27.08.2014

Tertulia Política número 207 (9 de Diciembre de 2009)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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  • Procedimientos de descubrimiento de la mentira de la pretensión de las cosas de ser lo que son. 

 

 

TRANSCRIPCIÓN:

 
Según lo que en la última sesión empezábamos a hacer, vamos a seguir haciendo ahora si os parece, que es abandonar nuevamente los asuntos humanos que nos habían estado ocupando unos cuantos días en torno a las cuestiones de “¿crees de veras que no hace falta un Gobierno?”, o las cuestiones de felicidad, el “¿hay quien elija a sabiendas la felicidad del idiota, es decir, del que no quiere darse cuenta de lo que pasa?”, etc.  Asuntos humanos que distraen mucho, porque entre las cosas incontables que hay y las clases de cosas, nosotros, hombres, somos una clase que a nosotros hombres nos interesa mucho porque somos nosotros, es decir, puro patriotismo, pero nos distrae del reconocimiento de las cosas en general, y de eso nos estábamos desviando una vez más, para volver a tratar de las cosas.   Nosotros quedamos incluidos entre ellas si tenemos esa maravillosa modestia de considerarnos como cosas entre las cosas, pero evidentemente se trata de volver sobre las cosas en general.  Lo que importa para esta lucha que nos traemos contra el Poder, que quiere decir contra la Fe, contra la Mentira (contra la Fe, que es lo que el Poder necesita para sostenerse, sin lo cual no hay ni Estado, ni Capital, ni Poder ninguno que valga), y en definitiva contra la Muerte, que nunca está aquí, contra ésa, contra la siempre-futura, lo que importa para eso es reconocer y tener una cierta confianza en que se puede destapar, descubrir, la mentira.  Se puede, no hay ningún imposible, y eso conviene que lo aclaremos un poco.  No directamente la mentira de las cosas, porque eso no tiene sentido, sino la mentira de la pretensión que las cosas padecen, padecemos, de ser lo que son, de ser uno el que es, de ser lo que somos.  Mentira es la mentira de eso, es decir, que de alguna manera ésta es una mentira que trata de liberar a las cosas de esa pretensión, de esa mentira, sea lo que sea lo que resulte de esa libertad.  Pero eso: confianza en que se puede, y eso nos es dado en contra de las pretensiones de cerrazón y de fatalidad en que el Poder siempre tratará de engañaros.

 Mentira de la pretensión de las cosas de ser lo que son.  Esa pretensión viene impuesta, con la metáfora tópica que solemos emplear, “desde Arriba”, es decir, es justamente eso lo que viene del Imperio de los ideales que el Poder necesita justamente para sostenerse, para sostener la mentira que lo sostiene.  Desde Arriba viene impuesta.  Contra ésa es contra la que aquí luchamos, con esa primera acción entre las acciones, que es la de dejar la lengua suelta, dejarse hablar, como decimos.  Dejar la lengua suelta, es decir, abandonar la pretensión también de que uno tiene algo que decir, algo que espresar, sea lo que sea, sino abandonarse, confiar, en que aparte del hablar mayoritario, que se dedica a sostener los fines o el provecho de Uno, del Poder, del Gobierno, del Capital, aparte de eso hay mucho más, y cuando a la lengua se la deja suelta, puede decir cosas imprevistas, las que al Señor no le gustan.  Él querría que no se dijera nunca más que lo que ya está dicho, en cuanto que está predicho o previsto, pero no es así, y gracias a eso es como aquí en esta lucha contra el Poder podemos dedicarnos a destapar la mentira de esa costitución de la Realidad.  Repito: no mentira de las cosas, que no tiene sentido, sino mentira de la pretensión que a las cosas se les impone de ser lo que son.  Un burro no es ninguna mentira (¿qué sentido tiene eso?), pero la pretensión de ser precisamente un burro, un caso de burro, ésa es mentira, y se deja derribar, se deja deshacer, bastante fácilmente.  Y quien lo dice de eso lo puede decir del resto de cosas que se os ocurran, aunque sobre la distinción entre las naturales y las fabricadas habrá que volver un poco después, pero antes quiero atenerme bien en el sentido de esto: se puede; si no, no estaríamos aquí.  Aquí estamos en una guerra contra la Muerte.  Dé de sí lo que dé, pero estamos a eso, y esta tertulia no tiene otro sentido: contra la Muerte, contra el Futuro, contra la Mentira, contra la Fe, contra todo lo que va junto a ello.  Se puede descubrir, se puede destapar, y eso es lo que nos hace, o debería hacernos estar aquí a los que estemos.

Pero eso no se puede, si eso se intenta hacerlo ‘desde dentro’, como suele quererse hacer.  Desde dentro quiere decir ‘en la conformidad’, en una cierta conformidad con la Realidad, con las ideas de la Realidad.  Así es como no sólo los políticos, y las familias, y la gente corriente, sino la Ciencia también, trata de descubrir, manteniéndose dentro, con tal de que ese descubrir mismo pueda seguir perteneciendo a la Realidad, ser un proceso entre los demás procesos que la Ciencia y el Poder conocen bien, y que por tanto no le va a hacer daño al Señor, al Poder, a Uno; no le va a hacer daño a nadie.  Pues eso, que es en lo que a poco que os descuidéis os meten, es decir, encontrar una esplicación, una revelación de los misterios ‘dentro’, manteniéndose dentro de la Realidad, es contra eso contra lo que os estoy hablando, por si hacía falta, y habrá que insistir todavía en ello.  Quiere decirse que nunca puede descubrirse nada que valga la pena, no puede destaparse ninguna mentira, si no es teniendo presente siempre lo que nos pasa de verdad aunque no queramos descubrirlo ni creerlo, es decir, que dentro de cada uno mismo y fuera, entre los prójimos, en la Sociedad, estamos conviviendo con el misterio, con lo no esplicado, con lo que no se puede esplicar desde dentro.  Sólo manteniendo esa actitud, que es la contra-actitud que se nos impone para seguir tirando por las vías corrientes, sólo así tiene sentido eso de descubrir la mentira de la pretensión de las cosas de ser lo que son, esa convivencia con el misterio que os estaba recordando el otro día, que viene por caminos muy distintos. 

Uno es desde luego acordarse de que de verdad no hay fin, que solamente esto, llamándolo con cualquier nombre de cosa (o Universo, o Mundo, o lo que sea), sólo dentro de eso la noción de fin, de límite, tiene sentido, pero que de verdad no hay fin, que todo eso está perdido, estamos perdiéndonos en lo sin fin.  Éste es un sentimiento y una evidencia sensitiva que cualesquiera tienen desde niños.  Generalmente se la esconde, se la disimula: ¿para que va uno a acordarse de que nos estamos perdiendo en lo sin fin?  ¿Para qué, dentro de las necesidades del Estado, de la Familia, y de Uno mismo, va a acordarse uno de esas cosas?  Bueno, pues ésa es la condición: estarse acordando costantemente de esa evidencia, por ejemplo.  O acordándose, como también el otro día os recordaba, de que no hay un centro para la medida de nada.  Estamos justamente en el proceso de quitarnos de en medio los hombres, este tipo de cosas.  Quitarnos de en medio, queriendo decir quitarnos del centro, donde estábamos, y seguimos estando hasta cierto punto, haciendo que ese centro de la medida fuera precisamente el Hombre, como en la frase entendida a la manera corriente de Protágoras, “el Hombre, medida de todas las cosas”.  Mentira también, acordándose de que es mentira: no hay tal cosa como un centro de medida.  Las cosas pueden ser unas más grandes que otras, más profundas, más duraderas, pero desde luego no hay posible referencia a ningún metro verdadero que determine las que están para arriba y las que están para abajo.  Esto es recordar también una perdición.  Recordad que aunque las necesidades prácticas, sociales, personales, nos obliguen a creer lo contrario, estamos de verdad perdiéndonos en un ámbito sin ningún criterio de medida fijo, donde todo se vuelve tan relativo como eso que de esa manera tan vulgar os he recordado, y que es relativo incontablemente de una manera mucho más eficaz que lo es la Teoría de la Relatividad, por ejemplo.  No hay ningún centro, y acordarse de esto, pues os puede curar de muchos de los errores, es decir, de muchos de los caminos de conformidad en el descubrimiento, de reducir cualquier cosa que se descubra a un metro, como si efectivamente cupiera tal cosa como una medida.

Bueno, os podría seguir recordando todos estos descubrimientos que desde niños llevamos, aunque queramos olvidarnos de ellos, disimularlos.  También en la Realidad más inmediata, en el trato inmediato con las cosas, tenemos muchos misterios que recordar.  Uno de ellos, ya os lo anunciaba el otro día, es el de derecha/izquierda, con el cual volveríamos a algo que el año pasado creo, o tal vez algo más, estuvimos tratando largamente: la cuestión de derecha/izquierda.  Como no podemos volver a desarrollar todo aquello, si alguno quiere buscar en los registros que ya entonces creo que teníamos de una manera o de otra de las tertulias, puede volver allí sobre ello.  Me basta para traerlo a cuenta también que en una de las entradas en la red que Caramés me proporcionó hace algún tiempo de un señor Baker, se nos muestra que la cuestión sigue irresoluble y dando guerra, la cuestión de derecha/izquierda, con el término que ya entonces reconocíamos consagrado, que es la de ‘los contrapuestos incongruentes’.

Me voy a parar aquí, sin volver sobre toda aquella discusión del año pasado, en lo que importa más a nuestro propósito.  Ya sabéis cómo es el misterio: una mano derecha nunca se puede volver una mano izquierda; no hay manera de hacer una mano izquierda a partir de una mano derecha, ni viceversa, por más traslaciones y meneos que se le apliquen.  Eso son contrapuestos incongruentes.  Se suelen emplear las manos, nuestras manos, porque son un buen ejemplo, pero evidentemente otros casos de contrapuestos incongruentes se encuentran por toas partes entre las cosas corrientes.  Lo que pasa es que también la Ciencia en sus últimos desarrollos, entre las partículas subatómicas encuentra algo parecido con motivo del spín; del spín de las partículas a las que se atribuye, donde como recordáis se trata de que, siempre como en torno a un vector, la partícula puede dibujar algo que se pueda representar como un giro hacia la izquierda, (así quedaría mi mano derecha de una manera natural), o de un giro hacia la derecha, que representaría mi mano izquierda.  Evidentemente esto es volver desde la Física subatómica a las cosas corrientes, cosa que no podría hacerse, precisamente porque el desarrollo ese de la Física trata de encontrar una manera más profunda o más pura de presentaros los problemas, pero que sin embargo los propios científicos la hacen sin mucho apuro esta especie de traducción a la Física de las cosas corrientes, este señor Baker mismo.  Y entonces, por lo que veo en este artículo, el problema que se sigue planteando, es el que recibe términos filosóficos, ya por ello mismo sospechosos de por sí, como son absoluto/relativo: una solución del misterio que tira por el absoluto, la absolutitud, y una que no, no se resigna, sino que trata de ser relacionista, pensando que la cuestión de derecha/izquierda sólo tiene sentido como relación.  Ya sabéis que la actitud ésa que llaman absolutista partía desde Kant (el otro día os lo recordaba), que pensaba que si Dios no hubiera creado ninguna cosa nada más que una mano derecha, eso sería una mano derecha.  Eso es absolutitud, si queréis tomarlo de una manera un poco... descarada.  Frente a la cual ya comprendéis las maneras de ver la cosa que parecen más llevaderas, más transigentes, y que piensan que no, que no hay ninguna entidad absoluta que sea ‘derecha’.  O sabiendo de nuestras manos, que sea como suelen decir los físicos ‘right hand’, no hay ninguna cosa que sea ‘left hand’ de por sí, sino por relación a algo; sino por relación a algo.

Bueno, pues esto es en lo que deseaba haceros parar un momento.  Yo no sé, pero por el silencio un poco estremado que habéis guardado según os cuento esto, me entran sospechas de que no me estáis siguiendo en lo que deseo, que es precisamente en el darse cuenta de lo más inmediato. Pasa como en lo de que no hay fin, de lo sin fin, o lo de que no hay centro: es tan evidente, si uno se deja pensar, que no se da uno cuenta de ello; no se da uno cuenta de que está ahí, ni la formulación, ni el problema.  ¿Os dais cuenta de cómo son contrapuestos incongruentes una mano derecha y una mano izquierda?  Es tan natural, especialmente para cosas como nosotros, que somos así (y no todas las cosas lo son, pero nosotros somos así, con mano derecha y mano izquierda, contrapuestos incongruentes), es tan natural que por eso mismo puede pasar desapercibido, pero si os fijáis bien es escandaloso.  Escandaloso, no sólo misterioso.  ¿Cómo puede ser semejante cosa?  ¿Cómo entre las cosas se puede dar algo así, que una cosa sea la imagen especular de la otra, como una mano derecha y una mano izquierda bien costituídas lo son mutuamente, y que eso sin embargo permita que sean del todo incongruentes en el sentido de que no se pueden trasformar la una en la otra por ningún medio? 

Bueno, no voy a insistir en romper vuestro silencio, ahora me diréis si todavía no seguís bien lo demasiado simple del problema.   Bueno, pues me encuentro en este artículo, como ya me encontraba el año pasado en otros, que lo de la solución relacional, el relacionalismo, a lo que se refiere esencialmente, por ejemplo en el trabajo de Baker, es a la relación con nosotros, y concretamente con nuestro cerebro; nuestro cerebro, ‘brain’.   Es decir, la cuestión se reduce a si el hecho de que haya cosas que sean izquierda y derecha se debe a que nuestro cerebro de alguna manera tiene izquierda/derecha, o, da lo mismo, al revés, aunque sean cambiadas, izquierda/derecha, o derecha/izquierda, y que es justamente eso lo que por algunos pasos hace sentir, palpar, y tener las cosas por, izquierdas o derechas.  Eso es lo que mayormente se entiende por relacionalismo, y es justamente el fallo de que os prevenía al principio: se trata de reducir la cuestión misma de la relación frente a lo absoluto a una cuestión de relación entre cosas como son nuestro cerebro y las otras cosas.  Nuestro cerebro, con la intervención de nuestros ojos....  En fin, lo estoy simplificando mucho, pero supongo que no hay inconveniente, que lo seguís, y eso, pues es un relacionamiento y una especulación que se mantiene dentro, contra aquello que al principio os prevenía y no puede ser.  Esto tan inmediato de la presencia de una mano izquierda y una mano derecha tiene que, como los demás misterios, revelar algo más que nos saca de la conformidad y de la admisión normal de la Realidad de las cosas, y por tanto no puede referirse nunca a la relación entre unas cosas y otras, como por ejemplo entre lo observado y el observador, por ejemplo entre la destrosiniestridad de las cosas y la destrosiniestridad de nuestro cerebro.  Eso no lleva a ninguna parte.  El misterio de una mano izquierda y una mano derecha tiene que llevarnos, sin que nos defendamos mucho por ello, fuera, es decir, tiene que estar revelando algo sobre la costitución en general de las cosas como conjunto nunca cerrado, en realidad siempre falsa en cuanto pretende mantener el ser algo respecto a eso, algo respecto a la costitución contradictoria de la Realidad, incluidos en ella nosotros mismos como un tipo de cosas.

No todas las cosas tienen manos izquierdas y derechas.  Nosotros mismos, aparte de las manos y los pies, pues en cuanto a hígados o corazones y eso, pues no seguimos la regla, no estamos costituídos con eso de los contrapuestos incongruentes.  Esto hay que tenerlo en cuenta.  El fenómeno este escandaloso se da en algunas cosas, en otras no, pero es importante que se da como una parte al parecer indispensable de ese conjunto nunca cerrado de las cosas, y en ese sentido puede ser revelador de la costitución contradictoria de la Realidad misma.  Esto es un apunte, y lo voy a dejar suelto para que sigamos cuando se pueda, y aparte de lo que me digáis ahora cuando deje correr la voz.

Me importa más de momento otra cosa, dejando ese apunte respecto al misterio de izquierda/derecha: me importa más que en esto del destapamiento de la mentira, no de las cosas, sino de la pretensión de las cosas de ser lo que son, como antes os apuntaba, parece que sería normal hacer, como se suele, una distinción entre cosas naturales y cosas artificiales.  Y bueno, efectivamente esa distinción está ahí: el análisis de las cosas artificiales, es decir, de las fabricadas por nosotros mismos, es fácil, porque las cosas fabricadas están fabricadas con vistas a un fin, según un proyecto, de una manera humana, y por tanto parece que basta en principio con que el análisis recorra el proceso del revés para que efectivamente las cosas se desmonten.

Muchas veces sucede que con las otras cosas tratamos de emplear el mismo procedimiento.  Ya sabéis que esto en el viejo Régimen, cuando las Religiones al antiguo estilo dominaban, pues se veía por todas partes.  No sé si a alguno de vosotros en la Escuela o Istituto le cogería todavía aquello de las pruebas de la existencia de Dios, en una de las cuales Dios era un relojero.  Ahí tenéis de la manera más descarada eso de la aplicación a las cosas no humanas de lo que es fácil en las humanas o artificiales, porque están hechas según ella, ¿no?: el mundo tenía que tener un reloj, y como no hay reloj sin relojero, no hay Dios ().  () de los curas.  Pero dejando evidentemente este abuso de lao, lo cierto es que parece que no hay más remedio que distinguir entre una clase de cosas y la otra.  Las cosas no humanas, por no llamarlas naturales, pero las cosas no humanas, las cosas no artificiales, son encantadoras; son encantadoras, todo el mundo lo sabe.  Muchas tonterías se han dicho acerca de la Naturaleza, pero el recuerdo de tantas tonterías no nos debe quitar de este reconocimiento: son encantadoras, en un sentido o en el otro.  Es decir, son encantadoras de una manera que no lo son las cosas fabricadas por nosotros, eso es lo importante.  Esto lo veréis aparecer en niveles muy superficiales, porque contra los que maldicen en la población metropolitana () porque allí está la naturaleza para () y descubrir cosas así.  Prácticas que no van a ninguna parte, pero que están ahí, y conviene usar a nuestro propósito.

Por tanto, como son encantadoras precisamente porque de verdad no sabemos cómo están hechas, de la manera que sabemos más o menos cómo está hecho un reloj, precisamente porque son encantadoras en ese sentido da más pena analizarlas que a las otras.  Da más pena: uno piensa que efectivamente con el descubrimiento mismo de la mentira puede estarse atentando contra la naturalidad, y por tanto contra el encanto de las cosas.  Para curarnos de eso, de ese temor, tengo que volver a lo que al principio os estaba diciendo: tened en cuenta que en esta política, en esta guerra, no se trata de descubrir la mentira de las cosas, sino de descubrir la mentira de la pretensión de que las cosas sean las que son, y que una cosa sea la que es.  Si esto se toma así, la cosa se entiende bien: en las cosas artificiales, la pretensión de ser lo que es está metida en la cosa, y por eso da menos pena descubrir el mecanismo, mientras que en las otras cosas la pretensión de ser lo que es, una cosa o las cosas en general, no está metida en la cosa, y gracias a eso es lo que he llamado aquí a lo cursi ‘el encanto de las cosas’.  De manera que el descubrir que no son lo que son, lejos de destruirlas, puede tal vez devolverle la vida a las cosas, y esto a lo mejor nos lo pueden pagar las cosas algún día cuando nosotros nos tomemos como cosas también y descubramos que esto de no ser lo que somos, es algo que nos puede devolver la vida, que está contra la muerte-siempre-futura.  Pero por lo pronto mirémoslo en las cosas, que es donde estamos en primer lugar.

¿Qué es lo que hacemos al preguntarnos por una cosa cualquiera, artificial o natural?  Desde luego estos días pasados me tocó habérmelas a diferentes propósitos con varias, unas de ellas artificiales, otras aparentemente no, y me tuve que preguntar “¿qué es eso?”.  Es, como alguna vez os he recordado, la pregunta socrática, según Aristóteles mismo lo reconoce; una de las pocas cosas que reconoce bien hablando de Sócrates y de los presocráticos, la pregunta “¿qué es?”, ponerse ante la cosa y preguntar “¿qué es?”.  En los casos a los que me refiero, pues eran que tuve que preguntarme “¿qué es un coro?”, pensando en los coros antiguos de la tragedia.  “¿Qué es un coro?”.  Eso me llevó a despellejar la cosa de la mucha Literatura de la que yo mismo podía estar cargado acerca de la noción de ‘un coro’; de un coro de la tragedia o de la lírica coral.  Y naturalmente, ‘teatro’, preguntarse “¿qué es teatro?”, a lo primero que lleva es al despojo de la enorme cantidad de Literatura de que la noción de ‘teatro’ está cargada, y es a lo primero que lleva, es el proceso del análisis, ¿no?  Ésas eran algunas de las cosas artificiales, digamos.  Otra era ‘el trancazo’, o ‘gripazo común’, para lo cual estaba sacando para mandarles una columnita que se titulara “La gran vergüenza del siglo”, para que la metieran en algún sitio.  Desde los fines de la Gran Guerra, que parece que es cuando se introdujo, con la gripe española llevamos ya cerca de un siglo sin el menor asomo de cura, con pretensiones de tratamiento, inútiles todos.  El preguntarme “¿qué coños es eso?” me vino sobre todo porque la guinda del pastel, después de toda la miseria de no encontrar durante un siglo la menor ayuda para el gripazo, venía con la Gripe A.  Eso es lo que pone en el disparador a cualquiera por poco bien nacido o por poco sentido común que le quede.  Hay que preguntarse “¿qué es?” esta cosa que ¿qué diréis?, ¿que es natural, o que no?   ¿Dónde se sitúa a la gripe?  Pero en todo caso, preguntarse por esta cosa, y entonces eso nos lleva a descubrir la cantidad de mentiras que en torno a la gripe se han dicho; en Medicina, y fuera de Medicina, y por todas partes. 

El mismo proceso.  La pregunta “¿qué es?” tiene esta virtud: si se pregunta “¿qué es?” sin que le duelan a uno prendas, es decir, a caiga quien caiga, la pregunta “¿qué es?” tiene la virtud de ir despellejando a las cosas de todas las nociones y la Literatura de que vienen cargadas, y evidentemente en esta guerra que nos traemos, esto es casi lo más elemental que se puede hacer: el desprendimiento respecto a las cosas.   A lo que por debajo haya de cosa de verdad, se la está liberando por el despojamiento de todas las ideas, creencias, discusiones, afirmaciones, científicas o de otro orden, que en torno de ellas se han producido.  Ésta es la otra cosa que os quería sugerir antes de pasaros la palabra, respecto a los procedimientos estos de descubrimiento de la mentira de la pretensión de las cosas de ser lo que son, de que somos lo que somos, de que uno es el que es.  

No quiero acumular demasiado, para que tengáis tiempo de soltar por esas cosas lo que os venga respecto a estos varios puntos.  En todo caso...  A ver si me sale de una manera lo bastante simple: hay que plantarse ante lo que normalmente pasa por indagación, esplicación, tanto en Ciencia como fuera de la Ciencia, para preguntar “¿pero qué es lo que se pide cuando se dice ‘¿por qué?’, cuando se pregunta ‘¿por qué?’?  Por ponerlo con esa pregunta “¿por qué?”.  ¿Se pide una formulación satisfactoria que nos describa el mecanismo, las causas, la estructura, de la cosa, o por ejemplo del Mundo entero?  ¿Se pide eso?  ¿Se está pidiendo una esplicación, una formulación esplicativa satisfactoria, que le deje a uno a gusto?  ¿O se está pidiendo, no ninguna esplicación que nosotros podamos dar, sino se está pidiendo algo que está fuera, en las cosas mismas, por debajo de todos los razonamientos y las esplicaciones?  Porque generalmente nadie se para a distinguir entre los dos sentidos del “¿por qué?”.  Se confunden, y justamente para terminar este primer rato os quería hablar de esto, porque son evidentemente distintos: una cosa es que cuando se pregunta “¿por qué?” se aspire a encontrar una formulación satisfactoria del mecanismo y las causas de la cosa, y otra cosa es que no, que se aspire a descubrir lo que está por debajo de todas las esplicaciones, lo que estaría por tanto en las cosas mismas.  En las cosas mismas, que directamente se nos tapan precisamente por la pretensión ideal de que sean las que son, y que entre otras cosas queden asimiladas las naturales a las fabricadas, de una manera bastante lógica.  De manera que esta distinción, ser capaz de preguntar al “¿por qué?” qué es lo que quiere, esto me parece que es también un ejercicio harto elemental que tendríamos que hacer: preguntarle a la pregunta, preguntar al “¿por qué?”.  Evidentemente, esto como veis va en el sentido de que las dudas, aparte de ser una cosa nuestra, de razonadores, de esplicadores, se trasmitan a las cosas, vengan a invadir o empapar las cosas en la duda.  De rebote, claro está, eso puede implicar que uno también, por decirlo así de una manera breve, si las cosas se deshacen en dudas, y eso es vida, eso es liberación de la certidumbre de la Muerte futura y de todo lo que nos cuentan, si las cosas se deshacen en dudas, entonces puede que uno también; que uno también se deshaga en dudas, y eso justamente sería también vida, liberación de la Muerte futura.

No voy a seguir más, de manera que a ver si conseguimos aprovechar el rato que nos queda para que cosas que son tal vez un poco demasiado simples, demasiado elementales, y eso pueda hacerlas dificultosas, se aclaren aquí todo lo posible.  Aparte de que podamos seguir otro día, si el Señor nos deja, pero en fin, por lo pronto hoy con respecto a algunas de las cuestiones o cualquiera de ellas que os parezca más bien atacar, la que os haya dejao más pensativo, dudoso o herido en lo que sea.  Adelante.

-()

A-¡Ah, cuando estábamos en el centro!

-Esactamente.  Pero lo que no entiendo qué es lo que dices que nos saca fuera, y que le das tanta importancia a los contrapuestos incongruentes.

A-Ah, eso no tiene mucho que ver con....   Eso es otra cuestión: la importancia de este misterio de la mano derecha y la mano izquierda.  Eso está tan metido en nosotros que puede pasar desapercibido.  No tiene que ver con lo de la medida, no tiene que ver nada directamente con lo de la medida.  Aparte de volver sobre derecha/izquierda si quieres, pero os advierto respecto a lo de la medida: efectivamente parece que a lo largo de estos siglos últimos de que tenemos registro de nuestras aventuras, nos hemos ido descentrando los hombres; nos hemos ido quitando de en medio, por lo menos en las imaginerías astronómicas y demás.  Quitando de en medio, ya sabéis: quitando de en medio la Tierra, que en principio como casa nuestra era el centro de todo, etc., etc., pero que cuando yo en estas entradas científicas que leo, y que a veces saco aquí, encuentro que sigue estando el centro aquí, en nosotros, es porque aunque se suponga que el Hombre no está en el centro, pero la Inteligencia sigue estando en el centro; la Inteligencia, a lo que corresponden el problema del observador y tantas cosas por el estilo.  De manera que es una hipocresía el descentramiento del Hombre, cuando a pesar de todo se sigue creyendo algo así, que hay entes inteligentes, el observador....   Los científicos mismos, no digamos la divulgación, se preguntan si por los astros y galaxias del Universo habrá otros seres inteligentes, y eso ya está revelando la trampa de la manera más descarada: se sigue pensando en la inteligencia después de todo como algo del observador, nuestra.  El camino es en el sentido que he dicho: dejar que la inteligencia se vaya allá, se vaya fuera, se vaya a las cosas, y a lo que nosotros nos toque de cosas, y por tanto de inteligencia, pero de ninguna manera empezando por oponer el inteligente a las cosas inteligibles.  Eso recuerda un poco al viejo Anaxágoras cuando sacó el ‘nôus’ en medio de las especulaciones físicas, y en lugar de entenderlo como la facultad conceptiva de los hombres, parece ser que trataba de entenderlo como la facultad conceptiva del Universo, del que movía y promovía las cosas.  Por ese camino va la Ciencia de vez en cuando: descubrir la inteligencia en las cosas, por ejemplo en los entes subatómicos que ella misma descubre.  Descubre la inteligencia en los fotones y todo eso, pero generalmente os aparece después estropeado y tapado por muchas otras cosas.  Quería recordaros eso respecto a lo de la pérdida de la centralidad.  Mira a ver si te quedaba algo sobre lo de derecha/izquierda.

-Es que no entiendo por qué te sorprende tanto lo de los contrapuestos incongruentes.  No sé qué es lo que nos saca fuera, qué descubre eso.  Los contrapuestos incongruentes, no he entendido qué es lo que nos quieres mostrar con ello.

A-Por ejemplo, que es escandaloso.  Habrá algunos que la acompañen en esto, ¿no?

-No sé si tiene que ver, pero a mí se me ocurría que lo que es escandaloso es que los contrapuestos incongruentes nos llevan también a pensar que la imagen que vemos nuestra en el espejo es incongruente también con nosotros mismos.

A-Sí, y es incongruente.

-Como la mano derecha y la izquierda de uno no se puede igualar a la otra.

A-Eso son contrapuestos incongruentes.  Resulta que el espejo es un caso único; resulta que en la imagen del espejo de la manera más inevitable mi mano derecha es la mano izquierda de él, y adquiere todos los caracteres de una mano izquierda.  ¿No?  ¿O estoy diciendo algo demasiao simple, y....?   No es más que eso, ¿eh?  Y luego sin embargo entre las cosas, especialmente las tridimensionales, no hay manera de conseguirlo.  Cuando los físicos se encuentran con esto, suelen acudir a un truco que creo que es bastante fácil de esplicar: supongamos que el mundo fuera de dos dimensiones y no de tres, que las cosas fueran de dos dimensiones, y entonces efectivamente un triángulo escaleno es un caso que al mirarse al espejo nos da la cosa.  Y sin embargo no hay manera por ningún procedimiento, ni genético ni no, de que el escaleno que está delante del espejo se trasforme en el escaleno que está en el espejo.  Claro.  Pero si entonces saltáramos a una dimensión que en ese mundo no hay, que permitiera doblar como se dobla un papel el uno sobre el otro, entonces ya tendríamos un procedimiento por el cual un triángulo escaleno se convertiría en el otro de manera tan simple.  Nosotros con tres dimensiones, si tuviéramos una cuarta, probablemente podríamos encontrar también la manera de que una mano derecha se convirtiera en una mano izquierda de alguna forma, ¿no?, incluso pasando a imaginerías como “igual que una cinta de Möebius pasa de las dos dimensiones a tres de alguna manera, nosotros podríamos pasar por un procedimiento análogo a todo eso”.  Bueno, esto sin embargo pues seguramente no hace que os parezca lo bastante escandalosa la cosa, pero tal vez empiece un poco a sugeriros que...  ¿O no?

-Hemos tratado hace tiempo lo de la imagen especular, y ni lo entendí entonces ni lo entiendo ahora esta sorpresa, este misterio que tanto nos...  Está el problema del giro a derecha, del giro a izquierda, el spín, y la () de la luz, que en muchos ámbitos físicos se presenta, y el problema es cómo comunicar la idea de derecha o izquierda si no hay una referencia próxima para señalarlo.  Pero el caso es....

A-A ver, a ver, lo de la ‘referencia próxima’.

-Que si alguien está en esta habitación y no sabe lo que es derecha e izquierda, yo no le puedo esplicar “la derecha es la que está mirando tu”, porque por tu propia forma de poderlo comunicar, y ese es un problema conocido insalvable hasta hace unos años en que un físico japonés descubrió que hay una partícula que no sé cual es, que no es simétrica, que es o de derecha o de izquierda, y esa partícula permitiría a alguien que estuviera en el otro estremo de la Galaxia decirle “derecha es lo que hace esta partícula cuando tal”, y habría una forma de comunicación, pero hasta (Socces) no había ningún fenómeno en la Naturaleza que no fuese simétrico, que no hubiese tanto derecha como izquierda, y por tanto no era posible identificar esto.

A-Bueno, y desde entonces seguimos igual, porque haría falta efectivamente mucha Fe para creer que ese descubrimiento respecto a las partículas subatómicas pudiera tomarse como un modelo esplicativo para hacerle entender a un niño o a una persona lo que está a la izquierda y lo que está a la derecha.

-() Es una cosa teórica, digamos, o astracta.

A-No, sino fuera de Teorías.  Fuera de Teorías es dificilísimo, como todo el mundo sabe, hacer entender lo que es derecha y lo que es izquierda a un niño y demás, cosa que es ya de por sí sorprendente.

-Pero el asombro de que no se pueda trasformar una mano derecha en una mano izquierda, eso no lo acabo de entender, porque en inglés el pulgar me parece que se dice (), y el del dedo se dice ‘toe’, pero si la mano derecha se llamase ‘gua’,  y la mano izquierda se llamase ‘pi’, pues entonces nadie se ().  Si partimos de que tan mano es esta como esta, () porque la situación es como la misma, pero al revés.  Si no las viésemos tan iguales no nos asombraría tanto.

A-¡Hombre, claro! Lo del asombro es que los contrapuestos incongruentes son esactamente iguales, escepto en que son incongruentes del todo.

-Dabas ejemplos tu en otras tertulias del uso del ‘yo’ y ‘tu’, que son iguales pero son también contrapuestos...

A-Más vale no tirar por ahí.  Estamos en cosas, ¿no?

-Pero otros ejemplos de contrapuestos no recuerdo ahora mismo de los que pusieses.

A-¿Aparte de las manos y los pies?  Hay cantidad de animales y plantas que son más o menos simétricos, y tienen un eje de simetría, y que cumplen eso con más o menos esactitud.  Ten en cuenta que aunque tomemos la mano izquierda y la derecha como ejemplos de contrapuestos incongruentes, sabemos que en realidad no están del todo bien anticopiadas la una con la otra, sugieren....

-() porque le llamamos a esto mano y a esto mano, y por eso....

A-No, no.  No creo que tenga que ver, porque efectivamente....

-En otro campo, en la química, hay los compuestos que tienen los mismos átomos, pero ordenados de forma simétrica, () y las propiedades son distintas.

A-Son dificultades para coger el asombro de esto que tal vez no harían falta.  Imaginad que Sócrates pregunta “¿qué es izquierda?”, y no “¿qué es mano?”.  “¿Qué es izquierda?”.

-Eso ya sería un problema.  Ahí hay que meter las dimensiones: “¿para dónde estás mirando tú?  ¿Para allá?”  Bueno, pues....

A-No, no, Sócrates no pregunta que le informen respecto a una localidad; pregunta por la noción misma: “¿qué es izquierda?”.

-No creo que se pueda hablar de la noción izquierda/derecha si no es referido a algo espacial.

A-Sí, sí, como de ‘mano’.

-Digo referido a algo espacial.

A-Como quieras, pero el caso es que lo mismo que puedes preguntar “¿qué es izquierda?”, puedes preguntar “¿qué es mano?”.   ¿Qué es izquierda?

-Si no hay cálculo espacial no cabe la noción de izquierda y derecha.

A-Estamos ahora otra vez en lo del tirar por la relatividad o tirar por la absolutitud.  El ejemplo de Kant es ilustrativo: mirad a ver lo que hacéis con un Dios Creador que no crea más cosa que una mano derecha.  Ésa es la cuestión.

-La izquierda es donde están los malos.

A-¡No, no, no, no!: un Dios Creador que hace una Creación....

-Dios creó la derecha para los buenos y la izquierda para los malos.

A-¡No, no, no, no, no!  No crea absolutamente nada más que una mano derecha.

-Eso sería lo mismo que decir “¿qué es lo grande?”.  O lo pequeño.

A-¿Es lo mismo?

-Sería lo mismo, ¿no?

A-Hombre, en ese sentido tiene relación con lo de la falta de centro de medida. Pero es una cosa más específica, más inmediata, ¿no?   Caramés.

-Sobre la cuestión en que apelabas a una especie de absoluto físico que determinara la cuestión de  lo que es izquierda y derecha, eso está claramente desmentido.  Los físicos () Matemáticas para definir ‘spin’, y ‘momento’. Es decir, eso claramente está escluido, no puede ser.  Cualquier físico evidentemente lo da como natural, pero (), en la rotación, eso pues es una cosa que viene dada, sin plantearse que es una convención matemática.

A-Él pensaba que se podía esplicar como un istrumento ‘pedagógico’, digamos, para esplicar qué es izquierda y derecha, ¿no?  Es un poco absurdo, sí.

-().  Hay que estar continuamente pendientes de cómo nos orientamos, y es el problema, que dónde nos orientamos.

-¿Serían incongruentes Norte y Sur?

A-No, no.  Salvo que los conviertas en izquierda y derecha, que es muy fácil, y entonces todo se reduce a lo mismo.  Usamos lo de mano izquierda y mano derecha para esta noción, que yo creo que es clara, de contrapuestos incongruentes.  No lo cumplen del todo nunca nuestras manos: cosas que son esactamente la misma, copias perfectas la una de la otra, y que no pueden más que en el espejo reducirse la una y la otra.  Es algo que nos enseña mucho respecto a el espejo como caso único y singular que puede servir para esta guerra.

-Pero el espejo está bien que nos asombre muchísimo y es una maravilla, pero eso de que cambie izquierda por derecha, no es verdad.

A-¿Ah, no?

-El espejo, fenómeno simétrico, lo que hace es cambiar delante por detrás.  Si uno se (), y por eso nos parece que la mano izquierda pasa a ser derecha, y la derecha, izquierda.

A-¡Que noooo!  ¡Que noooo! 

-  () de delante hacia atrás.

A-¡Que noooo!  Cambias en estructura.  El del espejo tiene una mano izquierda que es esactamente igual que mi mano derecha...

-Es que si en la derecha tienes un anillo, aparecerá en la izquierda.

-¡Pues es lo que está diciendo!

-()

A-Más de los que tienen dificultad para asombrarse de lo de los contrapuestos incongruentes.  Más que a lo mejor tienen dificultades por otro lado.

-No deja de ser un misterio lo de mano derecha y mano izquierda.  Ahora, el espejo uno podría decir que es un artificio, porque con espejo o sin espejo las cosas suceden igual.  Mi mano derecha ha sido costruída con una izquierda, y mi mano izquierda ha sido costruída con una derecha.  ().  Yo muevo la derecha y él mueve la izquierda, y viceversa.

A-Sí, ‘por’, lo que dices, Horacio, ‘por’, tal vez hay que (ignorarlo) un poco.  Efectivamente, parece que en contra de entender lo de relacional o relativo mal, como he estado criticando, se puede decir..  Cuando el año pasao abandonamos esto, habíamos quedado más o menos así: que es que una mano derecha se hace por la izquierda, es decir, que si presentamos la cosa en imagen de Creación, no tenemos más remedio que decir que en muchas cosas, no en todas, la Creación se ha ido haciendo en dos sentidos opuestos, tirando por un lado y tirando por otro, y por tanto fabricando a la vez, y la una por la otra, una derecha y una izquierda.  Esto, volviendo a la ocurrencia del buen Kant, sería decirle, “¿y si le ponemos un espejo?”; “¿y si le ponemos un espejo a ese único objeto de la Creación que es una mano derecha?”.  Lo del espejo sugiere esto: si es así, si este misterio de la mano izquierda y mano derecha nos obliga a suponer una costitución de las cosas, o de muchas de las cosas, por vía de una Creación en sentido opuesto, de tal forma que no se pueda dar la una sin la otra, entonces eso puede prolongarse en consideraciones acerca de la función del espejo en el que uno se mira.  No por narcisismo, sino al revés, porque efectivamente por esa vía, si uno se mira al espejo tal como una mano derecha mira en el espejo su mano izquierda, si es que eso es posible que se pueda alcanzar, mirad a ver qué pasa.  Una mano derecha ve tranquilamente en el espejo su izquierda, y reconoce la identidad y la incongruencia al mismo tiempo, si uno se mira al espejo.  Si uno se mira al espejo, aunque no se trate ya de izquierda/derecha, sino de cosas más generales, y se mira de esa manera, como descubriendo que es lo mismo, pero que es lo contrario.  Imaginad que eso es una vía que coloca al espejo, o a la utilización de cualquier imaginería especular, en un lugar muy central para esta guerra, ¿no?  Por decirlo a lo vulgar, habría que aprender a mirarse al espejo.  Habría que aprender a mirarse al espejo, y desde luego para eso el misterio izquierda/derecha es una guía formidable.  ¿Qué más, antes de que nos tengamos que ir?

-Por cambiar de asunto: esos dos porqués que nos has abierto, uno que interroga por la causa, la esplicación de por qué las cosas son las que son, y el otro que pregunta o intenta descubrir directamente en las cosas algo que nos diga de suyo y que nos hable, pues me parece que es una buena táctica para dejar que las cosas hablen, el establecer el juego entre esos dos porqués, en el sentido de que uno vaya levantando esplicaciones que luego siempre van a estar dentro de la Realidad, y el otro, agarrándose a las cosas, pues tal vez pueda con ese impulso ayudar a desmontar la mentira de las respuestas que vaya aportando la otra rama.

A-Sí, bueno, veo más bien el tono y el sentido de lo que dices que la ligazón.  Por supuesto, lo primero que hay que hacer es preguntarle al “¿por qué?”, lo que he tratado de hacer con vosotros al final.  Eso he querido presentarlo como algo que valga en general para toda la cuestión.  Pero preguntarle al “¿por qué?”.  Es preciso, porque en general, pero especialmente en la Ciencia, la confusión reina, es decir, que si a un físico cualquiera de los más avezados de los que aquí leemos le hacemos la pregunta del “¿por qué?”, entonces se pondrán al descubierto enseguida las confusiones entre ‘formulación satisfactoria’ y ‘Naturaleza’, lo cual (segundo) () sería lo mismo: ¿qué es lo que estamos persiguiendo, una formulación, por ejemplo en Física, satisfactoria para los esperimentos múltiples que sobre el caso se han hecho?  ¿O estamos buscando eso que ellos llaman ‘Naturaleza’, y no sabemos lo que es, es decir, estamos dejando que sea el misterio mismo, la duda misma, la que responda?  ¿Qué más?

-¿Qué es eso último que has dicho?

A-Dejar que sea el misterio mismo, la duda misma, la que responda.  Lo que antes os estuve desarrollando, diciendo eso de que las cosas se suman en dudas.  No Uno, no el Inteligente: que las cosas se suman en dudas, confiando que eso hará también que uno mismo se suma en dudas o se deshaga en dudas.  Deshacer, en el caso de las cosas y en el mío, consiste en lo que hemos dicho: destapar la mentira de la pretensión de que la cosa es la que es, de que yo soy el que soy, por ejemplo. (Desaparecer), no ser la misma cosa.

-Pero esa mentira de la que hablas parece que se ha formulado como de dos maneras: la pretensión de la mentira de que las cosas sean lo que son, y luego he creído oír también como la pretensión por la que se impone a las cosas el ser lo que son.  Esa imposición.....

A-No, no, no son dos cosas.

-Yo creo haber oído eso.

A-No, no, son la misma.   La....

-Porque si hay una imposición, entonces esa imposición tiene que venir de algún lado, y no parece que sea lo mismo una formulación que la otra. 

A-Es lo mismo.  Ya dije que esto de el destapar la mentira no puede referirse a las cosas mismas, con las cuales no tiene sentido, sino a la pretensión de ser lo que son, y que esta pretensión viene de Arriba, como os dije.  Viene de Arriba, es decir, es una muestra del ideal, que es justamente el que impone las ideas de ser el que es, las ideas de Dios, de esactitud también perfecta dentro de las cosas......  Ideales.  Viene de ahí, de que entes que no existen de por sí, como ‘perfecto’, ‘todo’, ‘uno’, ‘ser’......, sin embargo están costantemente costituyendo la Realidad.  No las cosas sueltas y de por sí: la Realidad, lo que suele llamarse ‘la Realidad de las cosas’, tomadas como un conjunto y dotadas ya de existencia.

-¿Y cómo es con respecto a eso la diferencia que sacabas entre las cosas naturales y artificiales, de que las artificiales tienen esa pretensión como dentro, y las otras no?  Es que a las artificiales....

A-Bueno, más o menos, ¿no?  Es una diferencia gradual más bien: lo que os dije es que efectivamente, no hay más remedio que reconocer vulgarmente que las que no hemos hecho nosotros son encantandoras, mientras no las convirtamos en algo semejante a lo que hacemos nosotros.  Y que cuesta más trabajo, pero que de todas maneras no hay más remedio, porque el Orden, el Poder (Estado, Capital, Ciencia), tienen Leyes (jurídicas, científicas, morales), que se fundan en que hay Leyes Naturales, y por tanto, como eso está así, no nos queda más remedio que aplicar el análisis físico a las cosas también pretendidamente naturales, para descubrir que esa Fe en lo físico es sin fundamento, es falsa.  Lo encontramos ahí que las cosas son lo que son, y por tanto toda la torre que sobre eso está montada, que es la torre del Orden Social, de las Leyes, Moral, y todo eso, evidentemente se viene abajo, porque está asentada sobre una creencia en Leyes Naturales, Físicas, y por tanto fatales, incontrovertibles.  Está sirviendo para eso.  Si os fijáis, cualquier Ley Moral, cualquier precepto que se imponga, está suponiendo por debajo siempre que hay algo natural, a lo que hay que atenerse, a lo que hay que corregir, o lo que queráis, por medio de lo otro.  Por eso es por lo que no podemos parar, y también a las cosas naturales tenemos que analizarlas, descubrir la....

-Se me ocurría un ejemplo con esto de las cosas naturales y artificiales: que por ejemplo podemos pensar que una silla es artificial, pero si te sientas en el tocón de un árbol, eso ya es una silla.

A-Sí, el paso de lo uno a lo otro es útil.  Que el uso hace el objeto, es una cosa que se ha dicho muchas veces, ¿no?   Por eso digo que la diferencia es nada más que gradual: era preciso reconocer que el análisis de cosas hechas por nosotros, como una silla, es mucho más fácil que el análisis, a pesar del uso, de un tronco de árbol,  y que justamente se trata de no aplicarle el mismo procedimiento a lo uno que a lo otro. Sí.

-A lo mejor me dejo arrastrar por una imaginería, así que vaya el aviso por delante: sí que me parecía ahora que a medida que avanzamos en la evolución de los animales, parece que los superiores tienden a estar compuestos de contrapuestos incongruentes, y que a medida que descendemos parece que se van encontrando menos.  En los homínidos, los cuadrúpedos, ahí todavía los encontramos acaso.  En los elefantes o los tigres ya vamos bajando.  Los gatos, las lagartijas, todavía los encontramos.  Las tortugas.  Pero en peces la cosa empieza ya a entrar en duda, ya no hay tantos miembros como en el caso del elefante, o el chimpancé, o nosotros.

-Estamos hablando de simetría por un plano.

-Sí, pero que no todo el cuerpo humano está hecho de contrapuestos incongruentes.  Y a medida que descendemos parece que hay menos, ¿no?

A-No sé, hay contradicciones para eso también.  Yo creo que es fácil descubrir en las plantas casos de organización por contrapuestos incongruentes, y por el contrario en nosotros, los más avanzados, en cuanto a huesos y demás, la verdad es que nos comportamos como si estuviéramos mucho más amorfos que digamos las estrellas de mar o una cosa por el estilo, ¿no?, que son mucho más formales.  No creo yo que se pueda establecer en nuestra imaginería de la evolución animal una regla que haga que los contrapuestos incongruentes estén más arriba.  Están ahí simplemente, hay muchas cosas en que se dan, y yo os pediría que si puede ser deis vueltas a eso y os preguntéis, como han hecho algunos de vosotros, por qué asombrarse tanto, y ver si eso se liga con lo demás o no, con lo del espejo también.

-Creo que has dicho hace poco que Dios es un ideal, y creo que esa es una verdad absoluta.

A-No, no: Dios es un ideal cuando es el Dios supremo, que es como si fuera el Ser, el Ser lo que es.  En Ése es en el que estaba pensado sobre todo, porque luego hay como sabemos muchos dioses de andar por casa, incluso entre los de las Religiones avanzadas.  Sí.

-¿Qué pasaría si nos deshiciéramos en dudas, digamos?  Se perdería el juicio, se perderían los sentimientos.

A-¿Los sentimientos?  El juicio, sí.

-¿Y los sentimientos de dónde parten?

A-Los sentimientos no tienen mucho que ver.  Lo que he dicho de liberación de las cosas, quiere decir liberación de los sentimientos.  Los sentimientos están presos.  ¿Por quién?: por (siempre las mismas cadenas), las ideas de los propios sentimientos, y las reglas que por tanto se les imponen.  Bueno, aprovecho para cortar entonces, y os agradecería......  ¡Ah!

-Pensaba que una forma igual de análisis y de enfoque, en cuanto a la pretensión de las cosas, pues podía ser que la vida nos la ponen, la Realidad, como si fuera un vaso, es como una obsesión compulsiva, el pensamiento de todo el mundo que está amedrentado por Arriba, ¿no?, que tiene que ser así el vaso, con la boca hacia arriba, y echar el agua por aquí.  Pero quizás una forma de mirarlo de otra forma es darle la vuelta al vaso, y no pasa nada, ¿no?, porque lo estás viendo desde otra perspectiva.  No tiene la misma función, pero sigue siendo un vaso, y descubres cosas, descubres otras formas.

A-Sí, puede pasarse, pero ya he dicho que el procedimiento es la pregunta “¿qué es?”.  Preguntar “¿qué es?”, “eso, lo que sea, ¿qué es?”, ‘vida’, por ejemplo, ¿qué es?, caiga quien caiga.

-Es una forma de preguntarse, ¿no?

A-Sí, se puede pasar por eso, pero lo importante es eso: la pregunta viva, “¿qué es?”.  No esperando satisfacción en ninguna respuesta de las que quedan dentro de la conformidad, sino despiadadamente, caiga quien caiga.  “¿Qué es eso?”.

Bueno, pues si encontráis motivos, o para el asombro por lo de derecha/izquierda, o para cualquier otra cosa, y si el Señor por otra parte nos deja, dentro de siete días le seguiremos dando vueltas.