25.08.2014

Tertulia Política número 22 (24 de Mayo de 2006)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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TRANSCRIPCIÓN:

 

 

Permitid que vuelva y que insista un rato, sobre la cuestión del aburrimiento —que el último día sacábamos a colación, en aquel sentido que recordáis—: que trataba de contraponer la actitud de  c o n t e n t a r s e  c o n  los sustitutos —que es todo lo que la Realidad, el Poder, el Dinero, pueden proporcionar, y nada más— con algo que le viene a uno —a pesar de todo— por lo bajo, y que se opone a ese contentamiento que descubre la falsedad de los sustitutos: sustitutos del placer, sustitutos del pensamiento y de la verdad  —cualquier tipo de sustituto— (como recordáis). Era por ahí, por donde salía esto del aburrimiento y es un... un testimonio muy importante, en el que conviene... en el que conviene insistir.


Aburre —esencialmente— la declaración y predicación costantes de que 'las cosas son como son', de que 'la Realidad es lo que es'. Esto, si fuera algo que sucede de tarde en tarde, no tendría importancia, pero está continuamente sucediendo: lo hemos tomado justamente como revelación —de que la Realidad no está tan segura de sí misma: el Poder no está tan seguro de sí mismo nunca— esta necesidad de estarlo proclamando a cada paso por cualesquiera voces de autoridad, sean los medios de formación de masas incluidos, sean... un padre ([el estudio] tradicional) que recuerda a su hijo que 'las cosas son como son', 'la Realidad es lo que es', y demás. Y esto tiene una virtud, que es esa de aburrir: aburrir a cualquiera —confiéseselo o no se lo confiese— porque en esta cuestión del aburrimiento, lo importante es también considerar que se pueda dar esta posibilidad —de la que Georges Brasen cantaba en la canción que muchas veces he recordado— que es la de "aburrirse sin darse cuenta", y eso es lo peor.


De manera que digo: "'aburre a cualquiera' la predicación de 'las cosas son como son'". Pero claro, 'aburre a cualquiera' a reserva de que uno lo toma así: no se da cuenta de que le está aburriendo; lo mismo que sucede —de otra manera— cuando el aburrimiento se pretend-... se presenta recubierto de diversión —que es una de las maneras ordinarias de presentarse—. Efectivamente, en cualquiera de las diversiones multitudinarias de gran éxito que el Poder puede ofrecer y administrar, el aburrimiento —del que hablo— está ahí presente y se siente siempre por lo bajo, pero ¿por arriba?: por arriba se están divirtiendo como locos, se lo están pasando de miedo: en el estadio donde han ido a oír al cantautor de nombre o con cualquiera de las canciones que les meten por los oídos —que nunca cantarán ellos mismos, pero que reciben y que se lo pasan muy bien oyéndolas, se divierten, se entretienen—, lo mismo que con cualesquiera otra de las diversiones: es una de las maneras normales de presentarse el aburrimiento: recubierto como diversión, como corresponde a las condiciones —en general— de la Realidad.


Bueno, es precisamente, al aburrimiento, a lo que se contrapone 'algo' que, de vez en cuando, me atrevo a llamar 'alegría', y que es la alegría del descubrimiento: del descubrimiento de la falsedad, del descubrimiento de que 'la Realidad no es lo que es': que era mentira. Cada vez que, sea por donde sea, apunta en uno —tal vez a pesar de uno— ese descubrimiento, eso se convierte —enseguida— en una fuente de alegría.
 

Hace un rato me hablaba María de una conferencia de un literato —filósofo sobre filósofo— que le había dejado triste, y precisamente... precisamente, es esa tristeza la que estoy relacionando ahora con el aburrimiento: efectivamente, meterse en una conferencia de un libro donde un literato habla de un filósofo, es meterse en uno de los reinos escogidos de la Realidad: apenas puede darse nada más real que eso y más fiel al Poder y a sus condiciones, ¿no? De manera, que es normal el aburrimiento.


Pero el caso de ella, que declara tristeza, no es el corriente: muchos encontrarán que se han deleitado al mismo tiempo que instruido, es decir, adquirido cultura —cosas de esas—: otra manera en que el aburrimiento tiene que no... no aparecer, o aparecer recubierto (como queráis... como queráis decir). Frente a eso, llamo 'alegría' (aunque ya sabemos que, como hablamos en español, es decir, en una lengua de Babel, y todas ellas están cargadas de equivocaciones y mentiras, nunca se puede uno fiar de las palabras para decir algo bueno, pero, a pesar de eso): 'alegría': el descubrimiento de que era mentira; descubrimiento por vía de razonamiento, o tal vez —más a sorpresa— por otras vías de orden sentimental o pasional (que también se presenta): eso es lo único que puede dar 'alegría' —si la llamamos así— y, por tanto, lo único que puede animarnos a esta aventura en la que nos hemos metido (tal vez, principalmente yo, os he metido a los demás) que es la aventura de la perdición: la aventura del dejarse caer: del perderse, que implica           —naturalmente— renunciar a las creencias en sí mismo y las creencias en la Realidad.


Esta aventura, que podía —en alguna parte— suscitar una repulsión, un miedo, tal vez, sólo se pueda vencer con esa cosa a la que llamo 'alegría' y que nos es dada de vez en cuando —con la sola condición de que no la confundamos con la diversión de que he hablado como 'recubrimiento', justamente, 'del aburrimiento' y de la... y 'de la tristeza' costantes—: se nos es dado en el momento en que nos dejamos —se deja uno, tal vez, a pesar de uno— vislumbrar la falsedad de la Realidad y la de uno mismo —claro— (lo uno va con lo otro, ya sabéis: la Fe en la Realidad en general, y la Fe en uno mismo, son inseparables: son la misma cosa).


Esa... esa es la sola fuente de alegría que se nos puede dar y que nos puede hacer despreciar cualquier forma de miedo o de repulsa a la aventura de el perderse, el dejarse perder, el dejarse hundir, el dejarse caer, en lo que no se sabe: 'en lo que no se sabe', que es —naturalmente— 'la verdad', que es   —naturalmente— 'lo que no se sabe'. Eso, ya estamos acostumbrados a hacerlo notar así y a denunciar —a cada paso— los intentos (sobre los que, tal vez, vuelva ahora) de meter 'la verdad' dentro de la Realidad, lo cual, no puede ser: 'la verdad' dentro de la Realidad, no puede ser.


Bueno, he hablao del aburrimiento que produce la declaración y la predicación de 'las cosas son como son, hijo mío, la Realidad es la Realidad', etc. etc., pero —como ya sabéis— la primera aparición y el fundamento de la Realidad es eso del 'Futuro': es la creación del tiempo futuro —el tiempo vacío— sobre el cual se funda la falsificación del resto del tiempo: toda la trama del tiempo real, en general, y sobre ella está asentada la Realidad toda.


No hablar del Futuro, por tanto, parece ser como la primera condición para no aburrirse, y por tanto, contentarse, y por tanto, divertirse. —Bueno—, no sé yo si soy —por mi cuenta— un poco exagerao, pero —desde luego— cualquier hablar de Futuro, es capaz de producirme un aburrimiento casi istantáneo. De manera que, no tengáis... no tengáis, en relación a esto del aburrimiento, la sensación de que para aburrirse tiene que pasar mucho tiempo ¿no?, uno puede aburrirse rapidísimamente y con una intensidad tremenda: no hace falta mucho. Y por mi parte, cada vez que me veo obligao a hablar de Futuros, o me hablan de Futuros: aquello es instantáneo: estoy ya cayendo en el total aburrimiento ¿no?: si me... si me recuerdan que es que tengo que comprarme otros calcetines al día siguiente, o que hay que preparar un viaje para ir allí, donde tengo una conferencia que dar, y cosas así: me lo recuerdan y basta con eso, y con discutir los trámites del negocio un par de minutos, para que ya esté todo invadido de tristeza y aburrimiento, es decir, de Realidad: estoy ya, otra vez, reintegrado a mi propia Realidad, que naturalmente, consiste en eso del Futuro, justamente; porque —como sabéis— la Realidad de uno se costituye en el momento que recibe su condena a muerte, que es siempre futura, y que es el Futuro mismo (por volver a recordar algunas de las cosas que aquí se han dicho y han volado más de una vez).


Hablar de Futuro es lo que el Poder —si pudiera del todo— nos haría estar haciendo continuamente, sin intermisión. Eso lo veis bien a través de los medios —pero de manera más modesta—, también en cualesquiera otras comunicaciones: a través de los medios de formación de masas, donde, de lo que se trata —sobre todo— es de eso: de Futuro: no saben hablar de otra cosa. Y hablar de Futuro quiere decir —como sabéis— 'dar por pasado lo que no ha pasado', así de simple: 'dar por pasado lo que no ha pasado', porque 'pasado' sería 'aquello que se sabe' y como ellos saben lo que va a pasar...: lo saben, lo calculan, lo tienen sometido a estadística rigurosa, cálculo de probabilidades. Pero entonces, eso quiere decir que se está tratando de evitar que pase de verdad algo imprevisto, que les meta una sorpresa que se caigan del susto. Se está tratando de impedir eso, porque parece que sienten que siempre puede suceder semejante accidente: siempre sucede tal cosa, entonces, el procedimiento más seguro es hablar costantemente de Futuro: repetir las estadísticas y los cálculos: 'dar por pasado lo que no ha pasado'. Así es como costantemente están tratando de evitar el peligro de que pase algo: así, no puede pasar nunca más que lo que ya ha pasado, que es lo del Futuro que se ha dado por pasado, y que es lo mismo.
 

Entretanto, hay que decir, que, en contra de lo que ellos quieren creer —y, a lo mejor, se presta a equívoco en esta fórmula— tampoco lo pasado está de verdad pasado: Tampoco lo pasado está de verdad pasado, ni siquiera eso. De manera que, no se produzcan ahí confusiones: lo decía Machado, lo decía en un verso: "Ni está el mañana ni el ayer escrito". Y eso es exacto. De manera que, al mismo tiempo que se nos habla de Futuro —y así se nos da por pasado lo que no ha pasado— se está consiguiendo —de rebote— que lo pasado haya pasado irremisiblemente, y que haya sido lo que la Historia nos dice (lo cual es mentira): lo cual es mentira porque tampoco... tampoco, de verdad, se sabe.


Aclarado este posible equívoco —sobre el cual ya me diréis si hay todavía dudas—, parece pués, que lo primero que nos tocaría sería: no imitar —ni por un momento— en eso, al Poder, es decir: jamás prometer, ni prometernos, ningún porvenir de ninguna especie: ninguna futura revolución, ningún paraíso, ninguna utopía (ya sabéis que el paraíso está detrás: el paraíso es lo pasado, con esa condición de que no sea histórico: que no sea un pasado que se sepa, sino, precisamente, un pasado indefinido, inescribible, y por tanto, siempre... siempre vivo —de alguna manera— ¿no?). Esa sería la condición. ¿Veis lo que hacen ellos?, ¿veis lo que hace el Poder?, pues: hablar de Futuro: darlo todo por pasado (lo que no ha pasado: hacer como si hubiera pasado, procurar que no pase nada), pues: todo lo contrario. Es muy sencillo, es una práctica muy sencilla: veis —por ejemplo— que se empeñan en que estéis preocupados del Futuro de cualquier tontería de las Autonomías: abstención total. Sobre eso, es mortal, mortífero, hablar siquiera. De manera que, si podéis —de alguna manera— borrarlo, en la medida de vuestras fuerzas, pues ya está.
 

Ana me decía ahora mismo: la campaña del agua en Madrid (es decir, una preocupación por el Futuro), nos están... nos están sometiendo (yo no me había dado cuenta —mucho—) a un ahorro de agua del porvenir: un ahorro del agua que pueda hacer falta el día de mañana, una evitación de que podamos morirnos de sed —el día de mañana— de una manera o de otra. Para evitar lo cual: campaña de ahorro, que es: hacernos la puñeta de presente, es decir, hacérnoslo pasar mal: dejar que los bosques y los parques se sequen, cualquier cosa de presente, pero que está condicionada por el hecho de que ¡amigo! está la sed de mañana: podemos morirnos de sed.


Bueno, ya con Ana, decía que esto —hoy— tiene el carácter, sobre todo, de hacer creer —como siempre, de paso—, de hacer creer que, efectivamente, se puede ahorrar agua (o lo que sea) bajo este Régimen, que está  t o d o   é l, sostenido por el derroche, y que no puede consentir ningún ahorro verdadero, porque su única manera de ahorro es derrochar: el Capital ya no conoce otra. Y de los ahorros de los tiempos de los abuelos está... está pasado —vamos—; el Capital ya no conoce más manera de ahorro que el derroche: el derroche, pasando por inversiones, pasando por planes de Futuro, y todas las demás cosas, que conocéis harto bien.


De manera que, cuando salen campañitas de éstas, como las del tipo del tabaco o de la del ahorro de agua de ahora, pues ya sabéis lo que se está haciendo: se le está pidiendo un [rinconcito] para que veamos que hay preocupaciones muy palpables (como la del agua, como la de la salud de los pulmones de los ciudadanos) y que, efectivamente entonces, el Poder y la Realidad, pues, son benévolos: se ocupan de nuestra salud, nuestra agua y tonterías de esas, que es la manera de ocultar la Realidad visible, intolerable, del continuo derroche de cualquier cosa: de todo —entre otras cosas—: de agua; porque, evidentemente, los señores de la campaña de agua, no van a ponerse a meter en la cuenta, el agua misma que se gasta de veras, —en proporciones gigantescas— en cualesquiera de las empresas con porvenir: eso no, eso no: eso no entra ¿no?


De manera que, ahí tenéis otro ejemplo, y se podría multiplicar uno tras otro. Debería bastar, para que —cuando se trata de esta aventura, que aquí nos traemos, de dejarnos hacer hablar con lo poco que nos quede de pueblo vivo (por debajo de las personas)— tratáramos, lo primero, de no caer en la misma táctica de hablar del Futuro (ni para prometer utopías, ni paraísos que están ahí -pasados, perdidos- a los cuales no se puede nunca llegar en el tiempo real) sino tratar de lo solo que nos cabe, que es 'dejarnos perder en ello': 'dejarnos perder en ello', porque uno, al perderse —desde luego— no entra en el paraíso —está claro—: la perdición es la condición inseparable.


Bueno, de aquí, quería volver a esa fuente de alegría que he dicho, que es la del descubrimiento de la falsedad, y por tanto, el juego de las contradicciones, con las que, en estas sesiones pasadas, nos hemos estado -no divirtiendo- pero nos lo hemos estao pasando —tal vez— bien: tal vez, no nos hemos aburrido, ni entonces, ni hoy, ni ningún día. En fin, mi presuntuosa promesa es, que en esta tertulia, ni Dios se aburre. Bueno, Dios, si estuviera —a lo mejor— sí, porque Él es el aburrimiento mismo. Pero —vamos— quitando... quitando la aparición de Dios, nadie puede aburrirse mientras no se caiga en la tentación de hablar del Porvenir —de la tertulia misma, o de lo que sea— ¿no?


Pensaba volver pués, sobre estos juegos de las contradicciones —dentro de la falsedad— pero, es mejor que me pare ahora un poco para que, respecto a lo dicho, si han surgido dudas, ocurrencias, puedan aparecerse aquí. De manera que, os dejo ya pasar la palabra, y luego, volveremos sobre eso. Adelante.


- Bueno, a mí me llama mi vecina, hoy, para decirme que si vamos el viernes a la Casa Encendida pues a oír un concierto de música africana: pues, ciertamente, solamente ya eso pues produce... me da cansancio


AGC - ¿Y tienes que organizarlo o sólo asistir?


- Lo va... ella lo va ¡por dios!, [...] organizarlo: lo va a organizar ella. Lo que a mí me parece también, que... que vaía... de aquello, es como nos bombardean de tal manera, para hacer... para hacer en nosotros el deseo, para que nos nazca el deseo de ir allí, o acullá, o a Vietnam o... o bueno, a un concierto o aquí o allá; porque no... si no, dejaríamos las cosas —bueno— fuera, ¿no?, pero ahora ya, ni tan siquiera puedes ir... decir —en  muchas ocasiones—: voy al cine. Porque el cine, ya tiene las ventajas: entraditas vendidas, o días antes, o a través de las Cajas de Ahorro; con lo cual, puedes encontrarte, que no: que no: que no hay entrada para eso que tú querías [ver]. Como no haya...


AGC - Una forma de Futuro —también—: la no entrada.


- Una forma de Futuro, claro. Y cada vez más y más cerrado el Futuro: más [vendido].


AGC - Ya. Claro: ni que decir tiene que tu caso no es excepcional, sino de cualquiera; el mío también: yo tengo que irme mañana a Sevilla para dar un par de conferencias. Vergüenza me da decirlo, pesar me produce, aburrimiento me causa, pero no voy a... no voy por eso a... a ocultarlo, ¿no? Eso y mil cosas... y mil cosas más, mil pecados más por el estilo. No, lo que yo os he dicho frente a eso, no es ninguna recomendación de conducta —aquí nunca se dan de ese tipo–, de decir: "dejar ahora mismo de tener Futuro" (ya me gustaría a mí, poder... poder decir una cosa así, y hacer que por magia... por magia se produjera ¿no? Con eso no se cuenta ¿no?). Seguimos tirando, desde luego, todo lo que he dicho implica —algún rato ha sido explícito— la contradicción interna de uno mismo —claro—: uno, como ente real, no tiene que hacer... no puede menos de hacer lo que está mandado: para la susistencia, para esto y para lo otro. Y lo que pasa es que, aparte de eso: de la persona real de uno (como uno nunca está bien hecho del todo) queda algo más —en lo que he dicho, se da en todo—: el que se divierte, el que está haciendo Cultura, el que se disculpa con cualquier cosa de esas: es, evidentemente, la parte de arriba del alma de cada uno: es su persona: la parte superficial. Lo que le hace ponerse triste y le hace sentirse aburrido, es lo otro. Si uno no estuviera, así, partido y mal hecho, no habría caso ¿no? Pero, supongo que se ha entendido bien aunque no se haya dicho explícitamente hasta ahora ¿no?: todo... todo lo de la aceptación: el contentamiento con los sustitutos, el divertirse cuando y donde le mandan divertirse, y todo lo demás, son funciones de la parte superficial, superior, del alma de uno. Que, a pesar de todo, de vez en cuando, se sienta aburrido, preso de tristeza, con aquello mismo que le divierte o que le venden, eso ya viene de otra parte            —evidentemente—: eso viene de lo que... de aquello en que uno no es uno: lo que le queda todavía de... de vivo, de pueblo. Sí
 

- Sí. Yo quería decir: me parece que al hablar del Futuro y de... de... estás también sugiriendo —me imagino— que el Futuro nos impide vivir el Presente, muchas veces, ¿no?


AGC - El Presente es una tontería —pero bueno—: no hay, no hay presente: no hay presente: forma parte del Tiempo real —ese— que he dicho que se funda en el Futuro.


- Bueno: vivir. Nos impide vivir.


AGC - Eso: algo que no se sabe qué es: algo, que ni tú ni yo, sabemos qué es: nos lo impide. Eso.


- Pero en África —por ejemplo— la mayoría de la gente —y cuanto más pobres, más— ignora que existe el Futuro y vive en un permanente... vive en el instante: en el instante en el que está viviendo cada situación plenamente. Me imagino que tú te refieres -un poco- a eso ¿no?


AGC - Si: estás —evidentemente— exagerando, estás exagerando y estás idealizando, pero bueno, quitando... quitando la cantidad de exageración y de idealización, pues, es verdad... es verdad que podemos reconocer —en los restos de otros tiempos que quedan en este tiempo— podemos reconocer, por todas partes, que el Progreso ha consistido en el imperio, cada vez más absoluto, de eso del Futuro. [Entonces, no exageremos —evidentemente—, porque] una mujer, en cualquiera de los pueblos africanos, sabe que tiene que ir a llenar el cántaro al río, antes del anochecer; y el hombre sabe que tiene que salir a ver si caza un antílope —pero bueno—: sin necesidad, sin necesidad de exagerar, evidentemente, hay diferencias. Hay diferencias que nos muestran, sobre todo, que —como siempre— en el mundo que padecemos —el mundo primero— se da como llevado a la culminación, lo que consideramos propio de la Realidad en general. Y propio de la Realidad en general, es la muerte: el Futuro: (la muerte, que es siempre futura). Eso, no hace más que progresar, y aquí, efectivamente —como en los ejemplos que he mostrado antes—, parece que se trata de que ya no podamos hacer ninguna otra cosa ningún rato, más que pensar en el Futuro y hablar de Futuro, para evitar que pase algo. (Que pase algo de eso que tú llamas 'vivir', que ni tú ni yo sabemos qué es; cosas de esas: cualquier descubrimiento. ¿Qué más había por ahí?


- Bueno, lo has dejado ya medio dicho, en tu penúltima intervención, pero yo, a las dos causas o fuentes que tú has puesto de aburrimiento, tal vez, añadir una más: que es el aburrimiento de las opiniones y de las confesiones personales. Porque yo creo que eso, te tiene que aburrir, tanto o más que el Futuro, porque es que el aburrimiento es intrínseco a la persona [la persona es] fundamentalmente e intrínsicamente aburrida en sus opiniones y en sus confesiones. Sólo hay alegría fuera de la persona, o sea...


AGC - Sí. Eso es verdad: las confidencias, el contarnos el caso, el darnos la opinión respecto a esto y lo otro es muchas veces de esa... de esa... naturaleza que has dicho, más o menos idiota. Y desde luego, las opiniones... las opiniones y las confidencias que uno pueda hacer, por supuesto, lo mismo —vamos—; no vamos aquí a hacer distinción entre unos y otros ¿no?


Bueno, eso no tiene mucha relación de por sí, con lo que... con el aburrimiento esencial, que he puesto en la creación de Futuro (alguna relación tiene, no siempre es así). Por ejemplo: uno está recibiendo todos los días eso: confidencias y cuentos acerca de las cosas que le han pasado a uno, o a una, esto y lo otro, y lo que le dijo, o le que le hizo, o lo que respondió, qué va a hacer, y cosas de esas. —Claro—, de momento, no están hablando de Futuro ¿no? Y la verdad es que esas cosas no son tan esencialmente aburridas: yo, a veces, no me aburro cuando me cuentan esas cosas —depende—: depende de cómo, depende de cómo sea: a veces, no me aburro: no me aburro tanto. Ahora...


- Pero lo más típico... lo más típico es que te cuenten planes de futuro: dónde se van a ir el próximo puente, incluso qué van a hacer el año que viene: si van a cambiar de trabajo o...


AGC - Sí, también.


- De una forma interesante o cutre y qué es lo que van a hacer [...]


AGC - Sí: cuando pasan a eso, ya no cabe duda: estamos ya en el camino; pero —vamos— hay, hay también de lo otro ¿no?: hay muchos que vienen que te cuentan historias de lo que les ha pasado, lo que le ha dicho fulano, lo que... cómo ha reaccionao, cómo ha respondido, que es —claro—, por el estilo ¿no? Evidentemente, te lo cuentan —a veces— con la intención de que tú les digas qué es lo que le parece que tiene que hacer entonces, a continuación, en ese caso, y eso; -bueno- ya estamos en el negocio ¿no? Pero cuando no es eso así, pues, a lo mejor, la... la mera narración, a veces, —incluso, en contra de las intenciones personales— no resulta tan aburrida, tiene cierto... tiene cierta sal, te enseña... te enseña cosas, te enseña cosas de... ¿Eh?


- Entonces, ya estamos hablando de narración, del poder de narración...


AGC - A esto, la confidencia llega a veces. A veces son eso, a veces son eso, y entonces, no son tan... Evidentemente, el grado de aburrimiento depende de la presencia del Futuro. Eso, hasta en esos casos que sacas, se comprueba una y otra vez —claro— el aburrimiento: porque el Futuro es muerte ¿eh?, y por tanto, aburrimiento quiere decir 'muerte' para no... para no andarnos confundiéndonos. Sí.


- No. Abundando un poco en esto de... de las conversaciones, [.../...lo cual] es bastante tedioso, incluso terminamos y graciosamente proponiendo, unos cuantos, hacer una asociación contra el trabajo, o sea, que nos surgió, así, un poco, [...], y la verdad que fue, en fin, una asociación que no se va a hacer [...], se nos ocurrió: ¿y por qué no hacemos una asociación contra... contra el trabajo? [...]. tuvo bastante gracia, en aquella...  aquel trance ¿no?

AGC - Probablemente porque ninguno... ninguno de los que interveníais se creía aquello: ninguno se creía que se fuera a hacer nada [...].


- No sé. Pero lo que te digo...


AGC - Un juego.


- Era un juego, pero contra el trabajo no consigues tú que hablen más de dos o tres personas...


AGC - No, no. Sí: puede ser que sí. En plan de juego sí, puede ser. Y entonces, efectivamente, —bueno—: lo pasa uno bien: como en la tertulia. Como en la tertulia.


- No lo sé si tanto, pero desde luego, yo pasé un rato que me olvidé de... de que estaban mis vecinos...


AGC - Por eso: por eso, porque ninguno os creíais que aquello era para hacerse mañana —vamos—, seguro que no.
 

- Yo pienso que no.


- Pero, vamos a ver: Futuro, aunque no se hable de él, yo creo que está ahí ¿no?, porque tú dices "yo me aburro de pensar de que tengo que irme mañana a Sevilla, sacar los billetes, gestionar el negocio, y tal" ¿no? Pero yo no pienso lo que voy a hacer mañana, o sea, lo tengo tan claro que no tengo ni que pensarlo. Y eso no quiere decir que no me aburra: está ahí, si no hay una catástrofe para mi persona, yo mañana me levantaré a tal hora, iré a tal sitio, trabajaré, vendré a mi casa... o sea: lo de todos lo días ¿no? Y eso no quiere decir que no me aburra, a lo mejor, y no me lo planteo: que no sea aburrido...


AGC - A ver, "está...


- Sino que eso, a lo mejor, parece que está ahí, independientemente de que hables de ello o no hables de ello.


AGC - A ver: "está ahí", ¿qué quiere decir?


- Que está ahí: que es como una condena.


AGC - "Está ahí", ¿qué quiere decir? Porque, evidentemente, no lo dices, así: propiamente. Porque el Futuro no está ahí: eso es evidente.


- ¿Cómo?, ¿qué?


AGC - Que no lo dices propiamente y seriamente, porque es evidente que el Futuro no está ahí.


- No, claro...


AGC - El Futuro nunca está ahí. Quieres decir otra cosa: quieres decir otra cosa.


- No: lo que quiero decir, es eso: que yo [...], por lo menos, me imagino que...


AGC - ¿qué?, ¿qué?


- El Futuro está ahí —vamos—, o lo tengo yo, porque mañana yo me voy a ir a trabajar. Seguro —vamos—: seguro.


AGC - Lo tienes tú, en el sentido de que uno está costituído por su muerte, —ya se sabe—, en ese sentido, lo tienes —no del todo—: no del todo, por fortuna. Pero en todo caso, el Futuro nunca está aquí —como la muerte nunca está aquí—: el Futuro nunca está ahí: el Futuro está en el Futuro; lo cual es una... es lo mismo que decir que está en el Tiempo real, y el Tiempo real quiere decir la Realidad. Vienes a decir que el Tiempo Futuro es costitutivo de la Realidad (y lo es): es —yo he dicho, incluso— fundamento: es el fundamento, y por eso, [evidentemente] he dicho, que después, en el comportamiento de cada uno, no... no se le va a pedir a uno que por magia deje de tener Futuro (como persona): sería pedir que la Realidad no tuviera Futuro. Y la Realidad está hecha  p o r   y   d e s d e  el Futuro: la Realidad es primera... primero fin: la Realidad es primero muerte: eso es lo primero —y eso es lo primero—.


- Digo que... yo que... o sea, lo que veo que me angustie con el... con el ahora ¿no?, como que estés ahí aplastao: yo llevo una mañana de perros hoy, yendo a cosas de estas de Hacienda y demás, que me han hecho ir a tres Delegaciones de Hacienda, tres veces al Banco, y bueno, pues yo no me enteraba de nada y tengo muchísimos problemas de Hacienda porque no me he enterado nunca: me reclaman del 2003, de lo otro, o sea, una cosa horrorosa; y entonces, a todos los que yo pregunto, me dicen "pues conéctate con el ADSL". Y yo: ¿qué es el ADSL?. Pero, ¿no tienes ADSL?, y ¿cómo?, porque te tienes que poner las pilas ... Es que, te ves de repente, que no tienes cabida ya en este mundo, que te ha pasao ya el tiempo de estar aquí [...], y la verdad que yo [...] te sientes angustiada completamente.


AGC - Yo tengo pocas pilas también: ABSL yo...


- ¿Eh?


AGC - Que yo ABSL no sé lo que es: te acompaño en la ignorancia. De manera que tengo... Y seguro que hay todavía...


- Y lo peor de todo: lo peor de todo, porque, o sea, yo estoy viendo ahora, que acabo de parar de trabajar, tengo una semana libre, y tengo ya la semana entera ocupada en eso, y no solamente: es también médicos, porque se me ha pasado la revisión —hace tres años que no voy al ginecólogo— y se me ha ocurrido ir...


- ¿Hace tres años que no vas a dar el volante?


- Porque no he tenido tiempo, de tanto trabajo. He ido y me han mandado... pero es que... o sea, he ido —bueno, aparte de la bronca y toda la comida de coco que te hacen—, te mandan ya hacerte una ecografía, una mamografía, una citología, un análisis; después, ir a [...] te hacen ir a recoger todo... de manera que no te cuente lo mío, pero que te ocupan... de repente, te ves con una agenda... que... que ya no...: yo me retiro de esto.

 

AGC - Es un ejemplo. Yo, como el intento que traía aquí al venir, es 'hacer sentir el aburrimiento', si todos —uno por uno— os sintierais como ella, y me sacarais vuestro caso de hoy, no estaría nada de más, aunque —por desgracia— se nos iría el tiempo de la tertulia. Pero es preciso hacerlo sentir: no, no le pasa nada personal y único, os pasa a todos. La única... la única diferencia es que, por lo menos, a ella le da rabia: lo pasa mal; y otros —a lo mejor— estáis tan contentos y cumplís con las iniciales que os dicen en Hacienda y el médico, como si fuera una cosa  n a t u r a l,  y no os ponéis a pensar de dónde os han venido esas iniciales, ni del médico, ni de Hacienda: la diferencia es de grado (grado en el contentamiento), pero    —por lo demás— el sufrimiento, el aburrimiento verdadero, podíais contarlo cada uno de vosotros (o yo mismo ¿no?), y hacerlo... y hacerlo sentir como costituyente de la Realidad —que es a lo que estamos—. Sí


- Yo quería decir que Hachuel, el millonario, yo le oí decir, una vez, una cosa que me hizo reflexionar mucho: este hombre anda siempre viajando: no pára

AGC - Sigue, sigue: no te preocupes.


- y dice que el mayor lujo que existe —y que nos envidia muchísimo a todos los demás— es que tenemos tiempo. Y es que —yo creo— que eso que tú dices del Futuro, es una manera de rellenar, embutir muchas cosas en el tiempo, para que no puedas parar: nos lo pueden intentar imponer a todos, pero esa gente millonaria, que hace muchísimo dinero, están permanentemente preocupados para que no se desperdicie ningún [segundo] de su vida y ganar más dinero; [y ser] luego, los que tienen una envidia tremenda a los demás porque tenemos tiempo, ¿entiendes?.


AGC - Es mentira también: es mentira también, pero —bueno—. Sí: bueno, estás sacando la cuestión del 'tiempo libre', que —como todo el mundo sabe— es un producto del mercado. De manera que, no hay que por qué andarse...


- "Libre" no digo: 'el tiempo'.


AGC - 'El tiempo...' 'el tiempo libre' es un producto del mercado. Efectivamente, los ricos, ya no saben ser ricos —lo decimos comparando con gentes de otros tiempos— porque están ocupados en ser... en ser ricos y en ser algo más ricos, y ver en qué se gastan el dinero —sobre todo—: en la inversión ¿no? Pero, tampoco los demás tenemos tiempo y... 'Tiempo libre' es una... es una especie de idea muy falaz, porque se contrapone a la Realidad del Tiempo: el Tiempo lo he presentado naciendo del Futuro: es primero el Futuro: la muerte. Y sólo desde ahí, quiere convertir también el Pasado en algo escrito y fijo para siempre (y no digamos el Presente). Y luego, entonces, en cambio, nos venden un 'Tiempo libre', como si bajo el Régimen cupiera libertad ninguna; como si en el Tiempo real cupiera libertad. Libertad: es una de las grandes trampas.


- Los planes de futuro, ¿no tienen, también, la función de consolarnos o aliviarnos de esos agobios cotidianos —como los que salían ahora—? Lo digo, porque —por ejemplo— la gente habla mucho de las vacaciones y de lo que van a hacer el próximo puente, o la próxima Semana Santa; o yo, a mí misma, me he encontrado yendo por Madrid, viendo el desastre del tráfico, de las obras, de lo que decíamos antes de vas a beber y no hay agua en la fuente —o cosas así— fantaseando con que me voy a ir de Madrid, a vivir en un pueblo, al lado del mar... Como encontrando en eso un alivio, un consuelo, una evasión, no sé...


AGC - Sí. No: por desgracia, la industria de las agencias de viajes se funda en esa... se funda en esa ilusión: te hacen creer que vas a ir a otro sitio, así que —por tanto— vas a descansar y te vas a librar... te vas a librar de todo esto, ¿no? No es así: el engaño este se ve —yo creo— mejor que en ningún sitio, en el trato con los niños, cuando se les cuentan cosas, más o menos terribles, desgracias —sean realidades o sean cuentos— y se los consuela inmediatamente con el hecho de que "pero después va a venir...", "pero después va a venir papá, y ya verás": "después va a venir papá, y ya verás"; y promesas por el estilo. De manera que se utiliza el Futuro como una especie de consuelo. Evidentemente, si los niños no fueran lo bastante tontos para recibir eso, quedarían... se pondrían muy tristes, especialmente, en la moraleja: especialmente cuando les dicen... les dicen el consuelo de que "después te lo vas a pasar bien" ¿no?, porque descubrirían que, justamente, en esa especie de remoquete "pero después va a venir papá y ya verás que bien", es donde más se palpa y se siente la mentira de todo lo demás: la mentira de todas las desgracias: no en la narración de las desgracias, sino en la promesa de la compensación. Porque, después de todo, eso de los cuentos de los niños, no es más que (no ya sólo las ilusiones de las agencias de viajes, sino la promesa de la gloria eterna —en la vieja religión—, y cosas por el estilo): el consuelo: el consuelo de la Realidad: ¿para qué estaba la gloria eterna en el viejo Régimen?, ¿para qué estaba?: para hacer aguantar: para hacer aguantar el... la Realidad... la Realidad real: la presente (y cumplía sus funciones).


- Cuando dices 'la Realidad', ¿es la futura o la presente?, porque parece que es del Futuro y dentro-... y en [torno] al Futuro, nos evadiéramos de una Realidad presente, y esta Realidad presente parece que sólo consistiera en pensar en Futuro, o sea: es un círculo...


AGC - Sí. Sí: evidentemente, todos esos Futuros, ilusiones, promesas, son-... forman parte de la Realidad, y no sólo forman parte de la Realidad, sino que he propuesto que sean la   p r i m e r a   parte: que sea el fundamento, a partir del cual —ya después— lo pasado —y no digamos lo que está pasando— se deja someter también a lo mismo. Sí. 


- [...], a ver si me podías ayudar a comprender esta maravilla.


AGC - ¿"Esta..."?


- Maravilla: en muchos (o en casi todos los cuentos infantiles) acaban diciendo "Y fueron felices": o sea, que eso es como hablar del pasado pero que está implicando el Futuro de lo que se está contando, pero que nos dura al presente: ese barullo que hay ahí es maravilloso [lo que se lee] en un cuento, y para ponerlo fuera de él: es una [maqueta] preciosa [...]


AGC - Aparentemente... aparentemente 'fueron' es un indefini-... es un pretérito indefinido. Pero, evidentemente, lo que al niño se le dice es que "desde aquel momento" (para siempre): "desde aquel momento, para siempre, fueron felices". De manera que, a pesar de la apariencia del pretérito, lo que se está haciendo es ese 'consuelo con la futuridad'. Después de todo, es lo que hace el happy end en las películas y en las novelas, o —sin necesidad de ser happy—: cualquier end: el the end que aparece al final de una película: es el... es 'el fin'. Es 'el fin' lo que —efectivamente— está consolando de todo lo demás: consolando de todo lo demás. Es decir, que 'el fin' —que es el Futuro— es justamente lo que sirve para redimir todo lo que ha pasado: se acabó. Se acabó: y efectivamente "fueron felices" (para siempre).
 

Bueno, no sé si queda algo más por ahí, parece que... Sí.


- El hecho de que ocurre —por ejemplo, vamos a ver—: el hecho, por ejemplo: alguien planta un árbol esperando que en un momento dao, alguien    —que no tiene por qué ser él— pueda comer fruta de ese árbol, ¿estaría pensando en Futuro?


AGC - Si: cuenta con el Futuro: cuenta con el Futuro. Ya hay un proverbio en latín... en latín que lo decía: "Siembra árboles que otras bocas comerán". De manera que, efectivamente, la labor —en cuanto... en cuanto a esa labor previsora— forma parte de la recuperación del Futuro, que, en sus formas más progresadas y vistosas, estaba presentando aquí, sin más. De año en año, el sembrar —el sembrar para recoger, en este caso, probablemente, los mismos (si no se mueren antes)— para recoger el trigo, está en la misma condición: son formas —digamos— primitivas de lo que aquí he pretendido presentar, en las más actuales y tremendas ¿no? Lo que pasa es que cuanto más actuales y tremendas son, más difícilmente se puede dar una cierta infidelidad al propósito, que en el caso de plantar árboles, y hasta de sembrar la tierra, se podía dar, que es que: sí, aquello se hacía para los sucesores, para la cosecha del año que viene: para el Futuro; pero, de vez en cuando, permitía olvidarse de ello y jugar a plantar árboles, jugar a sembrar trigo (todo el mundo sabe que esas cosas son muy posibles: que uno se olvida; que uno lo está haciendo para algo, pero —de repente— la operación misma, le resulta lo bastante deleitosa, como para que haya un... una cierta intromisión del olvido)
 

Comparad ahora, con las formas más actuales y tremendas —como estas que  Ester misma recordaba ahora, de su mañana de hoy— y decidme, hasta qué punto cabe ahí, esa infidelidad, ese momento de olvido. ¿Es posible que un funcionario de Hacienda, dedicado a cumplir su oficio de rellenar fórmulas, o —peor todavía— inventar otra nueva fórmula para complicar el aparato burocrático, al día siguiente se olvide de que lo está haciendo, para-... y  se deleite con aquello?  Esto, parece que está muy lejos de la operación de... de plantar árboles: le queda demasiao lejos. Lo cual, no quiere decir ¿eh?, desde luego —en el propósito— quien siembra para el año siguiente, está ya introduciendo una manera primitiva de Capital, es decir: de Futuro, y está —en principio— sirviendo a eso.


El Progreso consiste en que se procura que, cada vez más, no haya sino Futuro: que no haya ocasiones ni de olvido, ni de infidelidad al propósito, ni nada por el estilo: que no se hable más que de Futuro. ¿Qué más? ¿Qué más quedaba por ahí? 


Bueno, paso entonces, a lo que os decía de 'alegría del descubrimiento' y 'el juego de las contradicciones'. Algunas de estas cosas hemos visto, cuando acudíamos a las cuestiones de 'verdad en Matemáticas' y todo eso; alguna [...] recordar.


El razonamiento —lógica, el juego lógico, también el juego matemático, pero ahora digamos el juego lógico en general— es un juego que consiste... consiste en eso: en descubrir —alternativamente [recubrir y] volver a descubrir— las contradicciones inherentes a la costitución de la Realidad.


Vuelvo a acordarme ahora, de un razonamiento —un argumento de los de Zenón de Elea, que no son los que hemos aquí usado, cuando nos hemos referido, sobre todo, al movimiento como  i l u s i ó n  fundamental de la Realidad—: es el argumento que los comentadores de Aristóteles nos transmiten, contra la aceptación del hecho de que seamos 'múltiples': de que las cosas sean 'múltiples': de que haya una 'pluralidad de cosas': fundamental —tan fundamental como el movimiento mismo para la costitución de la Realidad—: que haya cosas diferentes, relacionadas entre sí, unas en un sitio, otras en otro: 'pluralidad de cosas'. Justamente, el movimiento lo traíamos porque servía para mantener esta creencia en la... en la 'pluralidad'. El argumento... el argumento decía: (si me acuerdo bien): "Si las  cosas son múltiples —si hay una pluralidad de cosas—, las cosas tienen que ser tantas cuantas son, y ni más ni menos". Este era el primer cuerno... el primer cuerno del dilema: "tienen que ser tantas cuantas son, y ni más ni menos", o sea —como veis— sumamente razonable.


Y, de esa manera, dice: "las cosas son en número finito". Una deducción bastante razonable, porque si "son tantas cuantas son, y ni más ni menos", pues, estamos justamente en esta costitución a que la Realidad aquí diga que es de orden aritmético, justamente, cuando contraponemos a la Realidad lo otro que no se sabe: en eso otro que no se sabe, decimos 'más o menos': la vaguedad, la indefinición. Por el contrario, la... el ideal de la Realidad es el 'número', y si 'las cosas son múltiples', tendrán que ser 'tantas cuanta son, y ni más ni menos', por tanto, en número [finito].


Y el segundo cuerno de su dilema decía: "Si las cosas son tantas cuantas son-... "Si las cosas son múltiples: si las cosas son múltiples —las unas separadas de las otras—, nada puede impedir que entre una y otra, se introduzca otra", puesto que la condición misma de la pluralidad implica la separación (la separación entre unas y otras), que podéis entenderlo en el sentido local, pero también, en un sentido... en un sentido más general: si hay escalas, o categorías, entre las cosas, grados de ser —de una manera o de otra, ¿no?—, en cualquiera de las maneras en que se entienda, nada podrá impedir que, entre una y otra, se introduzca otra —se introduzca otra cosa más— (esto, parece también, inevitable). Y, entonces, por ese camino, resulta que, las cosas son sin fin. Porque, evidentemente, el proceso es repetible sin fin: siempre, entre una cosa y otra, se puede introducir otra más, y las cosas son sin fin.


De manera que, entre los dos cuernos del dilema, resulta que las cosas son en número finito y las cosas son sin fin. Lo cual, es el descubrimiento de la contradicción.


Bueno, supongo que lo seguís bastante bien. Respecto a razonamientos de este tipo, ha llovido cantidades de literatura —desde los antiguos hasta nosotros— y, la mayor parte de las veces, no muy afortunadas, ni aclaradoras —que digamos, ¿no?—.


Desde luego, se puede decir, que en un sentido, Zenón hace trampa, pero que la hace, precisamente, utilizando las convenciones de la lengua —del idioma— que todos los demás también usan. Vamos a ver (si explico esto): Evidentemente, no tiene derecho, de verdad, a decir "Si las cosas son múltiples, tendrán que ser, ni más ni menos, cuantas son". No tiene... no tiene derecho a decir esto. (Supongo que alguno de vosotros sabe por qué no se puede decir así, porque ya lo hemos dicho —a otros propósitos— en sesiones anteriores ¿no?). ¿Eh?
 

- [No puedo saber ninguna otra cosa...]


AGC - No, no: él habla de la Realidad como en total.


- Porque estamos continuamente cayendo en lo que no se sabe, y ahora mismo, están pasando a costituirse como cosas, lo que no eran cosas.


AGC - Eso es. Es decir: que la manera correcta no sería decir: "Son cuantas son", sino —en todo caso— (puesto que nuestro idioma dispone de esos recursos): no son 'cuantas son', porque, pensar 'cuantas son', es pensar en una totalidad de las cosas, efectivamente, es dar por... por partida un conjunto cerrado y establecido: no se puede hacer. En español, nos salimos diciendo —en lugar de "Son cuantas son"—, diciendo: "Son...


- "Son cuales son"


- Todas las trampas que se [...]


- "Cuantas sean"


AGC - "Son cuantas sean", simplemente. "Son cuantas sean": es uno de los usos que tiene nuestro idioma, que usa el eventual para estas cosas. "Son cuantas sean", "serán cuantas sean" —mejor dicho—: lo del 'serán' es algo, también, eventual: no un futuro. En el supuesto de que 'las cosas sean múltiples', diría "serán cuantas sean", pero entonces ya, el dilema no marcha. En el momento en que no se establece una... una totalidad, y 'las cosas son cuantas son', dadas ya —como si fuera un conjunto cerrado—, ya: si 'son cuantas sean', 'cuantas vayan siendo': ya —evidentemente—, el primer cuerno del dilema ya no se puede establecer.


- Agustín, pero [podría] decir: 'Cuantas pueden ser'.


AGC - Si, si: pero no hace falta. Ya con el subjuntivo basta: puedes añadir el... hacerlo potencial 'Cuantas pueden ser', 'Cuantas puede que sean', 'Cuantas, quizás, sean': son todas maneras del eventual potencial. Ya recordáis —precisamente—, cuando hablábamos de la cuestión de los... no de la verdad, sino de los 'entes matemáticos', —bueno— he de decir que, evidentemente, los números mismos —los números naturales— tienen esa condición de que su infinitud, no es ninguna infinitud a la que se le pueda llamar 'todo', ni 'end', sino que es una infinitud que consiste en que siempre se están contando más —y además— desde siempre se han estado contando más, porque, al no haber un fin, tampoco hay un principio, de manera que son fijaciones de la eventualidad.


Ved, como un razonamiento así —aparentemente— hace trampa, pero hace trampa  —justamente— jugando con los convenios y las ideas, que en la propia lengua en que se hace, funcionan; y por tanto, sirve para el descubrimiento de la contradicción. (No sé, si sobre este ejemplo, os quedan algunas dudas, porque voy a pasar a otra cosa).


Bueno. Estoy hablando de la contradicción, pero salto ahora —ya que me he metido con los queridos pre-filósofos (a los suelen llamar 'presocráticos', colocando a Sócrates de esa manera)— voy a... voy a volverme sobre los restos del libro de Heráclito —que muchos de vosotros, también (aunque nada más sea por la tertulia) conocen y han manejado—.


Es un error consagrado en la Historia de la Filosofía, del Pensamiento, etc., el de atribuir a Heráclito, lo de 'el flujo perpetuo': el movimiento: panta rei, panta rei. Todos lo sabéis, y algo os quedará de ese mal saber, a pesar de que ya aquí, en la tertulia, ha sufrido algunos vapuleos, de vez en cuando. Pero —vamos—, nunca... nunca se acaba uno de desengañar del todo, ni de las ideas de la Historia de la Filosofía, ni de nada: nunca se acaba uno de desengañar del todo: no hay 'del todo'.


Esto es... esto es falsedad, de una manera ejemplar; quiere decir: 'meter la verdad dentro de la Realidad', que es lo que... es decir, hay que entender que Heráclito hacía una Filosofía —que es lo mismo que una Ciencia— y que en esa Filosofía figuraba una noción del 'movimiento perpetuo' —'del flujo'— como la explicación o la declaración de las cosas: de la Realidad. Eso es 'meter la verdad dentro de la Realidad'. Esto es lo que cualquier doctrina... (ya sabéis que hemos descubierto —espero— con la bastante claridad, que la 'verdad' no está aquí: 'la verdad no es de la Realidad, está fuera'. 'Verdad' es, justamente, 'lo que no se sabe'), y en ese sentido —digo— que el error es ejemplar. Del libro de Heráclito de Éfeso nos quedan los bastantes restos, para que esto se deje denunciar bien ¿no? Él lo que dice costantemente son cosas del tipo de: "En unos mismos ríos entramos y no entramos, estamos y no estamos" ('entramos' y 'no entramos', 'estamos' y 'no estamos'); "El sol es nuevo cada día y siempre el mismo" (es otro cada día y siempre el mismo). Estas son las formulaciones heraclitanas.


Decíamos formulaciones de la contradicción —de diferentes maneras— y fijaros, que esta enunciación de la contradicción, esto sí que es la verdadera dinámica, que ya no es dentro de la Realidad, sino que justamente, consiste en arrojar la Realidad —por su contradicción misma— a lo que está fuera de la Realidad: al no saber. Esta es... así es 'la verdad': fiel —en la interpretación de ese pensamiento—, por lo tanto, la necesidad de 'meter la verdad dentro', queda —frente a esto— ejemplificada de la manera más clara y más potente.


Sin embargo, en esto de la contradicción —de las formas de la contradicción—, hay que pararse, y tendremos que pararnos: lo que pasa es que me estoy sintiendo que me está afectando —un poco— al habla un resto de tos de estos días, voy a tener que cortar. De manera que, os voy a dejar a que digáis de lo anterior, si queda alguna duda, y pasaremos a los modos de contradicción, ya: dentro de siete días, si seguimos, si vuelo de Sevilla vivo y vosotros estáis también, todos, vivitos y coleando por aquí. De manera que, ¿qué queda, respecto a esto del tipo de razonamiento bicornuto de Zenón, y respecto a esta falsificación del pensamiento heraclitano —como panta rei— (oponiéndolo al verdadero movimiento o flujo que la Realidad promueve) al hacer caer a la Realidad fuera de sí: en lo que no se sabe?.


Bueno, pues entonces, en verdad, así me dejáis descansar un poco más de voz, y, nada: si no os pasa nada, pues estamos... estamos aquí, dentro de siete días [dirimiendo] todas las contradicciones.