25.02.2009

Tertulia Política número 166 (25 de Febrero de 2009)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

  Tertu166-25-2-2009#Tertu166-25-2-2009.mp3

 

 

TRANSCRIPCIÓN:

 

Pues seguimos con esta guerra contra la Fe (creo que no hace falta que os lo recuerde), es a lo que estamos aquí. Hemos sentido claramente que sin la Fe ni se sostiene el Capital, ni se sostiene el Poder, ni hay nada que se sostenga de todo esto que nos oprime (‘nos’ quiere decir, no a las personas, ‘a lo que nos queda de pueblo-que-no-existe’). De manera que sin Fe: ni Capital, ni Estado, ni ninguna forma de Poder, ni la propia persona de uno: nada se sostiene sin Fe. Por tanto la acción política que aquí nos toca es tratar de desmentir; desmentir esa Fe, descubrir la mentira de la Fe, y por tanto la mentira de la Realidad misma que en ella se sostiene, que sin Fe no puede sostenerse.

Es eso a lo que estamos, y en este intento de descubrimiento, lo más vivo posible, de la mentira de la Fe en que nos sostenemos veníamos a estas necesidades de la Realidad, contradictorias, pero ambas necesarias, la necesidad de la discontinuidad: la Realidad es primariamente discontinua. Apenas hace falta razonarlo: puesto que hay cosas plurales y se supone que cada una es cada una y que una se relaciona con otra, con eso ya se está diciendo “discontinuidad”; la separación misma, la convención por la cual uno es uno gracias a que el otro es otro y a su vez uno también del que el otro es otro, todo eso es costitutivo de la Realidad.

Esta primera necesidad está ya revelando este mecanismo en el que en las últimas sesiones insistíamos: la injerencia o intervención de los entes ideales en la Realidad. La intervención de entes que no existen -como son ‘todo’, ‘nada’, ‘uno’, los ‘números’- en la Realidad, en la Existencia. Y efectivamente es sólo por esa intervención del ideal de ‘sí’ o ‘no’ como las cosas y nosotros entre las cosas como un simple caso de cosas que somos podemos sostener esta creencia en que uno es uno, en que uno es distinto del otro, que el otro es uno a su vez, y todo lo demás. De forma que la discontinuidad -de tal forma que las cosas tienen, tenemos nosotros como cosas, unos límites determinados frente a las otras cosas, y hay un sitio donde una cosa empieza y acaba, y acaba en el sitio donde otra cosa empieza y a su vez acaba- sólo puede sostenerse gracias a esa intervención del ‘sí’ o ‘no’. Por debajo, lo que nos queda de sensitivo, eso es lo que no existe, sabe que es mentira, que en la Realidad no hay más que ‘más y menos’, ‘más o menos’, aproximaciones a ese ideal del ‘sí’ o ‘no’, de ‘uno/otro’, de ‘unos y todos’. Pero ello es que tampoco a la Realidad se puede entender, recibir, tomar, si no es teniendo en cuenta esa necesidad de creer en ‘sí’ o ‘no’, de creer que uno es uno, que una cosa es una cosa determinada y distinta de otra cosa que a su vez es la que es, y todo lo demás por el estilo.

No vamos a insistir más en esta primera necesidad. Al mismo tiempo -descubríamos estos últimos días- las cosas padecen (y nosotros entre las cosas padecemos) la necesidad contraria de creer en la continuidad. De creer en la continuidad: la continuidad de por sí, nada más pensar en ella, lo mismo que la infinitud, lo sinfín, se nos aparece como algo de fuera de la Realidad, incompatible con la Realidad.

Decíamos el otro día: “Sin embargo, gracias a que las cosas no son nunca del todo las que son, nunca están del todo bien hechas y cerradas, y cada uno de nosotros, lo mismo: nunca es del todo el que es y nunca está del todo cerrado, nunca es definitivo, como ninguna de las cosas es definitiva”, pues gracias precisamente a eso se nos cuela de afuera, de lo sinfín, de lo continuo, de lo inconcebible, porque sin fin de veras, continuo de veras, es inconcebible: está fuera de la Realidad: es la verdad, porque verdad no es más que lo que no se sabe, lo desconocido. Queda, así, fuera de la Realidad pero se nos cuela gracias a esa imperfección nativa, costitutiva, se nos cuela (el otro día se me ocurría decir “somos ‘porosos’” para entender bien de una manera como muy física y sensitiva eso de que la continuidad se nos cuele dentro de la Realidad esencialmente discontinua, como por poros que son nuestra propia imperfección, la imperfección de las cosas), se nos cuela algo de eso, lo sentimos, no podemos concebirlo, pero lo sentimos.

Sin embargo para que eso mismo a su vez pueda intervenir en la costitución de la Realidad, eso tiene que convertirse en una idea, naturalmente falsa, en una idea de continuidad, lo mismo que una idea de infinito, con la que en otros ratos nos las hemos habido mucho: sin fin de verdad, no fin, es inconcebible, pero, amigos, si ya lo llamamos ‘infinito’ y por tanto nos permitimos hablar de ello en Filosofía, en Matemáticas al servicio de la Física, como si fuera una cosa, entonces ya, naturalmente, con esa falsedad precisamente, ya está aquí entre nosotros y ya está interviniendo en el asunto. Hay una necesidad de continuidad traducida en necesidad de idear -tener una idea de- la continuidad, de lo sinfín.

Es de esas necesidades contradictorias de las que estamos hechos, con esas dos intervenciones contrapuestas de los entes ideales: el ente ideal del ‘sí’ o ‘no’ -para determinar que uno es uno, que cada cosa es cada cosa y distinta de las demás- y el ideal de la continuidad, de la infinitud, que igualmente se cuela dentro y queda domesticado precisamente por convertirse en una idea, porque empezamos a saber qué quiere decir ‘infinito’, qué quiere decir ‘continuo’, y nos las arreglamos para que a lo largo de la evolución de nuestras ideas, de nuestras Filosofías, nuestras Físicas, eso se vaya domesticando cada vez más, convirtiéndose en algo compatible con lo otro: “La continuidad, muy bien, sí, pero compatible con la discontinuidad que es costitutiva nuestra”. Ésa es justamente la condición contradictoria sobre la que estamos montados -las cosas, nosotros-.

Bueno, por ahí iban las cosas que estábamos viendo en las últimas sesiones, ahora me diréis qué es lo que ahí todavía queda, si no oscuro, que no creo que esté, pero demasiado claro, que es otra manera de que las cosas que se dicen no se entiendan ¿no? Ya me lo diréis con lo que os salga de vuestros sentimientos, vuestros sentimientos ante esta mentira en la que estamos metidos, y a pesar de que esos sentimientos mismos amenacen con convertirse en ideas de los sentimientos, Filosofías del amor, por ejemplo, con lo cual, ya, no pueden descubrir ninguna mentira sino seguir contribuyendo a la costitución de la Realidad.

Pues con ésas nos andábamos y por ésas veníamos a parar en cuestiones muy precisas, muy sensibles, referentes a este tipo de cosas que somos nosotros. Luego ya me cuidaré de que nos salgamos de nosotros en lo posible, pero por lo pronto estábamos tratando de manifestaciones sensibles que se referían al tipo de cosas que somos nosotros, y había aparecido por tanto la cuestión de esta facultad que tenemos de la abstracción, hacer abstracción.

‘Hacer abstracción’ que quiere decir en lenguaje común ‘hacer como si no’, es decir: en el cúmulo de las sensaciones recibidas, en esa balumba de cosas que nos vienen a los ojos o a los otros sentidos, distinguir unas pocas y precisas que de algún motivo nos hacen falta para entendernos y para existir y desentendernos de todo lo demás, eso es abstracción. Y eso es algo que se manifiesta sobre todo en nuestro uso de la lengua, en el aparato y el funcionamiento de la lengua.

Pero me parece mejor ahora, antes de volver sobre la lengua, detenernos en otros sitios donde esto se manifiesta de otra manera, por ejemplo, en la música, en la audición y producción musical (de momento hacemos como si no hubiera palabras, mera música; mera música, como la istrumental o cualquier otra): bueno, ahí encontramos cómo el ideal de ‘sí’ o ‘no’, el de pretender que algo es precisamente lo que es y no otra cosa, se manifiesta de una manera imperiosa: por un lado, es verdad, se obedece (en la producción y audición musical), se obedece al ritmo, a la ley del ritmo, es decir que mientras pretendemos que el curso de una melodía, en el curso de una sinfonía entera, son una continuidad, sin embargo, naturalmente esa continuidad ni puede producirse ni la podemos recibir si no es rota en discontinuidad por el ritmo ?por el ritmo? de tal forma que se establezcan estas leyes tan elementales de que cuando se dice… cuando se ritma ta-ta-tá, ta-ta-tá, ta-ta-tá, ta-ta-tá, estamos seguros de que cada tres, tal como he empezado la tercera, cada tres es la misma que vuelve y que se diferencia de los intervalos que esa repetición de sí misma trae consigo, y si decimos ta-tá, ta-tá, ta-tá, ta-tá, ta-tá, ta-tá, pues [] cada dos. O más bien, haciendo ta-ta-ta-tá, ta-ta-ta-tá, ta-ta-ta-tá, cada cuatro, estamos seguros de que vuelve el mismo golpe y que lo demás es intervalo entre golpe y golpe. Esto no puede ser verdad, el mismo… el mismo tampoco en el ritmo puede ser más que fruto de nuestra Fe, una convención que es más que convención musical ¿eh?, tenemos que tañer o producir lo que sea, y oírlo lo que sea, precisamente con esa condición del retorno de lo mismo que es el ritmo, a sabiendas de que nunca puede haber lo mismo, que por más que vuelva el mismo suceso del ritmo pretendiendo ser el mismo, eso sólo es por Fe.

De manera que ahí tenéis una aparición, pero tal vez todavía es más intrigante y reveladora la aparición en la otra dimensión, en la dimensión tonal de la música. Porque ahí el intento de que una nota ?como se dice? (se dice muy mal, porque ‘nota’ está tomado de la escritura y ahora querría referirme a lo que está antes de la escritura musical, antes de la música escrita, pero es difícil, digo ‘nota’ suponiendo que me distingáis), que una nota es precisamente la que es en la escala que se haya elegido, es precisamente un sol y no ninguna otra cosa, y que por tanto el intervalo de sol-do es una quinta precisa, es esa medida, tres tonos y medio, tres tonos. Todo esto rige y, si no, no habría música ni se habría desarrollado.

Sabemos que no cabe en la Realidad que eso sea así, que una nota sea tan imperiosamente y precisamente la que es y nada más que la que es, sabemos que siempre tiene que haber desfiguraciones, ruidos de un tipo o de otro. El intento del afinamiento de los istrumentos (o de la propia voz también, pero por ahora de los istrumentos) es un intento de aproximación a ese ideal, visible -visible-. Ahí, naturalmente el oído más sutil, el del afinador de pianos o de lo que sea, que decide, sin lugar a dudas ya, cuándo la nota es la que debe ser, cuándo ha sonado la nota que debe sonar y ninguna otra ¿no?

De manera que ahí veis también cómo la abstracción se introduce ya en las convenciones musicales. Las culturas de unos pueblos o de otros pueden variar en cuanto a la manera de concebir la escala de los tonos, pero ?vamos? de todas formas, de una manera o de otra, esto que estoy diciendo vale para cualquiera: se hace abstracción de cualesquiera ruidos que puedan estorbarnos para oír precisamente la pura nota que se quiere oír. Esto que es imposible, una pretensión ridícula,  sin embargo, es la pretensión que nos rige en música como en todo lo demás y es un caso de abstracción que se produce sin entrar en la lengua todavía.

Supongo que esto con respecto al decurso producción y audición musicales es lo bastante evidente, sensible, para cualquiera, pero no deja de ser por ello asombroso que tengamos que contar con ello y someternos a ello si queremos tener una música que sea real al mismo tiempo, que no sea una música de seres etéreos, de ángeles absolutamente inexistentes, [u] otra cosa. Que sea una música de entre nosotros, una música que se pueda ejecutar en istrumentos de cuerdas o de viento o de lo que sea, claro, y que cumpla esas condiciones contradictorias: se abstrae de todo el decurso del istrumento. En el caso de los de cuerda, por ejemplo, un decurso, ya, declaradamente discontinuo; en el caso de los de viento no, en el caso de los de viento con una pretensión de continuidad, pero en unos o en otros tiene que regir la misma convención que, después de todo, es una Fe; una Fe en que lo mismo es lo mismo al mismo tiempo que sigue rigiendo por lo bajo la Fe en la continuidad de la que nos hacemos una idea igualmente imposible en este Mundo.

Bueno, pues esto es lo que toca a las formas de aparición del hecho en música, y ahora volvemos sobre la aparición en lengua, en una lengua cualquiera, en una cualquiera de las apariciones reales de la lengua que de por sí (la lengua de verdad), que de por sí nunca puede producirse en la Realidad (ya sabéis que la hay, hay una lengua o razón común de veras, pero en la Realidad no puede aparecer más que como lenguas de Babel, no puede aparecer [más que] como idiomas, y sólo a partir de ellos y de lo que ellos puedan tener de común se viene a descubrir que por debajo está esa lengua que no existe pero que está así penetrando en la Existencia de las cosas por medio de los idiomas de cada una de las tribus), pues en la lengua, en cualquier idioma que sea encontráis esas abstracciones, esos entes ideales que se meten en la pretendida continuidad en diferentes bloques de simultaneidad, (ésta es la manera en que traté del asunto cuando escribía los libros Del lenguaje), diferentes niveles de bloques de simultaneidad, que quiere decir trechos del habla, los cuales, si se pretende hacer lengua, hablar, se pretende que un trecho sea simultáneo consigo mismo, es decir, abstracción del Tiempo real. De forma que una frase mismo -la unidad de sentido mayor que está regida por el aparato de la lengua, por la Gramática-, una frase para que se entienda tiene que oírse toda de una vez, si no, no se vería cómo se complementan unas a otras las palabras, los complementos con los verbos y todo lo demás, las oraciones subordinadas con la principal, todo eso está dicho de una vez. Más abajo: una palabra sintagmática, es decir, la producción de una palabra ideal con todos sus índices tiene que oírse de una vez. Para que entendamos qué quiere decir “De la mesa”, todo eso tiene que producirse y oírse de una vez. No puede ser, pero eso es lo que está mandado. Y viéndolo al nivel ínfimo que es (como el más simple es el que más resulta detonante) al nivel de los fonemas tenemos que hacer como si el fonema no durara (otra vez abstracción del Tiempo, otro bloque de simultaneidad), como si estuviera producido de una vez todo él entero. Es decir, que aunque estamos seguros de que cuando se dice “gato” la ‘t’ no puede ser istantánea (tiene que durar algo, y cualquier aparato nos lo revelará que sí, que dura), a pesar de eso tenemos que hacer que tanto la ‘t’ de “gato”, como la ‘a’, como la ‘o’, no duran nada, no duran nada, son sin duración alguna.

Ésta es una condición de los fonemas (también de los otros bloques de simultaneidad) que les viene precisamente de la pretensión o necesidad de ser uno el que es. Efectivamente cualquier idioma tiene un repertorio de fonemas (que no oscila mucho, puede oscilar de doce o trece hasta sesenta o setenta), un repertorio finito de fonemas, que los cuales cada uno es el que es, y así están debidamente ordenados, son entes puramente abstractos; en el habla real no se podrían presentar nunca esos entes puros, pero se presentan. Se presentan por esa injerencia de lo ideal en lo otro y se hace como si efectivamente en “gato” la ‘t’ sea precisamente ‘t’ y no ‘d’ porque eso sería “gado” y “gado” es otra cosa. De manera que la ‘t’ tiene que ser ‘t’ precisamente, y la ‘g’ tiene que ser ‘g’ porque “jato” sería otra cosa distinta de “gato”, y así todo lo demás.

De manera que ahí veis cómo la necesidad de Fe, de creer en la entrada o presencia de los entes ideales del ‘sí’ o ‘no’ en la Realidad produce estos fenómenos cotidianos. Naturalmente nosotros en el habla percibimos eso y nos atenemos a ello gracias a que hacemos como si no, gracias al mecanismo de la abstracción, es decir, que de todos los ruidos que hablando se producen, por ejemplo los que ahora mismo estoy produciendo, os olvidáis de la mayor parte de casi todos y os quedáis con lo poco que os hace falta para reconocer que si he dicho “produciendo”, he dicho primero ‘p’, después ‘r’, después ‘o’, después ‘d’, después ‘u’, etc., etc., y que gracias a eso os podéis haber enterado de qué es lo que he dicho y de qué estaba hablando ¿no?

Ése es el mecanismo de la abstracción. En el caso de cosas como nosotros aparece así de claro, aunque tan claro como es me parece que hace falta decirlo, no porque vosotros ni el público en general sea demasiado ignorante de lo que pasa con su lengua, sino porque le han contado desde la escuela y antes muchas falsedades acerca de su lengua, y entonces resulta que se no entiende lo más elemental y por eso hace falta… hace falta volver a descubrirlo. No por ninguna ignorancia, que nunca es el enemigo la ignorancia, sino por la información.

Ya recordáis que la mentira de la Realidad consiste justamente en eso: en información, y es naturalmente contra eso contra lo que aquí se está luchando, no contra ninguna ignorancia a la que haya que iluminar por medio de ideas nuevas, no: se trata simplemente de destruir la mala información; destruir la información en general que es lo que costituye la Fe (no hay que distinguir entre saber y Fe), y por tanto costituye la Realidad por medio de ella.

Era por eso por lo que el otro día salían a cuento los sistemas de reconocimiento de lenguaje hablado por medio de máquinas (yo me había encontrao sorprendido, como recordáis, sobre todo por el procedimiento del servicio Dicta que los móviles han adoptado como suyo y que funciona muy bien dentro de ciertos límites, es decir, que reconoce la voz de cualquiera que le deja un mensaje sin muchas necesidades de andar precisando el tipo de voz ni tampoco los cuidados de articulación, sin muchas. Reconoce en el curso de lo que uno le ha soltado al telefonito, como mensaje, lo que hace falta reconocer: fonemas, las palabras, incluso los elementos clíticos de que el español está lleno (se, él, lo, la, le, les, los), infinidad. Y reconoce hasta la articulación de la frase, porque el sistema Dicta utiliza sólo dos signos… tres signos aparte de las letras, que son el de punto, el de coma y el de interrogación. No utiliza más, pero esos tres que utiliza, generalmente los utiliza bien, es decir, que también reconoce la articulación de la frase con una coma, el final de la frase con un punto y la entonación interrogativa con el otro signo de abrir y cerrar.  

Bueno, pues esto era el asombro que el otro día os traía y para el que… para entendimiento del cual os pedía ayuda porque yo, no habiendo estudiado Informática, pues no soy capaz de imaginar debidamente ni siquiera así, por lo alto, cómo la máquina puede hacer eso, puede hacer esa labor de abstracción, desentenderse de la inmensa cantidad de ruidos que inevitablemente se producen al hablar y coger de entre ellos los elementos que le hacen falta para poder escribirlos. Luego, aparte de eso, hay que añadir (pero esto ya es secundario), hay que añadir que nuestras ortografías académicas son un desastre, son una infidelidad perpetua. La nuestra es muy mala, la francesa es peor, la inglesa todavía peor. Son perpetuas traiciones a la lengua impuestas justamente por la Cultura.

(Notad -entre paréntesis- esto ¿eh?: cómo la Cultura mata la lengua, porque la ortografía es la muestra… la muestra más evidente: por motivos meramente culturales se han elaborado en unos cuantos siglos esas horrendas ortografías inglesa, francesa o hasta… o hasta la nuestra).

De manera que esta máquina tiene además que tener un dispositivo suplementario para, una vez reconocidos los fonemas, no escribir ‘ca’ siempre que suena el fonema ‘ca’, sino escribir unas veces ‘c’ y otras veces ‘q’, lo cual es un rollo insoportable, intratable, pero que se ve que la máquina lo resuelve también.

Bueno, tiene un dispositivo suplementario, pero ya lo otro que os he dicho es lo bastante asombroso para que me haga pediros ayuda: ¿cómo se puede entender eso?, ¿cómo una máquina puede llegar a imitar el proceso de hacer abstracción, que es el nuestro?

Alguno de los que venían me dijo que podía recabar de los entendidos en información alguna noticia. Ahora la pediré. Caramés ha encontrado también un escrito de un señor que publica lo que llama una ‘tutoría’, que realizó acerca de una cosa muy misteriosa que son las señales ocultas de Markov…

    C - Las cadenas.

    AGC - ¿Eh?

    C - Cadenas.

    AGC - ¿Cadenas ocultas?

    C - Sí, cadenas.

    AGC - ¿Cadenas?

    C - Sí.

… Cadenas ocultas de Markov para aplicarlas al problema que nos traemos entre manos: reconocimiento de la lengua hablada, de lenguas naturales. De todas formas no lo he podido leer todavía, pero he visto un poco de por dónde va la cosa y tal vez ayuda, ayuda a entender. Es desde luego no un mecanismo sino un complejo de mecanismos enlazados entre sí harto complicado, que no puede ser el mismo mecanismo el que se dedique a distinguir y separar fonemas del que se dedique a, en otro bloque de simultaneidad, reconocer palabras, y en otro a distinguir las articulaciones de la frase. El segundo desde luego, el de reconocer palabras, la máquina tiene que tener un vocabulario que será reducido, pero que tiene que ser de unos pocos miles. Bueno, pues por lo menos mil, en un español sumamente reducido, mil vocablos posibles que se le presenten.

Bueno, ahora os pido… pasaré la voz para que me digáis enseguida si alguno ha visto algo más… algo más claro en esto. Por ahora quiero cortar por mi parte recordándoos esto: que todas estas curiosidades de música, de convenios musicales, de lenguas y lo que va con las lenguas, no es más que nuestro caso, pero no olvidéis que una parte de esta guerra que nos traemos es contra el humanismo, es decir, contra cualquier actitud que es la habitual y dominante por siglos y siglos de entender que eso de ‘el hombre’ es una cosa que está enfrentado a las cosas, que el hombre es lo que sabe las cosas, las piensa, piensa en ellas, y etc., etc., y romper contra eso practicando en esta guerra esta modestia extrema: nosotros no somos más que un caso de cosas. No somos más que un caso de cosas, de manera que esto que nos pasa -en nuestra música y en nuestra lengua- de alguna manera tenemos que extendérselo a las demás cosas. Es como al principio os mostré: son dos necesidades que afectan a la Realidad toda sin más: cualquier cosa por necesidad de subsistencia o de existencia tiene que practicar esas mismas creencias: que ella es ella, que cada una es cada una y, después, que se mueve y cambia con la otra idealidad contraria, pero que evidentemente se compagina con ella. No sé cómo un canguro o un cristal de cuarzo pueden hacer esto, pero desde luego tengo que pensar que lo hacen, por mero reconocimiento modesto de que lo nuestro no es más que un caso entre los casos, y que las necesidades afectan a las cosas en general.

Cuando uno, sobre todo contemplando animales de los otros, o tal vez hasta plantas, ve estos prodigios de abstracción también fuera, reconoce que ?como el otro día decíamos al final? un zorro o una alondra cuando sale al campo o va al aire se encuentra con un cúmulo, una balumba de cosas que no puede menos de afectar sus oídos, piel y ojos y lo demás ¿no?, y que evidentemente sabe (el zorro o la alondra) distinguir en esa balumba los datos… los datos que les importan para la subsistencia, o para el entendimiento y comunicación con sus semejantes, o cualquier otra cosa de las que pertenecen a la Existencia (creencia, comunicación).

Cuando estas maravillas de otros tipos de cosas, especialmente animales, se presentan, la respuesta de los que saben suele ser en el sentido de que “Bueno, que es que ellos eso lo hacen por istinto (‘por istinto’, una cosa que la hacen ‘por istinto’), nosotros lo hacemos por razón: hablamos y hacemos música por razón, pero las alondras y los zorros lo hacen por istinto, hacen algo semejante por istinto”. Bueno, pues cuando alguien nos suelta esta tontería hay que decir “Sí, sí, claro, ‘nuestro istinto’ es la racionalidad”. Ésa es… ésa es la manera de responder: “Sí, sí, istinto, si usted quiere, si le gusta el término y si le sirve para algo”, pero inmediatamente: “Pero si nosotros también tenemos un istinto, nuestro istinto se llama ‘racionalidad’, la que fabrica música y eso. Si no tiene nada de particular, es simplemente la nuestra, que nos parece muy interesante por ser la nuestra. Una mera estupidez patriótica, nada más. Pero que no es más que nuestra forma de istinto”.

Bueno, y con esto me callo, de manera que vamos a ver acerca de cualquiera de las cuestiones que aquí he vuelto a suscitar, a ver qué ocurrencias traéis que nos ayuden un poco en esto de romper con la Fe, de desmentir. Así que, adelante. Sí.

    - Sí. Bueno, un par de cosas: sobre lo de las máquinas éstas de los teléfonos, yo el otro día estuve hablando con una y me pidió el carnet de identidad, el número, el número del DNI. Entonces le dí el número, uno por uno, y al final hice un ruido con la garganta ¿no?, y cuando me repitió el número que yo le había dao, al final añadió un tres. O sea, que tampoco son tan…

    AGC - Algo fallan.

    - Entonces, yo, luego me dio por pensar, digo, “Joer, si a esta máquina llamara un niño de estos que tiene que la madre traducirte lo que está diciendo cuando tiene esa lengua de trapo ¿la máquina qué interpretaría?”.

    AGC - Bueno, de todas formas ese mecanismo de dar un recado con números por teléfono es más viejo ¿eh?, está más atrasao que el método Dicta, sin duda. Yo lo he encontrado y la verdad es que funcionan bastante mal…

    - Perdona...

    AGC - Me acuerdo que, por ejemplo, AutoRes o otra empresa cualquiera, tienen establecido un mecanismo así para sacar billetes, y simplemente funciona mal, como a ti te ha funcionado mal. Pero el sistema Dicta está mucho más avanzado. De manera que evidentemente a un niño con lengua de trapo no se lo va a coger, y evidentemente se le puede hacer trampa. Yo le he hecho muchas trampas y falla, pero la cantidad de veces que, hablándole gente corrientemente y sin poner mucho cuidado, acierta a escribir el mensaje, es muy grande.

    - Perdón. Los sistemas de reconocimiento de voz tal cual, realmente no existen. Quiero decir, que detrás hay una persona que le está dando al aparatito. Le está dando al aparatito. Entonces, tú realmente no estás hablando con una máquina.

    AGC - No, es mentira. Eso es lo que el otro día Isabel lo decía eso hablando de lo… que ahí es que había chinitos. Que había chinitos, decía.

    ? Bueno, pues…

    - Era una metáfora.

    AGC - Claro. No, el procedimiento es enteramente  maquinal, seguro. Es enteramente maquinal.

    - Pues, disculpe, pero como yo, que he trabajado en eso, le puedo decir que actualmente en España cualquiera que usted crea que es un reconocimiento de voz, es… hay detrás una persona que está dándole a una tecla determinada para… que simula una especie de reconocimiento de voz. Pero le puedo asegurar que no existe.

    AGC ? Ya, qué más querrían los hombres que fuera así. No es así. El procedimiento es enteramente maquinal, no cabe intervención []. La intervención humana, los chinitos, eso sí (eso ya lo dije): millones de chinitos habrán estao fabricando los programas según las istrucciones recibidas, eso sí: los programas, pero para la emisión actual, desde luego, eso es máquina, es pura máquina. No se hagan ilusiones, ¿no? Y es preciso por eso entenderlo bien. Sí.

    - Cuando hablabas de la facultad abstractiva y del hacer como sí, pues me parecía que se montaban como varias convenciones y que la facultad abstractiva parecía que requería del interlocutor el entrar en el juego. Y me acordaba de cosas como ya no sólo el hacer caso omiso de los múltiples ruidos, sino que cuando una madre le dice a su hijo “¿Cuántas veces te he dicho que te calles?”. Y eso se hace completamente abstracción (si el niño entra en el juego que le propone la madre) de que es una pregunta y lo que hace el niño es callarse. Cuando respondiendo dentro de un juego más gramaticalmente convencional o más propio de la Gramática, pues tendría que decir “Pues tres veces, mamá”. Eso por un lado…

    AGC - Sí, bien, pero bueno, eso ya es en un nivel lo bastante superficial para que sea muy sencillo. Es en un nivel de las ‘modalidades de frase’ que obligan a reconocer que una cosa es lo que la frase hace, y otra cosa es lo que un hablante cualquiera real quiera hacer con la frase. Evidentemente la madre lo que quiere es que el niño se calle, y entonces se lo grita en una interrogación: “¿Cuántas veces te he dicho que te calles?”, pero la frase lo que hace es preguntar…

    - Es preguntar.

    AGC - …preguntar. Y si entre comensales se dice “¿Me pasa usted el azúcar?”…

    - Eso.

    AGC - … evidentemente la intención es que el otro te pase el azúcar. Y otro responderá “Sí”, pero lo que la frase hace es preguntar. De manera que hay una distinción muy elemental pero que conviene siempre recordar: entre la acción de los elementos de la lengua misma ?por ejemplo, la acción de una frase y la participación en el sentido de la frase que las palabras tengan? y lo que un hablante, por sus intenciones coscientes, sentimentales, pretende hacer con esos mecanismos; pero los mecanismos son aparte, ellos hacen lo que tienen que hacer, y con esas necesidades contradictorias que son las que os estaba pidiendo que me ayudaseis a entender, sea a través de lo de las máquinas o como sea.

    - Cuando hablabas de esto de la capacidad abstractiva de los hombres y de los animales, de alguna manera equiparándolo, diciendo que tiene que haberlo en ambas [], en ambas partes de la [] más o menos así, me estaba acordando del prólogo de Rafael Sánchez Ferlosio a los niños salvajes, a lo de Jean Itard [], y parece que ahí Rafael lo que distingue claramente es cómo la criatura ésta que se encuentra en el bosque, al haber perdido el momento en que tenía que adquirir el lenguaje de la tribu, pues ni sabe de verdad hablar, ni sabe de verdad aullar. Y entonces insisto mucho en la distinción que hace respecto a un lobo, porque un lobo seguramente nunca aun cuando se hubiera criao entre humanos aprendería a hablar, en cambio un niño sí aprende ambas cosas malamente las dos, porque el mecanismo de abstracción está… es polivalente. Aquí puede atender por igual a las dos cosas. Bueno, esto lo sabes tú mejor que yo. Quiero decir que es importante…

    AGC - Bueno, no sé si es muy oportuno. Pero, bueno, vamos, que ya que lo has sacao…

    - … que tengamos en cuenta esta distinción que Rafael hace muy bien.

    AGC - … Ya que lo has sacao vamos a aprovecharlo. No, no es Rafael, es el propio…

    - Rafael Sánchez Ferlosio es el que lo hace.

    AGC - … Es el propio autor y educador del niño…

    - No, no, pero es que yo me estoy refiriendo a las percepciones de Rafael.

    AGC - … Es Itard, el profesor Itard es el que presenta los datos…

    - Está mucho más [].

    AGC - … la memoria, presenta los datos así. El niño efectivamente, aunque nunca se podrá saber qué edad tenía, cuando lo recaptaron los humanos pues seguramente tenía ocho o nueve años, y (o por lo menos siete años), y efectivamente eso hizo que los esfuerzos ímprobos de Itard, que él cuenta en su memoria, no tuvieran más que éxitos mínimos, escasos, y dudosos, le enseñaba palabras sobre todo: le colocaba… le colocaba en un tablero un martillo, una pluma, una serie de cosas para que acabara respondiendo al nombre en francés que él empleara. El éxito era muy escaso. Hay que decir que ahí es muy difícil explicar la cosa por la mera ignorancia o incapacidad. Evidentemente este niño se había vuelto incapaz para hacer lo que un niño cualquiera hace, es decir, aprender estos mecanismos de la abstracción (del hacer como si no), recoger… identificar los fonemas, las palabras y todo lo demás. Este niño debió pasar entre lobos principalmente los años anteriores, evidentemente lo que debió hacer es aprender lo que ahora estoy diciendo que vale para cualquier no sólo animal sino para cualquier cosa del mundo, aprender los convenios que entre los lobos rijan para el reconocimiento de lo que hace falta y la prescindencia de todo lo demás. Estos mecanismos que los lobos emplean evidentemente no es el que empleamos nosotros con nuestro istinto, que es la racionalidad. Y entonces es justamente el haber aprendido mucho de lo que pasara entre los lobos lo que le impedía. Hasta le costó mucho trabajo aprender a andar en dos pies, evidentemente porque había aprendido a andar de otra manera, como los lobos. De manera que no hay ningún vacío…

    - Pero tampoco andaba bien a cuatro patas.

    AGC - …No hay ningún vacío, hay una ocupación previa. Una ocupación previa que en ese extraño caso producía eso ¿no? Ya que lo has sacao hay que entenderlo ?pienso? de esta manera. ¿Qué más hay por ahí? Sí.

    - Con respecto a lo de la continuidad y la discontinuidad: parece que en la Realidad pues hay montones de ejemplos que nos lo evidencia que es discontinua, pero luego está lo otro de que está cayendo continuamente en lo desconocido, en lo que no se sabe. ¿Eso es… sería continuo?

    AGC - Eso sería continuo falsamente, es decir, por interposición del ideal de infinito, del ideal de continuidad…

    - Yo me refiero a lo no sabido, a la verdad.

    AGC - … Evidentemente estamos llenos de eso. Nosotros tenemos que creer que un río o el chorro de agua de un grifo es continuo…

    - No, yo…

    AGC ? … sabemos que no puede ser, pero tenemos que creerlo, es decir que al mismo tiempo podemos ser capaces de separar moléculas o lo que haga falta y al mismo tiempo tenemos que creer en la continuidad en esos casos.

    - Sí, en la Realidad eso es lo que se cree. Pero yo digo: lo que no es real,  lo que no existe, que es… o sea, tiene que ser continuo, ahí está la continuidad, ¿ahí se da la continuidad?

    AGC - Ah, sí, sí, lo desconocido, lo sin fin…

    - Donde caemos, donde nos deshacemos.
    .
    AGC - …lo continuo, todo eso viene fuera. Todo eso está fuera, es…

    -? …Entonces, y nosotros estamos impregnados también porque somos porosos, la Realidad…

    AGC - Somos porosos.

    - … Vale. Entonces, eso continuo ¿por qué no continúa más? Es decir, o sea, no veo…

    AGC - A ver.

    - ¿Dónde está el límite?

    - .. Es decir… Exactamente: ¿dónde está el límite? Es decir, la Realidad: discontinua, y si la Realidad está impregnada y es porosa de eso que es continuo, en algún sitio choca lo continuo porque sale lo real. Es decir…

    AGC ? ¿“Choca”? A ver.

    ? Quiero decir que lo continuo no es tan continuo.

    AGC ? ¿Qué?

    - No puede ser tan continuo, no puede ser de golpe…

    AGC - No: lo continuo quiere decir lo no-discontinuo…

    - Exacto.

    AGC - …y no-discontinuo es como sin fin. Sin fin.

    - Sí.

    AGC - Sin fin

        - Entonces, la Realidad si es porosa tiene parte de lo sin fin, ¿o no?

    AGC - Estamos impregnados por un lado, pero al mismo tiempo, como no podemos simplemente recibirlo, sentirlo así, tenemos que hacernos una idea de ello. La continuidad o lo infinito se convierte en una especie de otros entes ideales, que son contrarios a los de Arriba, los que manda el Señor, el que manda ser ‘sí’ o ‘no’, el que se es, pero que evidentemente en ese choque estamos, están las cosas.

    - Pero dentro que la Realidad hay cosa (bueno, ‘cosa’), algo que desconocemos, que no sabemos, dentro de la Realidad…

    AGC - Bueno, en cierto modo dentro…

    - …y dentro de nosotros mismos, incluso.

    AGC - … En cierto modo dentro. Eso no consiste más que en que estamos mal hechos, las cosas.

    - Ah, eso es lo que dices “mal hechos”.

    AGC - Eso quiere decir que estamos mal hechos.

    - Bueno, pero, entonces, lo mal hecho es lo bueno.

    AGC - Lo mal hecho es lo que va contra el Poder.

    - Digamos, lo continuo.

    AGC - Lo mal hecho es lo que va contra el Rey, que va contra el Poder, que va contra Dios. Si eso te anima, pues desde luego. Gracias a lo mal hechos que estamos podemos incluso estar intentando hacer aquí algo contra la Fe. Ah, si lo que te gusta es la persona…

    - No.

    AGC - …entonces, y estás a favor del Rey y de Dios, entonces aquí lo de ‘lo bueno’ se vuelve del revés. 

    - No, ya, claro. No, pero me refiero: ¿cómo se puede permitir lo continuo, lo sin fin, encontrarse con algo que es discontinuo, o sea, con la Realidad?...

    AGC - Pues así.

    - …O ¿cómo ataca la Realidad?, o ¿cómo se penetra? -o-al revés? la Realidad trata de tapar aquello porque se defiende?

    AGC - Eso hasta en el nivel más humano y sentimental lo reconoces: continuamente la amenaza de la infinitud, de la continuidad, nos está asediando, y costantemente nos estamos defendiendo contra ella. Es decir, reconvirtiéndolo en ideas, desarrollando nuevas ideaciones. Así es lo que nos pasa a nosotros. Evidentemente, una vez más, hay que trasladarlo a las cosas cualesquiera, pero en el caso nuestro está muy claro: en una relación sentimental misma, o en una relación sentimental, la amenaza de la verdad inconcebible, la amenaza de que amor sea de verdad algo, es una amenaza de la continuidad, una amenaza de lo sin fin: la persona se defiende como gato panza arriba contra esa amenaza e inmediatamente convierte a aquello en una idea, lo domestica; la idea del Amor, por ejemplo, la idea de lo sin fin, le da igual. Había un par de voces, una allí.  

    - Yo creo que una de las sensaciones más de asombro de continuidad es un sueño que normalmente se tiene bastante, la gente lo tiene, que es un dejarse caer sin fin, no se sabe dónde, porque tampoco es para abajo, es decir, es un caer. Es un caer en el cual te despiertas pero no porque te pegues un tortazo contra el suelo, sino te despiertas porque realmente es insoportable la continuidad.

    AGC - Sí, sí. Exacto. Sí, muchas veces es para abajo. Muchas veces es para abajo, incluso la cosa comienza siendo real, te subes a la esquina de la Telefónica, a la punta arriba de Telefónica.

    - Pero cuando te despiertas no te has pegao contra nada, es que no lo soportas.

    - Es que hay la ausencia de ti. Cuando está la ausencia de ti es cuando tú ¿eh? caes, ¿eh?, caes.

    AGC - ¿Qué es eso de la ‘ausencia de ti’? 

    - La ausencia de ti mismo.

    AGC - Entonces, no serías tú el que cayera.

    - Que la ausencia de mí mismo.

    AGC - No serías tú el que cayera.

    - No, no, no, no. Es que ya no… tú no estás.

    AGC - Entonces no te pasa nada. No tienes por qué tener miedo ni nada…

    - Exactamente.

    AGC - …Ni despertarte. Pues no es así. No es así. Es como dice… como dice Isabel, empieza siendo real la caída, pero evidentemente caer sin fin, sin saber adónde, es insoportable, porque resulta que los sueños, los sueñecitos, son reales, igual que la Realidad, y por tanto también con ellos es incompatible cualquier sin fin; cualquier caer sin fin o cualquier continuidad. Efectivamente…

    - Pero ¿no se podía reformular la fórmula ésa que tú dices “Gracias a lo mal hechos que estamos”, decir “Gracias a lo bien deshechos que estamos”?

    AGC - Bueno, dejemos de hacer jueguecitos, juegos de palabras, fuera.

    - []

    AGC - Bueno, ¿quién era…? Sí, a ver. No sé si eras tú, pero me parece.

    - [] hiperrealismo puro.

    AGC - Yo no estoy muy seguro.

    - Ester.

    AGC - ¿Ester?, bueno.

    - Yo quería preguntar sobre la abstracción. ¿La abstracción es para… para reconocer y para producir también? O sea, ¿para hablar?

    AGC- Sí, sí. En la música y en la lengua. Es las dos cosas a la vez. Lo que he dicho de la música se refiere a la producción y a la audición. Lo uno va con lo otro.

    - Sí. Y luego, ¿cada uno tendríamos pues una manera o una forma de hacer esa abstracción?

    AGC - No.

    - ¿Entonces?

    AGC - No, porque si no, por ejemplo, no podría haber una escala a la cual permanece fiel toda una cultura, una enorme población. Es una convención común, por lo menos, a gran cantidad de gente.

    -  Que luego, por ejemplo, cuando pues a uno le parece algo blanco y al otro le parece negro. Eso, a la hora de pensar hacer…

    AGC - Algo raro pasa ahí, sí. No sé cómo puede suceder. Algo raro pasa ahí. Incluso a uno mismo puede parecerle o blanco o negro, ahí están los juegos esos ópticos. ¿Y entonces? Y entonces, ¿qué?

    - [] el punto de vista de entender algo, ¿no?, de un hecho, por ejemplo.

    AGC - Sí, sí. Pero que entiendas que es blanco o que es negro es muy secundario, lo importante es que estás haciendo abstracción de que aquello es un objeto, que crees en los colores, de los cuales sólo abstraemos blanco y negro, y que después digas lo uno o lo otro es bastante secundario. La abstracción está antes ¿no? Sí.

    - Siguiendo esta pregunta anterior: un mayor nivel de abstracción, la abstracción depende de cada uno, o sea, pero llegará un momento en que…

    AGC - ¿Cómo de “cada uno”? No, no.

    - Sí. Quiero decir que, por ejemplo, se va a un concierto y hay… a veces pues luego lees la crítica y dices “La gente captó prácticamente lo mismo”. O sea, es decir que el nivel de abstracción… Mi primera pregunta es ¿la abstracción… un mayor nivel de abstracción lleva… aleja de la Realidad y acerca más a la verdad?

    AGC - No, no. Es una necesidad de la Realidad la abstracción. Lo de los niveles no sé a qué se refiere. Si hablas de personas separadas, lo que pasa en la audición musical es que unos están más al tanto de cuál es la Fe que reina en música ¿eh?, y otros están menos al tanto. Entonces se dice que hay unos que entienden más y otros menos, pero es una diferencia, la personal, meramente accesoria ¿no? Sí. 

    - Pues es que…

    AGC - No, perdona, que… Ah, bueno. Ya no estoy seguro.

    - Pues es una cosa que leí hace mucho tiempo (que no recuerdo muy bien, pero, vamos, la idea sí) y que tiene que ver algo con la… con la continuidad o la discontinuidad, por lo menos así me lo parece. Pues es un poeta que está hablando pues de sus… (es romántico) está hablando de sus sufrimientos y sus… y su desazón; y entonces dice que cuando está en la Naturaleza y entonces son los momentos en que él forma parte de la Naturaleza, o sea, discontinuidad, no hay diferencia entre él ni lo que le rodea, y entonces, pues se siente… se siente bien. Entonces sería un poco eso la continuidad ¿no?, no hay… él se siente así.

    AGC - Muy poco es eso. Muy poco atrevimiento es ése. No, porque evidentemente el zorro o la alondra también forman parte de la Naturaleza y…

    - Pero se siente como…

    AGC - … y digo, y el poeta no hace que se ponga muy allá. Uno puede dejarse llevar más o menos, igual que las otras criaturas, por lo que pasa a su alrededor. Pero, vamos, no es a eso a lo que en los procedimientos de abstracción se refieren. Y además, el poeta mismo hablando en un idioma y empleando sobre todo, si se la emplea, una palabra como ‘Naturaleza’ o ‘Natura’, pues -¿qué digamos?- está muy lejos…

    - Es que yo no recuerdo las palabras que utiliza.

    AGC -…muy lejos de haber perdido la abstracción ni nada de eso ¿no? Cuando se quiere sugerir algo de esa perdición en lo que no se sabe, es mejor emplear ?en poesía o lo que sea? procedimientos mucho más indirectos. [] a los prójimos si les tocas una tecla que a lo mejor no tiene nada que ver, por medio de unas palabritas les tocas una tecla, probablemente les va a surgir un sentimiento de esos de perdición en lo que no se sabe. Pero más vale hacerlo indirectamente, por vía directa no suele marchar.  

    - Te quería… ¿Qué relación estableces entre (lo que ya hemos dicho muchas veces) entre la verdad de lo sin fin, de lo desconocido, del deshacerse, y la verdad de la formulación de la contradicción de “En unos mismos ríos entramos y no entramos; estamos y no estamos”?

    AGC - Sí. Hay tres cosas (y con esto voy a cortar ya, porque me parece que se ha hecho muy tarde), hay tres cosas: una verdad es lo desconocido simplemente (en realidad no podemos ni siquiera darle nombre, es mejor decirlo con negación: no-fin, lo sin fin; lo no conocido, desconocido, eso es verdad. La verdad es lo que no se sabe). Luego, entre los entes ideales de orden superior rige una pretensión de verdad, que hace que los entes pretendan ser totales, imponer la totalidad, y cuando hablando de cosas y de sucesos decimos “Es verdad” o “No es verdad”, estamos obedeciendo a eso, queremos decir que “He adoptao el ideal de ‘sí’ o ‘no’, y entonces, respecto a eso que dices, digo no. A lo mejor el vecino dice sí, pero yo digo no”. Esas son las cosas, otro… tipo de verdad. Y luego está la verdad que dice la lengua, la razón (que está en otro sentido fuera, al mismo tiempo que dentro) cuya verdad no puede consistir más que en hacer lo que aquí estamos tratando de hacer: es decir NO; decir NO, que es lo sólo que dice el pueblo-que-no-existe: tratar de desmentir -desmentir-. En este sentido ‘verdad’ no quiere decir más que descubrimiento de la mentira, que es lo único que… lo único que nos cabe. En ninguno de los tres casos la verdad está dentro de la Realidad, pero evidentemente tiene que ver con ella.

Y bueno, pues yo creo que con eso tenemos que contentarnos por hoy, porque no me dais -los entendidos- no me dais muchas noticias acerca de lo que pasa con el procedimiento Dicta, de manera que…

    - Agustín, sí, sí. Mira, lo iba a hacer él. Igual le he cerrao yo la palabra.

    AGC - Venga.

    - Lo del reconocimiento de voz ¿o No?

    - No.

    AGC - ¿Cómo puede ser? Eso es cosa muy elemental.

    - No entro nada más que a preguntar ¿si pueden entenderse como un ideal de continuidad el silencio absoluto subyacente tanto a los sonidos de la música  como a los fonemas de la lengua?

    AGC - No: no sólo es que subyaga, es que tiene uno que hacer como si fuera (dentro del bloque) como si fuera continuo, como si el fonema fuera simultáneo consigo. De manera que como si la palabra, dure lo que dure, es como si no tuviera más que el límite de empezar y el límite de terminar. Es la continuidad introducida ya como idea de continuidad la que se da en todos esos casos, y se da necesariamente. Respecto a que la simultaneidad es una prueba de esto, pensad que a diferencia, por ejemplo en el ejemplo de la música es factible y usual dar varias notas al mismo tiempo, dos notas o más notas al mismo tiempo: un tipo de simultaneidad, en la lengua no se puede: pronunciar dos fonemas al mismo tiempo es completamente prohibido, imposible. Eso para distinguir entre los varios ejemplos que he puesto.

Bueno, pues sí, se ha hecho muy tarde, de manera que, por favor, acudid entre los amigos a entendidos en Informática, que nos expliquen, aparte del artículo de este señor, nos expliquen cómo lo hace la máquina, cómo lo hace la máquina. Y si el Señor nos deja, volvemos sobre ello.