27.08.2014

Tertulia Política número 203 (11 de Noviembre de 2009)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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  • La Felicidad como estorbo para esta guerra

 

TRANSCRIPCIÓN:

 
Antes de empezar con la guerra de siempre, el Príncipe Galín quiere decir algo acerca de un buque.

-Bueno, ya sabéis todos un poco la historia de los piratas y ese pesquero que tiene con ellos una gente, y yo lo que quería deciros es que el Gobierno de fantoches que padecemos ha hecho callar a las familias en el momento que se lanzaron para que estos arreglaran de una vez el problema, que lo han complicao, y que cada vez lían más el (), pues los han mandado callar, y están como acojonaos.  Los han paseado por todas las Administraciones: a la Audiencia Nacional, al Defensor del Pueblo, al otro.....  Todo un a modo de vergüenza y de asquerosidad con estas pobres gentes, familiares de pescadores, de familias humildes, y que no se saben manejar entre estos piratas, que estos sí son de verdad piratas, estos sinvergüenzas, desde la Audiencia Nacional al zombi ese de Presidente de Gobierno y los demás.  Yo lo que quería decir era que como a ellos los han mandao callar, si se pudiera de alguna manera, cada uno desde los lugares en que estéis, los que tenéis Interné, largar todo lo que se pueda para poder desenmascarar lo más posible a esta gentuza, y luego, si se pudiera, o si estáis así más o menos dispuestos, que pudiéramos tener una asamblea, inclusive aquí en el Ateneo, y que pudieran a lo mejor venir familiares, sobre todos los vascos, que están más combativos, que estos gallegos, mis paisanos, están un poco más callaos, o están más vendidos a esa sugerencia que le hace el Gobierno.  Así que yo me veo, con la indignación que tengo por este asunto, en la obligación de pediros....  pues eso, un apoyo lo más fuerte posible, y de poder movilizarnos, organizarnos un poco para desenmascarar esta farsa, que es que es demasiado.  Y luego, pues los pobres están en la mar, y estar con un fusil al lado, y no poder lavarte, y no poder hacer nada en un barco, es muy doloroso, que yo he navegao y sé que lo deben estar pasando muy mal, muy mal, muy mal.  Bueno, era eso un poco.

A-Bueno, como gracias a Teresa y a Javier, esto también supongo que pasará a escritura, ya tienes una publicidad bastante vasta con solo eso para lo que deseas.

Bueno, saltemos de la política esta de los políticos a la de verdad.  Volvamos a la guerra contra el Poder, contra la Realidad que sostiene el Poder, a la que el Poder sostiene, y cuya Fe predica por los Medios costantemente.  Volvamos a esto, que es la primera acción, la primera revolución: dejarse hablar, por si acaso se puede.  Para esto la cuestión que salía el último día, que ha venido rondando, que es la cuestión de la felicidad, estorba mucho, es un estorbo formidable, y por eso me veo obligado a proponeros que nos detengamos un poco más sobre ella, sobre la cuestión de la felicidad.

Es algo que ya, por el hecho de que los Medios lo usen tan profusamente, y os tengan los ojos y los oídos llenos de felicidad, debería bastar para sospechar que viene de una fuente muy venenosa para lo que puede quedarnos de pueblo, de vida, de lo que no se sabe.  Lo tenéis todos los días por la Televisión y demás, lo tenéis en la propia cara de felicidad con las comisuras de la boca para arriba que la Televisión os puede ofrecer como consecuencia de la ingestión de uno cualquiera de sus productos, de sus jarabes o de sus pócimas, y que efectivamente despierta enseguida la sensación de felicidad del niño, o del adulto, la sonrisa de felicidad.  Esto lo tenéis todos los días encima, no voy a insistir en ello.  Otras veces es la visión de una Familia feliz; de esto también estáis bien cargados: la visión y la audición de una Familia feliz, un matrimonio que ha llegado a la mediana edad cumpliendo los propósitos para los cuales estaba establecido el Matrimonio, ha llegado a tener sus niños, los está educando, rodean a los padres alrededor de la mesa, tal vez están los abuelos haciendo respaldo para la foto, y en fin, tenéis esa imagen mil veces repetida de la felicidad familiar que dura.  

Se emplea para muchas otras cosas el término ‘feliz’, y llega a emplearse incluso como sabéis para hablar de una idea feliz; una idea feliz, una ocurrencia, como la que en los tebeos se representaba al encenderse una bombilla en la mente de alguno de los monigotes, y la idea feliz consiste, como se ve a posteriori, en que ha sido feliz para la consecución de determinados fines; ha resultado ser feliz.  También en la investigación científica seria, una idea feliz quiere decir una intuición que algún físico por ejemplo ha tenido, y que se demuestra que es feliz porque ha dado después mucho fruto, ha dado lugar a una renovación de los cálculos, a la presentación de los esperimentos, y a que por tanto la Ciencia siga funcionando en su labor; normalmente, como sabéis, al servicio del Capital y del Estado, pero que siga progresando en esa labor.  Y mil cosas más.  No se emplea ya la palabra ‘feliz’ como se empleaba en el latín (félix, felices), para hablar de las mieses, de los árboles, de los campos, felices no por metáfora humana ninguna, sino porque felices quería decir primariamente lozanos, y por tanto fructuosos, ricos de alguna manera, con la riqueza esa de los campos....  Para esto ya entre nosotros no se dice ‘feliz’; las cosas han tirado por otros medios, pero conviene recordarlo.

Bueno, pues ¿cómo es que la felicidad estorba tanto para hacer cualquier cosa buena?  Cómo estorba tanto (y lo podéis comprobar dentro de vosotros mismos), es algo que apenas tengo que decíroslo, el engaño es patente: la felicidad queda sometida en primer lugar al Tiempo real, al momento, la sonrisa de la felicidad; o a los años, la foto de la Familia feliz; o en todo caso al Futuro, que va a dar razón a la idea feliz que había surgido.  En todo caso, todo sometido al Tiempo, que es el fundamento de la Realidad, la primaria de las mentiras bajo las cuales se nos hace existir queramos o no.  De manera que eso es lo que indica ya por qué sitios va el engaño, la mentira: al someterla al Tiempo, la felicidad, al momento, al día feliz, por ejemplo el del cumpleaños, a los años, por ejemplo los que se han reunido al llegar a la jubilación, o a cualquier otra forma de Tiempo real, al mismo tiempo se está ocultando lo que conmigo sentís sin más: que ‘felicidad’ querría en todo caso referirse a ‘ahora’, y ‘ahora’, como tenemos que estar recordando cada día por si se olvida, ‘ahora’ es eso que tiene la gracia de que cuando se ha dicho ya no es ahora, con lo cual se exime sin más de la Realidad, del Tiempo real.  Ni mandangas de Futuros, ni de Pasados, ni de Presentes: ahora.  Ahora queda fuera del Tiempo, ahí estaría, si pudiera estar, una felicidad de veras.  Pero ‘ahora’ no pertenece a la Realidad.  Esto es lo que se nos oculta, de lo que se procura que no nos demos cuenta, porque aquí está el punto en el que quería que nos paráramos un rato: es preciso no darse cuenta, ésa es la condición de este engaño del que os estoy hablando.  Esto de otra manera lo decimos a lo positivo como ‘Fe’: el Poder necesita Fe, y por eso la predica por todos sus Medios, y la Fe, es Fe en el Futuro,  por tanto Fe en el Tiempo; Fe en lo que el Poder necesita que se crea de una manera o de otra, lo mismo en el Régimen actual que en el antiguo Régimen, con cambios que no montan a mucho para el caso.  Es preciso que no nos demos cuenta, que uno no se dé cuenta, que se lo trague, para que pueda creer lo que hay que creer, que no descubra ni por un atisbo siquiera la mentira profunda que hay en eso de la felicidad.

Es un viejo problema que alguna otra vez, ya en sesiones muy lejanas, hemos sacado aquí, que es el de la felicidad del idiota. Supongo que a todos os suena, porque cualquiera de niño, de muchacho, o más tarde, se ha planteado el problema, o se le ha planteado el problema de la felicidad del idiota.  La felicidad del idiota evidentemente, eso es con lo que el Poder cuenta; cuenta con la idiocia de Uno, de la Mayoría de Unos, de la Mayoría de Uno Mismo.  Cuenta con eso: la idiocia, el no darse cuenta, que es lo mismo que el creérselo, el tragárselo lo que está mandado....  Con eso se cuenta, y efectivamente todos esos que cuando ven la sonrisa de felicidad en la pantalla televisiva a su vez se sonríen y no hacen ningún gesto de asco ni nada por el estilo, se sonríen, lo admiten, como si estuviéramos en casa y todos más o menos a gusto los unos con los otros, esa idiocia, esa idiotez mayoritaria de las poblaciones y mayoritaria del Alma de cada uno, es lo que se requiere para el caso, con lo que el Poder cuenta, contra lo que aquí estamos hablando. 

El problema a cualquier niño, a cualquiera de vosotros, seguramente se os ha planteado así, como una elección; como una elección: ser idiota, pero feliz por ello mismo; ser feliz, pero idiota, no importa, ¿no?  Ésta es la elección, que seguramente a cualquiera de una manera más o menos oscura se os ha planteado, ¿no?  Pues planteárosla ahora, porque tendréis que ayudarme a seguir dejándonos hablar dentro de un poco, cuando os pase la voz.  Preguntaos pues qué es lo que cada uno de vosotros ha elegido y elige: ser feliz (lo cual requiere ser idiota, tragárselo, creérselo, porque si no, no hay manera), o lo contrario, o darse cuenta, como aquí intentamos, dejar que la lengua que no es de nadie hable por nosotros y descubra la mentira fundamental en que estamos metidos, y con eso naturalmente privarse de cualesquiera ilusiones que pudiera tener acerca de felicidad o algo por el estilo, porque lo que no hay es casamiento, no hay compatibilidad entre lo uno y lo otro; eso supongo que lo veis lo bastante claro.

La cuestión de la elección de la felicidad del idiota (a su vez a cualquiera de vosotros ya se os ha ocurrido), hace surgir esta otra pregunta, que es ¿quién es el que elige, en ese trance?  ¿Quién es el que elige?  Porque está claro que si el que elige es el idiota que soy (si queréis, la parte de mí que es personal, y por tanto idiótica; privada, y por tanto idiota en cualquier otro sentido), si el que elige es ése, ¿qué va a elegir?; ése ¿qué va a decir?  Cualquier televidente contento que contempla la felicidad de otros y está dispuesto a asimilarla a su propia vida, ¿qué va a responder?  Va a responder “¿quién me va a mí a quitar el derecho de ser idiota, de no querer enterarme? ¿Quién me va a quitar a mí el derecho de no querer enterarme?  ¿Para qué coños voy a tenerme que enterar de nada?  ¿Quién se está metiendo conmigo?”.  Eso es la respuesta de la parte idiótica de cada uno: “¿quién se mete conmigo a revolverme los trapos, cuando yo estoy tan contento?”.  ¿Qué va a elegir?  ¿Qué va a elegir ése nada más que eso?: “¿Quién me va a quitar a mí el derecho de ser idiota, si siendo idiota estoy tan contento como estoy? ¿Eh?”.  Ésta es la cuestión.  Y si alguno de vosotros nota que en su propio interior esto le resuena en parte, pues no está mal, estará camino de intentar lo que aquí intentamos cada día: descubrir que no estamos bien hechos, que estamos partidos y torcidos, y que uno no es uno, y que por tanto en uno cabe eso mismo, y a eso mismo se conteste.  Sin que por otra parte eso sea todo lo que es uno, porque desde luego, si no es ése el que responde, pues la respuesta ya no está tan clara: hay por otra parte, en cualquiera de nosotros, algo que dice “no puedo; no puedo elegir la felicidad; no puedo elegir la felicidad”.  Eso es una condena a algo que a esa partecilla que nos queda de pueblo vivo le repugna, no puede admitir eso: “con eso estoy condenando las posibilidades de dar con algo que no sea esta Realidad que me venden, descubrir en algo la mentira sobre la que me hacen vivir”.  Es ése el problema, la cuestión de quién-es-el-que-elige, que está inevitablemente enredada con la primera.  Sobre eso es lo que (aunque no os pida todavía que corra la palabra, entre otros), es lo que os estoy preguntando desde ahora, y cómo lo sentís cada uno de vosotros. 

Tiene la cuestión de la felicidad de uno, una relación muy íntima con lo que antes he dicho de la felicidad sometida al Tiempo, al momento, a los años, a la vida entera.  Tiene mucho que ver: uno mismo, en cuanto pretende estar bien costituído, viene a ser como el Tiempo, que sostiene a la Realidad, y al que la Realidad sostiene por todos los medios.  Está ahí la raíz de la falsificación.  Hace mucho tiempo (tal vez alguno de vosotros estabais conmigo, en sesiones muy lejanas), saqué ya una redondilla de octosílabos que yo de niño había cazado tal vez en alguno de los libros de lecturas que mi padre me proporcionaba al margen de la escuela, o que venía de algún otro sitio, y que no pude saber nunca de quién era, cual era el autor, y en esa ocasión, cuando lo pregunté, nadie supo decírmelo.  No sé si esa redondilla correrá la misma suerte ahora. Muchos de vosotros seguramente la habréis recogido conmigo, aunque tal vez para los más jóvenes no sea tan fácil, pero....... 

“Hoy que ayer, mañana que hoy,
ser feliz nunca podré. 
Pues si lo soy, no lo sé,
si lo sé, ya no lo soy”.

Como veis, es un sitio donde está dicho de una manera muy clara esto, y lo saco sobre todo, aparte del interés que tiene en sí como resumen de lo que estoy diciendo, por esa curiosidad de que, aunque está hecha por algún señor, el nombre se ha perdido, salvo lo que ahora me digáis los que lo hayáis recogido.  Debe ser algún versificador del 19, de los que hacían eso, redondillas y cositas así, que no es probable que fuera de los grandes reconocidos: no creo yo que a Campoamor por ejemplo se le ocurriera decir esto, no está mucho en su línea, pero algo por el estilo, alguna cosa de ese tipo, que nos muestra que, como en tantas otras ocasiones, donde menos se piensa salta la liebre, es decir, no en la obra de ningún poeta reconocido, que a lo mejor no acierta a decir nunca nada tan claro, no en los sitios en que se espera, sino precisamente en una cosita perdida como la redondilla ésta tan bien hecha:

“Hoy que ayer, mañana que hoy,
ser feliz nunca podré;
pues si lo soy, no lo sé,
si lo sé, ya no lo soy”.

Me paro un momento para que si alguno ha recordado y quiere romper este anonimato....  Este anonimato ‘secundario’, ¿eh?: es una obra sin duda escrita en el 19, un versificador, más o menos hábil......, pero que ha vuelto a un cierto anonimato; ese anonimato que es el que le deseamos a cualquier poesía que pretenda valer para algo, que no esté prendida bajo el nombre del Autor.  Bueno, pues así, en casos como estos, salvo lo que me digáis, estos versitos han vuelto a hundirse en el anonimato bendito, salvo que alguien recuerde......

-Hay una letrilla de estas que recuerdo yo también de hace muchísimos años, que decía: “si no las canta el pueblo, las coplas, coplas no son.  Y cuando las canta el pueblo, ya nadie sabe su autor.  Procura tú que tus coplas vayan al pueblo, aunque dejen de ser tuyas, para ser de los demás”.  Una cosa parecida.

A-No tiene mucho que ver, pero bueno.  No tiene mucho que ver: efectivamente ese es un caso que si no me acuerdo mal alguien descubrió quién era el autor.

-Yo lo he leído en un Florilegio en el que se daba, y yo recuerdo que era de Campoamor, sí.

A-¿Ah, si?

-Sí.  Lo que pasa que no estoy segura, lo tengo que consultar cuando vayamos a Las Navas.

A-Sería muy sorprendente, es hasta posible precisamente por lo que he dicho: aunque sea del revés, donde menos se piensa salta la liebre.  También puede ser que precisamente sea nada menos que de Campoamor, que tuvo un descuido; que tuvo un descuido, y mientras las monadas que hacía, pues eran naturalmente para entretener sin peligro a las damas de (clase) y a las señoritas, pudo, pero la verdad es que no me lo acabo de creer.  Bueno, ¿nadie de verdad recuerda...?

-Parece que suena a Bécquer, ¿no?

A-No es probable: primero las poesías de Bécquer son poquitas, y es difícil que una cosa así se pierda, y luego no es sentencioso.....

-Es un Campoamor distraído, ¿no?  Pero la que ha dicho Jaime sí que sabemos de quién es: de Machado, pero Manuel.

A-Vamos a ver si esto se entiende, ya que es un paréntesis, sin demasiados estravíos: desde luego, algo que tiene la virtud de que se ha hundido en un casi anonimato, saca de ahí una especie de virtud que permita que se pueda desde ahí decir algo que no sea la mentira habitual.  Eso sucede donde menos se piensa.  Pero si se encuentra al Autor, hay que reconocer que (y aquí los usamos de vez en cuando), autores con su nombre también puede suceder que en contra de la maldición fundamental, que es la persona de uno, y por tanto la persona del Autor, y gracias a que ni siquiera un poeta de nombre está nunca bien hecho del todo ni cerrado, gracias a eso puede también ahí saltar la liebre.  Esas son las dos cosas que quería que se distinguieran antes de terminar con el paréntesis, si no surge ninguna otra ocurrencia más respecto a la autoría del anónimo.

Pues así es: así es una manera de formular la cuestión de la felicidad del idiota y la aneja de quién es el que elige.  Y como ella, están por un lado sometida a la cuestión de El Yo, puesto que los versitos están dichos en primera persona, como si ‘yo’ fuera uno, que no tuviera quiebras él mismo (el mismo en cada uno de los cuatro versos, quiero decir, que es mucho suponer), y al mismo tiempo está sometida a lo otro, al Tiempo (“hoy que ayer, mañana que hoy”), y por tanto descubre quiera o no que eso de la felicidad sería literalmente de otro mundo (‘ahora’), y que lo de este mundo en cambio es la mentira, el sustituto, lo que los Medios nos venden todos los días como felicidad.

Esto era importante.  Sigo un poco todavía antes de dejaros volar las palabras respecto a lo que sea, para recordaros también algo que ya aquí hace no tanto hemos sacado, que es aquella imagen que Diógenes Laercio en su batiburrillo de las vidas y opiniones de los filósofos nos trasmite, referente a Diógenes el Cínico.  Ya lo recordáis los que estabais conmigo hace unos meses: Alejandro Magno, ya en pleno poder, Alejandro Magno, el representante mismo del Poder, que se acerca al medio tonel en el que Diógenes se refugia de vez en cuando para preguntarle qué quiere que le de, para ofrecerle cualquier cosa de las que su poder le permitía ofrecer, sin más, y  cómo Diógenes, el llamado ‘cínico’, responde: “sí, que no me quites el sol”.  Naturalmente Alejandro, por muy Alejandro Magno que sea, está delante del medio tonel, y tiene una sombra, y quita el sol; es una cosa que nadie puede evitar.  Es en lo que Diógenes en la anécdota se fija: “que no me quites el sol es todo el regalo”.  Todo el regalo que el Poder le puede prestar, para calentarse un poquito, “para que pueda calentarme un poquito”.  Una motivación meramente sensual, sensitiva, el gusto por el sol, o bien para seguir cavilando y descubriendo la mentira; la mentira del Poder que le ofrece cualesquiera cosas, y incluso no sólo la de Alejandro Magno, sino la del propio Diógenes, que evidentemente, a fuerza de descubrir, llegaría a descubrir que ni siquiera es Diógenes el Cínico, que no es nadie uno, porque uno nunca es uno y siempre está partido entre el que elige por un lao y el que elige por el otro.

Notad la relación con el Poder: el Poder (lo sufrimos hoy día con su máximo desarrollo en la Democracia que hoy padecemos), el Poder necesita que uno crea que es uno, y que se desentienda de todos estos descubrimientos.  Es una necesidad de la Democracia en particular y del Poder en general: cada uno tiene que creer en sí mismo, es decir, tiene que creer que es uno (y nada de estar partido), y eligiendo o decidiendo por acá o por allá.  Esa es la relación inmediata entre ‘el Yo’ así llamado (el Yo, que no es ‘yo’, porque yo no soy ‘el Yo’), y el Poder, Capital, Estado, como se quiera llamar según los trances por los que esté pasando en cada uno de los momentos.  Esto es lo que os quería también recordar para que el planteamiento de la cuestión de la felicidad se vuelva un poco más claro.  Recordad que la he sacado porque estorba mucho: la puñetería esa del ser feliz, de la felicidad, es un estorbo formidable, y es capaz de acabar con todo, con cualquier vida que nos quede, cualquier pregunta que nos quede viva, y por tanto acabar con el intento que es el de esta tertulia: el de descubrir la mentira de la Fe, atacar la Fe, acabar con la Fe como medio inmediato de quitarle al Capital y al Estado sus basas, sus cimientos, que son precisamente los de la Fe, los del creer que sí, que todo el día los Medios predican. 

Pero todo esto ha sido, como varias cuestiones de los últimos días, para volver a ocuparnos de este tipo de cosa que somos nosotros los hombrecitos, los humanos.  No vayáis a olvidar los que estáis conmigo desde hace tiempo de que la verdad es que no somos más que un tipo de cosa entre los demás tipos de cosa, y no tenemos nada de particular más que el propio Patriotismo que nos hace ocuparnos mucho de nosotros porque somos nosotros, y claro, es el tipo de cosa que nos toca más de cerca.  Por tanto, una vez que esto quede relativamente aclarado, volvamos a romper con Nosotros, con el Hombre, y volvamos a las cosas: liberemos, liberad a las cosas del Hombre, porque es el Hombre el que por sus pretensiones de felicidad, futura o lo que sea, mata las cosas, está matando costantemente las cosas, está impidiendo lo que podía haber de felicidad desconocida en los árboles, en las aguas, en las estrellas, en los montes....  Cualesquiera de esas cosas que podían ser felices mientras no se supieran, y el Hombre es el que lo mata.  Por eso es por lo que esta tertulia es primariamente contraHumanista, contra el Hombre, contra nosotros mismos, como cada uno contra uno.  No valen, para eso de liberar a las cosas del Hombre, mortífero, arrasador, Empresas del Capital, Oficinas de los Estados; no basta para liberar a las cosas, siempre posiblemente felices, con arreglos, chapuzas digamos, más o menos ecologistas y cosas por el estilo, que quieren hacer compatible la primacía de nosotros con el destrozo de las demás cosas, la supuesta felicidad humana con la muerte, arrasamiento, de cualesquiera otras cosas y felicidades posibles.  No basta con arreglos ni chapuzas: la única manera de atacar a eso, de atacar al Hombre y a la Fe, es como aquí tratamos de hacerlo: dejándonos hablar, a ver qué nos sale de donde uno no es uno, y a ver qué pasa. 

Bueno, de manera que con esto por ahora me voy callando, y por tanto dejamos ya que las palabras corran de un lado para otro.

-Que digo que se reconoce que hay una relación.....

A-Si puedes contenerte un poco, deja el silencio, porque el silencio es muy bueno para que los que tienen menos habilidad para ponerse a hablar se sientan un poco presionados por el silencio que yo he hecho, y que te pido que hagas y mantengas.

-Pero bueno, ¿es que tengo que guardar silencio como en la Iglesia, o qué?

A-Sí, sí, ‘guardarlo’.

-¡Claro!

-Mira, yo no puedo esperar al Futuro, que dentro de un rato pensaré otra cosa.  ¿No has dicho que ‘ahora’?  Pues ‘ahora’.  Venga, ¿ya?

A-¡No!

-¡Pero no me da la gana, que no necesito teloneros, de verdad!  Bueno, seguro que la gente colabora y no me deja esperar.

-¡No le hagas caso, habla!

-¿Ves? Me dicen que no te haga caso, que hable.

A-Es que conviene también quedarse un rato callados.

-Bueno, ¿ya?

A-¡Que no!  ¡Que no! ¡Vuélvete sobre ti misma y pregúntate qué quiere decir esa impaciencia, por qué coños!

-Bueno, entonces todo el que sea primero es impaciente.

A-No, no, no hay reglas.  ¡Aguántate, a ver cuanto rato aguantas!  A ver, ¿qué más?

-Bueno, es increíble, ¿eh?  Es que lo que estás haciendo me parece una Censura Episcopal; o Cardenalicia, más bien.

A-Si no te callas, no dejas a la gente hablar.

-Es que se me ha ocurrido una cosa que tiene que ver con lo que estás diciendo.

A-Pues te aguantas y te la guardas.

-Pues no me la voy a guardar ni callarme.

A-¿Pero no hay alguien que no sea yo que le diga algo a Isabel?  ¿No hay alguien que le diga algo a Isabel?  ¿Alguien que no sea yo?

-Yo creo que es mejor que lo diga, y ya está.

-Perdón, pero es un rollo patatero estar así.

-Yo la verdad es que si no puedo hablar ahora no hablo después tampoco, porque yo no creo en el Futuro; es cuando se me ocurren las cosas.  Y yo nunca suelo preguntar la primera, pero bueno.

-¿Te puedo hacer una pregunta, Isabel?: ¿cómo estás?

-Yo ahora mismo muy jodida, porque me siento absolutamente usada por un Poder Patriarcal increíble, vamos, impropio.

-¡Por favor, que hable Isabel!

A-Sí, si ya abre todos los días.  Quería ver si había una escepción, pero ya veo que no.  ¿Nadie más quiere decirle algo más?

-A la pregunta esa de “¿cómo estás?” , yo, y me parece que mucha gente, responde “bien”, y entonces estamos respondiendo “soy feliz”

A-Puede ser; es un poco rápido, pero......  Están impacientes por que hables, Isabel.  ¡Suelta lo que sea!

-Pero no porque yo lo tenga que soltar.  Es que voy a hablar como cualquier otro, no tengo por qué tener una mordaza.

A-No hay otros, no hay otros.

-Es que se nota un montón eso del poderío.  Vamos a ver: es verdad que hay una relación bien evidente, una condición casi sine qua non entre la felicidad y la idiotez, pero es que resulta que yo veo que en igual medida hay también una relación no diría que se da la relación contraria en infelicidad: que fuera de alguna manera la infelicidad una cierta condición de la infelicidad la claridad o la sabiduría o la inteligencia, sino que encuentro que hay también una colaboración, y que lo uno sirve a lo otro en igual medida entre felicidad y infelicidad, porque ambas cosas son como optimismo y pesimismo, y dependen también de la figura de Yo y de la espera del Tiempo.  Otra cosa sería que se pueda contraponer la alegría de los niños, la alegría esa no cosciente, del contento o satisfacción de algo, una satisfacción feliz.  Ahí quizás veo una contraposición, pero la contraposición entre felicidad e infelicidad, no creo que sea una condición para la felicidad la idiotez, y lo contrario sea también cierto, que haya una cierta condición de inteligencia o de claridad para la infelicidad, porque hay profesionales de la infelicidad, profesionales de la paranoia.  Es más, la Televisión, los Medios, el Cinematógrafo, las Tragedias...  Todos han sacao más Dinero y más Poder, tanto igual de la profesión y la comunicación de la infelicidad que de la felicidad.  Es una observación, muchas gracias.

A-Decirle antes que nada a Isabel si algo os ha aclarao respecto al asunto su....  Para resumir: desde luego el ser infeliz no es ninguna condición ni suficiente ni necesaria para darse cuenta, para entender, si es lo que has querido decir.  ¡Bueno venga, pues sea Doña Isabel o sean las cosas que yo saqué antes, si es que no se han olvidao, ahora que siga corriendo la voz, a ver qué es lo que tiene que decir!

-Yo pregunto si Adán y Eva antes de comer la manzana eran felices.

A-La pretensión de la tradición bíblica es clara: eran felices.  Tenían entre otras cosas las virtudes preternaturales: eran felices.  El Paraíso era la felicidad; el Paraíso era la felicidad, eso está claro. Ahora, luego está lo que tú o cada uno piense acerca del Paraíso, porque eso depende otra vez, sin más, de quién es el que responde, porque si responde el contento, el de “a mí que me dejen de historias, que yo me lo voy pasando como puedo”, pues dirá “creo en el Paraíso también”.   Y si no es ese el que responde, pues no.   ¡Pero más cosas, por favor!

-A mí, eso de que felices los idiotas, dándole la vuelta un poco me recuerda el libro de la risa de ...

A-Bergsón, sí.

-..que dice que el sabio nunca ríe, ¿no?  Dándole la vuelta, ¿es una condición del sabio no reír?

A-No lo recuerdo del libro de Bergsón, pero puede ser, ¿no?; no es lo más notable que yo recuerde.  Desde luego, no tiene mucho sentido.  Entre los antiguos de estos de los que nos cuenta anécdotas interminables Diógenes Laercio, se hablaba de uno de ellos (no estoy muy seguro de los nombres), que no hacía más que reírse, y el otro que no hacía más que llorar.  Los presenta así contrapuestos, y yo creo que en este anecdotario es Heráclito el que lloraba, y del otro no me acuerdo, pero da lo mismo.

-Es la historia de uno que tenía un burro, y fue a comer los cardos, y cuando vio lo que había hecho se murió de risa.

A-¿Por qué?

-Al ver al burro comiéndose los cardos

A-Demasiao simple eso para dar mucha risa, ¿no?  Tendrá que ser algo....

-Sí, no sé si era sabio o idiota.

A-Desde luego no tiene mucho que ver: si uno se centra en la observación de este tipo de cosas que somos, hay motivos sobrados para lo uno y para lo otro, para morirse de risa y para morirse de llanto a la vez.  A ver cómo se las arregla uno.  El sabio es una creación en la que ni creo ni me importa, pero a ver cómo se las arregla uno para que, según es lógico, se muera de risa de la estupidez y del enorme éxito de la estupidez de este tipo de cosa que somos hasta el Régimen que hoy que padecemos, y que al mismo tiempo se deshaga en lágrimas por lo mismo.  Hay motivos de sobra para lo uno y para lo otro, y además tendría que ser al mismo tiempo, para que no nos engañemos con ninguna congruencia de gesto por parte del sabio ni tonterías de esas por el estilo.  ¡Más cosas que hayan ido surgiendo por ahí, y que ....!

-Yo he observao que muchas veces en el caso de la felicidad, y sobre la Sociedad feliz, he observao que muchas veces la gente echa la culpa de que “estábamos todos tan felices, hasta que vino Fulanito, que nos hizo la vida un infierno”.  Creo que nos habrá pasao a todos.  Entonces claro, yo siempre diría que aquí haría falta un buen fotógrafo que tomara nota de esta Sociedad feliz, porque es una Sociedad que ya está perdida por el Paraíso, que es una leyenda religiosa, pero que es algo que habremos tenido todos una esperiencia de este tipo de que llegas a un sitio y te dicen “¡huy, lo bien que estábamos hasta que llegó Agustín y la jodió, que nos hizo la vida un infierno, porque es que a Agustín no hay quien le aguante!”.  Eso es una cosa que quitamos ‘Agustín’ y ponemos otro nombre, y seguro que nos ha pasado a todos.

A-Eso es muy frecuente, sobre todo en el nivel de la política de los políticos se da a cada a paso; el cambio de Régimen está fundado en eso.  En tiempos de Don Antonio Machado, cuando estaba recién de profesor en el Istituto de Baeza, eran los Liberales y los Conservadores, y el turno que se comenta en la rebotica, y que el poeta recoge: “¿cómo son los liberales tan perros, tan inmorales?”.  Y el otro: “bah, tranquilícese usted, que después de la primavera vendrán los Conservadores, buenos amos de su casa”, y todo eso.  El diálogo de la rebotica.  Hay siempre esa ilusión.  Lo que importa haceros notar, es la cantidad de Dinero que mueve: mirad las páginas y las pantallas, y las veréis llenas de eso, de maldiciones de un señor de tal Partido que ha estropeao las cuentas que estaban tan bien hechas por parte de otro señor, mientras que va a venir otro que vuelva a enderezar las cuentas....  Esta mentira, si fuera simplemente una mentira como cualquier otra, pues sería detestable, ¡pero el Dinero que mueve!: los Medios están esencialmente llenos de esa tontería, de esa creencia en que, como dice Jaime, “las cosas estaban bien hasta que vino Fulano y tuvo que meter la pata”.  Cambio de Régimen.  Estáis llenos de eso, y desde luego, la cantidad de Capital que se mueve con sólo la Información acerca de esta estupidez, es para hundirlo a uno en el desánimo más profundo.

-Que por la copla que decías antes también, me parece que hay una incompatibilidad entre felicidad y Tiempo, que es lo que sentimos un poco, que es difícil conjugar la felicidad con la conciencia del Tiempo.  Pero claro, aquí hemos sacado a menudo la idea de un Tiempo real, de un Tiempo falso, que no es esactamente el tiempo, u otro tipo de tiempo que se le podría contraponer, aunque no sepa muy bien cual sería, pues lo mismo podría pasar con la felicidad, ¿no?: una felicidad que es falsa en un Tiempo falso, y pensar en una felicidad fuera de la Realidad, como la verdad fuera de la realidad, que una felicidad que no es todo lo que hay, una felicidad que está aparte, en un tiempo que tampoco es el Tiempo que aquí atacamos a menudo como Tiempo real y Tiempo falso, ¿no?

A-‘Ahora’ puedo ser feliz; ‘ahora’ puede ser que haya sido feliz.  La gracia que tiene es que nunca podré saberlo, es decir, en ese sentido se dice que la felicidad es de otro mundo.  La mentira es de este; la mentira y el contentamiento, es de este.  La felicidad es de otro mundo, de ‘ahora’, que no hay manera de agarrarla.  ‘Ahora’ puedo ser feliz, puedo haber sido feliz.....Da igual, de todas maneras ya ha pasado; cuando lo he dicho ya ha pasao, y ese es el sitio al que nos remite.  Es lo que ya no me gusta llamar mucho ‘tiempo’: el Tiempo al que me he referido es el real, el que traduce eso a cumpleaños, a jubilaciones, a fotografías de Familia Feliz, a istantáneas de sonrisas de felicidad, a Paraísos futuros, como la Gloria Eterna del antiguo Régimen....  Todo eso es el Tiempo real, falso necesariamente, como fundamento de la Realidad.  Sí.

-La oposición de la que aquí se está hablando, más que con el Tiempo, es con la conciencia, que es incompatible la conciencia y la felicidad, o la felicidá y la conciencia.

A-No creo que aclare mucho.  Yo he preferido hablar de Uno y de Tiempo; lo que mata es eso.  Sí, puedes decir ‘conciencia’, pero el término no creo que aclare mucho, no.  Sí.

-He llegao un poco tarde, lo siento, y he tomado algunas notas, porque me interesa el tema muchísimo, lo de la felicidá y tal.  Y entonces me parece que es muy bueno esta conclusión a la que llegó un tocayo suyo, Agustín.

A-¿Un qué, mío?  

-Un tocayo.  Este tocayo decía “todos deseamos vivir y ser felices”.  Es que tiene mucho que ver, si me permiten, y luego para que también me diga su comentario.  No hay nadie en el género humano que no esté conforme con este pensamiento, ¿no?  Aún antes de yo haberla acabado la espresión, todo el mundo quiere ser feliz, eso está claro, ¿no?  Ahora bien, según mi modo de ver,  decía tu tocayo, no puede llamarse feliz el que no tiene lo que ama, sea lo que fuere, ni el que tiene lo que ama, si es pernicioso, ni el que no ama lo que tiene, aun cuando sea lo mejor, porque el que desea lo que no puede conseguir, vive en un tormento, y el que consigue lo que no es deseable, se engaña, y el que no desea lo que debe desearse, está enfermo.  Cualquiera de estos tres supuestos hace que nos sintamos desgraciados, y la desgracia y la felicidad no pueden coexistir en el mismo hombre, y por tanto ninguno de estos seres es feliz.  Quédanos otra cuarta solución, y ya acabo, y es, a mi parecer, que la vida es feliz cuando se posee y se ama lo que es mejor para el Hombre.  ¿En qué está el disfrutar una cosa sino en tener a mano lo que se ama?  No hay nadie que sea feliz si no disfruta aquello que es lo mejor, y todo el que lo disfruta es feliz.  Por tanto, si queremos vivir felices, debemos poseer lo que es lo mejor para nosotros.  Ahí corto, que no quiero aburrirle.

A-Pues la hemos jodido, con perdón; con perdón de mi Santo y todo.  La hemos jodido.  ¿A ti eso de verdad te ha descubierto algo?

-No.  Es que lo que descubres luego es qué es lo mejor para nosotros, que es lo que viene luego, pero ya sería muy largo, y no quiero ya....

A-Tú esto que ha sido lo último, no tienes disculpa, que era efectivamente la condena del Nosotros, y del Uno, y del Hombre como justamente lo que está haciendo imposible y destruyendo la felicidad, esto no te ha llegao.  Esto no te ha llegao, porque ha sido de la última parte y tienes que haberlo oído, pero se ve que no te ha llegao toda esa especie de declaración o condena del Hombre, y de Nosotros, y de las aspiraciones de Uno.....  ¡Por favor!  Con perdón de mi Santo, la hemos jodido, ¿eh?  Es como volver otra vez a creer que aquí estamos en una especie de tertulia filosófica viendo a ver las opiniones que se cruzan.  Aquí estamos en la acción, estamos matando la Fe, y cualquier cosa que se diga que no vaya derecha a descubrir la mentira sobre la que se trata de vivir, no sirve.

-Con perdón: San Agustín en algunas traducciones puede parecerse a Cantinflas, debido a que la sintaxis latina como sabemos, al pasarse al castellano en esos autores, y más en los teólogos....

A-Sí, sobre todo la traducción.  Más que en el latín, en las traducciones, sí.

-Y con respecto al latín, cuando hablabas del significado de la palabra ‘feliz’, ¿no?, las vueltas y revueltas que dan las palabras, yo me acordaba del significado también relacionado con la palabra ‘beato’, cómo ha derivado beatus/beato; y sobre todo cuando se dice en femenino beata ya es el colmo, ¿no?, en este sentido.

-‘Meapilas’

A-No, ‘beatus’ en el uso de los antiguos se parece más a nuestro uso de ‘felicidad’.  Yo citaba a ‘félix’, porque allí se aplica libremente a los árboles, a las plantas y todo eso, ¿no?  Sí.

-Bueno, yo tengo un ejemplo práctico que me parece que une un poco el tema de la felicidad con el de la desolación de los hombres, que es que donde me ha tocado a mí estar viviendo últimamente han puesto una especie de pradera de césped de plástico, imitación del natural, por así decir, y a mí me llenaba de tristeza.  Han puesto además árboles de verdad, y ayer veíamos a una especie de jardinero que estaba quitando las hojas de los árboles que más o menos son de verdad del césped, que es de plástico, y entonces me parece el claro ejemplo del sustituto la alfombra de plástico imitando al césped, y acostumbrarse a eso era algo que uno siente tan falso como la especie de felicidad de que nos hablan todos los días.

A-Te ha tocao en un espacio cercano a donde vives, ¿no?, un parquecito.  Perdón, un sitio donde tu solías ir a lo mejor a pasear y todo eso.

-No, gracias a Dios no me ha tocado en un sitio con el que yo tuviera algún tipo de relación, pero aún así.....

A-....lo has sufrido.  Es ejemplo de lo que él dice, y ejemplo del contentamiento. Contentamiento, el tremendo poder del contentamiento.  Naturalmente, hacer esas faenas como la que él cita, es decir, de repente decidir que hay que crear un parque con el suelo de césped artificial, es algo que estamos acostumbrados a que el Capital lo manda; se le ocurre eso como se le ocurre levantar todo el barrio este en la obra que nos tiene atormentados; lo mandan, viene desde Arriba....  Hay que mirar las dos cosas: que venga de Dios, del Capital, que tiene que hacer por fuerza faenas como esas, es normal; para eso está el Capital, para eso está el Dinero: para hacer la puñeta a la gente por todos los medios posibles, es decir, para sostener la Fe.  Lo tremendo es el contentamiento de las mayorías, que acaban por aceptar el parquecito de suelo de césped artificial como si fuera lo más natural del mundo, y aceptar cualesquiera otros sustitutos.  El contentamiento, que es lo que aquí he estao poniendo de relieve, mayoritario; mayoritario respecto a las poblaciones, mayoritario también en general respecto al alma de cada uno: la mayor parte de uno se contenta; le queda algo que rezonga, que protesta, pero la mayor parte se contenta.  ¿Qué más había por ahí? 

-Pensando en lo que había comentado Jaime, que llegó Fulano y se acabó lo bueno, pensaba si no habría un paralelismo en lo que hacemos aquí en la tertulia, el descubrimiento este de la falsedad y demás.  Estaba pensando en casos como los Nombres Propios del Dinero, el Tiempo, el Poder, el Señor, si no habría aquí algo también de eso de decir “estábamos aquí tan a gusto hasta que  llegó el Señor y nos jodió” o “ estábamos aquí tan a gusto hasta que llegó el Dinero y se acabó lo bueno”.  Si no habrá algo también en esta tertulia, no sé si es un o si es () que lo otro se ispira en esto para meterlo mejor, lo del Nombre Propio del político....

A-No lo he presentao así, pero podéis discutirlo.  Os he desanimado de meteros nunca por ese camino, es decir, atender a los Nombres de los Banqueros, de los Presidentes de los Estados, y de cualesquiera otros Prohombres, porque lo que cuenta de verdad, lo que mata de verdad, es el Capital mismo, el Dinero mismo, el Estado mismo, los Entes Astractos, que precisamente porque son ideales, por eso son mortíferos; la idealidad del Estado, de cada Estado, de la Banca y del Capital, ésa es la idealidad que mata.  No creo que sea lo mismo, ni que se le pueda dar la vuelta: el acudir a los Nombres Propios de los que representan y sirven en cada ocasión al Capital o al Estado, es una desviación, una distracción, de la que no dejo de desanimaros, sólo teniendo en cuenta, como recordaba antes, ¡la cantidad de Dinero que mueve esa distracción con los Nombres Propios!  ¿De qué iban a vivir los Medios?  ¿Qué iban a hacer si se les prohibiera tratar con Nombres Propios, lo mismo de políticos que de artistos, que de cualquier otra cosa por el estilo, no?   ¡Aterrador!

-No sé si me he esplicado bien.  Lo que estaba pensando es si no habrá algo parecido en el decir esto de “estábamos tan contentos hasta que llegó el Dinero y nos jodió la vida”.

A-¿Pues cómo no va a tener que ver?  ¿De qué he hablao ahora?

-Claro, tu hablabas de los Nombres, de lo que comentaba Jaime.

A-Es que el Dinero no es ningún Nombre Propio.

-Pero se dice con mayúscula.

A-¡Ah, sí, sí, como Dios!  Pero no es el mismo planteamiento: como he recordao ahora, son ideales, y por ser ideales son mortíferos.

-O sea, porque duran más.

A-No, porque son ideales.  Es que tienen la condición ideal.

-El Dinero es un ideal que lleva milenios durando, y el ideal de un Nombre Propio, pues dura....

A-La condición es que sean del todo impalpables.  Fulano de tal, sea quien sea, Presidente de lo que sea, por muy Presidente que sea, es palpable: Alejandro Magno, hace sombra; hace sombra, y le quita la sombra a Diógenes.  Pero el Dinero no hace sombra ninguna, Dios no hace sombra ninguna, el Capital no hace sombra ninguna.  Ésos son los Entes Ideales, que sin existir de por sí están rigiendo la existencia; rigiéndola, sometiéndonos a ella.  Y aquí lo que venimos denunciando es la Realidad, la existencia, en la cual esos ideales están continuamente ejerciendo una labor costituyente y al mismo tiempo mortífera; costituyendo la Realidad y matando lo poco que podía quedar de vivo por ahí debajo.  Sí.

-A mí esto de la cuestión de la felicidad del idiota me trae muchas dudas.  Se entiende que es esagerao tanto lo del idiota como lo de la felicidad, ¿no?, que siempre está como mezclao, pero sí que yo pienso que he conocido a gente que vive sin cuestionarse muchas cosas, o simplemente como que se dejan ir con las cosas, y sin mala intención, y si te mandan hacer algo pues lo haces, y lo que les va tocando, pues lo van siguiendo.

A-Sí, yo también he conocido a mucha gente así.

-Quiero decir que yo no tengo tan claro que sea mejor poner en cuestión sistemáticamente las cosas que el que se deja ir con ellas.

A-Sí, está bien planteado eso.  Yo he conocido también mucha gente  así, que por lo menos a primera vista, como dices, se deja llevar por las cosas, no se plantea el problema; se deja llevar por ellas, y va viviendo más o menos bien.  Yo también, y no me lo creo; me he encontrao mucha, y no me lo creo en ningún caso; no me lo creo en ningún caso que sea así.  Para que fuera así y no hubiera nada que decir, tendría que ser que el mundo no está mal; tendría que ser que “el mundo no está mal, y entonces ¿por qué no dejarse llevar?”.  Pero el mundo está mal, es una falsificación, y las personas que toman esa actitud, y que yo conozco, la toman gracias a que cuando sienten el mal y la mentira no se plantean nada, sino que se lo atribuyen al marido, o al hijo, para ir tirando.  Ése es el camino habitual.  De manera que no me lo puedo creer.  Para llegar a esa indiferencia que yo recojo y aprecio, para que esa indiferencia valiera, tendría que admitirse de antemano que es que el mundo no está mal.

-Ya, pero para saber que el mundo está mal, hay que saberlo.

A-No, no, ‘saber’ es mucho decir: vamos a decir ‘sentir’, como lo he dicho en el caso de estos señores o señoras a los que le pasa eso: que por más que se dejen llevar y vivan buenamente, no pueden menos de sentir, aquí, ahora, en algún momento, la mentira costitutiva de sus vidas y de todo lo demás.  Lo que pasa es que en lugar de hacerlo, como aquí, política del pueblo, echan la culpa: es la madre, el marido, el político tal, el político cual.......

-Pero creo que de echar la culpa al que se tiene a mano no está libre nadie, ni los que se cuestionan ni los que dejan de cuestionarse.

A-No del todo, nunca del todo; libres, nunca del todo de eso, pero siempre se puede menos: cuanto más uno descubre la condición profunda, política, de los males, menos ganas le quedan de disculparse con el marido o con la madre; menos ganas le quedan.  Nadie está nunca libre del todo, pero evidentemente es una cuestión de más o menos para ir tirando.  Está claro que el darse cuenta de “¡qué coños le voy a echar la culpa a mi padre, si mi padre es un pobre desgraciao, cuando en realidad la cosa es mucho más profunda!”, desanima de distraerse mucho con el padre, como con el marido, o con el político que sea:  “¡Que coños voy ahora a ocuparme del periódico y enterarme de las desgracias que me ha traído este Ministro o el otro, cuando éste es un desgraciao, una polilla para nada, que el mal está mucho más a fondo!, ¿no?”.  Como nunca uno está bien hecho del todo, nunca uno está libre del todo de tener ese recurso a echar la culpa al prójimo, especialmente al prójimo que le toca más cerca, pero cuanto más.....impío para consigo mismo, cuanto menos engañao está uno, desde luego menos ganas le quedan de ocuparse ni de Fulano, ni de Mengana, ni de echarle la culpa a nadie.  Es una señal, ¿no?

-Que esto que decía Penélope me recordaba también a cuando hay de repente un asesinato dentro de la Familia, un hermano que mata a otro, y luego sale la Familia diciendo que era una personas normales, y que parece que tenían armonía, y que tenían esa actitud.... 

A-Los Medios oscilan: si pueden, presentan al culpable del asesinato, o de la violación o lo que sea, como un tipo de mal cariz, que ya se le veía venir, pero otras veces no, otras veces hasta los Medios también dicen “preguntando a los vecinos, todos dicen que era una persona normal, incluso bien educada, encantadora”.  También les gusta mucho eso.  Da lo mismo, porque efectivamente ese asesinato y cualquiera otra de las miserias que nos tenemos que tragar todos los días, estará justamente condicionada por esa equivocación: no haber acertado a descubrir que las cosas están más adentro, en la Realidad y en uno mismo, y que no puede uno distraerse con Fulano ni Mengano, ¿no?  Eso viene a dar en los casos estremos asesinatos, pero cuando no da asesinatos, da hacernos mutuamente la puñeta hasta cuantías incalculables, como nos sucede a cada paso.

-Y también está muchas veces la perversión de que se piensa que si votas eres conformista, y de que los que no votan son inconformistas, porque quieren cambiar lo que hay, lo cual es bastante ridículo, se suponen que pueden cambiar por ahí.  Precisamente los que no se llevan bien con la cosa, no.....

A-Si, eso ya lo hemos denunciado: caen en el engaño de que no es el Dinero, que es el banquero, Fulano.  Es uno de los engaños que hemos visto, pero Penélope sacaba el caso de los que no tienen ni siquiera la pretensión de votar o no votar, que viven buenamente.  ¿Qué más?

-Cuando se decía de los pobres de espíritu que de ellos es el Reino de los Cielos, ¿qué se estaba diciendo?

A-Es el Catecismo.  Vaya usté a saber.  Desde el arameo al griego.......  Yo no sé en este momento esa traducción cómo....  Sí.

-Para seguir maldiciendo de la felicidad del Hombre y eso, pensaba que había que denunciar el daño que hace la pregunta esa tan tramposa de “¿es que hay alguien que no quiera hacer feliz?”, que ha salido antes, porque la dan ya por respondida, que la dan como diciendo “No, cómo va a haber alguien que no quiera ser feliz?  Como si fuera compatible lo de ser según uno es y eso con feliz, o… pero la dan ya por… 

A-Sí, sí, es como natural. Yo la enuncié de una manera más venenosa todavía, que creo que voy a poder repetir: si el que responde a la pregunta, a la cuestión de la felicidad del idiota, es el idiota, ¿qué es lo que va a decir?: “¿Quién coños me quita a mí el derecho de ser idiota?  Es decir, ¿quién coños me quita a mí el derecho de ser feliz?, que es lo mismo.  ¿Quién me quiere meter los perros en danza?”.  El derecho a querer, el derecho a no querer, eso es lo que está diciendo.  ¿Qué más?

-Siento disentir de usted: yo parto de la premisa de que para mí Dios es más real que yo mismo, o sea, que no es que sea un ideal.  ¿Puedo seguir hablando, o no?

A-Puedes hablar todo lo que quieras, con tal de que no nos prediques demasiado.

-Hay una frase de tu tocayo que dice “Nos creaste Señor para ti, y nuestro corazón no está tranquilo hasta que no descansa en tí”, que a mí me gusta mucho esa frase.  Entonces digamos que por   () Dios de la vida, el hombre es un sin sentido.

A-¡Vaya hombre!  Y cuando lo tiene es un con sentido.   Para que avances un poco en cuanto a las formulaciones respecto a Dios, te recomiendo que en vez de ésa uses la de Don Miguel de Unamuno, que termina uno de sus sonetos, los sonetos que pone en la pluma de un monje cisterciense de Moreruela, y uno de los cuales termina “pues eres tú más yo que soy yo mismo”.  Ésa engaña menos.  Si metes lo de ‘real’ por delante, eso ya es creer en la (Ley) y todo lo demás, pero en cambio lo del monje de Unamuno es mucho menos engañoso (“pues eres tú más yo que soy yo mismo”), porque eso viene a destruir la noción misma de Yo, como hemos visto, que nunca puede ser uno, sino uno que elige la mentira, porque le conviene, o uno que no puede elegir la mentira nunca, por más daño que le haga la negación.

Bueno, creo que se nos ha hecho muy tarde.  Lo siento, porque tenía que haber bastantes más cuestiones respecto a esto, pero bueno, si el Señor nos deja y no se enfada demasiao, dentro de siete días seguimos dándole vueltas a esta guerra, de manera que ahí quedamos.