26.08.2014

Tertulia Política número 160 (14 de Enero de 2009)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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TRANSCRIPCIÓN:

 

 


    - Agustín, un compañero…

    AGC - … sí, si, habíamos quedado en eso: Moisés, que ha venido recientemente a la tertulia y quiere darnos su impresión de esto y, además, en verso.

    M -  Sí, en cualquier caso será… será breve. Pero, bueno, puede que les haga gracia. Es:

No es calvo Agustín García sino
de melena rubia y cana
y, aun viejo tiene lengua musculada y lampiña,
aprestada con urgencia en una guerra
contra la realidad falsía,
desintegrando su fundamento y filosofía
con amenidad disgresiva y transgresora
que se alarga en un ahora,
por decir, más de una década
generando por sugerencia el humus fertilizante
de revoluciones pendientes,
felices pero no fáciles.


Ya está. Gracias.

    AGC – Bueno, pues volviendo a esta guerra -que es lo que importa- nos toca, como recordáis, tratar de entender mejor cómo es que los entes ideales, los no existentes, intervienen en la Existencia, en la Realidad, y cómo esto es determinante.

Apenas tengo que recordar (para los que se extrañen de que esto sea una tertulia política, es decir, contra el Poder, la política de abajo, la política de pueblo-que-no-existe contra lo de Arriba -Poder, Dinero y demás-), recordar que no es extraño que tengamos que dedicarnos a desmentir la Realidad, física o de cualquier otro orden, porque precisamente esta Realidad está sostenida por el Poder, al mismo tiempo que en la forma de la Ciencia o en otras lo sostienen al Poder, de manera que la acción de descubrir las mentiras de la Realidad es una acción política sin más, y además la única acción que no se presta a engañarse con que en la lucha vengan a cambiarle una Realidad por otra (como suele suceder). Contra eso es necesario penetrar hasta lo más  profundo que se pueda en el descubrimiento de la mentira de la Realidad misma, si no, literalmente no hay nada que hacer, uno queda entregado al engaño una y otra vez. La Realidad física, la Ciencia, las creencias, la Fe, son el sustento del Poder, y lo único a lo que se puede atacar hablando (dejándose hablar, dejándose pensar) es a ese fundamento: a la Fe, a las creencias, a las ideas que nos hacen y que nos hacemos acerca de las cosas, acerca de nosotros mismos.

Esto para recordar la comisión política de esto que aquí estamos haciendo y antes de volver a ese intento de entender lo mejor posible cómo es que los entes ideales de Arriba, por así decir, intervienen sin existir en la Existencia a cada paso en sus múltiples planos, intervienen en la Realidad.

Tengo que recordaros que, para que no haya aquí confusión, hay dos modos de no existentes, hay dos tipos de no existentes: unos no existentes son los que imponen el ‘sí’ o ‘no’, imponen el ser ‘sí’ o ‘no’, imponen lo mismo diferente desde Arriba, por así decir. Y luego, otra manera de no existente es el ‘no saber’, el descubrimiento que no sabemos, que es la sola cosa a la que podemos llamar ‘verdad’ de una manera negativa: el no saber, lo que no se sabe, lo sin fin, el reconocimiento del desconocimiento.

Son dos modos de no existentes opuestos. Lo hay de lo uno y lo otro, lo hay: hay entes ideales determinados por ‘sí’ o ‘no’, lo hay en su condición ideal, y evidentemente también hay sin fin, hay desconocimiento, pero por lados opuestos ni lo uno ni lo otro existe. Las cosas también las hay, las cosas ?entre ellas nosotros? también las hay, hay Realidad, lo que les pasa a las cosas y nos pasa a nosotros es que además existen, existimos. Ésa es la diferencia y esto os lo digo así, como un casi ejercicio elemental para el uso que aquí hacemos y que debemos hacer de el índice vulgar ‘hay’ y del término de las escuelas ‘existir’, para que no siga reinando la confusión que de ordinario reina. De manera que ésas son las dos maneras contrapuestas de no existentes: entes ideales y no saber, el descubrimiento de que no se sabe.  

Nos ocupamos pués de cómo esos entes ideales intervienen sin existir en la Realidad, en la Existencia.

(Podéis, si queréis, pasar para allá, si queréis sentaros en el suelo -no sé-, como queráis, que si no, allá a lo mejor se oye algo mal).

Los entes ideales, el ‘sí’ o ‘no’, el límite, son en verdad inaproximables. Entre las cosas, entre nosotros, lo que reina es un ‘más o menos’, ‘más y menos’. Pero ‘más y menos’ dentro de la Existencia, dentro de la Realidad, y por esa vía -por la vía del más, por la vía del menos- no se llega ni a ‘todo’, ni a ‘nada’, ni  a ‘sí’, ni a ‘sí o no’, ni a ninguno de los entes ideales de que tratamos. No cabe aproximación, pero en cambio reina la Fe de que sí. Lo que nos domina es la Fe de que sí, que por vía de más o menos, por vía cuantitativa, cabe un acercamiento a el total, la nada, el sí, el no: los entes ideales.

Éste es un artículo de la Fe que nos domina, en cierto modo el artículo primero de la Fe que nos domina, esta ilusión de la aproximación al ideal es en lo que consiste este artículo… artículo de Fe. La ilusión a su vez puede tomar dos maneras: una manera es -digamos- informe, con apariencia de continuo: a fuerza de más y más se llega a ‘todo’, a fuerza de ser más o menos parecidos se llega a ser ‘del todo igual’, y los demás ejemplos que se os ocurran. La otra forma a su vez se hace por intervención de los números, otros entes ideales, de manera que se cree que efectivamente un número por aproximaciones se está acercando de alguna manera al resultado exacto, definitivo, total. Son dos maneras que conviene distinguir. 

Me venía acordando de unos versos del rabí Don Sem Tob (que algunos de vosotros habrán leído, porque ya lo he hecho sonar aquí alguna que otra vez) donde se trata esta cuestión. Tratando de algo relativamente moral y trivial como son las virtudes (está casi al comienzo del libro de Las glosas de sabiduría que podéis encontrar por ahí), tratando de las virtudes y mostrando que la virtud se pierde por de más lo mismo que por de menos, es decir, en cuanto intervienen en ella estas entidades de ‘sí’ o ‘no’ (y por consiguiente pretendiéndole dar a esto, a la virtud, una condición ideal de ‘sí’ o ‘no’), sin embargo se mete con el problema y dice cosas como éstas:

“Tal es un dedo fuera
de la raya signada
commo si lueñe fuera
dende vente jornadas”


No sé si este castellano del siglo XIV lo cogéis bien. Me molestaría tener que acudir a traducción. Y sigue… y sigue todavía así:

“Creyendo que avía
menos el hombre loco
en lo que se perdía
por mucho que por poco,

quand’ por poco estorvo
perdió lo que buscava,
del gran pesar que ovo
nunca se conortava.”


No estoy yo seguro (yo como estoy tan a-…), no estoy seguro si lo cogéis bien. Bueno, es la desesperación de alguien (un hombre loco, dice él, un insensato) que cae en gran desesperación cuando por muy poquito pierde lo que trataba de conseguir -muy poquito-, porque cree el insensato de él que hay menos en lo que se pierde por mucho que en lo que se pierde por poco. Supongo que no es para armarse gran lío todo esto y, si no, decídmelo.

Bueno, continúa este capítulo de las glosas todavía… todavía más adelante:
“Non sab’ -dice, hablando del hombre loco-

“Non sab’ que, por cobrir se
del ojo, vale tanto
un lienço com’ si fuese
muro de cal e canto:”


¿No?, supongo que sí.

“Tan lueñe está yer
comm’el año passado…”


Dice, a partir de ahí, saltando a la cuestión del tiempo en la que todos estos días hemos andado metidos “Tan lueñe está yer / comm’ el año passado.”. Fijaros bien: “Tan lueñe” (tan lejos), la cuantificación, el más o menos (Tan lueñe) contrapuesta con el ‘sí’ o ‘no’. Evidentemente es con respecto a este ente no existente, pero no ideal, que es AHORA, con respecto a ello “es igual de lejos”, “igual de lejos ayer / que el año pasado”.

“… Al que ha de seer
de feridas guardado

tanto val’ un escudo
entr’ él e la saeta
commo que tod’ el mundo
entr’ él e ella meta;

ca, pues non le firió,
tal es un dedo çerca
d’ él commo la que dio
allende de la çerca.”


Y más tarde vuelve sobre el tiempo:

“El día de yer tanto
alcanzar lo podemos,
nin más nin menos, quanto
oy mil años fariemos.”


“El día de ayer -dice- lo podemos alcanzar ni más ni menos, igual de bien, igual de mal, que podríamos alcanzar el de hace mil años”, insistiendo en aquello.

Bueno, pues como veis, es un poco sorprendente encontrar, en medio de una literatura donde se dicen normalmente tantas tontadas, estas penetraciones repentinas aunque sea ispiradas en unas [consideraciones] de moral como las de Don Sem Tob.

Lo que quiero que percibáis bien es que la operación en versos como estos, por ejemplo, es ambigua: por un lado se recomienda tener en cuenta el ‘sí’ o ‘no’, tener en cuenta el ser, el ser sin más ni menos, ser en sí, casi como recomendar la Fe en Dios, que después de todo es por lo menos por uno de sus lados este mismo ideal del ser, del ‘sí’ o ‘no’, del ser sin más o menos, el ‘sí’ o ‘no’.

De manera que por un lado, evidentemente se recomienda tener en cuenta esto, y por no tenerlo en cuenta es porque el hombre insensato se queja desesperadamente de haber perdido por muy poquito, y se queja mucho más que si lo hubiera perdido por mucho. Por otro lado naturalmente lo que se desvirtúa con los versos es la creencia en la aproximación, lo que estaba justamente presentándoos de una manera crítica desde el comienzo: la creencia en que cabe… en que cabe aproximación a ese ente que no puede menos de tenerse en cuenta, porque por algo está rigiendo la Existencia.

Notad la… (por si es conveniente) las dos maneras de ilusión de aproximación que antes os dije: una brutamente por más y menos, y otra por los números. En el ejemplo que dice Sem Tob, dice nada más que “perdió lo que buscaba por poco estorbo”, por muy poquito, y eso es lo que le hace desesperarse, porque cree que hay menos en lo que se pierde por mucho que en lo que se pierde por poco. Pero por números lo tenéis también en el ejemplo de la lotería ¿no? Vosotros habréis visto todos los días y en cosas por el estilo la gran importancia y esa casi desesperación que se da cuando no le ha tocado el gordo por un número, por ejemplo, por un número [].

De manera que tal vez la ilusión de aproximación por vía de números tiene la ventaja de que vuelve la cosa más grotesca, grotesca pero real ¿eh?: lo que se juega en los Medios y en la vida con esta ilusión de la aproximación enteramente vana, lo sabéis… lo sabéis igual que yo, y se vuelve efectivamente grotesca porque justamente la lotería estaba establecida por ley de ‘sí’ o ‘no’, es decir, o te toca el gordo o no te toca, pero no caben términos medios. Y, efectivamente, ésa es la ley, ésa es la ley, la ley de Dios: no caben términos medios: o te toca o no te toca, pero la ilusión es irreprimible al mismo tiempo: “Nos hemos acercao, hemos estao a punto, casi lo estábamos tocando”.

Bueno, pues ésta es una prolongación de lo que ya en las glosas del rabino se dice… se dice bastante bien. Por ese camino es por el que quiero que percibamos lo más sensitivamente posible para cosas tan abstractas como es esta operación de los entes ideales superiores, no existentes, interviniendo costantemente en la Existencia.

Conviene tal vez prolongar esto volviendo a echar una mirada al progreso de la Ciencia, que está especialmente tocado por estas cuestiones de la ilusión de la aproximación. Ya sabéis que os ha tocado vivir en una época en que evidentemente a la Ciencia en general, con la Física a la cabeza, le pasa lo que dicen otros respecto al Dinero: que está en crisis, está en una gran crisis, en un gran revuelo por todas partes. Y eso se nota sólo con haber echado una ojeada a las entradas en la red que, gracias a Caramés, hemos tenido aquí y hemos comentado: se percibe eso

Al tiempo que se acabó aquello que desde aquí a algunos les parece un paraíso: el paraíso de las ecuaciones lineales. El paraíso de las ecuaciones lineales donde no se podía… no se podía, estaba decididamente prohibido que se produjeran alteraciones; alteraciones desde fuera, imprevistas en la prosecución: los puntos se eternizan con las coordenadas, la ecuación se forma con esos puntos determinados por las coordenadas y las abscisas, se procede, y los resultados son, en cierto modo, en línea recta. Hace ya mucho tiempo que se acabó esto. Pero esto, pasando de Álgebra a Física, quiere decir que la cadena de las causas está tocada,  está profundamente tocada. La cadena de las causas por la cual efectivamente un hecho sucede a otro hecho de tal forma que este segundo está como producido en virtud de una ley por el primero. Y la sucesión temporal,  primero/segundo, se hace equivalente de una sucesión causal: causa/efecto, sin más ¿no?

Bueno, pues todo esto está también perdido por ahí, en crisis, como dicen, en crisis costante y una crisis cada vez más floreciente ?hay que decirlo? en cuanto a discusiones entre físicos y por ahí, en las sesiones pasadas lo hemos visto con motivo del Certamen acerca del Tiempo, donde muchas de estas cuestiones estaban claramente saliendo.

La temporalidad de primero/segundo que viene a traducirse en la idea de un Tiempo que tiene pasado y futuro -futuro y pasado mejor dicho-, y por tanto tiene que tener un presente. Esta temporalidad está íntimamente ligada con lo de la relación causal, y efectivamente por todas partes los más agudos o los más honrados descubren los fallos de semejante Fe, pero es la Fe que está impuesta de todas maneras y no sólo… no sólo en la Ciencia.

Las relaciones causales quedan desmentidas desde el momento en que alguien puede introducir el ‘más o menos’ y decir que son más o menos causales, que una cosa es más o menos causa de otra. Desde ese momento todo está perdido, por un lado el propio sentido común te obliga a descubrir esto: que una cosa es más o menos causa de otra. Eso quiere decir que se deja de introducir los numerosísimos factores, los muchos, muchos factores que en cada hecho intervienen; los muchos, muchos factores, de tal forma que se descubre que el seleccionar entre esos factores uno como causa es algo que se hace siempre manu militari, se hace a la fuerza porque hay que hacerlo, porque es preciso mantener la Fe en ese orden temporal que es después de todo el orden del Señor, pero evidentemente a la fuerza y sin fundamento. Se introducen las probabilidades pero, como aquí sabemos, las probabilidades no sólo son distinta cosa de las posibilidades sino que son lo contrario: las probabilidades están hechas contando con el Tiempo organizado, con un futuro. Las posibilidades son sin fin, pero las probabilidades se cuentan y entonces se cuentan igual que se cuentan las otras cosas ¿no? Por ejemplo, los que tratan de distinguir una buena Ciencia, que no engaña, de una Ciencia más dudosa y más o menos estafadora, dicen “Es distinto si Fulano de Tal sale de su casa a ras de tierra que si sale por la ventana del piso sexto”, entonces la cosa es distinta, es una cosa que ven claramente distinta. Si sale de su casa a ras de tierra, pues sí, efectivamente, al llegar a la esquina lo puede atropellar un auto, hay un cierto número de probabilidades de que le suceda eso, y le puede caer un tiesto,  se puede encontrar con uno, se puede tropezar, se puede caer, le puede dar un ataque repentino, cualquier cosa, pero son probabilidades contables. En cambio, piensa que si sale al nivel del sexto piso, por la ventana, que no, que ahí ya está hecho, que la relación causal se establece y que entonces inevitablemente se va a espachurrar contra el suelo. Está obedeciendo a eso de que nos ocupa [centralmente] estos días de la ley de la gravedad, el que eso es una ley seria, es una ley seria.

Pues ya veis lo que es la numeración de las probabilidades. Evidentemente, pues no, no es así. No es así: simplemente las probabilidades de lo que le pase a ras de tierra son más en número que las probabilidades de lo que le pas-… o menos en número, menos, de las probabilidades de lo que le pase saliéndose por el sexto piso. No… no hay más, y volvemos a introducir ahí una diferencia de sí o no, y por tanto entre un buen estudio causal y un estudio causal fantástico, pero estamos perdidos. Naturalmente un estudio causal serio rechaza lo otro, dice “Sí, ya sé que puede… que puede venir un águila y cogerlo por el pico en el momento de caerse; ya sé que efectivamente puede quedar enganchado en el quinto piso por la ropa en un balcón, pero esas cosas no suponemos, porque no, simplemente porque son menos, son mucho menos probables”, es un mero cómputo: son mucho menos probables, y esa enorme diferencia de probabilidad es lo que se hace pasar una vez más como un sí… como un sí o no. Como un sí o no.

Bueno, esto ya que nos trae  -nos vuelve- a la cuestión de la gravedad hace que tal vez podamos entender un poco mejor, más finamente o más a fondo, lo que estos días estábamos… estábamos diciendo: decíamos aquí o sugeríamos, en parte ispirándonos en esos descubrimientos inevitables que en la Mecánica Cuántica se hacen, que los físicos hacen, recordando aquello de que cuando la ecuación de Schrödinger se cambia por la ecuación de Wheeler-DeWitt que no tiene un factor de ‘tiempo’ en el miembro derecho, entonces parece que eso se vuelve apto para dar cuenta de la gravedad, mientras que en otro caso, pues no, como si hubiera entre esos misterios del tiempo y de la gravedad una relación, una relación íntima que explica esas diferencias.

Sugeríamos pués, ispirados en gran parte por todo eso que en la gravedad no hay leyes. Recordáis la crítica trivial del defecto de las leyes que Newton estableció -Newton, que, como hoy me recordaba Caramés, que tenía mucho empeño en que fueran ‘leyes’, no hipótesis (a lo mejor, hipótesis como futuro era otra cosa ¿no?)-, el defecto era que efectivamente las relaciones numéricas que rigen la atracción de los cuerpos están claramente formuladas en números ?en números? pero no dan razón de qué es lo que produce de alguna manera esa atracción, esa interacción o amor a lo que la gravedad viene a reducirse, según aquí… según aquí la tratábamos entre las cosas, la interacción entre las cosas que tiene que producirse por el hecho mismo de que las cosas tienen que ser plurales, múltiples, de una vez muchas, de una vez unas cuantas, y eso ya implica efectivamente ‘interacción’.

Sugeríamos que ?no vamos a buscar que esté en las leyes de Newton una causa de cómo funciona, eso sería superfluo?, sugeríamos que la gravedad no es ley. La gravedad tomada en el sentido que aquí queremos tomarlo, que es lo mismo que interacción en general, que es lo mismo que amor, no es ley, pero evidentemente es algo que promueve la formación, la formulación, la creencia en leyes de la gravedad por ejemplo. Es decir, algo que pone en marcha todo el artilugio de las relaciones temporales, causales, entre cuerpos, entre cosas en general, que lo pone en marcha evidentemente desde fuera de la Realidad puesto que dentro de la Realidad lo que rigen son esas leyes que con una aproximación que se hace valer como un ‘sí’ o ‘no’ gracias al límite, lo que rige no es más que eso. De manera que lo que pone en movimiento todo el aparato sería eso.

Que la palabra ‘amor’, que ya el otro día estuve empleando, se reduzca aquí al mismo nivel que las otras, es importante, es interesante a nuestro propósito para esta guerra. Porque recordáis conmigo que en vez del humanismo, del patriotismo humano, que nos coloca a nosotros frente a las cosas -como si nosotros, el hombre, como dicen, fuera el sujeto, el observador, el conocedor, y, luego, del otro lado estuvieran las cosas-, frente a eso, en esta guerra venimos adoptando la actitud sumamente modesta que consiste en reconocernos como un caso de cosas, como un caso más de cosa.

De manera que así como en un sentido tenemos que reconocer en nosotros cosas que les pasan a las cosas en general, como eso: como la gravedad, el caerse, como el tropezarse, como la atracción sexual que llaman, todo eso, igual en el sentido contrario tenemos que aplicarles a las cosas llamadas inanimadas todo esto que nosotros -este tipo de cosas- percibimos en nuestro trato entre nosotros, son dos resultados contrapuestos que naturalmente no es que enriquezcan el tratamiento sino que nos libran de una gran cantidad de engaños que nacen justamente de la actitud humanista que vengo criticando. Por lo demás, es viejo que el término ‘amor’, por ejemplo, de las lenguas romances, se aplique a las otras cosas. En el verso de Dante, de la Divina Comedia:  “Amor che muove il sole e l’altre stelle”, “Amor che muove il sole e l’altre stelle”. De manera que recordad que ahí, efectivamente con la palabra ‘amor’, lo mismo que son las leyes de interacción de Newton, muove il sole e l’altre stelle, es la misma cosa.

Y insisto en que confundamos estos planos aparentemente separados de la interacción física y del amor (humano, entre nosotros), porque eso ispira por un lado y por el contrario. Ispira para entender nuestras cosas, o más bien: desengañarnos, y también ispira para entender mejor las cosas inanimadas, lo que está del otro lado.

Bueno, pues si tiene algún sentido esta propuesta de que gravedad, en definitiva, venga a querer decir lo mismo que tiempo no contado, que quede por tanto fuera de la Realidad, y que sea así gravedad no una ley sino lo que promueve la creación de las leyes -las de la gravedad, las físicas, las jurídicas, y cualesquiera otras leyes dentro de la Realidad-, entonces, yo creo que avanzamos bastante en el desengañarnos, en el camino de desengañarnos de ideas recibidas, me parece.

En definitiva, lo que este descubrimiento viene a querer decir es que, como sabemos, nosotros, igual que cualesquiera otras cosas, metidos en la Realidad, pero además sujetos al imperio de los entes ideales de Arriba ?todo, nada, Dios, el ser?, metidos en esa lucha que he tratado de mostraros todo el rato entre la obediencia a la ley de ser o no ser, y el rechazo de la ilusión de la aproximación ?la ilusión de la aproximación a eso?, las cosas, igual que nosotros, tenemos que proceder obedeciendo y rechazando, defendiéndonos, defendiéndonos como podemos, defendiendo nuestra Realidad. Nuestra Realidad, por desgracia, es una Realidad que está ya costituida por la Fe en el sí o no, en el ser o no ser, y entonces gran parte de las cosas que hagamos o la mayor parte de las cosas que hagamos, necesariamente tiene que consistir en una defensa frente al descubrimiento de esto que estoy diciendo; frente al descubrimiento de esto que efectivamente atentaría contra una Realidad ya imperiosamente costituida por ideales no existentes, porque es la que nos toca y la que les toca a las cosas.

De manera que lo que en las cosas animadas y las inanimadas se puede observar es lo mismo que observamos entre nosotros mismos: la mayor parte de lo que hagamos ha de consistir en una defensa frente al descubrimiento de que es falso, de que es mentira. 

Esto dicho de una manera así, más objetiva o científica, quiere decir que el peligro de caer (como decimos con este término tópico ‘caer’, ‘hundirse’), el peligro de caer, es decir, el peligro de descubrir la mentira de la costitución real es el primer motor, por decirlo a lo aristotélico. Es el primer motor de la Realidad puesto que es efectivamente el que pone en marcha las leyes, las teorías científicas, las istituciones jurídicas y sociales en general, y cualesquiera de las cosas que son ?como he dicho? necesariamente la mayor parte de todas las que hagamos. No puedo decir… no puedo decir ‘todas’, como sabéis, porque eso sería a mi vez meter el ‘todo’ dentro de la Realidad, volver a la Fe. Eso sí, puedo decir “necesariamente es la mayor parte de todas las que hagamos”. Y es ésa la mayor parte, porque si hubiera sido la menor parte, ya, toda esta Realidad se habría hundido antes de que yo tuviera tiempo de decirlo. Ya se habría hundido, de manera que eso es lo que hace que en efecto las cosas que se hagan en defensa de la Realidad ?leyes jurídicas, istituciones, acuerdos fundados en la Fe del sí o no, teorías, leyes de la gravedad, leyes físicas en general? todas están destinadas a la defensa contra ese peligro ?contra ese peligro?, ese peligro que está siempre ahí. De manera que en ese sentido es el primer motor. En ese sentido es el primer motor para todas esas acciones, no sólo humanas sino de las cosas, de las cosas en general en cuanto se declaran cosas o tienen que ser cosas, unas separadas de las otras, y por tanto sujetas a las leyes del movimiento y la interacción.

Estábamos buscando en ese tiempo que no se cuenta, en esa gravedad que no es una ley, que viene de fuera, estábamos buscando por tanto lo que pone en movimiento todo el artilugio, todo el artilugio de las cosas y de la Ciencia y de las leyes en general. Esto se parece un poco (con eso voy a dejaros ya que saquéis lo que os haya venido a las mientes), se parece un poco, y seguramente es algo que me ha ispirado, a lo que dentro de la Física, dentro de la Ciencia, decía nuestra primera Física atómica o materialista, porque ya recordáis (esto en alguna ocasión ya hace mucho tiempo tuvo que salir aquí) que en la teoría de Epicuro-Lucrecio, para explicar las cosas, la Realidad, no hay más por debajo de eso que átomos -absolutamente duros- y vacío. Y entonces, lo que a los átomos los hace caer (este término engañoso que ya hemos criticado porque supone que ahí puede haber ‘arriba’ y ‘abajo’), hace caer y les hace moverse es la absoluta falta de resistencia. La absoluta falta de resistencia a la que llama ‘vacío’, porque evidentemente puestos ahí, si no hay absolutamente nada de resistencia, ¿qué van a hacer?, pues moverse a velocidad insuperable, como recordáis.

Bueno, esto no lo toméis demasiado en serio, pero evidentemente es algo ispirador. Aquí, en lugar de nada de vacío y cosas de ésas, estamos… estamos hablando de la verdad, que consiste en lo que no se sabe: por debajo de nosotros, por debajo de las cosas, está siempre la verdad y el peligro de que se descubra que esto era mentira, que era mentira el Mundo, las leyes jurídicas, el orden, el Poder y todo lo demás. Pues ése es el que trata de… el que trata de defenderse sea como sea y pone en motor, pone en marcha todo el artilugio, en ese sentido es primer motor.

Todos sabemos aquí entre la gente que somos, y a medias entre personas costituidas y obedientes, y algo que nos queda de pueblo-que-no-existe, todos sabemos por lo que nos queda de sensibilidad de lo uno y de lo otro (de persona para la Realidad de los creyentes y de sensación para lo otro), sabemos que el atenerse a la Fe en el sí o no que determina y costituye la Realidad nos está impuesto; el amor tiene… por ejemplo, el amor entre tú y yo, tiene que convertirse en un amor de sí o no, está mandado, y si no, pues no dejan por ahí los que saben que se le llame ‘amor’, “Será otra cosa, el amor de verdad es un amor de sí o no, y está destinado a la defensa, porque eso está destinado a que la entidad de ti, Menganito, y la de mí, Fulanita, queden efectivamente en virtud de eso bien determinados, porque es a ti exclusivamente a quien quiero, y soy yo exclusivamente la que te quiero”.

De manera que la ley está bien clara. Y luego, por el otro lado, sentimos que eso es lo que trae consigo los desgarramientos y los desastres inevitables. Y en ésas estamos, en ésas vivimos: entre lo uno y lo otro. Sentimos bien que vienen, pero la necesidad de la Fe es tal, que parece que no hay escarmiento posible dentro de la Realidad. La necesidad de que haya un amor de sí o no parece que prima sobre lo otro.

El testimonio de los desgarramientos y desastres claro está que ya lo estáis  vosotros sin que yo os diga extendiéndolos al resto de las interacciones que no son amor: todo el mundo sabe de dónde vienen las guerras, de dónde vienen todas las pestes humanas de las que estamos cargados, ésas vienen de la Fe, de la necesidad de sostener, por ejemplo, la Fe en que España es España y Luxemburgo es Luxemburgo y Estados Unidos es Estados Unidos, en que hay fronteras bien definidas, si no, señores, adónde vamos a parar, si las fronteras empiezan a moverse, si empiezan a vacilar, si se vuelven borrosas… Las fronteras son la definición, y naturalmente de ahí, de esta necesidad impuesta por la Fe, viene ya todo lo demás: las formas de interacción, da lo mismo que sean guerras o que sean tratados o que sean cualquiera otra cosa, están ya a la mano, y en ésas estamos, en ésas seguimos estando y ésa es la guerra en la que nos encontramos metidos. Ya sabéis que no es más que guerra contra la Fe.

No me gusta tener que acudir a ejemplos de desgarramientos y desastres humanos como consecuencia, pero que valgan también, porque están ahí, son bien sensibles. Pero bueno, pues si hace falta, lo que sea para saber qué es la Fe y lo que trae consigo la intervención de los entes ideales en la Realidad. Todo esto se hace en una guerra que viene de abajo, que desmiente a la Realidad, lo cual quiere decir en primer lugar ‘descubre que entes no existentes, ideales, están costituyendo a las cosas y a las relaciones entre las cosas’. Ésa es la guerra que aquí nos traemos contra esa guerra o esa paz que se nos impone cada día.

Pues, bueno, por mi parte basta por ahora, de manera que ahora os dejo ya que saquéis las cuestiones que más os hayan venido o que más os toquen y que puedan contribuir a desengañarnos un poco más, siempre un poco más. A ver.

    - Sí, que se ha dicho algo, si no he entendido mal, así como que las probabilidades no es que además no sean posibilidades sino que son su  contrario, ¿es así?

    AGC - Lo contrario de las posibilidades. Sabemos aquí, en esta guerra, nos lo decimos todos los días, que cualquier cosa es posible. Nuestra fe es una fe contra el Futuro, por tanto, con eso basta: cualquier cosa es posible, en contra de lo que dicen los padres y los padres de la Patria “Eso es imposible”: te están invitando a la obediencia. Te están invitando a la obediencia a la ley, pero te invitan por este truco de “Es imposible”. Las posibilidades son sin fin, y en cambio, el cálculo de probabilidades implica un cómputo de las probabilidades como si fueran cosas, y convierte por tanto el Futuro en un campo medible y computable, igual que los demás campos. Más.

    - Yo lo que no veo muy claro es que tenga que haber una equiparación, una correspondencia entre esa tentación de que las cosas sean… de que seamos los hombres un caso de cosas y que las cosas tengan que ser también a su vez un caso de hombre, diríamos, o un caso de eso que somos nosotros. Porque a mí es que no me parece… Que sería una política contraria y conservadora. Vamos, quiero decir no liberadora sino todo lo contrario.

    AGC - ¿La de las cosas?

    - El… Que lo mismo que me parece liberador el que… ?liberador en el sentido de libre, de pensamiento desmandado y bien?, el hecho de pensar que somos un caso de cosas, me parece que el extrapolar eso a que las cosas sean un caso de nosotros, me parece que es una política que no tiene nada que ver, sino todo lo contrario, podía ser incluso… podía acabar en el esperpento como en el caso de Walt Disney ¿no?, que empezó por ahí y acabó poniéndole a Bambi en su…

    AGC - No, no, por favor. Por favor, no confundas.

    - … todos los humanismos posibles…

    AGC - Por favor, por favor: que no es eso. Lo que…

    - Sí. No. Hay ese peligro.

    AGC - No: no demuestres que no has entendido.

    - Bueno, déjame que termine. En tanto que en lo único de acá, en eso que a mí me parece muy liberador…

    AGC - Otra vez.

    - …está lo de lo desconocido, en lo otro significaría un colonialismo espantoso, que no lo podría soportar.

    AGC - No lo has entendido bien. Bueno, los que …

    - No. Sí, lo he entendido al pie de la letra, tal y como lo has querido...

    AGC - No, no. No lo has entendido bien. [] Lo uno…

    - …lo has dicho.

    AGC - Lo uno va con lo otro necesariamente. La modestia ésa extrema que nos hace ser cosas, inmediatamente le atribuye a las cosas cualquier cosa de la que se pretendía que era nuestra. Es una cosa. No es de política, es de simple lógica: la renuncia a la exclusividad o posesión de ciertas cosas como por ejemplo razón, observación, lengua, etc., la renuncia a eso para descubrimiento de que somos unas cosas entre las cosas, inmediatamente implica que cualquiera de las cosas que creíamos exclusivamente nuestras se expandan, se expandan a las cosas, sin hacerlas humanas, porque ya lo humano…

    - Entonces se perdona el bollo por el coscorrón.

    AGC - …lo humano se ha ido al carajo. Por tanto, ni Walt Disney, ni hostia.

    - Sí, sí. Hay un… Quieras que no, hay un animismo, porque tú partes de un modelo… 

    AGC - Vamos a ver, un argumento…

    - …que es lo que tú conoces.

    AGC - … un argumento más inmediato: ¿por qué podría tener tanto empeño un caracol en seguir siendo un caracol y no convertirse en una rana?, ¿de dónde le viene ese empeño?, un empeño tan poderoso que al cabo de generaciones si empieza a fallar la defensa del caracol en su caracolidad ?que es lo que le está rigiendo?, si empieza a fallar por alguna razón, tiene que descubrir otros procedimientos, otras conchas, otros cuernos, que garanticen mejor la caracolidad, de tal forma que justamente al hacer eso…

    - Pero es un razonamiento desde aquí.

    AGC - …al hacer eso tiene que evolucionar, cambiar, se trasforma, y en eso sigue las mismas leyes que rigen todas las demás cosas. ¿De dónde le vendría ese empeño más que de donde decimos?: eso que viene de fuera que pone el artilugio…

    - Es tu Fe la que le pone ese empeño: la caracolidad es tu humanidad.

   AGC - …que pone el artilugio en marcha ?y el que nosotros consideremos la Fe, la lengua, el pensamiento, la Ciencia, como una propiedad nuestra, es una estupidez, no tenemos ningún derecho? a eso se le puede llamar Fe, se le puede llamar Ciencia, y es lo que le sostiene. Y quien lo dice del caracol lo dice del sole e l’altre stelle, que están regidas por el amor (amor che muove il sole e l’altre stelle). ¿Es que porque Dante o quien sea llame ‘amor’ a esas leyes de la interacción entre los astros les está poniendo caras de señoritas?, no, hombre, no.

    - No, no. No es eso…

    AGC - No hay que ser tan imbécil como para eso ¿no? Simplemente ha generalizao…

    - Está exagerando…

    AGC - …ha generalizao. Ha generalizao…

    - Está exagerando porque es su condición literaria: exagerar.

    AGC - …ha generalizao, como aquí se ha dicho, el término ‘amor’, que efectivamente nace siendo del trato humano (nace siendo del trato humano) lo ha generalizado, no le importa y hace muy bien. Efectivamente a eso le puede llamar también ‘amor’. Bueno, de manera que no distraigamos con más…

    - Pero había una segunda cuestión. La segunda cuestión es que ?respecto a la cuestión de las fronteras? diríamos que incluso dentro… que uno lo que le… quizá sería lo bueno que las fronteras fueran líquidas, que no hubiera tales fronteras, incluso en el mismo lenguaje, mismo los idiomas, son fronteras que acaban haciéndose desde el mismo lenguaje vivo, desde abajo.

    AGC - No señor, estás equivocada. Sólo lo son por orden superior…

    - Sí, sí, pero a ver, ¿por qué un ruso no entiende...?

    AGC - …Sólo por orden superior y además durando poco. Efectivamente las lenguas son no sólo…

    - Idiomas, me refiero a los idiomas.

    AGC - …no sólo es que se estén costantemente convirtiendo en otras sino que en los límites geográficos de por sí…

    - Sí, pero un ruso no entiende a un español.

    AGC - …en los límites geográficos sin fronteras políticas tampoco son netamente distintas: tiene que venir justamente la frontera o definición desde Arriba para que un dialecto determinado se convierta en una lengua oficial que trata por medio de las escuelas de imponerse a…

    - Sí, ya.

    AGC - …de imponerse a todos. ‘Todos’ que quiere decir ‘todos los que caen dentro de las fronteras’.

    - ¿Y desde abajo no hay colaboración misma del hablante y de eso que llamamos pueblo-que-no-existe?

    AGC - Sí, sí. En las personas, ni abajo, ni nada, en las personas hay todas las colaboraciones. Las personas somos el Estado, hija, como tú sabes muy bien.

    - Y del pueblo-que-no-existe no hay ninguna colaboración. Ya, sí, sí, desde abajo, claro, te sale el Estado a replicar.

    AGC - Nada de abajo: las personas somos el Estado. No es de abajo, es de ahí, de la persona. Adelante.

    - Me parece que se puede un poco denunciar la defensa contra el descubrimiento éste de que las cosas no son lo que son, como algo que es una defensa que se dedica como a tratar de decir en cada caso cuándo o en qué caso las cosas están obedeciendo o desobedeciendo, o son de un signo o son del otro, cuando eso no se puede saber, me parece a mí. Yo por lo menos siento eso, que no puedo saber cuándo estoy obedeciendo o cuando estoy… Y hay una istancia ahí que quiere saber o quiere… como que mete cizaña.

    AGC - En el artilugio de la defensa se dan las dos cosas contrapuestas: una es la que has explicao… la que has explicao muy bien, que es justa la distinción de casos. En nuestra primera filosofía dominante, la de Aristóteles, esto está muy claro, por un lado está la distinción de casos, ésa que, como has dicho, es una tontería pensar que se puede nunca llegar, porque eso anularía la distinción entre los casos. La otra es la contraria, es la generalización… la generalización a partir de ello. Los dos procedimientos, que son contrarios, sin embargo están rigiendo siempre en el artilugio filosófico o científico y en las mentes vulgares también, claro. ¿Qué más? Sí.

    - Yo quería preguntar por lo de los ideales, el estatuto que tienen, lo de que los haya de verdad. Por ejemplo, los hay de verdad, porque parece que decimos de que los haya dependen o que se sostienen por la Fe. Entonces, sólo en que los haya parece que depende de la Fe, y no sé si dependen de la Fe de unos entes reales. Luego, por otro lado, a veces hemos dicho ?bueno? hemos tratado bastantes veces la Realidad de cosas como los sueños, las ilusiones, los espejismos, incluso el otro día hablábamos de que los sueños eran reales y parte de la demostración consistía en que los sueños son reales porque tienen influencia en cosas reales como la vejiga ¿no?, y los ideales claramente tienen influencia en las cosas reales. Entonces, eso, que no acabo de creerme que sean de verdad los ideales.

    AGC - Bueno. Quita ‘verdad’ porque ya sabemos que ‘verdad’ no es más que el no saber. Pero que son por Fe y que eso quiere decir que los hay, en virtud de Fe, y que esa Fe no es humana sino general, eso sí, puedes decirlo.

    - “General” pero real.

    AGC ? No, no. No, no.

    - ¿No?

    AGC - Lo hay; no son reales evidentemente.

    - No, digo que la Fe…

    AGC - Reales no son.

    - No, digo que la Fe, a lo mejor no es sólo humana, pero…

    AGC - Ah, la Fe es una Fe de la Realidad, sí. Es lo que viene a ser eso mismo que he llamado ‘defensa frente al peligro’. Pero los hay en virtud de eso, en virtud de esa Fe, en virtud de esa necesidad de la Realidad.

    - Cuando decimos que no existen, solemos decir que es que…

    AGC - Sí, que no son cosas; no son cosas, por eso…

    - …que ?yo qué sé?, que el ‘uno’ no existe porque no hay nada que sea ‘uno’. Pero eso no quiere decir que el ‘uno’ no exista.

    AGC - No tienen… no tienen las condiciones de las cosas: que siempre están hechas por la imposición de la idea sobre algo que no es la idea. Ya recuerdas, recordáis: la Realidad, que es siempre idiomática, está costituida por el significado de las palabras que lo tienen en un idioma impuesto sobre algo que no era eso, y que no tenía nombre, claro.

    - Pero a esos significados…

    AGC - Eso no se le puede decir a los triángulos, ni a los números, ni a todo, ni nada, no se les puede decir.

    - Pero [] a los que vamos a llamar ideales, a los significados de las palabras corrientes.

    AGC - Sí. No se les puede decir, esos tienen el significado pero no sobre nada, no sobre nada. Consisten en su puro significado. Está bien, son efectivamente dudas bastante justificadas, hay que acostumbrarse a emplear un lenguaje que no es el más habitual. De manera que bien, bien. Y más, si se te ocurre algo más. Y si no, a quien sea, venga. Sí.

    - Sí. Esa lucha o guerra contra la Fe como primer motor que se ha llamado en algún momento, ¿no requiere de alguna forma otra…?

    AGC - Perdona, no sé si lo has cogido bien. No sé si lo has cogido bien: el primer motor es el peligro de descubrir que era mentira.

    - ¿No requiere de…? Mi pregunta es ¿no requiere de alguna forma de Fe otra que no sea generadora de Realidad?, ¿no requiere un tipo de creencia?

    AGC - No. Eso suele decirse. Se suele decir cuando alguien sale de aquí y habla de política o lo que sea con alguien, pues suele decirle… suele decirle que el descubrimiento de que no es verdad implica que es que tú crees que hay algo que sí es verdad. Conviene corregirlo: el que tú estés destruyendo la Realidad no implica que estás costruyendo otra. No hay más que una. Realidad no hay más que ésta. De manera que para evitar todo eso: no hay más que ésta que está costituida con ese tipo de falsedad que he tratado de descubrir, con la que estamos, y la guerra es contra la Fe que la está costituyendo y sosteniendo costantemente, sí. No es más que eso, y no implica ninguna creencia, otra Fe, no hay otra Fe. No hay más que ésta, la costitutiva; ni otra Realidad, ni nada. La negación, el decir NO a la mentira es toda la verdad que nos cabe, no tenemos otra. No tenemos otra aquí dentro de la Realidad, y por eso decimos que lo que el pueblo-que-no-existe dice y puede decir es NO. No puede decir más que NO, y cuando se le hace decir otra cosa, se acabó el pueblo-que-no-existe, se le ha convertido en… pues eso, en lo que saben los políticos: en un conjunto de personas más o menos adictas. Más.

    - Aquí, esta muchacha.

    AGC - Adelante.

    - ¿Hay alguna pista para diferenciar entre Fe y verdad, o…?

    AGC - ¿“Entre”?

    - Fe y verdad. ¿Cuándo lo sabemos que…?

    AGC - ¿“Entre ser y verdad”?

    - Fe, Fe.

   - Fe y verdad.

    AGC - Ah, entre Fe y verdad. No sé, ‘pistas’, hombre, lo dices de una manera que… Es tan claro, que hablar de ‘pistas’ parece que es como impropio ¿no? Son como todo lo contrario: Fe, el creer; Fe, el creer, es todo lo contrario del descubrir la mentira de la Fe, y verdad es nada más que la mentira de la Fe. Es que no tenemos otra. Verdad no quiere decir más que eso: el no se sabe ?el no se sabe?. De manera que no es que haya una pista, es que son contrarias directamente, sin más ¿no? Sí, ¿qué más?

    - Me ha tocado el otro día un caso de Fe que podría explicarle a esta moza, de paso: me encontré un amigo militar y de broma le dije “Oye, hay que salir de Afganistán, que no puede ser eso de estar masacrando a la gente, y tal y cual. Y entonces dice “¿Qué dices?, pero que estás loco, ¿cómo vamos a salir…?”. Digo yo “No, bueno, ya que no te has quitado el uniforme en todos estos años que no has sentido el más mínimo pudor por llevarlo, te quería decir que es un poco de broma”. Pues se cabreó muchísimo porque le dije, así, medio de broma, que el Ejército no tenía que estar en ningún tipo de misión matando a gente. Como si a él le fuera en ello…

    AGC - Hombre, que le va.

    - …la vida, y alguien que yo conocía de tiempo.

    AGC - Le va la Existencia.

    - Pero un cabreo…

    AGC - No la vida, la Existencia.

    - La Existencia.

    AGC - La vida se la juega, pero la Existencia…

   - La Existencia. Él no está allí pa nada.

    AGC - La vida se la juega, pero la Existencia no. La Existencia no, y eso es una diferencia absolutamente exacta: hay que defenderse. Hay que defenderse, y para que él siga siendo el que es determinado por su uniforme y lo demás, pues ¿qué va a hacer?, no puedes decirle nada. Más.

    - No, que yo quisiera preguntar si ahora mismo hay o conocemos algún pueblo, alguna… sí, en algún pueblo, que no tenga… que no tenga Fe.

    AGC - Yo no.

   - Pero los caracoles.

    AGC- Yo no, yo no. Yo no, porque además lo he generalizao eso para los caracoles y los planetas. De manera que también a eso se llama Fe. Pero es que unos pueblos, cualesquiera pueblos, son reales, como cualesquiera lenguas son lenguas de Babel. Otra cosa es el pueblo-que-no-existe, ése desde luego no tiene Fe ninguna. Ése es la descreencia misma, pero un pueblo aquí o allá, es ya un pueblo real, ¿cómo no va a tener Fe? Tendrá, hombre, una Fe menos aparatosa, imperiosa, que la de una gran nación desarrollada, pero -vamos- su ración de Fe tiene que tenerla ¿no? Son diferencias a su vez de grado. Efectivamente, en general, en los pueblos que los viajeros nos contaban en el XIX, más o menos felices, los trobriandos, y así, evidentemente lo que era claro es que había poca Fe, que la Fe no era muy dominante, había alguna, había alguna de todas maneras ¿no? Alguna, pero desde luego el mana de los polinesios, los duendes y brujos de supersticiones populares, están muy lejos de poder hacer tanto daño como Dios. Evidentemente hay un progreso, un progreso en ascenso ¿no? De manera que hay una diferencia de grado, porque ahí es ya donde se trata de la declarada invasión de la Fe por todo, es decir, la Fe que es el ser mismo: hay una diferencia de grado. Pero en ningún sitio que pertenezca a la Realidad puede haber una población, un pueblo, con falta de Fe del todo, no, no tiene sentido.

Bueno, tal vez es muy tarde. De manera que si se nos deja, pues, si nos deja quien puede, nos veremos dentro de siete días, y a ver qué pasa.