27.08.2014

Tertulia Política número 197 (30 de Septiembre de 2009)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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  • El miedo de dejarse vivir.  La vida como Información de Futuro y Pasado.
  • La pretensión de la persona de ser el que habla.

 

 

TRANSCRIPCIÓN:

 

 

Volvamos pues si os parece sobre esto de el miedo de vivir ahora.  El miedo de vivir ahora es una cosa general y que cada uno conoce, yo creo, harto bien.  El miedo de vivir ahora es el miedo de dejarse pensar, que es lo mismo que vivir, el miedo de dejarse hablar, como aquí en la tertulia, donde domina como en todas partes la tendencia a escapar, esponiendo ideas, cosas que uno sabe, en lugar de dejarse hablar.  Es del mismo orden el miedo de todas esas cosas, ¿no?

Bueno, no tengo que deciros que en contra de lo que nos quede de pueblo, pero contando con ese miedo de la persona, con ese miedo que cada uno tiene a dejarse vivir, es sobre lo que el Poder se asienta.  Esto es una tertulia política, del pueblo-que-no-existe contra el Poder, y por tanto conviene recordar bien cuales son los cimientos en que ese Poder se asienta, y desde luego el cimiento con que se cuenta para la mayoría es ese miedo.  Si sentís conmigo esto, ya es fácil recordaros que a cambio de eso se nos da esto que se llama vida, y que por supuesto no es eso de vivir.  Esto que se llama vida, y que se vende como vida, que consiste (este es un punto del esquema que quería que lo volvierais a sentir conmigo de firme, a fondo), consiste en especulaciones acerca de lo que va a venir (cálculos, proyectos, decisiones, respecto al mañana, respecto a la hora siguiente, y todo lo demás, todo eso que se llama Futuro), y consiste también en recuerdos registrados, históricos, escritos.  Porque hay que volver sobre esa distinción entre las dos memorias contrapuestas la una con la otra: recuerdo vivo es parte de esto de vivir ahora, y muchas veces lo más vivo que ahora se nos da son justamente reviviscencias de recuerdos, pero no: consiste, junto y frente al Futuro, en un Pasado registrado, escrito, sabido, con fechas.  Lo mismo que en los cálculos del Futuro: con números.  En esto es en lo que consisten vuestras vidas y la mía, y es lo que se nos da a cambio de no vivir, no pensar, no sentir, no dejarse hablar.  Es un cambalache en el que hay que insistir mucho, porque esto quiere decir que nuestra vida está prácticamente reducida a Información.  Eso es lo que se da a cambio: información acerca de lo que puede caernos encima, de lo que va a venir, pronósticos, en la salud, y en los Medios por todas partes esposiciones del Futuro, del Estado, de las Finanzas, en los años venideros: Información.  Y por el otro lado Información del Pasado registrado, que es ya mera Historia, mera escritura, no lengua: Información.  La Realidad es Información, esto ya lo hemos dicho, nos hemos encontrado con ello, y entonces conviene ver bien qué es a lo que la posible vida en que podíamos dejarnos vivir queda convertido de hecho en la Realidad.  Es prácticamente todo.   Voy a detenerme un momento en la locución que me ha salido, ‘prácticamente todo’, porque tiene también su interés.

‘Prácticamente todo’, es una cosa que se emplea, en español mismo, en francés, mucho, para decir ‘casi todo’, todo aquello de lo que merece echar cuenta, todo aquello de lo que se echa cuenta y puede contar para ir tirando, es decir, para que las cosas sigan más o menos como están y que no pase nada, que es de lo que se trata, que es lo que a Dios, lo que al Poder le gusta: que no pase nada, que no pase nada del otro mundo.  Prácticamente todo.  Naturalmente, todo no puede ser, eso los que me acompañáis lo sabéis bien, porque ‘todo’ no es más que un ideal que rige la Realidad, que nos rige, pero que es falso, claro está, no hay todo; no hay todo.  ‘La Realidad no es todo que hay’, es uno de los hallazgos primeros con los que tenemos que contar: la Realidad no es todo lo que hay, las cosas no son todas.  De manera que no todo, pero prácticamente todo. ‘Prácticamente’ tiene que ver con el giro que los físicos de vez en cuando usan mucho también, que lo he encontrado en las entradas en la Red, y os lo he mostrado, que es el ‘for all practical purpose’. ‘Para todos los fines prácticos’, que en el caso de un físico que está haciendo teoría quiere decir que son para los fines prácticos que la teoría puede perseguir.  Después de todo esta formulita es un destello de humildad dentro de las pretensiones de la Física.  Pues bueno, en ese sentido os decía lo de que nuestras vidas están reducidas prácticamente del todo a Información.  Es el cambio: las posibilidades convertidas en probabilidades, que son ya naturalmente cálculos reales sobre el Futuro, que no está aquí, y también en cierto modo sobre la posible veracidad de lo pasado, de los registros históricos.  Las posibilidades sin fin, que son sin fin, y por tanto no hay quien las agarre, reducidas a probabilidades, que sí hay quien las agarra: son números, pertenecen a un cálculo, y por tanto el cambalache es de primera importancia también para los manejos del Poder. 

Quiere decirse que consisten nuestras vidas en lo que no hay.  Esto es lo que me gustaría haceros sentir: consisten en lo que no hay, puesto que o es Futuro, o es Pasado, y eso no lo hay, eso no está aquí, eso no está pasando, no es ahora.  ‘Ahora’, como recordáis, desmonta de un golpe las pretensiones de la Realidad y de cualquier actitud realista.  Consisten nuestras vidas, prácticamente, en lo que no hay.  ‘En lo que no hay ni por un lao ni por otro’, podía ser.   Esta es la condena a la Realidad, al Poder, a la Fe.  Este es el cambalache esencial que os quería hacer sentir conmigo.  Esto no sólo hace que nosotros, es decir, este tipo de cosas que somos los humanos, y que no somos más que un tipo de cosa cualquiera, solo que coincide que es en el que estamos metidos nosotros.......Este tipo de humanos lo estropea todo, y la intromisión de lo que suele llamarse conciencia, o voluntad, Personal, o Estatal, o Capital, da lo mismo, esta es la peste contra la que aquí tratamos de luchar, y encima de que este tipo de cosas que somos los humanos estemos condenados a esto, luego naturalmente, puesto que nos colocamos en el centro de las cosas, y somos los que vemos las demás, los que pensamos las demás, se lo trasmitimos, se lo contagiamos a las demás cosas en toda la medida en que nos es dado.  Se lo contagiamos a las demás cosas, es decir, les hacemos tener un tipo de Futuro, un tipo de Pasado, como el nuestro, y les atribuimos algo que no podemos atribuirles: una especie de miedo convertido en cálculo, de lo futuro, de lo pasado.  No tenemos derecho, pero lo hacemos, y de ello os he dado muestra a propósito de entradas de físicos en la red donde aparecen, en la propia investigación cuántica, los problemas no resueltos del observador y de la medida, de uno como observador frente a las otras cosas, y los problemas por tanto del Tiempo llamado real, este engaño fundamental que he tratado de desmontaros en dos palabras, pero que para la Realidad cuenta como primario, y que tiene que luchar entre tener dos flechas, hacia atrás y hacia delante, o solo una flecha desde atrás a delante, ninguna de las cuales cosas es sostenible.

Desconocemos eso, no podemos por menos.  Como en otro tiempo se me ocurría deciros, “dondequiera que hay un átomo, allí estoy yo”.  Es decir, allí estoy yo haciendo la puñeta en el sentido de que El Yo la hace, y por tanto contagiándoles a los átomos los problemas de nuestra sumisión al Futuro, los problemas de nuestra conciencia, los problemas de libre albedrío o determinación de nuestras acciones de los que estáis hartos de oír hablar y de que os hayan hecho machacar en ellos, ¿no? 

Es así, y ahora que estoy rehaciendo la versión rítmica de Lucrecio, me encuentro con la manera en que este contagio se presenta también en esta ingenua, o más bien ‘brutal’, primera Física materialista de nuestro mundo.  Se me presenta en el sentido de si las cosas se hacen, se crean, surgen, en vistas a su uso, futuro, de tal manera que el uso precede a la cosa.  Esto es un problema que ya los antiguos conocían bien.  Y entonces Lucrecio, siguiendo sin duda la actitud del Maestro, de Epicuro, admite esto para las cosas artificiales, las fabricadas por nosotros.  Tiene que admitirlo: desde luego, un escudo se inventa y se fabrica ‘con vistas a’ protegerse del golpe, o del lanzazo, o de lo que sea, y así en general en las cosas artificiales tiene que admitirse esa precedencia del Futuro frente a la cosa.  Pero él no puede, y lo dice claramente, admitir eso para las cosas no fabricadas, para las cosas pretendidamente naturales: no puede admitir que los ojos se han creado, han surgido, para ver, han surgido con vistas a cumplir las funciones que cumplen.  Ahí no: tiene que sostener que para las cosas digamos ‘naturales’ (nosotros no distinguimos, ¿eh?, no distinguimos entre naturales y artificiales, pero Lucrecio sí), para las cosas naturales hay que admitir que la cosa es lo primero, la cosa surge, y entonces la cosa encuentra su uso: surgen los ojos, no se sabe por qué, y entonces naturalmente encuentran su uso, y de la misma manera, pues las manos, las uñas, lo que sea, cualquier cosa natural.  Es interesante por la propia ingenuidad, o más bien ‘brutalidad’, del planteamiento, esta duda que se manifiesta en la esposición del fiel Lucrecio.  Si queréis repasarla, está en los versos ochocientos veintitantos, ochocientos cincuentaytantos, del libro cuarto del Rerum Natura, o sea que puede que merezca la pena darse este paseo por la Física primitiva, por el Materialismo primitivo o ingenuo, y encontrar cómo es eso.

Bueno, pues ya veis lo que es la trasmisión o contagio de nuestros males, de nuestro Dominio padecido, de nuestras pretensiones, a las demás cosas, y los problemas a los que puede dar lugar que se mantenga o no se mantenga la distinción entre artificiales y naturales.

Bueno, volvamos entonces sobre nosotros, este tipo de cosas.  Puesto que somos cosas (estamos aquí aprendiendo a reconocerlo que somos cosas como las demás), pues a nosotros tenía que pasarnos lo mismo.  Tenía que pasarnos lo mismo, pero no es lo mismo.  Desde luego a las cosas cualesquiera les pasa (y eso yo creo que también aquí lo hemos descubierto bien), les pasa esto de que una cosa nunca puede ser, ni una, ni ella.  Por decirlo de la manera más simple que se me ocurre.  Efectivamente, esto no es nuestro, esto es de las cosas: una cosa no es nunca ni una ni ella misma, ni la misma cosa que era.  Es tan elemental que yo creo que me puedo ahorrar detenerme en desplegarlo, ¿no?  Es evidente, es lo de ‘ahora’, frente a la Realidad, que consiste en Información. las cosas, puesto que haber no hay más que ‘ahora’, no pueden nunca pretender, a lo largo de un tiempo o de una serie de ahoras, ni seguir siendo la misma (porque la Ley es el cambio perpetuo), ni por tanto ser siquiera una, porque la unidad y la identidad están tan íntimamente ligadas que no se las puede separar.  Esto es así, y naturalmente a nosotros tendría que pasarnos simplemente lo mismo.  Y con aquello que al principio os decía de dejarse pensar, dejarse hablar, dejarse vivir, pues las cosas van por ahí, pero no.  No, nosotros tenemos asumido eso: para nosotros ya no se trata de cosas, sino que es la Realidad misma bien costituída, fundada en un Tiempo, falso en el sentido de que no es ahora, pero istituído, dominante, con su Futuro calculable, con su Pasado registrado.......... Y contando con eso, lo que nos pasa ya es mucho más grave.  Bueno, y seguiremos yendo contra ello.

Es, volviendo sobre lo del otro día, cuanto cuesta desprenderse de este bicho de uno mismo, y no hacemos estos días más que intentarlo por todos los medios.  Este bicho, este uno, uno mismo, que es donde debe estar la raíz de todas las desgracias, y donde está desde luego también el asiento de Dios mismo, el asiento del Capital, el asiento del Estado, el asiento del Poder, ¿no?, en ese bicho que, volviendo a lo primero que os decía, es el que tiene miedo, es propiamente el que tiene miedo de dejarse vivir.  De dejarse vivir, de dejarse hablar, de dejarse pensar, porque en eso le va la existencia, la pretensión de ser el que es, de existir, ¿no?  Cuesta mucho.  Ese bicho como recordáis se nos colaba también en los sueños que el otro día sacaba para ejemplo.  Con mucho con éxito, porque es inevitable que en cuanto se habla de sueños se produzcan muchas curiosidades y a la gente le de mucho por contar sueños y cosas de esas, ¿no?  Aparte de los que salieron aquí, pues he recibido dos narraciones muy interesantes de ensueños sobre las que tal vez tendremos que volver, y se me había olvidado el otro día referir uno que ya me había contado Joaquín.  Sal, cuéntalo tú mismo un momento.  ¡Venga, venga, cuéntalo tú mismo!

-Desde aquí lo puedo contar, ¿no?  Bueno, pues se estaba hablando de la sustitución del que sueña por alguien en el sueño, y yo lo había   () en un sueño............

A-Si, perdona: y la pretensión de que al despertar uno se reconoce sin más en una de las figuras del sueño, y dice “soy yo”, y cuenta el sueño diciendo “yo estaba”, “yo andaba”, a pesar de las desfiguraciones.  Ya recordáis que algunos de los que hablaron después dijeron que no era su manera de soñar, que ellos nunca se veían en el sueño como figura, ni tenían por qué desfigurarse, que simplemente debían estar, pero como puros observadores.  Dejando eso aparte, en el caso de Joaquín, como en los míos que conté, hay presencia en el ensueño de figura que al despertar se dice “yo hacía tal cosa y cual otra”, a pesar de las desfiguraciones, de las cuales el caso de Joaquín es estremo, y por eso lo saco aquí como ilustrativo.

-Lo único que recuerdo del sueño es que en todo mi sueño trataba de convencer a mi entorno de que no me llamase ‘Angelines’, como una señora que yo conocía, y me tratase como si fuese ella, y me encontraba en un ambiente en el cual las tías de esta señora la iban a casar, y la iban a casar con el actual marido de la señora.  Es un trance tan fuerte que no te puedes ni despertar, pero en todo el sueño nadie de los que estaban alrededor era capaz de entender que yo no era la persona de la que estaba hablando todo el mundo.

A-Lo cual no te impidió al despertar eso de reconocer que eras tú el que estaba sufriendo el sueño.

-Sí, en todo el sueño yo estaba tratando de convencer a todo el mundo, y en la situación tan agobiante de que me iban a casar y todo, o sea que eso ya fue......

A-Pues hasta esos estremos llegamos: a pesar de las desfiguraciones, en el caso de que se den, también el veneno este, este bicho contra el que sigo hablando, se mete también en los sueños (¿cómo no, puesto que los sueños después de todo no son más que una parte de las cosas y de las realidades?), y ahí sigue también la pretensión de que uno sea también el que figuraba en el sueño, y que esté de alguna manera en los dos sitios, lo cual, como ahora creo que acertaré a esplicaros, implica la pretensión de que está también en un tercer sitio.  Esto es lo que espero poder decir ahora con claridad. 

Uno de nosotros, de este tipo de cosas que somos los humanos, pretende tres cosas.  Uno pretende desde luego ser una cosa.  ¿Cómo va a prescindir de eso? ¿Cómo va a prescindir de ser palpable, de ser alto, de ser feo, de ser guapo?  No, no, ser una cosa, eso es lo elemental: la fe en que uno es una cosa, es decir, que tiene algo de animal, de físico, os domina por todas partes, si os descuidáis.  Os hacen la Educación Física, a la que alguno de vosotros habrá estado sometido.  La Educación Física, eso es una cosa que uno se dedica con frecuencia a hacer consigo mismo: Educación Física, gimnasia, Fitness........., cualquier cosa de esas, ¿no?  Y bueno, digo la Educación Física, pero lo mismo da la Educación Moral: manuales vendidos por millones acerca de cómo comportarse en esta vida para tener éxito en lo de acá y en lo de más allá, desarrollar la fuerza de voluntad..........  Bueno, cualesquiera cosas, llegando hasta las de las Escuelas de Místicos que hablan de desarrollar la conciencia hasta estremos inusitados, que haciéndose amigos de la Ciencia dicen que no usamos más que el 5% de nuestro cerebro o menos........  Bueno, todas esas cositas que oís, y de las que me disgusta mucho insistir, y con recordaros un par de ejemplos creo que basta: la Educación Moral, junto con la Física.  Esta es la primera pretensión, que en parte está justificada, porque cosas, somos.  Aquí justamente estamos dedicándonos a ese reconocimiento cada día.

La segunda cosa que uno pretende ser es la primera persona gramatical.  La primera persona gramatical, es decir, esa que por un lado es cualquiera; cualquiera que esté hablando.  Por tanto, la pretensión de uno de ser eso no deja de ser una pretensión desmesurada, ¿no?, pero uno pretende ser eso, es decir, que el que cuando está hablando emplea ese índice (‘yo’, ‘me’, lo que sea), lo emplea refiriéndose a la propia persona del que está hablando, de manera que aunque ‘yo’ de por sí es cualquiera, desde luego en el uso habitual, ‘yo’, el pronombre personal, se emplea como ‘rebotando sobre’ la persona del que en cada momento está hablando.  Sólo de esa manera se puede mantener la pretensión.  La pretensión se deshace sola aquí, se nos ha deshecho, espero: el ‘yo’ gramatical es cualquiera, y por tanto no podría tener que ver nada con este Uno, este bicho del que sigo hablando, pero por medio de ese truco de sumisión de la lengua al uso práctico (ese uso por el cual aunque diga ‘yo’, o ‘me’, espero que se entienda que ‘yo’ o ‘me’ se refiere a mí que estoy hablando personalmente), por medio de ese truco se mantiene la pretensión.

Bueno, y la tercera cosa que uno pretende es la que os estaba anunciando.  La tercera cosa que uno pretende es en la que consiste sobre todo este bicho contra el que no me canso de luchar, representado por el Nombre Propio: uno pretende ser, hablando de sueños, el que sueña.   Ya recordáis el esquema: no el que está durmiendo, por supuesto, que ese es uno, ni, en el caso de que sueñe con figuras, aquel que en el sueño aparece como siendo él mismo, el que va a despertar y a decir “yo era ese”.  Pues no, no sólo el uno y el otro, sino además el que sueña, el cual no es nadie.  No es nadie de una manera evidente, ha quedado escluido por la propia descripción.  No es nadie porque su aparición se agota en soñar, en el acto de soñar, y eso no pertenece a la Realidad, ni humana ni en general.  Dejando los sueños, da igual: en el acto de hablar, en el acto de actuar, uno pretende ser también el actor.  Pretende ser el actor, es decir, no ya sólo ser la persona (con todos sus miembros y sus órganos y todo eso, que se pone en funcionamiento como una cosa cualquiera o como otro animal cualquiera), ni el objeto de la acción, sino el actuar mismo: pretende que el actuar sea suyo. Esto tiene que ver, lo digo entre paréntesis, con todos los líos de la libre voluntad y todo eso.  Ya comprendéis que cuando se desmontan las cosas como estoy intentando hacerlo, todos esos viejos problemas quedan fuera de sitio, quedan desmentidos sin más, pero tiene que ver con ellos, y hay que recordarlo.

Uno pretende también ser el que actúa.  Él, el que actúa, el que habla, entre otros tipos de acciones.  El que sueña, también.  Pero no puede ser, porque el actor se agota en la acción.  El actor es cosa de ahora, y ahora está fuera de la Realidad, y por tanto no puede estar en ningún sitio ni tener ninguna figura, ni ser parte de ninguna Realidad, porque se agota en la acción misma, en la acción de soñar, en la acción de hablar, en la acción en general.  También, según el ejemplo que el otro día volvíamos a sacar del teatro, con el actor, que ni puede ser el personaje, ni es tampoco el señor que figura al pie de la taquilla en un cartel.   En la medida en que está actuando, que se agota en el actuar, no es ninguno de los dos.

Bueno, pues es esta tercera pretensión la que tiene el veneno específicamente humano a mi entender.  Es la pretensión de ser además esto tercero de que sea uno el que actúa, el que habla, el que sueña, la que trae consigo toda esta sumisión a uno mismo, que implica naturalmente (bien lo sabe Dios allá Arriba, bien lo sabe el Poder), implica una sumisión al Poder mismo, una sumisión a cualquier tipo de Poder.

Bueno, esto es lo que os quería recordar.  Ya me diréis hasta qué punto me ha salido lo bastante claro, porque a lo mejor no, y sobre todo habrá que seguir sobre ello.  Para daros pronto la palabra, simplemente os recuerdo que contra esta situación que he tratado de recordaros con claridad, lo que hay que hacer no es más que eso: perder la fe.  Perder la fe, dejar de creer en todo lo que nos hacen creer para sostener el tinglado que acabo de describiros.  Perder la fe, es a lo que esta tertulia (política, de política del pueblo), se dedica, o debía dedicarse.  Es muy duro desprenderse de ese veneno, y la tendencia es refugiarse en cualquier cosa, y incluso dentro de la tertulia misma volvernos a hacer creer que aquí estamos en una tertulia Literario-Filosófica donde cada cual puede dejar salir su opinión a ver cómo luce o cómo le sale de mal, ¿no?  Es siempre difícil desprenderse de ese bicho, pero vamos, creo que está claro, después de doce años que va a hacer, que si esta tertulia tiene una función, está haciendo algo (y el dato esterior de que esté durando tanto y con tanta gente, pues no deja de ser un dato para tener en cuenta), si es así, lo que se está haciendo es luchar contra la fe, cualquier forma de fe.  Luchar contra la creencia, y si esto tiene alguna gracia, pues desde luego es una gracia por ese camino, no puede tener ninguna más, ¿no?  Es así, y entonces alguna vez creo que me ha salido deciros, para quitar un poco el miedo primero del que he estado hablando: “Perder la fe: después de todo, ¿qué se pierde?”.  Y a esa pregunta, pues yo creo que tenéis la respuesta conmigo: en cuanto uno, se pierde todo, porque uno consiste precisamente en esa mentira, de manera que esto esplica muy bien el miedo.  Al perder la fe, ¿qué se pierde?: como uno, se pierde todo.  Como cosa, no: como cosa, no sólo no se pierde, sino que se gana, un poco en el sentido que todos estos últimos días he estado tratando de hacer.  Se gana, como cosa no sometida a esta especie de Ley, a esta forma de mentira, humana, de nosotros.  De manera que, bueno, pues ahí está: como uno, se pierde todo, pero desde luego el ‘no’ contra el Poder no lo dice uno nunca, uno no es quién.  Uno es un súbdito del Estado, un cliente del Capital, y eso es lo que es su Realidad, y por tanto no puede ser que de verdad uno pueda decir ‘no’ contra el Poder.  Lo dice justamente lo otro, lo que nos queda de pueblo-que-no-existe, que-no-es-nadie, es decir, que no tiene esa triple pretensión que acabo de describiros.  Es eso que nos queda de pueblo, y que sólo puede aparecer ‘a través de’ y ‘a pesar de’ la rendijas de uno que se le dejen, que las hay por fortuna para la rebelión, porque uno nunca está bien hecho del todo ni de verdad, ¿no?  Sólo a través de uno y a pesar de uno puede surgir ese ‘no’ contra el Poder que es el sentido de esta tertulia.  Pues ya.  Ahora ya os dejo correr por ahí la voz, a ver qué cosas hay que aclarar, en las que hay que penetrar más.  Adelante.

-Una pregunta muy pequeñita: cuando has dicho que el que sueña se agota en el soñar, no lo he entendido, porque si el sueño se recuerda, o si el actor que está hablando se le oye y queda fuera de lo que ha dicho, ¿ese tipo de agotamiento cuál es entonces?

A-Es el soñante, ahí no está ya el que sueña.  Evidentemente, el despierto que recuerda es el despierto que recuerda, un ente real.  No hace falta que sea en sueños, ¿eh?: puede haber habido de verdad una revuelta popular contra el Poder, en algún sitio, en algún momento.  Puede.  Las posibilidades están abiertas, pero si uno la considera, cuenta, esplica, entonces eso ya no está aquí.  La acción se había agotao en cuanto era acción, y ahora al registrarla ya no está aquí.  Así el despierto con respecto a su sueño.  ¡Más!

-Respecto a la identificación del personaje de uno en el sueño, me pregunto si no tendrá que ver con que en un momento dao en el sueño también se sienten emociones, y si uno, que no sé si es ya el que luego se despierta, siente algún tipo de emoción que identifica con alguno de los personajes, asume que ese personaje es él. Emoción, o frío, o miedo, o cualquier cosa de esas, ¿no?

A-¿Quieres decir que reconocen la cesión esa, o....?

-Es que cuando uno sueña siente cosas, y entonces a través de lo que siente a lo mejor se identifica con el personaje, que está pasando frío, o que está pasando miedo, o que está alegre.

A-Pero cuando se despierta ya no le pasa eso, ¿no?

-Yo creo que cuando uno se despierta sí tiene una especie de poso de eso, o del miedo, o de la angustia, o del miedo que tenía el compañero que ha contado de que le iban a casar, ¿no?

A-Posó sí.  Suele decirse que cuesta trabajo acabarse de desprender de ciertos sueños del todo, pero que eso ayude a entender la identificación, no lo veo......

-No, porque lo sienta, porque es que lo sientes, y claro, si hay cuatro personajes, y uno siente frío, y yo siento frío, pues asumiré que ese soy yo.

A-Pero quien sentía frío era la figura del sueño.

-Pero es que yo creo que hay también una conexión con el que está durmiendo.

A-, Hombre, hay una conexión, pero la interpretación es porque uno no acaba de desprenderse del todo del ensueño, le quedan todavía como has dicho ‘posos’.  Parece que consiste en eso, ¿no?  Pero si sueña que tiene frío, al despertarse muy bien puede tener mucho calor, y no.........No, no, la pretensión, al menos esquemáticamente, os la he presentado así: es que uno no sólo quiere ser la figura, uno quiere ser también el que soñaba.  Esa es la (culminación).

-Pero cuando uno tiene un buen sueño y tiene la desgracia de despertarse, lo que quiere es volver a dormir, porque quiere volver a sentir eso otra vez.

A-Bueno, depende.   Depende de lo bueno que fuera el sueño, porque muchas veces es al revés, ¿no?  Bueno, ¿qué más?, venga, por favor.

-Yo estoy en esa línea, me parece que ¿quién me va a decir a mí que yo no era esa, la del sueño?   Yo perfectamente identifico mi sentir y mi hacer con alguna figura de ese sueño, y digo “¡ah, si, hay que ver, ya estoy otra vez con lo mismo, con el mismo problema, con el mismo asunto”.  Convencida.

A-¿Tu no sueles desfigurarla mucho con respecto a tu facha despierta?

-No sé si lo desfiguro mucho con respecto a mi aspecto ni a mi facha, pero desde luego me identifico completamente, a pesar de lo que sea.

A-A pesar de las desfiguraciones.  Yo sacaba las desfiguraciones porque eran justamente una pieza clave para poder entender el proceso.  No olvidéis que algunos me dijeron, por lo menos Penélope y Alicia, que no soñaban de esa manera, que no se veían nunca como figura del sueño.  Hay gente que sueña así, evidentemente.

-Pero uno puede, en muchos sueños, no en todos, ser un personaje del sueño, pero eso no quiere decir que uno se vea a sí mismo, como si estuviéramos haciendo un teatro en el que uno además de ver esté allí presente y se vea la cara.  Uno en un sueño no se ve la cara normalmente.  A lo mejor se ve la mano, si con la mano pasa algo, pero no se ve a uno......

A-Yo me veo la cara sin dificultades.  O me veo de cuerpo entero, lo que pasa es que me veo de cuerpo entero como un personaje que ¿qué diablos tiene que ver conmigo, en un caso de mucha desfiguración?.  Luego me indigna ser yo aquel, pero no...

-A mí me suele pasar, que también lo estuvimos hablando después de la última tertulia, que alguna vez me he visto fuera, y la única vez que yo recuerdo haberme visto fuera es porque me vi muerta debajo del agua.

A-‘Fuera’, ¿qué quiere decir?

-Que vi mi figura, mi cuerpo, pero normalmente no veo mi cuerpo.  Como me pasa cuando estoy despierta, que no veo mi cuerpo, sino que veo el cuerpo de los demás.

A-Bueno, se ve que hay técnicas distintas.  Yo me veo con facilidad, como un cuerpo, uno que anda por un lao, para acá y para allá y todo eso..  Yo creo que a mucha gente le pasará también, son técnicas distintas.  Lo que importa aquí (no nos volvamos a detener demasiado en sueños), es lo que os he presentado como tercera pretensión que uno tiene.  Tercera pretensión que uno tiene, que no es sólo la de ser algo masivo en cuerpo y alma, real, cosa, y ser la primera persona gramatical de cualquier lengua, sino además ser el que habla.  Ser el que habla.

-Pero esta tercera pretensión que se puede decir que es el soñante y el Nombre Propio, ¿no sería el que (si es que se puede separar) está más costituído por el miedo, donde se puede ver más evidentemente el miedo que a las otras dos?

A-Sí, sí.

-Por lo tanto es más real cuando sin embargo es el que hemos dicho que está fuera de la Realidad, porque desaparece en la acción......

A-No, no, no es que sea más real, es que es el dominante.  Ya lo dije al principio: es ese, el representado por el Nombre Propio, el que tiene miedo de dejarse vivir, de dejarse hablar.  Es, en otras palabras, lo mismo que Dios, Dios con mayúscula.  Dios, que está representado por el Poder, por el Estado, por el Capital, por cualquier forma de fe, y ellos tienen miedo de dejarse hablar, de dejarse pensar.  La fe peligra.  Todo eso lo sabían hasta los curas, que si uno se deja hablar o deja que hablen, la fe está en peligro.  La fe está en peligro, y entonces naturalmente es ahí donde se asienta el miedo. 

-Creo que podemos hacer otra descripción del sueño, por lo menos como prueba, ¿no?  Creo que estamos soñando continuamente, y no solo soñando, sino en varios planos manteniendo una actividad de la que no somos coscientes.  Agarramos un plano y siempre está conectado con otro, y cuando los estímulos de los sentidos desaparecen, en el descanso del sueño, aflora, se hace más presente, una parte.......Si lo vemos así cambia bastante todo.

A-Sí, bueno, cosas ahora realistas......No quiero entrar ni en Fisiología, ni siquiera en Sicoanálisis. Ya se sabe, ¿eh?: la distinción entre sueños y Realidad despierta es vana para nosotros: se está siempre soñando de alguna manera, la contraposición entre vida y sueño es una falsedad, es una insuficiencia.  Eso por supuesto está continuamente pasando: conciencia y subcosciencia forman parte del aparato este.  Ya sabéis que aquí digo siempre ‘subcosciencia’ un poco en el sentido del ‘vorbewusst’ freudiano, para no caer en la confusión con incosciencia.  Incosciencia quiere decir perderse, no ser uno, pero la subcosciencia y la conciencia son parte del aparato de uno, lo mismo cuando está despierto que cuando está dormido.  Bueno, ¿qué más?  ¿Qué más por ahí, por favor?   Sí.

-Esto de la pretensión que estamos hablando, bien, estamos hablando del soñar, y podía ser el actuar, podía ser el estar aquí.  Yo pretendo estar aquí.

A-¿Eso es una forma de acción?

-Yo pretendo estar aquí, pero el tema de ser una pretensión es que esa pretensión se puede desmontar, me parece que te he entendido.

A-Sí, sí, que la acción se agota en la acción, que el actor se agota en la acción.  Si eso de estar aquí es una acción, que tú dirás, entonces esa acción se agota en sí misma, no tiene nada que ver.

-Pero esta pretensión que es tan potente, ¿cómo se desmonta al mismo tiempo?

A-Claro, ese es el tinglado que he tratado de poner bien al descubierto, para que cupiera algo en el sentido de.......Sí.

-Yo creo que donde se ve más claro es en lo del hablar, en lo del lenguaje, que es que el lenguaje realmente si actúa es porque es subcosciente, porque no se aprende con conciencia, y precisamente el aprendizaje de la lengua es la subsunción del lapso de aprenderlo a un olvido técnico que pasa ahí al archivo, y que por eso se habla lo bien que se habla.  La paradoja consiste en lo siguiente: que uno pretende que es el que habla, pero de hecho también es legítimo que lo pretenda, porque la herida de uno es la que hace hablar, uno habla por la herida, respira.....

A-¡El pueblo habla por la herida!  ¡El pueblo!  ¡Uno, no sólo no está herido, sino contento!  ¡Contento con el Poder!

-La herida es el pueblo, pero uno habla por la herida que tiene de pueblo.

A-Uno habla por las rendijas que hemos dicho, gracias a que a través de uno al que se le hace herida es al pueblo-que-no-existe.

-La rendija es la herida, que en el caso de las mujeres tenemos la rendija costitutiva, ¿entiendes?, que nosotras hablamos también por ahí.

A-A uno, en lugar de hacerle herida ninguna, se le costituye, se le educa, física y moralmente, y para evitar líos con respecto al lenguaje, que me importa más, no.  No, un idioma no es la lengua.  Un idioma es con el que un niño tiene que luchar para asimilarlo, y por tanto cuando lo asimila y baja a la subcosciencia, todo eso forma parte ya de la Realidad.  No es la lengua, y por tanto el hablante personal de una lengua, y el que pretende ser la primera persona gramatical, no es lo que yo he dicho ‘el que habla’.  Está hablando la otra cosa.

-Vamos a ver, la lengua, el hablar es el que habla, ¿por qué él, y el otro, y el otro, ha estado hablando de alguna manera de que el que tiene frío de alguna manera está soñando con el personaje que en ese momento tiene frío?  Es que están compactos, es muy difícil trazar una frontera entre la lengua y lo que hace hablar, y es lo mismo que es esto en el sueño, que la emoción misma, o la sorpresa, o el miedo en el sueño, hace que en el momento ese el que está soñando sea al mismo tiempo lo soñado, y es muy difícil establecer.......En la lengua es donde lo veo más claro para poder esplicarlo, en el hablar, que si uno se deja hablar es la lengua la que habla, pero que si no hubiera la herida de uno, personalmente herido, no se hablaría.  Se pasa lo impersonal, que es la lengua, y la herida es lo personal, y eso es el pueblo, la herida de lo impersonal, de lo común.  Es que si no estamos aquí haciendo unos estancos, unas separaciones, que son muy tremendas.

A-¿Ya está?  Puesto que has vuelto a decirlo, tengo que volverlo a decir: uno, este contra el que estoy hablando, este bicho del que es tan difícil desprenderse, uno no recibe herida.  Las heridas que uno recibe es cuando lo suspenden en la Oposición, o en el Examen, cuando el marido la deja, cuando sufre todas esas cosas que uno sufre en la Realidad.  Pero de lo que en esta tertulia se trata es de que algo que está de verdad herido, sometido, impedido, desvirtuado, a lo que aludimos como ‘pueblo-que-no-existe’, sigue latiendo por debajo de nosotros, puede surgir por la herida, que no es ninguna herida que uno reciba, sino la bendita herida de que uno nunca está hecho del todo, y le queda algo de roturas en su fe.  Sí.

-A mí es que me ha sabido a poco el comienzo de la charla en torno al miedo impuesto por el Poder, o discutido por el Poder.  Luego ya me he perdido un poco la relación que tiene el miedo político, o el miedo natural, o el miedo impuesto por muchas circustancias (los Medios de comunicación, el Futuro, los problemas venideros....), y en la relación de ese miedo con el sueño y demás, me he perdido un poco.

A-Bueno, lo siento, sin duda no he estado lo bastante claro, porque no había por qué, y además al final he vuelto a enlazar con el comienzo, y he dicho que el que verdaderamente tiene ese miedo es Dios, es decir, uno mismo, este bicho que tiene la tercera pretensión de ser no sólo una cosa real y la primera persona gramatical, ese del que he dicho que hasta los curas sabían que el dejarse hablar pone en peligro la fe.  Ese.  Ese es el que tiene miedo.  El dejarse hablar, el dejarse pensar, el dejarse vivir, pone en peligro la fe, y por tanto la fe en uno mismo.  Ese costituído de esa manera tan mentirosa, pero al mismo tiempo tan potente, y contra el que aquí estamos hablando.  Sí.

-Parece ser que el sueño ocurre a pesar de uno, y en este sentido ¿podría decirse que tal vez el que sueña está más cerca de ese que se deja hablar, de ese que está en el sentido común, verdad, o pueblo?

A-No entiendo la premisa, porque......

-El sueño ocurre a pesar de uno...

A-¿Por qué?  ¿Por qué?  Eso es lo que no entiendo. No sé por qué dices eso.

-Pues porque por todo lo que he visto aquí, parece que no hay una voluntad clara del que sueña en soñar eso.

A-Ni una noluntad tampoco, no creo que haya una intervención de la voluntad de uno, ni positiva ni negativa.  Le pasan cosas, en cuanto......

-Yo me preguntaba si es que es un estado que sea más cercano al de dejarse hablar, ese de soñar.

A-Es que se agota en hablar.  El que habla de verdad, el que sueña y se agota en soñar, el actor que se agota en actuar, ese no es real.  Las cosas que me estás hablando ahora, las que me estáis hablando en general, son cosas que les pasan a las personas ya costituídas, y cuya costitución estoy tratando de desmontar.  Por ejemplo, el fenómeno mismo del soñar dormido, todo el mundo lo sabe, son ya discusiones que se vuelven físicas.  Evidentemente a uno, en cuanto cosa, parece que le hace falta dormir, y según Freud reconocía, los sueños en principio sirven para dormir, para que la gente se quede dormida, para meter el sueño, que es una cosa que nos pasa a nosotros.  Puede ser, y vemos que efectivamente los animales alrededor duermen (los peces tal vez es un caso que se vuelve problemático, pero bueno, en general duermen, y cosas así), y por otra parte, pues ya sabemos que aquí el análisis freudiano es muy útil.  Son cosas de la costitución misma de la persona, especialmente esa subcosciencia costituída por la censura, por la represión, la que se arregla para aflorar en los sueños de alguna manera.  Pero todo esto son accidentes fisiológicos, síquicos, y no tienen que ver con el problema.  Sí.

-Eso de que no sea real el (que hace), es lo que me parece que es lo que no puede consentir ninguna de las Istituciones, no se puede consentir dentro de un colegio, o de un Estado.

A-No, el Estado no puede consentir nada de eso, porque va contra la fe en uno mismo. Uno tiene que creer que el que actúa es uno de verdad, y que por eso tiene sus méritos, gana ese premio, le aplauden, le critican, le hacen quedar bien, le hacen quedar mal.......Uno está convencido de que el que habla es uno personalmente.  En efecto, el Estado y sus Istituciones no pueden consentir ni por un momento que se reconozca que el actor se agota en la acción, y que no es ni la cosa, persona, real, ni siquiera la primera persona gramatical de un acto de habla.  Sí.

-Casualmente ayer El Roto, un dibujante que publica en el País, tenía un dibujo sorprendente: se veía un ojo como alucinao, y decía: “la Realidad es una alucinación colectiva”.  Creo que se le puede sacar mucha punta a esta simplificación.

A-¿Cómo si fuera el ojo el que lo dijera?

-No, no, lo ponía por poner algo, por dibujar algo, pero lo que importaba era la frase: “la Realidad es una alucinación colectiva”.

A-Está bien.  Es más bien una cosa trivial, pero está bien para un periódico.   Me alegro de que me lo digas, porque yo nunca leo los periódicos, pero hace años que estoy viendo a ver si Fórges y El Roto, después de que han hecho tan fieles al País, eran capaces de sacar algo de verdad penetrante, ingenioso, y no lo encontraba nunca.  Me has dicho eso, de manera que bueno, me alegro de que en el número de antesdeayer se me haya escapado algo que por lo menos es un poco más iluminador, ¿no?

-A mí me parece que es lo mismo que acabas de decir, esto de “nuestra vida está reducida a Información”.

A-No, es muy confuso el decirlo de esa manera, que es más tradicional, porque parece que efectivamente son alucinaciones de las personas las que crean la Realidad, y no dan cuenta de cómo efectivamente es el Poder mismo, Dios, uno mismo, el que necesita, por miedo, impedir que se viva, y a cambio produce Información, que es la Realidad.  Decir ‘alucinación’ es confuso, decir ‘Información’ es menos confuso.  Es menos confuso, es esa Información, que es justamente la que se impone a cambio de no vivir.  A cambio de no vivir se nos da esto que llaman ‘vida’, que es Información: Futuro, y Pasado.

-La Información nos quita el miedo, eso es evidente.

-No, y nos lo pone, mira lo de la gripe A.  Está hecha para meterte el miedo.  Tiene la doble función: primero te da el miedo, y luego hace como que te lo quita.

-Sin Información ahora mismo el mundo sería un Estado tenebroso.

-No, con Información es más tenebroso.

A-Es desde luego una defensa, pero no olvidéis que yo he tratado de hacer sentir lo especialmente venenoso de nuestro caso, del de las personas, porque hemos tenido que reconocer para las cosas en general, que aunque es verdad lo que os decía antes de que una cosa nunca es una ni ella, por supuesto en las cosas domina la pretensión de seguir siendo.  Pero esto no es nuestro, esto es de las cosas: no puede conseguirse nunca de verdad, pero la lucha, como dicen vulgarmente ‘por la existencia’, es algo que tenemos que reconocerle a las cosas, incluso a las inanimadas.  Lo que hace que esto sea nuestro caso especialmente venenoso, es todo lo que he mostrado de su costitución, de esta necesidad de defensa como una especie de Credo, de norma, y todo lo demás que hemos dicho, y sobre lo que no voy a volver.  ¿Qué más?

-Me parece muy complejo el tema este.  Sobre todo porque el miedo a perder uno mismo el Nombre, o los apellidos, va más lejos, es ambivalente: uno tiene miedo de que le digan que es un confidente porque te pueden matar.  Si por ejemplo estás en el País Vasco, eso te puede costar la vida.  Tienes miedo de que te acusen de pederasta, o que te acusen de tal, pero al mismo tiempo, cuando te defiendes, estás dando lugar a la defensa de tu estatus como Jaime, o como Agustín, que no puede ser atacao de esa manera, porque no hay derecho y tal.  Entonces, ellos mismos te están fijando en una posición del Estado, de Dios, del Capital, te están fijando en la defensa de los valores que ellos tienen asumidos. Eso de derechas y de izquierdas.

A-Bueno, la verdad es que el caso de que sea lo uno o lo otro no importa.  Importa lo general que reconoces ahí: es uno mismo, y con esta pretensión suma representada en el Nombre Propio.  Que eso se acompañe de honores, o que se acompañe de culpas que te echan, es secundario, porque lo uno y lo otro refuerza por igual eso que los vulgarizadores del Sicoanálisis llaman ‘el ego’, o ‘el yo’, y que nunca soy ‘yo’.  Lo refuerzan, por un lado o por el otro, porque si a mí me echan la culpa, si soy mafioso, confidente, pederasta, eso a mi personita le puede resultar molesto (me pueden meter en la cárcel o fusilar), pero a mí mismo me ensalza y me mantiene en cuanto Nombre Propio.  Lo mismo que los premios y los honores, por el estilo.  Esas diferencias son cosas meramente de la Realidad, no entran al fondo del problema.

-Es más, esto se nota claramente, porque desde que los Medios llamados de Formación de Masas y la Televisión están costantemente metiendo Información, ha aumentao muchísimo las llamadas violencias domésticas y todo ese rollo, y en general la delincuencia esta audiovisual, porque la función es realmente el cuajar el Nombre Propio.

A-Sí.

-Recuerdo que hace unos tres años mataron a una chica en un retrete en Puerto de Santa María, y la única esplicación que dieron es que era una desconocida que entró y la mataron a navajazos porque querían salir en la tele y que sus nombres aparecieran en la tele.  Como eran unas chicas que no se promocionaban, que ni tenían trabajo ni ná, que era su modo de hacerse notar en este mundo, por la vía de cargarse a una persona.  En este caso es que las niñas lo dijeron claramente.

-Y los que pusieron las bombas en Madrid, pues si no hubiera televisión, pues no las pondrían, eso está claro.

A-No nos ocupemos demasiao de estas pequeñas desgracias, que no son más que glosas de lo que he dicho.  Desde luego, cualquier cosa sirve: culpa que te echen, honor que te dan, reproducción de un ejemplo de la tele,........da igual, todo sirve efectivamente para sostener la fe en uno mismo.  Pero aquí de lo que hablamos, aparte de estas incidencias reales, es de eso: de la fe y la manera de poderse desprender de la fe.

-¿Has dicho que el yo que reconocemos como yo, no es el verdadero?

A-No, no, ‘el yo’ no es ‘yo’.

-¿Y cual es el verdadero yo?

A-‘Yo’ no es ‘el yo’, esa es la gran falta.  Esto tenéis que estarlo recordando siempre, porque te la meten todos los días, te confunden ‘yo’ con ‘el yo’.  Es como los que te confunden ‘ahora’ con ‘el ahora’.  Nuestra lengua tiene este pequeño truco del artículo, que basta.  Otras se arreglan de otra manera, pero con esto basta.  ‘Ahora’, como mostré, está fuera de la Realidad.  Cuando pasa y ha pasado, no tiene sentido, pero amigo, ‘el ahora’.........’El ahora’ ya es una noción más o menos filosófica, se va pareciendo al Presente, está metido en la Realidad, lo mismo.  ‘Yo’ no es más que la primera persona gramatical, como antes mostré, que es cualquiera, pero que uno, por el veneno que hemos dicho, trata de identificarla consigo mismo en el rato que está hablando, y luego ‘yo, que no es nadie’, y que gracias a no ser nadie tiene esa virtud de que es el que habla, el que sueña, el que actúa, pero no pertenece a la Realidad.  ‘El yo’ sí, ‘el yo’ es plenamente real, tanto como el Alma, tanto como el Superego, como cualquiera de estas cosas que se suelen decir de nuestros órganos o partes más o menos espirituales o personales.  Esto es una cosa que es de los gritos que había que tener en bandera: ‘el yo’ no es ‘yo’, ‘yo’ no soy ‘el yo’.

-Pero luego está lo del (Pocoyó).  Hay que esplicar cómo el mercado ha cogido eso, y ahora ha sacado esa serie para los niños de Pocoyó, y es lo que más se vende en este momento en el mercado.  A los nenes les encanta el Pocoyó.

A-Sí, perdón, no sé si había antes por ahí.......

-No sé si viene muy al caso hoy, pero durante mucho tiempo he estado pensando en la relación que hay entre la fe y algunas de las funciones del verbo Ser.

A-‘Ser’ no es ningún verbo.  Es la cópula.

-Pero en los usos se utiliza de varias maneras, y una es atribuir una cualidad, tal, “esto es verdad”, “esto tal”, y entonces de los usos del verbo Ser creo que hay algunos que están muy imbricados en la fe.  ¿Esto nos lo puedes esplicar un día?

A-Sí, sí, claro, ya hemos sacao a Parménides a ese propósito, el primer intento de conversión de la mera cópula (que no es nada por tanto, mas que cópula), la conversión en el objeto de fe: “lo que es lo que es”, “el que es lo que es”.  Sí, efectivamente es una cosa que distraería demasiado.

-Referente al yo que habla y al que se deja hablar, es verdad que parece que cuando uno se deja hablar, la gente se deja hablar con la gente, sí que parece que pasa algo de esto que dices.  Pero luego también parece como que la gente habla precisamente para todo lo contrario, para ser quien son, y hablan ininterrumpidamente y sin ningún tipo de rigor muchas veces, para afirmarse en lo que son.  Lo que no veo claramente es cuando pasa una cosa y cuando pasa la otra.

A-Claro, y no se puede distinguir del todo.  Yo creo que aquí tenemos motivo para a lo largo de las sesiones por lo menos haber hecho un poco de ejercicio de distinción de lo uno y de lo otro.  Desde luego, es de costatar y recordar lo que has recordado: uno de los recursos que tiene la gente es hablar sin ton ni son de cualquier cosa.  Nada más tenéis que ver el éxito fabuloso de la telefonía, especialmente de los móviles.  Ya los teléfonos de por sí, pero los móviles en especial, que dan lugar a cantidades inmensas de conversaciones interminables para nada, para decir lo mismo siempre, reconoce el que está fuera, pero que para eso están.  Justamente están llenando el tiempo, y por tanto evitándole a uno dejarse hablar.  O pensar, que da igual.  Porque es uno de los trucos: mientras uno habla así sin ton ni son y suelta cosas que vienen porque se le antoja, se le junta una conexión con la otra, no corre peligro de darse cuenta de lo que pasa, no corre peligro de dejarse pensar.  Es un truco eficaz que conviene bien recordar.  Adelante.

-Palacios lleva un rato con la voz pedida.

-Quería preguntar si es posible que uno tenga más miedo dormido que despierto a perderse, a dejarse caer en el sueño, porque está como menos vigilante, como menos en guardia.  Y entonces necesitas recordar el sueño  y convertirlo en la Realidad del despierto, o sea, como traducir lo soñado a tu Realidad cuando estás despierto, no vaya a ser que una noche por ahí durmiendo te pierdas.  Y de hecho te digo esto porque yo hay veces que tienes la sensación de que has soñao, y no recuerdas lo que has soñao y te cabreas.  Es como que te preocupa la historia, y empieza a preocuparte el recordar lo que has soñao.

A-Sí, a mí me pasa eso, pero vamos, generalmente olvido mucho.  Bueno, no sé si eso es así.  Desde luego, ya sabéis que cuando la figura del sueño, por las Istituciones que rijan en su mundo, en el mundo del sueño, se encuentra en situaciones estremas, como por ejemplo al borde del piso vigésimo de un rascacielos, de la terraza de un rascacielos.....  Situaciones que en la vida corriente el despierto suele evitar que se produzcan, ¿no?, aunque a veces no lo consigue.  Pero en el sueño se ve que hay mecanismos que hacen que uno por narices tiene que encontrarse en la esquina del piso vigésimo de un rascacielos, vaya usté a saber, y entonces ahí el miedo interior al sueño, que no tiene que ver nada con el miedo del que he hablado, simplemente hace que despiertes.  Como cualquier otra intromisión dentro del sueño de algo de conciencia de despierto, suele acarrear inmediatamente el despertar, se rompe el sueño.

Bueno, pues creo que tenemos que cortar aquí.  Si no nos pasa nada, si el Señor no se enfada demasiao, dentro de siete días seguiremos.