17.06.2009
Agustín García Calvo
Ateneo de Madrid
Tertu182-17-6-2009#Tertu182-17-6-2009.mp3
TRANSCRIPCIÓN:
G - Hola, voy a anunciaros lo que os anuncio casi -pues, no sé- ya, ahora, ocho años o por ahí que llevamos celebrando el San Juan en La Cornisa. La Cornisa, sabéis, al Oeste, detrás de San Francisco El Grande, y todo al Oeste es donde estamos, allí por donde se pone el sol. Así que celebraremos la noche de San Juan el día 23, con sardiñas y todas esas cosas que solemos tener ese día. Y, bueno, después, al acabar, ya podemos empezar la colecta, me vais dando 10 € por cabeza, más o menos, si luego falta, ya os lo diré a los que ya nos conocemos más o menos. Pero en fin, para los que sois nuevos y no habéis estado nunca, ya os lo digo: detrás de la iglesia de San Francisco El Grande, todo al Oeste del parque, y allí nos vemos a partir de las 8 ó por ahí.
- El 23 ¿en qué cae?
G - 23, en martes, es decir, al otro día tenemos la tertulia. La hoguera la solemos encender a las 11.
- Y luego suele haber una tormenta tremenda.
G - Vino, sardinas, de todo. Y luego, bueno, como supongo que vendrá Agustín, que viene varios años, seguro que tenemos lluvia. Él tiene una magia y cuando va, pues nos llueve y nos refresca, y truena…
AGC - Vamos a seguir en esta guerra contra la Realidad hablando contra las ideas que nosotros nos hacemos acerca del tiempo, acerca del mundo. ‘Nosotros’, como ya estáis acostumbrados a verlo, es una manera de evitar decir ‘los hombres’ y, lo que es peor todavía, ‘el hombre’. De manera que se trata este rato de volver sobre el mal que hacemos (a lo que sea, no hay que llamarlo mundo, ni nada) con las ideas propias y específicas de ‘nosotros’ que son normalmente también las de ‘uno’ (el ‘nosotros’ ése está ya hecho, como ‘las mayorías’ de la Democracia, de ‘unos’) y por tanto hay lugar en esto que os saco a confundir eso de ‘el hombre’, ese invento del ‘hombre’, con ‘uno’ (uno cada uno de nosotros) porque del uno y lo otro, que es lo mismo, es de donde viene el mal, digamos.
Hay que aclarar especialmente para los que no habéis seguido esto con costancia que nosotros, los hombres, en cuanto cosas y en la medida que aprendemos a reducirnos a cosas, a ser una clase de cosas como las otras, participamos desde luego como cualquier cosa, cualquier animal, cualquier astro, cualquiera incluso de los entes atómicos, participamos de la doble ley que es la condición de lo que llamamos Existencia o, lo que es lo mismo, Realidad. La ley de la Existencia es una doble ley, como recordáis, en el sentido de que por un lado las cosas, nosotros entre ellas, nos estamos continuamente deshaciendo, perdiéndonos, sin cesar en lo que no se sabe, y por el otro lado -digamos, la ley desde Arriba- estamos obligados a defendernos de eso, a defendernos de ese deshacernos y mantener el empeño en que uno es el que es, la cosa es lo que es, las cosas son lo que son, la Realidad es lo que es, etc.
Dos cosas perfectamente opuestas que vienen de sitios distintos: de lo sin fin, en lo que nos hundimos; de lo Alto, de donde viene la orden de sin embargo mantenernos siendo el que somos, siendo los que somos. Y, en cuanto cosas, si nos dejáramos ser como cosas igual que las otras, ahí estaría todo, la lucha consistiría justamente en eso, habría las posibilidades incluso de partidarios del Ser, partidarios de que uno sea el que es, y no partidarios (no partidarios: los que no se lo creen, las cosas que no acaban de creérselo y que prefieren dejarse deshacer buenamente, dejarse perder en lo que no se sabe).
A eso se reduciría todo, pero ahora, y muchas veces, tenemos que ocuparnos del mal que específicamente hacemos nosotros, los hombres, no como cosas sino precisamente con la pretensión de ser algo aparte de… aparte de las cosas, frente a las cosas, casi (por hablar a lo filósofo) como el sujeto frente a los objetos, todas esas pedanterías a las que estáis de sobra acostumbrados.
Y en cuanto hombres por tanto, de esa manera, nos hacemos ideas sobre el mundo, sobre nosotros, sobre las cosas, y de esa manera hacemos un daño específicamente humano. Hacemos directamente un daño que es un daño que en primer lugar tiene que consistir como siempre en la mentira: las ideas no pueden ser otra cosa que mentirosas puesto que en la Realidad no caben verdades (verdad no es más que la negación de las creencias, de la Fe), y pretendiendo que sabemos qué es el mundo, qué somos nosotros, adónde vamos (esto ?el fin? es de alguna manera lo primero para fundamento de todas estas falsedades), nos creemos que podemos regir las cosas. Y el daño, que es primariamente un daño de esta mentira, es un daño de la Fe específicamente humana, ése luego ya pasa a poder hacer toda clase de daños, todos vienen de ahí. Como estáis acostumbrados a saber, incluso en el plano más corriente, las armas de la guerra, las bombas nucleares y todo lo demás no son nada más que desarrollos de la mentira y de la Fe de la que se parte: no hay armas ni destrozos sin una Fe que rige los Ejércitos, que manda y que desarrolla todos esos medios tan vistosos de destrucción que a veces se nos presentan como el mal, no siendo más que la cara, la cara del mal, la cara de fuera y no otra cosa.
Es contra estas ideas específicamente humanas contra lo que quería que habláramos un rato, contra esta manera de hacer el… de hacer el mal. Hacer el mal, es decir establecer aparte de esa condición general que rige toda existencia de estarse uno y las cosas deshaciendo y al mismo tiempo tenerse que defender costantemente de ello, aparte de eso, introducir ideas o ideales que pretenden ser un saber a cómo pasan… a cómo pasan esas cosas.
Nos hacemos una idea del mundo, empezamos por llamar Mundo (que, como sabéis, es una traducción latina de cosmos, es decir ‘ordenación’, a todo esto en lo que estamos metidos. Es decir que nos cegamos desde el principio al reconocimiento de la Realidad como algo que nunca está hecho del todo, que está siempre perdiéndose en lo sin fin, y lo convertimos en un cosmos, una ordenación) y nos hacemos y hacemos mal por medio de lo que dijo Protágoras y que suele entenderse del revés “Por el medio de ser nosotros la medida de todas las cosas”, por el procedimiento de la medida, es decir que cualesquiera cosas que imaginemos, sepamos, midamos, acerca de las Realidades, de la Realidad, todo eso es con respecto a la posición central que nos otorgamos: el ser medida, el metro, de todas las cosas, lo cual no sé cómo filósofos y otras gentes han podido entender como una especie de declaración exaltatoria de la condición humana, cuando de por sí mismo declara la condena a la mentira, porque el que las cosas se conciban, se sepan, se traten, según nuestra medida, implica ya, sin más, la falsificación, porque no es verdad que nosotros seamos ni el sujeto de todo esto, ni el centro, ni nada por el estilo.
Esto es lo que desearía con vuestra ayuda tratar de seguir entendiendo un poco… un poco mejor. Como muestra de esto, un tanto superficial, me ha tocado ver el otro día una película que han fabricao con los discursos de un señor (no me acuerdo ahora bien del nombre), pero un señor que, aparte de ser más o menos ecologista, es sumamente poderoso, tan poderoso que creo que compitió con el malhadado presidente Bush en la candidatura a la Presidencia, nada menos, ¿no?, lo cual ya quiere decir… ¿Eh?
- Al Gore
AGC - Ése. Bien, él agradecerá que recordéis el nombre mejor que yo. Bueno, me tragué este rollo (me tragué este rollo, pasan esas cosas, uno no puede estar nunca siempre a la defensiva contra los Medios todo lo que debía) y entonces se trata de lo que por otros muchos Medios sabéis ya, se trata de la amenaza al Planeta, el calentamiento, el cambio climático, todo lo cual, a lo largo de dicho rollo, presentado con todos los más precisos y científicos diagramas, muestras, horrores del casquete del Polo polar abriéndose y con toda la amenaza que eso trae consigo… Bueno, ¿para qué os voy a contar?, porque aunque no hayáis visto precisamente esa película, estáis hartos de encontrar en periódicos o en televisión cosas… cosas como ésas.
Bueno, pues quiero tomarlo como ejemplo muy concreto: naturalmente todo este… todo este rollo y todas las fantasías que os presentan como científicas en los Medios están fundados en una creencia en el Futuro: en que vamos por una raya, un progreso, que puede ser optimista o puede ser fatal, pero que de todas formas está ahí, es una línea que tenemos por delante, y desde luego una confianza (una Fe, más bien) en el saber de la Ciencia, lo que ella nos dice acerca de cómo son las cosas, y incluyéndose en ello naturalmente los números, las cifras, respecto a la progresiva desolación que todo esto trae consigo. Ya sabéis cómo es la Estadística, la Estadística que es lo que manda, y sobre la cual, si hay tiempo, pienso volver dentro de un rato.
Y, claro, no puede menos de presentarse todo esto sino acompañado de eso que ellos llaman ‘positivo’, de algo positivo, de la propuesta positiva para evitar el horror, para evitar la destrucción del Planeta a que nosotros, hombres, lo estamos llevando y nos estamos llevando a nosotros con él.
Me da vergüenza hasta citar estas cosas, pero tengo que citarlas para someterlas a vuestra crítica. De manera que ¡qué se le va a hacer!
La propuesta positiva es naturalmente pues una serie de recomendaciones que están dirigidas imperiosamente, porque ¡vean Vds. lo que se nos viene encima y qué a prisa se nos viene encima! Pero son recomendaciones imperiosas respecto a evitar los productos que acarrean consigo el aumento del bióxido de carbono, a elegir (esto en un rinconcito, pero también), a elegir siempre que se pueda los medios de trasporte públicos, es decir, sacar el auto a la calle lo menos que sea posible (una recomendación prudente), desde luego afiliarse a la asociación ecológica que va a llevar adelante esta lucha de una manera costante… Bueno, muchas más cosas positivas.
Lo que entre nosotros quiero recordar es que estas propuestas, en primer lugar, no tienen sentido: no se puede arreglar dentro de la Realidad y de maneras sumisas a la Realidad, a las Leyes, a los Estados, a la Ciencia, al Dinero, no se puede arreglar nada porque esos horrores evidentemente dimanan de una cosa que es la Fe, la mentira, y sin romper con eso de alguna manera todo lo que se haga va a servir para lo mismo: para seguir progresando en la falsedad, más o menos deprisa, pero desde luego progresando sin salirse de ello.
Esto desearía que entre nosotros quedara lo bastante claro, este desengaño. Si me preguntáis “Pero, ¿no tienen razón, este señor y los ecologistas en general?, ¿no es verdad que estos horrores nos están amenazando?, ¿no es verdad que progresa la puñeta que sea, el cambio climático, o el calentamiento, o las cosas que sean? Y naturalmente tendré que deciros “Verdad desde luego no es”: nada que la Ciencia diga ?una Ciencia que está al servicio del Poder y de la Fe? puede ser verdad. Verdad desde luego no puede ser. Puede ser más o menos estadísticamente agobiante, atemorizante, pero verdad no.
Desde luego esta tierra no es un Planeta ni lo será nunca, y fijáos bien que en todas estas visiones tan bienintencionadas pero tan respetadas por el Poder, se está mirando a la tierra, como se ve en las fotos y en los diagramas, desde lejos, desde fuera. Esto os está indicando lo que os decía en general respecto al hombre sujeto de los objetos y medida de las cosas y el mal que puede hacer. Se le está tratando así: se ve el Globo entero, lo tiene Vd. ahí, en el televisor, encima de la mesa, se ven los Polos cuarteándose, se ve el aumento de la sequedad de los mares por acá, o el aumento del nivel del mar por aquel otro lao… Todo eso se ve, pero en el Globito ése, desde fuera.
Es así como estamos tratando a esta tierra nuestra, y la tierra nunca puede ser un Planeta. Eso de ser un Planeta la tierra forma parte ya de todo el tinglado de ideas contra el que hoy os estoy invitando… invitando a hablar.
Tengo que aclarar, pararme un momento para aclarar, que en alguna ocasión hemos tenido que reconocer que en el cambio de ideas (a lo largo de estos pocos 30 siglos de los que tenemos noticia clara), el cambio de ideas parece haber sido en cierto modo liberador del ‘hombre medida de todas las cosas’, ‘descentrador’, porque evidentemente una cosa es que las ideas dominantes pasen de concebir esta casa nuestra, la tierra, como centro inmóvil, fijo, alrededor del cual todos los cielos y las estrellas giran, a que se pase a reconocer después que esta tierra nuestra no está tan en el centro, que daba vueltas alrededor del sol en vez de al revés, como antes se creía, y que, no contentos con eso, después se pase al cambio que consiste en reconocer que el Sistema Solar mismo no es más que un caso en una serie innumerable de formaciones que son parte de las Galaxias, que ahí las tenéis ¿eh?, gracias a los grandes telescopios, reflejadas en el televisor, ahí están las Galaxias también, en una de las cuales nuestro Sistema Solar, el pobre, está también haciendo lo que le corresponde…
Bueno, efectivamente, así, de primeras, este descentramiento podía servir para quitarnos del medio, ayudar a quitarnos de en medio, romper con la Fe. ‘Quitarnos del medio’ que quiere decir ‘quitar de en medio al hombre y quitarse del medio uno’, porque (lo dije al principio) hay razón para decir las dos cosas juntas y confundidas “el hombre y uno mismo”, el hombre genérico y uno mismo.
Pues sí, aparentemente serían descentradoras, nos habrían dotado de una cierta humildad, por así decir, que nos hiciera ver las cosas de otra manera que no fuera tan dependiente de nosotros. Bueno, no tengo que deciros que no ha pasado nada de esto, que seguimos estando tan en el centro como antes de todos estos progresos de las ideas. Seguimos estando tan en el centro y considerando todas las cosas como algo que es objeto de nuestro saber y que por tanto gira de alguna manera alrededor de nosotros, piénsese en lo que se piense de los Planetas.
De manera que eso de la amenaza de la tierra, de los ecologistas y demás, no ha contribuido para nada para quitarnos del medio, para quitarnos a la Fe, y ahí está… ahí está por tanto la raíz de la mentira y el sentido en que os digo que todas esas especulaciones, amenazas y demás que los ecologistas bienquistos de los Estados, del Poder, todas ésas no pueden ser verdad nunca. No pueden ser verdad nunca y por tanto en cuanto a las medidas prácticas, como todo eso de lo práctico depende de la Fe o de la falta de Fe, pues nada que hacer: no hay manera de que esas medidas prácticas para evitar los desastres, en cuanto que son propuestas que se atienen a las ideas recibidas, a la Ciencia, que al Poder no le molestan ni al Dinero tampoco, no les molestan de verdad, todas esas propuestas no pueden dar nunca de sí más que el cambio para seguir lo mismo. El cambio para seguir lo mismo, y efectivamente que las formas de desastre cambien más o menos ligeramente pero para seguir lo mismo.
Esto era lo que me importaba sobre todo ¿no?, el reconocimiento de esto. Lo mismo que las medidas prácticas que se pretendan hacer realistamente no pueden hacer nada para parar el supuesto desastre que nos amenaza, lo mismo que en Política de la calle cualquier propuesta revolucionaria, incluso anárquica, pero que se atenga a la Realidad para destruir esto con el fin de costruir otra cosa, está condenada a lo mismo, está condenada a quedar asimilada por el Poder y por el Dinero y no hacer más que contribuir al cambio para seguir igual.
Y en cuanto al saber, que es en cierto modo lo primero, lo mismo: cualquier forma de saber que trata de explicar el mundo, de explicar las leyes que rigen el movimiento de las cosas ‘dentro de’ las ideas recibidas, está claro que nunca puede llegar a ningún descubrimiento de la mentira; nunca puede llegar a ninguna destrucción eficaz de la Fe… de la Fe reinante.
Supongo que esto de el ‘dentro’ y ‘fuera’ se entiende bien: a las cosas, a las otras, no se les habría ocurrido nunca colocarse fuera para verse a sí mismas y al resto y descubrir las relaciones que las rigen; el vicio es aquí, específicamente humano, y es en ese sentido en el que… en el que lo estoy sacando, espero que sin confusión.
Hay a este propósito que entrar en las ideas o mentiras fundamentales respecto a eso del tiempo, porque, como tantas veces hemos dicho, el tiempo es lo primario de esto de la Realidad: el Tiempo real es el fundamento de toda la falsedad de las verdades que acerca del mundo… que acerca del mundo se digan. Este Tiempo real está dividido en los dos sectores consabidos, futuro/pasado, que son de alguna manera, por más opuestos en la dirección de la flecha que se quiera, son del mismo orden de cosas, son tiempo, y eso es lo que hace el fundamento de toda esta mentira, de todo este tinglado.
Bueno, una vez más aquí me parece que vamos a tener ocasión de utilizar las especulaciones de los físicos para este propósito, porque hemos tenido la suerte de que Caramés una vez más, con el tino acostumbrado, dio con un… dio con un artículo de un señor Bernstein (B-e-r-n-s-t-e-i-n), un señor Bernstein, un artículo llamado A quantum past, es decir “un pasado cuántico”, “un pasado en cuantos”, “un pasado cuántico”. Y el artículo está dedicado a tratar de descubrir la manera en que debe entenderse algo que ya hace unos años otro señor, Dyson, (D-y-s-o-n) en el 2004 había propuesto en el sentido de este problema de que nuestra manera más avanzada de penetrar en la Realidad, la Mecánica Cuántica, es incapaz de dar cuenta o razón de lo pasado.
Esto es una cosa que los propios físicos, los propios cuánticos, debieron tardar algún tiempo en darse cuenta, pero que estaba bastante a la mano, y espero que me arregle para haceros entender lo que yo he podido entender de esta especulación:
Desde luego, como sabéis, la Mecánica Cuántica es la forma más avanzada de nuestro conocimiento de la Realidad precisamente con la condición de que aquello de lo que se ocupa son generalmente p r e d i c c i o n e s. Predicciones: predicciones respecto al resultado de tal o cual experimento, predicciones respecto a la ruta que el electrón va a seguir desde el momento de la observación, por ejemplo, por decirlo así, un poco a lo basto.
Está claro que el lenguaje de estas predicciones no puede ser otra cosa que el cálculo de probabilidades, no hay otro. No hay otro idioma de entre los que los científicos habían desarrollado que pueda compararse.
Aquí, para la tertulia, cálculo de probabilidades quiere decir conversión de las posibilidades sin fin que se abren en lo que no ha pasado en probabilidades que sí están contadas y que por tanto se prestan al cálculo. Y en esto consiste la Cuántica. Esto el propio señor Bernstein lo recuerda… lo recuerda de alguna manera por si hacía falta.
Un cálculo de probabilidades es por otra parte una ratificación de la realidad de lo que no ha pasado: el futuro. El Régimen que nosotros, los humanos, no podemos decir ‘vivimos’, pero ‘existimos’, es justamente el Régimen del Futuro. Y aclaran los físicos que esto es la Mecánica Cuántica, al menos la Mecánica Cuántica considerada con una cosita que les ha gustado mucho que sacó John Bell y que repiten una y otra vez, For all practical purposes , (FAPP). El FAPP que lo sacan a la menor.
Hay que entender que For all practical purposes, es decir ‘Para todo propósito práctico’ se diría que se refiere a las aplicaciones de la Mecánica Cuántica (que son de un éxito fabuloso, estamos existiendo en medio y gracias a las aplicaciones de estos cálculos cuánticos, en todos los últimos chismes de que disponemos ¿no?), pero quiere decir algo más, quiere decir ‘Para todo propósito práctico de la propia teoría’, es decir, desentendiéndose de cualquier otra forma de descubrimiento que podría amenazar justamente el fundamento mismo de la teoría.
Y ése es el idioma de la Mecánica Cuántica: cálculo de probabilidades. Y ahora ya podéis entender sin más que un cálculo de probabilidades solamente tiene aplicación a lo Futuro, es decir a lo que no hay, a lo que no está, que es justamente para lo que se aplica. De manera que era bastante lógico que cuando se echara la vista atrás, por así decir, y se tratara de explicar, describir lo pasado, el procedimiento no pudiera servir, no tiene sentido una Cuántica de lo pasado porque el idioma de probabilidades no tiene aplicación, no tiene aplicación ahí. Eso el físico se lo deja, pues a la Historia, a otras formas de saber inferiores a las que se les reconoce naturalmente su derecho a existir ¿eh?, y a dar cuenta de lo pasado y todo ello, pero que no es la Ciencia en su forma más avanzada.
Bueno, pues así, en esta discusión encuentran las intervenciones éstas de Bernstein y de Dyson que os estoy citando. La actitud ha sido divergente, no siempre ha sido así: por ejemplo, leo en el propio artículo de Bernstein que Einstein mismo, en sus últimos años, con los colaboradores que tenía entonces (creo, Tolman y Podolsky) sacaron un artículo en que más bien se razonaba en el sentido de que el principio de incertidumbre (es decir la interdependencia de posición y de ímpetu de la partícula que, como sabéis, hace que no puedan al mismo tiempo considerarse una y la otra) era aplicable a lo pasado también como a lo futuro, porque en cierto modo también el pasado sería incierto. Es un reconocimiento velado de que tampoco se sabe lo que ha pasado.
Nuestra soberbia fundamental es que sabemos lo que va a pasar, es el Régimen del Futuro, pero un golpe de humildad contra ella, el más profundo, es eso, es el reconocimiento de que tampoco sabemos lo que ha pasado. Y parece que el artículo de Einstein y sus colaboradores iba más bien… más bien en ese sentido. Desde luego los posteriores y Bernstein mismo rechazan esto y hacen ver que efectivamente no puede admitirse. No puede admitirse nada parecido al juego con electrones, por ejemplo, que hace que la trayectoria previsible pueda ser problemática y compleja dependiendo justamente de la aplicación del principio de incertidumbre. Ya recordáis todo el juego de la caja con las dos hendiduras y un electrón o dos electrones, y así. Eso no puede aplicarse hacia atrás, nada de eso puede aplicarse hacia atrás, y por tanto no tiene sentido.
No sé cómo hablaba el artículo que [] Dyson, que no hemos leído, pero desde luego el de Bernstein termina más bien con una cierta ambigüedad, con cierta ambigüedad: la declaración de la desolación (es una cita de no sé quién), la desolación de que “las cosas no son como eran” (añorando una forma de Ciencia más que otra cosa). ‘Las cosas no son lo que eran’, que en realidad, mirándolo bien, lo que quiere decir ‘las cosas no eran lo que nosotros creíamos que eran’, que es una forma mucho más honrada de decirlo, y que desde luego hace intervenir, como se debe, la Fe y la falsificación en todo eso.
Bueno, esto, como veis, es, como otras veces, una ayuda, es decir nos ayuda en esta guerra contra la Fe el descubrimiento de que incluso algunos de los estudiosos más avanzados de la Física son capaces al menos de poner al descubierto el problema, luego ya, tratar de solucionarlo, pero lo importante: dejarlo al descubierto, y eso es de lo que aquí podemos aprovecharnos.
Nuestro mal (con esto os voy a dejar ya pasar la palabra), el mal que hacemos [] consiste justo justamente en que queremos llevarnos a las cosas con nosotros, seguimos siendo el centro. Nuestro mal es la fijación. Queremos retenerlas según nuestra medida, retenerlas como nuestras que son, y hacer que sigan siendo lo que son ni puedan librarse de ello. La táctica contraria es la de la tertulia: dejarse ir con las cosas, pase lo que pase. Dejarse ir con las cosas, reconocerse como parte de ello. Y supongo que, sin entrar mucho en las consecuencias políticas de esto, por lo menos en la formulación general está claro, lo que en todos los varios casos que os he recordado se produce es eso que llamo ‘la fijación’, o ‘la obsesión’, ‘la idea fija’, que es la forma de locura que caracteriza a esta desgraciada especie de cosas que somos los hombres: la obsesión, la idea fija, la fijación, es decir el tratar de encerrar en nuestras ideas, en nuestro saber, cualesquiera otras cosas que haya. Así no hay manera ni de liberación, ni de descreimiento, ni de desencanto de todo eso. Cabe siempre la otra actitud: que es la de renunciar, dejarse ir con las cosas, como las cosas van, no sabemos adónde.
Y, bueno, con este asomo de recuerdo de las dos tácticas posibles y contradictorias os dejo ya pasar la voz, palabras. De manera que respecto a cualquiera de los asuntos que he ido sacando, pues, venga, venga ya.
- Yo empezaría como []: que yo, me parece todo un déjà vu, pero mentira, claro que es, pero mentira necesaria, como decía antes, y mentira indispensable…
AGC - ¿Cómo?
- Indispensable. Decir, que duda cabe, cuando antes se ha convocado para una sardinaza, estamos hablando de ese mundo, digamos, de cosas: sardinas, personas cosificadas que van a asistir allí o no van a asistir, y eso es inevitable y es una mentira de la cual no podemos ni yo creo que debemos librarnos por ambas… porque ella… con esa mentira hablamos, con esa mentira funcionamos de alguna manera. Luego está como… como técnica un poco, no ya de… no ya de huir de la mentira, pero por lo menos un poco librarse un poco de la garra continua, es un poco no confundir, como tú dices muy bien, lo de esos que están ahí, esas cosas que a veces son hombres, con esto (se golpea el pecho), y esto es otra cosa.
AGC - No: “esto” no lo empieces a explicar porque lo vas a estropear un poco. Está… yo creo que prefiero quedarme con tu objeción primaria, que en definitiva viene a reducirse…
- Pues luego sigo.
AGC - …viene a reducirse a lo de los físicos, a lo de For all practical puposes. Eso de “necesario” que dices, quiere decir eso ‘para todo propósito práctico’.
- La vida cotidiana.
AGC - Sí. Efectivamente hay que añadir eso porque si no queda []. Sí, sí: para todo propósito práctico es necesario (es la ley, la doble ley que mencioné al principio, y que afecta a toda cosa y a nosotros), es necesario admitir, creer, con una Fe más o menos firme, pero por lo menos admitir para algún propósito práctico en los cuales estarán incluidas las investigaciones científicas, incluir la admisión de alguna creencia de alguna verdad. Eso no es hablar, eso es tener ideas, creer; no hay que confundirlo. Hablar… hablar es algo mucho más suelto que todo eso. Pero son necesarias la admisión de las ideas, la creencia en un Futuro, y la verdad es que esas verdades, mientras son para todo propósito práctico, no implicarían ni mucha Fe ni harían mucho mal. Por ejemplo, cuando alguien anuncia la sardinada de la noche de San Juan, bueno, evidentemente, que ni podría proponerse a preguntar ¿qué coños es la noche de San Juan?, ¿qué es una sardinada?, y ¿cómo se va a hacer y…? Es como cualquier otro trance de la vida práctica en que nos encontramos. Eso no es más que para ir tirando y estamos condenados a ello, ya lo dije al principio, cualquier cosa, la doble ley. La verdad es lo que no sabemos, nos estamos deshaciendo continuamente. Por otra parte es ley que nos creamos que sí sabemos, y que uno es el que es, y el que va a ser mañana, y todo lo demás. Ésa es la necesidad que desde luego no tiene nada de absoluta, porque para reconocerla como absoluta sería preciso reconocer lo que hemos descubierto que es falso: que la Realidad es todo lo que hay. La liberación está en ese simple reconocimiento: la Realidad no es todo lo que hay. De manera que para el mantenimiento de la Realidad, por supuesto, es preciso la Fe, y es preciso la comisión de mentiras. Para el descubrimiento de las mentiras no hace falta ninguna Fe. No olvidéis que aquí ‘mentiras’ no se dicen nunca de las cosas en sí, se dice de las verdades que se creen acerca de las cosas. Para el descubrimiento de que no era verdad, desde luego esa admisión, esa Fe, no sólo no es necesaria sino que es un estorbo primario.
- Sí, yo. Yo. Lo que más choca de la propuesta de Al Gore es precisamente la enorme acogida que ha tenido por parte de gente bienintencionada ¿no?, cuando nada más verlo así, cinco minutos, es que se cae por su propio peso, porque es ese tipo de trampa, de trampa supraestructural, que es imposible que te la pueda seguir manteniendo cinco minutos. Pero sin embargo cómo eso ha calado precisamente en gente ecologista, en gente muy bien intencionada, porque lo primero que uno dice ¿cómo puede ser compatible el hecho de una Administración de muerte, como es la Política misma, con un proceso de reformismo de eso que de entrada te está al mismo tiempo que te propone que los coches no pueden correr a más de 90 por hora por las carreteras porque producen [humo], aparte de las muertes, un proceso de contaminación enorme, al mismo tiempo en un aconchabamiento casi natural, como las lechugas, con el Capital, pues permite que los coches y la publicidad de los coches esté como fundamentada precisamente en la velocidad. Es un caso así…
AGC - En la velocidad. Pues lo que…
- …Como el Estado pone en las carreteras “prohibido y tal”, cobra sus multas… Es decir, es una trampa que se come a sí misma, que no tiene sentido.
AGC ? Eso.
- Bueno, y eso es un ejemplo.
AGC - No, no. Perdona, luego, si quieres, sigues hablando. Es importante. Ya el otro día… el otro día decía ya esto, lo que Isabel recuerda, que es el volumen, la cantidad, de población humana que toma todo eso. Tened en cuenta que el éxito, aunque sea muy tremendo y avasallador, como ella dice, es de alguna manera lógica: la mayoría es la mayoría, y la mayoría está con el Poder, y la mayoría es uno. Y cualquier cosa que le hable del miedo y que le configure el miedo en cifras, en casquetes polares, en lo que sea, va a tener un éxito mayoritario. Eso es lo tremendo. Conviene recordarlo. Pero recordad que está en la lógica de la costitución mayoritaria de nuestro Régimen.
- ¿Puedo continuar? Sí, ¿continúo? Con permiso.
AGC - Adelante, otra vez.
- Gracias. Pues lo peor de todas estas cosas, que son como cuando a uno se le caen las escamas de los ojos, que algún político le da por sacar un poco los pies del tiesto, lo peor y lo más llamativo es que viene acompañado porque a ese ser, en su vida privada, le ha pasado una tragedia, por ejemplo: al niño le pilla un coche a los 3 años (como la otra película que vimos después), o la hermana muere de cáncer por fumar tabaco, y entonces, de repente, mezclan con una especie de reality show que tiene que ver con la casuística especial de un hecho azaroso cien por cien, pero que lo llevan al hecho, cómo de repente aquello les hace abrir los ojos.
AGC - Bueno, sí.
- Esto es muy importante.
AGC - Sí, sí: es el miedo que he dicho.
- …muy importante para el convencimiento de la población.
AGC - Efectivamente, eso, no olvidéis que las mayorías están hechas de unos. Esto es lo que se olvida con frecuencia. Y lo que he dicho respecto al éxito, al éxito del miedo por todo lo alto, naturalmente se alimenta de esa connivencia entre mayoría y uno, que hace que lo que amenaza a mi hijo sea la amenaza del Globo, y si a uno se le hace coincidir el miedo personal con el miedo global, pues el éxito está asegurado. El éxito está asegurado. Bueno, más por ahí, por favor.
- No, no, pero escucha, Agustín. ¿Qué más lógico, un razonamiento que diga “Si a mi hijo con tres años le mata un coche”, pues “¡Me cago en Dios!: los coches se terminaron?”. Que no decir “No: los coches no pueden ir a esas velocidades”. Ése es el problema.
AGC - Bueno, dejémoslo, dejémoslo.
- Ése es el problema. Que en vez de la blasfemia que se puede producir, un ¡Me cago en Dios!, con esto que un ser que pasa la calle es invadido por un artefacto, ahí, por las buenas, y desaparece esa criatura, que eso a un político le haga convencer a la población de que lo que tienen que hacer los coches es “ir un poquito más despacio”.
AGC - Ya, desde luego, lógico sería lo que dice Isabel. Para eso vienes la tertulia ¿verdad?…
- No, no. No vengo a la tertulia para eso…
AGC - …para que ese “¡Me cago en Dios!”… Para que cualquier atropello se convierta en un “¡Me cago en Dios!”, para eso vienes a la tertulia. Bueno, en cambio…
- …A la tertulia vengo para otras cosas, sobre todo a pasar un calorazo impresionante.
AGC - …lógico, en el sentido de connatural con el Poder, es lo otro, es decir, cualquier mejora o prevención del mal que se prevenga tiene que ser realista, dentro de la Realidad. Lo otro es tal vez lógico, en el sentido de la razón común. Cualquier atropello se traduce en un “¡Me cago en Dios!”, que es lo que dice el pueblo. Adelante.
- Cómo la gente se conforma y se disculpa diciendo “Yo por lo menos hago lo que puedo: reciclo, me hago con cinco mil bolsas, cada uno en su…”
- Éste recicla, tiene 3 bolsas de 3 colores, Agustín.
AGC - Este hombre naturalmente en las recomendaciones que nos daba en la pantalla sacaba, entre otras cosas, ese procedimiento salvador: reciclar. Reciclar…
- [] “Yo hago lo que puedo”.
AGC - ¡Estamos haciendo algo!, ¿eh? Uno, como ciudadano, está ya siendo responsable, haciendo algo. Eso es lo que al Poder le gusta. De esos ciudadanos está hecha nuestra mayoría y nuestro mundo. ¿Qué más sobre cualquiera de las cuestiones? Sí.
- Sobre eso de que el Tiempo es lo primero, la relación entre el Tiempo y el espacio… el que ¿el Tiempo real es espacial de alguna manera?
AGC - Sí.
- Entonces, ¿se puede decir que el espacio está hecho a imagen y semejanza del Tiempo real?
AGC - No, no. Eso no sería exacto. Hay efectivamente que decir que el Tiempo es espacial y el espacio es espacial, en el sentido de que los dos son ideales, imposiciones del ideal, de un mismo ideal. No haríamos bien tal vez en derivar lo uno de lo otro: espacialidad quiere decir la idealidad, por eso es. El Tiempo es primariamente Futuro, es decir: ese sitio donde no pasa nada. Ni pasa ni ha pasado. Es decir, que está entregado completamente al ideal, y eso es lo que nos rige en la existencia de cada día: el cambiazo de las posibilidades de vivir por Futuro: ganarse un porvenir, hacerse un porvenir, que es lo que al Poder le gusta. Pero más por ahí.
- Yo antes, Agustín, me dejé en el tintero, o donde sea, que el hombre es la medida de todas las cosas porque el hombre hace las cosas al nombrarlas. Es decir, el hombre como creador del mundo mediante la lengua, por supuesto que es el centro. Es el centro porque el mundo lo hace él. De modo que por supuesto.
AGC - Bueno, es el idioma humano el que pone, en nuestro sentido, nombre. Efectivamente la Realidad (lo hemos dicho muchas veces) es lo mismo que el vocabulario de significados (no otro), el vocabulario de palabras de significado de un idioma u otro. Una descripción que ya implica que no hay ninguna Realidad común, que todas las Realidades son idiomáticas, y que cuando hablamos de la costitución de la Realidad tenemos que estar recordando siempre que esa Realidad no consiste más que en Realidades esencialmente babélicas, no hay una Realidad que no sea la de una tribu determinada. De manera que ahí no sólo es el hombre en general, sino también eso, sus costituyentes en particiones, en tribus, las que istituyen la Realidad. Pero lo esencial es el mal que he dicho: que sigamos siendo aparte de las cosas. Las cosas hablan, las cosas tienen su idioma, las cosas están sujetas a la contradicción que he dicho: tienen su razón. Pero, amigo, para nosotros ‘lengua’ es la nuestra, del hombre en general, y luego ¿eh?, la nacional, de uno, y, si es preciso, la jerga propia que le toca ¿no? Ésa es la forma del mal específico que he dicho, sí.
- Pero un poco lo que dice Javier es que efectivamente un niño a poco de aprender el lenguaje inmediatamente empieza a hacer los dibujos animistas, a poner una cara al sol, a una casa, enseguida humaniza aquello que pinta. Y entonces esto es mostruoso, porque…
AGC - “Humaniza” ¿por qué?
- Sí, luego viene Walt Disney y ya lo arregla del todo.
AGC - ¡Ay!, por favor: déjalo, déjalo. Bueno, sí…
- Pues no: es un problema.
AGC - Sí, sí, es el idioma. El idioma, él sabe lo que es ‘casa’…
- …Pues continúa desarrollándolo.
AGC - ‘Casa’ es un significado, ‘sol’ también es un significado. ¿Qué más por ahí?
- Es que hay una cosa que no entiendo muy bien del todo porque si nos dejáramos ir con las cosas no hablaríamos de ellas.
AGC - Yo he dicho que las cosas hablan, acabo de decirlo.
- ¿Cómo?
AGC - Que he dicho que las cosas hablan, cada cual a su manera.
- Ya, pero que no hablaríamos, por ejemplo, de la Realidad.
AGC - Nosotros seguiríamos hablando a nuestra manera, como los caracoles hablarían el idioma de caracol, y como los planetas hablarían un idioma de planetas. No hay por qué preocuparse de semejante perspectiva. No pasa nada ¿no? Lo único que habríamos perdido sería la Fe en que “‘lengua’ es la nuestra, que es la que Dios manda”. Por supuesto, seguiríamos participando de la misma guerra que las cosas, una guerra que es un lenguaje.
- Pero yo me refería, por ejemplo, para atacar la Realidad, por ejemplo como aquí, en la tertulia.
AGC - Nosotros, hoy, por ejemplo, estamos atacando directamente a la forma de mal que hace el hombre, sí. Eso se hace aquí, en la Realidad, en medio de una Realidad humana, en Madrid, aquí, porque no podemos salirnos a otro sitio para hacerlo. Eso está dado: las condiciones… las condiciones para atacar a la Realidad las da la Realidad misma, no podemos andarlas buscando por ahí, en un observatorio de fuera.
- ¿Puedes vivir de esa forma?
AGC - ¿“Puedes”?
- Vivir pensando… A mí me encanta [] desde hace un montón de años…
AGC - ¿Dejando de creer?
- …pero no sé si se puede vivir de esa forma en la vida cotidiana.
AGC - Lo que no se puede es ‘existir’, eso es seguro. Si dejas de creer, no existes. Eso es seguro. Lo de vivir…
- [] Me encantaría practicar…
AGC - …Lo de vivir es una cosa tan vaga… como se puede vivir hasta estando muerto, deshaciéndose, es una manera de vivir, pero existir, desde luego no: existir, ser el que eres, si dejas de creer, no. Para la Existencia esa Fe es necesaria. Vivir no se sabe lo que es, nos lo cambian por existir.
- Sobrevivir.
AGC - Subsistir, existir, sobrevivir. Adelante.
- Parece que definir la Realidad produce miedo ¿no?: cuanto más se define la Realidad, más miedo produce, o más miedo nos produce. ¿Podría decirse…?
AGC - A ver ¿en qué estás pensando? “Definir”, ¿cómo?
- Definir, quiero decir, cuanto más ves “¡Uy!, lo que va a pasar…”, “Esto es horrible”, no sé qué… Entonces tienes miedo. Entonces si no definieras… ¿Lo contrario sería ‘a menos miedo, más verdad’?, o sea, ¿a más Realidad, más miedo; y a menos miedo, más verdad?
AGC - Sí. Digamos más modestamente ‘menos mentira’. Bueno, y por otra parte, la cuestión del miedo, creo que ya recuerdas que aquí ha salido varias veces y hemos visto cómo estamos sujetos a dos miedos contradictorios. Uno es el has dicho muy bien: cuanto más se sabe lo que va a pasar, más miedo (ese miedo que he dicho que lleva… que lleva a ver las producciones de los ecologistas poderosos). Luego está el miedo de perderse, el miedo de dejarse deshacer, que ése no tiene nada que ver, que ése es un miedo que tiene justamente el alma de uno, el que tiene que ser el que es. A ése desde luego le da miedo perderse. Pero luego está el miedo que nos importa, que ése es el que se gana así: cuanto más se sabe lo que va a pasar, en cuanto más Futuro seguro, más tremendo miedo, que sin embargo atrae a las mayorías para que les digan cómo librarse de que venga eso, de que venga la destrucción, que venga el coco: sin salirse de la Realidad, sin salirse de las leyes.
- ¿No es cierto que cada cual busca su propia Realidad?
AGC - ¿Perdón?
- ¿No es cierto que cada cual busca su propia Realidad?
AGC - Sí, por desgracia, no solo: cada idioma de cada nación, de cada tribu, tiene su Realidad; luego, encima, cada cual tiene también su jerga y es también de alguna manera su idioma, y esas Realidades diferentes son las que hacen la Realidad sin más. Lo he estao recordando. Todas igual de malas.
- Eso, sí.
AGC - Todas igual de malas: la del idioma nacional, la del idioma de uno, la del idioma humano. Todas igual de malas, cada una en su sitio.
- Cuando se pregona por parte de los que preconizan el gobierno de las cosas, siempre con la frase famosa y clásica ya, de homo, homini lupus, el argumento éste, que ‘el lobo es hombre para el lobo’ si no hay Gobierno, si se le deja [], eso estaría basado más bien en un miedo de lo conocido, porque lo otro no se sabe, el no-gobierno, como no se ha dado, pues no habría cómo…
AGC - Sí, hija, sí. Eso ya lo hemos usao muchas veces. Efectivamente la idea del caos y del homo, homini lupus, son las ideas de ellos, son las ideas del Poder. Es decir: a uno de perderse no le daría miedo, porque ni sabe qué es caos ni ninguna cosa [por el estilo], pero al Poder le interesa que se sepa. Le interesa que se sepa y ellos sí saben que lo que vendrá si desaparecen todos los Gobiernos es caos, o eso, lo de Hobbes, el hombre comiéndose al otro hombre ¿eh?, como los lobos, que no lo hacen, vamos… que no lo…
- No, ella lo ha dicho muy bien ¿eh? En realidad el hombre ?ha dicho? que es hombre para el lobo, porque acaba con él.
AGC - Ah, se ha equivocao.
- O sea, que lo ha producido casi mejor.
AGC - Lo ha dicho porque… lo ha dicho sobre todo por eso, porque tampoco es verdad que los lobos se coman a los lobos. ¿Qué más por ahí?
- Que lo del caos se sabe lo que es, porque la coplilla ésa que cantan los niños chiquitillos que dicen “Baila, niña, baila, y que se vea el caos bajo tus faldas”. Cuando dicen la palabra ‘caos’ sueltan una sonrisa…
AGC - Déjalo.
- …que ellos sabrán lo que quieren decir… Cuando tienen tres añitos o cuatro.
AGC - No. [] les han metido ahí un palabro de la lengua culta…
- No, no. Tú le dices eso, pero precisamente le das…
AGC - …de la lengua culta, que a un niño de la escuela sano le es completamente…
- …le das un palabro. Sí, señor, le das un palabro, pero los niños se ríen muchísimo por el palabro, luego a ver por qué.
AGC - …completamente extraño. Porque le has metido un palabro. Le has metido un palabro que no saben qué es.
- Sí, claro, pero ¿por qué se ríen en vez de asustarse?
AGC - Lo mismo podía ser el ‘coño’.
- Claro.
AGC - Lo mismo podía ser que es el coño lo que has querido decir. ¡Qué cosas hacéis con los niños de las escuelas!, por favor. Un poco… un poco de cuidao.
- No. No, no: dice “que se vea el caos bajo tus faldas”. No, no, eso está muy bien porque así tienen una idea de lo que puede ser el caos.
AGC - Un poco de cuidao. Efectivamente, es una creación del Poder, el caos, siempre lo ha sido y está ahí, y es como la culminación de esa Fe en el Futuro sobre la cual toda la mentira y la Realidad está fundada. ¿Qué más?
- De las posibilidades que efectivamente se realizan, si se realizan y pasan a probabilidades, cuando ponemos ahí la cuestión en el combate en contra del Estado y el Poder, de las Istituciones, cualesquiera de ellas que andan, parece como si esa lógica nos estuviera reprimiendo en alguna manera por aquello de decir “¡Bah!, si se realiza”. Pero es que el ataque no se sabe nunca adónde puede llegar, es decir, si se inicia una revuelta, pues, en fin, lo más desordenada posible, ahí unas cosas se realizarán y otras, pues quedarán como un rescoldo…
AGC - Bueno…
- …Es que parece que da la sensación como si el intentar el combate, que debiera de ser permanente, no se hiciera por aquello de que “Total, se va a cosificar”. Habrá algún algo de eso que se cosifique, y habrá otras cosas que quedarán en un rescoldo… ¿no?, no sé.
AGC - Bueno, eso conviene aclarar una vez y otra: saber, nosotros no sabemos de futuro ninguno, sabe el Poder. Y cualquier guerra contra la mentira no tiene detrás una verdad. Cualquier guerra no tiene un Futuro: no lo hay, es una cosa que se hace. De forma que lo que condena a cualquier movimiento de rebeldía, de rebelión, es justamente que imitan las tácticas del Poder, vuelve a saber también qué Futuro tiene, adónde se dirige. Eso es evidente. Bueno, yo me estoy hartando un poco de sudar, pero vamos a ver si queda alguna voz.
- No sé, a mí a veces me da por pensar, o siento que se podrían contemplar esas cosas de los humanos, como el saber, el Futuro, que tanto atacamos, casi como… como un nido que hace un pájaro ¿no? O sea que los pájaros hacen los nidos y nosotros hacemos esto ¿no?, y sin embargo en la raíz de este ataque político, de ese asco a la mentira, está el no contemplar con la misma ternura que contemplamos el nido del pájaro, esas cosas nuestras. Y me parece que hasta cierto punto es contradictorio porque parece hacer un caso especial de lo nuestro también.
AGC - Pero el primero. Especial, primero, único… el mal está en eso, efectivamente. Incapaces de dejarnos llevar como cosas entre las cosas. Caso en el cual, efectivamente, en todo esto de nuestra Ciencia y nuestro habla, se sentiría igual que la fabricación de los nidos de un pájaro, más o menos ¿no?, y la destrucción de sus nidos.
- Sí, pero es verdad que nos ponemos un pelín paranoicos ¿eh?, todo el rato.
AGC - Bueno, pues nada, si no pasa nada, si el Poder no acaba deshaciéndonos antes de tiempo, pues dentro de siete días seguiremos dando vueltas a este asunto.
- El 23 ¿en qué cae?
G - 23, en martes, es decir, al otro día tenemos la tertulia. La hoguera la solemos encender a las 11.
- Y luego suele haber una tormenta tremenda.
G - Vino, sardinas, de todo. Y luego, bueno, como supongo que vendrá Agustín, que viene varios años, seguro que tenemos lluvia. Él tiene una magia y cuando va, pues nos llueve y nos refresca, y truena…
AGC - Vamos a seguir en esta guerra contra la Realidad hablando contra las ideas que nosotros nos hacemos acerca del tiempo, acerca del mundo. ‘Nosotros’, como ya estáis acostumbrados a verlo, es una manera de evitar decir ‘los hombres’ y, lo que es peor todavía, ‘el hombre’. De manera que se trata este rato de volver sobre el mal que hacemos (a lo que sea, no hay que llamarlo mundo, ni nada) con las ideas propias y específicas de ‘nosotros’ que son normalmente también las de ‘uno’ (el ‘nosotros’ ése está ya hecho, como ‘las mayorías’ de la Democracia, de ‘unos’) y por tanto hay lugar en esto que os saco a confundir eso de ‘el hombre’, ese invento del ‘hombre’, con ‘uno’ (uno cada uno de nosotros) porque del uno y lo otro, que es lo mismo, es de donde viene el mal, digamos.
Hay que aclarar especialmente para los que no habéis seguido esto con costancia que nosotros, los hombres, en cuanto cosas y en la medida que aprendemos a reducirnos a cosas, a ser una clase de cosas como las otras, participamos desde luego como cualquier cosa, cualquier animal, cualquier astro, cualquiera incluso de los entes atómicos, participamos de la doble ley que es la condición de lo que llamamos Existencia o, lo que es lo mismo, Realidad. La ley de la Existencia es una doble ley, como recordáis, en el sentido de que por un lado las cosas, nosotros entre ellas, nos estamos continuamente deshaciendo, perdiéndonos, sin cesar en lo que no se sabe, y por el otro lado -digamos, la ley desde Arriba- estamos obligados a defendernos de eso, a defendernos de ese deshacernos y mantener el empeño en que uno es el que es, la cosa es lo que es, las cosas son lo que son, la Realidad es lo que es, etc.
Dos cosas perfectamente opuestas que vienen de sitios distintos: de lo sin fin, en lo que nos hundimos; de lo Alto, de donde viene la orden de sin embargo mantenernos siendo el que somos, siendo los que somos. Y, en cuanto cosas, si nos dejáramos ser como cosas igual que las otras, ahí estaría todo, la lucha consistiría justamente en eso, habría las posibilidades incluso de partidarios del Ser, partidarios de que uno sea el que es, y no partidarios (no partidarios: los que no se lo creen, las cosas que no acaban de creérselo y que prefieren dejarse deshacer buenamente, dejarse perder en lo que no se sabe).
A eso se reduciría todo, pero ahora, y muchas veces, tenemos que ocuparnos del mal que específicamente hacemos nosotros, los hombres, no como cosas sino precisamente con la pretensión de ser algo aparte de… aparte de las cosas, frente a las cosas, casi (por hablar a lo filósofo) como el sujeto frente a los objetos, todas esas pedanterías a las que estáis de sobra acostumbrados.
Y en cuanto hombres por tanto, de esa manera, nos hacemos ideas sobre el mundo, sobre nosotros, sobre las cosas, y de esa manera hacemos un daño específicamente humano. Hacemos directamente un daño que es un daño que en primer lugar tiene que consistir como siempre en la mentira: las ideas no pueden ser otra cosa que mentirosas puesto que en la Realidad no caben verdades (verdad no es más que la negación de las creencias, de la Fe), y pretendiendo que sabemos qué es el mundo, qué somos nosotros, adónde vamos (esto ?el fin? es de alguna manera lo primero para fundamento de todas estas falsedades), nos creemos que podemos regir las cosas. Y el daño, que es primariamente un daño de esta mentira, es un daño de la Fe específicamente humana, ése luego ya pasa a poder hacer toda clase de daños, todos vienen de ahí. Como estáis acostumbrados a saber, incluso en el plano más corriente, las armas de la guerra, las bombas nucleares y todo lo demás no son nada más que desarrollos de la mentira y de la Fe de la que se parte: no hay armas ni destrozos sin una Fe que rige los Ejércitos, que manda y que desarrolla todos esos medios tan vistosos de destrucción que a veces se nos presentan como el mal, no siendo más que la cara, la cara del mal, la cara de fuera y no otra cosa.
Es contra estas ideas específicamente humanas contra lo que quería que habláramos un rato, contra esta manera de hacer el… de hacer el mal. Hacer el mal, es decir establecer aparte de esa condición general que rige toda existencia de estarse uno y las cosas deshaciendo y al mismo tiempo tenerse que defender costantemente de ello, aparte de eso, introducir ideas o ideales que pretenden ser un saber a cómo pasan… a cómo pasan esas cosas.
Nos hacemos una idea del mundo, empezamos por llamar Mundo (que, como sabéis, es una traducción latina de cosmos, es decir ‘ordenación’, a todo esto en lo que estamos metidos. Es decir que nos cegamos desde el principio al reconocimiento de la Realidad como algo que nunca está hecho del todo, que está siempre perdiéndose en lo sin fin, y lo convertimos en un cosmos, una ordenación) y nos hacemos y hacemos mal por medio de lo que dijo Protágoras y que suele entenderse del revés “Por el medio de ser nosotros la medida de todas las cosas”, por el procedimiento de la medida, es decir que cualesquiera cosas que imaginemos, sepamos, midamos, acerca de las Realidades, de la Realidad, todo eso es con respecto a la posición central que nos otorgamos: el ser medida, el metro, de todas las cosas, lo cual no sé cómo filósofos y otras gentes han podido entender como una especie de declaración exaltatoria de la condición humana, cuando de por sí mismo declara la condena a la mentira, porque el que las cosas se conciban, se sepan, se traten, según nuestra medida, implica ya, sin más, la falsificación, porque no es verdad que nosotros seamos ni el sujeto de todo esto, ni el centro, ni nada por el estilo.
Esto es lo que desearía con vuestra ayuda tratar de seguir entendiendo un poco… un poco mejor. Como muestra de esto, un tanto superficial, me ha tocado ver el otro día una película que han fabricao con los discursos de un señor (no me acuerdo ahora bien del nombre), pero un señor que, aparte de ser más o menos ecologista, es sumamente poderoso, tan poderoso que creo que compitió con el malhadado presidente Bush en la candidatura a la Presidencia, nada menos, ¿no?, lo cual ya quiere decir… ¿Eh?
- Al Gore
AGC - Ése. Bien, él agradecerá que recordéis el nombre mejor que yo. Bueno, me tragué este rollo (me tragué este rollo, pasan esas cosas, uno no puede estar nunca siempre a la defensiva contra los Medios todo lo que debía) y entonces se trata de lo que por otros muchos Medios sabéis ya, se trata de la amenaza al Planeta, el calentamiento, el cambio climático, todo lo cual, a lo largo de dicho rollo, presentado con todos los más precisos y científicos diagramas, muestras, horrores del casquete del Polo polar abriéndose y con toda la amenaza que eso trae consigo… Bueno, ¿para qué os voy a contar?, porque aunque no hayáis visto precisamente esa película, estáis hartos de encontrar en periódicos o en televisión cosas… cosas como ésas.
Bueno, pues quiero tomarlo como ejemplo muy concreto: naturalmente todo este… todo este rollo y todas las fantasías que os presentan como científicas en los Medios están fundados en una creencia en el Futuro: en que vamos por una raya, un progreso, que puede ser optimista o puede ser fatal, pero que de todas formas está ahí, es una línea que tenemos por delante, y desde luego una confianza (una Fe, más bien) en el saber de la Ciencia, lo que ella nos dice acerca de cómo son las cosas, y incluyéndose en ello naturalmente los números, las cifras, respecto a la progresiva desolación que todo esto trae consigo. Ya sabéis cómo es la Estadística, la Estadística que es lo que manda, y sobre la cual, si hay tiempo, pienso volver dentro de un rato.
Y, claro, no puede menos de presentarse todo esto sino acompañado de eso que ellos llaman ‘positivo’, de algo positivo, de la propuesta positiva para evitar el horror, para evitar la destrucción del Planeta a que nosotros, hombres, lo estamos llevando y nos estamos llevando a nosotros con él.
Me da vergüenza hasta citar estas cosas, pero tengo que citarlas para someterlas a vuestra crítica. De manera que ¡qué se le va a hacer!
La propuesta positiva es naturalmente pues una serie de recomendaciones que están dirigidas imperiosamente, porque ¡vean Vds. lo que se nos viene encima y qué a prisa se nos viene encima! Pero son recomendaciones imperiosas respecto a evitar los productos que acarrean consigo el aumento del bióxido de carbono, a elegir (esto en un rinconcito, pero también), a elegir siempre que se pueda los medios de trasporte públicos, es decir, sacar el auto a la calle lo menos que sea posible (una recomendación prudente), desde luego afiliarse a la asociación ecológica que va a llevar adelante esta lucha de una manera costante… Bueno, muchas más cosas positivas.
Lo que entre nosotros quiero recordar es que estas propuestas, en primer lugar, no tienen sentido: no se puede arreglar dentro de la Realidad y de maneras sumisas a la Realidad, a las Leyes, a los Estados, a la Ciencia, al Dinero, no se puede arreglar nada porque esos horrores evidentemente dimanan de una cosa que es la Fe, la mentira, y sin romper con eso de alguna manera todo lo que se haga va a servir para lo mismo: para seguir progresando en la falsedad, más o menos deprisa, pero desde luego progresando sin salirse de ello.
Esto desearía que entre nosotros quedara lo bastante claro, este desengaño. Si me preguntáis “Pero, ¿no tienen razón, este señor y los ecologistas en general?, ¿no es verdad que estos horrores nos están amenazando?, ¿no es verdad que progresa la puñeta que sea, el cambio climático, o el calentamiento, o las cosas que sean? Y naturalmente tendré que deciros “Verdad desde luego no es”: nada que la Ciencia diga ?una Ciencia que está al servicio del Poder y de la Fe? puede ser verdad. Verdad desde luego no puede ser. Puede ser más o menos estadísticamente agobiante, atemorizante, pero verdad no.
Desde luego esta tierra no es un Planeta ni lo será nunca, y fijáos bien que en todas estas visiones tan bienintencionadas pero tan respetadas por el Poder, se está mirando a la tierra, como se ve en las fotos y en los diagramas, desde lejos, desde fuera. Esto os está indicando lo que os decía en general respecto al hombre sujeto de los objetos y medida de las cosas y el mal que puede hacer. Se le está tratando así: se ve el Globo entero, lo tiene Vd. ahí, en el televisor, encima de la mesa, se ven los Polos cuarteándose, se ve el aumento de la sequedad de los mares por acá, o el aumento del nivel del mar por aquel otro lao… Todo eso se ve, pero en el Globito ése, desde fuera.
Es así como estamos tratando a esta tierra nuestra, y la tierra nunca puede ser un Planeta. Eso de ser un Planeta la tierra forma parte ya de todo el tinglado de ideas contra el que hoy os estoy invitando… invitando a hablar.
Tengo que aclarar, pararme un momento para aclarar, que en alguna ocasión hemos tenido que reconocer que en el cambio de ideas (a lo largo de estos pocos 30 siglos de los que tenemos noticia clara), el cambio de ideas parece haber sido en cierto modo liberador del ‘hombre medida de todas las cosas’, ‘descentrador’, porque evidentemente una cosa es que las ideas dominantes pasen de concebir esta casa nuestra, la tierra, como centro inmóvil, fijo, alrededor del cual todos los cielos y las estrellas giran, a que se pase a reconocer después que esta tierra nuestra no está tan en el centro, que daba vueltas alrededor del sol en vez de al revés, como antes se creía, y que, no contentos con eso, después se pase al cambio que consiste en reconocer que el Sistema Solar mismo no es más que un caso en una serie innumerable de formaciones que son parte de las Galaxias, que ahí las tenéis ¿eh?, gracias a los grandes telescopios, reflejadas en el televisor, ahí están las Galaxias también, en una de las cuales nuestro Sistema Solar, el pobre, está también haciendo lo que le corresponde…
Bueno, efectivamente, así, de primeras, este descentramiento podía servir para quitarnos del medio, ayudar a quitarnos de en medio, romper con la Fe. ‘Quitarnos del medio’ que quiere decir ‘quitar de en medio al hombre y quitarse del medio uno’, porque (lo dije al principio) hay razón para decir las dos cosas juntas y confundidas “el hombre y uno mismo”, el hombre genérico y uno mismo.
Pues sí, aparentemente serían descentradoras, nos habrían dotado de una cierta humildad, por así decir, que nos hiciera ver las cosas de otra manera que no fuera tan dependiente de nosotros. Bueno, no tengo que deciros que no ha pasado nada de esto, que seguimos estando tan en el centro como antes de todos estos progresos de las ideas. Seguimos estando tan en el centro y considerando todas las cosas como algo que es objeto de nuestro saber y que por tanto gira de alguna manera alrededor de nosotros, piénsese en lo que se piense de los Planetas.
De manera que eso de la amenaza de la tierra, de los ecologistas y demás, no ha contribuido para nada para quitarnos del medio, para quitarnos a la Fe, y ahí está… ahí está por tanto la raíz de la mentira y el sentido en que os digo que todas esas especulaciones, amenazas y demás que los ecologistas bienquistos de los Estados, del Poder, todas ésas no pueden ser verdad nunca. No pueden ser verdad nunca y por tanto en cuanto a las medidas prácticas, como todo eso de lo práctico depende de la Fe o de la falta de Fe, pues nada que hacer: no hay manera de que esas medidas prácticas para evitar los desastres, en cuanto que son propuestas que se atienen a las ideas recibidas, a la Ciencia, que al Poder no le molestan ni al Dinero tampoco, no les molestan de verdad, todas esas propuestas no pueden dar nunca de sí más que el cambio para seguir lo mismo. El cambio para seguir lo mismo, y efectivamente que las formas de desastre cambien más o menos ligeramente pero para seguir lo mismo.
Esto era lo que me importaba sobre todo ¿no?, el reconocimiento de esto. Lo mismo que las medidas prácticas que se pretendan hacer realistamente no pueden hacer nada para parar el supuesto desastre que nos amenaza, lo mismo que en Política de la calle cualquier propuesta revolucionaria, incluso anárquica, pero que se atenga a la Realidad para destruir esto con el fin de costruir otra cosa, está condenada a lo mismo, está condenada a quedar asimilada por el Poder y por el Dinero y no hacer más que contribuir al cambio para seguir igual.
Y en cuanto al saber, que es en cierto modo lo primero, lo mismo: cualquier forma de saber que trata de explicar el mundo, de explicar las leyes que rigen el movimiento de las cosas ‘dentro de’ las ideas recibidas, está claro que nunca puede llegar a ningún descubrimiento de la mentira; nunca puede llegar a ninguna destrucción eficaz de la Fe… de la Fe reinante.
Supongo que esto de el ‘dentro’ y ‘fuera’ se entiende bien: a las cosas, a las otras, no se les habría ocurrido nunca colocarse fuera para verse a sí mismas y al resto y descubrir las relaciones que las rigen; el vicio es aquí, específicamente humano, y es en ese sentido en el que… en el que lo estoy sacando, espero que sin confusión.
Hay a este propósito que entrar en las ideas o mentiras fundamentales respecto a eso del tiempo, porque, como tantas veces hemos dicho, el tiempo es lo primario de esto de la Realidad: el Tiempo real es el fundamento de toda la falsedad de las verdades que acerca del mundo… que acerca del mundo se digan. Este Tiempo real está dividido en los dos sectores consabidos, futuro/pasado, que son de alguna manera, por más opuestos en la dirección de la flecha que se quiera, son del mismo orden de cosas, son tiempo, y eso es lo que hace el fundamento de toda esta mentira, de todo este tinglado.
Bueno, una vez más aquí me parece que vamos a tener ocasión de utilizar las especulaciones de los físicos para este propósito, porque hemos tenido la suerte de que Caramés una vez más, con el tino acostumbrado, dio con un… dio con un artículo de un señor Bernstein (B-e-r-n-s-t-e-i-n), un señor Bernstein, un artículo llamado A quantum past, es decir “un pasado cuántico”, “un pasado en cuantos”, “un pasado cuántico”. Y el artículo está dedicado a tratar de descubrir la manera en que debe entenderse algo que ya hace unos años otro señor, Dyson, (D-y-s-o-n) en el 2004 había propuesto en el sentido de este problema de que nuestra manera más avanzada de penetrar en la Realidad, la Mecánica Cuántica, es incapaz de dar cuenta o razón de lo pasado.
Esto es una cosa que los propios físicos, los propios cuánticos, debieron tardar algún tiempo en darse cuenta, pero que estaba bastante a la mano, y espero que me arregle para haceros entender lo que yo he podido entender de esta especulación:
Desde luego, como sabéis, la Mecánica Cuántica es la forma más avanzada de nuestro conocimiento de la Realidad precisamente con la condición de que aquello de lo que se ocupa son generalmente p r e d i c c i o n e s. Predicciones: predicciones respecto al resultado de tal o cual experimento, predicciones respecto a la ruta que el electrón va a seguir desde el momento de la observación, por ejemplo, por decirlo así, un poco a lo basto.
Está claro que el lenguaje de estas predicciones no puede ser otra cosa que el cálculo de probabilidades, no hay otro. No hay otro idioma de entre los que los científicos habían desarrollado que pueda compararse.
Aquí, para la tertulia, cálculo de probabilidades quiere decir conversión de las posibilidades sin fin que se abren en lo que no ha pasado en probabilidades que sí están contadas y que por tanto se prestan al cálculo. Y en esto consiste la Cuántica. Esto el propio señor Bernstein lo recuerda… lo recuerda de alguna manera por si hacía falta.
Un cálculo de probabilidades es por otra parte una ratificación de la realidad de lo que no ha pasado: el futuro. El Régimen que nosotros, los humanos, no podemos decir ‘vivimos’, pero ‘existimos’, es justamente el Régimen del Futuro. Y aclaran los físicos que esto es la Mecánica Cuántica, al menos la Mecánica Cuántica considerada con una cosita que les ha gustado mucho que sacó John Bell y que repiten una y otra vez, For all practical purposes , (FAPP). El FAPP que lo sacan a la menor.
Hay que entender que For all practical purposes, es decir ‘Para todo propósito práctico’ se diría que se refiere a las aplicaciones de la Mecánica Cuántica (que son de un éxito fabuloso, estamos existiendo en medio y gracias a las aplicaciones de estos cálculos cuánticos, en todos los últimos chismes de que disponemos ¿no?), pero quiere decir algo más, quiere decir ‘Para todo propósito práctico de la propia teoría’, es decir, desentendiéndose de cualquier otra forma de descubrimiento que podría amenazar justamente el fundamento mismo de la teoría.
Y ése es el idioma de la Mecánica Cuántica: cálculo de probabilidades. Y ahora ya podéis entender sin más que un cálculo de probabilidades solamente tiene aplicación a lo Futuro, es decir a lo que no hay, a lo que no está, que es justamente para lo que se aplica. De manera que era bastante lógico que cuando se echara la vista atrás, por así decir, y se tratara de explicar, describir lo pasado, el procedimiento no pudiera servir, no tiene sentido una Cuántica de lo pasado porque el idioma de probabilidades no tiene aplicación, no tiene aplicación ahí. Eso el físico se lo deja, pues a la Historia, a otras formas de saber inferiores a las que se les reconoce naturalmente su derecho a existir ¿eh?, y a dar cuenta de lo pasado y todo ello, pero que no es la Ciencia en su forma más avanzada.
Bueno, pues así, en esta discusión encuentran las intervenciones éstas de Bernstein y de Dyson que os estoy citando. La actitud ha sido divergente, no siempre ha sido así: por ejemplo, leo en el propio artículo de Bernstein que Einstein mismo, en sus últimos años, con los colaboradores que tenía entonces (creo, Tolman y Podolsky) sacaron un artículo en que más bien se razonaba en el sentido de que el principio de incertidumbre (es decir la interdependencia de posición y de ímpetu de la partícula que, como sabéis, hace que no puedan al mismo tiempo considerarse una y la otra) era aplicable a lo pasado también como a lo futuro, porque en cierto modo también el pasado sería incierto. Es un reconocimiento velado de que tampoco se sabe lo que ha pasado.
Nuestra soberbia fundamental es que sabemos lo que va a pasar, es el Régimen del Futuro, pero un golpe de humildad contra ella, el más profundo, es eso, es el reconocimiento de que tampoco sabemos lo que ha pasado. Y parece que el artículo de Einstein y sus colaboradores iba más bien… más bien en ese sentido. Desde luego los posteriores y Bernstein mismo rechazan esto y hacen ver que efectivamente no puede admitirse. No puede admitirse nada parecido al juego con electrones, por ejemplo, que hace que la trayectoria previsible pueda ser problemática y compleja dependiendo justamente de la aplicación del principio de incertidumbre. Ya recordáis todo el juego de la caja con las dos hendiduras y un electrón o dos electrones, y así. Eso no puede aplicarse hacia atrás, nada de eso puede aplicarse hacia atrás, y por tanto no tiene sentido.
No sé cómo hablaba el artículo que [] Dyson, que no hemos leído, pero desde luego el de Bernstein termina más bien con una cierta ambigüedad, con cierta ambigüedad: la declaración de la desolación (es una cita de no sé quién), la desolación de que “las cosas no son como eran” (añorando una forma de Ciencia más que otra cosa). ‘Las cosas no son lo que eran’, que en realidad, mirándolo bien, lo que quiere decir ‘las cosas no eran lo que nosotros creíamos que eran’, que es una forma mucho más honrada de decirlo, y que desde luego hace intervenir, como se debe, la Fe y la falsificación en todo eso.
Bueno, esto, como veis, es, como otras veces, una ayuda, es decir nos ayuda en esta guerra contra la Fe el descubrimiento de que incluso algunos de los estudiosos más avanzados de la Física son capaces al menos de poner al descubierto el problema, luego ya, tratar de solucionarlo, pero lo importante: dejarlo al descubierto, y eso es de lo que aquí podemos aprovecharnos.
Nuestro mal (con esto os voy a dejar ya pasar la palabra), el mal que hacemos [] consiste justo justamente en que queremos llevarnos a las cosas con nosotros, seguimos siendo el centro. Nuestro mal es la fijación. Queremos retenerlas según nuestra medida, retenerlas como nuestras que son, y hacer que sigan siendo lo que son ni puedan librarse de ello. La táctica contraria es la de la tertulia: dejarse ir con las cosas, pase lo que pase. Dejarse ir con las cosas, reconocerse como parte de ello. Y supongo que, sin entrar mucho en las consecuencias políticas de esto, por lo menos en la formulación general está claro, lo que en todos los varios casos que os he recordado se produce es eso que llamo ‘la fijación’, o ‘la obsesión’, ‘la idea fija’, que es la forma de locura que caracteriza a esta desgraciada especie de cosas que somos los hombres: la obsesión, la idea fija, la fijación, es decir el tratar de encerrar en nuestras ideas, en nuestro saber, cualesquiera otras cosas que haya. Así no hay manera ni de liberación, ni de descreimiento, ni de desencanto de todo eso. Cabe siempre la otra actitud: que es la de renunciar, dejarse ir con las cosas, como las cosas van, no sabemos adónde.
Y, bueno, con este asomo de recuerdo de las dos tácticas posibles y contradictorias os dejo ya pasar la voz, palabras. De manera que respecto a cualquiera de los asuntos que he ido sacando, pues, venga, venga ya.
- Yo empezaría como []: que yo, me parece todo un déjà vu, pero mentira, claro que es, pero mentira necesaria, como decía antes, y mentira indispensable…
AGC - ¿Cómo?
- Indispensable. Decir, que duda cabe, cuando antes se ha convocado para una sardinaza, estamos hablando de ese mundo, digamos, de cosas: sardinas, personas cosificadas que van a asistir allí o no van a asistir, y eso es inevitable y es una mentira de la cual no podemos ni yo creo que debemos librarnos por ambas… porque ella… con esa mentira hablamos, con esa mentira funcionamos de alguna manera. Luego está como… como técnica un poco, no ya de… no ya de huir de la mentira, pero por lo menos un poco librarse un poco de la garra continua, es un poco no confundir, como tú dices muy bien, lo de esos que están ahí, esas cosas que a veces son hombres, con esto (se golpea el pecho), y esto es otra cosa.
AGC - No: “esto” no lo empieces a explicar porque lo vas a estropear un poco. Está… yo creo que prefiero quedarme con tu objeción primaria, que en definitiva viene a reducirse…
- Pues luego sigo.
AGC - …viene a reducirse a lo de los físicos, a lo de For all practical puposes. Eso de “necesario” que dices, quiere decir eso ‘para todo propósito práctico’.
- La vida cotidiana.
AGC - Sí. Efectivamente hay que añadir eso porque si no queda []. Sí, sí: para todo propósito práctico es necesario (es la ley, la doble ley que mencioné al principio, y que afecta a toda cosa y a nosotros), es necesario admitir, creer, con una Fe más o menos firme, pero por lo menos admitir para algún propósito práctico en los cuales estarán incluidas las investigaciones científicas, incluir la admisión de alguna creencia de alguna verdad. Eso no es hablar, eso es tener ideas, creer; no hay que confundirlo. Hablar… hablar es algo mucho más suelto que todo eso. Pero son necesarias la admisión de las ideas, la creencia en un Futuro, y la verdad es que esas verdades, mientras son para todo propósito práctico, no implicarían ni mucha Fe ni harían mucho mal. Por ejemplo, cuando alguien anuncia la sardinada de la noche de San Juan, bueno, evidentemente, que ni podría proponerse a preguntar ¿qué coños es la noche de San Juan?, ¿qué es una sardinada?, y ¿cómo se va a hacer y…? Es como cualquier otro trance de la vida práctica en que nos encontramos. Eso no es más que para ir tirando y estamos condenados a ello, ya lo dije al principio, cualquier cosa, la doble ley. La verdad es lo que no sabemos, nos estamos deshaciendo continuamente. Por otra parte es ley que nos creamos que sí sabemos, y que uno es el que es, y el que va a ser mañana, y todo lo demás. Ésa es la necesidad que desde luego no tiene nada de absoluta, porque para reconocerla como absoluta sería preciso reconocer lo que hemos descubierto que es falso: que la Realidad es todo lo que hay. La liberación está en ese simple reconocimiento: la Realidad no es todo lo que hay. De manera que para el mantenimiento de la Realidad, por supuesto, es preciso la Fe, y es preciso la comisión de mentiras. Para el descubrimiento de las mentiras no hace falta ninguna Fe. No olvidéis que aquí ‘mentiras’ no se dicen nunca de las cosas en sí, se dice de las verdades que se creen acerca de las cosas. Para el descubrimiento de que no era verdad, desde luego esa admisión, esa Fe, no sólo no es necesaria sino que es un estorbo primario.
- Sí, yo. Yo. Lo que más choca de la propuesta de Al Gore es precisamente la enorme acogida que ha tenido por parte de gente bienintencionada ¿no?, cuando nada más verlo así, cinco minutos, es que se cae por su propio peso, porque es ese tipo de trampa, de trampa supraestructural, que es imposible que te la pueda seguir manteniendo cinco minutos. Pero sin embargo cómo eso ha calado precisamente en gente ecologista, en gente muy bien intencionada, porque lo primero que uno dice ¿cómo puede ser compatible el hecho de una Administración de muerte, como es la Política misma, con un proceso de reformismo de eso que de entrada te está al mismo tiempo que te propone que los coches no pueden correr a más de 90 por hora por las carreteras porque producen [humo], aparte de las muertes, un proceso de contaminación enorme, al mismo tiempo en un aconchabamiento casi natural, como las lechugas, con el Capital, pues permite que los coches y la publicidad de los coches esté como fundamentada precisamente en la velocidad. Es un caso así…
AGC - En la velocidad. Pues lo que…
- …Como el Estado pone en las carreteras “prohibido y tal”, cobra sus multas… Es decir, es una trampa que se come a sí misma, que no tiene sentido.
AGC ? Eso.
- Bueno, y eso es un ejemplo.
AGC - No, no. Perdona, luego, si quieres, sigues hablando. Es importante. Ya el otro día… el otro día decía ya esto, lo que Isabel recuerda, que es el volumen, la cantidad, de población humana que toma todo eso. Tened en cuenta que el éxito, aunque sea muy tremendo y avasallador, como ella dice, es de alguna manera lógica: la mayoría es la mayoría, y la mayoría está con el Poder, y la mayoría es uno. Y cualquier cosa que le hable del miedo y que le configure el miedo en cifras, en casquetes polares, en lo que sea, va a tener un éxito mayoritario. Eso es lo tremendo. Conviene recordarlo. Pero recordad que está en la lógica de la costitución mayoritaria de nuestro Régimen.
- ¿Puedo continuar? Sí, ¿continúo? Con permiso.
AGC - Adelante, otra vez.
- Gracias. Pues lo peor de todas estas cosas, que son como cuando a uno se le caen las escamas de los ojos, que algún político le da por sacar un poco los pies del tiesto, lo peor y lo más llamativo es que viene acompañado porque a ese ser, en su vida privada, le ha pasado una tragedia, por ejemplo: al niño le pilla un coche a los 3 años (como la otra película que vimos después), o la hermana muere de cáncer por fumar tabaco, y entonces, de repente, mezclan con una especie de reality show que tiene que ver con la casuística especial de un hecho azaroso cien por cien, pero que lo llevan al hecho, cómo de repente aquello les hace abrir los ojos.
AGC - Bueno, sí.
- Esto es muy importante.
AGC - Sí, sí: es el miedo que he dicho.
- …muy importante para el convencimiento de la población.
AGC - Efectivamente, eso, no olvidéis que las mayorías están hechas de unos. Esto es lo que se olvida con frecuencia. Y lo que he dicho respecto al éxito, al éxito del miedo por todo lo alto, naturalmente se alimenta de esa connivencia entre mayoría y uno, que hace que lo que amenaza a mi hijo sea la amenaza del Globo, y si a uno se le hace coincidir el miedo personal con el miedo global, pues el éxito está asegurado. El éxito está asegurado. Bueno, más por ahí, por favor.
- No, no, pero escucha, Agustín. ¿Qué más lógico, un razonamiento que diga “Si a mi hijo con tres años le mata un coche”, pues “¡Me cago en Dios!: los coches se terminaron?”. Que no decir “No: los coches no pueden ir a esas velocidades”. Ése es el problema.
AGC - Bueno, dejémoslo, dejémoslo.
- Ése es el problema. Que en vez de la blasfemia que se puede producir, un ¡Me cago en Dios!, con esto que un ser que pasa la calle es invadido por un artefacto, ahí, por las buenas, y desaparece esa criatura, que eso a un político le haga convencer a la población de que lo que tienen que hacer los coches es “ir un poquito más despacio”.
AGC - Ya, desde luego, lógico sería lo que dice Isabel. Para eso vienes la tertulia ¿verdad?…
- No, no. No vengo a la tertulia para eso…
AGC - …para que ese “¡Me cago en Dios!”… Para que cualquier atropello se convierta en un “¡Me cago en Dios!”, para eso vienes a la tertulia. Bueno, en cambio…
- …A la tertulia vengo para otras cosas, sobre todo a pasar un calorazo impresionante.
AGC - …lógico, en el sentido de connatural con el Poder, es lo otro, es decir, cualquier mejora o prevención del mal que se prevenga tiene que ser realista, dentro de la Realidad. Lo otro es tal vez lógico, en el sentido de la razón común. Cualquier atropello se traduce en un “¡Me cago en Dios!”, que es lo que dice el pueblo. Adelante.
- Cómo la gente se conforma y se disculpa diciendo “Yo por lo menos hago lo que puedo: reciclo, me hago con cinco mil bolsas, cada uno en su…”
- Éste recicla, tiene 3 bolsas de 3 colores, Agustín.
AGC - Este hombre naturalmente en las recomendaciones que nos daba en la pantalla sacaba, entre otras cosas, ese procedimiento salvador: reciclar. Reciclar…
- [] “Yo hago lo que puedo”.
AGC - ¡Estamos haciendo algo!, ¿eh? Uno, como ciudadano, está ya siendo responsable, haciendo algo. Eso es lo que al Poder le gusta. De esos ciudadanos está hecha nuestra mayoría y nuestro mundo. ¿Qué más sobre cualquiera de las cuestiones? Sí.
- Sobre eso de que el Tiempo es lo primero, la relación entre el Tiempo y el espacio… el que ¿el Tiempo real es espacial de alguna manera?
AGC - Sí.
- Entonces, ¿se puede decir que el espacio está hecho a imagen y semejanza del Tiempo real?
AGC - No, no. Eso no sería exacto. Hay efectivamente que decir que el Tiempo es espacial y el espacio es espacial, en el sentido de que los dos son ideales, imposiciones del ideal, de un mismo ideal. No haríamos bien tal vez en derivar lo uno de lo otro: espacialidad quiere decir la idealidad, por eso es. El Tiempo es primariamente Futuro, es decir: ese sitio donde no pasa nada. Ni pasa ni ha pasado. Es decir, que está entregado completamente al ideal, y eso es lo que nos rige en la existencia de cada día: el cambiazo de las posibilidades de vivir por Futuro: ganarse un porvenir, hacerse un porvenir, que es lo que al Poder le gusta. Pero más por ahí.
- Yo antes, Agustín, me dejé en el tintero, o donde sea, que el hombre es la medida de todas las cosas porque el hombre hace las cosas al nombrarlas. Es decir, el hombre como creador del mundo mediante la lengua, por supuesto que es el centro. Es el centro porque el mundo lo hace él. De modo que por supuesto.
AGC - Bueno, es el idioma humano el que pone, en nuestro sentido, nombre. Efectivamente la Realidad (lo hemos dicho muchas veces) es lo mismo que el vocabulario de significados (no otro), el vocabulario de palabras de significado de un idioma u otro. Una descripción que ya implica que no hay ninguna Realidad común, que todas las Realidades son idiomáticas, y que cuando hablamos de la costitución de la Realidad tenemos que estar recordando siempre que esa Realidad no consiste más que en Realidades esencialmente babélicas, no hay una Realidad que no sea la de una tribu determinada. De manera que ahí no sólo es el hombre en general, sino también eso, sus costituyentes en particiones, en tribus, las que istituyen la Realidad. Pero lo esencial es el mal que he dicho: que sigamos siendo aparte de las cosas. Las cosas hablan, las cosas tienen su idioma, las cosas están sujetas a la contradicción que he dicho: tienen su razón. Pero, amigo, para nosotros ‘lengua’ es la nuestra, del hombre en general, y luego ¿eh?, la nacional, de uno, y, si es preciso, la jerga propia que le toca ¿no? Ésa es la forma del mal específico que he dicho, sí.
- Pero un poco lo que dice Javier es que efectivamente un niño a poco de aprender el lenguaje inmediatamente empieza a hacer los dibujos animistas, a poner una cara al sol, a una casa, enseguida humaniza aquello que pinta. Y entonces esto es mostruoso, porque…
AGC - “Humaniza” ¿por qué?
- Sí, luego viene Walt Disney y ya lo arregla del todo.
AGC - ¡Ay!, por favor: déjalo, déjalo. Bueno, sí…
- Pues no: es un problema.
AGC - Sí, sí, es el idioma. El idioma, él sabe lo que es ‘casa’…
- …Pues continúa desarrollándolo.
AGC - ‘Casa’ es un significado, ‘sol’ también es un significado. ¿Qué más por ahí?
- Es que hay una cosa que no entiendo muy bien del todo porque si nos dejáramos ir con las cosas no hablaríamos de ellas.
AGC - Yo he dicho que las cosas hablan, acabo de decirlo.
- ¿Cómo?
AGC - Que he dicho que las cosas hablan, cada cual a su manera.
- Ya, pero que no hablaríamos, por ejemplo, de la Realidad.
AGC - Nosotros seguiríamos hablando a nuestra manera, como los caracoles hablarían el idioma de caracol, y como los planetas hablarían un idioma de planetas. No hay por qué preocuparse de semejante perspectiva. No pasa nada ¿no? Lo único que habríamos perdido sería la Fe en que “‘lengua’ es la nuestra, que es la que Dios manda”. Por supuesto, seguiríamos participando de la misma guerra que las cosas, una guerra que es un lenguaje.
- Pero yo me refería, por ejemplo, para atacar la Realidad, por ejemplo como aquí, en la tertulia.
AGC - Nosotros, hoy, por ejemplo, estamos atacando directamente a la forma de mal que hace el hombre, sí. Eso se hace aquí, en la Realidad, en medio de una Realidad humana, en Madrid, aquí, porque no podemos salirnos a otro sitio para hacerlo. Eso está dado: las condiciones… las condiciones para atacar a la Realidad las da la Realidad misma, no podemos andarlas buscando por ahí, en un observatorio de fuera.
- ¿Puedes vivir de esa forma?
AGC - ¿“Puedes”?
- Vivir pensando… A mí me encanta [] desde hace un montón de años…
AGC - ¿Dejando de creer?
- …pero no sé si se puede vivir de esa forma en la vida cotidiana.
AGC - Lo que no se puede es ‘existir’, eso es seguro. Si dejas de creer, no existes. Eso es seguro. Lo de vivir…
- [] Me encantaría practicar…
AGC - …Lo de vivir es una cosa tan vaga… como se puede vivir hasta estando muerto, deshaciéndose, es una manera de vivir, pero existir, desde luego no: existir, ser el que eres, si dejas de creer, no. Para la Existencia esa Fe es necesaria. Vivir no se sabe lo que es, nos lo cambian por existir.
- Sobrevivir.
AGC - Subsistir, existir, sobrevivir. Adelante.
- Parece que definir la Realidad produce miedo ¿no?: cuanto más se define la Realidad, más miedo produce, o más miedo nos produce. ¿Podría decirse…?
AGC - A ver ¿en qué estás pensando? “Definir”, ¿cómo?
- Definir, quiero decir, cuanto más ves “¡Uy!, lo que va a pasar…”, “Esto es horrible”, no sé qué… Entonces tienes miedo. Entonces si no definieras… ¿Lo contrario sería ‘a menos miedo, más verdad’?, o sea, ¿a más Realidad, más miedo; y a menos miedo, más verdad?
AGC - Sí. Digamos más modestamente ‘menos mentira’. Bueno, y por otra parte, la cuestión del miedo, creo que ya recuerdas que aquí ha salido varias veces y hemos visto cómo estamos sujetos a dos miedos contradictorios. Uno es el has dicho muy bien: cuanto más se sabe lo que va a pasar, más miedo (ese miedo que he dicho que lleva… que lleva a ver las producciones de los ecologistas poderosos). Luego está el miedo de perderse, el miedo de dejarse deshacer, que ése no tiene nada que ver, que ése es un miedo que tiene justamente el alma de uno, el que tiene que ser el que es. A ése desde luego le da miedo perderse. Pero luego está el miedo que nos importa, que ése es el que se gana así: cuanto más se sabe lo que va a pasar, en cuanto más Futuro seguro, más tremendo miedo, que sin embargo atrae a las mayorías para que les digan cómo librarse de que venga eso, de que venga la destrucción, que venga el coco: sin salirse de la Realidad, sin salirse de las leyes.
- ¿No es cierto que cada cual busca su propia Realidad?
AGC - ¿Perdón?
- ¿No es cierto que cada cual busca su propia Realidad?
AGC - Sí, por desgracia, no solo: cada idioma de cada nación, de cada tribu, tiene su Realidad; luego, encima, cada cual tiene también su jerga y es también de alguna manera su idioma, y esas Realidades diferentes son las que hacen la Realidad sin más. Lo he estao recordando. Todas igual de malas.
- Eso, sí.
AGC - Todas igual de malas: la del idioma nacional, la del idioma de uno, la del idioma humano. Todas igual de malas, cada una en su sitio.
- Cuando se pregona por parte de los que preconizan el gobierno de las cosas, siempre con la frase famosa y clásica ya, de homo, homini lupus, el argumento éste, que ‘el lobo es hombre para el lobo’ si no hay Gobierno, si se le deja [], eso estaría basado más bien en un miedo de lo conocido, porque lo otro no se sabe, el no-gobierno, como no se ha dado, pues no habría cómo…
AGC - Sí, hija, sí. Eso ya lo hemos usao muchas veces. Efectivamente la idea del caos y del homo, homini lupus, son las ideas de ellos, son las ideas del Poder. Es decir: a uno de perderse no le daría miedo, porque ni sabe qué es caos ni ninguna cosa [por el estilo], pero al Poder le interesa que se sepa. Le interesa que se sepa y ellos sí saben que lo que vendrá si desaparecen todos los Gobiernos es caos, o eso, lo de Hobbes, el hombre comiéndose al otro hombre ¿eh?, como los lobos, que no lo hacen, vamos… que no lo…
- No, ella lo ha dicho muy bien ¿eh? En realidad el hombre ?ha dicho? que es hombre para el lobo, porque acaba con él.
AGC - Ah, se ha equivocao.
- O sea, que lo ha producido casi mejor.
AGC - Lo ha dicho porque… lo ha dicho sobre todo por eso, porque tampoco es verdad que los lobos se coman a los lobos. ¿Qué más por ahí?
- Que lo del caos se sabe lo que es, porque la coplilla ésa que cantan los niños chiquitillos que dicen “Baila, niña, baila, y que se vea el caos bajo tus faldas”. Cuando dicen la palabra ‘caos’ sueltan una sonrisa…
AGC - Déjalo.
- …que ellos sabrán lo que quieren decir… Cuando tienen tres añitos o cuatro.
AGC - No. [] les han metido ahí un palabro de la lengua culta…
- No, no. Tú le dices eso, pero precisamente le das…
AGC - …de la lengua culta, que a un niño de la escuela sano le es completamente…
- …le das un palabro. Sí, señor, le das un palabro, pero los niños se ríen muchísimo por el palabro, luego a ver por qué.
AGC - …completamente extraño. Porque le has metido un palabro. Le has metido un palabro que no saben qué es.
- Sí, claro, pero ¿por qué se ríen en vez de asustarse?
AGC - Lo mismo podía ser el ‘coño’.
- Claro.
AGC - Lo mismo podía ser que es el coño lo que has querido decir. ¡Qué cosas hacéis con los niños de las escuelas!, por favor. Un poco… un poco de cuidao.
- No. No, no: dice “que se vea el caos bajo tus faldas”. No, no, eso está muy bien porque así tienen una idea de lo que puede ser el caos.
AGC - Un poco de cuidao. Efectivamente, es una creación del Poder, el caos, siempre lo ha sido y está ahí, y es como la culminación de esa Fe en el Futuro sobre la cual toda la mentira y la Realidad está fundada. ¿Qué más?
- De las posibilidades que efectivamente se realizan, si se realizan y pasan a probabilidades, cuando ponemos ahí la cuestión en el combate en contra del Estado y el Poder, de las Istituciones, cualesquiera de ellas que andan, parece como si esa lógica nos estuviera reprimiendo en alguna manera por aquello de decir “¡Bah!, si se realiza”. Pero es que el ataque no se sabe nunca adónde puede llegar, es decir, si se inicia una revuelta, pues, en fin, lo más desordenada posible, ahí unas cosas se realizarán y otras, pues quedarán como un rescoldo…
AGC - Bueno…
- …Es que parece que da la sensación como si el intentar el combate, que debiera de ser permanente, no se hiciera por aquello de que “Total, se va a cosificar”. Habrá algún algo de eso que se cosifique, y habrá otras cosas que quedarán en un rescoldo… ¿no?, no sé.
AGC - Bueno, eso conviene aclarar una vez y otra: saber, nosotros no sabemos de futuro ninguno, sabe el Poder. Y cualquier guerra contra la mentira no tiene detrás una verdad. Cualquier guerra no tiene un Futuro: no lo hay, es una cosa que se hace. De forma que lo que condena a cualquier movimiento de rebeldía, de rebelión, es justamente que imitan las tácticas del Poder, vuelve a saber también qué Futuro tiene, adónde se dirige. Eso es evidente. Bueno, yo me estoy hartando un poco de sudar, pero vamos a ver si queda alguna voz.
- No sé, a mí a veces me da por pensar, o siento que se podrían contemplar esas cosas de los humanos, como el saber, el Futuro, que tanto atacamos, casi como… como un nido que hace un pájaro ¿no? O sea que los pájaros hacen los nidos y nosotros hacemos esto ¿no?, y sin embargo en la raíz de este ataque político, de ese asco a la mentira, está el no contemplar con la misma ternura que contemplamos el nido del pájaro, esas cosas nuestras. Y me parece que hasta cierto punto es contradictorio porque parece hacer un caso especial de lo nuestro también.
AGC - Pero el primero. Especial, primero, único… el mal está en eso, efectivamente. Incapaces de dejarnos llevar como cosas entre las cosas. Caso en el cual, efectivamente, en todo esto de nuestra Ciencia y nuestro habla, se sentiría igual que la fabricación de los nidos de un pájaro, más o menos ¿no?, y la destrucción de sus nidos.
- Sí, pero es verdad que nos ponemos un pelín paranoicos ¿eh?, todo el rato.
AGC - Bueno, pues nada, si no pasa nada, si el Poder no acaba deshaciéndonos antes de tiempo, pues dentro de siete días seguiremos dando vueltas a este asunto.