27.08.2014

Tertulia Política número 198 (7 de Octubre de 2009)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid

 

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TRANSCRIPCIÓN:

 

Seguimos en esta guerra contra la Fe. Vamos a tener que seguir un rato dedicándonos a este tipo de cosas que somos los humanos, aunque nada más sea para hacer notar las diferencias y anularlas en lo posible, porque esta revolución que aquí estamos haciendo cada día, es una revolución de las cosas, no de los hombres, que es un tipo de cosas que, bueno, tiene cierto interés para nosotros porque nos toca de cerca, pero la revolución, por llamarla con este nombre anticuado, es de las cosas. Tenemos sin embargo que meternos con nosotros mismos otro rato largo, según íbamos llevando la cosa ya en las últimas sesiones, y a ello vamos.

Os voy a pedir lo primero que os fijéis en un dicho habitual “¡A vivir, que son dos días!”, que os fijéis en este dicho para que enseguida me vayáis diciendo las cosas que descubrís que de eso se implican, a dónde nos lleva ese descubrimiento. De manera que iros preparándoos porque voy, antes de seguir, a daros enseguida la palabra, a dejarla correr para que me digáis vuestras primeras impresiones.

Desde luego es un dicho del que no se puede decir que sea sencillamente popular, sino que es popular en un sentido preciso puesto que los Medios del Poder lo han adoptado (creo recordar que hay y todo una emisión radiofónica multitudinaria que se llama así, ¿o no?, ¿o me engaño?).

    - La Cadena Ser.

De manera que hay que tener en cuenta eso, es un dicho también adoptado por el Poder en cierto modo, y eso naturalmente tiene que seros una guía ¿eh?, con respecto al análisis. Eso en primer lugar, luego muestras de cómo este dicho “¡A vivir, que son dos días!”, o en alguna otra forma parecida, está adoptado, encontramos por todas partes muestras: el otro día, anteayer, nos tocó a Isabel, aquí presente, y a mí ver el estreno de la última de Woody Allen, que la última de Woody Allen es una película que han traducido el título en español mal…

    - Si la cosa funciona.

    AGC - ¿Eh?

    - Si la cosa funciona.

    AGC - Si la cosa funciona, que no debe tener nada que ver con el original, el original empezaba con Whatever, es decir, Sea lo que sea -sea lo que sea-, sea lo que sea, si va bien. Bueno, la película va en ese sentido, y a lo largo de ella se ponen, con la gracia propia de las ocurrencias de Woody Allen, se ponen de relieve algunas de las mostruosidades cotidianas de la vida en Estados Unidos, en Nueva York y todo eso, también las vulgarizaciones científicas, de las que aquí hemos hablao estos días pasados más detenidamente, aparecen en las conversaciones de la chica que se ha enamorado del viejo intelectual, el cual le enseña muchas cosas acerca del influjo del observador en el experimento, y bueno, todas esas cosas que de una manera más seria explotaba aquella película que el mes pasado analizábamos y que todos recordáis. Bueno, se trata de eso, pero evidentemente la película tiene moraleja, y la moraleja es más o menos ésa: “¡A vivir, que son dos días!”. De manera que es por lo que la saco aquí.

Y entonces, antes de seguir, voy a eso, a recoger vuestras impresiones respecto a esta locución. Hace falta ver lo que se esconde por debajo de esta frase popular adoptada por el Poder. De manera que antes de seguir, espero vuestras impresiones. Ya recordáis, dicho sea entre paréntesis, que aquí no se viene a aprender nada, y menos de mí, que no soy más que un lío de dudas, y que si esta tertulia política tiene algún sentido y alguna gracia, que le ha hecho durar tanto y con tanta gente, es porque sin duda cualquiera que viene aquí y percibe que está latiendo algo de sentido común, que no es mi voz, sino sentido común, sentido común sensitivo, y por eso es tan importante que os pregunte por impresiones vuestras, porque a través de vuestras personas, que son siempre naturalmente serviles y reaccionarias como la mía, a través de vuestras personas y a pesar de ellas este análisis y este descubrimiento puede avanzar, puede entrar más a fondo. De manera que sin más paréntesis, venga ya vuestras actitudes frente a la frase en cuestión.

    - Yo diría que forma más triste no… no se puede oír.

    AGC - A ver.

    - Que cosa más triste que la frase ésa de “¡A vivir, que son dos días!” no… no se puede oír, vamos.

    AGC - Es muy triste, sí.

    - Muy triste.

    AGC - Eso por supuesto es una impresión que yo comparto: es muy triste, da mucha tristeza. Hay que seguir analizando cómo es eso y por qué. Adelante por tanto, más voces.

    - Pues que depende de dónde venga: si viene del pueblo, parece que “¡A vivir, que son dos días!”, pues efectivamente, es un canto espontáneo de libertad, y decir, pues esto, que el tiempo no existe. Y si viene de Arriba… si viene de Arriba parece que dice “Pues andaros con cuidao, que aquí estamos nosotros y os la vamos a endiñar por tó los laos”. Yo la veo así.

    AGC - Es un poco extremoso eso, porque la frase evidentemente, como he mostrado, es de abajo y de Arriba. Es de abajo y de Arriba, y evidentemente por parte del Poder es una adopción de algo recogido en la calle; de algo recogido en la calle y de la adopción podéis pensar lo que queráis, pero está la frase en sí, que corre. Y que desde luego eso de que venga del pueblo, no sé cómo se te ha escapao, porque sabes como yo que el pueblo no existe. Y las cosas que se llaman populares, pues lo mismo vienen unas veces de personas como vosotros y yo, es decir, domésticas y serviles, y vienen otras veces de más abajo; y distinguir de dónde vienen, la verdad, es que no es nada fácil; no es nada fácil, es más bien un lío. Más, por favor.

    - Agustín, para mí lo que me resulta sintomático es que se relaciona el vivir con un tiempo, con un tiempo determinado…

    AGC - ¿“Que se”?

    - Relaciona el vivir con un tiempo determinado: dos días, un año o cinco años o cuarenta años. El que se cuantifique el vivir, el concepto ‘vivir’, con una decisión numérica y temporal.

    AGC - Es muy importante.

    - Me parece que es lo más grave.

    AGC - Sin duda eso es muy importante. Los dos días, aunque se suponga que ‘dos’, a pesar de su apariencia numérica, es indefinido, dos puede decir pocos, pero de todas maneras efectivamente es sospechoso, muy sospechoso. ¿Qué más?

    - A mí me parece que lo primero que me suena es a una situación en la que uno normalmente se prohibiría o dejaría de hacer algo, y de repente, pues se da el gusto de hacerlo ¿no? Como que hay una prohibición ahí que está latiendo, ¿no?: “Vamos a hacer esto”, que no haríamos a lo mejor en otra circunstancia, que no es bueno hacerlo, que engorda, que te quita de no sé qué otros deberes, pero “Vamos a darnos como un gusto”. O sea, que ya parte de algo que estuviese ya como… que se dice en esas situaciones. Se me ocurre.

    AGC - Sí. Piensas que cuando se dice esa frase es como si se levantara un banderín de liberación con respecto a algo que evidentemente estaba ahí…

    - A mí me suena al revés.

    AGC - …que no hay que otra vez meternos en el lío. Liberación de algo evidentemente que estaba ahí y que lo mismo puede ser una represión moral, una preocupación por el trabajo, una atención a los prójimos y a la familia… todas esas pesadeces a las que se llama a liberarnos, a despreocuparnos. Eso puede ser eso que puede ser otra cosa, que puede ser desentenderse de algo que esté muy por debajo de eso. Otra vez el distinguir es sumamente difícil, pero evidentemente es una llamada a la despreocupación y al desentenderse. Adelante.

    - Me parece, sí, exactamente es una despreocupación, es una dejación de algo que se tenía por valioso y se abandona ante unas posibilidades que se suponen de qué es el vivir, o el soltarse, o el dejarse, tal, pero que tampoco… Me parece como indicativo de una renuncia, de una dejación.

    AGC - Bueno, vamos a ver más. Sí

    - A mí me suena como el lema nuestro de aquí de la tertulia “¡A vivir, que no hay Futuro!”.

    AGC - ¡Ah!, ¿sí?, ¿tenemos aquí ese lema?

    - No. Digo yo.

    AGC - ¿Tenemos aquí ese lema?, yo no me había enterado. Yo, la verdad, es que creí que aquí no teníamos ningún lema.

    - No está mal ¿no?

    AGC - Ahora me dices eso y me dejas un poco temblando, porque evidentemente yo sigo pensando y deseando que aquí no tengamos ningún lema, ni ése tampoco ¿eh?, porque si fuera ése, no se me habría ocurrido a mí ponerlo en tela de juicio y haceros volver sobre él, eso ya es una indicación fuerte.

    - Sí, digo que es una istrucción positiva, pero es un contrasentido, es una paradoja, porque la istrucción que te da se refiere justo a dos días, y desde luego está implícito ahí ayer y mañana, con lo cual quiere decir que nunca… que es como decir “Déjate vivir entre ayer y mañana porque es lo único que hay”. En definitiva de alguna manera habla algo como de AHORA, de ahora, lo que está pasando aquí y ahora. Y en definitiva la película es todo eso: olvídate de lo de ayer, olvídate de mañana, y lo que vaya saliendo, a lo que salga. Es lo que quiere decir. ¿No es así?

    AGC - Sí, sí, whatever, cualquier cosa que vaya saliendo. Hay un lío ahí, pero no me voy a detener…

    - Porque se refiere a un pasado y a un futuro como inexistentes.

    AGC - …no me voy a detener en ello.

    - Lo de dos días… Lo de dos días quiere decir pasado y futuro.

    AGC - Hay un lío ahí, pero…

    - Peor es cuando dicen “Dos telediarios”, eso es lo peor: cuando te dicen “¡Venga!, que son dos telediarios”, eso ya queda… Los que te quedan, quiero decir. Hay gente que lo dice así ya. Ya son tan descaraos que dicen “¡A vivir, que son dos telediarios!”, o “que te quedan dos telediarios”, como diciendo…

    AGC - ¿La cuenta desde la muerte futura?

    - Sí, como diciendo que importante, importante, lo único que te quedan son dos telediarios.

    AGC - Seguramente el “¡A vivir, que son dos días!” es una cuenta desde la muerte futura, desde luego. Eso es algo que introduce un elemento harto siniestro en la cosa, pero no hay que armarse líos con el tiempo. Adelante.

    - No, iba a decir lo que acaba de salir: que es ¡a vivir!, que sí hay Futuro, o sea que está [] la muerte y que la vida es muy corta. Que se refiere al Futuro, que no se refiere ni al ayer ni a que no haya Futuro, sino a que la vida de los hombres es muy corta porque la corta la muerte.

    AGC - Para el análisis es central eso.

    - O sea, que no es sólo que sea triste, es que es muy cutre, muy cutre. El poquito tiempo que tenemos, ¡ala!, a aprovechar, a…

    AGC - Está hecha… Como antes decía, es una cuenta hecha desde la muerte, no hay otra manera de entenderlo. “Que son dos días” sólo puede entenderse así. Es decir que son los dos días los que nos quedan, los que se nos dan: es una cuenta hecha desde la muerte, de una manera bastante lógica puesto que, como sabéis, toda nuestra Realidad, y la humana de una manera particular, está hecha justamente ‘a partir de’, está ‘fundada en’ la muerte que nunca está aquí, la muerte futura. Más todavía, por favor.

    - No me resisto a dejar de oír en esa frase la voz de Dios al crear sus criaturas y establecer que son dos días los que tienen destinados como vida, y que lo que tienen que cumplir en esos dos días son una serie de relaciones, de cosas, que se llama vida, y que es eso: les invita Dios o les ordena que vivan esa vida que él tiene predispuesta en esos dos días que él ha predispuesto.

    AGC - Sí, vamos, ‘Dios’ ya entendéis que quiere decir el Capital, el Estado. (Tienes sitio, por si quieres pasar, puedes sentarte por aquí). El Capital, el Estado, lo que sea. Adelante.

    - Yo recojo lo de Penélope y me suena como que esa prohibición es como que “Total, ¿para qué?”, porque total, nos quedan dos días, pues “total, ¿para qué?”. Entonces te permites todo eso que estaba un poco prohibido o que no te permitirías, porque además es una llamada a una vida que tampoco es vida, es cosas, pues yo qué sé, pues lo que tú decías, a lo mejor un pegarte una comilona o hacer algo que a lo mejor si hubiera más Futuro harías un… te esforzarías más en ir… yo qué sé, o sea, como que es “total, ¿para qué?”. A mí me suena a eso.

    AGC - Sí. “Total, ¿para qué?” es una buena glosa, únicamente que tiene la misma ambigüedad, “Total, ¿para qué?” puede querer decir desentenderse de los negocios, de la preocupación por el Futuro, del cuidado de la familia, del trabajo, y al mismo tiempo puede ser una invitación a desentenderte de otra cosa que esté mucho más abajo de eso. La misma ambigüedad que se nos repite y en la que hay que cavar un poco, insistir.

    - No, yo decía que ya saltando un poquito más y generalizando un poco más, a pesar de que este refrán o dicho lo haya incorporado la radio o quien haya sido, no hay que perder de vista que la gente dice estas cosas, y no solamente eso sino que muchos o, por no decir casi todos, los dichos que se dicen son muy reaccionarios, muy tristes y muy cutres, y sin embargo la gente los dice, y se supone que son populares. Y eso parece como que chirría un poco cómo la gente puede acuñar esas expresiones así, tan… tan cutres y tan reaccionarias como ésta y como muchas otras. O sea, es que es difícil encontrar un dicho que no lo sea.

    AGC - Nunca está demás insistir en la evidencia de que el pueblo no existe, que ésa es precisamente su gracia y su fuerza, porque pa existir ya estamos nosotros, demasiado, y no digamos Dios. De manera que es lo que no existe lo que justamente tiene esa gracia y esa fuerza. El Poder no hace más que confundirlo, como has puesto de relieve, con poblaciones, conjuntos de personas que son numerosos, que hablan, que sueltan cosas, y efectivamente la prueba de las frases hechas, y sobre todo la de los refranes, es muy oportuna. No todos, no todos son reaccionarios pero la mayoría sí, como es natural porque es la mayoría de las poblaciones lo que puede y lo que se impone, y es normal que, puesta a hablar la gente, de vez en cuando se le escape algo verdadero, es decir que desnuda la mentira que se nos impone. Pero que la mayor parte de las veces, pues le saldrá… ya sabéis “A la mujer y a la burra, cada día una zurra”, por poner un ejemplo un poco exagerao en el plan de refrán reaccionario ¿no?, es lo que vendrá a salir. Nunca…

    - Pero la culpa la tiene la rima. La tiene la rima, la culpa.

    AGC - …nunca está demás insistir en eso.

    - “Cada oveja con su pareja”, y nunca ha habido una oveja con su pareja.

    AGC - Aquí intentamos, en esta tertulia política, que en vez de hablar nosotros, que puñetera cosa tenemos que decir…

    - []

    AGC - …que en vez de hablar nosotros, que puñetera cosa tenemos que decir cada uno, hable lo que no está del todo en nosotros, que no es del todo nosotros, lo que nos queda de pueblo-que-no-existe. Es el sentido de esta rebelión que, si no, no tendría ninguno; es una rebelión contra el Poder, y contra el Poder no se rebelan los súbditos del Estado ni los clientes del Capital, como somos nosotros, no son esos los que se rebelan, sino alguna otra cosa que queda por debajo de nuestra condición de súbdito o de cliente.

    - Eso de “¡A vivir, que son dos días!” es ‘vivir’… “vive la Realidad, que te vas a morir”. Entonces lo contrario sería “Si no vives la Realidad, si vives bajo eso que se llama sentido común, verdad o pueblo, entonces la muerte no existe”.

    AGC - Bueno, no le des muchas vueltas. En general la frase dice ‘vivir’ en el sentido que vulgarmente se dice ‘vivir’, no sólo vulgarmente sino radiofónicamente ¿eh? Es a lo que se llama vivir.

    - Lo contrario sería lo que dicen los místicos.

    AGC - Ya hemos analizao que es una cuenta de tiempo desde la muerte para atrás evidentemente,  pero es a eso a lo que se llama vida, a lo que se llama vivir. Para eso estamos aquí, para hablar contra esa equivocación, ¿eh? Es a lo que se llama vivir, y es a lo que invita el dicho.

    - Pero, perdona, Agustín. Ahí está la clave del dicho ¿no?, en qué entiende cada uno por vivir: pues dices “¡A vivir, que son dos días!” no es lo mismo que dice ése o lo que dice aquél, cada uno entiende una cosa por ‘vivir’. Y el problema (y creo que es a lo que te refieres) es lo que se nos quiere vender cuando dicen “¡A vivir, que son dos días!”, ya nos dan una definición de qué es vivir.

    AGC - Por lo menos una aproximación de definición, sí. Sí, sí, pero, amigo, no se trata de lo que cada uno crea que es ‘vivir’, no: cuando una emisión radiofónica, como la citada, tiene ese éxito es porque cuenta con que la mayoría, el casi todos de sus oyentes, reciban esa invitación como algo que tiene sentido y que cualquiera entiende, y que cada uno se supone que va a entenderlo igual que el vecino, más o menos igual que el vecino, lo bastante para que se pueda lanzar la invitación sin peligro de grandes líos ¿no? Así es: cada uno, la mayoría hecha de cada unos, lo contrario de eso que queda por debajo de pueblo-que-no-existe, eso es lo que se está poniendo en juego en estos momentos según analizamos el dicho. De manera que, adelante. Sí.

    - Yo pienso que “¡A vivir, que son dos días!”…

    AGC - ¡Fuerte!

    - Yo pienso “¡A vivir, que son dos días!” (has dicho además cosas muy, muy inteligentes en esta tertulia, en estos momentos) pero pienso que hay un mensaje subliminal ahí detrás…

    AGC - ¿“Que hay”?

    - Un mensaje subliminal. ¿Por qué? Sé que no se habla aquí de política, pero bueno, nosotros…

    AGC - ¿Qué?, es de lo único que hablamos aquí.

    - Por eso, como es lo único, por eso hablo…

    AGC - No, no: todo esto que estás oyendo hablar es política ¿eh?

    - Pues por eso hablo.

    AGC - No te vayas a pensar que aquí estamos haciendo filosofía o así., ¡venga!

    - Es una broma irónica…

    - Política rastrera.

    - Entonces, vamos a ver (rastrera o lo que sea, da igual si son unos rastreros), bueno, entonces, vamos a ver, el mensaje subliminal de “¡A vivir, que son dos días!” -pienso yo, ¿eh?- es para desviar todas las desgracias y toda la crisis y todo lo que nos está acuciando en la Sociedad últimamente.

     AGC - ¿Qué?

    - Últimamente.

    AGC - Hacer con eso ¿qué?

    - No, no, no: “¡A vivir, que son dos…!”, exactamente, y se hace con eso ese slogan “¡A vivir, que son dos días!” para… que es muy peligroso (es lo que pienso yo ¿eh?)-, “¡A vivir, que son dos días!” porque, bueno, pues disfruta de esta manera, vive como puedes, vive deportivamente, vive con alegría, pásatelo bien, porque existe la droga, el alcohol, lá, lá, lá, lá, etc., etc, etc., etc. Entonces viene…No sé si me he explicado bien. Lo que ocurre que quiero decir muchas cosas en poco tiempo.

    AGC - Estás un poco liosa, sí.

    - Vale.

    AGC - En todo caso déjate…

    - En fin, la resolución es…

    AGC - …déjate de mensajes subliminales.

    - No, no, no: si la resolución de todo para mí es que “¡A vivir, que son dos días!” hay un mensaje subliminal a la población detrás de eso. Que es un mensaje subliminal: que cada una vive, como han dicho aquí los tertulianos, con libertad, y esa libertad es peligrosa. Es peligrosa, pienso yo. Cada uno que viva como le dé la gana.

    AGC - Mucho lío. Mucho lío. Lo siento. Supongo que dentro de un rato te habrás desenredado de algunos de tus propios líos, porque no hay muy bien por dónde agarrarlo. Tu…, el mensaje subliminal aquí consiste en que hemos venido descubriendo, por las voces que has oído, lo que se implicaba en la invitación a vivir, lo que se implicaba al tiempo contado desde el Futuro, la ambigüedad de la invitación a desentenderse, despreocuparse, que lo mismo puede ser de los horrores que acabas de citar, una invitación a desentenderse de ellos, que puede ser una invitación a desentenderse de otra cosa mucho más valiosa. De manera que seguimos tratando de descubrir qué es lo que hay por debajo de eso, haciendo política. Adelante.

    - A mí se me ocurría que lo primero está muy bien, pero con eso de “¡A vivir, que son dos días!” es como si te dicen “Come, come, o disfruta, que cuanto… dentro de un momento te voy a pegar una paliza que te voy a dejar medio muerto”, ¿no? Es como si ya no pudieras hacerlo en el momento en que la segunda parte te la han dicho.

    AGC - Sí.

    - Si te dicen “¡vive!, que dentro de dos horas te vas a morir”, pues ya no has…

    AGC - “Aprovecha”. Te dicen “Tú tienes la cuenta echada: sabes que te vas a morir porque eso te lo han dicho desde que te hiciste o te hicieron un hombre o una mujer”, al año y medio. Te lo han dicho, y con ese Futuro se cuenta, y se dice “Pues tenido en cuenta eso (lo poco, siempre poco, por eso dice dos, siempre lo poco que queda), pues aprovéchalo”, es una invitación a aprovecharse de lo que queda -aprovecharse-.

    - Pero ya no puedes. Una vez te dicen lo segundo, ya no puedes o no puedes hacerlo…

    AGC - ¿Cómo “lo segundo”?

    - Lo de que te quedan dos días, o que te quedan dos horas o “disfruta de lo que estás haciendo…”.

    AGC - No, no: es a eso. Eso es el aprovechamiento. Te invitan a aprovechar según lo establecido. Lo establecido es que hay una muerte siempre futura que determina toda la costitución del Tiempo y de uno. Y contando con eso se te dice “Como te queda poco, aprovéchalo”. En eso es lo que estamos cavando.

    - Pero es que eso es muy antiguo. Eso viene de antes de los romanos.

    AGC - Sí, sí.

    - De que termine ese chico, luego me toca a mí.

    AGC - Es muy antiguo, sí.

    - Sí. Viene de Carpe diem y todas esas cosas del Carpe diem.

    AGC - Desde siempre se ha venido diciendo.

    - A mí lo que me preocupa es lo siguiente: que parece que hubiera una relación proporcional entre el disfrute y que el moridero sepa que se tiene que morir. Eso es triste, es una especie de maldición, porque dice “Disfruta, disfruta, que te queda poco, te vas a morir”, ¿no? Pero como que parece que la condición del disfrute del moridero es saber que va a morir, y eso sería tremendo.

    AGC - Sí, sí. Bueno, es una glosa de lo que acabamos de decir.

    - No, no: que sería tremendo, porque…

    AGC - Es justamente la noción de aprove-…

    - …a lo mejor es que no se puede disfrutar indefinidamente, hay que tener un tope.

    AGC - …la noción de aprovechamiento se da siempre sobre esa base: la base de que la vida es un tiempo determinado desde el Futuro, por la muerte. Sobre esa base es como se establece el aprovechamiento

    - No, que quería decir que a… o sea, a pesar también de lo que estamos diciendo, parece que detrás de frases como éstas de “¡A vivir, que son dos días!”  y la que ha dicho antes Ester de “Total, ¿para qué?”, hay como una especie en el fondo, un impulso o algo de desengaño, ¿no? Otra cosa es que después eso se plasme… o sea, de un primer momento uno renuncie, diga “¡No!, estoy harto”, y otra cosa es que luego ya lo plasme en cosas concretas, diga “vivir es esto”, como una vez que ha dicho “Total, ¿para qué?” diga “Ah, pues entonces el para qué es esto”. Pero de principio sí que parece que… (a mí me suena ¿no?) como algo de fondo de hartazón, de no querer seguir lo habitual, o sea, una negatividad.

    AGC - Sí, pero ahí, Carlos, tengo que intentar lo mismo que dije “la ambigüedad”: puede ser desentendimiento de todo el rollo que el Poder nos impone, y también puede ser desentendimiento de cualquier otra cosa que venga de mucho más abajo. Por desgracia todo está mezclado. Sí.

    - …la gente que iba antes.

    AGC - ¿Perdón? Ah, no te había visto.

    - Bueno, yo, también se podría… había pensado que también puede ser… puede ayudar para que se mantenga esto del Capital ¿no? Porque si un tío que tiene así, pasta, dice “Pues voy a comprar hoy este whisky que, total, “¡A vivir, que son dos días!”, ¿no? Entonces con eso como que se autocompensa, dice “Que, total, si lo tengo ¿por qué no voy a gastar el dinero?”, ¿no?

    AGC - Sí. Eso es una vía de penetrar en la sospecha que despierta el solo hecho de que el dicho pueda haberlo adoptado el Capital de la clara manera que os he indicado con un par de indicaciones. Es una glosa de eso mismo.

    - Sí, pero en la primera vez que yo lo oí fue en ese sentido: cuando en una fiesta se iba a comprar un vino muy excelente, yo era niña, y uno decía que no, que costaba muy caro, es la primera vez que oí “No, no, ¡a vivir, que son dos días!”.

    AGC - Es posible.

    - Lo del gasto del dinero.

    AGC - Es posible.

    - Llevas razón.

    AGC - Adelante.

    - No, iba un poco en ese sentido: que es que además lo de los dos días me recuerda mucho al fin de semana, que el “¡A vivir, que son dos días!” parece que es eso: desentenderse del Poder hemos dicho ahora, pero sin darse cuenta que la diversión también forma parte del negocio del Poder. O sea, que se sale uno de una cosa pa meterse en la otra cara de lo mismo.

    AGC - Bueno, para que no nos… Sí, venga.

    - Con esto que había salido de lo del disfrute, que parece que tenemos que tenerlo contado, me estaba recordando al bolero éste de “Bésame como si fuera esta noche la última vez”, y no sé por qué me ha recordado…

    AGC - Sí. Está en esa cuenta, sí.

    - Si no, no hay beso. Es un beso muy descafeinao. No es ni beso.

    AGC - Está en esa cuenta. Está condicionado por la muerte que viene, o la despedida para siempre, da lo mismo, en el caso del bolero. Está condicionado desde ese Futuro más o menos inmediato, sí.

    - Yo pienso, Agustín, que este dicho tiene como pólvora dentro, y a mí no… yo creo que no lo oiríamos nunca de la boca, por ejemplo, de Zapatero: se pone a hablar de crisis, de que las cosas están mal, tal, y al final dice a los españoles “¡A vivir, que son dos días!”. No se me pasa por la cabeza.

    AGC - No, porque sería muy vulgar. No, porque sería muy vulgar, pero una recomendación de desentenderse del problema de la crisis, porque de todas formas hay una economía funcionando en acto en la cual tenéis que entrar y de la cual podéis encontrar vuestros provechos, vuestras alzas y vuestras bajas, y no hay que entregarse a la obsesión de la crisis y del futuro hundimiento del Capital. Si se lo dice así, cuela. En boca de ése y de cualquier otro mandamás que te quieras imaginar, por desgracia. Bueno, no podemos esperar ya a recoger más, después volveré a pediros la voz.

Lo más sospechoso para mí respecto al dicho es que efectivamente es ‘una invitación a’, da ánimos a comportarse de una manera o de otra, tiene un carácter evidentemente de recomendación, de instrucción para el comportamiento, no es una frase de decir que diga una cosa u otra, es una frase que quiere actuar recomendando ese camino, abriendo esa vía, dando istrucciones. Y esto, la verdad, es que es muy sospechoso, porque evidentemente cuando nosotros nos dejamos hacer una idea, siempre sospechosa, de pasárselo bien, de felicidad, se nos ocurre acudir a los que no somos nosotros, a los animales, a los animales libres, a cualquier cosa así, de la cual se supone que, en la medida que le dejan, se lo pasa bien, vive, es feliz. Siempre de una manera o de otra contamos con ese modelo, y es evidente que en esos otros tipos de cosas no ha lugar a ninguna recomendación. Pensar que a un potrillo o a un ratoncito hay que recomendarle que brinque y que se lo pase bien es una estupidez tan notable que quiero ponérosla por delante antes que todo lo demás. Imaginaos que, puesto que partimos de ese modelo, estáis obligados por nuestra manía de colocarnos en el centro y hacer que el resto de los animales y cosas sean más o menos como nosotros, estáis obligados a pensar esas estupideces, tenéis que estar pensando en un rosal al que se le da las istrucciones de desarrollarse libremente, crecer “que nada te lo impida, echar rosas, sin preocuparte del exceso que eso pueda traer consigo”; a un eso: a una gacela o a una cría de gacela recién nacida: “Ahora, ¡corre!, ¡corre!, te toca correr, es el momento de correr, disfruta de tus patas. Disfruta de tus patas y todo lo demás”. Tenéis que tomarlo un momento en serio: estamos condenados a pensar estas estupideces dado respecto a lo que pensamos acerca de nosotros ¿eh? Cargamos con ese peso y lo saco más bien como caricatura para que la cosa quede clara.

Lo que se implica entre nosotros, en ese tipo de cosas, es que esa invitación sólo tiene sentido porque se refiere a medios de pasárselo bien que están ahí, a la mano, a la oferta. Esto no es lo de los animales. Hay una especie de mundo que está hecho de productos fabricados por nosotros mismos y que están ahí llenando el sitio y llenándolo hasta el punto de que casi ocupan todo el sitio. Porque tratar de hacer la comparación de imaginaros en este mundo aquello que está hecho más o menos por cosas fabricadas por nosotros, por productos comerciales, y lo otro que queda. Os daréis cuenta la desproporción aterradora: casi todo, y más con el Progreso, está hecho en lo primero. De manera que ¿adónde puede ir la invitación de pasárselo bien?: a pasárselo bien con esas cosas, es decir ‘pasárselo bien’ va a implicar un auto, un auto que le robo a mi tío y con el que me escapo; va a implicar eso, la copa de whisky, puesto que está ahí, a la mano; va a implicar el prostíbulo más o menos de postín; va a implicar cualquiera de las istituciones. ¿Con qué vais a pasároslo bien cuando os lo mandan? Cuando os manden pasároslo bien ¿con qué diablos vais a pasároslo bien si de lo que estáis llenos es de productos hechos para pasárselo bien? Está el mundo lleno de productos para pasárselo bien, de manera que todo eso está implicado en la condición humana, en ser el tipo de cosas que somos ¿no?

Esto quiere decir también, como alguno de vosotros ya ha recordado, que la invitación, como no podía ser por menos, se refiere al Futuro: porque hay que ir a coger el rifle para disparar perdigonadas, hay que sacar el auto del garaje, hay que pagar en la barra por esta consumición o por la otra. De manera que el Futuro, que es condición funesta pero fundamental de nuestra existencia, está ahí ya introducido de la manera más clara. Todo esto va en el sentido de reconocer lo triste que le suena a lo que nos queda de pueblo-que-no-existe esa invitación. Naturalmente eso que nos queda de pueblo-que-no-existe reconoce, aunque no sea de una manera explícita, la falsía, la trampa que se te está haciendo con esa invitación. Pero uno no, uno no: uno es una persona, un súbdito, un cliente, y está dispuesto en cualquier momento a acudir a todas esas cosas que se nos han producido ‘para’, como si fuera la vida misma, el disfrute mismo de las cosas. Tenéis los ejemplos todos los días de hasta qué punto nos tomamos como si fueran tan naturales todas esas cositas que nos tienen preparadas para que vivamos.

    - Agustín, ¿te puedo preguntar una cosa?

    AGC - Claro, claro. Lo que quieras, pero que no interrumpa mucho ¿eh?

    - No, no, es sobre lo mismo.

    AGC - Que no interrumpa mucho.

    - Quiero decir, pero como siempre estamos pensando que lo pasamos muy mal, y eso es evidente que lo pasamos fatal…

    AGC - No: siempre no.

    - Bueno, casi siempre.

    AGC - No: siempre no.

    - Pero yo creo que podíamos pensar alguna vez ¿por qué a pesar de todo lo pasamos bien? Porque yo es que a pesar de todo me lo paso bien. O soy idiota completamente o no sé lo que me pasa, pero yo, a pesar de todo, pues voy y a veces lo paso bien, pero con frecuencia ¿eh?
 
    AGC - Pues claro, te lo pasas bien. Te lo pasas bien. Por eso eres una víctima de la…

    - Pues seré idiota completamente. Pero a veces lo paso bien, ¡qué le voy a hacer!

    AGC - Por eso eres una víctima propicia de esa invitación…

    - Eso es un axiomático.

    AGC - …porque estás dispuesta a pasártelo bien con lo que sea, whatever

    - No: con lo que sea no, a veces.

    AGC - …Whatever, como dice el Allen: lo que sea, lo que te toque…

    - No: con lo que sea no, pero a veces lo paso bien: estoy trabajando y a veces lo paso bien.

    AGC - …estás dispuesta, eres una víctima propicia para obedecer a la invitación. Y por tanto tienes que desviarte un poco para cavar en…

    - Tengo que pasarlo mal.

    AGC - …para cavar en la intención de esto.

    - Pero, Agustín, es que yo creo que más que una invitación…

    - Si pienso…

    - …más que una invitación es una justificación, que ahí esconde la tristeza que…

    AGC - ¡Ah!, no, no, no, no. No.

    - Sí. Normalmente cuando se dice algo…

    AGC - No tiene, no. Gramaticalmente no tiene ninguna traza de ser…

    - Pero cuando se suele decir eso es porque ya se ha tomado una decisión que, como cualquier decisión, tiene sus cosas buenas y sus malas, y se justifica diciendo “Vamos por este lado, por esto”.

    AGC - Sí. Hemos estao viendo lo que se implica en eso, pero la forma del dicho es clara: es una invitación a un Futuro, a que pases…

    - Pero sospechar que cada vez que uno lo pasa bien es que es idiota, también es un axioma sacao de la manga. O sea: “Yo lo estoy pasando bien, luego tengo que sospechar que debo ser imbécil”. Es que eso tampoco puede ser.

    AGC - Ahora estamos hablando, no se te olvide…

    - Pero que es la conclusión de todo esto, al final.

    AGC - …estamos hablando de la locución “¡A vivir, que son dos días!”. No me saques…

    - No, pero yo no estoy hablando de eso ahora ya.

    AGC - …No me saques cosas metafísicas respecto a lo bien que tú te lo pasas, porque eso son cosas, en cuanto se hace una idea de ellas, como metafísicas: no estamos hablando de eso, estamos descubriendo el veneno que está en la locución, en la invitación “¡A vivir, que son dos días!”, ¿no? Y acabamos de ver bastante bien cómo en el hecho de que os inviten a contar con cualesquiera cosas que tengáis, incluso las que están preparadas para pasároslo bien, como los autos o los vasos de Coca-cola, o lo que sea, el hecho de que estéis dispuestos a [pasároslo bien] con cualquier cosa de ésas, es lo que el dicho está procurando y contando con que sea así. Porque para el dicho sería muy inoportuno que alguien se acordara todavía de lo que tiene de sensitivo y de animal y pretendiera pasárselo bien de verdad, y no adoptar ninguno de los chismes fabricados para pasárselo bien. Eso sería horrible, inoportuno. Pero la invitación desde luego no invita a nada de eso, que sería muy peligroso, invita a pasarlo bien como sea, sea como sea. Una advertencia respecto a eso: entre las muchas justificaciones que os pueden dar para sostener semejantes invitaciones, es decir, un disfrute que cuenta de raíz con el Futuro y con la compraventa de productos para pasárselo bien, entre las muchas, una que os pueden dar es que “es natural”. Es decir, que no te están dando ninguna orden o instrucción especial, sino que “es natural”. “Es natural” porque, otra vez con la imagen de los animales, los animales tienden a pasárselo bien sin que nadie se lo mande. Justo: los animales y las cosas tienden a pasárselo bien sin que nadie se lo mande: ¿para qué coños a nosotros tienen que mandarnos que nos lo pasemos bien? Ésa es la cuestión justamente y ahí está el secreto…

    - Pues ahí está. Ahí está más claro que el agua. Pero piensa en eso. Pido la vez...

    AGC - …y ahí está el secreto de la cosa.

    - …Respecto a esto.

    AGC - Respecto, a ver.

    - Respecto a esto, que esa comparación que has hecho tú, esa pregunta que parece así, tan simpática, pues tiene la explicación en sí…

    AGC - ¿Cuál es la pregunta que parece tan simpática?

    -  Ésa: ¿por qué a nosotros no nos…? ¿Por qué a los animales…?

    AGC - ¿Y por qué parece simpático eso?

    - No: graciosa, quiero decir.

    AGC - ¿Y por qué es graciosa?

    - ¿Por qué a los animales no hay que darles istrucciones de que se lo pasen bien y a los humanos hay que decirles “¡A vivir, que son dos días!?”, ¿eh?, pues ahí es lo que está… es la diferencia fundamental. Y es que resulta que para este caso de cosa que llamamos humanos, y que es la condición moridera y que saben que se van a morir, la condición del disfrute es que saben que se van a morir. Y si un animal disfruta es porque no tiene ni pajolera idea de que se va a morir, y ése es el problema: lo que da el disfrute es…

    AGC - Sí, sí, bueno, lo que…

    - …la conciencia de  muerte, nada más.

    AGC - Lo que hemos estao…

    - Por tanto no me extraña que la Campoy y Radio 3, y no sé qué, y no sé cuánto, consideren que eso es muy extendido y muy popular…

    AGC - Lo que hemos estao diciendo pero con un tinte…

    - …Porque todo el mundo tiene conciencia de muerte.

    AGC - …pero con un cierto tinte de color de rosa. Ahora, quédate…

    - Mira, tienes lo de los cartujos, el Carpe diem. Lo de los cartujos “vivamos y comamos que mañana moriremos”.

    AGC - No, no. No, no, no. No: literatura no. No, no. No. No.

    - No, no, pero si es que eso se ha dicho hasta en la Iglesia.

    AGC - Ninguna literatura, no. Déjalo, ahora estamos…

    - No, no es literatura. La Iglesia siempre ha dicho eso, los cartujos: “vivamos y comamos que mañana moriremos”.

    AGC - Podría distraerme sacando a Horacio que es el máximo representante…

    - Y Horacio mismo. Condición del disfrute: saber que te vas a morir.

    AGC - …y que es el autor de la frase Carpe diem, y no quiero distraernos, porque efectivamente la cosa es muy antigua y ahora aquí la estamos atacando directamente en su forma actual y en la que nos toca a ti y a los demás. Nos está tocando a todos nosotros.

    - Pero no hay épocas: “todas las épocas están en ésta”, has dicho tú.

    AGC - Digo que entre las… os darán otras muchas justificaciones: una que es la más explícita y además que es conveniente para la buena marcha (no os dirán del Capital y del Estado, pero querrán decir eso), para la buena marcha de las cosas, de manera que “dedícate a vivir porque con eso estás haciendo bien, estás haciendo que la máquina marche”. Pero otra de las justificaciones será la que estaba diciendo, dirán “Es que es natural”. Y es a lo que venía la pregunta, porque no se trata de que haya tal o cual diferencia entre el tipo de cosas que son los gamos y el tipo de cosas que somos nosotros, es que entre nosotros está el término ‘natural’ y la pretensión de que las cosas que a nosotros nos pasan no son ningún fruto ni están condicionadas por los productos del Capital y del Estado, sino que son ‘naturales’, correspondientes al tipo de naturaleza que somos nosotros. De manera que eso era justamente lo que estaba atacando, porque esta justificación os la encontraréis. Otra más leve es la que sacaba Isabel mismo “Siempre ha sido así”, como los padres decían “Siempre ha habido pobres y ricos”. Eso es lo que se les decía a los niños. Siempre ha habido desde no digamos Horacio, sino de los sumerios, gente que te animaba a vivir, que se acordaba de la muerte y que te decía por tanto “¡vive!”; que al acordarse de la muerte te decía “¡vive!”. Pues contra eso que ha sido siempre, y que pretende falsamente ser natural, es contra lo que aquí se está hablando en esta tertulia política, y con vuestra ayuda seguimos a ello. Pero puedo (no sé si es algo peligroso de confusión, pero bueno), puedo decirlo así, de una manera un poco melodramática: aprovechaos de todo lo que queráis, todo lo que os salga, aprovechaos de cualquier ocasión que tengáis, de cualquier cosa que os vendan, pero con tal de que con eso no matéis la desolación, el sufrimiento, la tristeza, que por debajo de vosotros sentís: que no matéis la pregunta.

    - ¿“La”?

    AGC - La pregunta. Aprovechad todo lo que queráis, pero no matéis eso: no matéis el sentimiento de mal y de desgracia que nos mueve aquí, a esta tertulia, aunque no lo creáis, y a una cierta rebelión. Que no matéis la pregunta siempre abierta. Que no matéis… aprovechad todo lo que queráis, pero que no matéis esa flor. Es una flor preciosa, por decirlo en lenguaje cursi, pero para que se entienda más claro: es una flor preciosa. De manera que no hay por qué aquí dar contrarrecomendaciones. ¿Habéis visto alguna vez que aquí se os diga que vendáis el auto y que no os compréis otro?...

    - Pues, Que no, que no.

    AGC - …Pues no se os ha dicho. No se os ha dicho, ni siquiera se han dicho cosas parecidas…

    - Por escrito, por escrito. Hasta por escrito se nos ha dicho.

    AGC - …¿Se os ha dicho aquí que no juguéis a la lotería? ¿Se os ha dicho que no vayáis al cine? ¿Se os ha dicho siquiera que no veáis la televisión todos los días?: pues no, aquí no…

    - Menos los partidos de futbol.

    AGC - ¡Cállate ya, coño! Aquí no se dan contraórdenes…

    - No. Es que no digas eso, porque no es verdad, Agustín. Hasta se ha escrito “No se compre usté un coche, “no ponga la televisión”, na más que el partido.

    AGC - ¿Qué dices?

    - Que no, que no, que no es correcto.

    AGC - ¿Tú has oído que aquí se hayan dado esas contrarrecomendaciones alguna vez?, porque eso es lo que estoy diciendo, si no, es que no oyes. Nunca nada de eso. De manera que frente a esa recomendación de “¡A vivir, que son dos días!”, no se os puede pedir []: como eso de ‘vivir’, aquí, en las condiciones que tenéis, quiere decir usar, poner en uso, todos los procedimientos de pasárselo bien que el Régimen tiene organizados, como evidentemente eso quiere decir así, y cualquier otra cosa es casi como impensable, pues entonces no lo hagáis, no compréis, no compréis, no acudáis a la sabiduría de los médicos ni los curanderos para saber cómo estáis, no participéis de ninguno de los otros procedimientos que el Estado os tiene previstos para que viváis, para que viváis bien. No: es imposible. Aquí no se os puede recomendar nada, por eso me he limitado en esa especie de alocución cursi a deciros lo que puedo, contando con que el reconocimiento de la desolación de la mentira y del sufrimiento común es algo que está siempre dentro de uno a pesar suyo, y es por tanto una pregunta siempre abierta. Y es en ese sentido: seguid divirtiéndoos los hijos de Dios con las cosas que os venden, con todas las que queráis, pero no matéis esa flor. Es una flor preciosa de la que tiene que salir todo lo demás ¿no?  

Supongo que ‘a pesar de’ o por la cursilería eso está lo bastante claro. Y todavía, si nos da tiempo, hay que añadir con vuestra ayuda algunas cosas más.

    - Supongo que el desentendimiento de esa frase también se desentiende de esto que estás diciendo ¿no?

    AGC - ¿El qué?

    - De este sentimiento de…

    AGC - Eso es lo que decía: la ambigüedad te invita, viéndolo de un lao, a desentenderte de los problemas de la oficina y de la familia, pero te invita a cualquier desentendimiento, incluso eso, al que implica matar, matar esa flor que nos queda por lo bajo. Bueno, el hecho de que os lo paséis bien, os divirtáis, viváis como os mandan, acudáis al auto para las vacaciones o los fines de semana, acudáis a la Medicina privada o pública para enteraros de cómo estáis de bien o cómo estáis de mal, todo este recurso que tranquilamente se hace a los procedimientos que el Régimen nos brinda ‘para vivir’ (como ellos quieren, ‘para vivir’), todo eso tiene una consecuencia funesta innegable, que es que se pierde la sensibilidad, que es lo mismo que el sentido común que a pesar de todo nos quedaba. Porque nosotros somos este tipo de cosas del que hemos estao maldiciendo y descubriendo lo que es, pero por otra parte nunca estamos bien hechos del todo (nunca ninguno de nosotros ni las mayorías de las poblaciones son una especie de conclusión cerrada, por ejemplo por su muerte ni por ninguna otra creencia: estamos mal hechos, nos quedan flecos, resquicios, agujeros por todas partes en esta pretensión del uno, del ser uno y todo eso) y por ahí nos quedaba una sensibilidad para saber, como las otras cosas, cómo está uno de bien, cómo está de mal, qué es lo que le apetece de veras, qué es lo que le echa para atrás. Todo eso, aunque os parezca mentira, de todo eso nos quedaba algo: os lo han confundido con otras cosas que ya no son eso, sino que son los sustitutos de eso, es decir, algunas ideas que uno se hace acerca de su salud, de la del prójimo, acerca de lo que es felicidad (felicidad, disfrute matrimonial o con las putas, o cualquier otra cosa: ideas que uno se hace de todo eso): es un sustituto. Porque no os olvidéis (los que me acompañan hace tiempo ya lo saben, este descubrimiento elemental) que igualmente para los productos el Capital no puede producir más que sustitutos; el Capital nunca puede producir nada bueno, eso sería contradictorio con la organización misma de la Sociedad, sólo puede producir sustitutos. Y es justamente con esos sustitutos con los que se os manda que os lo paséis bien y que os lo toméis como si fueran cosas de verdad, palpables, sensibles, con su olor, con su sabor, ¿no? Nunca puede producir más que sustitutos. Si tuviéramos más rato hoy os pediría que le diéramos vueltas para encontrar objeciones a esto que os digo [], los casos en que se nos dice que el Capital, el Comercio, nos ha podido vender algo bueno. Habría que verlo hasta dónde está eso…

    - Pero, Agustín, la certeza de que esto no es un sustituto, esto que aquí decimos ¿de dónde nos viene?

    AGC - ¿“De que esto”?

    - De que esto que hacemos aquí no es un producto del Capital...

    AGC - ¡Ah!, no, no: de esto no he dicho nada.

    - …y un sustituto. ¿De dónde nos viene esa certeza de que esto no es un sustituto?

    AGC - De esto no he dicho nada. De esto no hay que decir nada ¿eh? Por cierto, entre paréntesis, habéis…

    - Porque yo eso lo llevo pensando mucho tiempo.   

    AGC - …Habéis asistido a una discusión entre dos amigos (que me parece que ninguno de los dos está aquí) y que gracias a nuestra maravillosa comunicación por e-mail, pues os habrá llegao a muchos. De esto no se puede decir nada. Hay uno de los amigos que efectivamente puede que se propasara a equiparar esto con experiencias más o menos gimnásticas, o místicas, o rítmicas, tal, y a pesar de habérsele dicho que no: no es eso, no. Entre otras cosas, esto lleva 12 años durando semana tras semana, alrededor de 100 cada día, entre asiduos y nuevos, y eso debía ser un indicio de que algo hay aquí que no es mi voz ni mi presencia ni mi gracia, sino que cualquiera que cae nota algo de sentido común…

    - Pero a ti…, pero esa duda ¿tú no la tienes?, ¿no la tienes tú?

    AGC - … Nota algo de que es algo que él estaba sintiendo, que está sintiendo. Eso es justamente a lo que me estoy refiriendo ahora. De manera que no se puede, pero por otra parte tampoco puede uno salir a convertirse -a lo que ahora mismo me invitabas- a ser una especie de defensor del espíritu de la tertulia política, que no tiene ninguno, porque aquí no hacemos nada más que descubrir y destruir, y por tanto no puede uno caer en el error de ponerse a pensar ¿qué es esto que estamos haciendo aquí?

    - No, no: pero yo no estoy preguntando eso. Yo solamente…

    AGC - ¿Qué es esto que estamos haciendo aquí?...

    - … No, pero, Agustín, yo no estoy diciendo eso.

    AGC - …¿Está esto dentro de lo que estás diciendo o está fuera?...

    - No, no: yo no estoy diciendo eso.

    AGC - …Hay que olvidarse de eso ¿no? Os he dicho, aprovechando…

    - Estoy diciendo si no se puede tomar como un sustituto más, igual que otras cosas.

    AGC - …Aprovechando tu intervención he hecho el paréntesis para desanimaros de la impresión que os pueda haber caído ese cruce de correos que iba justamente en el sentido contra el que te hablo. Nos matan por la aceptación mayoritaria (y ‘mayoritaria’ quiere decir ‘de la mayoría de uno mismo’ también), por la aceptación mayoritaria de los sustitutos, de los medios de pasárselo bien que el Orden nos tiene preparados, nos matan lo que nos quedaba de sentimiento de lo bueno, hasta el punto y que ahora ya conmigo seríais incapaces de entender qué es eso de ‘bueno’, hasta tal punto está tomado el lugar por la aceptación de los sustitutos. Pues ésa es la flor preciosa de que os hablaba. Hay en nosotros, a pesar de todo, siempre (porque nunca nos matan del todo), hay una cierta sensibilidad, sensitividad, para lo bueno, y ésa, ésa es justamente la que nos matan por medio de la aceptación de los sustitutos.

    - Agustín, ¿puedo decir algo?

    AGC - Sí.

    - Pues yo creo que esto (ya que estamos hablando de sustitutos) es un sustituto…

    - ¡Oh, my good!

    AGC - “Esto” no sé qué es.

    - Esto es un sustituto…

    AGC - “Esto” no sé qué es.

    - Esto que estamos haciendo aquí: la tertulia…

    AGC - ¡Ah!, ¿la tertulia política?

    - …En el momento que hablamos de ella es un sustituto. Lo único, lo único…

    AGC - No entiendo. No entiendo.

    - Bueno. Lo único que es un sustituto con pregunta, y esa pregunta en ninguna de las tertulias he oído yo que se contestara, que se matara, que se tapara. Y gracias a eso yo me pregunto si es por lo que dura 11 años.

    AGC - Sí, sí. Pero tú dices… Yo creo que si te permites decir lo de ‘sustituto’, gracias a que aceptas lo que yo he dicho, lo que yo he rechazado: nunca puede tampoco ponerse uno a preguntarse respecto a esto qué es lo que hace y hasta qué punto… hasta qué punto uno se sale o se mete dentro de la regla, como si hubiera aquí alguna ortodoxia: no hay, no hay nada -como tú dices- y gracias, es la pregunta siempre viva renovada porque hace falta, porque a cada paso os la están matando. Es la pregunta renovada, y por tanto no cabe ni confundir esto con otras cosas ni ponerse a defenderlo como una cosa singular. Todo eso es convertirlo (has dicho en un sustituto, en fin, en un objeto), se dejaría convertir en un objeto más, a pesar de todo lo que pueda tener de singular y de nunca repetido. Nos matan un sentimiento de lo bueno, y nos lo matan hasta el punto de que cuando oís esto, pues uno tiene que quedarse perplejo porque nos han acostumbrado a preguntar ¿y qué es el bien?, y cosas así, desde mucho antes de Platón ¿no? Pero supongo que atacado desde el revés y con el descubrimiento de la mentira de los sustitutos la cosa va quedando relativamente clara.

    - Es que…

    AGC - Sí: unos minutos para recoger sobre todo contradicciones pero útiles con respecto a lo que he dicho.

    - El otro día me di cuenta (y yo pienso que debía de haberme dado cuenta antes, pero no) un sustituto y cambiazo: hace unos años en el futbol los chicos llevaban un pantalón así, cortito por aquí, todos, y en el baloncesto lo mismo, y ahora resulta que llevan todos el pantalón por la rodilla y las medias, claro, hasta arriba. Y entonces la pierna va toda tapada. Es decir, a algún… no sé, a algún canalla le debía de provocar algo el que esas piernas estuvieran dando a un balón medio desnudas y había que taparlas. Pero es que luego al baloncesto le pasó lo mismo (en un campeonato me fijé el otro día). Y digo yo, ¿cómo fueron poquito a poco alargando (lo digo porque vale para ejemplo o para otras cosas), alargando la pernera del pantalón poquito, poquito, poquito, hasta que tapara completamente la pierna. Y eso son como hacen en general con los sustitutos, que no te das cuenta.

    AGC - No, no. No, no, no, no. No, Galín, no es un ejemplo, no es un ejemplo…

    - Pero ¿que no es un ejemplo?

    AGC - …Es una cosa demasiao…

    - []

    AGC - …Es una cosa demasiao restringida, ¿no? Es muy trivial, muy anecdótico. El Poder pasa por ratos de recomendación de modestia vestimentaria y pasa por otros de desnudamiento, le da igual, depende un poco de las modas y de los sitios. De manera que si ha pasao ahí, en el futbol o en el baloncesto, está compensao con mil y otras cosas en que efectivamente los modistos (y no sólo de mujeres, pero especialmente de mujeres) practican el desnudamiento cada vez más atrevido. El Orden fue adoptando (en tiempos de mi niñez se cantaba) fue adoptando la norma de la falda “Tobillera, tobillera, ya te has hecho rodillera, y a este paso que tú vas, acabarás siendo muslera. Muslera o algo más”. Pues eso. Eso pasaba por los años 20, eso se cantaba por los años 20. Fíjate si la cosa es vieja, y desde luego la ortodoxia cuando era el tobillo, era el tobillo; cuando era la rodilla, la rodilla, y cuando es la minifalda, es la minifalda. Está mandao, y lo mismo puede tirar por un lao que por el otro. No creas que cambia mucho ahí la cosa, sí. Más cosas. Sí.

    - No, no, no, no, no. No estoy de acuerdo ahí.

    AGC - No, bueno, no. Es un caso que…

    - No: porque unas piernas… unas piernas… Por ejemplo en la minifalda, unas piernas que se enseñen no tienen nada que ver con las faldas militares, que luego hubo un intento de atacar la minifalda. Y de hecho hoy en día se tambalea así, porque más bien van enseñando...

    AGC - Se sostiene. Se sostiene. Se sostiene para ciertos ataques. Desde luego la mayoría es la mayoría: las mujeres tienen que vestirse con jeans y jersey, como los hombres, porque eso es lo mandado, pero quedando los ratos de desahogo donde puede haber desnudamiento a troche y moche, y minifalda, y lo que sea, ¿no?, lo uno compatible con lo otro. No, no: no se puede atacar tan por la superficie…

    - [] las faldas a la virgen de Fátima, lo bien que se pasa.

    AGC -…No se puede atacar tan por la superficie al Poder. Los horrores a los que me he estao refiriendo y que hemos tratado de desnudar son mucho más profundos que eso. Creo que se nos ha ido este rato y la verdad es que había que… habrá que seguir machacando más. Bueno, siempre hay ideas, siempre hay confusión y que lo estropean todo.

    - No, digo q