27.08.2014

Tertulia Política número 200 (21 de Octubre de 2009)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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TRANSCRIPCIÓN:

 

 

Pues vamos, si os parece,  a empezar por donde terminábamos el otro día, que era -sacando a colación unos cuantos aspectos llamativos de la actualidad propiamente política, de la Realidad; de la Realidad bajo este Régimen que nos ha tocado padecer, el Régimen del Bienestar-, que eran un par de cosas, recordáis, como lo referente a las obras públicas que de repente nos ponían patas arriba la ciudad o lo que fuera, sin más explicación, porque es una orden que viene de Arriba, y todo lo que viene de Arriba es de temer sin más, de temer y de respetar, de callar por lo menos cabizbajos, está mandado, el Señor lo manda, pues así tendrá que ser. Y así se aceptan más o menos eso, las obras públicas, y se aceptan las revoluciones en los estudios, los nuevos planes de estudios, por ejemplo, y todo eso que hacen que eso de la educación de nuestros niños, que era ya de por sí una cosa bastante de desconfiar, se revuelva todavía más, se convierta en un embrollo, desde luego todo ello con vistas a una mejor educación, un plan de estudios definitivo que llegue algún día. Pero con ese motivo… con ese motivo, pues tenemos ahí de momento el embrollo, el jaleo, las discusiones inútiles de los unos y de los otros, pero al fin y al cabo sin levantar la cabeza contra Arriba, contra lo que lo manda.

Bueno, estos ejemplos y otros muchos que podéis recordar de controles que se os imponen cada día desde Arriba (controles de los movimientos de cada cual, controles de la propia salud de cada uno, controles de la formación y la educación de sus niños), todos estos ejemplos, políticos, en el sentido más corriente, se sacan para entender un poco qué es lo que aquí estamos haciendo, que no es desde luego esa política, sino a partir de ahí -a partir de esos ejemplos que nos hieren y deberían herirnos más profundamente- y en nombre de lo que nos quede de pueblo-que-no-existe, lo que nos quede de niño-que-no-existe, lanzarse contra lo más Alto, contra el cielo por un lado, puesto que está Arriba, contra toda la ordenación científica del Universo, por Arriba; y por abajo contra la intimidad más íntima de cada uno, contra aquello que el Señor quiere que se separe claramente como vida privada frente a la vida pública (uno de los grandes engaños que creo que estáis acostumbrados a descubrir).

Ésta es la política que aquí nos traemos: dar razón a eso que nos queda rezongando por lo bajo cuando se nos presentan esos evidentes abusos de autoridad, esas imposiciones desde Arriba de cosas que no entendemos pero que tenemos que aceptar, como el caso de las obras públicas, como el caso de los planes de educación. Lo que queda por debajo rezongando ante eso, que dice “Si esto no puede ser”, “Esto no hay quién lo aguante”, “Esto es un engaño”, “Esto es intolerable”, ese rezongar que es el que os presento como procedente de abajo, del pueblo-que-no-existe, lo que nos queda a cada uno de pueblo-que-no-existe, del niño-que-no-existe, lo que nos queda a cada uno de niño-que-no-existe, y que todavía, por lo menos sordamente, protesta y no se conforma. Frente a esto está lo que se llama política de ordinario, es decir una discusión de las opiniones de uno o de otro, de la opinión dominante o de la mayoría que el Poder ha conseguido establecer, y esa incalculable pérdida de tiempo con la que os entretienen los Medios cada día: ocupándose de lo que le ha dicho Fulano, de lo que le ha contestado Mengano,  de cuál sería la opción más justa que usted adoptaría, de cuál es la opinión mayoritaria en la que usted tiene que incluirse como uno de los más, a no ser que quiera usted quedarse fuera del tinglado, lo cual siempre parece peligroso…

Ésa es la política contra la que claramente estamos aquí, o debíamos estar aquí, ésa que es la que llena el mundo, por si no estuviera ya bastante lleno y abarrotado de otras clases de chismes o llena de discusiones políticas acerca del mejor plan, de la mejor posición que uno deba tomar frente a los acontecimientos y todo lo demás. Ésta es la política que, aparte de que me apabulle y me aburra, me entristece profundamente, y querría comunicaros algo de la tristeza que me produce esa política, para que por lo menos así se entendiera un poco qué es lo que puede lanzarnos desde abajo a esta otra política que debía ser la de esta tertulia.

Esta política la he encontrado desarrollada de una manera ejemplar en un número de la revista Contrastes que me ha llegado hoy, es una revista que publican por ahí, en la cual yo en tiempos lejanos colaboré con artículos no sé cómo, una revista generalmente hecha por españoles, con artículos hechos por españoles, pero en español e inglés, para mejor difusión, toda ella. Y este número que me ha llegado hoy, pues dice muy claro la situación en que estamos, creo que he tomado nota de los titulares para que percibáis conmigo de qué es de lo que se trata: este número de la revista Contrates, que se titula en general “Reform” (“Reforma”), después dice como subtitulares “Nuevos horizontes para la cooperación”, y segundo titular “Reflexiones para la costrucción de un nuevo orden mundial”. Supongo que estas cosas os suenan algo aunque no las encontréis todos los días tan exageradas.

Ésta es la cuestión, le he echado una ojeada a la revista y efectivamente lo que suena a cada paso es eso que habéis oído, ‘cooperación’, ‘solidaridad’, ‘nuevos horizontes’, ‘un nuevo orden social’, y los artículos son (que son muchos, son yo creo que cerca de cincuenta), están hechos por gente efectivamente bien situada y entendida y expertos en cuestiones económicas y en cuestiones políticas en el sentido que estamos diciendo en general. Hay alguno, recuerdo de mi ojeada, que incluso llega a proponer una reforma del futuro, es decir, no este futuro que nos venden todos los días, que este hombre considera un futuro de andar por casa, de poca monta ¿no?, al que llama, para denigrarlo, “presente”, que lo llama “el presente”; quizás éste es un futuro de cortos vuelos, propone un futuro de más altos vuelos para que en él pueda desarrollarse esa idea del mundo, que ya en los titulares habéis visto: la cooperación entre los diversos, la solidaridad de los que antes se llamaban ricos para con los pobres, y todo eso que puede venir a dar en lo que habéis oído: la costrucción de un nuevo orden mundial.

Bueno, os lo saco porque efectivamente es tal vez un poco exagerado, pero no por ello menos representativo de lo que os estoy invitando a atacar, a atacar conmigo. Es decir que se revela que toda la política que los políticos y sus secuaces pueden hacer es una política dentro del orden, aunque sea para la busca de un nuevo orden. Esto es lo que hacen cualesquiera políticos, incluso los más conformes, los más de derechos: buscan un nuevo orden mundial para este desastre. Es decir que todos estos colegas que escriben por la cooperación y la solidaridad y la creación de un nuevo orden están de alguna manera convencidos de que no puede hacerse otra cosa más que aceptar, para mejorarlos, los bulos que todos los días os meten en cuanto a haceros creer en el orden, en el orden social, en el orden económico. Es desde luego el terror del barullo tremebundo en que estamos metidos, y que resulta para muchos, en cuanto se dejan mirarlo, asfixiante, es ese terror lo que los lanza, pero hacia Arriba, a tales extremos como los que ahí se revelan: la incapacidad de reconocer lo que supongo que los que me acompañáis de hace tiempo en esta tertulia habéis reconocido: que es que por ahí no hay nada que hacer, que por esa vía no hay nada que hacer, que todo lo que se haga por esa vía está ya condenado a no ser más que una reforma de lo que actualmente se nos vende, y desde luego no va a curarnos del embrollo, de la confusión y del terror en el que el Régimen nos hace vivir. Tan fácil reconocer que por ahí no hay nada que hacer, que esa vía está cerrada, y tratar de darle voz o dejar que hable a través de nosotros eso que nos queda de pueblo-que-no-existe, de niño-que-no-existe, es tan fácil, porque después de todo ¿qué tenemos que perder?: como si no estuviera ya todo perdido, todo vendido.

Esta raza de cosas que somos, esto de los hombres, es sencillamente una raza que ha perdido el seso, el senso, el sentido, los sentidos y el sentido común; ha perdido el senso y el seso precisamente por la profilaxis de la muerte (los intentos de arreglarse para con la muerte futura, de prevenirla, de preverla, de alargar las probabilidades de vivir o esto o lo otro). Ésta es la raza en la que estamos, esta raza se ha vuelto loca en ese sentido, ha perdido el sentido común, los sentidos más inmediatos que parece que las otras cosas tienen para arreglárselas sin nada, precisamente porque en algún momento se les anunció, como al niño suele anunciársele al cumplir el año y medio o cosa así, “Te vas a morir mañana”, se les anunció la muerte futura como la gran novedad, y es justamente en el servicio a esa muerte futura, en la profilaxis de esa muerte, en lo que está justamente toda esta locura, todo este desquiciamiento en el que estamos condenados a vivir, y no sólo condenados a ello, sino además condenados a tomárnoslo como si fuera lo más natural del mundo, como si de antemano se supiera que no hay nada que hacer contra eso: dar por muerto del todo eso que nos queda de sentido común; eso que nos queda todavía de sensibilidad, de sentidos; eso que nos queda acá abajo todavía, por debajo de todas las especulaciones de políticos, padres de la patria, filósofos, científicos al servicio del Poder y todo lo demás: tratar de dar voz, de que hable por nosotros, algo de eso que todavía nos queda, nos queda de vivo. Y es tan fácil ese reconocimiento, sobre todo pensando en cómo es de verdad la situación: no hay nada que perder, nos lo tienen vendido todo de antemano.

Esto es lo que a esta tertulia debe darle su ánimo y su alegría: no hay nada que perder después de todo. No hay nada que perder por ponerse frente a todo ello por aplastante que parezca. Después de todo, bueno, lo que pasa es que nos encontramos aquí que, por un lado, cada uno y en general, estamos sometidos a la Fe, a la creencia en las cosas en que el Señor, el Capital, nos manda creer, y por otro lado, pues (por eso estamos aquí) no estamos del todo convencidos, no estamos del todo conformes ni bien hechos y nos queda todavía algo que puede rezongar, preguntar, protestar, contra lo que desde Arriba se nos manda. No es nuestro nada de eso: el orden social, el nuevo orden social de los amigos de Contrastes, es algo que está determinado justamente por la Fe en el Futuro, es decir por esa Fe en la muerte que os he presentado como raíz de nuestra locura, de nuestra insensatez. Y eso es lo que al Señor le gusta, lo que el Capital necesita: esa Fe en el Futuro, sobre la cual se pueden echar todas las cuentas; es lo que le gusta al Capital, es lo que les gusta a los Estados, que no pueden hacer otra cosa más que servir al Capital; es lo que les gusta a los especuladores, a los ideólogos de las finanzas, de la economía, de la Realidad en general, los falsificadores; los falsificadores de que el Poder tiene que valerse para seguir manteniendo esa Fe, de todos modos tambaleante, y ése es el respiro, ésa es la alegría: que siempre siguen reapareciendo las dudas, las preguntas, una y otra vez renovadas ante cada propuesta de orden social y de nuevo orden social que se nos traigan.

Esto es lo que os quería hacer sentir conmigo y cómo es lo que aquí estamos haciendo (no sé si habrá que aclarar una vez más) para lanzarse por esto, aparte de sentir -como os he mostrado- que no hay nada que perder porque ya nos lo tienen vendido todo, aparte de eso conviene preguntarse, como en los días pasados os pregunté y os hice preguntaros, “¿Crees de verdad que no hace falta Gobierno?”, porque justamente eso parece que se implica aquí la pérdida de la Fe, el intentar salirse de esa insensatez que consiste en la profilaxis de la muerte, para eso hace falta no creer que haga falta Gobierno, si no, no podemos dar un paso. Es preciso preguntárselo cada uno hasta lo más íntimo, aparte de que os lo pregunte así, en compañía de unos cuantos, porque justamente en cada uno está bien representado todo el orden social y la lucha entre la Fe, desde Arriba, y lo que nos queda de vivo, desde abajo.

He pedido que cada uno se pregunte “¿crees de verdad que no hace falta Gobierno?”, “¿crees que el intento de gobernación, de ordenación social, tal como se revela en este último número de Contrastes que os he sacado, crees que todo eso son inventos de Arriba justamente?, ¿que todo eso son bulos que el Señor reparte para que sigamos creyendo, apoyándose para ello en nuestro miedo, en el miedo que nos han creado, el miedo al Futuro, es decir el miedo a la muerte convertida en un futuro cualquiera?”. Es preciso preguntárselo, si uno todavía sigue sospechando que sí, que hace falta alguna forma de Gobierno desde Arriba, entonces no se puede en esta política que aquí nos traemos dar un paso: la pérdida de la Fe, la pérdida de esa creencia, de ese miedo convertido en Fe en el Futuro, es la condición para que se pueda hacer algo que no sea hacer lo que ya está hecho (que es lo que se hace con lo que se llama de ordinario ‘política’).

Será preciso aclarar que no es que tengamos que creer en “el buen salvaje”, en que esta clase de cosa que somos los hombres, en cuanto se les dejara sueltos, no iban a hacer nada malo porque no tendrían motivo ninguno, y van a ser buenos, buena gente. No hace falta creer eso, porque creer en eso sería, pues otra vez lo mismo: creer en una especie de Futuro, en una especie de ideal, y aquí nos negamos a cualquier forma de ideal que se nos presente, incluso ésa de la creencia en lo buenos que somos por lo bajo si no fuera que tenemos al Gobierno por encima. Ésta es la cosa. No: simplemente es que lo que pasaría, si se nos dejara sueltos, eso no lo sabemos ni nadie lo ha sabido nunca, porque nunca desde el comienzo de la Historia hemos estado sueltos; nunca, ni por un momento; hemos estado aferrados por una manera u otra de ideal, de pretensión de gobernación. De manera que no se trata de saber lo que no podemos saber, lo que pasaría si se nos dejara sueltos, basta con saber lo que pasa tal como las cosas están: sabemos lo que pasa con la gobernación, con el desarrollo de los planes financieros, de los planes de estudios, de las obras públicas en las metrópolis que el Poder organiza, todos los horrores tremebundos contra los que rezonga todavía lo que nos queda de niño-que-no-existe en nosotros.

Todo eso lo sabemos, está ahí, es la Realidad más inmediata. De manera que no se trata de saber qué es lo que pasaría si no, sino que basta con saber qué es lo que pasa con esto. Esto es lo que debería bastar para animarnos a cualquier manera de rebelión; debería bastar porque hay algo que nos queda por ahí vivo todavía que nos dice que no tiene por qué; que no tiene por qué ser así, y por tanto si dejamos que la protesta y la pregunta sigan vivos, pues el resultado es simplemente eso: esta política que es la que aquí deberíamos estar trayendo y que es la contraria de la política de los políticos: ésta que consiste en ir contra la Fe impuesta desde Arriba y dejar que hable por nosotros lo que nos quede de vivo, de sentido común, que, por poco que sea, siempre es algo, siempre se le puede dejar hablar.

Es esta política la que nos ha llevado a lo largo de estos años, como sabéis los que me habéis acompañado en la tertulia, por lo menos durante algunos, durante algunos años, nos ha llevado a eso de tenernos que lanzar por un lado contra el cielo y por otro lado contra la intimidad. Esto es lo que no pasa con los políticos y la política de los políticos: cualquier cosa que tratara de presentar una protesta racional, bien hecha, contra el orden social pero que no estuviera sometida ya a la Fe, al miedo, en la necesidad de ese orden, se rechazaría como una cosa de devaneo poético o algo por el estilo. Eso es lo que habéis encontrado una vez y otra, esto no aparece. Pero justamente aquí sí, porque no podemos encontrar ningún límite, que esta pregunta siempre abierta, esta protesta, nos lanza contra el cielo (bueno, porque está Arriba, a Dios lo han puesto allí preferiblemente, en el cielo, que según los viejos teólogos estaba en todas partes pero especialmente en el cielo y en el sacramento del Altar, ésas son las especulaciones del viejo Régimen que siempre viene bien traer a cuento para que se vea que siguen siendo las mismas), es decir que es ese cielo que, si os dejáis llevar o a leer o a ver en televisión las vulgarizaciones de la ciencia, de la ciencia popular y admitida, ese cielo que es un Universo en expansión más o menos, que ha empezado en un Big-Bang como el Génesis, como en el Génesis bíblico, que por tanto está destinada a un Big Crunch, a una terminación, es decir un tipo de ciencia que está costantemente elevando a la armonización del cielo, esto que nos meten a la fuerza como organización de la Tierra y de las gentes, para que desde Arriba, una vez elevado el orden a la condición celeste, pueda de una manera más eficaz imponérsenos y imponer con él también esto, nos traguemos lo uno con lo otro: si se llegan a descubrir leyes físicas que rigen el Universo, entonces las leyes de nuestros Estados, de nuestros políticos, pues ya han encontrado su mejor justificación, ya tienen donde sostenerse, donde apoyarse desde Arriba.

Y es por eso por lo que tenemos que lanzarnos contra el cielo, y lo hemos hecho más de una vez en muchas sesiones, incluso aprovechando las dudas, dificultades y embrollos que pueden aparecer entre los propios físicos, investigadores, acerca de ese cielo, de esa Realidad sublime o sublimada. Más de una vez os he dicho que esta política en la que yo me siento vivir entre vosotros y en la que intento, semana tras semana, haceros vivir, nace del recuerdo de ese niño, que ya no está aquí, que, por un lado, al asomarse al cielo desierto de una noche de verano se pregunta “¿Si hay más allá?” y “¿Y si no hay más allá?”, y queda cogido en esa pregunta sin que ninguna de las explicaciones que padres o maestros puedan darle pueda curarle de esa herida; y al mismo tiempo ese mismo niño que no está aquí ya es el que se vuelve sobre sí mismo y trata de penetrar a los misterios de su conciencia y lo que hay por debajo de su conciencia todavía a medio a hacer, todavía pequeñita, pero que ya está formándose en él como un veneno del que nunca podrá salirse.

De manera que es por esto segundo por lo que al mismo tiempo que tenemos que lanzarnos contra el cielo, tenemos que lanzarnos contra la intimidad. De una manera ejemplar el Régimen que hoy padecemos, la Democracia desarrollada, está justamente fundada en la Fe en sí mismo que cada uno debe tener: un buen servidor del Régimen tiene que ser uno que crea en sí mismo; uno que crea en el uno mismo, porque si esa Fe falla, todo va por los suelos. Entonces, igualmente también una y otra vez hemos tenido que volvernos hacia ahí, hacia lo de más adentro al mismo tiempo que hacia lo de más afuera, porque hasta ahí ha penetrado la mentira y así nos tienen a cada uno organizado, lo mismo que el orden social, nos tienen organizado sobre todo a partir de un miedo del Futuro, miedo de la muerte, que es, como antes os mostré en los otros casos, el verdadero principio de organización.

Eso también llega a cada uno, de manera que si uno respeta (como el Señor manda), respeta su propia intimidad, su propio ser, entonces tampoco tiene nada que hacer, nada más que servir al Orden, porque esa Fe en sí mismo está hecha para eso: para servir al Orden. Pero por fortuna hay en lo que nos queda todavía de vivo algo que se rebela contra esa ordenación del uno mismo, y por eso aquí lo hemos tenido que sacar una y otra vez tratando de hacer una especie de análisis de lo que ellos llaman “el yo”, y de tal manera que sea un análisis que sirva de verdad como una herida para que ‘el yo’ de cada uno se convierta en algo desmoronable, desmentible, como lo es, en la medida en que uno no se aferre a la Fe, a la Fe en sí mismo, o a la Fe en el orden total, en el cielo.

Ésta es la política y a esos extremos nos lleva: hacia Arriba y hacia abajo. Y lo que me interesaba respecto a esto era sobre todo que los que me acompañéis o los que estáis hoy, o más de reciente, la distingáis, sin dar lugar a líos, de lo que se llama “política” de ordinario y de la que os he puesto algunos ejemplos, y que es en un caso y en otro una política de la conformidad: propuestas de mejora, como se decía en tiempos cuando yo era muchacho “la revolución dentro de un orden”. La revolución dentro de un orden a la que obedecen también estas declaraciones de estos amigos de Contrastes que os he sacado como ejemplo, es decir: seguir obedeciendo, contribuir precisamente a la realización del Futuro, es decir: a que no pase nada más que lo que ya está previsto, “a que no pase nada”, decimos aquí los que no tenemos Fe.

Pero eso es justamente a lo que la política de los políticos se dedica, y la de los financieros, y la de los filósofos, y la de los científicos: de revolución dentro de un orden ¿eh? Se creen, por ejemplo estos amigos de Contrastes, se creen encima que sacando esos artículos y esas propuestas respecto a la cooperación, a la solidaridad de los países llamados ricos con los pobres y todo eso, y a la costrucción de un orden social, están convenciendo por ahí Arriba a alguien. Pensad un momento: ¿a quiénes están hablando esos de Contrastes y cualesquiera de los ideólogos políticos que sacan nuevas propuestas respecto al orden social?, ¿a quiénes les hablan?, ¿a quiénes van a convencer? Se creen que son eficaces, que pueden convencer a alguien haciendo cosas de ésas, y naturalmente olvidan para ello que el Capital, Dios, no tiene ninguna cara ni tiene verdaderos representantes a los que convencer, que Él tiene su interés en sí mismo, el Capital tiene interés en que el Futuro se siga manteniendo como tal Futuro, Dios quiere eso. Los ejecutivos son meros servidores y entonces la ineficacia de estas propuestas ideológicas más o menos revolucionarias está clara: no le hablan a nadie, porque Dios no oye, el Capital no oye, el Estado no oye, y por tanto los servidores de el Régimen no pueden oír de veras nada de lo que les digan respecto a reformas; no pueden oír más que lo que ya tienen oído, lo que tienen consabido para seguir con sus manejos cotidianos ¿no?

Frente a eso (y con esto voy a dejar pasar la voz), esta otra política que aquí nos traemos no tiene por qué ser ineficaz: aquí, hablando, se está haciendo algo. Ésta es la diferencia: no nos dirigimos a ningunos dirigentes, no tratamos de convencer a ningún representante del Poder, eso sería inútil: hablamos aquí entre nosotros, entre unos cuantos, unos pocos años que se nos deja hablar, y confiamos que para desmentir las mentiras en que el Orden está costituido siempre ha lugar, siempre cabe, porque nada está establecido del todo, ninguna respuesta es definitiva, y por tanto siempre se puede estar haciendo algo para perder la Fe en la que nos quieren integrar, con la que nos quieren atar.

Bueno, éstas eran unas recordaciones que se me ocurría traeros, con esto me callo por ahora, dejo ya oírse aquí las voces que tengan que decir algo en contra, o como sea, o sacar todas las dudas que puedan, o incluso sacar a relucir los restos de Fe que a cada uno os puedan quedar, porque siempre está bien también sacarlos aquí para demolerlos en cuanto se pueda de la manera más eficaz posible, que para eso estamos. De manera que, adelante ya, sin más.

    - Pues yo quería preguntar si…

    AGC - Sí.

    - …¿A lo largo de la Historia no ha habido grupos que han intentao vivir en comuna en plena libertad?, y ¿qué futuro han tenido?, ¿se han autodisuelto?, ¿qué ha pasao?

    AGC - No sólo a lo largo de la Historia, sino muy recientemente…

    - Y muy recientemente, sí.

    AGC - …Muy recientemente, en los años sesenta y tantos…

    - Pero como que ahora ya no… ¿fue una moda?, o no lo entiendo.

    AGC -…de cuando la imprevista rebelión de estudiantes por el mundo desarrollado (un acontecimiento, dicho sea entre paréntesis, del que yo vivo, os lo he confesao más de una vez, de ese acontecimiento, del levantamiento del 65), pues en aquel entonces estaban en California, por ejemplo, y en otros sitios, los hippies, que entonces vivían en todo eso, y había esos intentos, y yo he asistido, no he participado, pero he asistido en muchos intentos de vida común, todo eso. Las comunidades (en la medida que yo las he conocido) que trataban de partir de la no obediencia a las leyes, de pervivir en la mayor parte de los casos por medio de una agricultura modesta y cuidadosa en algún sitio que les era dado, generalmente han venido a tener dos tipos de destino, uno ha sido el fracaso simplemente al cabo de unos cuantos años, no muchos, el desacuerdo, los líos que los celos amorosos pueden formar en una comunidad así, las dificultades para arreglárselas con el comercio exterior y no perecer del todo [acaban] fracasando; y algunas no, algunas han tenido éxito, y claro, ‘han tenido éxito’ quiere decir que se han convertido en empresas, en empresas corrientes, empresas productoras corrientes, eso ya se sabe lo que es, lo que es el éxito. Sí, yo no os he invitado aquí a que formemos una comuna, no. No os invito a que formemos ninguna comuna de ese tipo, a lo más que os he invitado es a que busquéis algún ricachón que nos quiera vender un convento o algo por el estilo donde podamos llevar una vida monástica, porque después de todo parece que esa forma de vida es la menos mala que se ha inventado: el gran convento, cada uno en su celda pero todos juntándose a cantar…

    - O sea que hace falta un…  es inevitable tener un Gobierno, tener algo…

    AGC - Bueno. Desde luego ya veis de qué se trata ¿no?: es el intento efectivamente…

    - Ahí hay uno que quiere hablar, enfrente. Y luego yo.

    AGC - …el intento es muy loable, me ha servido, a mí me ha servido de mucho el considerar eso, pero desde luego no tiene sentido en cuanto que eso tiene que darse ‘dentro de’, dentro del orden social. Aquí a lo que con esta política se os está invitando es a no consentir ese orden social dominante.

    - Perdón, Señor Agustín.

    AGC - Adelante, sí.

    - Sí, entonces… Yo es que he sido siempre rebelde desde pequeñito, muy rebelde, y sigo siendo muy rebelde. Entonces, la rebeldía es importante ¿no?…

    - No se oye.

    - Que ha sido muy rebelde.

    AGC - Perdón, habla fuerte, sí.

    - O sea, la rebeldía y el descontrol es importante.

    - ¿Descontrol?

    - El descontrol con uno mismo.

    AGC - ¿Cómo “importante”?, es lo único que es esta política, es la pregunta siempre abierta: no creer. No creer: la rebelión contra la Fe, eso es lo primero. No, no: no desde luego obediencia al capricho personal, porque ya he dicho que aquí estamos, lo mismo que contra el cielo, contra la intimidad. Uno no es quien. Uno no es quien ni para dirigirse ni para saber lo que hace, pero sí: el reconocimiento de la pregunta, volver a encontrar la pregunta del niño-que-no-existe, y por tanto la no conformidad.

    - Lo que pasa es que ser muy rebelde te trae muchos problemas, porque llegas a perder todo. Yo he perdido todo, he perdido la familia, amistades, todo, para ser yo mismo. Pero yo estoy a gusto conmigo mismo…

    AGC - Claro, ahí…

    - Y no me importa, me importa una mierda haber perdido la familia y todo, porque realmente me llevaban por caminos que me traían penumbras. Y entonces, para ser yo mismo y para poder hacer lo que me apetece, lo que quiero, sin que nadie me coma el tarro ni me digan nada, ni esas televisiones que han puesto en el metro, que están matando a gentes, así están todos que parecen vainas, que da asco, da asco: te metes al metro y están todos mirando… Nadie mira a nadie, porque si es rumano: es malo, si es negro: ¡joder!, te va a matar. O sea, había que empezar por cargarse las televisiones de los metros.

    AGC - Agradecemos tu compañía inesperada porque probablemente has hecho bien, has hecho lo que podías en cuento a rotura: familia…

    - Hombre, me ha costao sangre, sudor y lágrimas.

    AGC - …Te has equivocao (ya lo has oído), te has equivocao en cuanto que lo has hecho en nombre de ti mismo, para ser tú mismo, y eso es una equivocación seria, porque uno mismo está hecho por el Orden, está hecho por Dios. Tampoco puede uno respetarse a sí mismo.

    - ¿Qué Dios?

    AGC - Uno no es quien para saber… 

    - No, yo no sé quién soy, pero sé que soy. Soy un hombre lleno de sentimientos, emociones y deseos…

    AGC - Demasiao.

    - …y apasionado.

    AGC - Demasiao. Si hubieras estao…

    - Un caso de cosas.

    AGC - Si hubieras estao unos pocos días con nosotros, supongo que, cuando nos hemos dedicao más a esto, habrías visto que eso de que sabes que eres, incluso eso es una exageración: no sabes. No sabes porque eres unas cuantas cosas, desde ser lo que te queda de cosa, de cuerpo…

    - Hombre, no sé quién soy, sé que soy algo que está en constante movimiento y variación también, que me sorprende a mí mismo. Y que tampoco, cuando me dicen… “Sí, yo te conozco”: hombre, no me conozco ni yo…

    AGC - …Lo malo es que, después de ser lo que seas como cosa, encima tienes que ser tú mismo, eso es Dios: tú mismo es Dios. Yo mismo es Dios, ¡qué se le va a hacer!

    - Quiero ser yo mismo para encontrarme conmigo, con el animal que tengo dentro y con lo que me hace sentir bien, que son mis instintos y mi…

    AGC - Pues sí: Dios. Es la parte en que te has equivocao.

    - …o sea, mi instinto, mi intuición sobre las cosas, que creo que siempre la tuve desde muy pequeñito, muy grande, como para ver que la película era una mierda, en la que vivía, una película basta, mal dirigida y que me la tenía que tragar diariamente, ¿no? Entonces yo he luchado mucho y he llorado mucho, y ahora mismo estoy en una situación muy violenta conmigo mismo, tengo un duelo interior, muy fuerte, porque la gente me ha hecho mucho daño, gente que pensaba que eran amigos, que se han hecho pasar por amigos y me han traicionado, me han destrozado la vida; mujeres también, que sólo quieren lo que el Dios ése que usted habla, pues les manda ¿no?, pues o casarse, o esto, o lo otro. Se casan con sus expectativas, o sea se juntan con sus expectativas, no contigo, a ti no te ven, ven sus expectativas, en cuanto no entras, se jodió. Y así todo. Entonces…

    AGC - Bueno, repito, agradecemos en eso tu compañía, nos acompañas en cuanto a lo que he sacao para empezar con los ejemplos de las obras públicas o de los planes de educación, que tú añades con lo de las actitudes en el metro, con la televisión en el metro y todo eso. En cuanto al reconocimiento de que eso es intolerable, que es un rollo que no tiene por qué, nos acompañas, estás en esta política. Luego te has equivocao, te has equivocao en mantener la Fe en ti mismo, ¡qué se le va a hacer!, eso es lo que probablemente te ha ocasionado alguno de los trastornos que no tenían por qué. Aunque de todas formas, en fin, aunque perdieras mucho de esa Fe en ti mismo todavía te tocarían como a mí, como a cualquiera, muchas de…

    - Bueno, yo no he dicho que tengo Fe en mí mismo, porque…

    AGC - No, no: lo he dicho yo. Pero…

    - …Yo…

    AGC - …Pero lo he deducido de lo que tú decías…

    - Agustín, está aquí una voz pedida.

    AGC - …Lo que tú decías, cuando decías “para”…

    - No: he dicho que yo simplemente trato -trato- de tener confianza en mí mismo porque ya he perdido la confianza en el mundo entero y en las personas también…

    AGC - “Para”,  de ahí he deducido…

    - …Entonces, si pierdo la confianza en mí mismo también, pues voy a estar jodido del todo.

    AGC - …De ahí he deducido que te has quedao corto, porque tenías que haber seguido hasta perder también la confianza en ti mismo. Bueno, y ya no nos detenemos más con esto.

    - Oye, que tengo la voz pedida.

    AGC - A ver.

    - Es que, por ejemplo, cuando nos hemos referido antes a los movimientos de liberación, a las revoluciones, y tal, que en la Historia haya habido, pues si nos fijamos un poco en la declaración ésta “Ni Dios, ni amo” que nos es muy… bueno, que nos gusta y que de alguna manera, pues algo te dice ¿no?, ¿por qué hay, como si dijéramos, un desplazamiento en cuanto uno consigue realmente que se realicen algunos de sus actos, esto de “Ni Dios, ni amo”, parece como si inmediatamente hubiera un desplazamiento de esa autoridad a el hombre como medida de todas las cosas?, de tal manera que de esos movimientos nacen unas tendencias a unos humanismos tremendos, tremendos. Diríamos que incluso el feminismo ha salido de eso, la liberación de la mujer, pues pretendía “No amo al hombre”, “Que no sea el amo el hombre”, etc., etc., para inmediatamente hacer un desplazamiento a esa figura del amo consigo, dentro de sí misma, es decir, “Dueña de mi propio cuerpo”… no sé qué cosas. Y esto es muy tremendo.

    AGC - No hace falte que insistas más, yo creo que los que nos acompañan se están ya hartos de saber eso. Ya veis que Dios cambia de cara todo lo que le hace falta según el Régimen que nos toca, el Capital cambia de forma, no tenéis más que ver cómo la empresa capitalista está obligada a cambiar de un lado para otro. Y de tal forma que Dios tome una cara que sea la del hombre y el humanismo, lo hemos analizado muchas veces: efectivamente el hombre como heredero de Dios, la mujer como hombre, aspirando a ser hombre, igual que los otros… Bueno, todo eso lo hemos visto una y otra vez. En efecto el Poder y el objeto de la Fe…

    - No, pero el grado de… ¿Me dejas que termine?, ¿puedo terminar? Es que el grado de personalidad al que se puede llegar por esa deriva siempre es quizá más tremendo, más cerrao…

    AGC - ¿“El grado” de qué?, hija.

    - …más organizado, que…

    AGC - ¿“El grado” de qué?

    - El grado de personalidad -diríamos-, de costrucción de la persona, es casi más exagerado que cuando…
    
    AGC - Claro, claro.

    - …uno tiene afuera el amo y el Dios ¿no?

    AGC - Sí, sí, claro.

    - Es muy tremendo eso.

    AGC - Claro. Si el Capital no fuera capaz de presentaros sustitutos de colores diversos cada día, la cosa sería mucho más fácil. Te los cambia, y efectivamente, pues entonces ya compras otra vez.

    - Los mejora, se mejora…

    AGC - Compras otra vez porque te han presentao…

    - …se mejora por ese camino.

    AGC - …te han presentao la novedad. La obediencia se busca los caminos y Dios busca los suyos. El Capital cambia de cara, cambia de productos para seguir lo mismo, y entonces, pues la obediencia que se rebelaba contra una cara del Poder, pues ya no es capaz de rebelarse contra la cara siguiente, y a eso estamos aquí. Aquí estamos a esta política de contra una Fe, cualquiera que sea, y cualquier objeto que tome como objeto de Fe. Bueno, ¿qué más?, por favor.

    - Aquí.

    AGC - Sí.

    - Yo es que entorno a esto, ¿hasta qué punto cualquier contrapoder o cualquier contra-fe, si triunfa o tiene éxito (que es lo que tú decías antes), se convierte en Poder?

    AGC - Claro, él sí trae consigo eso, porque el Futuro es de ellos. Por eso aquí estamos contra el Futuro: el Futuro es de ellos. He sacao incluso el caso de los intentos de comunidades que  evidentemente si llegan a tener éxito no pueden menos de convertirse en una empresa bien organizada según las reglas de Arriba. Así es: aquí estamos condenados a no tener éxito nunca, jamás, ni yo, ni vosotros, ni nadie que esté todavía sano; estamos haciendo lo que se puede, porque pensamos que no hay por qué no, que siempre se puede hacer algo contra la Fe…

    - Pero tampoco hay que presumir de perdedor.

    AGC - …pero sin ninguna esperanza de éxito…

    - Un perdedor presumido es tremendo.

    AGC - …Sin ninguna esperanza de éxito, porque si no es como este hombre de Contrastes, que pretende que se renueve el Futuro, el Régimen, para que nos quede todavía alguna esperanza, entonces ése es el [].

    - Pero lo contrario de éxito sería fracaso. Entonces aquí luchamos por el fracaso.

    - Por lo menos por el no éxito

    AGC - No, no luchamos por el fracaso, el fracaso nos viene, no tienes que luchar para nada, el fracaso te viene solo, tiene esa ventaja ¿no? Eso, no tienes que molestarte.

    - Perdón. Señor Agustín, entonces la confianza en uno mismo ¿no es importante?

    AGC - Es un error.

    - Es un error.

    AGC - Uno está hecho por el Poder.

    - Y entonces Orson Wells, las virguerías que hizo y la maravilla que hizo ¿es porque no tuvo ninguna confianza en sí mismo?

    AGC - ¿Por qué?: no. No, ¿por qué? No veo cómo estableces la relación.

    - Walt Disney, Mozart, Beethoven, gente que ha hecho cosas grandiosas, maravillosas, también, aparte de hablar.

    AGC - ¿Y qué? Pero que no veo cómo…

    - Hombre, tendrían también una confianza en sí mismos, ¿no?, tendrían que tenerla para perseguir sus sueños, porque si no tienes confianza…

    AGC - ¡Ah!, los que han hecho buenas cosas, y desde luego de los que has citado habría que hacer una selección, pero los que han hecho buenas cosas, más que confianza en sí mismo, han tenido confianza en sus manos, por decirlo así: en sus manos. En sus manos, es decir, en sus capacidades…

    - Bueno, en su sueño también, en su pasión.

    AGC - Yo tengo también, yo mismo tengo… mantengo una confianza en mis manos, pero eso no es en mí mismo, al contrario. Al contrario: la confianza en que mis manos pueden producir cosas que yo mismo no esperaba ni era capaz de hacer. Más.

    - ¿Puede la mente del ser humano funcionar sin Fe?

    AGC - ¿“El ser humano”? 

    - O sea, la mente necesita la Fe como mecanismo para funcionar, porque si no existe Fe, no puede funcionar, se queda uno parao: Fe en lo que sea.

    AGC - ¿Y cómo entiende usted lo que hacen los animalitos por ahí, y las plantas, y los árboles?

    - No lo sé porque no soy animal, pero soy un ser humano.

    AGC - No, pero, ¿qué le parece a usted? ¿Qué le parece a usted?, ¿que tienen Fe?, ¿que les hace falta Fe para vivir?

    - No lo sé, lo desconozco. Digo para pensar.

    AGC - No les hace falta ninguna Fe. No les hace falta a ellos ninguna Fe, y a nosotros nos hace falta (por lo que he dicho) porque nos han vuelto locos con la profilaxis de la muerte, y entonces, no para vivir sino para tener un Futuro y tirar p’adelante, pa eso hace falta.

    - Pero eso mismo es una creencia

    AGC - ¿Cuál?

    - Lo que acaba usted de decir es una creencia.

    AGC - ¿Cuál?

    - Lo de la profilaxis de la muerte, tan respetable como cualquier otra. Es decir…

    AGC - No, no. ¿Qué es lo que es….?

    - …la mente no puede funcionar si no hay creencias.

    AGC - ¿Qué es lo que es una creencia?

    - Lo de la muerte, lo de… lo que acaba de expresar.

    AGC - Pa eso sí, pero eso no es vivir. Para vivir no hace falta nada de eso.

    - No estoy hablando de vivir, estoy hablando de pensar, del funcionamiento de la mente.

    AGC - No, no, no, y para pensar mucho menos todavía. Para pensar, que no es tener ideas, sino pensar, dejarse pensar, dejar que [].

    - Perdón, señor Agustín…

    - Te vamos a llamar “señor Agustín”…

    AGC - Perdona, perdona que te interrumpa. No, no: hace falta para (no para vivir, no para pensar), hace falta para mantenerse este orden y tener un Futuro. Pa esa puñeta es para lo que hace falta la Fe. A nosotros como a las demás cosas no tendría que hacernos ninguna falta, al que le hace falta es al Capital que nos rige; a nosotros, a la gente, no nos hace ninguna falta, sólo es a Dios, al Capital.

    - Pero contra la Fe tiene que haber una confianza, y esa confianza no es Fe, pero habrá que explicarla…

    - Es que cuando habla…

    - …porque si no la gente se cree que ni confianza tampoco.

    - …cuando habla del niño ése que hemos perdido o que ya no existe…

    - Que algo nos queda.

    - …¿cómo que no existe?

    AGC - No existe. Existir quiere decir…

    - …el cuerpo crece, pero bueno, el niño interior…

    AGC - …quiere decir ser real.

    - …si lo cuidas y lo tratas bien, puede estar ahí todavía.

    AGC - Claro, claro.

    - Hombre, yo me considero un niño perdido en un mundo de niños jodidos mentales.

    AGC - Sí, sí, por eso apelo a ello, pero no existe ¿eh?, como el pueblo: no existe, están ahí, están; efectivamente están ahí, y gracias a no existir pueden hacer algo. Más.

    - Pero explica un poco la diferencia entre existir y haber, ¿eh? Ya, ¿eh?, ¿qué pasa? Explícale la diferencia entre ‘existir’ y ‘haber’, porque si no se va a hacer un lío.

    AGC - ¿A quién?, pero ¿qué? No.

    - Pues al ciudadano.

    AGC - Que no, que ha quedao muy claro. Venga, no… no armes lío.

    - Vamos, no, yo lo que quería decir es una cosa: que cuando él ha enumerado esas maravillas que ha hecho Orson Wells o que ha hecho Chaplin y tal, precisamente han sido maravillosas cuando ellos han tenido la gracia y el arte de quitarse al medio como personas, como artistas, como autores…

    AGC - Eso. Ya basta, ya basta. Ya.

    - …dejarse traspasar por la ocurrencia, por la ispiración…

    AGC - Basta. Basta. Ya está, ya. Ya está, Isabel.

    - ¿Puedo decirlo?

    AGC - Ha quedao dicho ya. Basta. Lo he dicho más claro. Venga.

    - ¿Cómo que lo has dicho más claro?, si le has hecho un lío.

    AGC - Oído, oído, Isabel.

    - Agustín, que yo, que ya que ha salido el niño, no sé, a veces pienso que parece…

    - []

    - …No, que estaba pensando que a veces da la impresión de que los que tienen más Fe son los niños, seguidos de cerca por los jóvenes, desde luego en ellos mismos. Y entonces parece que hay una relación entre el Futuro que queda, el miedo a perder ese Futuro que queda: cuanto más amplio es el Futuro, más Fe.

    AGC - Sí, yo no sé hasta qué punto vosotros conserváis vivos y lo recordáis con alguna lealtad los trances de vuestra niñez y de vuestra adolescencia, yo lo recuerdo bastante bien. Efectivamente el Orden se aprovecha de que un niño es, como ellos saben, una cosa bastante frágil, bastante maleable, y se aprovechan de eso, y que por tanto una vez que sobre el año y medio le han imbuido la Fe fundamental “te vas a morir mañana”, pueden ya contar con un miedo. Con un miedo, y entonces luchar contra ese miedo… luchar contra ese miedo un niño o rebelarse contra ese miedo, que es la Fe misma que le han impuesto, es duro. Yo recuerdo mi niñez, mi adolescencia, como una lucha en ese sentido. Y efectivamente es normal: un niño tiene que tener más Fe si quiere llegar a ser como su padre. Claro, a lo mejor el niño puede no querer llegar a ser como su padre, algo le queda por bajo que no aspira a eso, pero si tiene que convivir con su familia, con los otros chicos de la escuela y con el maestro y todo eso, la verdad es que le hace falta tener mucha Fe justamente porque está lleno de dudas, porque está lleno de dudas que todavía le viven. Luego se crece, se crece y normalmente se llega a la edad adulta, y entonces, claro, ya las dudas quedan reducidas al mínimo, no aparecen casi nunca y la Fe reina, nunca del todo, por eso estamos aquí, pero reina. Venga.

    - Creo que este tema es interesante, el que estás planteando ahora, el del niño y tal. Igual esta gente pues va a tener niños, yo no los quiero tener, en este mundo no. Y entonces quizás he llegado a pensar, se lo he comentado a alguien, que en vez de los niños aprender de los mayores, o sea, son los mayores los que deberíamos aprender de ellos, y a mí me han dicho que estoy loco “¡Ah!, no sé qué, ¿cómo?”, tal…

    AGC - Sí. Con tal de que sea el niño-que-no-existe, porque…

    - …Yo es que admiro un niño, porque es que es feliz con un palito, con un grillo, no quiere casarse, no quiere matrimonio, no quiere coche, no quiere nada, sólo quiere jugar, y es lo que yo quiero: jugar nada más.

    AGC - Estás idealizándolo, lo siento. Estás idealizando a los niños: no hay por qué. No hay por qué idealizarlos, porque niños así…

    - Hombre, para mí se merece más respeto un niño…

    AGC - …niños…

    - …porque es un alma pura, limpia, que no juzga a nadie; un vagabundo…
    AGC - …Déjalo ya.

    - …y las putas también, claro.

    AGC - No insistas. No: estás equivocao. No hay que idealizar a los niños: los niños reales, los que conocemos, nunca son ni tan libres ni tan faltos de Fe, son al contrario muchas veces…

    - No estoy idealizando, estoy generalizando un poquito, que pienso…

    AGC - …muchas veces, por el…

    - …que un niño es mucho más inteligente, o sea, y más sano mentalmente que toda la gente que estamos aquí.

    AGC - …por el miedo que hemos dicho son muchas veces más reaccionarios que sus padres, como hemos dicho. Es triste, hay que reconocerlo, pero desde luego no es eso a lo que yo me refiero cuando digo “el niño-que-no-existe”, porque tú estás hablando de los que existen, y los que existen son ya…

    - No me está respondiendo a la pregunta que le he comentado, se está yendo por Peteneras, por allá: le he dicho que igual es más importante que los hombres aprendamos de ellos que no ellos de nosotros, porque al aprender ellos de nosotros los idiotizamos, se convierten en subnormales.

    AGC - Sí. Sí, sí, pero con tal de que no pienses en los niños reales: lo que queda de niño. Aprendemos sobre todo de sus dudas, de ese tremendo esfuerzo…

    - Su capacidad de ser feliz con nada, quizás también.

    AGC - ¿Qué?

    - Su capacidad de ser feliz con nada.

    AGC - Bueno, pero no hables de los niños, hombre. No idealices a los niños, habla de eso que nos queda de niños, que hay de niños.

    - No estoy idealizando, estoy simplemente planteando una cuestión, nada más.

    AGC - Desde luego lo que nos quedaría (hablando de planes de educaciones en el sentido que tú dices) es efectivamente desaprender todo lo que como adultos nos han enseñado. Y en ese sentido, pues claro, los niños en cuanto saben menos, son maestros; son maestros, eso no cabe duda, en la medida en que saben menos. En la medida en que se comportan como personitas, pues no tienen especial interés. Pero un plan de educación que nunca pasará a la realización sería justamente ése: educación para desaprender, porque de ideas, de saberes, estamos siempre hartos, llenos, y siempre se puede mucho hacer para desprendernos de parte de ello.

    - Bueno, a mí lo que me parece que tiene un cierto interés es en ver cómo se aceptan las cosas que aportas a los demás, o que aportas a la Sociedad, porque si las cosas cuando de verdad tienen interés es cuando te das cuenta de que no pueden ser concedidas…

    AGC - ¿“De que no”?

    - Pueden ser concedidas. O sea, cuando son inconcedibles.

    - Inconcebibles.

    - No: inconcedibles.

    - ‘Inconcedibles’, con ‘d’.

    AGC - Inconcebibles.

    - No: con ‘d’, ‘d’, de conceder.

    AGC - ¡Ah!, inconcedibles.

    - Que no se pueden conceder, que te das cuenta de que en  la Sociedad te la va a rechazar sistemáticamente…

    - Que tienes que conquistar.
    
    - …y que tiene una lógica, pero a lo mejor no es la lógica…

    AGC - Lo que no he entendido es lo de que se te acercan más. Eso no lo entiendo bien.

    - Que las prefiero ese tipo de cosas, o ocurrencias, o actitudes…

    AGC - No, no, claro. Lo único…

    - …que te das cuenta de que has rozao el terreno y que no te lo pueden conceder…

    AGC - Por supuesto, Jaime.

    - …Y entonces, por ahí va…

    AGC - Uno, desear de veras, no desea más que las cosas que el Comercio no le puede vender y que el Estado no le puede proporcionar. Ésas son las únicas que desea. Y un niño mismo no puede desear más que las cosas que sus padres no pueden darle. Sí, eso es, eso es todo.

    - Eso es cuando se nota que has acertado, que has dado en la diana.

    - Claro, es cuando lo notas…

    - Que es cuando notas que has acertado y que has dado en la diana…

    - …Porque no te lo pueden conceder, que te dicen…

    - …Porque no te lo pueden conceder, no está permitido, lo que está diciendo Jaime.

    AGC - Bueno, tanto como…

    - Aunque al final…

    AGC - Bueno, acierta lo que sea, pero en general, sí. Efectivamente un…

    - …Al final suelen concederle en cambio.

    - Por ejemplo tus obras, Agustín, de teatro, que no se estrenan por eso, porque no se puede… O sea, porque aciertan, dan en el clavo, y, claro.

    AGC - Bueno. Bueno. En todo caso…

    - No se pueden poner en los teatros, son deamasiao peligrosas.

    - Porque dicen la verdad.

    - Exacto.

    AGC - En todo caso, sí…

    - Y la verdad es fea, no…

    AGC - …las cosas que el Capital puede venderte, el Estado puede concederte desde Arriba, ésas nunca pueden ser objeto de deseo ninguno de verdad. Ésas son cosas que se persiguen y se procuran por la Fe en el porvenir, porque uno tiene que ser el que es y mantenerse siendo el que es, pero no se desean nunca. No se desean nunca. El deseo viene de aquéllas que no están para concederse, como tú dices ¿no? Bueno, ¿qué más?, que se nos va hacien-… Sí.

    - No sé, que me parecía que estábamos hablando de… o atacando  la intención de gentes con buena voluntad de reformar lo que se da, y desde luego yo creo que la experiencia que cualquiera siente es que cuando le ha tocado conocer un sistema de organización social, pues -yo qué sé- un hospital o un colegio, o, no sé, un pueblo, cómo se organiza la gente, un sistema burocrático, en la medida en que no cambia, con el paso del tiempo se va desgastando y va el pueblo sabiendo cómo meterse por sus fisuras usando pequeños trucos y me atrevería incluso a llamarle pequeñas corruptelas, en fin (que al Poder desde luego esto le pone muy negro), y la cosa parece que va mucho mejor ¿no?, y parece que el pueblo que lo que siente, lo que sentimos, cuando llegan las reformas es que todo aquello se va al carajo y hay que empezar la cuenta de cero, y esto jode mucho. Esto jode mucho.

    AGC - Sí. En cuanto a lo primero desde luego es alegre y es triste, es decir: es triste porque el acostumbramiento de la gente a cualquier tipo de organización que le han metido y que acabe por desgastar lo que tiene de rígido, de gastar sus esquinas y más o menos arreglarse para ir viviendo, acomodar el sistema que le ha tocado a algo que no sea tan contrario a sus deseos, eso, claro, esa capacidad de acostumbramiento, pues es triste por un lado, por otro lado, bueno, pues si a través de eso se logra mantener algo vivo, pues es alegre. Desde luego lo que nos da este Régimen actual que está basado en la renovación acelerada de las organizaciones, y que cada día una nueva organización distinta, un nuevo plan urbanístico que te pone patas arriba las ciudades, un nuevo plan de educación, y cada vez más deprisa, eso es lo que requiere una rebelión especial ¿no? aunque sea, como tú has dicho, fundada en que por lo menos con lo viejo ya estaba uno acostumbrao, ya no nos iba tan mal. No nos iba tan mal, pero que eso sirva para efectivamente indignarse contra el nuevo plan urbanístico, o contra el nuevo plan de estudios ¿no? Hay mucho de ambiguo en eso porque efectivamente a nadie se le puede recomendar acostumbrarse al Régimen viejo, pero evidentemente es así. Hasta de esa costumbre con el Régimen viejo pueden salir indignaciones contra el cambio “¿A qué coño me viene usted a cambiar ahora esto?: si mal que bueno ya íbamos tirando con ello, teníamos un plan de estudios horrible; un plan de estudios horrible, pero bueno, pues así lo hemos ido pasando la adolescencia con ese plan de estudios…”

    - ¿Y por qué tenemos que estudiar y trabajar?

    AGC - …“y ahora ¿a qué nos viene usted con otro?”.

    - No, que dice que quien hace la ley hace la trampa, pero se tarda mucho más tiempo en hacer las trampas que las leyes. Porque las leyes es que ahora parece que es el decálogo, todos los días una ley, cada vez que meten un funcionario…

    AGC - Sí. Para eso estamos aquí, Isabel, para ir más deprisa que ellos.

    - No, que las trampas tardan más en hacerse que las leyes…

    AGC - Más deprisa que ellos: la trampa enseguida. No te preocupes.

    - …Por eso es mejor una ley ya entrampada…

    AGC - No te preocupes, no hay que comparar velocidades. Por muy deprisa que vayan, aquí estamos en esta tertulia para descubrir la trampa de cualesquiera innovaciones…

    - No, no, las que ya estén hechas déjalas, hombre.

    AGC - …y de cualesquiera rapidez que venga. Adelante, ¿algo más?

    - Eso de la rapidez: es que he salido ahora del metro, ha habido un momento que yo venía del metro y estábamos todos corriendo. Pero, oye, parecía una carrera de galgos por las escaleras. Y éramos toda la escalera corriendo, como -no sé-, como diez personas corriendo, a ver quién corría más.

    AGC - ¿Y por qué eso?

    - Es que lo he visto en un momento y digo “Estamos locos”, todos corriendo allí.

    AGC - ¿Subiendo o bajando?

    - Bajando la escalera todos corriendo. No sé dónde íbamos, todos corriendo.

    AGC - Bajando, ya sabéis. Bueno, que yo creo que se ha hecho muy tarde. Así que tenemos que cortar y, si el Señor nos deja, dentro de siete días seguimos dándole vueltas.