27.08.2014

Tertulia Política número 215 (3 de Febrero de 2010)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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  • Inconcebibilidad de los dos tipos de muerte.
  • Lo no sabido como motor del Progreso de la Ciencia.
  • La Ciencia achacando a Dios o a Natura su imposición de ideales.

 

 

TRANSCRIPCIÓN:

 

 
No voy todavía a preguntaros otra vez “¿de cuál de las dos tienes tú más miedo?”, una pregunta que estos días estaba pendiente siempre por debajo.  Por ahora prefiero que volvamos a enganchar con lo de el otro día, el descubrimiento (o sea, perogrulladas, como suelen ser los descubrimientos que hacemos aquí), de que las dos son inconcebibles, las dos muertes que se nos han aparecido opuestas una a la otra, pero que sin embargo de las dos decíamos esto: son inconcebibles, solo que, claro está, cada una a su manera, de una manera también opuesta.  Esto es lo que quiero que con vuestra ayuda debatamos todavía un rato antes de seguir adelante.

‘Inconcebible’ quiere decir que no se puede hacer uno una idea de ello, tal como se dice vulgarmente ‘hacerse una idea’, comprender en el sentido ése de hacerse una idea, que quiere decir de alguna manera abarcar, comprender.  Abarcar, y abarcar quiere decir normalmente abarcar dentro de lo sabido.  Es lo que todos los días estamos criticando como la pretensión funesta que de ordinario se da en Filosofías y en Ciencia: se trata de entender la Realidad dentro de la Realidad.  Eso es abarcar, eso es entender, con lo cual evidentemente uno condena aquello de que se trate a la misma mentira costitutiva que es propia de la Realidad, es decir, de las cosas ya configuradas por ideales, como recordáis que se nos presentaba estos últimos días.

Bueno, en ese sentido se puede decir que tanto la una muerte como la otra son inconcebibles para uno.  Conviene entender cómo cada una de ellas.  Yo creo que los que me habéis seguido estos días podríais más o menos irlo diciendo cómo es que resulta inconcebible la muerte real, que como recordáis muy bien es justamente la que no está aquí nunca.  Ésa es la real, porque la Realidad es antes que nada Futuro, el Tiempo se crea a partir de ahí, desde lo que va a venir hasta lo que ha pasado, al revés de tal como se nos presenta el movimiento y los procesos de las cosas de ordinario.  Muerte real, siempre-futura, la que nunca está aquí, ¿en qué sentido ésa resulta para uno inconcebible?  Y por el lado contrario esto de irse muriendo continuamente, lo cual como recordáis escluye al Tiempo real, puesto que en la Realidad no hay continuo.  En la Realidad no hay continuo, como no hay sin fin, como no hay ahora.  Cualquier cosa de ésas escluye a la Realidad, nos saca fuera, y sin embargo ahí está: estamos continuamente deshaciéndonos, estamos continuamente dejando de ser lo que somos, y eso se puede llamar, si no muerte, por lo menos irse muriendo, que naturalmente es lo mismo que vivir, da igual, vivir o irse muriendo.  No hay otra manera de vivir, ni nosotros ni cosa ninguna, que no sea eso, que no sea irse muriendo, irse deshaciendo, y de alguna manera decíamos que también esto es inconcebible para uno.  De manera que en lugar de preguntar por los miedos preguntamos por la inconcebibilidad diversa de lo uno y de lo otro, y entonces antes de seguir os pido ayuda, os pregunto, para asegurarme de que sabemos de qué estamos hablando en este momento que puede ser un poco difícil y peligroso de alguna manera.  De manera que ¿cómo es la inconcebibilidad?, ¿cómo es que nos resulta inconcebible cada una de las dos muertes?  Cualquiera al que se le ocurra algo, antes de seguir, será de agradecer.

-Pues porque uno de la suya misma no tiene nunca ninguna esperiencia, sólo tiene de las de los demás.

A-Que de mi muerte no hay esperiencia es una costatación perogrullesca ().  Desde luego: de mi muerte no hay ninguna esperiencia.  ¿Y entonces?

-Pues que de algo que no sabemos lo que es, no se puede tener miedo.

A-Bueno, es bastante razonable.  ¿Quién tiene más que añadir?   Vamos, sí hay más que añadir, sobre todo después....  Sí.

-¿Qué significa tener esperiencia?

A-¿Que qué significa que de mi muerte no hay esperiencia?

-No, no, en cualquier cosa.

A-No hace falta en cualquier cosa; en ésta.  Si en ésta se entiende, buena gana de andarse perdiendo.  Todo el mundo entiende que de mi muerte no hay esperiencia alguna.  Y evidentemente tiene que ver con lo que sacaba de la repetición: la Ciencia normalmente sólo trata de hechos que son hechos precisamente porque se repiten.  La Ciencia (ella misma lo declara más de una vez), no puede tratar de singularidades, esto es cierto, y claro está, mi muerte parece que es singular, y en ese sentido de mi muerte no hay esperiencia alguna.  ¡Más, más!

-Es que a mí se me presenta.....

A-Si siguiéramos aquí, mejor, ¿eh?, en este asunto: inconcebibilidad de la muerte ésta.

-Es que precisamente lo que voy a cuestionar ahora es lo de la inconcebibilidad, ¿eh?:  para mí la muerte se presenta, y precisamente por eso....

A-¿Cuál?  ¿Cuál de las dos?

-No, es que se me presentan.....

A-No, no, si no me dices cuál de las dos no podemos seguir.

-No, las dos se me presentan como....

A-Primero una, primero una y después la otra.  ¿Cuál primero?

-La llamada muerte futura.

A-La muerte futura, la que nunca está aquí, que es la real.

-Precisamente el rasgo esencial es que me es absolutamente en demasía concebible, y esto es lo que realmente me aterra.  Siempre para mí es una idea concebible, y por lo tanto ése es su verdadero terror. 

A-Desde luego se sabe.

-Déjame que termino.  Y la segunda se me hace igualmente concebible, porque resulta que eso lo que me salvaría de ella es no hacerla concebible, es decir, dejarme morir sin hacerla concebible, pero resulta que no me puedo dejar morir sin ser cosciente de que estoy muriendo, y entonces en los dos casos son concebibles, y ésa es la enfermedá humana por escelencia.

A-Mejor vayamos por partes: a la primera que dice Isabel, que es de sobra concebible quiere decir que efectivamente como todo el mundo sabe la muerte futura es sabida, y no sólo es sabida, sino que es lo primero que se sabe.  Más de una vez lo hemos dicho que un niño, que no se sabe cuando nace, lo que se sabe es que se hace el que es, se hace persona, cuando recibe el anuncio de “te vas a morir mañana”, y de este saber de la muerte nacen todas las demás.  Y sin embargo yo repito que eso no tiene que ver con lo que estoy llamando inconcebibilidad: es así, se sabe, se tiene esta noticia, que es la primera noticia de la que dimanan todas las noticias, falsas todas ellas, de que está costituída nuestra Realidad, pero eso no la quita de ser inconcebible.  Alguno tal vez recuerde, para entrar por esto sin perdernos demasiado, cómo esto tenía que ver con el Nombre Propio.  A ver.

-¿Y lo inconcebible no es escandaloso?

A-Sí, lo que quieras, pero de momento nos interesa que sea inconcebible.  ¿No recuerda nadie qué tenía esto que ver con lo del Nombre Propio?

-El Nombre Propio representa la parte de uno que se va a morir, que representa la muerte como fin, ¿no?

A-No sé si eso está claro.  ¡Vamos, venga, más ayuda, por favor, de los que me habéis acompañado por aquí!  Más ayuda.

-El Nombre Propio le hace a uno eterno.

-El Nombre Propio le hace a uno eterno, eso por supuesto.

 -Luego eso haría inconcebible la muerte.

A-Porque la Eternidad es inconcebible.  ¿O concibes la Eternidad?  Si, eso va muy bien, está muy de acuerdo con las cosas que hemos ido descubriendo.  La Eternidad es inconcebible, ‘siempre’, es inconcebible, ‘todo’, es inconcebible.  Es decir, que los entes ideales, ésos que no existen, como ‘todo’, ‘siempre’, ‘eternidad’, etc., rigen la Realidad, costituyen las cosas, como cosas que somos nos hacen existir (existir propiamente dicho, que es lo que tiene que ver con la Realidad), y sin embargo en sí, sin aplicación real, como entes ideales, de alguna manera son inconcebibles para alguien que es real: le supera, se le sale.  Efectivamente, nadie puede presumir de que conciba la Eternidad.  Cuando en el viejo Régimen se engañaba a la gente hablándole de la futura Gloria Eterna, pues a la gente se le hacía creer que entendía lo que se le decía, pero en verdad cualquier creyente que se pusiera a pensar qué es lo que él podría estar haciendo en la Gloria Eterna sin duda que se encontraría con que era incapaz de dar un paso adelante ni de decir nada más.  Efectivamente esta muerte que nunca está aquí, esta muerte futura, tiene que ver con los entes ideales, con el Siempre, con la Eternidad.  Por ahí vamos penetrando un poco a ver si a alguien se le ocurre algo más antes de pasar a la otra.

-Yo quería decir que desde luego mi muerte no la concibo, pero sí que hay notas de mi muerte que yo sí concibo.  Por ejemplo, por comparación, por similitud, cuando veo que alguien se muere y se pudre, digo “pues como él, yo”, y de alguna manera me hago una idea, que se puede llamar concepción, por un lado.  Y por otro lado también yo puedo estrapolar un poco, no mi muerte, pero sí las pérdidas que yo he tenido en mi vida, y ese dolor de el carecer de algo que tuve, digamos, puedo entonces proyectarlo...

A-‘Estrapolarlo’

-Estrapolarlo al Futuro, y decir, “fíjate, yo no gozaré de este día y de esta mañana y de este viento”.  De modo que una pequeña idea sí tengo.

A-Está bien, esto es de sentido común.  Está bien decirlo, y pensarlo: uno deduce por las otras muertes que ve a su alrededor a cada paso algo referente a sí mismo.  Eso valdría si uno hubiera aprendido, como aquí estamos aprendiendo, a dejarnos de Hombre y de uno, y a reconocernos como siendo cosas, porque entonces, en cuanto uno sea una cosa como las demás cosas, la muerte de las otras cosas podría ser una especie de maestra o indicadora que le ayudara a saber lo que es su muerte.  Uno efectivamente, gracias a eso, pues piensa en su cadáver, puede soñar con su cadáver, puede hacer cosas de ésas, pero todo eso es mientras uno sea una cosa como las cosas, porque si no, ¿cómo se va a deducir de la muerte y cadáveres y podredumbre de las otras cosas, el cadáver y la podredumbre y la muerte de uno mismo?  Pero no es verdad, estamos condenados a esto: uno no se resigna a ser una cosa.  Estamos aquí justamente luchando por desprendernos de lo que nos impide dejarnos ser como las cosas, pero estamos luchando porque no se da, porque uno no es una cosa, sino quien es, quien dice su Nombre Propio, quien dice su Documento de Identidad, y para ése no hay elección que valga.  Ninguna podredumbre de las demás cosas le puede enseñar nada, porque no son él, y yo soy yo.  Yo soy yo, el que dice mi Nombre Propio, mi Documento de Identidad, de manera que no aprendemos nada de ahí.  Y en cuanto a lo otro que decía Javier, las pérdidas que continuamente estamos sufriendo, que forma parte de lo otro, del deshacerse continuo, pues efectivamente para un deshacimiento total, una pérdida total, tampoco sirven, porque uno es uno, y la totalidad y el uno entran ya en los ideales, y por tanto la esperiencia cotidiana del deshacerse de las cosas, de uno mismo, sus pérdidas, no le enseña nada.  No le enseña nada, si le enseñara no estaríamos aquí discutiendo de esto.   De manera que por ahí es por donde efectivamente esta muerte, la real, la siempre-futura, a uno le resulta inconcebible, como no concibe, lo que es lo mismo, su eternidad.  Sí.

-Yo lo que .....

-Yo estaba terminando el razonamiento y no me dejas.  ¿Qué pasa, no puedo continuar, o qué?

A-¡Ah!, que es que parece que Isabel quería sobre esto decir algo.

-Sí, sobre esto.  Que lo que acaba de decir Javier, además de que se siente como verdadero, es que la contraposición.....

A-No emplees ‘verdad’, no metas la pata.  Ya hemos reconocido que era sensato.  No es verdad, porque en la Realidad no hay nada verdadero.

-Pero esas sensaciones que él ha dicho se dan ya, es que la contraposición que tú haces, que parece que a un niño se le informa con trompeta, la familia le reúne para decirle “¡niño, que te vas a morir!”.  Si eso tiene tanto éxito, que eso nunca es así, es porque previamente hay un presentimiento de la muerte de ésa del irse muriendo desde muchísimo antes que la información, y ésa es anterior....

A-Sí, pero ahora estamos hablando de la otra.

-No, estamos hablando de las dos, y tú las estás contraponiendo.  Las estás contraponiendo, y yo no las puedo contraponer, porque para que una se afinque y se haga tan inconcebible, porque se hace una idea fija de ella misma, ésa que no está, que es Futuro y tal, es porque la otra, la que está habiendo, se hace notar costantemente, da señales desde que uno abre los ojos a este mundo, y no hay contraposición.  Para que una tenga éxito, es porque la otra ha ido hoyando primero, haciendo como si dijéramos un cauce para que lo otro caiga.  Es casi como lo del lenguaje, que la ocupación del lenguaje, ¿por qué tiene tanto éxito?: porque había un cauce previo.  Pues igual pasa con lo de la muerte, y además abundamos en que precisamente hablar es un arte de moribundos.

A-¡Ay, madre!  Bueno, bien.....

-Los que mueren son los que hablamos.  Es la misma equiparación, luego no se puede contraponer de esa manera tan clara.

A-Lo siento Isabel, das un mal ejemplo que espero que los demás lo recojan efectivamente como mal ejemplo, porque efectivamente es un caso de defensa furibunda.  La mala leche de empezar diciendo que al niño se le anuncia con trompetas del Juicio Final y cosas así ya es reveladora, y después todo el resto está dentro de la misma línea de defensa.  Aquí lo que estamos haciendo es justamente contra eso.  Cuando ella quiere volver a confundir las dos muertes y decir que la una alimenta a la otra, y que la una precede a la otra y todo eso, está tratando de romper lo que aquí todos los días estamos tratando de hacer.  Están tan opuestas que se puede decir esto, que no sé si se ha dicho aquí: la muerte ésa, la real, la futura, lo que hace es que no me deja morirme.  Hasta tal punto están contrapuestas la una con la otra.  La muerte ésta que se nos impone todos los días, la muerte en virtud de la cual compráis y vendéis, y si es caso invertís en acciones para el año que viene, esta muerte-siempre-futura que rige nuestra existencia, es la que no me deja morirme.  La que no me deja morirme, que como antes hemos dicho es otra manera de decir ‘vivir’. Hasta tal punto llega la contraposición.  Y una vez que he intentado romper esta defensa, que será inútil, porque volverá a presentarse, porque el miedo hace mucho, volvamos a lo que estábamos: efectivamente, la inconcebibilidad de la una, como la de la Eternidad, tiene que ver con el Nombre Propio, y la esperiencia de animales, de muertes, y de mis propias pérdidas, no me enseñan nada, porque ésos no son yo, y yo soy yo, y mi muerte futura es a mí, y esto no puedo concebirlo, porque yo no puedo concebirme, y si elijo ser eterno, me da lo mismo, porque esta muerte futura y la Eternidad son la misma cosa.  Que esto quede relativamente claro.

-Lo que pasa es que aunque no sea concebible la muerte futura, lo que sí vas sintiendo es que otras cosas que también te resultaban inconcebibles en tu vida, pues como que te van aconteciendo.  Por ejemplo, cuando eras pequeño el miedo que tenías a que te viniese la menstruación, a hacerte mayor, y entonces eso te pasaba, venía un día que te venía la menstruación.  Después, ya más mayor, pues dices “a mí no me va a venir la menopausia”, y va y te llega la menopausia.  O sea, que van viniendo como cosas que eran inconcebibles en uno, y esto al mismo tiempo te hace sospechar que esa muerte futura pues está ahí también rodando y que te va a caer de un momento a otro.

A-¡Pues no! Pues no, es lo que decía de las pérdidas que uno sufre Javier.  Tus ejemplos vienen del mismo lado: eso nos serviría de enseñanza respecto a la muerte futura si fuéramos cosas, cositas, animales.  Pero como somos uno cada uno, y cada uno el que es, y la muerte le está anunciada a él solo, único, no sirve.  Lo que has dicho no nos prepara para lo otro, ni nos enseña, ni nada.  Más, por favor.

-Dos cositas nada más.  Una muy breve respecto a lo que decía Isabel: yo siempre he pensado (bueno, he sentido), que ésas señales que da irse muriendo, que efectivamente se dan, son inequívocamente, contrariamente a lo que piensa Isabel, señales de la otra, de la futura, rotunda y absolutamente.  Se da una inconcebibilidad mayor en ésa de irse muriendo.....

A-Sí, pero...

-Y la otra cuestión, dos pinceladas nada más: una se refiere a eso que se da en una lengua viva mucho cuando a uno se le muere una persona de éstas digamos próximas, queridas, la hija, el hijo, la amante, el amante, que yo lo he oído mucho en velatorios, “es que se ha muerto Pepe anoche, es que me parece inconcebible”.  Dicen ‘inconcebible’ literalmente.  Y la otra pincelada es en el sueño, que es evidente que uno no puede soñar con la propia muerte, eso es una perogrullada.  Te caes a un pozo, te vas a destripar, pero justo antes de destriparte te despiertas sudando.

A-Bueno, en cambio uno puede soñar con su cadáver.

-Bueno, entonces, ¿a qué tipo de muerte se refiere, la del pozo, y el comentario de la vieja de pueblo que dice “se me murió el marido, y me parece inconcebible”.

A-Efectivamente, eso que se llama el afecto, el amor, la adhesión, se manifiesta entre otras cosas en que uno quiere ponerte a ti en lugar de mí, y por eso declara que la muerte de la madre, de la amada, que ha sucedido, es inconcebible.  Hace un intento de equipararse con los otros, pero por supuesto es un intento bien intencionado, pero falso, ¿no?, nunca puede ser: uno es uno.  Uno es uno y nada más que uno, uno es completamente singular. 

-Pero eso no les pasa sólo a los amantes y padres, le pasa casi a cualquiera.  Es muy habitual que le anuncien a alguien la muerte de otro y diga “¡pero si estuve ayer con él!”.  Y no les pasa sólo a los más.....

A-No, no, no sólo.  Efectivamente, eso que podemos llamar compasión nos puede llevar a sentir de esa manera, pero en falso sin duda, porque por más que quieras dolerte de las muertes ajenas, yo estoy todavía esperando la mía:  “éstas habrán sucedido, y mucho me duele, supongo que él las habrá esperado como yo las espero”.  Puede hacer toda clase de suposiciones, y la diferencia sigue siendo abismal: “yo sigo esperando la mía, y ésa es la que no puedo ni acercarme a comprender”. 

-Pero las espresiones populares, por seguir con espresiones populares y que se oyen más, yo creo que la de “no somos nada”, o “no somos nadie”, cuando se muere alguien sí parece que hay una relación a lo que estás diciendo de sí aceptar que somos una cosa entre las cosas, o que somos una cosa más.  Cuando se dice “no somos nadie”, o “no somos nada”, que creo que se dice de las dos maneras, sí parece que es una comprobación de que verdaderamente somos una cosa entre las cosas.

A-La gente hace efectivamente esas filosofías con frecuencia con motivo de las defunciones, sí, “no somos nadie”, “no somos nada”.  Son filosofías, por supuesto, aunque se den en el vulgo: nos da lugar a presentar la cosa, en lugar de la alternativa del antiguo Régimen, la Vida Eterna, con la alternativa Nihilista, que se tomara ese dicho popular pero en serio, es decir, que la muerte de uno consistiera en la pura nada, en la aniquilación total.  ¿Comprobáis que lo mismo la Eternidad que la Nada son igualmente inconcebibles para mí, que soy uno?  ¿Se entiende y se percibe y se siente bien lo que estoy diciendo, o no?

-Pero el dicho no dice que pase a la nada el que ha muerto.  Dice que no somos nada, que somos poca cosa.

A-Sí, sí, esa filosofía quiere decir una manera de emplear un término que es filosófico, como ‘nada’, ‘nadie’, ‘en absoluto’, así, Ser.  Al Ser.

-A mí me parecía que lo decía de los vivos.

A-Claro, que no somos nadie porque estamos ya condenados a la nada, sí.  Lo que estoy haciendo es coger el dicho popular...... que desde luego la gente lo emplea simplemente esagerando, y en lugar de decir lo normal, que es “¡qué poquita cosa somos!”, que también se dice, se estrapola, “¡no somos nada!”, y de esa manera se dice muchas veces entre la gente ‘todo’ y ‘nada’ por pura esageración.  Por pura esageración, pero yo lo que estaba haciendo era tomarlo en serio y como si efectivamente se pensara que la condena es a ‘nada’, como algunos también intentan pensar.  Tan inconcebible el Nada como el Siempre, el Nunca como el Siempre.

-La diferencia ahí es el Tiempo, lo que ahí marca todo, lo que se llama ahí ‘una vida’, uno en esa vida que cree, esa vida que él se ha hecho, es lo que marca, es el Tiempo, y la otra no es Tiempo.

A-¿Lo que marca, qué?

-El fin, lo que a uno le hace resentirse, padecer, sufrir, esperar, todo lo que va ahí involucrado, ¿no?

A-No sé si te entiendo bien.  La muerte desde luego de que estamos hablando ahora es siempre-futura, y de paso he recordado que el Tiempo real y falso, el que se nos cuenta por años y por minutos, nace de ahí, nace a partir de ahí: nace desde lo que va de mi muerte futura hasta ahora que lo estoy pensando.  Ése es el primer Tiempo que se crea, y a partir de ahí ya se crean todos los demás.

-¿Un feedback?

A-No, se crean todos los demás por escepción: las esperanzas, los miedos, el Pasado.....  Sí.

-¿La muerte siempre-futura es la que no nos hace dejarnos morir, y por eso acumulamos..?

A-‘Que no nos hace’, no: que no nos deja.

-Que no nos deja morir, y por eso queremos acumular cosas siempre por la idea de la muerte futura.  La muerte futura es una realidad, y no nos deja morir.  Entonces, si la muerte futura no fuera una realidad, fuera menos real, ¿nos dejaríamos morir? 

A-Sí, si quieres desde luego la una es enemiga de la otra.

-Y ésa sería la idea de los místicos, ¿no?

A-Bueno, no hay por qué plantear hipótesis irreales, porque de hecho en la Realidad que somos nos encontramos con la contradicción entre ambas, y no hay por qué separarlas.  Así es la Realidad, la Realidad está determinada por eso de la muerte-siempre-futura.

-Pero nos dejaríamos morir entonces, si no hubiera tanta......

A-No, no hagas hipótesis irreal, porque no tiene mucho sentido.  Aquí en la Realidad estamos en la contradicción entre la una y la otra, no conocemos otra cosa.

-Volviendo a lo de “no somos nada”, o “qué poquita cosa somos”, estaba acordándome de alguna vez que lo oí, y que lo que sentí fue como una especie de sorpresa de “¿hay que esperar a la muerte para darse cuenta de eso?”.  Y yo creo que de alguna manera eso habla de lo inconcebible que es la muerte, que hasta que no llega es como que uno casi piensa que va a ser eterno, o algo así, ¿no?

A-No, desde luego de la muerte, cuando se hacen esos comentarios y cualesquiera otros de los que se hacen en los funerales, uno desde luego está costantemente defendiéndose y mintiendo, ¿eh?, no hay que esperar que diga ninguna verdad ni nada penetrante.  Si dice eso es porque cree que concibe la muerte, por lo menos la del otro, la acepta como una realidad, y en virtud de esa realidad cumplida, pues hace esa declaración filosófica.  Siempre defendiendo, siempre mintiendo.

-Pero como decía Ester, hasta que no pasa parece como que...

A-Que para desengañarse tengan que darle a uno tales porrazos efectivamente es una costatación, es muy triste, y por eso estamos aquí luchando.  Aquí, que ni nos matamos de repente ni nos suicidamos de repente aquí uno, ni hacemos otras cosas muy espectaculares, estamos tratando de intentar que el desengaño se pueda producir sin necesidad de acudir a esos casos estremos.  O yo creo que se puede producir, ¿no?, pero efectivamente en general la mayoría se ve que necesita casos estremos para empezar a darse cuenta un poco de la mentira en que estamos costituídos, ¿no?  Sí.

-Se me acaba de ocurrir una cosa que me contaron hace poco por la vía del chiste, por lo menos una especie de chiste, no sé si en el sentido estrictamente freudiano o en el otro.  No sé si es un chiste o estaban hablando una pareja de jubilados, septuagenarios, y entonces le dice el marido a la mujer: “vamos a ver, María, ya lo tenemos muy hablao, y no hay por qué hablarlo más: nos muramos cualquiera de los dos, el que se muera antes, yo me voy al chalet de Torremolinos”.

A-Eso no es que sea un chiste, es un poco de equivocación por no molestarse en decir “en caso de que sea yo te vas tú a Torremolinos, y en caso de que seas tú me voy a Torremolinos”. Se ve que lo que quería decir era eso, y al abreviar pues mete la pata de esa manera un poco.

-No, el chiste lo que quiere decir es que te vas a morir tú.

A-No, no, pero digo que no hay que ser malintencionao, que es que eso se produce por abreviación para no andar diciendo todo eso, para no andar diciendo “en caso de que sea yo tú te vas a Torremolinos, y en caso de que seas tú, yo me voy”, y entonces con la abreviación se le produce ése....  No hace falta que él pensara seriamente en que.....

-Eso que dices yo lo oí de verdad en Santander: al lao mío en una terraza había un par de vejetes que....

-Es que me lo contaste tú.

-Ah, te lo conté yo.  Y era ella, decía “ya se lo he dicho veinte veces a Vicente que cuando nos muramos uno de los dos, yo me voy a vivir a Alicante”.

A-A ver, ¿qué más?  Bueno, vamos pues a pasar un poco, porque si no, no vamos a acabar hoy, como deseaba.  Vamos a dirigirnos hacia el otro lao ahora.  Yo creo que lo que se quería decir con ‘inconcebible’ de la muerte futura está por lo menos bastante tocao, y debía tocarnos el corazón, claro, como siempre todos los descubrimientos.  El por qué esto del irnos muriendo continuamente, el estarnos deshaciendo continuamente es inconcebible, es otra cuestión, decía yo.  Es otra cuestión.

-Se me presentaba ya al principio, que no lo había pensado nunca, que la muerte futura es inconcebible por no estar aquí, y el irse muriendo es por estar aquí.

A-Por estar aquí y ahora.

-O sea, que precisamente aquí y ahora es inconcebible por un lao, y el Futuro por el otro, y sin embargo no sé si serán dos maneras diferentes de ser inconcebible, pero...

A-Opuestas.  Está bien.  Esto yo creo que, aunque sea en astracto, os va aclarando: inconcebible de ‘todo’, ‘siempre’, ‘nada’, los ideales, inconcebible de ‘ahora’.  Inconcebible de ‘ahora’ y de ‘continuamente’, porque ahora y continuo no pertenecen a la Realidad, y ninguna cosa real puede por tanto de verdad concebir ‘ahora’ ni concebir ‘continuo’.  Dadle unas pocas vueltas.  Estas cosas son inconcebibles de otra manera en el sentido que has dicho: efectivamente podemos tener idea de continuo; los físicos y los matemáticos la tienen, y cualquiera es libre de tenerla.  Podemos tener idea de ‘continuo’, pero dejándonos pensarlo bien, continuo es inconcebible.  ‘Ahora’ podemos convertirlo fácilmente en ‘el ahora’, ‘un ahora’, lo mismo que yo me convierto en ‘el Yo’, que ya no puedo hacerle daño a nadie, porque ya me convierto en una cosa concebible.  Pero por más que el continuo y el ahora sean ideas aparentes que se manejan, dejándose pensar ni continuamente de verdad ni ahora de verdad son concebibles.  Tienen esta virtud de que nos sacan inmediatamente de la Realidad, y eso trae consigo el irnos deshaciendo como nos vamos deshaciendo nosotros, las cosas, continuamente.  Continuamente.  Si luego ponemos saltos en nuestro deshacimiento, señalamos accidentes, hitos, en la vida, que testimonian el crecimiento, el envejecimiento, eso ya son intentos de reducir el continuo, como siempre, a una discontinuidad tratable, pero en verdad todo el mundo sabe que esos hitos que ponemos, esos límites, son una convención, pero que lo que nos pasa es continuamente ahora.  Ahora.

-Yo lo iba a decir de manera que, como el irse muriendo es lo mismo que el vivir....

A-‘Que vivir’.

-‘Que vivir’, pues como vivir tampoco sabe nadie lo que es, pues por eso es inconcebible también.

A-Salvo que se le convierta en ‘el vivir’, como a mí en ‘el Yo’, como a ‘ahora’ en ‘el ahora’, en el momento.  Sí, viene a ser eso, sí.

-Quería traer aquí una cosa, en el tema de lo concebible o no concebible, de quién concibe o quién deja de concebir, porque el otro día me mandaron un testo, un amigo al que le doy la murga, que era un diálogo en el que uno decía que lo sin fin, o lo infinito, o lo ilimitado (no me acuerdo esactamente de la palabra), no se puede concebir, y la otra persona le contestaba “pues a mí me parece que lo que no se puede concebir es el límite”.  Entonces claro, para intentar yo entender lo que estaba diciendo eso, tuve que acudir a que el que no concibe una cosa, no es el que no concibe la otra.

A-Está muy bien, muy claro, y es una aportación de agradecer.  Lo estábamos diciendo respecto al miedo el otro día: la pregunta de “¿a cuál de las dos tienes tú miedo?”, o “¿a cuál de los dos tienes más miedo?”, se convierte en ésa otra: “¿Qué parte del que tú eres, qué parte de ti, es la que tiene miedo de la una, y qué parte de ti es la que tiene miedo de la otra?”.  Lo que has dicho viene a coincidir con esto, y está muy bien.  Lo sin fin es inconcebible.  Ahora, es fácil encerrarlo entre comillas y llamarlo ‘lo sin fin’, ‘el infinito’, y entonces ya está concebido.  Está concebido por falsificación.  Lo que importa con ‘sin fin’, con ‘ahora’, es que no se les someta a esa operación, a ver qué pasa, pero efectivamente esto de los miedos y las inconcebibilidades es una especie de demostración que debía ser carnal de cómo uno no es uno, y cómo uno está dividido incluso en contrarios, de los cuales uno tiene miedo a una muerte y el otro tiene miedo a otra muerte, uno es incapaz de concebir, como hemos estado viendo, el límite, todo, uno, nada, mientras que la otra parte o el otro tiene miedo del deshacerse, del continuo, de lo sin fin, y no lo puede concebir.

-Pero creo que como de costumbre hay los problemas de la lengua que empleamos.  Aquí hablamos de uno, y de mi y de mi muerte y tal, pero claro, aquí hay muchas posibilidades para ese yo: primero está ese yo que yo siento, y que está aquí, y que es inteligible, etc.,  y luego está ese yo que tiene partes, se queda cojo, se queda manco, se hace viejo, se cae....  En principio hay siempre, como en todo nombre, dos aspectos: el aspecto global, tomado como elemento unidad de algo, y luego el aspecto , que contiene cosas, y que tiene estructura interna.

A-Esto último no lo entiendo bien, pero lo anterior creo que sí, creo que lo he entendido bastante bien, y bueno, la verdad es que los que me acompañan yo creo que ya saben de qué se trata.  Cuando se dice ‘uno’ se está diciendo eso que querríamos aquí reducirnos a ser, una cosa (una cosa, su cuerpo), y por otro lado está la Persona, por otro lado está lo que antes he querido centrar para claridad en el Nombre Propio, para que uno en ese caso sea como el destinatario de la muerte-siempre-futura, no en cuanto animalito, no siquiera en cuanto a personalidad más o menos definida, con sus caracteres, sus costumbres, su alma, sino como singular, único, Nombre Propio.  De manera que no hay mucho lugar a oscuridad.  Desde luego estamos empleando el Español Oficial Contemporáneo, que como cualquier idioma está lleno de ambigüedades, de oscuridades, pero asteniéndose sobre todo de introducir términos filosóficos para aclarar que no hacen más que oscurecer, se le puede seguir usando como un istrumento eficaz.

-El problema de mis partes, de que yo tenga partes, es la parte ()

A-Pues ya está, ¿no?  Desde luego el tercero que he dicho, el Nombre Propio, ése no tiene partes, ése es como Dios.  Ése es como Dios.  Uno en cuanto carácter y en cuanto cuerpo, claro, tiene partes, pero no sé bien qué quieres decir.  Lo que quiero decir es que el esperimento con el miedo y con la inconcebibilidad lo que debe hacer sentir es el resquebrajamiento de esa unidad que no lo es.  Hecha de acepciones diversas, pero que normalmente nos lo tomamos como si efectivamente fuera compatible lo uno con lo otro y costituyera un elemento de la Sociedad, como al Poder le gusta, un elemento de la Familia y todo eso, ¿no?  Cualquier herida que nos pueda venir de el análisis del miedo, de la inconcebibilidad, debe resquebrajar esa convicción (cotidiana y ratificada por las Religiones y la Ciencia), y descubrir que no sólo es que uno no sea uno, sino que puede tener contradictorios, como se revela en cuanto a esto del miedo de lo inconcebible.  Contradictorios, y tiene sentido preguntarme quién es el que tiene miedo a la una y a la otra, quién es el que no concibe la una o la otra.

-Si tomamos el verso ese de Don Antonio Machado “¿y ha de morir conmigo el mundo mago?”, que al final dice “¿los yunques y crisoles de mi alma....”.

A-“De tu alma”, “de tu alma”.

-...trabajan para el polvo y para el viento?”, que lo hace en interrogativo, como pregunta, ahí de alguna manera el que está teniendo miedo más que nada es que se le presenta como un desengaño, que ese descubrirse de sí mismo, el deshacerse de sí mismo, precisamente lo pone en paralelo o en parangón con la costrucción de los yunques y crisoles de mi alma.  Ahí lo que me da horror es eso: que trabajen para el polvo y para el viento, que no deja de ser un deshacimiento.

A-A ver quién le ayuda a Isabel a mejor entender los versos que ha citado, que son bastante fáciles por otra parte, yo creo que alguna vez ya han salido aquí.  ¿Quién?

-Recuérdanoslos.

A-“¿Los yunques y crisoles de tu alma/trabajan para el polvo y para el viento? ¿Y ha de morir contigo el mundo mago, etc., etc?”

-Y va cantando las delicias del mundo mago, pero al final ()

A-En el mundo mago evoca recuerdos.

-Y al final dice “¿los yunques y crisoles de tu alma/trabajan para el polvo y para el viento?”

A-Respecto a las dos muertes, para la función de las dos muertes.  Venga, ya que ha salido, venga, por favor.

-A ver, tú, tú, a ver dónde está la contraposición

A-Alguien te podrá decir algo antes que yo, supongo.

-Ahí están las dos, ¿no?: el mundo mago está dentro de mi, pero el mundo desaparece.  Y por otro lado yo me deshago como cuerpo y como alma, y todo eso se va.

A-No es muy ilustrativo, Javier.  ¿Quién más?  ¡Venga, algo respecto a eso!

-Porque no dice ‘yo’ Antonio Machado, está hablando de ‘yo’.

A-Habla en ‘tu’, pero bueno, es igual.

-“Ha de morir conmigo el mundo mago”.  Conmigo.  La pregunta luego ()  

A-¡Ay, ay, ay!  Venga, alguien por favor que acuda.

-()

-Sí, es una pregunta.

-()

A-Bueno, no, son yunques y crisoles, industrias de los hombres, que se pueden tomar también en el sentido figurado de costrucciones más bien del ingenio, da igual, el caso es que efectivamente..... Uno en cuanto persona real se pasa la vida tratando de hacer cosas, así nos está mandado, con yunques o crisoles y todo eso, el alma, el carácter....

-Que parece que no termina de creerse que haya un fin.

A-No, pero con esa pregunta revela una desolación que es la que el poema comunica, una gran desolación: “¿los yunques y crisoles de tu alma/trabajan para el polvo y para el viento?”.

-Yo creo que hay una inesperanza ahí, ¿eh?

A-Bueno, hay una pregunta, pero es una pregunta que revela desolación.

-Parece como si la pregunta hubiese salido después de haberlo dicho, como ‘tanto trabajo para eso’, y luego al decirlo lo duda.

A-No, no, todo el poema está preguntando, ¿eh?  Desde el principio dice: “¿Y ha de morir contigo el mundo tuyo,/la vieja vida en orden tuyo y nuevo?  ¿Los yunques y crisoles de tu alma/trabajan para el polvo y para el viento?”.  Bueno, lo que nos interesaba aquí era lo de las dos muertes.  Efectivamente, uno podría pensar de esa desolación, que es la desolación del deshacerse, del continuo deshacerse, pero no.  Pero no, porque está claro que el polvo y el viento están haciendo ahí una representación de la nada, de la aniquilación total.  En lugar de decir “para nada” dice “para el polvo y para el viento”, de manera que la desolación, que aparentemente se refiere al estarse deshaciendo (una desolación que igual podía haber tenido mientras estaba vivo, yo o tú, porque nos estamos continuamente deshaciendo), ésa en realidad se traduce en eso: por debajo está temiendo, con eso del polvo y el viento, que sea para nada, inútilmente de una manera absoluta.  No quiero recordaros lo que el otro día sacaba respecto a Lucrecio, el consuelo del científico atomista, que por lo menos encuentra que no se deshace uno del todo porque venimos a desparramarnos en átomos absolutamente duros, inmortales.  Eso viene a ser lo mismo, de manera que se viene a refugiar en ese mantenimiento del ser de uno en contra de ().

-¿Y el otro que dice lo del polvo enamorado, ¿no te parece también que es darle al polvo demasiada entidad, “el polvo enamorado”?  No sé de qué polvo hablaba.

A-Eso es un error de Quevedo.  Ha tenido mucho éxito, y es un error.

-No, pero te quiero decir que por lo menos ése es atómico atómico, que Don Antonio dice “trabajan para el polvo y para el viento...”.

A-¡Sssst!  ¡Cállate ya, déjate de Literaturas!  Es un error.  Bueno, no podemos demorarnos mucho más.  Incluso tal vez nos hemos demorao demasiado.  ¿Qué hora es en este momento, por favor?

-Menos veinte.  Nos quedan veinticinco minutos.

A-Bueno, espero que esto de la inconcebibilidad segunda se refiera simplemente a lo que pasa, que nuestro deshacernos es continuo y por tanto inconcebible, que por más que queramos marcarle hitos, diferenciarlo en años, en minutos, en jornadas, el deshacimiento de nosotros, de las cosas, es continuo, inconcebible, ahora.  Está sucediendo ahora, y cada vez que digo ‘ahora’ está sucediendo y no lo puedo concebir, porque ‘ahora’ no hay quien lo pille.  Espero que se entienda bien en qué sentido claramente opuesto se produce la inconcebibilidad de lo uno y de lo otro, y está claro que en nosotros hay algo que teme y que declara inconcebible lo uno, algo que no puede soportar el límite, la condena al fin, y hay otro que efectivamente tiene miedo de este estarse deshaciendo, y trabaja por inmediatamente rehacerse, volverse a hacer una persona, un destino, antes de perderse del todo, ¿no?  Está claro, y esto pretendía ser un Sicoanálisis en acto, queriendo decir disolución.  Disolución, porque efectivamente a pesar de todo uno viene aquí a la tertulia como si fuera.....  bueno, el que es, sin planteárselo mucho, como creyendo en sí mismo, y aquí venimos justamente a no creer.  Bueno, a partir de aquí, mi propuesta....  Sí.

-Es que en cuanto inconcebible, ahora y Eternidad se me mezclan. En cuanto que son inconcebibles se me mezclan, porque también me resulta imposible decir que hubiera dentro de lo inconcebible un conjunto que fuese el de los ideales y otro el de lo que no se sabe, por decirlo de una manera muy burda, pero que hacer distinción dentro de lo inconcebible....

A-No sólo distinción: oposición.  Hemos debido hacerlo mal, Penélope, porque desde luego mi posible incapacidad de concebir la Eternidad, o el Siempre, no se parece nada a mi incapacidad para agarrar ‘ahora’ y concebirlo.  No se parecen nada.

-A mí también se me parecen mucho.  A mí también me parece que vienen del mismo sitio las dos imposibilidades, o sea, que el que no puede concebir el sin fin es el que no puede concebir el límite, porque la concepción del fin es ponerle límite.

A-¿Sí?  ¡Pero hombre, por favor, por favor, entonces es que lo hemos hecho mal!  Mirad por ejemplo en la Ciencia: ¿qué hace la Física usando la Matemática?  ¿Qué hace con lo sin fin?

-Lo concibe.

A-Lo concibe, lo hace ‘lo infinito’, lo falsifica.  Lo concibe en el sentido de que lo maneja también.  ¿Qué hace con el ahora?: lo concibe, lo convierte por ejemplo en ‘punto’.  ¿Y cómo puede ser el mismo el que no soporta el establecimiento de ese falso infinito que es ‘todo,’ de ese punto que es uno, el mismo que no puede concebir ‘ahora’ cuando no se ha convertido en punto ninguno, que no puede concebir ‘sin fin’ cuando está pasando continuamente?  ¿Cómo puede ser el mismo, si es completamente del revés?  Se ve que no lo hemos hecho bien del todo, ¿no?  Voy a decirlo de una manera un poco más burda y política: entre nosotros hay, y en cada uno de nosotros, una parte que ama el Poder, el Orden, el Cosmos, y las Leyes, y que por tanto ése estaría dispuesto por eso hasta a perder la vida, como ha sucedido a veces cuando le han mandado dar la vida por el Orden, las fronteras del Estado, la entidad de la Patria, que es la de uno mismo.  Hay de eso, en nosotros, en cada uno de nosotros. Y hay otro que no puede aguantar semejante cosa, hay algo en nosotros que es lo que nos queda de pueblo, y por lo tanto en el sentido más profundo ‘anárquico’, que lo único que sabe decir es ‘libertad’, ‘no’ a eso mismo, ‘libertad’, ‘no’ a esa condena al Orden, a los límites del Estado, de la Patria, a los límites de uno.  Ahora estoy diciéndolo en forma de odio, pero es lo mismo: hay un odio justamente a eso, que es el odio inverso del Hombre bien ordenado que cree en el Cosmos, y que naturalmente machaca todo lo que encuentra por abajo de anárquico, de libre, de pretendidamente libre, como peligroso para el Orden.  Son los dos polos opuestos.

-Pues el que dice ‘no’, es el que no puede ni concebir lo infinito ni puede concebir el límite.

A-No, no, no, eso puede decirlo de dos maneras, en dos momentos, pero al mismo tiempo no, y desde luego dedicado al mismo objeto, no. 

-Eso desde luego, pero que vienen de ése mismo, del que está negando la Ley, y es una negación de la concepción de que se pueda concebir lo que está pasando de dos maneras.

A-Es una concepción de que lo que está pasando se haya convertido en una vida en setenta años, en lo que el Seguro de Vida sabe. Es una negación a eso, no a lo que está pasando antes de concebirlo: a lo que está tratado ya como elemento del Orden y del Estado, y ése es el contrario del amante y defensor del Orden y del Estado, que naturalmente tratará de machacar cualquier asomo de aparición de eso no definido, sin fin de veras, que queda siempre por debajo.  Pero seguid insistiendo, porque veo que en contra de lo que yo creía, no lo hemos hecho lo bastante bien.

-¿Pero no sería por ejemplo que si uno se pone a cuestionar cualquier cosa que se cuestione, es inconcebible?  Lo único que nos puede hacer concebir las cosas es tener miedo, y poder intentar entender y dar respuesta a las cosas que son....

A-No, no, a las cosas en general, no.  Desde luego, las cosas ya se sabe que al tratarlas con el significado de un idioma nuestro las estamos falsificando: nos creemos que sabemos lo que es ‘cucaracha’, y de verdad no lo sabemos, porque en la Realidad no caben verdades, pero eso es otra cuestión. Ahora aquí se refería a ‘muerte’, que en cualquiera de los dos sentidos se saca de la Realidad.  No es como el caso de las cucarachas, no, es distinto, no conviene confundir. Sí.

-¿Se podría decir que lo que queda de pueblo es lo mismo que dejarse morir?  ¿Lo mismo que algo inconcebible?  ¿Podríamos decir eso?

A-A ver si está claro: esto de que las cosas (estoy ya hablando como si fuéramos lo que somos, cosas), que las cosas estemos sujetas a esto de tener que soportar la imposición de los ideales, de ‘todo’, de ‘nada’, y de ‘1’, esto es algo que por un lado nos parece bien a los hombres de Orden que somos: nos han hecho finita la vida, nos la cuentan, las Compañías de Seguros la tratan, celebramos los cumpleaños, y cualquier hombre de Orden (que son la mayoría, como sabéis, son la mayoría de las poblaciones y la mayoría del alma de cada uno), está contento.  Está contento, pero como al mismo tiempo esto nunca está hecho del todo......en contra de lo que el ideal cree: el ideal impone ‘todo’, impone ‘siempre’, impone ‘1’, pero nunca puede la Realidad llegar a realizarse totalmente, no tiene sentido.  Ellos, el Orden, se lo cree, pero no es verdad, es una Fe simplemente necesaria para el Orden.  Y entonces, como nunca está hecho del todo, como nunca la cosa está bien hecha del todo, como no sólo la Realidad no es un conjunto y no está nunca hecha del todo, uno tampoco está hecho del todo, y entonces lo que decimos para este tipo de cosas que somos, pueblo-que-no-existe, efectivamente es eso, pertenece a eso que falta para estar bien hecho del todo, y que efectivamente no soporta, se levanta, contra el límite y contra el Orden que él supone.  De manera que ésa es la lucha, y por eso aquí venimos una parte de nosotros, la mayoría, contento.  No lo neguéis: contento con la vida que lleva, preocupao por cositas que no le han salido bien, pero contento con otras que le han salido bien, y cosas así....  Lo que se usa, ¿no?  Pero eso es nada más que la mayoría de uno de nosotros: si venís aquí, seguramente es porque eso otro que os queda sin hacer del todo no está del todo muerto, y por eso estamos aquí; si no, no estaríamos.

-Pero algo inconcebible no da miedo, ¿no?  Y entonces el dejarse morir no daría miedo.

A-¿Por qué?  No.  Es perfectamente concebible la inconcebibilidad con el miedo.  Yo la he sacao como una especie de aclaración del miedo mismo.  ¿Qué más?  Querría que la contraposición esa estuviera más clara. 

Bueno, no va a haber tiempo mas que para empezar aquello que venía pensando que debía venir a continuación de esto.  Lo que venía pensando era esto: que se podía tomar la Historia de la Ciencia, tal como nos es dado conocerla por los libros.....Esto desde luego son materiales que en principio tienen que despreciarse: ya se sabe que de verdad no hay más que ‘ahora’, que la Historia, lo mismo que la () son falsificaciones, y por tanto la Historia de la Ciencia no puede menos de serlo, pero estamos usando todos los días falsificaciones de éstas para intentar penetrar más a fondo y aclarar de otras maneras.  La Historia de la Ciencia nos presenta efectivamente el movimiento alterno...  Quiero decir la Ciencia tomada desde luego imparcialmente, pero más o menos como desde niños se nos da a conocer a través de los libros, porque hay un momento en que efectivamente lo que la guía sobre todo es el establecimiento del límite, la aplicación rigurosa de los ideales (todo, nada, números, y demás), a las cosas para convertirlas en una Realidad manejable para el cálculo, que si no, no lo sería, y esto es lo que domina, y así se establecen formas de Geometría aplicada más o menos a las cosas, y de Cálculo aplicado más o menos a las cosas.  Y esto está en el proceso del Progreso de la Ciencia sin duda conseguirlo de una manera cada vez más eficaz, con más éxito, pero al mismo tiempo se sigue dando lo otro.  Al mismo tiempo, incluso tomando esta Historia de la Ciencia, se sigue dando lo otro, porque como no es verdad, como ese intento de aplicación de los ideales a la Realidad puede ser muy poderoso, puede ser muy limitativo, pero no es verdad, como no es verdad y por bajo queda siempre lo que no se sabe, lo que se sale de la Realidad, lo continuo no conceptuado, lo sin fin no conceptuado, ‘ahora’ no conceptuado y demás, eso desde abajo influye a su vez sobre la Ciencia y da lugar al descubrimiento de que las formas de la Teoría anteriormente admitidas no son válidas para dar cuenta de muchos pequeños datos que alguno no ha podido menos de recoger, y que vienen efectivamente de la costatación de que por bajo siempre queda algo con lo que no se contaba, que no estaba contado, y eso efectivamente desde el lado inverso forma parte del Progreso de la Ciencia, que obliga en el momento siguiente, tercero, a que nuevamente contando con ese descubrimiento se establezcan nuevas maneras de cálculo o de geometrización que puedan dar también cuenta de esos nuevos elementos rebeldes que han surgido.  Que a su vez volverán a surgir en la etapa siguiente, y que por tanto tendrá que promover otra vez un desarrollo de nuevas formas de Cálculo y de Geometría más finas, más eficaces, más potentes, que den cuenta de eso, y así desde que lo sabemos, en el pequeño trecho de unos cuarenta siglos en que nos movemos en esta Historia de la Ciencia. 

Así una y otra vez, y esto es muy importante, y respecto a esto, aunque sea lo último que nos dé hoy a tratar, yo creo que hay que detenerse a tratar de la manera en que en el progreso de la Ciencia han entrado una vez y otra las nociones de Dios y de Natura.  Las nociones de ‘Dios’ y de ‘Natura’ en el antiguo Régimen, porque por un lado tenemos la proclamación (creo que de Galileo, ayudadme, cualquiera que recuerde), que efectivamente, dedicándose empeñosamente al desarrollo de sus cálculos sobre todo sobre la caída, y especialmente la caída en declive de los sólidos, y por tanto a la medición de las velocidades y demás, no podía menos de pararse también ante lo que estaba sucediendo (supongo que es Galileo, sí), y decir, esclamar “¡es evidente, si Natura lo tiene escrito, la misma Naturaleza está escrita en lenguaje matemático!”.   No me acuerdo esactamente de la frase, ¿la recuerdas mejor?

-Creo que es que está escrita en lenguaje matemático, y lo que hay que hacer es leerlo.

A-Natura, ¿no?

-“Natura está escrita....”

A-Sí, “Natura está escrita en lenguaje matemático”.  Esto por un lado.  Más tarde, no se sabe muy bien si Leibniz o quién, sacaron lo que hemos citado de “ho Zeós aritmetizsei”, (“Dios hace Aritmética”, “Dios hace Cálculo”), y evidentemente las dos esclamaciones se refieren a lo mismo, pero fijaos en esa oposición entre Natura y Dios.  Desde luego las dos por parte de un científico, o filósofo científico, tienen la intención de desmentir que lo que ellos estén haciendo sea imponer números, imponer orden y límite: “no, porque eso está ya, está dado antes”.  Es normal, es la defensa de su labor que un científico tiene que hacer (los demás no estamos obligados a tanto), pero al hacerlo resulta que en un caso se piensa que Natura lo tiene escrito, Natura está escrita ya (es decir, el Orden está ya en la Naturaleza misma, el Orden está en Natura), mientras que el otro lo ve como “ho Zeós”, que es el Dios desde luego de la Religión avanzada, del Monoteísmo, y podemos decir tranquilamente ‘Dios’: que Dios hace Cálculo, que Dios hace Aritmética, y es importante que veáis cómo es de significativa la diferencia en la elección de esos fantásticos nombres.  ¿Quién ve cómo es significativa esa diferencia?

-Que no sé si hoy o el próximo día, pero ese científico del que tú hablas no es tan ingenuo.

A-Yo no he dicho nada de ‘ingenuo’.

-Cualquier científico no se cree que descubre necesariamente una Realidad ya existente, sino que él lo que hace es un modelo.  Es decir, el científico...

A-¡Bueno, bueno, dejemos ese cuento de los modelos, venga!  Lo cierto es que esas proclamaciones, sean de Galileo, de Leibniz, o de quien sea, evidentemente están haciendo algo que evidentemente va en contra de la suposición de que es el razonamiento mismo, la Ciencia misma y el Cálculo mismo quienes hacen aquello, sino que simplemente lo descubren.  Eso está claro.  ¿Por qué esa diferencia de elección?:  Natura, Dios.  Aunque hay una coincidencia con cosas idiomáticas, por ejemplo con los nombres, desde luego es como si se dijera ‘Madre’ y ‘Padre’.  Para animaros un poco más, es como si se dijera eso de ‘la Madre’, que lo tiene ya escrito todo, o se dijera del Padre que lo escribe; que lo escribe y lo calcula.

-¿La madre sería Dios, y el padre Natura?  Es que no lo entiendo.  No hay más que ver un campo de alcachofas para ver que sí, que es aritmético todo.  O geométrico, mas bien.  No hay más que mirar una alcachofa.

A-Natura es Madre, y Dios es Padre, eso lo saben hasta los niños.

-Bueno, pues ya está, la madre Natura y el padre Dios, que se supone.....

A-Lo digo para animar un poco a que apreciéis la diferencia en la elección.

-No, no, pero es que en aquella época se supone que Natura está creada por Dios, es el Padre que hace a Natura.

A-¡Ay, madre!  ¿Qué tiene que ver esto con lo que hemos estao tratando todo el rato?  ¿Qué tiene que ver esta cuestión con lo que hemos estao tratando todo el rato?  Es lo que pregunto, esa elección.

-Son las dos, ¿no?: lo de deshacerse, o lo de estar continuamente deshaciéndose, que es la Naturaleza, y el fin último, que es Dios.

-Eso más o menos, ¿no?  Es a lo que se refiere: una elección con el nombre por así decir de la madre, el nombre de Natura, trata de dar razón de lo que hay por debajo, lo sin fin, lo continuo, lo que no se sabe, y quiere hacerle que sin embargo sepa, que sin embargo esté escrito.  La otra naturalmente, es decir, lo de Dios, Dios creador, Dios Padre, implica en efecto la atribución de los límites, puntos, convenios aritméticos que puedan encontrarse en el mundo, a la Autoridad Suprema, a la Autoridad de Dios.  Dios, que es lo que aquí seguimos llamando por otros nombres Capital, Estado, Uno mismo y demás, ¿no?  Son dos actitudes contrarias.  Desde luego tan falsificatorias la una como la otra, porque como digo estas proclamaciones se hacen en defensa de la labor del científico, pero falsificatorias de dos maneras enteramente contrapuestas.

Bueno, y como me parece que no me seguís acompañando mucho, tal vez por el calor, pues cortamos.  De manera que prefiero que a partir de aquí, si el Señor nos deja dentro de siete días.