27.08.2014

Tertulia Política número 189 (5 de Agosto de 2009)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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  • Realidad y cosas no son equivalentes
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  • Para la Realidad hace falta Fe, y para las cosas no hace falta Fe
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  • El Tiempo real y el origen de las cosas, del Universo / AHORA
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  • Tamaño (No tenemos ninguna medida verdadera)
 

TRASCRIPCIÓN:

Bueno, vamos a aprovechar que somos pocos hoy para que ayudéis los que estáis ―con preguntas, con dudas de todo tipo, que es lo que aquí vale― a aclarar algunos puntos que se me aparecen como algo confusos todavía en cuanto a esta guerra que nos traemos contra la Fe en general.

En esta guerra hemos hasta ahora venido tomando como si fueran equivalentes ―o lo que lo uno en dialecto culto y lo otro en lengua corriente― el ‘Realidad’ y el ‘las cosas’. En el principio, cuando descubríamos ‘la Realidad no es todo lo que hay’, os decía y pasaba entre nosotros como si fuera equivalente, pero en lengua corriente, decir ‘las cosas no son todas’. Bueno, esto ha venido pasando y sin embargo puede dar lugar a oscuridades y ha dado ya en algunas de las últimas sesiones. No se puede así, inocentemente, pasar en un idioma de la capa culta, que proviene de la escritura y se impone de la escritura, con la lengua verdadera, que es la común y corriente, la que la gente habla sin saber nada de lo que hace cuando habla, que es lo que aquí nos importa.

Así, la palabra ‘realidad’ es una palabra que viene de las escuelas, sobre sus avatares ya alguna vez os he recordado algunos datos, mientras que la palabra ‘cosa’, la palabra ‘cosas’, es enteramente vulgar, enteramente popular, es aquello a lo que ha venido a dar en latín ‘causa’, que por otro lado se ha reintroducido para que quiera decir ‘causa’, pero la oposición así, entre ‘realidad’ y ‘cosas’ es neta, pertenecen a dos dialectos, por decirlo así, y por eso es por lo que pienso que tal vez hacíamos mal en dar tan por equivalentes lo de descubrir que ‘la Realidad no es todo lo que hay’ y el descubrir que ‘las cosas no son todas’. Seguiré dando vuelta a eso porque os pediré enseguida colaboración de dudas y preguntas.

Decíamos aquí constantemente que estamos contra la Realidad, que esta tertulia política no tiene otro sentido más que ése: un intentar dar voz a lo que no somos nosotros personalmente sino a lo que nos queda de pueblo-que-no-existe para decirle NO a la Realidad que, por otra parte, el Poder y los Medios están todos los días predicando, imponiendo, haciéndoos saber qué es la Realidad, cómo es la Realidad: toda la información que recibís es una prédica en ese sentido, por si se os olvidaba, que recordéis qué es la Realidad; es lo que conmigo padecéis cada día a través de los Medios y en general. En ese sentido estamos contra la Realidad, la lucha es contra la Realidad, porque es una lucha contra la Fe, y se da por supuesto ahí que Realidad sin Fe no puede sostenerse.

Lo que os he recordado de la predicación por parte de los Medios acerca de la Realidad está revelando eso, es como la predicación de los antiguos predicadores del viejo Régimen de la Iglesia, es lo mismo, es una predicación de la Fe; es una predicación de la Fe y eso es lo mismo que el recordaros y machacaros qué es la Realidad.

En cambio, a lo largo de las últimas sesiones, se ha visto bastante claro que no estamos contra las cosas, bien por el contrario, ahí veis la diferencia. De manera que de alguna manera se supone, en esa diferencia que se nos ha establecido, que para la Realidad hace falta Fe, y para las cosas no hace falta Fe. Contra las cosas no estamos, ¿cómo vamos a estar si especialmente a lo largo del último año, en estas sesiones, lo que se ha venido diciendo para nosotros como una vía de salida de muchas confusiones es que las cosas y nosotros no somos más que una clase de cosas [], las personas, los humanos, más que una clase de todas, nos ofrece esta política que es justamente dejarse hacer como cosas, confundirse hasta cierto punto con las otras cosas?

Muchos de vosotros, los que me habéis acompañao, habéis percibido bien esto, el sentido de esta política: es una política que justamente evita cosas que estamos acostumbrados a reconocer como mortíferas, como funestas, que es justamente el acudir a una Fe, aunque sea otra que la que se nos impone desde niños, pero a otra Fe, como una especie de vía de salvación, creer en algo, y de alguna manera creer en un ‘más allá’ de la Realidad. Esto es lo que digo que ha dado, y lo reconocéis conmigo, resultados desastrosos, resultados de confusión y de sumisión que por todas partes se establezcan. De manera que el renunciar a tales especulaciones y en cambio dejarnos hacer como las cosas, como lo que somos, y de alguna manera confundirnos con las cosas, por lo menos nos libra de ese engaño, nos libra de esa Fe que es tan fundamental y tan funesta.

De manera que de ninguna manera podemos decir que nosotros, cosas como somos, estamos contra las cosas: nos dejamos llevar, reconocemos en las cosas que por lo menos la manera en que el costante movimiento y el costante cambio que las lleva, y que nos lleva a nosotros con ellas, es un medio de librarse de la fijación en creencias como ‘el individuo’, ‘el yo’, de nada por el estilo. De manera que muchas ventajas tiene esto de dejarse llevar por el amor de las cosas. Reconocemos entre las cosas que, por lo menos, si su movimiento y su cambio vienen de otro sitio, vienen de fuera (sobre eso volveremos luego), en cambio desde luego la manera en que se arreglan unas con otras, aquello que la Ciencia convierte en leyes, eso que también se puede llamar amor, según estos días decíamos, es lo que le da su forma a los movimientos, a las cosas, a las cosas mismas, a los cambios, a las cosas.

Bueno, no creo que tenga que explayarme más para mostraros cómo en esta política en que estamos contra la Realidad no estamos contra las cosas sino más bien al revés. Fijáos bien que las cosas nos libran de el individuo, el yo, nos libran del infinito, nos libran de el todo, por supuesto, del todo y del uno; en ese sentido siguen las dos formulaciones valiendo, son la negación de ‘todo’: ‘las cosas no son todas’, la consecuencia es que cada una nunca es una, y nosotros, como cosas, lo mismo: nunca uno de nosotros es del todo el que es, ni nunca es del todo uno: negación del ‘todo’.

De manera que bajando del lenguaje filosófico, donde se dice ‘realidad’, a la lengua corriente, adonde se dice ‘cosas’, ya veis que la actitud política, el sentido de esto, cambia de arriba abajo, y eso es lo que en primer lugar quería haceros notar. Ahora me diréis.

Está suponiendo ahí que para la Realidad hace falta Fe, hace falta leyes, tanto jurídicas como físicas. Para la Realidad, por ejemplo, para el Dinero, para la Gobernación, para los tratos, familiares y entre la gente, se supone que para eso hacen falta declaraciones de Fe y promulgación de leyes de un tipo o del otro, pero en cambio a las cosas, y a nosotros en cuanto meras cosas, no, no nos hacen falta, que eso está dado de por sí.

Antes de pediros preguntas respecto a esto voy a añadir todavía algo más que se refiere a eso del Tiempo, Tiempo real (que es el fundamento mismo de la Realidad, hemos dicho más de una vez), ese Tiempo real que empieza siendo paradójicamente el Tiempo que no ha pasado ni pasa: Futuro, que es lo que os venden todos los días a cambio de las posibilidades y de la vida, y que luego, para completar el juego, tal vez como un pasado, para rematarlo, tal vez prefieren un presente, un punto de presente: el Tiempo real, fundamento de la Realidad, contra el que estamos en primer lugar, y estamos porque nuestros corazones nos lo dicen, todos los días nos están cambiando la vida por Tiempo, la vida desconocida por Tiempo, un Tiempo determinado por el Futuro y por la muerte futura y por tanto por cualquier tipo de Futuro.

Bueno, entonces respecto a las cosas, y nosotros entre las cosas, se plantea tal vez para los que estáis, estamos, educados en las formas de especulación habituales la cuestión de que si las cosas no requieren ni leyes, ni declaración, ni explicación, sino que se da como estando ahí, andando por ahí, esto ¿desde cuándo?, ¿cuándo ha empezado a haber cosas? Bueno, es una pregunta no ingenua sino más bien estúpida promovida por la educación recibida, pero no tenemos más remedio que plantearla: cuando uno ha renunciado a cualesquiera especulaciones sobre ‘todo’, sobre ‘infinito’, sobre ‘Dios’, sobre el ‘Poder’, sobre tal, y se ha quedado sin más con las cosas, le puede surgir eso que viene de su educación, no de lo que tiene de pueblo sino de lo que tiene de persona educada “Bueno, y entonces, ¿cuándo han empezado las cosas?, ¿desde cuándo?, ¿cuál es el principio de las cosas?”, etc. Bueno, hay que librarse de estas especulaciones, ésta es una de ellas, pero estamos, estáis, cargados de cosas que vienen arrastradas por vuestra educación, porque desde niños os vienen predicando acerca de lo que es Realidad, y por tanto os vienen presentando doctrinas-teorías; y doctrinas-teorías son del orden de las teológicas o de las científicas, tan pronto te dicen que Dios creó el Mundo (especulación sobre el surgimiento de las cosas: la luz en primer lugar, según la versión del Génesis, es el comienzo de la Creación) o bien de una manera científica como la encontráis todos los días en los intentos de vulgarización física, astronómica y demás, que viene a ser lo mismo: una doctrina y declaración en el mismo sentido que sigue tratando de encontrar el principio, el principio de las cosas (con el Big-Bang y todo eso ¿no?, para poner una forma del Génesis a lo actualizado ¿no?). Con eso cargamos y con eso querría yo de un golpe ayudaros a deshaceos de una vez para siempre.

Toda esa especulación respecto al origen, respecto al surgimiento, viene de esta Fe en que ahora es antes de después… ah, perdón: ‘ahora es después de antes y antes de después’ (cosa más trillada). ‘Ahora es después de antes y antes de después’. ¿Os parece imposible librarse de esto que parece tan evidente?, pues no, no es imposible. Uno se puede librar de eso y además aquí hemos acudido más de una vez al procedimiento más inmediato que es justamente AHORA, encontrarnos con esta sorpresa continuamente renovada de que cada vez que se dice AHORA eso no es ningún istante del Tiempo real, eso se sale de la Realidad sin más, y es la manera más derecha en que la Realidad con toda la Fe que la recubre se rompe, se resquebraja. AHORA no es ningún istante, ningún momento del Tiempo real, es verdad AHORA. Es verdad AHORA, y por tanto la reducción de AHORA a el presente, un momento, es ya una falsificación necesaria para el Poder. La gracia de AHORA es que no es el presente, que no es un momento, que no pertenece al Tiempo real, y al no pertenecer al Tiempo real no pertenece a la Realidad y nos saca, queramos que no, de la Realidad justamente en cuanto eso. Quien ha sentido esto y de alguna manera permanece fiel a ese sentimiento (si es que a los sentimientos se puede ser fiel) ya no le quedarán ganas ningunas de plantearse cuándo ha empezado a haber cosas; no le quedarán ganas ningunas porque justamente todas las doctrinas teológicas o científicas que he dicho están fundadas en la Fe en el Tiempo real, y por tanto la necesidad de buscar en el Tiempo (hace muchísimos millones de años luz, hace cuatromilquinien-… no sé cuántos años, como al Génesis, que está muy atrasado en cuanto a números), un momento… un momento muy alejado para el comienzo. Ya comprendéis que, una vez que el Tiempo real queda denunciado como falso, contradictorio, ya no pueden quedar ganas de preguntarse cuándo han empezado a haber cosas, no hace falta ninguna, no pueden quedar ganas de decir “siempre ha habido cosas”, porque ‘siempre’, como sabéis conmigo, es lo mismo que ‘todo’, es decir, implica una especie de ideal que puede estar imponiendo la Fe pero que no pertenece a las cosas propiamente diciendo porque no son… que no son todas, ni por tanto siempre, ni nada por el estilo.

De manera que ni hace tantos millones de luz, ni siempre, ni siempre las va a haber, ni nada de eso: no hace falta. No hace falta, AHORA es así. AHORA es así, y AHORA no es ningún sitio. No es ningún sitio, ningún istante, ni ningún momento. No hace falta más que eso.

Antes de seguir otra vez buscando maneras de aclarar las posibles confusiones que he venido percibiendo, pues os voy a dejar ya la palabra respecto a las que os he dicho hasta ahora. Podéis decir las dudas, objeciones o preguntas que sean. Por favor, no os desviéis por terrenos anecdóticos y eso ¿no?, estoy pidiendo preguntas, dudas, objeciones respecto a las cosas que acabo de recordaros ahora mismo. Así que, adelante.

― Como estamos en una tertulia política, permítaseme tomar dos ejemplos de la Realidad pasada recientemente, reciente, y ajustando la Fe, creencia, y no Realidad. Ejemplo primero: Bush crea una Realidad, hace creencia ―la que además va el mundo detrás con ayuda del tonto del Aznar y del inglés― de que efectivamente las Torres Gemelas, pues han venido cuatro chiquitos que no sabían coger ni una avioneta, no la había visto nunca más gorda, y atacan las Torres Gemelas y las tiran, y el otro dice, pues ésta es la relación causa-efecto para declarar la guerra a Irak que mi padre efectivamente, pues no supo hacer o no quiso, o lo que fuese. Bien, y ahora nos encontramos que este ejemplo crea prácticamente un delito de lesa patria, lesa humanidad. Bien, primera realidad.

AGC ― “Un delito”, ¿de qué?

― De lesa patria, lesa humanidad.

AGC ― ¿“Lesa patria, lesa humanidad”?

― Crea un delito… crea un delito… crea un delito de lesa patria, lesa humanidad. ¿Por qué?, porque en la guerra de Irak no había armas de destrucción masiva. Bueno, pues luego la causa-efecto es totalmente falsa…

AGC ― Sí, te voy a dar, como me pedías antes, te voy a dar mucho…

― Si me dejas, yo lo hago, si no, pues cedo la palabra y punto.

AGC ― …te voy a dar mucho…

― Cuartelillo.

AGC ― Cuartelillo. Pero, la verdad, por favor, ¿cómo es posible…?

― Pero déjame que me…

AGC ― …¿Cómo es posible que todavía te entretengas y te lo pases bien con esos fantasmas?, con el Bush, con las noticias de la actualidad, pero ¿no has estao…?

― Pero déjame que yo me entretenga con esos fantasmas. Pero…

AGC ― No, hombre, pero por favor, no distraigas…

― …es que tú luego me tienes que decir cómo se ajusta esto…

AGC ― …No distraigas. Es que yo he planteao unas cuestiones…

― …a la Fe, la creencia y la realidad política.

AGC ― …he planteao unas cuestiones de verdad. Eso forma parte… forma parte de los trampantojos habituales de la información…

― Es el nombre propio…

AGC ― …Ya he dicho lo que es la información…

― Claro, hay que… Eso es otra cosa. Eso no puede ser…

AGC ― …Ya he dicho lo que es la información. No, no: no sólo el nombre propio. En general…

― ¿No es una tertulia política?

AGC ― …En general las noticias…

― ¿No hay que coger ejemplos políticos?

― Claro. Claro.

AGC ― Las noticias…

― Claro.

AGC ― Las noticias, la información ―estuve diciendo― es la predicación de esta Fe contra la que estoy hablando De manera que ¿cómo vamos a entendernos con noticias, hombre? Salvo que fueran noticias tan absurdas…

― []

AGC ― …Tan absurdas que nos pudieran revelar de una manera muy así, repentina y eficaz, la falta de sentido común que reina. Pero por lo demás, si nos ocupamos de ellas, nos las tragamos, las discutimos y tratamos de ver si de esas lluvias de mentira han venido estos lodos...

― Quería aportar la prueba del nueve de Fe, creencia y realidad…

AGC ― …estos lodos de mentira, entonces nos perdemos

― …pero no me has dejado argumentarla.

AGC ― No podemos perder la posibilidad que aquí tenemos de atacar la Fe. No podemos… no podemos para eso tragarnos noticias, no podemos. No podemos porque sabemos ya que noticias, información, no es más que una predicación de la Fe en la Realidad.

― Ciento cincuenta mil muertos, ¿es una noticia?, ¡coño!

― Sí. ¿Los ideales ‘todo’ y ‘uno’ se necesitan? Pregunto si los ideales todo y uno se necesitan o se implican mutuamente…

AGC ― Ah, mutuamente, por supuesto. Si las cosas no son todas, una cosa no puede ser una (eso es tan sencillo que apenas hace falta decirlo) y nosotros entre las cosas. Para que haya uno tiene que haber lo que a veces he llamado un conjunto, un todo, y si no, si no hay conjunto, si hay un sin fin, así como el sin fin no es todo (aunque las Religiones y la Ciencia costantemente hayan pretendido confundirnos, pero ‘sin fin’ quiere decir ‘no fin’, y ‘todo’ implica fin, límite), así como sin fin no es todo, así uno no es uno; no es uno de verdad, es más o menos, indefinidamente, un poco más, un poco menos, y cosas por el estilo. Sí, lo uno va con lo otro: ideales ¿eh? Él ha recordado algunos de los casos que he sacao de ideales que sin formar parte directamente de las cosas (no son cosas, ‘todo’ no es cosa, ‘uno’ no es cosa) sin embargo están creando y sosteniendo Realidad, imponiéndose en la Realidad. Sí.

― Yo quería preguntar hace tiempo. ¿Sí? A mí lo que más me ha interesado es de lo de ¿desde cuándo hay cosas?, porque cómo es imposible pues hacer esa pregunta así, en abstracto, pues uno siempre recurre a la vida particular ¿no?, a la vida de un niño, ¿cómo aparece en este mundo de las cosas y cuándo deja de ser una cosa entre las cosas y accede a otro estatuto que pudiera llamarse yo o un nombre propio?, porque lo que está claro es que al principio, muy al principio, en los primeros años, cuando ni siquiera hay nombre propio, el nene, la nena, es un caso de cosa clarísimo, de tal manera que ahí sucede algo realmente imperioso que tiene que ver mucho con la aparición de la escritura…

AGC ― Sí. Sí, es muy posible…

― …como a los 2 años y medio o 3 hay un mecanismo del Poder o de lo que sea, que… (bueno, primero es el nombre propio, claro), pero hacerle escribir al niño su nombre propio en medio de un montón de dibujos en una página blanca…

AGC ― Bueno, deja, no te prolongues más, Isabel, por favor. Porque es que tienes mucha facilidad para… no digo que eso sea…

― Pero eso es bueno que tenga facilidades ¿no?

AGC ― …No digo que esto sea meramente anecdótico, no: tiene algo más que ver con lo que hemos dicho. Lo que pasa es que si empiezas a tratarlo así, como si fueran hechos de la Psicología o de la… del niño…

― Bueno, pero vamos a ver, ¿yo canto y tú pones la partitura? Tú pones la partitura y yo pongo la letra a la partitura, ¿o qué?

AGC ― …de la Psicología, Psicología del niño, historia del niño: no. No es sin embargo…

― No, no: la historia del niño, no. Te estoy diciendo… te estoy diciendo ¿desde qué punto y en qué momento…?, ¿desde qué punto y en qué momento? ¿Puedo seguir?

AGC ― …No es sin embargo esto que saca Isabel una cosa meramente anecdótica porque, como he estao diciendo antes, resulta que esto de descreer de lo demás, para dejarnos llevar a ser cosas como las cosas, se carga al mismo tiempo el yo, el todo, la nada y todas esas especulaciones. De manera que en ese sentido no es anecdótico. Habíamos dicho muchas veces que uno no nace nunca, una cosa… Te suena ¿no? Es una cosa muy… ¿Te suena o no?

― Sí, pero es anecdótico, no es anecdótico, ¿qué es?…

AGC ― ¿No está más claro? ¿No está más claro?

― …¿qué es?, ¿anécdota o no es anécdota?

AGC ― ¿No está más claro? ¿Eh?, ¿no está más claro?

― Sí, estaba, estaba. Y precisamente porque estaba.

AGC ― Uno no nace nunca, porque, según acabamos de decir, uno, lo mismo que todo, no pertenece a las cosas, es algo que solamente se puede imponer por Fe. Y estos días pasados, ¿te acuerdas?...

― Sí. Me acuerdo perfectamente…

AGC ― …hemos estao tratando a propósito…

― …por eso quiero saber: hay un corte, hay una rotura, hay un corte…

AGC ― Hemos estado tratando…

― ¿Me quieres dejar explicar?

AGC ― Sí. Hemos estado tratando…

― Hay un corte que tiene que ver con el nombre propio, pero sobre todo con la escritura, y que sucede en torno a los 3 años…

AGC ― Hemos estado tratando…

― …Y ahí es donde el niño deja de ser una cosa entre las cosas…

AGC ― ¡Ay!

― …para ser uno; uno, el único.

AGC ― Eso, ¿no está más claro?: uno no nace nunca.

― Sí, sí, es mucho más claro como lo estoy explicando.

AGC ― Uno está impuesto por la Fe, está hecho por orden; uno se hace por orden...

― De sus mayores.

AGC ― …desde arriba, por orden. Y se hace efectivamente (esto ya lo hemos estado viendo) desde luego primero como cosa que tiene un nombre común, como ‘niño’, o un niño determinado ‘el niño de la vecina’, o ‘el niño de casa’, y luego acaba con ese tránsito sublime que consiste en el ‘uno’, singular y único, que está, mal que bien, representado por el nombre propio. Todas éstas son operaciones que se imponen desde fuera…

― Que también se…

AGC ― …y por tanto, en ese sentido, si ‘nacer’ quiere decir ‘nacer como nacen las cosas’, uno no nace nunca, de la misma manera que en efecto, así, con la especulación acerca del origen del Universo o del Mundo, de las cosas, se carga uno también, como es lógico, la especulación, la creencia sobre el nacimiento de uno. ¿Satisfecha?

― No.

AGC ― Ah, ¿no?

― No, eso no es eso lo que estoy diciendo, eso ya lo sé. Te estoy diciendo que tú puedes hacer una distinción desde fuera de toda esa génesis, pero yo te estoy diciendo en el recuerdo de uno y en la vivencia desde el propio crío… desde el propio crío está pasando algo, algo que está realmente puesto en juego con lo que va sucediendo afuera, pero desde luego está sucediendo desde dentro. Y yo lo que estoy intentando es dar voz a eso que sucede desde dentro, desde dentro de la propia criatura, y eso es igual de lo que pueda suceder a la pregunta “¿desde cuándo?”.

AGC ― No es verdad, perdona. No es verdad. No estás intentando eso…

― ¿Cómo que no? Claro, a ti se te habrá olvidao.

AGC ― No lo estás intentando eso, porque tú hablas…

― Sí que lo estoy intentando. Estoy intentando eso.

AGC ― …hablas y hablas como un… o alguien que trata de la Psicología del niño o de la del yo.

― No, no. No estoy haciendo ning-… No, en absoluto. No: estoy hablando de los dibujos.

AGC ― “Desde dentro”, nada. Como sabéis, la forma de conciencia humana, por supuesto, jamás podría intentar dar testimonio de su nacimiento: tiene unos recuerdos desde el final de los 2 años o comienzo de los 3, unos recuerdos vagos, que van dando testimonio de cómo se está estableciendo la operación que acabo de enunciar. Y no tiene más interés la cosa. Más cuestiones por otro lao, por favor.

― Pero hay registros que nacen de la propia criatura, que los deja…

AGC ― Más.

― …que son jeroglíficos que están ahí, que son observaciones que hace el propio crío.

AGC ― ¡Ay, madre! Más cosas por otro lao, por favor. Sí.

― No, es inútil, porque no se puede entrar, cuando hablas.

AGC ― Adelante.

― No, la pregunta era que, si te dejas sentir AHORA de verdad, si te quedan las cosas. Porque yo no sé si… si sigue habiendo cosas. Si te dejas en el AHORA sentirlo de verdad también desaparecen.

― Se van las cosas, totalmente. Es que deja de haber cosas.

AGC ― Pues, ¿eh? eso es una objeción de verdad, ¿qué os parece?

― Que deja de haberlas, desaparecen, vamos.

AGC ― ¿Qué os parece?

― Pues que se puede… ahí se puede confundir ‘desaparecer’ con ‘olvido’.

AGC ― No, no: él no se refiere al olvido sino a la mención, a lo que he presentado así como la herida primaria para perder la Fe en el Tiempo real. Ahora él dice que si esa herida de AHORA no implica también la pérdida o desaparición de las cosas mismas sobre las cuales versaba esta política, y eso hay que…

― Eso es lo primero. Es lo primero. Tú dices que la condición de la cosa es la discontinuidad, ¿sí o no?

AGC ― No, no.

― ¿No dices eso?: condición de una cosa es la discontinuidad.

AGC ― A ver qué os parece respecto a si efectivamente está implicando la desaparición de las cosas.

― Claro que está implicado, totalmente, es que lo uno va con lo otro.

AGC ― ¿A nadie se le ocurre…?

― Pero la desaparición de las cosas en el AHORA es que ya no es AHORA, que no…

AGC ― Dice AHORA, efectivamente que he presentado como el procedimiento, herida primaria, para perder la Fe en el Tiempo, que luego he dicho y he hablao contra la especulación acerca de el comienzo de las cosas y...

― Sería también que las cosas dejan de tener esa importancia que se las daba, y no es que se le dé menos importancia, sino que…

AGC ― No, no: él dice algo más, dice algo más a fondo que eso, dice que el AHORA mismo hace desaparecer las cosas.

― Claro, si nosotros estamos cayendo, aparte de defendernos, estamos cayendo por otro lao en ese infinito, al decir AHORA, que es parecido al infinito, a algo inconcebible, evidentemente a mí me parece que desaparecen las cosas, claro.

AGC ― Las cosas y nosotros. ¿Qué más?

― Sí. Esto… yo el concepto éste de ‘AHORA’ no lo entiendo bien.

AGC ― No, es que no es ningún concepto, ¿eh?

― Eso es un concepto.

AGC ― Si es un concepto estamos perdidos. AHORA, AHORA, cuando se dice AHORA, cada vez que se dice AHORA.

― Hablas del Tiempo: AHORA.

― Me explico, un momento: Yo llamo río al caudal de agua que ha pasado, que está pasando y que va a pasar. Y yo llamo Tiempo ¿eh? a aquello que ha sucedido, a lo que sucede y a lo que va a suceder. Entonces, por eso hablaba de concepto, porque yo no sé si entendemos lo mismo con el AHORA, que para mí forma parte del Tiempo…

AGC ― Muy bien, Ricardo, ésa es tu educación…

― …o decir el AHORA que está fuera de…

AGC ― Ésa es tu educación. No has querido oír, porque va contra toda tu educación, lo que he dicho de que AHORA no pertenece…

― Sí he oído, pero es que no lo entiendo.

AGC ― AHORA, AHORA tiene la virtud de que apenas se ha dicho AHORA ya no es AHORA, y eso no pertenece al Tiempo, eso no es un istante. Eso no es un istante ni pert-…

― ¿Por qué no pertenece al Tiempo?, es lo que no entiendo.

AGC ― No es un istante del que se pueda hablar. Cuando se dice, ya no es, y eso no es una condición…

― Es lo que forma parte nada más [] del pasado.

AGC ― …el Tiempo requiere…

― Forma parte del pasado, pero el tiempo también.

AGC ― …el Tiempo real requiere que puedas hablar de él, contarlo, llevar la medida, todo… eso es el Tiempo real, y AHORA… y AHORA no: ni lo cuentas, ni lo sabes, ni lo nombras, nada, ésa es la virtud.

― Desaparece ese AHORA.

― Sí, pero aunque desaparezca no significa que no forme parte del pasado.

― Es otro AHORA.

AGC ― No, no, simplemente no hay que hacer especulaciones.

― No es una unidad de Tiempo, será después.

― El AHORA no es una unidad de Tiempo, ni… El AHORA puede ser AHORA…

― No.

AGC ― Ni Tiempo…

― Y el antes ¿es uno más grande o más pequeño?…

AGC ― El Tiempo real, esta superstición que he denunciado: la superstición de que ahora está después de antes y antes de después…

― Bueno, pero ese juego de palabras, muy bonito, es el Tiempo.

AGC ― Esta perogrullada aparente, que es una estupidez, ninguna ingenuidad, es el Tiempo real, y AHORA de por sí lo destruye, destruye esa Fe. El Tiempo, ése real, fundado en esa creencia, es el fundamento mismo de la Realidad. Lo que ahora saca él es que si eso implica que con esa herida las cosas…

― Cuando la gente dice “El tiempo se pasa volando”, ¿quiere decir...?

AGC ― …las cosas, de las que tanto he hablao, y del amor por las cosas y de perdernos en las cosas ¿no desaparecen también? ¿Qué más?

― Lo que desaparece es la historia de las cosas, la explicación de las cosas; las cosas están ahí todas de una vez, ¿no?

AGC ― Él estima tal vez que no es compatible, que si efectivamente hay un descubrimiento de la falsedad del Tiempo real, una aparición del AHORA, que es como una aparición de lo sin fin, algo incompatible con la Realidad, que no cabe ni se compadece para nada con la Realidad. Entonces las cosas, no ya la historia de las cosas, sino las cosas…

― Pero entonces, si nos gustan tanto las cosas y estamos tan enamoraos de las cosas y somos una cosa entre las cosas, teníamos que tener prohibido decir eso de AHORA.

AGC ― Eso es lo que está diciendo él.

― No, digo yo. Que es…

AGC ― Que es lo que está planteando él…

― No, y es que es mi propuesta…

AGC ― ...Tú estás diciendo que sí.

― …y de ahora en adelante como no diga “AHORA no”.

AGC ― Tú estás diciendo que sí.

― “AHORA no”. Vamos a arreglarlo poniendo siempre “AHORA no”.

AGC ― Tú estás diciendo que sí a lo que él ha planteao.

― Claro que lo estoy diciendo, lo llevo diciendo desde hace años.

― Pero desaparecen las cosas, pero ¿hay algo?

― AHORA no.

AGC ― “Algo” ¿no sería lo mismo que las cosas?, porque ‘algo’, como sabéis, no hace falta que sean cosas, puede ser lo sin fin, eso es algo también. Lo que se plantea es si las cosas, en el sentido corriente en que estamos usando la palabra, desaparecen.

― Hombre, a lo mejor es porque las cosas ―digamos― que si pertenecen a la Realidad tienen que ser lo que son; digamos que tienen que estar costituidas…

AGC ― Eso ya es la Realidad, ¿eh?

― Claro, pero eso si en un momento dado cualquiera en que se diga AHORA las cosas tienen que ser lo que son no parece que pueda pasar.

AGC ― No, no, pero eso mataría a la Realidad (como la mata) porque he dicho que AHORA mata el Tiempo real que es el fundamento mismo de la Realidad. Pero las cosas, tal como las uso aquí, se escurrían de eso, las cosas nunca son lo que son; las cosas, y nosotros entre ellas, nunca son lo que son, nunca son del todo y nunca es del todo cada una de ellas, cada uno de nosotros, la que es. No es lo mismo.

― Pero [¿cómo vamos] a distinguir un estatuto entre el Rerum natura, o las cosas de la Realidad de Lucrecio mismo, de las cositas de andar por casa?, pues son iguales…

AGC ― Estamos hablando de las cositas de andar por casa.

― … es una cuestión de grado, son iguales.

AGC ― Estamos hablando de las cosas.

― Pues eso: son iguales y se las carga el AHORA. AHORA no.

AGC ― Bueno, me has dicho que sí, pues ya está bien.

― Pues ya está. Pues no lo sigas preguntando.

AGC ― ¿Qué más? Para examinar eso ya debíais tener un poco de costumbre…

― Ricardo quería decir alguna cosa más, si le dejas.

AGC ― Para examinar ese problema, la vía más directa es, como siempre, la de la contradicción y la alternativa: ¿qué se propone…?

― Y la duda.

AGC ― ¿Qué se propone al proponer ahora la desaparición de las cosas? ¿Qué es lo otro?, ¿cuál es la alternativa?

― Tendría que desaparecer hasta la palabra ‘AHORA’, ¿no?

AGC ― ¿Um?

― Que tendría que desaparecer hasta la palabra ‘AHORA’.

AGC ― La palabra a veces es lo que menos importa.

― Ahí quería ir yo...

AGC ― …pero la palabra de un idioma como el nuestro, AHORA…

― …quería preguntarte una cosa: el hecho de mencionar a través de la palabra algo ¿es de por sí… o lo hace de por sí existente o no?

AGC ― Las palabras pueden ser en cada idioma distintas (nûn, now, ahora), pero desde luego todas ellas en cierto sentido son la misma a pesar de los idiomas y tienen esa virtud ¿no?

― Forman esa Realidad ¿no?, puedo mencionarla a través de una palabra.

AGC ― Bueno, ¡alternativa!, ¿qué queda?

― A mí lo que… no sé si es respecto a eso, pero pensándolo mejor es como si las cosas dejaran de ser cosas en el sentido real, ¿no?, como si cosas que no hablan y de las que tú hablas y de repente se pusieran… pues no sé, que se pongan a hablar o algo así.

― El piano ése que va a salir hecho un ratón dentro de nada.

AGC ― Desde luego lo que se me aparece evidente y a vosotros también es que AHORA denuncia la mentira del Tiempo real, y por tanto de la Realidad establecida sobre ese Tiempo. Pero yo he propuesto que a las cosas no les haga falta ninguna forma de doctrina, ni de Fe, ni de orden, y por eso ahora, respecto a su desaparición, pregunto ¿qué es lo otro que queda que no son cosas?

― ¿Dices unas cuantas cosas? ¿Puedes nombrar unas cuantas cosas? A ver, di cosas. Por ejemplo, cosas. Cosas, di cosas.

AGC ― Las cosas desaparecen.

― No, pero di cosas, cosas. Un ejemplo de cosas, que no sea ‘yo’ ni ‘tú’: un cuadro, el aire…

AGC ― Ah, no: ‘yo’ y ‘tú’ precisamente no son ejemplos. Sillón, persona, o señora, como si quieres decir, muchacho, diván, cortina…

― El [] gallego.

AGC ― El [] gallego.

― ¿Y ésas qué otro estatuto tienen respecto a las cosas?, ésas son las que hablan y las que no…

AGC ― Bueno, estoy preguntando cuál es la alternativa en el supuesto de que efectivamente desaparezcan las cosas…

― La nada.

AGC ―- …¿Qué es lo otro que queda?

― Si las cosas desaparecen y nosotros desaparecemos con las cosas, dentro de…

AGC ― Nosotros con ellas.

― …en eso que llamamos la continuidad y que no sabemos lo que es, que es inconcebible, pues la alternativa es que no hay… no quedan las cosas por ningún lao, pero en fin, dentro de una concepción real, que es la que tenemos de ella.

AGC ― Pregunto ¿qué queda?

― ¿Qué es cosa? ¿Qué es cosa?

― Nos convertimos en unos trileros, no sabemos dónde está la bolita.

AGC ― ¿Qué queda?

― Nada.

― ¿Qué es cosa?

― No: nada no.

― Quiquiricosa.

― Yo voy a decir una burrada, pero, bueno, me lanzo. Agustín ¿somos algo porque existen las cosas?

AGC ― No, no, si nosotros somos cosas, ¿qué dices?

― Queda el pueblo-que-no-existe, desaparece la existencia.

― Solamente queda el mundo en el que se habla, ya no se puede...

AGC ― El pueblo-que-no-existe se manifiesta en la Realidad, por eso nos traemos esta política, porque aunque sabemos que partimos de la Realidad y sometidos a ella, como nunca está hecha del todo, siempre pueden surgir cosas como eso de pueblo-que-no-existe, y si las cosas desaparecen, ya esa condición del pueblo quedaría también muy en entredicho.

― Algo que no se sabe.

AGC ― ¿Um?

― Queda algo que no se sabe.

AGC ― ¿“Algo”?

― Algo que no se sabe.

AGC ― Queda algo que no se sabe, sí. Queda algo que no se sabe. ¿Y si me empeño en preguntaros, incitaros a que lo sepáis ese algo que no se sabe, no habiendo cosas?

― Bueno, lo que no…

― Algo.

― No.

AGC ― Es algo que no se sabe, pero, y si, según la costumbre habitual, nos empeñamos en saberlo, ¿cómo lo llamamos?

― Si lo hacemos pasar como parte de la Realidad, ya es algo, es una cosa.

AGC ― ¿Eh?

― Ya es una cosa, porque, al empeñar en saberlo, lo tenemos que acotar, darle sus notas y a formar un concepto, que es una cosa.

AGC ― No, no, no: eso ha desaparecido.

― Entonces ¿cómo vamos a saber ese algo?

AGC ― Saber ¿qué implica?

― Hacernos una idea de ello.

AGC ― (Isabel, estamos a esto ¿eh?)

― ¿Cómo? ¿Qué pasa?, estoy con una cosa liada.

― Saber también implica oler, gustar…

AGC ― No, no: saber en el sentido de tener una ciencia o idea. En muchas lenguas, como…

― Identificar el miedo. []

AGC ― …En muchas lenguas, como en inglés mismo, se dice nothing…

― Nothing.

AGC ― …Nothing, nothing.

― Nothing es nada.

― Ninguna cosa.

AGC ― Se dice nothing, es decir, se emplea la palabra ‘cosa’, la palabra thing, para que su negación sirva, le sirva a la gente de habla inglesa, por ejemplo, para decir lo que nosotros decimos ‘nada’, ‘nada’. Nuestra manera de decirlo ―‘nada’― todos sabéis, etimológicamente que viene también de… ¿No?, ¿no sabéis?, os lo habrán contao en las escuelas. Nata es una abreviación de res nata, o sea, que estaba la palabra ‘cosa’ lo mismo: cosa nacida, res nata. Bueno, de una manera o de otra, en latín se dice nihil, y nihil implica la raíz de hirum, de hilo, que es otra manera de no decir ‘cosa’: ni siquiera un hilo, ―no cosa, ni siquiera un hilo―-. Es decir que efectivamente, si se sabe, entonces es nada, porque nada no es una cosa que se sienta ni se palpe, es un objeto de saber; ‘nada’ se obtiene por vía de esa negación ¿no? De manera que la alternativa, ya ves tú mismo y los demás, no es muy apetitosa porque implicaría quedarnos en una situación de ideal como es la de ‘nada’ que es lo mismo que ‘todo’, es decir, que ya no nos serviría la política ésta que os propongo que nos traigamos de dejarnos hacer como cosas y todo eso, porque esta política era para luchar contra esa Fe, la Fe está fundada en los ideales ―todo, nada, uno― entonces, si AHORA destruyera las cosas, que sepamos, habríamos recaído otra vez en nada, y por tanto estaríamos ya en los mismos problemas viciosos de el origen de las cosas, el fin de las cosas, es decir, el intento de explicar, de explicar las cosas partiendo de alguna otra cosa que las cría, que les da el fin, que las explica, que las termina… la política que al revés, justamente al revés: para no tener que creer en nada de eso partimos de las cosas y nosotros entre las cosas, que no, que de alguna manera, como tantas otras apariciones de la Realidad ―los movimientos, los cambios― no queda destruida por la presencia o el surgimiento de AHORA como está surgiendo a cada paso, porque, como recordáis, entre las cosas, nosotros, en la Realidad, siempre se está introduciendo un aliento de lo sin fin, de lo que no se sabe, es decir, un descubrimiento de la mentira de la Realidad. Esto puede suceder simplemente porque las cosas y nosotros somos imperfectos, mal hechos, con grietas, porosos, y entre las cosas y los movimientos igualmente, pues hay resquicios para que se cuele cualquier cosa, y así es que efectivamente la Realidad total, o nada, o eso, implicaría que no se diera entrada nunca a lo desconocido, a lo sin fin. Pero en cambio las cosas, tal como las propongo, no parece que impliquen nada. No parece que impliquen nada…

Esto me lleva (y supongo que será el último ramal por el que podamos tirar por hoy) a plantearos la cuestión con respecto al tamaño (con respecto al tamaño), o sea, viniendo a las cuestiones de magnitud. Vosotros estáis acostumbrados a saber que hay cosas muy grandes, muy grandes, y, si os ponen en el brete, seguro que todos vosotros acudirá a las visiones telescópicas que la televisión les ofrezca (es uno de los procedimientos para lo grande, grande), y que luego hay lo chico, chico; y lo mismo, si os quieren poner en el trance, pues acabaríais acudiendo a las visiones microscópicas de tejidos o de moléculas, y átomos incluso, que la televisión pueda ofreceros. Esto es así.

― Virus, virus. Los virus es lo que más te enseñan, la gripe A.

AGC ― Lo grande, de lo muy grande hasta lo más pequeño. Y aquí hemos descubierto, leyendo la declaración de Protágoras del revés, la de ‘el hombre es medida de todas las cosas’, hemos tratado de desmontar justamente el criterio de medida y por tanto, en cierto modo, la noción misma de medida: porque si nosotros no somos más que cosas entre las cosas, desde luego, no podemos tener ningún privilegio entre las cosas, y entonces las grandes, lo grande, es simplemente para nosotros, respecto a nuestro tamaño, y las pequeñas son pequeñas para nosotros, respecto a nuestro tamaño, pero si os imagináis una cosa cualquiera mucho más grande que nosotros, o cualquier cosa mucho más pequeña que nosotros, eso se va al carajo sin más, y efectivamente es la única lectura, no modesta, sino desengañada, la del descentramiento de la supuesta humanidad de ese tipo de cosas: no hay ningún criterio válido de tamaño. El que hay es falso, está fundado en nuestra conveniencia y privilegio, lo cual no vale nada, y quitando eso no encontráis ningún otro, ¿dónde empieza lo grande?, ¿dónde empieza lo pequeño?

Supongo que esto os resulta bastante revelador respecto al problema, por eso, más de una vez, discutiendo las especulaciones de los físicos más o menos desmandados, pues ha surgido últimamente y cada vez más una repulsa decidida de la separación de la que ellos siguen viviendo entre macroscópico y microscópico: no puedo, no puedo creerme nada de eso, porque efectivamente esa separación ha dado resultados tremebundos, lo que servía para los planetas y las leyes de los planetas, las leyes de Newton y demás, eso no podía servir para el mundo subatómico; en el mundo subatómico esas mismas leyes tenían que alcanzar otra forma distinta, y sobre todo (aunque de eso, me parece, ya tendremos que dejarlo para otro día) si esta forma de aparición de nosotros, las cosas, que es el perpetuo cambio, perpetuo movimiento (que no es más que una forma de cambio como lo es) entonces tenemos que reconocerle esto a cualesquiera cosas que sean cosas, y nos tiene que dar lo mismo que sean Galaxias o que sean electrones, de ninguna manera podemos pensar que hay algo esencialmente distinto, precisamente porque no tenemos ningún criterio verdadero de tamaño, y por tanto esos juegos de que trataba de dar razón para los planetas las leyes de Newton, los juegos son efectivamente arreglos, leyes de juego del movimiento, pero la raíz del movimiento, como más de una vez se nos ha aparecido, no puede menos de venir de fuera, y hemos apuntado la sospecha de que eso a lo que ‘gravitación’ o ‘gravedad’ apunta está diciéndonos algo de esa manera de venir de fuera. Entonces no podemos contar con la gravedad para las Galaxias y no contar con la gravedad para los electrones o hasta los fotones. Una cosa es que siendo pequeñitos, y las distancias muy pequeñitas, naturalmente la gravedad pues tenga que manifestarse, en cuanto a magnitud, de otra manera que para los planetas o las Galaxias, pero no podemos, si hemos renunciado a nuestra posición central y hemos reconocido que no hay ningún verdadero criterio de distinción de grande y pequeño, de tamaño, entonces en consecuencia la propia gravitación y el resto de lo que sea fundamental para que haya cosas, y se muevan y cambien, tiene que atribuirse igualmente a los astros y a los fotones. Ésa es la manera de aparecer la cuestión por el lado de la magnitud que quería traeros aquí.

Aprovechemos, si os parece, este rato para esto, para darle unas vueltas a las dudas sobre esto antes de marcharnos y seguir por donde podamos. De manera que, si os parece… No: os podéis volver atrás sobre cualquier otra cosas ¿eh?, pero si os centráis sobre la cuestión de tamaño, de magnitud, pues tanto mejor. Tal vez es que es demasiao simple…

― Todas…, en las cosas (iba a decir ‘todas’) pero las cosas que están dentro de la Realidad, evidentemente, cualesquiera de ellas, un átomo como una pera, tienen que tener un tamaño, si no…

AGC ― ¿“Tienen que tener?”.

― Un tamaño, un cierto tamaño, si no, no se podría hablar de ello.

AGC ― ¿Qué os parece? Cosas…

― Como…

AGC ― …Cosas, tamaño, ¿va lo uno con lo otro?

― No sé, en el lenguaje científico no solamente se habla de tamaño, científicamente hay muchas implicaciones más: para ver por qué un cuerpo puede ser o no atraído, o puede comportarse de una forma u otra.

AGC ― Ya, ya. Pero, bueno, eso son anécdotas de la Ciencia. No, no nos distraigamos. No nos distraigamos… Parece que efectivamente cosas sin ningún tamaño no tiene mucho sentido. Ya sabéis que siempre hemos reconocido que en el establecimiento de las cosas, en la Realidad como cosas, lo cuantitativo juega un papel primario del que no se puede uno prescindir, y lo cuantitativo quiere decir eso. Lo mismo que, en cuanto a número, las cosas (para que esta política que propongo funcione) tienen que ser múltiples ―unas cuantas, ¿cuántas?: nunca todas, pero en cambio ¿cuántas?, ¿cuántas más y cuántas menos?― de la misma manera cada una efectivamente que nunca puede ser del todo la que es, y tiene en cambio que tener un más o menos de cantidad. Más o menos de cantidad, sí. Bueno, y una vez que reconocemos provisionalmente eso, como era la cuestión ésa que no tenemos ningún criterio para el más grande, más pequeño, ni para un criterio de verdadero de medida, no tenemos ninguna medida más que la que no vale, que es la del observador humano, que ya está denunciada porque nos hemos privado de todo privilegio, somos igual que las demás cosas, no podemos presumir de tener nosotros el metro, que eso es una soberbia estúpida. Sí.

― O sea, si sobre magnitudes, como el hombre (no sé quién dijo) es la medida de todas las cosas…

AGC ― Protágoras, acabo de citarlo.

― No, no, no, no. Perdón, perdón, perdón, perdón. Bueno, pero nosotros nos creemos que somos las… digamos que siempre vamos a poner las cosas como medida, magnitud, virus, como decía Isabel, o macronoséqué, que cada época histórica nos vamos a añadir un tamaño y una dimensión, pero siempre no vamos a bajar del burro…

AGC ― No, no, eso no es, eso es el criterio…

― No, ya, ya, ya, ya.

AGC ― …hemos leído del revés lo de Protágoras precisamente por eso: para creer que efectivamente eso se puede entender como lo entienden hace falta creer que efectivamente el hombre es lo primero y lo central y que todo gira alrededor de él. Si nos hemos desengañao de esa política que es justamente la política del Régimen y la política del Poder, pues se nos acabó, ya nuestro criterio de medida es tan falso como que es justamente el que a nosotros nos conviene. Y una cosa que se establece como verdadera porque es lo que a uno le conviene, se está denunciando como falsa. Bueno, más cosas respecto a magnitud, tamaño, más.

― Pues que ¿a quién le puede servir, tiene necesidad de esa distinción en las cosas?

AGC ― Las cosas… las cosas la utilizan ¿eh?, por ejemplo, los peces gordos se comen a los pequeños. Utilizan esa diferencia de tamaño, es evidente, ¿no?

― Sí, luego también vi que muchos peces pequeños se hacían uno gordo y se tragaban al grande, otra iconografía, vamos.

AGC ― Sí, puede llegar, pero en todo caso la situación primaria es que el gordo se traga al flaco, se traga al pequeño. Sí, pero eso no quiere decir nada, que la utilizan, eso… pero eso no quiere decir que podamos nosotros descubrir un criterio general para determinar lo que es grande y lo que es pequeño. Sabemos que hay peces grandes y peces pequeños, como se demuestra por el hecho de que los grandes se comen a los pequeños: relativo; todo es verdaderamente relativo pero mucho más relativo de lo que suele creers-… crearse.

― Agustín, ¿no será que con las unidades de medida, creadas por el ser humano, nos entendemos mejor?

AGC ― Claro, nosotros sí. Que a nosotros nos conviene eso. Una vez, el año pasao o hace dos años, estuvimos estudiando el curioso surgimiento del metro y del Sistema métrico, es muy… Evidentemente se supone que es conveniente (para los hombres ¿eh?, no para el pueblo), es conveniente para el Estado Francés, para el Poder, para el Capital, desde luego el Sistema métrico es sumamente conveniente. Pero todo eso no sólo no le quita su mentira sino que la hace más evidente todavía ¿no? ¿Qué más respecto a esta perdición de la falta de criterio en la que nos encontramos?: no tenemos medida ninguna verdadera.

― ¿Y el calor es una cosa? Como hay mucho calor, menos calor, ¿es una cosa?

AGC ― Lo mismo, lo mismo. Lo mismo que el pez gordo y el chico, sabemos que es relativo: hay, unos días que hace más calor y hay…

― Agustín, el tamaño, ¿es una medida física?

AGC ― ¿Qué?

― El tamaño de una cosa, ¿es una medida física?

AGC ― Bueno, ¿a qué hace falta decir ‘física’?, es el tamaño. No hace falta añadir ‘física’, ya lo hemos dicho. ¿Qué más?

― Pues parece que está demos-… está clara la ausencia de criterio para hacer ninguna medida que valga para medir todo. Que no está claro ese criterio parece que se ve bien…

AGC ― Sí, sí.

― …cuando se descentra al hombre.

AGC ― Por supuesto, yo creo que se ve claro, y teníais que ver lo que de ahí se deriva respecto a las cosas que os ha contado la Teología o la Ciencia acerca de los límites del Universo, y dónde acaba… Y el tamaño, en ocasiones el tamaño del Universo y de la velocidad de su expansión. Esto os lo ofrecen en la vulgarización todos los días. Imagináos… imagináos, cuando uno se ha negado a reconocer una medida verdadera, a dónde se van todas esas especulaciones. Bueno, me canso ya, no sólo del calor, sino de sacar cosas con las que meterse, pero hay que seguirlo haciendo ¿no? Hay siempre que contar con que los Medios, vuestra educación, os están suministrando Fe en la Realidad todos los días, de manera que por el hecho de que aquí se venga una vez de vez en cuando para quitar algo, desde luego no vamos a conseguir ninguna limpieza total ni nada…

― Si el tamaño es una medida física, ¿quién crea la medida física?

AGC ― ¿Perdón?, ¿por qué dices ‘física’?, ¿qué falta hace ‘física’?

― Ese cuadro tiene una medida física, este Ateneo tiene unas medidas físicas…

AGC ― Sí, señor, ¿qué física? Pero bueno, otras cosas pueden tener otra medida, no hay un criterio de medida. Bueno, pues eso, que si no nos pasa nada grave, seguimos dentro de siete días.