pensad en las guerras, que en el Estado actual son guerras necesariamente marginales, pero que siguen cumpliendo su función con respecto al Capital (y por tanto a los Estados, que están al servicio del Capital), y qué empeño hay en haceros creer, por la Televisión y por el resto de los Medios, que hay señores, con sus nombres propios, que están ahí arriba, que dirigen y declaran las guerras, terminan las guerras......Cositas de esas, con las que os habéis criado desde pequeños.


O fijaos en la famosa crisis económica esta, o financiera, que tanto os ha entretenido durante este mes pasao: el empeño en que por allá arriba saben; que los Directores de las Bancas, que los Regentes de la Bolsa, que los Ministros de la Hacienda de un sitio o del otro saben de qué se trata, y que por tanto, pues toman medidas, y hacen declaraciones de conciencia del asunto, y dan órdenes destinadas a modificar o paliar la realidad de la supuesta crisis económica, ¿no?  Bueno, pues supongo que casi no hacía falta que yo os lo dijera aquí; con esto que nos queda de pueblo- que- no- existe, y que es el que en esta tertulia está haciendo su política contra los políticos, todos sospechabais por lo bajo que todo eso es filfa, bambolla; bambolla necesaria para engañar, para entretener, a través de los Medios: ni banqueros ni financieros ni ministros tienen miedo de las cosas que dicen que tienen miedo: tienen un miedo mucho más profundo, que es justamente el miedo de descubrir que el Dinero se mueve por sí solo, y que por tanto ellos son unos monigotes.  Este es el miedo de verdad, y el que os traía con este ejemplo de lo que antes os decía en general.  Efectivamente, lo mismo que hemos dicho de pistolas y de automóviles, pero todavía en grado más alto: el Dinero, cosa de las cosas, la cosa por escelencia, tiene naturalmente sus fines en sí mismos; como que está costituído por sus fines, como que no hay Dinero de verdad poderoso más que el Dinero futuro, el que depende justamente de su fin, el que camina a un fin con su Crédito, con su Fe.  Y por tanto, claro está que Él sabe lo que hace, el Capital sabe lo que hace.  Hay un miedo por parte de las personas, y especialmente de las personas ilustres y destacadas, a descubrir que ellos ahí son unos monigotes: que ni saben lo que pasa con la crisis, ni saben de donde viene, ni saben siquiera qué quiere decir la tal crisis, ni saben las causas por la que ha empezado, ni de los medios por los que se puede cortar, pero que tienen que hacer como que sí: cuanto más es el peligro de descubrir la condición de monigotes de los hombres, tanto más los hombres tienen que apresurarse a sostener lo contrario, y a lucirse mucho, y a sacar muchos nombres y muchas opiniones en el mismo sentido.  Bueno, no hace falta que saque más ejemplos: las guerras, esta crisis, son lo bastante claras, de manera que si a vosotros después se os ocurre alguno, o algún ejemplo que parezca ser contrario a lo que estoy diciendo, pues ya lo sacaréis.


Vamos a tocar algo un poco más complicado, porque las cosas, tal como ahora se me ha ocurrido decíroslas, se prestan también a malentendimiento.  Vamos a ver: he estado hablando del engaño que sufren y que imponen los hombres, la gente de este tipo de cosas que somos nosotros.  He estado hablando de este tipo de engaño, y ahí efectivamente mostrar cómo se cumple esta ley de que desde luego no saben lo que hacen, como dijo Cristo desde la cruz, pero que no lo saben precisamente porque creen que sí.  Esta es la forma específica: que no lo saben, precisamente porque creen que sí.  Eso es lo que también con los ejemplos he tratado de presentaros.


Bueno, pues esto parece implicar que los otros, los que no sean hombres, están libres de esta condición del creer que sí, y que por tanto ellos no se engañan, ni se dejan engañar; que hacen las cosas que tienen que hacer, no porque como nosotros se inventen cuentos acerca de fines, de proyectos, de planes y de programas, sino porque de alguna manera no tienen necesidad de saber para hacerlo; en el hacerlo está el saberlo, y en ese sentido no se pueden engañar. 


Esto me recuerda ahora otra de las actitudes del Padre Lucrecio en el De Rerum Natura cantando la Fe de Epicuro.  No es de las cosas grandes del De Rerum Natura tampoco ésta; es más bien, como la que el otro día os sacaba, algo patética, pero consiste en esto: en la Fe en los sentidos.  Otras muchas veces (), solamente que en el caso de Epicuro/Lucrecio, esto es especialmente vehemente, esta necesidad de sostener esto que he llamado Fe en los sentidos.  Lucrecio mismo en el poema se alarga versos, y versos, y versos, demostrando, a partir de ilusiones ópticas, ilusiones auditivas, y cosas por el estilo, que los sentidos nunca mienten, que los sentidos no se engañan nunca, y que sólo es la ratio, razón, (que quiere decir, con el término que aquí prefiero emplear, ‘conciencia’), sólo es la razón, es decir, conciencia, la que tiene la culpa de una mala interpretación de los hechos, y por tanto del engaño.  La razón, conciencia, se engaña, pero los sentidos no; los sentidos, no. 


Bueno, pues esto que os saco a costa de Lucrecio, pues viene a ser lo que os estaba diciendo de que el descubrir que nosotros, este tipo de cosas, no sabemos lo que hacemos, pero precisamente nos engañamos porque creemos que sí, no se podría aplicar a las cosas sobre las que la observación, la palpación, el cálculo pueden versar, las otras cosas; las otras cosas, que no son el supuesto investigador y manejador del asunto.  Pero esto no puede ser así, según las cosas que hemos venido descubriendo: no puede ser así.  Es la interpretación contra la que quería preveniros.


Para ver que no puede ser así, lo mejor es acudir a la esperiencia más inmediata, porque es fácil descubrir que los otros, empezando por los animales, y siguiendo hasta los astros o los átomos, también se engañan; también se engañan.  Esto se demuestra porque se les puede engañar; nosotros podemos engañarlos, si hacía falta una demostración: se puede engañar a un pájaro poniéndole unas bolitas de yeso que tengan figura de huevo hasta el punto de que se crea que son huevos.  Esto es una cosa trivial que se hace una y otra vez, de manera que se les puede engañar.  A las plantas, las pobrecillas, se las engaña a cada paso; se les engaña presentándoles climas fingidos, que no son de verdad, para conseguir tales o cuales fines, se las engaña combinándolas de formas que parece que a las flores no se les habría ocurrido nunca combinarse, y dando lugar a injertos de los más estravagantes que se puede hacer.  De manera que se dejan engañar; y si se dejan engañar, es que se engañan, y por tanto no están enteramente ajenas a esto.  Tal vez cuando de los animales, o las plantas, se pasa a cosas más lejanas, sea un poco más difícil de ver cómo se puede engañar a los astros, o a los átomos en el laboratorio, pero yo creo que no sería difícil ver también de qué manera se les puede engañar de algún modo, y por tanto mostrar que no son ajenos a esto.  Entonces, si es verdad que lo de engañarse depende de creerse que sí se sabe, que es falso siempre, esto quiere decir que tenemos que atribuirles a los animales, a las plantas, hasta a los astros, alguna forma de conciencia, puesto que es efectivamente la conciencia la que engaña.


O dicho de otra manera: tenemos que creer que también ellas tienen una idea de las cosas.  Y a esto desde otros puntos de vista hemos venido a parar una y otra vez: tienen una idea de las cosas, se hacen una idea de las cosas.   Naturalmente, será un tipo de ideas o de conciencia enormemente distinto de este que a nosotros nos ha caído como maldición especial, este que nos condena a la conciencia y al engaño; pero aunque sea de otro tipo, será también de la misma familia.  Podemos decirlo en nuestro idioma, que sería también una forma de conciencia, de ideas, que animales, plantas, astros, tienen también, cada uno a su manera, ¿no?


Esto puede parecer algo sorprendente (no desde luego para los que me estáis acompañando hace ya mucho tiempo), pero de todas maneras está claro: si la Realidad es falsa (como hemos descubierto que lo es necesariamente, costitutivamente: la verdad es incompatible, enteramente incompatible con la Realidad, con las cosas), si es falsa, no lo es para nosotros, es decir, porque nosotros nos equivoquemos; lo que hemos descubierto es que es falsa ella misma, la Realidad, de forma que las ideas que nosotros manejamos acerca de ella y todo eso, son partes de la falsificación, pero nada más que partes; lo esencial es que las cosas, empezando por la primera de todas, que es el tiempo falso, el Futuro, regido por el fin, son costitutivamente falsas, y sólo por eso reales; sólo reales a costa de ser falsas.  Lo recalco un poco para los que no nos habéis acompañado frecuentemente, porque para los demás esto, esta especie de descubrimiento, ya suena como algo a lo que se vuelve una y otra vez. 


Pues si esto es así, si las cosas no son sólo falsas por nuestro vocabulario, por nuestro idioma, para nosotros, sino falsas en sí, eso quiere decir que tienen que tener también su conciencia, su razón, que las equivoca, como a nosotros; su razón, que las equivoca, como a nosotros.  A esta se la llama, de otra manera, como aquí hemos solido llamarla, Fe, porque evidentemente hemos tenido que reconocer en las cosas, lo mismo que en nosotros, la presencia de esto, de una Fe que les hace luchar costantemente por sostenerse cada una a sí misma, por llegar a ser (cosa que es imposible, para ellas y para nosotros) por llegar a ser la que es de verdad; cosa que no cabe, porque en la Realidad no cabe ninguna forma de verdad, de un ideal de ese tipo.  De manera que decimos que también tienen que hacerse una idea de las otras cosas, que también tienen que tener alguna forma de conciencia, no humana.  Se dice mejor así, diciendo ‘tienen que tener una Fe, como lo demuestran con el afán, costante, por sostenerse cada una siendo la que es, cada especie de bichos, plantas o astros siendo la que es, y que, cuando en la lucha, este intento directo fracasa, eso mismo les lleva a cambiar lo que haga falta (a cambiar la especie, a cambiar el tipo de Fe que se venía trayendo), pero con el mismo intento de subsistir’.  Esto es lo que podemos llamar Fe, y atribuírsela a las otras cosas como a nosotros mismos, ¿no?  De manera que eso es lo que quería aclarar, para que no se prestara a malas interpretaciones lo que decíamos antes, ¿no?


Y antes de seguir, porque hay algunos otros rabos que quedan sueltos, os dejo ya la palabra, para que ya con esto que os he soltado tengáis motivo de hablar, de soltar la voz, con las ocurrencias, las diferencias...........


- Me estaba acordando del almendro que hay en la puerta de la casa de Las Navas.  Sistemáticamente, cuando está en plena flor, le viene la helada, y se jode todos los años.  Si este almendro tuviera memoria, se acordaría de que el año anterior le había pasado esto.   Si tuviera al menos un automatismo de conciencia que se pareciera a la memoria, que le recordara ‘no, ahora no, voy a retrasar la floración’.  Quiero decir que desde dentro, él no tiene engaño, él se deja llevar por una ausencia de Futuro, cosa que nosotros no.........


AGC- Ya está.


- Déjame que termine.


AGC- Ya está, ya está.


- Déjame que termine: nosotros preparamos el petróleo, el fuego, el carbón, etc., etc.  Parece que esto que tú llamas que se le puede engañar, siempre es algo que está en relación directa con un sujeto de afuera.  Es decir, hay alguien que viene de afuera, y que introduce un engaño a algo que consiste precisamente en el no saber.


AGC- ¡Ay madre!  Estás ahora diciendo lo contrario de lo que estabas diciendo; al prolongarte, estás volviéndote al revés.


- No te prolongues.


- El único aliento que mantiene la cosa es el no saber de algo desconocido, el amor de lo desconocido, y decimos que aunque uno es un caso de cosa, la cosa no es siempre un caso de uno.


AGC- ¿Por qué? ¿Ves como por alargarte....? Porque ahora, ¿qué hacemos con el almendro del principio?


- Que el almendro lo que tiene es olvido, no tiene memoria, no tiene conciencia.


AGC- Bueno, aparte del lío que te has armao, a nadie le va a hacer daño lo que has dicho, porque es demasiao fácil: la propuesta del almendro de Isabel consiste en hacer lo que he dicho que no se haga, es decir, atribuirle el mismo tipo de conciencia nuestra.  Lo ha convertido en un hombrecito; un hombrecito al que simplemente le falta el saber qué hacer.  Primero.  Una tontería.  La segunda tontería, es que cuando nosotros, sí, preveemos la helada, y tomamos medidas, pues fracasamos casi como el almendro, de manera que la diferencia viene a ser de grados.  Pero sobre todo, por favor, no una conciencia humana a los almendros; eso no, de eso no hemos hablado.  A ver si otros han cogido esto.  A ver. Sí, adelante.


- El otro día nos propusiste un juego mental que era meter en una habitación a dos personas con un cuchillo, y decías que el cuchillo terminaría haciendo lo que tenía que hacer.  Y hoy nos hablas de los coches, y de la pistolas, y nos pones a los hombres como meros servidores de esos objetos,  y eso me crea un poco de confusión, porque me parece que nos saca un poco a nosotros, como caso de las cosas distinto de las propias cosas, porque parece que las cosas, para cumplir su función, necesitan de los hombres, y los hombres a lo mejor no necesitan tanto de las cosas.  Es decir, que hay una supremacía del Hombre, o de los hombres, sobre las cosas, cuando las cosas, para ser lo que son, necesitan de los hombres. Un cuchillo, por sí solo, no va a hacer nada.


AGC- ¿Por qué no? ¿Sin hombres, no? O sea, ¿si el cuchillo o la pistola no estuvieran entre hombres, no llevarían sus fines en sí?  Yo creo que sí.   Es independiente, y desde luego nosotros nos apoyamos costantemente en cosas igualmente.  Sucede que falla por algún lado la diferencia.  De todas formas, ya he insistido: si nuestra manera de mentir, de engañarnos, que consiste en que sin saber lo que hacemos, creemos que sí, la trasladamos directamente a las cosas, pues eso empieza a fallar: hay que ver lo que hemos estado viendo, que es que efectivamente, aparte de esta manera nuestra de engaño, que es específica, digamos, desde luego alguna forma de conciencia, de engaño por tanto, de Fe, tiene que darse en las demás cosas y en su sustento, en cada una a su manera.  Sí.


- De los ejemplos de engaño que han salido, el más parecido a un engaño que me parece es el del pájaro con los huevos, pero tampoco estoy muy segura de que eso no sea lo de siempre, al estar humanizando a los pájaros, considerando que se están engañando a sí mismos, y que parece que habría que pensar en que tienen que tener una idea de huevo para poder confundir otra cosa que no sea un huevo con un huevo.   Que es que parece que sólo pudiéramos entender a los pájaros así, como nos entendemos a nosotros, ¿no?


AGC- Sí.  Sí, no tienen por qué tener una idea humana de huevo, pero es el huevo, que algunas maneras de.......


- Si un hombre les puede engañar, la idea tiene que ser como la humana.  Porque los engaños son siempre de hombres a otras cosas.


AGC- No, no, no todos, no.  Los naturalistas mismos nos cuentan cosas de animales que se engañan unos a otros, y el cuco........en fin, todo eso, y es entre ellos, ¿no?


- ¿Pero es un engaño, lo que hace el cuco, de poner un huevo en el nido de otros?


AGC- Obliga a confundirse a los padres del nido que toma, los obliga a confundirse.  Es decir.......


- Pero eso es para nosotros, porque creemos en la propiedad privada de los huevos, pero un pájaro, ¿por qué va a ser eso un engaño?


AGC- Los pájaros empollan a sus huevos, aunque no tengan nuestra idea de la propiedad.  Los pájaros empollan en principio sus huevos, de manera que el caso del cuco es una contradición.


- Es que entonces no hay diferencia; entonces sí que tienen una idea de propiedad privada como la nuestra.


AGC- No, no, no como la nuestra, imposible, eso no puede ser: la nuestra es la del Dinero; la nuestra es específica, pero tenemos que atribuirles algo equivalente en su reino.  Desde luego, si no fuera tan grosero el modo en que Epicuro y Lucrecio emplean lo de los sentidos, se podría usar: se quiere decir que hay una manera de hacer las cosas que no implica intervención de ninguna idea, y eso es así; pero hacer las cosas sin ninguna idea, que pasen las cosas sin ninguna idea, no sólo no nos sucede a nosotros, sino a ningún ser de la Realidad, porque eso es salirse de la Realidad; es precisamente salirse de la Realidad: que las cosas se hagan, ‘se hagan’, sin intervención de ningún fin, de ninguna Fe, de ninguna idea, eso es estraño a la Realidad, se sale uno de la Realidad.  Y efectivamente, nosotros, y probablemente a su manera, cualquiera otras plantas o animales que sueñen, a su manera, soñarán con eso, con el Paraíso estraterrestre, por así decirlo de una manera algo grosera, es decir, con salirse de la Realidad, pero en la Realidad parece que las cosas requieren ese engaño, porque la Realidad es falsa, y no hay otra forma de Realidad que se pueda presentar más que esa.  Estamos hartos de que políticos, científicos, filósofos, nos presenten, en cambio de una Realidad que se declara falsa, otra, pero ya hemos visto mil veces que eso es mentira: esas otras están también dentro, forman parte de la Realidad, y por tanto por ese camino no hay salida ninguna posible.  ¡Pero más!


- Con lo del pájaro me refería sobre todo a que si ese ejemplo es aceptable, los de las plantas ya me parece más difíciles, y bueno, imaginar que se pueda engañar a una piedra, no se me ocurre cómo.   O que la piedra se pueda engañar ella misma, vamos.


AGC- O que se pueda ella misma confundir, engañar.  Imaginad que una piedra tenga un propósito de ser la que es, que es lo que la costituye en una cosa: evidentemente, desde el momento en que esa piedra tenga ese propósito, pues puede tener formas de desarrollo, de exposición o de rodaje, que sean impertinentes para la idea que ella pensaba alcanzar de sí misma, ¿no?


- Pero eso es un poco como partir de lo que se quiere demostrar: partimos de que la piedra tiene una idea para demostrar que la piedra tiene una idea: o sea, partimos de que la piedra tiene una idea de sí misma, para luego ver que a lo mejor no se desarrolla también.....


AGC- No, no, no, no: partimos únicamente de que la Realidad es falsa, nada más, y que las cosas tienen que ser falsas.  Esto es lo único de lo que partimos.  Es un descubrimiento puramente negativo.  Solamente de ahí se parte; todo lo demás ya efectivamente se desprende de ahí: ¿cómo cosas falsas pueden subsistir, y evidentemente empeñarse en subsistir, sin intervención de lo que estoy diciendo?  Sí.


- Pero habíamos dicho que la Realidad es falsa porque no es todo lo que hay, y eso es atribuible precisamente a cuestiones que se plantean la cuestión del todo y de la totalidad.  Pero por ejemplo, ¿cómo una piedra, o el agua que se vierte por un sitio en vez de por otro, que se deja ir por un sitio en vez de por otro, podemos atribuirle el mismo concepto de falsedad, o la misma atribución de falsedad?  No lo entiendo.


AGC- ¡Ay, sí, lo siento!  Lo hemos dicho muchas veces; si te hubieras quedao con un poco de oído.......Lo hemos dicho siempre: la Realidad no es todo lo que hay.  Por consiguiente: una cosa nunca es del todo la que es.  Por consiguiente: uno de nosotros nunca es del todo el que es.  De manera que la totalidad entra en el mundo, hija, la totalidad y el mundo viene a ser lo mismo.  Es la falsedad general de la Realidad, que efectivamente se enuncia así: “descubrimiento de que la Realidad no es todo lo que hay”.  Al mismo tiempo, hay que añadir: “ella (ahora sí, personificando a la Realidad), ella pretende que sí, que es todo lo que hay”.  Esto es costitutivo.  Y esto, que se da para la Realidad en general, pues se aplica al uno de cada uno, de cada cosa, sean hombres o no sean hombres.  ¿Qué más?


- Ayer leí una declaración de uno de estos científicos así Padres de la Ciencia, y decía que los hombres podían dominar, él decía ‘la Naturaleza’, como diciendo ‘las cosas’, ‘obedeciéndolas’.  Tenía esa formulación, así como un poco sibilina, de esa pretensión: que el ideal de los hombres era dominar la Naturaleza, como con lo que saben......


AGC- ¿Pero eso él lo decía refiriéndose a la Ciencia, o no?


- A los hombres, con su.......


AGC- Y dejarse llevar por la Naturaleza, querría decir ‘La Ciencia’


- Claro, ahí no sabes lo que es Naturaleza, porque parece que él entiende que Naturaleza es lo que la Ciencia sabe, pero............


AGC- Sí, los científicos que creen que se puede encontrar alguna verdad por medio de la observación, la verdad es que lo que hacen es convertir los sentidos de Epicuro y Lucrecio en una especie de razonamiento que descubre la Naturaleza misma, la deja indemne, y entonces ya está ahí.  Desde luego, recomendaciones para seguir a la Naturaleza, fuera de la Ciencia, os las encontráis a cada paso, ¿eh?: muchos de vosotros, nosotros en general, sufrimos también, fuera de lo de la Ciencia, sufrimos las recomendaciones de la naturalidad, del naturismo, y de cualquier cosa que sea Natura, por todos los caminos.  Imaginaos cómo tiene que estar esa mercancía de averiada, para que tenga el éxito que tiene.  Desconfiad de la Naturaleza; en cuanto la oigáis, echaos a temblar, porque se os está ocultando con ella el Dinero, la Realidad; la Realidad, la Persona, ¿no?


- Esa observación que dice Ana también es la que usaban, esta formulación, los zapatistas en el ejército este que se montaron en la selva, (), de civiles, que decía ‘mandar obedeciendo’.  Siempre decían que sólo se puede mandar obedeciendo.


AGC- ¿A la Naturaleza?  ¡Ah, no, no entre ellos!  Eso era una verdad.


- Es aplicable, porque ellos son muy naturistas.


AGC- No, no, lo que pasa es que ellos los pobres creían que eso se podía aplicar en buen sentido; se olvidaban de que tiene un mal sentido de lo más generalizado.  Efectivamente, aquí lo hemos dicho mil veces: en cuanto a trepar por la pirámide del Poder, ya se sabe que no hay más que una regla: la obediencia.  Los que más obedecen, los que más se lo creen, son los que más arriba trepan; no hay otra arma para trepar en el Poder.  La obediencia es el mando.  ¿Qué más por ahí?


- Yo me pregunto si realmente al hablar de las cosas, y de lo que no son las personas, se está realmente intentando hablar de ellas, o de lo que nosotros pensamos que son ellas; y perdón por el subterfugio.  Porque creo que sería una soberbia hablar realmente de lo que puedan ser las cosas, no desde el punto de vista humano.  Es imposible.  Cuando tú dices...


AGC- Naturalmente.  Nosotros estamos en casa, y además ya lo hemos dicho muchas veces: ni siquiera hay una Realidad común; no hay más que realidades idiomáticas, que dependen del vocabulario de cada tribu.  No hay ni siquiera una Realidad común: depende del vocabulario de cada tribu.  Lo que pasa es que, partiendo de ahí, nosotros, aquí, tratando de dejar suelta a la razón, o pueblo- que- no- existe, pues descubrimos la falsedad de ese montaje.  Partiendo de aquí, pero sin que podamos partir de otro sitio, porque en este tipo de especie hemos nacido, y de ahí tenemos que partir para romper, lo mismo que en general de la Realidad hay que partir; en esta casa nos han hecho, hay que partir justamente para romperla; no se puede partir de otro sitio.


- Yo quisiera preguntar una cosa con respecto a la cuestión primera que has planteado: es que la cosa de las cosas, que es el Dinero, en eso yo sí entiendo que cuando tú dices ‘es que los políticos no quieren aceptar que el Dinero se mueve por sí sólo, y ellos se tendrían como paraos sin saber nada que hacer’.  Pero como hay una identificación entre el Cesar y la Moneda, porque en el origen del Dinero está claro que la efigie del Cesar era lo primero que aparecía en la moneda, todo aquel que maneja y está en el Poder tiene una identificación total con el Cesar, con la Moneda.  Entonces, él se tiene que mover, porque él es Dinero.  Eso al nivel del Poder.  Pero luego, a nivel de cualquiera, del individuo, desde hace bastante tiempo hasta ahora nuestra firma es Dinero, nosotros somos el Dinero mismo.  Por lo tanto, al mismo tiempo estamos tan identificados, que el hecho de que haya crisis y esto, nos hace movernos a todos como un repeón, porque hay una identificación entre Cesar, Dinero y Persona.  Y eso sí, esa cosa es la cosa de las cosas, que es el Dinero.


AGC- Bueno, venga, ya, ya.  Efectivamente, el Dinero se mueve por sí solo, y maneja nuestra firma, y maneja las creencias.......Y naturalmente, lo que tiene miedo uno es de descubrir.......Se inventa otros miedos, por ejemplo la ruina, pero su último miedo es de descubrir la vanidad de la pretensión de uno de ser quien y de manejar las cosas.  Eso es el atentado último, y todas las demás precauciones y miedos......De manera que es normal que cuanto más falso sea, como he dicho, más tengan que insistir Dirigentes, Medios y demás, en hacer creer en que sí, que hay en la Ciencia, en la Política, Doctores, Dirigentes, que saben lo que hacen, y de los que dependen las guerras, las crisis......todo eso.  Qué le vamos a hacer, así estamos hechos.  Efectivamente, la Persona y el Dinero tienen esa relación.


- Dijiste algo así como que las cosas se sostienen en una Fe por llegar a ser lo que son.  Esa es una forma de conciencia por el afán de sostenerse en ser lo que son.  Entonces, ese afán de sostenerse en ser lo que son, puede ser por su afán de supervivencia.


AGC- Sí, sí, cuando sacaban la Naturaleza, desde luego decían cosas de esas: ¿como decían?.......‘el istinto de conservación’.  Pero las cosas no son naturales: son reales, porque son cosas.  No sólo nosotros: ellas también, y por tanto no podemos apelar a ninguna especie de Naturaleza; que desconocemos, gracias a Dios; que desconocemos.


- Tal vez nosotros nos dejamos engañar por ese afán de supervivencia también.


AGC- No, de supervivencia, no: por ese afán de ser la que son: Realidad.  Subsistir en la Realidad, no fuera de la Realidad.  No la vida, sino este sustituto de la vida, que está hecho desde el Futuro.


- Yo quería preguntarte por qué las cosas que crean los hombres, el Comercio, las Finanzas, las Guerras, la Política, la Ciencia, luego se les escapan de las manos.


AGC- No, ‘luego’, no: cuando las están fabricando ya se les han escapao.  Los hombres no son más que unos monigotes para cumplir unos fines que las cosas tienen: una pistola tiene una especie de deseo, no humano, de nacer, y entonces se busca a alguien que la fabrique; luego tiene un enorme deseo, no humano, de disparar, y se busca a alguien que dispare; y así en todo lo demás.


- Parece que el que las cosas se engañen tendría algo que ver con lo que las cosas hacen, y un ejemplo ilustre de un comportamiento en el que una cosa hace esactamente lo mismo, o intenta persistir, o persiste en lo que es, sería el movimiento de los astros, o de los electrones, que siguen una órbita siempre casi perfecta, pero nunca perfecta del todo.  Entonces, el hecho de que ni siquiera estas que parecen resistir en lo que son lo logran, parece desdecir que se estén engañando, porque el engaño parece que significaría lo contrario, el que la cosa persistiera en lo que es; pero no puede persistir en lo que es, y de hecho no persiste nada en lo que es.


AGC- No, no, es una Fe siempre fracasada, como la nuestra. Es una Fe siempre fracasada, pero que no deja por ello de ser Fe y de seguir subsistiendo.  Así es la Realidad.  La nuestra, lo mismo: nuestra Fe en la subsistencia, de cualquier tipo que sea, también está condenada al fracaso, y los astros, las estrellas, también; las estrellas también, porque evidentemente la diferencia después de todo sólo es de tiempo, de dejar pasar inmensidades de tiempo, que para este caso da lo mismo; da lo mismo que sean unos pocos años, o que sean casi eternidades, ¿no?  Sí, sí, están todas condenadas a la imperfección costitutiva de la Realidad, a no cumplirse, porque el ideal es estraño a la Realidad.  Los ideales no son cosas: están fuera, y al mismo tiempo están costantemente interviniendo en las cosas, entre ellas nosotros, pero interviniendo costantemente en las cosas.  Sobre eso vamos a volver ahora.


- Es que parece que tiene que ver con esto: esa intervención de los ideales, ¿tiene que ver con eso de que las cosas tengan ideas?  Porque es que lo que me estrañaba es que para que haya cosas parece que tiene que haber ideas, y luego que por otro lado las cosas tengan ideas a su vez.


AGC- La intervención de los ideales tiene que ver con eso que he llamado Fe; directamente, sí.  Las ideas, desde luego, tenemos que decir costantemente ‘no como nosotros: a su manera’, pero bueno.


- Ya, pero si para que haya una cosa tiene que haber una idea de esa cosa, ¿esa idea, la tienen que tener otras cosas, o es una idea independiente de las cosas?


AGC- No, no, las dos cosas; efectivamente hay una forma de Realidad, la más inmediata, que es la Realidad idiomática para nosotros, que está hecha con nuestro vocabulario, y luego hay otras formas de ser real alejadas de nosotros, que sin embargo....


- ¿Independientes de la idea?


AGC- Independiente de ‘nuestra’ idea; ‘independiente’, es decir, de nuestro vocabulario semántico.


- O sea, que habría cosas cuyo ser dependería de ideas inhumanas, de ideas de otras cosas.


AGC- Sí, sí.  Tal vez no debíamos decirlo, pero bueno, algo así, algo equivalente en su especie a lo que para nosotros son ideas de un vocabulario.  Claro, porque se relacionan, chocan unas con otras, se combaten, tienen que luchar por subsistir.  Lo vemos en todos los efectos lo mismo que entre nosotros; no le podemos atribuir nuestro vocabulario ni nuestras ideas, pero........ Sí.


- Dijiste ‘hacer las cosas sin intervención de ningún fin, de ninguna idea, eso es salirse de la Realidad’.


AGC- Claro, el Paraíso estraterrestre, estraterrenal.


- Pues si uno se sale de la Realidad, estaríamos en el campo de la verdad, y ahí no habría engaño.


AGC- En la Realidad no cabe la verdad nunca, pa nada.


- Fuera de la Realidad.  Estaríamos........


AGC- Ah, fuera de la Realidad, claro: donde no se sabe, porque ya recordáis que verdad es lo que no se sabe.  Lo que no se sabe.


- Pues entonces, cuando se hacen las cosas sin ningún fin, y sin ninguna idea, sin ningún objetivo, entonces estaríamos en el campo de la verdad.


AGC- No, no estaríamos, porque no estamos.  ‘Estaríamos’, no cabe. En la Realidad no cabe verdad.  Me permitía antes decir ‘ellas, también soñarán’.  He empleado el verbo soñar de una manera demasiado como sublime, por decirlo de algún modo: ellas también soñarán, como nosotros, con esa situación en que las cosas se hacen, o pasan, sin intervención ninguna de ideas.  ‘Soñarán’ quería decir en este caso salirse fuera de la Realidad.  En la Realidad nunca se puede dar eso; nunca se puede dar eso.


- Pero ese sueño consiste en que las cosas intentan ser, o persisten en lo que son, y eso es precisamente lo que nunca hacen.


AGC- No, ese no es el sueño, ese es el sueño contrario, ese es el sueño del ideal.  Me estaba ahora refiriendo al otro sueño, que es el sueño extraterrenal, paradisiaco, el sin fin, perderse, sueño de perderse; esas cosas de salir fuera de la Realidad.  El sueño en el ideal, es la Fe; es otra cosa: la Fe contraria.  Sí.


- Yo lo que quería decir es que los medios tendrán muchos fines, como el cuchillo en la habitación encerrado entre dos, pero con lo que a lo mejor no cuentan es con que uno tiene corazón.


AGC- ¿Para clavarlo?


- Para no ser un monigote del cuchillo.  Yo no tengo tan claro que si nos encierran a dos con un cuchillo te tengas que matar por narices.


AGC- ‘Corazón’, si lo empleas de esa otra manera, quiere decir lo mismo que razón cuando lo decimos aquí como razón común.  Uno puede hacer lo que estoy intentando hacer aquí con vosotros: denunciar la mentira de eso. Puede: gracias a que la Realidad no es todo lo que hay, y por tanto nunca está bien hecha del todo, y por tanto las cosas nunca están bien hechas del todo, se puede, tiene sentido, hacer una política desde abajo, desde el pueblo- que- no- existe.  ¿Qué más?

 


- Quería hacerle una pregunta a Felipe.  Cuando has dicho que los astros y los átomos, que sus órbitas no las cumplen perfectamente, ¿qué quiere decir ese perfectamente, si no es una proyección nuestra?


- Sí, es una proyección nuestra.  Lo que quiero decir es que ese comportamiento....


- Pero estamos hablando de la conciencia, o de la Fe de las cosas, no de la imagen o la Realidad que llamamos con nombres a las cosas.  Estamos atribuyéndoles otra capacidad a las cosas, luego ese ‘perfectamente’, ¿qué ‘perfectamente’ es?


- Bueno, en este caso supuestamente se referiría a que si hay una órbita, geométrica o matemáticamente perfecta, esa órbita nunca la siguen con esactitud, ni los electrones, ni los ástros.


- ¿Y esa órbita, es de las cosas, o es nuestra, es un modelo que hacemos nosotros?


- Sí, sí, un modelo supuestamente perfecto, en la cual habría una........


AGC- No, no, perdona, no tienes por qué defenderla: no, no, no, los astros tienen que fracasar del mismo modo, e intentar seguir el mismo modo, sino a qué coños.......Estaríamos sacando a las estrellas fuera de la Realidad, y las estrellas son de la Realidad.  Si nosotros observamos que con un péndulo cualquiera metálico, muy bien ajustado y todo eso, con esperar algún tiempo a que las condiciones o cualquier cosa cambien, se da el fallo en la esactitud matemática, desde luego para las estrellas basta con esperar algo más de tiempo, pero nada más.  Basta con esperar algo de tiempo, y seguro que igual que el péndulo metálico, pues acaban, por el entrecruce de factores imprevistos, dejando de guardar ..........


- No, no hay que esperar nada de tiempo: están aberrando de su órbita continuamente.


AGC- Sí, probablemente se puede decir también así.


- ¿Pero órbita de una estrella, qué es? ¿Lo que calculamos nosotros? ¿Es una descripción, o es una.....?


- Será las dos cosas.


AGC- Como las demás cosas; es como las demás cosas.


- ¿Pero por qué lo de ‘falsedad’ tiene que ver con desviarse o con repetir lo mismo?  Yo es que eso no lo entiendo.


AGC- No, en este caso quería decir efectivamente desviación de ese ideal, que es el matemático.  Y al mismo tiempo que tenemos que declarar que no lo cumplen, que fracasan, al mismo tiempo hay que reconocer que el intento de ser matemáticos les guía costantemente, vamos: están costantemente intentado cumplir con esa.......


- Pero la estrella cumple una órbita que es perfectamente perfecta en cuanto a todas sus operaciones.  Eso de que aberra es absurdo, vamos, la estrella es perfecta en su órbita.


AGC- No, no, perfecto no hay nada; sería sacarlo de la Realidad.


- Yo lo entiendo como perfecto en cuanto a que es efecto de las causas; de todas las causas gravitatorias que se entrecruzan hacia ella.  Y ya está.


AGC- No, no, qué va.  Basta con esperar más tiempo, eso no vale.  No, no: si fueran perfectas, las estaríamos sacando de la Realidad, levantándonos al reino de los ideales, pero se supone que las estrellas son reales.


- A mí eso es lo que me cuesta entender, que las cosas se incluyan en el concepto ese.


AGC- ¿De cosas?


- No, en el concepto de la Realidad; de la Realidad como costrución falsa.


AGC- ¿Las estrellas? ¿Por qué? ¿Qué les pasa? Simplemente que están más lejos, o que brillan más, ¿no?: son reales.  ¿Cómo se le va a negar realidad a las estrellas?


- ¿Y los cambios que se produzcan al cabo del tiempo, o sin esperar tiempo, no serán producidos por otras cosas que no hemos querido contemplar cuando........?


AGC- Claro, factores imprevistos; la Realidad está mal hecha, necesariamente; está mal hecha, y por tanto hay siempre lugar a factores imprevistos.


- O mal estudiada.


AGC- O las dos cosas, porque no hay contradicción.


- Hemos empezado diciendo que los fines están en los medios, o sea, están en las cosas, en todas las cosas, y una cosa que esté en la Realidad es que tiene un fin, con lo cual por un lao está ya definida, lo que quiere decirse por ejemplo hablando de esto de los huevos y del engaño y tal.  Pues un huevo de cuco, el fin que tiene no es que sea falso, o que se deje engañar o no: el fin que tiene es estar en otro nido que no sea el suyo, con lo cual unas veces lo cumplirá bien y otras veces no, pero.........


AGC- Sí, y hasta disfrazarse más o menos, sí.  Bien, sí, ¿y entonces?


- Lo que quiero decir que bueno, que llegamos ahí al tema este de que esa cosa no estaría dentro de la Realidad si no tuviese ese fin, y al mismo tiempo esa es la Fe en llegar a ese fin.  O sea, que ahí, como que le damos el círculo a esto de la Realidad. Por lo menos yo se lo doy ahí.


AGC- Un momento, un momento, que no sé si acabo de entender lo bastante bien.  Pero ¿tu, qué veías de contradictorio ahí?  Porque has dicho más o menos lo que hemos......


- Por ejemplo me venía esto de los fines con el engaño del huevo, del cuco y tal, que en realidad tampoco hay ningún engaño.  Con el tema de las órbitas, pues el fin de la estrella es moverse en esa órbita, que por supuesto no es perfecta, y llegará un momento que pueda...


AGC- Y efectivamente, ahora mismo tampoco es perfecta: nada que sea perfecto, es decir, matemáticamente perfecto, puede estar en la Realidad; eso pertenece al piso de arriba, al ámbito sublime donde están los ideales en general, interviniendo costantemente en las cosas, en la Realidad, que entre otras cosas pretenden ser más o menos aritméticas; por ejemplo nosotros contar con los números cardinales, y los astros tratar de ajustarse a las órbitas perfectas.....Están interviniendo, pero no caben en la Realidad.


- Es que asociar ‘imperfectos’ a ‘falsos’ no tiene sentido.


AGC- No, ‘asociados’, están asociados de esta manera: en la medida en que pretenden ser perfectos.  Otra manera de repetir lo que he dicho más en general: no saben lo que hacen; lo falso está en que creen que sí; respecto a los hombres.  Es lo mismo en otro plano.


- Los ideales están en el piso de arriba, como acabas de decir, en un mundo sublime, rigen la Realidad.......


AGC- ‘Un mundo’, no.  Los haces demasiao reales, pero bueno, sigue.


- La Realidad es falsa, la verdad está fuera de la Realidad, los ideales tienen algún asomo de verdad entonces...........


AGC- Los ideales pretenden tener efectivamente esa forma de verdad.  Otro día, hace ya un par de meses, estuvimos discutiendo las dos maneras de estar fuera de la Realidad, que hoy también han salido: una es el ascenso al ideal, del cual forma parte ‘todo’, ‘nada’, los números cardinales, ‘uno’.......Y otra es la contraria, que es la del sueño ese de perderse.  Son dos maneras contrarias.   Aquí naturalmente solemos llamar verdad sólo a la segunda, porque decimos que verdad es lo que no se sabe.  De manera que no debemos aplicar el mismo término a los ideales: nos basta con decir que son ideales, perfectos, esactos; que por eso no forman parte de la Realidad; pero no por eso vamos a decir ‘verdad’ de él.


- Pero tampoco les podemos llamar falsos.


AGC- No por lo menos de la misma manera, porque ellos son los agentes de la falsedad; son los agentes de la falsedad en la Realidad, los que nos hacen a las cosas pretender ser lo que somos. Eso es una intervención del ideal.  Ellos no es que sean falsos en ese sentido, porque ellos no son cosas: son en todo caso si queréis los agentes de la falsedad,  ¿Y qué más?


- Pues que se me ocurre que la pregunta esta de las órbitas y tal, pues tiene que ver con esto último que acabamos de decir: está el ideal de la elipse como una órbita perfecta, y a eso es a lo que tiende el planeta ese en esa órbita, o ese astro, a completar ese ideal.


AGC- A mantenerlo, no sólo a completar: a mantenerlo, y a cada paso tiene que estar luchando para mantenerlo.


- A mantenerlo, efectivamente.  Entonces, el fin del astro ese en esa órbita, ¿cuál sería?


AGC- No, no, el fracaso; pero también en cada momento tiene que estar luchando para mantener eso.  Eso son las fuerzas; las fuerzas en el sentido niutoniano, o algo por el estilo, ¿no?  Sí.


- Los fines están en las cosas porque es la Realidad, pero si no existieran los fines en las cosas, no estaríamos en la Realidad.....


AGC- Sin fines no hay cosas, y he dicho que la primera cosa que se crea, la primera falsificación, es el tiempo, y el tiempo se crea desde el fin. Y este fin, que por un lado parece que suena a terminación, al mismo tiempo quiere decir finalidad hacia la que se tiende, causa final. De manera que sin eso no hay Realidad, no hay cosas.


- Si no hay fines no hay Realidad, y entonces hay verdad, hay otra cosa.


AGC- No, no, que hay verdad, ya lo decimos: al declarar que la Realidad no es todo lo que hay, basta; con eso se está declarando.  Con esa negación basta: la Realidad no es todo lo que hay.


- Una pregunta: ¿se pueden conocer los fines?  Porque las cosas las conocemos.


AGC- Lo pretendemos costantemente, no sé qué quieres decir.  Pretendemos costantemente conocer los fines; los nuestros, y hasta también () mucho los de los animales, los de las cosas.  Conocer, en falso; conocer en falso: como el conocimiento de las cosas mismas, siempre imperfecto, siempre falso, los de los fines, también.  ¿Qué más?


- Si conociéramos los fines de cada cosa, tendríamos resuelta la tertulia, casi.


AGC- Al contrario: aquí venimos porque estamos hasta........


- .........los cojones.....


AGC- .............de fines, de conocer los fines.  Estamos hartos, nos los venden todos los días, nos los enseñan desde la escuela, nos los tragamos mayoritariamente.  Aquí venimos efectivamente a descubrir que es mentira.  Si luego uno, al salir de aquí, prefiere seguir creyendo en esos fines, pues allá él; eso ya se sabe, eso es la Realidad, que es muy humana, además; encima, es muy humano.  Pero vamos, aquí a lo que venimos es a descubrir que todos esos fines son inventos y falsificaciones.  ¿Qué más?


- ¿Se podría distinguir entre un hacer con idea de lo que se hace, y un hacer sin idea de lo que se hace, o siempre está de alguna manera mezclao?  Porque tanto en el caso nuestro, como en el de los pajaritos, como en el de los magnates con su dinero, pues decimos que por una parte no se sabe lo que se hace, pero por otra parte la Fe también se produce de esa idea.  Entonces yo pregunto si se podrían distinguir dos tipos de hacer, un tipo en el que hay idea y otro en el que no, o si siempre es una mezcla y.........


AGC- Nunca se podrá distinguir con seguridad cómo podría ser.  Efectivamente, pienso que aparte de hacer las idioteces que tengo que hacer, es decir, lo que me está mandado como cosa, y además cosa humana, de vez en cuando hago cosas que no obedecen a eso, o que hasta son impertinentes.  Pero con respecto a una cosa concreta que haga, o que me pase, diré ‘ésta la he hecho imprevistamente, saliéndome del papel’, o ‘no la he hecho de la manera en que sé que hago todas las demás, que están condicionadas por sus fines’.  Nunca se puede llegar a esa casualidad.  Ahora, lo que hay que saber es que, dado que la Realidad está mal hecha, y la Realidad de uno también, nunca está hecho del todo, de vez en cuando, sin duda, tienen que pasarle cosas que se salgan de la obediencia a sus fines.  Esto por supuesto tenemos que reconocerlo por el hecho mismo de que uno nunca está bien hecho del todo; si no, si uno fuera íntegramente idiota, íntegramente obediente, por supuesto: no sólo es que no tendríamos por qué venir a esta tertulia, sino que los de Arriba no tendrían que estarlo pregonando todos los días, que sí, que efectivamente, y haciendo que la mayoría se lo trague.  Lo que pasa es que con respecto a cualquier hecho concreto, evidentemente, nunca puedo estar seguro, ni pueden estar seguros, de si aquello ha sido un resultado de algo imprevisto y rompiendo con las redes habituales, o no.  Simplemente, sabemos que sí: que puesto que no somos perfectos, no somos, como al Poder le gustaría, cerradamente idiotas, como Dios querría, tienen que pasarnos cosas de vez en cuando que no obedecen a la Ley de los Cielos.  Cuando y cuáles, no podemos saberlo nunca.  Tenemos que apoyarnos en lo contrario, como siempre: lo que sí sabemos es lo otro: podemos dedicarnos a conocer, y cada vez más despiadadamente, cómo muchas de las cosas que pretendíamos hacer, ‘espontáneamente’, ‘naturalmente’, ‘por impulsos fisiológicos’, cualquier cosa por el estilo, eran cosas condicionadas a nuestros fines, estaban sometidas a la Realidad.  Esa labor sí nos cabe.  De lo que pase cuando no obedecemos, no sabemos nada, pero de lo que obedecemos sí que sabemos, y además podemos saberlo cada vez más despiadadamente.  Eso evidentemente amenaza con dejar sitio para que sucedan otras cosas que no sean el fruto de la Fe y del.......Sí.


- Pero por ejemplo, en el aprendizaje de cualquier arte, hay una fase bastante dura de fin, y hasta de proyecto, porque es aprender a tocar una melodía, para luego poderse permitir, con el automatismo del olvido, llegar de verdad a olvidar, a dejarse tocar luego.  Es decir, es que yo creo que esta contraposición de lo automático y el fin, y el proyecto de hacer con idea de hacer, no se pueden marcar de esta manera tan radical.


AGC- Basta ya, basta ya. Lo que he dicho antes respecto a los naturistas y naturalistas y todo eso, que desconfiarais de cualquier recomendación, se puede aplicar a esto de las Artes: evidentemente, nosotros no podemos, en las Escuelas, con la Educación del Artista, producir la espontaneidad, producir la honradez. No podemos, no somos quienes para eso, pero podemos descubrir, podríamos descubrir las trampas en que se cae, en que el Artista en ciernes cae costantemente.  Una de esas trampas, la peor de todas desde luego, es la de la Creatividad, la de la noción de Autor.  No con esto vamos a producir espontaneidad, pero vamos a quitar un estorbo serio, ¿eh?  Vamos a quitar un estorbo serio, de manera que al mismo tiempo que nos cargamos los Istitutos Culturales que rigen en las Artes, entre esos Istitutos nos cargamos también el de la propia Persona, el de la propia idea de la Creación, y así, cargándonos cosas, por vía puramente negativa, dejamos sitio a que de vez en cuando salga algo que no sea Yo Fulano de Tal el que lo hago.


- Pero eso es porque ya mezclamos muchas cosas.  Yo te había contrapuesto el aprendizaje con el hecho de poder luego aprender, soltarse.


AGC- Tú oye lo que te he dicho, ¿eh?


- No, es que has metido una tercera istancia, has metido al sujeto, al autor, y yo no lo había metido.


AGC- Oye lo que te he dicho.


- Se me ocurría preguntar si nos podemos plantear la existencia de fines buenos.


AGC- Si son fines, y están dentro de la Realidad, los fines no pueden ser nunca buenos.  Es como esto, no se puede enseñar.  Podemos matar a los fines malos, y desde luego es normal, casi económico, que nos dirijamos a los peores, como solemos hacer, los de los políticos, los que traen consigo más engaños.  Eso se puede hacer, pero no en virtud de ningún fin bueno, sino simplemente por lo que aquí nos mueve.


- O sea, que cuando se habla de la perversión istrumental, la perversión de los Medios, en realidad eso es un planteamiento equivocado.


AGC- No- o.  A ver, ¿en qué casos estás pensando?


- Bueno, digamos que cualquier Istitución Burocrática, que puede supuestamente ser diseñada con buena intención, acaba desempeñando un papel completamente contrario probablemente a lo que inicialmente se pensaba, ¿no?


AGC- Cosa que es normal, además, es casi como lo normal.  Bueno, pues ahí pasa eso: como en la pretensión de producir cambios políticos.  Desde luego, uno puede denunciar, en la Oficina que sea, o en el Estado que sea, cómo aquellos fines y programas de que se partía, se han utilizado perversamente, literalmente con perversión.  Uno puede hacer eso, pero si lo hace con el fin, bueno, de que aquella Istitución, esa Oficina o ese Estado, marchen de veras bien, con unos buenos fines, estamos perdidos.  Lo único que cabe es la labor negativa, sí, de mostrar que ha habido perversión de los fines, pero no para defender la rectitud de los fines: para cargarse la rectitud. La denuncia de la perversión puede servir para cargarse la rectitud de los fines, lo mismo que la denuncia ocasional de un programa político cualquiera no puede servir para salvar un programa político bueno: es un medio para cargarse los programas políticos en general, para no dejar uno.  De vez en cuando se puede hacer, pero la verdad es que el engaño está muy a la mano: generalmente, cuando se corrige una perversión (en lo económico, en lo científico, en lo moral), generalmente se hace realistamente, es decir, para salvar la Istitución misma que ha sufrido esa perversión.  Y eso no puede ser: aquí no estamos para salvar ninguna especie de Realidad, ni siquiera esa.  Justamente eso me traía a una cosa de la que había pensado hablaros, pero que ya no hay tiempo: es a propósito de  una hoja que me pasó el otro día Carmen de un señor () que hablaba de la defunción, o del acta de defunción, del metro, de la medida.  Evidentemente, esto tiene mucho que ver con las cuestiones de la relación de los ideales con las cosas,  con lo de los fines y demás....


- ¿El metro de medir, o el subterráneo?


AGC- El metro de medir, el metro del sistema métrico decimal.  De manera que como habrá que usarlo, pues lo dejaremos ya para otro día, que es muy tarde.  Pero supongo que veréis, si el Señor no se enfada demasiado y nos deja llegar hasta dentro de siete días, pues veréis como efectivamente tiene que ver, aunque parezca muy alejado, con algo de todo esto.  Así que..........