26.08.2014

Tertulia Política número 181 (10 de Junio de 2009)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

  • La Ley del Aburrimiento General.

 

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TRANSCRIPCIÓN:

 

 

Para enlazar con lo que nos traíamos, os recuerdo con cierta precisión la advertencia esa de que esto que nos traemos aquí no sirve para nada, y más bien en el sentido siguiente: hay que desengañarse de una creencia, una tentación, que domina mucho entre estas cosas, y es esto: que el hecho de que aquí pongamos en tela de juicio, como hacíamos el otro día, con las respuestas ambiguas y dudosas que veíais, la necesidad de por ejemplo “Gobierno”, conviene recordar que el que uno se niegue a esta necesidad, uno declare desde lo más hondo, no desde la cara y la persona, que ésas ya saben lo que tienen que decir, sino desde lo más hondo, desde lo que nos queda de pueblo-que-no-existe, se deje decir que no, que no hace falta, que no hay ninguna razón para que tenga que haber Gobierno, para que las cosas sean como son, eso, no implica, no quiere decir, como enseguida os querrán hacer creer, que uno cree por ejemplo en la inocencia o la bondad del Hombre, o de los hombres, al estilo del buen salvaje de Russeau, y que por tanto cree que si se nos dejara sueltos de Gobierno nos íbamos a llevar muy bien, que no iba a pasar nada malo.  La negación de aquella creencia no implica esta otra: es justamente lo que no se sabe, y lo que no se sabe no puede ser objeto de creencia, ni de opinión, ni cosas por el estilo.  Simplemente lo que se implica, eso sí, es que no creemos, como el Poder nos hace creer, en el caos que amenaza, que nos amenaza si el Gobierno, en cualquiera de sus formas, desaparece, que tenemos esa necesidad, porque si no, si no estuviera, pues la cosa sería efectivamente caótica, un desorden, una confusión........Esto sí está implicado: no se cree en esto, pero sobre todo que no se implica que se crea en nada positivo.  Eso es de lo que no se sabe, y por tanto lo que se trata de descubrir, y descubrir no con la teoría, no con el razonamiento, sino haciendo (haciendo-hablando, que es lo que nos toca), a ver qué pasa si no se cree en la necesidad del Gobierno, sin necesidad de creer en ninguna otra cosa.

Esto se parece como veis a lo que en otro plano es esto otro: que del hecho de que se descubra, (y aquí nos lo hemos pasado muy bien descubriéndolo en un caso tras otro), la falsedad de las Doctrinas o Creencias, científicas o de otro orden, que se nos imponen ‘acerca del Universo’, como ellos dicen, acerca de la Realidad, como decimos acá, de las cosas, el hecho de que se vayan descubriendo (y es aleccionador y apasionante descubrirlo), las falsedades de las verdades sucesivas que acerca de las cosas se nos cuentan, eso no implica para nada que se disponga de una teoría alternativa, que sería una Realidad alternativa, cuando la Realidad no es más que la Realidad, y que por tanto frente a esas teorías, esas creencias, esas formas de Fe, evidentemente falsas, uno tenga que presentar la creencia alternativa, la Filosofía o Teoría alternativa. No se implica para nada, se implica simplemente que uno no cree en las verdades que se digan acerca de la Realidad.  No se implica para nada, porque implicarse sería mortífero para cualquier cosa que estemos haciendo aquí, que se disponga de otra manera de verlo, de otra teoría, que sería sencillamente otra Realidad, la falsedad por escelencia. Aquí estamos contra la Fe, estamos contra la Fe que sostiene la Realidad.  No os dejéis nunca hacer creer que eso implica una Fe.  Hay una falta de motivos para creer que sea imposible denunciar la Verdad, derruirla, pero nada más, no se implica ninguna otra cosa.

Bueno, estas son algunas de las advertencias que quería recordaros de entrada respecto a cómo es y que sentido tiene lo que aquí llevamos ya tantos años, y día por día, haciendo; haciendo por el medio de dejarnos hablar, que es nuestra única arma.

Con respecto a ello me viene recordaros ahora (ya esta mañana me estaba revolviendo), otra singularidad de esta llamada tertulia en la que andamos.  ‘Otra’, quiero decir, aparte de su  estraordinaria, increíble, duración, de cerca de doce años, y con una asistencia como la presente o algo mayor cada miércoles de inviernos y de veranos.  Aparte de esa singularidad, hay esta otra: que es que aquí no se aburre uno nunca. No hay manera que de uno pueda aburrirse en esta tertulia.  Ya desde aquí iréis revelándoos contra eso y meditando cómo puede ser, pero yo os lo digo aquí.  Es una mera costatación, no una fanfarronada por mi parte: aquí no se aburre uno nunca, aquí no se aburre ni Dios, por supuesto, que es el aburrimiento mismo.  Pero no se aburre nadie, y lo comprobáis cada día: vengo como suelo para empezar proponiendo cualquier cosa, me pongo a hablar de lo que pasa con mi muerte.  Lo que pasa con mi muerte, como estos días pasados, e inmediatamente los que estáis aquí presentes sentís que eso es algo común, que le toca a cualquiera, que uno no puede escurrirse, es decir, que le suena a uno a cuestión de verdad viva, y entonces ya no hay manera de aburrirse.  Así de sencillo, o con un ejemplo cualquiera. 

Esta singularidad es notable, y la saco por eso sobre todo: para contraponerla a la Ley del Aburrimiento que domina en prácticamente cualesquiera otros sitios adonde dirijáis la mirada, o tal vez los pasos, si os dejáis dirigirlos.  La Ley del Aburrimiento es evidente, y tengo que detenerme en ella, porque hay que advertir (creo que ya el otro día os decía algo en ese sentido), que el aburrimiento, sea lo que sea, puede presentarse de diferentes maneras, incluso de formas disimuladas, disfrazadas, y por tanto conviene precisar en qué sentido enuncio esta Ley del Aburrimiento.

No puedo decir “en todos los demás sitios”, porque sería una estupidez, porque aquí ni sé ni sabemos qué quiere decir ‘todos’, ni hay una totalidad de sitios en que la gente pueda aburrirse o no aburrirse, y por tanto no se puede enunciar así la Ley, pero digamos ‘en la mayoría’, ‘en la inmensa mayoría de los sitios’, que es lo que al Régimen le importa: la mayoría, el Régimen que hoy padecemos, porque naturalmente, si algo es de la mayoría inmediatamente ya vale para todos.  La mayoría se confunde con ‘todos’, y ésa es la Ley de la Democracia, el último de los Regímenes, porque es el que hoy estamos padeciendo.  Eso sí lo puedo decir: en la mayoría, o en la inmensa mayoría de los sitios.  Os voy a recordar algunos y las formas en que se produce el fenómeno del aburrimiento.

Voy a empezar por la Política, en el sentido de la Política que hacen los políticos, que es justamente la Política que aquí en esta tertulia no se hace.  Pero remitiros a lo que de ordinario se llama ‘tertulia’: a las discusiones; discusiones en Congresos, por la radio, en la televisión, también por medio de la escritura, entre Dirigentes, Prohombres de Partidos, representantes de un sector u otro de la Administració.  Bueno, pues es evidente que la gran mayoría de la gente se traga eso, porque oye esas radios, oye esas discusiones, o las lee incluso.....Se las traga, porque si no los Medios no podrían mantener su negocio, y eso es impensable, ¿no?  Se las traga, y evidentemente aburriéndose; aburriéndose como leones desamparados en medio del desierto.  Aburriéndose, pero disimulando, ¿no?, es decir, haciéndose creer cada uno a sí mismo que allí se está diciendo algo importante y que nos toca.  Es una mentira flagrante: las cosas que allí se dicen todos las conocéis como yo, aunque yo procuro no enterarme siquiera; no enterarme siquiera, porque me entra ante eso una furia tal que no es el aburrimiento, pero no sería muy buena tampoco, ¿no?  Ya sabéis que es siempre lo mismo, con los mismos lenguajes pedantes, no hay manera de pensar que allí se va a oír nunca nada que restalle, que se salga de lo esperado.  Por el contrario, se oye, la inmensa mayoría lo oye, porque está seguro de que nunca va a oír nada que le remueva de veras ni le haga nada, ni le hiera para nada, ¿no?   De manera que en esas condiciones claro está que no cabe más que aburrirse; aburrirse y resignarse al aburrimiento.  Ése es el pasto que nos echan.  “Ése es el pasto que nos echan, y por tanto pues yo lo acepto, me lo trago en la medida que pueda, y así va tirando”.  Y fijaros que os he citado ya un ámbito enorme, de enorme estension: lo que llenan las discusiones entre representantes de la Administración, entre políticos de un color u otro, que son todos el mismo; lo que llena de vuestro tiempo cada día; lo que llena del Globo, y con toda la estensión de los Medios.  De manera que ahí, si me arreglo bien para sugerirlo, os aparece un vacío; un vacío tremebundo: el de ese aburrimiento que está amenazando con tragarnos costantemente a lo poco que nos quede de pueblo vivo por debajo de las personas, ¿no?

Otra manera de aburrimiento por supuesto es la que se da en los Centros de Educación y de Formación.  Todo el mundo ha padecido, algunos lo estaréis padeciendo en este momento en cualquier forma de Escuela, Istituto, Universidad u otra Istitución dedicada a la formación de los hombres y mujeres de mañana.  Es prácticamente imposible que una clase, una esplicación cualquiera que se dé, no sea un aburrimiento.  Y es imposible porque son la inmensa mayoría cosas destinadas al examen, es decir, como en el caso de la ilusión de los que oyen a los políticos, a un mañana.  Destinadas al examen, y naturalmente cualesquiera cosas que están destinadas a un examen, a que el niño, el muchacho rinda cuentas de ellas en un examen, no pueden ser otra cosa que algo enteramente falto de interés en sí, y por tanto un aburrimiento perpetuo.  Algunos de vosotros son profesores, y yo también sé por mi lejana pasada esperiencia los equilibrios que uno puede intentar hacer para que la Ley no se cumpla, es decir, para hacer que una clase misma sea no aburrida, sea casi como una función de teatro improvisada, y tratando de que sea un teatro bien hecho, pero el mismo empeño y lo mismo que le cuesta a cualquiera que lo intente, es una prueba de lo que estoy diciendo: la Ley es que aquello sea un aburrimiento, porque si no fuera un aburrimiento se arriesgaría a no servir para el examen; para el examen futuro no sirven más que cosas que no puedan tener interés ninguno.  Porque en un examen, ¿qué se hace?: pues un reconocimiento de que el examinando participa de la Fe reinante, es decir, de lo que ya se sabe, que sabe lo que hay que saber, o sea, lo que ya está sabido.  Cualquier rato en que pudieran surgir cosas imprevistas alteraría el funcionamiento de la Ley, y entonces pues ya no cabría en nuestras Istituciones de Educación o de Enseñanza. 

Supongo que aquí vais sintiendo ya bien las maneras en que el aburrimiento, en contra de sí mismo trata de disimularse, sustituirse por otra cosa que de alguna manera sostenga el interés, y sí, podéis ver en cualesquiera niños, más o menos metidos en la Educación, que tienen un entusiasmo por las notas, por haberlas conseguido, o por irlas a conseguir, por la rivalidad que eso trae consigo respecto a quién es el que saca mejores notas o deja de sacarlas, es decir, quién de entre ellos puede trepar mejor en la Pirámide, y eso puede ser un entusiasmo como el que se da en otras cosas.  Puede llegar un entusiasmo, de manera que el aburrimiento, claro, parece que queda apagado o disimulado por ese entusiasmo que en este momento os estoy invitando a reconocer como una forma del aburrimiento para que no haya duda.  Es decir, en este como en otros de los ejemplos que seguiré presentándoos, lo que se trata es de reacciones desesperadas y apasionadas contra el aburrimiento que de por sí es insoportable, y que por tanto tiene que disimularse cambiándolo por esa especie de pasiones ficticias, regidas desde Arriba, que la mayoría de los niños ya también (no digamos de los ya más formados) obedece, porque es esencial para el Orden.

Ya me diréis respecto a los sucesivos ejemplos lo que se os ocurre decir en contra, pero voy a seguir antes de dejaros la palabra sacándoos más ejemplos del aburrimiento que le atribuyo a la inmensa mayoría de los sitios.

Otro es como sabéis, pues un concierto, la música, me voy a acordar ahora de la música.  Un concierto por ejemplo de lo que llaman, con un nombre que ya es ominoso de por sí, ‘Música Clásica’, porque la palabra ‘clásico’ es una cosa que ya sola de por sí despierta el aburrimiento.  Yo por lo menos oigo decir ‘clásico’ y estoy oyendo ‘aburrido’, sin detenerme mucho en ello.  Bueno, pues reconoced en las salas generalmente bien pobladas de gente en este caso bien vestida más o menos de gala, que oyen en un silencio religioso lo que sea; cualquiera especie de sinfonía o otra producción que se les diga la oyen con un silencio religioso.  No sé si muchos sois tan suspicaces como yo para analizar ese silencio religioso y reconocerlo efectivamente como algo que está ocultando justamente el aburrimiento.  Uno no puede reconocer en esa manera de recepción obediente ningún verdadero placer ni ningún verdadero abandono.  Como siempre y en todos los casos de mayoría, a alguno, a pesar de la sala y todo puede pasarle, pero yo os estoy hablando de la Ley de la Mayoría, y ahí no se puede reconocer semejante cosa; no puede uno reconocer aquellas cosas que el pobre Fray Luis de León le decía al maestro de música, a su amigo Salinas: “el aire se serena y viste de hermosura y luz no usada”.   ¿Os imagináis una sala de conciertos típica en la que el aire se serene y vista de hermosura y luz no usada?  Yo no.  “El aire se serena y viste de hermosura y luz no usada”, o luego más delante “allí el alma navega en un mar de hermosura, y finalmente en él así se anega, etc”.  Tampoco puedo reconocer nada semejante.  O: “¡Oh  desmayo dichoso!/¡Oh muerte que das vida!/¡Oh dulce olvido!”.  Eso son las maneras en que el fraile se arreglaba para decir sus sentimientos oyendo la música de Salinas, que probablemente estaba tocando en un órgano cualquiera y sin mucha asistencia ni mucha organización por parte de la Universidad ni nada.  No se reconoce nada de eso. 

Pero quiero que lo analicéis conmigo al mismo tiempo que analizáis la aparición de eso de la música en el Estadio, en los conciertos de las grandes figuras que arrastran multitudes mucho más numerosas, y que los oyen esta vez a sus héroes dilectos del pop o del rock o de cualquier otro invento por el estilo, esta vez no con un silencio religioso, sino pegando grandes gritos y haciendo grandes demostraciones de entusiasmo, de pasión repentina por cualquiera de las cosas que están oyendo y que a lo mejor han oído veinte veces también por la radio, o en el disco o en otros sitios, pero que da lo mismo, allá lo están oyendo de boca del personaje que es el centro de su adoración.  Os invito también a que seáis capaces de reconocer conmigo en esos gritos en el Estadio, en esos gritos apasionados, el aburrimiento, es decir, la misma manera desesperada de reaccionar contra el vacío, de intentar de alguna manera curarse de sentir este vacío, el aburrimiento, que es intolerable.  Tanto en el caso del concierto clásico como en este otro, desde luego la sustitución se hace por intermedio de los músicos, es decir, no se podría conseguir eso si no estuviera el nombre de las grandes figuras de la música clásica de los siglos, de los directores y de los intérpretes famosos que allí figuran, o en el otro caso el de las figuras del rocanrol o del pop en sus diferentes formas, ¿no?  Este desarrollo del entusiasmo sólo se puede producir a través de los Nombres Propios, es decir, entra un entusiasmo de que se está oyendo a Mozart, y que se está oyendo a Mozart dirigido por el más famoso de los directores, entra un entusiasmo de que ésa es la figura del rock que ha vendido veinte millones de discos el año pasado, y naturalmente eso entusiasma mucho, y es una adesión pasional y casi personal la que ahí tiene que jugar.  De manera que me importan esos ejemplos también para reconocer las diferentes formas de disimulo, de reacción desesperada, de aburrimiento insoportable, que es la Ley.

Bueno, aburrimiento de las novelas y las películas.  Tengo que citar otros elementos de consumo por todo lo alto, de consumo multimillonario y bastamente mayoritario.  Seguramente cualquiera de vosotros, que sois aficionados a ver películas de unos u  otros directores más o menos viejas o más o menos recientes, o sois aficionados a leer novelas de autores que os parecen especialmente sugerentes, apasionantes, hábiles, o lo que sea, no estará muy dispuesto a reconocer en la práctica de esa lectura o de ese espectáculo cinematográfico el aburrimiento que estoy describiendo.  Está evidentemente en general escondido.  No digo yo que muchos lectores de novela no se aburran directamente por las buenas, y en ese caso pues tengan que acabar por tirar el libro, o no se aburran directamente con una película y a lo mejor tengan el valor de salirse antes de continuar soportando el aburrimiento, pero me pongo en el caso de los más aficionados y entendidos, que no se aburren tan directamente, y estos evidentemente creen por lo menos que esperimentan un placer especialmente elevado, o intenso, con la lectura de las novelas que les gustan, o viendo la sucesión de imágenes y secuencias de las películas que les gustan.  Éso es lo corriente.  Bueno, claro, mi sospecha (que es una sospecha que me viene de abajo, de eso que nos queda de pueblo-que-no-existe, que es mucho más que cazurro que los pueblerinos de cualquier pueblo de los que se denigran con ese nombre), mi sospecha consiste en que eso no puede ser, porque también aquí como en los demás ejemplos lo que está interviniendo es la sumisión al Futuro; el Futuro de la próximas Elecciones y del Estado, el Futuro de los exámenes o de las oposiciones que resulten, el cumplimiento de un Programa musical o artístico o lo que sea.  El gran sustituto del aburrimiento, el gran disimulador del aburrimiento es aquí lo que se llama ‘suspense’ de ordinario.  Justamente las películas o novelas que se dice que no aburren son las que tienen mucho suspense.  Y suspense quiere decir espectativa de a ver qué pasa luego, cómo se va a desarrollar después la trama de esta aventura, o el desarrollo de estos enredos sicológicos que la protagonista se trae, y lo que va a dar de sí, y a ver cómo termina, que es lo esencial, cómo termina.  Sin eso, no hay película ni novela.  Lo último es lo primero, eso es un descubrimiento que tenemos ya aquí muy acostumbrado a manejarse.  The end, el fin: la cosa está regida desde ahí para atrás justamente.  Eso es la espectativa, eso es el suspense, y esa especie de estar en vilo, estar con el alma en vilo a ver qué va a pasar luego y cómo se desarrolla la cosa hasta el fin, eso es lo que hace no sentir directamente el aburrimiento, y es por tanto un reemplazante, un disimulador del mismo aburrimiento cuya Ley estoy tratando de reconocer por todas partes.

En esto como en todo lo demás seguramente tendréis esperiencias tal vez distintas de la mía.  Yo tengo bastante, porque aunque de ordinario nunca leo cosas de este tipo de Literatura, alguna vez ya os he confesado en público que me he tragado ya muchas más de mil novelas de Damas Inglesas para ver si me ayuda a dormirme con el runrún del inglés y de la feminidad mezclados, una manía que os confieso y de la cual no puedo estar ni orgulloso, ni ¡qué se le va a hacer!, tampoco muy avergonzado, porque simplemente me ha pasao desde hace cuarenta años, y ¡qué le voy a hacer!   Bueno, me he quedado corto con lo de mil: bastantes más, muchas más.  Y naturalmente muchas de ellas, aunque me las he leído hasta el final, son ejemplo de esta sustitución de que os estoy hablando.  Y me ha tocado asistir a películas en las que este juego del suspense como sustituto de otra cosa que podía ser más reveladora está también bien a la mano.  He visto incluso algunas de las declaradamente malas por así decir, pero que tienen gran éxito comercial, en que el mecanismo único es el suspense, que las cosas que pasan ya no importan para nada, es decir, que puede incluso que la secuencia de los encuadres sea lo bastante ajetreada y confusa para que no se pueda seguir, pero si da la impresión de que en aquella persecución, en aquella sucesión de hechos puede pasar algo decisivo en el momento siguiente, ya basta, no hay que ocuparse de más argumento ni de más cuidados.  No me acuerdo ahora de ejemplos característicos, pero son muchos, y más de uno me ha tocado tragarme más o menos hasta el fin.

Bueno, creo que el disimulo aquí está claro.   Os estoy sugiriendo que lo mismo que uno se niega a reconocer que hace falta Gobierno, uno se niega a reconocer que este tipo de Istituciones del aburrimiento sean necesarias, sean de alguna manera necesarias, y tengamos que resignarnos a que cualquier cosa que se haga en música, en teatro, en poesía, esté sometido a esa Ley.  No.  No estamos condenados, en eso como en lo demás, mas que a soportar cada día la Ley del Aburrimiento Mayoritario, y naturalmente aquí venimos como siempre a remover un poco la herida, a que ese padecimiento se nos haga otra vez de veras insoportable.  No es necesario: ni la música ni el teatro ni nada en el mundo tenía que ser de la manera que os lo estoy describiendo bajo la Ley, no tenía por qué ser así: siempre en las artes del lenguaje o en la otra se podían hacer cosas, se han hecho incluso, y por la tradición viva (que ahora ya con la Democracia ha quedado casi muerta), o a través de la lectura y de los Medios, nos llegan ejemplos de cosas que de verdad hacen sentir un sentimiento que es un descubrimiento de la falsedad de la Realidad.  Y esto podían efectivamente hacer las Artes, pero esto no es una Fe; esto es simplemente negarse a creer que las Artes y la Política y todo lo demás tenga que ser lo que es y no pueda ser otra cosa. Siempre puede ser otra cosa, que tiene la gracia de que es justamente la que no sabemos cual va a ser, de la que no se sabe nada, y con eso, jugando con lo que no se sabe, no hay miedo de aburrirse, ahí no cabe aburrimiento nunca.  El aburrimiento está condicionado por el fin, por la espera, la espectativa, que ésa es la creadora del Tiempo vacío, y Tiempo vacío justamente es esa aparición de la Realidad propiamente intolerable y que tiene que disimularse a cada paso.

El propio Brassens, a quien tantas veces acudo con vosotros, lo recordaba una vez en broma, pero en una broma muy seria, con una canción que hizo cuando no me acuerdo ya qué Papa junto con alguna Congregación decidieron quitar el latín de los oficios de la misa y los demás oficios y sustituirlo por misas, sermones y rezos todos ellos en el idioma inteligible correspondiente a cada Nación, español, o inglés, o lo que fuera.  La canción que hizo él ante eso parte del aburrimiento, que en francés suele decirse ‘s´emmerder’; ‘s´emmerder’ para ‘aburrirse’, ¿no? Y con eso es con lo que juega, y reprocha a los curas y a los Papas que hayan cometido ese error, porque perdiendo el latín se va a perder justamente el misterio, lo oculto, lo desconocido, y entonces les va a ir muy mal si se lo pierden: “sin el latín, sin el latín, la misa nos aburre, ya el rito no nos fascina, ya dice el fiel a mí plín.  Sin el latín, sin el latín, es como la Oficina. Oh, Santa Madre del hijo de Dios....etc.”  Pues bueno, esta broma como digo es muy seria: efectivamente se trata de la pérdida del misterio, y el progreso de la Iglesia en el sentido de suprimir el latín y que los rezos y la misa entera sean inteligibles, participa justamente de este sometimiento a la Ley del Aburrimiento, porque con la misa en latín efectivamente por lo menos no se sabía qué es lo que se estaba diciendo (lo que Brassens esagera), pero ahora, oyendo lo que el cura en los rezos dice, oyendo esas trivialidades, esas cosas tan llenas de pedantería eclesiástica, tan trilladas, ¿quién puede no aburrirse?  Sólo el que tenga mucha Fe, es decir, sólo el que tenga la convicción de que va a misa cumpliendo con alguna especie de Ministerio muy sagrado, y que eso le puede dar un contentamiento semejante también; el sustituto está muy claro.  Pérdida de las posibilidades de descubrimiento, que se fundan en que hay siempre algo desconocido, algo que no se puede captar.  Evidentemente, cuando a eso se le sustituye por cualquiera de los sustitutos que os he dicho, pues no queda más que aburrirse o disimularlo, que es lo mismo; aburrirse sin darse cuenta, como decía Brassens en otro sitio.

Bueno, pues antes de pasar un poco más allá de esto os voy a dejar ya correr la palabra para que respecto a la cosa en general o respecto a cualquiera de los ejemplos vayáis soltando lo que se os ocurra.  Así que adelante.

-Que efectivamente lo que pasa es que el aburrimiento a palo seco es ahora hoy día una imposibilidad.  Antiguamente el aburrirse a palo seco era incluso sano, incluso la Pedagogía tradicional ha elogiado mucho, incluso en aquel poema de Machado lo de la mosca aquella que daba vueltas en el Aula escolar, y que uno tenía la sensación de que de esa situación como de medio bostezo, realmente si pasaba algo era en esas situaciones.  Hoy día el problema está en la obligación del mandamiento del entretenimiento, esa es la compulsión horrible y el mandato.  El aburrimiento hoy día es una istrucción positiva que procede por la imposición del entretenimiento.  Por una parte tiene que estar uno obligado costantemente a entretenerse.

A-Eso coincide con lo que he hecho de analizarlo como una especie de aparición disimulada del aburrimiento.  ¿Coincide, o no coincide?  Pues tal vez no debía de coincidir tanto.

-Si, coincide, pero de otra manera, en el sentido de que no es cuestión de disimulo: es cuestión de obligación, de entretenimiento.  Pero luego hay otra cosa: hay hoy día un asunto que ha influido mucho el fenómeno llamado de la comunicación, eso tan sonado que consiste fundamentalmente en ruido.  El mundo está costituído como una antesala de dentista: te subes a un taxi y suena un hilo musical, es imposible la desnudez del silencio.  Entonces, es imposible el aburrimiento sano, el que pueda dar lugar.....

A-Ya está.  El del moscardón del niño de Mairena.  Muy bien, gracias Isabel.   Pero dime: ¿tú te aburres en la tertulia, o no?

-Yo no, pero a veces me gustaría dormirme, como veo gente que se duerme.

A-¡Eso!  Os lo iba a decir antes: la verdá es que yo, a lo largo de los casi doce años que llevamos, creo que sólo he conocido dos casos que alguna vez se quedaran dormidos, aprovechando estos sillones imbéciles que nos pone el Ateneo, que desde luego son muy propios.  Pero el quedarse dormido, el dormirse, yo a eso no le llamaría aburrimiento, ¿eh?, ni nadie lo llamaría aburrimiento.  Eso es otra cosa; puede ser incluso varias cosas.  Bueno, ¿qué más por ahí aparte de estas anécdotas?  Adelante.

-Yo creo que en el lenguaje de los políticos y en lo que tú esponías aquí de que no puede ser mentira una cosa que no se sabe que no es, por ejemplo un eslogan que dice “esto sí que es vida”, o “agua purísima de montaña”, que es purísima, y es que la montaña da agua, ¿no?  Y efectivamente es una perversión, pero es un mensaje estudiado y medido para el receptor.

A-Para la inmensa mayoría.

-Para la inmensa mayoría.  La pregunta es por qué.  Porque las relaciones que tú llamas aburridas, y basadas en la espectativa de convencer, desgraciadamente son las mías con prácticamente todo el mundo.  Es decir, con quien hablo su espectativa es convencer, y el aburrimiento aflora de una forma automática, es decir, el aburrimiento es la especie casi.

A-No, no.  El aburrimiento no aflora de ordinario, ni siquiera en el caso de los políticos.  Antes lo he recordado: la inmensa mayoría se lo traga; se lo traga, y aparentemente con interés; un interés suscitado por las falsas diversidades, para ver cómo se pelean uno con otro, las tonterías que les dicen, y desde luego sosteniendo implícitamente la Fe en que se va para mejor, y que por el camino de la discusión democrática puede acabar saliendo un Régimen bueno, lo cual no tiene mucho sentido.

-Pero en nuestras relaciones tienes espectativa de algo: de convencer, de que te quieran, de que te acepten, de que nosequé, y te aburren.

A-No, no, tienes Fe: crees que aquello sirve para algo, y eso es el sustituto que he presentado.   Esa Fe, en la cual está implícito el Futuro.  De manera que no te dejas aburrir descarnadamente: lo has sustituido, igual que con el suspense de una película mala, por eso, por la espectativa de ver si de ahí sale algo, sin que sirva para nada la esperiencia acumulada de que todo eso está hecho nada más para que las cosas con el cambio aparente sigan lo mismo; sigan lo mismo una vez y otra.  Sí.

-A propósito de esto que comentaba el contertulio sobre que le parecía que la inmensa mayoría de la gente hablaba con la intención de convencer, yo es una cosa que echo en falta: ¡ojalá se lanzaran a hablar para intentar convencer, y razonar y descubrir cosas!, ¿no?  Parece más que el discurso democrático es situarte en el mundo soltando tu opinión particular, más que la intención de convencer al otro con razones, ¿no?  De hecho, lo que se echa de menos cuando te encuentras con algún realista es que enseguida se descuelga del discurso, renuncia a hablar.  En el momento en que ha situado se le acaba el razonamiento, ¿no?

A-Sí, tal vez lo que él decía y lo que suele decirse por convencer es que en esas disputas nos convencen lo bastante para que voten a este y no al otro.

-Eso es: despertar persuasión.

A-Desde luego lo que no cabe es ningún desconvencimiento en esos discursos, es decir, ningún descubrimiento de que en verdad no sabemos lo que está pasando, y que los nombres que le damos son mentira, que es lo que aquí en la tertulia sucede.  Eso no cabe; eso en una disputa política organizada, es que vamos, casi ni por asomo.  Sería una especie de milagro que se produjera un descubrimiento de la mentira de la Realidad.  No se dan más que opiniones encontradas, propuestas, proyectos, en diferentes sentidos de la espectativa.  Sí.

-Me preguntaba si efectivamente el disimulo tapa el aburrimiento, si el disimulo puede taparle de verdad.

A-Pues nunca nada sucede del todo, pero la verdad es que el éxito es apabullante.  ¿Cómo tú vas a convencer a un grupo de chicos y chicas que van al Estadio entusiasmados con el héroe del tipo de cancioneta esa que sea, de que se aburren allí, de que se están aburriendo, y que todo lo que gritan no es más que pa disimularlo?  Hombre, si se lo haces sentir, pues claro, ya los conviertes en otros, ¿no?  El éxito es apabullante.  Efectivamente, así van las cosas.  El vivir el mero vacío sería, es, intolerable, como Isabel ha recordado en sus ejemplos; es intolerable.  De forma que por tanto los procedimientos que he enumerado para recubrirlo son de un éxito arrollador, ¡qué le vamos a hacer!  Aquí estamos contra la mayoría, es decir, mucho peor que David contra Goliat.  Much0 peor: a lo que venimos aquí es a descubrir la mentira de las verdades que a las mayorías se les venden, y la convencen.  ¡Más!

-Yo me refería a cuando ya de verdad no puedes más, ves que te aburres y enciendes la radio, y al minuto la apagas, y te pones a leer un libro, y lo tiras, la sensación que se produce es como de que quieres salir corriendo, ¿no?,  que no sabes dónde meterte, más bien.

A-Sí, la verdad es que yo no me había detenido en eso: que se vaya a los espectáculos que he dicho, musicales, peliculeros, lo que sea, escapando de un aburrimiento, de que estás por ejemplo en casa y no sabes qué hacer, y así es como se va normalmente a la televisión, así es como se enciende la televisión: porque no se te ocurre otra cosa que hacer.  De manera que no hay que olvidar que aunque yo haya analizao el aburrimiento en los sitios en que se produce más esplendorosa y a la vez disimuladamente, reina, reina también en la vida cotidiana, es decir, a la gente se la ha acostumbrado a que hay que hacer algo, es decir, ‘después’, ‘mañana’, ‘el año que viene’.  Que hay que hacer algo, y entonces eso le crea también en la vida cotidiana una espera a ver qué hacemos mientras llega el día que hemos señalado para el bodorrio.  Hay que llenarlos, y si no basta con las compras del vestido, con otras cosas, habrá que inventar otras.  Hay que llenar de alguna manera el tiempo, la espectativa: “¿qué voy a hacer mientras llega el día del examen, aparte de sencillamente empollar para el examen, lo cual no puedo estar haciendo todo el rato?”: pues ver la televisión, encender la televisión.   Evidentemente no satisface, hace falta ser tonto más de la media para que se encuentre uno satisfecho con eso, pero se hace; se hace como tratando de huir del no saber qué hacer mientras llega lo que tenga que llegar, ¿no?   Así es como se enciende la televisión, así funciona esencialmente, ¡qué le vamos a hacer!  ¿Qué más?

-Que también da mucho por ponerte a zampar, a ver qué encuentras para comer, unas galletitas...., y así se va engordando, se va engordando....

A-Sí, sí.  Cualquiera tiene su vida llena de eso.

-Parece que la espectativa es la principal trampa para luego asegurar el éxito final: si he estado ocho meses esperando el concierto de (Acedecé), ¿cómo no va a ser un exitazo?

A-Así es, hay una colaboración: en la exaltación de los grandes Medios de entretenimiento, es decir, de aburrimiento disimulado, hay una colaboración, es decir, cuanto más se les hace esperar, es casi lo mismo que al revés, cuantos más discos han vendido.  Las dos cosas funcionan la una con la otra en el sentido de exaltar la potencia de aquello que se espera, y que claro, ya está por un lado y por el otro condenado al éxito de antemano.  Está condenado al éxito.

-Yo creo que es todo lo contrario muchas veces, ¿no?: cuando pones una espectativa, a ver si llega esto y tal, y te haces ilusiones y tal, y cuando llega es cuando precisamente te das cuenta de que no te gusta y te aburre.

A-A cualquiera le pasa eso.  Cualquiera tiene esperiencia de eso.

-Claro, es al contrario: tienes la espectativa, y luego cuando llega, pues dices “¡pues vaya mierda!”.  Y no me puedo engañar aunque vendan treinta discos, o treinta millones.

A-Así es lo que sucede, ésa es la esperiencia de mero sentido común, o de mera sensibilidad.  Uno tenía que haber aprendido desde niño que precisamente cuanto más esperas la cosa más desilusión vas a tener; desde que te  hacían esperar la noche o la mañana de los Reyes Magos cualquier niño debía tener ya esperiencia de eso.  Los padres sin embargo siguen creyendo; siguen creyendo en que hay que crearles espectativa, entusiasmarlos con la espectativa de lo que les va a traer los Reyes Magos, pero cualquiera debería haber de su esperiencia sacado eso tan elemental: uno sabe que justamente la condición para la defraudación, la desilusión, es justamente el esperar, esperar la venida de lo prometido.  Eso es de sentido común, viene de lo que nos queda de vivo y de pueblo, pero no rige para la mayoría.  Para la mayoría rige por el contrario, pues lo que he puesto con el ejemplo de los padres: el niño debería aprender que lo que va a pasarle con los juguetes en la mañana de los Reyes va a ser el gran desamparo, la gran desilusión, pero eso los padres, que son los representantes de la mayoría, del Poder, no lo reconocen, siguen creyendo que hay que crearles ilusión.  ¿No habéis oído emplear la palabra ‘ilusión’?  Crear ilusión es una cosa a la que los Padres y los Medios se dedican por todas partes, como si no se hubieran dado cuenta de que lo que sucede es eso: que la ilusión no es más que eso, una preparación para la defraudación más feroz.  Así es: a la mayoría  () la Fe de que es muy bueno crear espectativa, crear ilusión.  Así se va.

-Creo que hay dos conceptos que maneja el Poder siempre muy bien.  Uno es: somos muchos los convencidos, y si somos muchos, esto tiene que ser verdad.  Otro es: cualquier esfuerzo, si es muy duro, tiene su recompensa.

A-Sí señor, sí, ésos son.  Forman parte de una especie de cartilla que ya a los niños se les impone desde pequeños.  Son de las mentiras gordas, pero mentiras que costituyen el Dominio.

-Por lo que yo recuerdo, tú siempre pintas un pobre hombre o mujer que sufre el Sistema.  Pero es que cada uno de nosotros tenemos una posibilidad un poco de tener una actitud u otra: es decir, yo me he aburrido, por supuesto, pero cuando me he aburrido es porque estaba abúlico, porque estaba sin energía, y entonces estaba perdiendo lo que normalmente sí tengo, que es el interés por las cosas.  O sea, si uno se fija en una textura, se puede interesar y sacar conclusiones.  Si ve a dos cómo están follando, pues saca conclusiones de todo tipo, respecto al amor y sobre la Naturaleza.  Es decir, que todo depende bastante de uno, y en un concierto, que estoy de acuerdo en que es una () digamos que uno puede centrarse en la armonía o en la forma que está viendo, y saca material.  Incluso los políticos, que a mí también me aburre lo del Congreso, hay una picaresca de la respuesta, y hay vida también debajo de esa muerte.  Es decir, que gran parte de la culpa del aburrimiento reside en uno mismo.

A-Claro.  Bueno, yo no sé si los ejemplos que más bien has sacao responden a la línea de pensamiento que has enunciao genéricamente.  Parece que hay un poco de decalage, pero bueno, vamos a ello: tú crees que uno tiene la posibilidad de elegir, crees en la libertad personal.  Lo último que has dicho es lo que aquí hemos reconocido, pero más esagerado: uno es como el Poder, uno es como el Estado, y uno por tanto es el que se ordena maneras de falsamente entretenerse, es decir, aburrirse, se ordena falsas espectativas, pero porque tiene que ser uno y seguir siendo uno mañana, de manera que ninguna esperanza por esa parte.  Menos mal, como siempre, que uno nunca es del todo el que es.  De aquello en que uno no es el que es, es de donde pueden venir sentimientos reveladores de la mentira de todo eso, pero de uno propiamente no suelen venir más que las mismas órdenes que vienen de la Autoridad y de los Medios, pero con el inconveniente de que están como asimiladas formando parte de uno y de su libertad.  Sí.

-Esa situación es en la que por lo menos presumiblemente no hay ningún proyecto, no hay ningún mañana, no hay ningún plan ni nada que cumplir, que son situaciones en que la gente puede estar más o menos suelta, y aún así puede pasar que se aburra la gente, y no se esplica muy bien por qué.  Parece ser como si hubiera un aburrimiento general ya que se cuela incluso en las situaciones que no tendrían por qué ser aburridas.  Por ejemplo en esta tertulia a veces la gente se aburre, y yo me aburro, y no es una situación en la que se supone que se tendría uno que aburrir, y sin embargo te aburres.  Es una especie de aburrimiento general que se cuela incluso en situaciones presumiblemente no aburridas, o no dadas al aburrimiento.

A-Sí, dejando () aparte, efectivamente eso se da, como hemos dicho, en situaciones relativamente libres, donde que no hay mucho que hacer, y las presiones no son muchas, ¿no?, y que parece que aparece también el aburrimiento.  Puede ser; puede ser.  Yo no me atrevería a enunciar así tan en general esa posibilidad, y hasta qué punto se presenta libre de los condicionamientos que le he puesto al aburrimiento, que son esencialmente la espectativa.  Una imagen como la que evocas, de un campo, una pradera de relativa libertad y donde no hay nada que hacer, la verdad es que es difícil  y no recomendable imaginarlos como una especie de prueba de nada, ¿no?  Desde luego tenemos que reconocer que aparte de lo que he contado de las grandes ocasiones de aburrimiento, en la vida cotidiana pues estamos cambiando costantemente o dejándonos cambiar las posibilidades de vivir, de pensar, donde no hay aburrimiento ninguno, cambiándolas por el Tiempo; por el Tiempo real, contado.  A cada paso nos está sucediendo, de manera que sí.  Desde luego no puedo imaginar, dentro de la Sociedad y de la Realidad tal como costituída cercos de Paraíso.  Lo único que me cabe reconocer, en mí mismo y en cualquiera, es que de vez en cuando a pesar de todo uno no se aburre: de veras siente, de veras descubre.  Una muestra de que ni él ni la Realidad están nunca bien hechos del todo.  Es lo único a lo que puedo acudir, no puedo contar con más imaginaciones.

-Parece que estás planteando que es, o aburrimiento, o algo revelador de la mentira que nos hace, ¿no?  Pero yo estoy pensando en esos estados como pueden ser la angustia, la ansiedad, que ni siquiera el aburrimiento te sirve para quitártela, el aburrimiento de irte a ver una película, y no son reveladoras de nada ni descubridoras de nada, me parece a mí.

A-No.  La Ley del Aburrimiento General la he presentado como muy importante y como destinada a la mayoría, pero no quiere decir que sea la única forma de Dominio y de destrozo de las posibilidades de vida, ¿no?, caben otras.  Cabe, como tú has dicho, la desesperación tomando forma de angustia, aunque no hay que olvidar que la relación entre la ansiedad y la angustia es muy estrecha, y en la ansiedad está ya el fantasma del Futuro.  Pero cabe eso, cabe la remisión a la locura, que uno mismo se remita por medios más o menos artificiales, se dedique a volverse loco como escapatoria, o que el Padre, los Poderes, lo declaren a uno loco, y le hagan ser eso.  ¿Un loco se aburre?  Como sabéis conozco muchos, muchas veces os los cito, entre mis amigos.  Pues no: lo mismo que los de fuera.  Lo que se puede decir es que la locura en sí no les sirve para nada en cuanto a posibilidades de descubrimiento, y que el estar encerrado y declarado, igual que los ratos de angustia, perjudica mucho, ¿no?  Pero sí, efectivamente la Ley del Aburrimiento no es la única Ley: hay otras muchas que están destinadas a impedir que se produzca cualquier asomo de vida, de descubrimiento de la verdad. 

-¿Tú crees que realmente un loco se aburre?

A-A veces.  A veces.  Aunque la Medicina tiende a simplificar mucho, pero en la clasificación hay muchos tipos diferentes, ¿no?   Sí, se aburren, acuden a la televisión, como los normales.

-Lo que estoy oyendo del aburrimiento y lo que te he oído a ti me hace pensar si el aburrimiento es costitutivo de la Realidad y por eso no podemos evitarlo, y al mismo tiempo pienso que es un fracaso de la Fe.  Y al ser un fracaso de la Fe, que es algo intolerable tanto para el Poder como para uno mismo, trata de huir de ese aburrimiento, de ese estado intolerable, de ese vacío intolerable.

A-Al final me parece que te has ido por otro camino.  Sí, efectivamente, esto parece que es muy importante.  Costitutivo de la Realidad lo es en el sentido de que está organizada la Ley del Aburrimiento para evitar que la Realidad se ponga en peligro.  Desde luego, eso de que no podemos hacer nada contra la Realidad es justamente lo contrario de lo que aquí estamos probando: vamos a ver si podemos, ¿no?  Y naturalmente, si algo se puede contra la Realidad es a pesar de la Ley del Aburrimiento.  Algo que efectivamente nos deje de vez en cuando vivir y descubrir la mentira de las verdades de la Realidad.  Así es como pienso que hay que entenderlo.

-Quizá a la palabra aburrimiento los usos que le damos suenan un poco demasiado modernos, me parece, porque Isabel decía una cosa que me ha gustado, que es eso del aburrimiento a palo seco entre digamos el aburrimiento del niño pelón de Machado, el primer hastío del niño pelón de Machado, y el aburrimiento a máquina, con máquina, artefacto, chisme muy sofisticado, que puede ir desde la máquina tragaperras hasta la Red de redes, ¿no?, lo que se llama navegar, que en realidad es un éxtasis del aburrimiento.  Y también algo por ejemplo que no has traído a colación, y que a mí me parece muy representativo del Progreso progresado, que es el Deporte de los Estadios, que he visto además que hay un montón de sustituciones, es decir, la música que tú bautizabas como ‘Clásica’, hay algo peor que la palabra clásica, que aburre más que todas las cosas cuando le dicen ‘de vanguardia’.   Todavía peor.  ‘Arte de Vanguardia’, ‘música de Vanguardia’, ‘Posmodermo’, ‘Posvanguardista’, todavía peor.  Cuanto más se le añaden cosas, todavía sobre lo de ‘clásico’ crece la posibilidad de aburrimiento.  Pero yo creo que lo peor es cuando el chisme, y la máquina, y la proyección, encima se ponen con una serie de biombos e intermediarios.  Yo lo siento por los que disfrutáis con eso, pero me parece asombroso.  Sólo en ciertas situaciones ‘biogeológicas’ podría decir yo, he visto para mí algo asombroso, que es divertirse con, como dice un amigo mío, doce tipos en calzoncillos persiguiendo una bola, y además eso verlo en una pantalla, y encima en un bar que es un follón y que es incómodo, y entonces toda esa suma de tecnología y de ceremonias va sumándose como los chismes que utilizamos.  Ya que hablabas de la Enseñanza, yo creo que es algo muy evidente que ojalá pudiéramos enseñar el aburrimiento, porque lo que se hace es acumular máquinas.....Tú estás a distancia, tú te aburres a distancia, en la Universidad Aburrida a Distancia.

-Yo me aburro con Red.

-En realidad sois precursores del Futuro, la Universidad Aburrida a Distancia, la que tiene la red puesta para aburrir en el momento, in situ, la están tratando de escluir siempre porque no es tan perfecta, y entonces acumulan burocracia y acumulan cantidad de chismes para aburrir.  Un ejemplo perfectísimo es el famoso Power Point, que es una invitación al aburrimiento.  En cuanto te dicen que va a ser una conferencia, y encima con Power Point....

-Respecto a la cuestión de la distancia, tengo que especificar.  Lo de la distancia es importante.

A-Agradecemos que hayas traído el ejemplo, y ya veis que hay muchos.  La Internet o el tratamiento de los Deportes merecían desde luego detenerse mucho en ello, pero espera un momento, porque es que al principio parecía que Antonio iba a tirar a algo más general que después no......Bueno, en todo caso los nuevos ejemplos se agradecen.  Ya se ve cómo está lleno todo eso.

-Pero yo quería decir que si hay algo de verdad.....Yo entré en la Distancia por aquello que cantaba Lucho Gatica, que dicen que la distancia es el olvido, aquella canción, y me metí en la Distancia por lo del olvido.  Bueno, pues eso que podría ser el olvido, y que ahí se podía haber generado un zumo de aburrimiento interesante, es precisamente quizá ahora el método de enseñanza más propicio al entretenimiento costante con la maquinita, con lo de aburrirse con Red, porque uno se puede aburrir con red y sin red, como la Pinito del Oro se tiraba del trapecio con red y sin red.  Aburrirse con red es muchísimo peor que aburrirse sin red.

A-Ya está, ya está.  Desde luego se puede decir que dentro de lo malo, como Antonio ha dicho, y ahora Isabel también, cuanto más complejos los procedimientos de recubrir el aburrimiento, evidentemente podríamos decir desde lo que nos queda de pueblo que son peores, ¿eh?, esa escala siempre se puede con algún cuidado establecer.

-Has dado ejemplos muy claros del aburrimiento, y se ha entendido que es costituyente de la Realidad.  Sin embargo, en las mismas ocasiones unos se aburren y otros no, o más o menos.  Luego algo depende del cada quién, y los que se aburren, ¿por qué lo admiten y disfrutan con ese aburrimiento? ¿Por qué se acepta?  ¿De dónde se está huyendo para admitir esa situación como buena?  O sea, ¿qué depende de cada quien en el aburrimiento?

A-Bueno, en parte ya has oído lo que decía antes ahí: lo mismo que hay Poderes más mandones y poderosos que otros, aunque todos desde luego van a lo mismo, entre los unos los hay que están mucho peor hechos, y ya desearía yo ser uno de esos, y que por tanto dejan que les penetren sensaciones de vida y descubrimientos, y entonces no tienen ya casi tiempo, y otros que están mucho más cerraos, que se han dejao coger por la Fe, y entonces, pues normalmente elegirán.  Son diferencias personales, no van a ninguna parte.

-Pero sigues hablando de costituciones, o sea, que hay unos que son así y otros que son asá, pero el mismo en circustancias o por asuntos se interesa y no se aburre, y otras veces sí. 

A-También.  Sí, sí, también.  Uno nunca es el mismo, y la única gracia de todo eso es que uno no está bien hecho del todo ni con respecto a los demás ni con respecto a sus días sucesivos, y eso es lo único que podemos llamar ‘libertad’ puramente negativa.

-Pero hay que reconocer que ha habido un Progreso de refinamiento tremendo. 

A-Sí señor, por supuesto.

-Antiguamente por lo menos al aburrimiento se le llamaba de manera muy decente mataratos, solitario.  ¿A que eran preciosas esas cosas?, mataratos, pasatiempo, solitario.  Hoy día, tú llama a algunos de esos que van ahí que va a hacer un solitario.

A-‘Pasatiempos’ lo dicen todavía.

-Recuerdo la traducción que has hecho varias veces de aburrimiento y caos, que caos en griego era el bostezo.  ¿Hablarías algo hoy también del caos en relación con el aburrimiento?

A-He hablado al principio para otra cosa, para decir que el que uno se niegue a creer en la necesidad de Gobierno no implica de ninguna manera que uno crea en el caos, que es una idea típica del Poder y que está justamente destinada a desarrollarse para alimentar el miedo de lo que pueda pasar si no nos dejamos gobernar, que es lo esencial.  Sí, la relación con el bostezo es evidente, y caos, palabra procedente de las lenguas germánicas, quiere decir bostezo en primer lugar, y en griego ‘jáos’ tomó ese sentido.  Por otra parte el síntoma del bostezo, pues tampoco es una señal muy segura del aburrimiento

-¿Cuál es la etimología del término ‘aburrimiento’?

A-‘Aborrere’.  No tiene mucho que ver el significado latino.  ‘Aborrere’, ‘aborréscere’, quiere decir ‘aborrecer’ más bien, apartarse de ello por alguna......Y por tanto, cuando se dice en reflexivo, ‘se aborrere’, aburrir-se a uno mismo, querría decir etimológicamente eso: coger horror de uno mismo y apartarse de uno, lo cual, como suele suceder con las etimologías, no corresponde al significado actual de la palabra en español, que es el que yo he usado.

-Un chico con el que hablé dijo que hace algún tiempo estuvo allá por el Congo, y una cosa que le impresionó parece ser que en una zona empobrecida y poco progresada y demás, pues llegaba cierta hora de la tarde, y se iba la luz, y como no había luz en las casas, pues una cosa que le impresionaba era que llegada esa hora la gente se sentaba y no decía nada, y se quedaba allí.  Y él quedaba como complacido de pertenecer a esta otra cultura nuestra en que tenemos lo que nosotros llamaríamos aquí sustitutos para hacer eso más soportable o llevadero de alguna manera.

A-Pero él no notaba que los que se quedaban callados así al atardecer y por la noche estuvieran muy desesperados ni les pasara nada de especial.

-Es que debía de ser muy impresionante.

A-Es que una cosa es la sensación que tu amigo tuviera de lo que les pasaba, y otra cosa es lo que tuvieran ellos.

-Claro, pero que él luego al ver eso quedaba complacido de volver a su país.

A-Sí, eso es normal.  Él era un servidor del Poder como otro cualquiera.  Eso es lo normal.  Lo importante para el esperimento era ver eso, ¿no?  Ya veis que nunca puedo poner Paraísos en la Realidad, ni el centro del Congo ni nada, pero evidentemente el Progreso es el Progreso, y los procedimientos para disimular y hacer tolerable el aburrimiento, cambiarlo por otra cosa, no hacen más que crecer.  ¿Qué más?

-Parece que las espectativas de aburrimiento como que va todo en un mismo barco, y contraponer un poco eso con algo que por lo menos en mi esperiencia ha ido bien, que es el descubrimiento de la inmediatez y el pasarlo bien.  Lo que me ha hecho pensar en esto es que yo trabajo en Galicia, tenemos una escuela, y es verdad que allí las cosas que se hacen son cosas manuales.  La gente acude allí con unas espectativas, la espectativa de que va a hacer determinada pieza, va a aprender a hacer determinada pieza, y va por eso.  Pero las espectativas el mismo destino que estas: aburrirse.  Pero lo que empieza a ocurrir cuando las espectativas dejan de tener tanto sentido, y es lo importante el hacer, el descubrimiento de las técnicas que se emplean para hacer aquello, el contacto directo, contra las maquinitas y tal, en este caso son cosas que se hacen con las manos, es decir, el contacto directo con los materiales, y todo eso invita a hacer olvidar esas espectativas de alguna manera.  Desde luego, no en el primer momento: pasa tiempo.  En el primer momento todo el mundo viene obsesionado con su espectativa, pero luego con el tiempo van olvidando esa espectativa, y esa otra cosa que no sabía que se podía dar empieza a aparecer y empieza a ser la que de verdad de alguna manera cautiva, y se pasa bien, y es inmediato.

A-Es una buena noticia, y efectivamente yo también tengo esperiencias de ese tipo.  Bueno, yo no sé si es tanto la inmediatez.  Lo que pasa es que a pesar de todo el Orden, hay barro, hay manos, y hay capacidad de sentir.  No nos la pueden quitar del todo, y en vista de todo eso pues sucede que ahí, como en el curso de cualquier otra cosa que arranca como motor, empieza a hacerse porque está mandado, por tanto condenada al aburrimiento, pues luego resulta que la cosa puede revivir como la arcilla en los dedos.  Puede revivir, la cosa revive, se hace sentir, y se olvida el Futuro al que se dirigía.  Eso es lo esencial.  Lo uno va con lo otro.  El que pueda despertar un momento de placer quiere decir olvido, por lo menos provisional, del Futuro al que se dirigía la actividad, ¿no?  Así tiene que ser.   Adelante. 

-El ejemplo sumo de aburrimiento, que no lo has citao, hoy día son los gimnasios.  Ahí se cumplen todos los rasgos del verdadero aburrimiento moderno, porque por un lado está disimulao de música permanente y repetitiva, pero por el otro lado está la conciencia costante de algo que no hay que tener conciencia de ello, que es el cuerpo.  Tiene todos los ingredientes para el aburrimiento más severo y más estendido.  Es lo que llena la vida de las Señoras, porque yo cuando voy está lleno de Señoras a todas horas.

A-Bueno, no hace falta que hables más para convencernos.  Efectivamente, en efecto, es otro buen ejemplo: a falta de cosa que hacer, lo mismo se puede uno o una ir a comprar lo que no le hace falta que puede ir a hacerse un cuerpo y ponerse en forma.  Da igual, el caso es, en lugar de, como dice el vulgo normalmente, tocarse las narices, o cualquier otra cosa, pues eso: va uno a ponerse en forma en un aula de Fitnes. No es más que sacar ejemplos de la mayoría, que también es la mayoría de cada uno, ¡qué se le va a hacer!

-Me parecía, por las cosas que han salido, lo del burro y lo del Congo, que el aburrimiento es una cosa de los hombres, y además bastante moderna, ¿no?, o sea, que a lo mejor esos del Congo no se aburrían.   Y lo del burro, pensar que un burro se pueda aburrir o no, me hace pensar que a mí lo que más me aburre es tenerme que ocupar de mis asuntos, tener que ser yo la que soy.

A-Participo.

-Que un burro parece que está condenado a lo mismo.

A-No.  Un burro en nuestra visión no puede participar de eso del Tiempo, por tanto no puede estar vacío.  Desde luego, vamos, la impresión que uno recibe es mucho más todavía envidiable que la de estos hombres del Congo: un burro que está apenas moviendo una oreja o moviendo un rabo horas y horas, y que si lo dejan en paz no le pasa nada.

-Y me da la impresión de que los hombres puede pasar lo mismo durante mucho tiempo, ¿no?

A-Bueno, desde luego el Progreso ha sido tremebundo respecto de esas otras situaciones, los progresos para matarlo, pero yo creo que efectivamente la condición de que hayan progresado tanto los recubrimientos del aburrimiento depende de que al mismo tiempo cada vez se ha hecho más sensible la posibilidad de descubrimiento de las mentiras, ¿no?, y que eso naturalmente exige medidas más drásticas para acabar con esas posibilidades, ¿no?   Puede ser el Progreso tomado de una manera tomada un poco así contradictoria.  ¿Qué decías de.....?

-Se me estaba ocurriendo que alguna vez había leído que lo del aburrimiento surgía en las Sociedades Burguesas y eso.

A-() puedes garantizar por la mera lectura de Horacio o cualquiera que algo muy parecido (). “Romperle el espinazo al día” es una de las cosas que dice Horacio; romperle el espinazo al día como medio de rehuir toda esa estensión  que es un día entero.

-Claro, pero que Horacio ya vivía en una sociedad muy progresada, y hay fases de progresamiento y de desprogresamiento.

A-Sí, sin duda, y yo () con el Progreso de las dos cosas que acabo de decir, sí.

-Yo me debo levantar contra tu alusión a Proust, que decías que era aburrido, pues yo me acuerdo de haber leído a Proust, y leer poco cada día porque me daba miedo de que se acabara.  O sea, que yo no me aburría nunca con él.

A-Yo con Proust tampoco me he aburrido mucho.  Efectivamente, tal vez ahí es que aunque haya argumento, y efectivamente a los personajes les pasan cosas y evoluciona, pero es tan importante todo lo demás que no tiene que ver mucho con la espectativa de lo que va a pasar que por eso aburre menos tal vez ese tipo de novelas, sí.

Tenemos que seguir hablando de esto si el Señor nos deja y no quiere llevarnos a un aburrimiento total, que es casi inconcebible.  Pues eso, dentro de siete días a ver si sale esto.