27.08.2014

Tertulia Política número 239 (21 de Julio de 2010)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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  • La pérdida de tiempo tremenda que supone la discusión de opiniones.
  • La discusión de opiniones, fundada en la aceptación de los significados de las palabras del vocabulario.
  • Utilidad de la razón común para disolver, no resolver, los dilemas o discusiones. 

 

TRANSCRIPCIÓN:

 

Tenéis tal vez que disculparme un poco el último día, que tal vez me he metido un poco demasiado con vosotros, con los que estabais, a propósito del hecho de que el impedimento más grave para que se pueda aquí hacer algo, entender algo, oír algo, es lo bien que vivimos, lo bien que vivís, os decía, en el Estado del Bienestar.  Naturalmente, eso es un impedimento claro, porque, ¿de dónde va a sacar uno fuerzas para descubrir las mentiras sobre las que está fundado el Poder si entretanto, fuera de aquí, apenas nos marchamos, vivimos tan bien?  Y con esa crítica me dirigía a vosotros en general, como tomándoos como si fuerais así, como los demócratas hacen, la mayoría, que tendríais que valer por todos, y ya sé desde luego que no es así, y en ese sentido tal vez he sido injusto.  A lo mejor tendría que haberme limitado a meterme con Isabel, que es lo que me toca más de cerca, y que es un fiel representante de esta resistencia a entender de veras nada de lo que se dice aquí, tomárselo diríamos ‘en serio’, lo cual quiere decir no como una distracción, como una Filosofía, sino dejando que le haga algo.  Tal vez me podía haber limitado a eso, aunque también creo que no sirve para nada, pero bueno, el caso es que tal vez era injusto pensando que vosotros en vuestra mayoría participabais de esta condición de vivir así de bien como vivimos en el Estado del Bienestar, y eso es grave.

 Hoy en todo caso me toca meterme con la cuestión de la distracción a la que nos dedicamos, la distracción o diversión con discusiones, con disputas, acerca de cuestiones, lo cual efectivamente hace perder tanto tiempo (luego me aclararé sobre esto del tiempo que se pierde discutiendo opiniones), pero hace perder tanto tiempo, que de ahí me viene la indignación, supongo.  Hace muchos años que, en una sesión pública, donde había discusión entre la gente al final, descubrí esto que ahora tengo que volver a repetir: “¡Yo aquí no he venido a dar mi opinión, he venido a decir la verdad!  Y si luego, como es normal, me equivoco, meto la pata, ¡qué se le va a hacer!, pero si empiezo ya por dar mi opinión, entonces ya seguro que no estoy haciendo nada”.  Ésa es la actitud que tomé, y que vuelvo a tomar entre vosotros.  Efectivamente, parece que hay una  tendencia a que la cosa se reduzca a eso, a pareceres, a opiniones de cada uno, todas ellas muy respetables, las unas más enfrentadas a las otras, y por ese camino es como se consigue que pase el tiempo de una sesión, o de la otra, y que no se haga nada.  ‘Haga’, que quiere decir ‘diga’, puesto que la acción que aquí nos traemos es justamente dejarse hablar, si se puede, para que a través de, y a pesar de uno, tenga que decir algo quien puede, eso de pueblo que queda siempre por lo bajo, y que ése desde luego no se lo pasa bien en el Régimen del Bienestar, no.  Las personas, más o menos mayorías o no, son las que efectivamente están de acuerdo con el Poder, pero eso que nos queda de no persona por debajo de las personas, eso a lo que llamamos pueblo común, eso no se lo pasa bien, y el sentir que eso es así, el sentir la pesadumbre del Poder ahí abajo, sentir la necesidad de la desgracia, de la mentira, es lo que le puede mover a uno a intentar hacer aquí algo hablando.  Si no, con las opiniones se pierde mucho tiempo.  

Me acuerdo ahora de la fábula de Don Tomás de Iriarte que todos conocéis; no sé si me acordaré de ella: “Por entre unas matas, seguido de perros, no diré ‘corría’: ‘volaba’, un conejo.  Al pasar se encuentra con un compañero, y le dice: “¡sin aliento vengo, tres pícaros galgos me vienen siguiendo!”.  Le responde el otro: “Sí, allá los veo, pero no son galgos”.  “¿Pues qué son?”  “Podencos”.  “¿Qué podencos dices? ¡Sí, a fe de mi abuelo, galgos y muy galgos; bien vistos los tengo!”.  En esta disputa, llegando los perros, cogen descuidados a los dos conejos. El que por cuestiones de poco momento deja lo que importa, llévese este ejemplo”.  Así era más o menos.  Y no es (por si acaso se entiende mal), que yo tenga prisa por nada, y menos por llegar a un fin, que se trate de prevenirse para la muerte, que eso es lo que nos mandan desde Arriba.  No es eso, pero efectivamente esa pérdida de tiempo de que me estoy quejando, no por ello deja de tener su sentido.  Había que intentar hacer algo de veras, dejar que se hiciera más bien, con la lengua que no es de nadie, y contra eso las opiniones, las disputas de opiniones, son una pérdida de tiempo tan tremenda que parece que es que la vida se nos va en ello.  Y especialmente la vida en esos ámbitos culturales donde parece que se estaba tratando de descubrir algo de la mentira del Orden que se nos impone desde Arriba, es ahí donde se pierde, se pierde, y se pierde tiempo.  No ya sólo los más o menos conservadores, que ésos ya se sabe que cuando se reúnen en sesiones o en Parlamentos a lo que van es efectivamente a perder el tiempo sin más, sino entre la gente de la oposición, anarcos incluso, que efectivamente a la menor se vuelven a perder en discusiones acerca de lo que cada uno piense, y cuál puede ser el pro y el contra de una opinión o de la otra.......  En fin, creo que no tengo que insistir, todos reconocéis lo que estoy llamando ‘una pérdida de tiempo atroz, invasora’, de la que me apetecía venir hoy a quejarme.  

Para que podáis enseguida hablarme y decirme cómo sentís esto, voy a tratar de aclarar un poco en qué consiste esto de las opiniones y los pareceres, y yo creo que me sirve para ello algo que ya el otro día os decía respecto a los varios niveles de la lengua, desde la lengua vulgar a la lengua ya más configurada, culta, política, etc., hasta llegar a los niveles más sublimes.  En cualquiera de los casos, con esto de la opinión se trata de aceptar el vocabulario que en cada idioma nos está impuesto, aceptar los significados.  Aceptarlos, sin tener que decirlo, pero demostrándolo con el uso que de las palabras se está haciendo.  Dar los significados por buenos.  Sabemos, hemos tratado de descubrir, que esto del idioma de cada tribu, es una cosa que no tiene, no debería tener de verdad importancia, si no fuera que pertenecemos a ésa misma tribu, que hablar de verdad hablan las cosas, cada cual en su idioma, y que nosotros aquí en esta política que nos traemos tratamos de reducirnos a cosas, a ser cosas como las otras, cada una con su característica, renunciar al Hombre.  Nosotros no deberíamos darle la importancia que le damos al tipo de lengua que es el humano, a este idioma nuestro, y además al idioma de cada tribu, porque ya sabéis que la lengua, la lengua de verdad, incluso la lengua en su forma humana, no se presenta por ningún sitio, no pertenece a la Realidad, y se presenta siempre en forma de idiomas diversos, dialectos de la lengua común, más o menos delimitados, más o menos enfrentados el uno con el otro, y sin embargo dentro de cada tribu, y dentro de la gran tribu que es eso de la Humanidad, nos conformamos, aceptamos, los significados de las palabras que se nos dan, como dando por bueno que en la Realidad puede haber verdad, cosa que aquí creo que hemos descubierto claramente que no puede ser, que lo uno es incompatible con lo otro.  

Bueno, pues ahí viene lo de los niveles.  La aceptación de los significados en un primer nivel, que se da simplemente para ir tirando, parece que no tocaría mucho; se acepta simplemente por motivos prácticos, para comer, dormir.....ir tirando.  En ese nivel está el vocabulario vulgar, corriente, de cualquier lengua.  Ahí se acepta el significado de ‘hambre’, o de ‘ganas’, que son palabras de la lengua vulgar, y parece que no pasa mucho, para entenderse respecto a las funciones de mantenerse, de buscar con qué mantenerse, y cosas así, ¿no?  ‘Hambre’, ‘ganas’.......  Pero si os descuidáis, os encontráis que habéis dado un salto a un nivel más culto, y ahí entonces os encontraréis hablando de ‘sexo’, que es ya un palabro que se las trae, y dando igualmente por supuesto que sabéis qué es.  Si os habíais creído que sabéis qué es ‘hambre’, qué es ‘ganas’, ¿por qué no vais a saber ya qué es ‘sexo’? Y para ir un poco más allá, sabéis qué es crisis, y os encontraréis, entre vosotros o en los periódicos, hablando de la crisis. Pues esto, ahí estamos ya en un nivel en que la esclavitud se muestra de la manera más clara: las discusiones acerca de ‘sexo’ y de sexos, las discusiones acerca de ‘crisis’, económica, o gubernamental, etc., llenan el mundo. Me acompañáis, sois testigos de esto, no tengo que insistir: llenan el mundo.  Y efectivamente están fundadas en esa aceptación, en esa Fe.  Os encontraréis, hablando de Regímenes políticos, por ejemplo de Democracia, o por el contrario Oligocracia, Aristocracia, estos inventos que nos vienen ya de los antiguos griegos (la mentira es, como suele ser, siempre vieja, dentro de la Historia), y discutiendo qué es mejor, si la Democracia, si otro Régimen, y cosas por el estilo.  No hace falta que os de muchos más ejemplos, yo creo, para poneros en el trance en que quiero poneros, es decir, la vanidad, pero tremenda, de nuestras aceptaciones, ideaciones, y pérdidas de tiempo con la discusión de actitudes de cada uno o de cada grupo.  Daros cuenta de que si tenéis que discutir de sexo, de crisis, de Democracia, es que estáis dando por supuesto que eso está ahí, que está ahí la crisis, que está ahí el sexo, que está la Democracia, porque evidentemente ésa es la condición, que se fundaba en los usos más inocentes de la lengua vulgar: tal vez no tenía mucha importancia que se creyera que hay hambre, o algo como hambre, o que hay ganas de esto o de lo otro, pero amigo, creer que hay ‘sexo’, que hay ‘Democracia’, y que hay ‘crisis’, eso ya se paga caro, y se paga caro con la esclavitud, que está justamente en esta aceptación.  Ahora me ayudaréis a decirlo más claro si hace falta, y con más ejemplos.

Es decir, no nos hemos acostumbrado a practicar la pregunta socrática cuando se presenta cada una de esas cosas, la pregunta “¿Qué es?”, “¿Qué es eso?”. Cuando estamos hablando de Justicia, de jueces, de crisis financiera, de finanzas, de Estado, de Régimen, democrático u otro, hablamos de ello, y colaboramos.  Hablando de ello sin más colaboramos, nos lo tragamos, aceptamos que eso está ahí.  No interviene la pregunta, no ya de Sócrates, sino de un niño cualquiera todavía no educado: “¿Qué es eso?”.  “¿Qué es eso?”.  “¿Qué es eso?”.  Como en una ocasión decía en una serie de “noes”, “¿Qué es una desgravación, mamá?”. ¿Qué es una desgravación?, eso es la pregunta socrática.  Pues no: nos parece que si nos paramos a preguntar qué es Justicia, qué es una crisis, qué es un Régimen democrático, nos estamos desviando, perdiendo el tiempo, y que lo estamos perdiendo respecto al fin que nos está impuesto.  En efecto, estamos perdiendo tiempo de someternos y de declararnos esclavos.  Os estoy queriendo hacer sentir el sentimiento de perder el tiempo justamente al contrario: con esa aceptación nos estamos impidiendo de que se nos ocurra, de que descubramos, de que digamos nada que merezca la pena.  Ésta es la consecuencia de la aceptación de los significados en los varios niveles sucesivos.  Dentro de un poco os preguntaré si me habéis seguido en esto, y ‘seguido’ quiere decir si esto que estoy diciendo responde a vuestros sentimientos, está hiriendo el corazón, o no.

Tengo que recordaros ahora que estas disputas de opinión respecto a significados, cosas que se han reducido a significado en el idioma de cada tribu, no sólo ocurren en la vida cotidiana, no sólo las tenéis llenando las planas de los periódicos todos los días sin que apunte por ninguna parte ningún “¿qué?”, llenando cualesquiera informaciones que el Régimen os da, sino que también se han reproducido en los niveles más altos, científicos, filosóficos, teológicos..... y nos han llenado la Historia de disputas, de dilemas.  Por ejemplo a todos os suena, por lo menos desde  la escuela, “¿Sentidos, o razón?”.  Ése es uno de los dilemas tradicionales.  Evidentemente la disputa se refería a eso que se puede llamar en general ‘conocimiento’: desde los antiguos o medievales, a nosotros, “¿Se llega al conocimiento por los sentidos, o se llega por la razón?”.  Y mientras uno se entretiene mucho discutiendo si sentidos o si razón, pues la pregunta de “¿Qué es conocimiento?”, y a qué sentidos o razón podría referirse la disputa, ésa queda de lado, nadie se acuerda de ella, porque resulta muy entretenido alegar argumentos a favor de los sentidos, argumentos a favor de la razón, como si ya se supiera qué es eso.  Esto es el entretenimiento que ha llenado la Historia: no sólo nos entretenemos con esta vanidad cada día, sino que también nos entretenemos cada siglo a lo largo de la Historia; esto es lo que os quiero hacer sentir.  O por ejemplo, poniéndolo en caso más concreto: ‘ver’, la oposición entre ‘ojos’ y ‘luz’.  “¿Cómo es esto?  ¿Hay algo que va de los ojos a la luz, y los ojos efectivamente, como si de ellos dimanara alguna potencia cognoscitiva, conocen las cosas, son ellos los que perciben?  ¿O por el contrario es la luz la que entra en los ojos?”.  La cosa penetra en la Física, y llega a la cuestión de la velocidad, como entre los antiguos por ejemplo Epicuro, con Lucrecio, la cuestión que planteaban en el sentido de que las cosas están continuamente dimanando ‘simulacra’, ‘ejemplos’, ‘fantasmas de sí mismas’, a una velocidad insuperable, y eso hiere los ojos, y así vemos.  Porque en esta actitud de Epicuro no se puede reconocer más medio de conocimiento que el contacto: no hay más que tacto, los otros sentidos tienen que reducirse a éste, y por tanto la visión también.  Las cosas emiten simulacros, emiten imágenes de sí mismas a una velocidad tal que es imposible que se las pueda sentir con la velocidad que se ven trascurrir las cosas, y ésa velocidad nos tiende a herir, y así es que vemos, mientras que por otra parte pues naturalmente hay alguien que tiene que tomar una actitud digamos subjetivista (éstos son los dos términos de la pelea), y pensar que el conocimiento es algo que parte del sujeto y por tanto tiene que atribuírsele al acto mismo de conocimiento una velocidad que desde el otro punto de vista habrá que atribuirle a la luz.  “¿Dónde está lo de ‘infinita velocidad’?: ¿En mí?  ¿En el pensamiento, que se sigue pensando que es mío, y que por tanto puede volar a mucho más allá de las estrellas, a una velocidad mayor que cualquier velocidad?  ¿O tengo que ponerme objetivo, y pensar que la velocidad infinita es justamente la velocidad de la luz que la Física (por ejemplo en la relatividad misma), necesita para establecer su sistema, y que es ahí donde está la infinitud?”.  Bueno, pues otra patochada, otra discusión más, otro dilema más.

Y esto está en relación naturalmente con la cuestión misma de lo de finito e infinito cuando los viejos teólogos del antiguo Régimen no podían menos de debatirse con ella, porque efectivamente Dios al mismo tiempo tenía por un lado que ser infinito, pero por otro lado tenía que ser todo, y entre esas dos cosas, áteme usté una mosca por el rabo: ¿cómo se puede ser infinito y ser todo?  ¿Cómo se puede ser sin fin, y al mismo tiempo ser omnipotente, ominisciente, poder en todo?  El sentido común dice ‘no puede ser’, ¿pero ha impedido eso la discusión entre teólogos, y después de los teólogos, siglos y siglos?  ¡No!  En eso hemos perdido cantidades inenarrables de tiempo, y no hemos dejado que un poco de razón común descubra la inanidad del dilema, de la disputa.  Lo podéis ver claramente con respecto a este tipo de infinitud que es el más doméstico, que es el de la carrera de los números llamados naturales.  La carrera de los números naturales, que os plantea el problema de la oposición entre posibilidad, potencialidad, con realización, realidad.  Pasa con los números: los números son infinitos.  Infinitos, ¿cómo?: infinitos de la manera que los matemáticos que se ocupaban a comienzo del siglo pasado de la cuestión (Dedekind y los demás), descubrieron, es decir, que la totalidad de los números se puede montar sobre una parte, o, dicho de otra manera, que el número de los números pares es el mismo que el número de los números.  Cosas por el estilo.  Una condición así, y había que añadir “el número de los números infinitos es tan infinito como el número de los números”.  Esa condición contradictoria es la de la infinitud numérica, pero ahí está la pregunta de cómo se hace: “un número, antes de que se le enuncie, de que un ordenador llegue a él, ¿es simplemente una posibilidad, que sólo se realiza cuando la mente o el ordenador llega hasta él?  ¿O tenemos que adoptar la actitud contraria, y pensar que son seres en potencia al estilo de Aristóteles, que ya de alguna manera tienen su realidad en su potencia?”.  Pues ahí tenéis, esto no ha dejado de ocupar siglos, sigue ocupando, entre científicos y demás, como cuestión, impidiendo el descubrimiento, que al sentido común siempre se le abre, de la vanidad de estos dilemas.

Como en alguna ocasión os dije a propósito del dilema ‘izquierda/derecha’, el dilema de la orientación, que nos tuvo entretenidos largo tiempo, con sentido común no se puede resolver el problema, pero se puede aspirar a disolverlo.  Disolverlo.  Disolver el problema, porque cualquiera de éstas contraposiciones, cualquiera de estos dilemas, está montado sobre la creencia en el significado de los términos tal como os la he presentado hace un rato, y naturalmente el sentido común, que no se atiene a los significados del idioma de su tribu, no se atiene a nada, descubre que esa creencia, esa aceptación de los significados, no tenía razón.  Es por ahí por donde marcha esta táctica, que en definitiva es tanto lógica como política, de la disolución de los problemas.

Creo que os he dao unas cuantas muestras del mucho tiempo que cada día y cada siglo se pierde justamente, de manera que no os estrañe que el Poder, el Régimen, y la Ciencia y la Cultura a su servicio, esté tan dispuesta a entreteneros, a divertiros con cuestiones de éstas, y lo mismo cuando se trata de cuestiones políticas de las que tanto florecen en los diarios, en los Medios, que con respecto a cuestiones físicas o de otro orden.  Mientras estáis entreteniéndoos, como los dos conejos discutiendo si galgos o si podencos, pues para el Poder no hay peligro, el Poder os va a atrapar de todas maneras, y la cosa se va a conseguir.  De manera que ésta era por hoy mi gran queja, mi queja principal, y antes de seguiros diciendo más algo de ello, me voy a callar, porque sin duda tiene que haber ojeciones en lo que habéis oído, si es que habéis oído de verdad.  Ojeciones, dudas, y mucho más, que nos pueden ayudar para este rato hacer algo que no sea divertirnos, porque hay algunos (no quiero pensar mal de nadie en particular) que pueden también venir a esta tertulia a divertirse, para ver si aquí se viene a discutir de opiniones, si lo que aquí se dice tiene que ver con lo que dijo Zaratustra, con lo que dijo Confucio, con lo que dijo Don Antonio Machado, o con cualquier otra cosa que a uno le venga a las mientes.  De manera que contando con eso, pues adelante: ojeciones, dudas, todo lo que sea.

-A mí me encanta ‘disolver’, ese verbo.

A-El desleírse, eso es lo que también con respecto a uno mismo tenía que decirse, sí.  ¡Más ojeciones, dudas, venga, por favor!  Venga, que yo me entere de que me habéis estado oyendo, ¿eh?, porque si no a veces no me entero.

-Estos conejos que discuten sobre los galgos o los podencos, en principio no me parece que esté mal discutir sobre si son galgos o podencos en tanto uno se pregunte y se llegue en la discusión a preguntar qué es un galgo o qué es un podenco.  Lo que pasa es que ahí la cuestión trasciende más allá de los galgos y los podencos, y está en si soy conejo o no soy conejo a lo mejor, o yo sé lo que es un galgo y tú no sabes lo que es un galgo, y yo sé lo que es un podenco.

A-Sí, sí, efectivamente son opiniones, pareceres, y no ha lugar.  No ha lugar, no hay tiempo para pararse a preguntar “¿qué coños quiere decir ‘podenco’?”.  Por ejemplo, seguro que casi todos los que estáis aquí no sabéis qué quiere decir ‘podenco’, y de lo que quiere decir ‘galgo’ debéis de tener una idea más bien vaga, y si os apuro un poco más respecto a lo que son perros, yo mismo no sé qué es un perro.  Después de ver todo lo que los hombres han hecho con ellos, y hasta qué punto han conseguido desfiguraciones de todo tipo, que casi parece que rehuyen la definición, yo mismo no sé muy bien lo que es un perro.  Pero no ha lugar, no ha lugar, hay que distraerse.  Lo importante para el Poder es distraerse, discutir lo que cada uno piensa, siente, acerca de aquello que se ve.  La pregunta “¿qué es?”, para que no se entienda mal, tal vez podía glosarse así: “¿qué es lo que hay?”.  Porque aquí hemos estao usando en neta contraposición el término vulgar sin significado ‘hay’ con el uso filosófico de la cópula ‘es’, queriendo decir ‘es, lo que es’, de manera que cuando Sócrates, o un niño, pregunta “¿Qué es justicia?”, “¿Qué es una desgravación?”, lo que está diciendo, es “Eso que hay (porque evidentemente lo hay), ¿qué es?”.  Está pidiendo justificar la denominación.  O todavía más largo y más claro: “¿Qué es, lo que, de lo que hay, se cree, y se nombra o cuenta?”, “¿Qué es lo que se nombra o cuenta de aquello que hay?”.  Es decir, que justamente la pregunta lo que trata es de poner en cuestión y desmontar la pacífica convivencia que nos traemos entre lo de ‘hay’ y lo de ‘es’, que nunca podía ser una convivencia pacífica.  ¡Venga!

-Cuando se nombra lo que hay, o se discute, y se pierde el tiempo, yo creo que lo que se hace es entretenerse para no actuar, porque si llegáramos más lejos no discutiríamos tanto si eran galgos o podencos, sino que haríamos algo.  O sea, yo creo que en el fondo de lo que se trata es de charlar, y charlar, y charlar, con el vocabulario de la tribu, para no hacer nada.

A-Eso es lo que he dicho, ése es el fin, la finalidad con que el Poder istituye las diversiones.  Hay otras diversiones, no tenéis que recordármelo, ¿eh?, hay otras maneras de divertir al personal y que no se dé cuenta de que le están metiendo un Tiempo falso y convirtiéndole la vida en una ristra de fechas, de años.  Hay otros medios de divertir al personal, pero uno de ellos, el que aquí me interesaba especialmente, era éste de la disputa de opiniones políticas, sicológicas, religiosas, místicas, de cualquier tipo, que llena también mucho espacio, a lo mejor tanto o más que las competiciones deportivas o cosas así, que también sirven para el caso.   Por eso en eso estamos, y ¿qué más entonces?  ¿Qué más os ha surgido según me metía con estas cosas?

-Yo no me acuerdo de la pregunta.  ¿Qué has preguntado?

A-No he preguntado, he pedido resonancias que pueden haber surgido de todo lo que he estao diciendo.  No he preguntado nada.  Ojeciones, resonancias........

-Yo cuido a mi madre, que tiene 96 años, y dice ‘¡un mirlo blanco!” , y ella sabe que no existe, y con 96 años dice “Vamo a Rodilla a  tomar un sanwi”.  ¿Lo habías oído?

A-Pues con todo el respeto y admiración por tu venerable madre de 96 años, y también por ti que tienes que cuidarla, pero ahí está: tu madre al parecer sabe lo que es un mirlo, porque si no, ¿cómo podría emplear la locución habitual de ‘ un mirlo blanco’?  Yo no sé si ella lo sabe mejor que yo.  Yo tendría mis dudas, porque ¿qué es un mirlo?  Es decir, ¿tengo que acudir, como decían los filósofos, a los sentidos, a mi percepción de los pajarcitos, o por el contrario tengo que acudir a una taxonomía racional, como la de Linneo por ejemplo u otras, para decidir que esto es un mirlo o aquello es un mirlo?  Estamos en el nivel bajo, y ya he dicho: mientras se trata de mirlos, de patatas, de hambre, de ganas, bueno, es para ir tirando.  Pero inmediatamente, como os he mostrado, la cosa sube a niveles de vocabularios superiores, y ahí naturalmente la imposición del Poder se hace mucho más grave.  ¡Adelante!

-Yo estoy de acuerdo en la absoluta esterilidad del discurso de los conejos, en cuanto a la oportunidad: no tiene sentido preguntarse si quien te persigue es galgo o podenco, porque la pregunta sería cómo huir de ellos, o cómo acabar con ellos.

A-Dejarse hablar, en el sentido común, es la política que nos traemos aquí.  Yo creo que no habría que preocuparse, porque estamos rotos, estamos mal hechos, y por todas partes, en cuanto nos dejemos, nos puede salir algo de voz común.  De eso no hay que preocuparse.  Hay que preocuparse de los estorbos, de los inconvenientes, y de eso es de lo que os he estao hablando, de manera que si uno dejara de distraerse, seguro que se le ocurría una diablura tremenda, y por eso es por lo que los padres tienen cuidao con los niños: saben que si dejan de distraerse con el juguetito y con las vacaciones un momento, se les puede ocurrir una diablura tremenda, y entonces, ¿en qué es en lo que puede venir a dar eso?  Esto, en caricatura por parte de los padres, es la actitud del Poder.

-Que digo que lo importante sería saber si el mirlo sabe si es mirlo o no es mirlo.

A-Lo importante para el mirlo, claro.

 -Una cosa que se podía decir: “negro de brillantina, amarillo el pico, los huevos, turquesa.  ¿Lo sabe el mirlo?”.  Y el mirlo lo sabe, por los rasgos del concepto, o no lo sabe, y eso es el problema.  Si el mundo éste llamado de la Realidad está tan contaminado de que ‘los rasgos del concepto’, como decían los medievales, ya implican que hasta la propia criatura de Natura, o lo que sea eso, sabe ya a estas alturas si es mirlo o no es mirlo, el conejo si es conejo o no.

A-Bueno, tu has respondido positivamente, ¿no?

-No, yo lo he hecho con una interrogación.

A-¡Ah bueno!  Pues déjala, deja la interrogación viva.  Alguien te podría decir que eso sería lo más importante para el mirlo, lo cual sería una tontería.  Ya sabéis que nos estamos tratando de desasir de esta servidumbre a lo de ser hombres y creer que nuestra lengua es ‘La Lengua’.  Que las cosas hablan.  No sólo mirlos, sino planetas, sino nubes, hablan, dicen lo que sea, y por tanto preguntarles si ellos saben una palabra española como ‘mirlo’, es una tontería.  Ya sabéis cómo es la condición de la existencia: la contradicción. No nosotros, sino cualquier cosa, nosotros entre ellas, por supuesto estamos obligados a ser el que somos.  Cada mirlo, cada hombre, cada rosa, cada astro, cada átomo.  Estamos obligados a eso porque ésa es la Ley Superior, y estamos bajo la Ley, estamos bajo el Poder, no podemos hacernos ilusiones.  Eso es por un lado, y por el otro lado es imposible, uno nunca es del todo el que es, ni un hombre, ni un mirlo, ni un astro, ni nada.  Y esa condición es común, y a eso es a lo que de alguna manera he llamado en otras ocasiones ‘el habla de cada cosa’, que en cada cosa se manifiesta de una manera, pero que en definitiva viene a ser esa contradicción: tener que ser el que es, subsistir, existir, y por otra parte que eso sea mentira, que eso no puede ser nunca del todo así, y eso pasa a las cosas, y a nosotros entre ellas.

-Quería decir si entonces se podría afirmar que la actividad preferida del Poder es la creación de vocabulario, o una de las preferidas.

A-No, no se puede decir, porque el vocabulario es de alguna manera antes que el Poder.  Simplemente he dicho que el vocabulario para andar por casa, que es al que me he referido con patatas, o con grillos, está hecho por la propia necesidad de subsistir, no hace falta la intervención directa del Poder.  El Poder interviene siempre de lo Alto, y por tanto en este caso se manifiesta sobre todo en el ascenso a las zonas de vocabulario que ya no están destinadas al uso práctico inmediato.  Un nivel más alto.  Suelo usar, ya sabéis, el Nombre, aunque parezca anticuado, de Dios, para no perderse demasiado: hay esa necesidad de Fe, está ahí esa imposición de creencias, y también de nombres, astractos, humanos, pero de los niveles más altos, no ya simplemente de los que parece que la ley misma de la subsistencia requiere en nuestra especie para ir tirando.  Ya vemos que otros animalitos o cosas subsisten sin necesidad de un vocabulario, pero se ve que a este tipo de cosas que somos, pues nos correspondía el truco de encontrar vocabularios, que son la Realidad, para manejarnos, para entendernos, y ahí la presencia del Poder, la presencia de Dios, no es patente, no es tan inmediata.  Sí.

-Entonces, cuanto más conocimiento se tenga a niveles superiores, para el Poder la costrucción de la Realidad es más fácil.

A-Claro, más fácil enredar, sobre todo a los sabihondos.  Hay una buena porción de la población, de gente que cree tener opiniones.  Pues a ésos los agarra, a ésos los agarra por medio de agarrarlos justamente por sus opiniones, sus creencias, sus filosofías, sus ascripciones a una u otra Ciencia o Religión, que da lo mismo.....¡Más, por favor!

-A mí ahora me ha surgido una duda con esto de los mirlos: yo no sé lo que es un mirlo, y tampoco sé lo que es una jirafa, pero sé que son cosas distintas, y entonces lo que me pregunto es cómo puedo saber que son cosas distintas cosas que no sé lo que son.

A-Pa ir tirando, no te pasa nada.  Ahora, cuando efectivamente tienes que distinguir entre Democracia y Oligocracia, eso ya es distinto.  

-Si, pero ‘Poder’ es una palabra que tiene un gran nivel de astracción.  ¿No le hacemos el juego al Poder hablando de ‘el Poder’?

A-Digo que muchas veces uso como más preciso el nombre ‘Dios’.  Efectivamente se puede decir ‘El Poder’, se puede decir ‘La Autoridad’, se puede decir ‘El Padre’........ se puede decir muchas cosas a todo lo que nos cae desde Arriba.  Todo el mundo sabe qué es lo que nos cae desde Arriba.  Tal vez el nombre ‘Dios’ equivoca menos, porque justamente el gran truco que para esta especie nuestra se ha desarrollado, es que cada uno es Dios, es decir, cada uno no sólo tiene creencias, sino que tiene una creencia en sí mismo como si fuera eterno, y esto se revela mejor diciendo ‘Dios’.  Pero no hay inconveniente, se puede decir ‘el Poder’, se puede decir ‘El Padre’, ‘la Autoridad’, porque la gente sabe qué es lo que se está diciendo: Lo que viene de Arriba, Lo que se impone de Arriba: la Ley, el Dinero, el Poder......  No hace falta andar distinguiendo demasiado, porque justamente es El Ideal, los entes ideales, los que vienen desde Arriba, y no los que se palpan ni nada por el estilo.  ¿Qué más?

-Bueno, me he acordado de varias cosas.  Una de ellas era que los teólogos tenían la costumbre de decir que Dios se pensaba a sí mismo, unas cosas muy raras, y a lo mejor eso se puede relacionar con eso, que una vez que se han sacado esos nombres que a la gente le hacen tanta impresión como para hacerle putadas en nombre de yo qué se, de los sentidos, o de la razón, o del cuerpo, o de lo que sea, luego Él tiene unas cábalas ahí con eso, ahí en sus salones, que llenan mucho.

A-Es un viaje de ida y vuelta: efectivamente, como la Fe necesaria del Orden es que yo, uno, yo cuando soy uno, me piense a mí mismo y crea en mí mismo, entonces eso se le remite al Autor de mis días, y se le atribuye ésa misma condición, que a su vez vuelve a repercutir sobre mí como un término en el que apoyarme para eso.  Todo lo que han hecho con el término teólogos y demás, (es) para esta rebelión bastante útil.  El otro día estaba tranquilamente diciendo “Dios es matemático”, porque efectivamente se trata de eso, se trata de que la imposición de los ideales, entre ellos los números, la condición del ‘si/no’ cerrado, viene de Arriba como una manifestación de lo mismo, y si alguien se estraña de que eso es lo mismo que el poder de un Estado que te hace la puñeta, o de la Banca o de las Entidades que hacen la puñeta, pues hay que acostumbrarle a que no se estrañe, a que relacione lo uno con lo otro, porque efectivamente todo viene de Arriba de la misma manera, y la rebelión tiene que ir contra todo ello de una manera o de otra.  ¡Más!

-Que lo de la aceptación de los significados es terrible, y hoy me he dao cuenta en el tren, oyendo una conversación de una chica que decía que había pasado una temporada muy mala porque le habían hecho novatadas en un Colegio de ésos, y yo me estaba desesperando oyéndola, porque decía, “¿Y cómo no se pregunta que qué es eso de ‘novatadas’?”, porque lo daba como cosa natural, o ‘tradicional’, que eso les gusta mucho decirlo ahora para hacer tragar:  “es que es tradicional madrileño el vestirse así”.  Pero por cómo decía lo de ‘novatadas’, y cómo lo aceptaba como que era una cosa que había que pasar.....

A-A ella por lo bajo seguramente le habría salido decir “¡es una guarrada, una putada!”, pero ya ha aprendido a decir ‘novatada’, y entonces ya ella misma acaba por tomarse el suceso como algo que entra dentro de la norma.  No es “una putada descomunal que no puedo aguantar”, no, es “una novatada que he tenido que pasar, como se pasan tantas cosas”.  Sí, es un buen ejemplo para mostrar eso.  No olvidéis que la política que aquí nos traemos es una política que está fundada en este descubrimiento también perogrullesco: así como no podemos pensar una revolución dentro del Orden, una revolución realista, porque sabemos que si se acepta cualquier forma de realismo, a lo que vendrán a parar las revoluciónes es a lo que han venido a parar una y otra vez, es decir, a una renovación para seguir lo mismo, así tampoco podemos aspirar a una esplicación del mundo que se nos dé dentro del mundo, porque esactamente de la misma manera que en el nivel político, también en el nivel científico o ideológico pasa eso: cualquier esplicación que se nos dé con admisión de lo que nos está impuesto como vocabulario no sólo vulgar, sino culto, está ya condenada.  Condenada a ser por ejemplo eso: una opinión, de Fulano o de Mengano, que se combate con otra opinión de Fulano o de Mengano.  ¿Qué más?

-() uno está costantemente creándose disculpas, hablando con el otro conejo....  Si dejas de hacer eso, ¿qué haces?: te mueres, no haces nada.

A-¿Y a ti quién te manda plantearte esa cuestión?   Vamos a ver qué pasa, en eso como en todo lo demás.  “¿Qué va a pasar después?”.   ¡No hombre, no, no me pongas ‘después’ delante!  El después es después, el después no es antes, eso es la táctica a la que te tiene entregado el Régimen, que es el Régimen del Futuro, como sabéis.  Se trata de desmentir, ir desmintiendo las mentiras ahora, una detrás de otra, y lo que de ahí resulte, eso ni a ti ni a mí nos toca.  Eso no es cuenta nuestra, porque eso tiene que decirlo ello; ello lo dirá.  Nunca podemos saber, y desde luego se hace a tientas, esta tertulia también se hace a tientas, porque no tiene ningún fin, no puede tener un fin o un futuro, como tiene el Régimen.  Ellos saben adonde van, pero aquí no, aquí no sabemos adónde vamos.  Aquí sabemos lo que sufrimos, lo que nos encontramos de presente, no sabemos nada más.  

-Que si entramos en lo que llamaban ‘Sicología Cognitiva’, parece que esto que llamamos ‘Realidad’ es a base de taxonomías de diferentes categorías, por ejemplo la categoría ‘madera’ pasa luego a ‘mueble’, pasa luego dentro de mueble a ‘cama’, a ‘silla’, luego pasa a ‘cama estilo rococó’ o nosecuantos, y parece que todo el entretenimiento de la Realidad consiste en pasar a diferentes grados de categorías de lo que se llama ‘clasificación del mundo’, ¿no?

A-Lo has dicho en los dos sentidos, para arriba y para abajo.  Sí, eso es un juego costante.

-Entonces los podencos y los galgos están dentro de esa taxonomía que va después de “mamífero de cuatro patas nosequé nosecuantos”.

A-Están al mismo nivel.

-Quiero decir que eso lo que pasa es que eso va siempre en detrimento de la acción directa, la idea, porque por un lado estarían las cosas, las cuales tú dices que todavía son algo o no están todavía del todo incrustadas en la Realidad, pero en cuanto están clasificadas como cosas ya en la Realidad, es inevitable que formen parte de las Teorías sicológicas.

A-Está bien, pero no se avanza nada, porque te quieres saltar la cuestión del tiempo, () de una manera paradójica.  Es decir, no es sólo que estén las ideas de la clasificación de galgos y podencos, es que se paran a discutir sus opiniones bien consideradas de cada uno, cada uno está convencido: “galgos y muy galgos, bien vistos los tengo”.  Están aferrados a su opinión, de manera que es esencial, y por eso he usado lo de perder el tiempo, perder una enorme cantidad de tiempo, de días y de siglos, en un sentido contrario a como el Poder entendería lo de perder el tiempo, que sería.....

-() la cuestión de la quietud o la velocidad: mientras están hablando están paraos los conejos, y en cambio si estuvieran corriendo huyendo de los perros, no estarían discutiendo.  Ahí se anula la variable velocidad en servidumbre del nacimiento del lenguaje.

A-Me parece que Iriarte no dice espresamente que se paren.  Si responde el otro “ya los veo”, podría decirlo volviendo la cabeza mientras corren, no hay inconveniente, pero desde luego efectivamente la discusión parece que por lo menos incita a hacer una parada, como sabe cualquiera otro, político o no: hay que pararse, hay que sentarse a discutir, y se puede llegar de ahí a las grandes sentadas de los Parlamentos y de los Senados.  Efectivamente, algo tiene que ver.

-Igual lo hemos dicho de varias maneras, pero lo serio, lo importante, y como que parece que el culmen de hablar entre humanos, es eso del contraste de teorías o de opiniones.  Y es contagioso, encima.

A-Cada vez que oigo una radio, la del patio, o porque la pone Isabel, o al abrir un periódico, ¡las grandes discusiones que se traen los prohombres del Estado!  ¡Acerca de qué cosas!  La radio no la oigo generalmente más que cuando tú me pones el Informativo, especialmente por el Informativo.  ¿Qué más?

-Confundidos como estamos los humanos con el conjunto de significados que llevamos en la cabeza, pasamos mediante la pregunta socrática de esa situación en la que estamos confundidos pero creemos que sabemos lo que sabemos, a una situación en la que seguimos confundidos porque nos percatamos que no sabemos lo que efectivamente no sabemos, con lo cual hay tal vez un efecto liberador desde el punto de vista de percatarse de la (pelea) en la que estamos.

A-Hay que distinguir los niveles: si se trata del nivel vulgar, de los significados vulgares que hacen falta para ir tirando, puede que sea una impertinencia pararse demasiado a considerar qué quiere decir ‘tener hambre’.  “Tengo hambre”, dice el niño, y la madre sospecha, generalmente con buen motivo, que no, que no tiene hambre, sino cualquier otra gilipollez que se le ocurre a la criatura.  Estar preguntando qué quiere decir eso de que tiene hambre tal vez a ese nivel es impertinente, pero en niveles superiores el descubrir qué coños es ‘crisis’, qué quiere decir ‘sexo’, eso inmediatamente, descendiendo desde el nivel superior en significado, te vuelve a remitir a lo palpable.  No te hace subir a otra escala de sabiduría más divina, por el contrario: te libera de esas clasificaciones por lo alto, y te vuelve a permitir entrar en lo más palpable, sí.

-Yo cuando había una cosa que no sabía lo que era, pero que me parecía que era una cosa estraña, decía: ¿Y qué es ‘exo’?

A-No inventes. Una de las cosas que Isabel hace para entretenernos es inventar anécdotas, de sí misma o de quien sea. Insoportable. Eso está sacado de unas aleluyas que una vez saqué que hablaban de Ruperta Miraflores, me parece, que llega un momento en que se dice “y supo lo que era sexo: pene, vulva, y todo exo”.   Ésa es la rima que tuve que sacar.  Ruperta Miraflores, rompiendo su inocencia poco a poco.  Bueno, me parece que nos tenemos que ir.

-Cuando recuperamos lo palpable y nos liberamos de los significados, parece que es claro, inmediato, posible, pero pensando un poco no lo es tanto, porque cuando estamos palpando algo, estamos poniendo en marcha también relaciones, resonancias y tal, que pasan por....

A-Sí, sí, pero () los niveles.  Quieres decir que si uno deja de saber qué es ‘sexo’, probablemente no le queda más remedio que quedar remitido a cosas mucho más brutales y más indefinidas que andan por lo bajo, de las cuales el Poder le guarda sabiendo lo que es ‘sexo’.  ¿Qué más?  ¿Nada más?  Pues venga, si nos deja el Señor, dentro de siete días......