26.08.2014

Tertulia Política número 152 (19 de Noviembre de 2008)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

  • Del fin a las causas

 

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TRANSCRIPCIÓN:

 

 

Recordáis los que estabais aquí el otro día que habíamos venido a parar a la cuestión de las causas, o más bien de cómo del fin salen las causas, puesto que habíamos encontrado que el fin es lo primero, y por tanto es esta pregunta la que tiene sentido: del fin a las causas. Eso es lo primero con lo que tenemos que meternos… que meternos ahora: el problema de las causas es el problema eterno para los científicos, para los policías, para los jueces, para cualquiera, el problema eterno: el de el encontrar la causa, y por supuesto que se ve que al Poder le va en ello (no voy a decir la vida, pero la regencia) la regencia de la vida, porque por todos los medios favorece tanto a los unos ?físicos, científicos en general? como a los otros ?jueces, policías, etc.? en esta labor… en esta labor costantemente renovada de tratar de encontrar la causa; la causa de la cosa, del suceso, de lo que haya pasado ¿no?, ésa es la cuestión.


El problema es eterno, se vuelve a veces especialmente candente, y quiero aprovechar que estos días o meses pasados se ha vuelto candente especialmente en las altas esferas y también a través de ellas en los Medios de Formación de Masas de Individuos con un par de motivos muy notables, muy resonantes, uno de los cuales fue la avería del gran ordenador ?el gran ordenador más grande y mejor que todos los anteriores? que venía destinado a hacer cosas como simular convincentemente el comienzo del Universo, el Big Bang y cosas por el estilo. Es decir que en cuanto a las intenciones el ordenador éste se las traía: el acelerador. (Este acelerador que no por casualidad se llama con el nombre de la aceleración, es decir, eso que nos salía, se nos escapaba de las manos con motivo de la luz, hace dos o tres tertulias, cuando veíamos que la luz estaba condenada a esta contradicción entre: o ser una cosa ?y servir para medir cosas, por comparación? o ser puramente ideal, el límite, es decir, la velocidad insuperable, el límite, que es a lo que la aceleración va ¿no?).


Bueno, pues a esto venía el gran acelerador que hace un par de meses, me parece, se les estropeó estrepitosamente cuando apenas había empezado a funcionar; entonces, esto desató una gran literatura, que os habrá llegado incluso por los medios corrientes. También Caramés me ha pasado varias intervenciones de algunos con tal motivo, volviendo otra vez así sobre la cuestión de las causas.


Esto fue uno de los dos grandes escándalos; el otro, un poco más reciente, es el escándalo de la crisis universal, de la crisis del Dinero, la crisis universal del Dinero ¿no?, a la que todos también habéis asistido, más o menos informados (no hay que decir que informados para la equivocación, informados para la Fe, que es lo que el Poder necesita, es decir, con sostenimiento de la mentira que en todo ello hay). Bueno, el caso es que esto produjo mucho revuelo en los Medios Financieros, y no sólo Financieros sino al mismo tiempo Políticos, como no podía ser menos, puesto que, como ya hemos reconocido más de una vez, en la situación actual Estado y Capital son la misma cosa, y de ninguna manera un revuelo que afectaba a Bancos, Bolsa y Finanzas en general podía no afectar a los Poderes de los Estados, de otro Estado. Y, bueno,  pues ya habéis visto el revuelo.


Lo que se descubría en ello es que los doctos, los entendidos, los Doctores que allá arriba tiene la Iglesia para estas cosas, no sabían qué es lo que pasaba, aunque lo disimularan. El otro día a propósito del miedo hablábamos de cómo el miedo de los que detentan el Poder y manejan las Finanzas, el miedo de verdad no es el de la ruina o ninguna otra catástrofe sino el miedo de descubrir eso: que no saben lo que pasa; que no saben lo que pasa con el Dinero, por ejemplo ¿no?  De esto es algo de lo que también Caramés me ha pasado algunos artículos, algunas entradas en la red que han salido preocupándose del asunto, porque parece ser que la Economía, imitando a la Física, como es inevitable, tenía establecidas sus leyes, sus leyes relativamente rígidas, porque si no, no serían leyes, aunque desde luego de una gran amplitud, que parece que son las leyes que debían regir los movimientos del Dinero, que debían regir los movimientos de la Banca, de la Bolsa y por tanto también de los Fondos Estatales y demás ¿no?


Bueno, en algunas de estas entradas se ve que esto no es así, una de ellas era ?si te acuerdas? la de un hombre, un danés, que creo que se llamaba Nielsen ?Nielsen?, que había metido precipitadamente, sin duda, porque está traducido del danés en un inglés pésimo, pero había… había metido precipitadamente en la red una entrada ocupándose… ocupándose de estas cosas, y tratando de encontrar un sistema que diera de alguna cabida a los milagros (es su término, ‘milagros’), es decir que minimizara y hiciera lo menos frecuentes posible los milagros (que consisten en que sucedan cosas imprevistas, como es también ésta de la crisis ?de la gran crisis? igual que la de la avería del ordenador), que minimizara el riesgo de que se produzcan imprevistos, milagros. Él ve, como tantos otros, claro que el desastre de la crisis se debía deber, debía deberse, a una acumulación de pequeñas causas, las cuales de por sí nunca producirían catástrofes semejantes, pero que de alguna manera, pues si se acumulan mucho, pues pueden dar lugar a eso, a lo de la crisis, a lo del acelerador, a cualquier cosa. De manera que se trata de a su vez hacer que esa acumulación de causas pequeñas se vuelva lo más improbable que pueda, es decir que sea mínimo el riesgo de que la acumulación se produzca, lo cual requiere abandonar las leyes que en el Mercado, en el Dinero, estaban establecidas, y que ellos, por ejemplo, critican debidamente para sustituirlas por algún modo de reflexión más flexible que sirviera de alguna cabida a esta consideración de las pequeñas causas, y por tanto a la previsión de su acumulación excesiva que puede producir catástrofes en el Dinero.


Bueno, esto aunque sea así, muy por lo alto y brevemente (espero que con claridad), es lo que estos acontecimientos, este par de escándalos, nos han proporcionado, sobre todo que aquí nos… que aquí nos interese, es decir, palpar hasta qué punto la cuestión de las causas está mucho menos clara de lo que pretenden que lo esté los Poderes y los Doctores de la Iglesia, del Poder.


Se les escapa, se nos escapa entre los dedos, la cuestión de las causas, y sin duda es por buen motivo: hay en la noción misma de ‘causa’ algo que es profundamente mentiroso, que es profundamente falso, y que por tanto no puede menos de dar lugar a todas estas cosas.


Por tanto ‘del fin a las causas’: lo que aquí os estoy proponiendo a discusión es que naturalmente las causas proceden del fin, y que es justamente el fin futuro ?futuro, nunca aquí? lo que de alguna manera organiza o trata de organizar el pasado, la Historia, las cosas que han pasado, y organizarlo naturalmente por medio de una cadena de causas.


Querría que entendierais conmigo bien un par de cosas tocantes a esto, una: que el fin sólo puede establecerse en el vacío, es decir, allí donde no pasa absolutamente nada. Ésta es la condición, porque cualquier cosa de las que os llaman y os venden como ‘futuro’ es el reino donde no pasa absolutamente nada (no pasa porque no ha pasado, si queréis… si queréis explicar un poco más la cosa ¿no?, y si no ha pasado, no pasa ¿eh?), y por tanto, sólo ahí, en esa pureza del no pasar nada, se puede fijar un fin al que tender, un fin al que tienen que dirigirse cualesquiera acontecimientos, cualquier acción, porque intentar meter un orden, organizar en lo que ya ha pasado, eso comprendéis que es mucho más difícil, casi no hay por dónde cogerlo, la riqueza es tan grande (no vamos a decir infinita, no hace falta), la riqueza de acontecimientos y por tanto de factores múltiples y demás es tan grande que, establecer ahí la ordenación de por sí, sería imposible sin contar con un fin.


Ésta es la otra cosa en la que querría que me acompañarais: sólo el fin organiza los acontecimientos anteriores en línea, en fila, en cadena. Supongo que lo veis hasta con estos términos un poco materiales, imaginísticos, que estoy empleando. A partir de… a partir de un fin, efectivamente hacia atrás, se puede fácilmente ‘hacer que’, o ‘creer que’ los acontecimientos ?naturalmente sólo los que están destinados a ese fin, una selección rigurosa y necesaria? se organizan así, en cadena, va uno detrás de otro: ordenación temporal, y por tanto inevitablemente causal, si se quiere. Cada acontecimiento vendrá siendo causa del que le sigue, pero eso es porque el que le sigue ha estado desde arriba, desde lo sin fin, previamente establecido. Sólo desde el fin se puede establecer una cadena de acontecimientos.


Imaginad lo contrario, intentad lo contrario después de lo que he dicho: ¿desde dónde se partiría para organizar una cadena de hechos si intentáramos partir no del Futuro sino de lo pasado?, ¿de dónde se iba a partir? ¿Habría… habría que partir de eso que cuentan los científicos de un comienzo del Universo, que sería al mismo tiempo un comienzo del Tiempo mismo? ?este absurdo tan considerable que ya hemos organizado aquí?, no va a ser eso.


Y partir de lo que pasa de verdad, que es lo sin fin, no tendría ningún ‘dónde’ por donde empezar, no nos daría ningún ‘dónde’ por donde empezar por la propia riqueza de los acontecimientos y porque se pretende que estos procedan además de algo tan rico que supera la Realidad, que es lo sin fin.


No hay manera de partir de ahí, no hay manera de partir, como os hacen creer cuando os hablan de las causas, de atrás adelante, de manera que venga una cosa y sea la causa de la que le sigue en el Tiempo y por tanto convirtiéndose en una especie de efecto de la causa, no hay manera. Esto es lo que nos venden, esto es lo que nos cuentan, pero evidentemente no tiene sentido, es claramente mentiroso. Sólo partiendo de un punto bien fijo establecido en el puro no pasar nada, partiendo desde ahí, desde el Futuro, sí que ya se puede organizar la cadena de los acontecimientos.


Naturalmente se puede organizar la cadena de los acontecimientos ?como antes os he dicho? mediante una selección tremenda, es decir, que de todos los acontecimientos pasados se tiene que hacer abstracción, quitarse de en medio muchos, casi todos, para que se pueda establecer la cadena de las causas, porque intentar tener en cuenta cualesquiera acontecimientos y factores que puedan haber llevado a una cosa u otra sería inacabable, agotador, no se podría hacer, simplemente.


De manera que se hace abstracción de muchos de los acontecimientos, de las cosas, de casi todos. Lo que antes os he rememorado a propósito de la crisis y del ordenador, de las pequeñas causas, va por ese camino, claro. Una teoría económica tendría que, para marchar bien, llegar a tener en cuenta hasta las más pequeñas de las causas, es decir, de los factores, tenerlos en cuenta todos, si pudiera ser, los factores. Pero aquí sabemos que eso no se puede hacer, que eso desmiente la Realidad: la Realidad no es toda, la Realidad no es todo lo que hay,  y por tanto nunca se puede hablar de todos los factores que puedan haber influido o producido… o producido algo.


Pues ésa es la operación, de esa manera se ordena el Mundo, partiendo del fin al que los acontecimientos están destinados, y se ordena en cadena reduciendo el pasado abstractivamente de la manera que he dicho, es decir, quitándose de en medio la mayor parte de las cosas que podrían estorbar para que la cadena de causas se estableciera.


Bueno, pues ya veis, así es como os ordenan el Mundo; como os ordenan (pretenden ellos) la vida (que pretenden saber lo que es). Así es como os la ordenan. Y naturalmente mediante el establecimiento de causas, pues se tiene un orden, se tiene una ordenación, a costa de que ?por la necesaria abstracción que he dicho? los acontecimientos, lo que pasa, lo que ha pasado también, queda reducido a muy poquita cosa, justamente a las pocas cosas que le hacen falta al orden, o dicho en otras palabras: que os cambian la vida por el porvenir, que es lo que sucede todos los días; es el cambiazo, el gran cambiazo: todos los días os están vendiendo Futuro y con buen motivo, porque ése es el gran cambio. Por el proceso que he tratado de explicaros resulta que efectivamente se ordena un Mundo, se hace un Cosmos, pero es a costa de desnudarlo de casi todo lo que podía estar pasando, de lo que pasa, de lo que ha pasado.


Lo que pasa y lo que ha pasado, porque aquí tenéis que no distinguir para nada entre lo que está pasando ahora, que ni sabemos lo que es, de lo que ha pasado pero que por supuesto vive siempre en la memoria. Os reducen la memoria a un mero encadenamiento histórico, lo mismo que la vida misma: la vida y su memoria, que no es más que parte de la vida, quedan reducidos justamente… justamente a eso. Eso es lo que se paga por el orden, por la ordenación del Tiempo y por la ordenación causal. 


Espero que esté lo bastante claro. El problema de las causas lo podéis considerar ?una vez descubiertas estas cosas elementales, casi perogrulladas que os digo, pero que hay que descubrir, porque están tapadas?, se puede plantear tanto en el terreno llamado físico como en el económico, como en el jurídico, como en el político, como en el personal, en todos ellos se da justamente el mismo esquema que acabo… que acabo de presentaros.


Uno, por ejemplo, uno personalmente (pero eso mismo se puede decir de el Estado y del Capital, no se puede andar distinguiendo), pero uno personalmente encuentra sentido a su vida, como suele decirse, por el fin; y es por ese fin por el que cobra sentido (o más bien encadenamiento) los acontecimientos de la vida de uno. Acontecimientos que naturalmente tienen que desprenderse de vaguedades y riquezas y quedar reducidos a los pocos de una Historia, una biografía, una escritura de la vida (como dice la palabra).


Efectivamente, así conseguís, consiguen que consigáis, que eso de la vida (que en verdad no es más que la existencia) tenga un sentido respecto al fin: los pecados, los errores, los hallazgos, los advenimientos, las adquisiciones, cualquier cosa, buenas y malas, todas ellas se ordenan en la biografía de uno en cuanto que están destinadas a un fin.


Supongo que esto os recuerda la Religión del antiguo Régimen, es decir que es así como también en el confesionario y en la visión de las ultimidades los pecados y las obras buenas se ordenan una tras otras, se van encadenando en la biografía de uno con vistas al Juicio Final, el fin. Con vistas al Juicio Final que es lo que les dará sentido a todos ellos, ¿qué otra cosa se lo podría dar?, pero el Juicio Final, sí. Si tienen algún sentido las cosas es porque son preparación, camino, para la otra vida (que decían, ‘la eterna’), para la eternidad, pasando inevitablemente por el Juicio Final. Así es como funcionaban las cosas en el antiguo Régimen, pero así es como siguen funcionando, no os engañéis, el considerar las cosas cualesquiera de la Teología o la Religión de otros tiempos no sirve más que como una especie de apoyo para entender lo que nos está pasando ahora, de ninguna manera para tenerlo ahí como un hecho histórico, como quieren que lo tengáis.


Pues así es como funcionan las cosas, hacia… hacia el Juicio Final; hacia el Juicio Final, que es lo que hará que uno al fin sepa quién es, sea el que es: la eternidad, todo eso. Porque está claro que sin eso ni los pecados serían pecados, ni los errores serían errores, ni las buenas obras serían buenas obras, porque en el barullo que se prepararía sin esa ordenación por el Juicio Final no habría manera de entender y de llamar a los errores ‘errores’, a los pecados ‘pecados’ y a las buenas obras ‘buenas obras’. Está claro que eso se nos pierde y que  para mantenerlo hay que acudir a eso, al Juicio Final.


Bueno, pues como ya el otro día os dije esto que personalmente creo que os he recordao claro, podéis atribuírselo a las personas jurídicas lo mismo que a las personas personales. Y el Estado, el Capital, la marcha… la marcha de las Finanzas y la marcha de cualquier tipo de Política, solamente puede encontrar alguna especie de pretensión de ordenación, una justificación, gracias a que el Estado persigue un fin, gracias a que el Capital persigue un fin. El caso del Capital está claro que el Dinero no vive más que de crédito, y ‘crédito’ quiere decir Futuro, justamente un… justamente un fin ?justamente un fin?.


De manera que es lo mismo: es la justificación de cualesquiera hazañas o puñetas que el Estado nos hace, cualesquiera que uno mismo cometa sin saber cómo y dudando de quién las ha hecho y de si ha hecho bien o mal. Todo queda justificado, con vistas a un fin. ‘Con vistas a un fin’ no sólo se da la ordenación sino que esto que ahora con precisión [os] llamo ‘justificación’      ?‘justificación’?, con el nombre mismo de la Justicia que a este respecto viene también a cuento, como creo que claramente percibís ¿no?


Bueno, pues así es como… así es como andan las cosas. Y antes de volver sobre (no una conclusión ni una moraleja, pero sí algo que viene a revertir inmediatamente sobre la cuestión política, en nuestro sentido de política del pueblo-que-no-existe contra el Poder, rebelión contra el Poder), antes de volver sobre eso, pues os voy a dejar que corra por ahí la palabra como pueda, a costa de lo que sea y, si hay tiempo, volveremos sobre eso. De manera que venga ya. Sí.


- Lo que estaba pensando, que tal y como lo planteabas, me parecía que en este caso la causa era el fin, es decir, el fin era la causa. Que tal y como lo planteabas, me parecía que lo que se hacía causa era el fin, es decir que el fin era la causa.


AGC- Bueno, como si  lo quieres… Sí, hombre, llamaban a eso, al telos, lo llamaban causa, causa teleológica. Pero, vamos, no adelantamos nada con eso. Lo importante es que consideréis cómo esto, el armatoste de las causas, científicas o de otro orden, está condicionado desde adelante, desde Futuro, el sitio donde no pasa nada. ¿Qué?...,  ¿qué más? Sí.  


- Me pregunto si es lo mismo la reordenación que se hace pensando en un fin futuro y mirando luego hacia atrás, que la reordenación que se hace de los acontecimientos que uno ha vivido a partir de que algo le pasa a uno en un momento dao que no es capaz de entender y que empieza a intentar reordenar hacia atrás, y uno está ahí y no es porque haya tenido un fin por llegar ahí ¿no? Algo le pasa también ahora mismo al Sistema Capitalista o Financiero ¿no?, que no están en el fin al que querían llegar, pero tienen que entender qué es lo que ha pasao para… para llegar donde están ahora.


AGC- Sí, sí. Eso le pasa a uno, sí. Por desgracia, le pasa justamente de la manera que has dicho, es decir, siguiendo el procedimiento del Poder: el tratar de explicarlo por causas: el “¿Qué coños es esto que me pasa a mí?”, parece que no encuentra satisfacción más que diciendo “Claro, por esto, y por lo otro, por lo que me han hecho, por lo que hice, por la metedura de pata que  cometí, por Fulana y Mengano que…”. Ya, lo mismo que el Poder, lo mismo que la Justicia, sí. Eso es lo que queda implícitamente rechazado como táctica por todo lo que os estoy diciendo. Pero deseo que queden bien claras esas cuestiones.


- Que si no existen fines, ¿qué es lo que mueve a cada uno a actuar?


AGC- Um, sí a actuar…


- A hacer, a moverse, al hecho de yo estar quieto y decir “Me pongo de pie”, o []


AGC- Depende…


- La pasividad es no hacer nada, o sea, quedarse quieto...


AGC- No, no. No, o sea, hay muchas cosas… hay muchas cosas que desde luego que, como sabes bien, muchas cosas se hacen sin pensar ni tener en cuenta ningún fin: estás… estás cansado de estar sentao, te levantas, pegas un brinco. Eso no se puede decir que esté condicionao por ningún fin.


- [] dejar de estar cansao de estar sentao, entonces hay un fin.


AGC- No, no es un fin. Eso no es un fin. El fin tiene que ser… tiene que ser un Futuro. Para eso tiene que darse que antes, cuando estás sentado, [] te digas “Bueno, ahora voy a levantarme porque me da la gana y porque ahora quiero levantarme”, entonces ya, entonces lo cumples, pero si no [te agarras a la ley], no hay fin. No hay fin. Las cosas suceden por todo ese barullo de factores que acabo de decir, y ya he dicho que para que se establezca causas, desde el fin se exige una selección, un procedimiento de abstracción tremendo. La mayor parte de las cosas que pasan no se tienen en cuenta; no se tienen en cuenta salvo que venga después de que han pasado un policía o un científico, y diga “¿Dónde estaba Vd. en ese momento?”. “¿Estaba Vd. sentao?”, “¿Estaba de pié Vd.?”. Entonces, aquellos factores que no eran ni causa ni nada, visto ya desde la óptica del policía o el juez, hacia atrás, naturalmente se vuelven factores de culpabilidad, se convierten ?hacia atrás? en causas, en causas del asesinato o de lo que sea lo que te echan encima ¿no? Más. ¿Eh?


- Esto…


AGC- Venga, más. Más. Bueno, no me digáis que está tan claro todo ¿no?


- Agustín.


AGC- A ver.


- La necesidad ésta de tener que explicarnos, no sé si la vida o el fin, por las causas, ¿por qué esa necesidad?, todo: nuestra vida personal, la Justicia (como estamos diciendo), la Economía… ¿Por qué esa necesidad?, ¿tiene que ver con el miedo?


AGC- No: tiene que ver con el miedo pero no es por el miedo. El miedo es un…


- ¿Esos dos miedos que hablábamos la semana pasada?


AGC- … El miedo es más bien una manifestación de esto que estábamos diciendo ahora ¿eh?, esto es más en abstracto. Es así, estamos condenados;  estamos condenados, metidos en la Realidad, la cual es falsa, y precisamente por ser falsa requiere una ordenación para que se la pueda aguantar, para que ella misma pueda aguantarse. Y esta… esta justificación sólo se obtiene desde el fin, pensando que todo esto va a algún sitio, que todo esto al fin va a algún sitio. Es una necesidad de la Realidad, es así. Y nuestra Realidad de cada uno, pues es parte de la Realidad en general, y ésta es la necesidad que se parecen. Lo que decíamos el otro día: el miedo primero, que es el de perderse, se conquista, se domina, gracias al miedo segundo, que es el miedo de la muerte, el miedo del fin, el miedo donde todo acaba. Así es como somos, así es como estamos hechos, mal hechos, por eso estamos aquí en contra, pero eso no quita para reconocer que así es como está hecha la Realidad, así es como estamos hechos nosotros, así nos pasan esas cosas. Más.


- Quería volver a lo que se había dicho aquí, de ese buscar en las causas que se hace desde aquí, desde ahora, ¿no?: cómo… yo creo que eso es interesante ¿no?, el distinguirlo eso del fin, o eso también sería un caso de lo del fin, no lo sé


AGC- A ver, a ver.


- Cuando… cuando… te está pasando algo y, por lo que sea, pues te pones a peguntarte con qué tiene que ver que haya pasao antes, eso que te está pasando ahora.


AGC- Bueno, yo lo ponía más claro poniéndote a un investigador policíaco, para que esté más claro. Lo puedes hacer tú misma, claro. Puedes hacerlo tú misma, pero… pero viene a ser lo mismo: cosas que… cosas que ni se sabía por qué se habían hecho, y a las que tal vez no había parado la atención, se convierten en hechos que, una vez que tienen que culparte del asesinato, pues efectivamente ya cuentan, hacia atrás. Se ordenan… se convierten en causa, entran… pasan esa selección, pasan esa selección porque conviene en ese momento para el fin perseguido, que es decir la culpa, por ejemplo, la culpa; descubrir la culpa o la justificación.


- Es que lo que decías que era muy sugerente ¿no?, de que ese fin se colocaba en una especie de vacío porque lo otro era demasiao complicao, no sabía muy bien cómo entenderlo en este tipo de…


AGC- Sólo. Sólo desde ahí. Sólo desde el sitio donde no pasa nada. Sólo desde el Futuro se puede establecer un amarre para después estropear la riqueza de las cosas convirtiéndolas en factores, en causas, destinados a ese fin.


-  O sea, que cuando te está pasando algo y te preguntas por qué, es porque en el fondo quieres solucionar eso que te pasa, o quieres… estás pensan-… ya. Ya, ya, ya…


AGC- Sí, sí. Estás en el nivel personal haciendo lo mismo que la Ciencia hace. Por eso… por eso es una costante la preocupación por las causas o el descubrimiento de mejores causas.


- Yo quería comentar que parece que los descubrimientos del Psicoanálisis vendría a presentar factores ajenos a una causa dirigida a un fin, en sus orígenes.


AGC- Sí, tal vez. A ver,  ¿en qué estás pensando, por ejemplo?


- Quiero decir que explicaciones de comportamientos personales anormales, por así decirlo, parece como si hubieran tenido alguna causa de las que llamamos hoy psicoanalíticas, o algo así. Y…


AGC- O sea, ¿traumas, traumas de la primera infancia o cosas así?


- Cosas de ese tipo, sí.


AGC- ¿Eh?


- Y parece como si eso ?digamos? no tuviera por qué tener un fin determinado sino que fuera un factor que está ahí. Pero hoy en día, ya cuando uno lee los periódicos descubre que ya se convierten en causas determinadas ?digamos? vislumbres del Psicoanálisis; ya la gente los asimila como nuevas causas para llevarlos a los Tribunales de Justicia, para eximir o para inculpar, ¿no?


AGC- Para eximir o disculpar, sí: la causa. Bueno, el Psicoanálisis, o sea, el Arte de disolución del alma, ya sabéis que es una cosa que aquí estamos costantemente tratando, en muchos casos nos ispiramos en Freud sobre todo, en algunas de las cosas dichas que han quedado por ahí, imitamos en parte el procedimiento, pero desde luego, claro, no podemos aceptar, aunque se dé ya en el propio Freud, la conversión de eso en algo de la manera que has dicho, es decir en causas y en cadena de causas, que ahí ya el Psicoanálisis se convertiría en una Ciencia. Hay que tener en cuenta que Freud mismo ocasionalmente, muchas veces, se debatía contra que esto sucediera, que el Psicoanálisis fuera una especie de Ciencia. Pero otras veces, inevitablemente, él mismo hasta en sus exposiciones pues caía en esto, caía en una formulación más bien… más bien así, de orden científico y por tanto causal ?causal?. Es razonable lo que has dicho de que la vulgarización naturalmente precisamente se aferre… se aferre a esto que ahora os estoy presentando como un error, un errabundaje  por parte del…  por parte del Psicoanálisis ¿no? La disolución del alma consiste justamente en descubrir lo que aquí todos los días estamos haciendo, cual es la costitución de la persona, la cual se produce (por simplificar) en un niño alrededor del año y medio o dos años, es decir, cuando ha terminado la guerra entre lo que trajera de lengua común y el idioma de los padres que le ha tocado, lo ha terminado con victoria, generalmente antes de los dos años, año y medio o poco más, y cómo entonces la costitución se produce por la notificación justamente del Futuro: “Te vas a morir mañana”. De manera que a partir de ese momento ya le van a pasar al niño, que se está haciendo una persona, lo mismo que a las personas en general y al Estado y al Capital y a las personas… y a las personas jurídicas ¿no? Entonces, descubrir lo falso de esa costitución personal, y por tanto lo falso de la Realidad, eso es la operación psicoanalítica. Evidentemente es una operación psicoanalítica que, entre otras cosas, no sólo no va a contentar a filósofos y a gente… y a científicos, sino que tampoco va a ganarle clientela al psicoanalista, porque evidentemente la gente va a curarse como al resto de los médicos: con la intención de restablecer su personalidad y que los traumas, las demás cosas que la puedan alterar queden… queden anulados. Pero esto es una cuestión meramente práctica que no tiene por qué aquí confundirnos ni desanimarnos: la operación psicoanalítica es justamente la que he dicho, y ella descubre el fin, y cómo a partir del fin de esa notificación se producen cualesquiera ordenaciones y cualesquiera desastres que el niño o la persona después tenga que… tenga que arrastrar.


Ya recordáis: antes del momento que he dicho, antes de los dos años, nadie puede tener memoria de sí mismo, es decir, que la costitución no está hecha, nadie puede llegar ahí. Freud descubre que incluso antes de los dos años al niño le pueden haber pasado cosas que efectivamente sean en el sentido habitual traumáticas, pero sólo vistas desde después. Sólo vistas desde después, cuando a esos acontecimientos previos se les convierte ya en causas, cosa que no eran, porque no estaban, no formaban parte, no formaban parte de la memoria del sujeto presente.


Bueno, tal vez no esté mal que nos hayamos dado, gracias a ti, esta vuelta sobre la operación psicoanalítica. No podemos detenernos más en ello porque yo quiero recoger más contradicciones y dudas respecto a…


- Quizás si no se le domestica demasiado, a lo mejor no estaría mal recomendar o recordar la lectura de las novelas de Kafka ¿no?, El proceso, y El castillo, por ejemplo, que además, muy significativamente, quedan truncadas, y que cuyos temas son la búsqueda del fin. ¿Qué te parece?


AGC- Sí. Generalmente…


-  Mientras no se domestique demasiao, porque curiosamente, claro, a Kafka se le busca siempre interpretarlo de una manera que lo reduzca ?¿no?? y lo vuelva demasiado comprensible.


AGC- No. Es evidente que en El proceso mismo se hace una burla de la finalidad, es la burla de una novela policiaca. Y que en América o en El castillo, pues efectivamente se da lo mismo también: hay un constante empeño en desorientar respecto a la creencia en un fin. Bueno, es una labor de rebote, es una labor que se hace contra la novela. Tal vez en algunos de los cuentos rápidos lo consigue más, lo consigue de una manera menos… menos comprometida. Pero, bueno, desde luego recomendable, pues como siempre, como la lectura de Freud también ¿eh? Siempre… siempre los que nos han precedido en la medida en que han llegao a debatirse con estos problemas fundamentales que ahora estamos sacando aquí, pues pueden tener algo que… algo que decirnos ¿no?   


- Sí. Ahora es que has hablado, Agustín, de esto de la causa policial, me he acordao ?igual es una tontería? pero de lo que ellos también llaman ‘la coartada’ ?la coartada?, que es como si se aceptara unas reglas del juego, aunque sea a posteriori evidentemente, pero parece que hay causas posibles, que es lo que a mí más me maravilla ?¿no??, y  causas imposibles. Y entonces, a través de las que se supone que son posibles…


AGC- Hombre, “causas imposibles” no se puede decir.


- Bueno, en cuanto a la coartada: pues no estar a las cinco en el lugar del crimen ¿no?


AGC- No, no: que no es causa, que no hay causa. El policía tiene que tirar por otro lao. Si da la coartada como válida (o la da o no la da), si la da como válida tiene que tirar por otro lao en la búsqueda de la causa.


- Claro.


AGC- O, si no, tratará de investigar la falsedad de la coartada.


- Claro, y lo que hemos hablao aquí otras veces ¿no?, que viendo muy claro que son sin fin, sin embargo que se acierte a veces, o que se crea uno que ha acertado, que se pueda pensar que se han eliminado tanto, tanto las imposibles, que quedan tan pocas posibles, que te puedas decidir por alguna. Que se piensa a veces: en los mismos casos policiales…


AGC-  ¿Por “alguna” qué?


- Por alguna de las causas, por alguno de los motivos.


AGC- Ah, claro, claro.


- Es como otras veces hemos hablado de la Ciencia que, pues a pesar de todo, la luz funciona u otras cosas ¿no?, pues esto igual. Siendo imposibles las causas, sin embargo dices “Joder, y aciertan”, o se acierta a veces.


AGC- Ya. Para esto nos va a servir (me alegro que lo saques) otro de los nuestros pocos muertos vivos, porque antes os hablé de los escándalos que  han promovido la cuestión de las causas y de la acumulación de las pequeñas causas con respecto al acelerador y con respecto a la crisis, a la crisis de estos meses pasados, y no os hablé de que naturalmente en nuestra primera Física Atómica el problema de las causas se planteaba, como suele plantearse, de una manera, pues así, muy simple, muy clara, que no es que haya que atribuirlo a la relativa primitividad o ingenuidad de esa Física de Epicuro y de Lucrecio, sino que más bien es por su situación especialmente clara para que entendamos lo que pasa con las Físicas y las Economías posteriores.


Bueno, Epicuro, al parecer, se encontraba con esto, y entonces, como además su Ciencia estaba muy atrasada, no sólo a finales del siglo IV antes de Cristo, sino en el siglo I antes de Cristo, con Lucrecio, y además aunque había muchos matemáticos, físicos, Arquimedes, no sé cuántos más, que habían descubierto muchas cosas que la Ciencia siguiente va utilizando, tampoco Epicuro ni Lucrecio debían leer mucho de eso, no debían de estar muy enteraos. De manera que cuando se ponen a tratar de las causas de las cosas, pues dicen patochadas para alguien que está educado ya en las causas que en la Escuela nos han enseñado; dicen patochadas para explicar las causas de que el mar no aumente recibiendo a tantos ríos como recibe; las causas de que la luna sea con luz propia o no lo sea, de las vueltas que da, y todo eso. Bueno, pues las causas son así: ningún niño de escuela se contentaría con las causas que el pobre Lucrecio saca a lo largo de muchos de sus libros. Pero se ve que Epicuro, y Lucrecio lo recoge, había llegado a una estratagema que es que aprovechando que esa Física había descubierto no ya que hay otros Mundos y que este Mundo no es más que un caso de Mundo, sino que tiene que haber Mundos sin fin y muchos de la misma clase o tipo que éste nuestro, por tanto, lo mismo que los átomos, que son sin fin, innumerables, también se agrupan en clases que hacen que los átomos de la misma clase sean en cierto sentido el mismo o no lo sea. Pues bien, entonces, cuando sueltan… suelta, por ejemplo Lucrecio, una de estas causas, que nos hacen reír, aclara de vez en cuando y dice “Bueno, esto pudo ser así o pudo ser por otras causas. De esta manera que lo he dicho tiene que haberse dado en alguno de los Mundos sin fin; en alguno de los Mundos tiene que haberse dado de esta manera, en otros se dará de otra manera, y el único problema es decidir cuál es la causa de entre las causas sin fin que entonces se enumeran y cuál es la verdadera que a este Mundo le corresponde”. Supongo que entendéis bien cómo es la estratagema ¿no?: se trata de enumerar muchas causas posibles del fenómeno, muchas. En la intención tendrían que ser todas, claro, por lo menos cuantas más; enumerar cuantas más causas posibles, porque entonces así no te vas a equivocar: en algún Mundo sucederá con una causa, en otro Mundo sucederá con otra, y en éste… en este Mundo tiene que suceder de alguna de las causas que se establecen en general.


Bueno, y Lucrecio ?pobre?, incluso en una de las ocasiones que hace esto, viene a la comparación policíaca (es por donde me ha venido ahora. Bueno, pero no es que en su texto sea policíaca), dice “De la misma manera, si te encuentras con un muerto y estás ante un cadáver, y te preguntas por las causas de la muerte ?¿por qué ha muerto este individuo??, lo mejor que puedes hacer es enumerar muchas causas posibles”. Dice “Pues puede haber muerto de indigestión”, “puede haber muerto de un ataque al corazón”, “puede haber muerto de una puñalada que le hayan metido”, “puede haber muerto envenenado”, “puede tal…”, “y enumerar más y más causas y cuantas más mejor, porque de esa manera estarás seguro de que aciertas con alguna; con alguna de las causas que dices”.


De manera que, como veis, esto parece… parece una broma, pero la estratagema, como veis, es… es razonable ¿no? Es razonable. Naturalmente falla porque está implícito el ideal de enumerar ‘todas’ las causas, que no tiene sentido, pero por lo demás, aunque sea con esa aproximación del ‘cuantas más’, está bien. Indirectamente lo que hace es despreciar ?en gran parte por ignorancia? la ortodoxia, ya representada por Aristóteles y seguida por muchos en cuanto a ésta, que es la de buscar como un policía normal la causa de verdad de los fenómenos y creer que esa causa ?una? es la causa ¿no?


De manera que no sé si Epicuro se daría cuenta o no, pero desde luego en la estratagema que os he contado está implícito ese desprecio de la técnica ortodoxa que ya estaba establecida bastante antes de Lucrecio. Más. Ah, sí.


- Que digo que la Ciencia en ese sentido…


AGC- Perdón. Es que había una voz.


- No, se refería a esto de la muerte. Que en ese aspecto la Medicina es bastante honrada porque cuando tienen que hacer el informe de un muerto siempre te dicen “Causa de la muerte: parada cardio-respiratoria”. Es el efecto evidente… 


AGC- Luego hay prudentes…


- … de las miles de causas posibles.


AGC- Luego hay prudentes que no se acercan tanto como Epicuro, pero dicen…


- Te lo dicen así de claro y se quedan tan frescos.


AGC- … Claro, enumeran unas cuantas causas posibles. No nos distraigamos…


- No, no: sólo dicen ésa.


AGC- No, no: depende.


- “Parada cardio-respiratoria”.


AGC- Ése es el ideal, pero no siempre…


- Bueno, un hecho, por ejemplo, o una… un hecho cualquiera, o una… es la Realidad ¿no? Por ejemplo, una casa es la Realidad, y desde el momento en que esa casa tratamos de definirla más todavía, o basándonos en las causas, pues ya aparece la referencia al Tiempo, o sea, que cuando tratamos, aparece la causa, la causa y el efecto, ahí aparece un componente que es el Tiempo. Entonces, cuando la casa se define ?ya en sí la casa es Realidad, pero, cuando le damos al componente de la causa, hacemos que esa casa sea todavía más real y menos verdad?, entonces, la desaparición del concepto ‘Tiempo’ implicaría que nosotros estaríamos más cerca de la verdad que de la Realidad.


AGC- Sí, pero está un poco lioso. La causa es la causa de la ?por ejemplo?, de la costrucción de la casa. Y la causa de la costrucción de la casa no es causa sino fin. Una casa no se hace más que para un fin, más o menos explícito, más o menos vago, pero siempre para un fin. Y es a partir de ese fin cómo la costrucción se va produciendo. Después, efectivamente pueden darse utilizaciones varias de la casa, pero todas están regidas… todas están regidas del mismo modo, como en todo el resto de las cosas: por la persecución de un fin, que es lo que justifica la costrucción de la cosa. La costrucción de la casa, que es un caso de lo que he llamado antes ‘organización’ y ‘justificación’: sólo desde el fin se consigue justificar, organizar, ordenar aparentemente un poco, cuáles son las cosas que nos pasan.


- Agustín: respecto a la causa y la finalidad está el ‘por’ y el ‘para’ y los ‘porque’ que van implicados en él. Y sí que parece que muchos usos que se hacen de estas preposiciones, pues entra en juego futuro y el pasado, y da pié al hablante a pensar que efectivamente el ‘por’ refleja una causa anterior al suceso que pretende explicar, y que el ‘para’, pues sin embargo establece un objetivo. Pero sin embargo en muchísimos otros casos se igualan, y se dice “He venido por verte”, y dices “He venido para verte”. Y ahí se va al carajo la…


AGC- Sí. Hasta tal punto la lengua vulgar, nuestra lengua vulgar, no ha llegao a tragarse nunca todo esto de las causas, que las dos preposiciones que citas hasta hace… hasta hace muy poco tiempo, unos cuatro siglos, no se habían diferenciado, eran la misma, son la misma, son la misma en su origen latino, son la misma, la diferenciación es muy posterior, es el pro, aquel que daba por un lado ‘por’, por otro ‘para’. Y, efectivamente, el intento de diferenciarlas es costante pero nunca se logra. Muchas de esas locuciones, como tú dices, emplean ‘por’ para el fin (emplean ‘por’ para el fin y no ‘para’, no distinguen), de manera que convierten automáticamente, si aceptáramos la jerga de los cultos, convierten el fin en una causa ?convierten el fin en una causa?; tanto es así que nos quedan… que nos quedan locuciones…


- “No hay mal que…”


AGC- “No hay mal que por bien no venga”. “No hay mal que por bien no venga” que es algo que en español actual no se podría entender. A ver si os dais cuenta de…


-  “Por que vengas”, también se usa.


AGC- “No hay mal que por bien no venga”, ¿qué es lo que la gente entiende? No se sabe.


- Sí, ya es un lío.


AGC- Para que se entienda hay que reconocer que ahí ‘por’ está ocupando el lugar de ‘para’…


- Alguno, igual, entiende ‘origen’


AGC- ¿Eh?


- Que alguno, igual, entiende ‘origen’. Que entiende que ‘por bien’ quiere decir que ‘viene de un bien’. Igual hay gente que lo entiende como un origen.


AGC- La gente… Sí. La gente tendría que entenderlo así, con un ‘por’ causal, lo cual… lo cual querría decir que los males vienen ‘por’, ‘a causa de’ los bienes. Lo cual tiene cierto sentido, pero desde luego cuando la gente saca la locución no piensa en eso. La gente… la gente piensa correctamente que se trata de que no hay mal que no traiga consigo algún bien. Pero hasta no en una palabra, en una frase hecha, este arcaísmo que conservamos resulta revelador. Sí.


- Yo quería decir que a mí me pasa que siento que por un lado la enumeración de las causas efectivamente da una justificación, pero que al mismo tiempo lo que siento que produce es que no te lo terminas de creer, y  que eso mismo te descubre que no es verdad, que no es verdad esa justificación. O sea, que el mismo proceso de acumular, o de enumerar las causas, puede ser al mismo tiempo un proceso que se vuelve del revés.


AGC- Claro, claro. Hay una resistencia. En lo que nos queda de no personal, no súbdito, no enteramente sometido al Poder, hay una resistencia a aceptar la cadena de las causas y pensar que las cosas se hacen por una causa determinada. Hay una resistencia a aceptarlo, mientras que no es tan clara la resistencia cuando se trata de la intención ‘para la que’ uno hace las cosas. Eso ya es más difícil, rebelarse contra eso quiere decir ‘perder la Fe’. Si uno… si uno… si uno no cree en el fin está rebelándose contra el orden, aunque sea… aunque sea sin darse cuenta. Recordad que hace ya dos o tres días descubríamos la alegría de que esto no tenga sentido, que es una alegría que uno personalmente no puede sentir, pero que sin embargo se siente con lo que nos queda de no-uno, con lo que nos queda de no-uno, de pueblo-que-no-existe.


Voy a tener que volver, para marcharnos, sobre aquello que os decía que iba a volver: Revolución no se puede hacer ?hacer la revolución?, lo mismo por otra parte que hacer el amor (como dicen, con esa odiosa locución que han puesto los cultos de moda). No se puede hacer imitando el procedimiento de los que mandan, que es el procedimiento de los fines que desencadenan las causas. Es decir, cualquier rebelión… cualquier rebelión se vuelve inmediatamente inútil, queda presa, en cuanto acepta el fin ?en cuanto acepta un fin?. Eso de hacer el amor por un fin, ya se sabe: anula sin más el amor, la rebelión también. Rebelarse, hacer la revolución con un fin, persiguiendo un fin, es decir, imitando a los que mandan, imitando al Estado y al Capital que lo necesitan, es efectivamente no hacer nada ?no hacer nada?. Es (por eso quería sacarlo como cuestión política fundamental aquí, en esta tertulia que pretende ser la contraria de la de los políticos que hacen la Política) salir de una voz de abajo, de lo que nos queda de pueblo. No se puede, las revoluciones y los amores, por supuesto, se han perdido uno tras otro infaliblemente precisamente porque perseguían un fin, precisamente porque imitaban la táctica necesaria para el Estado y el Capital. Ésta ha sido la condición, no voy a decir a mi vez ‘causa’, pero la condición que… la desviación que ha llevado una vez y mil veces a la inutilidad de las rebeliones, que han venido a dar efectivamente en un fin, es decir, un restablecimiento del orden con más o menos incorporación de las pretensiones que la revolución traía consigo. No tengo por qué sacaros la Historia, podéis darle vueltas porque lo encontraréis todas las veces. De manera que estoy diciendo que esto es lo que no se puede hacer, lo que no se debe hacer.


Bueno, las muestras de esto están muy claras. El otro día una película de un director amigo, llena de buena intención y bien hecha por lo demás, mostraba este error de una manera flagrante, se refería a los años 60, la rebelión de los estudiantes por los años 60, y lo que en la película aparece es lo que en las mentes de muchos de los propios militantes, ya entonces, de partidos, entre los estudiantes, aparecía, es decir realismo ?realismo?: contar con la policía, saberse los trucos de la policía, gastar cantidad de tiempo enorme en saber cómo escurrirse de un interrogatorio sin hacer demasiado daño, en debatir el problema si declarar o no declarar, respetar las leyes, los reglamentos, hasta el punto de aprendérselos, perder cantidad de tiempo precioso en aprenderse los reglamentos justamente para rebatirlos. Esto sucedió después muchas veces, hubo hace unos quince años un levanta-… (veinte), un levantamiento de muchachos en unos istitutos que murió porque se aprendieron… se aprendieron la ley contra la que protestaban y acabaron discutiéndola con el Ministro. Y así tantas y tantas veces ¿no? Es lo mismo, es el afán de que la acción sea realista. ‘Que la acción sea realista’ quiere decir ‘contar’, y contar mucho con los policías, con los jueces, con los reglamentos, con las leyes, para batirse contra ellas, para rebatirlas, pero es igual, el mal ya está hecho. La intención de…


- Pero Agustín…


AGC- … La intención de batirse contra ellas es una intención que ya no salva para nada, el mal está hecho, el mal está en la… la rebelión se ha vuelto realmente rastrera, realista, y acaba, como en la película, en una cuestión de martirios en la Puerta del Sol, de heroicidades de los que no declaran o de los que se escapan. Cosas que ya entonces a los que aquéllo nos hacía algo, por el año 65, estimábamos como cosas que había que dejar de lao y lo más barato posible, y acordarse de ellas lo menos posible. Esto naturalmente es una cosa que me duele porque aquello lo viví, y además tengo que decir que el levantamiento imprevisto de estudiantes por el Mundo, alrededor del año 65, me dio la vida de algún modo; me dio la vida a mis treinta y nueve, a mis treinta y nueve años. De manera que desde entonces para acá de lo que en gran medida vivo y con lo que hago esta tertulia con vosotros, pues evidentemente está alimentado de aquéllo, por tanto la indignación sobre ese caso es grande en mí, pero hay que generalizar: siempre que por afán de que la acción sea real, percutente en la Realidad; el movimiento se dedica a estudiarse las leyes que quiere [] en lugar de echarlas a la papelera; que se ocupa mucho en las tácticas para con la policía y los jueces en lugar de resolver el asunto lo más barato posible, sea el que sea, pero sin darle importancia ninguna. Al hacer eso sencillamente se cae, la revuelta se vuelve real, realista, no hace nada y contribuye por tanto al orden mismo que se está combatiendo. Esto es lo que os quería hacer sentir.


- Sí. A ver. Mira, yo ahí veo una contradicción muy grande, o sea, todo lo que has dicho (además lo hemos comentao muchas veces) es cierto; (o es cierto o lo que quieras, pero ya, ahí estamos), pero la idea de que sea inútil, yo creo que eso a cualquiera… Yo, la de los años 60 no la he vivido pero la de hace veinte años sí, y cualquiera con sentido común sabía que aquéllo era inútil, y era la grandeza de aquéllo; que estábamos condenaos a hablar con Maravall, que fue con el que se acabó hablando. Pero nadie con sentido común pretendió nunca que aquéllo tuviera utilidad.


AGC- Estaríais muy pocos de sentido común. La mayoría y sobre todo los que contaban…


- ¿Que qué revolución es una revolución útil?


AGC- … la mayoría (seguro), la mayoría, y la mayoría de cada uno y los que contaban más en el asunto, que serían los que acabaran hablando con Maravall, pues seguro que todos esos de sentido…


- Hombre, claro, los cabecillas siempre están... siempre están muy así, pero…


AGC- … de sentido común, muy poco. De sentido común, muy poco; por el contrario, seguro que seguían creyendo en que aquéllo tenía un fin y un sentido. A ti, a lo mejor, te pasaba que no, no sé…


- No, si yo recuerdo ese sentimiento de que era inútil, y en la medida en que era inútil era revolucionario, y el día que sea útil, pues e acabó la revolución… …


AGC- Vamos, eso desde luego ni era mayoritario ni nada, seguro. Te lo aseguro sin haber estao tan de cerca presente en eso.


- Hombre, según como se siente. Cuando sientes que es vano y es un fracaso de antemano…


AGC- … La mayoría de los revoltosos, sin duda, estaban convencidos que había que ser realista…


- Pero eso eran los Sindicatos y demás, eso no era la mayoría de la gente que… que veíamos lo que se venía encima.


AGC- La mayoría. Sin duda, la mayoría, por desgracia. La mayoría de los que estuvieran debatiéndose contigo sería gente que quería ser real, realista, y  por tanto creer en los fines.


- Y por otro lao, una revolución que es útil, ¿qué revolución es esa?


AGC- Acabó aquéllo de una manera muy notable por eso, porque los más representativos del movimiento, de los chicos… (tú eras de su edad entonces ¿no?), los más representativos de los chicos se estudiaron aquéllo de tal manera que, sin duda, cuando fueron a hablar con el Ministro, pues estaban preparados…


- Pero eran los menos.


AGC- … preparados hasta el cogote, se lo sabían todo.


- Pero eso eran los trepas que hay en todas partes, claro, que no te los puedes quitar del medio… 


AGC- Bueno, no digamos…


- … pero el sentir general no era ése.


AGC- Ya he dicho que en el 65, los que sentíamos algo de verdad de aquéllo, nos dábamos cuenta de lo mal hecho que estaba eso de atender [las leyes], pero por desgracia no éramos tampoco mayoría, no: la mayoría era realista y tenía que dedicarse a ver cómo se debatía con el orden representado por la policía o los jueces o lo demás.


- Pero digo que además de esto, que efectivamente, de no usar las armas del enemigo es lo más aconsejable,  hay sin embargo una tendencia curiosa cuando uno trata de combatir el mal que sea, o aquéllo que se le presenta como mal, hay como una tendencia homeopática. Recuerdo una vez que te dije “No entiendo por qué Sam Peckinpah (el cineasta éste…


- Indio.   


- … que combatía en la teoría tanto la violencia), sus películas desde la primera escena hasta el último travelling son siempre de tiros, de horror, de navajazos, de cosas…?”. Y tú me dijiste “Es que es un cineasta homeopático”. Es decir, que combate el mal con el mismo mal. Y eso lo he visto, sucede no solamente en este caso, sino en muchos casos; parece como que el principio éste homeopático “Del mal con el mal se combate,” es una cosa muy extendida, como mágica, como exorcista; yo qué sé cómo decirte, pero es así…


AGC- A cualquiera que…


- … sucede incluso en las guerras políticas.


AGC- A cualquiera que tuviera la pretensión de usar el método que llamas ‘homeopático’, para convencerlo bastaría ponerlo delante de una televisión: “¿No ves que ellos también me están enseñando todos los días los horrores? Entonces, ¿tú qué crees?, ¿que ellos están haciendo la revolución porque me enseñan los errores de los terceros Mundos o cuartos, que me enseñan los descuartizamientos de mujeres por hombres, la llamada violencia de no sé qué y todo eso?”. Hombre, cualquiera se desanimaría. Es otro caso de ‘no se puede hacer lo mismo’. La táctica…


- ¿Por qué?, ¿por qué hay esa tendencia?


AGC- … la táctica homeopática es la que emplean justamente lo Medios, la televisión: creen que están haciendo un bien presentando los horrores.


- Sí, pero ¿por qué hay esa tendencia, que no sólo es solamente de los Medios, sino de los niños incluso peleando?


- Hay mucho cineasta rojo que ahora se dedica a hacer esto de “pobrecitos los miserables, ¿no?, qué historia tan triste, qué desgracia…”


AGC- No: siempre… siempre ha sucedido.


- No, pero si no me refiero a eso. Yo a lo que me refiero es que si es contra la violencia, una cosa porque uno no quiere hacer una cosa violenta porque está en contra, ¿cómo es posible que esas películas sean el súmmum de la []?


AGC- Venga, por favor, ya lo hemos hablao, Isabel.


- No, pero es que pasa igual…


AGC- No insistas.


- Pasa igual que en la vida.


AGC- No insistas. Los revolucionarios suelen mayoritariamente equivocarse como hemos dicho: tienen que ser realistas, por tanto ser realistas quiere decir aceptar la táctica del Poder mismo.


- Agustín. Parece que retrocedo un poco, pero ya que estoy []. Cuando descubrimos la mentira de lo que nos rodea, ¿implicamos en ello el Tiempo?, ¿con eso hemos aprendido?, ¿eso nos valdrá para algo?, ¿eso nos… y tal?
 
AGC- Por desgracia, muchas veces sí, es de lo que os estoy desanimando: no se puede; lo único que se puede hacer aquí es descubrir la mentira de la muerte, sin más. No podemos luchar por la vida, ni por una vida mejor, ni todos los cuentos por los que el Régimen lucha, pero descubrir la mentira de la muerte, que es el fin, eso nos cabe, y valga para quien valga. Bueno…


- Sí, pero si nos acordamos de que hemos descubierto algo, ese saber, esa tranquilidad del Futuro…


AGC- Sí, todo nos puede servir, cualquier cosa, con tal de que no nos lo creamos mucho, cualquier cosa puede servir. Bueno, si el Señor nos deja, sobre esto volvemos.