28.04.2010

Tertulia Política número 227 (28 de Abril de 2010)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

Tertu227-28-4-2010#Tertu227-28-4-2010.mp3

 

 

TRANSCRIPCIÓN:

 

Antes de empezar o seguir, decidme qué es lo que habéis pensado respecto a las cuestión ésa de si se hace bien, si hace uno bien, si hacemos bien o hacemos mal, y qué motivos tenemos para pensar que hacemos bien dedicándonos a esto de la guerra contra el Orden, de la guerra contra la Fe, de la guerra contra la Realidad, como quedó pendiente.  Antes de empezar o seguir prefiero que me digáis algo respecto a lo que habéis pensao.

-Yo había pensao (que lo he leído, porque no había venido a veros), que recuerdo que cuando era pequeña me sorprendía que por un lao Dios Padre echara a los primeros Padres del Paraíso por comer del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, y por otro lao a los niños continuamente se les inculcaba pues precisamente ese discernimiento entre una cosa y otra de una forma apremiante.  Entonces esa contradicción no la entendía.  

A-¡Ah, bueno!, en el () está claro: el caer en esto de la distinción entre Bien y Mal es justamente la fundación de la Realidad, y el Génesis la presenta como si eso fuera el castigo de Dios por simplemente haber comido sin saber si era bueno o malo, sino porque estaba ahí el fruto y eso.  El castigo del Señor, y eso es bastante correcto, consiste en haber caído en la distinción entre Bien y Mal, cosa que ellos no sospechaban que el fruto tuviera semejante condición; de manera que se ve el sentido de la esplicación del Génesis, su (partificación), todo claro.  No olvidéis que ese libro, como la inmensa mayoría de los libros, está destinado a servir al Orden, y por tanto a presentar las cosas tal y como al Señor le gusta que se le presenten, no vayáis a tomaros eso como una indicación directa de lo que pasaba o pasó en aquel entonces.  Bueno, más cosas, por si acaso esto está bien y mal.

-Te digo lo de siempre: que a mí lo que me atrae más es.....  Voy a decir una  palabra que a lo mejor saltas: armonizar una y otra.

A-No cabe; eso de armonizarlo es justamente lo que el Poder quiere: todos los días os están contando ese cuento, el cuento de la armonización entre Bien y Mal.

-Pues entonces, alternancia.

A-Sí, la alternancia se da de por sí, pero eso no nos priva del problema: unas veces pensamos una cosa, otras otra, sentimos una cosa, sentimos otra........

-Y por otra parte, la pregunta de bueno o malo suena un poquito.......rechina.

A-Sí.  Sí, es una especie de confesión de que a pesar de toda la Física, la Metafísica y la contraMetafísica, luego siga reapareciendo la cuestión aparentemente moral de si hacemos bien o hacemos mal.  Es una confesión que es algo triste.  

-¿Hasta qué punto puede existir el uno sin el otro?  

A-No, la Realidad está hecha así, ya lo sabemos: izquierda y derecha es costitutivo de la Realidad, antes y después es costitutivo de la Realidad, y por tanto en definitiva Bien y Mal es costitutivo de la Realidad.  ¿Cómo se puede hacer bien cuando uno se revela contra esa distinción misma, contra la distinción entre los condenados a la Gloria Eterna y los condenados a la Pena Eterna en ese Infierno?  ¿En qué se puede sostener eso, que es lo que en esta política se hace?

-Lo que se ve bastante claro es esa identidad entre Moral y Física en el uso mismo de los términos malo y bueno, que lo mismo se dice, por lo menos en español, para decir ‘estár bueno’ y ‘ser bueno’, ‘estar malo’ y ‘ser malo’, o sea que afecta por igual a la cuestión de la salud y la enfermedad que a la cuestión moral.  Esto es interesante, porque es que diríamos que nos preexiste, diríamos que está antes de la costitución de la propia......

A-Sí, no () mucho; en español concretamente esas predicaciones se hacen directamente con ‘ser’, o a través de ‘estar’, y por tanto no funcionan lo mismo.  

-Estaba pensando en eso de que haya cosas malas y buenas en la medida en que sirven para el Poder o el Estado, y se me viene a la mente lo del amor entre hermanos, o entre una madre y un hijo o algo así.  ¿Por qué eso es moralmente malo?

-Pero te refieres a la jodienda, ¿no?

-Sí, el amor dicho como el folleteo, no sé.

A-Y preguntas por qué ......

-Que por qué es malo eso, dentro de la moral.

A-Eso está claro, está en un nivel muy superficial: eso son cuestiones de la Ordenación Social, que en un momento a una tribu determinada le ha parecido que era preciso establecer esa regla.  Eso está a un nivel demasiado superficial para que nos revele nada, ¿no?, es como tantas Leyes.  Por supuesto tampoco el robar: ¿por qué es malo robar?  Hay que dar por supuesto lo otro.

-Lo malo es que te roben.

A-Lo mismo amor con hermana presupone atentar a la Familia, como lo otro atenta a la Propiedad: si al Orden Social le interesa que haya Familia, y que haya Propiedad Privada, pues no hace falta preguntar más, ya las Leyes pertinentes quedarán establecidas.

-Pero la Familia sigue estando, la Familia no se vendría abajo, ¿no?  Al contrario más bien.

A-Se teme que si no hubiera esas reglas de repartición de lícito y no lícito para el amor entre los propios miembros y los miembros ajenos, que si esa clasificación, esa distinción, no se mantuviera, que el Orden peligraba.  Y hasta cierto punto lo temen con buen sentido, claro: peligra, peligra el Orden de alguna manera, ¿no?  Pero ésas son prohibiciones a nivel muy superficial, no nos aclaran lo que os estoy preguntando, qué es qué demonio de motivo tenemos para pensar que aquí hacemos bien cuando a todo lo que el Orden manda lo llamamos malo, porque estamos contra ello, que no nos tragamos nada de lo que la Televisión nos eche, porque cualquier cosa que sea es mala.  ¿Por qué no nos tragamos cualquier otra Disposición?: porque una tertulia política como ésta está dedicada a eso, está dedicada a dejar que el pueblo-que-no-existe hable contra lo que está ordenado y mandado, y entonces pues......  Alguien te puede preguntar, por lo menos desde fuera, “¿y qué motivos tienes tu para adoptar esa actitud, y no la contraria?”.  Que es, de paso sea dicho, la de la inmensa Mayoría, que están muy contentos con el Orden, con la Paz y con el Futuro.  Sí.

-Como la cuestión bueno/malo, Bien/Mal, no está muy clara, desde el punto de vista moral yo me quedo con que lo que aquí se hace no se hace con mala fe, y ni mucho menos con buena fe.  Y entonces lo que se hace aquí está al margen de esa disyuntiva entre bueno o malo.

A-Ya. Se hace, y con eso basta, ¿no?

-Se hace, y ya está.

A-Pero evidentemente ahí subyace una especie de reconocimiento o sospecha vehemente de que cualquier cosa que el Poder hace es malo para la gente, malo para la vida; es malo.  Y siempre cabe que venga el Orden y te diga “¿por qué sabe usted eso?  A lo mejor está muy bien que las cosas sean como son; a lo mejor la Realidad es todo lo que hay, y todos esos cuentos que os traéis son ensoñaciones que no vienen a nada”.  Siempre cabe que alguien te diga eso, y ¿qué se le dice?  ¿Qué se le dice entonces?

-Pues que a poco que se analice la Realidad, o se está de acuerdo con la injusticia y la falsedad, o uno se da cuenta de que el mundo no anda demasiado bien, y que si los políticos fueran buenos en vez de malos, no existiría el hambre, ni la guerra, etc., etc., etc.  Y si existe todo eso, es porque hay una serie de estructuras, además de personas, que no son buenas.

A-Ya.  ¿Tú crees que podía haber políticos buenos?

-Creo que hubo un Presidente al que le dijeron que firmara una Pena de Muerte, y dimitió.

A-¡Bah!  Arreglitos; arreglos pa andar por casa.  Pero la actitud aquí es al parecer bastante más radical, bastante más despiadada, y por eso....  Sí.

-No sé si esto es bueno o malo, lo que hacemos aquí, como tampoco sé si la gran mayoría lo que hace es bueno o malo, pero sí me pregunto a mí, y sí me respondo algo: que me da un poco de gustillo venir aquí, y si me invitan a una Misa, o a una Comunión, a lo mejor no tanto.  Entonces, por ahí.

A-Es flojo, es flojo.  Es flojo el argumento, porque evidentemente hay muchos que tienen gustillo en ir a la Comunión; ir a la Comunión de la sobrina, o al Bodorrio del amigo, y al Concierto de rock en el Estadio, y tantas gentes que tienen gustillo de lo uno y de lo otro, que tendrías que distinguir y decir “es que aquí me lo paso de veras bien, mientras que vosotros no hacéis más que distraeros y atontaros”.  Podrías decir eso, pero eso te lleva otra vez a lo mismo: “¿y quién dice eso, quién manda hacer esa distinción entre un verdadero placer y ‘los sustitutos’, que solemos decir, que son las señas de aceptación de la Realidad, los sustitutos del placer?  ¿Quién puede distinguir, entre los productos que se nos ofrecen a la venta, o al regalo, los que verdaderamente son capaces de dar algo bueno, y los que no dan más que eso, el sustituto?  El sustituto, que tiene la virtud de hacerte incapaz para nada bueno, puesto que has aceptado el sustituto.

-Yo contra el argumento de que vengo porque me da gusto, o hago las cosas que me gustan, o que me procuran felicidad, creo que la motivación real es buscar la esperiencia auténtica, es decir, que alguien a quien le ofrecieran “te vamos a meter en un máquina donde te vamos a poner una droga y vas a ser feliz eternamente”, probablemente renunciaría a eso, porque querría seguir viviendo su vida, y entonces yo creo que la motivación es más bien encontrar un camino en el que te da la sensación de que puedes llegar, no a encontrar () perfectas, pero sí quizá a quitarte de en medio bastantes falsedades.  Entonces en ese sentido es bueno venir.

A-Bueno, el Camino dejémoslo de lado; aquí sabemos que el Camino es de ellos, que tienen Futuro, y nosotros no tenemos Futuro.  De manera que dejemos el Camino de lado, y en cuanto a lo otro, a lo del placer, a lo del placer que tú dices, ‘una esperiencia auténtica’, es peor, porque son términos cultos.  Lo de un placer que sea bueno en lugar de ser sustitutivo, pues nos encontramos sin criterios que poder ofrecer a quien sea realista, o fiel al Orden.  Desde luego, el descontento, el reconocimiento de malo, de engaño, en cualesquiera cosas que nos venden, es primario.  Antes de preguntar si hacemos bien, hay que preguntar cómo es que todo eso que nos venden es malo para la gente, malo para la vida, malo para cualquier cosa que sea buena.  Es bueno para cada uno de nosotros, es bueno para Fulano y Mengana, es bueno para el Estado, es bueno para el Capital, eso por supuesto, y aquí sentimos que precisamente por eso para la gente, para la vida, para lo que quede de bueno, es malo.

-Yo creo que pensaba que son malos todos esos () que también somos nosotros, y que finalmente son aquellos que nos impiden acercarnos a ser ese pueblo-que-no-existe ni existirá nunca.  Pero bueno, eso es como una especie de sospecha, y de alguna manera es una sospecha bastante certera.  Entonces, eso es lo que yo pienso.

A-Bueno, acercarnos nosotros como personas a el pueblo-que-no-existe, no cabe.  Como personas estamos siempre al servicio del Orden, y nos beneficiamos de los productos del Capital, porque vivimos de sustitutos......

-Por eso te decía que nosotros somos parte de la historia.

A-Nosotros somos parte del Orden, nosotros somos parte del Poder; uno, en cuanto uno, es lo mismo que el Capital y que el Estado.  De manera que desde luego nada que sea bueno para uno realmente, para seguir tirando como se puede en este mundo y disfrutando mientras llega la muerte, nada de eso puede ser bueno de verdad, precisamente porque pretende ser bueno, porque nos lo venden como bueno.  Bueno, esto queda como veis muy......  Sí.

-Si nosotros fuéramos buenos, ¿por qué tenemos esa suerte de estar aquí, y no por ejemplo uno que es de mi pueblo es más malo que yo porque no ha tenido esa oportunidad de venir aquí?

A-No, imposible de pensar eso: desde luego nosotros buenos no podemos ser.  Hay una regla que dice (para quien le preocupe la diferencia entre los que son mejores y peores), que “ser buenos, es ser menos”.  Ser buenos y ser menos es desde luego una buena regla, porque se aplica lo mismo a la persona individual (ser bueno es ser menos, es decir, obedecer menos, estar menos costituído, estar menos necesitado y de acuerdo con el Orden y demás...), y se aplica también a la colectividad en contra de la Doctrina Democrática, en contra de la Mayoría: ser buenos, es ser menos.  También en el Orden Social ser buenos es ser menos, lo cual no quiere decir predicar ninguna preferencia por las Elítes, por las minorías, pero de una manera puramente negativa, sí, ser menos en contra de la Mayoría.  Pero bueno, no sabemos.   Voy a cortar, porque prefiero entrar a otras cosas más discutibles y por tanto penetrantes.  Desde luego hay que quedarse con esto: lo que sabemos ya sabemos cómo es; lo que sabemos (que es la Realidad, no sabemos otra cosa), lo que sabemos ya sabemos cómo es, lo que no sabemos no sabemos cómo es.  Es una perogrullada, pero ¿qué queréis?, es lo menos malo que se me ocurre deciros en este momento: lo que sabemos, sabemos cómo es, lo que no sabemos, no sabemos cómo es, y aquí desde luego intentamos no saber, librarnos del saber todo lo posible.

-¿Por qué dice la gente que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer?  Es todo lo contrario.

A-Es uno de los refranes que están al servicio del Poder. Ya hemos dicho mil veces que en los refranes, como en todo lo demás, hay de todo: algo que sale del pueblo-que-no-existe, algo que sale de las personas timoratas, y la mayoría desde luego están al servicio del Orden.  Más vale lo bueno conocido que lo malo por conocer, que es justamente lo contrario de lo que acabo de decir.

Bueno, dejémoslo pendiente para seguir.  Ahora, como os anunciaba ya el otro día, se trataba de entrar a esta cuestión de....el origen de......la Conciencia.....al mismo tiempo que el origen del Tiempo real; es decir, intentar entender cómo ésas dos cosas nacen juntas, se pueden en cierto modo reducir a la misma, la Conciencia (la conciencia de uno, la conciencia de que uno es quien es......como queráis prolongarlo), la Conciencia, espero que se entienda lo bastante bien, y el Tiempo, el Tiempo real, que es, ya sabéis, ése que está hecho de Pasado y Futuro, y para terminar la labor con un punto que separa lo uno de lo otro, o los dota de dos sentidos contrarios.

A primera vista no es tan claro que las dos cosas nazcan juntas, pero eso es lo que voy a intentar mostraros y poneros a discusión.  Una cosa hay que tener en cuenta, como tantas otras veces: hay que distinguir en la cuestión algo que se refiera sin más a las cosas, y por tanto a nosotros en la medida que no somos más que un tipo de cosas entre los otros; por tanto, cuestiones de ¿las cosas tienen conciencia?, ¿una cosa tiene conciencia?, o ¿las cosas viven en un Tiempo real, o por el contrario estas cosas (Conciencia y Tiempo) son propiedad nuestra, de los hombres?  Y como esta cuestión metódica se ha planteado más de una vez, vuelvo a presentaros la cosa como me parece que debe entenderse: somos cosas entre las cosas, no nos puede de verdad pasar a nosotros hombres nada del otro mundo; de manera que las distinciones tienen que darse dentro de eso, y reconocer que lo humano, lo que a nosotros nos pase, es simplemente una exageración, una llevada al sumo, de lo que también a las cosas corrientes tiene que pasarles.  Ésa es la actitud metódica que os propongo, pero también contra ella podréis levantaros, levantar la voz, en cuanto os dé paso.

Vamos a ver entonces cómo se da el origen de esto, respecto a lo cual tengo que volver a una cosa que ya en sesiones lejanísimas, lejanas de años, estuve sacando aquí, que era recordar la Teoría que nuestro amigo el medio loco José Requejo, del cual no sé qué es a estas horas, había sacado respecto a eso, al origen de la Conciencia, y que al mismo tiempo relacionaba con una Teoría o actitud del propio Sigmund Freud respecto al origen de la Civilización o Cultura.  Bueno, pues decía esa Teoría de Requejo: “la cosa empieza cuando una cosa, en lugar de reaccionar inmediatamente a los roces o golpes de las otras cosas, no reacciona inmediatamente, se lo guarda”.  Para entender bien esto hay que intentar concebir la situación contraria, que sería la de los átomos de Epicuro y Lucrecio, es decir, “los absolutamente duros”: en el caso de los átomos absolutamente duros, cualquier choque o roce hasta tal punto significa una reacción inmediata, y por tanto un cambio de las trayectorias, que ni siquiera puede distinguirse del acto mismo de chocar.  Eso quiere decir inmediato, sin Tiempo, istantáneo.  Esto es lo que a las cosas no nos pasa, porque las cosas no somos átomos absolutamente duros, sino que por el contrario estamos siempre mal hechos, deficientemente formados, nosotros y las otras cosas, y en ese sentido la Teoría de Requejo pues sería razonable respecto a cosas, en vez de reaccionar inmediatamente al roce o al choque con otra.  Tened en cuenta que estamos por fuerza costantemente rozando y chocando unas con otras, las cosas y nosotros, y en ese momento diría él que la reacción postergada, es decir, como por un resentimiento (en lugar de sentimiento por un resentimiento), es lo que establecía la conciencia de la cosa, el saber de la cosa acerca de sí misma; lo cual es razonable en la formulación en sí del loco, y eso implica efectivamente que la cosa, puesto que es capaz de guardar el golpe y reaccionar más tarde, es que sabe de sí misma: sabe de su existencia, sabe de su permanencia, subsistencia, hasta cierto punto, aunque no sea a la manera humana.

A eso venía lo de Sigmund Freud, en un plano muy distinto: efectivamente él decía que el aplazamiento, la postergación o aplazamiento, es la raíz y el motor de toda Civilización o Cultura, las dos cosas juntas.  Está basado en eso, que como veis es lo mismo, dicho en el plano social.  Alguien ante eso parece que diría en seguida que hay que decir “aplazamiento, ¿de qué?”.  Esto conviene aclararlo, y efectivamente se puede responder, y probablemente el propio Padre Freud se dejaba llevar a ello: hay que decir “aplazamiento del deseo”, que es en lo que él veía el origen de la Civilización y la Cultura. El aplazamiento del deseo sería el origen de la Civilización y la Cultura, porque sería el origen de un Yo (por emplear la cháchara filosófica por un momento), un Yo bien hecho, y un Yo bien hecho es lo mismo que socialmente la Civilización y la Cultura.  Lo que pasa es que si se dice “aplazamiento del deseo”, hay que darse cuenta de que esta fórmula es una fórmula cuya segunda mitad no casa con la primera, porque aplazamiento, postergación, sabemos lo que es (es real, es un hecho real), pero en cambio deseo no sabemos lo que es; en cambio deseo no sabemos lo que es, y por buena razón no sabemos lo que es, porque solamente lo sabemos cuando se realiza, cuando llega a realizarse, y cuando se realiza, pues ¡qué se le va a hacer!, ya no hay deseo; de manera que aparece bastante claro que las dos mitades de la fórmula no casan, y esto lo reconocéis como simples cosas igual que yo por la esperiencia inmediata de lo que pasa con esas cuestiones de la postergación y del deseo.

Bueno, tanto la Teoría de este amigo medio loco como la del Padre Freud, evidentemente parecen tan razonables, pero claro, pecan de lo que pecan las Ciencias: son hasta cierto punto científicas, y esto lo hemos más en general rechazado más de una y otra vez, es decir, que tratan de esplicar el Tiempo real a partir del Tiempo, a partir de la idea del Tiempo, y tratan de esplicar la Conciencia desde dentro de la Conciencia, y aquí hemos una y otra vez reconocido que por ahí no se sale a ningún sitio, no se va al otro mundo, que no hay manera de que una Ciencia esplique la Realidad desde dentro de la Realidad, porque eso implica suponer, como las Ciencias al servicio del Poder suponen, que la Realidad es todo lo que hay, y que no tenemos más que descubrir unas realidades dentro de otras, pero todas ellas dentro de la Realidad, y entretenernos hablando de las relaciones, genéticas o de otro orden, entre las diferentes formas de la Realidad, y así no se sale, no se descubre nada que se pueda referir a la Realidad en general.  De manera que en lo que se refiere a esto de la creación o surgimiento del Tiempo real al mismo tiempo que la Conciencia, pues lo mismo: esas actitudes teóricas nos pueden sugerir y mover, pero de ninguna manera nos dejan tranquilos, de ninguna manera nos aportan una solución.  Vamos por tanto a intentar un poco más al desnudo.

Tenemos que partir de esta desolada evidencia que aquí he tratado de ayudaros a sentir una y otra vez: la evidencia de que nuestras vidas (por ponernos como ejemplo de lo que con las cosas pasan) consisten por un lado en espectativas, esperanzas, futuros, cálculos, respecto a lo que va a pasar (lo que le va a pasar a uno en primer lugar, y lo que les va a pasar a las nubes o a los cielos en general), y por otra parte, reconocimiento de lo que ha pasado, de lo que le ha pasado a uno, de lo que ha pasado con la Historia de las poblaciones, de lo que ha pasado con la evolución de los astros y de la Tierra, y demás.  Si os fijáis un poco, cada momento de vuestro día (digamos ‘cada minuto’, para ser modestos), está integramente ocupado, o por la espectativa y preparación para lo que hay que hacer o lo que le va a pasar a uno, o un registro fiel de la cosas que le han pasado y le han hecho a uno venir a ser el que es.  Esto es nuestra vida, y aquí despiadadamente reconocemos que en el Futuro no pasa nada, y que en el Pasado no pasa nada; una perogrullada que tiene que servirnos como tantas otras para no armar lío: en el Futuro ahora no pasa nada, en el Pasado ahora no pasa nada, sería absurdo.  

Son registros de lo pasado, un archivo, y ¿qué puede pasar en un archivo?: pues nada.  Son proyectos, y ¿qué puede pasar en un proyecto?: en un proyecto no puede pasar nada.  Ése es el Tiempo real, hecho de esas dos mitades que fácilmente se pueden reducir a la misma; ése es el Tiempo real, donde no pasa nada, pero que es el que a nosotros como cosas nos ocupa hasta tal punto la inmensa mayoría, que se puede decir que es todo, que nuestra vida es eso, porque lo que nos queda no es más que ‘ahora’.  Es lo único que nos queda, ‘ahora’, y ‘ahora’, como tantas veces hemos reconocido, tiene la virtud de que cuando se dice ‘ahora’ no es ahora, y que con eso por tanto nos saca enteramente fuera de la Realidad y del Tiempo real; ‘ahora’ no pertenece al Tiempo real, no pertenece a la Realidad......  Bueno, ya recordáis: El Ahora, sí, lo mismo que ‘yo’ no pertenece a la Realidad, pero El Yo, sí.  Pero ahora no estoy diciendo El Ahora, sino ‘ahora’, que no pertenece a la Realidad, de manera que nos queda eso, y eso que nos queda justamente es lo que nos saca de la Realidad, lo que no es real.

Si no habéis seguido conmigo en esta desolada evidencia, pues nos podemos seguir armando líos, eso ya me lo haréis saber dentro de un poco.  Volvemos pues desde ahí a lo que puede pasar como origen, fundamento, del Tiempo real, del otro, ése que se nos vende como vida, etc.  Efectivamente no cabe subsistencia, existencia, de una cosa, de uno, si no es justamente en el Tiempo real, ése donde no pasa nada.  Esto parece muy contradictorio, muy paradójico, pero así es: una existencia no cabe más que ahí.  ¿Pueden las cosas entonces tener de alguna manera Conciencia, vivir ellas en el Tiempo real reducido a Futuro y Pasado?  Parece un poco injurioso decir de las pobres cosas que no somos nosotros esto, pero sin embargo tampoco podemos separarnos de las demás: las cosas tienen que tener algo que en sus respectivos dialectos equivalga a esto que en el nuestro se llama Conciencia, y por tanto y en virtud de ello están sujetas al mismo Tiempo.  La subsistencia efectivamente exige un cierto saber de la cosa acerca de sí misma, y por tanto a partir de ahí desarrollar por un lado tácticas, tácticas para continuar la subsistencia, () el apartamiento, la postergación, y por otro lado desarrollar aprovechamiento de esperiencias.  Y estas cosas no son específicamente humanas, éstas tenemos que atribuírselas a cualquier cosa, porque es justamente la condición de la Realidad, es decir, que esto de la Realidad (que no son sencillamente las cosas, como he hecho notar, sino que son las cosas ya bien costituídas por entes ideales que vienen de Arriba: el todo, el nada, el ser el que es, los números y demás), en las cosas esto parece necesario, en la Realidad, sobre la Realidad; parece que no hay más remedio que reconocerlo.  De manera que lo que a nosotros nos pasa en especial es, como proponía al principio, una exageración hasta el estremo de esto; es decir, efectivamente a las cosas no podemos atribuirles esto de que el Tiempo real consista en primer lugar en el Tiempo que va desde mi futura muerte hasta ahora; esto ya implica demasiado, implica saber la muerte, saber el fin, y esto no se le puede atribuir a las cosas, esto es una enfermedad propia y costitutiva nuestra.  Entre nosotros es así, el Tiempo real surge en primer lugar como el vacío que hay desde la muerte sabida de antemano, sabida a conciencia de antemano, hasta ahora; hasta ahora, que está fuera de la Realidad.  Ese vacío es nuestro Futuro, y ya sabéis que la domesticación de lo pasado se hace a partir de ahí fácilmente: a partir del Futuro se registran, de la esperiencia propia, o social, o como se quiera decir, de los hombres, se registran los hechos, la serie de hechos, que sirvan para que creamos que han sido las causas por las cuales en cada momento se ha llegado a realizar el Futuro correspondiente a ese momento.  Siento que sea un poco complicado de decir, pero creo que no por ello es menos claro.  Lo voy a repetir: se retienen, registran y reconocen los hechos, sólo los hechos que pueden servir para que creamos que esos hechos han sido la causa de la realización de los futuros correspondiente a esos hechos; de ‘los futuros pasados’, hay que decir, ¿eh?, ‘de los futuros pasados correspondientes a esos hechos”.  De manera que así es como la imposición del fin, y por tanto la separación de mi futura muerte hasta mí, y por tanto la creación para mí de una Historia o Biografía, esos hechos van el uno con el otro; van el uno con el otro, y eso es lo que costituye el Tiempo real para nosotros.  Éste es el Tiempo, no hace falta que os lo diga, del que vive el Estado, del que vive el Capital, del que vive el Poder, del que vive, por llamarlo vivir, todo aquello que consiste en la Administración de Muerte: no se os habla de otra cosa que de Futuro, no cuenta ninguna cosa que no sea el Dinero, el cual consiste siempre en Futuro, no hay ningún Dinero presente, de manera que estoy hablando de lo que conocéis igual de bien o igual de mal que yo lo conozco y lo sufro, ¿no?  Todo eso es lo que se nos vende, lo que se nos impone, y contra lo que aquí estaríamos guerreando en el caso de que, en contra de lo que creen ellos, la Realidad no sea todo lo que hay, que no estemos del todo bien costituídos, que gracias a la mala costitución tenga sentido revelarse contra ese engaño que os describo tan a la larga.

Esto tan así no se le puede atribuir a las cosas, pero vuelvo a repetir que puesto que las cosas ni pueden creer ni podemos dejarles creer que sean simplemente cosas, tienen que tener por tanto para ser reales algo que equivalga a nuestra Conciencia, a nuestro Tiempo real.  En todo caso, lo que nos importaba más en general era cómo lo uno se engendra al mismo tiempo que lo otro, cómo no hay manera de separarlos, y cómo justamente esto que llamamos Conciencia, y que de alguna manera atribuimos a las cosas, cada una con cierta Conciencia de sí misma, no tiene sentido pensarlo sino sintiendo al mismo tiempo establecerse el Tiempo, ese Tiempo que no pasa; que no pasa, porque en el Futuro no pasa nada, en el Pasado no pasa nada.  Que no pasa. ‘Ahora’, pasa, pero ‘ahora’ no es real, ‘ahora’ no es ninguna cosa real, ¿no?  No se puede separar lo uno de lo otro: Conciencia de uno mismo implica al mismo tiempo Tiempo real, conversión de cualesquiera pasares en esa especie de cuadro, o mapa, del Futuro y del Pasado.  Somos simplemente un caso estremo.

Para terminar y dejaros pasar la voz, tengo que recordaros esto de en qué sentido somos sencillamente un caso estremo, un caso estremo de esta condición de la Realidad, que es lo que está representado porque estamos dotados de Nombre Propio para cada uno.  Éste es un truco que evidentemente a las cosas no les ha tocado; ni a las cosas, ni a los astros, ni a los animales, ni nada: sólo pueden tener los pobres Nombre Propio algunas veces cuando a la estrella se la denomina con el nombre del descubridor, del astrónomo que la ha descubierto, o al perrito de casa se le llama Fifí o Fofó porque al ama o al amo le ha dao por llamarlo de alguna manera, ¿no?; todos sabemos que podemos tranquilamente liberarlas de esa condena, no tienen Nombre Propio.  A nosotros se nos da Nombre Propio (y éste es el estremo), porque el darnos Nombre Propio quiere decir hacerlo a cada uno como Dios, esactamente como Dios, que es el primero que confundió un nombre común y lo convirtió en un Nombre Propio para Él sólo.  Pues cada uno así bajo cualquier Régimen, pero especialmente en el Régimen Democrático, que ha esplotado este engaño hasta el estremo, que sepamos ahora: cada uno sabe quién es, cada uno es el que es.  Es el que es, como Dios; como Dios, o como lo que la Diosa de Parménides dice: “lo que es lo que es, es lo que es  lo que es”, y punto, sin más con eso.

Bueno, se le dota de esto, y ya recordáis que esto es precisamente lo que hace que esa muerte futura de uno, a la que uno le debe su ser el que es, su Realidad, según lo que he dicho, resulte para uno inconcebible.  Uno puede engañarse (ya lo hemos dicho muchas veces), haciéndose ideas de su muerte, puede inventar cualquier cosa, pueden inventársela también los magos o los científicos de su tribu, pero por más que se invente, pues no es eso: la muerte de veras, ésa que es el fin respecto al cual se organiza toda la existencia, ésa es absolutamente inconcebible, y cada uno de vosotros cuando algunas veces le entra algún chispazo de tentación de intentar concebirla, pues se echa patrás; se echa patrás, e inmediatamente empieza a inventar cualquier historia con tal de librarse de semejante cosa como intentar concebir lo inconcebible.  Ése es el castigo que va con el regalo: se nos da el Nombre Propio, y se nos da eso, y esto es lo que muestra de una manera me parece la más clara en qué sentido tenemos que reconocernos, a pesar de cosas, como la estremidad, como el sumo de la admisión de ese engaño en que consisten el Tiempo y la Conciencia de uno.

De manera que con esto me voy a callar un poco, y desde aquí, como habrá sin duda muchas cuestiones, dudas, y objeciones, y preguntas que no habrán salido, pues os dejo ya.  Vamos a ver si no nos distraemos demasiao; no nos distraigamos demasiao hablando de cosas reales, intentando otra vez esplicar la Realidad dentro de la Realidad, porque aquí estamos tratando de entender mejor el origen de la Realidad; el origen y fundamento de la Realidad misma, que consiste en el Tiempo y en la Conciencia.  Así que adelante.

-Antes hablabas de que en un archivo no pasa nada, y de que tampoco en un Futuro previsto, pero uno puede ir a un archivo, sacar un documento, y aunque es en un principio el Yo real el que ve el documento, el que revisa el documento, ese otro que está debajo siente la mordedura ahora y aquí.  Es decir, cuando mi Yo real recuerda algo que yo llamo realmente ofensa, entonces yo me pongo colorao, o me indigno, y entonces lo hago presente, luego no es tan cierto que no ocurra nada: viene aquí, y me ocurre.

A-Te estas, Javier, poniendo en el istante en que estás revisando el archivo, pero ahora no estás revisando el archivo; ésa es la cuestión.  Puedes imaginarlo de una manera incluso más precisa, y creo que ya la hemos empleado: sin necesidad de archivo, uno, aparte de tener memorias con fechas, archivadas y todo eso, tiene recuerdos indómitos, inesperados, que le pueden azotar de vez en cuando. Eso es así, y eso forma parte de ‘ahora’; de vez en cuando sucede.  ‘Ahora’ sucede eso, y en la medida en que es así, a la Realidad no le sirve para nada: a la Realidad le hace falta que eso se convierta en archivo con fechas y todo eso; si no, no hay Realidad, no hay más que ‘ahora’, y de ‘ahora’, que es lo que pasa, forman parte igual cualesquiera deseos desconocidos, que recuerdos no fijados, que.....  Todo eso está pasando, lo que pasa es que ya sabéis: ‘ahora’ no es real, y en cuanto lo mencionamos, por ejemplo para hablar de ello como ahora, ya no es ‘ahora’, claro, es Un Ahora; ya es Un Ahora, un istante supuesto.  ¡Bien, más!

-Que cuando hablamos de que ‘ahora’ no hay quien lo coja, yo el único modo que he sentido a veces de, no te digo coger, pero si sentir ‘ahora’, es sólo en el recuerdo éste que tú dices indómito, porque es cuando realmente está des-realizado.  Es que en la Realidad, en esto que llamamos Realidad, no encuentro cabida al ‘ahora’ si no es por ese procedimiento, no hay más que ése.

A-Bueno, como ‘ahora’ no se sabe qué es, porque no existe, pues lo mismo puedes decir que consiste puramente en recuerdos, que decir lo contrario.

-No he terminado.  El tema es la cuestión de las cosas: que digo que precisamente el consuelo que uno tiene ante la desesperación de la hominidad ésta que nos acontece por el mero hecho de ser humanos, esta desolación de lo homínido, pues el consuelo de las cosas es precisamente porque uno tiene la sospecha o la ilusión de que es radicalmente otra cosa.  Las cosas, el consuelo ése que yo decía de las cosas, es precisamente porque uno siente que ellas no están afectadas de esta enfermedad de la conciencia o del saber de la muerte, y por lo tanto el defecto inmediato que tenemos los humanos es animizarlas: a un niño.....

A-¡Ay, Isabel: ya!

-Déjame que termine: hasta un niño cuando pinta el Sol le pinta ya con ojos y con boca desde chiquitillo....

A-¡Ay, madre!

-Es decir, parece que hay como una necesidad de hominizar la cosa, y entonces esto realmente cuando uno trata de ver la cosa como otra cosa, que uno piense que uno es un caso estremo de cosa.....

A-Que te has equivocao, que no has oído.  No os dejéis distraer demasiado, porque ya habéis oído que no hay tal diferencia con respecto a las cosas, porque a las cosas tenemos, en cuanto que son reales, que reconocerles siempre algo que equivalga a lo que llamamos para nosotros Conciencia y a lo que llamamos para nosotros Tiempo real.  No hay cosas libres: están condenadas cada una a su manera al Tiempo real, a la subsistencia, y a tener alguna manera de previsión, alguna manera de esperiencia, aunque disten mucho en cada caso de ser como las nuestras; pero nada de buscar por ahí...   Desde luego, importa mucho librarse de la idea de que esto de la Conciencia, del Futuro, de toda esta Realidad, es específicamente humano: al contrario, no hago más que invitaros cada día a que os reconozcáis como un tipo de cosas, aunque luego tengamos que descubrirnos la cosa que somos como algo estremado, llevado a lo sumo.  Bueno, no nos distraigamos más, y sigamos atacando el problema del fundamento del Tiempo real y la Conciencia lo mejor que se nos ocurra.

-Se me hacía evidente que la fórmula de Freud del aplazamiento del deseo, y también la de Requejo de la imposibilidad de una reacción inmediata, o mejor dicho, el sujeto a la Conciencia como una reacción mediata, pues que en ambos casos, más que saber qué es el deseo, o la reacción mediata, lo que sí que me parece que es, es una negación de que las cosas pasen ahora, de que se viva ahora, de que el aplazamiento de alguna manera es ciego al Futuro, aunque evidentemente lo abre, en el sentido de que precisamente lo que hace es negar que se pueda vivir ahora.  Y se me hacía también evidente por las recomendaciones de los Padres o los Curas cuando te dicen que no puedes reaccionar de una manera inmediata, sino que tienes que pararte a pensar, que tienes que contenerte.

A-Se puede decir de esta manera más clara: si a lo del aplazamiento, que es algo real y que conocemos, se le añade “del deseo”, no hay que olvidar que las dos mitades no casan: que el aplazamiento sabemos lo que es (por ejemplo esas recomendaciones de los Padres), pero el deseo no sabemos lo que es, y si creemos que lo sabemos, ya lo estamos convirtiendo en algo sometido al aplazamiento, porque el deseo sólo lo conocemos cuando se realiza, y cuando se realiza no hay deseo.  Eso es lo que las órdenes del Señor tratan de conseguir con el aplazamiento.  Pero bueno, a ver, ¿quién había?

-Yo creo que cuando los hechos se recogen, siempre es para justificar un fin, y están siempre ligados; es decir, que por mucho que vaya uno al Archivo, en el Archivo va a encontrar aquello que va a llevarle a las conclusiones que él ya tenía pensado, o que creía que iba a sacar, y eso es algo que hacemos todos: ¿por qué aquel amigo te falló?  ¿Por qué tal cosa te paso?  Cogemos todos los hechos anteriores, y los seleccionamos, digamos, para justificarnos.

A-Sí, el Futuro es primario, el Fin es lo primero, y por tanto la aplicación a los hechos pasados es así: se registran aquellos que interesan para el sostenimiento, la venta, del Futuro, porque se les reconoce como causas de que los Futuros correspondientes a cada caso se realizaran, y se supone por simple analogía que lo mismo va a pasar ahora, en el Futuro que nos toca, y la esperiencia no sirve más que para ratificar la Fe en el Futuro.  Esto es algo que todo el mundo también reconoce por todas partes.  Sí.

-Estando fundamentalmente de acuerdo con tu discurso, hay algo que de alguna manera me hiere, y no sé bien cómo esplicarlo, porque saco la conclusión de que de alguna manera la Utopía es una forma de gestión por parte del Poder.

A-Sí; cosa que ya habrías sospechado alguna vez.  Ya lo habrías sospechado más de una vez, ¿no?, visto cómo se vende.

-Sí, pero imagínate que la Utopía en un momento dado puede ser la Espontaneidad Social.

A-¡No, no!: La Utopía, es la Utopía.  Es un Proyecto, y es una pretensión de una Realidad que sea distinta de la Realidad.  Una tontería.  La Realidad es la Realidad, con todas las Utopías incluidas, con todos los Archivos y todo lo demás.  En lugar de Utopía, aquí lo que hay es el reconocimiento de la mentira del Futuro cualquiera, y del Pasado cualquiera; ese reconocimiento.

-Es terrible lo que me dices, porque si de alguna manera la Meta es el principio, yo no puedo avanzar si no tengo una idea que realizar.

A-Claro, la Realidad es así, pero ¿quién te manda ser real, Ricardo?  Venga, ¿qué más?

-Es que me estoy acordando de aquello que se dice de que en una definición no se puede utilizar la palabra definida, y es que veo una pequeña trampa, o no consigo ver clara la distinción entre Conciencia real y Tiempo real, porque viene a ser esactamente lo mismo, y lo separamos para poder referir una cosa a la otra, cuando son lo mismo.

A-No, no, se nos da por separao: el intento de mostrar que efectivamente son lo mismo es el que me ha movido aquí, porque se nos dan absolutamente separados, nadie te cuenta por ahí que el que creas en el Futuro coincide con la creación de tu conciencia.   Un producto y el otro te los venden por separao, ¿no?, y es importante ver que coinciden.  Sí.

-Yo quería decir algo que es algo que es casi imposible de decir en palabras, porque es que no hay palabras para decirlo, pero tú has dicho que el Futuro está entre el ahora y nuestra muerte.

A-No, lo he dicho al revés: es desde nuestra muerte hasta ahora.

-Bueno, el ahora no se puede espresar en palabras, sólo se puede vivir.

A-‘El Ahora’, sí, pero ‘ahora’, no.   El Ahora, ya puedes hacer lo que quieras con él, El Ahora es como si dijeras El Momento, el Presente, el Istante......, no tiene ninguna gracia.  Lo que no se puede espresar con palabras es ‘ahora’, porque ‘ahora’ consiste en una palabra que cuando se dice ya no es ahora.  El Ahora sí, El Ahora lo puedes coger.......

-Pero la vida es una sucesión de ahoras.

A-¡Eso ya es El Ahora, Los Momentos, todo lo que nos han contao!, pero aquí justamente se trataba de ver que ahora..........

-Pero es que tratamos de ver la Realidad.

A-Claro, claro, la Realidad; el Tiempo real es eso, el Tiempo real es la Realidad.

-Pero tratamos de ver que la Realidad no existe.

A-“Que no existe”, no sé qué sentido tiene, porque existir aquí lo usamos como si fuera el equivalente de Realidad.  Aquí lo que descubrimos es que ‘ahora’ no existe, ‘ahora’ no es real, y por tanto por ahí descubrimos.....

-No es real, claro que no es real, pero es.  No es real, pero es.

A-‘Es’, es un término filosófico.  Cuando te pongas a decir en lenguaje y digas ‘es’, te estás poniendo filósofo, porque la gente no dice ‘es’ nunca.

-Pero tú usas la Sintaxis mucho mejor que yo, porque eres el maestro de Sintaxis.

A-No, no, que la gente nunca dice ‘es’ así por las buenas, eso es de filósofos.  Mira, aquí se dice eso mejor diciendo.....

-Pero estamos hablando de la Conciencia, y la Conciencia no habla tampoco, no tiene palabra, la Conciencia.

A-Se harta de hablar, se harta de hablar con todos los idiomas, no hace más que parlar, la Conciencia.  De vez en cuando se escapa algo que no es Conciencia, pero vamos, la Conciencia no cesa de parlar.  En lugar de decir eso de que ahora no existe, pero que es, dicho a lo filósofo, decimos que lo hay, pero no existe.  Lo hay, pero no existe, lo mismo que decimos de mí, lo mismo que decimos del pueblo.

-En cuanto al ahora, eres cosciente del ahora.

A-¡El Ahora no es ‘ahora’, no insistas!  El Ahora lo puedes manejar como un.....

-No puedo hablar de el ahora, pero lo vivo.

A-Sí, de El Ahora puedes hablar; de ‘ahora’, no.

-Porque mi vida es ahora, solamente.

A-Eso: es no real, es lo que no es real.  Estás condenada a la existencia, la vida te la han quitao y te la han convertido en existencia, con Pasado y Futuro.

-No lo creo. Lo que pasa es que habrá que ir a lo desconocido, que es otra cosa que no es humana, pero que está ahí.

A-No lo pongas como un Método: es lo que aquí, sin pensar lo que hay que hacer, estoy tratando de que hagamos: descubrir simplezas como ésa de que ‘ahora’ no es El Ahora, de que ‘ahora’ no es real, de que la vida que nos han vendido consiste en mera existencia, en Futuro y Pasado, y no hay por qué buscar otras vías.

-Entonces estamos todos muertos, si el ahora no existe, ¡y estamos aquí, por favor!
 
A-¡El Ahora, existe; ‘ahora’, no!  ¡El Ahora, existe; ‘ahora’, no!  ¡El Pueblo, existe, pero el pueblo al que aquí aludimos es el pueblo-que-no-existe, que lo hay pero no existe!

-Yo hablo del pueblo que existe, y del ahora que existe.

A-No.  Venga.

-Yo te quería preguntar que si a través de la observación se puede acabar con la memoria celular, con el Tiempo.  O sea, a través de la observación de.....  Es que es una pregunta que hago porque tengo mis dudas, ¿no?

A-Sí, pero tengo que entenderla.

-La observación de uno, es decir, si hay posibilidad de uno de salir de la Realidad, claro, o sea, de alguna manera ser un testigo, no estar en......  No sé.

A-Venga, intenta que entienda bien tu pregunta.

-Observar, simplemente.

A-¿Observarse a uno?

-Y observar la Realidad, pero sin involucrarse.  Observar los fenómenos y las cosas, pero dándose cuenta de que uno no es lo que está observando, uno es como que.....como si dijéramos que si es posible salir fuera, atestiguar eso de alguna forma. Va por ahí mi pregunta, si es posible acabar con el Tiempo, también. Con el Tiempo real, porque el Tiempo real es también ilusión, es decir....

A-Si, no estoy muy seguro de seguirte.  A ver si acierto un poco en algo.  Desde luego hay una cosa que hay que rechazar: el que habla, lo que habla, no hay nada que hable de él mientras está hablando.  El que piensa, lo que piensa, no hay nadie que piense en ello, que lo piense, mientras está pensando.  Por tanto, si por observador entiendes ‘el que ve’, ‘el que habla’, ‘el que piensa’, tengo que decirte que ése efectivamente se sale de la Realidad, no eres tú, mientras que aquello que observas, aunque seas tú mismo, eso pertenece a la Realidad.  El que habla, el que ve, el que piensa, mientras está viendo, hablando, pensando, no hay quien hable de él.  Para hablar de él hay que convertirlo en uno de quien se habla, de quien se piensa, y......  A ver.

-Me ha salido ahora preguntar si el que piensa costantemente en el Futuro también está fuera de la Realidad, aunque sus pensamientos sean sobre la Realidad, aunque yo quería preguntar otra cosa antes.

A-Bueno, no hay que decir ‘el que piensa costantemente en el Futuro’: el que piensa, no hay quien lo piense.  “El que piensa, no hay quien lo piense”, es otra perogrullada que hay que recordar siempre.  No hay quien lo piense: cuando lo piensas es porque ya no es el que está pensando, ya es otro que estaba pensando, o que creía estar pensando.  ¡Adelante, a lo otro!

-Lo otro era cuando hablabas de las tácticas y la previsión de las cosas, que en qué podíamos pensar, si en las historias éstas de las ardillas que entierran avellanas, o...  Pero claro, no sólo hay ardillas: si pensamos en sillas, en piedras, ¿qué pensamos?

A-Sí, hay que pensar en cualquier clase de cosas.

-Porque por ejemplo un perro huirá del fuego, pero una silla no.

A-Claro, en los animales y eso nos resulta más fácil encontrar tácticas que se parecen más o menos a las nuestras, y mientras más nos alejamos, pues claro, es más difícil.  Pero desde luego, el que no seamos muy capaces a estas alturas de saber cuales son las tácticas de la Luna o de los astros, el que no lo sepamos decir, no quiere decir que nos lo atribuyamos, porque es condición de las cosas sin más: la Luna tiene que tener sus tácticas.

-Es que al ponernos a nosotros como un estremo, lo estoy ligando a una parte anterior, pero me parecía que en el otro estremo estaban los átomos, ésos que no podían tener...

A-No.  

-Es que me parece que podía haber una graduación, que las ardillas estaban más cerca....

A-No, no, los átomos de Lucrecio y de Epicuro no forman parte de las cosas, porque precisamente, como recuerdas, están inventados para dar razón de las cosas, de la Realidad, de manera que ellos, lo mismo los átomos que el vacío, no formaban parte de la Realidad, porque tenían que aparecer para dar cuenta de la Realidad.  Esa parte de la Teoría de la vieja Física la saqué sólo para haceros entender lo de el rebote no inmediato, para haceros notar que un ente como esos átomos de Epicuro, naturalmente, teniendo que reaccionar inmediatamente a todo rebote, no podía dar lugar a nada ni de Tiempo real ni de Realidad, que sólo gracias a que las cosas no somos.....

-Pues los átomos que tenían los Courie en el laboratorio sí que medían el Tiempo.  Los átomos aquellos del radio, que no son los de Lucrecio, aquellos sí que medían el Tiempo, y al cabo de tres días tenían la mitad de los que tenían, y al cabo de seis días volvían a tener la mitad de los que habían tenido antes.  Entonces, esos curiosamente sí que tenían una idea de Tiempo.

A-Bueno, en realidad como la Luna: tenemos que pensar que efectivamente, aunque no entendamos cómo es lo que hacían los átomos del radium, o lo que hace la Luna para subsistir, hay que atribuirles algo que equivalga a conciencia de sí mismo, y .....

-Yo diría que a nosotros como cosas nos pasan cosas como a las ardillas y a las piedras y eso, de ese tipo, pero que lo que hemos definido como Tiempo real, de estarse preocupando costantemente de Futuro y de Pasado, eso me parece como de un orden distinto.

A-Ésa es la exageración, pero no es más que una exageración.

-Pero a nosotros a lo mejor también en un momento dao, ante un peligro o algo así, sí nos vienen tácticas más o menos de las cosas y de los animales, y en cambio, si estamos muy preocupados por el Futuro o lo que sea, no nos van a venir esos mecanismos digamos de las cosas.

A-Sí, sí, no hay inconveniente: nos pasan cosas como las que les pasan a las ardillas, pero además tenemos este regalo de la Fe, que hace que sepamos el Futuro, cosa que a la ardilla no hay por qué atribuirle.  Aparte de que tengamos reacciones como las de las ardillas, o más inmediatas todavía, encima tenemos eso, que es a lo que he llamado estremamiento o exageración.

-Entonces yo ya no sé qué es el Tiempo real, porque me parecía que era eso del Futuro y del Pasado, y eso que llenaba nuestro pensamiento y nuestras vidas, y si decimos que eso a las ardillas no les pasa...

A-Bueno, hay que atribuírselo a las cosas: las cosas en cuanto no son sencillamente cosas, que no son libres, están de alguna manera sometidas a Conciencia y a Tiempo real, y la manera en que nosotros estamos sometidos es estremada, pero es del mismo orden: tenemos que atribuírselo a las cosas en cuanto no son cosas, pero de lo que partimos es de una Realidad ya costituída; ya costituída.  Para nosotros, la costitución es esencialmente a través del vocabulario de nuestros idiomas, pero eso no quiere decir que a las cosas en sí no les pase nada con respecto a eso de la costitución; de alguna manera están costituídas, subsisten, y lo demuestran justamente en esas mañas que sobre todo en los más cercanos reconocemos, y que tenemos que atribuir también a los más lejanos.  Por tanto están sujetas a la Ley de la subsistencia, al Tiempo real, y a una cierta Conciencia de sí mismos.

-Yo tengo aquí una pregunta desde hace bastante tiempo respecto a la cuestión de que como se ha hecho alusión a la cita de Freud de la Civilización o la Educación más bien como aplazamiento del deseo, habría que aclarar y complementar eso diciendo que desde luego Freud contraponía el Principio de Realidad contra el Principio de Placer, y que como estamos hablando aquí de lo que es lo bueno y lo malo, habría que decir que parece que a Freud le producía una sospecha de maldad clarísima lo oculto, o lo desconocido, y tanto es así que dice que el Arte es la sublimación de la vida no vivida, y que.....

A-Bueno....

-¡Déjame que termine!

A-Sí, hija, sí, termina.

-Él empieza a sospechar que la cuestión de vida en esto que llamamos los humanos, es una impostura tal que él la atribuye como en la energía de lo malo, de tal manera que la potencialidad de la enfermedad está en el ocultamiento, y por tanto hay que () a conocer aquello que está produciendo el mal, sólo por el mero hecho de que es desconocido, “de que está hundido en el incosciente”, dice él.  Entonces yo quiero decir que él contrapone esto clarísimamente con todo lo contrario que hacemos en la tertulia, y es inútil que hagas una cita a Freud trayéndolo a la tertulia, porque no es así, dice lo contrario, totalmente lo contrario.

A-Bueno, ¿ya?  No hagáis caso de nada de lo que dice que dice Isabel, ¿eh?  No hagáis caso, es una mala lectora.

-¡Cómo que soy una mala lectora!  ¿Pero qué dices de que soy mala lectora?  ¿Pero será posible?  Bueno, es que tu lo haces zamorano, a Freud; le haces una traducción, y ya está.

A-No hagáis caso; volved a leerlo, si os apetece.  Yo desde luego no voy a discutirlo, porque es todo una mera táctica de distracción con la Literatura.

-¿Pero no estoy diciendo verdad?  ¿Quieres que te traiga los testos?  No podemos citar a Freud sin decir esta contraposición entre Principio de Placer y Principio de Realidad.  ¿Pero por qué lo vas a traer sólo para lo que te valga a tí?

A-Se acabó.  Más distracción, no.  Es una mera táctica de distracción con la Literatura.  Basta.  Sí.

-Habías comentado antes que lo de los Nombres sólo nos afecta a las personas, y no a las otras cosas.

A-No, no: sólo a nosotros, los Nombres Propios.

-Y quería preguntar que cómo podemos estar seguros de eso, cómo podemos estar seguros de que entre las abejas, o entre otras cosas no haya.  ¿Cómo podemos saber eso?

A-Y que cómo sabemos que la Luna no se llama de una, aparte de que nosotros la llamemos ‘la Luna’.  ¿Quieres decir eso?

-Hay cosas que atribuyes a todas las cosas, y otras que no, y mi duda es ésa.

A-Sí, sí, y en el estremamiento ése incluía lo del Nombre Propio. Efectivamente, para las cosas, nosotros entre ellas, tengo que reconocer el significado de las palabras de nuestros idiomas en cuanto nombres comunes o verbos comunes.  Nosotros somos hombres, padres, hijos (nombres comunes), pero ese estremamiento del Nombre Propio me parece que coincide con el estremamiento de la Fe en la muerte, del saber la muerte, y que no tenemos ningún motivo para atribuírselo a nadie.  Por eso decía que el regalo del Nombre Propio, que parece nuestro, acarrea consigo la inconcebibilidad de la muerte, cosa que no podemos atribuirle a ningunas cosas, ¿no?, aunque den alguna muestra de esa incapacidad de arreglárselas para ir tirando como nosotros.  Nos pasa ocasionalmente, pero vamos, desde luego nadie nos asegura del todo que a la Luna o a los ratones no les pase algo de eso que se parezca a esto de nosotros de tener Nombre Propio, pero vamos, en todo caso no hay fundamento para atribuírselo, como lo hay para atribuirle todo lo demás que he dicho.  ¿Qué más?  Sí.

-Estaba pensando que para esto del Tiempo, lo que juega sobre todo es la noción de causa, y sobre todo lo de que la causa tenga que estar en el Pasado y no pueda estar en el acontecer, porque en principio si tu dices “la causa de esto es algo en el Pasado”, ahí es donde tengo el Tiempo bien definido, y esto de hace diez minutos es la causa de ahora, y así.  Pero si tú pones la causa en el trascurrir, como ese trascurrir está indefinido, ahí como mucho puedes pensar “es que esto ha sido inmediato”.
 

A-A nadie se le ocurre siquiera poner la causa ahí.  Ahora, lo de la causa en el Pasado, recuerda: está bien, eso es lo que ratifica la Fe en la Realidad, pero es segundo con respecto al Futuro, a la creación del vacío futuro de la manera que antes he tratado de decirlo, no sé si me saldrá otra vez: se registran los hechos pasados que puedan valer como causas, es decir, causas de la realización de los respectivos futuros en el Pasado; ésos son los que se registran.   De manera que así es como la noción de Causa se establece secundariamente, y desde luego ratifica, para la Conciencia corriente y para la Ciencia, la Fe en la Realidad.


-¿Pero por qué la causa siempre tiene que estar en el hecho pasado, y la causa no puede estar en lo que sea que haya en el trascurrir?

A-En el trascurrir no hay nada, porque ‘ahora’ está fuera de la Realidad.  Tienes que ponerlo en el Futuro: las causas están en el Futuro (pregúntale a cualquier economista), y lo mismo de ahí que trasladado a lo del Pasado, que a su vez nos traslada a lo Futuro, pero dentro del Tiempo real, y ‘ahora’ no es Tiempo real.
 

Bueno, creo que se ha hecho muy tarde para lo que parece que nos queda de ganas de seguir discutiendo.  Lo dejaremos, por si acaso el Señor nos deja dentro de siete días.