26.08.2014

Tertulia Política número 161 (21 de Enero de 2009)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 
  • La intervención de los ideales en la Realidad.
  • Las tres formas de haber: cosas, sin fin e ideales.  La de las cosas, única forma de existencia.
  • Tiempo y gravedad, motor de leyes y causas.
  • La deseable confusión entre pensamiento y sentimiento.

 

  Tertu161-21-1-2009#Tertu161-21-1-2009.mp3

 

 

TRANSCRIPCIÓN:

 

 

Seguimos como si nada con esta guerra contra la Realidad.  Recuerdo, por si hace falta, que esto se llama una tertulia política, aunque no parezca de momento ni política ni tertulia, pero se llama así por la razón bastante sencilla de que lo que no es Poder, lo que está bajo el Poder, a lo que a veces llamamos “pueblo-que-no-existe”, cuando se levanta contra el Poder no puede menos de levantarse contra la Realidad misma (la física, la jurídica, la social, la personal, cualquier forma de Realidad), por el motivo de que el Poder, a través de, a veces sus sacerdotes, a veces sus científicos, impone y confirma la Realidad, está sostenido por ella, y la única manera que el pueblo-que-no-existe tiene de atacar eficazmente al Poder es atacando la Fe que lo sostiene.  Y da lo mismo que según los tiempos y sitios esa Fe sea más o menos religiosa o teológica, o sea más bien una Fe como la que hoy tenemos, que es la Fe en la Ciencia, en que sabemos: el descubrir que es falso, que no sabemos, y atacar así la Fe, es la única manera eficaz, digo, de atacar al Poder.  Lo demás son distracciones, de las cuales nuestra esperiencia más o menos inmediata nos da muestras, puesto que si se intenta hacer al Poder un ataque realista, como es natural ese ataque queda condenado a ser una reforma de la Realidad, es decir, a cambiar para seguir lo mismo, que es lo que el Poder mismo hace sin necesidad de Revoluciones de abajo; está condenado a cambiar como medio de subsistir, de seguir siendo el que es.

Esto como recordatorio de cómo los descubrimientos, físicos o de otro orden, se enlazan con el aliento o la actitud política, que es la que nos mueve a venir aquí una vez de vez en cuando, mientras nos dejan, a hacer lo que se pueda.  Que siempre se puede algo, porque en contra de lo que nos cuentan cuando dice el Padre “¡eso es imposible, muchacho!”, y se declaran imposibles ciertas cosas o tentativas, pues las posibilidades están siempre abiertas; el Poder nunca puede llegar a cerrar las posibilidades en una suma, y cualquier declaración de “es imposible”, es, como tantas otras, una falsedad, pero una falsedad por desgracia activa, positiva, y contra la que aquí estamos, entre otras cosas.

Os recuerdo, de los últimos días, y también para los que no estaban aquí con nosotros, algunos de los descubrimientos que a partir por ejemplo de las investigaciones, engaños y desengaños de los físicos, nos venían llegando toda esta temporada última.  A partir de que la Realidad no es todo lo que hay, porque en este descubrimiento se declara el sentido en que se van a emplear, se están empleando, los términos ‘hay’ y ‘existe’.  La Realidad no es todo lo que hay: a partir de ahí surgen sin más reconocimientos de, por ejemplo, que las cosas no son todas las que son, ni en el sentido de que en conjunto pueda haber un conjunto de cosas cerrado, un todo, sino también en el sentido de que cada una de las cosas nunca puede ser del todo la que es.

Y como nosotros, en contra de todas las pretensiones humanistas, nos descubrimos un mero tipo o caso de cosas, eso desde luego se aplica también a cada una de las cosas que nosotros somos: nunca puede ser del todo la que es.  La falsedad costitutiva de la Realidad consiste en que pretende que sí; pretende que sí; si no, no habría falsedad que descubrir.  Pero la Realidad pretende que sí, y cada elemento de la Realidad, cosa, o uno de nosotros, pretende que sí, trata de creer que sí es quien es, es lo que es; mentira: nunca la cosa, nunca uno de nosotros es del todo, acaba de ser, el que es.  Y gracias a eso estamos aquí intentando ver lo que dan de sí las posibilidades; si no, estaríamos tan conformes, y cada uno en su nicho, y Dios en el de todos.  Digo ‘nicho’, más que ‘casa’, porque se declara que la situación que se nos da de primeras es la de una muerte, adelantada, y por tanto en ese sentido digo ‘nichos’.

‘Hay’ y ‘Existe’.  ‘Existe’ es el término creado por los teólogos en las Escuelas medievales, pero que como la gente corriente, al cabo de unos pocos siglos, ha venido a aceptarlo, y se emplea en la conversación de cada día, pues tenemos que usarlo también aquí.  ‘Hay’ es un índice, activo, que no dice nada; que no dice nada, mas que su acción de actuar como tal índice.  Pero ‘existe’, además de que lo haya, lo que sea, pretende que es lo que es; eso es existir; eso es existir, y eso por tanto se refiere a los términos de la Realidad; en ese sentido lo empleamos.  

Es verdad que, cuando se inventó el término, Dios ejemplarmente nos da el ejemplo sumo de la confusión, porque por supuesto Él tiene que ser El que Es.  ¿Cómo no?: ¿qué sería de cada uno de nosotros si no tuviésemos un Dios que diera ese ejemplo?   Tiene que pretender ser El que Es, y serlo de una manera tan definida y terminante como lo que se decía en el poema de Parménides cuando se pretendía levantar a sola verdad la cópula ‘es’: “lo que es, es lo que es”.  Pero al mismo tiempo no podía Dios operar sobre las cosas y las realidades si no era al mismo tiempo real, y entonces, pues por eso: tenía no sólo que ser el que es, sino existir, y armarse a causa de eso todos los líos que las Teologías en vano tenían que intentar desenredar.

Pues eso que le pasa a Dios nos pasa a uno cualquiera, para no engañarnos.  De manera que es como el ejemplo sumo, simplemente, y espero que por ahí se entienda también en qué sentido cada uno, por esa misma confusión o engaño, no puede menos de ser un colaborador del Poder, un sostenedor del Poder, y nunca una cosa ni una persona puede oponerse al Estado, al Capital, ni a ninguna otra forma de opresión; tiene que ser sirviente, colaboradora.  Con más o menos ganas, evidentemente: cuantas más ganas tiene de serlo, cuanta más Fe pone en el asunto, pues más trepa en la Pirámide del Poder, y así se hacen los Ministros, los Presidentes, y los demás representantes eximios de la confusión que sirven de la manera más directa al Poder mismo.

Lo de que ‘hay’ (esto ya se va acercando a las cosas de los últimos días), no puede referirse sólo a las cosas, a la Realidad, a nosotros entre las cosas, puesto que decimos que la Realidad no es todo lo que hay.  Efectivamente: aparte de cosas, nosotros, Realidad, hay, por un lado, lo que no se sabe, el mar sin fin de lo que no se sabe.  Porque para cualquiera de vosotros es claro que por mucho que se quiera saber, siempre hay algo que no se sabe.  Esa es una perogrullada muy necesaria también para todo esto que nos traemos.

Mar sin fin de lo que no se sabe, que es la verdad.  En la Realidad no cabe verdad ninguna; la Realidad es, como dije ya antes, costitutivamente falsa, precisamente por la pretensión que en el verbo existir está implícita.  Verdad es que no se sabe, y además es la sola verdad que nos toca; cualquier otra pretensión de verdad está ya condenada a la sumisión realista y al engaño.

Mar sin fin de lo que no se sabe, eso lo hay; no existe: lo hay.  Refiriéndonos a eso, ya he vuelto a decir un par de veces “pueblo-que-no-existe” para referirme a aquello que puede revelarse contra el Poder.  Lo hay, lo que no se sabe; en eso, como solemos decir a veces, la Realidad, nosotros, nos estamos perdiendo; nos estamos perdiendo continuamente, hundiéndonos continuamente, cayendo continuamente, y al mismo tiempo costantemente tratando de defendernos de eso de hundirnos, caer, ni perdernos; nosotros, y las cosas en general.

Lo otro que hay, y que no existe, es algo no sólo distinto, sino perfectamente opuesto: es justamente eso de el Reino de ‘que lo que es, es lo que es’, ‘el que es, es el que es, y nada más’, lo que los filósofos pueden llamar, dando ya desde ahí pie a la equivocación, “el Ser”, o cosas por el estilo.  Aquí lo decimos restaurando la cópula: “lo que es, es lo que es”.  Con esa triple manera de introducción se engaña menos, y ahí están todos los que hemos llamado ‘entes ideales’: no sólo el Ser en ese sentido, sino ‘todo’, ‘nada’, los números...Los números en primer lugar, para no descarriarnos, los números llamados ‘naturales’: ‘uno’...Todo eso lo hay, pero desde luego no existe: en la Realidad no hay ni ‘todo’, ni ‘ser del todo lo que es’, ni ‘uno’, ni números que formaran parte de la Realidad como cosas.  Cosa absurda, puesto que los números, por el contrario, están para contar las cosas, y mientras las cuentan ellos no pueden ser cosas, no pueden pertenecer a la Realidad.  Una serie así de entes ideales, de esos hay que decir que lo hay, quién puede negarlo.  En un plano relativamente más humilde, la Geometría de Euclides nos da el ejemplo: no hay en la Realidad ni triángulos, ni esferas, ni elipses, ni nada de eso; no son reales, no existen, pero ¿quién puede negar que los hay?, ¿que los hay en esa condición de entes ideales?  Están ahí justamente en esa condición.  

Nosotros, las cosas, nosotros cosas que somos, la Realidad, también puede decirse que lo hay; lo hay.  Pero además, existe, esa es la cuestión: lo hay también, pero además existe, cosa que en los otros casos no podía decirse, ni tenía sentido ninguno, y esa es la falsedad costitutiva de nosotros cosas de la Realidad.  Esa falsedad no puede nacer sino con la pretensión de que desde Arriba, por así decir, los entes ideales se introducen en, y rigen, la Realidad, las cosas: los entes ideales están fuera de existencia, no existen, pero están rigiendo costantemente la existencia, la pretensión, la necesidad, no sólo de cada uno de nosotros, de ser el que es, cosa que nunca puede conseguir, sino también de las cosas llamadas inanimadas e inertes, las cuales también del mismo modo tienen como nosotros que pretender ser las que son, y ser cada una la que es.  De forma que esta pretensión, esta regencia desde el ideal, desde Arriba, es justamente lo que hace que podamos descubrir que la Realidad, las cosas, nosotros, somos falsos; justamente por esa intromisión de la pretensión de ser el que es, de ser los que somos, de que son los que sean, etc.

Sobre esto estábamos estos días dando vueltas, y utilizábamos por ejemplo los intentos de los físicos teóricos, o de los filósofos de la Ciencia, y los fracasos de esos intentos, más o menos declarados, más o menos escondidos.  Hablábamos de cómo la Matemática al servicio de la Ciencia había tenido que renunciar a aquello que algunos llaman, añorando, “el Paraíso de las ecuaciones lineales”, donde todo marchaba así de liso y llano, para complicarse estraordinariamene, pero no por su propio juego, sino evidentemente por la intromisión del servicio a la Realidad; del servicio a la Física en primer lugar, y a la Realidad en general.

Es eso lo que nos hacía relacionar el asunto de las ecuaciones con el asunto ya físico de la cadena de las causas, y descubrir cómo esta cadena de las causas, a bien pensar, se desmoronaaaba rápidamente, descubría su falsedad: las causas, la cadena de causas, lo uno tras lo otro, lo uno causa de lo otro, lo otro efecto de lo uno, todo eso que se nos sigue contando y haciendo valer, se desmorona en primer lugar con el reconocimiento del inmenso número de causas de cualquier suceso, de cualquiera de nosotros, de cualquier cosa; sólo por una astracción por mano militar puede efectivamente, entre esa balumba de causas, seleccionarse alguna que sea ‘la causa’, que sea el Padre verdadero del que procede el hijo, sin más intromisión de nada.  Todo eso empieza a desmoronarse.  Es el reconocimiento, que a nosotros se nos venía haciendo claro de mucho antes, de los múltiples factores de cualquier cosa, los múltiples factores que hacen cada cosa, de tal forma que todo lo de ‘causa’ es una selección.  

Efectivamente, lo que sí reconocíamos, y a esto nos dedicábamos los últimos días, es que, desde el momento que las cosas son plurales, múltiples, pretenden ser así, no pueden menos de estar en relación unas con otras: las relaciones son simultaneas con las cosas, no puede haber cosas sin relaciones entre cosas.  Y estas relaciones, cuando toman una forma física, es lo que se llama ‘interacción’, ocasionalmente ‘acción a distancia’ (misterio a debatir entre los físicos hoy día), ocasionalmente ‘leyes’...;leyes obtenidas por astracción, como las Leyes de Newton, que no son más que eso, un medio de encontrar la causa en las interacciones. De tal forma que reconocemos, reconocíamos estos últimos días, eso sí, la presencia, no digo ya ‘universal’, como dicen los físicos, pero la presencia por doquiera, en cuanto hay cosas, en cuanto estamos nosotros, en cuanto hay Realidad, de la interacción entre ellas, en cualquiera de las formas de esa interacción.  Que para llamarla con un nombre menos feo podíamos acudir al verso de Dante “amor, che muove il sole e l’altre stelle”.   ‘Amor’, porque efectivamente viene a ser eso otra manera de llamar la cosa.

Recordad que una vez que esto se reconoce, se reconoce al mismo tiempo que debido a la presión siempre presente también de los entes superiores, de los entes ideales, esa interacción, ese amor, tiene que reducirse, o intentar reducirse, a leyes, del tipo de las de Newton que he puesto; intentar reducirse a leyes: se reconoce entre las cosas que nosotros somos que eso del amor, que podía ser, pues simplemente interacción ocasional, desde el leve roce hasta la mutua penetración de masas o cualquier cosa por el estilo, pero sin límites entre lo uno y lo otro, tiene que convertirse en una cuestión de sí o no.  Esta es la regencia desde Arriba, del Ser: no vale más y menos, más/menos, tiene que ser sí o no: es Amor de verdad, o no es Amor de verdad.  Por poner un ejemplo que ya a estas alturas a muchos de vosotros, como a mí, les tiene que parecer hasta ridículo, pero que sin embargo sigue siendo ilustrativo si lo aplicamos a lo que pasa, no sólo con nosotros, sino con las cosas en general.

Finalmente esto nos traía a la cuestión de la gravedad, por emplear el término de los físicos; que era harto llamativa, porque efectivamente, en el último progreso de la Mecánica Cuántica, que es nuestra forma predilecta de Teología hoy en día, sigue siendo un problema no resuelto, y eso lo hace especialmente atractivo. Se nos sugería que podíamos confundir gravedad tomada fuera de la Realidad, actuando sobre la Realidad, como lo mismo que tiempo fuera de la Realidad, actuando sobre la Realidad.  Porque el Tiempo dentro de la Realidad, pues todo el mundo sabe qué aparato es; es un aparato bien conocido, el Poder lo usa todos los días, el Capital también, en forma de Crédito o cualquier otra forma, y tiene su ordenación en Pasados y Futuros, que luego necesitan una bisagra a la que llaman ‘Presente’ para acabar de mantener el juego.......En fin, todo un artilugio descaradamente falso, pero real; real en el sentido de que rige los movimientos y transacciones de la Realidad.

La propuesta que se nos asomaba era echar eso fuera, y pensar que ‘gravedad’, lo mismo que ‘tiempo fuera’, actuando sobre la Realidad, quiere decir que sería, no ninguna causa, porque las causas son dentro de la Realidad, no ninguna Ley al estilo de las físicas ni las jurídicas, pero sí como el motor, dentro de la Realidad, de las leyes y de las causas.  Esto era lo último con lo que nos andábamos, y es lo que conviene que quede claro y sobre lo que dentro de un rato os volveré a preguntar.  Si seguimos llamándolo ‘tiempo fuera’ y ‘gravedad fuera’, no es más que por eso: porque suponemos que sin ser ello ni causa ni ley ninguna, es, por emplear un término físico, el motor que hace que en la Realidad se establezca la cadena de causas, y se establezcan las leyes, físicas, sociales, jurídicas, o de cualquier orden, como intento de regulación.

Bueno, pues este era el repaso que me parecía oportuno.  No sé cuantos de vosotros me lo agradecerán o no, pero parecía que no estaba de más volver sobre ello.  

Y ahora, vamos a esto: todo esto que os cuento y os resumo en este rato, estos descubrimientos, estos hallazgos, con frecuencia perogrullescos, son descubrimientos que cualquiera sabe si se deja pensar; lo que pasa es que como no se deja pensar (no sólo el Capital y el Estado no dejan pensar, sino que uno mismo tampoco se deja pensar), pues entonces por eso parece que hay que descubrirlo, ¿no?, y descubrir cuán perogrullesco era. Esto pueden parecer cosas de razonamiento (y son cosas de razonamiento: razón o lengua, dejándose hablar de las cosas, de la Realidad), pero lo que me importaba insistir ahora era en ‘el sentimiento’, por así llamarlo, en esta congregación vaga que nos juntamos aquí de vez en cuando con intención política: tendría que exigirse, desearse, que no sólo se pensaran estas cosas que he vuelto a decir y que estamos diciendo cada día, sino que se sintiera; esa es la cuestión.  Porque desde luego, si esto es una actividad política, es una actividad por el pueblo que no existe, el pueblo al que no se le deja vivir, al que se le cambia la vida siempre posible por existencia, que quiere decir ‘Futuro’, para no andar dándole vueltas.  Si este intento es en ese sentido de dar voz a eso del pueblo-que-no-existe, entonces es preciso que no reine aquí, entre nosotros, esa separación entre pensamiento y sentimiento a la que os tienen acostumbrados.  Es preciso que cada vez que algo de esto se diga, razonando, se esté al mismo tiempo sintiendo esa herida que el pueblo-que-no-existe padece desde abajo, desde el comienzo de los tiempos en que hay Poder; que se sienta en ese sentido.  Si se divorcia lo uno de lo otro, pues ya comprendéis que la cosa no marcha.  Por eso, para dar ejemplo y seguir hablando de ‘sentido’, ha dao la buena coincidencia de que el otro día Isabel, aquí presente, tuvo la ocurrencia de leerme versos de una poetisa uruguaya bastante conocida, Idea Vilariño, y entre ellos encontré uno que parecía que justamente a lo que daba voz era a los sentimientos de esto.

-Y eso que se llama Idea.

A-Y eso que se llama Idea.  De manera que, como es útil, le voy a pedir a Isabel que vuelva a leernos, para todos, el poema.

-Esta señora ya es bastante anciana, y está bastante retirada en su Montevideo, y la verdá es que es muy fina y acierta mucho.  Amo a vé.  “El Ojo”: “¿Qué pasa ahora?/ ¿Qué es este prodigio, este/ desplome de prodigios conmoviendo la noche? /¿Qué es esto?, preguntamos /¿Qué es esto y hasta donde? / El mundo cede, vuelve,/ retrocede, se borra, se derrumba, se hunde,/ lejos deja de ser. ¿Qué será de nosotros?/ ¿Qué es esto?, preguntamos recelosos,/ ¿Qué es?  /Y sin embargo,/ sobre el sordo delirio sobre el fuego/ de todo lo que quema y que se quema,/ en lo más implacable de la noche,/ en lo más ciego de la noche está,/ planeando sobre el colmo y la ceguera,/ un ojo frío y despiadado, y neutro,/ que no entra en el juego,/ que no se engaña nunca,/ que se ríe”.

A-Pues ya lo habéis oído.  Supongo que entendéis en qué sentido lo he traído aquí.  La primera parte, hasta el punto en que dice “sin embargo”, pues no hace más que desarrollar eso: el sentimiento que cualquiera, si se deja, tiene, de cómo esto se deshace por todas partes y de todas las maneras que con varias imágenes ella dice.  Y en la segunda parte, desde que dice “sin embargo”, aparece el reconocimiento de lo que aquí decimos ‘entes ideales’, o ‘desde Arriba’; Dios o poco menos tiene que ser el reconocimiento de eso que está ahí fijo, que no se engaña nunca.  De manera que bastaría con que la primera parte se dijera algo más serenamente (porque aquí reconocemos que nos estamos hundiendo en lo que no se sabe, pero lo reconocemos sin gritar mucho, ¿eh?, porque pa qué, si no nos vale de nada, ¿no?), y en la segunda parte, abordar la presencia inevitable de Ése que desde Arriba pretende saberlo todo con algo menos de miedo, con algo más de despreocupación.  Esto son recomendaciones meramente técnicas, como comprendéis, para tomar la cosa, pero de todas formas ya veis una correspondencia, que es la que me interesaba, entre una manera de formulación, a lo poético, y el razonar, al que aquí nos dedicamos; lo uno con lo otro, sentimiento con pensamiento.

Bueno, pues entonces después de esto os dejo ya correr la voz para cualesquiera cuestiones, dudas, ocurrencias, que os hayan venido mientras tanto, así que adelante ya.

-Cuando has dicho lo de la diferencia entre los números y las cosas, yo tuve una vez una especie de sueño imposible que me hizo despertar: y es que en mi sueño había tres vacas, y yo me vi de repente ordeñando al tres.

A-Está bien, gracias, es gracioso, te lo has inventao; te lo has inventao, como te inventas todos tus sueños.  A ver, sí.

-Cuando usted habla de Poder, ¿a qué se está refiriendo?

A-Al Poder.

-¿Pero al Poder sobre los demás, al Poder de establecer leyes, al Poder...?

A-Sobre el pueblo-que-no-existe.  Lo estoy diciendo todo el rato: la víctima, y por tanto el sujeto de rebelión, es el pueblo-que-no-existe.  A las personas, nunca, a las personas, no: pueblo-que-no-existe.  Y el que está Arriba es el Capital, el Estado, Dios, cualquier forma de Poder.

-¿Y todo eso es el Poder?

A-Sí. Todo el mundo lo sabe.  ‘El Poder’ se llama a eso.  Aquí únicamente añadimos que uno mismo también es el Poder, uno personalmente también, para que no haya confusiones; uno personalmente también es el Poder, como Dios.

-Lo que pasa es que desde el momento en que uno se relaciona con otra persona, también establece una relación de dominio de uno sobre otro.

A-Sí, sí.  En primer lugar, como ya Engels y Marx decían, en la Familia del proletario, el macho, el Padre, es efectivamente el Poder sobre ella.  Bueno.  Antes que eso, antes que sobre la mujer y los hijos, sobre uno mismo; sobre uno mismo, en contra de uno mismo.

-Claro, entonces llegaríamos a la conclusión de que nosotros somos nuestros propios dominadores.

A-Sí, sí, por supuesto.  Para ser esactos, personalmente dominadores de lo que por debajo nos queda siempre de pueblo-que-no-existe, gracias a que uno no es nunca del todo el que es.  Ése es el sentido en el que la cosa se presenta.

-¿Y el ser dominador justifica sobredominar a los demás?  Ser dominador, y al mismo tiempo dominado, ¿te justifica de cara a dominar a los demás?

A-No lo puedo entender siquiera.  ¿Qué justificación...?  ¿Ante quién podría justificarse eso? ¿Ante qué Tribunal?

-(Ante sí mismo.)

A-Entonces no vale para nada.  Eso no tiene ni sentido, no; no hay justificación de ningún tipo.  Venga.

-Se ha dicho que lo único que hay de verdad es lo desconocido.  Y yo veo también que verdad es la contradicción que se presenta en la Realidad, que costituye dos mentiras, que es el que las cosas sean o no sean por separado.  Pero lo que sí es verdad es que las cosas son y no son a la vez, ¿no?

A-Eso es lo que costituye lo que he llamado ‘la falsedad de la Realidad’. Es costitutivo.  Eso es la Realidad.

-Entonces esa afirmación es verdad; el decir que las cosas son y no son al mismo tiempo es verdad, ¿no?

A-Eso es una verdad; eso ya es una verdad.

-Eso es verdad, esa afirmación.

A-Esa afirmación efectivamente, si está bien hecha, es destructiva, y por tanto, al ser destructiva de la Realidad, es verdad, nos lleva al ‘no se sabe’.  La condición es únicamente que sea efectivamente una contradicción formulada sin salida ninguna.  Tú te has acercado a hacerlo.  Si eso funciona, efectivamente es una manera de hablar destructiva de sí misma, y por tanto en ese sentido destruye o desbanca a cualesquiera formulaciones realistas, y viene a un descubrimiento de que no se sabe.

-No sé si recuerdas cuando Antonio, que tenía tres años, de niño, me dijo, “abuela, eres guapa y eres fea, eres mala y eres buena, eres vieja y eres joven”.  ¿No te acuerdas, que te quedaste así muy estrañao?  

A-Sí, sí, eso; contradicciones de ese tipo se dicen.  ¿Cómo es la copla del estar contigo?

-Ni contigo ni sin ti.

A-Pues eso: costantemente se están tratando de formular contradicciones.  Simplemente le pongo esa condición de que sean puras, sin salida, que no quepa ningún término medio.   A ver.

-¿Por qué les negamos la existencia a los ideales, si por un lao decimos que los hay, y por otro lado decimos que el de los ideales es el Reino del Ser?  Y definimos ‘existencia’ como que lo haya, y que sea lo que es.

A-Que lo haya, y que además exista, lo cual quiere decir que tiene que casar el que lo haya con que es lo que es.

-Pues parece que eso los únicos que lo cumplen son los ideales; lo cumplen mucho más perfectamente que las cosas.
 
A-No, no, porque los ideales no cumplen nada de eso.  Los hay en la Fe, como ideales.  Las cosas, nosotros, somos una imposición del ideal del ser el que es, sobre algo que no es eso.  En los entes ideales no hay nada de eso: ni en los triángulos siquiera, ni menos en los números, ni en el todo, ni en el nada, no hay nada ‘sobre lo que’, escepto su injerencia en la Realidad, pero en sí...

-Yo veo que los ideales son distintos de las cosas, lo único que tal como hemos definido ‘existencia’, como la unión digamos de la habéncia hacia el ser, aunque esté bastante mal dicho...

A-Sí, sí, tienes razón, porque tomas lo de ‘hay’ en un sentido tan general como yo lo he dicho, tal vez indebidamente; tal vez había que decir ‘hay’ de dos maneras, es decir: para Arriba hay en la Fe, porque lo hay, porque a la Fe, al fin y al cabo, a la Fe también absoluta, cerrada, en que es lo que es, pues hay que reconocerle una forma de producir habencia: lo hay; puesto que lo hay en Fe, lo hay.  Y esto es evidente en el manejo del Capital; el Capital está todos los días idealizando: algo que hay puramente en Fe, como por ejemplo el curso del Fisco o del Dinero el año que viene, lo presenta como si fuera una cosa, mintiendo.  Los entes ideales de por sí no tienen más haber, más ‘hay’, que en la Fe; al revés del sin fin, de lo que no se sabe, que no tiene más haber que en la pérdida de la Fe.

-Los ideales entonces son puramente falsos.

A-Sí.  Bueno, yo he reservado el término ‘falsos’ para el intento del casamiento, pero podría estenderse también para lo otro.  Pero fijaros en la doble contradicción: como hemos dicho aquí los últimos días, a la verdad no hay aproximación; por el camino del más, menos, y eso, no se llega a la verdad.  Por Arriba, eso quiere decir que ninguna cosa triangular de la Realidad, por mucho que se esfuerce, puede llegar a ser ‘triángulo’.  No hay aproximación; aquí la verdad es la mentira, la verdad es la de la Fe, y a esa no hay aproximación, pero el intento de aproximación es costante.  En cuanto a por abajo, por la pérdida, efectivamente no hay más aproximación que el perder la Fe, el que la cosa pierda la Fe; no hay más que esa pérdida, y lo uno impone debidamente a lo otro.  Sí, sí: reconozco, y es útil esta cuestión que sacas, porque mi empeño en usar claramente los términos me lleva a veces a usarlos de dos maneras sin distinguir debidamente.  ¿Qué más se te ocurría?

-¿Entonces, por qué la guerra es contra la Realidad, y no contra los ideales?

A-Porque es lo que nos ha tocao.

-Pero la Realidad, si es falsa, es por injerencia de los ideales.

A-Nosotros no podemos luchar más que contra la Realidad.  Estamos dentro; no podemos luchar contra los ideales directamente.

-Por la parte de la Fe, atacando la Fe.

A-Atacando la Fe; atacando la Fe, que consiste en que ese casamiento entre ser el que es, y lo otro de debajo, es posible.  Atacando esa Fe.  Pero no podemos atacar directamente a los triángulos, ni a los números, ni a ‘todo’, porque no están aquí; nosotros estamos metidos dentro de la Realidad.

-Pero esa es la mejor forma de ataque, ¿no?, decir...

A-Es una forma de ataque, indirecta, a través de su actuación, de eso que he llamado ‘regencia’ en la Realidad a través de eso, y por tanto de la Fe.  Aquí decimos que no hay otra política de pueblo-que-no-existe, más que hablar, razonar, sentir, contra la Fe.  No cabe otra.  A ver.

-Ya está un poco respondido, pero bueno. Parece que cuando se dice que la Realidad no es todo lo que hay, se puede entender de dos maneras: como que la Realidad y lo que hay son opuestos, o también que la Realidad es como parte de lo que hay, que lo que hay es algo más, aparte de la Realidad, que es precisamente lo que no se sabe.  Pero entonces parece que hay ahí algo que no...

A-No, no hay por qué darle tantas vueltas

-Es que parece que se ha dicho eso, tú lo has dicho, como que lo que hay no es sólo la Realidad , sino que además incluye lo que no se sabe.  Pero no parece que dentro de lo que no se sabe pueda haber un ámbito como lo real, que de alguna manera delimita, que pone límites a lo que no se sabe.

A-Hombre, ‘un ámbito’ en el sentido de que estamos cayendo en eso, pero nosotros estamos en la Realidad.  Nosotros, como no podemos dedicarnos directamente a luchar contra el ideal,  tampoco podemos dedicarnos como si estuviéramos en lo que no se sabe y pudiéramos pensar la Realidad como incluyéndose en ello, ¿no?  No nos cabe más que perdernos.  La frase “la Realidad no es todo lo que hay”, es simplemente la negación de la frase que el Poder enuncia: “la Realidad es todo lo que hay”.  “¡Eso es la Realidad, hijo!”, que le dice el Padre, tal vez propinándole un puntapié, al muchacho en formación: “¡eso es la Realidad, hijo!”.  “Es todo lo que hay”, que quiere decir ‘Futuro’.  La proclamación de que la Realidad es todo lo que hay y no hay más que la Realidad, la negación de eso; esa frase no es más que la negación de esa afirmación, que se supone dominante por doquiera.  ¡Y más!

-Hay muchas cosas, a ver si me acuerdo de todas.  Voy a retomar lo de los ideales.  Los ideales, quiero entender yo, me gustaría que me lo aclarase, que puede ser Budismo, Cristianismo, Evangelistas, lo que sea de cualquier...

A-Te lo corrijo enseguida antes de que sigas, porque si no nos armamos líos: eso son cosas parroquiales, eso son ideales parroquiales.  Aquí se ha hablao de una manera que comprende a todo eso sin nombrarlo para nada: se ha hablao de que lo que es, es lo que es, el Ser, se ha hablado también de Dios, en cualquier sentido que se tome, se ha hablado de ‘todo’, se ha hablado de ‘nada’, y todas esas cosas que mencionas son cosas que quedan comprendidas dentro de eso.  Cualquier Fe es la misma Fe.

-No, pero es que es un ideal: Buda es un ideal, Dios es un ideal, los evangelistas...

A-Bueno, como te digo, son ideales parroquiales.  Es que si no, nos vamos a liar otra vez en guerra entre Alá y Jehová, por culpa de no darnos cuenta de que son el mismo; por culpa de no darnos cuenta que son el mismo, coño.  Es una cosa evidente.  Lo que no podemos perdernos es en estas parroquialidades, porque eso nos mete otra vez en la Realidad.  Hemos hablao contra la Fe, cualquiera que sea.  Luchamos contra la Fe, cualquiera que sea, sin distinción.  Adelante.  Es que dijo que tenía más cosas.

-No, de la Realidad, pero si cada vez que hablo entonces me...

A-Ah, no, no, no, pero no importa, tú sigue.

-De la Realidad: la frase: “Nada es lo que parece”  Entonces, ¿dónde empieza la verdad, y dónde termina la mentira?

A-¿Dónde está esa frase?

-En boca de mucha gente.  No sé quién la dijo.

A-¿Y qué preguntas?

-Hombre, nada es lo que parece, la Realidad y la verdad, que hay gente muy de verdad, que es la verdad, o hay cosas que son de verdad, como un cuadro de Velázquez, como un Goya...

A-¿Eso es de verdad?  Eso es real, ¿no?, y entonces no es verdad.

-Pero también está la frase...No, si es usté el Maestro, y por eso yo le pregunto.  Hay una frase que quiero que me la aclare, que es “nada es lo que parece”.  Entonces, ¿dónde empieza la verdad y termina la mentira?  Eso me gustaría saberlo; seguramente que dentro de veinticinco años lo sabré.

A-Bien, antes de que te dé paso a la tercera: esa frase efectivamente es una frase que nace bastante del sentido común, es bastante reveladora; representa la desilusión o desengaño, porque te han hecho creer que sí, que son lo que son, y descubres que no, que lo parecían, pero que no son.  Tiene el inconveniente de que eso todavía se presta bastante a confusión.  Aquí se ha dicho de esta otra manera: “no hay ninguna cosa que sea del todo la que es; aquí en la Realidad no hay más que aproximaciones, y esas aproximaciones no llegan nunca a la verdad, que está fuera de la Realidad; no hay ninguna compatibilidad entre Realidad, o existencia, y verdad”. Tercera:

-Ya no me acuerdo.  Pero ya le cogeré el tranquillo.

A-Bueno, pues guárdala.  

-Una pregunta sólo: yo lo he entendido cuando has dicho que la gravedad y el tiempo están fuera de la Realidad, pero ().

A-No, no, no ‘están’, no.  Era una propuesta de tomarlos fuera: estraer de la Realidad el Tiempo real, falso, con Presentes y Pasados y Futuros, para reconocer como un motor, o las leyes de la gravedad y el peso, para reconocer en ellas también algo que actúa desde fuera.

-Pero dices el tiempo social entonces, que es como un ente ideal, el tiempo.

A-No, no, ideal no, ideal no.  Está bien planteado; está bien planteado, porque puede dar lugar a confusión.  Estamos estos días trayéndolo entre manos.  Yo no sé lo que dará de sí, pero esa propuesta de reconocer en el tiempo, o la gravedad, no lo que está dentro de la Realidad, sino algo de fuera que no es ley, no es causa, pero que está promoviendo, poniendo en movimiento, dentro de la Realidad, las causas y las leyes, esto efectivamente podría parecer que se refiere a los entes ideales de los que hemos estado hablando, y no; en la propuesta de momento, no; ni tampoco se confunde con el no saber.  No sé lo que dará de sí esto, como digo: tú mismo, y cualquiera, está en trance de contribuir a ver qué es lo que esta propuesta tiene que dar de sí.  No sé a quién le toca.

-Yo ya le he contestado a esta señorita, que ella estaba haciendo referencia a las religiones, a Jehová, a lo que sea, y entonces lo que le he mandado es que se lea La República, de Platón.

A-¿Pero para qué?

-Porque ahí hace referencia a lo que es la Fe, el Cristianismo, y qué es lo que debes de creer, y que es lo que no debes de creer.

A-Perdona, pero no hace falta leer La República de Platón, ¿eh?  Además, ése es un libro del que no puede uno fiarse, no te recomiendo que te fíes, porque empieza como si estuviera en los diálogos juveniles, en que lo que hacía era tratar, con más o menos fidelidad, de presentar a Sócrates hablando por las calles y descubriendo las contradicciones y la falsedad de las ideas de cada uno.  Empieza así, pero luego Sócrates se va bastante al carajo, y acaba...

-Yo decía más o menos una base de la Religión.

A-No, no, eso ya, lo que he dicho: aquí es contra la Fe, y cualquiera Fe es la misma, no hay por qué distinguir entre la Fe religiosa, la científica, la moral, cualquiera; todas son Fe, las que sostienen esa falsedad de que eso de que ‘lo que es, es lo que es’, pueda ser compatible con algo que hay aquí latiendo por debajo.

-Una cosa que se me ocurría cuando estábamos hablando el otro día de las interrelaciones, y de la relación que se establecía entre entes, por ejemplo entre peso y amor, y...Si tiene sentido entonces hablar de relaciones buenas con relaciones malas.  Es decir, que si decíamos que es lógico que se establezcan relaciones desde el momento en que hay cosas diferentes, si ahí tiene sentido establecer que unas relaciones son buenas y otras relaciones son malas.

A-Digamos ‘inocentes’.

-Son unas más pesadas que otras.

-Lo que normalmente se dice: que amor es bueno y odio es malo, por ejemplo.

A-No puede haber, como es propio de la Realidad (creo que ya te entiendo) mas que una diferencia gradual.  Efectivamente, lo que he dicho antes de que cuando el amor quiere hacerse Amor de verdad, de sí o no, evidentemente eso es lo que produce todos los desastres y desgarramientos que todo el mundo conoce, no quiere decir que uno declare enteramente inocentes las otras relaciones.  Entre las cosas no hay mas que más y menos, de manera que la diferencia es de grado: amor que se hace con míííínima cantidad de Fe: más inocente; Amor que está cargado con la máxima cantidad de Fe: tremendo, mortal.  Ésa es la escala.

-Claro, en las relaciones entre la gente, no sólo se habla de amor; se habla de odio, se habla de guerras, y ahí se establecen como unos códigos de lo que es bueno y de lo que es malo, y ahí es donde me aparece la duda, porque una cosa es la gradación, y otra cosa es la (Realidad).

A-Sí, incluso también ahí, sí: uno puede darle bastante hincha al prójimo por lo que sea, pero le tiene hincha, y no se lo cree mucho; le tiene hincha, y dice “ sí, a mí este tío me cae gordo, no lo soporto”, pero se lo dice y no le da mucha más trascendencia.  Pero amigo, que avance un poco y empiece a justificar eso de por qué le tiene ese odio, y convierta al otro  en un () verdadero: entonces ya estamos perdidos.  Pues es lo mismo, la misma gradación.  A ver.

-A mí me recuerda la gravedad ésa misteriosa al ‘logos’ al que se refería Heráclito, que va produciendo todas las cosas

A-Pues no es, porque ‘logos’ es lo que llamamos ‘la lengua’, ‘lengua’ o ‘razón’.  Que efectivamente está también fuera de la Realidad, puesto que habla de la Realidad.  Y si habla de la Realidad es que no es real, que no está dentro, porque si no, no podría hablar: dentro de la Realidad hablan los idiomas; también los idiolectos particulares, generalmente para defender una realidad u otra.  Pero cuando habla de la Realidad sin más, desde fuera, no es real.  Y que esta razón, que, como en Heráclito se muestra, por un lado está dentro, puesto que está haciendo todas las cosas (“todas las cosas se hacen según esta razón”), y por otro lado está fuera (“de todos los que he oído, ninguno llega a tanto como decir que lo inteligente está fuera de todas las cosas”), que esto se pueda, como propones, reducir, o al revés, a la propuesta de la gravedad y el tiempo, no lo veo claro.  Evidentemente lo que tienen de común es que están fuera, que actúan ‘sobre’, pero nada más.  Yo por ahora no pasaría más allá, pero como digo, ésa es una cuestión que está ahora candente entre nosotros.  ¿Qué más quedaba?  Sí.

-Acabas de decir una cosa que invalida un poco lo que voy a decir: has hablado de ‘gradualismo’ hace un momento...De ‘gradualismo’, de la mayor o menor Fe que uno ponga en las cosas, ¿no?

A-Ah, sí, ‘gradación’, sí.

-Pero mi pregunta era la contraria: ¿Por qué tu Filosofía es tan radical, o mejor dicho, tan negadora absolutamente de todo lo que se puede pensar en propiedad?  O sea, ¿por qué tienes esa seguridad en el Dogma de que ‘lo que sí, es no’?

A-A esto se le puede responder muy claro, cualquiera de los que me acompañáis: “¿Por qué tu Filosofía...?

-Te va a contestar Ester.

-Pues yo le contestaría que la negación consiste precisamente en negar precisamente...

A-No, no, se puede contestar más rápidamente: simplemente, porque yo no tengo ninguna Filosofía.  En una tertulia política se trata de dejarse hablar para ver si por casualidad, algún rato, por mi boca o la de cualquiera, sale algo de voz de ese pueblo-que-no-existe, y estamos por tanto en contra de todas las Filosofías de los filósofos, lo mismo que sean optimistas que sean pesimistas, da igual.  Estamos en contra de la Ciencia, porque aquí lo que estamos deseando es que algo de sentido común hable, y por tanto, si me queda algún resto de Filosofía, lo maldigo, y a ti de momento te puedo responder que no tengo ninguna Filosofía.

-No tienes Filosofía, pero hay una serie de Dogmas...

A-¿Dogmas?  No tenemos Dogmas.  Estamos contra la Fe.

-Dogma: “La Realidad no es todo lo que hay”.  Eso es un Dogma.

A-Si has oído hablar contra la Fe, te habrás dado cuenta de que aquí no hay Dogma ninguno.  ‘Dogma’ es ‘de Fe’.  La declaración, la negación de “la Realidad no es todo lo que hay”, es la negación de la simple afirmación de que la Realidad es todo lo que hay, como acabo de recordar antes, y eso no es ningún Dogma: es una negación.  Y si cazas algo que no sea una negación, sácalo, porque en definitiva, como decimos, lo sólo que el pueblo-que-no-existe sabe decir es ‘no’: ‘no’ a Lo que Está Dicho, ‘no’ a las Opiniones Personales, ‘no’ a las Doctrinas Políticas, ‘no’ a las Doctrinas Religiosas, ‘no’ a cualquier cosa que se le imponga desde Arriba, y eso es todo, y eso no se presta a Dogma ninguno.  Con la negación no se hacen Dogmas. Ya muchas veces he prevenido a muchos de los que me acompañan: “encontrarás, cuando destruyas en una discusión alguna de las ideas recibidas, que te digan ‘entonces tú, ¿qué propones?’”.  Para la negación no se pueden ni crear Dogmas, ni crear Ideas, ni nada.

-Pero hay una afirmación: “La Realidad es falsa”, ¿no?

A-“La Realidad es falsa” quiere decir ‘no es verdadera, como pretende’.  Como he aclarao, porque he dicho que la falsedad consiste en que las cosas, no pudiendo ser lo que son, pretenden ser lo que son.  La negación de esa pretensión es de lo que se trata.  No sé si quedaba alguien más.

-Pensando en la propuesta esta, que me parece que has dicho que es una propuesta de que el tiempo y la gravedad los echamos fuera de la Realidad, esa propuesta es un poco como un acto de Fe que tenemos que...

A-No es ninguna propuesta, es una tentativa.  Ahí justamente no cabe ninguna Fe; es algo que, como todas las tentativas, pues consiste en que se pone a prueba, se ve qué juego da, cómo entra en contradicciones o no entra...

-¿Y qué viene a resolver, o qué viene a responder?

A-Al hecho de que los cuerpos pesen, de que haya movimiento entre las cosas, de que las cosas que somos se junten unas con otras, y todo eso.  Eso, como no reconocemos leyes internas como primarias, nos echa fuera.  El fundamento de la propuesta está en la negación de la cadena de causas, y de las leyes que se formulan dentro de la Realidad: no vemos cómo esas leyes ni causas, dentro de la Realidad, pueden ponerse en marcha.

-¿No podría ser, con esto que venimos diciendo, el pensamiento casi fundamental que tenemos aquí de que las cosas no son lo que son, y el pase a eso de esa defensa tan atroz, tan enorme, de las cosas...?

A-Que tienen que pretender ser lo que son, sí.

-¿...del Capital, del Poder, de pretender ser lo que son, que es el fundamento...y el desfundamento?

A-Sí, evidentemente; por lo menos tiene mucha relación con eso la propuesta.  Puede ser una especificación de eso, no lo sé, no estoy muy seguro.

-Yo estaba intentando entender eso de la gravedad y el tiempo, y me estaba imaginando, no sé si mal, la gravedad como donde se hunde la Realidad, donde...

A-No, a eso no le puedes llamar ‘gravedad’, porque ‘gravedad’ es una acción o algo así, no es un sitio.

-¿’Gravedad’ no es donde se hunde la Realidad?

A-La gravedad se hunde en lo que no se sabe, no hay otra manera de designarla.

-Pues eso, que la Realidad...

A-No, no, la gravedad no se hunde.  El otro día os decía para terminar que el primer motor, empleando el término aristotélico, sería en ese sentido el peligro de descubrir que era mentira.  Y a eso es desde luego a lo que más directamente se puede aplicar la propuesta de...

-¿’El peligro’ de?

A-De que se descubra que era mentira, de que las cosas pierdan la Fe en sí mismas.  Ése es el primer motor, puesto que hace falta suponer que para que haya dentro movimiento, gravedad, amor, algo tiene que venir de fuera que le hace tomar a esta defensa de las cosas esos caracteres de interacción, de amor, de peso, de lo que sea.

Bueno, se ha hecho muy tarde, de manera que si el Señor no se enfada mucho y nos deja, dentro de siete días seguimos aquí.