13.05.2009

Tertulia Política número 177 (13 de Mayo de 2009)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 
  • Sobre las dificultades para entender lo sin fin, lo sin límite.
  • Relación entre sin fin y Realidad.
  • La cuestión identidad/diferencia en relación con el movimiento y con el cambio al mismo tiempo (el movimiento como cambio).
 

  Tertu177-13-5-2009#Tertu177-13-5-2009.mp3

 

 

TRANSCRIPCIÓN:

 

 

Vamos, si os parece, a entrar, o a volver, sobre la cuestión de la dificultad para entender, sentir, eso de lo sin fin, lo sin límite.  Dificultad que hay que intentar aclarar, no ‘resolver’.  Para seguir con la guerra ésta política contra el Poder, contra la Realidad, no hay más remedio que intentar aclarar, aclararnos, acerca de la dificultad.  Evidentemente, como el otro día ya nos aparecía, no es que sea muy grande, incomparablemente grande con respecto a nuestras facultades, ni porque sea muy complicado, ni porque sea inconcebible, como lo es; eso es otra cosa: lo mismo que es sin fin, es inconcebible; lo uno va con lo otro.  Pero eso no tendría por qué ser una dificultad para lo que aquí os sugiero entender, sentir, y respecto a lo cual os propongo que intentemos aclararnos un tanto.

La dificultad parece consistir en que la propia ley de la existencia, de cada uno, de las cosas en general, de nosotros las cosas, la propia ley de la existencia, es decir, la propia Realidad de cada uno, de cada cosa, nos obliga, imperiosamente, a referir esa cuestión a la Realidad misma, es decir, tratar de entenderlo dentro de la Realidad, como si lo de ‘sin fin’, lo continuo, etc., fueran cosas, lo cual evidentemente no son.  Entenderlo dentro de la Realidad, y esto naturalmente es un desvarío; es un desvarío que puede llevar a todas las confusiones, y en definitiva a esa impotencia para entender. Traemos lo de ‘sin fin’, lo de ‘continuo’, a la Realidad.  Es decir, que convertimos la cuestión en una cuestión de más o menos; de más o menos, porque la condición de ‘más/menos’, ‘más o menos’, es justamente la condición de nosotros las cosas, es la condición de la Realidad, y de nuestra Realidad de cada uno: más o menos.   Y nos equivocamos porque evidentemente, esa perdición que es lo sin fin, eso inasible que es lo no discontinuo, lo continuo, no se puede alcanzar nunca por vía de ‘muy’, ‘más’, ‘más allá’, ‘cada vez más’.......Hay de lo uno a lo otro un salto radical que hace que cualquier progreso en ese sentido, por vía de ‘más’, por vía de ‘menos’, esté condenado a la equivocación, al engaño, y a la impotencia.

Naturalmente, hay que añadir que cuando lo traemos eso, lo inconcebible, a nuestra Realidad, adentro de nosotros, tenemos enseguida que dotarlo de unos límites.  Especialmente aquella parte de nosotros que es la Ciencia, por ejemplo, o en otros tiempos la Teología, que es lo mismo, es la que está especialmente obligada a tratarlo con unos límites.  Unos límites que en definitiva van a ser tan flojos como tienen que ser cualesquiera límites que haya entre las cosas diversas y entre nosotros como cosas, pero que para los fines de la Teología, de la Ciencia, pues no puede menos de utilizarse, valiendo, o haciendo como que vale.  Unos límites.  Ya sabéis, por ejemplo: una vez que a lo de ‘sin fin’ se le ha tomado por uno de esos lados, por uno de sus dos lados, digamos por el lado de lo pequeño, de lo muy pequeño, tiene que haber un límite, el átomo por ejemplo, es decir, aquello después de lo cual ya no se puede cortar más, no se pueden hacer más divisiones.   Así es como aparece, como más de una vez os he recordado, en la Física antigua de Epicuro, donde está ese límite: el átomo. 

O hay que contar con una velocidad límite, insuperable, tirando por el otro camino, como en la propia Física de Epicuro también: los átomos se mueven a una velocidad ‘anypérbleton’, insuperable, y las capitas sensitivas que se van desprendiendo de cada cosa, se mueven igualmente a una velocidad insuperable.  Y bueno, en las teorías dominantes, en medio de las contradicciones, todavía la Relatividad general por ejemplo sigue contando con un límite por ese lado, más o menos respetado: la luz tomada como límite, la velocidad de la luz como límite. 

O, yendo por lo más grande, una vez que hemos tratado a lo sin fin como cosa, () que es una cosa muy grande, muy grande, muy grande, muy grande, pues las nociones de ‘Universo’ que reinan incluso entre los físicos, y un límite, por tanto un fin que engendra un comienzo: el Big Bang, el arranque, el momento de arranque del Universo, o cualquier cosa que os cuenten.  Cualesquiera formas de límites, que, como repito, naturalmente, puesto que a eso se le está tratando como cosas, los límites no pueden menos de ser definiciones flojas.  Las definiciones incontrovertibles son las que reinan para entes puramente ideales, pero si a lo sin fin, o a lo infinitamente pequeño, lo hemos metido dentro de casa, entonces ya los límites que para ello se inventen serán como los límites que nos separan a ti Fulano y a mí Mengano, y separan a las cosas fulana y mengana una de otra, es decir, límites inciertos, vacilantes, flojos, siempre, y que por tanto no podrían nunca servir de verdad para el propósito de esplicar, entender, la infinitud, o lo infinitésimo, o nada por el estilo.

De manera que ésta es la aclaración elemental respecto a cómo nos es tan difícil admitir, entender, sentir, lo sin fin, lo sin límite, que sin embargo por otra parte, como recordáis conmigo, se está metiendo dentro entre nosotros las cosas, continuamente.  Ahora.  Ya recordáis que cada vez que aparece entre nosotros ‘ahora’, que tiene la virtud de que cuando se dice o piensa ‘ahora’ ya no es ahora, lo sin fin se nos está metiendo dentro a pesar de todo, lo mismo hacia fuera que hacia dentro, hacia lo que falsamente se quiere perseguir como muy grande, o hacia lo que falsamente se quiere perseguir como muy pequeño.  Se nos está colando dentro, está aquí, porque nada hay que nos defienda del todo contra el sentimiento de que no hay fin, que continuamente cada cosa nos estamos deshaciendo, irreparablemente.  Y sin embargo, pues, en contra de esa evidencia, pues es muy difícil entender, admitir, y lo que acabo de contaros es un intento de aclarar por qué tiene que ser así: es la propia ley de la existencia, de las cosas, y de cada uno de nosotras cosas, la que obliga a esto.   Nos va en ello, no la vida ni nada parecido, pero nos va la existencia; nos va la existencia, porque dejarnos entenderlo es peligroso para esa especie de fantasmagoría que es nuestra existencia, y la existencia de las cosas.  Muy peligroso para eso del existir.  Es preciso que, como no se puede resolver la dificultad, penetremos por lo menos así lo más que podamos, hasta entender de dónde viene, a qué se debe, y qué es lo que por tanto se juega uno cuando está tratando de desobedecer a esa ley de la existencia.

Podemos preguntarnos, una vez que no nos queda más remedio que admitir lo sin fin, lo sin límite, por un lado y por otro, cual puede ser la relación entre eso y la Realidad; entre eso, y nosotros las cosas.  Porque alguna forma de relación tiene que haber en lo uno y en lo otro.  Después de todo, se dan aquí, tanto el inconcebible sin fin, la intromisión de la verdad en contra de la existencia, como se da la existencia, que cada uno sea cada uno, que los tratos sean entre unos y otros, que las cosas, nosotros entre ellas, pues existamos; ‘existamos’.

Alguna relación tendrá que haber, y tal vez puede intentarse por lo menos no engañarse demasiado, no equivocarse demasiado en cuanto al descubrimiento de esa relación.  Si lo intentamos (como en alguna de las pasadas sesiones ya me parece que se apuntaba), con respecto a la velocidad, por el camino de entender la Velocidad real, y por tanto el Tiempo real, como una especie de deceleración con respecto a la velocidad de veras, a la que más de una vez tratamos de acercar la noción de la gravitación universal.........Intentamos esto por el camino de la deceleración, en el sentido de decir “la velocidad de veras es una velocidad sin fin, y si se le pone límite, es por una necesidad, de nosotros o de la Ciencia, pero falsa, siempre falsa.  La verdad es sin fin, pero si se va volviendo cada vez más lenta, ¿no podría venir de ahí lo que en la Realidad es la Velocidad real, es decir, el movimiento mismo, que hemos reconocido, y tenemos que volver a reconocer, como costitutivo de la Realidad?”.  Una quietud, os recuerdo una vez más, está tan fuera de la Realidad como una velocidad insuperable.  Está igualmente fuera.  ‘Movimiento’, en ese sentido pues, es costitutivo de la Realidad.  Aunque al mismo tiempo, como Zenón de Elea nos enseñó, sea imposible; pero eso, el que sea imposible, no quita para que sea costitutivo de la Realidad.

Pues podíamos intentar por ese camino, pero ya comprendéis que éste es un camino falso, ¿no?  Os lo presento porque es importante, dado que seguramente nos viene, os viene, la tentación de pasar de una velocidad sin fin, que es la que nos está continuamente arrastrando y deshaciendo, por un proceso de génesis de la Realidad por deceleración; por deceleración, por más despacio y más despacio.  De manera que, como es un camino por el que fácilmente tenderéis a ir, es conveniente ver como es un camino falso, ¿no?  Conviene verlo.  Ese camino, como veis, implicaría otra vez que creemos que puede haber alguna compatibilidad o paso entre lo sin fin y lo cuantitativamente esagerado; lo cuantitativamente esagerado hasta el límite, y hasta pasar del límite, ¿no?  Implicaría otra vez que lo de ‘menos velocidad’, o ‘más velocidad’, es compatible con la verdad inconcebible que se nos impone respecto a ‘movimiento de veras’, que no está en la Realidad, porque justamente es el que está moviendo la Realidad.  No un astro, no una galáxia, no un individuo de nosotros: la Realidad sin más, las cosas sin más distinción, ¿no?

En ese sentido el camino es claramente falso, no podemos tirar por ahí.  Y sin embargo, puede que no nos equivoquemos demasiado si entendemos ese intento de relacionamiento, ese supuesto proceso, como justamente revelador de la incompatibilidad entre eso, que nos invade, continuamente, y el entendimiento de la Realidad.  Tal vez justamente los intentos de tirar por tales caminos, aunque no sirvan de verdad para descubrir nada verdadero, pueden servir para revelar más claramente la incompatibilidad, el salto, entre lo uno y lo otro.

Espero que esto esté claro: no hay compatibilidad.  El movimiento de las cosas, nosotros entre ellas, es algo, como en días pasados hacíamos sentir, maravilloso, en cierto sentido milagroso: ¿qué cosa hay más milagrosa que esto de que haya cosas, y de que se distingan, y que se junten las unas con las otras, y que se muevan a diferentes velocidades, y todo eso, no?   Lo sacábamos a propósito de cómo este milagro, que evidentemente para un corazón no todavía tratado es un milagro, se nos va matando, precisamente por el camino de que se nos esplica los fenómenos naturales,  y se nos hacen por tanto comprensibles, y de esa manera lo que se hace es de hecho matar la sensación o el sentimiento.

Este movimiento de las cosas es todo lo milagroso que se quiera, pero de ninguna manera puede ser trascendente en un sentido que podemos decir, recordando el uso para teólogos y filósofos, pero ‘trascendente’, que quiere decir que pase más allá, que pase afuera de la Realidad.  Lo uno no tiene que ver tampoco con lo otro; es decir, que lo inmensamente maravilloso, rico, costantemente renovado, de las cosas y de nosotros entre las cosas, haríamos muy bien que lo sintiéramos como todo lo milagroso que es, pero sin que eso nos diera pie para intentar de pasar por ahí más allá, como si una exageración de la riqueza de las cosas o del milagro pudiera sacarnos fuera.  Nada de eso de por sí puede sacarnos fuera, y eso es lo que deseaba también que se entendiera bien.

Antes de que respecto a esto yo pueda percibir un poco cómo laten esos corazones que me rodean, que es lo mismo que esos entendimientos, pues todavía se me ocurre haceros pensar en un par de cosas que están en relación con el problema.  Notar cómo esto de que las cosas sean las cosas, es decir, diferentes unas de otras, y con la pretensión de que cada una sea cada una.....Aunque ya estamos hartos de saber que esta pretensión es una pretensión ideal, pero que nunca se cumple en realidad, porque sería contradictorio con la Realidad.  Esto de las cosas distintas unas de otras, y cada una siendo la que es, presenta el problema ése que a otros propósitos ya hemos estado sacando aquí: el de la ‘diferencia’ frente a ‘identidad’, ‘identidad’ frente a ‘diferencia’ de las cosas.  Espero que no hace falta esplicar cómo esto está implicado en lo que he venido diciendo respecto a sin fin y a límites, pero si no, espero que se verá enseguida.

Importa ver una vez más cómo nos las podemos haber con este problema de la diferencia/identidad entre cosas, y nosotros entre las cosas, ¿no?   ¿Cómo es que eso del movimiento (que consideramos costitutivo de la Realidad, porque no podemos imaginar una quietud que al mismo tiempo sea real, que se dé en este mundo), es lo mismo que el cambio de las cosas unas por otras?  Esto es movimiento también, y es costitutivo.  Como tantas veces hemos dicho también en política, para que el Poder se mantenga siendo el que es, tiene que cambiar costantemente, y lo que le pasa al Poder le pasa a cada uno de nosotros, y le pasa a las cosas.  El cambio es en ese sentido costitutivo.  Y tenemos que ver qué es lo que le pasa a la diferencia y la identidad en relación con esto del cambio, cuando no puede menos de estar sometida a eso del cambio perpetuo, de que justamente las cosas, para mantenerse en la ilusión de ser las que son cada una, no puedan menos de estar cambiándose unas por otras, ¿no?, y que el cambio de una con respecto a sí misma no puede distinguirse del cambio de una en otra.  Que si se distingue es por conveniencias, como siempre, por la pretensión de una esplicación o entendimiento, pero que en verdad no pueden distinguirse.

Recuerdo ahora un cuento donde habla una mujer; una mujer que después de haber vivido por el centro mítico de Africa, en un sitio apenas tocado, casi paradisiaco, y haberse entregado con sus hermanos de horda al amor libre y eso, pues la tribu se ve atacada, como es ordinario, por la Realidad en forma de un regimiento de otra tribu, de soldados de otra tribu, que vienen a atacar al pueblecito, y los soldados entran, y naturalmente, como es normal y real, aparte de incendiar y de derribar, pues empiezan a violar a las mujeres, y ésta cuenta; ésta cuenta que después de haberla desvirgado el Jefe de los soldados en primer lugar, luego la van violando uno tras otro, uno tras otro, uno tras otro, veinte, treinta, no sé cuantos, y dice “lo gracioso del caso es que no podía estar segura de si eran distintos todos los que me iban violando, porque ¿cómo se podía escluir que a alguno se le hubiera ocurrido, y hubiera tenido tiempo y ganas, de volver a ponerse en la fila y repetir?”.  Con lo cual evidentemente la cuenta de los veinte o los treinta empieza de alguna manera a derrumbarse, ¿no?  Es lo mismo que creo que en alguna otra ocasión os he sacado respecto al insomne, que acude, como se hacía en otros tiempos, como remedio, a contar ovejitas que van saltando una valla una tras otra.  El fracaso viene por el mismo lugar, cuando, después de haber estado contando cinco, seis, siete, diez, veinte ovejas, se le ocurre respecto a una que salta, y dice “¿no será ésta, otra que ya ha saltado, y que se ha dado una vuelta por los rincones del ensueño, y se ha puesto detrás de la tapia para saltarla?”.  Bueno, pues por si hacía falta decirlo de maneras así un poco imaginativas, pero esa es la cuestión de la identidad/diferencia en relación con el movimiento y con el cambio al mismo tiempo.  Es decir, que esta consideración anula la diferencia entre ‘diferencia’ e ‘identidad’, que es tan fundamental, tan costitutiva de la Realidad.  Anula la diferencia entre ‘identidad’ y ‘diferencia’, porque evidentemente ambas, con esas consideraciones, quedan superadas la una por la otra.

Es así como algo tan costitutivo de la Realidad como la identidad y la diferencia, entra en conflicto con algo tan costitutivo de la Realidad como el movimiento; como el movimiento y el cambio; el cambio de uno en otro, o el cambio de uno en sí mismo, y efectivamente ambos pueden contribuir a descubrir la mentira de cualquier verdad que se diga acerca de los hechos reales.  Intento éste de decir nada de los hechos reales, que viene a ser lo que al principio estábamos diciendo: intento de esplicar, de dar razón, de lo sin fin en lo que la Realidad se hunde, nos hundimos, y que nos penetra; que nos penetra hasta lo más hondo, y más allá: tratar de esplicarlo como hechos, como cosas, dentro de la Realidad.  Obligados, os recuerdo, por la ley de la existencia, porque después de todo, esa falsificación, ese intento, es el mismo, es del mismo orden, que cualquier cosa, de cualquier tipo, tiene que estar ejerciendo para defenderse de lo que es inevitable, que es el deshacerse continuamente.  Al mismo tiempo, hay que inventar trucos para intentar sostener lo que se cree, ¿no?

Bueno, no sé si hacía falta tanto para recordaros que para entender, sentir, lo inconcebible, entender, sentir, cómo es, dónde es esto en lo que las cosas nos estamos perdiendo continuamente, no hay ninguna vía; la vía es la negación, que no es una vía.  Es decir, la que yo mismo he estado ejerciendo con respecto a los intentos de defensa, o justificación, y a las necesidades de realificación, y de poner límites, y todo lo demás.  Que se pueda decir ‘no’, que se pueda descubrir, ya sabéis que es toda la alegría de que este intento político de la tertulia dispone, no tenemos otra.  Cualquier otra fuente de ánimos o de alegría, es una falsificación a su vez; es un optimismo, tan imbécil como un pesimismo, porque unos y otros cuentan con el Futuro, que es el fundamento de la Realidad, y por tanto no sirven.  La única alegría de que disponemos es la negación, es decir, descubrir que era mentira.  Os lo digo como a un niño al que han estado asustando con fantasmas se le puede tranquilizar y decirle  “era mentira”.  Pues bueno, eso, solo que un poco más por lo alto, es lo que os estoy diciendo, y no hay ninguna otra fuente, y ya es mucho.  Ya es mucho que se pueda decir que no, pero como veis por los ejemplos que me ha dado por sacaros ahora, pues no es tan fácil no confundirse en eso de decir ‘no’, y ver a quién se dice ‘no’.  Cuando se dice ‘no fin’, con respecto a lo que no se sabe qué es, cuando se dice “no discontinuidad”, no diferencia  ni separación con respecto a las cosas, o se dice ‘no continuidad’ por el contrario (‘no continuidad’, que quiere decir ‘costitución de la Realidad’), mientras que en este último ejemplo, pues decir ‘no a la diferencia’, pues evidentemente, como está diciendo ‘no’ a la Realidad, es un ‘no’ que está operando en sentido contrario, igual que si la Realidad, o El Hombre, o Dios, o quien sea, pretende ser finito, decirle ‘no finito’ es estar atacando a la Realidad, pero () sido sin fin.  Pero decir ‘no sin fin’, es lo mismo que decir otra vez ‘límite’, ‘finitud’, y ‘sumisión a la Realidad’.   Por eso no es tan fácil decir que no.

Con lo cual me voy a callar un poco, de manera que con respecto a cualesquiera de las cosas que he sacado, que han sido ya unas cuantas, espero ya que me hagáis sentir un poco cómo la cosa se percibe o se siente.

-Hace como dos años sabes que estuve por un azar en Valencia en las fallas, y hay lo que se llama la Ofrenda floral de las falleras a la Virgen de los Desamparados, que van por toda la ciudad una tras otra hasta que llegan a la plaza donde está la Virgen con todo el manto y tal.   Y a una niña como de cinco años que estaba allí se me ocurrió decirle por hacerla reír “no hay na más que una señora, que va dando la vuelta todo el rato, no hay más que una, ¿eh?”.  Bueno, pues se lo creyó tan al pié de la letra que le dijo a la madre delante de todos “ es verdad, no son muchas, es una sola fallera que va dando la vuelta”.  La niña se lo creyó al pie de la letra.  Porque además es que el hecho de que las falleras, que van tan uniformadas, y de colores así brocaos de oro, que son la misma pero con ligeras variantes, le pareció que era muy razonable lo que yo decía, y a mí me sorprendió que la niña se lo creyera a pies juntillas que era una sola que daba la vuelta.  Es una anécdota muy curiosa.

A-Sí, gracias por la diversión.  Vamos a ver cuantas cosas se sienten por ahí acerca de lo que he estao tirando.  ¿Qué hay por ahí?  Seguramente que me han salido cosas también hasta confusas, y que se prestan a equivocación.

-Yo me armo un lío con lo de la velocidad insuperable.  Porque está claro que no es la velocidad infinita, ¿no?

A-Salvo que confundas ‘infinito’ con ‘todo’, que es la cuestión última.

-¿Pero tampoco es real, o sí es real, la insuperable?

A-No, no, las velocidades reales ya sabéis cómo son: son superables todas.  Son superables y disminuibles, están prestas a la aceleración y la deceleración.  Esto forma parte de esto que digo de lo costitutivo del cambio y del movimiento para la Realidad.

-Entonces, ¿la velocidad insuperable, es un ideal? 

A-La velocidad (se pretendería) a los ideales como cualquier cosa que se dice ‘límite’, y de los cuales he puesto ejemplo.  El átomo de los antiguos, es decir, con tal de que se le tome como formado con negación (‘á-tomos’, ‘no divisible’), y al mismo tiempo se le quiera concebir como una, no ‘cosa’, pero una sub-cosa, un elemento de la Realidad, pues es lo mismo: límite.  Es un límite, y efectivamente, en la Realidad, no hay de verdad límites, pero ya sabéis por qué es: porque es que la Realidad no está cerrada, está haciéndose y deshaciéndose por los bordes, por lo cual lo sin fin se le cuela dentro; es una de las maneras en que se le cuela dentro.  ¿Qué más?   Más, por favor.

-Por algún lugar leí que la Realidad es una alucinación colectiva.

A-Eso implica que se cree que los del colectivo no son de la Realidad.

-()

A-No sé si me has entendido la respuesta.  Claro, si dicen que es una alucinación colectiva, se supone que los del colectivo, los que tienen la alucinación, ésos no son de la Realidad, porque si no, estarían dentro, y serían ellos también una alucinación colectiva, lo cual no tiene sentido.  Son cosas de esas que se dicen cuando se emplea, pues como se hace, descuidadamente, este término culto ‘Realidad’, o ‘Existencia’, cosa que los que me acompañáis supongo algún tiempo, ya no haréis nunca.  No es una alucinación de nadie, no es ningún sueño de nadie: es la Realidad.  Lo que le pasa a la Realidad es que es ajena a cualquier verdad; cualquier verdad que se diga de ella es mentira, pero ésa es la costitución, y las dificultades que hoy he sacado son dificultades que nacen de eso que he llamado ‘la ley de la existencia’; la ley de la existencia, que consiste en esas contradicciones, esos intentos vanos de esplicación........Más.

-No acabo de entender eso de que lo sin fin se le cuele a la Realidad por los bordes, que acabas de decir que en la Realidad no haya límites.

A-Se le cuela por los bordes.  Es decir, que.....

-Es que la noción de ‘bordes’ parece una noción bastante real.

A-Se le cuela por los bordes y por dentro, ¿eh?, porque aquí no se puede distinguir entre ‘infinito positivo’ e ‘infinitésimo’, ¿eh?  Se cuela por los bordes y por dentro.  Es decir, por ejemplo, si uno se toma como una cosa, igualmente, hundiéndose uno en el fondo de sí mismo, ahí se encuentra otra vez que no tiene escapatoria, que no puede encontrar un momento donde parar en la introspección, que cuanto más penetre en sí mismo, más tiene que penetrarse todavía.  Pero efectivamente hay lugar a confusión: no se puede decir de la Realidad que sea sin fin, ella, es decir, que sea propiamente ‘infinita’.  Lo sin fin está más allá, que es en lo que la Realidad se hunde, nos hundimos, así que es una equivocación que efectivamente debe cuidarse: de la Realidad misma, de las cosas, nosotros entre ellas, no puede decirse ‘sin fin’, con esa negación.  Las cosas simplemente son muchas, y cada vez más; o cada vez otras, cada vez cambiantes, mejor dicho, y eso no implica un verdadero sin fin.  Notad que los números mismos, que son parte de los entes ideales, que tratan de realizar esta falsedad costitutiva de que las cosas sean justamente las que son cada una, en conjunto, hasta los números, que mientras están actuando, pues nada, son ideales, pero en cuanto se les trata a ellos como cosas (por ejemplo, camino de una Teoría de Conjuntos), entonces les pasa lo mismo que a las cosas: no se puede decir que sean de verdad sin fin, pero son muchos, más, cada vez más, según se cuenta, más, sólo porque ya se les ha tomado como cosas.  Cuando actúan, pues son (como ‘todo’, como ‘nada’), istrumentos de regencia de la Realidad, de las cosas.  Nada más.

-Estaba pensando en esto que decías tú de que si los límites son como lo que se hunde, se están hundiendo los límites.....

A-Eso no recuerdo haberlo dicho.

-No, lo que pasa es que se me formaba esa imagen....

A-A ver, a ver.

-...según se decía como que la Realidad se nos hundía por los límites, y entonces me estaba imaginando esos límites hundiéndose, deshaciéndose, y al mismo tiempo entonces lo sin fin por otro lado es como al revés, como que tiende a limitarse.

A-Sí, bueno, ahí veo que hay un poco de lío, pero bueno, para eso os he pedido la palabra, ¿no?, no nos vayamos a equivocar, ¿no?  Los límites los he sacado como un truco que se emplea para intentar dar razón de las realidades.  Y os hablé de unos límites, digamos ‘los más sublimes’, que son el infinito tomado como ‘todo’, el infinitésimo tomado como ‘mínimo’, que son límites (‘el mínimo’, ‘todo’), y que dije que desde el momento en que se usan para dar razón de la Realidad, de las cosas, desde ese momento los límites se vuelven (tal vez eso es lo que te había quedao) necesariamente flojos; tan flojos, tan fluctuantes, tan indecisos, como son en general todos los límites que nos separan a nosotros las cosas unas de otras, o unos de otros.  Es en ese sentido.  Es, no los límites, sino la Realidad misma, las cosas, nosotros, los que no podemos menos de sentir que nos estamos deshaciendo continuamente; y no sólo que nos estamos deshaciendo, sino que además no nos estamos deshaciendo por etapas: nos estamos deshaciendo continuamente, ¿no?  No podemos menos de sentirlo, y por tanto en ese sentido cayendo en lo sin fin.

-¿Y esto tiene algo que ver con relación a lo de Epicuro que decías que lo indivisible es lo invisible? 

A-Puede.  Un verso que he sacado en el prólogo a la edición del ‘De Rerum Natura’, que es un verso que se le olvidó escribir a Lucrecio: “indiuisibiles idem atque inuisibiles sunt”.  Tremendo hexámetro.  Efectivamente, los átomos, límite, como los he sacado aquí, indivisibles (lo que dice la palabra en griego), al mismo tiempo tienen que ser los invisibles, porque los trucos o elementos que cualquier Ciencia se busca para esplicar las cosas (y éste es el caso de los átomos de Epicuro, ¿eh?), los trucos y entes que cualquier Ciencia se busca para esplicar las cosas, no pueden ser propiamente cosas: pretenden, no ser cosas, sino estar por debajo de las cosas, porque si no, no las estarían esplicando.  Claro, aquí nosotros denunciamos a cualquier Ciencia, de todas formas: desde el momento en que se les trata así en el dialecto científico, son tan cosas como las otras.  Pero no podemos desoír la pretensión, y la pretensión es que son una sub-realidad.   Esto no lo dicen ni Epicuro ni Lucrecio, porque es un invento moderno la palabra ‘Realidad’, y no digamos la palabra ‘sub-realidad’, pero lo digo yo ahora.  Están por debajo, y el ser invisibles es la condición: si los átomos no fueran invisibles, serían ya cosas, sin más, y no podrían esplicar nada.  Incluso se ve en Lucrecio con respecto a las diferencias de tamaño que tiene que reconocerles la Teoría a los átomos: no son todos del mismo tamaño, y no por nada, sino porque como tienen que diferenciarse unos de otros en clases, para diferenciarse unos de otros tienen que tener rasgos, y si llegan a tener muchos rasgos, no pueden hacerlo sin aumentar de alguna manera de tamaño.  Es un poco demasiado ingenuo, pero ya recordáis que cuando nos reímos de una Ciencia antigua, o de la Teología medieval, es para aprender a reírnos de la actual y potente, ¿eh?, no digamos nada.  Y que por tanto, eso, pues tenían que tener un límite de tamaño: pueden ser cúmulos de rasgos distintivos cuantos se quiera, con tal de que eso no llegue a implicar que el átomo alcance un tamaño que permita verlo, porque entonces ya, se acabó el átomo; entonces el átomo ya no vale, de manera que la invisibilidad está bien claramente exigida también de una manera esplícita.  Pero bueno, dejemos las Teorías, antiguas o modernas, y vamos a sacar más cosas, contradicciones, dudas, de las que haya por ahí.

-Si te he seguido bien con lo que decías, en respuesta a lo que te sacaba Felipe, decías que la conversión de unas cosas en otras, el cambio en la Realidad, o el hecho de que cada vez las cosas sean más, tenía que ver con la intromisión de lo infinito dentro de la Realidad, o ........

A-No, no, me parece que es que me he interrumpido.  No, no me he interrumpido; lo dije: que a las cosas lo que les pasa es que, sí, se puede decir que no son en número costante, que cada vez entran más, o, si no es que entren más cosas nuevas, como se cambian unas en otras, pues da lo mismo.  Y dije que hasta los números, cuando se tratan como cosas, no pueden ser un sin fin de veras, pero desde luego...

-Que no pueden ser un sin fin de veras, pero cada vez son más.

A- Claro, cuanto más se cuente, más, ¿no?

-Pero lo que sí parece que ese aparente cambio, o esa aparente adición de cosas, es el Tiempo el que las produce, ¿no?, sin Tiempo......Eso es la propia formulación “cada vez, más”, ¿no?  Tiene que ser comparando dos momentos.  No sé si el Tiempo de la Realidad, o el Tiempo del cómputo de la Realidad.

A-Sí.  Debía haberlo sacao.  Haces bien en traerlo, porque claro, tengo un poco de odio a emplear la palabra ‘Tiempo’, que está tan cargada de confusiones, pero no había más remedio.  Lo que estaba diciendo al principio, cuando estaba esplicando la dificultad para entender lo sin fin, y a lo que aludí después cuando aludía a lo que mueve, desde fuera, la Realidad, y todo eso, que eso podemos decir que es el tiempo de verdad; y ‘de verdad’ quiere decir ‘incognoscible’, ‘inconcebible’.  Y luego hablé de cómo se podía entender la relación, y la verdad es que la crítica que dirigía era en el sentido de que aquello que pasa de verdad, está pasando, no ya fuera, sino también entre nosotros, y dentro de cada uno.  Lo que está pasando de verdad pasa en un tiempo inconcebible, mientras que los movimientos y cambios de las cosas pasan en un Tiempo real, que es justamente el fundamento de la Realidad.  Alguna vez os he dicho que ninguna cosa se inventa antes que el Tiempo real.  Todos los demás inventos y trucos vienen por ahí.  Fijaos bien que lo que pasa de verdad se está contraponiendo a las cosas que pasan.  En cuanto la Ciencia, o cualquiera, aspira a concebir un ideal, un límite, un infinito, cosas por el estilo, lo que está procurando es encontrar un sitio donde no pase nada; donde no pase nada, porque evidentemente no hay cosas, mientras que la Realidad consiste en eso: en cosas que pasan, que se cambian las unas con las otras, y tal.  La actitud que os propongo es un poco la contraria: ¿se puede decir ‘pasar’ de verdad?  Pero eso quiere decir  ‘continuo’, ‘sin fin’, ‘inconcebible’, mientras que lo que pasa dentro de la Realidad, en el Tiempo real, pues naturalmente no son más que los cambios para sostener esta contradicción costitutiva entre estarse deshaciendo y estarse defendiendo de deshacerse, las cosas y nosotros.  De por sí, por tanto, eso no podría trascender a un verdadero tiempo inconcebible, ¿no?: lo que pasa, pasa en Tiempo real, y justamente tratando, no sólo de que el Tiempo sostenga el movimiento y el cambio, sino de que el movimiento y el cambio sostengan el Tiempo, es decir, sostengan la Fe en el Tiempo real.  Bueno, aunque tal vez tenía que haber salido antes, pero está bien que lo hayas sacao ahora.  Y si te quedan.....

-Sí, porque parece que de alguna manera es contradicción costitutiva de la Realidad el contar las cosas a medida que van sucediendo por un lado, y a la vez la propia cuenta, ¿no?, no sé cómo decirlo.

A-A ver, a ver.

-Digamos que las cosas van aumentando de número en la Realidad....

A-‘De número’, más vale que no lo digas, ¿no?  Es decir, ‘hay otras’, ‘hay más’.....

-Bueno, es que antes jugabas con eso de que se convierten en otras, o que eran cada vez más, contando con momentos diferentes, antes o después de la Realidad.   Pero no veo la diferencia entre esos dos momentos de la Realidad, y el Tiempo del cómputo.  Siguen siendo dos cuentas.  ¿Cuál es la diferencia?

A-Sí.  Si el cómputo quiere decir ‘un cómputo por números’, hay una diferencia: la diferencia entre el que dice “Fulano tenía muchas vacas; ahora tiene menos”, y el fulano que cuenta las vacas, y que dice cuantas tenía y cuantas tiene.  Diferencias en números, diferencias de niveles.  No es primariamente costitutivo de la Realidad, pero desde luego los números, y el cómputo por números, es el caso de esos entes ideales que, sin existir, están costantemente rigiendo la existencia.  Da lo mismo, pero vamos, no es que sean dos tiempos distintos: el Tiempo de contar es tan Tiempo como el del correr en bicicleta.

-Y inseparables uno de otro.  Me parecen ser inseparables.

A-No, no, no; es el Tiempo real, y el Tiempo real es la falsedad esencial sobre la cual la Realidad está costituída.  La falsedad esencial, porque es la reducción a Realidad de lo que de veras nos está pasando, que es sin fin, y sin fondo: estarnos deshaciendo, y al mismo tiempo, defendiéndonos de eso.

-Y entonces, en esta contraposición que haces entre las cosas que pasan y lo que de verdad pasa, o la verdad que pasa, si lo llevamos a la anécdota que cuenta Mairena de la naranjita que tiene que pasar del punto A al B, y reconocerse la misma en el punto A y el B, porque se ha movido, y eso es básico para la identidad de las cosas, ahí es las cosas que pasan, clarísimamente.

A-Mientras que al mismo tiempo la naranjita llega descascarillada, y por tanto no es la misma, sino que es otra.  De acuerdo; eso está (en el libro).  Cuando uno aprende a no distinguir entre cambio y movimiento, muchas de esas confusiones tradicionales quedan aclaradas.  Ya sabéis que lo uno y lo otro, cambio y movimiento, es algo que el hecho mismo de que la Realidad no es todo lo que hay, sino que está perdiéndose, implica, lo trae consigo; y luego, dentro de la Realidad, pues los cambios son relativos, lo mismo que los movimientos son relativos, se contraponen el uno con el otro......Pero todo eso ya es interior a la costitución real, que es respecto a la cual la paradoja de Mairena funciona.  ¿Qué más?

-Yo creo que las cosas actúan, o interactúan, con todas las cosas, para trasformarse y trasformarlas.  Y cuando dices tú que nos estamos deshaciendo, nos están deshaciendo las cosas, y nosotros nos trasformamos, y nosotros estamos trasformando las cosas.  Y el concepto de Tiempo es un concepto inexistente, es una invención.

A-Bueno, el Tiempo déjalo, porque lo que has dicho es bastante interesante, y me parece que si te metes por ahí, a lo mejor no es tan interesante.  Lo que ha dicho es muy interesante, y efectivamente merece la pena.  Luego te dejo hablar del Tiempo si quieres, pero que sea aparte, ¿no?  Es importante notar eso: no se puede decir ‘todas las cosas’, porque no hay todas, pero cualesquiera cosas, cuantas cosas se quiera, están interactuando las unas con las otras.  Esto justamente algunos recordáis que lo hemos sacado a propósito de las entradas en la red de físicos en torno al problema de la interacción.  En realidad, alguna de las Teorías físicas del siglo pasado, la de Mach por ejemplo, trataba de dar forma a esto de la interacción.  No sé él si diría ‘todas las cosas’.........no creo, pero bueno: de cualesquiera cosas unas con otras, ¿no?  Como en la Realidad creemos que la acción es la acción de alguien, pues si queremos atribuir eso a las cosas, ya nos quedamos perdidos.  Sí, es verdad: están interactuando unas con otras, pero ninguna es agente; ninguna es agente, ninguna es paciente.  Eso ya son inventos de nuestra Ciencia, y de nuestra manera de pensar.  Gracias por que hayas sacao eso, y ahora di lo que se te ocurría del Tiempo.

-Que el concepto de Tiempo es una invención, porque son periodos de trasformación, y nosotros tratamos de fijarlos en compartimentos: velocidad de la luz, rotación de la Tierra, la propia velocidad.....Pero que es una invención nuestra que necesitamos para medir la trasformación, pero que cada cosa que se trasforma tiene su tiempo, su ritmo, su velocidad, que no sabemos cual es.  Es decir, que es una pura invención.

A-Bueno, al decir eso lo estás diciendo de una manera venial; más venial que como yo lo digo, y no se debe.  He dicho que es costitutivo, que es la falsedad costitutiva de la Realidad misma, y que no hay cosa, parte de la Realidad, que sea previa al establecimiento del Tiempo real, que es la falsificación de lo que de verdad pasa, y es inconcebible, pero reducido a tramos, a Futuro, y a imitación del Futuro, a Pasado.  Tramos, momentos.  De manera que tan falso desde luego es si lo tomas en general, como si lo tomas como cada cosa teniendo su tiempo, porque con eso no vas tampoco a ninguna parte.  Todo es parte de la falsificación fundamental, fundacional, de la Realidad.

-Has recordado el cuento de la violación múltiple en el corazón de Africa, y el de la cuenta de las ovejitas.

A-El del insomne.

-Y decías que anulaba la distinción entre identidad y diferencia.  Y no termino de verlo.

A-¿Dónde la vas a establecer?: una vez que las cosas se presentan así, ¿cómo le vas tú a decir a esa muchacha dónde está el límite?

-Pues le diría “te han violado 15 una vez, y quizá 1 dos veces”.

A-Ah, porque tú lo sabes.

-No lo sé, simplemente se lo formulo así: “O 16, o 15 una vez, o......”

A-No, si ella lo que dice es que lo terriblemente gracioso, es que ella no puede saber si hay un ‘todos’, por ejemplo ‘45’, que todos eran distintos, o si, como el proceso no podía menos de durar algún tiempo, a alguno, o a varios de ellos, pues les puedo venir la ocurrencia, y tener el tiempo, de restablecerse, y volver a ponerse en la fila. 

-Y te parece que anula.

A-¿Cómo ella encontraría, cómo resolvería, esto?

-Pero sigue estando la diferencia entre las veces, ¿no?  Las veces sí se pueden contar.

A-Ella, sí, cuenta, trata de contar.  El caso se produce, tal vez no tanto en el caso del insomne, donde generalmente se dice “otra, y otra, y otra”: en el caso de esta muchacha, hay un intento de cómputo; de cómputo: ‘20’.  Probablemente imperfecto, ¿no?, pero en todo caso no hay manera, lo mismo que cuando al insomne se le ocurre decir “¿Y ésta no habrá dado una vuelta, y está saltando ahora la valla?”  Pues no hay manera de curarle, y lo único que puede suceder es el fracaso del intento como medio de dormirse.

-Es que siempre que se pretende contar cosas, lo que se está contando son ‘veces’.

A-Sí, lo que esencialmente se cuenta son ‘veces’.  Y sin embargo, al mismo tiempo, el cómputo real te exige, como a los niños en la escuela, que peras con manzanas no se suman.  De manera que en todo caso, para poder sumar peras con manzanas, y que diera lo mismo ‘pera’ que ‘manzana’, y en total ‘26’, habría que llamarlas otra cosa, llamarlas ‘pomos’, o ‘frutos’, y cambiarlas de categoría para que cupieran todos.  Y tal vez en estos casos , pues también se podía inventar una categoría donde el ser uno distinto, o el ser el mismo repetido, estuvieran abarcados, pero eso es justamente lo que os estoy diciendo: que en el caso de esta muchacha no hay manera de encontrar un límite entre ‘distintos’ y ‘el mismo’, ‘distintos’ y ‘el mismo, repetido’.  Esto de ‘distintos’ y ‘el mismo, repetido’, tiene que ver con la cuestión, que a otros propósitos ha salido ya, que es la del ritmo en la sucesión, ¿no?, donde efectivamente sabéis que se trata del retorno de lo mismo, lo cual, realmente, en el sentido de ‘palpablemente’, no puede ser: nunca vuelve nada esactamente como era, pero en el convenio real, sí; y en el convenio rítmico, que en cierto modo subyace a los cómputos aritméticos, el más primitivo, pues también: suponer que hay retorno de lo mismo; si no, no habría ritmo, ¿no?

-Pero en el ritmo sería el caso contrario, porque para que se dé se tiene que reconocer que vuelve lo mismo, y en cambio en el cuento no se reconoce, no se distingue.

A-En el cuento, o en el caso del insomne, ha entrado la duda, y aquello ya hace que no funcione, que la cosa no funcione bien, ¿no?

-¿Y cómo se reconoce que una cosa es la misma, o que es otra?

A-Pues eso es el convenio con el que se vive: estamos seguros de que lo sabemos.  Cualquiera de vosotros está, al ir al mercado, al ir a su casa, y al tratar con Fulano y con Mengana, está seguro de que sabe y que distingue.  Pero casos como estos estremos, ayudan a entender que se hace con un convenio bastante flojo; que sirve para ir tirando, como tantas cosas, pero que no va más allá, que no se acerca a la verdad, ni mucho menos, ¿no?.  Se conviene que ciertos graaados, de temperatura, de color, de diferencia, pues determinan que es otro, y que si se dan menos grados, pues no......O sucede lo que he dicho con las peras y las manzanas: se pueden anular diferencias subiendo de categoría......Todos esos trucos son con los que nos arreglamos para ir tirando.

-Estoy ligando este concepto, que lo veo clarísimo, el concepto de trasformación costante, el concepto de movimiento, con el concepto de ‘muerte’, que es dejar de ser.  Digamos que hay una trasformación, que ya se deja de cambiar, y una cosa deja de ser absolutamente.  No sé si es posible encajar las dos cosas.

A-Sí, sí, es muy posible.  Deja de ser....En la manera en que aquí hablamos de ordinario, habría que añadir “deja de ser.......”  ¿Cómo se termina esa frase?  “Deja de ser......”   ¿Eh?

-La que era.

A-Deja de ser la que era, deja de ser el que era.   Porque, si no, lo de dejar de ser así, cortado absoluto, abre una especie de imperio de la nada, que es estraño a la Realidad, porque ‘todo’ y ‘nada’, no pertenecen a la Realidad.  La muerte que actúa en la Realidad, que nos atormenta, que está presente siempre, es la que nunca está aquí, la futura.  Es la muerte futura, es decir, que pertenece a esa trama del Tiempo real de la que hemos estao hablando que es una falsificación necesaria, ¿no?  Es el Futuro; la muerte es lo mismo que el Futuro.  La muerte es lo mismo que el Futuro, y cualquier imaginación, pues falsea, se vuelve falsa, por eso: porque se ajusta a esa condición, a creer en el Tiempo real; en el Futuro en primer lugar, en el Tiempo real en general, y entonces dices “se acabó”.  Estás pensando en alguien que no está aquí nunca, pero del que te imaginas que por el hecho de que se ha muerto, realmente, y se le ha enterrado y todo eso, se puede decir que ha dejado de ser.  Falso, porque la pretensión de ser el que es, es una pretensión ideal, que nunca se da: uno nunca es el que es; y si uno nunca es el que es, está claro que nunca puede dejar del todo de ser el que es, porque empezaba por ni siquiera ser el que es, de manera que eso forma parte de las ideaciones de la muerte con que nos maltratan.  En cambio, ya sabéis que lo que hay de veras es irse muriendo, irse deshaciendo, ir viviendo.......

-O sea, el cambio sería una muerte continua, ¿no?

A-Bueno, que no se la puede llamar así.  Lo que pasa de verdad con la Realidad, que no puede menos de estar deshaciéndose en lo que no es real.  Es lo que hay, pero efectivamente has hecho bien en sacarlo, porque los engaños en torno a la palabra muerte, son muchos.

Bueno, creo que es muy tarde, aparte de que tengo un calorazo que casi no puedo más, de manera que tendremos que cortar, y dejar, si el Señor nos deja, esto, para dentro de siete días, contando el Tiempo real, obedeciendo...