27.08.2014

Tertulia Política número 212 (13 de Enero de 2010)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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TRANSCRIPCIÓN:

 
Voy a retomar lo primero lo que al final de la última sesión os presentaba como un regalo peligroso, por las razones que allí os decía. Se trata de encontrar o fingir que estamos encontrando algunos puntos de los que partir sin tener que apoyarse en nada anterior.

En realidad los trances sucesivos que os presentaba consistían en que lo que se diga no se prueba más que por la negación de lo contrario. Según lo que aquí nos traemos, como lo único que el pueblo-que-no-existe sabe decir es NO, aquí tenemos que partir, como único fundamento, de la negación. Y de ahí venían esas cosas, de manera que por ejemplo partíamos del índice ‘hay’, porque yo no encuentro nada más elemental o primitivo en ninguna lengua, que supongo que en todas tiene que darse un equivalente de nuestro ‘hay’. Los idiomas humanos y también hay que suponer, a su manera, en los idiomas que las cosas diversas hablen, tienen algún equivalente, ‘hay’, es decir, un índice que en activo refiere al campo en que se habla, sin ninguna precisión de dirección ni sentido.

Es a partir de ahí como se dice esto tan elemental “Hay algo” y, según el método,  esto sólo puede apoyarse en la negación. De manera que si alguien pregunta ¿por qué?, no se le puede decir más que “Porque no puede no haber nada”. Es la negación de nada. Porque no puede no haber nada. No tenemos más fundamento.

A partir de ahí (podéis interrumpirme si algunos de estos trances que repaso  tan rápidamente os presenta problemas), a partir de ahí parece que se puede decir “Hay cosas”. Hay cosas, éstas son por supuesto cosas que no están comprometidas a ser esto o lo otro, es un plural indefinido y vago, y si se dice, si se opta por ahí, ‘cosas’ es otra vez simplemente en virtud de la negación: porque no puede haber una. Aquí la negación recae sobre ‘una’: porque no puede haber una, ya que, como cualquiera entiende sin más, eso equivaldría a decir “ninguna”. ‘Haber una’ querría decir ‘ninguna’, yo creo que no hace falta razonarlo, sería lo mismo. Y solamente por ahí tenemos fundamento para decir “Hay cosas”, pero no sólo hay cosas, todavía sobre este mismo índice tenemos que pasar a decir, mirando para lo Alto, o por así decirlo, “Hay ideales”, hay entes ideales: ‘todo’, ‘nada’, ‘uno’, ‘recta’, ‘esfera’, ‘movimiento uniforme’ o ‘movimiento uniformemente acelerado’, ‘triángulo’, ‘números’ en cuanto no sean números de nada, números sin cosa, privados de cosa del todo.

Bueno, todos estos entes ideales que andan por ahí, los reconocemos y tenemos que decir que también hay eso. ¿Y esto por qué?: por la negación, que es lo mismo que el sufrimiento. Los hay porque las cosas, nosotros (que somos una clase de cosas) y las demás cosas los estamos padeciendo costantemente. ¿Qué prueba más le hace falta a uno que el padecimiento a que estamos condenados por parte de los entes ideales? Ni siquiera esta tertulia política contra el Poder tendría sentido si no fuera porque los hay, es decir, los padecemos, las cosas, nosotros, los padecemos, cargan sobre nosotros. Es una manera de negación más en activo.

Bueno, con esto (el otro día ya rodaba casi tiempo) nos estamos acercando a lo de ‘existe’, terminacho que no es de la misma lengua que dice ‘hay’, porque es una lengua de teólogos y filósofos, una lengua que viene de Arriba, no es el mismo idioma. Pero antes hay que reconocer, esta vez dejándonos caer hacia abajo, por seguir empleando la misma metáfora tópica, que ‘hay sin fin’, ‘hay sin fin’. ‘Hay sin fin’ no suele decirse porque lo que se dice normalmente es “No hay fin”. Aquí es por el contrario la negación la que se aplica al propio ‘hay’ y se dice “No hay fin” contando con que nadie en el mundo puede probarte nunca que haya un fin de nada, un fin de ninguna cosa. Eso sería justamente admitir la verdad de los entes ideales. El reconocer alguna forma de límite, de fin, sería -por así decirlo- por decreto, por imposición desde Arriba, y no tendría más fundamento que ése. “No hay fin” es la otra cara de lo que descubríamos como ‘la Realidad no es todo lo que hay’. Hay un sin fin de más que la Realidad y que todo lo que hemos dicho, que quiere decir “no hay fin, no hay fin”.   

Bueno, pues ahí tenemos en medio la Existencia o Realidad, que ya sabemos que consiste en que las cosas -que habían aparecido en el segundo trance- han recibido desde Arriba la imposición de entes ideales como el de que ‘lo que es, es lo que es’ y las nociones de ‘todo’, de ‘nada’ y de ‘uno’ y demás, y con eso han empezado, hemos empezado, a existir, con el terminacho que inventaron las Escuelas y los teólogos. Eso es existir y eso es la Realidad. Ha aparecido por tanto después del reconocimiento de que hay cosas sin más, y del reconocimiento de que hay entes ideales que se imponen sobre ellas, y que nosotros, las cosas, padecemos. En virtud de ese padecimiento se nos da la Realidad, la Existencia.

Podía haber cosas, nosotros entre ellas, pero existir no. Para existir hace falta que venga desde Arriba la impronta de esos entes ideales y, sobre todos ellos, ése de ‘el ser’, es decir, de que ‘lo que es, es lo que es’, o, todavía más claro, lo de que ‘lo que es lo que es, es lo que es lo que es’, para dejarlo más claro todavía tal como en alguna ocasión glosábamos lo que la Diosa le dice a Parménides en los restos de su libro que nos han quedado: “Lo que es lo que es, es lo que es lo que es”: ideal. Eso a las cosas, a nosotros, sólo puede imponérsenos por la fuerza, y es así como existimos.

Y es así como las cosas existen. Porque nuestra manera de existir y nuestros padecimientos y pasiones los tomamos aquí como una especie de muestra que nos guía a encontrar en las cosas en general lo mismo. Como el otro día os decía: un psicoanálisis que se convierte en física. De  una manera lógica desde el momento en que hemos renunciado a ser nada especial en este mundo, sino un tipo de cosas entre los otros tipos de cosas, desde ese momento lo que nos pase a una de las cosas que somos nosotros es una muestra o revelación de lo que les pasa a las cosas: la física.

Pues así es como hemos [alcanzado] lo de el existir. Cuando empezábamos estos descubrimientos, yo mismo recaía en alguna confusión, y por tanto ahora el que haya cosas se nos ha separado de lo que viene después, que es que esas cosas, y nosotros entre ellas, seamos reales: no sólo que haya, sino que exista, que existamos, que seamos reales. Eso sólo se hace por imposición; por imposición de la idealidad. Por tanto supongo que ahora veis conmigo con bastante claridad cómo la contradicción tiene que reinar en las cosas y en nosotros. Hay una contradicción entre la obediencia a la orden “Sé el que eres”, la Fe en sí mismo, entre eso y lo que nos queda por bajo, como hay sin fin y como no hay fin, como nadie puede estar nunca bien hecho del todo, como ninguna cosa puede ser perfecta, ninguna puede de verdad someterse del todo a el ideal matemático, entonces siempre queda. Siempre queda, y eso naturalmente está contra lo otro y en contradicción. Para decir “contradicción” ya no hace falta nada nuevo, basta preguntarle a cada uno, que cada uno os preguntéis, qué es lo que le pasa, y esa condición contradictoria se os estará revelando sin más: una necesidad y aspiración a ser de verdad el que uno es, y una rebelión contra esa necesidad, que se presenta como una ley y que reclama libertad, es decir, no obediencia a la ley de que el que es sea el que es, que lo que es sea lo que es.

De manera que basta con mirarse un poco al espejo, basta con echar una mirada a nosotros, y reconocemos la contradicción, y luego nada más basta con haber renunciado a que los hombres seamos algo especial, sino que somos cosas entre las cosas, y entonces de ahí, evidentemente, se deduce sin más que eso que nos pasa a cada uno de nosotros les pasa también a las otras cosas, a cada una a su manera, y que esa contradicción no es puramente psicológica, propia de uno, sino física: es una contradicción costitutiva. No hace falta más que eso para decir “Hay contradicción”.

Bueno, pues esto era un poco de este resumen que os presentaba ya el otro día muy rápidamente como regalo peligroso en el sentido de que uno puede creerse que se está proponiendo alguna forma de creencia o de doctrina, cuando aquí, como sabéis, con todo esto lo único que se hace es intentar  d e s m e n t i r ,  es decir, descubrir la mentira de las creencias que traéis aquí inevitablemente, que cada uno trae aquí, porque en esas creencias nos han criado, a ésas nos han sometido. De manera que con todo esto que aparentemente está diciendo algo, pues eso es lo que hay que evitar, lo que os está diciendo es NO. Es NO a las cosas que os han hecho creer y que más o menos seguís y seguimos creyendo. Era en ese sentido.

Una vez que en las cosas, en nosotros -volviendo a utilizar la metáfora tópica- se da una imposición desde Arriba de lo de ‘ser el que se es’, de ‘todo’, de ‘nada’, de ‘uno’ y demás, y una rebelión desde abajo, con lo que nos queda vivo, con lo que todavía no está sometido a los ideales, una rebelión contra eso, cabe que a cualquiera a quien encontréis por la calle os pregunte que ante esa contradicción ¿por qué, entonces, qué motivos hay para decidir, como aquí parece que decidimos, en el sentido de una rebelión y contra el Poder, desde abajo, desde eso a lo que aludimos como ‘pueblo-que-no-existe’ (que no existe, pero que lo hay, ¿eh?, lo hay, yo creo que está claro. Ellos, ni que decir tiene, ellos, Arriba, tratan de hacerlo existir por todos los medios, es la falsificación perpetua: emplean la palabra ‘pueblo’ para que se refiera a cosas que ellos entienden, que ellos cuentan por número de almas, con las que creen que el Capital y el Estado pueden jugar, pero inútilmente), ‘pueblo’, en el sentido que aquí decimos, no existe, y es desde ahí. Y entonces ¿qué le podéis decir a uno que os encontréis por la calle y que os pregunte “¿Por qué elegir la rebelión desde abajo contra lo Alto y no más bien la admisión de lo Alto como bueno y []? ¿Qué podríais decirle? Aquí me interrumpo antes de intentar deciros qué es lo que yo diría, me interrumpo un rato porque puede que en este resumen hayan quedado todavía cosas pendientes. De manera que dejo ya saltar la palabra de voz en voz, a ver qué os queda de oscuro, dudoso, en eso que hemos dicho, y ¿qué le diríais a quien os preguntara eso?   (Y si os animáis, por flexibilidad, a sentaros en el suelo, ya sabéis que probablemente es preferible, suele hacerse. Suele hacerse, no es ninguna novedad). Venga, adelante. Bueno…

    - A mí es que no se me ocurre que pueda haber nadie que considere preferible la sumisión. No me parece que haya elección. El que se pueda decir que alguien ha elegido, porque si de verdad se presenta claramente (se dice como aquí se ha dicho, ¿no?) que por un lao está el sometimiento al Poder y por otro lao está la rebelión, pues es que nadie más que alguien muy, muy cínico podría decir…

    AGC - “Muy” ¿qué?

    - Muy cínico, podría decir que prefiere la sumisión. Otra cosa es que normalmente, pues uno obedezca sin darse cuenta de que está obedeciendo, se crea que está… que no, que no está obedeciendo al Poder, cosas así. Pero si de verdad algo se le presenta claramente como una imposición, como una opresión, pues no, no se va a tirar a eso, ¿no?

    AGC - No, no, pero es que quien elige en ese sentido no reconoce que se trate de ninguna opresión ni nada de eso.

    - Entonces, ¿cuál sería la elección?

    AGC - Bueno…

    - Yo lo había entendido en esos términos. O sea, elegir entre someterse o entre rebelarse.

    AGC - Desde luego entre este tipo de cosas que somos, a las que el problema se refiere, encontramos a muchos que de hecho prefieren someterse [que] a la rebelión. Prefieren someterse, pero no sólo de hecho, sino que fácilmente también lo dicen. También lo dicen, también lo justifican. Esto lo oís a cada paso.

    - Pero no tan claramente, ¿no?  O que normalmente te dicen que han hecho una especie de negocio, que “Bueno, me conviene en esto pasar por el aro, porque luego yo hago lo que quiero en otros aspectos”. O sea, que no… que no se reconoce que hacer lo que uno quiere también normalmente es otra forma de sumisión.

    AGC - No, en todo caso, bastante claramente. Una de las formas de justificación, de las más usadas, es la de en el sentido de que ‘es necesario’, ‘no hay más remedio’, ‘otra cosa es imposible’. No me digas que esto no lo oís a cada paso.

    - Pero entonces tampoco hay elección.

    AGC - ¿Eh?

    - Entonces tampoco hay elección.

    AGC - Ellos dicen que no hay elección, por supuesto. Ellos no reconocen que haya tal contradicción de Arriba y abajo, y eso. Te pueden reconocer que uno se lo puede pasar muy mal bajo este Régimen, que hay efectivamente muchos desvalidos, que hay muchos horrores, pero que ‘es necesario’. Es una de las justificaciones. Y si es necesario y si no hay más remedio, pues entonces claro está que es bueno y que tienen todas las razones para adoptar la posición de defensa del Régimen, del servicio al Régimen, de intento de trepar en el Régimen. Eso se da, se da mucho. Hay otras muchas formas de razonamiento que encontraréis, de manera que no sólo es que de hecho la mayoría se rinda o nos rindamos al Poder y por tanto nos resignemos a la Existencia en el sentido preciso que acabo de recordaros, sino que también, si se les esplica, a poco que se les esplica lo dicen, lo justifican, están dando razones para… ellos dirán que no es una elección, pero desde luego el propio hecho de la justificación demuestra que es una elección. Es lo que decimos de que si la Realidad estuviera segura o fuera lo que es, no tendrían por qué estarla predicando todos los días por la televisión y por los demás Medios. La propia predicación de la verdad de la Realidad es una muestra de que es mentira, si fuera verdad de verdad no tendrían que andar pregonando nada, ni habría nada qué hacer. Es lo mismo.

De manera que os estoy pidiendo por un lado que, si en la pequeña escala que como regalo peligroso he hecho, queda algo dudoso y oscuro, que lo saquéis, y segundo: que qué es lo que diréis a quien por la calle os pregunte, en esa contradicción, ¿por qué elegir la rebelión contra el Poder mejor que lo contrario?  De manera que en cualquiera de los dos sentidos, más voces, por favor.

    - También creo que muchas veces algunos creyendo que están contra el Poder son justamente los que están más dentro de… de tal. Por poner un ejemplo: muchos jóvenes, en eso de ser rebeldes y tal, pues compran determinados productos, marcas, ¿no?, que si no es de marca no lo llevan porque no es de marca, y tienen que consumir un tipo de sustancias o salir en determinados días para ir contra ese Poder, supuestamente, y es justamente lo contrario ¿no?, estando más bien dentro. Entonces ellos te dirían “No, no, yo estoy fuera, ¿eh?, que yo pinto en graffitis que… tal.”. Y justamente son ellos, ¿no?, los que más consumen, ¿no? Que también habría que preguntarse ¿quién está…?, ¿quién es sumiso y quién es rebelde?, ¿no?, porque parece que tampoco está muy claro, ¿no?

    AGC - Es un problema interesante. Yo no sé si aquí alguna vez ha salido ya con la bastante claridad, se trata desde luego de que tienen una noción muy restringida… Los sujetos a los que aludes tienen una noción muy restringida de lo que es Poder. Evidentemente se levantan contra poderes en un sentido preciso, si se descuidan a lo mejor protestan contra el Gobierno de su Patria, o contra el Partido que está en la mayoría, y todas esas cosas, y no reconocen el Poder de el Capital, que no sólo actúa directamente a través del Estado, que actúa por la venta, por el mantenimiento de la Fe en un Futuro, sea cual sea, y todo eso es Poder, y evidentemente los casos que dices se esplican simplemente por eso, por una restricción, y una restricción del Poder a una noción muy pequeñita. Y naturalmente la única cura contra eso es aprender a reconocer el Poder en cualquier sitio en que esté actuando en el sentido que os he presentado: entes ideales que no existen pero que están rigiendo la Existencia, la Realidad, ser el que se es (es uno de ellos), ser uno el que es, llegar al arreglo definitivo de la vida, todo, nada (nada es otro ideal también), cualquiera que no permita reconocer la variedad de manifestaciones que el Poder toma en la Realidad, entre nosotros.

    - Lo mío es una duda, porque a mí no me queda claro cómo es que los ideales no existen. Porque llegar a hablarse de ellos se puede, ¿o no?

    AGC - Sí. Hablamos de triángulo, de esfera, yo mismo acabo de hacerlo, hablamos de todo, hablamos de nada, pero no son cosas. ¿Quién puede decir que sean cosas?, la condición de cosa desde luego las tiene un grabado cualquiera de una esfera y cualquier formulación que trate de definir la esfera. Esa formulación, ese grabado, son cosas, la esfera no. La esfera no, de ningún modo, ¿no? Precisamente la fuerza de los entes ideales consiste en que no existen y por eso pueden actuar -como decimos- desde Arriba sobre la Existencia, producir la Existencia, hacernos padecer a las cosas y a nosotros. Más, más, más.

    - Sí, aquí, que tengo pedida la voz.

    AGC - Venga. Perdón, no sé quién ha sido.

    - Tenía que ver con lo que decía Virginia…

    AGC - ¿Qué?

    - Que me da igual.

    - No, preguntar, igual es obvio, pero como pasamos de que hay algo… pasamos de que hay algo porque no puede no haber nada, y luego decimos que hay cosas porque no puede haber una -digamos-, entiendo que cosas es el algo múltiple, se refiere a la multiplicidad…

    AGC - Sí, pero con esa condición de indefinido. No han intervenido los números ¿eh? No olvides que los números son entes ideales, todavía no han intervenido.

    - Lo que quiero decir es que el algo no es uno.

    AGC - Es una pluralidad que consiste simplemente en no ser uno, y por lo demás vaga e indefinida…

    - Y eso es cosas.

    AGC - …Hace falta que vengan después los números para que se pase a otra cosa. Bien.

    - No, quería decir que respecto a lo que antes decía Virginia, lo que pasa es que para que se pueda establecer muy claramente la frontera en el Arriba y en el abajo es necesario… Vamos, quiero decir, que para que podamos reconocer lo que es sumisión de lo que es imposición, tienen que estar muy claras las fronteras del Arriba y del abajo. Y el problema está en que la tendencia más cómoda y más habitual y sobre todo la tradicional, sobre todo en los movimientos incluso libertarios, o anteriormente en la izquierda, es precisamente el hecho de que quede muy claro el Arriba y el abajo. Y el problema ése se complica muchísimo y de hecho no está nada claro las fronteras entre el Arriba y el abajo, no tiene más que hurgar uno en uno mismo o en cualquier cosa, ¿eh?, para darnos cuenta de que las fronteras ésas no están claras, y por lo tanto tampoco puedes decir hasta qué punto hay imposición o hay sumisión de algo.

    AGC - Sí, bueno. Has introducido algunas cosas que no venían a cuento, como lo de que determinados movimientos libertarios se equivoquen y se arman el lío, porque eso es lo que estuvimos ya tratando antes…

    - No, yo no digo que se equivoquen…

    AGC - …En cuanto a la declaración por tu parte…

    - …Digo que hay como una tendencia…

    AGC - …En cuanto a la declaración por tu parte…

    - …una tendencia a la delimitación…

    AGC - …En cuanto a la declaración por tu parte, sin apelar a ningún otro testimonio, de que las fronteras no son claras, efectivamente la única claridad está en ese psicoanálisis que después se convierta en física. Si uno es capaz de mirarse al espejo o meterse en su corazón y reconocer lo claro de esa oposición, estaremos ganando algo, si no, estaremos como de ordinario confundiéndonos un poco, echándole un poco de más o menos, para que evidentemente no podamos descubrir nada de nada.

    - Pero la claridad precisamente…

    AGC - Por eso es por lo que es justamente la claridad de la pasión…

    - …dimana de lo confuso. De lo confuso de esa…

    AGC - …Es justamente la claridad de la pasión lo incompatible, incasable, entre ser uno y vivir, dejarse vivir. Es tan claro cuando uno lo siente con cualquier motivo que desde ahí se podía sin más pasar. Esto es lo que pasa con las cosas.

    - Pero tú ahora mismo estás usando un verbo, que es el verbo ‘vivir’, que lo dices como muy claramente, como si se supiera en este momento que vivir está del lado de la desobediencia…

    AGC - Por desgracia no puede consistir…

    - …y no está tan claro.

    AGC - …no puede consistir en que yo lo diga. Estoy apelando a trances que cada uno conoce de sufrimiento profundo y en que efectivamente en uno mismo…

    - Son señales, pero no son cosas.

    AGC - …y que efectivamente en uno mismo ha llegado a reconocer la incompatibilidad, lo incasable de las dos pretensiones: de las pretensiones de arreglar su vida, tener un Futuro, creer en un Futuro, y de dejarse vivir, que le pase a uno algo bueno, que no sea lo que le venden como bueno…

    - Y esas dos cosas ¿no suceden al mismo tiempo?

    AGC - Estoy apelando, por tanto no vale para nada lo que yo diga, porque…

    - Es una pregunta: ¿esas dos cosas que tú dices no suceden a veces al mismo tiempo?

    AGC - Sí, sí, también, para más denuncia de esa idea del Tiempo, que es, como sabéis, el fundamento de la Realidad.

    - No, yo quería sólo preguntar que si para pasar del psicoanálisis… si pasamos del psicoanálisis a la física, hacemos de nosotros algo especial, que es la medida de todo lo demás, y de alguna forma se habría planteado…

    AGC - Lo estamos haciendo, pero lo importante es que no nos lo creamos, es decir, que evidentemente ¿quién va a hacer lo que estamos haciendo nosotros más que este tipo de cosas que nosotros somos?,  lo que pasa es que no nos creamos que eso es especial, suponemos que efectivamente las cosas en general están luchando costantemente del mismo modo, entre la necesidad impuesta de ser cada una la que es y cada clase de cosa la que es, y la protesta contra eso que se manifiesta naturalmente, pues eso, en destrozos y en cambios en las cosas, lo mismo que en nosotros. Suponemos que no estamos haciendo nada especial, que naturalmente lo hacemos porque somos nosotros, claro, es a los que nos ha tocao, nada más.

    - ¿Sería algo de eso lo de “me investigué a mí mismo”?

    AGC - Bueno, lo de este psicoanálisis sí que podía tener algo que ver, luego esa apelación que yo he hecho de llegar a descubrir la contradicción podía tener un sentido semejante al de la frase que nos queda del libro de Heráclito “Me investigo a mí mismo para descubrir la contradicción incurable”, no para descubrir quién soy, que eso hasta me lo pueden contar los Medios, y la mujer y el padre. No para descubrir quién soy, sino para descubrir que soy una contradicción viva.

    - Pero ‘me’ y ‘a mí mismo’ ¿es el mismo?

    AGC - Eso es lo que estamos diciendo: es una contradicción viva. De manera que no puede ser que yo me convierta en un investigador de mí mismo, que sea una cosa, mientras que yo dejo de serlo. La investigación sería en el sentido de descubrirme como contradicción viva. Bueno, más dudas y también propuestas de responder a quien pregunta por la calle.

    - Yo no sé, pero yo creo que  siempre que se plantea… o siempre que se me plantea un dilema así, de elegir entre sometimiento o rebelión, siempre -como me lo plantean a mí, investigo yo- voy a elegir el sometimiento, lo que pasa es que lo vestiré con los ropajes o con lo que quiera, lo llamaré rebelión, lo llamaré decir “Pues lo práctico lo resuelvo y luego tengo yo mi…”. Pero siempre voy a elegir el sometimiento. Lo que pasa es que quede por debajo algo que no esté bien hecho del todo, que sea lo que se rebela, pero lo único que puedo decir es que no admito esa pregunta, porque entonces si admito la pregunta y admito responder, voy a responder yo, y lo que responda va a ser siempre sometimiento.

    AGC - Muy esacto. La pregunta no tiene sentido tomada de esa manera, por supuesto. Efectivamente lo has dicho muy claro: si el que tiene que elegir soy yo personalmente, está claro lo que voy a elegir: yo estoy hecho para la Existencia y por obra del Poder, de manera que no hay más que eso. Si la pregunta tiene otro sentido, vosotros lo pensaréis, desde luego ése no vale. Si el que ha de responder soy yo personalmente ya se sabe que lo que voy a elegir es la Existencia, la subsistencia, el mantenimiento tal como soy en la medida de lo posible, y por tanto el sometimiento. Eso está claro.

    - ¿Y por qué no la rebelión?

    AGC - ¿Um?

    - ¿Por qué no la rebelión?

    AGC - Porque uno está hecho para la Existencia.

    - Últimamente estamos viendo -hablando de Realidad, que no es todo lo que hay- algunas respuestas de verdadera rebelión desde ese sector de personas que les llaman locas. Por ejemplo el caso de Berlusconi o el caso del Papa, ¿eh? Es una rebelión, que no se ha visto hasta ahora, que una señora se le tire encima al Papa y lo tire por los suelos. O el Berlusconi, que le dan con la catedral en la cara. Hay que estar un poco loco para eso…

    AGC - Sí, pero no hay que…

    - …Pero la respuesta y la lucha de la rebelión ¿no irá por la locura, quizás?

    AGC - …No, no hay que entretenerse mucho. Las locuras no sirven gran cosa, sirven para producir noticias en los Medios, ¿eh?, no hay que engañarse. Sirven para eso y para poco más, ¿no? Es volver un poco a lo que decía antes con este muchacho, ¿no?: ahí todas esas formas de rebelión pueden ser muy espectaculares, pero desde luego están estraviadas por estrechez, porque se han empeñado en reconocer el Poder en una cara, en un nombre, en una cosa determinada, ¿no?

    - No es todo pero por algo se empieza, por los pastelones, hay que empezar por algo. Los pastelones del cine mudo, ¿te acuerdas?: ¡pum!, pastelón.

    AGC - No, no, no. No, no. No, no: distraen mucho. Esas formas de rebelión pasional, lo mismo que las de rebelión organizada, distraen mucho. Si uno toma otra actitud y quiere descubrir la mentira de las verdades, no puede ser muy transigente ni con lo uno ni con lo otro: ni con las rebeliones alocadas ni con las rebeliones organizadas.

    - Pero las caras del Padre aparecen muchas veces…

    AGC - Bueno.

    - …y sobre todo desde el Pantocrátor.

    AGC - Más, sí.

    - ¿Tiene algún sentido preguntarse por qué los entes ideales…?

    AGC - ¿“Por qué”?

    - …Los entes ideales están dedicados a hacernos la puñeta a nosotros, las cosas, ¿por qué?, ¿puede preguntarse eso?, o ¿no tiene mucho sentido?

    AGC - Sí, sí, se puede preguntar. Yo no lo he dicho tan en ese sentido, ¿eh? He dicho que ¿por qué los…?

    - No se ha oído, ¿lo puedes repetir?, por favor.

    AGC - Si se podría decir que respecto a los entes ideales que están ahí para hacernos la puñeta.

    - ¡Ah!

    AGC - He dicho que reconocemos la presencia de esos no existentes, pero que están actuando a cada paso la Existencia, la reconocemos porque como cosas los sufrimos. No voy a decir que estén destinados a eso y… De hecho nuestro reconocimiento de esos entes ideales consiste en que efectivamente los sufrimos en esa contradicción a la que estamos dando vueltas y que no es sólo de las cosas humanas, sino de las cosas en general.

    - Agustín

    AGC - Sí.

    - Aquí, aquí. Pues la pregunta ésta sí me parece pertinente, ¿qué eliges, si la sumisión o la rebelión?, pero a lo mejor es el interlocutor, ¿a quién le preguntas?, ése es el que no lo encontramos por ningún sitio que nos pueda responder. Sí encuentro a la persona, respondo yo: bueno, pues yo más o menos, pues casi, casi, iba a decir lo mismo, que elijo casi el sometimiento, pero…

    AGC - Sí, claro. Sí, porque personalmente estás hecho así. Personalmente estamos hechos así, estamos hechos para la Existencia, y por tanto requiere decir la resignación, la Fe en el Futuro que nos venden desde Arriba, todo lo demás que sabéis que es la Existencia: la muerte, en definitiva siempre futura. No olvidéis que ahí está el fundamento del Tiempo real y de la Realidad toda, y que esta tertulia sólo tenía un sentido y era contra la muerte. Contra la muerte que nunca está aquí, contra la muerte siempre futura, pero que es la creadora de la resignación, la esperanza, el miedo, todo lo que costituye el Tiempo real y la Realidad.

    - O sea…

    AGC - Sí.

    - …para terminar lo que estaba diciendo: o sea, probablemente sí pueda haber preguntas, pero lo que vemos es que las respuestas en el momento que se dan, si las queremos dar un poco en el sentido de la tertulia, no es posible darlas.

    AGC - No, no: salvo engañándose. Porque efectivamente personalmente uno, como hemos dicho, ya se sabe lo que tiene que elegir. Otra cosa es la pregunta…

    - Pero si partimos del hecho de que estamos mal hechos…

    AGC - …porque la pregunta es la pregunta, y una pregunta puede estar viva siempre…

    - …se puede dar la rebelión por mal hechos.

    AGC - ¿Perdón?

    - Que si partimos de que estamos mal hechos, o que nos hacen mal, no lo sé…

    AGC - ¿Eh?

    - …o nos hacen mal o no funcionamos como se espera, que cabe la posibilidad de la rebelión no porque yo la quiera, sino porque desde mis fisuras y porque estoy mal hecho, me sale a pesar de mí. Cuando te zurran bien, en ese momento la Fe se te cae. Y en ese momento que te han zurrado bien es cuando maldices. Algo se produce en ese momento.

    AGC - Desde luego…

    - …Cuando a mí no me zurran bien sino me zurran mal, mal sería que me conformo como me zurran, pero hay veces que fallan y que zurran mal, y entonces en ese zurrarte mal te sale la rebelión, que tú no quieres pero que te sale a pesar de, a pesar del miedo que se tiene, a pesar del…, te sale algo que no puedes evitarlo y ellos dicen “enajenado momentáneo”. Eso, cuando se trabaja se sabe que pasa. ¿No?, ¿podía ser?

    AGC - Bueno, por lo menos no podemos presentar eso como una vía para la rebelión, pero desde luego una condición necesaria sí. Si no estuviéramos, como tú mismo has dicho, mal hechos, si fuéramos de verdad lo que somos, es decir, que estuviera cumplida la ley de ‘el que es, es el que es’ (eso sería estar bien hechos), entonces, claro, no habría nada qué hacer. De manera que la rebelión desde luego no nace más que de que eso nunca se da en la Realidad, no se da más que como ideal que nos oprime, nos aplasta como ideal, pero nunca se llega a cumplir, nunca se da, y es gracias a esa contradicción viva como cabe, como tiene algún sentido la rebelión, sin decir de quién contra quién, porque evidentemente una persona no es rebelde pero la pregunta sigue teniendo sentido.

    - Sí, pero eso nunca se podría dar jamás como elección, como bien ha dicho él aquí, jamás, porque en cuanto fuera una elección, sería una contestación, una respuesta cumplida a la pregunta, y cerraría la pregunta y la condenaría a la elección, que es absolutamente la Realidad misma. Lo que se trata es de que el modelo que él ha planteado, de alguna manera yo lo entiendo como pregunta a la pregunta, no tanto como el monólogo de Hamlet de “ser o no ser”, pero por ahí van los tiros: es una pregunta de la pregunta, que es la inquietud que produce a uno el hecho de darse cuenta de que no encaja en algo, de que no encaja. Pero no se puede presentar como…

    AGC - Bueno, por favor.

    - …como insumisión.

    AGC - Sí, pero no hace falta armar líos innecesarios.

    - Pero cada vez que yo hablo ¿armo lío?

    AGC - No, no. No: es que llevas un rato y cuanto más rato hablas más te lías.

    - No, no, no, yo un rato no: estoy hablando esactamente como cualquier otro.

    AGC - Cuanto más rato hablas más te lías.

    - Pero, bueno, pero por eso te doy pie a ti para que tú deslíes los líos.

    AGC - Es que eres muy elocuente.

    - Venga, desata, desata.

    AGC - El inconveniente que la imagen que tú has presentado tiene es que efectivamente confía en que de alguna manera las situaciones estremas, de violencia, etc., pueden efectivamente ser como un aprovechamiento de esa misma imperfección, de ese estar mal hechos. No, la verdad es que yo tendería a encontrar motivos más plácidos y cotidianos, sin tener que recurrir a esos para la rebelión, no de uno, pero de algo que en uno queda a pesar de todo, contra lo otro, contra lo otro que implica la Realidad en general y la de uno mismo en particular. Hay motivos más plácidos… (Está haciendo un calorazo tal que voy a tener que cortar sólo por el calor, porque no es cosa de abrir una ventana).

    - Seguro que la culpa es mía. ¿A que la culpa es mía?

    - Agustín.

    AGC - Sí.

    - Que voy a hablar desde lo que siento, y lo que siento es que hay una mentira tan reinante y hay tanta falsedad que…

    AGC - Sí.

    - …no se encuentra como un lugar astuto para la… de astucia para la rebelión. Porque…

    AGC - ¿“Que no se encuentra”?

    - O no encuentro yo, vamos. Como que siento que habría que ser más astuto, porque simplemente ponerte en un lugar rebelde, digamos, es como dar alimento a ese Poder para que te pongan cabeza de turco. Y a mí eso me resulta también muy aburrido y muy ineficaz, y me…       

    AGC - Sí, pero no hay motivo para declarar eso. Cabe siempre más astucia y más, es verdad…

    - Sí, claro, pero…

    AGC - …hay que no olvidar que esa astucia viene también en el sentido de hacer burla de la creencia de uno en sí mismo. No vaya a ser que la astucia se dirija hacia afuera nada más de una manera que… estamos acostumbrados a eso. (Gracias, gracias por abrir la ventana, porque esto se ponía un poco pesado). Formas más plácidas, sí.

    - Yo creo que también la rebelión es difícil finalmente, porque ‘ellos’, de los que hablamos aquí continuamente, somos ‘nosotros’. Entonces, ése, yo creo, que es el quid de la cuestión.

    AGC - Sí, sí, por lo que acabo de decir: no puede uno olvidarse que la Realidad es también la de uno y que uno, en cuanto persona, es cliente, súbdito, representante si lo nombran, y cualquier cosa. Por eso la rebelión es contra la persona. Si no, este análisis, este psicoanálisis no tendría sentido: nos desmontamos a cada uno en particular.

    - Agustín, tengo una duda, que, bueno, que puede ser un poco chorra: ¿qué es más rebelión, llevar piedras en el bolsillo contra las ventanas del Ayuntamiento o sentarnos aquí, en la tertulia, a hacernos estas preguntas?

    AGC - ¿Qué elegir o qué preguntas? No sé, porque esas cosas son juicios acerca de la Realidad.

    - ¿Eh?

    AGC - Son juicios acerca de la Realidad, y la Realidad es falsa. No se pueden hacer juicios en los que confiar. ¿Qué quiere decir “llevar piedras en el bolso”? ¿Cuándo?, ¿quién?, ¿cuánto tiempo?, ¿hasta cuándo?, ¿cómo?, ¿con qué intención?, ¿qué bolsillos?, ¿qué tipo de piedras?, ¿hacia dónde los paso?... interminable. Quien hace juicios acerca de situaciones reales es porque corta, corta por donde le parece para decir algo, pero esa situación no cabe; y la de venir a la tertulia, no te digo. Incluso la de llevar piedras, lo mismo.

    - Pues se pueden hacer las dos cosas: se pone uno en la puerta y dice “¿Qué es Ayuntamiento?”, y luego coge la piedra…

    AGC - Bah, no, no distraigas. No distraigas.

    - ¿Se puede estar juntos sin ideales? O sea, ¿se puede estar juntos sin ideales?...

    AGC - ¿Cómo “estar juntos”?

    - …Decirle a una chica “Mira, entre tú y yo hay amor, pero el amor no existe”.

    AGC - ¿Cómo “estar juntos”?

    - Estar juntos.

    AGC - A ver.

    - O sea, estar juntos, me refiero a una relación, una pareja. Decirle a la chica “Hay amor, pero no existe el amor”.

    - “Amor mío”.

    AGC - Estar juntos implica, como…

    - Estar juntos, lo digo, por ejemplo, para trabajar la tierra, o para… no sé.

    AGC -… implica, como sabéis, la Fe, y la Fe es la esclavitud. La pareja simplemente revela de una forma a veces muy elocuente eso que hemos dicho de ‘la persona de uno’. Lejos de curar del uno, en el caso de la pareja se manifiesta de una manera mucho más visible, tremenda. Requiere la Fe, uno no está junto con una así, por decisión, sino es porque se cree en uno, en el otro, en la otra, y la otra en el uno, cree en el amor eterno. Es decir, se cree todo lo que el Poder manda. De manera que es un caso en que efectivamente la rendi-…

    - Pero empieza con buena intención, para salirse de sí mismo, lo que pasa que luego dan la vuelta y una contraeconomía del negocio…

    AGC - Resulta que…

    - …se multiplica uno por… Dos se hacen uno, pero la primera intención es buenísima.

    AGC - …Resulta que demuestra eso, es uno de los casos más ilustres que muestran la sumisión a la muerte, como la Iglesia lo decía “Hasta que la muerte los separe”.

    - Los iguales.

    AGC - Eso es la revelación de lo que estoy diciendo, es decir la Fe en el Tiempo real, la Fe en el Futuro, en todo lo que te mandan; no hay pareja sin Futuro, sin un Futuro: primero hay novios que se van a hacer pareja (futuros), que por lo tanto ya lo son desde que son futuros; luego está el Futuro, y en definitiva es la resignación a la muerte. En muchas otras cosas se manifiesta esta docilidad y sumisión a lo que nos imponen, pero el caso de la pareja es ilustre. Y tal vez algunas de las manifestaciones más violentas pueden servir para hacer una especie de psicoanálisis de la pareja, que evidentemente será un psicoanálisis de uno mismo, no puede ser otra cosa, pero partiendo de eso. Cualquiera de los desastres de la Realidad se pueden aprovechar para la rebelión, cabe.

    - Agustín, pero si uno al menos son dos, ya son por lo menos cuatro, lo peor es cuando son tres.

    AGC - ¿Qué?

    - Bueno, a ver si me entiendes: que como aquí, en nuestra lógica ésta, por lo menos uno son dos como mínimo, por lo del complementario o el contrario, aunque es legión uno, pero por lo menos son dos, que ya serían cuatro en la pareja…

    AGC - No entiendo. Que no entiendo nada.

    - …que lo peor es cuando son tres.

    AGC - No veo lo que estás diciendo.

    - Nada.

    AGC - Bueno, sí. No, vamos, no te metas en lo…

    - Un momento: mira, lo de los tres yo no lo entiendo, pero lo de la pareja que ella decía, a mí sí me parece muy importante porque es muy curioso o muy cruel como pasan ahí las cosas, porque todo empieza por lo de “Gracias, Petenera mía, en tus ojos me he perdido, era lo que yo quería”, y cuando menos te lo esperas, ya te has encontrao. Pero el enamoramiento empieza por lo de perderse en la mirada del otro. Y cuando…

    AGC - ¿“Con lo de”?

    - Los versos de Machado, lo de “Gracias, Petenera mía, en tus ojos me he perdido, era lo que yo quería”, por ahí empieza todo.

    AGC - ¿Qué empieza?

    - Empieza la pareja.

    AGC - ¡Joer!, no sé qué pareja puede salir de ahí…

    - ¡Joer!, y cuando estás perdido, de pronto te ves con una hipoteca…

    AGC - …porque imagínate…

    - …Eso no pasa en toda la Realidad. Cuando ya te has perdido, de repente te has encontrao como en tu vida…

    AGC - …imagínate unos ojos…

    - …¡Jolín!, con la pérdida.

    AGC - …“unos ojos que son mi perdición” y si cupiera alguna duda…

    - Y de pronto la hipoteca después de la pérdida.

    AGC - …y si cupiera alguna duda todavía sabías “eso es lo que yo quería”, como si yo no fuera otro que el que me he perdido en tus ojos, no te quiero decir qué pareja va a salir desde ahí ni nada por el estilo.

    - Pues ninguna, pero curiosamente después de eso, pues la hay…

    AGC - La perdición, que sabe que amor…

    - …¿Por qué?, pues no lo sé, tú lo sabrás. A mí explícamelo, yo no lo entiendo.

    AGC - …‘amor antes del sometimiento’ quiere efectivamente (eso lo sabe cualquiera), quiere decir ‘perdición’; quiere decir ‘perdición’, sea en unos ojos o sea donde sea, pero quiere decir ‘perdición’. Eso es amor antes de su consagración; cuando se le consagra se vuelve, como suele suceder, todo lo contrario: el procedimiento de defensa más tremendo. Cualquiera sabe que amor, si no fuera nada, sería el enemigo de la muerte, sería el perderse, el irse dejando morir sin más, pero en la Realidad lo conocemos consagrado: hay una idea del amor, hay una creencia, una ceremonia del amor, etc.

    - Allí hay una pregunta, allí, Virginia.

    - Bueno, se sale un poco de esto, pero yo es que me había quedado pensando en lo de que ‘hay cosas, porque no hay una’, y no lo veo, y no lo entiendo eso. Porque podrías decir, “Bueno, no hay una, pues por ejemplo, hay ninguna”, o podrías decir… podrías decir… no tiene por qué ser sólo dos opciones, podría haber una tercera vía, no sé. No me parece que eso de lo uno y lo múltiple sea lo único que puede haber.

    AGC - El uno está definido. Yo he dicho que es equivalente de ninguno; y lo otro, lo que se opone, no está definido. Hemos dicho y repetido “es un plural, porque no puede ser un singular, pero un plural indefinido, sin cómputo…”

    - Pero es que para eso nos quedábamos con lo de ‘hay algo’…

    - Hay poca cosa, poca cosa.

    AGC - ¡Ah!, no. No, porque hemos…

    - …Porque ‘hay algo’ es un indefinido.

    AGC - …hemos tenido que reconocer que ‘hay cosas’.

    - ‘Hay cosas’ porque ‘no hay una’.

    AGC - Porque ‘no hay una’. Y el ‘algo’ lo dejaba todavía demasiao vago.

    - El ‘una’ es una definición ¿no?, entonces una indefinición…

    AGC - Una definición…

    - …una indefinición suficiente es la de ‘hay algo’.

    AGC - ¿Eh?

    - Que el ‘una’ es una definición, y una indefinición contraria suficiente parece lo de ‘hay algo’, porque…

    AGC - ¿Cómo?, ¿cómo? ¿“Que parece”?

    - ‘Hay algo’ me parece suficiente indefinición contra ‘hay una’. Que no veo necesidad de llegar a ‘hay cosas’ a partir de negar la unidad. No veo la vía, la…

    AGC - “Necesidad” no, son pasos sucesivos. Yo he hecho que el ‘hay’ vaya recorriendo una especie de escala, pero evidentemente…

    - Una escala de definición.

    AGC - …para venir a parar al reconocimiento desde abajo de la Realidad indefinida -yo no lo veo- sobre la cual efectivamente puedan actuar los entes ideales y, entre ellos, los números (con una o ninguna no se podría hacer nada).

    - Pero tú mismo decías en la costrucción de los números que la Realidad solamente empezaba a funcionar a partir ya del 2 ó del número, y que luego eso es lo que daba entidad o costrucción al 1.

    AGC - Gracias, Isabel. No puedo sacar ahora aquí el libro De los números porque eso es otra cosa que nos iba a llevar muy lejos. Bueno, os voy, para terminar, a intentar presentar un modo más plácido y terrenal también de entrar a ese problema de el que cualquiera por la calle os puede preguntar ¿qué eliges?, ¿por qué eliges la disconformidad, la rebelión?, está un poco relativo a la compasión. Bueno, imaginaros por ejemplo cualquiera de  vosotros a que un partido con competición, de futbol, por ejemplo: estáis viendo jugar, pero sois unos espectadores de este partido que no saben nada, ni de qué equipo es cada uno, ni de los nombres que tienen los futbolistas, ni qué es lo que se juegan, ni qué es lo que van a sacar para la clasificación de equipos y todo eso: un ignorante que se parece bastante a lo que me pasa a mí cuando veo futbol, que me acerco bastante a esta desnudez. Tiene que ser así: alguien que no haga más que ver jugar, pero es un juego competitivo: hay dos equipos, un partido de futbol. Y entonces, dada esa ignorancia que tiene el espectador con lo demás, la pregunta se vuelve en esto: ¿a favor de quién se pone según va viendo jugar?, no teniendo ninguno de los motivos esternos, ¿a favor de quién se pone según va viendo progresar el juego?, ¿a favor de quién se le pone el corazón a este espectador desnudo que os presento? ¿A favor de cuál de los dos equipos se le va poniendo el corazón?

    - Al que va perdiendo.

    AGC - Por supuesto. Está claro, creo que cualquier corazón responde, el corazón se le pone a uno, a falta de ningún otro motivo, se le pone a uno a favor del que va perdiendo, no tiene más motivo. Se le pone a favor del que va perdiendo.

    - Agustín, a mí me pasa lo contrario. No, alguna vez que coincidió, no… yo tampoco…

    - Pero igual no es el corazón.

    - ¿Eh?

    - Igual no es el corazón.

    - No, no: yo creo que era el corazón, sí, sí. Yo… era el que estaba a punto de meter gol, ése era el que yo deseaba que metiese gol. No deseaba que los otros…

    AGC - ¡Ah!, no, no, no. Yo efectivamente hablaba del ‘corazón’ ahora. Uno desde luego tiene otros móviles mucho más poderosos para estar del lado contrario, pero digo que en una ignorancia de qué es lo que se juegan, y de qué van a ganar, ni de quienes son. ‘El corazón’ es una manera muy metafórica de decirlo, pero ¡qué le vamos a hacer!, me estoy refiriendo a lo más abajo. Yo creo que efectivamente de ordinario el corazón se pone a favor del que va perdiendo sin ningún otro motivo, esto es importante: sin ningún otro motivo. Bueno, hay aquí también un porqué negativo: simplemente porque el más fuerte, el que se sabe que va a ganar, efectivamente vaya ganando y metiendo goles, eso resulta aburrido. Ésa es la cuestión. Porque naturalmente eso ya se sabía. Hay una evidencia de desnivel entre los dos equipos, entre la potencia, la habilidad, la calidad de los jugadores que hace que metan un gol, metan otro, y ya se sabe, ya se sabe quién va a ganar. Y si ya se sabe lo que va a pasar, sea ahí o en cualquier sitio, eso es el aburrimiento mortal, que solamente se puede curar por medio de pasiones impuestas desde Arriba, por ejemplo por los comentaristas de futbol que aclaman, que suben por las nubes las cualidades de lo uno o de lo otro…

    - Pero a veces se nota de qué equipo es la pelota.

    AGC - No, con esto…

    - El día que le metió 4-0 el Alcorcón al Madrid, alguien imparcial se pondría de parte del débil, que en ese caso sería el Madrid.

    AGC - ¿Perdón? ¿Perdón?

    - Quiero decir que hay que saber aun más que el marcador: quién es el débil ya históricamente o…  Porque, por ejemplo, el día del…

    AGC - ¡Ah!, no, no, no: todo eso está…

    - …4-0 del Alcorcón al Madrid, todo el mundo iba con el más fuerte, todo el mundo imparcial.

    - ¿Cuál es más fuerte?

    AGC - Ya he dicho que hay que contar con un desconocimiento.

    - El Alcorcón, porque metió 4-0 al Madrid.

    - Pero ¿sabía si era el Alcorcón y el Madrid?

    AGC - Vamos a ver...

    - Lo que quiero decir es que, bueno, en todo esto hay que saber no solamente lo del marcador sino más cosas.

    AGC - Bueno, un momento, un momento, por favor…

    - Pero cuando tú dices que los catalanes no te gustan nada es porque sabes el dinero que mueven, el no sé qué, el no sé cuánto. Es un saber histórico.

    AGC - Hay que dar un poco más de vueltas a eso. Desde luego, Penélope, no, esto no contradice el gusto puramente artístico que tenga uno en ver cómo mete un gol o hace una combinación bonita.

    - Ya, pero podía ser también que el otro lo parase. No lo sé.

    AGC - La cuestión se refiere a la marcha del partido y a favor de quién se pone uno en cuanto a la marcha. No quita, no es contradictorio, con apreciar también en el otro lo bonito, lo bien hecho de una jugada o un gol que se meta.

    - Pero entonces, si da un vuelco el partido y empieza a ganar el que perdía, ¿ya te pones de parte del otro?

    - Te empieza a caer gordísimo.

    AGC - Estás condenado, te has engañao, te creías que éste era el débil…

    - Te has engañao.

    AGC - …te creías que éste era el débil y ahora resulta que al cabo de tres cuartos de hora te han demostrao que no, entonces el corazón se te cambia, claro, como es natural, no tienes ningún motivo de fidelidad.

    - Eso es la esperanza de que pase algo.

    AGC - No hay aquí ningún motivo de fidelidad, simplemente se trata de eso. Notad en esta especie de porqué negativo que he dado, ¿no?: porque el que gane el que va a ganar es aburrido, porque, como siempre, en cuanto se te presenta esta situación de que ya se sabe lo que va a pasar, y pasa, y pasa, y parece que tiene que acabar por pasar, eso es el aburrimiento mismo, que solamente es eso: se tapa, ya sabéis cómo se tapa el aburrimiento, se tapa  con la diversión, con apasionamientos a fuerza de comentarios y de todo eso, exaltaciones de la Fe que se pueda tener en las virtudes de equipo o en el otro, pero por debajo: aburrimiento. El aburrimiento normalmente el Poder nos lo sirve así, normalmente nos lo sirve tapado de diversión, pero cualquiera sigue sintiendo que por debajo de la diversión se está uno aburriendo como nadie, puede estar efectivamente jaleándose mucho en cualquier especie de partida  todo eso y por tanto divirtiéndose como Dios manda, como Dios quiere que te diviertas, pero por lo bajo eso no quita el aburrimiento. Hay algo que reconoce que no está.

Bueno, pues eso es lo que se me ocurría como motivo plácido: uno no puede…

    - ¿Puedo añadir algo?, Agustín.

    AGC - Sí.

    - Me asombra que… no, que no lo esperaba, que hablaseis de goles. A mí un momento que viví como muy intenso fue una vez que pasaba por la Castellana y salía mucha gente del Bernabeu, y pregunté “¿Qué ha pasao?”, dice, “Nada, ha ganao 4-1”. Me quedé pasmao. O sea, miles y miles de personas durante tres horas, no sé cuánto, metidos allí, la cantidad de cosas que habrían pasao allí, que podrían contar, y todo lo resumen en dos cifras. Es decir, lo mismo que el Dinero, o sea, esa capacidad de la cifra de resumir lo que tal y hacerlo memorable y tal. Me parece… estamos hablando de futbol, y fijarnos si se ha metido un gol o dos o quién va ganando, me parece que… no, no, lo esperaba. O sea, hay mucha más variación de ver una jugada, se puede hablar de muchas más cosas que de la cifra…

    AGC - El resultado. El que te decía como resumen “4-1” a lo mejor estaba algo triste también, como en el dicho habitual de “¿Dónde vas”, “¡¡¡A los toros!!!”, “de dónde vienes?”, “De los toros”. Pues, un poco en el mismo sentido, pero eso no le impedía obedecer a la regla, como tú has dicho, que es la económica: el resultado. El resultado, que es, como en las cuentas de las Finanzas, es lo que cuenta. Eso no quita, como digo, que por debajo hubiera una tristeza de no haber sacao del partido más que eso que te dijo como resultado.

Pero, bueno, lo que estoy tanteando ya veis lo que es ¿no?: uno no puede ser un rebelde personalmente, nadie puede levantarse contra el Estado y el Capital porque uno es de ellos, está hecho por esa imposición de los ideales, a lo que llamamos Existencia o subsistencia, pero como uno no es todo ni es del todo el que es, ni es perfectamente uno, algo queda en uno, y por tanto en cualquier cosa, algo queda en uno que se rebela contra la imposición de lo ya sabido, la imposición del Futuro sabido, y eso es lo que tal vez se puede alimentar, por lo menos en un primer nivel, de esta especie de compasión que os he presentado en el caso de este espectador de futbol ignorante de todo lo demás, es decir, una participación que hace tomar partido ¿por quién?, no va a ser por el que lleva ya detrás de sí a la mayoría arrastrada por el Poder, no va uno a perder el tiempo dedicándose a hacer lo que ya está hecho. La simpatía se da, por el contrario, por ahí, por lo que se está perdiendo, nunca del todo, porque si no, ni estaríamos aquí, simplemente se va perdiendo, y valga por lo que valga, por ahí va la rebelión.

Pero decid algo más que a través de esto se os puede haber ocurrido o a través de cualquier otra cosa.

    - Que son las diez.

    - Sí. Que ¿por qué se da tanto por hecho?... por lo menos a mí me ha parecido oírlo, lo que sí se ha hablao, que cuando se habla tiene que ser uno el que tenga una postura y no puede pensarse que es que se… porque te preguntan algo o dices algo, puedes dejarte llevar por lo que entiendes o por una razón que es común, así: que no es ni tuya ni tienes por qué firmar nada de lo que digas, pero que puedes decir que a la gente no le hace ninguna falta ningún Poder ni nada de eso, por ejemplo. Quiero decir que ¿por qué tiene que ser una postura de uno y tener todos esos problemas…?

    AGC - No, no. Si te descuidas te hacen firmar eso que has dicho, firmarlo con tu nombre propio: una idea que se le ha ocurrido a Ana, que tiene el empeño de meter-… Ya sabéis el truco fundamental, es una demostración de que la persona está al servicio del Poder. Las declaraciones, incluso por parte de gente fina y penetrante, de rebelión contra el Orden, contra el Poder, pasan todas ellas que llevan la firma del autor, porque ya se sabe que si son opiniones filosóficas o así, de uno, eso ya no le va a hacer daño a nadie. De manera que gracias a la sumisión al nombre propio del autor, se las hace sentir como inocentes, tolerables.

Bueno, creo que se nos ha hecho muy tarde, tenemos que dejarlo, pero si se os ocurren cosas respecto a todo esto de la contradicción y la elección, ya me lo diréis, si el Señor nos deja llegar siete días más adelante.