15.04.2009
Agustín García Calvo
Ateneo de Madrid
- Sentir lo intolerable de la muerte de uno, y sentir por tanto que no es posible que sea de verdad, es la manera de herir el aparato de ideas con el que estamos costituídos.
- La Iglesia del viejo Régimen, sustituida por la Ciencia del Estado y el Capital. Las formas de Fe dominantes reproducen en lo fundamental las de la vieja Iglesia.
Tertu173-15-4-2009#Tertu173-15-4-2009.mp3
TRANSCRIPCIÓN:
Vamos a empezar con un pequeño esperimento que me obliga a repartir papelitos. ¿Quién quiere ayudarme? Para los que estuvieron el último día, que van a ser el objeto del esperimento. Los demás, que no lo cojan; los que no estuvieron, no hace falta que lo cojan.
Tenéis que disculpar que la cosa tenga inevitablemente un cariz pedagógico, y repugnante por tanto, pero bueno, yo creo que el esperimento puede merecer la pena que os sometáis a este sacrificio. Los que estuvisteis el otro día, escribid en el papelito, que va a ser anónimo, en dos líneas o tres, qué es lo que se dijo acerca de la muerte. De manera que ya lo podéis ir haciendo. No os copiéis uno a otro, ¿eh?, porque si no el esperimento pierde. Lo que el otro día se dijo que os parezca que es como la esencia o espina de la cosa, acerca de la muerte.
Bueno, pues ahora alguien que vea mejor que yo......Tú ves bien, ¿no? Pues ve leyéndolas todas.
-“Para hacerla más soportable, hacen quedárnosla con atavíos, porque la muerte de verdad es insoportable”.
“La muerte como condena a ser uno el que es. El final es el principio. Si se la desnuda de atavíos, se vuelve intolerable e inconcebible”.
“La muerte desnuda sería insoportable, la nuestra. No hacemos sino () falsificada la vida para aguantar y mentirnos”.
“La muerte: se habló de no querer saber lo que es para evitar el miedo que nos puede producir. Se trataba de desnudarla de sus engañosos atavíos”.
“La creencia en la muerte y en el más allá perduran desde antiguo. Hay que desnudar a la muerte de sus atavíos, descubriendo que es inconcebible, y falsa la Realidad que sustenta”.
“La muerte es intolerable. Con la muerte de un chivo espiatorio se limpian las culpas de los demás”.
“La muerte de verdad nos resulta intolerable, inconcebible. Con la muerte coexistimos porque nos arreglamos para hacerla tolerable”.
“Si la muerte fuera de verdad, sería insoportable. Para no temerle hay que despojarla de sus vestiduras”.
“La muerte es siempre futura”.
“A la muerte hay que rodearla de adornos y florituras para poder soportarla”.
“Que si la muerte de uno fuera verdad, sería intolerable. Se trataba de despojarla de ideas para que eso apareciera así”.
“Se confunde el principio con el final. La () del origen, sólo sirve para determinar el Futuro, la muerte segura”.
“La muerte es inconcebible”.
“La muerte como idea costitutiva de las demás ideas. Si fuera verdad, sería insoportable e inconcebible”.
“La muerte y la conciencia de los abuelos de decir que es en el Futuro. Según el comportamiento se ganan Cielo, Infierno o Purgatorio. La muerte propia resulta insoportable. ¿Qué pasa con la muerte?: no se sabe. Inaceptable para uno mismo”.
“La muerte de mí mismo es inconcebible, pero al tiempo la idea de la muerte futura nos costituye. Hace que nos dediquemos a andar por las ramas haciéndonos ideas de la muerte: la muerte es incomprensible e inaudita”.
“La muerte de verdad es absolutamente inconcebible por insoportable. No se puede tener esperiencia ninguna”.
“La muerte, si fuera de verdad, sería intolerable, y por lo tanto inconcebible, inaceptable, incomprensible”.
“Con la muerte es imposible, por intolerable”.
“Si en la muerte hubiese verdad, sería insoportable. Si fuera verdad, sería insoportable”.
“Que la idea de mi muerte es insoportable e inconcebible”.
“Si la muerte fuera verdad, sería intolerable”.
A-Muchas gracias. Bueno, a ver qué os parece. En general, no está mal como prueba, ¿no? He visto que son muchos los que se han centrado en eso, no creo que haya sido por copia, ¿no?: “si fuera de verdad sería intolerable, y es por tanto inconcebible”. Y efectivamente, eso pertenecía a la espina de la cosa. Parece que ninguno se ha molestao en decir lo que venía a continuación, es decir, para qué podía servir eso para los fines de la tertulia, para la tertulia política y la lucha contra el Poder.
-Que la manera de concebir la Realidad también es falsa.
A-Es decir, que descubrir efectivamente la muerte, es decir, destaparla, como muchos han cogido, desnudarla de sus atavíos, de todos sus atavíos......Porque como algunos han dicho también, sólo con ellos convivimos, que fue lo primero que os decía: convivimos con la muerte; “coexistimos”, para decirlo con más esactitud. Desnudarla de todos sus atavíos, destaparla, sería una vía; una vía, posible, para lo que aquí estamos haciendo todos los días, que efectivamente, como alguno ha dicho, la idea de la muerte, que forma parte de sus atavíos, la muerte-siempre-futura, es el fundamento mismo de la Realidad. Todas las demás cosas de alguna manera nacen de ahí, todas las demás ideas; nacen de ahí. Como aquí contra lo que luchamos es contra que la Realidad sea la Realidad, las cosas son las cosas, y como todas esas ideas están fundadas en el fin, que es lo primero, la idea de la muerte-siempre-futura, despojarla de sus atavíos sería algo así como venir a dar en el punto de verdad que la muerte tiene, por mero desnudamiento de las mentiras, no de otra manera. Y como ese punto de verdad es el que os quería hacer sentir como intolerable (intolerable para nosotros, para uno, para las cosas que nosotros somos), entonces eso sin más es vía para reconocer que no hay verdad compatible con la Realidad (lo que aquí todos los días de diferentes maneras venimos diciendo), y por tanto a partir de ahí, de ese desnudamiento de la muerte, podríamos sentir de una manera más precisa la falsedad de la Realidad, que quiere decir “la creencia o Fe en que las Realidades, las cosas, nosotros, son, somos, verdad, somos de verdad”. Si la muerte de verdad no puede ser, es inconcebible, nosotros, las cosas, pues tampoco. Es bastante lógico, pero sobre todo tenía la pretensión de ser una vía práctica para luchar contra la Realidad y contra el Poder. Seguramente muchos de vosotros tienen todavía acerca de esto cosas que decir, de manera que adelante, antes de que pasemos a otro asunto. Quiero decir que esto no os puede dejar a todos tan satisfechos, ¿no?, ni tan tranquilos. Sí.
-Sentir la falsedad de la Realidad, ¿eso no es una verdad? Porque si la verdad es inconcebible para nosotros, el sentir que es falsa, ¿eso no es una verdad?,
A-Sí, sí. Lo que pasa es que justamente sentir la falsedad de la Realidad no se nos da todos los días, ni mucho menos. Vamos, no se nos da casi nunca. Es decir, nos arreglamos con la Realidad porque nosotros somos reales, somos cosas, y naturalmente, para seguir tirando palante, pues no hay más remedio que creer, de momento o a la larga, que las cosas son de verdad, nosotros somos de verdad, que es lo que el Poder manda. Pues como aquí estamos contra el Poder caiga quien caiga, y como eso parece que es difícil sentirlo, como has dicho, la falsedad de la Realidad, y al mismo tiempo que sentirlo, razonarlo, las dos cosas juntas, por eso era la vía que os proponía, empezando por el fin, como se debe empezar, empezando por la muerte, y reconociendo que, (como) la muerte de verdad no puede ser, es intolerable e inconcebible, las cosas, nosotros, pues tampoco. Sentir la verdad, sentir que las cosas, la Realidad, son falsas, somos falsas, sentirlo, así, en una especie de mero sentimiento pasajero, se da; a todo el mundo se da, y desde luego aquí para este ataque que nos traemos, nos fundamos en que la gente, la gente corriente, siente algo de eso de vez en cuando. Pero sentirlo de tal manera que ese sentimiento sea razón, no separados, sino juntos, y que así pueda de verdad herir, y que esa herida dé de sí lo que pueda, eso no se nos da todos los días ni a cada paso. El sentido de esta utilización de la muerte, el sentido práctico que tenía, era justamente eso: ayudar a sentir de veras, es decir, sentir y razonar, la falsedad de la Realidad.
-¿Y qué diferencia encuentras en esto de sentir, o en creer, o razonar?
A-‘Creer’, es todo lo contrario: la Fe está para matar los sentimientos y la razón juntos. La Fe, sobre la que volveremos dentro de un rato, consiste en que mata las dos cosas juntas: esos sentimientos ocasionales, y la razón desmandada que está dando razón al sentimiento. Eso es una muestra indirecta de que razón y sentimiento es lo mismo, porque la Fe mata lo uno y lo otro juntamente. Adelante.
-Digo que si resulta que la Realidad y uno se costituye en esa información de que te tienes que morir, que se recibe en una niñez muy temprana, entonces, para cegar esa información habría que hacerse otra vez como niño, en una situación incluso de una entrada en el lenguaje en el momento en que va uno a enterarse de la costitución también lingüística de la Realidad, porque yo creo que no se podría hacer nunca desde otro sitio, sino ahí, situarse en una situación en que se pueda cegar esta información, y eso solamente se hace en el momento en que la información se recibe: “te tienes que morir”. ¿Cómo hacer cuando uno ha fabricado ya toda su costitución mucho más allá sobre una superposición de saberes que nacen de ahí, de ese miedo primordial?
A-Yo creo que se entiende bastante bien, escepto lo de entrar en el lenguaje, que no se a qué venía.
-Porque esta información de que te tienes que morir más o menos se hace en el trance en que el niño está aprendiendo a hablar.
A-En que el niño empieza a luchar con la lengua de sus padres, con el idioma, pero bueno, es inoportuno hablar de lenguaje, porque el lenguaje ya sabéis que es el que habla, y por tanto es siempre muy inoportuno y sospechoso ponerse a hablar de él. Efectivamente, retroceder, hacerse como un niño, pues sí, es una vía deseable. Pero estamos muy hechos, estamos llenos de cosas, y por eso la manera de herir todo este aparato de ideas con el que estamos costituídos, es el que se me ofrecía el otro día tratando de sentir lo intolerable de la muerte de uno, y sentir por tanto que no es posible que sea de verdad. Y sólo a partir de eso, pues el resto de los sentimientos y razones, que tratan costantemente de recubrir cualquier descubrimiento, volver a taparlo con nuevas ideaciones. Sí.
-Entonces, el niño, antes de que se le informe de que tiene que morir, ¿está perdido en lo desconocido?
A-No está bien hecho. Es una cosa, por supuesto, y por tanto no, puesto que es una cosa; puesto que es una cosa, y las cosas es justamente lo que costantemente está creándose, saliendo a partir de lo que no se sabe. Es una cosa, y no se puede decir que no es nada, no se puede decir que esté informe, carente de alguna manera de ser cosa: la costitución, es costitución como este tipo de cosas que nosotros somos. Es una lucha, de manera que es un paso. Desde luego, se actúa sobre algo que es ya una cosa, sobre algo que no es lo sin fin; algo que es ya una cosa.
-Pero detrás de eso, es un cambio definitivo esta información para él, ¿no?
A-‘Definitivo’, para nosotros sobre todo, para ‘el Hombre’, que llaman. Para él sí, en cierto modo es la muerte, porque es el anuncio de la muerte, y el anuncio de la muerte a la manera en que los mayores lo creen, de manera que en ese sentido es definitivo, definitorio, y sobre todo, el que el niño fracase en un intento de no tragarse lo que se le está diciendo, para nosotros, como entes sociales, es fundamental: si no, nos hundimos; el Poder se hunde, y nosotros con él. Más.
-Entonces, con esto que estás hablando de la muerte del Hombre, se me.....
A-‘Del Hombre’, no, ¿eh?
-Bueno, de la muerte: si uno llegara a morir, se fuera la vida de uno, parece que pasaríamos como a otro lugar, que no se sabe.....
A-No, no, no pasaríamos, no. No hay que hacerse ilusiones: no pasaríamos a ningún sitio. Eso es justamente a lo que os estoy invitando: eso es la Fe, es lo que te hacen creer, da lo mismo si te dicen que al morirte vas a pasar a la Gloria, o vas a pasar a la Nada, o cualquiera otra de las muchas cosas que te quieran contar. No pasaríamos a ningún sitio. Esa es justamente la Fe, y el descubrimiento, el desvestir a la muerte de sus atavíos, el reconocerla como intolerable, está justamente contra esa Fe, que es la Fe en el Futuro, la Fe en el Fin. Estamos realmente costituídos por esa Fe, y por tanto no hay manera de que pasemos a ningún otro sitio, que inevitablemente sería una realidad más entre las realidades. Pero vamos, seguid insistiendo, por favor.
-Pero () sería como antes de haber venido aquí a hacerte real. Es decir, antes de nacer el niño, no existía.
A-‘Desaparecer’ es desaparecer, pero lo importante es que no creamos que el que desaparece es uno, y por tanto sigue apareciendo en otro sitio. ‘Desaparecer’ es desaparecer, y mientras la negación sea mera negación, bendita sea, porque es lo único que el pueblo-que-no-existe dice: ‘no’. Mientras no se diga más que ‘desaparecer’, por supuesto: nosotros, cada uno, y nosotros en conjunto, los hombres, estamos costituídos por esa Fe, y si la Fe se destruye, eso naturalmente desaparece; pierde su costitución, y desaparece. Pero cuidao a la contradicción, que es en la que se fundan la mayor parte de los cuentos que os han contado: eso de que uno desaparece, y sigue siendo uno, y por tanto reaparece en otro sitio. ‘Desaparecer’, es que no sigue siendo uno; ‘desaparecer’ quiere decir descubrir la mentira de que uno es el que es, sin más, y se acabó, que las cosas son lo que son, sin más, y se acabó. Eso es mentira, es la mentira costitutiva de la Realidad, y por tanto, de descubrirla es de lo que se trata. ¡Más!
-Lo de la inconcebibilidad de la muerte, que es una idea, y por tanto un concepto, ¿tiene que ver con que como idea es irrealizable? O sea, ¿lo inconcebible es que se realice, o que se realice en mí?
A-Sí. Bueno, ‘inconcebible’ tiene la negación incorporada, vamos a dejarla. Descubrir, es decir, dejar de saber, dejar de creer, que se concibe, (que se concibe, puesto que) se tolera, eso de la muerte. Eso efectivamente es algo que es un descubrimiento que se nos produce en la Realidad, en la de cada uno. Ahí es donde se produce, y claro, arrastra consigo justamente la disolución.
-¿Por qué se da entonces esa diferencia entre mi muerte y la muerte de los otros?
A-Claro, porque los otros no son de verdad, los otros son reales. Como os decía el otro día, todo lo que nos condolemos de los muertos más queridos, no es nada mientras sea uno el que se conduele. Esto no hace falta que se convierta en una Doctrina solipsista, de la cual sin embargo ya el otro día estuvimos tratando, pero evidentemente se reconoce que no es nada. Los demás son simplemente reales. No son de verdad, me creo, gracias a que yo creo en ellos; gracias a eso, pues son de verdad, andan alrededor........De rebote admito yo que yo también soy real, simplemente, que no soy de verdad; de rebote, de mentira, [pero] digo “claro, puesto que mi madre y mi novio son reales, no son de verdad, pues yo también tengo que reconocer que yo soy como ellos una cosa”, (pero) de mentira; un reconocimiento falso. Por eso es por lo que el problema tiene que venir a plantearse con respecto a eso de ‘uno’, que quiere decir, como recordáis cuando tratábamos del nombre propio sobre todo, la intromisión de un ideal de ‘uno’ dentro de la Realidad, que no cabe; no cabe: en Realidad no hay uno, lo mismo que en Realidad no hay ‘todos’. Pero uno se cree que sí cabe, que se puede hacer compatible mi absoluta unicidad con el hecho de que me reconozca, y generosamente, como simplemente real, igual que los otros. No cabe.
-Pero si se llegara a descreer de la muerte, eso de alguna manera desdibujaría los límites de uno.
A-Sí.
-Y entonces, la muerte sería tan inconcebible [la muerte] la de uno como la de los demás, o tan mentira.
A-No. No.
-Es una cosa que puede pasar, y que parece que hay trances en los que pasa.
A-Sí. No, pero con la muerte de los demás no pasa nada distinto de lo que pasa con la muerte de los animales, o las muertes de las plantas, la destrucción o aniquilación de las cosas......Todo eso forma parte de la Realidad.
-Claro, es que si digo “los demás”, ya los convierto en cosas. Querría decir si se desdibujara un poco esa personalización que se produce por la muerte.
A-Pero no se puede desdibujar, porque es el ideal ‘uno’. Uno, es ‘uno’. Creo que si tenemos tiempo volveremos un poco a eso, con respecto al misterio de la Santísima Trinidad, pero vamos a dejarlo ahí. Lo tremendo es que ‘uno’ es un ideal que sólo falsamente se puede imponer a la Realidad, y que se le hace compatible con el reconocimiento, engañoso, de que uno es una cosa como las otras cosas, una persona como las otras personas. Se hace compatible. Eso se desmonta en cuanto se va al fundamento, que es el fin; el fundamento del ‘uno’, que es el fin, y entonces, uno, a costa de sí mismo, puede sentir y razonar lo intolerable, lo de que no puede ser de verdad, [y entonces] porque, claro, él cree que de verdad es lo otro, la muerte tolerable.
-Ahora que estamos hablando no puedo pensar que tú te vayas a morir, no es una cosa que yo me pueda hacer a la idea. Por un lao, si lo pienso un poco realistamente y eso, vale, lo tengo que decir, y también lo digo de mí misma.
A-Eso.
-Pero que me pongo en el mismo trance de dificultad de hacer cuadrar las dos cosas.
A-¿Si es con respecto a otros?
-Me puede llegar a pasar.
A-Lo inconcebible de la muerte de otro.
-De otro, si te pones en su lugar.
A-Sí, sí, literalmente ponerte en su lugar, sí. Eso sería, y por desgracia es también, un ideal: sería el Amor Supremo, el ideal del Amor: [del] te pones [ponerse] en lugar de otro. Pero si te pones en lugar de otro, no vayas a creer que al mismo tiempo que sois el mismo, sois dos, porque entonces ya estamos perdidos, ¿no?
-No sé si hace falta que sea un Amor Supremo, ¿no? Porque entonces habría que pensar que yo a mí misma también me tengo un Amor Supremo.
A-Es más que un amor: conmigo mismo, si se llama ‘amor’, es también una imitación de lo que pasa con la relación con los demás. Es la costitución, es el fundamento mismo de mi ser. Es más que amor.
-Pero precisamente yo creo que hay algo común, por lo menos en cuanto al sentimiento se refiere, en cuanto a esto que decía Virginia del desdibujamiento o del emborronamiento de los límites de mi muerte y la muerte de mi madre, o de otro, de un hijo por ejemplo, de uno muy próximo. Que yo creo que ahí está la función, que te lo dice muy claramente las lágrimas: las lágrimas, la función fundamental que tienen es desdibujar la idea, desdibujar la insoportabilidad de la muerte de uno, en la muerte del otro. Emborronan y desdibujan la idea de la insoportabilidad.
A-¡Ay, ay, ay! Ya no; por ahí ya no, Isabel. Para desprestigiar a las lágrimas como testigo.....
-Pero bueno, eso, lo de los tambores, ¿que también uno llora con los tambores?: es que hay muchas lágrimas. Hay llantos dolorosos, gozosos, y gloriosos.
A-....... basta con recordar lo que más de una vez hemos recordado a otros propósitos cuando uno recuerda que viendo la película más engañadora, triste, fea y repugnante......
-Desde luego que sí, y las procesiones de Semana Santa de Zamora: uno llora.
A-...........se le han saltado las lágrimas obedeciendo a los mecanismos que los productores tenían calculados. De manera que de películas por favor.......
-Yo te estoy hablando de las lágrimas de duelo, de las lágrimas ante la muerte del prójimo. Las lágrimas de verdad, y si no las sabes distinguir, es tu problema.
A-¡Aaaaay! Deja, no discutas defendiendo un caso, no te pongas a defender un caso. A un muerto se le puede llorar, por desgracia, adrede, sin necesidad de acudir a una cebolla. Virgilio habla de ese caso, y de ‘lácrimis coactis’, y efectivamente cabe que pueda haber lágrimas obligadas, traídas, y querer discutir ahora dónde empieza la ficción y dónde empieza la verdad del sentimiento, sería otra vez querer meter al sentimiento, a la verdad, dentro de la Realidad.
-Claro, y como el lenguaje sirve para (), pues sirve para decir una mentira.
A-Deja de defender el caso
-No lo voy a dejar, porque las lágrimas son un artilugio absolutamente humano, como el del lenguaje. No hay nadie que llore, ningún otro animal, escepto el cocodrilo, y porque lo dicen en los papeles.
A-Ni ríen tampoco. Ni hablan.
-Pero fundamentalmente es el llanto, que está relacionao...
A-¿Y qué coños tendrá que ver eso con lo que ahora estamos tratando de debatir? Se acabó ya, las lágrimas no sirven. Venga, a ver, cosas que ataquen más al problema de fondo.
-Lo de la insoportabilidad de la muerte: es que yo la veo como la auténtica Realidad, la única que existe, ¿no?: el nacimiento no existe, la vida no existe, lo único que existe es la muerte....
A-Sí señor.
-....y hay que aceptarla tal como es.
A-¡Ah, no, no, eso ya no!, eso ya es una Doctrina.
-Es decir, por desaparecer no pasa nada, no me parece insoportable.
A-Quédese usted con lo que ha dicho, no saque ninguna Fe; quédese con lo que ha dicho, que es justamente lo que hemos dicho aquí: es la única, es decir, la fundamental de las realidades; todo lo demás son ideas que nacen a partir de ella. Por eso, la vía que proponía: llegar al reconocimiento de lo intolerable, para que eso desmonte el resto de la existencia, y de las creencias en la existencia. Es así. ¿Qué más?
-Estos días no vine. No veo tan claro el hecho de que la muerte no sea verdad, eso lleve a un.......Lo que dices es esactamente: “el descubrimiento de la verdad de la muerte hace que sea insoportable”
A-El descubrimiento es, no que la muerte sea verdad, sino justamente el descubrimiento de que no puede ser verdad, porque es absolutamente intolerable. ¿Qué más, por ahí?
-Es absolutamente intolerable, bien. ¿Y siempre es absolutamente intolerable? Eso de que es absolutamente intolerable, ¿qué es?: ¿una verdad?
A-Eso es una negación: no es tolerable. Vamos a quitar siempre el ‘-in’, porque si no, nos metemos con el lío del infinito: no es tolerable. Y ‘no es tolerable’, no es más que la negación de una verdad, no es ninguna verdad. La negación de una verdad, no es ninguna verdad, en contra de lo que se empeñan en haceros creer.
-Y si fuera tolerable, ¿cambiaría todo?
A-Es tolerable, puesto que vivimos con ella y con sus atavíos, y entonces así nos va. Esa es la Realidad, de manera que en la medida en que estés tan a gusto y contenta con la Realidad, pues no tienes nada que decir. La muerte es tolerable, como lo demuestra todos los días. Nos las arreglamos, con tapujos, con aderezos, con ideas acerca de ella, y así vamos tirando. Lo que pasa es que se pensaba que aquí por ejemplo, en un sitio donde puede hablar pueblo-que-no-existe, no se trataba de ir tirando, porque para ir tirando ya sabemos que no hay más que eso: hacerse ideas, hacerse componendas para seguir adelante. Pero yo creo que aquí no venimos a encontrar maneras de ir tirando.
-A mí lo que me parece bastante intolerable es ascribir a la muerte criterios de verdá y falsedá. Me parece que está muy por debajo de todo eso.
A-Eso es el descubrimiento, efectivamente: uno descubre que no puede ser de verdad. Es un descubrimiento: que no puede ser de verdad. Lo otro, el atribuirle la verdad, es decir, hacer creer en ella, forma parte de todas las verdades que costituyen la Realidad. Es en cierto sentido la primera, pero es lo que se nos da ya hecho: la atribución de verdad. Aquí lo que se hace es intentar un camino para decir ‘no, no puede ser verdad’.
-¿Y qué modifica eso?
A-¡Que no puede ser verdad, nada, y pasa lo que pasa! Si uno se deja, vamos. Adelante, ¿alguna cosa más, o si no pasamos a otros puntos?
Bueno, yo creo, si todavía se nos da, que otro día habrá que seguir. No voy a dar otro esperimento pedagógico, pero bueno, habrá que ir sacando de todo lo que os haga sentir esto. Se me estaba ocurriendo pasar (no sé si es muy a partir de aquí, o a partir más bien de los ataques contra la Fe que estábamos haciendo los días anteriores, pero bueno, no importa mucho), a examinar algunos de los engaños, o falsedades, más notables que en el viejo Régimen se les han impuesto y se les han hecho creer a nuestros abuelos, porque esto sigue por la vía que el otro día traíamos: una vez que nos asombremos suficientemente de cómo se podían creer aquello, cómo se lo podían tragar, eso nos va a facilitar el paso de reconocer que a nosotros nos pasa lo mismo de otra manera, ¿no? Es la vía en la que andábamos metidos. Por eso se puede acudir por ejemplo a la Teología de las Religiones más avanzadas, yo creo. Ahí están las verdades más altas en que al pueblo se le ha hecho creer, y examinar por tanto, pues los misterios de la Iglesia, de la Doctrina Cristiana, siempre es útil.
Pero hay que hacer una advertencia metódica: la intención de los teólogos de antaño, de los Padres de la Iglesia, o de los escolásticos, era por supuesto siempre hacer creer, hacer que la razón sostuviera la Fe, si es preciso, y por tanto estaban al servicio del Poder, que en aquellos tiempos era principalmente la Iglesia misma, en buena compañía con los Estados, y en eso se parecen, son lo mismo, a lo que en la Religión principal de nuestros días reina, es decir, que son como los científicos en general. Los científicos desde luego, lo que hacen en principio es tratar de sostener las creencias de la Realidad de maneras cada vez más hábiles, más sofisticadas, y poniendo al servicio de la Física, y también de las otras disciplinas, el lenguaje matemático, que es siempre la garantía de verdad, la garantía suprema de verdad. De manera que no hay ninguna diferencia que yo vea, entre las actividades de los teólogos y las de los científicos. En principio se dedican a hacer eso: tratan de convencerse cada uno, y convencer al público, de que es verdad la Realidad, lo que les cuentan de los cielos, de los mínimos de la materia, de las almas, de cualquier cosa. Eso es la intención, y en ese sentido están, igual que en el viejo Régimen, al servicio del Poder. Ahora no es la Iglesia, sino el Estado, el Poder, y el Capital, que están dispuestos a los mayores dispendios, justamente para sostener el tipo de actividad. No van a ser tontos del todo: si subvencionan todo eso, es porque saben que la labor que se está haciendo es positiva, es decir, que está en el sentido del Progreso, de caminar hacia una verdad cada vez más firme. Esto es así.
Bueno, pues dicho esto, hay que decir que eso falla, como fallan todas las cosas en la Realidad. Es decir, que aunque la intención de la Teología, o de la Ciencia, del Poder mismo, del Capital, sea ésa, como lo es claramente, falla, tiene fallos continuamente: no hay Poder ninguno que pueda controlar del todo las dudas, los sentimientos medio machacados por la Fe, que pueden en cualquier momento volverse a resucitar. De manera que los intentos fallan, lo cual quiere decir que cuando un teólogo, hasta Santo si es preciso, está elaborando Doctrinas que cada vez corroboren más las verdades que la Iglesia manda que se crean, eso por fortuna, por gracia para el pueblo-que-no-existe, le falla de vez en cuando, y sin querer, en esa labor misma, no puede menos de hacer descubrimientos de la mentira de las propias verdades que está sosteniendo; no puede por menos.
Y esto que decimos de la labor de los santos doctores de la Iglesia, lo decimos de los científicos: la intención será todo lo positiva que se quiera, estará en el sentido del Progreso, de llegar a proporcionarnos verdades cada vez más seguras, hasta el límite de la seguridad, pero es así: por fortuna y gracia para el pueblo-que-no-existe, eso no puede estar nunca del todo bien controlado, y en la propia labor de teorificación, esperimentos ratificatorios, y el resto de la labor científica, no pueden por menos de dar, sin querer, con descubrimientos de la mentira de la Realidad. De que se da así entre los físicos y demás, pues tenéis buena noticia, porque aquí lo hemos usado, durante años ya, costantemente: nos hemos dedicado a tratar de enterarnos, aunque sea como profanos, de las labores de investigación, de teoría y demás que se están haciendo por lo más alto, en los más altos Entes de Cultura, y lo hemos hecho porque inevitablemente, en contra de la intención costitutiva y positiva de los autores, esas investigaciones no podían menos de descubrir sin querer algunos fallos notables y profundos de nuestras ideas acerca de la Realidad. Esta es la contradicción que quería poneros por delante como método. Si nos dedicamos ahora por ejemplo, volvemos, a los tiempos de la Iglesia y a los teólogos, es porque confiamos en que justamente el intento de Doctrina, de sostenimiento de la Fe, y de ratificación, falla de vez en cuando. No por ninguna intención del autor, sino gracias a que el autor, como cualquiera de nosotros, nunca está bien hecho del todo; nunca está bien hecho del todo, y por tanto se le escapan sin querer cosas, como a cualquiera se nos escapan sin querer cosas también en la vida práctica, donde podemos ser (como el Poder manda, como hay que ser para ser un buen ejecutivo), todo lo más seguros posibles, todo lo más creyentes posibles en el Futuro y tal, pero nos falla; nos falla a cada paso, gracias a eso. Bueno, pues era en ese sentido como se me estaba ocurriendo volver a utilizar a los teólogos, los misterios en los que se hacía creer.
Os recuerdo otra vez (creo que ya lo he hecho alguna vez), la versión popular que la Teología mandaba impartir en forma de Catecismos de la Fe Cristiana. Porque seguramente a ninguno de vosotros, pero sí a mí, todavía me tocó, en alguna escuela o catequesis, aprenderme el Catecismo del Padre Astete, que es justamente eso: el compendio ideado para que las creencias, y entre ellas los misterios de la Iglesia, se impartieran, se hicieran conocer, a los niños de la plebe, o de la plebe y de lo alto, pero también a los de la plebe por todas partes adonde el dominio de la Iglesia llegara, ¿no? Era (si no me falla la memoria; lo he vuelto a repasar): “¿Qué es Fe?”: “Creer lo que no vimos”, tenía que responder el niño, “creer lo que no vimos”. “¿Vísteis vos nacer a Jesucristo?”: “no, Padre”. “¿Vísteisle morir o subir a los cielos?”: “no, Padre”. “¿Creéislo?”: “sí lo creo”. “¿Por qué lo creéis?: “porque Dios nuestro Señor así lo ha revelado, y la Santa Madre Iglesia así nos lo enseña”. Esto era muy del comienzo del Catecismo; está todo bien claro.
Pues empecemos por lo primero: “¿Qué es Fe?”: “creer lo que no vimos”. Es decir, que a cualquier niño al que mandaran a un Catecismo de Informática destinada a la Educación para la Ciencia, le pueden decir algo de eso: “¿Vísteis vos el lanzamiento de la nave espacial tal y cual el año 2027?”: “no, Padre”. “¿Vísteis estallar el Universo en un Big Bang, 7 elevado a 25 siglos antes de nosotros?”: “no, Padre”. “¿Creéislo?”: “sí lo creo”, todo buen niño decía “sí lo creo”. “¿Por qué lo creéis?”: “porque la Naturaleza, que es la verdad misma, nos lo hace saber, y la Ciencia, que es el saber de los saberes, así nos lo enseña”. De manera que como veis la situación es la misma, como se podía esperar: los cambios en las situaciones reales ya sabéis que no son más que para sostenimiento, lo mismo no se sabe sostener más que cambiando. Es decir, esta paradoja: para que uno sea el que es, no puede arreglárselas realmente más que cambiando continuamente para ser otro; si no........
-Pero te voy a decir una cosa curiosa: ese mismo argumento que acabas de usar ahora mismo aquí, lo usaron conmigo hace muchos años gente del Opus, esactamente igual que tú lo acabas de formular: “¿Tú tienes Fe?”. Y yo decía que no, aunque me había estudiado, o no tenía Fe justamente porque me sabía todo el Catecismo ése que tú acabas de decir, porque como había estudiao con Teresianas, pues me lo sabía. Y te decían “¿Tú tienes Fe?” Y yo decía: “pues a mí me parece que no”. “¿Pero por qué?”. Y yo tenía 17 años, o 18, y decía, “pues yo que sé, porque yo no noto nada”. Y me decían “pero ¿te crees que el Hombre ha ido a la luna?”. Y yo “posì”. “¿Y por qué?”. “Pues no lo sé”
A-¡Ah, sí, que lo empleaban al revés! Sí, sí, ya, ya.
-Y al final salí corriendo, pero no logré dar ningún argumento ni de que sí ni de que no, ni de que nada, de que no notaba nada yo.
A-No, no, que era una gente que quería sostener el antiguo Régimen partiendo del actual, es decir, el revés de lo mismo. Es decir, como es evidente que no te ibas a negar a la Fe en su forma actual, de ahí saltaban atrás, y decían “también Dios ()” . No hay ninguna anomalía tampoco, ¿eh?, porque ya sabéis que aunque os he presentado a la Iglesia del viejo Régimen sustituida por la Ciencia del Estado y el Capital, esto no quiere decir que el viejo Régimen haya desaparecido del todo en el nuevo. Esto ya lo hemos hecho constar muchas veces: con las grandes verdades que la Ciencia nos manda, no se sabe cómo, pero conviven las creencias de cualquier Religión, la Católica o cualquier otra que se aprenda por ahí, de manera que los señores que Rosa dice, pues estaban haciendo una labor también cotidiana, es decir, aprovechar la Fe indudable que fuera más actual y potente, para de ahí volver a sostener en buena hermandad, en buena compañía, la Fe del viejo Régimen.
-Pero es que esto trae mucho peligro, porque si seguimos y decimos “¿y creemos en el Hombre este que nos han descrito como a imagen y semejanza de Dios, o descendiendo de unos primates y tal, y creemos en la Familia, y creemos.....? Entonces.....
A-Pues eso, al niño le preguntan: “¿Vísteis vos al Hombre?”: “no, Padre”. “¿Creéislo?”, es decir, “¿Creéis en el Hombre?”: “sí creo”. “¿Por qué lo creéis?”: por lo mismo, “porque las cosas mismas me imponen ese saber, como quiera decir Dios, y la Ciencia así me lo enseña, a creer en el Hombre”.
-Pero la Fe, bajo el Régimen audiovisual, consiste en creer en lo que se ve. Vivimos bajo el dominio de las imágenes. Cuando te dicen de creer en el Hombre, te han puesto grandes museos de Antropología en que llevan a los niños de todos los Istitutos para ver la evolución del Hombre desde que anda a cuatro patas hasta que se pone de pie para darle gracias a Dios por haberle creado, y todas las cosas son pasadas por las imágenes. Hoy día la Fe consiste en creer en lo que se ve. Al máximo.
A-Una distracción que no agradezco. Esa función en el viejo Régimen la cumplían como sabéis los milagros y las curas que los Santos por todas partes realizaban para que creas. Hay una falsificación que alcanza incluso al propio Evangelio, que no puede menos de, al mismo tiempo que dejar sonar algunos descubrimientos intolerables para la Sociedad, pues tiene que confirmar con milagros. No se cree más que en lo que está mandado, y las imágenes no hacen nada distinto que las palabras. Ver la televisión no es creer en la imagen de la televisión. Hombre, si fuera eso no harían daño: es creer que esa imagen es la Realidad, una representación fiel de la Realidad. Esa es la Fe que la televisión impone con sus imágenes. Es una Fe, no en que estás viendo una imagen, que eso a nadie le serviría pa nada: es creer que estás viendo a través de eso la Realidad, es decir, sosteniendo la Fe que hay que sostener.
-Toda la Medicina se basa en la imagen: los diagnósticos, los escáneres. La televisión misma, la información de la Realidad con imágenes. Y en el mismo programa te enseñan el virus y la Supernova esta, lo mucho mucho grande grandísimo, y lo chico chico chiquísimo. En el mismo programita y para los mismos espectadores. Es decir, no se escapa ni Dios.
A-Los viejos teólogos no estaban tan avanzados en el manejo de la imagen, pero también llegaban a dibujar sus cositas, podían llegar a dibujar un (). Lo que sin distraernos nos está aquí ocupando, es el reconocer cómo efectivamente las formas de la Fe dominantes reproducen las de la vieja Iglesia sin un cambio que podamos reconocer como sustancial, y desde luego, ninguna aportación de los Medios audiovisuales cuenta para nada en este aspecto, y eso forma parte del Progreso. Desde luego, estas técnicas de los Medios son parte de la predicación de la Fe, y están naturalmente destinados a confirmarla hasta el fondo de las almas si se puede, pero es simplemente eso: no hacen más que formar parte de ese aparato. Sí.
-Yo es que creo que ese terreno es peligroso, porque hasta Descartes el conocimiento convivía con esa creencia, pero Descartes es el primero que rompe con el conocimiento de que es solamente la esperiencia divina lo que vale como científico. A partir de Descartes es cuando se empieza a elaborar una Teoría astracta, incluso aún sin comprobar. Y hemos visto, por ejemplo en teoría de agujeros negros, que no había forma de comprobarla, y después se ha podido comprobar. Es decir, se elabora una Teoría en astracto, pero es que el propio conocimiento que tú trasmites, o todo el conocimiento que yo recibo, no es esperiencia vivida. Yo no he vivido esa esperiencia, me la tengo que creer, porque si no me la creo no aprendo.
A-Eso es lo esencial, es decir, que con Descartes no ha pasado nada nuevo, como es normal, es decir, que no hay tal cosa: la Fe cambia de formas, como cambia el propio Régimen, progresa en el engaño, en las formas de la Fe que se impone, pero nada más. Es el cambio para sostener lo mismo. Y antes y después de Descartes, pues las supersticiones que nos parecen a los más iluminados cosas horrendas, astrusas e insoportables, conviven, como convivían en tiempo de Descartes, con las creencias religiosas, científicas, sin ninguna dificultad.
Sí, había que empezar a tratar por tanto algunas de las otras verdades más concretas, como por ejemplo la que antes se me estaba ocurriendo, que es el misterio de la Trinidad, una cosa fundamental. Recordáis que después de reconocer que la vieja Teología, lo mismo que la Ciencia actual, lo que hacen en su propósito fundamental, es positivo (contribuir a ratificar las creencias, sostener la Fe), sin embargo hay por ahí esa gracia de lo que no se sabe, que hace que fallen y se contradigan en el intento, y que la propia Teología, y el Catecismo, no pueda menos de descubrir las falsedades de la Doctrina, lo mismo que la investigación de los físicos hoy día, aunque pretendidamente progresando hacia el conocimiento, y tratando de comprobar verdades para de ahí montar otras verdades, sin embargo tienen esta gracia de que no pueden menos de fallar, y de que en la propia investigación se les cuelen descubrimientos de errores o contradicciones profundas que hay en las ideas reinantes sobre la Realidad. De manera que si nos dedicamos a repasar el misterio de la Trinidad, pues será lo mismo. El intento es claro: fueron según nos cuentan los historiadores muchos siglos de guerras sangrientas, muchas matanzas, para sostener una u otra forma de Fe. Dios es uno, no se puede andar con juegos: si es uno, es uno, y por tanto el único Dios es el Padre. Herejía de Arriano y Doctrina triunfante: “no, no señor, no hace falta que sea así, porque puede muy bien ser que el Hijo sea también Dios, como el Padre, y que además la relación entre ambas, o Aliento Divino, sea también Dios, y que sin embargo las tres Personas sean un solo Dios verdadero”, como decía el Catecismo, y podéis repasarlo también.
Bueno, pues para eso es para lo que os propongo estudiar estas cosas, y si el Señor uno y trino nos deja, dentro de unos días seguiremos, porque creo que hoy se ha hecho muy tarde, de manera que os lo dejo anunciado para que le deis por vuestra parte vueltas, a ver qué sale.
Tenéis que disculpar que la cosa tenga inevitablemente un cariz pedagógico, y repugnante por tanto, pero bueno, yo creo que el esperimento puede merecer la pena que os sometáis a este sacrificio. Los que estuvisteis el otro día, escribid en el papelito, que va a ser anónimo, en dos líneas o tres, qué es lo que se dijo acerca de la muerte. De manera que ya lo podéis ir haciendo. No os copiéis uno a otro, ¿eh?, porque si no el esperimento pierde. Lo que el otro día se dijo que os parezca que es como la esencia o espina de la cosa, acerca de la muerte.
Bueno, pues ahora alguien que vea mejor que yo......Tú ves bien, ¿no? Pues ve leyéndolas todas.
-“Para hacerla más soportable, hacen quedárnosla con atavíos, porque la muerte de verdad es insoportable”.
“La muerte como condena a ser uno el que es. El final es el principio. Si se la desnuda de atavíos, se vuelve intolerable e inconcebible”.
“La muerte desnuda sería insoportable, la nuestra. No hacemos sino () falsificada la vida para aguantar y mentirnos”.
“La muerte: se habló de no querer saber lo que es para evitar el miedo que nos puede producir. Se trataba de desnudarla de sus engañosos atavíos”.
“La creencia en la muerte y en el más allá perduran desde antiguo. Hay que desnudar a la muerte de sus atavíos, descubriendo que es inconcebible, y falsa la Realidad que sustenta”.
“La muerte es intolerable. Con la muerte de un chivo espiatorio se limpian las culpas de los demás”.
“La muerte de verdad nos resulta intolerable, inconcebible. Con la muerte coexistimos porque nos arreglamos para hacerla tolerable”.
“Si la muerte fuera de verdad, sería insoportable. Para no temerle hay que despojarla de sus vestiduras”.
“La muerte es siempre futura”.
“A la muerte hay que rodearla de adornos y florituras para poder soportarla”.
“Que si la muerte de uno fuera verdad, sería intolerable. Se trataba de despojarla de ideas para que eso apareciera así”.
“Se confunde el principio con el final. La () del origen, sólo sirve para determinar el Futuro, la muerte segura”.
“La muerte es inconcebible”.
“La muerte como idea costitutiva de las demás ideas. Si fuera verdad, sería insoportable e inconcebible”.
“La muerte y la conciencia de los abuelos de decir que es en el Futuro. Según el comportamiento se ganan Cielo, Infierno o Purgatorio. La muerte propia resulta insoportable. ¿Qué pasa con la muerte?: no se sabe. Inaceptable para uno mismo”.
“La muerte de mí mismo es inconcebible, pero al tiempo la idea de la muerte futura nos costituye. Hace que nos dediquemos a andar por las ramas haciéndonos ideas de la muerte: la muerte es incomprensible e inaudita”.
“La muerte de verdad es absolutamente inconcebible por insoportable. No se puede tener esperiencia ninguna”.
“La muerte, si fuera de verdad, sería intolerable, y por lo tanto inconcebible, inaceptable, incomprensible”.
“Con la muerte es imposible, por intolerable”.
“Si en la muerte hubiese verdad, sería insoportable. Si fuera verdad, sería insoportable”.
“Que la idea de mi muerte es insoportable e inconcebible”.
“Si la muerte fuera verdad, sería intolerable”.
A-Muchas gracias. Bueno, a ver qué os parece. En general, no está mal como prueba, ¿no? He visto que son muchos los que se han centrado en eso, no creo que haya sido por copia, ¿no?: “si fuera de verdad sería intolerable, y es por tanto inconcebible”. Y efectivamente, eso pertenecía a la espina de la cosa. Parece que ninguno se ha molestao en decir lo que venía a continuación, es decir, para qué podía servir eso para los fines de la tertulia, para la tertulia política y la lucha contra el Poder.
-Que la manera de concebir la Realidad también es falsa.
A-Es decir, que descubrir efectivamente la muerte, es decir, destaparla, como muchos han cogido, desnudarla de sus atavíos, de todos sus atavíos......Porque como algunos han dicho también, sólo con ellos convivimos, que fue lo primero que os decía: convivimos con la muerte; “coexistimos”, para decirlo con más esactitud. Desnudarla de todos sus atavíos, destaparla, sería una vía; una vía, posible, para lo que aquí estamos haciendo todos los días, que efectivamente, como alguno ha dicho, la idea de la muerte, que forma parte de sus atavíos, la muerte-siempre-futura, es el fundamento mismo de la Realidad. Todas las demás cosas de alguna manera nacen de ahí, todas las demás ideas; nacen de ahí. Como aquí contra lo que luchamos es contra que la Realidad sea la Realidad, las cosas son las cosas, y como todas esas ideas están fundadas en el fin, que es lo primero, la idea de la muerte-siempre-futura, despojarla de sus atavíos sería algo así como venir a dar en el punto de verdad que la muerte tiene, por mero desnudamiento de las mentiras, no de otra manera. Y como ese punto de verdad es el que os quería hacer sentir como intolerable (intolerable para nosotros, para uno, para las cosas que nosotros somos), entonces eso sin más es vía para reconocer que no hay verdad compatible con la Realidad (lo que aquí todos los días de diferentes maneras venimos diciendo), y por tanto a partir de ahí, de ese desnudamiento de la muerte, podríamos sentir de una manera más precisa la falsedad de la Realidad, que quiere decir “la creencia o Fe en que las Realidades, las cosas, nosotros, son, somos, verdad, somos de verdad”. Si la muerte de verdad no puede ser, es inconcebible, nosotros, las cosas, pues tampoco. Es bastante lógico, pero sobre todo tenía la pretensión de ser una vía práctica para luchar contra la Realidad y contra el Poder. Seguramente muchos de vosotros tienen todavía acerca de esto cosas que decir, de manera que adelante, antes de que pasemos a otro asunto. Quiero decir que esto no os puede dejar a todos tan satisfechos, ¿no?, ni tan tranquilos. Sí.
-Sentir la falsedad de la Realidad, ¿eso no es una verdad? Porque si la verdad es inconcebible para nosotros, el sentir que es falsa, ¿eso no es una verdad?,
A-Sí, sí. Lo que pasa es que justamente sentir la falsedad de la Realidad no se nos da todos los días, ni mucho menos. Vamos, no se nos da casi nunca. Es decir, nos arreglamos con la Realidad porque nosotros somos reales, somos cosas, y naturalmente, para seguir tirando palante, pues no hay más remedio que creer, de momento o a la larga, que las cosas son de verdad, nosotros somos de verdad, que es lo que el Poder manda. Pues como aquí estamos contra el Poder caiga quien caiga, y como eso parece que es difícil sentirlo, como has dicho, la falsedad de la Realidad, y al mismo tiempo que sentirlo, razonarlo, las dos cosas juntas, por eso era la vía que os proponía, empezando por el fin, como se debe empezar, empezando por la muerte, y reconociendo que, (como) la muerte de verdad no puede ser, es intolerable e inconcebible, las cosas, nosotros, pues tampoco. Sentir la verdad, sentir que las cosas, la Realidad, son falsas, somos falsas, sentirlo, así, en una especie de mero sentimiento pasajero, se da; a todo el mundo se da, y desde luego aquí para este ataque que nos traemos, nos fundamos en que la gente, la gente corriente, siente algo de eso de vez en cuando. Pero sentirlo de tal manera que ese sentimiento sea razón, no separados, sino juntos, y que así pueda de verdad herir, y que esa herida dé de sí lo que pueda, eso no se nos da todos los días ni a cada paso. El sentido de esta utilización de la muerte, el sentido práctico que tenía, era justamente eso: ayudar a sentir de veras, es decir, sentir y razonar, la falsedad de la Realidad.
-¿Y qué diferencia encuentras en esto de sentir, o en creer, o razonar?
A-‘Creer’, es todo lo contrario: la Fe está para matar los sentimientos y la razón juntos. La Fe, sobre la que volveremos dentro de un rato, consiste en que mata las dos cosas juntas: esos sentimientos ocasionales, y la razón desmandada que está dando razón al sentimiento. Eso es una muestra indirecta de que razón y sentimiento es lo mismo, porque la Fe mata lo uno y lo otro juntamente. Adelante.
-Digo que si resulta que la Realidad y uno se costituye en esa información de que te tienes que morir, que se recibe en una niñez muy temprana, entonces, para cegar esa información habría que hacerse otra vez como niño, en una situación incluso de una entrada en el lenguaje en el momento en que va uno a enterarse de la costitución también lingüística de la Realidad, porque yo creo que no se podría hacer nunca desde otro sitio, sino ahí, situarse en una situación en que se pueda cegar esta información, y eso solamente se hace en el momento en que la información se recibe: “te tienes que morir”. ¿Cómo hacer cuando uno ha fabricado ya toda su costitución mucho más allá sobre una superposición de saberes que nacen de ahí, de ese miedo primordial?
A-Yo creo que se entiende bastante bien, escepto lo de entrar en el lenguaje, que no se a qué venía.
-Porque esta información de que te tienes que morir más o menos se hace en el trance en que el niño está aprendiendo a hablar.
A-En que el niño empieza a luchar con la lengua de sus padres, con el idioma, pero bueno, es inoportuno hablar de lenguaje, porque el lenguaje ya sabéis que es el que habla, y por tanto es siempre muy inoportuno y sospechoso ponerse a hablar de él. Efectivamente, retroceder, hacerse como un niño, pues sí, es una vía deseable. Pero estamos muy hechos, estamos llenos de cosas, y por eso la manera de herir todo este aparato de ideas con el que estamos costituídos, es el que se me ofrecía el otro día tratando de sentir lo intolerable de la muerte de uno, y sentir por tanto que no es posible que sea de verdad. Y sólo a partir de eso, pues el resto de los sentimientos y razones, que tratan costantemente de recubrir cualquier descubrimiento, volver a taparlo con nuevas ideaciones. Sí.
-Entonces, el niño, antes de que se le informe de que tiene que morir, ¿está perdido en lo desconocido?
A-No está bien hecho. Es una cosa, por supuesto, y por tanto no, puesto que es una cosa; puesto que es una cosa, y las cosas es justamente lo que costantemente está creándose, saliendo a partir de lo que no se sabe. Es una cosa, y no se puede decir que no es nada, no se puede decir que esté informe, carente de alguna manera de ser cosa: la costitución, es costitución como este tipo de cosas que nosotros somos. Es una lucha, de manera que es un paso. Desde luego, se actúa sobre algo que es ya una cosa, sobre algo que no es lo sin fin; algo que es ya una cosa.
-Pero detrás de eso, es un cambio definitivo esta información para él, ¿no?
A-‘Definitivo’, para nosotros sobre todo, para ‘el Hombre’, que llaman. Para él sí, en cierto modo es la muerte, porque es el anuncio de la muerte, y el anuncio de la muerte a la manera en que los mayores lo creen, de manera que en ese sentido es definitivo, definitorio, y sobre todo, el que el niño fracase en un intento de no tragarse lo que se le está diciendo, para nosotros, como entes sociales, es fundamental: si no, nos hundimos; el Poder se hunde, y nosotros con él. Más.
-Entonces, con esto que estás hablando de la muerte del Hombre, se me.....
A-‘Del Hombre’, no, ¿eh?
-Bueno, de la muerte: si uno llegara a morir, se fuera la vida de uno, parece que pasaríamos como a otro lugar, que no se sabe.....
A-No, no, no pasaríamos, no. No hay que hacerse ilusiones: no pasaríamos a ningún sitio. Eso es justamente a lo que os estoy invitando: eso es la Fe, es lo que te hacen creer, da lo mismo si te dicen que al morirte vas a pasar a la Gloria, o vas a pasar a la Nada, o cualquiera otra de las muchas cosas que te quieran contar. No pasaríamos a ningún sitio. Esa es justamente la Fe, y el descubrimiento, el desvestir a la muerte de sus atavíos, el reconocerla como intolerable, está justamente contra esa Fe, que es la Fe en el Futuro, la Fe en el Fin. Estamos realmente costituídos por esa Fe, y por tanto no hay manera de que pasemos a ningún otro sitio, que inevitablemente sería una realidad más entre las realidades. Pero vamos, seguid insistiendo, por favor.
-Pero () sería como antes de haber venido aquí a hacerte real. Es decir, antes de nacer el niño, no existía.
A-‘Desaparecer’ es desaparecer, pero lo importante es que no creamos que el que desaparece es uno, y por tanto sigue apareciendo en otro sitio. ‘Desaparecer’ es desaparecer, y mientras la negación sea mera negación, bendita sea, porque es lo único que el pueblo-que-no-existe dice: ‘no’. Mientras no se diga más que ‘desaparecer’, por supuesto: nosotros, cada uno, y nosotros en conjunto, los hombres, estamos costituídos por esa Fe, y si la Fe se destruye, eso naturalmente desaparece; pierde su costitución, y desaparece. Pero cuidao a la contradicción, que es en la que se fundan la mayor parte de los cuentos que os han contado: eso de que uno desaparece, y sigue siendo uno, y por tanto reaparece en otro sitio. ‘Desaparecer’, es que no sigue siendo uno; ‘desaparecer’ quiere decir descubrir la mentira de que uno es el que es, sin más, y se acabó, que las cosas son lo que son, sin más, y se acabó. Eso es mentira, es la mentira costitutiva de la Realidad, y por tanto, de descubrirla es de lo que se trata. ¡Más!
-Lo de la inconcebibilidad de la muerte, que es una idea, y por tanto un concepto, ¿tiene que ver con que como idea es irrealizable? O sea, ¿lo inconcebible es que se realice, o que se realice en mí?
A-Sí. Bueno, ‘inconcebible’ tiene la negación incorporada, vamos a dejarla. Descubrir, es decir, dejar de saber, dejar de creer, que se concibe, (que se concibe, puesto que) se tolera, eso de la muerte. Eso efectivamente es algo que es un descubrimiento que se nos produce en la Realidad, en la de cada uno. Ahí es donde se produce, y claro, arrastra consigo justamente la disolución.
-¿Por qué se da entonces esa diferencia entre mi muerte y la muerte de los otros?
A-Claro, porque los otros no son de verdad, los otros son reales. Como os decía el otro día, todo lo que nos condolemos de los muertos más queridos, no es nada mientras sea uno el que se conduele. Esto no hace falta que se convierta en una Doctrina solipsista, de la cual sin embargo ya el otro día estuvimos tratando, pero evidentemente se reconoce que no es nada. Los demás son simplemente reales. No son de verdad, me creo, gracias a que yo creo en ellos; gracias a eso, pues son de verdad, andan alrededor........De rebote admito yo que yo también soy real, simplemente, que no soy de verdad; de rebote, de mentira, [pero] digo “claro, puesto que mi madre y mi novio son reales, no son de verdad, pues yo también tengo que reconocer que yo soy como ellos una cosa”, (pero) de mentira; un reconocimiento falso. Por eso es por lo que el problema tiene que venir a plantearse con respecto a eso de ‘uno’, que quiere decir, como recordáis cuando tratábamos del nombre propio sobre todo, la intromisión de un ideal de ‘uno’ dentro de la Realidad, que no cabe; no cabe: en Realidad no hay uno, lo mismo que en Realidad no hay ‘todos’. Pero uno se cree que sí cabe, que se puede hacer compatible mi absoluta unicidad con el hecho de que me reconozca, y generosamente, como simplemente real, igual que los otros. No cabe.
-Pero si se llegara a descreer de la muerte, eso de alguna manera desdibujaría los límites de uno.
A-Sí.
-Y entonces, la muerte sería tan inconcebible [la muerte] la de uno como la de los demás, o tan mentira.
A-No. No.
-Es una cosa que puede pasar, y que parece que hay trances en los que pasa.
A-Sí. No, pero con la muerte de los demás no pasa nada distinto de lo que pasa con la muerte de los animales, o las muertes de las plantas, la destrucción o aniquilación de las cosas......Todo eso forma parte de la Realidad.
-Claro, es que si digo “los demás”, ya los convierto en cosas. Querría decir si se desdibujara un poco esa personalización que se produce por la muerte.
A-Pero no se puede desdibujar, porque es el ideal ‘uno’. Uno, es ‘uno’. Creo que si tenemos tiempo volveremos un poco a eso, con respecto al misterio de la Santísima Trinidad, pero vamos a dejarlo ahí. Lo tremendo es que ‘uno’ es un ideal que sólo falsamente se puede imponer a la Realidad, y que se le hace compatible con el reconocimiento, engañoso, de que uno es una cosa como las otras cosas, una persona como las otras personas. Se hace compatible. Eso se desmonta en cuanto se va al fundamento, que es el fin; el fundamento del ‘uno’, que es el fin, y entonces, uno, a costa de sí mismo, puede sentir y razonar lo intolerable, lo de que no puede ser de verdad, [y entonces] porque, claro, él cree que de verdad es lo otro, la muerte tolerable.
-Ahora que estamos hablando no puedo pensar que tú te vayas a morir, no es una cosa que yo me pueda hacer a la idea. Por un lao, si lo pienso un poco realistamente y eso, vale, lo tengo que decir, y también lo digo de mí misma.
A-Eso.
-Pero que me pongo en el mismo trance de dificultad de hacer cuadrar las dos cosas.
A-¿Si es con respecto a otros?
-Me puede llegar a pasar.
A-Lo inconcebible de la muerte de otro.
-De otro, si te pones en su lugar.
A-Sí, sí, literalmente ponerte en su lugar, sí. Eso sería, y por desgracia es también, un ideal: sería el Amor Supremo, el ideal del Amor: [del] te pones [ponerse] en lugar de otro. Pero si te pones en lugar de otro, no vayas a creer que al mismo tiempo que sois el mismo, sois dos, porque entonces ya estamos perdidos, ¿no?
-No sé si hace falta que sea un Amor Supremo, ¿no? Porque entonces habría que pensar que yo a mí misma también me tengo un Amor Supremo.
A-Es más que un amor: conmigo mismo, si se llama ‘amor’, es también una imitación de lo que pasa con la relación con los demás. Es la costitución, es el fundamento mismo de mi ser. Es más que amor.
-Pero precisamente yo creo que hay algo común, por lo menos en cuanto al sentimiento se refiere, en cuanto a esto que decía Virginia del desdibujamiento o del emborronamiento de los límites de mi muerte y la muerte de mi madre, o de otro, de un hijo por ejemplo, de uno muy próximo. Que yo creo que ahí está la función, que te lo dice muy claramente las lágrimas: las lágrimas, la función fundamental que tienen es desdibujar la idea, desdibujar la insoportabilidad de la muerte de uno, en la muerte del otro. Emborronan y desdibujan la idea de la insoportabilidad.
A-¡Ay, ay, ay! Ya no; por ahí ya no, Isabel. Para desprestigiar a las lágrimas como testigo.....
-Pero bueno, eso, lo de los tambores, ¿que también uno llora con los tambores?: es que hay muchas lágrimas. Hay llantos dolorosos, gozosos, y gloriosos.
A-....... basta con recordar lo que más de una vez hemos recordado a otros propósitos cuando uno recuerda que viendo la película más engañadora, triste, fea y repugnante......
-Desde luego que sí, y las procesiones de Semana Santa de Zamora: uno llora.
A-...........se le han saltado las lágrimas obedeciendo a los mecanismos que los productores tenían calculados. De manera que de películas por favor.......
-Yo te estoy hablando de las lágrimas de duelo, de las lágrimas ante la muerte del prójimo. Las lágrimas de verdad, y si no las sabes distinguir, es tu problema.
A-¡Aaaaay! Deja, no discutas defendiendo un caso, no te pongas a defender un caso. A un muerto se le puede llorar, por desgracia, adrede, sin necesidad de acudir a una cebolla. Virgilio habla de ese caso, y de ‘lácrimis coactis’, y efectivamente cabe que pueda haber lágrimas obligadas, traídas, y querer discutir ahora dónde empieza la ficción y dónde empieza la verdad del sentimiento, sería otra vez querer meter al sentimiento, a la verdad, dentro de la Realidad.
-Claro, y como el lenguaje sirve para (), pues sirve para decir una mentira.
A-Deja de defender el caso
-No lo voy a dejar, porque las lágrimas son un artilugio absolutamente humano, como el del lenguaje. No hay nadie que llore, ningún otro animal, escepto el cocodrilo, y porque lo dicen en los papeles.
A-Ni ríen tampoco. Ni hablan.
-Pero fundamentalmente es el llanto, que está relacionao...
A-¿Y qué coños tendrá que ver eso con lo que ahora estamos tratando de debatir? Se acabó ya, las lágrimas no sirven. Venga, a ver, cosas que ataquen más al problema de fondo.
-Lo de la insoportabilidad de la muerte: es que yo la veo como la auténtica Realidad, la única que existe, ¿no?: el nacimiento no existe, la vida no existe, lo único que existe es la muerte....
A-Sí señor.
-....y hay que aceptarla tal como es.
A-¡Ah, no, no, eso ya no!, eso ya es una Doctrina.
-Es decir, por desaparecer no pasa nada, no me parece insoportable.
A-Quédese usted con lo que ha dicho, no saque ninguna Fe; quédese con lo que ha dicho, que es justamente lo que hemos dicho aquí: es la única, es decir, la fundamental de las realidades; todo lo demás son ideas que nacen a partir de ella. Por eso, la vía que proponía: llegar al reconocimiento de lo intolerable, para que eso desmonte el resto de la existencia, y de las creencias en la existencia. Es así. ¿Qué más?
-Estos días no vine. No veo tan claro el hecho de que la muerte no sea verdad, eso lleve a un.......Lo que dices es esactamente: “el descubrimiento de la verdad de la muerte hace que sea insoportable”
A-El descubrimiento es, no que la muerte sea verdad, sino justamente el descubrimiento de que no puede ser verdad, porque es absolutamente intolerable. ¿Qué más, por ahí?
-Es absolutamente intolerable, bien. ¿Y siempre es absolutamente intolerable? Eso de que es absolutamente intolerable, ¿qué es?: ¿una verdad?
A-Eso es una negación: no es tolerable. Vamos a quitar siempre el ‘-in’, porque si no, nos metemos con el lío del infinito: no es tolerable. Y ‘no es tolerable’, no es más que la negación de una verdad, no es ninguna verdad. La negación de una verdad, no es ninguna verdad, en contra de lo que se empeñan en haceros creer.
-Y si fuera tolerable, ¿cambiaría todo?
A-Es tolerable, puesto que vivimos con ella y con sus atavíos, y entonces así nos va. Esa es la Realidad, de manera que en la medida en que estés tan a gusto y contenta con la Realidad, pues no tienes nada que decir. La muerte es tolerable, como lo demuestra todos los días. Nos las arreglamos, con tapujos, con aderezos, con ideas acerca de ella, y así vamos tirando. Lo que pasa es que se pensaba que aquí por ejemplo, en un sitio donde puede hablar pueblo-que-no-existe, no se trataba de ir tirando, porque para ir tirando ya sabemos que no hay más que eso: hacerse ideas, hacerse componendas para seguir adelante. Pero yo creo que aquí no venimos a encontrar maneras de ir tirando.
-A mí lo que me parece bastante intolerable es ascribir a la muerte criterios de verdá y falsedá. Me parece que está muy por debajo de todo eso.
A-Eso es el descubrimiento, efectivamente: uno descubre que no puede ser de verdad. Es un descubrimiento: que no puede ser de verdad. Lo otro, el atribuirle la verdad, es decir, hacer creer en ella, forma parte de todas las verdades que costituyen la Realidad. Es en cierto sentido la primera, pero es lo que se nos da ya hecho: la atribución de verdad. Aquí lo que se hace es intentar un camino para decir ‘no, no puede ser verdad’.
-¿Y qué modifica eso?
A-¡Que no puede ser verdad, nada, y pasa lo que pasa! Si uno se deja, vamos. Adelante, ¿alguna cosa más, o si no pasamos a otros puntos?
Bueno, yo creo, si todavía se nos da, que otro día habrá que seguir. No voy a dar otro esperimento pedagógico, pero bueno, habrá que ir sacando de todo lo que os haga sentir esto. Se me estaba ocurriendo pasar (no sé si es muy a partir de aquí, o a partir más bien de los ataques contra la Fe que estábamos haciendo los días anteriores, pero bueno, no importa mucho), a examinar algunos de los engaños, o falsedades, más notables que en el viejo Régimen se les han impuesto y se les han hecho creer a nuestros abuelos, porque esto sigue por la vía que el otro día traíamos: una vez que nos asombremos suficientemente de cómo se podían creer aquello, cómo se lo podían tragar, eso nos va a facilitar el paso de reconocer que a nosotros nos pasa lo mismo de otra manera, ¿no? Es la vía en la que andábamos metidos. Por eso se puede acudir por ejemplo a la Teología de las Religiones más avanzadas, yo creo. Ahí están las verdades más altas en que al pueblo se le ha hecho creer, y examinar por tanto, pues los misterios de la Iglesia, de la Doctrina Cristiana, siempre es útil.
Pero hay que hacer una advertencia metódica: la intención de los teólogos de antaño, de los Padres de la Iglesia, o de los escolásticos, era por supuesto siempre hacer creer, hacer que la razón sostuviera la Fe, si es preciso, y por tanto estaban al servicio del Poder, que en aquellos tiempos era principalmente la Iglesia misma, en buena compañía con los Estados, y en eso se parecen, son lo mismo, a lo que en la Religión principal de nuestros días reina, es decir, que son como los científicos en general. Los científicos desde luego, lo que hacen en principio es tratar de sostener las creencias de la Realidad de maneras cada vez más hábiles, más sofisticadas, y poniendo al servicio de la Física, y también de las otras disciplinas, el lenguaje matemático, que es siempre la garantía de verdad, la garantía suprema de verdad. De manera que no hay ninguna diferencia que yo vea, entre las actividades de los teólogos y las de los científicos. En principio se dedican a hacer eso: tratan de convencerse cada uno, y convencer al público, de que es verdad la Realidad, lo que les cuentan de los cielos, de los mínimos de la materia, de las almas, de cualquier cosa. Eso es la intención, y en ese sentido están, igual que en el viejo Régimen, al servicio del Poder. Ahora no es la Iglesia, sino el Estado, el Poder, y el Capital, que están dispuestos a los mayores dispendios, justamente para sostener el tipo de actividad. No van a ser tontos del todo: si subvencionan todo eso, es porque saben que la labor que se está haciendo es positiva, es decir, que está en el sentido del Progreso, de caminar hacia una verdad cada vez más firme. Esto es así.
Bueno, pues dicho esto, hay que decir que eso falla, como fallan todas las cosas en la Realidad. Es decir, que aunque la intención de la Teología, o de la Ciencia, del Poder mismo, del Capital, sea ésa, como lo es claramente, falla, tiene fallos continuamente: no hay Poder ninguno que pueda controlar del todo las dudas, los sentimientos medio machacados por la Fe, que pueden en cualquier momento volverse a resucitar. De manera que los intentos fallan, lo cual quiere decir que cuando un teólogo, hasta Santo si es preciso, está elaborando Doctrinas que cada vez corroboren más las verdades que la Iglesia manda que se crean, eso por fortuna, por gracia para el pueblo-que-no-existe, le falla de vez en cuando, y sin querer, en esa labor misma, no puede menos de hacer descubrimientos de la mentira de las propias verdades que está sosteniendo; no puede por menos.
Y esto que decimos de la labor de los santos doctores de la Iglesia, lo decimos de los científicos: la intención será todo lo positiva que se quiera, estará en el sentido del Progreso, de llegar a proporcionarnos verdades cada vez más seguras, hasta el límite de la seguridad, pero es así: por fortuna y gracia para el pueblo-que-no-existe, eso no puede estar nunca del todo bien controlado, y en la propia labor de teorificación, esperimentos ratificatorios, y el resto de la labor científica, no pueden por menos de dar, sin querer, con descubrimientos de la mentira de la Realidad. De que se da así entre los físicos y demás, pues tenéis buena noticia, porque aquí lo hemos usado, durante años ya, costantemente: nos hemos dedicado a tratar de enterarnos, aunque sea como profanos, de las labores de investigación, de teoría y demás que se están haciendo por lo más alto, en los más altos Entes de Cultura, y lo hemos hecho porque inevitablemente, en contra de la intención costitutiva y positiva de los autores, esas investigaciones no podían menos de descubrir sin querer algunos fallos notables y profundos de nuestras ideas acerca de la Realidad. Esta es la contradicción que quería poneros por delante como método. Si nos dedicamos ahora por ejemplo, volvemos, a los tiempos de la Iglesia y a los teólogos, es porque confiamos en que justamente el intento de Doctrina, de sostenimiento de la Fe, y de ratificación, falla de vez en cuando. No por ninguna intención del autor, sino gracias a que el autor, como cualquiera de nosotros, nunca está bien hecho del todo; nunca está bien hecho del todo, y por tanto se le escapan sin querer cosas, como a cualquiera se nos escapan sin querer cosas también en la vida práctica, donde podemos ser (como el Poder manda, como hay que ser para ser un buen ejecutivo), todo lo más seguros posibles, todo lo más creyentes posibles en el Futuro y tal, pero nos falla; nos falla a cada paso, gracias a eso. Bueno, pues era en ese sentido como se me estaba ocurriendo volver a utilizar a los teólogos, los misterios en los que se hacía creer.
Os recuerdo otra vez (creo que ya lo he hecho alguna vez), la versión popular que la Teología mandaba impartir en forma de Catecismos de la Fe Cristiana. Porque seguramente a ninguno de vosotros, pero sí a mí, todavía me tocó, en alguna escuela o catequesis, aprenderme el Catecismo del Padre Astete, que es justamente eso: el compendio ideado para que las creencias, y entre ellas los misterios de la Iglesia, se impartieran, se hicieran conocer, a los niños de la plebe, o de la plebe y de lo alto, pero también a los de la plebe por todas partes adonde el dominio de la Iglesia llegara, ¿no? Era (si no me falla la memoria; lo he vuelto a repasar): “¿Qué es Fe?”: “Creer lo que no vimos”, tenía que responder el niño, “creer lo que no vimos”. “¿Vísteis vos nacer a Jesucristo?”: “no, Padre”. “¿Vísteisle morir o subir a los cielos?”: “no, Padre”. “¿Creéislo?”: “sí lo creo”. “¿Por qué lo creéis?: “porque Dios nuestro Señor así lo ha revelado, y la Santa Madre Iglesia así nos lo enseña”. Esto era muy del comienzo del Catecismo; está todo bien claro.
Pues empecemos por lo primero: “¿Qué es Fe?”: “creer lo que no vimos”. Es decir, que a cualquier niño al que mandaran a un Catecismo de Informática destinada a la Educación para la Ciencia, le pueden decir algo de eso: “¿Vísteis vos el lanzamiento de la nave espacial tal y cual el año 2027?”: “no, Padre”. “¿Vísteis estallar el Universo en un Big Bang, 7 elevado a 25 siglos antes de nosotros?”: “no, Padre”. “¿Creéislo?”: “sí lo creo”, todo buen niño decía “sí lo creo”. “¿Por qué lo creéis?”: “porque la Naturaleza, que es la verdad misma, nos lo hace saber, y la Ciencia, que es el saber de los saberes, así nos lo enseña”. De manera que como veis la situación es la misma, como se podía esperar: los cambios en las situaciones reales ya sabéis que no son más que para sostenimiento, lo mismo no se sabe sostener más que cambiando. Es decir, esta paradoja: para que uno sea el que es, no puede arreglárselas realmente más que cambiando continuamente para ser otro; si no........
-Pero te voy a decir una cosa curiosa: ese mismo argumento que acabas de usar ahora mismo aquí, lo usaron conmigo hace muchos años gente del Opus, esactamente igual que tú lo acabas de formular: “¿Tú tienes Fe?”. Y yo decía que no, aunque me había estudiado, o no tenía Fe justamente porque me sabía todo el Catecismo ése que tú acabas de decir, porque como había estudiao con Teresianas, pues me lo sabía. Y te decían “¿Tú tienes Fe?” Y yo decía: “pues a mí me parece que no”. “¿Pero por qué?”. Y yo tenía 17 años, o 18, y decía, “pues yo que sé, porque yo no noto nada”. Y me decían “pero ¿te crees que el Hombre ha ido a la luna?”. Y yo “posì”. “¿Y por qué?”. “Pues no lo sé”
A-¡Ah, sí, que lo empleaban al revés! Sí, sí, ya, ya.
-Y al final salí corriendo, pero no logré dar ningún argumento ni de que sí ni de que no, ni de que nada, de que no notaba nada yo.
A-No, no, que era una gente que quería sostener el antiguo Régimen partiendo del actual, es decir, el revés de lo mismo. Es decir, como es evidente que no te ibas a negar a la Fe en su forma actual, de ahí saltaban atrás, y decían “también Dios ()” . No hay ninguna anomalía tampoco, ¿eh?, porque ya sabéis que aunque os he presentado a la Iglesia del viejo Régimen sustituida por la Ciencia del Estado y el Capital, esto no quiere decir que el viejo Régimen haya desaparecido del todo en el nuevo. Esto ya lo hemos hecho constar muchas veces: con las grandes verdades que la Ciencia nos manda, no se sabe cómo, pero conviven las creencias de cualquier Religión, la Católica o cualquier otra que se aprenda por ahí, de manera que los señores que Rosa dice, pues estaban haciendo una labor también cotidiana, es decir, aprovechar la Fe indudable que fuera más actual y potente, para de ahí volver a sostener en buena hermandad, en buena compañía, la Fe del viejo Régimen.
-Pero es que esto trae mucho peligro, porque si seguimos y decimos “¿y creemos en el Hombre este que nos han descrito como a imagen y semejanza de Dios, o descendiendo de unos primates y tal, y creemos en la Familia, y creemos.....? Entonces.....
A-Pues eso, al niño le preguntan: “¿Vísteis vos al Hombre?”: “no, Padre”. “¿Creéislo?”, es decir, “¿Creéis en el Hombre?”: “sí creo”. “¿Por qué lo creéis?”: por lo mismo, “porque las cosas mismas me imponen ese saber, como quiera decir Dios, y la Ciencia así me lo enseña, a creer en el Hombre”.
-Pero la Fe, bajo el Régimen audiovisual, consiste en creer en lo que se ve. Vivimos bajo el dominio de las imágenes. Cuando te dicen de creer en el Hombre, te han puesto grandes museos de Antropología en que llevan a los niños de todos los Istitutos para ver la evolución del Hombre desde que anda a cuatro patas hasta que se pone de pie para darle gracias a Dios por haberle creado, y todas las cosas son pasadas por las imágenes. Hoy día la Fe consiste en creer en lo que se ve. Al máximo.
A-Una distracción que no agradezco. Esa función en el viejo Régimen la cumplían como sabéis los milagros y las curas que los Santos por todas partes realizaban para que creas. Hay una falsificación que alcanza incluso al propio Evangelio, que no puede menos de, al mismo tiempo que dejar sonar algunos descubrimientos intolerables para la Sociedad, pues tiene que confirmar con milagros. No se cree más que en lo que está mandado, y las imágenes no hacen nada distinto que las palabras. Ver la televisión no es creer en la imagen de la televisión. Hombre, si fuera eso no harían daño: es creer que esa imagen es la Realidad, una representación fiel de la Realidad. Esa es la Fe que la televisión impone con sus imágenes. Es una Fe, no en que estás viendo una imagen, que eso a nadie le serviría pa nada: es creer que estás viendo a través de eso la Realidad, es decir, sosteniendo la Fe que hay que sostener.
-Toda la Medicina se basa en la imagen: los diagnósticos, los escáneres. La televisión misma, la información de la Realidad con imágenes. Y en el mismo programa te enseñan el virus y la Supernova esta, lo mucho mucho grande grandísimo, y lo chico chico chiquísimo. En el mismo programita y para los mismos espectadores. Es decir, no se escapa ni Dios.
A-Los viejos teólogos no estaban tan avanzados en el manejo de la imagen, pero también llegaban a dibujar sus cositas, podían llegar a dibujar un (). Lo que sin distraernos nos está aquí ocupando, es el reconocer cómo efectivamente las formas de la Fe dominantes reproducen las de la vieja Iglesia sin un cambio que podamos reconocer como sustancial, y desde luego, ninguna aportación de los Medios audiovisuales cuenta para nada en este aspecto, y eso forma parte del Progreso. Desde luego, estas técnicas de los Medios son parte de la predicación de la Fe, y están naturalmente destinados a confirmarla hasta el fondo de las almas si se puede, pero es simplemente eso: no hacen más que formar parte de ese aparato. Sí.
-Yo es que creo que ese terreno es peligroso, porque hasta Descartes el conocimiento convivía con esa creencia, pero Descartes es el primero que rompe con el conocimiento de que es solamente la esperiencia divina lo que vale como científico. A partir de Descartes es cuando se empieza a elaborar una Teoría astracta, incluso aún sin comprobar. Y hemos visto, por ejemplo en teoría de agujeros negros, que no había forma de comprobarla, y después se ha podido comprobar. Es decir, se elabora una Teoría en astracto, pero es que el propio conocimiento que tú trasmites, o todo el conocimiento que yo recibo, no es esperiencia vivida. Yo no he vivido esa esperiencia, me la tengo que creer, porque si no me la creo no aprendo.
A-Eso es lo esencial, es decir, que con Descartes no ha pasado nada nuevo, como es normal, es decir, que no hay tal cosa: la Fe cambia de formas, como cambia el propio Régimen, progresa en el engaño, en las formas de la Fe que se impone, pero nada más. Es el cambio para sostener lo mismo. Y antes y después de Descartes, pues las supersticiones que nos parecen a los más iluminados cosas horrendas, astrusas e insoportables, conviven, como convivían en tiempo de Descartes, con las creencias religiosas, científicas, sin ninguna dificultad.
Sí, había que empezar a tratar por tanto algunas de las otras verdades más concretas, como por ejemplo la que antes se me estaba ocurriendo, que es el misterio de la Trinidad, una cosa fundamental. Recordáis que después de reconocer que la vieja Teología, lo mismo que la Ciencia actual, lo que hacen en su propósito fundamental, es positivo (contribuir a ratificar las creencias, sostener la Fe), sin embargo hay por ahí esa gracia de lo que no se sabe, que hace que fallen y se contradigan en el intento, y que la propia Teología, y el Catecismo, no pueda menos de descubrir las falsedades de la Doctrina, lo mismo que la investigación de los físicos hoy día, aunque pretendidamente progresando hacia el conocimiento, y tratando de comprobar verdades para de ahí montar otras verdades, sin embargo tienen esta gracia de que no pueden menos de fallar, y de que en la propia investigación se les cuelen descubrimientos de errores o contradicciones profundas que hay en las ideas reinantes sobre la Realidad. De manera que si nos dedicamos a repasar el misterio de la Trinidad, pues será lo mismo. El intento es claro: fueron según nos cuentan los historiadores muchos siglos de guerras sangrientas, muchas matanzas, para sostener una u otra forma de Fe. Dios es uno, no se puede andar con juegos: si es uno, es uno, y por tanto el único Dios es el Padre. Herejía de Arriano y Doctrina triunfante: “no, no señor, no hace falta que sea así, porque puede muy bien ser que el Hijo sea también Dios, como el Padre, y que además la relación entre ambas, o Aliento Divino, sea también Dios, y que sin embargo las tres Personas sean un solo Dios verdadero”, como decía el Catecismo, y podéis repasarlo también.
Bueno, pues para eso es para lo que os propongo estudiar estas cosas, y si el Señor uno y trino nos deja, dentro de unos días seguiremos, porque creo que hoy se ha hecho muy tarde, de manera que os lo dejo anunciado para que le deis por vuestra parte vueltas, a ver qué sale.