26.08.2014

Tertulia Política número 168 (11 de Marzo de 2009)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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TRANSCRIPCIÓN:

 

 

Antes de seguir enlazando con las cuestiones referentes a las cosas, las máquinas y nosotros, me parece que es oportuno hacer ?para los que están aquí de nuevo, pero también para recordatorio de los que me acompañan más de viejo?, hacer esta advertencia metódica: no podéis esperar que de aquí saquéis ninguna especie de teoría, filosofía, conclusión, doctrina: ninguna cosa positiva. Esto es un error fundamental que puede echar a perder casi todo: porque si efectivamente aquí estuviera yo incitándoos a creer en otra forma de Realidad, de teoría, de filosofía, de lo que sea, eso ya estaría expuesto a las mismas críticas y demolimiento inmediato al que están sujetas todas las Doctrinas, Ciencias, Filosofías y Teologías positivas. De manera que no estaríamos haciendo más que darle… darle vueltas a la rueda.

Es importante -como ya os he dicho muchas veces- aprender a recibir esto de una manera meramente negativa, sin sacar de ahí nada, por muy desacostumbrado que se esté a esto, pero se puede: meramente negativa. Aquí no se hace, no intento que hagáis conmigo, otra cosa que  d e s m e n t i r  ?desmentir?.

Nos encontramos de sobra convencidos, no sólo por razón, sino por sufrimientos, de que esto que se nos vende como Realidad, como ‘todo lo que hay’, ‘la Realidad’, es mentira, y se trata ?para lo que sea, sin saber para qué es? de desvelar esa mentira, descubrir, desmentir, lo cual ya es tarea, tarea interminable; sin sacar de ahí ninguna conclusión, ninguna nueva manera de ver las cosas, ninguna especie de Ciencia o de Filosofía, porque entonces estamos en las mismas.

Es preciso acostumbrarse a esto, a recibir esto negativamente, como un desmentimiento de la mentira que ahí está. Para ideas ya tenemos demasiadas por todas partes, no vamos aquí a hacernos otras ideas ¿no? De manera que la cosa parece que está clara metódicamente ¿no? Tenemos demasiadas, estamos llenos de ideas. La Realidad, como alguna vez hemos descubierto, es  i n f o r m a c i ó n. La Realidad no es más que información; la información se confunde con la Física. De manera que de eso hay demasiado, y lo que pasa es que como… que como no es todo lo que hay la Realidad ni la Fe, esa avalancha cotidiana de ideas, de creencias, admite sin embargo  d e s m e n t i m i e n t o.

De manera que ésta era la advertencia, es preciso: si alguien saca de aquí, aunque sea a la salida, una manera de pensar, unas ideas que hay que discutir con el prójimo, estamos en las mismas, estamos como en los parlamentos de los políticos y en los congresos de los científicos: estamos dándole vueltas al guisao para que no se descubra nunca nada de la mentira profunda de todo eso.

De manera que, aunque sea desacostumbrado, eso es lo que os pido: recibir cualquier cosa que aquí se diga, se haga, recibirla como si lo que se estuviera más que diciendo, haciendo, no es más que destruir, intentar destruir, intentar demoler la balumba… la balumba de las ideas, y por tanto de la Realidad.

Así, por ejemplo, cuando aquí aparentemente me sale decir, y puede que a veces me deje llevar y me equivoque, cosas aparentemente positivas como -contra cualquier forma de humanismo, de patriotismo humano- “hacernos, dejándonos hacer como cosas, confundiéndonos con las cosas”, esto parece que es una incitación a algo positivo: hacernos confundir, dejarnos confundir, con las cosas. Pero ?bueno? los que me acompañáis sabéis que no se trata más que de esta negación, se trata de deshacer la mentira de la creencia en que por un lado está el observador y por otro lo observado. Es decir, por un lado está un observador, pensador, el que habla, el que piensa, acerca de las cosas, y por otro lado están las cosas en las que ese pensador ?naturalmente ‘humano’ y ‘personal’? piensa, y de las que habla y de las que trata. Eso es un error tan fundamental que por más que se diga nunca se acabará de destruir lo bastante bien, y la verdad es que cuando se dice eso “Hacerse como cosas”, “Dejarse hacer como cosas”, no se está diciendo más que “No volver a creer que nosotros, las cosas humanas, somos ninguna cosa especial y distinta”: somos cosas como las otras, cada una de su manera, nosotros de la nuestra, y con esta dificultad de que como nos toca más de cerca, pues nos parece muy interesante esto de lo que nos pasa a nosotros, y lo que creemos, y lo que sentimos, y lo que pensamos, pero sin ningún fundamento: cosas entre las cosas.

Esto es… esto es también algo que parece positivo, que es devolverles a las cosas la inteligencia; en realidad se está diciendo “quitándonos a nosotros el privilegio de la inteligencia”. Pero, aunque se diga positivamente, la labor es siempre negativa, destructiva: “devolverles a las cosas -animales, astros, cosas en general- la inteligencia”.

La inteligencia es aquello que, por cierto, Giuseppe Gioachino Belli acertó a poner en boca de uno de sus personajes en uno de los sonetos en romanesco (no sé si me acordaré de mi versión), el personaje ése del Belli dice
 
“Antes de entrar Adán, sin duda alguna
las bestias allá fuera, entre las flores,
llevaban una vida de señores,
sin depender de nadie o ley ninguna:

nada de yugos ni de cazadores,
matarifes ni látigo ni hambruna;
y, en cuanto a hablar, hablaba cada una
mejor que hablan hoy día los doztores.

Mas, de que vino a hacer el amo Adán,
ya escopeta y cuchillo y afán
y carreta y aijada y ‘tira y labra’;

y fue aquél primer día en que, por dolo,
quitó el Hombre a las bestias la palabra,
pa hablar y pa tener razón él solo.”


Pues esta sospecha respecto al hombre es la que nos presenta []. Insisto que no confundáis nunca que estas formulaciones aparentemente positivas que aquí se hagan de devolver la inteligencia, devolver la lengua, a los demás, a las cosas de la Realidad, quiera decir otra cosa que ‘negarnos al privilegio’, ‘negarnos al patriotismo’, que como todos los privilegios y patriotismos es un estorbo formidable para descubrir nada. Cada cosa hablará con su lengua, razonará con su manera de razón, todas falsamente. Nosotros con nuestra manera de lengua, nuestra manera de razón: falsamente, pero así son las cosas y así somos nosotros, y esto es lo que es importante reconocer.

Es decir, que cuando se piensa de eso de la renuncia a la separación entre observador y observado no se está diciendo de que con eso de ‘perdernos en las cosas’, ‘hacernos cosas’, vayamos a venir a ningún paraíso, por supuesto en las palabras está dicho: seguimos dentro de la Realidad, vivimos en plena Realidad, simplemente nos liberamos de una manera de Realidad que es la nuestra y que es la que de momento más estorba, pero no venimos a ningún paraíso.

La lengua que las cosas, los animales, los astros hablen es, como la nuestra, necesariamente idiomática, equivocada y destinada en gran parte a sostener la falsedad: está dentro de la Realidad. Sólo la lengua… la lengua en sí, la lengua que no es de nadie, la lengua común, es la que puede decirse que está fuera, porque para hablar de la Realidad, cualquiera, tiene que estar fuera. Pero esa lengua común o razón común no pertenece a nadie, ni hombre, ni animal, ni astro, ni ninguna especie de cosas. Aquí... aquí dentro, con eso de ‘dejarnos hacer como cosas cualesquiera’ no estamos liberándonos más que de lo más inmediato: de la creencia en nuestro lenguaje. Pero ya sabéis que, siendo reales nosotros como somos, un observador real, un hablante real, no es por supuesto la lengua de veras que está fuera, siendo nosotros así y siendo las cosas así cada una de ellas, en su lenguaje, en su manera de razón, estamos, están, están y estamos sometidos a ésta que es la condición de la Existencia, de la Realidad, es decir que estamos continuamente perdiéndonos, deshaciéndonos en lo que no se sabe (la Realidad no está cerrada, no es todo lo que hay), estamos y están las cosas y nosotros con ellas deshaciéndonos, perdiéndonos, continuamente en lo que no se sabe y estamos al mismo tiempo obligados a defendernos contra eso. Estamos obligados a defendernos contra eso cada animal, cada astro, cada uno de nosotros, cada colectividad de nosotros también en conjunto, estamos obligados a sostener el tipo, por así decir. ‘Sostener el tipo’, es decir, aún a sabiendas de que ninguno ni ninguna cosa es de verdad la que es, ni ninguno de nosotros de verdad el que es, tenemos que [] hacer que sí, que seguimos siendo el mismo: porque, por ejemplo, si no, un cambio, un movimiento, que nos deshiciera, si no es el mismo aquél al que deshace, si no es el mismo el que cambia o el que se mueve ¿qué perdición sería? Tenemos que seguir creyendo en que sí, que uno es uno, y cada cosa que es la que es, y toda esta mentira. Ésta es nuestra contradicción y así es la Realidad, y así estamos nosotros metidos en ella.

Ésa es la condición en la que estamos metidos y en la que se puede luchar siempre para salirse gracias a que la Realidad nunca está bien hecha del todo, pero lo primero: que es la Realidad, que es así; así costituida en esa contradicción y por tanto condenada a esa forma de falsedad.

De esa manera nos entran intimaciones por todas partes de que esto es mentira. Desde niño, apenas formándose uno (para hablar de nuestro tipo de cosas) le entran intimaciones de que todo esto es mentira; todo esto en que se quiere que crea, todo esto que se le cuenta, es mentira. Son intimaciones que vienen simplemente de que ?como el otro día decíamos? somos nosotros y las cosas porosos. Ni la más dura de las cosas ni nosotros deja de ser porosa, y por tanto deja que le entren y que se le cuelen intimaciones de fuera de la Realidad, intimaciones de fuera de la Realidad. A eso de ‘fuera de la Realidad’ alguna vez alguno se equivoca también al oírnos aquí “La verdad es eso”, “La verdad es lo que no se sabe”, y se cree que estamos diciendo algo positivo, otra vez lo mismo: hay que decir que decir que “la verdad no es más que lo que no se sabe” no quiere decir que se nos ofrezca ningún otro territorio donde esté lo sin fin, donde esté la verdad y todo eso, sino simplemente se nos descubre que esto no es todo y que es necesariamente mentiroso y contradictorio por costitución; simplemente se nos desmiente en ese sentido.

De la misma manera nos entra por supuesto de la razón común que habla de todo esto, nos entran por la misma condición de que no estamos bien defendidos del todo en nuestro ser, nos entran intimaciones de razón alguna vez, un poco. Esta es una condición en que lo cuantitativo entra la mayoría de las veces (esta es la ley de las mayorías que la Democracia humana conoce tan bien), la mayoría de las veces la razón está convertida en mera astucia; mera astucia para sobrevivir, es decir, que obedece a esa necesidad que he dicho a la que las cosas y nosotros obedecemos.

Esto es la mayoría, esto es lo que sucede con frecuencia, casi siempre: la razón no es más que una astucia con la que tratamos de defendernos personalmente, en conjunto democráticamente, científicamente, filosóficamente, teológicamente, tratamos de defendernos del descubrimiento de nuestra mentira y de la mentira de las cosas: es ley de Existencia o de subsistencia, y así, pues la razón, eso, es una astucia para seguirse uno sosteniendo a pesar de todo lo que descubra.

Pero esto no es más que la ley de la mayoría: la mayoría nunca es todos. Justamente nuestra forma más exitosa de Gobierno, la Democracia, pretende hacer pasar ‘la mayoría’ como ‘todos’, y hacer que la mayoría sea todos, pero naturalmente eso es una mentira manifiesta ?manifiesta?, notable para cualquiera, en la que no hace falta insistir.

La mayoría nunca es todos, porque las cosas nunca son todas, porque ninguna cosa cada una es del todo la que es, porque no hay por tanto posibilidad de un cómputo cerrado, y por tanto no se puede hacer que el cómputo de una mayoría venga a identificarse con una totalidad. Las pretensiones de esto, lo mismo en Política que en Ciencia, aparecen por todas partes, y algunas de ellas las hemos venido usando aquí una y otra vez.

Ésa es la de ninguna manera esperanza, pero confianza siempre abierta, lo contario de una Fe, que aquí nos junta y que aquí nos permite no desesperar del todo; pensar que a pesar de todo se pueden seguir haciendo y diciendo cosas porque la mayoría no es todos. Y efectivamente a la razón y también al sentimiento le pasa eso simplemente las más de las veces. Lo mismo en conjunto que en la existencia de cada uno: las más de las veces su pretendido razonamiento es astucia para seguir tirando y aguantando y, si es posible, trepando. Éstas son las condiciones de una astucia.

Y en cuanto a nuestros sentimientos, que podrían ser demoledores, destruir, pero como previamente se les convierte en ideas de sí mismos, se les hace ideas de sí mismos, ya el sentimiento de lo sin fin se convierte en un infinito doméstico, ya el amor desenfrenado que intenta deshacerlo a uno se convierte en un Amor doméstico, comprable por prostitución o por matrimonio o de cualquier otra manera, es decir, perfectamente asimilable dentro de la Realidad, pues tampoco los sentimientos convertidos ya en ideas suelen las más de las veces poder vivir y hacer algo para ayudar a desmentir. Lo mismo que he dicho de razón repito de sentimientos con este trance de la conversión en ideas.  

Bueno, pues cosas de éstas son las que quería recordar que nos pasan, que siento, que me parece que tengo que decir que nos pasan cosas así.

Bueno, pues a propósito de la no separación entre nosotros, pretendidamente racionales, como se decía en la Filosofía y en la Religión tradicional y servil, la no separación entre nosotros y las cosas de las que razonamos tenía que ver con lo que estos últimos días se nos aparecía con el caso del tipo de cosas que son precisamente las cosas que nosotros fabricamos. Era importante tener que descreer en esto, y el tipo de cosas en el que nos habíamos fijado era en el que a mí se me había parecido a través de la adopción por la Compañías de Telefonía Móvil del procedimiento Dicta, por el cual recados dados por el teléfono de viva voz se convierten maquinalmente (la máquina los convierte) en recados escritos.

Era esta aparición, que a muchos de vosotros les habrá llegado, era notable de por sí y notable porque el acierto en la conversión es muy alto; hay faltas, a la máquina se la puede engañar adrede bastante fácilmente, pero en cuanto a ser capaz de escribir recados corrientes dados de viva voz, el éxito es muy notable, muy alto, como podéis comprobarlo gastándoos unas pocas perrillas con cualquiera de los móviles que tengáis a mano.

Bueno, pues esto era grave a primera vista, en el primer paso, porque en cuanto a la lengua humana más de una vez he descubierto entre vosotros, también en libros, que en lo que consiste ante todo es en la abstracción, en el hacer ‘como si no’. Porque evidentemente los ruidos, formas, colores, que nos rodean a nosotros y a cualesquiera otras cosas son una inmensidad intratable; intratable por lo tanto y para poder entenderse hay que reducir eso a unos pocos datos, por ejemplo, en nuestra lengua: reducir los ruidos sin fin a 23 fonemas en el español que yo hablo, 23 fonemas, ni más ni menos, y de la misma manera reducir las sucesiones de eso a palabras en más o menos número depositadas en un vocabulario, y desde luego organizar todo eso en frases con una entonación. Para todo esto hay que estar costantemente practicando abstracción, haciendo como si no, eliminando casi todo para quedarnos con lo poco que nos hace falta. Es en cierto modo una inteligencia del tipo de la astucia porque sirve a idiomas, a lenguas idiomáticas como la nuestra, pero, bueno, ahí está.

Por tanto, si nos admiramos de esta capacidad para la abstracción, que es lo esencial de cualquier cosa que se llame ligüística humana o racional, si nos admiramos de esto, siempre nos tiene que presentar problema que una máquina pueda hacerlo también. Esto es lo que os decía del caso especial de las cosas que son cosas ‘no naturales’, como suele decirse, sino de las que nosotros fabricamos.

He pedido ayuda para entender, como ignorante que soy de Informática, que no he podido nunca estudiar bien, algunos de los asistentes también y efectivamente uno de ellos, Eugenio Cuesta, ha tenido el tino y la paciencia de hacer unas páginas donde todo esto se plantea con la debida claridad, tal vez no tanto el procedimiento mismo en sí, el final del proceso, que es de la versión de voz hablada a escritura, pero sí en muchos de los presupuestos que para la organización de las máquinas tienen que regir para llegar a esto. Hay que agradecérselo, y si alguno de vosotros quiere aprovechar estas páginas de Eugenio puede acudir o a él (que me parece que hoy no ha venido… Ah, bueno, está…), a él o a Teresa que lo tiene ahí también y que puede ?supongo? sin inconveniente dar a quien sea una hoja.

Bueno, es muy metódico, muy claro, y sobre todo para plantear las cuestiones que preceden a la maravilla de la conversión de voz en escritura, pues muy útil. A mí me ha sido muy útil. Hay desde luego, antes de llegar a esta última maravilla y cosa que es también maravillosa y Eugenio ha hecho muy bien en empezar sacándola, es decir, en la telefonía, la conversión… la conversión de lo acústico, de la voz, en vibraciones que naturalmente son registrables ¿no? Él habla del juego infantil con dos botes de yogurt vacíos enlazados por un hilo, entrando un poco más y volviendo al padre Edison de donde vienen todas estas cosas, ahí tenéis, es ya una cosa que uno no puede menos de maravillarse de ella, el que un sonido, unos sonidos, puedan convertirse en un tipo de vibraciones que muevan una aguja la cual puede naturalmente entonces trazar en un disco de cera un surquito de tal manera que ?aquí está la maravilla? la cosa funciona al revés: que después pueda una aguja recorrer el surquito de cera o de lo que sea y naturalmente recibir y trasmitir unas vibraciones que se reciban en algún receptor, por ejemplo, una hojita de lo que sea, y que se conviertan en sonido, en lo que eran. Ahí estamos desde hace ya mucho más de un siglo acostu-… (desde Edison, por lo menos) acostumbrados a vivir con estas maravillas ¿no?

De manera que ahí está y Eugenio ha hecho muy bien después de esta maravilla, pues señalar el paso a la otra que consiste en que a su vez las vibraciones tomando una forma registrable y precisa puedan convertirse en números. Puedan convertirse en números, es decir, pasar al procedimiento digital que efectivamente es aquél del que… del que esencialmente están viviendo nuestros  Medios de Comunicación, es decir que los números, parece que Eugenio me habla de que en su procesador, que no es ninguna empresa extrema, la cosa puede loar a billones registrables… ‘Billones’ tal vez quiere decir…

    - Millones de ciclos.

    AGC - ¿Eh?

    - Tres millones de ciclos por segundo.    

    AGC - ‘Billones’ ¿está dicho a la española o a la americana?, porque es que ‘billón’, en general, ellos lo dicen para… para miles de millones ¿eh? Serán miles de millones… No hace falta que sean millones de millones, da igual, con que sean miles de millones ya basta. Y el juego puede hacerse con 32, una ristra de 32 ceros y unos, simplemente 32 lugares de cero o de uno, que puedan naturalmente combinarse, con eso ya puede marchar esta intervención de los números y que se produzca esa extrema maravilla de que un número a su vez pueda convertirse en alguna forma de vibración gráfica o de vibración de cualquier otro tipo que a su vez pueda convertirse en señal acústica o eso. Bueno, eso ya es harto maravilloso de por sí. Yo os invitaría a que participarais conmigo de la maravilla de todas estas cosas, porque no se ve por qué coños tenía que suceder así, no se ve por qué Edison tenía que tener éxito cuando se le ocurrió… cuando se le ocurrió efectivamente que podía… podía con la voz producir vibraciones trasmisibles a una aguja y que la aguja las marcara, y que después viniera la aguja otra vez y las recorriera a la inversa y que aquéllo acabara sonando…  No, no se ve por qué. Y naturalmente cuanto más avanzamos en este progreso de este tipo de artes y de producción de chismes, de cosas nuestras, pues la maravilla no puede menos de acrecentarse.

Claro, a nosotros se nos acostumbra a que recibamos todo esto, lo compremos o lo usemos para nuestros fines particulares, como si fuera muy natural, cualquier cosa, y naturalmente se nos escamotea cualquier… cualquier asombro de que las cosas puedan ser así.

Bueno, con esto no se llega del todo al misterio de la abstracción, Eugenio supone que alguna parte de lo más importante lo tienen guardado secreto por intereses y no es fácil de captarlo, pero desde luego una cosa a través de él y también a través de lo que el otro día os citaba de esta tutorial que había hecho este hombre (no me acuerdo cómo se llama. Bueno, ya lo recordaré otro día), lo que aquí aparece es esto que es el momento de aprendizaje de la máquina (momento de aprendizaje por parte de la máquina), por decirlo de esta manera, es decir los procesos por los cuales a la máquina se le hace aprender nuestro procedimiento de abstracción, de hacer ‘como si no’ para la mayoría y quedarse con los datos (pocos), con los datos pocos que la lengua requiere para que sean fonemas o acentos o lo que sea. Hay un adiestramiento evidentemente larguísimo (yo apenas puedo imaginarlo, pero alguno se atreva a atrever un poco), a la máquina se le adiestra naturalmente por el procedimiento de trial and error, es decir de ‘intento y error’, no hay otra manera, y esto a lo largo de millones y millones de ensayos.

Se la adiestra por el procedimiento de que trate de escribir un trozo que ha oído. Naturalmente en las fases primeras lo escribirá muy mal. Entonces se le señalan los errores ?como a un niño que no sabe escribir?, se la vuelve a  someter a intentos en que parte de los errores ya de las fuentes de error se han borrado, se insiste,  se insiste, y evidentemente la máquina va aprendiendo.

No sé si esta imaginación… Pero yo no tengo aquí en… en lengua vulgar no encuentro otra manera de imaginarlo.

    - No, si es que no se puede prácticamente, son muchas entradas que se van modificando un poquito hasta que acierta, entonces se le considera bueno el sistema.

    AGC - Es muy interesante esto de que la máquina vaya aprendiendo, la máquina aprende de una manera comprensible, y aprende naturalmente esta facultad que nos parecía tan propia: aprende a imitar o simplemente a adquirir la capacidad de abstracción. Porque ya no se ve por qué no se puede decir ‘adquirir’ una vez que la máquina funciona, como si nosotros lo hiciéramos tan perfectamente. También nosotros nos equivocamos al oír, también nosotros escribimos mal al dictado. De manera que eso es una cosa meramente de cuantía: si la máquina lo hace así de bien, hay que decirlo o reconocer “Sí, ha adquirido la facultad de abstracción a fuerza de ensayos”.

Evidentemente esto es la parte sin duda más costosa, tiene que haber llevado durante estos últimos decenios mucho, mucho tiempo, muchos ‘chinitos’ ?como decíamos el otro día? dedicados a adiestrar a la máquina, pero, bueno, ha llegado a tener este éxito parcial.

Bueno, pues entonces volvemos de las cosas que nosotros hacemos a las cosas en general y a nosotros. Es después de todo natural que entre las cosas ?ya que nosotros estamos entre ellas y tenemos nuestra manera peculiar de pensar o de entender, como es peculiar la de cada una de las otras? se produzcan también, produzcamos nosotros, máquinas que a su vez estén dotadas de peculiaridades semejantes a las nuestras dentro de la Realidad, claro.

Todo esto, es lo que recordaba antes, no nos saca para nada de la Realidad; no nos saca para nada de la Realidad, nos sigue dejando sometidos a nosotros con las cosas llamadas ‘naturales’ y con nuestras máquinas, se sigue dejando sometidos al mismo… a esa misma manera de mentir que es: según se va uno deshaciendo, al mismo tiempo defenderse con cualquier astucia para seguir manteniéndose. De forma que el propio desarrollo de máquinas como ésta, por nuestra parte, forma parte de estos procedimientos de astucia.

Pero para entender el proceso y el progreso del proceso no hace falta para nada pensar en un Dios del Progreso que está rigiendo todo esto, por el contrario, la tentación en que muy fácilmente se cae debido justamente a lo maravilloso de los sucesos, la tentación en que se cae puede servir para descarriarnos; descarriarnos enteramente. Anoto yo lo que ya es más fácil entender: se trata simplemente de que las cosas en general están dotadas de esta inteligencia, cada una a su manera, cuando ya hemos dejado de negarles como Adán a las bestias en el soneto de Belli, cuando hemos dejado de negarles la razón o la lengua, todo se vuelve sin duda mucho… mucho más claro, mucho menos confuso ¿no?

Esta inteligencia es de todas ellas, por tanto también de la máquina del Dicta fabricada por nosotros, pero mucho antes es de cualquiera de las cosas llamadas ‘naturales’, es decir que forman parte de la Realidad: esta inteligencia que está dividida en mayoritariamente astucia, defensa para seguir tirando, y luego, como nunca las cosas son del todo, pues descubrimiento, desmentimiento de sí mismo, de sí misma cada cosa, y todo lo demás.

Bueno, voy a cortarme para recibir ahora respecto a todo esto, tanto a la advertencia metódica previa, como a todo esto que he dicho y cualquiera de las cosas que han salido, vuestra compañía, es decir, dudas; dudas, oscuridades, ocurrencias, y luego, ya, si hay tiempo, seguimos tirando por donde salga. De manera que adelante por ahora.

    - Agustín.

    AGC - Sí.

    - Cuando hablas de la astucia para la subsistencia y la defensa, claro, eso se organiza a diferentes niveles: se organiza a nivel individual y se organiza a nivel de grupos y etc., etc…

    AGC - Sí, señor.

    - Y en el fondo todo ese nivel de subsistencia también a nivel nuestro, el máximo nivel es la subsistencia de la especie, que es la que manda sobre todo nuestro espíritu de subsistencia, porque somos como pura manifestación de algo superior. Y es más, la especie nos manda reproducirnos, genera sentimientos, genera cosas para que la especie se reproduzca, y es el primer… el primer impulso de subsistencia. Nosotros no somos nada más que  una pequeña… es una manifestación concreta de la especie que trata por sí misma de mantenerse y de generar lo que corresponde a la especie ¿no? O sea, que…

    AGC - Bien.

    - …pero que al final nos come en sí mismo. Vamos, un poco éste es el…

    AGC - Sí. No. Está… yo creo ?vamos? todo el mundo participa de ese análisis, pero excepto que ?no sé por qué? crees en la especie como lo primero. Por el hecho de que sea lo más amplio, no se descubre. Es muy razonable lo que empiezas diciendo: efectivamente, los grupos de cosas son cosas, se hacen cosas, y especialmente cuanto más se organizan como grupo. De manera que lo que se dice de la astucia de una cosa, de un caracol, de un astro o de uno de nosotros, para seguir subsistiendo, se puede volver a decir de, por ejemplo: el Estado; por ejemplo: la Banca; grupos, se puede decir lo mismo, cada una igual que las cosas naturales, cada una trata de que se siga creyendo que es la que es: la Empresa, que no se derrumbe, que no se  confunda con otra, que no se la coma otra con alguna OPA o cualquier cosa por el estilo. Es una lucha como entre… como entre tigres o sapos, da lo mismo, no hay la menor diferencia, y se da lo mismo en esos niveles. Evidentemente todo lo que se puede llamar ‘inteligencia’, artes de Gobiernos o de Finanzas son mera astucia puesta al servicio de esa subsistencia, salvo que, como no es todo, les falla, y nosotros, lo que nos queda de pueblo-que-no-existe, aquí abajo, pues nos alegramos cuando les falla, porque ahí aparece…  en ese fallo es donde aparece lo que la inteligencia deja de ser… deja de ser astucia y todo eso. Pero en cuanto a la especie humana no es un caso aparte, no es la primera ni nada, es otro sitio donde se produce lo mismo, lo que he llamado ‘el patriotismo humano’, contra el que he estado hablando todo el rato. Evidentemente entre este tipo de cosas que somos nosotros se ha desarrollado mucho la idea del ‘Hombre’, ha sido tremebunda, ha sido una heredera del fantasma de Dios, sigue siéndolo, y en ese sentido efectivamente el hombre sigue siendo tan temible por lo menos como el Capital o como el Estado, en el mismo plano, no pienso que de ahí venga nada, es simplemente un caso, un caso más en que efectivamente un conjunto de cosas se convierte en cosa y trata de subsistir como tal cosa: ‘el Hombre’, contra lo que hemos estao todo el rato hablando ¿eh?, porque eso, parte de la astucia para esa subsistencia, quiere decir ‘el privilegio’, quedarse con la inteligencia y con la palabra para los otros oídos. A ver.

    - ¿Y por qué crees tú que una teoría tan desveladora en un principio como fue el Marxismo abundó tanto con la amenaza ésta o el desvelamiento o la denuncia de la cosificación? Tanto se hablaba, tanto en Lukács como en Marx, hay amenaza costante de que la explotación humana era… fundamentalmente consistía en la cosificación de los hombres. Y esto era una cosa muy… casi, como si dijéramos, un pilar de la revolución, el luchar contra eso.

    AGC - Sí, sí. Un error que nosotros estamos muy lejos y muy agradecidos…

    - …Ya, sí, que hemos dao un paso más. Pero, a ver, explícate por qué.

    AGC - … pero hemos sufrido mucho más, muchísimo más que Don Carlos Marx, pero muchísimo más, vamos. Imagínate lo que hemos tenido que pasar nosotros desde entonces pa acá. Si no hemos sido capaces de aprender un poco más de los errores cometidos, estaríamos buenos…

    - O sea, que te parece un error.

    AGC - …Eso está muy claro porque ahí se ha empleado imprecisamente ‘cosa’, no como lo empleamos aquí, sino para contraponerlo, convertirlo en algo como ‘el objeto’, ‘objeto de’ la producción, ‘objeto del’ consumo, de forma que se equipara, se equiparan los trabajadores con el Dinero, lo cual es sensato, era un descubrimiento [].

    - Y segundo error: entonces ¿por qué…? (que estará enlazado, supongo, con el primero), ¿por qué las mujeres sobre todo en un feminismo más incipiente les ofendía mucho lo de la mujer-objeto siempre y sigue ofendiendo?

    AGC - Bueno, ya, eso es muy…

    - ‘La mujer-objeto’, por no decir ‘la mujer-cosa’.

    AGC -… Eso es muy posterior a Marx ¿eh?, no confundas.

    - ¿Cómo? Yo no, yo no estoy confundiendo…

    AGC - Eso es muy posterior a Marx.

    - …el que estás confundiendo eres tú. La cuestión, digo…

    AGC - Que es muy posterior a Marx.

    - …¿por qué a  las mujeres y aún muy posterior, ya entonces, pero después, muy posterior y hasta en nuestros días…

    AGC - No. No. No hija, no.

    - …hasta nuestros días mucho más molesta, mucho, lo de la mujer-objeto…

    AGC - No hija, no, no. Entonces, no. En ese tiempo no, porque ya recuerdas que precisamente entre…

    - …cuando podía ser una liberación que te miraran como un jarrón chino.

    AGC -…precisamente entre esos apóstoles estaba… estaba… al lado de Marx estaba Engels, que fue el que declaró que el comienzo de la dominación de la Historia era justamente la venta de las mujeres…

    - Sí, como objeto de propiedad.

    AGC - La tontería de la mujer-objeto es de hace treinta años o cuarenta. Bueno, es lo mismo, pero desde luego es una tontería, da igual lo vieja que sea y no queremos entretenernos con más tonterías ya. Venga.

    - Bueno. Vale. Una tercera cosa más tonta todavía. Vamos a ver. La contraposición…

    AGC - ¡Joder!, pero ¿por qué?  

    - No, es otra tontería…

    AGC - Pero, ¿por qué?, si se puede hablar de…

    - …¿No dices que ‘ocurrencias’?   

    AGC - …se puede hablar de…

    - Bueno, ¿dices ‘ocurrencias’ o no?…

    AGC - Bueno, pero no me saques ahora teorías…

    - …Bueno, pues a mí la tercera ocurrencia que se me ocurrió es ¿por qué enfrentas o contrapones lo doméstico con lo desenfrenao? Porque, mira, una olla exprés es lo más doméstico que hay, y no sabes tú cómo se desenfrena. Vamos, es que yo creo que dentro de lo doméstico es donde están los casos de desenfreno más tremendos.

    AGC - Bueno, perdónanos Señor…

    - ¿Sí o no?

    AGC ? Adelante, seguimos. Venga.

    - ¿Sí o no? ¿Por qué te callas?, contéstame.

    AGC - Vamos, venga.

    - Yo es donde únicamente veo los desenfrenos, dentro de casa. Lo doméstico, lo doméstico.

           AGC - Por favor…

    - La eliminación de las creencias…

    AGC - ¿La qué?

    - La eliminación de las creencias, que se hace mediante la razón, en sí misma ¿no es una creencia para la supervivencia?

    AGC - Claro, ya he dicho que la razón mayoritariamente se convierte en astucia, y por tanto en la Ciencia o en las Teologías pasa lo mismo. Evidentemente no hay iluminación que valga, se trata simplemente de descubrimiento inmediatamente positivizado y que da lugar a otra teoría, como en la Política las revoluciones: normalmente en lo que daban de sí, en el segundo momento es en su asimilación al Orden, contribución al cambio, y nada de eso, no. No hay ninguna iluminación más que la destrucción de las ideas; no se pueden las creencias iluminar. ‘Iluminarlas’ quiere decir ‘hacerlas cambiar’, progresar, pero nunca eliminar. Sí.  

    - No, hablando de lo de las abstracciones y las posibles diferencias entre una abstracción no humana y las de las cosas, incluso sin diferenciar cosas entre naturales o artificiales, porque no hace falta, parece como que en la abstracción humana, o por lo menos en la abstracción que se da en el lenguaje, hay una especie de combinatoria de abstracciones a diferentes niveles y que unas juegan un papel, otras juegan otro, unas se descartan, otras se subrayan, parece que hay ahí como una combinatoria…

    AGC - Verdad, verdad.

    - …como una combinatoria que además no parece que tenga fin, mientras que una máquina o ?bueno?, o una planta haciendo fotosíntesis o el aparato digestivo digiriendo comida, parece que no tienen más opción que hacer lo que hacen, que no pueden hacer otra cosa más que lo que hacen.

    AGC - Eso creo que es una segunda cuestión, creo que no es la misma, creo que te has desviao,  que te has desviao sin querer. En cuanto a la multiplicidad de mecanismos que intervienen en nuestras facultades de lenguaje, eso está claro, es lo que primero planteábamos y desde luego yo ahí no he llegado todavía a imaginar con precisión qué es lo que se hace para el procedimiento digital. No sé si Eugenio, como más entendido, me habrá avanzado un poco más. Desde luego hay que reconocer que tienen que combinarse -y esto en la tutoría de este señor está bastante claro en un esquemita que hace y todo-, hay que reconocer la intervención de mecanismos varios que se combinan. Es decir, un mecanismo que es esencialmente de reconocimiento de fonemas, es decir que de los ruidos de la voz extrae justamente, en el caso del español que yo hablo, los 23 fonemas que se suceden y ninguna otra cosa más. Pero tiene que haber combinado con esto una remisión a un vocabulario, a un léxico de palabras, y además a un léxico ?para una lengua como el español? de clíticos (se, le, lo, la, el, lo, la) que no son propiamente palabras [], y luego además tiene que haber un mecanismo de organización de la frase, porque la máquina puntúa bastante bien, bueno, sólo con punto y coma, pero puntúa. De manera que yo ya no llego a imaginar cómo esos varios mecanismos, a pesar del esquema que este señor da y que está precedido de una explicación que me es inasequible, que me es inasequible, no logro pasar a imaginarlo. Eso es otra cosa, luego ya…

    - Agustín, pero las abstracciones, por ejemplo, que se dan en el humor o en la metáfora…

    AGC - ¿Qué?

    - …que también son abstracciones del lenguaje, no parece posible que ésas puedan jugar en lo que hace la máquina…

    AGC - ¿Por qué no?

    - …en lo que se da por ejemplo en el humor, en el juego de palabras o en la metáfora.

    AGC - Ah, porque la máquina lo que hace es escribir al dictao. De manera que si le metes chistes, pues mete chistes, claro, no puede hacer otra cosa ¿no?, o metáforas.

    - Agustín.

    AGC - No, otra cosa a la que aludía después es distinto, es la mayor imperfección nuestra que quiere decir que podemos estar más abiertos a ocurrencias que nos saquen del procedimiento. Pero yo creo que ninguna… ninguna… ni esta máquina está tampoco exenta de imperfecciones, y las imperfecciones en casos pueden convertirse en ocurrencias.

    - Lo que hay es unas bases de datos que asustan un poco de conocerlas. Un libro que me he tropezado en Internet habla de esto y es que lo tienen… hasta los registros sonoros, tienen las frases completas, las entonaciones, lo tienen todo y lo utilizan, y si hay dinerito de por medio, lo utilizan. Para nosotros, no, para los programas de andar por casa no funciona eso, pero cuando es un negocio, sí. Y está todo incluso estandarizao, o sea, lo llaman ‘corpus’ y está en inglés, en francés, en español, en catalán, en italiano, en todas las lenguas, incluso combinaciones de dos palabras, para hacer comparaciones. O sea, entran las metáforas, entra todo.

    AGC - Sí, sí. Todos esos aprendizajes tienen que haberle metido a la máquina, pero siempre lo que yo no llego a entender es cómo se combinan. Eso es lo que se me escapa, sé que tienen que estar combinados, sé que hay que contar con la prodigiosa velocidad de la que hemos hablado antes. ‘La prodigiosa velocidad’ que quiere decir que procesos que nosotros pensando tardaríamos un par de minutos en acabar, la máquina puede hacerlos en millonésimas de segundo.

    - Sí, sí. Se puede… No sé,  en un segundo se ve un diccionario, en un segundo.

    AGC - Sí. Pero yo no llego a… no llego a entenderlo. Me parecía para intentar estudiarlo más despacio, por el propio Eugenio y eso, [] la combinación, la manera en que se combina sin interferir esos aprendizajes de la máquina unos con otros. Dice que hay que enseñarle todo, eso, por lo que he visto en los productos, que hay que enseñarle todas esas cosas, pero, bueno, a ver si llegamos a [entender] cómo se combinan, sí. Sí.

    - Sí, pero en cualquier caso eso no deja de ser un producto del hombre, pero lo que es más intrínseco al hombre sería el mismo lenguaje y la reproducción de ese lenguaje, inteligencia-boca, o aire-sonido-vibración, y también se darían las pautas o otras pautas que conocemos y no conocemos y producimos  lenguaje, en…

    AGC - Sí, sí.

    - …en menos tiempo y a lo mejor en formulaciones más complicadas y complejas.

    AGC ? No sé si te he podido seguir bien. Es decir, ves una diferencia de lo que con las máquinas sucede…

    - Lo que vengo a decir es que nuestra máquina de inteligencia-cerebro-alma…

    AGC - Nuestra máquina es lo que hemos estao diciendo, como la de cualquier cosa, el caracol tiene la suya, la nuestra tiene esas peculiaridades, entre ellas, la capacidad de abstracción más o menos desarrollada, no es más que eso nuestro tipo de maquinalidad. Nuestra maquinalidad que está regida por la necesidad de lo imposible: seguir siendo uno el que es. Pero, que es una necesidad, una pretensión necesaria, salvo cuando se sale de madre el mecanismo.

    - Sí, pero, (no sé, igual… igual no tiene nada que ver, o nos desviamos un poco), pero pensaba que esta capacidad de abstracción del lenguaje, basada en la elección, que de alguna manera propicia el principio de causalidad que aquí hemos criticado a menudo. Y entonces, esta…

    AGC - ¿Por qué?

    ? Hombre, parece que es el que pone en marcha el principio de causalidad, de elegir entre todas las causas entre las posibilidades sin fin…

    AGC - ‘Causas’, no.

    - Para hablar, para elegir, para…

    AGC - ‘Posibilidades’, si quieres, sí, ruidos, barullo.

    - Sí, hacer ‘como sí’, aunque eso no sea todo lo que hay.

    AGC - No veo la causa.

    - O sea, el lenguaje, la función del lenguaje…

    AGC - Que sí, pero que no veo la causa ahí, en el mecanismo ése.

    - Hombre, una vez que tienes el lenguaje es donde se… partiendo del lenguaje del que has eliminado una serie de ruidos o de lo que no te interesa para quedarte con algo, pues eso se va reduciendo hasta llegar a la Ciencia que te dice que…

    AGC - Ah, bueno, no. Pero ya no es el lenguaje. Sí, sí.

    - … la causa del cáncer es el tabaco. Quiero decir que otras veces lo hemos relacionado en el sentido ése, de que te lleva a la causa.

    AGC -  Sí, sí. Eso ya no es el lenguaje. Efectivamente…

    - Es sólo por terminar: digo que si no, que ¿qué beneficio también sacamos de esta capacidad nuestra, que es nuestro caso entre otros casos o entre otras cosas?, que no veo claro qué sacamos con trasladarlo a las cosas y a los animales y a los astros y hacerlo general, porque no deja inducir también a este rol.

    AGC - ¿Cómo trasladarlo? No, no. Se está negando a que sea nuestro. Pregúntate ¿Qué ganamos con que sea nuestro? Te lo contesto enseguida. Sabes lo que ganamos, no tienes más que preguntarle a la Banca, a la Ciencia y a la Religión. Sabes lo que ganamos para que esté clara. De manera que no lo preguntes del revés. No lo preguntes del revés: no ganamos nada, porque lo perdemos justamente todo lo que nos ha hecho establecernos como animales racionales y creer en… y creer en ese privilegio.

    -  Pero  ¿y por qué se lo trasmitimos o se lo hacemos partícipes también a las cosas en lugar de dejarlas en paz, y a los animales?

    AGC - A las máquinas que fabricamos, porque es normal

    - No, a las máquinas sería otra cosa ¿no?

    AGC - ¿Eh? No, las otras cosas…  Es que desde el momento en que no es nuestro es que lo tiene cualquiera cosa. Lo que no podemos es que estamos metidos en la Realidad, y simplemente con que se renuncie al límite, al patriotismo, que eso no sea nuestro, tiene que ser de cualquier cosa. Y sobre todo es importante (porque al principio parece que había un poco de confusión en lo que decías) distinguir entre el simple hablar o razonar. Ese hablar o razonar efectivamente desde el comienzo de nuestros tiempos es mayoritariamente sumiso, astuto, está hecho para la subsistencia. Pero sólo ‘mayoritariamente’ y con muchos resquicios por los cuales se puede escapar un poco de razón y de descubrimiento. Con muchos. La lengua hablada corriente es peligrosa, sigue siendo peligrosa para la subsistencia de las entidades, de las supuestas entidades. De ahí el Progreso: se la convierte en escritura, ahí ya el salirse de madre es mucho más difícil, la escritura no es la lengua. Se la convierte en Ciencia, se la convierte en Religión, se confunde la lengua con la escritura a cada paso, se nos hace creer que la escritura es la lengua, se la convierte en cualquier cosa, en Ciencia, en Teología, en Filosofía, y naturalmente con eso se hace cada vez más difícil el que se salga de madre en un momento, que descubra la mentira de todo lo que se nos impone. ¿Y qué más?     

    - Pues ¿si el amor es una astucia?

    AGC - El amor yo no sé qué es, pero mientras ?como digo?, mientras el hecho de los sentimientos en general…

    - El amor…

    AGC ? …mientras no se sabe…  

    - …es una astucia que hace la especie para así mantenerse…

    AGC - No, no. El…

    - …para mantenerse en sí mismo.

    AGC - No se sabe qué es el amor porque está de raíz confuso. Hay que decir “Mientras no se sabe qué es -mientras no se sabe qué es- es un sentimiento sin nombre”, entonces no es una astucia; entonces puede ser un elemento de disgregación y de desmentimiento. Desde el momento en que se sabe lo que es, sí, como los demás sentimientos, cuando ya se sabe qué es el amor, pues ya se sabe para qué sirve y ya se sabe cómo se le puede manejar y es enteramente una astucia y un medio de subsistencia; subsistencia del  cambio. Sí.

    - Cuando decimos eso de que nosotros los hombres somos cosas, a mí lo que me da problemas es la primera parte, mucho más que la segunda, o sea, lo de que nosotros seamos hombres, porque una vez concedido eso está claro que los hombres son cosas. Entonces, que nosotros…

    AGC - Bueno, no estaba muy claro.

    - …que tú, que yo…

    AGC - No estaba tan claro, sin embargo.

    - Sí, sí. Bueno, pero, lo que has dicho, que ya vamos un paso por delante de Marx, o cosas así. Que los hombres es algo de lo que se habla, entonces, pues cosas son lo que tiene nombre en el vocabulario, algo de lo que se habla… Bueno, lo que aquí venimos diciendo en el Ateneo tanto tiempo, pues, bueno, entonces los hombres son cosas. Pero que yo sea una cosa… O sea, que yo sea un hombre… eso es lo que yo no veo tan claro. Además, que me parece que un verdadero ataque al patriotismo humano tiene que atacar eso, porque el ideal… la cuestión del patriotismo no es lo de ser los mejores, o ser los más especiales, el patriotismo es una cuestión de pertenencia, es una cuestión de identificación con un ideal…

    AGC - Sí.

    - …O sea, no es cuestión de “Los españoles somos los mejores”, sino que “somos españoles”…

    AGC - Sí, sí, en este caso, el ideal de hombre.

    - Sí. Entonces ¿cómo podemos…? O sea, yo cuando oigo “Los españoles conquistamos América”, pues me parece ridículo; y cuando oigo “Los hombres hemos destrozado el Planeta”, pues me parece ridículo. Y cuando decimos aquí que los hombres somos cosas, pues tampoco lo entiendo, me parece que me está [] de lo mismo.

    AGC - No, pues no es lo mismo, creo que te confundes algo. Creo que te confundes algo. El descubrimiento y declaración (eso de devolverle la inteligencia) quiere decir efectivamente ‘destruir’. ¿Qué es lo que se destruye? Si no lo hubiera -como tú parece que dices- no habría nada que destruir, pero la idea de que eres un hombre, que cada uno es un hombre, y que por ejemplo, como en el silogismo “Sócrates es un hombre, todos los hombres son mortales: Sócrates es mortal”, es una cosa sobre la que la Historia entera está asentada. De manera que no es tan fácil de desmentir porque está muy fuerte, entonces hay que decir, para decir mentira a eso...

    - Pero podemos decir “Los hombres son cosas”, son una cosa como las demás, pero decir que yo soy un hombre y por tanto soy mortal…

    AGC - No. Que estás condenada de momento como yo a ser un hombre, porque te han condenado, porque es tu forma de Realidad, porque te lo han definido así.

    - Pero decimos que la Realidad es falsa.

    AGC - Estás todavía condenada a ser española, estás todavía condenada a pertenecer a una familia…

    - Sí, sí, y a ser mujer también…

    AGC - …Son…

    - …y todo eso. Pero eso hay que negarlo. Si no se niega eso aquí…

    AGC - Claro, eso. Eso es lo que se trata de negar y una de las maneras de negarlo y de desautorizarlo primero es negar a la condición de hombre, al ideal de hombre, ningún sostén ni nada. Pero hay que negárselo pero porque está…

    - Pero se lo negamos al ideal, pero no nos identifiquemos con ese ideal.

    AGC - No, no: al contrario, se lo estamos negando. Es lo que se trata de destruir. ¿Qué más había por ahí?

    - Yo, lo que me cuesta mucho es entender ¿qué le pueden importar a las cosas el mantenerse como cosas, como Realidad? O sea, entiendo que nos importa a nosotros, el interés claro nuestro de pretender ser los que somos, y tó esas cosas y tal, pero que las cosas lo sean o no ¿qué les puede importar a ellas?, es lo que me cuesta a mí…

    - La existencia...

    AGC - No, no. Desde luego yo no voy a decir que la percepción o observación directa sea un testimonio irrefutable, pero desde luego te podría decir lo primero, para empezar, no tienes más que verlas. No tienes más que verlas cómo luchan, cómo luchan por subsistir.

    - Pero el que el árbol se llene de hojas verdes ahora ¿le importa algo al árbol el por qué?...

    AGC - Le importa…

    - …Sencillamente se llena de hojas verdes. Pero yo creo…

    AGC - Le importa seguir siendo el mismo árbol.

    - No, no: yo creo que me importa a mí que se llene de hojas verdes, no a él

    AGC - No, no: le importa al árbol seguir siendo el mismo árbol, porque si el salirle hojas fuera un procedimiento en que el árbol individual reconociera algo amenazante y destructivo, pues ya se guardaría de ello. Confía en que el paso de las estaciones o los cambios de hojas no atenta a su identidad y que va a poder seguir, se va a poder seguir manteniendo con esos cambios siendo el mismo. No hace falta que tú lo llames “el mismo”, que siga siendo el mismo y llegue a ser un baobab que dure lo que sea. No sé si acabo de pillar la dificultad.

    - Yo pienso que es más interés mío que del árbol, no sé. Es más interés mío en verlo así, no sé a él qué le puede importar. No soy capaz de entenderlo.

    AGC - Pero es la subsistencia. Cada cosa evidentemente se empeña en subsistir. Eso no se lo inventamos nosotros…

    - Pero hay unas cosas que tienen nombre propio…

    AGC - …Y las razas, y las especies. Y las especies también.

    - …El problema del nombre propio que tratamos un día, lo del nombre propio yo creo que es distintivo.

    - Pero ¿eso no es para que yo pueda seguir siendo el mismo que soy?

    AGC - Eso es ya como ponerlo otra vez en el centro. Eso ya es ponerte en el centro, no te has salido fuera, si no, no se te ocurriría eso. Eso es otra vez ser el observador frente a lo observado: patriotismo.

    - Pero ¿por qué no le ponemos nombre propio a las sillas? Pero ¿una silla tiene nombre propio o es una cosa…?

    AGC - No. Sí, se le puede dar: ‘la silla de la reina’. Y sobre todo ‘la silla de la reina Isabel II’.

    - ¿Sí? Ah, ‘la silla de la reina’, no tiene un nombre propio. No es un nombre propio. Digo ¿si se puede llamar una silla Agustina García Calvo?  

    AGC - ¿Aunque?

    - Agustina García Calvo.

    AGC - Sí, claro, claro. La silla de la reina Isabel II.

    - Pues no es lo normal. Pues no es lo normal, no es lo habitual. Nos tenemos que fiar del lenguaje.

    AGC - No, no es lo normal, pero nosotros hacemos… lo mismo que hacemos la máquina Dicta, ¿qué trabajo nos cuesta ponerles nombres propios a las cosas?, el mundo está lleno de nombres propios…

    - Hay muchas en el mundo del Marketing que se llaman Tomasa, Eridiana, Chesca...

    AGC - …Las sillas son raras que tengan nombre propio, pero las…

    - …Es decir, que sí se nombran las sillas con nombres propios.

    AGC - …pero las villas, las dehesas, las casas, están llenas de…( ¿A qué coños viene eso?), están llenas de nombres propios.

    - Por la cuestión del nombre propio. Hemos estao una semana hablando del nombre propio.

    AGC - No: es otro asunto. Tenemos que…

    - O ¿qué pasa?

    AGC - Tenemos…

    - ¿Ya no interesa el nombre propio?

    AGC - En este momento, no.

    - Pues yo creo que incide en lo que estaba diciendo Palacios.

    AGC - En este momento, no. Se nos ha hecho muy tarde además.

    - Al nombre propio le importa, le importa dejar de ser su nombre propio…

    AGC - No. Una observación…

    - …Se muere, y entonces es cuando es ya el nombre propio de verdad…

    AGC - En lo que dice…

    - … y una silla aunque se rompa…

    AGC - No, no, no, eso es de otro día, es de otra sesión.

    - …Aunque se rompa no deja de… no ha pasao nada.

    AGC  - No podemos volverlo a tomar eso en el momento de acabar la tertulia. No, es de otro día.

    - Es que es muy importante.

    AGC - Muy importante.

    - Es muy importante.

    AGC - Muy importante. Otro día.

    - Claro que sí.

    AGC - Lo que decía Palacios respecto a ¿qué le puede importar al árbol?, me ha sugerido ?para terminar por hoy con esto?  ¿qué puede importarnos a nosotros?, ¿qué puede importarle a uno esto de la subsistencia? Desde luego alguien que venga de fuera de la tertulia y que se le diga esto de negarse a que los hombres estén aparte, negar cualquier privilegio, dirá “Bueno”, y se lo tomará, como he dicho al principio que no se debe tomar, como una idea más, una teoría, y dirá “Bueno, pues, sí, puede ser, y ¿a mí qué más me da?”, -“¿a mí qué más me da?”-. Este “¿a mí qué más me da?”, que va acompañado a lo de la interpretación de cualquier cosa no como acción sino como una teoría, es en el que quería avisarnos. De ese “¿a mí qué más me da?” es de lo que vive, pues por ejemplo, la Democracia…

    - No, pero a mí, el sentimiento de Palacios, en mi caso es la envidia, el hecho de que lo mío es la condena: yo tengo una condena y el árbol no.

    AGC - Es de lo que vive, por ejemplo, la Democracia, es decir, el Régimen más perfecto que padecemos, de ése “¿a mí qué más me da?”. Efectivamente, se contenta (esto ya lo decíamos el otro día), se contenta el Poder, la Subsistencia, como no puede con una Fe perfecta, se contenta con una Fe doméstica, familiar, que es la que se refleja en ese “¿Qué es lo que pasa?”. Evidentemente, “¿Qué es lo que pasa?” quiere decir ‘me estoy defendiendo’ de cualquier rumor que me pueda venir de esta tertulia o de otro sitio que amenace a mi identidad y a la creencia en mi identidad y que me pueda volver loco o llevarme por mal camino, o cualquier cosa ¿no? Me estoy defendiendo contra eso, y digo “¿Qué más me da eso?”, no le digo “¿Qué más me da?” a las cuentas que me manda el Banco; no le digo “¿Qué más me da?” siquiera a los rollos intragables que la Prensa me saca todos los días entre politicastros de esto y de lo otro, no le digo “¿Qué más me da?”. Podía muy bien decirle “¿A mí qué coños me da lo que el señor Zapatero y el otro se digan y se dicen unos a otros, a mí qué coños me da? No: dice “¿Qué más me da?” a cualquier cosa como ésta que pueda amenazarle, a lo demás no le dice “¿Qué más me da?”, se cree que es lo suyo, que es lo propio, traga, y con esa Fe relativa, familiar, es con lo que el Poder se mantiene ya que no puede aspirar a una Fe absoluta que sería como el fin del Mundo.

Bueno, pues sí, que se ha hecho muy tarde, creo, ¿no? Así que, si el Señor nos deja, que no es Todopoderoso pero casi, casi Todopoderoso, aquí nos…