18.02.2009
Agustín García Calvo
Ateneo de Madrid
- El origen distinto de la idea y de la sensación de movimiento.
- Contra la falsa interpretación del “todo fluye”, el descubrimiento de la contradicción.
Tertu165-18-2-2009#Tertu165-18-2-2009.mp3
TRANSCRIPCIÓN:
Seguimos con la cuestión, la pregunta siempre abierta, que nos ha surgido con estos descubrimientos a partir de la consideración de eso del movimiento. Os recuerdo a los que estabais conmigo el otro día, y si no para los demás, que teníamos que reconocer dos orígenes distintos para la noción misma, idea, de ‘movimiento’, y para el sentimiento, sensación, con que se recibe, con que nosotros por ejemplo lo recibimos.
Recordáis cómo era: esto de la Realidad, que es costitutivamente falsa, de alguna manera no puede menos de relacionarse hacia fuera, por un lado, con la verdad, que en la Realidad no cabe; la verdad de lo sin fin, lo continuo, es decir, no discontinuo, como la Realidad tiene que ser. Y es de ahí de donde sin duda nos entra esto de que el movimiento de las cosas se nos aparezca como continuo; cosa que no puede ser, porque en la Realidad la continuidad no cabe, pero de ahí afuera, de lo sin fin, lo desconocido, que es la verdad, se nos cuela, como por poros, porque las cosas, y nosotros, no estamos nunca cerrados del todo, no estamos bien hechos o concluidos del todo, somos en ese sentido porosos, y de ahí nos viene la sensación, o sentimiento, que nos hace entender, sentir, en realidad, el movimiento como continuo, como un fluir continuo, o algo por el estilo.
Al mismo tiempo, desde Arriba, desde esa especie de Empíreo de los entes ideales, que no existen, pero que tienen que estar influyendo costantemente en la existencia (entes ideales del tipo de ‘todo’, ‘nada’, ‘uno’, los números, todos los cuales tienen esa condición ideal, no existente, y al mismo tiempo sabemos que están costantemente rigiendo la existencia), de ahí nos viene la idea de movimiento, el reconocimiento del movimiento entre los entes reales, entre las cosas, nosotros entre ellas, por medio de leyes, por ejemplo las fórmuladas por Newton, o cuales quiera otras, por tanto con sujeción a los números: toda ideación tiene que acarrear al mismo tiempo consigo una cuantificación, pretendidamente esacta, numérica, aunque sabemos que nunca puede serlo de verdad ni del todo; eso no cabe tampoco en la Realidad.
En suma, es de ahí de donde nos viene la necesidad de tomar el movimiento como algo, no de más y menos, no como una onda vaga, sino aplicarle a esa onda vaga el sí o no, que es lo que arrastra consigo, pues las cuantías pretendidamente numéricas, las leyes que rijan ese movimiento de las cosas. Ésta, no sé si tengo que recordároslo, es a su vez una ley de existencia; para las cosas en general, y para nosotros como una clase de cosas que somos, y no otra cosa, una clase de cosas, también en particular, es una ley de existencia: la condición de la Realidad es que está continuamente, estamos continuamente, deshaciendose, deshaciéndonos; porque nunca estamos bien hechos, nunca estamos cerrados, nunca las cosas son del todo lo que son, están por tanto deshaciéndose, desliéndose, amenazándose, amenazando también nosotros, con perdernos en la verdad, en lo que no se sabe, lo sin fin, lo continuo. Y para seguir existiendo, pues tenemos que defendernos, las cosas y nosotros, introduciendo la cuestión de sí o no, es decir, haciendo como si nos creyéramos (o creyéndonos, porque da lo mismo), que efectivamente las cosas son lo que son, que cada uno de nosotros es el que es, que el movimiento entre las cosas por tanto es también una especie de cosa, a la que se le puede aplicar eso del sí o no, que no cabe.
Espero que esto, que no es más que un repaso y prolongación de lo del último día, esté lo bastante claro, y si no, ahora cuento por vuestra parte con todas las dudas que haga falta para desesclarecerlo, que es a lo que aquí en esta tertulia solemos estar: desesclarecer las nociones que nos están impuestas, que es desmentir; desmentir la Realidad, que es costitutivamente mentirosa. Desmentir la Realidad, como única manera de rebelión contra el Poder y lo demás, que ha istituído esa Realidad, que está alimentado por la Fe en ella. Sin la Fe, no podría el Poder sostenerse ni un momento; necesita la Fe.
Pues bueno, a eso estamos, y entonces aquí hay que corregir algunas malas interpretaciones que seguramente a muchos de vosotros os han llegado, primero por el trato cotidiano y normal, y después y sobre todo por la Educación recibida, por las nociones que la Cultura dominante ha establecido, y de las cuales no podéis, ni podemos, considerarnos libres del todo nunca. Nos han hecho así, con esas mentiras, con esas ideas; nos las han inculcado desde pequeños, por el trato mismo, el trato comercial, y el trato educativo, sobre todo, de manera que ahí vendrán los errores que voy a tratar ahora con vuestra ayuda de corregir.
Esos errores, que vienen sobre todo de una mala interpretación de unos dichos que había en el libro de Heráclito de Éfeso, y que se nos conservan en algunos de los fragmentos: la Doctrina del fluir, “todo pasa”. Ésa es la cosa de la que os han informado, falsa, y ahora vamos a verlo. Bueno, es el error que por todas partes ha dominado. Me acuerdo ahora de aquel soneto de Quevedo.......que no me lo sé entero en este momento, pero me sé el final, aquel soneto de “buscas en Roma Roma o peregrino”. Es decir, donde a lo largo del soneto se muestra el derrumbamiento, el hundimiento de los monumentos de la antigua Roma y todo eso, y se costata que sin embargo el Tiber sigue corriendo, con lo cual se da pie para rematar con “solamente lo fugitivo permanece y dura”.
Bueno, pues esta declaración entre otras muchas es fruto de esa mala interpretación de que estoy hablando, porque ya se comprende que en cuanto se hacen declaraciones de ese tipo, del tipo del “todo fluye”, resulta que al fluir se le da una permanencia, como Quevedo mismo dice, es decir, se le convierte en una cosa de la que se puede hablar como de las demás cosas, y que por tanto está ahí, por lo menos nos queda como permanente la impermanencia, el fluir, el correr, el perderse, el deshacerse. Esto es una domesticación del descubrimiento de que las cosas, nosotros, efectivamente nos estamos deshaciendo a cada momento. Pero eso no es eso sólo, y para entenderlo tal vez lo más simple es volver a los restos del libro de Heráclito que quedan, principalmente el más citado, y mal citado: el de los ríos. Porque en la mala interpretación, ya desde Platón y Aristóteles, y a lo largo de toda la Filosofía o Ciencia, que es donde se ha establecido, vino a tomarse como una Doxa, Doctrina, Heraclitana, el “panta rei”. Esta fórmula del “panta rei” (“todas las cosas corren, fluyen”) no aparece en los fragmentos, y debió establecerse en alguno de los comentaristas de Platón, o de Aristóteles, y desde entonces ha corrido así.
Me acuerdo ahora también de que Don Antonio Machado, que se acordaba de vez en cuando de esta Doxa Heraclitana del “panta rei”, no me acuerdo en que lugar dice “que opuso al panta rei su nada corre”, o algo así. Y sobre todo en otro sitio acierta al comienzo: “todo pasa y todo queda”. Después, “todo pasa y todo queda,/ pero lo nuestro es pasar,/ pasar haciendo caminos,/ caminos sobre la mar”. De manera que lo nuestro, es decir, de esta especie de cosas que somos los hombres, sería el pasar; la Realidad volvería a consistir (la nuestra, que es la Realidad), en lo segundo, en el pasar. Estropea el comienzo (“todo pasa y todo queda”), porque ése es el que es una verdadera traducción de lo que se dice en los fragmentos de Heráclito, el de los ríos: “potamóisi tóisin autóisin”, “en los mismos ríos entramos y no entramos, estamos y no estamos”. Así es como lo leéis en mi edición, que de esa manera simplifica una cantidad de líos que en torno al fragmento han cundido entre los estudiosos de Filosofía: “en los mismos ríos entramos y no entramos, estamos y no estamos”, para que haya más claridad.
De manera que ahí lo veis: las dos cosas son verdad, por tanto ninguna de las dos es verdad. Esto es lo que nos ilustra acerca de la Realidad. Es verdad que entramos en los mismos ríos, porque los ríos, como cualquier cosa, pretenden tener su permanencia (el Tíber de Quevedo, o cualquier otro río), y es verdad que no entramos en los mismos ríos, porque evidentemente, desde otro punto de vista, o tomado con otros sentidos, el río nunca es el mismo, por el hecho de que se nos aparece como continuamente fluyendo. Y por si lo de “entrar a bañarse en” se prestara a confusión, el fragmento debe añadir “estamos y no estamos”: aunque optemos por la otra hipótesis, que es, no que entremos a bañarnos, sino que estemos quietos en el cauce del río, la cosa sigue oliendo igual: tampoco es verdad ninguna de las dos cosas; es verdad que estamos en el mismo río, no es verdad que estemos en el mismo río.
Bueno, pues ahí tenéis, dicho de la manera más simple que se me alcanza, la corrección de las ideas que han cundido acerca de todo eso. De manera que no hay cuidao de que a la razón heraclitana se le ocurriera decir que la verdad de la Realidad es el fluir (“panta rei”): lo que la razón hace es, como de costumbre, contradecirse a sí misma, es decir, enunciar la contradicción. Lo que de verdad no nos engaña es la enunciación de la contradicción (“entramos y no entramos, estamos y no estamos”), porque eso es que la razón, volviéndose sobre sus propias obras (que son el vocabulario de los idiomas, la Realidad) descubre la inanidad, la vaciedad de la pretensión de verdad de nada de lo que esté mentado, significado, como cosas, como personas, en la Realidad. Es el descubrimiento que no engaña, el descubrimiento de la contradicción, que es lo que nos hace descubrir que la Realidad es costitutivamente falsa, en el sentido de que no cabe en ella ninguna verdad; la contradicción misma enunciada lo demuestra.
Bueno, hay que añadir a su vez que en ningún idioma (ni en el dialecto jónico de Heráclito, ni en español, ni en ningún idioma), se puede hacer de verdad lo que ahí se pretende hacer, es decir, presentar la contradicción. No puede, porque no le queda más remedio que hacerlo por medio de la coordinativa (“té kai” en griego, “y” en español): “entramos y no entramos, estamos y no estamos”. ¿Qué pasa aquí?: pues que resulta que también el idioma cualquiera que sea, con tal de que sea un idioma real (la lengua verdadera no aparece en la Realidad, porque habla de ella), pero en cualquier idioma sucede esto: que también al producirse (hablando en primer lugar, pero si después se hace por escrito, da lo mismo), tiene que ser una sucesión, una prosecución. Es decir, que otra vez se mete ahí el movimiento en el lenguaje mismo, y la contradicción en la pretensión de que se está hablando continuamente, se ha dicho toda la frase de una vez, se ha pronunciado cada fonema de una vez, entero, y al mismo tiempo la evidencia de que no es así. De manera que vuelve otra vez a aparecer la contradicción inherente a la Realidad cuando el hablar a su vez es una Realidad, una producción; inmediatamente entonces está condenado a lo mismo: a pretender ser continuo por un lado, y al reconocerse como discontinuo, sucesivo, por el otro lado.
El remedio ya se os ocurre cual sería: el remedio sería que se pudieran decir las dos cosas al mismo tiempo, con lo cual este fantasma del tiempo de la producción quedaría anulado, si se pudiera decir al mismo tiempo “entramos”, y al mismo tiempo “ no entramos”, al mismo tiempo “estamos”, y al mismo tiempo “no estamos”. Esto no cabe en un lenguaje normal. Seguramente se os está ocurriendo que en una máquina, por ejemplo, se puede grabar lo uno sobre lo otro, y reproducirlo, a ver qué resulta: se graba en la máquina “entramos”, se corre para atrás, se graba encima “no entramos”, y a ver qué resulta. O si queréis, con formas más modestas, se escribe en la cinta “blanco”, se retrocede un poco, se escribe encima “negro”, y a ver qué resulta. Igualmente sin máquina podría ser que en lugar de uno cogiéramos a dos, y los educáramos, como se puede hacer muy bien preparando una función teatral, que al mismo tiempo uno dijera “entramos” y el otro dijera “no entramos”, al mismo tiempo uno dijera “blanco” y el otro dijera “negro”. Esta es la cosa. No se adelanta mucho, porque resulta que de todas formas no se podrá oír al mismo tiempo; es imposible que se oyeran las dos cosas al mismo tiempo: la condena a la sucesividad, con esos recursos, no parece que pueda remediarse, salvo lo que dentro de un momento se os ocurra a vosotros decirme con respecto a todo esto.
Eso sería la verdad, y la verdad es incompatible con la Realidad. Lo más que puede hacer la razón, como en el fragmento de Heráclito, es coordinar con “y”, con “té kai” (“embáinomen té kai úk embáinomen”, “entramos y no entramos”), y confiar en que el que oye, aunque ha oído primero lo uno y después lo otro, haga como si lo hubiera oído a la vez, de golpe. Ésa es la única manera en que en un idioma humano parece que pueda hacerse eso. De todas formas, es como veis una manera muy inmediata, muy simple, de reconocer, de hacérsenos reconocer, la contradicción inherente a la Realidad, y que no cabe compatibilidad por tanto, como creo que decíamos el otro día, entre Física y lógica, entre un hablar acerca de la Realidad, y un dejar que la razón se vuelva sobre ese hablar y descubra su mentira. No hay compatibilidad posible entre ambas cosas.
El otro día nos estuvimos entreteniendo mucho en hacer notar el sentido político que estos descubrimientos tienen: consistía en haceros recordar de vuestros propios sufrimientos la cantidad de veces al día que os hacen creer en la verdad de las cosas y de los hechos, el papel mortífero de la información, que es propiamente la costitutiva de la Realidad. De manera que quien reconoce esta imposición perpetua, este imperio de la Creencia o Fe en la verdad, yo creo que entiende ya sin más cómo esto que estamos descubriendo es una acción, política, contra el Poder, la sola que nos cabe: descubrir la mentira de la Fe, la mentira de la Realidad.
Vuelvo un poco todavía sobre el caso de la cosa que es el habla, por ejemplo el habla humana. La convención esencial es que se haga como si no; es decir, es imposible, no sólo que una frase se pronuncie de una vez: es imposible que una palabra sintagmática como tramo se pronuncie de una vez, es imposible que el mínimo, un fonema, se pronuncie de una vez.......Todo ello evidentemente está condenado a eso de la duración, que es la introducción del movimiento también en este tipo de cosas que es las palabras, los fonemas, las frases; se introduce también ahí. Podemos oírnos y entendernos gracias a este mecanismo, el mecanismo de la astracción, que consiste en hacer como si no: los ruidos con que un fonema se pronuncie duran un poco, y además la mayor parte de ellos son ruidos en el sentido informático, son impertinentes para el entendimiento, y tenemos una capacidad que astrae de ahí; de ahí coge lo que hace falta para reconocer que algo del tipo de “ssshsshssss”, es el fonema “s”, en español contemporáneo. Esa es la capacidad de astracción, que evidentemente en los otros niveles se aplica igual, en el de la palabra, y hasta el de la frase, que es lo último que la Gramática de los idiomas rige, el máximo: se hace como si toda la frase se hubiera oído de una vez. Es imposible, no se ha oído, pero para entenderla desde luego tenemos que hacer como si la hubiéramos oído toda, porque sólo así podemos comprender la relación entre los complementos de un verbo con el verbo, de los determinantes de un nombre con el nombre, la acción de la oración subordinada con su principal.... Si lo oyéramos así, simplemente una cosa tras la otra, no podríamos entender nada; tenemos la facultad astractiva, y ésta es la esencial de la lengua, en contra de muchas cosas que os hayan contao por ahí acerca de esto de la lengua, pero la facultad esencial consiste en eso, en lo de la astracción.
Tengo que recordaros que, en contra de lo que nos cuentan también acerca de nosotros como los que vemos las cosas, y las analizamos, y las teorízamos, nosotros no somos más que un caso de cosas, y por tanto esta facultad astractiva tengo que reconocérsela a las cosas, a cualesquiera. Es muy fácil para nuestra lengua, para la lengua humana, porque es la que nos toca, pero es más difícil reconocerla para un animal, para un astro, para una cosa de cualquier otro orden. Es muy difícil, pero aunque no sabemos hablar el lenguaje de las alcachofas, no sabemos hablar el lenguaje de los ruiseñores, no sabemos hablar el lenguaje de los planetas, no sabemos hablar los otros lenguajes, hemos tenido que reconocer, por pura modestia, que hablan cada uno en su idioma, y efectivamente hay datos, incluso para nuestro torpe análisis, que muestran algo de la facultad astractiva en las otras cosas: la capacidad para, de todo aquello que un zorro está viendo, o que una alondra está viendo y sintiendo en un momento, se astraigan y retengan los solos puntos que son para el zorro y para la alondra interesantes. Esto lo vemos a cada paso, y esto efectivamente quiere decir ‘facultad astractiva’. Lo que las zorras y las alondras, como nosotros, perciben de por sí, sería un barullo, una continuidad indistinta, porque es demasiao: puestos a la ventana, ante el campo abierto, o a la calle, lo que se recibe es sin cuento; sin cuento, y parece que una alondra, o un zorro, puede hacer lo que nosotros: astraer de aquello los pocos datos que son de alguna manera interesantes para su subsistencia de cada uno, para lo que sea.
Tengo que ir a las cosas inanimadas, para que no nos hagamos líos. No se trata de animales sólo: cuando nos hablan, o nos hacen estudiar cosas de interacción entre elementos químicos, reacciones químicas.......o también se podría descender después a las interacciones físicas, pero en fin interacciones, reacciones químicas, que parece que se producen en momentos precisos, de temperatura, por ejemplo, en situaciones bien determinadas, y que en otras no se producen, implican efectivamente que en la (....ción) de las reacciones de cualquier tipo que sea está rigiendo una capacidad astractiva semejante también. Bueno, ya no voy a esplicar más ejemplos, porque ya tenemos bastante. Ya me diréis hasta qué punto algo se os revela contra admitir esos descubrimientos.
Lo que sí quería añadir, es que un caso de cosas especial es evidentemente el de las cosas que nosotros fabricamos; la vieja distinción entre ‘naturales’ y ‘artificiales’. Las cosas que nosotros fabricamos evidentemente pueden estar sujetas a lo mismo que he dicho de las alcachofas, las alondras y todo eso, pero tendrán que estarlo de una manera, por interposición de nuestra propia lengua. ¿Podemos fabricar una máquina con capacidad astractiva, tal como os la he presentao? Es el problema con que os voy a dejar por hoy, antes de pediros la palabra. Porque eso de “hacer como sí” se hubiera oído de una vez la frase, “hacer como sí” se hubiera oído la palabra entera, “hacer como sí” se hubiera oído precisamente el fonema, y ningún otro ruido, eso parece que para una máquina es dificil. Durante muchos años yo abandoné los intentos de que tenía noticia en este sentido; me parecía que eran tan trabajosos, para aproximaciones imperfectas, que no valía la pena. Quiero decir sobre todo el mecanismo de escribir: una máquina que oyendo pudiera reducir a escrito. Me parecía muy difícil. El proceso inverso puede que sea algo más fácil, pero bueno, igualmente improbable. Es otro problema; desde luego, es otro problema, ¿eh?, el problema de una máquina que leyendo caracteres de escritura, pudiera convertirlos en habla. Es tal vez en algún sentido más fácil.
Ahora nos fijamos en el problema del mecanismo de escritura: una máquina que oyendo habla corriente, humana, pueda escribirla al dictado, como cualquier niño aprende a hacer muy pronto; haciendo astracción necesariamente, porque si no, no podría aprender a escribir. Pues bueno, ahora, al cabo de los años me he vuelto a enterar, por el uso de los movilitos, de que han avanzado las Ciencias una barbaridad. Han avanzado una barbaridad, porque me he encontrado (y es para lo que pido vuestra ayuda), con que el mecanismo que han adoptado (el método “Dicta”; le llaman “Dicta”), lo han hecho suyo las compañías de teléfonos móviles, no sé si todas, o algunas. Lo han hecho suyo, tienen un mecanismo que se llama “Dicta”, y que podéis encontrar en vuestros móviles, y que además es barato; dicen que una operación de ésas cuesta como una llamada, nada más, pero lo importante es que lo hace muy bien; lo hace mucho mejor que los ensayos que años atrás yo había percibido. Os asombraréis, si me seguís en el esperimento, porque hace realmente maravillas en cuanto a reconocimiento de palabras, separación normal de los muchos clíticos que tiene el español (‘me’, ‘te’, ‘se’, ‘lo’, ‘el’, ‘la’), que por todas partes estorbarían, pues palabras y todos estos clíticos que las acompañan. Usa además sólo dos signos; no usa el signo de acento, pero usa el punto y la coma, y generalmente los pone bien. Hasta tal punto ha entendido las cosas: generalmente los pone bien. Esto es lo asombroso, lo que da que pensar. Como yo no he estudiado informática, pido ayuda por si alguno de vosotros sí lo ha hecho, y puede ayudarme a entender cual puede ser el mecanismo, o más bien la combinación de mecanismos que se han elegido, cosas que estén todas al alcance de una máquina, pero que al mismo tiempo puedan combinarse para producir ese efecto.
Desde luego, en contra de lo que os digo de lo bien que hacen cualquier recado corriente (“hemos estado esperándote todo el día, pero no llegabas, así que hemos decidido marcharnos, y tú verás lo que haces”. Todo eso te lo puede escribir bien, casi dicho como os lo he dicho, con un poco más de cuidao mejor), frente a eso es fácil hacerla fallar; en los esperimentos he visto que se la puede hacer fallar. Desde luego, introduciendo separación entre palabras indebidamente, cambiando el sitio del acento de las palabras, con eso se la hace fallar a la máquina en dos pasos. Por ejemplo, si a la máquina le decía “de caramelo dirán que está hecho”, seguro que lo escribía. Pero si le digo “de cara melo di ránques tá hecho”, la máquina para esos casos responde que no ha podido, y te advierte que es un servicio sólo para castellano. Más fácil todavía: en uno de los mensajes practiqué el cambio de acento, dije “sé lo díre”, le puse al “se” un acento, y cambié el del “diré”: “sé lo díre”. Un oyente sabe que ha acentuao mal, pero hace como si no, y lo entiende. “Sé lo díre”. No podía reconocer “se lo diré”, en eso, y sacó “cielo, dime”, alterando mucho más.
Bueno, no me voy a detener más, porque era sobre todo para pediros ayuda a los que más entendáis, si queréis entreteneros en esto. Desde luego, con estos esperimentos, ni mucho menos me he acercado a adivinar cuales son los mecanismos, ¿eh?, los mecanismo que imitan la astracción de los hablantes corrientes. Ni me he acercado. Se ve cómo se la puede hacer fallar, por tanto se deduce que la figura acentual de la palabra juega mucho, que cuenta con que se hagan separaciones perceptibles mecánicamente entre palabras sintagmáticas, pero bueno, estoy muy lejos de entender los mecanismos.
Y con esta invitación a practicar esperiencias, y ayudarme a descubrir cuales pueden ser los mecanismos, pues os voy a dejar. Era a partir de la astracción, del hacer como si no, la eliminación, en la inmensidad de los ruidos, de todo lo que no haga falta oír, en la inmensidad de la vista, de todo lo que no haga falta ver. Esto es lo que teníamos que aprovechar para atribuirle también modestamente a las cosas en general lo propio de la Realidad, que consiste en eso: nos estamos perdiendo, pero tenemos que estarnos defendiendo costantemente para eso. Y de esa manera, para defendernos, introduciendo de Arriba el sí o no, que en la Realidad no tiene lugar, y aplicándoselo a la onda vaga: no es un ruido, no es una onda vaga: es, o “p”, o “t”, por decirlo en dos palabras.
Bueno, pues en eso os dejo ya la palabra que corra para cualquiera de los puntos de que se trate, así que adelante.
-El otro día, una esplicación que me dio un gitano en el rastro, que le dije que cómo se pasaba eso a escritura, y me dijo que tienen muchos payos pony en (Bodafone), ecuatorianos, bolivianos, que están enseguida tomando nota, y enseguida copian el testo y te lo mandan inmediatamente. O sea, que no se creen lo de la máquina. Dice que esa gente habla mú fino, y enseguida te cogen los payos pony. Les llama “los payos pony”, no sé, porque son bajitos.
-Lo que hacían los chinitos. Desde luego, no se puede creer que estén en la operación de la máquina, pero desde luego millones de chinitos, sea cual sea el método, tienen que haber estado trabajando en los programas, para conseguir estos éxitos tan tremebundos. Millones de chinitos.
-Pero yo lo que quería preguntarte: efectivamente, la Realidad, si la miramos de modo descreído, es aproximativa. Cualquier cosa es aproximativa: una alondra no es del todo alondra, un lagarto no es del todo lagarto, y sobre todo no es del todo ni sí ni no nunca, ni hielo ni agua. Entonces, lo que hace realmente que entremos y no entremos en el mismo río, es esactamente el lenguaje, el hablar.
A-Bueno, bueno. No has seguido bien, porque yo después he pasado al caso del lenguaje mismo como cosa, y al caso del “y”, de manera que efectivamente no es el lenguaje. La necesidad de defenderse para subsistir la reconocemos común a las cosas; para nosotros se nos aparece muy claro, para nuestras actividades y lenguaje, pero tenemos que atribuírsela a las otras cosas: a la continua amenaza de perderse, de perdernos, está respondiendo, como defensa, una práctica del sí o no, que viene desde los ideales, desde Arriba, donde está Dios. El caso del lenguaje humano es un caso entre los demás. Adelante.
-Según estabas recordándonos la formulación de los ríos, y la imposibilidad de enunciar simultáneamente las dos predicaciones contrarias de la verdad, pues sí que me parecía que en esa misma frase, en la parte del tema, se pretende, no digo decir, pero sí aludir al mismo tiempo dos condiciones contradictorias de esos ríos que dicen, a saber: por un lado el río Esla, el río Ebro, el río Tíber, y por otro este río que está aquí. Así que ahí sí que parece que......
A-No entiendo.
-Que sí que es al mismo tiempo, es decir, que “en unos mismos ríos”, ahí está por un lado el río ideal, que está en el Empíreo, pero por otro lado está este río que está aquí corriendo.
A-Claro, por eso son los mismos y no son los mismos.
-Sí, pero ya lo has dicho tú de ()
A-Claro, no queda más remedio.
-Pero lo que quiero decir es que si en la parte del érgon está dividido (entramos y no entramos, estamos y no estamos), “en unos mismos ríos”, no.
A-No está sintácticamente (), pero justamente la frase, a pesar de que tiene una entonación de coma, tenemos que oírla entera, ¿eh?, de manera que no se dice en ningún momento “en los mismos ríos”, y punto. No, no: dice “en los mismos ríos entramos y no entramos, somos y no somos”. Y a pesar de la coma, por astracción, tenemos que entender eso entero; y la segunda parte, el érgon, o el predicado, hace que la primera efectivamente descubra su contradicción, que no estaba formulada. Podía haberse reduplicado, y haber dicho “en los mismos ríos y no en los mismos, entramos y no entramos”; habría sido redundante: basta con que la segunda parte de la frase actúe sobre la primera, y descubra que efectivamente son los mismos, y no son los mismos, por el hecho de que entramos y no entramos, y estamos y no estamos.
-Y respecto a lo otro de la astracción, no me parece que las cosas eliminen ruido, sino que es que no pueden hacer otra cosa, es que oyen lo que oyen, es que un español oyendo inglés, o árabe, cuando oiga “ja, ja, y ja”, oirá “j”.
A-Ya. ¿Y los animales?
-Pues, si no pueden hacer otra cosa más que el zorro oler los rastros que se encuentre por ahí, o ver a la liebre, y no será capaz de ver otras cosas.
A-Pero bueno, es evidente que el zorro recibe una cantidad de olores increíble, como cualquiera, y que solamente percibe propiamente (es decir, en el sentido de que se hace una idea), percibe los que por algún motivo le interesan, hace una astracción. ¿Quién no hace una astracción? Y con los ruidos, lo mismo.
-En cierto sentido, yo creo que lo que ha dicho este hombre más que nada es que el sujeto cognosciente está en dependencia de la totalidad de la Realidad.
A-¿Quién es el sujeto?
-El sujeto cognoscente.
A-¿’Sujeto cognoscente’? ¿Y después de lo que me has oído hablar de la modestia nuestra, que nos hace considerar que no somos más que un caso de cosas? No nos vayas a enfrentar otra vez a los hombres con las cosas, no. Aquí hemos perdido toda intención de humanismo, y desde luego términos filosóficos como ‘sujeto’, los hemos desbancao hace mucho ya; no queremos ni acordarnos de ellos, están para engañar. Pero vamos a ver, aún sin decir “sujeto cognoscente”, a lo mejor querías decir algo.
-Más que nada es enfatizar la idea esa de que la totalidad de la Realidad está en dependencia de aquel que percibe la Realidad, y entonces lo que este hombre decía más que nada yo creo que es eso: que la Realidad, los objetos que percibimos, están en dependencia de la persona que lo percibe.
A-La persona, o la cosa, o el animal, ¿no?, o el potasio. Dependen, no de ningún sujeto cognosciente: dependen de la necesidad que tenemos, las cosas y nosotros, de defendernos de esta continua pérdida en la que nos estamos hundiendo. Y ‘defendernos’, quiere decir ‘aferrarnos, de entre las muchas cosas que se nos echan encima, a unas pocas, que son las necesarias para nuestra subsistencia’. No hace falta ni ‘cognoscencia’, ni ‘sujeto’, ni nada; todo eso está bastante claro en lenguaje habitual, en lenguaje corriente. Otro.
-He dejado de venir dos días a la tertulia, y me he embrutecido un poco. En la cita de Heráclito veo algo tan asombrosamente inocente y ingenuo, que no sé si lo veo bien: en los mismos ríos entramos y no entramos, estamos y no estamos, está hablando de dos cosas completamente distintas: los mismos ríos en que entramos son los ideales, como decía Mario, o sea, el Ebro, el.....Y el río en el que no entramos, es el agua que se está escapando.
A-¡Esacto!
-O sea, que lo que está oponiendo, es el uso de los ideales, está cuestionando el significado de las palabras, la relación de la Realidad con los ideales, y no otra cosa.
A-No veo por qué. Está cuestionando la verdad del sí o no: ¿los ríos son los mismos? Entonces, entramos en ellos. ¿No son los mismos? Entonces, no entramos. Está claro, lo uno va con lo otro.
-Pero lo uno es el río ideal, y lo otro es el río que está aquí, luego lo que está poniendo en cuestión es esa relación digamos entre la lógica y la Física.
A-Claro, claro: desmontando, haciéndonos ver efectivamente que la Física y la lógica son incompatibles, una vez más. Yo no sé si eso es una ingenuidad, pero desde luego es lo que la frase descubre, esa incompatibilidad.
-¿Y por qué llamamos ‘lógica’ a los ideales?
A-No es precisamente a los ideales, no: ‘lógica’ es el razonamiento, y el razonamiento, razón común, como recuerdas, actúa a su vez de dos maneras contradictorias, es decir, fabrica la Realidad, y la fabrica utilizando ideales, sí o no, y al mismo tiempo se vuelve contra ella, y descubre que era mentira lo que estaba haciendo. De manera que tal vez no sea muy justo decir ‘lógica’ a lo bruto: hay que decir ‘lógica’ en el sentido doble de que hace las dos cosas, ¿no?
-Entonces, la operación esa de volverse contra esa fabricación, en lo de Heráclito parece que se hace cuando se dice “no entramos”, o “no estamos”, ¿no?
A-No. Sólo se hace haciendo las dos cosas a la vez.
-Sí, bueno, primero diciendo “en los mismos ríos entramos”, pero luego negándolo.
A-Sí.
-Entonces, la primera afirmación parece que es falsa, porque es la pretensión de que los ideales se pueden aplicar a lo que haya, y la segunda es un desmentimiento de esa afirmación, ¿no?
A-Pero se dan a la vez: la operación de razón, la que aquí tratamos de seguir, solamente se hace por la enunciación de la contradicción, no se puede hacer por separado.
-No, no digo por separado: digo que primero se recuerda lo que se suele creer, y luego se desmiente.
A-No, no: eso es por separado; eso desde luego se corregiría según la propuesta utópica que os he sacao aquí de que se pudieran decir y oír a la vez las dos cosas; entonces la operación sería de verdad de una vez. Entretanto, se hace como si fuera de una vez, y sólo así. Está en el sentido de todo lo que os dije al comienzo: contra la falsa interpretación de que todo fluye, las cosas fluyen, el “panta rei”, etc., el descubrimiento es el de la contradicción, que aparece ahí, y que solamente se puede hacer así. Salvo que se os ocurra algún otro procedimiento para que dos a la vez se puedan decir.
-Pero no entiendo la ventaja de tener que decir, o oír, el sí y no a la vez para descubrir la contradicción.
A-La ventaja es que entonces no tendrías que acudir, como se acude, al usar la coordinativa “y”, a los recursos de un idioma humano (griego antiguo o español), entre los cuales se incluye efectivamente el hacer como si no; el hacer como si no fueran una detrás de otra.
-Pero que basta con decir ‘sí’ y ‘no’ a la vez, o sea, que no necesitaríamos ni máquinas ni ningún otro procedimiento. Eso ya es una manera, ¿no?
A-Se habría hundido; se habría hundido en la Realidad. No sé yo si hay más imaginaciones que no se me han alcanzado de ver cómo se puede decir, oír, al mismo tiempo.
-Pero la interpretación del ideal, ¿es una cosa interior a la Realidad? Es que yo no veo la......
A-El ideal es esterior a la Realidad, y rige, interviene, costantemente en la Realidad.
-Claro, es que la Realidad singular se da por el mero hecho de nosotros percibir lo universal o lo ideal. O sea, si ha mentado usted antes.......
A-¡Cuanta Filosofía sabes! Si dices ‘singular’ y dices ‘universal’, estamos perdidos, casi es como si volviésemos a creer en Aristóteles. Nada de lo que intentes explicar, de lo que se ha dicho, en lenguaje filosófico, lo esplicará; al contrario: lo oscurecerá. Aquí lo que hacemos es, todos los días, reducir las cosas que se han enunciado en lenguaje más o menos filosófico, a lengua común; a lengua común y corriente. ‘lo singular’ y ‘lo universal’, no aclaran nada; por el contrario, nos vuelven a armar grandes barullos, como los que hemos arrastrado toda la Historia.
-Me quedé con lo de los móviles, que dictan, o algo así. Pero ahí tampoco no escapamos del juego del Dinero, del discurso del Dinero, porque tienes una cantidad de palabras para escribir, para enviar mensajes.
A-Por eso es por lo que me interesa a mí entender el truco; el truco que ha obtenido tanto éxito. Si no fuera porque tiene mucho éxito, porque trasmite los mensajes corrientes casi siempre bien, no me ocuparía de intentar entender cual es el mecanismo que las Compañías han adoptado, y que efectivamente les hace mover Dinero, claro. Que es una parte de las muchas apariciones de éxitos tremendos que el Poder nos proporciona, y el Capital; ésta me toca más directamente, porque toca a esto de la lengua, pero estamos llenos. ¿Cómo nos podrían tener tan mansos, tan domésticos, si el Capital no estuviera proporcionando todos los días logros asombrosos en las técnicas y demás? Es así como se sostiene. Por tanto, como una de las cosas que más puede apabullar una rebelión desde abajo contra el Poder son justamente esos éxitos asombrosos, predicciones que si no se cumplen del todo, se aproximan mucho (vamos, las meteorológicas no son el caso, porque siguen fallando mucho, pero hay otras predicciones con más éxito todavía que las meteorológicas), y naturalmente, para no sentirse apabullao, una de las cosas que nos toca hacer es tratar de descubrir cuales son los trucos; cuales son los trucos; entenderlos en el nivel de la Física, o de la aplicación de la Física a la Realidad.
-Respecto a lo que decías del desesclarecimiento, y luego la mala interpretación del libro de Heráclito, que estoy pensando que muchas veces, como la verdad no está en ningún sitio, por diferentes caminos se llega a la misma contradicción. Entonces, la interpretación errónea de Heráclito.....
A-No he entendido por qué caminos quieres decir.
-Los caminos, en este caso, de interpretación errónea; la interpretación errónea de Heráclito era que nadie se mete dos veces en el mismo río, o la simplificada, o la que tenía fallos, ¿no?, la vulgar.
A-Sí, la simplificada, sí.
-Claro, y a esa se le añadía, yo he oído después por ahí, que me pareció graciosa, que había un discípulo de Heráclito que decía que ni siquiera una. Que nadie se mete dos veces en el mismo río, pero ni siquiera una.
A-Un comentador de Aristóteles, sí.
-Claro, entonces tienes por un lado que todo fluye, en el sentido vulgar en que se suele entender el fragmento de Heráclito, y por otro lado con este añadido, con esta coda, quedaba al revés: como que no hay movimiento, como que nada fluye, que es lo que decía Machado también.
A-Bueno, no esactamente así. El discípulo que añadía era el propio Crátilo, el hombre a través del cual Platón conoció más o menos bien en su juventud el libro de Heráclito. Era el propio Crátilo el que decía que ni siquiera una, que en realidad no era más que coger la segunda parte. Es que la segunda parte (estamos, y no estamos), casi no la recogen ninguno de los citadores, y yo he usado eso para demostrar que estaba, porque en “estamos, y no estamos”, ya no se trata de dos veces: es una, como decía el propio Crátilo, ¿no? Pero la falsificación esencial está en que la enunciación contradictoria se ha reducido a uno de los términos, y entonces se nos hace creer que, por lo menos lo fugitivo, permanece y dura. Un consuelo, ¿no? Es el error. Sí.
-Respecto a lo del reconocimiento de voz, yo me imagino que se hará de alguna manera en base a un modelo sonoro, que será una letra, y en base a cuánto se aproxima una vez recogido el sonido y representada la onda. En base a cómo se aproxima al modelo, y si se cae más en una letra o en otra, ¿no? Me imagino que jugando con probabilidades, y ahí es por lo que a veces falla.
A-Cuando estas máquinas hace veinte años, que es cuando yo me ocupé de eso, funcionaba muy mal (y las vendían, de todas maneras), lo que exigían era un tipo de hablante bastante restringido, es decir, un tipo de voz, un estilo de pronunciación, y todo eso. De manera que como ahora funcionan casi para cualquier hijo de vecino, eso tienen que haberlo corregido....., sí, lo que se nos ocurre es lo que a ti: cuantitativamente, es decir, a fuerza de acumular miles de tipos de voz, miles, o más de miles, de tipos de voz, y de pronunciación y de enunciación, que todos ellos para la máquina vengan a dar en una amplitud de reconocimiento que se salte muchas diferencias.
-Sí, o quizás bastaría con ver a qué se acerca más la onda sonora, si se acerca más al ideal que tenemos de la letra ‘a’, o al ideal que tenemos de la letra ‘b’.
A-No, es que la máquina no tiene. Justamente lo que estamos averiguando es cómo se puede maquinalmente, porque suponemos que la máquina no tiene la capacidad astractiva, de manera que tiene que hacerlo......
-Pero la máquina podrá dibujar un gráfico, y podrá hacer una comparativa que le diga si se acerca más, según ciertas medidas.....
A-Si a la máquina se le ha acumulado una cantidad enorme de posibilidades, eso puede llegar a ser una imitación aproximativa. Otra cosa que desde luego se me ocurre, es que tiene que intervenir en el mecanismo un momento de fonografía, es decir, que la máquina no puede operar directamente sobre la audición, sino que la audición se va convirtiendo en una especie de electrocardiograma, y de ahí puede que le sea más fácil operar. Tened en cuenta que tardan un poco, ¿eh?, como lo comprobaréis, y cuando le pones una cosa de trampa, como yo lo he hecho, tarda algo más, pero por lo demás, si no, no: responde en cinco, seis, o siete segundos.
-Y siguiendo un poco con lo que eso puede significar, llevado a nuestra forma de identificar las cosas, que tiene que ver, eso que suele llamarse “el parecido razonable”, que no se si es tan razonable, pero el decir que tal río sigue siendo tal río, mientras se siga pareciendo más a ese modelo de río, a lo que es el río Ebro, digamos, según está trazado en el mapa, y mientras se siga acercando más a ese modelo que al modelo del Guadalquivir, pues le seguiremos llamando río Ebro.
A-Intervienen más cosas, aparte de la forma: interviene también la situación: evidentemente, la relación con el resto de la tierra y todo eso, y más factores, todos los que inclinan a la decisión, sí.
-Pero bueno, que yo creo que funcionamos nosotros de una manera parecida.
A-Nosotros lo que hacemos es, justamente como cualquier animal, o cualquier () incluso, es seleccionar, hacer astracción, hacer como si no de la mayoría, de casi todo, para quedarnos con algo que nos sirve; en este caso, en el caso del lenguaje, que nos sirve para entender una frase, una palabra, un fonema.
-Con respecto a lo del móvil, hace años llamabas a cualquiera de los teléfonos de Información y te contestaba una máquina, tú le decías a la máquina el teléfono que querías, y la máquina te lo daba, y a veces se equivocaba, y a veces no. Yo cuando le preguntaba a la gente que conocía que trabajaba en esos sitios, me decían que lo que estaba al otro lado del teléfono era una persona.
A-Pues en el caso del “Dicta” es completamente imposible.
-Sería imposible si ese mismo mecanismo se puede tener por ejemplo en un ordenador no conectado a la red. Y Teresa lo tendría, es una pena que no esté aquí Teresa, la que trascribe las tertulias. Porque por lo que dice la gente, no puedes tener en un ordenador un programa como esos, ¿no? Los hay, pero que si yo quiero que trascriba mi voz, primero le tengo que leer el Quijote.
A-Sí, así era hace veinte años. Pero me he encontrao que han progresao muchísimo: haz la prueba: mensajes relativamente complicados, simplemente bien pronunciados, y te los escribe, y te los puntúa elementalmente, te pone el punto y la coma.
-El procedimiento de estos programas, es el mismo que el que hace veinte años había que enseñarle, lo que pasa es que las máquinas son mucho más potentes, los procesadores son muchísimo más rápidos, y lo que hacen es que en poquísimo tiempo hacen millones de comparaciones a unos modelos que se han establecido, y creo que eso es lo mismo que hacemos nosotros cuando decimos ‘astracción’.
A-No, no, nosotros hacemos ‘astracción’. Yo planteaba este problema, porque el caso de las cosas fabricadas por nosotros naturalmente parece que presenta un problema aparte del que antes hemos visto para las cosas en general, y por eso es por lo que tiene interés descubrir esto. Que la cosa es como dices más o menos, este progreso, lo entiendo, pero eso no me satisface, no me hace entender cómo......
-Pero cuando hablamos y nos parece que entendemos, y que un fonema lo reconocemos como tal, y no otro, lo que estamos es también haciendo esa comparación con otro modelo que tenemos ya previo.
A-Tenemos el ideal; eso es lo que la máquina no puede tener. Tenemos el ideal del fonema. La máquina en lugar de eso tiene que tener una acumulación de millones de realizaciones, y las puede manejar todas a la vez prácticamente, porque es.....
-Pero eso es lo que permite la velocidad de las máquinas ahora: manejar toda esa cantidad de información......
A-Lo siento, pero eso todavía no me permite a mí entender el mecanismo propiamente dicho. Bueno, pues nada, seguís dándole vueltas a esto....¡Ah!, no me había dao cuenta, es que iba a cortar la sesión. Adelante.
-Que mi hijo Manuel, de 26 años, trabaja en Londres, en una Empresa internacional sólo para corregir español para toda Latinoamérica. Entonces, los mensajes llegan, los traducen, pero alguien, por ejemplo mi hijo, uno de los miles de enanos, no sólo sudamericanos, españoles también, se dedican horas y horas, sin moverse del ordenador (eso sí, se puede venir a Madrid y seguir trabajando, o irse a Copacabana y seguir trabajando allí), pero esclavo ocho horas turnos y turnos de gente recibiendo mensajes, embotándolos en base de datos semánticas, y alguien corrigiéndolos. Luego cuando está en el servidor de base de datos semántica, está ya corregido. Está muy afinado.
A-Gracias por la información, pero desde luego así directamente no es aplicable al mecanismo del “Dicta”, ¿no?, que con cualquier voz, con que responda a lo que la máquina entiende que es castellano, con cualquier tipo de voz, y con más o menos descuido, en pocos segundos lo ha interpretado hasta el punto de escribirlo. No llega a ser aplicable a este caso. Bueno, pues con el juego este, y con cualquier otra cosa si nos dejan....
Recordáis cómo era: esto de la Realidad, que es costitutivamente falsa, de alguna manera no puede menos de relacionarse hacia fuera, por un lado, con la verdad, que en la Realidad no cabe; la verdad de lo sin fin, lo continuo, es decir, no discontinuo, como la Realidad tiene que ser. Y es de ahí de donde sin duda nos entra esto de que el movimiento de las cosas se nos aparezca como continuo; cosa que no puede ser, porque en la Realidad la continuidad no cabe, pero de ahí afuera, de lo sin fin, lo desconocido, que es la verdad, se nos cuela, como por poros, porque las cosas, y nosotros, no estamos nunca cerrados del todo, no estamos bien hechos o concluidos del todo, somos en ese sentido porosos, y de ahí nos viene la sensación, o sentimiento, que nos hace entender, sentir, en realidad, el movimiento como continuo, como un fluir continuo, o algo por el estilo.
Al mismo tiempo, desde Arriba, desde esa especie de Empíreo de los entes ideales, que no existen, pero que tienen que estar influyendo costantemente en la existencia (entes ideales del tipo de ‘todo’, ‘nada’, ‘uno’, los números, todos los cuales tienen esa condición ideal, no existente, y al mismo tiempo sabemos que están costantemente rigiendo la existencia), de ahí nos viene la idea de movimiento, el reconocimiento del movimiento entre los entes reales, entre las cosas, nosotros entre ellas, por medio de leyes, por ejemplo las fórmuladas por Newton, o cuales quiera otras, por tanto con sujeción a los números: toda ideación tiene que acarrear al mismo tiempo consigo una cuantificación, pretendidamente esacta, numérica, aunque sabemos que nunca puede serlo de verdad ni del todo; eso no cabe tampoco en la Realidad.
En suma, es de ahí de donde nos viene la necesidad de tomar el movimiento como algo, no de más y menos, no como una onda vaga, sino aplicarle a esa onda vaga el sí o no, que es lo que arrastra consigo, pues las cuantías pretendidamente numéricas, las leyes que rijan ese movimiento de las cosas. Ésta, no sé si tengo que recordároslo, es a su vez una ley de existencia; para las cosas en general, y para nosotros como una clase de cosas que somos, y no otra cosa, una clase de cosas, también en particular, es una ley de existencia: la condición de la Realidad es que está continuamente, estamos continuamente, deshaciendose, deshaciéndonos; porque nunca estamos bien hechos, nunca estamos cerrados, nunca las cosas son del todo lo que son, están por tanto deshaciéndose, desliéndose, amenazándose, amenazando también nosotros, con perdernos en la verdad, en lo que no se sabe, lo sin fin, lo continuo. Y para seguir existiendo, pues tenemos que defendernos, las cosas y nosotros, introduciendo la cuestión de sí o no, es decir, haciendo como si nos creyéramos (o creyéndonos, porque da lo mismo), que efectivamente las cosas son lo que son, que cada uno de nosotros es el que es, que el movimiento entre las cosas por tanto es también una especie de cosa, a la que se le puede aplicar eso del sí o no, que no cabe.
Espero que esto, que no es más que un repaso y prolongación de lo del último día, esté lo bastante claro, y si no, ahora cuento por vuestra parte con todas las dudas que haga falta para desesclarecerlo, que es a lo que aquí en esta tertulia solemos estar: desesclarecer las nociones que nos están impuestas, que es desmentir; desmentir la Realidad, que es costitutivamente mentirosa. Desmentir la Realidad, como única manera de rebelión contra el Poder y lo demás, que ha istituído esa Realidad, que está alimentado por la Fe en ella. Sin la Fe, no podría el Poder sostenerse ni un momento; necesita la Fe.
Pues bueno, a eso estamos, y entonces aquí hay que corregir algunas malas interpretaciones que seguramente a muchos de vosotros os han llegado, primero por el trato cotidiano y normal, y después y sobre todo por la Educación recibida, por las nociones que la Cultura dominante ha establecido, y de las cuales no podéis, ni podemos, considerarnos libres del todo nunca. Nos han hecho así, con esas mentiras, con esas ideas; nos las han inculcado desde pequeños, por el trato mismo, el trato comercial, y el trato educativo, sobre todo, de manera que ahí vendrán los errores que voy a tratar ahora con vuestra ayuda de corregir.
Esos errores, que vienen sobre todo de una mala interpretación de unos dichos que había en el libro de Heráclito de Éfeso, y que se nos conservan en algunos de los fragmentos: la Doctrina del fluir, “todo pasa”. Ésa es la cosa de la que os han informado, falsa, y ahora vamos a verlo. Bueno, es el error que por todas partes ha dominado. Me acuerdo ahora de aquel soneto de Quevedo.......que no me lo sé entero en este momento, pero me sé el final, aquel soneto de “buscas en Roma Roma o peregrino”. Es decir, donde a lo largo del soneto se muestra el derrumbamiento, el hundimiento de los monumentos de la antigua Roma y todo eso, y se costata que sin embargo el Tiber sigue corriendo, con lo cual se da pie para rematar con “solamente lo fugitivo permanece y dura”.
Bueno, pues esta declaración entre otras muchas es fruto de esa mala interpretación de que estoy hablando, porque ya se comprende que en cuanto se hacen declaraciones de ese tipo, del tipo del “todo fluye”, resulta que al fluir se le da una permanencia, como Quevedo mismo dice, es decir, se le convierte en una cosa de la que se puede hablar como de las demás cosas, y que por tanto está ahí, por lo menos nos queda como permanente la impermanencia, el fluir, el correr, el perderse, el deshacerse. Esto es una domesticación del descubrimiento de que las cosas, nosotros, efectivamente nos estamos deshaciendo a cada momento. Pero eso no es eso sólo, y para entenderlo tal vez lo más simple es volver a los restos del libro de Heráclito que quedan, principalmente el más citado, y mal citado: el de los ríos. Porque en la mala interpretación, ya desde Platón y Aristóteles, y a lo largo de toda la Filosofía o Ciencia, que es donde se ha establecido, vino a tomarse como una Doxa, Doctrina, Heraclitana, el “panta rei”. Esta fórmula del “panta rei” (“todas las cosas corren, fluyen”) no aparece en los fragmentos, y debió establecerse en alguno de los comentaristas de Platón, o de Aristóteles, y desde entonces ha corrido así.
Me acuerdo ahora también de que Don Antonio Machado, que se acordaba de vez en cuando de esta Doxa Heraclitana del “panta rei”, no me acuerdo en que lugar dice “que opuso al panta rei su nada corre”, o algo así. Y sobre todo en otro sitio acierta al comienzo: “todo pasa y todo queda”. Después, “todo pasa y todo queda,/ pero lo nuestro es pasar,/ pasar haciendo caminos,/ caminos sobre la mar”. De manera que lo nuestro, es decir, de esta especie de cosas que somos los hombres, sería el pasar; la Realidad volvería a consistir (la nuestra, que es la Realidad), en lo segundo, en el pasar. Estropea el comienzo (“todo pasa y todo queda”), porque ése es el que es una verdadera traducción de lo que se dice en los fragmentos de Heráclito, el de los ríos: “potamóisi tóisin autóisin”, “en los mismos ríos entramos y no entramos, estamos y no estamos”. Así es como lo leéis en mi edición, que de esa manera simplifica una cantidad de líos que en torno al fragmento han cundido entre los estudiosos de Filosofía: “en los mismos ríos entramos y no entramos, estamos y no estamos”, para que haya más claridad.
De manera que ahí lo veis: las dos cosas son verdad, por tanto ninguna de las dos es verdad. Esto es lo que nos ilustra acerca de la Realidad. Es verdad que entramos en los mismos ríos, porque los ríos, como cualquier cosa, pretenden tener su permanencia (el Tíber de Quevedo, o cualquier otro río), y es verdad que no entramos en los mismos ríos, porque evidentemente, desde otro punto de vista, o tomado con otros sentidos, el río nunca es el mismo, por el hecho de que se nos aparece como continuamente fluyendo. Y por si lo de “entrar a bañarse en” se prestara a confusión, el fragmento debe añadir “estamos y no estamos”: aunque optemos por la otra hipótesis, que es, no que entremos a bañarnos, sino que estemos quietos en el cauce del río, la cosa sigue oliendo igual: tampoco es verdad ninguna de las dos cosas; es verdad que estamos en el mismo río, no es verdad que estemos en el mismo río.
Bueno, pues ahí tenéis, dicho de la manera más simple que se me alcanza, la corrección de las ideas que han cundido acerca de todo eso. De manera que no hay cuidao de que a la razón heraclitana se le ocurriera decir que la verdad de la Realidad es el fluir (“panta rei”): lo que la razón hace es, como de costumbre, contradecirse a sí misma, es decir, enunciar la contradicción. Lo que de verdad no nos engaña es la enunciación de la contradicción (“entramos y no entramos, estamos y no estamos”), porque eso es que la razón, volviéndose sobre sus propias obras (que son el vocabulario de los idiomas, la Realidad) descubre la inanidad, la vaciedad de la pretensión de verdad de nada de lo que esté mentado, significado, como cosas, como personas, en la Realidad. Es el descubrimiento que no engaña, el descubrimiento de la contradicción, que es lo que nos hace descubrir que la Realidad es costitutivamente falsa, en el sentido de que no cabe en ella ninguna verdad; la contradicción misma enunciada lo demuestra.
Bueno, hay que añadir a su vez que en ningún idioma (ni en el dialecto jónico de Heráclito, ni en español, ni en ningún idioma), se puede hacer de verdad lo que ahí se pretende hacer, es decir, presentar la contradicción. No puede, porque no le queda más remedio que hacerlo por medio de la coordinativa (“té kai” en griego, “y” en español): “entramos y no entramos, estamos y no estamos”. ¿Qué pasa aquí?: pues que resulta que también el idioma cualquiera que sea, con tal de que sea un idioma real (la lengua verdadera no aparece en la Realidad, porque habla de ella), pero en cualquier idioma sucede esto: que también al producirse (hablando en primer lugar, pero si después se hace por escrito, da lo mismo), tiene que ser una sucesión, una prosecución. Es decir, que otra vez se mete ahí el movimiento en el lenguaje mismo, y la contradicción en la pretensión de que se está hablando continuamente, se ha dicho toda la frase de una vez, se ha pronunciado cada fonema de una vez, entero, y al mismo tiempo la evidencia de que no es así. De manera que vuelve otra vez a aparecer la contradicción inherente a la Realidad cuando el hablar a su vez es una Realidad, una producción; inmediatamente entonces está condenado a lo mismo: a pretender ser continuo por un lado, y al reconocerse como discontinuo, sucesivo, por el otro lado.
El remedio ya se os ocurre cual sería: el remedio sería que se pudieran decir las dos cosas al mismo tiempo, con lo cual este fantasma del tiempo de la producción quedaría anulado, si se pudiera decir al mismo tiempo “entramos”, y al mismo tiempo “ no entramos”, al mismo tiempo “estamos”, y al mismo tiempo “no estamos”. Esto no cabe en un lenguaje normal. Seguramente se os está ocurriendo que en una máquina, por ejemplo, se puede grabar lo uno sobre lo otro, y reproducirlo, a ver qué resulta: se graba en la máquina “entramos”, se corre para atrás, se graba encima “no entramos”, y a ver qué resulta. O si queréis, con formas más modestas, se escribe en la cinta “blanco”, se retrocede un poco, se escribe encima “negro”, y a ver qué resulta. Igualmente sin máquina podría ser que en lugar de uno cogiéramos a dos, y los educáramos, como se puede hacer muy bien preparando una función teatral, que al mismo tiempo uno dijera “entramos” y el otro dijera “no entramos”, al mismo tiempo uno dijera “blanco” y el otro dijera “negro”. Esta es la cosa. No se adelanta mucho, porque resulta que de todas formas no se podrá oír al mismo tiempo; es imposible que se oyeran las dos cosas al mismo tiempo: la condena a la sucesividad, con esos recursos, no parece que pueda remediarse, salvo lo que dentro de un momento se os ocurra a vosotros decirme con respecto a todo esto.
Eso sería la verdad, y la verdad es incompatible con la Realidad. Lo más que puede hacer la razón, como en el fragmento de Heráclito, es coordinar con “y”, con “té kai” (“embáinomen té kai úk embáinomen”, “entramos y no entramos”), y confiar en que el que oye, aunque ha oído primero lo uno y después lo otro, haga como si lo hubiera oído a la vez, de golpe. Ésa es la única manera en que en un idioma humano parece que pueda hacerse eso. De todas formas, es como veis una manera muy inmediata, muy simple, de reconocer, de hacérsenos reconocer, la contradicción inherente a la Realidad, y que no cabe compatibilidad por tanto, como creo que decíamos el otro día, entre Física y lógica, entre un hablar acerca de la Realidad, y un dejar que la razón se vuelva sobre ese hablar y descubra su mentira. No hay compatibilidad posible entre ambas cosas.
El otro día nos estuvimos entreteniendo mucho en hacer notar el sentido político que estos descubrimientos tienen: consistía en haceros recordar de vuestros propios sufrimientos la cantidad de veces al día que os hacen creer en la verdad de las cosas y de los hechos, el papel mortífero de la información, que es propiamente la costitutiva de la Realidad. De manera que quien reconoce esta imposición perpetua, este imperio de la Creencia o Fe en la verdad, yo creo que entiende ya sin más cómo esto que estamos descubriendo es una acción, política, contra el Poder, la sola que nos cabe: descubrir la mentira de la Fe, la mentira de la Realidad.
Vuelvo un poco todavía sobre el caso de la cosa que es el habla, por ejemplo el habla humana. La convención esencial es que se haga como si no; es decir, es imposible, no sólo que una frase se pronuncie de una vez: es imposible que una palabra sintagmática como tramo se pronuncie de una vez, es imposible que el mínimo, un fonema, se pronuncie de una vez.......Todo ello evidentemente está condenado a eso de la duración, que es la introducción del movimiento también en este tipo de cosas que es las palabras, los fonemas, las frases; se introduce también ahí. Podemos oírnos y entendernos gracias a este mecanismo, el mecanismo de la astracción, que consiste en hacer como si no: los ruidos con que un fonema se pronuncie duran un poco, y además la mayor parte de ellos son ruidos en el sentido informático, son impertinentes para el entendimiento, y tenemos una capacidad que astrae de ahí; de ahí coge lo que hace falta para reconocer que algo del tipo de “ssshsshssss”, es el fonema “s”, en español contemporáneo. Esa es la capacidad de astracción, que evidentemente en los otros niveles se aplica igual, en el de la palabra, y hasta el de la frase, que es lo último que la Gramática de los idiomas rige, el máximo: se hace como si toda la frase se hubiera oído de una vez. Es imposible, no se ha oído, pero para entenderla desde luego tenemos que hacer como si la hubiéramos oído toda, porque sólo así podemos comprender la relación entre los complementos de un verbo con el verbo, de los determinantes de un nombre con el nombre, la acción de la oración subordinada con su principal.... Si lo oyéramos así, simplemente una cosa tras la otra, no podríamos entender nada; tenemos la facultad astractiva, y ésta es la esencial de la lengua, en contra de muchas cosas que os hayan contao por ahí acerca de esto de la lengua, pero la facultad esencial consiste en eso, en lo de la astracción.
Tengo que recordaros que, en contra de lo que nos cuentan también acerca de nosotros como los que vemos las cosas, y las analizamos, y las teorízamos, nosotros no somos más que un caso de cosas, y por tanto esta facultad astractiva tengo que reconocérsela a las cosas, a cualesquiera. Es muy fácil para nuestra lengua, para la lengua humana, porque es la que nos toca, pero es más difícil reconocerla para un animal, para un astro, para una cosa de cualquier otro orden. Es muy difícil, pero aunque no sabemos hablar el lenguaje de las alcachofas, no sabemos hablar el lenguaje de los ruiseñores, no sabemos hablar el lenguaje de los planetas, no sabemos hablar los otros lenguajes, hemos tenido que reconocer, por pura modestia, que hablan cada uno en su idioma, y efectivamente hay datos, incluso para nuestro torpe análisis, que muestran algo de la facultad astractiva en las otras cosas: la capacidad para, de todo aquello que un zorro está viendo, o que una alondra está viendo y sintiendo en un momento, se astraigan y retengan los solos puntos que son para el zorro y para la alondra interesantes. Esto lo vemos a cada paso, y esto efectivamente quiere decir ‘facultad astractiva’. Lo que las zorras y las alondras, como nosotros, perciben de por sí, sería un barullo, una continuidad indistinta, porque es demasiao: puestos a la ventana, ante el campo abierto, o a la calle, lo que se recibe es sin cuento; sin cuento, y parece que una alondra, o un zorro, puede hacer lo que nosotros: astraer de aquello los pocos datos que son de alguna manera interesantes para su subsistencia de cada uno, para lo que sea.
Tengo que ir a las cosas inanimadas, para que no nos hagamos líos. No se trata de animales sólo: cuando nos hablan, o nos hacen estudiar cosas de interacción entre elementos químicos, reacciones químicas.......o también se podría descender después a las interacciones físicas, pero en fin interacciones, reacciones químicas, que parece que se producen en momentos precisos, de temperatura, por ejemplo, en situaciones bien determinadas, y que en otras no se producen, implican efectivamente que en la (....ción) de las reacciones de cualquier tipo que sea está rigiendo una capacidad astractiva semejante también. Bueno, ya no voy a esplicar más ejemplos, porque ya tenemos bastante. Ya me diréis hasta qué punto algo se os revela contra admitir esos descubrimientos.
Lo que sí quería añadir, es que un caso de cosas especial es evidentemente el de las cosas que nosotros fabricamos; la vieja distinción entre ‘naturales’ y ‘artificiales’. Las cosas que nosotros fabricamos evidentemente pueden estar sujetas a lo mismo que he dicho de las alcachofas, las alondras y todo eso, pero tendrán que estarlo de una manera, por interposición de nuestra propia lengua. ¿Podemos fabricar una máquina con capacidad astractiva, tal como os la he presentao? Es el problema con que os voy a dejar por hoy, antes de pediros la palabra. Porque eso de “hacer como sí” se hubiera oído de una vez la frase, “hacer como sí” se hubiera oído la palabra entera, “hacer como sí” se hubiera oído precisamente el fonema, y ningún otro ruido, eso parece que para una máquina es dificil. Durante muchos años yo abandoné los intentos de que tenía noticia en este sentido; me parecía que eran tan trabajosos, para aproximaciones imperfectas, que no valía la pena. Quiero decir sobre todo el mecanismo de escribir: una máquina que oyendo pudiera reducir a escrito. Me parecía muy difícil. El proceso inverso puede que sea algo más fácil, pero bueno, igualmente improbable. Es otro problema; desde luego, es otro problema, ¿eh?, el problema de una máquina que leyendo caracteres de escritura, pudiera convertirlos en habla. Es tal vez en algún sentido más fácil.
Ahora nos fijamos en el problema del mecanismo de escritura: una máquina que oyendo habla corriente, humana, pueda escribirla al dictado, como cualquier niño aprende a hacer muy pronto; haciendo astracción necesariamente, porque si no, no podría aprender a escribir. Pues bueno, ahora, al cabo de los años me he vuelto a enterar, por el uso de los movilitos, de que han avanzado las Ciencias una barbaridad. Han avanzado una barbaridad, porque me he encontrado (y es para lo que pido vuestra ayuda), con que el mecanismo que han adoptado (el método “Dicta”; le llaman “Dicta”), lo han hecho suyo las compañías de teléfonos móviles, no sé si todas, o algunas. Lo han hecho suyo, tienen un mecanismo que se llama “Dicta”, y que podéis encontrar en vuestros móviles, y que además es barato; dicen que una operación de ésas cuesta como una llamada, nada más, pero lo importante es que lo hace muy bien; lo hace mucho mejor que los ensayos que años atrás yo había percibido. Os asombraréis, si me seguís en el esperimento, porque hace realmente maravillas en cuanto a reconocimiento de palabras, separación normal de los muchos clíticos que tiene el español (‘me’, ‘te’, ‘se’, ‘lo’, ‘el’, ‘la’), que por todas partes estorbarían, pues palabras y todos estos clíticos que las acompañan. Usa además sólo dos signos; no usa el signo de acento, pero usa el punto y la coma, y generalmente los pone bien. Hasta tal punto ha entendido las cosas: generalmente los pone bien. Esto es lo asombroso, lo que da que pensar. Como yo no he estudiado informática, pido ayuda por si alguno de vosotros sí lo ha hecho, y puede ayudarme a entender cual puede ser el mecanismo, o más bien la combinación de mecanismos que se han elegido, cosas que estén todas al alcance de una máquina, pero que al mismo tiempo puedan combinarse para producir ese efecto.
Desde luego, en contra de lo que os digo de lo bien que hacen cualquier recado corriente (“hemos estado esperándote todo el día, pero no llegabas, así que hemos decidido marcharnos, y tú verás lo que haces”. Todo eso te lo puede escribir bien, casi dicho como os lo he dicho, con un poco más de cuidao mejor), frente a eso es fácil hacerla fallar; en los esperimentos he visto que se la puede hacer fallar. Desde luego, introduciendo separación entre palabras indebidamente, cambiando el sitio del acento de las palabras, con eso se la hace fallar a la máquina en dos pasos. Por ejemplo, si a la máquina le decía “de caramelo dirán que está hecho”, seguro que lo escribía. Pero si le digo “de cara melo di ránques tá hecho”, la máquina para esos casos responde que no ha podido, y te advierte que es un servicio sólo para castellano. Más fácil todavía: en uno de los mensajes practiqué el cambio de acento, dije “sé lo díre”, le puse al “se” un acento, y cambié el del “diré”: “sé lo díre”. Un oyente sabe que ha acentuao mal, pero hace como si no, y lo entiende. “Sé lo díre”. No podía reconocer “se lo diré”, en eso, y sacó “cielo, dime”, alterando mucho más.
Bueno, no me voy a detener más, porque era sobre todo para pediros ayuda a los que más entendáis, si queréis entreteneros en esto. Desde luego, con estos esperimentos, ni mucho menos me he acercado a adivinar cuales son los mecanismos, ¿eh?, los mecanismo que imitan la astracción de los hablantes corrientes. Ni me he acercado. Se ve cómo se la puede hacer fallar, por tanto se deduce que la figura acentual de la palabra juega mucho, que cuenta con que se hagan separaciones perceptibles mecánicamente entre palabras sintagmáticas, pero bueno, estoy muy lejos de entender los mecanismos.
Y con esta invitación a practicar esperiencias, y ayudarme a descubrir cuales pueden ser los mecanismos, pues os voy a dejar. Era a partir de la astracción, del hacer como si no, la eliminación, en la inmensidad de los ruidos, de todo lo que no haga falta oír, en la inmensidad de la vista, de todo lo que no haga falta ver. Esto es lo que teníamos que aprovechar para atribuirle también modestamente a las cosas en general lo propio de la Realidad, que consiste en eso: nos estamos perdiendo, pero tenemos que estarnos defendiendo costantemente para eso. Y de esa manera, para defendernos, introduciendo de Arriba el sí o no, que en la Realidad no tiene lugar, y aplicándoselo a la onda vaga: no es un ruido, no es una onda vaga: es, o “p”, o “t”, por decirlo en dos palabras.
Bueno, pues en eso os dejo ya la palabra que corra para cualquiera de los puntos de que se trate, así que adelante.
-El otro día, una esplicación que me dio un gitano en el rastro, que le dije que cómo se pasaba eso a escritura, y me dijo que tienen muchos payos pony en (Bodafone), ecuatorianos, bolivianos, que están enseguida tomando nota, y enseguida copian el testo y te lo mandan inmediatamente. O sea, que no se creen lo de la máquina. Dice que esa gente habla mú fino, y enseguida te cogen los payos pony. Les llama “los payos pony”, no sé, porque son bajitos.
-Lo que hacían los chinitos. Desde luego, no se puede creer que estén en la operación de la máquina, pero desde luego millones de chinitos, sea cual sea el método, tienen que haber estado trabajando en los programas, para conseguir estos éxitos tan tremebundos. Millones de chinitos.
-Pero yo lo que quería preguntarte: efectivamente, la Realidad, si la miramos de modo descreído, es aproximativa. Cualquier cosa es aproximativa: una alondra no es del todo alondra, un lagarto no es del todo lagarto, y sobre todo no es del todo ni sí ni no nunca, ni hielo ni agua. Entonces, lo que hace realmente que entremos y no entremos en el mismo río, es esactamente el lenguaje, el hablar.
A-Bueno, bueno. No has seguido bien, porque yo después he pasado al caso del lenguaje mismo como cosa, y al caso del “y”, de manera que efectivamente no es el lenguaje. La necesidad de defenderse para subsistir la reconocemos común a las cosas; para nosotros se nos aparece muy claro, para nuestras actividades y lenguaje, pero tenemos que atribuírsela a las otras cosas: a la continua amenaza de perderse, de perdernos, está respondiendo, como defensa, una práctica del sí o no, que viene desde los ideales, desde Arriba, donde está Dios. El caso del lenguaje humano es un caso entre los demás. Adelante.
-Según estabas recordándonos la formulación de los ríos, y la imposibilidad de enunciar simultáneamente las dos predicaciones contrarias de la verdad, pues sí que me parecía que en esa misma frase, en la parte del tema, se pretende, no digo decir, pero sí aludir al mismo tiempo dos condiciones contradictorias de esos ríos que dicen, a saber: por un lado el río Esla, el río Ebro, el río Tíber, y por otro este río que está aquí. Así que ahí sí que parece que......
A-No entiendo.
-Que sí que es al mismo tiempo, es decir, que “en unos mismos ríos”, ahí está por un lado el río ideal, que está en el Empíreo, pero por otro lado está este río que está aquí corriendo.
A-Claro, por eso son los mismos y no son los mismos.
-Sí, pero ya lo has dicho tú de ()
A-Claro, no queda más remedio.
-Pero lo que quiero decir es que si en la parte del érgon está dividido (entramos y no entramos, estamos y no estamos), “en unos mismos ríos”, no.
A-No está sintácticamente (), pero justamente la frase, a pesar de que tiene una entonación de coma, tenemos que oírla entera, ¿eh?, de manera que no se dice en ningún momento “en los mismos ríos”, y punto. No, no: dice “en los mismos ríos entramos y no entramos, somos y no somos”. Y a pesar de la coma, por astracción, tenemos que entender eso entero; y la segunda parte, el érgon, o el predicado, hace que la primera efectivamente descubra su contradicción, que no estaba formulada. Podía haberse reduplicado, y haber dicho “en los mismos ríos y no en los mismos, entramos y no entramos”; habría sido redundante: basta con que la segunda parte de la frase actúe sobre la primera, y descubra que efectivamente son los mismos, y no son los mismos, por el hecho de que entramos y no entramos, y estamos y no estamos.
-Y respecto a lo otro de la astracción, no me parece que las cosas eliminen ruido, sino que es que no pueden hacer otra cosa, es que oyen lo que oyen, es que un español oyendo inglés, o árabe, cuando oiga “ja, ja, y ja”, oirá “j”.
A-Ya. ¿Y los animales?
-Pues, si no pueden hacer otra cosa más que el zorro oler los rastros que se encuentre por ahí, o ver a la liebre, y no será capaz de ver otras cosas.
A-Pero bueno, es evidente que el zorro recibe una cantidad de olores increíble, como cualquiera, y que solamente percibe propiamente (es decir, en el sentido de que se hace una idea), percibe los que por algún motivo le interesan, hace una astracción. ¿Quién no hace una astracción? Y con los ruidos, lo mismo.
-En cierto sentido, yo creo que lo que ha dicho este hombre más que nada es que el sujeto cognosciente está en dependencia de la totalidad de la Realidad.
A-¿Quién es el sujeto?
-El sujeto cognoscente.
A-¿’Sujeto cognoscente’? ¿Y después de lo que me has oído hablar de la modestia nuestra, que nos hace considerar que no somos más que un caso de cosas? No nos vayas a enfrentar otra vez a los hombres con las cosas, no. Aquí hemos perdido toda intención de humanismo, y desde luego términos filosóficos como ‘sujeto’, los hemos desbancao hace mucho ya; no queremos ni acordarnos de ellos, están para engañar. Pero vamos a ver, aún sin decir “sujeto cognoscente”, a lo mejor querías decir algo.
-Más que nada es enfatizar la idea esa de que la totalidad de la Realidad está en dependencia de aquel que percibe la Realidad, y entonces lo que este hombre decía más que nada yo creo que es eso: que la Realidad, los objetos que percibimos, están en dependencia de la persona que lo percibe.
A-La persona, o la cosa, o el animal, ¿no?, o el potasio. Dependen, no de ningún sujeto cognosciente: dependen de la necesidad que tenemos, las cosas y nosotros, de defendernos de esta continua pérdida en la que nos estamos hundiendo. Y ‘defendernos’, quiere decir ‘aferrarnos, de entre las muchas cosas que se nos echan encima, a unas pocas, que son las necesarias para nuestra subsistencia’. No hace falta ni ‘cognoscencia’, ni ‘sujeto’, ni nada; todo eso está bastante claro en lenguaje habitual, en lenguaje corriente. Otro.
-He dejado de venir dos días a la tertulia, y me he embrutecido un poco. En la cita de Heráclito veo algo tan asombrosamente inocente y ingenuo, que no sé si lo veo bien: en los mismos ríos entramos y no entramos, estamos y no estamos, está hablando de dos cosas completamente distintas: los mismos ríos en que entramos son los ideales, como decía Mario, o sea, el Ebro, el.....Y el río en el que no entramos, es el agua que se está escapando.
A-¡Esacto!
-O sea, que lo que está oponiendo, es el uso de los ideales, está cuestionando el significado de las palabras, la relación de la Realidad con los ideales, y no otra cosa.
A-No veo por qué. Está cuestionando la verdad del sí o no: ¿los ríos son los mismos? Entonces, entramos en ellos. ¿No son los mismos? Entonces, no entramos. Está claro, lo uno va con lo otro.
-Pero lo uno es el río ideal, y lo otro es el río que está aquí, luego lo que está poniendo en cuestión es esa relación digamos entre la lógica y la Física.
A-Claro, claro: desmontando, haciéndonos ver efectivamente que la Física y la lógica son incompatibles, una vez más. Yo no sé si eso es una ingenuidad, pero desde luego es lo que la frase descubre, esa incompatibilidad.
-¿Y por qué llamamos ‘lógica’ a los ideales?
A-No es precisamente a los ideales, no: ‘lógica’ es el razonamiento, y el razonamiento, razón común, como recuerdas, actúa a su vez de dos maneras contradictorias, es decir, fabrica la Realidad, y la fabrica utilizando ideales, sí o no, y al mismo tiempo se vuelve contra ella, y descubre que era mentira lo que estaba haciendo. De manera que tal vez no sea muy justo decir ‘lógica’ a lo bruto: hay que decir ‘lógica’ en el sentido doble de que hace las dos cosas, ¿no?
-Entonces, la operación esa de volverse contra esa fabricación, en lo de Heráclito parece que se hace cuando se dice “no entramos”, o “no estamos”, ¿no?
A-No. Sólo se hace haciendo las dos cosas a la vez.
-Sí, bueno, primero diciendo “en los mismos ríos entramos”, pero luego negándolo.
A-Sí.
-Entonces, la primera afirmación parece que es falsa, porque es la pretensión de que los ideales se pueden aplicar a lo que haya, y la segunda es un desmentimiento de esa afirmación, ¿no?
A-Pero se dan a la vez: la operación de razón, la que aquí tratamos de seguir, solamente se hace por la enunciación de la contradicción, no se puede hacer por separado.
-No, no digo por separado: digo que primero se recuerda lo que se suele creer, y luego se desmiente.
A-No, no: eso es por separado; eso desde luego se corregiría según la propuesta utópica que os he sacao aquí de que se pudieran decir y oír a la vez las dos cosas; entonces la operación sería de verdad de una vez. Entretanto, se hace como si fuera de una vez, y sólo así. Está en el sentido de todo lo que os dije al comienzo: contra la falsa interpretación de que todo fluye, las cosas fluyen, el “panta rei”, etc., el descubrimiento es el de la contradicción, que aparece ahí, y que solamente se puede hacer así. Salvo que se os ocurra algún otro procedimiento para que dos a la vez se puedan decir.
-Pero no entiendo la ventaja de tener que decir, o oír, el sí y no a la vez para descubrir la contradicción.
A-La ventaja es que entonces no tendrías que acudir, como se acude, al usar la coordinativa “y”, a los recursos de un idioma humano (griego antiguo o español), entre los cuales se incluye efectivamente el hacer como si no; el hacer como si no fueran una detrás de otra.
-Pero que basta con decir ‘sí’ y ‘no’ a la vez, o sea, que no necesitaríamos ni máquinas ni ningún otro procedimiento. Eso ya es una manera, ¿no?
A-Se habría hundido; se habría hundido en la Realidad. No sé yo si hay más imaginaciones que no se me han alcanzado de ver cómo se puede decir, oír, al mismo tiempo.
-Pero la interpretación del ideal, ¿es una cosa interior a la Realidad? Es que yo no veo la......
A-El ideal es esterior a la Realidad, y rige, interviene, costantemente en la Realidad.
-Claro, es que la Realidad singular se da por el mero hecho de nosotros percibir lo universal o lo ideal. O sea, si ha mentado usted antes.......
A-¡Cuanta Filosofía sabes! Si dices ‘singular’ y dices ‘universal’, estamos perdidos, casi es como si volviésemos a creer en Aristóteles. Nada de lo que intentes explicar, de lo que se ha dicho, en lenguaje filosófico, lo esplicará; al contrario: lo oscurecerá. Aquí lo que hacemos es, todos los días, reducir las cosas que se han enunciado en lenguaje más o menos filosófico, a lengua común; a lengua común y corriente. ‘lo singular’ y ‘lo universal’, no aclaran nada; por el contrario, nos vuelven a armar grandes barullos, como los que hemos arrastrado toda la Historia.
-Me quedé con lo de los móviles, que dictan, o algo así. Pero ahí tampoco no escapamos del juego del Dinero, del discurso del Dinero, porque tienes una cantidad de palabras para escribir, para enviar mensajes.
A-Por eso es por lo que me interesa a mí entender el truco; el truco que ha obtenido tanto éxito. Si no fuera porque tiene mucho éxito, porque trasmite los mensajes corrientes casi siempre bien, no me ocuparía de intentar entender cual es el mecanismo que las Compañías han adoptado, y que efectivamente les hace mover Dinero, claro. Que es una parte de las muchas apariciones de éxitos tremendos que el Poder nos proporciona, y el Capital; ésta me toca más directamente, porque toca a esto de la lengua, pero estamos llenos. ¿Cómo nos podrían tener tan mansos, tan domésticos, si el Capital no estuviera proporcionando todos los días logros asombrosos en las técnicas y demás? Es así como se sostiene. Por tanto, como una de las cosas que más puede apabullar una rebelión desde abajo contra el Poder son justamente esos éxitos asombrosos, predicciones que si no se cumplen del todo, se aproximan mucho (vamos, las meteorológicas no son el caso, porque siguen fallando mucho, pero hay otras predicciones con más éxito todavía que las meteorológicas), y naturalmente, para no sentirse apabullao, una de las cosas que nos toca hacer es tratar de descubrir cuales son los trucos; cuales son los trucos; entenderlos en el nivel de la Física, o de la aplicación de la Física a la Realidad.
-Respecto a lo que decías del desesclarecimiento, y luego la mala interpretación del libro de Heráclito, que estoy pensando que muchas veces, como la verdad no está en ningún sitio, por diferentes caminos se llega a la misma contradicción. Entonces, la interpretación errónea de Heráclito.....
A-No he entendido por qué caminos quieres decir.
-Los caminos, en este caso, de interpretación errónea; la interpretación errónea de Heráclito era que nadie se mete dos veces en el mismo río, o la simplificada, o la que tenía fallos, ¿no?, la vulgar.
A-Sí, la simplificada, sí.
-Claro, y a esa se le añadía, yo he oído después por ahí, que me pareció graciosa, que había un discípulo de Heráclito que decía que ni siquiera una. Que nadie se mete dos veces en el mismo río, pero ni siquiera una.
A-Un comentador de Aristóteles, sí.
-Claro, entonces tienes por un lado que todo fluye, en el sentido vulgar en que se suele entender el fragmento de Heráclito, y por otro lado con este añadido, con esta coda, quedaba al revés: como que no hay movimiento, como que nada fluye, que es lo que decía Machado también.
A-Bueno, no esactamente así. El discípulo que añadía era el propio Crátilo, el hombre a través del cual Platón conoció más o menos bien en su juventud el libro de Heráclito. Era el propio Crátilo el que decía que ni siquiera una, que en realidad no era más que coger la segunda parte. Es que la segunda parte (estamos, y no estamos), casi no la recogen ninguno de los citadores, y yo he usado eso para demostrar que estaba, porque en “estamos, y no estamos”, ya no se trata de dos veces: es una, como decía el propio Crátilo, ¿no? Pero la falsificación esencial está en que la enunciación contradictoria se ha reducido a uno de los términos, y entonces se nos hace creer que, por lo menos lo fugitivo, permanece y dura. Un consuelo, ¿no? Es el error. Sí.
-Respecto a lo del reconocimiento de voz, yo me imagino que se hará de alguna manera en base a un modelo sonoro, que será una letra, y en base a cuánto se aproxima una vez recogido el sonido y representada la onda. En base a cómo se aproxima al modelo, y si se cae más en una letra o en otra, ¿no? Me imagino que jugando con probabilidades, y ahí es por lo que a veces falla.
A-Cuando estas máquinas hace veinte años, que es cuando yo me ocupé de eso, funcionaba muy mal (y las vendían, de todas maneras), lo que exigían era un tipo de hablante bastante restringido, es decir, un tipo de voz, un estilo de pronunciación, y todo eso. De manera que como ahora funcionan casi para cualquier hijo de vecino, eso tienen que haberlo corregido....., sí, lo que se nos ocurre es lo que a ti: cuantitativamente, es decir, a fuerza de acumular miles de tipos de voz, miles, o más de miles, de tipos de voz, y de pronunciación y de enunciación, que todos ellos para la máquina vengan a dar en una amplitud de reconocimiento que se salte muchas diferencias.
-Sí, o quizás bastaría con ver a qué se acerca más la onda sonora, si se acerca más al ideal que tenemos de la letra ‘a’, o al ideal que tenemos de la letra ‘b’.
A-No, es que la máquina no tiene. Justamente lo que estamos averiguando es cómo se puede maquinalmente, porque suponemos que la máquina no tiene la capacidad astractiva, de manera que tiene que hacerlo......
-Pero la máquina podrá dibujar un gráfico, y podrá hacer una comparativa que le diga si se acerca más, según ciertas medidas.....
A-Si a la máquina se le ha acumulado una cantidad enorme de posibilidades, eso puede llegar a ser una imitación aproximativa. Otra cosa que desde luego se me ocurre, es que tiene que intervenir en el mecanismo un momento de fonografía, es decir, que la máquina no puede operar directamente sobre la audición, sino que la audición se va convirtiendo en una especie de electrocardiograma, y de ahí puede que le sea más fácil operar. Tened en cuenta que tardan un poco, ¿eh?, como lo comprobaréis, y cuando le pones una cosa de trampa, como yo lo he hecho, tarda algo más, pero por lo demás, si no, no: responde en cinco, seis, o siete segundos.
-Y siguiendo un poco con lo que eso puede significar, llevado a nuestra forma de identificar las cosas, que tiene que ver, eso que suele llamarse “el parecido razonable”, que no se si es tan razonable, pero el decir que tal río sigue siendo tal río, mientras se siga pareciendo más a ese modelo de río, a lo que es el río Ebro, digamos, según está trazado en el mapa, y mientras se siga acercando más a ese modelo que al modelo del Guadalquivir, pues le seguiremos llamando río Ebro.
A-Intervienen más cosas, aparte de la forma: interviene también la situación: evidentemente, la relación con el resto de la tierra y todo eso, y más factores, todos los que inclinan a la decisión, sí.
-Pero bueno, que yo creo que funcionamos nosotros de una manera parecida.
A-Nosotros lo que hacemos es, justamente como cualquier animal, o cualquier () incluso, es seleccionar, hacer astracción, hacer como si no de la mayoría, de casi todo, para quedarnos con algo que nos sirve; en este caso, en el caso del lenguaje, que nos sirve para entender una frase, una palabra, un fonema.
-Con respecto a lo del móvil, hace años llamabas a cualquiera de los teléfonos de Información y te contestaba una máquina, tú le decías a la máquina el teléfono que querías, y la máquina te lo daba, y a veces se equivocaba, y a veces no. Yo cuando le preguntaba a la gente que conocía que trabajaba en esos sitios, me decían que lo que estaba al otro lado del teléfono era una persona.
A-Pues en el caso del “Dicta” es completamente imposible.
-Sería imposible si ese mismo mecanismo se puede tener por ejemplo en un ordenador no conectado a la red. Y Teresa lo tendría, es una pena que no esté aquí Teresa, la que trascribe las tertulias. Porque por lo que dice la gente, no puedes tener en un ordenador un programa como esos, ¿no? Los hay, pero que si yo quiero que trascriba mi voz, primero le tengo que leer el Quijote.
A-Sí, así era hace veinte años. Pero me he encontrao que han progresao muchísimo: haz la prueba: mensajes relativamente complicados, simplemente bien pronunciados, y te los escribe, y te los puntúa elementalmente, te pone el punto y la coma.
-El procedimiento de estos programas, es el mismo que el que hace veinte años había que enseñarle, lo que pasa es que las máquinas son mucho más potentes, los procesadores son muchísimo más rápidos, y lo que hacen es que en poquísimo tiempo hacen millones de comparaciones a unos modelos que se han establecido, y creo que eso es lo mismo que hacemos nosotros cuando decimos ‘astracción’.
A-No, no, nosotros hacemos ‘astracción’. Yo planteaba este problema, porque el caso de las cosas fabricadas por nosotros naturalmente parece que presenta un problema aparte del que antes hemos visto para las cosas en general, y por eso es por lo que tiene interés descubrir esto. Que la cosa es como dices más o menos, este progreso, lo entiendo, pero eso no me satisface, no me hace entender cómo......
-Pero cuando hablamos y nos parece que entendemos, y que un fonema lo reconocemos como tal, y no otro, lo que estamos es también haciendo esa comparación con otro modelo que tenemos ya previo.
A-Tenemos el ideal; eso es lo que la máquina no puede tener. Tenemos el ideal del fonema. La máquina en lugar de eso tiene que tener una acumulación de millones de realizaciones, y las puede manejar todas a la vez prácticamente, porque es.....
-Pero eso es lo que permite la velocidad de las máquinas ahora: manejar toda esa cantidad de información......
A-Lo siento, pero eso todavía no me permite a mí entender el mecanismo propiamente dicho. Bueno, pues nada, seguís dándole vueltas a esto....¡Ah!, no me había dao cuenta, es que iba a cortar la sesión. Adelante.
-Que mi hijo Manuel, de 26 años, trabaja en Londres, en una Empresa internacional sólo para corregir español para toda Latinoamérica. Entonces, los mensajes llegan, los traducen, pero alguien, por ejemplo mi hijo, uno de los miles de enanos, no sólo sudamericanos, españoles también, se dedican horas y horas, sin moverse del ordenador (eso sí, se puede venir a Madrid y seguir trabajando, o irse a Copacabana y seguir trabajando allí), pero esclavo ocho horas turnos y turnos de gente recibiendo mensajes, embotándolos en base de datos semánticas, y alguien corrigiéndolos. Luego cuando está en el servidor de base de datos semántica, está ya corregido. Está muy afinado.
A-Gracias por la información, pero desde luego así directamente no es aplicable al mecanismo del “Dicta”, ¿no?, que con cualquier voz, con que responda a lo que la máquina entiende que es castellano, con cualquier tipo de voz, y con más o menos descuido, en pocos segundos lo ha interpretado hasta el punto de escribirlo. No llega a ser aplicable a este caso. Bueno, pues con el juego este, y con cualquier otra cosa si nos dejan....