19.08.2009

Tertulia Política número 191 (19 de Agosto de 2009)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

Tertu191-19-8-2009#Tertu191-19-8-2009.mp3

 

  • Quedarse en la pregunta, recomendación contra la fe.
  • De la fe de Dirigentes y en Dirigentes.

 

 

TRANSCRIPCIÓN:

 

 

No sé con qué os habréis quedao de preguntas, de dudas, que es lo que aquí más se desea, algunos de los que estabais, con motivo de eso de la renuncia a la medida como algo absoluto y que sirviera para cualquiera, y que no fueran meramente las medidas que a este tipo de cosas que somos nos corresponde, y con las cuales nos contentamos de ordinario.  Un resto de la manía de seguir estando en el centro, como si nosotros, este tipo de cosas, en lugar de ser como cualesquiera otras, fuéramos el testigo, el observador, el que está por tanto enfrente de las cosas, y da cuenta de ellas, las razona y lo demás.  Es una renuncia difícil, renunciar a eso.  Con esa renuncia parece como que nos quedáramos suspendidos en un vacío de indecisión, no teniendo ningún sitio desde arriba hasta abajo donde asirnos como lugar de la medida válida para cualquier otro sitio.  

Es, como se comprende, una renuncia difícil; es difícil, no ya decirlo de labios afuera, sino reconocer, sentir, esa renuncia, que es lo que aquí justamente estamos pretendiendo como parte de esta guerra contra la Realidad en la que estamos metidos........., es decir, según el otro día traté de aclarar, dividiendo el lenguaje que es la lengua corriente, la lengua de cada día, que es la lengua verdadera, no pasada por la escritura, de la lengua impuesta desde Arriba, venida de la Autoridad, de la Escuela, a través de la escritura.  En ese sentido no contra las cosas (esa palabra, la más general que el lenguaje vulgar puede proporcionarnos), no contra las cosas, sino contra la Realidad, que es ya una elaboración típicamente humana, y que justamente, como la palabra Realidad misma, procede de Arriba, de las Escuelas, no como la palabra ‘cosa’.  De arriba procede ‘causa’, y procede ‘Realidad’, y procede ‘existencia’, y es justamente contra las cosas sometidas ya a esa forma de Realidad contra lo que esta guerra que nos traemos se debate.  Porque ir contra esas ideas, ir contra la idea de Realidad, es ir contra la Fe, y a su vez ir contra la Fe es ir contra el Poder, que es lo que le da su sentido político profundo a esta tertulia, porque el Poder sólo por la Fe se sostiene, en el Régimen actual como en cualquiera otro de los viejos Regímenes: sólo por medio de la Fe.   La Fe, que es la que todos los días los Medios al servicio del Poder os están predicando, por si se os olvidaba qué era Realidad; qué era Realidad.  Realidad es eso que os cuentan y que os muestran con imágenes.   Contra eso estamos, y veíamos que esa renuncia que tanto cuesta, esa renuncia a la medida universal, esa renuncia a la posición central de los hombres, es la sola vía para que esa guerra contra el Poder tenga algún sentido.    Las otras vías que van contra el Poder, como tantas veces hemos comprobado en la práctica, vienen a acabar siendo reformas, reestructuraciones del Poder mismo, y por tanto no son ya esta guerra en la que de verdad estamos metidos.

Contra la Fe parece que puedo permitirme haceros una recomendación, una insinuación.........para que cada uno la coja por donde quiera: es la de quedarse en la pregunta.  Lo que es difícil, y lo que al mismo tiempo vale en esta guerra, tendría que pasar por ahí: quedarse en la pregunta.   Por ejemplo las preguntas de un niño al que todavía no se le ha sometido debidamente, y que por tanto es capaz de preguntar en limpio, un niño, ante el cielo abierto de una noche serena, la pregunta, la duda de si hay más allá, y si no hay más allá.  Esa actitud de duda y de pregunta es la que estuve aquí recomendando en la medida que cualquiera de nosotros puede desnudarse de toda la carga de ideas y hacerse un poco como niños, y capaz de volver a preguntar ante el cielo sin más, eso: no ya sólo “¿qué hay más allá?”, sino las dos alternativas, ambas desoladoras para ese niño: la de si hay más allá, la de si no hay más allá......  O la pregunta que el otro día os había presentado a propósito del problema de la medida como de un niño cualquiera que se me ocurría, pero que a la salida alguno de los asistentes me dijo que justamente a su niño se la había estado oyendo, que es la pregunta de cuánto mide un metro.  Esa es otra pregunta de ese tipo: “¿cuánto mide un metro?”.   Quien es capaz de quedarse en estas preguntas, está ya con eso desmontando la Fe sostenida por cualquier Teología o por cualquier Ciencia, que trata justamente de encontrar siempre una respuesta a esas preguntas abiertas.  Por tanto, en esta lucha, que nunca podemos nosotros personalmente llevar a cabo........Porque cada uno de nosotros, como las cosas mismas, pero peor por lo que he dicho antes, está obligado a encontrar una respuesta en la que sostenerse, un criterio de medida válido de verdad sobre el que apoyarse y con el que quedarse contento.  Tiene que encontrar respuestas, y es justamente contra eso contra lo que aquí os estoy hablando.  

Tiene uno por tanto......’que haber sufrido mucho’, si es que hay que decirlo así.  Una condición que yo creo que cualquiera más o menos cumple, no hay por qué hay que andar presumiendo de casos escepcionales y horrendos.  Hay que haber sufrido mucho, haberse hecho mucho cargo del sufrimiento de cualesquiera otros que le hayan caído cerca, que haya podido hacerse suyo, para atreverse de algún modo a eso, a renunciar a la respuesta.  Renunciar a las respuestas: haber reconocido, no ya sólo, como mayormente lo hacemos aquí cada día que venimos, por el razonamiento, por el juego de la lengua corriente, la lengua de cualquiera y de nadie cuando se la deja suelta y se pone a hablar, sino también por el propio sufrimiento.........Generalmente esos dos aspectos de la Realidad, la falsedad que aquí tratamos de descubrir, y los horrores, se os venden por separado, y buen motivo tiene el Poder para hacerlo, y eso es contra lo que aquí quiero hablaros también un rato.

Estas cuestiones que estamos sacando, no sólo la de la medida, sino cualesquiera otras en esta denuncia de las ideas, que son la Fe, en esta denuncia de la Realidad, podría parecer que es una cuestión de conocimiento, de especulación, de Filosofía, algo intelectual, y por tanto eso es lo que hay que quitarse de en medio.   Por eso es importante que a esa renuncia tan difícil a la respuesta, ese atrevimiento de quedarse en la pregunta, se llegue al mismo tiempo por un razonamiento suelto, desmandado, y por el reconocimiento del sufrimiento, de los sufrimientos, de las desgracias y de los horrores que costituyen esta Realidad.   Juntamente lo uno con lo otro, rompiendo esa separación en la cual estas cosas se os presentan.  Es preciso reconocer cómo de esa Fe contra la que os estoy hablando, contra la que no hago más que incitaros a hablar una vez y otra, de esa Fe es de donde procede la desgracia específicamente humana: de donde proceden las guerras, de donde proceden las matanzas, de donde proceden todos los horrores que los Medios os venden cada día con el intento de contentaros, por si acaso a algunos de vosotros no os ha tocado tanto, y por tanto tenéis motivos para seguir tirando tranquilamente. De eso procede la Educación, es decir, la mortificación de los niños, de eso proceden las Religiones, de eso proceden todos los horrores que las Religiones traen consigo, de eso procede la Ciencia en cuanto positiva, es decir, sobre todo a través de la divulgación, portadora de una respuesta a esas preguntas que os he vuelto a presentar abiertas, y con las que estoy incitándoos a que os quedéis: quedaos en la pregunta.

De ahí procede todo.   Os estoy dando maneras de convenceros cada uno a sí mismo contra sí mismo, de que no hay motivo verdadero para tragarse esos cuentos.   Os estoy desanimando de creer en la respuesta de todas las maneras que se me van ocurriendo: no hay motivo verdadero; no hay más motivo que la conveniencia de los representantes del Poder, del Poder mismo, y por tanto la conveniencia de uno en cuanto persona, que no es más que un servidor del Poder; en su medida, más o menos, pero un servidor del Poder, ¿no?    Convencerse a uno mismo de esto es convencerse en contra de sí mismo en cuanto persona, en contra de sus conveniencias, en contra de ese Futuro que desde pequeños nos han vendido como sustituto de la vida, en contra de ese Tiempo al que estáis condenados a contar por horas, por siglos, como sea, y que por tanto os está contando a vosotros de la misma manera, sometiéndoos a eso del Tiempo contable, que nace justamente de ese Futuro falsificador.   Para todos esos Entes, incluido uno mismo en cuanto buen feligrés, es desde luego conveniente, necesaria, la respuesta, pero eso no vale: todo el mundo sabe que cualquier cosa que es conveniente para el propio sostenimiento de un Ente, por el propio interés que en ese Ente supone, ya no vale nada; ya no vale nada como algo que en general o en común pudiera hacernos tragar, hacernos seguir tragando, las respuestas de una clase o de otra que os venden, y lo que por tanto acrecienta esa dificultad para quedarse en la pregunta de la que os he vuelto a dar algunos ejemplos.

No creo que haga falta hoy de momento ir viendo cómo cada una de las desgracias que por lo alto os he enumerado se deriva de la Fe; basta con reconocer que sin Fe ninguna de esas desgracias podría producirse.   Para que haya una guerra hace falta mucha Fe.  En las guerras al viejo estilo hay una Fe en cada una de las Naciones contendientes, y hace falta mucha Fe para eso.  Hace falta ya bastante Fe para creer en el villorrio donde le ha tocao nacer a uno, que es pequeñito y que tiene un Alcalde, pero para creer en Alemania, fabricada hace un par de siglos, para creer en unos Estados Unidos, ¡lo que hace falta para eso!, ¡cuánto desatino, cuánta desatención al sentido común hace falta!   Y sin embargo para hacer una guerra no hay más remedio, porque a ver dónde están si no los contendientes.  De manera que la cantidad de Fe que ahí se demuestra ya con eso es mucha.    Después, es una Fe dirigida primariamente al fin de la guerra, es decir, se va a morir por la Patria, pero no sólo por la Patria, sino porque se tiene Fe en que con la victoria de esa contienda se va a conseguir algo nuevo, distinto.  Si no, ¿cómo se podría hacer pasar por el tajo a miles y miles y miles de jóvenes de cada una de las Naciones, si no se les tuviera bien convencidos de que esa guerra tiene sentido, que la victoria va a suponer un cambio radical en la Realidad?    Hace falta mucha Fe, porque hasta, a su pesar, la Historia misma nos muestra la inanidad, la estupidez, de esa propuesta: estamos hartos de ver qué es lo que ha resultado de las guerras sucesivas, estamos hartos de ver cómo las últimas han llegado a este Estado del Bienestar contra el que primariamente y más directamente estamos hablando aquí.   Estamos hartos de verla desde los antiguos, desde el momento en que hay Historia, y sin embargo para hacer una más hace falta creer.  Bajo este Régimen mismo, en que las guerras al viejo estilo han quedado arrinconadas, es decir, enviadas por conveniencia del Poder Central a los terceros mundos, a los rincones del Globo, la cosa pasa por supuesto esactamente igual: cualquiera de los Caudillos que por cualquier lugar de esos surjan, lo primero que tiene que hacer es predicar una Fe y hacer creer, y si no, no hay guerra ni guerrilla ni nada.   Ni terrorismo ni nada: todo requiere una Fe en el fin, en el por qué y el para qué, y esa Fe, creo que no tengo que insistir mucho más, va contra lo que nos queda de sentido común.  Cualquiera sabe que si cree en algo de eso, si se ve obligado a creer, es contra el sentido común, contra la razón, común, que sin más le está denunciando por lo bajo la vaciedad, la estupidez, la ridiculez, de esa pretensión de la Fe.  

Para la mortificación de los niños en la Escuela, en la Universidad, para la Educación, por supuesto que hace falta lo mismo: hace falta primero desde luego tener una Fe Humanista, contra la que estos últimos días hemos estado hablando.  Hace falta creer eso, ¿eh?: que no sólo es que el Hombre sea medida de las cosas, sino que tiene fundamento y autoridad para serlo, y por tanto se trata de, con las crías, relativamente inocentes, relativamente informes, fabricar nuevos hombres, más y más hombres, como sus padres, como sus madres; asegurarse de que el Porvenir está cerrado, y de que no hay nada que hacer más que repetir lo que ya está hecho, que es lo que al Poder le conviene y lo que intenta por todos los medios.  Hace falta creer en todas las tonterías que se les van a enseñar a los niños, porque si los maestros pierden del todo la Fe, ¿cómo coños van a seguir estando allí, y repitiendo esas cosas, las tonterías de la moral de sus padres, las tonterías de la Ciencia vulgarizada, o de cualquier Filosofía o Religión vulgarizada por el estilo?  Toda esa Fe se requiere, pero sobre todo y ante todo se requiere creer en que se están haciendo hombres para el Porvenir.   Eso es lo que más responde a lo que aquí llamamos de ordinario ‘la función esencial del Poder’: administrar la muerte; administrar la muerte.   Administrar la muerte futura, que es la creadora del Futuro, y eso se consigue haciendo creer a los niños que tienen un Porvenir, y que su Porvenir es el que les dicen los Padres y los Medios, que no hay otro, que ese es su porvenir.   Así se mortifica, así se mata, y sucede todos los días.

No voy a seguiros contando muchos más horrores, simplemente os estoy animando a que los recordéis, ¿eh?, a que no os centréis demasiado en vuestro pequeño caso con sus propios horrores.........Que también, por supuesto, proceden de la Fe: en ninguna de las matanzas que os cuentan de la cosa esa de la violencia del género masculino, que os cuentan igualmente sobre el femenino, tal vez al revés, podría funcionar sin una creencia metida muy adentro, sin una Fe en una cosa o en otra.  El caso del amor por ejemplo reducido a Fidelidad, y ya sabemos lo que eso quiere decir: aquello que podía, a pesar de toda la organización del Poder, rezumando por las esquinas, ser algo como un sentimiento, se convierte en una Orden, en una Ley: ‘Fidelidad’, por ejemplo.  Es decir, que el que ama cree que su propio ser está garantizado por la posesión de otro o la pertenencia a otro, y ese juego (que nos tragamos todos los días, pero que trato de presentaros, como debo, lo más negro y lo más horrendo que puede ser), ese juego es el que naturalmente trae consigo que los resultados sean siempre detestables, y algunas veces horrendos, para dar lugar a que los Medios tengan motivos para publicarlos y para entretenernos con ellos, ¿no?, y la entrega al tráfico.......

(Pequeña interrupción)

¿Qué más horrores?  Bueno, la dedicación esencial, que es la dedicación al Trabajo, a los Negocios, a la Empresa.  Imaginaros cómo eso podría funcionar sin alguna forma de Fe; no os lo imagináis, como yo.  A un ejecutivo en ciernes, en las Escuelas de Marketing o de eso, o en los manuales que se publican a millares por todas partes, lo que se les está recomendando es la Fe.  Desde luego, la Fe en sí mismo, eso es sagrado: un ejecutivo tiene que estar dotado de una Fe en sí mismo.  Bueno, y eso se le puede pedir hasta a un futbolista, vamos, que si no tiene mucha Fe en sí mismo, de poco le sirve tener muchas fuerzas y mucha habilidad, ¿no?: tiene que tener Fe.  Pero a un ejecutivo de las finanzas con mucha más razón.   Y junto con esa Fe, la Fe en la propia Empresa: que tiene sentido, que el trabajo detestable al que uno está sometido tiene una justificación en el fin que de allí se va a producir.  Cada ejecutivo de una de estas Empresas de producción de inutilidades, que son las que nos tocan en este Régimen, no puede ponerse a pensar que está en una Empresa de producción de inutilidades, eso sería poner en peligro la Fe: tiene de alguna manera que seguir creyendo, aunque sea de  una manera bastante pasiva, en que aquello en lo que está metido tiene sentido, que va a alguna parte; que va a alguna parte, porque si empieza a perder la Fe, desde luego muy pronto va a dejar de poder servir, va a bajar en la escala, lo van a echar de la Empresa, y se va a quedar así: teniendo que creer simplemente, pues en la Seguridad Social y en las colas para el paro, que es otra manera de creer más reducida, una Fe con la que se puede seguir tirando, ¿no?  

No voy a deciros más, pero el otro día os había anunciado al final que os iba a hablar, con motivo de un libro que me había caído en las manos, de aparecidos, espíritus, duendes, ángeles y cosas por el estilo.  Quiero haceros constar que de ahí proceden también todos estos: de esa incapacidad de quedarse en la pregunta, de esa necesidad de Fe, proceden estos.  El libro que me había caído (como siempre, son ya un millar nosecuantos de señoras en inglés que por alguna razón que no conozco me ha tocao usar como Literatura de entretenimiento), era el de una norteamericana, una señora Sophie Burnham, por si queréis buscarla, y se llama “The President’s Angel”. “El Angel del Presidente” se llama el libro en cuestión, que es el que voy a usar para lanzaros como una pregunta dentro de poco a las respuestas que os puedan venir.   Lo resumo.

El protagonista es un Presidente de los Estados Unidos de América.  Es un Presidente renombrado, que ha llegado a la presidencia por las vías habituales, las campañas que sabéis y todo eso, y la votación.  Y está ahí en la Casa Blanca, y las cosas pasan esencialmente en la Casa Blanca: en la Casa Blanca sucede que un día a este hombre se le aparece, en una de sus noches, a consecuencia de unas primeras dudas que había tenido con respecto a la guerra por venir entre los Estados y el Imperio de Nosedonde, las chorradas de siempre, pues el caso es que por un rincón se aparece un ángel, no como los de los católicos, que este es un esplendor; es un esplendor sobre todo, un esplendor que lo invade y que lo deja turulato.  Y sigue el curso de la presidencia, y tiene sus negocios, y está separado de su mujer pero salen a los actos públicos con las sonrisas correspondientes, como manteniendo la Fe en la Pareja, tiene un secretario que está en rotura con su mujer y que es muy violento y tal, y van resolviendo los asuntos, y en una ocasión ve enfrente de la Casa Blanca, en un parque que hay, una serie de manifestantes; manifestantes que se declaran contra lo habitual: contra alguna guerra, contra alguna cosa que puede suceder.....  Y en un momento dado, antes de mandarlos disolver, llega a asomarse y ve a un vagabundo que está sentado entre ellos en un estremo del banco, y al que reconoce, un vagabundo barbudo del tipo habitual y tal, y se queda con aquello.  Entretanto se le ocurre hacer una fiesta a la cual no sólo invita a las personalidades, sino que invita también a un periodista tremebundo que le da mucha guerra, para que vaya a la fiesta con su niña; con su niña de seis años, me parece.  Y durante la fiesta la niña se queda pasmada un momento, porque ella ha visto un ángel; ha visto un ángel allí también aparecerse en el otro estremo, y a la niña la retiran en general, pero el Presidente, que ya está ojo avizor, se entera, y trata por todos los medios de hablar a solas con la niña, que no le dejan, que ni el padre ni los demás quieren que sepa nada de que tiene una niña a la que se le aparecen ángeles, ¿no?   Y por fin lo consigue, y comparan documentos, cuando llega a conseguirlo con la niña, de cómo es la aparición.  Por si fuera poco, en uno de los arrebatos de resistencia contra lo que le está viniendo, ha mandado llamar a la Casa Blanca al vagabundo que estaba en el parque, lo ha hecho dar de comer y vestir y todo eso, y luego al final lo ha echao fingiendo que se ha llevado un cenicero valioso, con lo cual lo mandan a la cárcel.   Al cabo de unas cuantas vueltas, resulta que el vagabundo, cuando ya el Presidente va por malos caminos, va empezando a dejarse llevar por estas apariciones, se le aparece y resulta que lo ve de lejos y ve que era también un ángel, se convierte en un ángel.  El resultado es que el Presidente queda tan deteriorado en su presidencia, a pesar de los impulsos del secretario y todo eso, que al final, en contra de todo el gabinete, que cuando habla de renunciar a la guerra se le ponen en contra, renuncia, va a ver al Jefe, al Capitoste del Imperio (que le confiesa después de la entrevista que también él ha tenido ángeles), y entonces, nada, no hay guerra; no hay guerra de momento por ahí.

Esa es la novela.  Todo el terror de la guerra, la autora prefiere trasmitirlo a los años ochentaytantos del siglo pasado, que son justamente aquellos en que los norteamericanos debían estar aterrados con la perspectiva de la guerra nuclear  y lo del Presidente dándole a un botón que pudiera suponer la destrucción en cadena de todo y todo eso, y bueno, pues así termina.   Yo creo que os he dicho lo que me importa para las cosas que me digáis ahora, y que desde luego preferiría que tuvieran que ver con todo lo que hemos venido hablando.  La pregunta es simplemente esta, que empecéis por ahí: ¿qué os parece de la novela de la que acabo de ofreceros un resumen?  Simplemente eso.  Tiene que haber muchas respuestas; tiene que haber muchas, o sea que empezar enseguida.  Uno cualquiera, venga.  Sí.

-A mí se me ocurre preguntar qué tiene que ver esta historia con la fe.

A-Si los ángeles no tiene que ver con la fe, no sé qué podría tener que ver.  Si el Presidente no tiene que ver con la fe, según lo que he dicho antes, tampoco.  Vamos, esto está metido en lo que estamos tratando; es justamente de lo que estamos tratando. ¿Qué os parece?  ¿Qué más os parece?

(Pequeña interrupción)

A-A ver, sigo preguntando: ¿Qué os parece de la novelita?

-Son los ángeles los que deciden si hay guerra o no la hay, porque son los que les hablan a ellos.

A-¿Lo determinan?  Sí, sí, los ángeles desde luego vienen para hacer una labor que va a acabar efectivamente en que no haya guerra, y eso está claro; pa eso vienen, sí, por eso se le aparecen.

-Lo que está claro es que según las creencias, así la iconografía que se te representa, ¿no?

A-A ver.

-Que según la creencia se presenta San José o yo qué se, o el Padre Jerónimo.

A-No es eso lo que pregunto.   Al Presidente se le ha aparecido una especie de ángel......

-Quiero decir que la fe también depende de las creencias, que es como el que dice que se le presenta la Virgen, y el que cree en esa, pues esa iconografía es la que se le presenta.

A-Sí, pero no es eso lo que estoy preguntando.  Al Presidente se le han aparecido esos ángeles, y yo estoy preguntando que qué os parece de la trama de la novela tal como la he contao con bastante detenimiento.

-Yo creo que hay que suponer que el Presidente antes no creía en los ángeles, antes de que se....

A-No, al parecer nada; era un Presidente normal.  Sí, sería a lo mejor de una familia católica,  pero que había dejao eso.....No, previamente no creía en los ángeles, no.  El primero que se le aparece, se le aparece por sorpresa, lo deja atontao.

-Parece como que al aparecer como un elemento nuevo en su mundo, que parecía que lo conocía muy bien, al aparecer algo con lo que no contaba, eso afecta un poco al resto de cosas.  Él tenía una idea del mundo y con los ángeles no contaba, y al aparecer un ángel, parece que eso le hace perder un poco la seguridad que tenía.

A-Es eso lo que la autora presenta.  Así es, así lo presenta, esa es la trama que os he contado: a fuerza de una poca insistencia en dos o tres ángeles, acaba por estropeársele la seguridad aquella que tenía como Presidente.

-Pero le viene la seguridad hacia los ángeles, ¿no?  ¿Una fe quita a otra, como la mancha de una mora?

A-Sí.  Eso ya la autora no lo dice, pero bien puedes decirlo tú; bien puedes decirlo tú.  ¿Qué más?

-A mí me parece que es un timo de cuento, y que además es muy viejo y que está como actualizao, y es el caso típico de que se confirma todo: el poderoso, y que hay unas fuerzas del Bien, y que es una cosa que es un timo que parece que sirve para ver si algunos dicen “pues qué bonito, pues eso estaría bien”.

A-Eso desde luego: a mi parecer es un timo, es una estafa, y es justamente lo de novelas que se podían haber hecho en el diecisiete con apariciones de santos, pero es una novela del año 2000 en Norteamérica.  Esto conviene tenerlo en cuenta: es una novela del año 2000 en Norteamérica de una novelista bastante conocida, ¿eh?  Pero no hay que olvidar lo que Ana ha dicho, ¿eh?: es efectivamente un timo de novela, es el timo de cualesquiera novelas de santos de otros tipos y de apariciones.  Pero hay que ver cómo, y hay que decir más cosas, ¡vamos!

-Sí, parece que  no solamente un timo, sino que es la actualización y la modernización del timo de toda la vida.

A-Sí.  Pues analicemos el timo.  ¿En qué consiste el timo, tanto en esta novela como en sus antecesoras viejísimas?

-Pues en mantener el Poder, en creer quien tiene el Poder que lo tiene.

A-Eso es importante.

-Cómo se utiliza la Religión para seguir con el Poder.

A-No, él acierta bien: no se trata primariamente de la fe en ángeles, esa es secundaria; se trata de la fe en Presidentes.  Esa es la equivocación de la que tenéis que libraros en primer lugar al enjuiciar este timo de novela.  No se puede uno distraer mucho con los ángeles, porque lo primero es lo primero: lo que la autora cree vehementemente es que es el Presidente, por su decisión, el que por ejemplo hace las guerras o aprieta un botón.

-‘El designado por Dios’ de Franco, con la Iglesia Católica.  El designio de Dios con Franco de la Iglesia Católica, que nos lo......¡Coño, con el palio y todo!

A-Bueno, Franco por lo menos ponía a Dios a su lado, pero para este Presidente no hace falta.

-El ángel, ¿no?

A-¡No, no, no!: el ángel está en contra, el ángel le estropea el juego.  ¿No te has enterao de que acaba por no hacer la guerra?  No, no, Franco por lo menos tenía esta decencia que solían tener siempre los Capitostes de sacar a Dios; sacar a Dios, es decir, que “creed en mí, Presidente, Jefe, Caudillo.  Creed en mí, pero sabed que creéis porque yo creo en Dios”.  Por lo menos estaba esa reversión.  Aquí no, aquí de lo que se trata, en lo que esta autora cree firmemente, es en que los Presidentes hacen las guerras, por ejemplo, y esto es lo que os estoy echando en este momento; es central, de lo que se trata.

-Y el (Bus) lo ha demostrao con Irak.

A-¿Qué es lo que ha demostrao?  Ha demostrao, ¿qué?

-Ha demostrao hacer la guerra.

A-¿Cómo que ha demostrao hacer la guerra?

-Coño, que él ha declarado casi por su cuenta y riesgo la guerra a Irak.

A-¡Ah!  O sea que tú lo crees, como la autora; crees que sí, que es verdad que el Presidente hace la guerra.

-No, no hombre, no: yo he cogido el rábano, no por la hoja, sino por el tronco, y he dicho que el ejemplo es el de (Bus) de hace cuatro o diez años de hoy, cuando va a por las armas de destrucción masiva, que no hay ninguna, pero crea la causa/efecto y declara la guerra a Irak.  Creo que está claro.

A-¿Y tú te lo crees, o no?  ¿Crees que él es el que ha hecho la guerra de Irak?

-Pues coño, pues una mentira: montó una pantomima para llevar el interés del petroleo de Irak.

A-¡Bueno, bueno!  A ver, ¿qué creen los demás?  Ya, ya veo por dónde hay un resto de fe: no conoces al Presidente o a la señora Burnham, pero conoces por los Medios a (Bus), y crees; crees en él.

-¿Cómo que creo en él?  Pero si le estoy detestando.  Estoy detestando a (Bus), por eso he dicho que cómo crees....  Coño, que nos ha mentido de una manera olímpica: las torres gemelas es una putada, es falso, las han tirado los espertos en bombarderos, en demolición controlada, que el día once de Setiembre se celebra el octavo aniversario, y será un acto que vienen científicos de Estados Unidos aquí al salón a las siete de la tarde.  El que quiera, que vaya.

A-Puedes detestar mucho, y sin embargo tener fe, porque eso es como aquellos ateos que no valían pa nada que maldecían de Dios, pero al maldecir seguían teniendo fe, más fe en Dios que los feligreses, y a ti y a través de la predicación de los Medios me temo que algo de eso te queda, y por tanto es útil que oigamos más voces respecto al asunto.

-Hay un elemento ahí que me parece muy interesante, y que antes se ha comentado en relación a la representación del Poder en la época de Franco.  Tú has dicho ‘bajo palio’, al lado de Dios.  En la novela ésta que has comentado hay como un descenso del nivel de representación del Poder, por una parte, que lo hace más humano, más cercano (un ángel no es Dios), ............

A-¡Ah, no, no, no!, el () no cuenta, ¿eh?  Pero el descenso que has dicho es esacto, pero no en la novela: en general.  Es que en el mundo desarrollado hace ya como unos cuarenta o cincuenta años que no está de moda que los Dirigentes tengan ninguna especie de fe.  Los que la tienen son los de esos segundos mundos que a lo mejor todavía tienen que seguir para su gente creyendo en Alá, pero los del Primer Mundo hace ya esa cantidad de tiempo que digo que ya no se lleva; eso no se lleva: Dios, con el avance del Régimen, ha descendido a la propia cabeza del Presidente, del Dirigente.

-Cuando perdió Juan 23 la silla gestatoria, por ejemplo.

A-Por ejemplo, ja, ja.  Puede ser que fuera un momento.  En momentos de ese tipo me estaba acordando al decir lo de los cuarenta o cincuenta.  Ha dejado de llevarse en absoluto, y eso quiere decir esta cosa grave de la que tanto rato os he estao hablando, ¿eh?: la fe se refiere a la fe en uno mismo; la fe en Dios era simplemente un sostén de la fe en uno mismo.  En sesiones anteriores hemos visto cómo el Nombre Propio de uno viene a ser lo mismo que Dios, que fue el primer Nombre Propio, el primer nombre común que se escribió con mayúscula.  Y ahora que no se usa, o no se usa apenas ‘Dios’ en esos asuntos, la figura del Dirigente, prácticamente tan Todopoderoso como Dios, es lo que está sosteniendo la fe en uno mismo, porque para creer yo en uno mismo tengo que tragarme ese cuento de que son los Presidentes y Dirigentes los que hacen las cosas, los que hacen los grandes beneficios, los que hacen la guerra, los que hacen la paz, los que inventan esto y los que inventan lo otro.  La fe en uno mismo es de lo que se trata.

-Pero hay mucha trampa detrás de eso.

A-¿En cuanto a la novela?  No, es pura trampa, y en cuanto al Estado que vivimos, no es que sea trampa, es que aquí es el enemigo de esta tertulia que tenemos.  La mentira del Régimen que tenemos encima es la primera contra la que nos lanzamos, pero a veces conviene hacerlo a través de la novela de una creyente típica, y por eso la he sacao y la sigo sacando.  ¡Más!

-Pero uno sabe, o por lo menos tiene la intuición de que cuando uno ha llegado a Presidente o a Papa es porque ha trepao en el grado de la estupidez hasta el máximo, ¿no?

A-Eso es lo que decimos aquí; eso es lo que decimos aquí.

-¿Y cómo es posible que uno se trague una novela en la que hay un personaje que es Presidente, y al que se le aparecen angelitos?  Es que yo a la tercera página me hubiera entrao un sueño y un horror tal que vamos.......Me parece un rollazo que lo que me asombra es que te hayas tragao eso.

A-¡Qué poca paciencia tienes! Yo me trago cualquier cosa, y especialmente una como esta.....Vamos, la verdad es que entre los miles de señoras que me he tragao, la verdad es que hay muchas que me las trago simplemente.......

-Porque son señoras inglesas, y que son por la noche, y hay ahí mucho morbo.

A-......para adormecerme, pero cuando me sale una como esta por equivocación, entonces me la trago con una especial intención; es decir, que se puede decir que me la tragué para poderla traer aquí, y que diera el juego que esté dando.  Y dejemos de darle vueltas a eso.

-Pero eso es porque te lo dan en inglés, que si eso te lo dan en español no lo lees, es imposible leerlo.  Te interesa porque es en inglés, porque es de señoras, porque es por la noche......

A-Es porque no leo Literatura en español, pero si me hubiera caído una novela en español de esas características la hubiera utilizado igual; eso por supuesto.  Bueno, y dejando esa tontería, hay que seguir aprovechando el ejemplo de la novela de una creyente típica, porque supongo que puede hacer algo para remover los restos de fe que a los demás os puedan quedar, así que a no distraerse.

-A mí me gusta mucho que me cuenten historias, sobre todo si me las cuentan bien, y pues un momentito después no tardas en ver el engaño, pero mientras la estabas contando era como que estaba diciendo “¡jo, pobrecito Presidente!”, ¿no?  O sea, que te entraba como una ternura del pobre ahí teniendo que tomar las decisiones, y después con todos estos conflictos, y yo creo que hay algo ahí de lo que se pretende, como es la humanización, que bien puede ser que te dé ternura o que te dé asco, pero que se concentra todo el ataque o lo que sea en la persona, ¿no?, y eso pues.......

A-Me alegro de lo que dices, Penélope, también porque efectivamente demuestra que yo hice mi referencia, mi resumen, enteramente imparcial, sin que en el tono se notara mucho de nada, y efectivamente es el tono de la novela, y puede, y no sólo es que pueda, sino que de hecho ha tenido que engañar a unos cuantos cientos de miles de norteamericanos en el sentido que tú has dicho, porque viene la distracción: te fijas en la figura del Presidente, más o menos bien tratada, en sus disputas con el secretario, en cosas de esas, y efectivamente, te engañas.  Pero para eso estamos aquí.

-Pero eso responde a la naturaleza del llamado ‘Ciudadano Humanista’ del siglo 21, que cree que cuando uno llega a Presidente, o a Ejecutivo, o a Lider es porque es más listo, y más inteligente, y más nosequé.  La novela no engaña, la novela representa.

A-Para eso estamos aquí; para eso estamos aquí, y seguir sacándole......Engaña mucho, ya digo, tiene que haber engañao por lo menos a unos cuantos de cientos de miles de norteamericanos.

-Para pensar que él está decidiendo algo, que es él el que declara la guerra, también hay que pensar que la guerra es distinta de la paz, o sea, que () tomando a cambiar algo, o que ....

A-Sí, que él va hacia la paz.  Efectivamente, ese es el gran engaño sobre el que se nos hace vivir.   Ahora en el Primer Mundo no se llevan directamente las guerras, pero las tenéis en la pantalla, ¿eh?; las seguís teniendo en la pantalla, y desde luego la creencia en la paz, en que esto en lo que estamos es una paz, sólo se sostiene así: manteniendo una creencia en que hay guerras, a las cuales esta paz se contrapone.   Por eso yo antes, cuando os enumeré los horrores sucesivos, quise dejar la guerra metida entre todos los demás, pero la fe en la paz es fundamental para este tipo de Régimen en el que vivimos, sí.

-A mí me recuerda, salvando todas las distancias literarias con esto que se ha comentado, el esfuerzo de Lampedusa en ‘El Gatopardo’ por actualizar el Poder, adornarlo, actualizarlo, darle un nuevo impulso tal vez a la fe, dándole al Poder una connotación distinta y una representación diferente.  Se me ocurre.  Ahora, hay una.....

A-Se me ha olvidado demasiado ‘El Gatopardo’, lo siento, no puedo opinar.

-La novela básicamente trata de cómo se hacen el harakiri, sin hacerse el harakiri, la Aristocracia italiana previa a la unificación y a la costitución del Estado.

A-Sí, es posible, es posible.

-Es hacerse un harakiri para seguir siendo.

A-Sí, es posible.  Habría que remitirse para eso ya a los propios inventores del harakiri, porque entre los japoneses la práctica del harakiri ante la derrota de la que uno es culpable es también, para lo que estamos tratando, de primer orden, ¿no?: hace falta una fe en uno mismo, en que uno es el que hace las cosas, el que comete por ejemplo los grandes errores, es culpable del gran desastre militar, para que el cuchillo se vuelva sobre uno mismo y trate, vanamente, de curar la culpa, como algunos suelen hacer, por medio del suicidio; curar la culpa por el suicidio, sí.   Es el problema de la conciencia, al que hemos dao vuelta una y otra vez.  Esto Kurosawa lo ponía un poco en broma en uno de los sueños de la serie, de los cuentos de los........Bueno, la película de los sueños, ¿no?  Lo ponía un poco en broma.  Si la habéis visto recordáis, porque después de una derrota tremebunda que las tropas japonesas han sufrido, donde todos los de la unidad de un cierto capitán, me parece, han perecido, el capitán, que se ha salvado, viene huyendo por un túnel, poco a poco, huyendo por un túnel, y de vez en cuando aparece la conciencia representada en forma de un perro; un perro rabioso que le muerde. Poco a poco se va dando cuenta de que toda su unidad, toda su compañía viene tras él marcando el paso por el túnel; viene marcando el paso una y otra vez, y eso va........Y él sabe que es la conciencia, y que es una especie de ensueño, pero no puede hacer nada, no se lo puede quitar de encima.  Sigue atravesando el túnel, cada vez más dolorido y cada vez más incapaz, y siguen tras él pateando todos los cientos de soldados japoneses muertos que le han seguido por el túnel, hasta que por fin se le ocurre, se pone frente a ellos y dice: “¡Alto!  ¡Media vuelta!  ¡Ar!”.  Y entonces todos los soldados del sueño se dan la media vuelta, empiezan a volver a marcharse por el túnel afuera, y de esa manera él se salva de la conciencia.   Lo del dato ese que sacaba del recuerdo del harakiri, es ponerlo un poco a cachondeo, pero hacerlo bien presente: en lugar de hacerse el harakiri, él se vuelve contra la realidad del sueño, del ensueño que le atormenta, reacciona contra ella.  Era bastante acertao.  Bueno, volvamos al Presidente de los Estados Unidos y a sus ángeles.

-La palabra clave, el concepto clave es la guerra.

A-En la novela.

-Sí, en la novela y en tu disertación inicial de los horrores tal tal; el comportamiento del ser humano con la guerra.

A-No, no, no, no: en mi disertación traté de meterme con la Educación, con la Ciencia y con un montón de cosas.  En la novela, sí: en la novela vuelve a ocupar una posición central.

-Y ahora la pregunta va más a tu gran formación de humanista y de clásico, y en esto digo lo siguiente: si hacemos una visión de cinco mil años tenemos las guerras de los persas, las guerras de los griegos, de los romanos, las púnicas, las galias, la madre que los parió, las civiles, las secesiones, las de religiones, y en definitiva, el estado de la humanidad de los últimos cinco mil años se ha conformado a través de procesos bélicos.  Y ahora va mi pregunta, porque es una evidencia histórica, que no hay que inventarse nada en el Ateneo, o lo menos posible.  La pregunta a tu hombre de mucho conocimiento y muy estudiado, es: ¿este comportamiento es así porque tiene que ser así?  ¿Por el cabrón de turno, el loco de turno?  ¿Va en los genes de la propia humanidad que se tenga que ir formando y conformando la humanidad por procesos bélicos prácticamente siempre?  Esta es mi pregunta.

A-Sí, bueno, corrijo primero un poco: pon otros cinco mil años para que estemos en el comienzo de la Historia, porque entre los babilonios y los egipcios y los chinos pasaba lo mismo, de manera que pongamos los diez mil años que son aproximadamente la Historia; la Historia, porque es desde el momento en que hay un recuerdo escrito, contado, por ejemplo de muertos, de territorios, de cautivos, cuando propiamente empieza la Historia.  De lo de antes, como no hay escritura, no sabemos más que especulaciones.  Y bueno, tu pregunta es oportuna, y yo creo que muchos de los que están conmigo te podrían responder a ello: eso es la Historia.  La Historia, estos diez mil años, se fundan así, se fundan justamente en la pretensión del Orden, el Ideal, y por tanto la necesidad de la fe, y por tanto, a partir de ahí, sacrificios religiosos, guerras, contabilidad de cautivos y todos los demás horrores, porque como dije al principio, para que no os creyerais que esto de lo que hablamos aquí es una cosa de conocimiento  o especulación, debe saberse que todos los horrores proceden de ahí, y la Historia empezó así.  No me preguntes quién, no me preguntes a qué Dios o a qué hombre (que no podía haberlo siquiera), se le ocurrió, pero llevamos diez mil años, y esto es muy poquito, y no significa nada, y si dejamos de creer en que nosotros los hombres somos ninguna cosa especial, que somos cosas como cualesquiera, y que solamente tenemos esta perversión de la que justamente estamos disfrutando en esos diez mil años de guerra, pues claro, tu pregunta tiene una respuesta negativa, ¿no?: no hay por qué, no hay ningún motivo.   Ha sucedido esto, estamos en ello, y no hay ningún motivo; ni de que empezara la Historia, ni de que tengamos que seguir por ese camino.  Es importante, es lo que os decía antes: es muy difícil quedarse en la pregunta y renunciar a la fe, pero hay que reconocer que no hay motivo de verdad para tragárselo, para tragarse la fe de la que viene todo lo demás.   Que no hay motivo ninguno para tragarse la fe de ninguna especie que sea.  Sucede que ha sucedido así, en esta Realidad hemos nacido, histórica encima; nada más; ha sucedido así, y en estas estamos, y no tenemos por qué estar.

-Y esa costante bélica, ¿por qué se produce?

A-No, no, ya () en la fe: desde el momento en que hay un Dios, una Cabeza que quiere ordenar el mundo, ya todo está; ya todo está: ya de ahí viene la necesidad de hacer creer a las poblaciones, la necesidad de hacerles creer en Dioses, sacrificios humanos, de animales, guerras, matanzas......Es contra lo que estamos justamente, pero yo creo que el ejemplo de la novelita de la Burnham debía todavía suscitaros más cosas, ¿eh?  Aunque tal vez las que han salido son de las más importantes, pero tal vez es representativa en cuanto a más cosas, ¿no?

-Hombre, parece que lo de los ángeles que le hizo ver que mejor no hacer guerra, no pone en cuestión que el hacer guerra sea bueno o malo, sino que si la hubiese hecho sería porque había que hacerla, siempre para el bien.  O sea, que aunque después se haya visto que no, está claro que el Presidente siempre va a hacer lo que sea por el bien, y eso creo que.......

A-Pero va a hacerlo porque ha tenido ángeles, ¿eh?  Si no, no.  Esa es la actitud de la autora: porque si no, habría hecho lo que se veía que era la intención, lo que todo su gabinete de Generales y de Senadores manda, que es ir a la guerra para sostener la paz de los Estados Unidos.   Lo notable es que por tanto los ángeles que se le aparecen son buenos, porque efectivamente lo que uno podía sospechar es que igual podían habérsele aparecido ángeles malos, pero no, en la intención de la autora los ángeles que se le aparecen son buenos, y además son tan buenos que se puede decir que son casi como la plasmación de los manifestantes delante de la Casa Blanca, porque después de todo, como os he contado, el vagabundo notable al que el Presidente invita a entrar en la Casa Blanca, que está entre los manifestantes, acaba revelándose como un ángel, de manera que los manifestantes en la novela son los buenos; son los buenos, lo que pasa es que de por sí no tienen mucha fuerza, y la Policía los echa de delante de la Casa Blanca, y por eso hace falta que se conviertan en ángeles, en cosas por el estilo, ¿no?, pero así van las cosas.

-Y además se le permite que sea la niña el testigo, y la niña está en el mismo estatus del ángel, porque ve al ángel, y por lo tanto ahí.......

A-Sí, la supuesta inocencia de la niña de seis años es lo que le permite......

-Pero es que es una novela llena de tópicos tremendos.

A-Sí, sí, y conviene aprovecharlos, pa eso lo he traído.  Fijaros bien.....

-Es que es un estereotipo básico y común a la Historia de la Humanidad por lo que observo, que yo no he oído el argumento mucho.

A-Bueno, la autora por supuesto, aunque no lo manifestara directamente, es una creyente, cree en Dios, ¿eh?   Es una creyente en el sentido tradicional: cree en Dios; cree en Dios también; no sólo en los Presidentes y en los ángeles: cree en Dios.   Esto se revela de la siguiente cosa: de una vez en que una amiga, una vieja amiga del Presidente, que deber estar en un camino de iluminación de esos que andan por el mundo, pues viene más o menos a istruir al Presidente (que ya está medio convertido), a istruirlo en esta vía de iluminación, que es la vía de llegar a ver a Dios.  Hay un pasaje.......”Nunca pueden las cosas aparecer así de claras.   Eso Dios, el que nunca puedan aparecer así de claras, lo hace también por su propio juicio”, dice ella, “porque ¿qué pasaría si a todo el mundo, si a toda la gente se le abrieran los ojos, se les cayeran las legañas y vieran de verdad a Dios de repente?  Entonces todos empezarían a lanzarse en una procesión angélica hacia Occidente, detrás del sol, a la puesta del sol, lanzando cantos de alborozo.......”.  Bueno, todo el cuadro que podéis imaginar, ¿no? Me cuesta mucho trabajo repetir estas cosas, de manera que os baste con las pinceladas.  

Entonces uno, los que estamos aquí, no queremos estar sin fe.  Uno se da cuenta de lo que quiere decir para esos creyentes lo de ‘ver a Dios’: lo de llegar por estos caminos de iluminación a ver a Dios viene a consistir simplemente en esto, lo que el otro día os (sucedía): si no estuviéramos cegados por las ideas, por la fe, que son lo mismo que las ideas, por las creencias acerca de las cosas y de nosotros mismos, que se nos incorporan desde pequeñitos, en las que se nos educa, entonces la maravilla de las cosas, el baile maravilloso de las cosas, nos invadiría por todas partes, y en ese momento volveríamos a sentir el paso de las nubes, la puesta del sol, la noche estrellada, y cualquier cosa, cualquier salto de cualquier animal, con una intensidad que nos arrobaría, nos dejaría realmente arrobados.  Así que estamos privados de eso, estamos privados de sensibilidad en mayor o menor grado, privados de sentimiento, gracias a la imposición de la fe, de las ideas, de las creencias, que efectivamente, no ya se limitan a que les pongamos a las cosas un nombre común, sino que mucho más: cargan sobre ellas toda clase de convenciones, medidas, creencias de todo tipo, con lo cual las cosas no pueden hacer más que lo que hacen: portarse, pues como cosas sometidas a las ideas, vulgares, reconocibles, siempre las mismas más o menos con pocos cambios, aburridas, tal como se presentan, gracias a la imposición de la fe.  Es lo que el otro día os decía: ¿cómo las cosas van a florecer, si hay siempre uno que las está mirando?  ¿Si hay siempre uno que las está mirando, uno, que es el de la medida válida para todo?  Pues a eso es a lo que los creyentes llaman ver a Dios.  Ahí tenéis, y también la novelita, por mala que sea, me ha ayudao a reconocerlo; me ha ayudao a reconocer esa coincidencia.  Eso es  a lo que llaman ‘ver a Dios’: el sentimiento de todo lo que hay por debajo de las ideas y convenios de las cosas, y que podría estar viviendo, ese reconocimiento, más o menos vivo o acertado, a estos creyentes les lleva inmediatamente a, no dejárselo a las cosas, sino dárselo justamente a Dios, a aquel que es el que estaba haciendo, al menos desde el principio de la Historia, que las cosas no pudieran vivir ni florecer.

-Es que lo que digo es que es curioso, porque los ángeles siempre han tenido un tono bastante bélico, empezando por el de la revuelta, por Lucifer, que se revela contra el Dios creador, pero luego las representaciones icónicas de los ángeles así más importantes siempre han sido con una espada, como en una guerra.

A-Sí, estos son buenos, sí.  Sí, sí, ella, con motivo de la primera, se guarda incluso de decir ‘que no tenía espada’, que el ángel no tenía espada.  Y cuando habla con el Emperador, también: le consulta...Sí, sí, en la novela son buenos.

-Pero siempre se ha insistido en que el ángel viene siempre a introducir la contradicción, pero por otro lao la guerra, porque mira, por ejemplo visita a la Virgen María la pobre con doce años y le dice que está preñada, y en dos minutos le lía la vida, le cambia la vida, a ella y a todos los demás con lo de la anunciación.

A-¿Y ese era bueno o malo?

-No, no es que crea la guerra.

A-¿Ese era bueno o malo?

-Establece de repente la guerra, la guerra como la paradoja, la contradicción viva. Son unos pájaros bastante revueltos, los ángeles, y este viene ahí en plan americano.

A-Bueno, tú sabrás.  Tú sabrás de ángeles en general.

-Pero si es que este parece de una (), ese ángel.  Los ángeles en general son púnicos, bélicos.  Éste es un ángel americano, descafeinao........

A-Tú hablas de ángeles en general, sabrás de ángeles en general.  Los de la novelita de la señora Burnham son buenos, y sobre todo son buenos en el sentido de pacíficos, portadores de la paz, y en resumen lo que vienen a conseguir es la paz esa contra la que se estaba hablando.  Para que no nos engañemos demasiado en la guerra, y me voy a despedir con esto, hay que recordar una cosa, ¿eh?: que aunque las guerras sean un mero fruto de la fe, como creo que he estao bastante rato tratando de hacéroslo sentir, no hay que olvidar que después la contradicción de la Realidad, que se la puede llamar ‘guerra’ (que es como se la llama en el fragmento que nos queda de Heráclito: “pólemos páter pánton”, “la guerra, padre de todo”; “la guerra padre de todo, que es ella la que nos hizo a unos Dioses y a otros hombres, los declaró a unos Señores y a otros esclavos, a unos libres y a otros esclavos, etc.”), eso no es la guerra esta real, y hasta histórica, de la que hemos estado hablando, ¿eh?   Desde luego podemos decir efectivamente que estamos siempre en guerra, pero en el sentido de que la contradicción en la estructura de la Realidad no tiene cura, no puede tener cura; no puede tener cura más que de mentiras y fe.

Bueno, se ha hecho muy tarde, y entonces lo dejamos aquí, y seguimos dándole vueltas a lo que nos salga.