27.08.2014

Tertulia Política número 210 (30 de Diciembre de 2009)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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TRANSCRIPCIÓN:

 

 
Bueno, vamos a empezar, a ver si nos dejan oírnos. Se trataba estos días, como recordáis, de descubrir los misterios, incongruencias, estrañezas, que se manifiestan en el nivel más inmediato, más palpable, entre las cosas, de las cuales nos ha tenido prendidos sobre todo el misterio ese elemental de la derecha/izquierda, el hecho en sí de los contrapuestos incongruentes y la convención posterior que no sólo distingue y opone derecha con izquierda sino que pone nombres y hace que sea una de las dos la que se llame izquierda, y luego contribuye con el progreso de la convención (esto ya es por tanto humano, del tipo de cosas que somos), va insistiendo en contravenir el principio de que los dos que se contraponen son idénticos el uno al otro por todo lo demás, es decir, como el que está en el espejo en su relación conmigo que estoy delante del espejo y que lleva naturalmente el anillo que yo llevo en el índice de mi mano izquierda lo lleva él en su derecha, naturalmente. La distinción, el insistir, el elegir una de las dos con su nombre y con sus cualidades propias es por tanto algo que se sobrepone a el principio mismo de ordenación de las cosas o de algunas cosas, que es lo de que muchas de ellas, entre ellas nosotros como cosas, estemos costituidos así, en izquierda y derecha, oreja derecha/oreja izquierda, pie derecho/pie izquierdo, idénticos por lo demás el uno al otro sólo que irreductibles por el hecho de que el uno está frente al otro (izquierda/derecha).

Os recuerdo brevemente este misterio que suele pasar desapercibido por lo demasiado aparente que es [] los misterios de las cosas cotidianas en general. Pero tengo que recordaros a qué viene este giro que ha tomado nuestra conversación, nuestra guerra contra la Fe, estos últimos días, que es que, como los que me acompañan hace tiempo saben bien, las causas físicas, naturales, los hechos en general que suelen separarse como físicos, materiales, estraños a nosotros hombres, son el fundamento en que el Poder se apoya para determinar la ordenación propiamente social entre nosotros; no podría hacer nada el Poder si no hubiera o se hubiera imbuido de una Fe en las cosas palpables y materiales, por eso es por lo que la Física está cargada de Política y no hay manera de que en esta tertulia política contra el Poder podamos olvidarnos de las cuestiones físicas sino que tenemos que volver a ellas costantemente, porque normalmente si alguna rebelión se produce frente a las Leyes del Estado o del Dinero, o las apariciones más inmediatas para nosotros del Poder, el Poder recurrirá enseguida a lo natural, lo anterior a lo humano, que son las leyes físicas; las leyes, las necesidades y los propios hechos físicos. Por eso es por lo que en una tertulia política importa tanto esto de las cuestiones físicas, y sobre ello vamos a seguirnos debatiendo.

Pero todavía, aparte del pequeño recordatorio que os he hecho de por dónde iban las cuestiones derecha/izquierda, os voy a decir y preguntar algo más con respecto a los hechos que se dan por naturales, físicos, que es esto: hay evidentemente cosas raras, de primeras imprevisibles, imprevistas, en los hechos naturales, llamados naturales por nosotros, pero por mi parte yo no he dejado de estar estrañado conmigo mismo muchas veces de que no me pasen cosas de verdad estraordinarias, maravillosas, mágicas, sobrenaturales, no me pasen nunca, porque veo a mi alrededor que a la mayor parte de la gente le pasa y que creen en muchas cosas de ese estilo, creen en correlaciones entre hechos, apariciones que se esplican por eso: porque hay, mezclados con las cosas, principios de alguna manera mágicos, subliminales -como se puede decir a veces-, milagrosos -como se podría decir otras veces-. Lo encuentro como muy frecuente y por eso, dentro de un momento, os voy a preguntar a los presentes cuál es su esperiencia y lo que ellos sienten respecto a la aparición de estos hechos contranaturales o maravillosos dentro de nuestro mundo ¿no?

Yo estoy estrañado, creo que puedo decir que nunca me ha pasao nada de eso, que nunca me ha pasado ningún milagro, me han pasado ciertamente cosas harto estrañas, raras, que no suelen suceder, pero, vamos, nada que se parezca a un milagro ni que me obligue a creer en principios que actúan por debajo de la cadena corriente de los hechos y las relaciones reales. A veces, en situaciones que está uno en trances un poco estraordinarios, por ejemplo en trances de una relación amorosa o de una locura amorosa, puede producirse un corte imposible de dos cartas en correspondencia, una aparición de alguien nunca visto desde muchos años cuando menos se le esperaba y cualesquiera otros asomos de eso, de lo maravilloso, de lo contranatural. Claro, cuando a uno se le presentan cosas de éstas, uno tiende, para librarse de la magia, tiende a atribuirlo a la coincidencia, y atribuirlo a la coincidencia a que haya coincidencias raras, imprevisibles, un poco fuera de la cuenta. El acudir a esto tampoco es muy satisfactorio porque se parece a aquello que les pasa (de esto hemos hablado varias veces tratando de hechos físicos) a los que quieren rehuir la necesidad de las leyes físicas la cadena de la causalidad por el procedimiento de acudir a la casualidad, a la coincidencia fortuita.

Ya, los que estabais conmigo, recordáis que esta salida no aparecía muy satisfactoria tampoco por ninguna parte. Por eso, antes de seguir, voy un rato a preguntaros a los presentes qué es lo que a ellos les pasa con respecto a los hechos milagrosos y lo que les pasa con su grado de creencia en fuerzas ocultas y cosas por el estilo. De manera que me importa saber hasta qué punto estoy muy solo o muy acompañado en cuanto a esta manera de presentárseme este tipo de cosas. Así que, venga, ya espero, antes de pasar a más, contribuciones. Si alguien cree en fantasmas, [], si alguien, en el momento de llegar a esta sala creía y cree en fantasmas, no debe tener ninguna vergüenza de decirlo, ¿eh?, porque, claro, a mí ya se me ve en la cara que, como no creo, pues no me lo voy a [tragar], pero eso no importa, porque aquí de lo que se trata es que la diversidad de actitudes nos ayude a plantearnos problemas.

    - Pues yo siempre he creído que no creía en fantasmas, pero yo me tuve que ir de una casa porque los fantasmas se manifestaban por allí, haciendo ruidos, abriendo ventanas, corriendo ráfagas de aire. Y no me pasaba solamente sola, o sea, me pasaba acompañada. Una noche, con un novio que tenía yo allí, estaba él rezando a su padre que estaba muerto y todo, diciéndole “Que no nos hagan nada”, porque se oían… mi habitación estaba en un altillo y se oían literalmente los pasos del crujido de la escalerilla de madera. Y otra vez me ocurrió que mi hermana vino a probarse un bañador que se había comprado, era verano calurosísimo, no había una gota de aire, y vino a mi casa porque estaba más cerca, a probárselo, y vamos, nos tuvimos que ir de allí. Mi hermana me dijo “No vuelves a dormir aquí”: se abrió la ventana, una ventisca, la bolsa volando como si hubiera un volumen dentro de la bolsa, o sea, como si hubiera un volumen físico. Y ésa es mi experiencia, nunca he dado… pero el caso es que yo me fui de aquella casa y sin más. No he vuelto a tener experiencias de ese tipo, pero aquello me ocurrió.

    AGC - Pero ya con ésa te quedarías un poco intranquila para siempre ¿no?

    - Me quedé servida ya, sí.

    AGC - ¿Eh?, ¿o no?

    - No, lo que pasa es que como si hubieras sido tú solo, porque muchas veces, con el tiempo, llegaba a pensar, a decir “Pues eso será algo que me he inventado, que lo he soñado, que tal”, pero como tengo personas que lo vivieron conmigo… También le ocurrió a mi madre otro día, que venía en aquella época, que era más joven, mi madre me traía a veces un poquito de caldo que le había sobrao y me lo dejaba en la nevera, por ejemplo. Y tenía una llave de casa. Y un día volvía yo también de mi trabajo, con mis cosas, y se quedó, dice “Pero ¿no estabas tú en casa?, digo “No”, dice “Pues vamos a llamar a la policía, porque había en el altillo…, o sea, había un ruido que yo me creí que estabas con algún amante por ahí, y yo me he ido sigilosamente, y lo que pasa que no me he dado cuenta y he echao la llave, y volvía para abrirte. Y entonces, si no estás tú, es que había ladrones”. Y no había nadie, ni ladrones ni nada. Entonces fueron muchas experiencias así, que la gente presentía…

    AGC - Y no habían cogido de la nevera el tarro de tu madre ¿no?

    - No.

    AGC - ¿Eh?, ¿no?

    - No, pero luego, posteriormente, a una gente le dejé vivir en casa y yo le había contado lo que había pasado, yo ya no estaba, estaba fuera, y cuando volví… tenía unas botellitas allí de whisky, muy bueno, por cierto, y me dijeron que se lo habían bebido los fantasmas.

    AGC - Bueno, pues ya veis, ahora voy a seguir oyendo testimonios, pero esto efectivamente hace reír a la… (generalmente), hace reír porque ya sabéis que la risa, entre otras cosas, es una defensa con respecto a lo imprevisto, a lo imprevisible, y uno no quiere que le den muchas sorpresas, y una de las maneras es reírse, pero, claro, evidentemente es un recurso muy de momento y que no basta, es, después de todo, una cuestión seria la que aquí estamos tratando. Seria con respecto a descubrir lo que hay de verdad o no en los cuentos que desde Arriba nos cuentan acerca de cómo es la Realidad y las leyes que la rigen. Esto es una cuestión que se nos ha revelado de importancia política primaria, de manera que es un caso serio.

Recojamos más, por favor, y me gustaría que fueran tan esplícitos y tan divertidos en primera istancia como los de Ester. ¿Qué más hay por ahí? A ver.

    - Yo, en mi caso, ya desde la última vez que hablábamos de esto… O sea, yo, en principio, me pasa un poco como con Ester, que no creo en eso, pero sí que desde la última vez que lo comentamos me he dao cuenta de que siempre me tengo que estar diciendo que no creo en eso, o sea que, pues no sé, que el hecho de vivir solo como vivo yo últimamente, ¿no?, más o menos, en una casa, siempre tienes que estar diciéndotelo, diciéndote “No, no, eso no puede ser”. O sea, que en el fondo siempre, cuando estás solo, tiendes a… No sé, yo en mí mismo encuentro esa tendencia a intentar dar una explicación a cosas que te pasan, cuando estás solo en casa, como fantasmales o de ese tipo. Entonces, siempre me tengo que estar diciendo “No, no, si es que eso no puede ser”.

    AGC - Sí, porque uno de ordinario, ante esos temores que entran, tiene que encontrar una esplicación, y entonces las esplicaciones parece que van todas por mal camino “¿Es que de verdad hay fuerzas estrañas que yo no puedo prever, o es que yo me estoy volviendo un poco majara y por eso es por lo que vienen estos temores?, pero es así”. A cualquiera, el estar solo, solo, y mucho tiempo, pues le favorece que le surjan esas cosas ¿no?

Os adelanto que… (voy a recoger más, ¿eh?, porque va muy poca información hasta ahora, voy a recoger más), pero os adelanto que la cuestión del miedo que está aquí, como veis, ya muy presente a través de los ejemplos, tiene que plantearse así, a veces nos hemos acercado a plantearla de esta manera: se dice que los niños tienen miedo de la oscuridad (esto lo habéis oído), se dice que los niños tienen miedo de la oscuridad. La oscuridad trata de representar la falta de luz, el sitio donde no hay nada, y entonces los adultos interpretan eso como una prueba de que nuestro miedo es un miedo a lo desconocido. Lo habéis oído muchas veces. Bueno, desde aquí, en este adelantamiento, pues me opongo contra eso decididamente. Yo no creo en tales niños en el sentido de que no creo que tengan miedo de ninguna oscuridad despoblada, sino ya poblada de duendes, brujas, hombre del saco y los muchos otros pobladores de la oscuridad que los mayores les han enseñado desde pequeños, a veces con la buena intención de que aprendan a ser prudentes y a que se guarden de las cosas que hay que guardarse, ¿no?, y que miren debajo de la cama si es preciso, cosas de ésas.

No creo que haya nunca en estas esperiencias que se cuentan una mera oscuridad, no está lo desconocido, lo puramente desconocido, pienso que el miedo está, por lo contrario, ligado a hechos y elementos que se conocen, que se cuentan, que se mencionan y que pueden llenar la imaginación del niño o de quien sea a cada momento. 

Esto es importante porque después de todo el Poder, con el que aquí guerreamos, se funda en el miedo, y como te hacen creer que tienes que tener miedo de lo desconocido, del caos, por ejemplo, entonces van y te lo cambian por miedos del porvenir, de las desgracias que te pueden caer o de lo corta que se te puede quedar la cuenta el mes que viene, y en definitiva, ya sabéis, el miedo de la muerte que nunca está aquí, ninguna desconocida, porque está mucho más tratada y metida dentro de nosotros que el hombre del saco y que las brujas, pero futura, nunca está aquí. De manera que, como el Poder está fundado en esto, es muy importante que, cuando acudamos al miedo nuestro o de los niños, no nos confundamos de la manera que la confusión suele darse.

Bueno, y después de esto, que efectivamente es un poco, tal vez, adelantarme, vuelvo a recoger esperiencias, restos de creencias, confesiones de creer en fantasmas, que no es nada deshonroso, que cualquiera pueda ofrecernos. Importante que saquéis más, cuantas más, mejor. Vamos, por favor, venga. A ver.

    - Bueno, ésta no va de fantasmas, pero yo creo que tiene algo que ver con lo que estás contando, algo que te sorprende como desconocido y que no sabes explicar, ¿no? Y yo recuerdo que es una historia que me ocurrió hace años, yo vivía en una aldea, en un pueblo de Galicia y teníamos un perro, y éste era un perrito pequeñito que nos acababan de traer, nos lo habían regalao, y como se suponía que había que vacunarlos y todas estas historias, pues nosotros hicimos todo el rito que había que hacer. El caso es que a ese perro le vacunaron y esa misma noche que le vacunaron empezó a ponerse muy enfermo, muy enfermo, muy malito, muy malito, le veíamos que se arrugaba, se arrugaba, se quedaba, bueno, pues como se quedan los animales cuando se sienten mal, que se ponen en un rinconcito y… Entonces intentamos pues por todos los medios buscar un veterinario, como no encontrábamos un veterinario a esas horas, en Galicia hay muchos médicos de pueblo, gente que te dice “Bueno, pues yo te echo una mano” y tal. Buscamos algunos vecinos, intentamos darle cosas de éstas que te dan los señores para remediarlo… Nada, aquel perro se moría. Se moría, se moría, se veía que se moría. En todo este trajín que nos llevó durante todo el día yo estaba siempre con una sensación como de que parecía que todo se ponía en contra: ni encontrabas el veterinario, ni el señor le podía hacer nada, y sin embargo me estaba rondando todo el tiempo por dentro la sensación de que aquel perrito que estaba en aquel rinconcito se estaba muriendo ajeno a todos nosotros, ¿no? Entonces algo, no sé qué fue lo que surgió, lo que brotó dentro de uno, por decirlo de alguna manera, que sentí que tenía que ir hacia a aquel perro, ponerme con él y empezar a acariciarlo. Era la única manera de curarlo. No sé cómo, no sé por qué. Y es que efectivamente eso me iba rondando y decía “Esto es una locura, es una tontería, esto es como pensar en milagros”, ¿no? Pero a fuerza de dejarme llevar por aquello, al final lo hice, tampoco había otro remedio ya. Entonces llegué allí, cogí a aquel perro entre los brazos, era chiquitito, empecé a acariciarlo, acariciarlo, acariciarlo, acariciarlo, y en ratos, pero mucho rato con él, y de pronto aquel perro empezó como a sentirse mejor, a sentirse mejor. Me acuerdo que ya era tardísimo, estaba cansadísimo, me tuve que ir a la cama. A la mañana siguiente me encontré al perro en el suelo, se le había abierto todo el vientre, estaba todo lleno de pus hacia fuera, pero chorretones de pus, pero el perro estaba vivo, vivo y encontrándose mejor. Le curamos todo aquello como pudimos, le sacamos toda aquella pus, todo aquello, se fue recuperando y el perro vivió, pues veinte años. Yo sólo me quedé con una cosa como diciendo “¿Qué ha sido esto?”, ¿no?

    AGC - Bueno, fuiste…, te convertiste en un aprendiz de curandero eficaz, porque hay otros que hacen cosas de ésas profesionalmente. Lo notable de tu caso es que por una ispiración que te llegó de donde fuera, lo aprendiste en el momento. Supongo que a todos nos han contao o algunos de vosotros pueden haber asistido a los milagros que hacen las curanderas y los curanderos. ¿A ninguno os han contao cómo una curandera cura las verrugas?: contándolas. Creo que eso está muy estendido: que uno tiene muchas verrugas, acude a la curandera o bruja, le dice que las cuente, las cuenta y se le quitan al día siguiente. A lo mejor hay entre vosotros alguno que no lo haya oído, sino que haya asistido a este tipo de milagro, no sería nada estraño dado los que somos aquí en número. ¿Ninguno ha asistido a esto? Contarlo, lo habréis oído contar, porque efectivamente es una práctica muy estendida entre curanderos. ¿No?, ¿ninguno ha asistido a eso? ¿Ninguno ha asistido a algún otro milagro así, ajeno a las prácticas habituales o de la Medicina o de la… o a las esplicaiones de la Ciencia en general, que es lo que andamos aquí buscando? Vamos, alguien tiene que haber tenido por lo menos algunos motivos de…

    - A mí me parece que todas esas cosas tienen explicación.

    AGC - Sí, pero no lo digas así, en abstracto, porque ahora estoy pidiendo esperiencias concretas; concretas, inmediatas. Que todas estas cosas tienen esplicación es lo que la Ciencia te hace creer. Claro, es que aquí naturalmente no podemos por menos de estar contra la creencia en brujas y la práctica de las brujas, no podemos por menos estar en contra, pero es que no podemos por menos de estar en contra de la Ciencia, de la ortodoxa. De manera que guardaos de contraponer lo uno con lo otro, porque, como al principio os hemos recordado, en esta tertulia política se ha descubierto, entre otras cosas, que las leyes del Poder que tanto nos oprimen se apoyan y fundan en leyes físicas, y por tanto en una Ciencia física que esplica cómo son las cosas de la Realidad, y quien mantiene la Fe, quien sigue manteniendo la Fe en esta Ciencia es lo mismo que en otros tiempos mantenía la Fe en la Iglesia Católica, da esactamente igual. Son los istrumentos que el Poder necesita para asentar una Fe firme en los hechos físicos que le va a servir para, sobre ellos, justificar y sostener todas las leyes y los juicios y las disposiciones morales de todo tipo. Así que no salgáis con que “alguna esplicación habrá”, pensando en una esplicación científica o religiosa, da lo mismo. Aquí sigo pidiéndoos ver hasta qué punto estoy solo o acompañado en la manera de habérmelas con los milagros, o que tienden a aparecerse como milagros.

    - Yo puedo contar uno…

    AGC - Venga.

    - …que no me ha pasado a mí, le ha pasado a una amiga mía. Que estaba hablando por teléfono en Madrid, con otra persona en Madrid, y (por la mañana, un día) y a cada rato ella paraba la conversación para decir “¿No oyes como una ambulancia, una sirena de policía o de ambulancia?”. La otra persona no oía nada. Y al rato ella volvía a insistir “Pero ¿no lo oyes?, se oye clarísimo, una sirena de policía o de ambulancia”. Bueno, pues total, que siguen la conversación, cuelgan, y nada más colgar recibe ella una llamada diciendo que su hijo ha sufrido un accidente, y está en coma tres días. Ya está, ésa es la experiencia que tuvo esta señora.

    AGC - Ya.
   
    - Que es curioso.

    AGC - Sí, se deja reducir a esa cosa que he dicho de la coincidencia. Se deja reducir un poco mejor por el mismo hecho de que hay tantas ambulancias y sirenas de policía en nuestro mundo, y cada vez más, que naturalmente el número y la frecuencia le quita a la coincidencia fortuita pues mucho de asombroso. Pero está bien. Más, más cosas, por favor.

    - Bueno, Agustín, creo que no es lo que pides, pero yo recuerdo en la catedral de Salamanca, en la vieja, que había como una especie de cómic, de medieval o de cuando fuera, que contaba un milagro, ¿no?, lo contaba ahí, en unos azulejos, unos dibujitos y tal. Y el milagro consistía en que a uno de los albañiles que habían hecho la catedral, pues que le había caído un pedrusco de aquellos, enorme, en la cabeza, le había abierto la crisma, pero le habían encomendao a no sé qué santo (no me acuerdo si era el santo, o la virgen o lo que fuera), y el hombre se había recuperao. Y a mí lo que me dio, según vi aquella historia, era decir “Jo, esto es para que no le pase a nadie más”.

    AGC - ¿“Para”?

    - “Para que no le pase a nadie más”. Para que se sepa que esto es un milagro, que es una cosa excepcional, y que al próximo que le caiga una piedra se muera y se joda, vamos. Que de alguna manera el reconocerlo como un hecho excepcional, ¿no?, le da una categoría que hace que ya no pueda volver a pasar fácilmente por lo menos, ¿no?

    AGC - Ya.

    - Quizás era un poco esa sensación.

    AGC - Bueno, tal vez es un poco demasiao mal pensar por tu parte con respecto… por lo menos de esa manera, ¿no? Desde luego en el antiguo Régimen, el Poder, que estaba representado por la Iglesia, tenía mucho interés en que  se creyera que hay milagros, pero es porque tenía la esplicación: no es que haya milagros como algo desconocido, ya sabéis que está Dios detrás, está Dios detrás que ispira a los santos y que les puede permitir toda clase de milagros, ¿no? Antiguamente era muy necesario y todavía la propia Iglesia Romana arrastra del antiguo Régimen la necesidad de, para canonizar a Fulano o Mengana, reunir una cierta cantidad de milagros que sea suficiente para asegurar sus poderes. Pero en el Régimen actual, el que hoy padecemos, donde la única Religión principal y dominante de todas las demás es la Ciencia, ahí naturalmente es lo mismo: podéis creer en las cosas más maravillosas, más increíbles, no hay inconveniente, pero no olvidéis que detrás hay una esplicación, no está Dios pero hay una esplicación científica, porque ésa es la Fe que os han imbuido. Ya en otra ocasión hemos recordao la necesidad de reconocer los milagros de muchas de las cosas que las aplicaciones técnicas de la Ciencia nos han dado: la trasmisión telefónica digital sin cables. Bueno, lo otro ya es un milagro, ¿eh?, no hay por qué ponerse creyendo que el progreso último es como una cosa nueva, no, ya la trasmisión por ondas hercianas y por cable era un milagro, ¿no?, pero ya, sin cables, sin nada por el estilo, por nuestros móviles de un lado para otro. ¿Como se puede pensar que la ejecución de unos números de unas cuantas cifras puede tener esa virtud?, si hay algún milagro en el mundo, pues eso es un milagro ¿no?, y tantas otras cosas en las que vivimos, ¿no? Y esto me parece muy bien, pero es que se supone que la Ciencia tiene detrás su esplicación.

Luego aquí, cuando nos hemos dedicado a sacar, con ayuda especialmente de Caramés, entradas en la red de físicos para que nos hagan ver qué es lo hay por detrás en cuanto a esplicación, nos encontramos que los problemas siguen estando sin resolver, que las contradicciones siguen manifestándose, pero eso no importa, porque para la imposición de la Fe a la mayoría, al vulgo, que es lo que importa, basta con que crea que detrás hay una Ciencia que lo esplica todo y Arriba doctores tiene la Iglesia que efectivamente pueden administrar esa Ciencia para esplicar cualquier cosa que se presente, ¿no? Yo quería más ejemplos.

    - Sí, yo. Yo quería contar una experiencia: yo viví, bueno, pasé toda una noche entera en el cementerio de la Almudena porque estábamos rodando una cosa pa televisión que tenía que ser de noche, y éramos muy poca gente, y por suerte había una pareja de policías controlando aquello, pero en ningún momento me separé del equipo de rodaje, obviamente, porque es muy impresionante la Almudena de noche… No sé qué sensación es ésa, pero yo para nada me fui a pasear, a perderme por allí ni nada. Es una sensación muy fuerte. Un cementerio tan inmenso, a oscuras, ¡hostia!, no sé por qué pero impresiona.

    AGC - Aunque sean pequeños también daban su miedo, ¿eh?, al personal, no creas que ... Sí, efectivamente.

    - Yo también me sé una cosa rara…

    AGC - A ver.

    - …Una cosa milagrosa en mi familia, además.

    AGC - A ver.

    - Pues mira, íbamos un día en el coche (esto era en el pueblo, en Ávila) mi padre, mi madre, mi hermana y yo, y de pro-… a lo lejos, pero a lo lejos, a lo lejos, estaba la casa, y de pronto mi padre dijo (le dijo a mi madre) “Adela, la casa está ardiendo”, mi madre dijo “Es verdad, pero corre, corre, que nos hemos dejado la estufa encendida”. Pero mi hermana y yo no veíamos nada. Mi hermana me miraba, yo la miraba… Veíamos la casa normal, pero para mis padres estaba ardiendo.

    AGC - ¿Los dos?
   
    - Para los dos. Eso es lo milagroso: que es la única vez que han estado de acuerdo en su vida. Pero, porque además, cuando llegamos no estaba ardiendo. Ése es el milagro, que es que fue la única vez en la vida que estuvieron de acuerdo en algo…

    AGC - Bueno…

    - …y encima no existía, no pasaba.

    AGC - Pero lo dijo primero uno: tu padre, y luego la madre…

    - Pero la otra vio la mismo, cuando siempre veía lo contrario, de pronto van y ven los dos la casa ardiendo…

    AGC - Ya, pero posibilidad siempre…

    - …y nosotras nos mirábamos y decíamos “Joder, si no se han tomado nada, esto es increíble”.

    AGC - ¿Tu padre no daba razón de por qué se le había ocurrido aquello?

    - No, no, ninguno de los dos buscó explicación. Cuando llegaron vieron que no estaba ardiendo, “Pues menos mal, no nos hemos dejao la estufa encendida”, tampoco le dieron más… Pero yo me he quedado siempre con la idea de que fue la única vez que se pusieron de acuerdo para una cosa que no... A mí me da que eso no es milagroso.

    AGC - Bueno, el acuerdo no es tan milagroso.

    - Y nunca hemos hablao más del tema, además, yo creo que por no desmontarlo, porque realmente fue algo como muy bello al final. Ni mi hermana, ni yo, ni nadie hemos hablao del asunto, pero fue así.

    AGC - Fijaros bien que ante muchos de estos hechos se produce una alternativa, se bifurcan las posibilidades de reacción porque, por decirlo a lo filósofo, o se tira por el sujeto o se tira por el objeto. Es decir, una tentativa de esplicación es reconocer el hecho en sí mismo y buscar qué cosas físicas pueden haberlo producido, qué operaciones pueden haber hecho los duendes en la casa aquélla para darle a alguien una impresión de incendio. El otro camino es acudir al sujeto y pensar en que alteraciones, trastornos mentales, etc., pueden haberles llevado, pueden haber llevado a ver o a sentir aquello que luego se demostraba que no tenía fundamento ¿no? Y, claro, aquí esto es una cuestión general que tenemos bien conocida: la de la oposición entre las cosas y nosotros, entre el objeto y el sujeto, a lo filósofo, la unión entre las cosas y nosotros que a lo largo de estos últimos años nos ha traído por su paso a intentar desmontar cualquier forma de humanismo y de pensar que efectivamente nosotros somos los que vemos las cosas, las razonamos, las inventamos si es preciso. Porque no hay motivo, esta posición central que nos atribuimos los hombres no tiene más fundamento que cualquier patriotismo, no vale para nada. Si una rana desarrollara una especie de ideación del mundo, como la habrá desarrollado, evidentemente tendería a ponerse en el centro también, poner a las ranas en el centro de la cosa. Y que con esta lucha contra el Poder no hay más remedio que desmentir cualquier forma de esta separación, de este humanismo que pone al hombre frente a las cosas y por tanto a un hombre determinado también frente a las cosas que le rodean, para intentar seguir el camino contrario que es pues volverse como cosas, que no es más que reconocer lo que de verdad somos. 

Ya recordáis lo que estos últimos días os decía: cuando renunciamos a la posición escepcional, central, cuando renunciamos, por decirlo así, a la inteligencia, a la inteligencia como cosa humana y como cosa de uno, de nosotros, nos estamos de alguna manera rebelando contra el Poder que necesita la creencia humanística en el hombre como centro para poder hacer con todas las demás cosas todas las barrabasadas, que conocéis harto bien, por el mundo. Pero no sólo eso sino que al mismo tiempo les estamos devolviendo a las cosas la inteligencia, las cosas se vuelven inteligentes en la medida que nosotros nos privamos de la pretensión de inteligencia. Y esto es lo que le da este doble sentido a esta lucha física. Todavía a propósito del endemoniado misterio de derecha/izquierda, el otro día os recordaba el caso de uno de los estudiosos que pretendía esplicar en vano no sólo la oposición derecha/izquierda, sino el que se sepa cuál es cuál, cuál de las dos es cuál, que eso es otro paso de... O sea, dicho más a lo basto: nombre de izquierda para una, nombre de derecha para lo otro, buena la una, la otra mala, etc., trataba de esplicarlo por el hecho de que nuestra estructura misma, por lo menos la esterna, es toda ella de contrapuestos incongruentes, y que eso mismo -decía este psicólogo cognitivo- actúa como si el cuerpo entero fuera una representación que le trasmite a los centros pertinentes del cerebro la capacidad de reconocimiento derecha/izquierda y además la de saber cuál de las dos es cuál, lo cual evidentemente no casaba. Como esto ya se estuvo discutiendo el otro día no voy a volver sobre ello pero sí os lo presento como otro ejemplo de este error que trato que combatamos aquí: de esplicar, las cosas que no podemos esplicar, de otra manera, por la vía subjetiva, por ejemplo porque Fulano está loco, ha perdido el juicio, como si eso, al mismo tiempo que elimina sus fantasmas y sus obsesiones, esplicara de alguna manera la propia locura y qué es lo que hace en este mundo la locura en otras cosas que no fuera ése otro de los misterios que nos quedan por debajo.

Bueno, si no me seguís aportando ejemplos…

    - Agustín. Aquí.

    AGC - A ver.

    - Sí. Bueno, es que tal vez tú esperas unos milagros muy llamativos…

    AGC - No. No, no.

    - …¿no?, quiero decir, sí, o sea, que alguien vuele, o eso. No, lo mío es más fácil: yo recuerdo, hace años venía un día que traía el coche, vine a recoger a mis hijas que estaban estudiando en el Ateneo y vi a mucha gente en una tertulia, pasé, y justamente pues aquel día cumplía las normas que tú requieres para resistir a la tertulia, se daba eso de hablar desde lo que se llama sentido común, verdad o pueblo, y…

    AGC - Que no existe. Que no existe.

    - …en fin… Sí, parece que no existe…

    AGC - Hay que decir siempre “que no existe”.

    - …Sí. Parece que yo ese día, que también estaba esa onda, y dije “Anda, esto es lo mío”. Luego, claro, vine más veces y me quedé sin entender nada porque era de Física Cuántica, cosas de mucho nivel, y ya no lo entendí. Pero, vamos, muchas otras cosas, y no es que las haya entendido, pero, vamos, se ve que estaba en esa onda. Entonces, quiero decir que para mí puede ser casi un milagro el haber llegado ese día y haber conectado con esa onda. Si yo fuera tú creería que esto es un milagro, que todos los miércoles del año, ¿eh?, vengan aquí personas y que conecten más o menos…

    AGC - Pues puede ser.

    - …aunque algunos nos llevemos una bronca de vez en cuando. 

    AGC - Puede tomarse… puede tomarse así. Evidentemente, si lo de ‘raro’ va por el camino de lo inesplicable y milagroso, es bastante raro. Es bastante raro que durante más de 12 años ya, semana tras semana, a la misma hora, una cantidad de gente que no baja mucho, ni siquiera en vacaciones, de las ciento, estén dedicándose a esta guerra, contando seguramente conmigo, es de [verse] tan raro que casi uno podría asegurar que no ha sucedido nunca en el mundo. De manera que si lo raro fuera por el camino de lo inesplicable o milagroso tendría alguna razón tu impresión. No va, por supuesto. No se va por ahí. Lo mismo que por el camino de la coincidencia no se va tampoco a la esplicación de los milagros, ¿no? ¿Qué más?

    - Yo tengo un ejemplo que acabo de recordar ahora, que se me había olvidado, y es que hace ya bastante tiempo me invitó un amigo a su cumpleaños, que era en su casa, una cena así, con poca gente, y otro amigo común nuestro, que le gustaba la música, le compuso y le grabó en una cinta unas canciones improvisadas que hacía con el ordenador. Entonces, la última canción le pidió que la cantara a… que se inventara la letra una compañera de piso que tenía él, que yo conocía, y que era una chica que, bueno, [], es la típica persona que se dice que no está muy bien, así, en general, ¿no?, o sea, se autolesionaba, se cortaba y estaba también un poco obsesionada con que estaba embarazada. Entonces yo oí la cinta solamente, estábamos en la mesa después de haber cenado y la última canción le pidió que cantara lo que quisiera, le tocó unas notas con el órgano y empezó a cantar muy bajito “Voy a vomitar porque tengo todo lleno”, literalmente, me acuerdo de la frase perfectamente. Empezó con una voz muy dulce y según avanzaba la canción empezó a trasformase la voz hasta convertirse en una voz mostruosa hasta el momento en que se cortó porque, según nos dijo nuestro amigo, tuvo que parar de tocar y parar todo aquello y, vamos, casi salir corriendo.

    AGC - Sí, se volvía amenazadora incluso para el grupo.

    - La voz era terrible. O sea, para nosotros, que estábamos allí oyendo la cinta, aquello fue una cosa que yo jamás hubiera pensado que pudiera pasar, vamos.

    AGC - Sí. Bueno, cosas muy sorprendentes se encuentra uno más o menos. Pero ¿ninguno de vosotros…? ¿Ninguno de vosotros ha visto levitar a nadie, por ejemplo? ¿Es posible, tantos como somos? ¿Ninguno ha visto un caso de levitación? ¿No?

    - Bueno, hay espectáculos de magia en los que hay un señor que levita, y no sorprende a nadie.

    AGC - Pero aparte… aparte del escenario, ¿no?

    - Sí, pero eso uno lo ve fuera de un escenario y se asusta.

    AGC - ¿Eh?

    - Que eso uno lo ve fuera de un escenario y se asusta, pero en un escenario parece ser que no.

    AGC - Si es que hay muchos que…

    - Agustín: si se puede repetir… ¿Se puede repetir?

    AGC - …Hay muchos que venden…

    - Yo, una vez me pasó (que aquí, hablando esto que dices de levitar), me pasó una cosa muy rara también: que era verano y tenía ganas de comerme un helado, y me compré un helado y empecé a comérmelo y poco a poco, pues, vamos, que tuve la sensación de que me había salido del cuerpo y entonces yo veía mi cabeza y mi cuerpo que se estaba comiendo un helado, pero yo no sentía el helado ni nada, y además veía cómo yo me dirigía a casa, el cuerpo sabía ir a casa sin chocarse con nadie por la calle Preciados (recuerdo la imagen) que había muchísima gente, no me tropezaba con nadie, doblaba esquinas… Y todo eso me estaba alucinando, ver que mi cuerpo sabía hacer eso y que se estaba comiendo un helado sin tenerme en cuenta, vamos.

    AGC - ¿Tú estabas fuera?

    - ¿De qué sería el helado?

    - Yo tenía la sensación, me veía el pelo y esto, la parte desde arriba me veía. Y eso tampoco le he sabido dar explicación. En ese caso estaba levitando yo misma.

    AGC - Por la vía ésa de lo subjetivo se podría decir “Esto se resuelve con un análisis de tu situación, un análisis psicológico de tu situación en el momento, y de otros rasgos de tu psique que puedan esplicar cómo puedes tener la habilidad para ver eso en un momento dado. No, no vale mucho la esplicación. Pero, vamos, lo cierto es que venden mucho esos milagros. Hace ya, puede que hace un mes o así, recordáis que os sacaba aquella película que se ha divulgado mucho por ahí, muchos de vosotros la había visto, en que se presentaba esta maravilla de que uno, su cerebro, por pura fuerza de la intención, podía romper un cristal o juntar una serie de bloques de sal o de algo, y otros muchos milagros. Y eso forma parte de una creencia que debe estar muy aceptada, daba la impresión de ser una secta a la que siguen muchos cientos de miles de personas, que sin duda, por lo menos entre los fieles, lo practican, es decir, te hacen ver cómo por la propia fuerza (que ya ni siquiera dicen ‘mente’, ni siquiera dicen mind, dicen brain, dicen ‘cerebro’), por la propia fuerza del cerebro, de centros determinados del cerebro, produce hechos, roturas, conjuntamientos, físicos. Tenéis que haber estado alguno cerca de algo de esto alguna vez y haberlo más o menos percibido o despreciado, pero…

    - Agustín.

    AGC - Sí.

    - La película ésa (la segunda versión de ¿Y tú qué sabes?, es ésa) por lo menos hablaba de una persona que no era como la fuerza de la mente sino todo lo contrario, era que estaba en estado meditativo, es decir, sin pensar absolutamente en nada, y era en ese estado justo, ¿eh?, en el que conseguía conectar con otras cosas. O sea, que era no un poder de la mente sino al contrario, es un estado…

    AGC - Más raro todavía, porque…

    - No, no, más raro no.

    AGC - …¿cómo podía conseguir nada si no estaba?

    - Ahí está. Que desde ahí no se puede… Es que hay que hablar desde lo que se llama sentido común, verdad o pueblo.

    AGC - ¿Cómo se puede…? Si más honradamente hubieran dicho que al  desaparecer, en la meditación,  entonces las cosas empezaban a revivir, diría “Ése va por el camino de una política del pueblo como la que aquí nos traemos: basta quitarse de en medio políticos, doctores, poetas y demás, para que las cosas, las pobres cosas, empiecen a revivir”. Ésa es en definitiva la política que aquí nos traemos, sin caer en ninguna meditación ni en ninguna nada, porque eso es recaer en las mismas creencias. Simplemente renunciando a eso, a la humanidad, a la subjetividad, dejándonos perder como cosas entre las cosas, y que después de todo es lo que nos pasa, no hay más que reconocerlo.

Bueno, se va haciendo un poco tarde y yo había querido recoger más recados, esperaré que me traigáis algunos más. Ahora voy a volver un poco a la vía que nos traíamos a propósito de derecha/izquierda y demás, para que por ella podamos seguir, si nos deja el Señor, claro, dentro de siete días. ¿Es demasiado tarde?, dime.

    - No: menos cuarto.
   
    - Menos cuarto.

Pues por ejemplo esta iniciación: después de todo con lo que se tropieza uno ahí es con la contradicción, es decir, la contradicción no como algo propio de eso, de la mente humana, de la lógica de los hombres, sino en las cosas. Las cosas, los componentes de la Realidad, están costituidos evidentemente de una manera contradictoria. Es importante, aunque hoy ya no tengamos mucho tiempo, que nos volvamos a ejercitar en esta no distinción entre lo lógico, que tiende a entenderse como lógica de nuestra mente, y lo natural, que es la manera falsa de llamar a lo real. Hay una necesidad muy grande de distinguir por un lado y por el otro, pero no: tenemos que confundir en lo mismo ambas cosas.

En esto nos ayuda (los que me seguís hace tiempo ya recordáis), nos ayudan los restos del libro de Heráclito, Heraclito de Éfeso, donde “logos (la lógica, por así decirlo, no hay manera… la palabra, la lengua común) no quiere y quiere llamarse nombre de Zeus”. ‘Nombre de Zeus’ hay que ligarlo con lo que en otro fragmento más conocido todavía, recordáis, que es aquél en que habla de que “la guerra (pólemos) es el padre de todas las cosas”. “Zeus, el detentador del Poder (tenéis que relacionarlo con la guerra en el otro fragmento), él es el que determina que unos sean dioses y otros hombres, hace que unos sean libres y otros esclavos”, son los ejemplos que el fragmento da.

Bueno, pues ahí está la cuestión de la contradicción. La contradicción efectivamente es por un lao un hecho lógico, es logos, es la razón, la lengua, la que está ahí, pero por otro lado se da y manifiesta en la costitución misma de las cosas, lo uno va con lo otro.

Estamos ya acostumbrados a descubrir que una vez que uno reconoce que la lengua (no la nuestra, la lengua, la razón común) establece las cosas por disparidad y por contraposición y así sostiene la Realidad, es creadora de la Realidad contradictoria, luego, al mismo tiempo es contradictoria consigo misma (la lengua, la razón común), al mismo tiempo es contradictoria consigo misma de manera que mientras está fabricando cosas por costitución contradictoria de unas con otras, por otro lado está   d e s m i n t i e n d o   lo que ha hecho, lo que acaba de hacer, lo que está haciendo. Por eso estamos aquí, claro, en una tertulia política, porque pensamos que la lengua, aunque sea a través de algo tan pervertido como un idioma (por ejemplo el español oficial contemporáneo), la lengua, si se la deja, puede desmentir, es capaz de desmentir porque nunca la Realidad está bien hecha, bien cerrada del todo, pero eso no quita para reconocer que también actúa como Zeus poderoso y como padre en cuanto guerra de la contradicción.

Es preciso avenirse con eso, no es tan difícil por otra parte, yo creo. Se puede reconocer muy bien que las cosas están ahí, están hechas, son reales, es decir, están costituidas como siendo cada una la que es y diferente cada una de todas las otras. Se puede reconocer eso, que es evidente, y nosotros mismos somos cosas entre las cosas, sin que por eso estemos obligados -obligados, como el Poder nos invita- a hablar de ‘todo’ ni de todas las cosas, con lo cual daríamos por cerrado todo el procedimiento y (lo que al Poder le gusta) no habría nada que hacer, no hay nada que hacer.

Podemos reconocer, pues, las cosas, nosotros entre ellas, cómo están hechas, cómo están costituidas en contradicción, pero al mismo tiempo que nunca están hechas del todo, que nunca están hechas del todo y nunca cada una es cada una, y por tanto nunca cada uno de nosotros es el que es del todo, y todo lo demás, lo uno va muy bien con lo otro, y que no hay todas, porque siempre puede haber más, y no hay uno que sea uno del todo porque nunca uno está hecho del todo sino que puede ser menos y ser más, y demás. Lo uno cabe, entonces que las funciones de la contradicción tienen que presentarse así: hay contradicción, la Realidad está costituida contradictoriamente, pero además siempre de una manera imperfecta.

Por eso lo de derecha/izquierda, espliquemos como lo espliquemos, que hay cosas como nosotros, que estamos hechos de contrapuestos incongruentes, estamos hechos así, al mismo tiempo tenemos que reconocer que esto no es una ley general, ni a todos los animales, ni mucho menos todas las plantas y todas las cosas están hechas de esta manera, con derecha/izquierda, como contrapuestos incongruentes, y esto es notable también. Los científicos que han vuelto sobre esto tratan de convertir la pregunta en lo que les gusta (como ellos creen en el todo y creen en Natura): saber si efectivamente Natura, la Naturaleza, tiene izquierda y derecha (está dicho un poco a lo bruto, pero supongo que no os equivocáis).

A esa cuestión, algo de eso surgía el otro día cuando os sacaba aquella entrada del astrónomo, que a través del estudio de los cientos de miles de galaxias que tienen registrados los astrónomos hoy día, cientos de miles de galaxias, a través de eso podían determinar si aquella clase de galaxias que llaman ‘espirales’ se mueven siempre en el sentido de las agujas del reloj o a veces pueden moverse en el contrario, si son las galaxias levógiras o dextrógiras, como se decía respecto a otras cosas. Resultados que ya os recordé que fundaban en el descubrimiento de una falta de polaridad.

Fijáos, entre paréntesis, asombraros debidamente conmigo, de cómo esta Ciencia del Poder que está obligada a hacernos creer en ‘todo’, al mismo tiempo trata de acercarse a ello, paso a paso, por los números, por la imparable cantidad, del imparable aumento de números. Lo mismo en lo más grande, como aquí, que en lo más pequeño. Me enteré con ese motivo de que el registro de los astrónomos llega a unos cuantos cientos de miles de galaxias, imagináos vosotros y yo que nos preguntamos ¿cómo demonios puede llegarse a distinguir allá en el cielo desierto lo que es una estrella corriente y moliente y lo que es una galaxia?, ¿cómo pueden llegar a tener [la seguridad] y en ese número, y además distinguir una clase de espirales y preguntarse por tanto sobre izquierda/derecha como camino para resolver el problema?, ¿es que el todo, Natura como el todo, es así?, ¿está hecho de contrapuestos incongruentes?, ¿es toda ella handedness? (como suele decirse en inglés, no hay manera de poner eso en español., es un derivado de ‘mano’, es decir, si tiene esta condición de nuestras manos de contraponer izquierda con derecha. Lo mismo hacia lo más pequeño ¿eh?, ya recordáis que también el Progreso es en el sentido de descubrir muy por debajo del reino de los fotones y que ya no tienen masa y todo eso, pero mucho más allá, en las Strings theories, descubrir estructuras, que aun estando ya tan lejos de cualquier posible observación directa, también se preguntan si son levógiras y si son dextrógiras y si, por ese camino del análisis de la materia, se puede también llegar a la misma conclusión que por el otro, que por el camino de lo grande.

Bueno, por ahí tenemos que tirar, por seguir viendo esto de la contradicción en las cosas y su relación con la contradicción lógica. De manera que os dejo invitados a eso, pero también a que, por favor, los que vengáis, si es que nos dejan venir, traigáis más ejemplos de milagros, porque la actitud que se tome respecto a esto, respecto a la aparición o el reconocimiento de hechos inesplicables, que se aparecen como milagrosos, tienen una repercusión sobre esta política que nos traemos, dado que, vuelvo a recordaros, desde luego no podemos creer en una Ciencia que lo esplica todo, también este misterio de izquierda/derecha, pero tampoco podemos creer en una casualidad, en una mera coincidencia, que es la salida que uno se busca cuando se le presentan hechos que amenazan con ser milagrosos, ¿no? Por eso es importante seguir recogiendo vuestras esperiencias, heridas, actitudes, maneras de o tendencias de encontrar maneras de resolver esto.

Tenemos que seguir penetrando en la contradicción y en la relación que la contradicción tiene con eso de el misterio, de lo inesplicable. Bueno, todo esto, si el Señor no se enfada mucho y nos deja seguir estando aquí, dentro de siete días, el día 6, día de los Reyes.