25.11.2009
Agustín García Calvo
Ateneo de Madrid
Tertu205-25-11-2009#Tertu205-25-11-2009.mp3
- Pregunta por la elección o no de la felicidad del idiota.
TRANSCRIPCIÓN:
Voy a proponeros otra vez, proponeros a consulta, un dilema que ya ha salido estos días y otros muchos días, conocido: el que se llama vulgarmente ‘la felicidad del idiota’, ya recordáis, y eso es lo que me propongo traeros a consulta antes de seguir.
Pero quiero, antes de volvéroslo a proponer, que tengáis en cuenta unas cosas que parecen metódicas: si se os puede proponer traer a consulta, deciros qué os parece, si sí o si no, el dilema de la felicidad del idiota o cualquier otro dilema, es gracias a que no estamos hechos del todo, o sea, gracias a que uno no es 1, sino por lo menos 2, de tal forma que entre uno y otro tiene sentido que el dilema se proponga, y que cada uno de los dos que es uno trate de responder a ese dilema. Ya desde aquí os advierto que esa división de uno que os propongo ahora tan groseramente, corresponde con la que se puede establecer también en el Estado, en una población o colectividad cualquiera, que igualmente nunca es del todo 1, simplemente, sea cual sea el Régimen (Dictatorial, Democrático, el que sea), pero que desde luego pretende ser 1, como cada uno de nosotros, que evidentemente, no siendo de verdad 1, tiene que pretender ser 1. Y en el Estado se ve tal vez más claramente lo que se ve también en uno mismo: que de esos por lo menos dos que he dicho, uno es la Mayoría, y el otro es el fallo de la Mayoría; el fallo, la quiebra, la rotura de la Mayoría. Eso es lo que os propongo así con una referencia a lo público, para que sea más claro referido a lo privado de cada uno.
Está claro que desde ahí podremos esperar que cuando se os plantee la pregunta de si sí o si no la felicidad del idiota, ésa parte de uno que es la Mayoría va a responder lo que tiene que responder siempre la Mayoría: va a responder que sí, porque para eso están las Mayorías, como sabe bien el último Régimen y el mejor hasta ahora de todos los Regímenes, que es la Democracia, que está fundada justamente en eso: al mismo tiempo en que es legítimo hacer pasar la Mayoría como todos, y al mismo tiempo fundado también, como tantas veces hemos dicho, en la Fe de cada uno en Uno mismo. Espero que nos os arméis líos en esta observación metódica con el doble plano en que os la presento para el Estado y para Uno mismo. Por el contrario, espero que eso sea claro. De manera que ya sabéis que si os vuelvo a presentar este dilema, si tiene sentido que os lo presente, es gracias a que no estamos nunca hechos del todo, que uno no es 1, y que admite por tanto la duda y el salto de lo uno a lo otro. Si uno estuviera hecho del todo, si uno fuera del todo el que es, el dilema no tendría ningún sentido, la pregunta estaría ya respondida, es decir, muerta; estaría ya respondida de la manera que tiene que responderse. De manera que si aquí en esta tertulia política sigo proponiéndoos el dilema, es porque supongo que la pregunta está abierta, que tiene sentido, y eso es gracias a que uno no está nunca hecho del todo, cerradamente hecho, definitivamente hecho. Esto es una condición general para que yo siga aquí con vosotros a esta tertulia política, y a que muchos de vosotros acudáis una vez y otra a ver qué pasa en esta tertulia: hay una confianza implícita en que uno no está hecho del todo. Si no, ni vendría aquí, ni se le ocurriría ninguna otra estravagancia por el estilo. De manera que es una aparición de la condición general.
Pues voy enseguida a volver a presentar el dilema. Ya sabéis cual es. Tal vez este nombre ya vulgar con que lo conocemos, ‘la felicidad del idiota’, requiera un poco de esplicación: se trata de elegir de alguna manera entre si uno cree que puede y está dispuesto a ser feliz, pasárselo bien, asegurarse ascender y lo que sea, aún a sabiendas o por lo menos con sospechas de que es mentira, y de que le están mintiendo, y de que él mismo tiene que mentir para conseguir esos propósitos, o si por el contrario el descubrimiento del destapamiento de la mentira lo primero, la no resignación con la mentira, y caiga quien caiga y sea lo que sea de la felicidad propia, o de los vecinos, o general. Eso es lo que supongo que aclara el dilema por el que os estoy preguntando. Y antes de seguir diciendo de ello más por mi parte os dejo ya las voces, de manera que a ver qué se os ocurre, os viene a las mientes o de abajo o de Arriba o de donde sea, como una manera de habérselas con esta cuestión, con este dilema. De manera que adelante ya sin esperar a más. ¿Quién va a hablar para darle más vueltas? Adelante.
-Pero el dilema ése, ¿para qué mundo se plantea? Porque en este mundo está claro que los idiotas no son felices, que el contentamiento con la Realidad....
A-Bueno, porque tomas tal vez la palabra ‘idiota’ en un sentido médico, ¿no?
-No, no, el contentamiento con la Realidad no produce felicidad, que el creérselo es mentira, que a la gente no se la ve feliz, se la ve () en sus mentiras, porque unas mentiras contradicen a otras. O se nos ve, tampoco uno va a escluirse de eso. Vamos, quien está infeliz porque pierde el trabajo es porque cree en el Trabajo, quien está infeliz porque se divorcia es porque creía en el Matrimonio, o porque cree en el Divorcio, y la gente sufre en su Fe. Vamos, que ......
A-Sí, sí, ya creo que te seguimos. Y si le cuentas eso a uno de los que son felices, ¿qué pasa?
-Si le cuento, ¿qué?
A-Eso, lo que nos has contado aquí mismo.
-Es que no conozco a ninguno de los que son felices.
A-Sí, sí, todos, cualquiera, todos los que te presenta la Televisión. El mundo está lleno de felices, es decir, de gente que está a gusto en su puesto, que está a gusto con la relación amorosa que tiene, que está muy contento de sus hijos (un poco más dificultosamente contento de sus padres, pero bueno, ya es lo de menos), que está contento del sitio donde vive, que está muy contento de que le hayan dejao vivir hasta la edad que tenga, que espera que le dejen vivir un poco más y que confía en la Ciencia..... Está lleno el mundo.
-Normalmente lo que sigue es un “podía estar peor, y entonces me resigno, porque como podía ser peor....”.
A-Pero si esto mismo que nos has dicho aquí se lo cuentas a uno de ésos, ¿qué es lo que pasa?
-Si le digo, ¿el qué?, ¿qué no es feliz?
A-Lo que nos has contao aquí: que no es feliz, que es mentira.
-Te dicen que no lo serás tu.
-Supongo que intentaría defenderlo, ¿no?
A-Seguro. Seguro que, como siempre, Mayoría: en la mayoría de los casos desde luego iba a intentar defenderlo yo creo, sí. Pero bueno, está bien que hayas sacao el planteamiento por ahí. Ahora recogemos más actitudes frente a la cuestión, porque es una cuestión que todo el mundo se ha planteao yo creo que desde niño, aunque no sea en términos tan claros, de manera que cualquiera tiene motivos para soltar lo que sea respecto a ello.
-Yo creo que habría que empezar a analizar ya de entrada por principio la palabra ‘felicidad’, porque me parece una palabra muy ().
A-¡Huy! Si empezamos a definir nos volvemos filósofos, y estamos perdidos. Todo el mundo sabe de lo que estamos hablando, no te preocupes. Empleamos lenguaje vulgar; inesacto como siempre, nunca se sabrá qué quiere decir, pero....
-Es que felicidad me parece una palabra muy esagerada.
A-Es un poco esagerada, si, pero se emplea: el Comercio la emplea; el Comercio la emplea a cada paso, si no, no la habría sacao yo. El Comercio, la Novela, el Cine, los Medios..... la emplea a cada paso.
-¿Pero se la cree alguien?
A-Yo creo que la Mayoría se la cree. ¿O no? ¿No? ¿Crees que la Mayoría no se lo cree?
-No.
A-¿Y por qué siguen viendo la Televisión, por ejemplo?
-Eso es otra historia. Si siguen viendo la Televisión será que a lo mejor no se les ocurre otra cosa que hacer, pero desde luego no creo que porque les haga felices. Lo siento mucho, pero pienso que nadie o casi nadie se cree esa movida.
A-Bueno, da un poco de respiro lo que dices, vamos a ver. Ojalá tengas más razón en el cálculo de lo que me parece a mí. Recojamos en tanto más. Sí.
-Me parece que lo que hay es una cuestión de vagancia también ahí, ¿no?
A-A ver, a ver....
-Uno piensa en como está y en como podía estar, y dice “¡joder, soy feliz!”.
A-¿Que podía estar peor? Sí, bueno, es posible. Pero ahora ya que con estas respuestas os habéis ido un poco por la tangente, porque así es, recordad que lo que os pregunto es que qué le parece a cada uno, que qué elige. No os volváis a ir más por la tangente. Responda cada uno por sí mismo antes de sacar otros puntos más, venga.
-Yo es que lo de poder elegir el aceptar la mentira o ir en contra de ella, pues me parece como que no creo que sea posible esa elección, o sea que el descubrimiento de la mentira se le puede presentar a alguien, pero que no lo puede elegir. Yo no entiendo que se pueda elegir eso, y si se elige entonces ya es una actitud personal, es una actitud realista. O sea, que no entiendo la elección.
A-Sí, es bastante razonable. Las respuestas en un sentido y en el otro son de orden distinto, sí: se elige positivamente ser feliz, tirar palante y pase lo que pase, y me importa tres bledos si es verdad o mentira, y lo otro, más que elegirse, es que si no se ha elegido lo primero, pues se impone, porque como la Realidad de por sí es falsa, llena de mentira, si no eliges positivamente desentenderte de cualquier cuestión de si verdad o falsedad, de si me mienten o no me mienten, si no eliges positivamente eso, entonces ya estás eligiendo lo otro, es decir, descubriendo que por muy hecha que pretenda estar la Realidad en general y la de uno, siempre falla, siempre tiene fallos, siempre cabe el descubrimiento de su mentira.
-Pero incluso éste que elige el desentenderse, pues también le pasará que no pueda evitar que a veces se le presente esa mentira, o sea que me parece que a los dos casos, el idiota y el otro, le está pasando lo mismo a los dos: por una parte cada uno tiene su actitud personal, y por otra parte no se sabe lo que les puede pasar a cada uno.
A-Es posible, es posible. De todas formas, como decíamos antes, generalmente tratará de defender su actitud, porque el que decide desentenderse de si es verdad o mentira (“me importa un rábano todo eso”), tiene su Teoría implícita; si no, no funciona: o es que cree que “no hay más que esto, no hay más felicidad que esta vida corriente que se nos da, y lo demás son cuentos”, ésa es una Teoría. O puede tener la Teoría de que todo es falso: “¡qué más me da distinguir ahora, si todo es falso, si no hay más que mentira!”. Otra teoría. Son maneras de defender la actitud que encontraréis a cada paso. ¡Pero por favor, que le estoy preguntando a cada uno cuál es su actitud, cuál es la actitud que toma frente a este dilema, no sigáis yéndoos por la tangente! A ver.
-Yo es que veo como una diferencia si tu lo analizas desde un lugar distanciado, que puedes tener la mente más.... Pero si estás en un lugar más involucrado emocionalmente, en situaciones por ejemplo... Yo me lo llevo por ejemplo a momentos de mi vida en que me he visto a lo mejor con una relación con una persona que aquella relación era horrible, desastrosa, y la necesidad continuamente al día siguiente de volverme a engañar a mí misma y hacer una imagen de que eso tenía solución, que podíamos ser felices, y que tal y que cual. Lo mismo me ha ocurrido en otros sitios, cuando estaba en el Teatro de La Abadía, que era un desastre, y necesidad de “¡no, no, pero aquí aprendo mucho, es el mejor sitio del mundo donde hacer teatro!”, y otra vez pasaba en la necesidad. En esos casos en que uno está involucrado emocionalmente, yo por lo menos me he visto con la necesidad de fabricar una vía de felicidad en ese lugar o en esa relación.
A-¿Y por qué eras desgraciada?
-Porque la tendencia que tenía para seguir ahí era alimentarlo con una idea de felicidad. O sea, yo me he visto en ésas alimentando una idea de felicidad ahí, de engañarme a mí misma y de decir “¡sí, sí, aquí soy feliz!”.
A-¿Y para eso hace falta que te hubieras engañao y que te lo hubieras pasao mal previamente?
-No, vamos a ver, que en vez de darme cuenta de que tenía que salir corriendo de allí, pues una necesidad de engañarme a mi misma y de trasformar las cosas, incluso la relación con esa persona.
-¿Y por qué?
-Para sentirte bien.
-Pues no sé, porque hay una necesidad....
-Para sentirte bien, pues mandas a cagar al tío. Está claro, si es un gilipollas que te está tocando los cojones. ¿Para qué te vas a engañar? ¿Para que al final te pegue y te mate, y salgas en el periódico? Es que eso es una estupidez también
A-No, eso es una teoría también.
-Pues mira, las que tienen de estos maltratos, pues les pasa esto también, que al día siguiente de que le han puesto el ojo morao hay una necesidad.... yo no sé de qué. El por qué no lo sé. Ahora no me pasa eso, ¿eh?
A-Eso en todo caso es otra cuestión, no distingamos. Desde luego una cosa es clara: que la ‘involucración’, como tú dices, en los trances, en los desesperantes trances de la vida real, el pasárselo, pues de puta madre mal como uno se lo pasa en ocasiones, con la relación amorosa o con lo que sea, no sirve para nada. Eso es un reconocimiento triste: para iluminarte una vía de desengaño, la desgracia, la infelicidad, no sirve para nada, ni sirve tampoco para curarte de la ilusión, como tú misma has dicho, sino que por el contrario puede animarte a reforzar la propia desgracia, puede animarte a reforzar la ilusión de una manera más firme. Ese reconocimiento es claro, ¿eh?: si la cuestión se plantea, no se cuente con que ni la personal desgracia del momento de uno, ni su personal felicidad del momento, van a servir para que responda bien. Te pregunto ahora mismo, os pregunto ahora mismo: sin estar involucraos en nada en especial, ¿cuál es la actitud que ahora cada uno toma con respecto al dilema? Así de simple.
-La felicidad nos la venden, nos la imponen, y entonces aquel que no compra esa felicidad o no es feliz, es un fracasao. Un fracasao ahora mismo sabemos lo que es, o por lo menos lo que nos cuentan que dicen que es, y para no entrar en ese fracaso hacemos todos los sacrificios que haga falta. Entonces, el hacerse la pregunta de la felicidad, habrá por sitios donde la hagamos. Yo solamente la he oído aquí la pregunta ésa, luego ya quiere decir algo.
A-No. Hombre, es que generalmente se plantea de una manera más torpe, pero yo creo que desde niño esa pregunta acosa; acosa por todas partes, ¿no? Pero ciertamente, cómo has relacionado la venta y el miedo está muy bien: efectivamente, te venden felicidad, compras. Tú has dicho que compras sobre todo por el miedo de que si no compras estás ya condenado por el Orden Social vigente, que te van a hundir, si te he entendido bien, que te van a aplastar, y claro, pues rehuyes, y generalmente, mayoritariamente, acabas comprando lo que te venden. Acabas comprando lo que te venden, e implícitamente dándote por contento con ello. Fijaos que el Sistema, especialmente en su forma más avanzada, la Democrática, os permite y os manda elegir; os permite y os manda elegir. No en el sentido en el que aquí lo estoy haciendo, pero os permite y os manda elegir en el abanico de las posibilidades que el Poder ofrece. Os manda elegir dentro de eso lo que os va a sentar mejor, lo que os gusta más, lo que os cae más simpático, lo que, en fin, os parece que vale más... Para la compra se opera así. Lo que pasa es que aquí en la tertulia ya hemos descubierto yo creo que de Arriba nunca puede caer nada bueno, es decir, que el Capital no puede dar nada bueno, sino sustitutos, que de eso en cambio sabe mucho, los sustitutos de lo bueno. Pero en fin, sabiendo todo eso, efectivamente la presión para comprar lo que nos venden es tremenda, mucha. Eso ya lo sé, pero sigo preguntando a cada uno cuál es la actitud ante el dilema que toma ahora. No sé quién.
-Que no me cabe en la cabeza lo de elegir la felicidad esa. Es que me parece que () de sus tratos con la cosa, pero a lo mejor que los ha tenido, pero a lo mejor se ha visto en situaciones así en que la cosa se imponía, () y que viene escapando de eso, y que viene por aquí, pero () . Que no me cabe en la cabeza elegir de eso.
A-Ya, no te cabe en la cabeza, pero si miras alrededor parece que mayoritariamente es la elección que se hace, ¿no? La Mayoría está contenta. O está descontenta con algunas cosas, pero es por el abanico de posibilidades, y elige otra. Elige otra, pero ‘dentro’; elige otra, pero dentro del redil, dentro de las que se dan, y de esa variedad y de ese cambio se vive también.
-Yo creo que la actitud es no elegir nada. La actitud para mí es rebelarse ante todo, y ver claramente que todo es una mentira.
A-Nada, ni lo uno ni lo otro, ¿en cuanto a este dilema?
-No le entiendo.
A-¿En cuanto a este dilema, no elegir ni lo uno ni lo otro?
-Ah, bueno, perdón, me refiero a no elegir nada en todo el montaje este del pasteleo, de toda esta historia negruzca.
A-Si, que es también difícil, lo mismo que es difícil negarse a comprar por lo mismo, negarse a elegir y tener tu gusto personal.
-Hace siete años cogí la televisión y la tiré por el balcón. Ya lo dije el otro día, y eso como dijo la señora, ¿no?, que si es feliz se pone a ver la tele, no sé qué tipo de felicidad puede tener viendo la tele. Es que es una persona muy infeliz para ponerse plantada a ver la tele. Y...
A-Ella ha dicho que quien ve la tele será que no se le ocurre otra cosa mejor que hacer.
-Es que te quitas un cáncer mental, una lobotomía, porque claro, cuantos más cánceres de fuera que te van absorbiendo y metiendo todas esas ideas y te quitas, pues de alguna manera puedes fluir mejor, ¿no? Y luego, claro, si no te queda otra posibilidad de elegir de ese abanico, pues elijo guiarme por mi istinto animal.
A-Bueno, lo que quieras, pero no (marches por ahí). Gracias por volver a traer tu ejemplo de tirar el televisor por la ventana, pero ahora estoy preguntándote entre eso, entre lo uno y lo otro, cuál eliges. Entre hacer lo que te parezca mejor, pasártelo bien y vivir como puedas aún a sabiendas o por lo menos con sospechas de que es mentira, de que te mienten y de que tú te estás mintiendo, ¿eliges eso, o eliges lo contrario?
-Lo contrario.
A-Ésa es la pregunta.
-Yo es que creo que la felicidad es una cuestión derivada de la actitud que tienes ante las cosas, y dependiendo de la actitud que tengas ante las cosas se produce como consecuencia una felicidad, que la felicidad no se elige, se produce.
A-No te sigo bien. ¿Qué quieres decir con eso de ‘la actitud’?
-Yo puedo ser consentidor con lo que me rodea, y probablemente eso me lleve a la felicidad, y si yo no soy consentidor con lo que me rodea, me producirá una situación de desazón que me va a producir infelicidad, o no-felicidad. Entonces es una cuestión de actitud, y como consecuencia.....
A-¿Y qué eliges? ¿Y tú que eliges, pa que no te vuelvas a ir por las ramas?
-No, yo iba a la rama: yo, que me pregunto montones de veces por qué no me gustará el fútbol en lugar de que me preocupen otras cosas, pues digo que si yo no tuviese esta actitud ante lo que me rodea, probablemente sería más feliz, pero soy incapaz de tener otra actitud distinta, porque estoy seguro que si tuviese otra actitud distinta sería infeliz con esa actitud.
A-Sí, bueno, pero con la actitud ésa que dices puedes estar simplemente dispuesto después de todo a elegir “lo que a la Mayoría no le gusta, pero a mí sí, porque no soy como la Mayoría”. Estás muy espuesto a eso, y ahora yo por tanto tengo que volver a preguntarte descaradamente teniendo que decidir aquí si hacer lo mejor que se pueda, pasárselo lo mejor que se pueda, seguir viviendo como se pueda, aún a sabiendas o por lo menos con sospechas de que es mentira, de que te mienten y de que estás mintiendo, o lo contrario. No me hagáis repetir más veces el dilema, ¿eh?
-Una felicidad con sospecha de que se basa en la mentira deja de ser felicidad, y entonces no hay elección posible, no se puede elegir. Una felicidad con sospecha de que se basa en la mentira, esa felicidad queda envenenada.
A-¿Qué os parece? Eso es importante.
-Que es así la cosa.
A-No hace falta ser un sicoanalista para deciros que esa sospecha puede taparse bastante fácilmente, por desgracia. Efectivamente...
-Pero entonces estamos hablando de una felicidad falsa, ¿y quién va a elegir una felicidad falsa?
A-Esa sospecha puede rondar por lo bajo, y taparse demasiado fácilmente.
-Sí, pero entonces nos estás dando a elegir entre una felicidad falsa...
A-Taparla de manera que a él aparentemente no le moleste ya esa sospecha. La ha tapado.
-Pero la elección que estamos planteando ahora está más o menos destapada.
A-Sí.
-¿Y entonces, cómo vamos a elegir una felicidad falsa?
A-Desde luego eso, si se refiere a ‘con la sospecha’, evidentemente oculta, o si se refiere a ‘a sabiendas’, es distinto. Yo lo he dicho como si se pudiera decir las cosas, y haces bien en distinguir. Por desgracia, cabe la elección, mayoritaria, por la felicidad que se vende y se da, tapando con Teorías, con Fés, con Religiones, con lo que sea, la sospecha que por lo bajo ronda. Ahora, propiamente a sabiendas, sabiendo al mismo tiempo que es mentira, desde luego parece que no cabe.
-Pero ahora lo estamos haciendo.
A-Y ahora lo estamos tratando de hacer. Por eso os dije antes que parece que cuando no se elige el ‘Si’, quieras que no estás ya eligiendo la desazón, la duda, el descubrimiento de la mentira y todo eso.
-En realidad nos estamos olvidando que lo que de verdad se elige, y se elige además con una especie de pulsión estraña, es la búsqueda de la infelicidad. La infelicidad es lo que se busca.
A-¿Cómo? ¿Cómo ‘lo que se busca’?
-Parece que uno si no es infeliz no está en el mundo. “Me duelo luego existo”, eso parece que es un signo de la enfermedad humana, y vemos cantidad de gente que sencillamente quitándose esa compulsión vamos a llamarla tanática, sencillamente con quitársela serían felices, la felicidad sería solamente una negación de esa pulsión que se deriva de algo muy, muy antiguo, que desde luego de ésa se compensa con todo tipo de felicidades falsas todas las que te eches, pero es porque primeramente hay una pulsión tremenda de búsqueda positiva de la infelicidad como enfermedá humana, es el rasgo esencial. Ya se ve en ciertos niños en cuanto empiezan a ser mayores y han pasado ese primer estado, estadío o lo que sea de alegría desnuda, y entran de lleno en una especie de necesidad de tortura, o de tener miedo, de buscarse el miedo, de imaginarse el miedo, soñar que los padres no les quieren, parece que es una asignación de infelicidad positiva.
A-Sí, no hace falta insistir más, Isabel. Deja un poco a los niños, que es mejor no tocarlos demasiao, pero en general hay eso. A muchos de los que te oyen les habrá sorprendido que declares tan claramente que hay una especie de ansia, anhelo o deseo de pasárselo mal, de dolor y de infelicidad. A muchos los habrás dejao sorprendidos. Te lo digan o no te lo digan, a muchos les habrás dejao sorprendidos. Cojamos el caso vulgar de lo que dices, que es el caso de lo que se llama precisamente masoquismo, por ejemplo en la relación amorosa. Pongámoslo, y no vale nada lo que has dicho, porque está claro que el placer del masoquista es su dolor, y por tanto estamos en las mismas. De manera que si....
-Hay felicidad por la desgracia. ¿Le estás llamando tú desgracia a esa infelicidad de la que estás hablando? No, estás hablando de una felicidad de riqueza, de felicidad, de salud, etc., etc,....
A-No, no, no.
-...y yo te digo que la desgracia para los hombres también es felicidad.
A-¡Claro, claro!, y entonces estamos en las mismas, y por tanto al masoquista se le puede presentar el dilema igual que al otro, pa que no distingamos mucho. Se le puede presentar igual que al otro: “¿tú que eliges, el capricho de que acariiicien tieernamente o el capricho de que te den una azotaina que te ponga rojo el culo? ¿Eliges eso, a costa de saber que todo el montaje es mentira y de que te están mintiendo, o eliges verdad y renunciar tanto a la azotaina como a la caricia?”
-()
A-Es lo más difícil. Por eso he planteao la cosa sobre todo para uno. Para uno, y he dicho que uno nunca es 1, que son 2, y que hay uno que efectivamente sólo se sostiene por el engaño. Lo mismo que la Mayoría de una población, la Mayoría de uno: la Mayoría de uno sólo se sostiene por el engaño, y ése es, por decirlo así, ‘el Yo real’. Por fortuna para los que estamos aquí, eso no es todo. Simplemente eso no es todo, pero en este análisis elemental de uno hay que reconocer esa presencia de la Mayoría, que quiere decir el engaño y la sumisión.
-¿Le puedo leer algo que es corto, y que no es el sermón de Dios del otro día, y que viene en relación a esto de la Televisión, de la felicidad y toda esta historia? Lo estoy escribiendo para una voz en off de un cortometraje que me gustaría hacer, y a ver si le parece bien o le parece mal.
A-No, lo que me parezca a mí no importa mucho, no. Tú si ves que la gente se cansa, cortas.
-“La Televisión, el Poder, el Diablo, el Miedo: Aquí en España no tiramos la basura, la convertimos en Televisión, el asesino público número uno, la mayor arma atómica que usa el Gobierno para idiotizar a la gente, inculcando una Cultura basura donde el que más grita tiene la razón, donde los guapos y ricos, aunque sean unos auténticos hijos de puta de aquellos que se dedicaron toda su vida a pisar cabezas para engrandecerse son el modelo a seguir, y aunque no consiga su Capital, porque también hay que tener madera de cabrón, al menos imitar su imagen, también está bien. Donde al ver todos aquellos tan guapos, tan perfectos, y con aquellas mansiones, hacen sentir a las personas lo que realmente son: unos pobres desgraciaos, donde de una manera subliminal te inculcan a través del miedo que tu vida está bien, que tú estás de puta madre en tu casita, y que si trabajas mucho y más, tú también estás en esa ruleta ilusoria de la fortuna donde corres el peligro de convertirte en aquel gilipollas de sonrisa perfecta del que ya hemos hablao. Y si no, al menos das ejemplo. Donde te inculcan el odio y la desconfianza, porque tu vecino, aunque sea el tipo más simpático y afable del mundo, también puede ser un sicópata y asesino en serie. Entonces, ¿cómo serán los estranjeros? Donde aprendes que todo el mundo es culpable hasta que no se demuestre lo contrario, así creando la mayor enfermedad que asola todas las ciudades: la indiferencia, la envidia, la ignorancia, la frustración y la falta de criterio propio. La cobardía. Miedo, miedo, miedo, convirtiendo al Hombre en una bestia encabronada que al mirar a el cualquiera que tenga enfrente sólo por el mero hecho de ser medianamente feliz, sin tener nada, ya da por hecho de que es culpable, sin ni siquiera otorgarle el derecho de que demuestre lo contrario. Y entonces me pregunto: ¿en qué mundo vivimos, donde si caminas con la cabeza gacha y con una depresión de caballo y a punto de tener un brote sicótico y a punto de matar a alguien entonces pasas desapercibido, eres aceptado como lo que denominamos un tipo normal, y por el contrario, si tienes más de cuarenta años, y eres alegre, feliz, pletórico y encima te acompaña una hermosa mujer te conviertes directamente en el enemigo público número uno, en el punto de mira de la ira de todos aquellos bípedos paralítico-emocionales llenos de frustración y al borde del brote del que ya hemos hablado, y que por desgracia son la mayoría disfrazada con una gran sonrisa para ocultar sus fracasadas vidas por falta de coraje para vivir con sus propias convicciones? Falta de pasiones y falta de amor propio. Miedo, miedo, miedo. Eliminan tus propios sueños imponiéndote otros como los auténticos: el Matrimonio está bien, un cochazo más grande que el de tu vecino también está bien, una casa más grande también, aunque tengas que hipotecar tu alma de ello de por vida, buena ropa, de marca de si es posible, y si la lleva el gilipollas más famosillo de turno, mejor todavía. También eligen la música por ti: tus artistas favoritos, tus ídolos, aunque tengan los dientes del tamaño de una ficha de dominó y hablar con ellos sea como hablar con cien gramos de jamón de york....”
A-Perdóname, yo creo que es que sobre todo para hacerlo corto, que no lo es, lo estás leyendo muy deprisa, y entonces yo creo que la mayoría no te siguen. Has querido hacerlo corto, pero no era nada corto, y entonces, déjalo.
-Termina ya, termina aquí, pero es que esta parte creo que es interesante: “y con tal de que jueguen al futbol en Primera ya son como Superhéroes a seguir. Muy fuerte. Por el contrario, follar está mal, y si es con dos mujeres mucho peor, te muestran toda una lista de enfermedades. Si viajas por tu cuenta, peor, porque quizás la lista se agranda: gripes que matan del tipo a, b, c, d, acechan a los aventureros. Si te enamoras todos los días estás loco, y tienes cualquier desequilibrio hormonal, aunque hay pastillas para todo. Y claro, si encima es de una tía diferente, peor, porque ya te tachan de infiel, y con un poco de suerte te ascienden al grado de mujeriego hasta llegar a cabrón, aunque las telenovelas se encargan de mostrarte lo que es el auténtico amor, para que no nos perdamos. Cantar, bailar y gozar en la calle, no, porque entonces estás loco, a no ser que te llames Jack Nicholson, que entonces ya no eres loco, eres escéntrico. Espresar tus propias emociones y puntos de vista también está mal, y quizás con un poco de suerte llegará el día que nos multarán por tirarnos un pedo. Cuanto más suene más cara será la sanción. Me imagino que fabricarán medidores de volumen para pillarte. Bueno, todo esto y mucho más podrás encontrar en ese adorable aparatillo con pantalla estraplana, fiel protagonista de todas las casas de forma gratuita, y en un cursillo intensivo que dura prácticamente toda la vida, y que cada poco tiempo aplicará nuevas fórmulas más sofisticadas para que su aprendizaje sea más ameno y costructivo, hasta convertirte en un auténtico gilipollas. Y no olviden que aunque salgan de sus casas ya los han instalado también en los metros de las ciudades, para que recuerden siempre que el mundo es una puta mierda y un lugar oscuro donde tienes que vivir desconfiando hasta de tu propia madre, y lo mejor que puedes hacer es seguir con la vida que llevas, aunque sea triste y patética, pero al menos es segura y controlada. Basura, basura y basura. Llegará el día que no podamos ni sonreír. Bueno, no pasa nada porque el sexo es una de las cosas más divertidas que he hecho sin sonreír.
A-Bueno, ya te digo que lo has tenido que leer demasiao deprisa, y seguro que no te han seguido mucho.
-Continúa un poquito, pero bueno.
A-Bueno, es elocuente en cuanto a muchas de sus maldiciones, y además establece también la regla de referirte a las poblaciones, a las Mayorías, y al mismo tiempo cómo eso se refleja en la cuestión que uno mismo se plantea, o sea que es bastante hábil. Es un poco largo, lo has leído demasiao deprisa, y después se lo puedes dejar a Teresa si quieres para que no haya problemas de trascripción, pero quiero aprovecharlo para recordarte y recordaros que esta elocuencia de la despotricación contra la desgracia y la peste que se nos impone es muy vieja, y se ha convertido en una Literatura y una Filosofía de ‘la contestación’, como se decía antes. En una Literatura y Filosofía de la maldición, lo mismo si se hace, como tú, por un medio más o menos privado, que si se hace más en público: también hasta los Grandes Medios Públicos admiten una buena medida de Literatura y Filosofía de la maldición, de la despotricación contra los males. También la admiten, lo sabéis muy bien, y la admiten porque saben que no sirve para nada, la admiten con tal de que sea Filosofía, de que sea Literatura. Todo eso cuela, y por desgracia hasta las maldiciones y las oscenidades más incongruentes a la menor se dejan convertir en Filosofía y en Literatura. De manera que lo que aquí estamos haciendo en la tertulia, si es algo, es desde luego lo contrario de eso. Aquí no se hace ni Literatura ni Filosofía: se intenta hacer política de la que hace el pueblo-que-no-existe, es decir, cada día romper algo más la Fe con la que aquí venimos; romper algo más la Fe, dejar que florezca un poco más la duda. Para esto he aprovechado eso, y no sé si quedaba alguna palabra más suelta, aunque después pienso todavía dárosla otra vez. Adelante.
-Por volver a la pregunta que hacías, yo a veces me siento como que aunque sea a regañadientes, a veces te toca tragar. Bueno, te toca o dices “bueno, pues si no me queda otra, pues trago”. Y incluso aunque como tu dices, pues sepas que eso huele a chamusquina.
A-Desde luego uno, en cuanto ente real, lo que dices lo hace a cada paso; lo hace a cada paso, simplemente para subsistir: de un día para otro tiene efectivamente que tragar con algo, y si se le da a elegir, tragar con lo que le parece más tragable, pero tragar. Y esto lo hacemos cualesquiera, en cuanto entes reales, a cada paso. La mayoría de nuestra alma, como antes recordaba, es como la Mayoría de las poblaciones: sumisa. Sumisa, dispuesta a tragar lo que sea con tal de subsistir, de seguir tirando. Pero no es más que la Mayoría, nunca es todo, porque aquí estamos tratando de hacer algo.
Para marcar bien la distinción, antes de volveros a pasar la palabra voy a recordar algo que muchos de vosotros habrán leído: en un pasaje de Proust (no me acuerdo por dónde, porque ya hace mucho tiempo que....), en que se habla de dos señores, o dos señores hablan entre sí, con respecto a la actitud que toman uno u otro con su amante, con la mujer, sea la de uno, legítima, o no. Se trata de cuestiones sobre todo de infidelidad. Entonces está la actitud de uno, que dice que él ha aprendido a desentenderse de qué es lo que la mujer hace, que él no quiere saber nada de por dónde anda ni con quién anda ni qué es lo que hace, y que es gracias a ese desentendimiento como puede vivir con ella amorosamente, con un Amor que efectivamente le compensa de todo ello. “Con tal de que no me cuente nada, con tal de que nadie me cuente nada”. Ésa es la cuestión. La otra actitud naturalmente es la contraria, la del otro. Es la actitud contraria de un amante: en cuanto se la deja suelta se convierte rápidamente a la totalidad, y se trata de saber todo. No puede contentarse el amante que ha tirado por este camino con saber qué es lo que hizo ayer, y dónde estuvo, y con quién estuvo: tiene que saber todo, porque el Amor, como siervo de este Amor, como siervo de un ideal, efectivamente cae una y otra vez en el todo, de manera que ésa es la cuestión. Está claro que el que toma esta actitud de averiguar, de enterarse de todo lo que la mujer ha hecho o está haciendo, tiene que acarrearle, pues mucha desventura, mucho tormento, pero de todas formas ésa es también su manera de seguir conviviendo con ella. No puede consentir seguir con ella sospechando que le está ocultando cosas, su Amor exige saberlo todo, cada vez más y todo.
Bueno, si no lo recuerdo demasiado mal ésas son las dos actitudes, y os las presento para que me digáis enseguida en qué eso, ése dilema de los dos amantes, se diferencia del que aquí os estoy proponiendo. Esto es lo que espero que nos sirva para aclararnos, porque desde luego se diferencia. Pero como se parece, evidentemente, será muy útil que penséis un momento y me digáis en qué esa oposición entre los dos amantes de Proust se diferencia de lo que os estoy proponiendo.
-A mí me parece que tanto a () como en el otro plano, la otra posición que estabas diciendo, tanto en la felicidad como en la historia esta de los amantes, que no hay tanta separación entre aquellos que consideran que tragar con la Realidad, tragan, pero sospechan que no es la felicidad, pero tienen que tragar, y aquel que sabiéndolo está tragando, y cree que eso es la felicidad. Yo creo que no hay tanta separación.
A-Es que lo has dicho de una manera muy confusa, efectivamente no lo has diferenciao.
-Pues que unas veces uno tendrá, como hemos dejao claro aquí, de que estamos incompletos, que estamos hechos de las dos maneras, y unas veces te tocará tragar de una manera y otras veces te tocará tragar de otra.
A-¡Ah, sí, sí, pero....!
-Creyéndotelo o no creyéndotelo. La cuestión está en que si tu crees que sabes lo que es la felicidad, ya le estás dando un valor a la felicidad, y dices “pues la felicidad es tener, yo qué se, algo, material o cualquier otra cosa”. Entonces ahí no puede estar, es evidente. Es evidente que si puede haber un momento de placer, tiene que estar en el no saberlo. Llega de la manera que sea. En el momento en que se sepa por lo que sea, que te lo da una mujer o te lo da algo, hay mentira ahí.
A-Eso es razonable. Yo he empleao el término felicidad como lo emplea la Tele, para entendernos, de una manera vulgar, y era justamente a él al que se estaba refiriendo la cuestión, y la cuestión no se refiere a los diversos momentos en que como ya hemos dicho uno trague o sea incapaz de tragar y se lo pase rabiando, sino a este momento, en la tertulia, y la pregunta se dirige a este momento en que no hay ninguna cosa especial que nos costriña en un sentido ni en otro. Y esto la verdad es que te lo tendrías pensao de antes, y nos has distraído un poco de la pregunta que había hecho ahora: ¿en qué se diferencia, si lo habéis seguido bien, el dilema de los dos amantes de Proust, de el dilema que aquí os estoy proponiendo?
-Que la felicidad no está en ‘todo’ y en ‘nada’, ¿no? En la pregunta de la felicidad no está el todo y el nada, como está en la otra, ¿no?
A-Bueno, en la otra está el todo.... sí, y el nada (“con tal de que no me cuente nada”) como estremos ideales, pero no sé si eso diferencia lo bastante bien los dos dilemas.
-Es lo primero que se me viene, pero...
-En el dilema éste de los amantes, no dejan de ser dos personas con su capacidad de decidir los que deciden que quieren que sea así. En el otro dilema hay algo que está del lao de lo que no se sabe. Uno sólo puede decidir ser idiota, porque lo otro no se decide, lo otro llega.
A-...si no se decide lo primero. Decidirse positivamente, por lo menos ocasionalmente, se decide ser idiota, tragar, lo cual siempre implica os he dicho, como toda Fe, un respaldo teórico: “Es que no hay más que esto. Nada de que la Realidad no es todo lo que hay”. O “¡es que todo es una mierda, y qué más da!”. Otra Teoría. Con ‘todo’, con ‘nada’. De manera que efectivamente, cuando no se elige y se acompaña eso de la Teorías consiguientes, uno está ya entregado a lo otro, a la desesperación, a la duda, al descubrimiento de la mentira. No tiene que elegirlo, le viene sin más.
-Yo la diferencia no la veo, pero veo una cierta similitud, que ninguno de los dos puede tener nunca una mujer y ser feliz, porque evidentemente nunca va a saber nada de esa otra, ni tampoco saberlo todo, ¿no? Eso es lo que no cabe: éste no saber nada es algo que parece imposible, porque siempre, si va adonde sea, te contará lo bien que se lo pasó o lo mal que le fue. E igual será lo contrario, que si quieres saberlo todo tampoco te podrá contar todo esactamente como fue, porque cada uno tiene su percepción. Y en cuanto a la felicidad, desde pequeño te van diciendo, con esa pregunta de “¿Qué quieres ser de mayor?” te van metiendo ya una () con vistas al Futuro, es decir, allí te están diciendo que si lo consigues serás feliz.
A-Sí, bueno, eso ya forma parte de la felicidad vulgar que te hacen adoptar. Ya se sabe que para meterse en la Realidad donde hay que meterse es en el Futuro, el Futuro es lo esencial.
-Entonces ahí tampoco cabe, porque uno se da cuenta de que “también de pequeño quise ser médico, y ahora soy médico, y tengo un perro, y tengo un hijo, pero no soy feliz”.
A-Desde luego eso es efectivamente haber elegido entrar en el Tiempo real. Nuestro descubrimiento aquí es que la Realidad no es todo lo que hay, que aparte del Tiempo con Presente, Pasado y Futuro, hay ‘ahora’. Hay ‘ahora’, que te espulsa inmediatamente fuera de la Realidad. Esto no lo tenéis que olvidar. Donde no podéis situar ninguna felicidad real, porque te saca fuera de la Realidad. Pero si es la Realidad normal, ésa está hecha esencialmente de Tiempo, de Futuro, y la esclavitud y el tragar se refieren a eso. Sí.
-Digo que parece que es más imbécil el que quiere definirlo todo. El que trata de definir todo, ése está mucho más cerca....
A-¿Te estás refiriendo a los amantes, o a lo otro?
-A los amantes.
A-El que quiere saber todo de lo que hace la mujer.
-Claro, porque esa postura es mucho más acercarse a la Realidad que el otro que no trata de definir. Lo que no sé es si es porque pasa, o por miedo. Habría que ver cuál es la actitud, y si realmente es una actitud del otro de no querer saber porque pase lo que pase le da igual, o la ama igual, esa actitud sería mucho más verdad que la otra.
A-Pues habrá que saber en qué te fundas, en qué sentimientos te fundas para hacer esa gradación, porque yo creo que a mí no me parece tan claro que lo uno sea más imbécil que lo otro, no veo muy claro el motivo, ¿no?
-Agustín.
A-No, no, dejad, discutamos esto un poco. No lo veo. A lo mejor alguien te apoya más bien en eso, pero desde luego yo no estaba pensando para nada en un grado de imbecilidad. Os estaba...
-Es que el concepto de felicidad que se ha dado aquí está muy cerca de la Realidad, y entonces a mí me parece que este concepto de felicidad que hemos visto aquí es decir “Realidad igual a felicidad”, que no es la felicidad, sino algo que podemos decir que debajo de eso hay algo que no se sabe, pero se sabe, como dices tú.
A-Sí, bueno, no armemos de momento más lío. Desde luego en el caso de los amantes la intervención del ideal como antes hemos dicho (o todo, o nada), hace que no se les pueda llamar imbécil, sino que se pueda declarar que están efectivamente sometidos a la Ley del Ideal, a la Ley de Dios, a la Ley de la Fe, que creen que hay todo, y que hay nada, que uno puede enterarse de todo lo que la mujer hace, o que puede no enterarse de nada de lo que la mujer hace. Ni lo uno ni lo otro puede ser, pero ¿cuál es entonces la diferencia respecto a nuestro dilema? ¿Por qué esto no es como nuestro dilema?
-Yo creo que la diferencia es ésa, porque parece ser que en el otro caso, en el de los dos amantes, parece que los dos pueden estar contentos, el uno con el no saber, el otro con el saberlo todo, pero en el otro caso no parece que uno pueda estar contento con la mentira. Y no sé ni siquiera si uno puede estar contento con ella tampoco.
A-Bueno, yo creo que es más claro, ¿no? Pensad en el caso de los amantes: no sólo es que ellos dos sean personajes, unos señores, reales, sino que las mujeres de las que hablan son también reales, de manera que la cuestión se plantea toda ella dentro de la Realidad. Se plantea toda ella dentro de la Realidad, y la elección no deja de pertenecer a eso de la elección que el Poder permite, y hasta manda, aunque sea respaldada por declaraciones de Fe en un sentido o en otro. Si se entiende que es así el caso de los amantes, basta que os diga que lo que aquí os estaba ahora poniendo no era así, no era para nada dentro de la Realidad, sino que venía a consistir en una especie de elección entre la sumisión a la Realidad, a la venta y la compra del Poder, o no, o el descubrimiento de que es mentira, de que me están mintiendo, de que me están haciendo mentir, y de que hay algo en mí que no puede aguantar eso, caiga quien caiga. Eso es algo que implica la denuncia de la Fe en la Realidad como fundamento del dilema.
-He llegado un poco tarde, pero yo la pregunta primera me parece académica y un poco así fea, porque eso de elegir la felicidad es un tanto estraño, ¿no? Yo creo que hay una tercera vía, si aceptamos esa pregunta, que es una vía bastante poco airosa, pero es la que tenemos todos, es decir, nosotros vamos un poco caminando aquí siendo cómplices de todo, porque no se puede uno oponer en cada istante a todo. Por tanto tragamos todos siempre, y algunas veces, por lo que sea, algo nos sienta mal, y esa pequeña mentira que nos parece que nos está jodiendo, en un momento dado le decimos ‘no’, un poquito y tal, y nos meten en la cárcel, o nos castigan en nuestro trabajo, y poco más. La vía, creo que la de todos, no eligiendo, sino colaborando, es una vía de colaboracionismo con ocasionales y pequeñas rebeliones.
A-Sí, hijo, todos somos así. Lo he dicho antes, lo vuelvo a repetir: somos clientes del Capital y súbditos del Estado. Es así, así estamos hechos aquí. Si venimos aquí es porque no estamos hechos del todo, pero por lo demás, en la medida en que estuviéramos hechos del todo, responderíamos a tu retrato perfectamente. El Poder se cabrea con alguna cosita de vez en cuando, pero esto no nos saca para nada de la Realidad; por el contrario contribuye a la variedad y el cambio dentro de la Realidad, de lo que hemos estao hablando tol rato, y no era por tanto de eso de lo que se trataba. El dilema tal como se plantea no es como el de los dos amantes de Proust, no es algo que pueda referirse a las elecciones de actitudes dentro de la Realidad, y con el respaldo de un ideal (‘todo’, o ‘nada’), sino a algo que está más abajo, y que con el solo planteamiento nos saca fuera de la Realidad, nos parte desde luego en dos... No nos parte, porque nos hace descubrir simplemente que era mentira que uno era 1. Una estupidez muy necesaria para uno, mayoritariamente necesaria, pero no menos estúpida y sumisa. Descubrimiento de que uno no era 1, sino que aparte de ser uno súbdito del Capital, del Estado, cliente del Capital, y de tragar con todo lo que le haga falta para subsistir, aparte de eso, pues no es todo eso, no es del todo eso: hay algo que no aguanta, y es ese descubrimiento de que uno no era 1 lo que se juega cuando de verdad se plantea este dilema. A los amantes de Proust no se les plantea para nada ni al uno ni al otro, pero a quien se plantea éste sí, porque efectivamente esto nos está echando fuera.
-Todo el rato me viene una duda respecto a lo de desentenderse, porque parece que en el caso del amante se desentiende de algo muy concreto. En el otro no es tan concreto, es más amplio tal vez el desentendimiento, pero el marco ése de lo que uno se desentiende, porque por otra parte desentenderse de una manera así sin saber de qué, pero es como un estado de desentenderte algo más amplio, eso podría ser bueno, a mí me parece que....
A-No, no. No, no. Es que no es así, tan amplio y vago como dices: desentenderse quiere decir tragar para subsistir, tragar con lo que le echan, vender, comprar, solo que si no interviene aquí el ideal de todo o de nada, como en los amantes, lo que interviene, como he dicho tres o cuatro veces a lo largo de la sesión, es una necesidad de una Teoría implícita que le permite tragar. Efectivamente, si la gente en general se limitara a ser sumisa (ir al Banco, hacer la Oposición, Casarse, y tirar palante como puede), la cosa no sería tan grave ni desde luego se prestaría tanto a nuestro ataque, pero es que esas actitudes implican que uno se haga una idea del mundo, que tenga una especie de Teoría implícita de la cual os he dao los dos ejemplos estremos, ¿eh?: o el de “es que no hay más remedio, es que la Realidad es la Realidad, y no hay más que esto”. Una Teoría. Una Teoría que aquí hemos descubierto que es falsa, como todas las Teorías, no hay ninguna verdadera. Ésa es una. La otra es “¡todo es una mierda! ¿Qué más da tragar que no tragar? ¿Qué más da rebelarse que no rebelarse? ¡Todo es una mierda!”. Otra Teoría. Y entre medias de las dos, pues muy diversas Teorías, de las cuales los políticos y los predicadores de los Medios saben mucho. Eso es lo que hace que lo de aceptar, tragar, al mismo tiempo que trata de cerrarse, se presta a nuestro ataque, porque aquí a lo que estamos es a desmontar las Teorías, la Fe, y cualquier otro tipo de creencias, ¿no?
Me parece que se nos ha hecho tarde con esto, y no me marcho tan contento, porque todos los que no han hablao me dejan la sospecha de que a lo mejor ellos no están de acuerdo con eso de que uno, cada uno de ellos, sea ni dos ni nada, ni haya tal dilema que se le plantee, de manera que tendré que...
-No has contao al final que la mujer era la misma, que era una sola.
A-Bueno, por favor, déjate de leches. De manera que si el Señor nos deja, si no se enfada demasiao y nos deja sobrevivir hasta dentro de siete días, yo creo que tendremos que seguir con los que vengáis indagando más en eso de hasta qué punto cada uno es capaz de plantearse este dilema que he planteado. Si no os da demasiao dolor, o cansancio, o miedo, pues yo creo que irlo haciendo, no sé, durante un rato, que será muy bien venido. Daos cuenta de que esto es una tertulia política, y que estas sesiones empezaron con una declaración: lo mucho que estorba la felicidad. Fué hace dos o tres sesiones: el gran estorbo que es la felicidad para hacer nada bueno. La felicidad, y el tragar con ella, y el creer en ella, implica toda esa participación en una Fe que aquí tratamos de derruir.
Vamos a ver si el Señor no se opone demasiao, y dentro de siete días seguimos aprovechando esto.
Pero quiero, antes de volvéroslo a proponer, que tengáis en cuenta unas cosas que parecen metódicas: si se os puede proponer traer a consulta, deciros qué os parece, si sí o si no, el dilema de la felicidad del idiota o cualquier otro dilema, es gracias a que no estamos hechos del todo, o sea, gracias a que uno no es 1, sino por lo menos 2, de tal forma que entre uno y otro tiene sentido que el dilema se proponga, y que cada uno de los dos que es uno trate de responder a ese dilema. Ya desde aquí os advierto que esa división de uno que os propongo ahora tan groseramente, corresponde con la que se puede establecer también en el Estado, en una población o colectividad cualquiera, que igualmente nunca es del todo 1, simplemente, sea cual sea el Régimen (Dictatorial, Democrático, el que sea), pero que desde luego pretende ser 1, como cada uno de nosotros, que evidentemente, no siendo de verdad 1, tiene que pretender ser 1. Y en el Estado se ve tal vez más claramente lo que se ve también en uno mismo: que de esos por lo menos dos que he dicho, uno es la Mayoría, y el otro es el fallo de la Mayoría; el fallo, la quiebra, la rotura de la Mayoría. Eso es lo que os propongo así con una referencia a lo público, para que sea más claro referido a lo privado de cada uno.
Está claro que desde ahí podremos esperar que cuando se os plantee la pregunta de si sí o si no la felicidad del idiota, ésa parte de uno que es la Mayoría va a responder lo que tiene que responder siempre la Mayoría: va a responder que sí, porque para eso están las Mayorías, como sabe bien el último Régimen y el mejor hasta ahora de todos los Regímenes, que es la Democracia, que está fundada justamente en eso: al mismo tiempo en que es legítimo hacer pasar la Mayoría como todos, y al mismo tiempo fundado también, como tantas veces hemos dicho, en la Fe de cada uno en Uno mismo. Espero que nos os arméis líos en esta observación metódica con el doble plano en que os la presento para el Estado y para Uno mismo. Por el contrario, espero que eso sea claro. De manera que ya sabéis que si os vuelvo a presentar este dilema, si tiene sentido que os lo presente, es gracias a que no estamos nunca hechos del todo, que uno no es 1, y que admite por tanto la duda y el salto de lo uno a lo otro. Si uno estuviera hecho del todo, si uno fuera del todo el que es, el dilema no tendría ningún sentido, la pregunta estaría ya respondida, es decir, muerta; estaría ya respondida de la manera que tiene que responderse. De manera que si aquí en esta tertulia política sigo proponiéndoos el dilema, es porque supongo que la pregunta está abierta, que tiene sentido, y eso es gracias a que uno no está nunca hecho del todo, cerradamente hecho, definitivamente hecho. Esto es una condición general para que yo siga aquí con vosotros a esta tertulia política, y a que muchos de vosotros acudáis una vez y otra a ver qué pasa en esta tertulia: hay una confianza implícita en que uno no está hecho del todo. Si no, ni vendría aquí, ni se le ocurriría ninguna otra estravagancia por el estilo. De manera que es una aparición de la condición general.
Pues voy enseguida a volver a presentar el dilema. Ya sabéis cual es. Tal vez este nombre ya vulgar con que lo conocemos, ‘la felicidad del idiota’, requiera un poco de esplicación: se trata de elegir de alguna manera entre si uno cree que puede y está dispuesto a ser feliz, pasárselo bien, asegurarse ascender y lo que sea, aún a sabiendas o por lo menos con sospechas de que es mentira, y de que le están mintiendo, y de que él mismo tiene que mentir para conseguir esos propósitos, o si por el contrario el descubrimiento del destapamiento de la mentira lo primero, la no resignación con la mentira, y caiga quien caiga y sea lo que sea de la felicidad propia, o de los vecinos, o general. Eso es lo que supongo que aclara el dilema por el que os estoy preguntando. Y antes de seguir diciendo de ello más por mi parte os dejo ya las voces, de manera que a ver qué se os ocurre, os viene a las mientes o de abajo o de Arriba o de donde sea, como una manera de habérselas con esta cuestión, con este dilema. De manera que adelante ya sin esperar a más. ¿Quién va a hablar para darle más vueltas? Adelante.
-Pero el dilema ése, ¿para qué mundo se plantea? Porque en este mundo está claro que los idiotas no son felices, que el contentamiento con la Realidad....
A-Bueno, porque tomas tal vez la palabra ‘idiota’ en un sentido médico, ¿no?
-No, no, el contentamiento con la Realidad no produce felicidad, que el creérselo es mentira, que a la gente no se la ve feliz, se la ve () en sus mentiras, porque unas mentiras contradicen a otras. O se nos ve, tampoco uno va a escluirse de eso. Vamos, quien está infeliz porque pierde el trabajo es porque cree en el Trabajo, quien está infeliz porque se divorcia es porque creía en el Matrimonio, o porque cree en el Divorcio, y la gente sufre en su Fe. Vamos, que ......
A-Sí, sí, ya creo que te seguimos. Y si le cuentas eso a uno de los que son felices, ¿qué pasa?
-Si le cuento, ¿qué?
A-Eso, lo que nos has contado aquí mismo.
-Es que no conozco a ninguno de los que son felices.
A-Sí, sí, todos, cualquiera, todos los que te presenta la Televisión. El mundo está lleno de felices, es decir, de gente que está a gusto en su puesto, que está a gusto con la relación amorosa que tiene, que está muy contento de sus hijos (un poco más dificultosamente contento de sus padres, pero bueno, ya es lo de menos), que está contento del sitio donde vive, que está muy contento de que le hayan dejao vivir hasta la edad que tenga, que espera que le dejen vivir un poco más y que confía en la Ciencia..... Está lleno el mundo.
-Normalmente lo que sigue es un “podía estar peor, y entonces me resigno, porque como podía ser peor....”.
A-Pero si esto mismo que nos has dicho aquí se lo cuentas a uno de ésos, ¿qué es lo que pasa?
-Si le digo, ¿el qué?, ¿qué no es feliz?
A-Lo que nos has contao aquí: que no es feliz, que es mentira.
-Te dicen que no lo serás tu.
-Supongo que intentaría defenderlo, ¿no?
A-Seguro. Seguro que, como siempre, Mayoría: en la mayoría de los casos desde luego iba a intentar defenderlo yo creo, sí. Pero bueno, está bien que hayas sacao el planteamiento por ahí. Ahora recogemos más actitudes frente a la cuestión, porque es una cuestión que todo el mundo se ha planteao yo creo que desde niño, aunque no sea en términos tan claros, de manera que cualquiera tiene motivos para soltar lo que sea respecto a ello.
-Yo creo que habría que empezar a analizar ya de entrada por principio la palabra ‘felicidad’, porque me parece una palabra muy ().
A-¡Huy! Si empezamos a definir nos volvemos filósofos, y estamos perdidos. Todo el mundo sabe de lo que estamos hablando, no te preocupes. Empleamos lenguaje vulgar; inesacto como siempre, nunca se sabrá qué quiere decir, pero....
-Es que felicidad me parece una palabra muy esagerada.
A-Es un poco esagerada, si, pero se emplea: el Comercio la emplea; el Comercio la emplea a cada paso, si no, no la habría sacao yo. El Comercio, la Novela, el Cine, los Medios..... la emplea a cada paso.
-¿Pero se la cree alguien?
A-Yo creo que la Mayoría se la cree. ¿O no? ¿No? ¿Crees que la Mayoría no se lo cree?
-No.
A-¿Y por qué siguen viendo la Televisión, por ejemplo?
-Eso es otra historia. Si siguen viendo la Televisión será que a lo mejor no se les ocurre otra cosa que hacer, pero desde luego no creo que porque les haga felices. Lo siento mucho, pero pienso que nadie o casi nadie se cree esa movida.
A-Bueno, da un poco de respiro lo que dices, vamos a ver. Ojalá tengas más razón en el cálculo de lo que me parece a mí. Recojamos en tanto más. Sí.
-Me parece que lo que hay es una cuestión de vagancia también ahí, ¿no?
A-A ver, a ver....
-Uno piensa en como está y en como podía estar, y dice “¡joder, soy feliz!”.
A-¿Que podía estar peor? Sí, bueno, es posible. Pero ahora ya que con estas respuestas os habéis ido un poco por la tangente, porque así es, recordad que lo que os pregunto es que qué le parece a cada uno, que qué elige. No os volváis a ir más por la tangente. Responda cada uno por sí mismo antes de sacar otros puntos más, venga.
-Yo es que lo de poder elegir el aceptar la mentira o ir en contra de ella, pues me parece como que no creo que sea posible esa elección, o sea que el descubrimiento de la mentira se le puede presentar a alguien, pero que no lo puede elegir. Yo no entiendo que se pueda elegir eso, y si se elige entonces ya es una actitud personal, es una actitud realista. O sea, que no entiendo la elección.
A-Sí, es bastante razonable. Las respuestas en un sentido y en el otro son de orden distinto, sí: se elige positivamente ser feliz, tirar palante y pase lo que pase, y me importa tres bledos si es verdad o mentira, y lo otro, más que elegirse, es que si no se ha elegido lo primero, pues se impone, porque como la Realidad de por sí es falsa, llena de mentira, si no eliges positivamente desentenderte de cualquier cuestión de si verdad o falsedad, de si me mienten o no me mienten, si no eliges positivamente eso, entonces ya estás eligiendo lo otro, es decir, descubriendo que por muy hecha que pretenda estar la Realidad en general y la de uno, siempre falla, siempre tiene fallos, siempre cabe el descubrimiento de su mentira.
-Pero incluso éste que elige el desentenderse, pues también le pasará que no pueda evitar que a veces se le presente esa mentira, o sea que me parece que a los dos casos, el idiota y el otro, le está pasando lo mismo a los dos: por una parte cada uno tiene su actitud personal, y por otra parte no se sabe lo que les puede pasar a cada uno.
A-Es posible, es posible. De todas formas, como decíamos antes, generalmente tratará de defender su actitud, porque el que decide desentenderse de si es verdad o mentira (“me importa un rábano todo eso”), tiene su Teoría implícita; si no, no funciona: o es que cree que “no hay más que esto, no hay más felicidad que esta vida corriente que se nos da, y lo demás son cuentos”, ésa es una Teoría. O puede tener la Teoría de que todo es falso: “¡qué más me da distinguir ahora, si todo es falso, si no hay más que mentira!”. Otra teoría. Son maneras de defender la actitud que encontraréis a cada paso. ¡Pero por favor, que le estoy preguntando a cada uno cuál es su actitud, cuál es la actitud que toma frente a este dilema, no sigáis yéndoos por la tangente! A ver.
-Yo es que veo como una diferencia si tu lo analizas desde un lugar distanciado, que puedes tener la mente más.... Pero si estás en un lugar más involucrado emocionalmente, en situaciones por ejemplo... Yo me lo llevo por ejemplo a momentos de mi vida en que me he visto a lo mejor con una relación con una persona que aquella relación era horrible, desastrosa, y la necesidad continuamente al día siguiente de volverme a engañar a mí misma y hacer una imagen de que eso tenía solución, que podíamos ser felices, y que tal y que cual. Lo mismo me ha ocurrido en otros sitios, cuando estaba en el Teatro de La Abadía, que era un desastre, y necesidad de “¡no, no, pero aquí aprendo mucho, es el mejor sitio del mundo donde hacer teatro!”, y otra vez pasaba en la necesidad. En esos casos en que uno está involucrado emocionalmente, yo por lo menos me he visto con la necesidad de fabricar una vía de felicidad en ese lugar o en esa relación.
A-¿Y por qué eras desgraciada?
-Porque la tendencia que tenía para seguir ahí era alimentarlo con una idea de felicidad. O sea, yo me he visto en ésas alimentando una idea de felicidad ahí, de engañarme a mí misma y de decir “¡sí, sí, aquí soy feliz!”.
A-¿Y para eso hace falta que te hubieras engañao y que te lo hubieras pasao mal previamente?
-No, vamos a ver, que en vez de darme cuenta de que tenía que salir corriendo de allí, pues una necesidad de engañarme a mi misma y de trasformar las cosas, incluso la relación con esa persona.
-¿Y por qué?
-Para sentirte bien.
-Pues no sé, porque hay una necesidad....
-Para sentirte bien, pues mandas a cagar al tío. Está claro, si es un gilipollas que te está tocando los cojones. ¿Para qué te vas a engañar? ¿Para que al final te pegue y te mate, y salgas en el periódico? Es que eso es una estupidez también
A-No, eso es una teoría también.
-Pues mira, las que tienen de estos maltratos, pues les pasa esto también, que al día siguiente de que le han puesto el ojo morao hay una necesidad.... yo no sé de qué. El por qué no lo sé. Ahora no me pasa eso, ¿eh?
A-Eso en todo caso es otra cuestión, no distingamos. Desde luego una cosa es clara: que la ‘involucración’, como tú dices, en los trances, en los desesperantes trances de la vida real, el pasárselo, pues de puta madre mal como uno se lo pasa en ocasiones, con la relación amorosa o con lo que sea, no sirve para nada. Eso es un reconocimiento triste: para iluminarte una vía de desengaño, la desgracia, la infelicidad, no sirve para nada, ni sirve tampoco para curarte de la ilusión, como tú misma has dicho, sino que por el contrario puede animarte a reforzar la propia desgracia, puede animarte a reforzar la ilusión de una manera más firme. Ese reconocimiento es claro, ¿eh?: si la cuestión se plantea, no se cuente con que ni la personal desgracia del momento de uno, ni su personal felicidad del momento, van a servir para que responda bien. Te pregunto ahora mismo, os pregunto ahora mismo: sin estar involucraos en nada en especial, ¿cuál es la actitud que ahora cada uno toma con respecto al dilema? Así de simple.
-La felicidad nos la venden, nos la imponen, y entonces aquel que no compra esa felicidad o no es feliz, es un fracasao. Un fracasao ahora mismo sabemos lo que es, o por lo menos lo que nos cuentan que dicen que es, y para no entrar en ese fracaso hacemos todos los sacrificios que haga falta. Entonces, el hacerse la pregunta de la felicidad, habrá por sitios donde la hagamos. Yo solamente la he oído aquí la pregunta ésa, luego ya quiere decir algo.
A-No. Hombre, es que generalmente se plantea de una manera más torpe, pero yo creo que desde niño esa pregunta acosa; acosa por todas partes, ¿no? Pero ciertamente, cómo has relacionado la venta y el miedo está muy bien: efectivamente, te venden felicidad, compras. Tú has dicho que compras sobre todo por el miedo de que si no compras estás ya condenado por el Orden Social vigente, que te van a hundir, si te he entendido bien, que te van a aplastar, y claro, pues rehuyes, y generalmente, mayoritariamente, acabas comprando lo que te venden. Acabas comprando lo que te venden, e implícitamente dándote por contento con ello. Fijaos que el Sistema, especialmente en su forma más avanzada, la Democrática, os permite y os manda elegir; os permite y os manda elegir. No en el sentido en el que aquí lo estoy haciendo, pero os permite y os manda elegir en el abanico de las posibilidades que el Poder ofrece. Os manda elegir dentro de eso lo que os va a sentar mejor, lo que os gusta más, lo que os cae más simpático, lo que, en fin, os parece que vale más... Para la compra se opera así. Lo que pasa es que aquí en la tertulia ya hemos descubierto yo creo que de Arriba nunca puede caer nada bueno, es decir, que el Capital no puede dar nada bueno, sino sustitutos, que de eso en cambio sabe mucho, los sustitutos de lo bueno. Pero en fin, sabiendo todo eso, efectivamente la presión para comprar lo que nos venden es tremenda, mucha. Eso ya lo sé, pero sigo preguntando a cada uno cuál es la actitud ante el dilema que toma ahora. No sé quién.
-Que no me cabe en la cabeza lo de elegir la felicidad esa. Es que me parece que () de sus tratos con la cosa, pero a lo mejor que los ha tenido, pero a lo mejor se ha visto en situaciones así en que la cosa se imponía, () y que viene escapando de eso, y que viene por aquí, pero () . Que no me cabe en la cabeza elegir de eso.
A-Ya, no te cabe en la cabeza, pero si miras alrededor parece que mayoritariamente es la elección que se hace, ¿no? La Mayoría está contenta. O está descontenta con algunas cosas, pero es por el abanico de posibilidades, y elige otra. Elige otra, pero ‘dentro’; elige otra, pero dentro del redil, dentro de las que se dan, y de esa variedad y de ese cambio se vive también.
-Yo creo que la actitud es no elegir nada. La actitud para mí es rebelarse ante todo, y ver claramente que todo es una mentira.
A-Nada, ni lo uno ni lo otro, ¿en cuanto a este dilema?
-No le entiendo.
A-¿En cuanto a este dilema, no elegir ni lo uno ni lo otro?
-Ah, bueno, perdón, me refiero a no elegir nada en todo el montaje este del pasteleo, de toda esta historia negruzca.
A-Si, que es también difícil, lo mismo que es difícil negarse a comprar por lo mismo, negarse a elegir y tener tu gusto personal.
-Hace siete años cogí la televisión y la tiré por el balcón. Ya lo dije el otro día, y eso como dijo la señora, ¿no?, que si es feliz se pone a ver la tele, no sé qué tipo de felicidad puede tener viendo la tele. Es que es una persona muy infeliz para ponerse plantada a ver la tele. Y...
A-Ella ha dicho que quien ve la tele será que no se le ocurre otra cosa mejor que hacer.
-Es que te quitas un cáncer mental, una lobotomía, porque claro, cuantos más cánceres de fuera que te van absorbiendo y metiendo todas esas ideas y te quitas, pues de alguna manera puedes fluir mejor, ¿no? Y luego, claro, si no te queda otra posibilidad de elegir de ese abanico, pues elijo guiarme por mi istinto animal.
A-Bueno, lo que quieras, pero no (marches por ahí). Gracias por volver a traer tu ejemplo de tirar el televisor por la ventana, pero ahora estoy preguntándote entre eso, entre lo uno y lo otro, cuál eliges. Entre hacer lo que te parezca mejor, pasártelo bien y vivir como puedas aún a sabiendas o por lo menos con sospechas de que es mentira, de que te mienten y de que tú te estás mintiendo, ¿eliges eso, o eliges lo contrario?
-Lo contrario.
A-Ésa es la pregunta.
-Yo es que creo que la felicidad es una cuestión derivada de la actitud que tienes ante las cosas, y dependiendo de la actitud que tengas ante las cosas se produce como consecuencia una felicidad, que la felicidad no se elige, se produce.
A-No te sigo bien. ¿Qué quieres decir con eso de ‘la actitud’?
-Yo puedo ser consentidor con lo que me rodea, y probablemente eso me lleve a la felicidad, y si yo no soy consentidor con lo que me rodea, me producirá una situación de desazón que me va a producir infelicidad, o no-felicidad. Entonces es una cuestión de actitud, y como consecuencia.....
A-¿Y qué eliges? ¿Y tú que eliges, pa que no te vuelvas a ir por las ramas?
-No, yo iba a la rama: yo, que me pregunto montones de veces por qué no me gustará el fútbol en lugar de que me preocupen otras cosas, pues digo que si yo no tuviese esta actitud ante lo que me rodea, probablemente sería más feliz, pero soy incapaz de tener otra actitud distinta, porque estoy seguro que si tuviese otra actitud distinta sería infeliz con esa actitud.
A-Sí, bueno, pero con la actitud ésa que dices puedes estar simplemente dispuesto después de todo a elegir “lo que a la Mayoría no le gusta, pero a mí sí, porque no soy como la Mayoría”. Estás muy espuesto a eso, y ahora yo por tanto tengo que volver a preguntarte descaradamente teniendo que decidir aquí si hacer lo mejor que se pueda, pasárselo lo mejor que se pueda, seguir viviendo como se pueda, aún a sabiendas o por lo menos con sospechas de que es mentira, de que te mienten y de que estás mintiendo, o lo contrario. No me hagáis repetir más veces el dilema, ¿eh?
-Una felicidad con sospecha de que se basa en la mentira deja de ser felicidad, y entonces no hay elección posible, no se puede elegir. Una felicidad con sospecha de que se basa en la mentira, esa felicidad queda envenenada.
A-¿Qué os parece? Eso es importante.
-Que es así la cosa.
A-No hace falta ser un sicoanalista para deciros que esa sospecha puede taparse bastante fácilmente, por desgracia. Efectivamente...
-Pero entonces estamos hablando de una felicidad falsa, ¿y quién va a elegir una felicidad falsa?
A-Esa sospecha puede rondar por lo bajo, y taparse demasiado fácilmente.
-Sí, pero entonces nos estás dando a elegir entre una felicidad falsa...
A-Taparla de manera que a él aparentemente no le moleste ya esa sospecha. La ha tapado.
-Pero la elección que estamos planteando ahora está más o menos destapada.
A-Sí.
-¿Y entonces, cómo vamos a elegir una felicidad falsa?
A-Desde luego eso, si se refiere a ‘con la sospecha’, evidentemente oculta, o si se refiere a ‘a sabiendas’, es distinto. Yo lo he dicho como si se pudiera decir las cosas, y haces bien en distinguir. Por desgracia, cabe la elección, mayoritaria, por la felicidad que se vende y se da, tapando con Teorías, con Fés, con Religiones, con lo que sea, la sospecha que por lo bajo ronda. Ahora, propiamente a sabiendas, sabiendo al mismo tiempo que es mentira, desde luego parece que no cabe.
-Pero ahora lo estamos haciendo.
A-Y ahora lo estamos tratando de hacer. Por eso os dije antes que parece que cuando no se elige el ‘Si’, quieras que no estás ya eligiendo la desazón, la duda, el descubrimiento de la mentira y todo eso.
-En realidad nos estamos olvidando que lo que de verdad se elige, y se elige además con una especie de pulsión estraña, es la búsqueda de la infelicidad. La infelicidad es lo que se busca.
A-¿Cómo? ¿Cómo ‘lo que se busca’?
-Parece que uno si no es infeliz no está en el mundo. “Me duelo luego existo”, eso parece que es un signo de la enfermedad humana, y vemos cantidad de gente que sencillamente quitándose esa compulsión vamos a llamarla tanática, sencillamente con quitársela serían felices, la felicidad sería solamente una negación de esa pulsión que se deriva de algo muy, muy antiguo, que desde luego de ésa se compensa con todo tipo de felicidades falsas todas las que te eches, pero es porque primeramente hay una pulsión tremenda de búsqueda positiva de la infelicidad como enfermedá humana, es el rasgo esencial. Ya se ve en ciertos niños en cuanto empiezan a ser mayores y han pasado ese primer estado, estadío o lo que sea de alegría desnuda, y entran de lleno en una especie de necesidad de tortura, o de tener miedo, de buscarse el miedo, de imaginarse el miedo, soñar que los padres no les quieren, parece que es una asignación de infelicidad positiva.
A-Sí, no hace falta insistir más, Isabel. Deja un poco a los niños, que es mejor no tocarlos demasiao, pero en general hay eso. A muchos de los que te oyen les habrá sorprendido que declares tan claramente que hay una especie de ansia, anhelo o deseo de pasárselo mal, de dolor y de infelicidad. A muchos los habrás dejao sorprendidos. Te lo digan o no te lo digan, a muchos les habrás dejao sorprendidos. Cojamos el caso vulgar de lo que dices, que es el caso de lo que se llama precisamente masoquismo, por ejemplo en la relación amorosa. Pongámoslo, y no vale nada lo que has dicho, porque está claro que el placer del masoquista es su dolor, y por tanto estamos en las mismas. De manera que si....
-Hay felicidad por la desgracia. ¿Le estás llamando tú desgracia a esa infelicidad de la que estás hablando? No, estás hablando de una felicidad de riqueza, de felicidad, de salud, etc., etc,....
A-No, no, no.
-...y yo te digo que la desgracia para los hombres también es felicidad.
A-¡Claro, claro!, y entonces estamos en las mismas, y por tanto al masoquista se le puede presentar el dilema igual que al otro, pa que no distingamos mucho. Se le puede presentar igual que al otro: “¿tú que eliges, el capricho de que acariiicien tieernamente o el capricho de que te den una azotaina que te ponga rojo el culo? ¿Eliges eso, a costa de saber que todo el montaje es mentira y de que te están mintiendo, o eliges verdad y renunciar tanto a la azotaina como a la caricia?”
-()
A-Es lo más difícil. Por eso he planteao la cosa sobre todo para uno. Para uno, y he dicho que uno nunca es 1, que son 2, y que hay uno que efectivamente sólo se sostiene por el engaño. Lo mismo que la Mayoría de una población, la Mayoría de uno: la Mayoría de uno sólo se sostiene por el engaño, y ése es, por decirlo así, ‘el Yo real’. Por fortuna para los que estamos aquí, eso no es todo. Simplemente eso no es todo, pero en este análisis elemental de uno hay que reconocer esa presencia de la Mayoría, que quiere decir el engaño y la sumisión.
-¿Le puedo leer algo que es corto, y que no es el sermón de Dios del otro día, y que viene en relación a esto de la Televisión, de la felicidad y toda esta historia? Lo estoy escribiendo para una voz en off de un cortometraje que me gustaría hacer, y a ver si le parece bien o le parece mal.
A-No, lo que me parezca a mí no importa mucho, no. Tú si ves que la gente se cansa, cortas.
-“La Televisión, el Poder, el Diablo, el Miedo: Aquí en España no tiramos la basura, la convertimos en Televisión, el asesino público número uno, la mayor arma atómica que usa el Gobierno para idiotizar a la gente, inculcando una Cultura basura donde el que más grita tiene la razón, donde los guapos y ricos, aunque sean unos auténticos hijos de puta de aquellos que se dedicaron toda su vida a pisar cabezas para engrandecerse son el modelo a seguir, y aunque no consiga su Capital, porque también hay que tener madera de cabrón, al menos imitar su imagen, también está bien. Donde al ver todos aquellos tan guapos, tan perfectos, y con aquellas mansiones, hacen sentir a las personas lo que realmente son: unos pobres desgraciaos, donde de una manera subliminal te inculcan a través del miedo que tu vida está bien, que tú estás de puta madre en tu casita, y que si trabajas mucho y más, tú también estás en esa ruleta ilusoria de la fortuna donde corres el peligro de convertirte en aquel gilipollas de sonrisa perfecta del que ya hemos hablao. Y si no, al menos das ejemplo. Donde te inculcan el odio y la desconfianza, porque tu vecino, aunque sea el tipo más simpático y afable del mundo, también puede ser un sicópata y asesino en serie. Entonces, ¿cómo serán los estranjeros? Donde aprendes que todo el mundo es culpable hasta que no se demuestre lo contrario, así creando la mayor enfermedad que asola todas las ciudades: la indiferencia, la envidia, la ignorancia, la frustración y la falta de criterio propio. La cobardía. Miedo, miedo, miedo, convirtiendo al Hombre en una bestia encabronada que al mirar a el cualquiera que tenga enfrente sólo por el mero hecho de ser medianamente feliz, sin tener nada, ya da por hecho de que es culpable, sin ni siquiera otorgarle el derecho de que demuestre lo contrario. Y entonces me pregunto: ¿en qué mundo vivimos, donde si caminas con la cabeza gacha y con una depresión de caballo y a punto de tener un brote sicótico y a punto de matar a alguien entonces pasas desapercibido, eres aceptado como lo que denominamos un tipo normal, y por el contrario, si tienes más de cuarenta años, y eres alegre, feliz, pletórico y encima te acompaña una hermosa mujer te conviertes directamente en el enemigo público número uno, en el punto de mira de la ira de todos aquellos bípedos paralítico-emocionales llenos de frustración y al borde del brote del que ya hemos hablado, y que por desgracia son la mayoría disfrazada con una gran sonrisa para ocultar sus fracasadas vidas por falta de coraje para vivir con sus propias convicciones? Falta de pasiones y falta de amor propio. Miedo, miedo, miedo. Eliminan tus propios sueños imponiéndote otros como los auténticos: el Matrimonio está bien, un cochazo más grande que el de tu vecino también está bien, una casa más grande también, aunque tengas que hipotecar tu alma de ello de por vida, buena ropa, de marca de si es posible, y si la lleva el gilipollas más famosillo de turno, mejor todavía. También eligen la música por ti: tus artistas favoritos, tus ídolos, aunque tengan los dientes del tamaño de una ficha de dominó y hablar con ellos sea como hablar con cien gramos de jamón de york....”
A-Perdóname, yo creo que es que sobre todo para hacerlo corto, que no lo es, lo estás leyendo muy deprisa, y entonces yo creo que la mayoría no te siguen. Has querido hacerlo corto, pero no era nada corto, y entonces, déjalo.
-Termina ya, termina aquí, pero es que esta parte creo que es interesante: “y con tal de que jueguen al futbol en Primera ya son como Superhéroes a seguir. Muy fuerte. Por el contrario, follar está mal, y si es con dos mujeres mucho peor, te muestran toda una lista de enfermedades. Si viajas por tu cuenta, peor, porque quizás la lista se agranda: gripes que matan del tipo a, b, c, d, acechan a los aventureros. Si te enamoras todos los días estás loco, y tienes cualquier desequilibrio hormonal, aunque hay pastillas para todo. Y claro, si encima es de una tía diferente, peor, porque ya te tachan de infiel, y con un poco de suerte te ascienden al grado de mujeriego hasta llegar a cabrón, aunque las telenovelas se encargan de mostrarte lo que es el auténtico amor, para que no nos perdamos. Cantar, bailar y gozar en la calle, no, porque entonces estás loco, a no ser que te llames Jack Nicholson, que entonces ya no eres loco, eres escéntrico. Espresar tus propias emociones y puntos de vista también está mal, y quizás con un poco de suerte llegará el día que nos multarán por tirarnos un pedo. Cuanto más suene más cara será la sanción. Me imagino que fabricarán medidores de volumen para pillarte. Bueno, todo esto y mucho más podrás encontrar en ese adorable aparatillo con pantalla estraplana, fiel protagonista de todas las casas de forma gratuita, y en un cursillo intensivo que dura prácticamente toda la vida, y que cada poco tiempo aplicará nuevas fórmulas más sofisticadas para que su aprendizaje sea más ameno y costructivo, hasta convertirte en un auténtico gilipollas. Y no olviden que aunque salgan de sus casas ya los han instalado también en los metros de las ciudades, para que recuerden siempre que el mundo es una puta mierda y un lugar oscuro donde tienes que vivir desconfiando hasta de tu propia madre, y lo mejor que puedes hacer es seguir con la vida que llevas, aunque sea triste y patética, pero al menos es segura y controlada. Basura, basura y basura. Llegará el día que no podamos ni sonreír. Bueno, no pasa nada porque el sexo es una de las cosas más divertidas que he hecho sin sonreír.
A-Bueno, ya te digo que lo has tenido que leer demasiao deprisa, y seguro que no te han seguido mucho.
-Continúa un poquito, pero bueno.
A-Bueno, es elocuente en cuanto a muchas de sus maldiciones, y además establece también la regla de referirte a las poblaciones, a las Mayorías, y al mismo tiempo cómo eso se refleja en la cuestión que uno mismo se plantea, o sea que es bastante hábil. Es un poco largo, lo has leído demasiao deprisa, y después se lo puedes dejar a Teresa si quieres para que no haya problemas de trascripción, pero quiero aprovecharlo para recordarte y recordaros que esta elocuencia de la despotricación contra la desgracia y la peste que se nos impone es muy vieja, y se ha convertido en una Literatura y una Filosofía de ‘la contestación’, como se decía antes. En una Literatura y Filosofía de la maldición, lo mismo si se hace, como tú, por un medio más o menos privado, que si se hace más en público: también hasta los Grandes Medios Públicos admiten una buena medida de Literatura y Filosofía de la maldición, de la despotricación contra los males. También la admiten, lo sabéis muy bien, y la admiten porque saben que no sirve para nada, la admiten con tal de que sea Filosofía, de que sea Literatura. Todo eso cuela, y por desgracia hasta las maldiciones y las oscenidades más incongruentes a la menor se dejan convertir en Filosofía y en Literatura. De manera que lo que aquí estamos haciendo en la tertulia, si es algo, es desde luego lo contrario de eso. Aquí no se hace ni Literatura ni Filosofía: se intenta hacer política de la que hace el pueblo-que-no-existe, es decir, cada día romper algo más la Fe con la que aquí venimos; romper algo más la Fe, dejar que florezca un poco más la duda. Para esto he aprovechado eso, y no sé si quedaba alguna palabra más suelta, aunque después pienso todavía dárosla otra vez. Adelante.
-Por volver a la pregunta que hacías, yo a veces me siento como que aunque sea a regañadientes, a veces te toca tragar. Bueno, te toca o dices “bueno, pues si no me queda otra, pues trago”. Y incluso aunque como tu dices, pues sepas que eso huele a chamusquina.
A-Desde luego uno, en cuanto ente real, lo que dices lo hace a cada paso; lo hace a cada paso, simplemente para subsistir: de un día para otro tiene efectivamente que tragar con algo, y si se le da a elegir, tragar con lo que le parece más tragable, pero tragar. Y esto lo hacemos cualesquiera, en cuanto entes reales, a cada paso. La mayoría de nuestra alma, como antes recordaba, es como la Mayoría de las poblaciones: sumisa. Sumisa, dispuesta a tragar lo que sea con tal de subsistir, de seguir tirando. Pero no es más que la Mayoría, nunca es todo, porque aquí estamos tratando de hacer algo.
Para marcar bien la distinción, antes de volveros a pasar la palabra voy a recordar algo que muchos de vosotros habrán leído: en un pasaje de Proust (no me acuerdo por dónde, porque ya hace mucho tiempo que....), en que se habla de dos señores, o dos señores hablan entre sí, con respecto a la actitud que toman uno u otro con su amante, con la mujer, sea la de uno, legítima, o no. Se trata de cuestiones sobre todo de infidelidad. Entonces está la actitud de uno, que dice que él ha aprendido a desentenderse de qué es lo que la mujer hace, que él no quiere saber nada de por dónde anda ni con quién anda ni qué es lo que hace, y que es gracias a ese desentendimiento como puede vivir con ella amorosamente, con un Amor que efectivamente le compensa de todo ello. “Con tal de que no me cuente nada, con tal de que nadie me cuente nada”. Ésa es la cuestión. La otra actitud naturalmente es la contraria, la del otro. Es la actitud contraria de un amante: en cuanto se la deja suelta se convierte rápidamente a la totalidad, y se trata de saber todo. No puede contentarse el amante que ha tirado por este camino con saber qué es lo que hizo ayer, y dónde estuvo, y con quién estuvo: tiene que saber todo, porque el Amor, como siervo de este Amor, como siervo de un ideal, efectivamente cae una y otra vez en el todo, de manera que ésa es la cuestión. Está claro que el que toma esta actitud de averiguar, de enterarse de todo lo que la mujer ha hecho o está haciendo, tiene que acarrearle, pues mucha desventura, mucho tormento, pero de todas formas ésa es también su manera de seguir conviviendo con ella. No puede consentir seguir con ella sospechando que le está ocultando cosas, su Amor exige saberlo todo, cada vez más y todo.
Bueno, si no lo recuerdo demasiado mal ésas son las dos actitudes, y os las presento para que me digáis enseguida en qué eso, ése dilema de los dos amantes, se diferencia del que aquí os estoy proponiendo. Esto es lo que espero que nos sirva para aclararnos, porque desde luego se diferencia. Pero como se parece, evidentemente, será muy útil que penséis un momento y me digáis en qué esa oposición entre los dos amantes de Proust se diferencia de lo que os estoy proponiendo.
-A mí me parece que tanto a () como en el otro plano, la otra posición que estabas diciendo, tanto en la felicidad como en la historia esta de los amantes, que no hay tanta separación entre aquellos que consideran que tragar con la Realidad, tragan, pero sospechan que no es la felicidad, pero tienen que tragar, y aquel que sabiéndolo está tragando, y cree que eso es la felicidad. Yo creo que no hay tanta separación.
A-Es que lo has dicho de una manera muy confusa, efectivamente no lo has diferenciao.
-Pues que unas veces uno tendrá, como hemos dejao claro aquí, de que estamos incompletos, que estamos hechos de las dos maneras, y unas veces te tocará tragar de una manera y otras veces te tocará tragar de otra.
A-¡Ah, sí, sí, pero....!
-Creyéndotelo o no creyéndotelo. La cuestión está en que si tu crees que sabes lo que es la felicidad, ya le estás dando un valor a la felicidad, y dices “pues la felicidad es tener, yo qué se, algo, material o cualquier otra cosa”. Entonces ahí no puede estar, es evidente. Es evidente que si puede haber un momento de placer, tiene que estar en el no saberlo. Llega de la manera que sea. En el momento en que se sepa por lo que sea, que te lo da una mujer o te lo da algo, hay mentira ahí.
A-Eso es razonable. Yo he empleao el término felicidad como lo emplea la Tele, para entendernos, de una manera vulgar, y era justamente a él al que se estaba refiriendo la cuestión, y la cuestión no se refiere a los diversos momentos en que como ya hemos dicho uno trague o sea incapaz de tragar y se lo pase rabiando, sino a este momento, en la tertulia, y la pregunta se dirige a este momento en que no hay ninguna cosa especial que nos costriña en un sentido ni en otro. Y esto la verdad es que te lo tendrías pensao de antes, y nos has distraído un poco de la pregunta que había hecho ahora: ¿en qué se diferencia, si lo habéis seguido bien, el dilema de los dos amantes de Proust, de el dilema que aquí os estoy proponiendo?
-Que la felicidad no está en ‘todo’ y en ‘nada’, ¿no? En la pregunta de la felicidad no está el todo y el nada, como está en la otra, ¿no?
A-Bueno, en la otra está el todo.... sí, y el nada (“con tal de que no me cuente nada”) como estremos ideales, pero no sé si eso diferencia lo bastante bien los dos dilemas.
-Es lo primero que se me viene, pero...
-En el dilema éste de los amantes, no dejan de ser dos personas con su capacidad de decidir los que deciden que quieren que sea así. En el otro dilema hay algo que está del lao de lo que no se sabe. Uno sólo puede decidir ser idiota, porque lo otro no se decide, lo otro llega.
A-...si no se decide lo primero. Decidirse positivamente, por lo menos ocasionalmente, se decide ser idiota, tragar, lo cual siempre implica os he dicho, como toda Fe, un respaldo teórico: “Es que no hay más que esto. Nada de que la Realidad no es todo lo que hay”. O “¡es que todo es una mierda, y qué más da!”. Otra Teoría. Con ‘todo’, con ‘nada’. De manera que efectivamente, cuando no se elige y se acompaña eso de la Teorías consiguientes, uno está ya entregado a lo otro, a la desesperación, a la duda, al descubrimiento de la mentira. No tiene que elegirlo, le viene sin más.
-Yo la diferencia no la veo, pero veo una cierta similitud, que ninguno de los dos puede tener nunca una mujer y ser feliz, porque evidentemente nunca va a saber nada de esa otra, ni tampoco saberlo todo, ¿no? Eso es lo que no cabe: éste no saber nada es algo que parece imposible, porque siempre, si va adonde sea, te contará lo bien que se lo pasó o lo mal que le fue. E igual será lo contrario, que si quieres saberlo todo tampoco te podrá contar todo esactamente como fue, porque cada uno tiene su percepción. Y en cuanto a la felicidad, desde pequeño te van diciendo, con esa pregunta de “¿Qué quieres ser de mayor?” te van metiendo ya una () con vistas al Futuro, es decir, allí te están diciendo que si lo consigues serás feliz.
A-Sí, bueno, eso ya forma parte de la felicidad vulgar que te hacen adoptar. Ya se sabe que para meterse en la Realidad donde hay que meterse es en el Futuro, el Futuro es lo esencial.
-Entonces ahí tampoco cabe, porque uno se da cuenta de que “también de pequeño quise ser médico, y ahora soy médico, y tengo un perro, y tengo un hijo, pero no soy feliz”.
A-Desde luego eso es efectivamente haber elegido entrar en el Tiempo real. Nuestro descubrimiento aquí es que la Realidad no es todo lo que hay, que aparte del Tiempo con Presente, Pasado y Futuro, hay ‘ahora’. Hay ‘ahora’, que te espulsa inmediatamente fuera de la Realidad. Esto no lo tenéis que olvidar. Donde no podéis situar ninguna felicidad real, porque te saca fuera de la Realidad. Pero si es la Realidad normal, ésa está hecha esencialmente de Tiempo, de Futuro, y la esclavitud y el tragar se refieren a eso. Sí.
-Digo que parece que es más imbécil el que quiere definirlo todo. El que trata de definir todo, ése está mucho más cerca....
A-¿Te estás refiriendo a los amantes, o a lo otro?
-A los amantes.
A-El que quiere saber todo de lo que hace la mujer.
-Claro, porque esa postura es mucho más acercarse a la Realidad que el otro que no trata de definir. Lo que no sé es si es porque pasa, o por miedo. Habría que ver cuál es la actitud, y si realmente es una actitud del otro de no querer saber porque pase lo que pase le da igual, o la ama igual, esa actitud sería mucho más verdad que la otra.
A-Pues habrá que saber en qué te fundas, en qué sentimientos te fundas para hacer esa gradación, porque yo creo que a mí no me parece tan claro que lo uno sea más imbécil que lo otro, no veo muy claro el motivo, ¿no?
-Agustín.
A-No, no, dejad, discutamos esto un poco. No lo veo. A lo mejor alguien te apoya más bien en eso, pero desde luego yo no estaba pensando para nada en un grado de imbecilidad. Os estaba...
-Es que el concepto de felicidad que se ha dado aquí está muy cerca de la Realidad, y entonces a mí me parece que este concepto de felicidad que hemos visto aquí es decir “Realidad igual a felicidad”, que no es la felicidad, sino algo que podemos decir que debajo de eso hay algo que no se sabe, pero se sabe, como dices tú.
A-Sí, bueno, no armemos de momento más lío. Desde luego en el caso de los amantes la intervención del ideal como antes hemos dicho (o todo, o nada), hace que no se les pueda llamar imbécil, sino que se pueda declarar que están efectivamente sometidos a la Ley del Ideal, a la Ley de Dios, a la Ley de la Fe, que creen que hay todo, y que hay nada, que uno puede enterarse de todo lo que la mujer hace, o que puede no enterarse de nada de lo que la mujer hace. Ni lo uno ni lo otro puede ser, pero ¿cuál es entonces la diferencia respecto a nuestro dilema? ¿Por qué esto no es como nuestro dilema?
-Yo creo que la diferencia es ésa, porque parece ser que en el otro caso, en el de los dos amantes, parece que los dos pueden estar contentos, el uno con el no saber, el otro con el saberlo todo, pero en el otro caso no parece que uno pueda estar contento con la mentira. Y no sé ni siquiera si uno puede estar contento con ella tampoco.
A-Bueno, yo creo que es más claro, ¿no? Pensad en el caso de los amantes: no sólo es que ellos dos sean personajes, unos señores, reales, sino que las mujeres de las que hablan son también reales, de manera que la cuestión se plantea toda ella dentro de la Realidad. Se plantea toda ella dentro de la Realidad, y la elección no deja de pertenecer a eso de la elección que el Poder permite, y hasta manda, aunque sea respaldada por declaraciones de Fe en un sentido o en otro. Si se entiende que es así el caso de los amantes, basta que os diga que lo que aquí os estaba ahora poniendo no era así, no era para nada dentro de la Realidad, sino que venía a consistir en una especie de elección entre la sumisión a la Realidad, a la venta y la compra del Poder, o no, o el descubrimiento de que es mentira, de que me están mintiendo, de que me están haciendo mentir, y de que hay algo en mí que no puede aguantar eso, caiga quien caiga. Eso es algo que implica la denuncia de la Fe en la Realidad como fundamento del dilema.
-He llegado un poco tarde, pero yo la pregunta primera me parece académica y un poco así fea, porque eso de elegir la felicidad es un tanto estraño, ¿no? Yo creo que hay una tercera vía, si aceptamos esa pregunta, que es una vía bastante poco airosa, pero es la que tenemos todos, es decir, nosotros vamos un poco caminando aquí siendo cómplices de todo, porque no se puede uno oponer en cada istante a todo. Por tanto tragamos todos siempre, y algunas veces, por lo que sea, algo nos sienta mal, y esa pequeña mentira que nos parece que nos está jodiendo, en un momento dado le decimos ‘no’, un poquito y tal, y nos meten en la cárcel, o nos castigan en nuestro trabajo, y poco más. La vía, creo que la de todos, no eligiendo, sino colaborando, es una vía de colaboracionismo con ocasionales y pequeñas rebeliones.
A-Sí, hijo, todos somos así. Lo he dicho antes, lo vuelvo a repetir: somos clientes del Capital y súbditos del Estado. Es así, así estamos hechos aquí. Si venimos aquí es porque no estamos hechos del todo, pero por lo demás, en la medida en que estuviéramos hechos del todo, responderíamos a tu retrato perfectamente. El Poder se cabrea con alguna cosita de vez en cuando, pero esto no nos saca para nada de la Realidad; por el contrario contribuye a la variedad y el cambio dentro de la Realidad, de lo que hemos estao hablando tol rato, y no era por tanto de eso de lo que se trataba. El dilema tal como se plantea no es como el de los dos amantes de Proust, no es algo que pueda referirse a las elecciones de actitudes dentro de la Realidad, y con el respaldo de un ideal (‘todo’, o ‘nada’), sino a algo que está más abajo, y que con el solo planteamiento nos saca fuera de la Realidad, nos parte desde luego en dos... No nos parte, porque nos hace descubrir simplemente que era mentira que uno era 1. Una estupidez muy necesaria para uno, mayoritariamente necesaria, pero no menos estúpida y sumisa. Descubrimiento de que uno no era 1, sino que aparte de ser uno súbdito del Capital, del Estado, cliente del Capital, y de tragar con todo lo que le haga falta para subsistir, aparte de eso, pues no es todo eso, no es del todo eso: hay algo que no aguanta, y es ese descubrimiento de que uno no era 1 lo que se juega cuando de verdad se plantea este dilema. A los amantes de Proust no se les plantea para nada ni al uno ni al otro, pero a quien se plantea éste sí, porque efectivamente esto nos está echando fuera.
-Todo el rato me viene una duda respecto a lo de desentenderse, porque parece que en el caso del amante se desentiende de algo muy concreto. En el otro no es tan concreto, es más amplio tal vez el desentendimiento, pero el marco ése de lo que uno se desentiende, porque por otra parte desentenderse de una manera así sin saber de qué, pero es como un estado de desentenderte algo más amplio, eso podría ser bueno, a mí me parece que....
A-No, no. No, no. Es que no es así, tan amplio y vago como dices: desentenderse quiere decir tragar para subsistir, tragar con lo que le echan, vender, comprar, solo que si no interviene aquí el ideal de todo o de nada, como en los amantes, lo que interviene, como he dicho tres o cuatro veces a lo largo de la sesión, es una necesidad de una Teoría implícita que le permite tragar. Efectivamente, si la gente en general se limitara a ser sumisa (ir al Banco, hacer la Oposición, Casarse, y tirar palante como puede), la cosa no sería tan grave ni desde luego se prestaría tanto a nuestro ataque, pero es que esas actitudes implican que uno se haga una idea del mundo, que tenga una especie de Teoría implícita de la cual os he dao los dos ejemplos estremos, ¿eh?: o el de “es que no hay más remedio, es que la Realidad es la Realidad, y no hay más que esto”. Una Teoría. Una Teoría que aquí hemos descubierto que es falsa, como todas las Teorías, no hay ninguna verdadera. Ésa es una. La otra es “¡todo es una mierda! ¿Qué más da tragar que no tragar? ¿Qué más da rebelarse que no rebelarse? ¡Todo es una mierda!”. Otra Teoría. Y entre medias de las dos, pues muy diversas Teorías, de las cuales los políticos y los predicadores de los Medios saben mucho. Eso es lo que hace que lo de aceptar, tragar, al mismo tiempo que trata de cerrarse, se presta a nuestro ataque, porque aquí a lo que estamos es a desmontar las Teorías, la Fe, y cualquier otro tipo de creencias, ¿no?
Me parece que se nos ha hecho tarde con esto, y no me marcho tan contento, porque todos los que no han hablao me dejan la sospecha de que a lo mejor ellos no están de acuerdo con eso de que uno, cada uno de ellos, sea ni dos ni nada, ni haya tal dilema que se le plantee, de manera que tendré que...
-No has contao al final que la mujer era la misma, que era una sola.
A-Bueno, por favor, déjate de leches. De manera que si el Señor nos deja, si no se enfada demasiao y nos deja sobrevivir hasta dentro de siete días, yo creo que tendremos que seguir con los que vengáis indagando más en eso de hasta qué punto cada uno es capaz de plantearse este dilema que he planteado. Si no os da demasiao dolor, o cansancio, o miedo, pues yo creo que irlo haciendo, no sé, durante un rato, que será muy bien venido. Daos cuenta de que esto es una tertulia política, y que estas sesiones empezaron con una declaración: lo mucho que estorba la felicidad. Fué hace dos o tres sesiones: el gran estorbo que es la felicidad para hacer nada bueno. La felicidad, y el tragar con ella, y el creer en ella, implica toda esa participación en una Fe que aquí tratamos de derruir.
Vamos a ver si el Señor no se opone demasiao, y dentro de siete días seguimos aprovechando esto.