11.08.2010
Agustín García Calvo
Ateneo de Madrid
Tertu242-11-8-2010#Tertu242-11-8-2010.mp3
- El problema de la valoración de una vida, y de una vida en comparación con otras.
TRANSCRIPCIÓN:
Os recuerdo lo primero un momento lo que nos traíamos el otro día en torno a esto de ‘muerte’, o muerte de las dos maneras, o tal vez tres, en que aquí hemos intentado deshacer el nombre para desvirtuarlo, porque esta tertulia política es una lucha contra la muerte, en el mismo sentido en que el Poder no consiste más que en la Administración de Muerte, de la muerte-siempre-futura, de manera que cuento un poco con eso para partir a otra cosa. Tened en cuenta lo que veíamos, o intentaba que sintiéramos, ante el problema de que si uno fuera de verdad el que es, entonces su muerte sería perfectamente inconcebible, imposible. Cosa que no hace falta mucho razonar: ser uno mismo el que es, es lo mismo que ser Dios, que es el que es. No hay por qué andar diferenciando entre Uno y Dios, que en este aspecto se confunden tranquilamente, y entonces efectivamente resulta que esa muerte, la muerte de uno, sería completamente imposible, inconcebible. En el piso siguiente, que es el de la Realidad, ahí por tanto sí, la muerte no sólo es posible, sino que forma parte del juego de la contradicción o guerra en la que nosotros y las cosas estamos igualmente metidos. Ahí la realidad de uno, la existencia, eso que nos quieren vender muchas veces con nombre de ‘vida’, pero que tiene su propio nombre,‘existencia’....... La existencia consiste como recordáis en una lucha, una lucha en cada uno, en cada cual y en el conjunto, entre la orden, que viene de Arriba, que viene del Ideal, entre la pretensión de ser uno el que es, y cada cosa de ser la que es, y luego el encontrarse con que no es verdad, con que ni uno es el que es, ni las cosas son las que son. Eso, por recordarlo en dos palabras, es la situación de la Realidad. Luego está el tercer piso, el piso de abajo, adonde ya no podemos más que asomarnos sin entender, que es el sitio donde el Tiempo real ha desaparecido, y por tanto la muerte real y la condena a la muerte han desaparecido, y no nos queda más que esto que nos pasa de estarnos muriendo, desmoronando, deshaciendo, AHORA, continuamente, lo cual quiere decir de una manera irreal; bien presente, pero irreal, aquí, AHORA. Irreal, porque ‘continuidad’, ‘AHORA’, son incompatibles con la Realidad, nos sacan inmediatamente de la Realidad, que no puede sostenerse sino con ese Tiempo real, bien medido y contado, con sus Presentes, Pasados y Futuros, que es lo que a todos nos venden como Tiempo de la vida, de una vida, llamando así a lo que ahora propiamente estoy llamando ‘existencia’, que es lo mismo que realidad de uno, de cada cosa. Ya veis por tanto que la condena a la muerte real, que es la contradicción entre la orden de ser uno el que es, y el tropiezo con que no es verdad, ésa no es esclusivamente nuestra, humana, es de las cosas: a cualquier cosa, (animal, astro, lo que sea), le sucede eso: está por un lado obligada a ser el que es, por tanto a defender su existencia contra cualesquiera amenazas que puedan deshacerla o desvirtuarla, y por otro lado condenado igualmente a descubrir que no es verdad, que así como uno no es el que es, las cosas no son lo que son de verdad. En cambio, lo que el otro día presentaba y ahora he vuelto a presentar como en el piso alto, eso es específicamente humano, eso es lo que nos toca a nosotros, y es por tanto por ahí por donde tiene que empezar, por lo de más arriba, por lo último, esta guerra contra la muerte que nos traemos, o que nos traigamos. Porque esa Fe en que uno es de verdad el que es, que es lo que hace que su muerte le sea inconcebible, un escalofrío que ni siquiera puede durar un momento, eso no nos parece que les pase ni a los animales ni a las cosas en general, que están simplemente limitadas a esa contradicción que es la existencia, y que he presentado en el nivel segundo. Pero aquí tenemos que empezar atacando a los hombres, porque es lo que nos toca más de cerca: nosotros en esta tertulia política no tenemos más aspiración que la de renunciar a esa condición de Hombre, y reconocernos como cosas entre las cosas. La carga con la que cargamos, es ésa, y es contra ella contra la que tenemos que intentar hacer algo, contra esa Fe en que uno sea el que es.
Esto tiene que ver inmediatamente con la valoración de la vida. Está inmediatamente ligado con esto de que la vida, y por tanto una vida, la vida de uno, aparezca como algo medido y contado en el Tiempo real, con su fin lo primero, pero con su comienzo lo segundo, y que por tanto una vida en esas condiciones (bien medida, bien contada), se puede valorar, se pueden comparar una con otra: una vida vale más que otra............ Vaya usté a saber por qué, pero desde luego se puede hacer esa comparación de más o menos valor, y es contra esta valoración de la vida contra lo que quiero meteros un rato enseguida.
Desde luego, se trata de una vida humana, porque en cuanto a la valoración de la vida en general, ésa cosa a la que acuden los poderes, y por ejemplo también los defensores de la vida frente a las técnicas del aborto o cualquier cosa que sabéis, esa vida de otros (animales, cosas, árboles), prácticamente no cuentan en la valoración. Lo demostramos todos los días: una vida humana desde luego vale por la vida de las mil vacas que se pueda haber comido a lo largo de su vida, esto está claro. Esto a nadie le estraña, y uno lo da como natural: está claro que una vida vale por lo menos por la vida de mil vacas, o terneras, o lo que sea lo que se mata en fila en los mataderos. De manera que eso no cuenta, y no digamos si queremos hacer la cuenta con vidas de árboles, de hierbas, no digamos si queremos contar a los mosquitos que nos matamos cuando nos pican, pero vamos, de una manera no sólo autorizada, sino natural, que es peor que autorizada, y no lo dudamos un momento. Ni nos paramos respecto al pisoteo de las hormigas y cosas por el estilo, y no digamos todavía si me meto con cosas ya del reino de lo no animado, donde la que podíamos llamar ‘vida’ (aunque ya no se la llama así) de los guijarros, de los asteroides, de las bocanadas de aire, de cualquier cosa así, efectivamente: en comparación con una vida humana, no cuentan prácticamente nada. De manera que para empezar con entender esto de lo que es una vida y la valoración de una vida, hay que acordarse primero de eso, que es lo que nos demuestra que justamente lo que estamos atacando ahora para empezar no es la muerte sin más, sino la muerte humana. La muerte humana, que corresponde a esa vida humana que nos autoriza a desvalorizar en comparación cualesquiera otras formas de vida o simplemente de existencia que osen por casualidad compararse con la nuestra, con una vida humana. Y no sólo es que el Poder se comporte así, y cuente con las vidas humanas y la defensa de la vida contra unas cosas u otras de una manera como primaria, autorizada, natural, sino que uno mismo obedece y hace las mismas cuentas, uno mismo tampoco cuenta de todas maneras las cosas, tan convencido está de que eso de ‘una vida humana’ es algo invaluable en comparación con cualquier otra cosa.
Os he recordao esto, y os lo he recordao más bien como prólogo. Ahora lo que quiero es meteros (y os voy como de costumbre a someter a encuesta, a pregunta) con la manera en que la valoración, el valor de la vida, se da también entre los seres humanos en diferentes sitios, en diferentes épocas, la comparación de unos con otros. Esto me ha llamado la atención y os lo recuerdo en primer lugar, por la gran abundancia, la creciente invasión de productos (artículos de periódico, libros, películas) en que por ejemplo se conmemoran y se presentan los horrores de hace sesenta años por ejemplo, los horrores del Nazismo y Fascismo. Todos como yo (más que yo sin duda, que no suelo pararme mucho a leer ni a ver esas cosas), habéis padecido y estáis padeciendo esta especie de invasión de las noticias y de las exaltaciones de los horrores. ¿Qué tengo que recordaros?: cualquier sitio: Polonia ocupada, los 40, con el frente ruso a la derecha y por detrás los centros del Nacional Socialismo, la población convertida en una gran parte en policías que están acostumbrados a obedecer a la orden de matar. De “matar, o, si no, te mato”, es decir, “voluntarios para ir al bosque Tal, y según les van pasando uno de los que están decididamente condenados a muerte por el Régimen, lanzarles el tiro, cada uno el suyo, y si alguno se niega a esta misión, a cumplir esta misión, ya sabe: que de el paso al frente, y entonces es él el primero que cae, por no obedecer”. El recuerdo, que no dejarán de presentaros también las novelas, los artículos, y las películas, es que la Mayoría, polacos o no polacos, obedece y cumple sus funciones, y entonces queda a la imaginación lo que pasará por el alma de alguien que está sometido a esa orden de convertirse en un agente de la muerte ordenada desde Arriba por el Régimen, y que tiene que ir matando a tiros o como sea un prójimo u otro prójimo, el tormento espeluznante que os presentan para nosotros que se da en una situación así. No quiero recordaros las otras propagandas en torno al Holocausto y los judíos, pero es así: masas enteras de individuos, Mayorías que aceptan como si fuera una verdad el todo: “tenemos que limpiar el mundo de judíos, que no quede ni uno”. No todos, porque no hay ‘todos’, pero la gran mayoría tragándose esto como si fuera, pues no digo ya una Ley Natural, sino una orden de Dios, pero una orden de Dios presentada como una Ley natural, fundada en la raza o fundada en lo que sea, y que por tanto permite que muchos de esta gran Mayoría puedan convertirse practicamente en funcionarios de esa orden, y proceder en cuenta.
Me repugna mucho, pero tengo que hacerlo para recordaros. Ahora apelo a vuestros recuerdos, que tendréis mucho más que yo, de toda esta Literatura y de toda esta filmografía de la os estoy haciendo mención, y que realmente invade por todas partes nuestros ojos, nuestros oídos, a poco que os descuidéis, de manera que para no verme obligado a recordar más datos concretos, creo que basta con esto, ya sabéis de qué estoy hablando.
Bueno, pues es ahí donde os quería plantear el problema de la valoración de una vida, y de una vida en comparación con otras, y todo esto. Notad que efectivamente lo que se ha imbuido (nunca diría a todos, pero a una gran mayoría de las poblaciones), es algo que permite esa valoración: el que está bajo la orden encuentra tumbados por el suelo una docena de prisioneros. Tiene la orden de que tiene que meterle una bala en las sienes a uno de cada diez, y va y recorre la fila metiéndole una bala en la sien a uno de cada diez, y eso naturalmente pues está demostrando aparentemente que él está convencido de una cuenta, de una valoración que se ha hecho. Hay vidas que valen tan poco en comparación con las del propio que está manejando la pistola, que pueden irse eliminando de diez en diez, o de uno en uno, o de mil en mil, según el procedimiento que se emplee para la faena, del cual todos tenéis testimonios. Tenía que horrorizaros un poco, porque si no, no pasamos adelante. Los Medios, los cinematurgos, novelistas o articulistas que os presentan esto, desde luego pretenden eso mismo: horrorizaros, estremeceros. Y lo que aquí vengo a deciros es que es evidente que eso que los Medios procuran con estos horrores, no parece que sirva para nada. No parece que sirva para nada, ni que de ninguna manera influya en la situación que estáis viviendo ahora mismo, que altere vuestras conciencias, vuestras cuentas, y claro, esto no se puede consentir; aquí estamos atacando el mundo inmediatamente, de primeras, bajo la forma en que lo tenemos, y entonces tenemos que echar cuentas a ver de qué sirven estos horrores. Os podría seguir recordando muchos más, que siempre se nos han recordado horrores en otros sitios, en la China, entre los aztecas........, para que os voy a recordar. Especialmente en sitios donde se ha producido una Civilización, y donde efectivamente se procedía al cómputo de las vidas, de muchas vidas, como no valiendo prácticamente nada en comparación por ejemplo con la del Emperador, con la vida del propio Emperador o la vida del propio Mandamás del sitio de que se trate. De todo esto también nos han alimentado desde pequeños, de todos estos horrores, y por un lado entre pueblos de los llamados incivilizados, primitivos, allá por el Congo o por donde sea, que también les proporcionan sus buenas partidas de horrores, y por otro lados éstos en los sitios en que justamente el Poder desarrollado, de los chinos, de los aztecas, procuraba la Administración de Muertes, de anulación de vidas que no tienen por qué contar, de otras maneras. Y esta práctica de horrorizaros desde niños para empezar, y seguiros horrorizando con toda esta especie de formas de administrar muerte a las que me estoy refiriendo, evidentemente no sirve para nada. Lo que nos toca es ver cómo, por qué no sirve para nada.
Desde luego, antes de que me digáis lo que me tengáis que decir, como os voy a pedir ahora mismo, voy a partir de una actitud digamos ‘maliciosa’, que claro, no puede servir para nada, porque si no, si aquí suponemos que los Medios de Formación de Masas de Individuos, que la Televisión, que la Cultura, con sus filmes y con sus novelas, están al servicio del Poder, entonces no podría permitir que se produjeran esas cosas para alimento de las masas actuales, y no solo admitir, sino pagar bien a los cinematurgos, a los novelistas, a los articulistas que se dedicaran a este tipo de Literatura y promoción de horrores. Pero desearía que aparte de esta deducción maliciosa, que viene de algo que aquí hemos venido adoptando, pero que no tenéis por qué adoptar todos, que es que nada que venga de Arriba puede ser bueno...... Desde luego mi actitud es ésa, que nada que venga de Arriba puede ser bueno, pero claro, no estáis obligados a seguirme en esta actitud, y mucho menos de una manera tan furibunda como yo pueda seguirla, ¿no?, y por eso querría que entráramos más a fondo en el problema aún sin partir de esta deducción, maliciosa, y que viene de la propia magnitud, aceptación y premio desde Arriba de la divulgación de los horrores de otras partes o del Pasado entre nosotros. Me gustaría preguntárselo a más, pero como en verano estamos unos pocos menos, os lo pregunto a los que estáis: ¿Cómo tomáis vosotros la cosa? ¿Cómo la habéis tomado? ¿Cómo la tomáis? La cosa en realidad son dos cosas: primero, los hechos horripilantes que os cuentan. Los hechos. Después, el cuento de los hechos: la narración, presentación y divulgación por los Medios de esos mismos hechos. No se puede separar lo uno de lo otro del todo, evidentemente, y vuestra actitud o reacción frente a los hechos no puede estar separada de vuestra actitud o reacción frente a las maneras en que los hechos se os presentan, pero bueno, no olvidéis que os estoy preguntando por las dos cosas, por la una y por la otra, aunque estén mezcladas entre sí, de manera que ya espero que me digáis todo lo que se os vaya ocurriendo respecto a cómo os habéis tomado y cómo os tomáis este fenómeno de la divulgación de horrores que os he presentado sumariamente, de manera que ayudad, ayudadme, para que yo no tenga que reducirme a mis propias reacciones. Sí.
-¿Y no puede haber algún resquicio, alguna grieta, por la cual lo que viene de Arriba se pueda aprovechar, o que pueda ser.....?
A-Sí, es muy razonable. Es muy razonable, y ya ves que así lo pienso, porque si no, no habría sacado ese tema. En ese sentido pienso que es como, gracias a que sean cuales sean las intenciones del Señor, que envía a los Medios todas estas noticias, sea cual sea, desde luego siempre se equivoca, nunca se cumple del todo su intención. Se puede aprovechar justamente en el sentido que dices: se puede aprovechar mientras consigamos desvirtuarlo de las intenciones que desde Arriba nos lo mandan. Sí.
-Pues a mí me parece que no sólo a la Mayoría ya ni siquiera le horrorizan, sino que para lo que sirve más bien es para decir “¡hay que ver lo bien que estamos aquí!, ¿no?”.
A-Hombre, pero horrorizarlos, les horroriza.
-Sí, pero lo que hacen aquí los políticos con las poblaciones normales es lo mismo, y eso pasa por lo más normal, y sólo escandaliza un poco la forma ya de escabechina y de tiros y porrazos, ¿no?
A-Sí, por emplear una palabra con respecto a eso que dices, la crítica sería ‘del estrañamiento’. Del estrañamiento con que todas esas cosas se nos ofrecen y tal vez se toman. Horrorizan, pero nos estrañan en el sentido de que son estrañas a nosotros, y tú, siguiendo el espíritu de ataque a lo presente que la tertulia trae, dices que no hay ninguna autorización, ninguna razón para ese estrañamiento. ¡Bueno, pero venga, tiene que haber más que digan cuáles son los modos de reacción frente a todo ello!
-A mí lo que me parece es que cuando hablas de la persecución de los judíos, o de los indios, no se refiere tanto a la persecución como caza, sino más bien se refieren a la persecución como actitudes vitales: ¿Quién puede saber quién es judío y quién no es judío? ¿Quién puede saber quién es estranjero y quién no es estranjero? ¿Dónde está la línea de separación? Más bien se refiere uno a otra cosa: se refiere al pensamiento.
A-Bueno, Jaime, eres muy superficial, y por ese camino hasta nos metemos en Política de los políticos y nos ponemos a discutir respecto a actitudes o ideas de los indios o de los judíos. No, el problema lo he sacado porque se refiere a lo que os he recordado: lo que vale una vida. No volvamos a distraernos con otras cosas: lo que vale una vida, la manera en que eso se toma, y lo que vale una vida humana incluso en comparación con otras vidas humanas, y cómo se produce esa valoración.
-Como planteas los hechos, la Administración de la Muerte en este sentido y el valor de la vida; hay hechos basados en el Poder religioso, sean los aztecas, o los incas, o las cruzadas, hay hechos basados en el Poder político, o sea, estas guerras que dices que nos presentan de ahora o de antes; hay hechos basados en el Poder económico (70.000 personas mueren hoy al acabar el día, y 30 millones morirán este año), y hay hechos basados en el Poder para destruirnos nosotros, todo este asunto del Cambio Climático y tal, ¿no? Entonces, lo que vale una vida en todo este contesto, y cómo se nos presenta y cómo reaccionamos, pues prácticamente la Sociedad lo ha admitido como que no vale gran cosa, no vale nada. En los cuatro estadios que te he dicho, el estadio del Poder religioso, el estadio del Poder político, el estadio del Poder económico, versus del hambre, versus de la catástrofe medioambiental, y la reacción de la Sociedad, salvo algunos casos muy puntuales, pues nadie se rasga las vestiduras hoy en el mundo por las 70.000 personas que mueren hoy. Entonces, ¿lo que vale una vida?: no vale nada.
A-Bueno, has hecho esa cuadruple distinción, pero no sé para qué, porque en realidad la has hecho para tú mismo anularla, porque después de todo, que se trate de actitudes religiosas, o de Poder económico, o todo lo demás, aquí hace mucho tiempo que nos parece que da lo mismo, porque, por decirlo en el caso estremo, ¿qué más da Dios que el Dinero, si la faz principal de Dios en la actualidad es justamente la faz del Dinero? ¿Es que no hay ahí Religión, tanta o más que había en el viejo Régimen? Así que la distinción parece que, si se saca, es para justamente anularla. Por si alguien quiere distinguir mucho. Lo que tú has llamado ‘Sociedad’, efectivamente lo has dicho bien: es la Mayoría, y lo que en los horrores que os he conmemorado (), era al mismo tiempo el tormento de conciencia individual que se nos aparece, y la obediencia mayoritaria a la orden del Poder, venga de donde venga; da igual que sea un Sacerdote, que sea un Dictador, que sea un Banquero, el que se presente como portador supremo de esas órdenes de matar.
-Es que no sé si me he enterado de lo que estás preguntando, pero de lo que no me he enterado es de cómo se hace tolerable ese horror
A-Perdónanos, Rosa, pero ¿no te has enterao de lo que he dicho, o de lo que dicen ellos?
-Yo creo que de nada, pero me parece que lo que estás planteando es cómo se asimila el horror.
A-¿Pero tú te has enterao de lo que dicen ellos, no? Lo has sufrido mucho.
-Sí, claro, pero entonces yo estoy pensando que a mí una cosa que me llama muchísimo la atención es que cuando ....... Bueno, yo lo he esperimentado de otra manera, más atormentada quizá por circustancias más personales, pero cuando mi hijo era muy pequeño y veía una película, había que decirle inmediatamente quienes eran los buenos y los malos, y ahí ya terminaba el conflicto para él, porque si no sufría muchísimo. O sea, como viera una película y no supiera quienes eran los buenos y los malos, es que se pasaba la película llorando, y entonces había que decirle quienes eran los buenos y los malos, y a partir de ahí ya podía ver la película. Hasta que llegamos a “El Padrino”, que ahí ya (), pero claro, ya se la puse de más mayor, y ahí ya empezó de verdad el conflicto de que el horror es horror, y que no hay escapatoria posible ni por un lado ni por otro ni por arriba ni por abajo.
A-Si, pero no era esactamente eso lo que buscábamos, sino cuales son tus reacciones frente a los horrores y al estrañamiento de horrores que el Régimen te propone. Desde luego que la necesidad de distinguir, niño o mayor, entre los buenos y los malos, tiene que ver con el asunto, eso nadie puede negarlo, pero hay que ver cómo tiene que ver, no hay por qué confundir demasiado pronto los problemas. ¿Qué más?
-A mí me parece que no puedo asumir toda la cantidad de barbaridades que ocurren, y entonces pues se oye alguna noticia, y dices: “¿pero cómo es posible que esté pasando esto?”. En los provocados por guerras y compañía, inesplicable desde varios puntos.
A-Bueno, son justamente los que estamos ahora tratando de esplicar, y por supuesto el que no puedas asumirlos habría que demostrarlo: no poder asumirlos querría decir tirar el televisor por la ventana, no volver a ver una película, no leer una novela más, asumiendo de alguna manera que si te lo tragas hasta cierto punto se asume. No penséis que tampoco ese estrañamiento tiene que referirse a sitios que estén tan lejos, o a épocas de sesenta años para atrás. Os voy a recordar, por si esto os ayuda a sacar vuestras reacciones, que cuando yo estaba, casi de muchacho, de Catedrático de Istituto en Zamora (Catedrático de Latín, estaba metido en lo de la Enseñanza), había un profesor de Literatura, que lo había sido mío ya, mi profesor de Literatura, respetable, venerable, hombre de Orden como el que más. Este hombre, en un rato que se me ocurrió pasar en el recreo por la sala de profesores, donde estaban charlando, sacó un recuerdo, de la guerra civil supongo, de cómo un Coronel al que él conocía como amigo suyo, frente a una serie de barricadas o cosas por el estilo que habían montado frente a las tropas de los buenos, con muchos niños puestos por delante y tal, el Coronel tuvo que dar la orden de disparar contra los niños. Y cuando alguien le preguntaba, el Coronel decía: “¡bueno, para que después todos ellos se vayan a convertir en unos rojillos y en unos malhechores, pues entonces más vale acabar!”. Y el profesor de Literatura dijo: “¿Qué quieren ustedes?: hay que decirle que el Coronel tenía razón”. Eso para acercároslo un poco más, y además presentaros bien la cuestión ésa de la valoración de las vidas, humanas incluso, que es lo que nos traemos ahora entre manos. ¡Más reacciones, por favor! Sí.
-Un buen punto de referencia podía ser la cuestión de la pena de muerte, en el sentido de que podían tener todos estos mensajes de los Medios una función Pedagógica en el sentido de que puede haber una evolución en la mentalidad de la gente, porque la pena de muerte va en regresión, pero luego resulta que vienen las lapidaciones de los islamistas o de otras culturas, y al fin y al cabo no hay forma de asegurar que dentro de cien años no se generalice otra vez la pena de muerte, o sea, que no hay tal evolución, no hay forma de saberlo.
A-¿Tanto odio tienes tú a la pena de muerte?
-Yo no soy partidario, pero no hay forma de....
A-Que te aterra que se pueda generalizar, es decir, que.............esto está, claro, tocando muy de cerca lo que ando buscando: rechazas la pena de muerte, como muchos, incluso Mayorías, la rechazan, pero las otras penas de lo que sea las conservas, sin entrar a sospechar por un momento que las penas están indisolublemente unidas, y que de alguna manera toda la Justicia es una, y que lo que justifica una pena de muerte es, después de todo, lo mismo que justifica muchas otras cosas que no son propiamente una ejecución. Lo que sacas de la pena de muerte es una cosa que es interesante por lo floreada que está. Yo he tratado de recordaros casos en que la pena de muerte está eliminada o reducida simplemente a una orden del Superior. ¿Qué quiere decir que ahora se tenga que florear tanto la cosa, que haya de alguna manera que llamar al juez, a un jurado incluso donde la mayoría se comprometa, y que después de pesar y de sopesar los prós y los contras, voten y decidan ‘Muerte’, para después, al cabo de unos meses, con las posibilidades de recursos a la Superioridad y demás, si no tienen éxito, la ejecución se cumpla? Todo este floreo, que es desde luego cuando llegan noticias de él una especie de cosa odiosa aparte de la muerte por lo cansina, por lo sobada, y justamente por lo floreada que viene, esto es lo que nos hace distinguir entre las maneras de administrar muerte vigentes en los países avanzados hoy día, de los cuales vosotros sois parte, y os estoy animando a ver cómo se esplica que siendo tan prolífica y tan elocuente la presentación de los horrores, parece que no altere nada, que no sea eficaz, () la posible aniquilación por lo del estrañamiento mismo. Sí.
-Con esto de las penas y las leyes se me ha ocurrido un caso curioso respecto de lo de la valoración de las vidas, que es que el matar en defensa propia esté permitido, de lo cual se puede deducir que la vida de uno vale más que las de los demás.
A-Sí, pero en el nivel más venial, porque fíjate que hasta ahí parece que la Justicia, que autoriza la muerte en defensa propia, que ‘la perdona’ digamos, en términos del antiguo Régimen, lo que hace es imitar a lo que se supone que pasa con los tigres y los ciervos. Está por ahí una () también entre ellos: ellos luchan por la existencia, y ya os he dicho a propósito de lo de los tres niveles que en el nivel de la Realidad efectivamente, aparte de lo que la Ley autorice o no autorice, claro, está la posibilidad de que de vez en cuando uno se encuentre en el caso de que o te mata el que tienes enfrente o lo matas tú. Cabe que se dé, y entonces la posible toma de eso como un caso y su autorización judicial, es secundaria. Hay que fijarse más bien yo creo en sitios donde no hay siquiera ese recurso a la comparación con los animales. Los que os he sacao son de ese recurso, son casos en los que evidentemente a nadie () los animales, que tienen un Jefe que le da la orden a otro de la manada para que se encargue de matar a otro más allá y cosas por el estilo, todo lo cual hace ya intervenir a la muerte en el nivel más alto, la muerte a la que se refiere en cuanto a valoración esa cosa de que si uno fuera de verdad el que es, la muerte de uno sería inconcebible. Y la orden que recibimos desde Arriba es efectivamente que creamos que sí, que uno es el que es. O sea, no se trata ya solo de la Ley de la existencia, que es luchar por subsistir; se trata de algo que viene de más Arriba y que produce efectos incomparablemente más catastróficos que cualesquiera cosa que se pueda ver entre hormigas, abejas, leones, ciervos, o lo que sea.
-Eso incluso aunque desde Arriba se amenace de muerte, que te digan: “si no obedeces, te matamos”. Ahí no se puede hablar de una especie de obediencia en defensa propia.
A-No.
-Porque es una amenaza de futuro, o algo así.
A-Sobre todo yo he sacao este caso, que no sé de dónde me llegaba, del que recibe la orden de hacerse ejecutor, ir al bosque y disparar. Y se le da la elección de, o no recibir la orden y dar un paso al frente y que lo maten a él, o obedecer, ir al bosque y disparar cuando el policía le ponga delante la víctima que le toque, la que sea. Ahí efectivamente nadie puede comparar eso con una directa lucha por la existencia: se trata de un conflicto entre la obediencia a la Ley superior con otra cosa que se opone a esa obediencia por lo bajo. ¡Bueno, ¿qué más?, venga!
-Me acordaba yo ahora de una conversación que había tenido con una gente que había hecho el Camino de Santiago, y que venían diciendo que era muy bonito, y que si el paisaje, y luego también decían que la gente que te encontrabas, y que te invitaban al hospedaje. Y yo oía, y se me ocurría decir que si el campo es bonito, en cualquier sitio es muy bonito, y ¿por qué allí con tanta gente, todos seguidos, que se tienen que molestar? Y por otra parte he oído que a la gente la desvalijan, la asaltan. Y me respondían: “¡Claro, como en la misma vida!”. Yo no sabía qué decir, y dije: “Claro, es que el mal está entre nosotros, y tiene que manifestarse”.
A-“En las peregrinaciones, lo mismo que en otros sitios, como en la misma vida”. Sin que tuviera que ver nada el barullo de la peregrinación ni la acumulación de eso, ¿no?
-Sí, aceptando lo que pasara como natural, como que tenía que ser así, que era así.
A-Hay que buscar casos más concretos para esto de hacer desaparecer el estrañamiento. Os lo voy a advertir como guía: en lugar de tomar la actitud que se espera de nosotros, que es la de estrañamiento, la de “aquí no pasan esas cosas”, “hoy no pasan esas cosas”, en lugar de eso hay que tomar los propios horrores que nos sirven los Medios como una caricatura; como una caricatura de la normalidad. Si es que sirven para algo aquí en esta tertulia y pueden servir al contrario de como se quiere que sirvan cuando se nos sirven, entonces tiene que ser por ahí: efectivamente uno reconoce los horrores que os he recordado de hace 60 años, de otros tiempos o de otros lugares, como reveladores de lo que está pasando ahora y aquí. Como reveladores de lo que está pasando ahora y aquí. Y si uno sigue separando la cuestión de ‘muerte’, ‘ejecución’, ‘condena a muerte’, como si fuera el horror único, por ser el último, es porque efectivamente ahí está todavía obedeciendo a esa valoración suprema de la vida que el Ideal le impone, y que le permite cargarse todo lo demás como poco importante. Bueno, intentar esta desaparición de la veneración suprema de la condena a muerte, es algo que lo tenéis ya nada menos que en el Evangelio, lo podéis encontrar. No me acuerdo si en varias de las versiones de los evangelistas o en una, Cristo comenta la Ley antigua y dice: “La Ley te dice ‘no matarás’, y yo os digo que el que llama idiota a uno de sus vecinos, ya ha matado”. Ése es el camino, y es un camino que efectivamente cuesta, porque nos domina esa veneración de la vida determinada por una muerte, por su fin, que por otra parte en cuanto uno se lo toma en serio es inconcebible. Pero nos domina todavía esa idea que nos imponen, y no nos permite fácilmente dar ese paso, llegar a reconocer que cualquiera que adquiere derechos sobre un prójimo cualquiera (por Matrimonio, por Autoridad, por Puesto que ocupa), está haciéndolo ya, que cualquier adulto que se cree que puede educar a un niño y llevarlo por buen camino está haciendo eso ya. No voy a recordaros actitudes, pero esto es así, en cualquier trámite burocrático o familiar se os da, y ahí está efectivamente esa Fe que en definitivamente, sí, puede llevar a la ejecución mortal. Pero vamos, el límite no tiene por qué cegarnos, pienso. ¡Venga, dí!
-Yo no sé si tiene que ver con el tema, pero las campañas que hace la Dirección General de Tráfico son cada vez como más bestias, y cuando tu ves los anuncios que hacen, yo no sé si eso realmente hace que haya menos accidentes de tráfico, pero son muy brutos, y hay gente a la que realmente le hacen daño estos anuncios que hacen ahora, y hay gente que dice que está bien porque así uno va concienciado. Entonces yo no sé, me da miedo coger un coche, porque digo “¡Joder, me voy a matar!”.
A-Sí, sí. No sé si llegarán a ser mayoría los que se muestran conformes, pero si no son mayoría desde luego se pretende que lo sean muy pronto. Se conforman con eso, es decir, con que un auto se convierta en una especie de tanque de guerra acondicionao con todas las maneras posibles para que el enemigo no le ataque, y que se monten en él como si siguiera siendo un cochecito. Un cochecito, cuando está cargado de todos esos armamentos y cosas, ¿no? Desde luego seguramente se está pretendiendo que la mayor parte de la gente trague, lo admita, lo que sea. Ahí tenéis el caso: el horror del automóvil se centra en el número de muertes, se valora justamente por el número de muertes semanal, mensual, anual. Os la cuentan todavía, y cuando son 7 menos que en el año anterior hacen casi una fiesta. Hacen casi una fiesta, sin contar para nada todas las órdenes, multas, aumento de Policía de Tráfico, que esa pequeña disminución ha contado. Entretanto el automóvil en sí como Istitución es sin más un arma de muerte. Y no de muerte de que vayas a atropellar a alguien o de que te pegues un tortazo, sino de muerte en el sentido de que te metes allí y estás ya como metido en el ataúd, estás como medio enterrao, hasta tal punto llega la obediencia, y estás enterrao por la obediencia precisamente porque te convencen de que eres tú el que conduces. Es evidente que tú no eres ya nada más que lo que al auto le hace falta para seguir funcionando y vendiéndose, pero sin embargo la Fe en que eres tú el que conduces, ésa tiene que seguir rigiendo. Cualquier cosa de la vida corriente sirve, pero ya que sacas campañas, una vez ya en algún periódico hice la comparación entre el asunto de la campaña antitabaco que todos habéis padecido como yo, con la historia de los nazis y los judíos. La campaña antitabaco, aparte de que sea una orden del Ideal de Arriba, de la Autoridad, en nombre nada menos que de la salud (“El tabaco mata”), donde las causas las han reducido a una y dan la orden de que el tabaco mata, aparte de eso lo terrible es que ves que también la mayoría amenaza con convertirse en un agente de la campaña: una señora que te estás fumando un cigarrillo asomado al tren antes de que marche se acerca a decirte que aquí no se puede fumar. Agentes voluntarios, eso es lo terrible que os dan aquí lo mismo que allí, y por eso decía que los que se empeñan en el ideal (fundado en el miedo del cáncer, en el miedo de la muerte), en el ideal de que nadie fume nunca nada en ningún sitio, ése es justamente el ideal totalitario, que es el mismo ideal que llegado el caso hace que ésos mismos decidan que no puede haber más judíos en el mundo, que todos los judíos desaparezcan, judíos o lo que sea. Es el mismo, y ése es justamente el salto que os estoy proponiendo. ¿Qué mas, entonces? Sí.
-Es un caso personal, pero bueno: estaba en una piscina, empecé a comerme un bocadillo, y llegó el socorrista y me dijo que no se podía comer. Yo no entendía por qué, y estuvimos discutiendo un rato hasta que él me dijo: “no, es que me han ordenado que no deje a nadie comer”. O sea, como que él estaba obedeciendo a su vez. Y yo dije: “¡Claro, pues yo ahí qué voy a decir, si estás obedeciendo!”.
A-¿Y a él no le habían dicho por qué razón?
-Él no me lo dijo, la verdad, sólo me dijo “es que es mi trabajo, y yo obedezco lo que me han dicho”.
A-Por menos de nada la razón que la Autoridad tenía era la misma: la salud. Porque entre la gente, vosotros lo recordáis, y yo de pequeño lo recuerdo bien, era por lo menos una creencia supersticiosa que el meterse en el agua después de comer era malo, que se podía, como se decía, ‘cortar la digestión’. Es una superstición dudosa, porque efectivamente eso a lo mejor puede en algún caso hacer mal, y otras veces no, pero vamos, por lo menos, (), y puede que ahora la Autoridad simplemente se haya hecho cargo de eso ya como una causa, como una seguridad, y que prohíba comer por bien de los bañistas, para que no les pase nada malo, no se les vaya a cortar la digestión. Estoy conjeturando, pero no me estrañaría nada.
-Es que estamos viendo ideales muy fáciles de atacar, porque a mí esos ideales que tú dices yo ya los veo que es una gilipollez: lo de que el tabaco mata, me la suda, porque yo voy a fumar igual, y el coche es un estafermo que te matas, y a mí me la suda también, aunque me haya servido muchas veces para escapar, pero bueno eso es otro tema. Pero a mí el ideal que me revienta, es que hay que pasárselo bien en verano y con la Familia. El tabaco me da igual, el coche me la sopla, pero la Familia en la piscina pasándoselo bien, eso es que cualquier día saco una metralleta, ¿eh? Ése sí que es un ideal que a mí me mata.
A-Es que justamente de lo que hablamos no es del tabaco, o de lo de (): hablamos de la orden, y por tanto la Fe. La orden, y la Fe con que la Mayoría adopta la orden.
-Y se lo pasan bien, con la cuñada, con la suegra, con el primo, con la otra, y sonríen y se lo pasan bien, y tú estás allí, y dices “¿Y yo tengo también que hacer lo mismo?”. Y lo peor es que vas y lo haces, porque si no pareces un pedante y un gilipollas.
A-Acabas haciéndolo con cualquier motivo, sí, porque te parece que lo contrario sería singularizarte, presumir de raro. Eso son los conflictos que se presentan, pero ahí está la raíz: lo esencial, de lo que la cuestión de la ejecución mortal no es más que un caso, es la Fe, lo que viene de Arriba, y el hecho de que después uno en la mayoría de su alma, y desde luego en las poblaciones la mayoría de la gente, parece que adopta y obedece a esa Fe que se le ha impuesto como si fuera cosa de Naturaleza incluso para eso, para la salud, para no coger un corte de digestión, o un cáncer, o cosas por el estilo. ¿Qué más?
-Me he acordao ahora de que cuando las guerras y todo eso incluso salieron modas donde iban vestidos como los militares. Mucha gente iba con los trajes militares imitando eso. ¡De qué manera afecta a la gente en el comportamiento, en las formas de actuar diariamente!
A-Creen que los soldados es un producto natural, y lo mismo que entre los animalitos hay razas y subespecies, pues aquí hay soldados, hay policías, es parte integrante de esta naturaleza nuestra, que es la que nos ha tocao, y por tanto no puedes estrañarte de que tu sobrino por ejemplo se haga policía, se haga soldao, ¿por qué no? O tu sobrina, incluso. ¿Qué más?
-() los horrores y todas estas noticias, porque yo recuerdo que hace mogollón de años, cuando no había tantas noticias, no estaban tan repartidas como hoy día, que ya todo el mundo se entera de todo: el Poder necesita estar machacando continuamente, porque el impacto no es lo mismo cuando tu oías hace 40 años que en una manifestación había muerto un obrero, que todo el mundo se sobrecogía, y hoy en día parece que es normal que haya horrores y brutalidades. Y eso se va asumiendo, se va asumiendo, y llega un momento en que se considera que es algo inherente a los llamados humanos, a los hombrecillos.
A-Quieres decir que la propia abundancia o sobreabundancia de Información quita aquello poco que podía haber quedado de lo que recuerdas que dijéramos de compasión, que es una actitud a la que aquí ni siquiera nos hemos referido, porque no se trataba justamente de eso, pero efectivamente podían esas cosas recibirse a lo mejor con un poco de compasión. Compasión, que quiere decir ‘padecer juntamente con’, es decir, participar en lo que al otro o a los otros les pasa, y participar incluso en su muerte o en su conciencia por tener que matar a un prójimo y todo eso. Eso está justamente anulado por ese otro producto que es justamente lo que hemos llamado ‘el horror’, que se permite gracias al estrañamiento.
-Lo más sintomático es esto de que igualmente la pena de muerte, ya no se practica tanto, pero sin embargo en la vida civil se practica algo que es mucho peor. Anteriormente había en tiempos de Franco 20 años como máximo de la pena, la Ley de los 20, y cuando una persona llevaba 20 años en la cárcel, aunque hubiera sido condenado a 190, lo ponían en la calle. Eso era en tiempos de Franco, y sin embargo actualmente una persona puede ser condenada a 60, 80, 90, y hay gente que quiere que la condena se cumpla íntegramente, y a ser posible que por lo menos 40 añitos, y esto es una barbaridad tremenda.
A-Bueno, pero al lao de lo que nos toca, Jaime, es una barbaridad así como muy venial, digamos, ¿no? Ahora las cárceles están muy bien, no te olvides, ahora se vive muy bien en las cárceles, y entonces los presos mismos, si se les dice que 90 años, pues dispuestos a lo mejor a vivir en la cárcel 90 años. Ya se van olvidando de qué quería decir eso de libertad, y si se escapa alguno de vez en cuando aprovechando los descuidos, pues es, ¡qué se yo!, (). Mucho interés en distinguir entre dentro de la cárcel y fuera yo creo que ya no hay, hasta tal punto lo de fuera trata de parecerse cada vez más a lo de dentro de una manera o de otra, ¿no? Solo que la distinción hay que seguirla manteniendo, ¿eh?: en la cárcel estás encerrado, privado de libertad, y aquí fuera no, eres libre, puedes hacer lo quieras, y justamente ése es el regalo que la Democracia le vende a tó Cristo, a las Mayorías que quieran aceptarlo, aceptar eso como libertad. Por eso es tan importante cuando la gente que está por lo que sea como gente, que es todavía contra el Orden, clama en nombre de la libertad, es tan importante evitar que la libertad se tome como una cosa positiva, como un bien, porque así es justamente como te lo venden, como un bien, y ‘un bien’, ¿qué quiere decir?: pues es un bien que se puede vender, y que se le puede dar a cada uno, y por tanto efectivamente la libertad se puede manejar, se puede conceder, se puede vender, y desde luego a uno. Lo importante es mantener esta Fe, que es contra la que en definitiva se está hablando, esta Fe de cada uno en sí mismo, en lo único de su vida, que viene de que su muerte es inconcebible. Éste es el bien de la Democracia, el éxito de la Democracia está fundado en esto, en este artículo de creer cada uno en sí mismo, creer que uno es libre, creer que sabe adónde va, qué quiere, qué vota. Ése es el primer artículo de la Democracia, y así es como nos tienen de contentos. No sé si vosotros estáis muy contentos o no, pero vamos, puedo decir tranquilamente “así nos tienen de contentos”, porque ya el otro día os recordaba que el gran ostáculo para que aquí podamos hacer algo es lo bien que vivimos bajo la Democracia, en este Orden, lo bien que vivimos, de manera que por si acaso os recuerdo que es para eso para lo que traía las reacciones frente a los horrores. La libertad no puede ser algo nada más que negativo, libertad es NO, y la negación tiene que referirse a lo que sea. No ya sólo a la condena de muerte, no sólo ya a los horrores de otros tiempos o de otros sitios, sino, gracias a la caricatura misma de esos horrores, al reconocimiento de eso en casi cada acto, casi cada acción en que uno convive, consiente, con el Poder, con sus Istituciones, y se toma fácilmente no ya como paciente, sino como agente también de esas propias Istituciones.
Bueno, tal vez tenemos demasiado calor, o yo por lo menos, y vamos a tener que dejarlo, porque además esto requiere seguirle dando más vueltas, así que traed más reacciones ante eso o ante lo que sea, si el Señor nos deja dentro de siete días.
Esto tiene que ver inmediatamente con la valoración de la vida. Está inmediatamente ligado con esto de que la vida, y por tanto una vida, la vida de uno, aparezca como algo medido y contado en el Tiempo real, con su fin lo primero, pero con su comienzo lo segundo, y que por tanto una vida en esas condiciones (bien medida, bien contada), se puede valorar, se pueden comparar una con otra: una vida vale más que otra............ Vaya usté a saber por qué, pero desde luego se puede hacer esa comparación de más o menos valor, y es contra esta valoración de la vida contra lo que quiero meteros un rato enseguida.
Desde luego, se trata de una vida humana, porque en cuanto a la valoración de la vida en general, ésa cosa a la que acuden los poderes, y por ejemplo también los defensores de la vida frente a las técnicas del aborto o cualquier cosa que sabéis, esa vida de otros (animales, cosas, árboles), prácticamente no cuentan en la valoración. Lo demostramos todos los días: una vida humana desde luego vale por la vida de las mil vacas que se pueda haber comido a lo largo de su vida, esto está claro. Esto a nadie le estraña, y uno lo da como natural: está claro que una vida vale por lo menos por la vida de mil vacas, o terneras, o lo que sea lo que se mata en fila en los mataderos. De manera que eso no cuenta, y no digamos si queremos hacer la cuenta con vidas de árboles, de hierbas, no digamos si queremos contar a los mosquitos que nos matamos cuando nos pican, pero vamos, de una manera no sólo autorizada, sino natural, que es peor que autorizada, y no lo dudamos un momento. Ni nos paramos respecto al pisoteo de las hormigas y cosas por el estilo, y no digamos todavía si me meto con cosas ya del reino de lo no animado, donde la que podíamos llamar ‘vida’ (aunque ya no se la llama así) de los guijarros, de los asteroides, de las bocanadas de aire, de cualquier cosa así, efectivamente: en comparación con una vida humana, no cuentan prácticamente nada. De manera que para empezar con entender esto de lo que es una vida y la valoración de una vida, hay que acordarse primero de eso, que es lo que nos demuestra que justamente lo que estamos atacando ahora para empezar no es la muerte sin más, sino la muerte humana. La muerte humana, que corresponde a esa vida humana que nos autoriza a desvalorizar en comparación cualesquiera otras formas de vida o simplemente de existencia que osen por casualidad compararse con la nuestra, con una vida humana. Y no sólo es que el Poder se comporte así, y cuente con las vidas humanas y la defensa de la vida contra unas cosas u otras de una manera como primaria, autorizada, natural, sino que uno mismo obedece y hace las mismas cuentas, uno mismo tampoco cuenta de todas maneras las cosas, tan convencido está de que eso de ‘una vida humana’ es algo invaluable en comparación con cualquier otra cosa.
Os he recordao esto, y os lo he recordao más bien como prólogo. Ahora lo que quiero es meteros (y os voy como de costumbre a someter a encuesta, a pregunta) con la manera en que la valoración, el valor de la vida, se da también entre los seres humanos en diferentes sitios, en diferentes épocas, la comparación de unos con otros. Esto me ha llamado la atención y os lo recuerdo en primer lugar, por la gran abundancia, la creciente invasión de productos (artículos de periódico, libros, películas) en que por ejemplo se conmemoran y se presentan los horrores de hace sesenta años por ejemplo, los horrores del Nazismo y Fascismo. Todos como yo (más que yo sin duda, que no suelo pararme mucho a leer ni a ver esas cosas), habéis padecido y estáis padeciendo esta especie de invasión de las noticias y de las exaltaciones de los horrores. ¿Qué tengo que recordaros?: cualquier sitio: Polonia ocupada, los 40, con el frente ruso a la derecha y por detrás los centros del Nacional Socialismo, la población convertida en una gran parte en policías que están acostumbrados a obedecer a la orden de matar. De “matar, o, si no, te mato”, es decir, “voluntarios para ir al bosque Tal, y según les van pasando uno de los que están decididamente condenados a muerte por el Régimen, lanzarles el tiro, cada uno el suyo, y si alguno se niega a esta misión, a cumplir esta misión, ya sabe: que de el paso al frente, y entonces es él el primero que cae, por no obedecer”. El recuerdo, que no dejarán de presentaros también las novelas, los artículos, y las películas, es que la Mayoría, polacos o no polacos, obedece y cumple sus funciones, y entonces queda a la imaginación lo que pasará por el alma de alguien que está sometido a esa orden de convertirse en un agente de la muerte ordenada desde Arriba por el Régimen, y que tiene que ir matando a tiros o como sea un prójimo u otro prójimo, el tormento espeluznante que os presentan para nosotros que se da en una situación así. No quiero recordaros las otras propagandas en torno al Holocausto y los judíos, pero es así: masas enteras de individuos, Mayorías que aceptan como si fuera una verdad el todo: “tenemos que limpiar el mundo de judíos, que no quede ni uno”. No todos, porque no hay ‘todos’, pero la gran mayoría tragándose esto como si fuera, pues no digo ya una Ley Natural, sino una orden de Dios, pero una orden de Dios presentada como una Ley natural, fundada en la raza o fundada en lo que sea, y que por tanto permite que muchos de esta gran Mayoría puedan convertirse practicamente en funcionarios de esa orden, y proceder en cuenta.
Me repugna mucho, pero tengo que hacerlo para recordaros. Ahora apelo a vuestros recuerdos, que tendréis mucho más que yo, de toda esta Literatura y de toda esta filmografía de la os estoy haciendo mención, y que realmente invade por todas partes nuestros ojos, nuestros oídos, a poco que os descuidéis, de manera que para no verme obligado a recordar más datos concretos, creo que basta con esto, ya sabéis de qué estoy hablando.
Bueno, pues es ahí donde os quería plantear el problema de la valoración de una vida, y de una vida en comparación con otras, y todo esto. Notad que efectivamente lo que se ha imbuido (nunca diría a todos, pero a una gran mayoría de las poblaciones), es algo que permite esa valoración: el que está bajo la orden encuentra tumbados por el suelo una docena de prisioneros. Tiene la orden de que tiene que meterle una bala en las sienes a uno de cada diez, y va y recorre la fila metiéndole una bala en la sien a uno de cada diez, y eso naturalmente pues está demostrando aparentemente que él está convencido de una cuenta, de una valoración que se ha hecho. Hay vidas que valen tan poco en comparación con las del propio que está manejando la pistola, que pueden irse eliminando de diez en diez, o de uno en uno, o de mil en mil, según el procedimiento que se emplee para la faena, del cual todos tenéis testimonios. Tenía que horrorizaros un poco, porque si no, no pasamos adelante. Los Medios, los cinematurgos, novelistas o articulistas que os presentan esto, desde luego pretenden eso mismo: horrorizaros, estremeceros. Y lo que aquí vengo a deciros es que es evidente que eso que los Medios procuran con estos horrores, no parece que sirva para nada. No parece que sirva para nada, ni que de ninguna manera influya en la situación que estáis viviendo ahora mismo, que altere vuestras conciencias, vuestras cuentas, y claro, esto no se puede consentir; aquí estamos atacando el mundo inmediatamente, de primeras, bajo la forma en que lo tenemos, y entonces tenemos que echar cuentas a ver de qué sirven estos horrores. Os podría seguir recordando muchos más, que siempre se nos han recordado horrores en otros sitios, en la China, entre los aztecas........, para que os voy a recordar. Especialmente en sitios donde se ha producido una Civilización, y donde efectivamente se procedía al cómputo de las vidas, de muchas vidas, como no valiendo prácticamente nada en comparación por ejemplo con la del Emperador, con la vida del propio Emperador o la vida del propio Mandamás del sitio de que se trate. De todo esto también nos han alimentado desde pequeños, de todos estos horrores, y por un lado entre pueblos de los llamados incivilizados, primitivos, allá por el Congo o por donde sea, que también les proporcionan sus buenas partidas de horrores, y por otro lados éstos en los sitios en que justamente el Poder desarrollado, de los chinos, de los aztecas, procuraba la Administración de Muertes, de anulación de vidas que no tienen por qué contar, de otras maneras. Y esta práctica de horrorizaros desde niños para empezar, y seguiros horrorizando con toda esta especie de formas de administrar muerte a las que me estoy refiriendo, evidentemente no sirve para nada. Lo que nos toca es ver cómo, por qué no sirve para nada.
Desde luego, antes de que me digáis lo que me tengáis que decir, como os voy a pedir ahora mismo, voy a partir de una actitud digamos ‘maliciosa’, que claro, no puede servir para nada, porque si no, si aquí suponemos que los Medios de Formación de Masas de Individuos, que la Televisión, que la Cultura, con sus filmes y con sus novelas, están al servicio del Poder, entonces no podría permitir que se produjeran esas cosas para alimento de las masas actuales, y no solo admitir, sino pagar bien a los cinematurgos, a los novelistas, a los articulistas que se dedicaran a este tipo de Literatura y promoción de horrores. Pero desearía que aparte de esta deducción maliciosa, que viene de algo que aquí hemos venido adoptando, pero que no tenéis por qué adoptar todos, que es que nada que venga de Arriba puede ser bueno...... Desde luego mi actitud es ésa, que nada que venga de Arriba puede ser bueno, pero claro, no estáis obligados a seguirme en esta actitud, y mucho menos de una manera tan furibunda como yo pueda seguirla, ¿no?, y por eso querría que entráramos más a fondo en el problema aún sin partir de esta deducción, maliciosa, y que viene de la propia magnitud, aceptación y premio desde Arriba de la divulgación de los horrores de otras partes o del Pasado entre nosotros. Me gustaría preguntárselo a más, pero como en verano estamos unos pocos menos, os lo pregunto a los que estáis: ¿Cómo tomáis vosotros la cosa? ¿Cómo la habéis tomado? ¿Cómo la tomáis? La cosa en realidad son dos cosas: primero, los hechos horripilantes que os cuentan. Los hechos. Después, el cuento de los hechos: la narración, presentación y divulgación por los Medios de esos mismos hechos. No se puede separar lo uno de lo otro del todo, evidentemente, y vuestra actitud o reacción frente a los hechos no puede estar separada de vuestra actitud o reacción frente a las maneras en que los hechos se os presentan, pero bueno, no olvidéis que os estoy preguntando por las dos cosas, por la una y por la otra, aunque estén mezcladas entre sí, de manera que ya espero que me digáis todo lo que se os vaya ocurriendo respecto a cómo os habéis tomado y cómo os tomáis este fenómeno de la divulgación de horrores que os he presentado sumariamente, de manera que ayudad, ayudadme, para que yo no tenga que reducirme a mis propias reacciones. Sí.
-¿Y no puede haber algún resquicio, alguna grieta, por la cual lo que viene de Arriba se pueda aprovechar, o que pueda ser.....?
A-Sí, es muy razonable. Es muy razonable, y ya ves que así lo pienso, porque si no, no habría sacado ese tema. En ese sentido pienso que es como, gracias a que sean cuales sean las intenciones del Señor, que envía a los Medios todas estas noticias, sea cual sea, desde luego siempre se equivoca, nunca se cumple del todo su intención. Se puede aprovechar justamente en el sentido que dices: se puede aprovechar mientras consigamos desvirtuarlo de las intenciones que desde Arriba nos lo mandan. Sí.
-Pues a mí me parece que no sólo a la Mayoría ya ni siquiera le horrorizan, sino que para lo que sirve más bien es para decir “¡hay que ver lo bien que estamos aquí!, ¿no?”.
A-Hombre, pero horrorizarlos, les horroriza.
-Sí, pero lo que hacen aquí los políticos con las poblaciones normales es lo mismo, y eso pasa por lo más normal, y sólo escandaliza un poco la forma ya de escabechina y de tiros y porrazos, ¿no?
A-Sí, por emplear una palabra con respecto a eso que dices, la crítica sería ‘del estrañamiento’. Del estrañamiento con que todas esas cosas se nos ofrecen y tal vez se toman. Horrorizan, pero nos estrañan en el sentido de que son estrañas a nosotros, y tú, siguiendo el espíritu de ataque a lo presente que la tertulia trae, dices que no hay ninguna autorización, ninguna razón para ese estrañamiento. ¡Bueno, pero venga, tiene que haber más que digan cuáles son los modos de reacción frente a todo ello!
-A mí lo que me parece es que cuando hablas de la persecución de los judíos, o de los indios, no se refiere tanto a la persecución como caza, sino más bien se refieren a la persecución como actitudes vitales: ¿Quién puede saber quién es judío y quién no es judío? ¿Quién puede saber quién es estranjero y quién no es estranjero? ¿Dónde está la línea de separación? Más bien se refiere uno a otra cosa: se refiere al pensamiento.
A-Bueno, Jaime, eres muy superficial, y por ese camino hasta nos metemos en Política de los políticos y nos ponemos a discutir respecto a actitudes o ideas de los indios o de los judíos. No, el problema lo he sacado porque se refiere a lo que os he recordado: lo que vale una vida. No volvamos a distraernos con otras cosas: lo que vale una vida, la manera en que eso se toma, y lo que vale una vida humana incluso en comparación con otras vidas humanas, y cómo se produce esa valoración.
-Como planteas los hechos, la Administración de la Muerte en este sentido y el valor de la vida; hay hechos basados en el Poder religioso, sean los aztecas, o los incas, o las cruzadas, hay hechos basados en el Poder político, o sea, estas guerras que dices que nos presentan de ahora o de antes; hay hechos basados en el Poder económico (70.000 personas mueren hoy al acabar el día, y 30 millones morirán este año), y hay hechos basados en el Poder para destruirnos nosotros, todo este asunto del Cambio Climático y tal, ¿no? Entonces, lo que vale una vida en todo este contesto, y cómo se nos presenta y cómo reaccionamos, pues prácticamente la Sociedad lo ha admitido como que no vale gran cosa, no vale nada. En los cuatro estadios que te he dicho, el estadio del Poder religioso, el estadio del Poder político, el estadio del Poder económico, versus del hambre, versus de la catástrofe medioambiental, y la reacción de la Sociedad, salvo algunos casos muy puntuales, pues nadie se rasga las vestiduras hoy en el mundo por las 70.000 personas que mueren hoy. Entonces, ¿lo que vale una vida?: no vale nada.
A-Bueno, has hecho esa cuadruple distinción, pero no sé para qué, porque en realidad la has hecho para tú mismo anularla, porque después de todo, que se trate de actitudes religiosas, o de Poder económico, o todo lo demás, aquí hace mucho tiempo que nos parece que da lo mismo, porque, por decirlo en el caso estremo, ¿qué más da Dios que el Dinero, si la faz principal de Dios en la actualidad es justamente la faz del Dinero? ¿Es que no hay ahí Religión, tanta o más que había en el viejo Régimen? Así que la distinción parece que, si se saca, es para justamente anularla. Por si alguien quiere distinguir mucho. Lo que tú has llamado ‘Sociedad’, efectivamente lo has dicho bien: es la Mayoría, y lo que en los horrores que os he conmemorado (), era al mismo tiempo el tormento de conciencia individual que se nos aparece, y la obediencia mayoritaria a la orden del Poder, venga de donde venga; da igual que sea un Sacerdote, que sea un Dictador, que sea un Banquero, el que se presente como portador supremo de esas órdenes de matar.
-Es que no sé si me he enterado de lo que estás preguntando, pero de lo que no me he enterado es de cómo se hace tolerable ese horror
A-Perdónanos, Rosa, pero ¿no te has enterao de lo que he dicho, o de lo que dicen ellos?
-Yo creo que de nada, pero me parece que lo que estás planteando es cómo se asimila el horror.
A-¿Pero tú te has enterao de lo que dicen ellos, no? Lo has sufrido mucho.
-Sí, claro, pero entonces yo estoy pensando que a mí una cosa que me llama muchísimo la atención es que cuando ....... Bueno, yo lo he esperimentado de otra manera, más atormentada quizá por circustancias más personales, pero cuando mi hijo era muy pequeño y veía una película, había que decirle inmediatamente quienes eran los buenos y los malos, y ahí ya terminaba el conflicto para él, porque si no sufría muchísimo. O sea, como viera una película y no supiera quienes eran los buenos y los malos, es que se pasaba la película llorando, y entonces había que decirle quienes eran los buenos y los malos, y a partir de ahí ya podía ver la película. Hasta que llegamos a “El Padrino”, que ahí ya (), pero claro, ya se la puse de más mayor, y ahí ya empezó de verdad el conflicto de que el horror es horror, y que no hay escapatoria posible ni por un lado ni por otro ni por arriba ni por abajo.
A-Si, pero no era esactamente eso lo que buscábamos, sino cuales son tus reacciones frente a los horrores y al estrañamiento de horrores que el Régimen te propone. Desde luego que la necesidad de distinguir, niño o mayor, entre los buenos y los malos, tiene que ver con el asunto, eso nadie puede negarlo, pero hay que ver cómo tiene que ver, no hay por qué confundir demasiado pronto los problemas. ¿Qué más?
-A mí me parece que no puedo asumir toda la cantidad de barbaridades que ocurren, y entonces pues se oye alguna noticia, y dices: “¿pero cómo es posible que esté pasando esto?”. En los provocados por guerras y compañía, inesplicable desde varios puntos.
A-Bueno, son justamente los que estamos ahora tratando de esplicar, y por supuesto el que no puedas asumirlos habría que demostrarlo: no poder asumirlos querría decir tirar el televisor por la ventana, no volver a ver una película, no leer una novela más, asumiendo de alguna manera que si te lo tragas hasta cierto punto se asume. No penséis que tampoco ese estrañamiento tiene que referirse a sitios que estén tan lejos, o a épocas de sesenta años para atrás. Os voy a recordar, por si esto os ayuda a sacar vuestras reacciones, que cuando yo estaba, casi de muchacho, de Catedrático de Istituto en Zamora (Catedrático de Latín, estaba metido en lo de la Enseñanza), había un profesor de Literatura, que lo había sido mío ya, mi profesor de Literatura, respetable, venerable, hombre de Orden como el que más. Este hombre, en un rato que se me ocurrió pasar en el recreo por la sala de profesores, donde estaban charlando, sacó un recuerdo, de la guerra civil supongo, de cómo un Coronel al que él conocía como amigo suyo, frente a una serie de barricadas o cosas por el estilo que habían montado frente a las tropas de los buenos, con muchos niños puestos por delante y tal, el Coronel tuvo que dar la orden de disparar contra los niños. Y cuando alguien le preguntaba, el Coronel decía: “¡bueno, para que después todos ellos se vayan a convertir en unos rojillos y en unos malhechores, pues entonces más vale acabar!”. Y el profesor de Literatura dijo: “¿Qué quieren ustedes?: hay que decirle que el Coronel tenía razón”. Eso para acercároslo un poco más, y además presentaros bien la cuestión ésa de la valoración de las vidas, humanas incluso, que es lo que nos traemos ahora entre manos. ¡Más reacciones, por favor! Sí.
-Un buen punto de referencia podía ser la cuestión de la pena de muerte, en el sentido de que podían tener todos estos mensajes de los Medios una función Pedagógica en el sentido de que puede haber una evolución en la mentalidad de la gente, porque la pena de muerte va en regresión, pero luego resulta que vienen las lapidaciones de los islamistas o de otras culturas, y al fin y al cabo no hay forma de asegurar que dentro de cien años no se generalice otra vez la pena de muerte, o sea, que no hay tal evolución, no hay forma de saberlo.
A-¿Tanto odio tienes tú a la pena de muerte?
-Yo no soy partidario, pero no hay forma de....
A-Que te aterra que se pueda generalizar, es decir, que.............esto está, claro, tocando muy de cerca lo que ando buscando: rechazas la pena de muerte, como muchos, incluso Mayorías, la rechazan, pero las otras penas de lo que sea las conservas, sin entrar a sospechar por un momento que las penas están indisolublemente unidas, y que de alguna manera toda la Justicia es una, y que lo que justifica una pena de muerte es, después de todo, lo mismo que justifica muchas otras cosas que no son propiamente una ejecución. Lo que sacas de la pena de muerte es una cosa que es interesante por lo floreada que está. Yo he tratado de recordaros casos en que la pena de muerte está eliminada o reducida simplemente a una orden del Superior. ¿Qué quiere decir que ahora se tenga que florear tanto la cosa, que haya de alguna manera que llamar al juez, a un jurado incluso donde la mayoría se comprometa, y que después de pesar y de sopesar los prós y los contras, voten y decidan ‘Muerte’, para después, al cabo de unos meses, con las posibilidades de recursos a la Superioridad y demás, si no tienen éxito, la ejecución se cumpla? Todo este floreo, que es desde luego cuando llegan noticias de él una especie de cosa odiosa aparte de la muerte por lo cansina, por lo sobada, y justamente por lo floreada que viene, esto es lo que nos hace distinguir entre las maneras de administrar muerte vigentes en los países avanzados hoy día, de los cuales vosotros sois parte, y os estoy animando a ver cómo se esplica que siendo tan prolífica y tan elocuente la presentación de los horrores, parece que no altere nada, que no sea eficaz, () la posible aniquilación por lo del estrañamiento mismo. Sí.
-Con esto de las penas y las leyes se me ha ocurrido un caso curioso respecto de lo de la valoración de las vidas, que es que el matar en defensa propia esté permitido, de lo cual se puede deducir que la vida de uno vale más que las de los demás.
A-Sí, pero en el nivel más venial, porque fíjate que hasta ahí parece que la Justicia, que autoriza la muerte en defensa propia, que ‘la perdona’ digamos, en términos del antiguo Régimen, lo que hace es imitar a lo que se supone que pasa con los tigres y los ciervos. Está por ahí una () también entre ellos: ellos luchan por la existencia, y ya os he dicho a propósito de lo de los tres niveles que en el nivel de la Realidad efectivamente, aparte de lo que la Ley autorice o no autorice, claro, está la posibilidad de que de vez en cuando uno se encuentre en el caso de que o te mata el que tienes enfrente o lo matas tú. Cabe que se dé, y entonces la posible toma de eso como un caso y su autorización judicial, es secundaria. Hay que fijarse más bien yo creo en sitios donde no hay siquiera ese recurso a la comparación con los animales. Los que os he sacao son de ese recurso, son casos en los que evidentemente a nadie () los animales, que tienen un Jefe que le da la orden a otro de la manada para que se encargue de matar a otro más allá y cosas por el estilo, todo lo cual hace ya intervenir a la muerte en el nivel más alto, la muerte a la que se refiere en cuanto a valoración esa cosa de que si uno fuera de verdad el que es, la muerte de uno sería inconcebible. Y la orden que recibimos desde Arriba es efectivamente que creamos que sí, que uno es el que es. O sea, no se trata ya solo de la Ley de la existencia, que es luchar por subsistir; se trata de algo que viene de más Arriba y que produce efectos incomparablemente más catastróficos que cualesquiera cosa que se pueda ver entre hormigas, abejas, leones, ciervos, o lo que sea.
-Eso incluso aunque desde Arriba se amenace de muerte, que te digan: “si no obedeces, te matamos”. Ahí no se puede hablar de una especie de obediencia en defensa propia.
A-No.
-Porque es una amenaza de futuro, o algo así.
A-Sobre todo yo he sacao este caso, que no sé de dónde me llegaba, del que recibe la orden de hacerse ejecutor, ir al bosque y disparar. Y se le da la elección de, o no recibir la orden y dar un paso al frente y que lo maten a él, o obedecer, ir al bosque y disparar cuando el policía le ponga delante la víctima que le toque, la que sea. Ahí efectivamente nadie puede comparar eso con una directa lucha por la existencia: se trata de un conflicto entre la obediencia a la Ley superior con otra cosa que se opone a esa obediencia por lo bajo. ¡Bueno, ¿qué más?, venga!
-Me acordaba yo ahora de una conversación que había tenido con una gente que había hecho el Camino de Santiago, y que venían diciendo que era muy bonito, y que si el paisaje, y luego también decían que la gente que te encontrabas, y que te invitaban al hospedaje. Y yo oía, y se me ocurría decir que si el campo es bonito, en cualquier sitio es muy bonito, y ¿por qué allí con tanta gente, todos seguidos, que se tienen que molestar? Y por otra parte he oído que a la gente la desvalijan, la asaltan. Y me respondían: “¡Claro, como en la misma vida!”. Yo no sabía qué decir, y dije: “Claro, es que el mal está entre nosotros, y tiene que manifestarse”.
A-“En las peregrinaciones, lo mismo que en otros sitios, como en la misma vida”. Sin que tuviera que ver nada el barullo de la peregrinación ni la acumulación de eso, ¿no?
-Sí, aceptando lo que pasara como natural, como que tenía que ser así, que era así.
A-Hay que buscar casos más concretos para esto de hacer desaparecer el estrañamiento. Os lo voy a advertir como guía: en lugar de tomar la actitud que se espera de nosotros, que es la de estrañamiento, la de “aquí no pasan esas cosas”, “hoy no pasan esas cosas”, en lugar de eso hay que tomar los propios horrores que nos sirven los Medios como una caricatura; como una caricatura de la normalidad. Si es que sirven para algo aquí en esta tertulia y pueden servir al contrario de como se quiere que sirvan cuando se nos sirven, entonces tiene que ser por ahí: efectivamente uno reconoce los horrores que os he recordado de hace 60 años, de otros tiempos o de otros lugares, como reveladores de lo que está pasando ahora y aquí. Como reveladores de lo que está pasando ahora y aquí. Y si uno sigue separando la cuestión de ‘muerte’, ‘ejecución’, ‘condena a muerte’, como si fuera el horror único, por ser el último, es porque efectivamente ahí está todavía obedeciendo a esa valoración suprema de la vida que el Ideal le impone, y que le permite cargarse todo lo demás como poco importante. Bueno, intentar esta desaparición de la veneración suprema de la condena a muerte, es algo que lo tenéis ya nada menos que en el Evangelio, lo podéis encontrar. No me acuerdo si en varias de las versiones de los evangelistas o en una, Cristo comenta la Ley antigua y dice: “La Ley te dice ‘no matarás’, y yo os digo que el que llama idiota a uno de sus vecinos, ya ha matado”. Ése es el camino, y es un camino que efectivamente cuesta, porque nos domina esa veneración de la vida determinada por una muerte, por su fin, que por otra parte en cuanto uno se lo toma en serio es inconcebible. Pero nos domina todavía esa idea que nos imponen, y no nos permite fácilmente dar ese paso, llegar a reconocer que cualquiera que adquiere derechos sobre un prójimo cualquiera (por Matrimonio, por Autoridad, por Puesto que ocupa), está haciéndolo ya, que cualquier adulto que se cree que puede educar a un niño y llevarlo por buen camino está haciendo eso ya. No voy a recordaros actitudes, pero esto es así, en cualquier trámite burocrático o familiar se os da, y ahí está efectivamente esa Fe que en definitivamente, sí, puede llevar a la ejecución mortal. Pero vamos, el límite no tiene por qué cegarnos, pienso. ¡Venga, dí!
-Yo no sé si tiene que ver con el tema, pero las campañas que hace la Dirección General de Tráfico son cada vez como más bestias, y cuando tu ves los anuncios que hacen, yo no sé si eso realmente hace que haya menos accidentes de tráfico, pero son muy brutos, y hay gente a la que realmente le hacen daño estos anuncios que hacen ahora, y hay gente que dice que está bien porque así uno va concienciado. Entonces yo no sé, me da miedo coger un coche, porque digo “¡Joder, me voy a matar!”.
A-Sí, sí. No sé si llegarán a ser mayoría los que se muestran conformes, pero si no son mayoría desde luego se pretende que lo sean muy pronto. Se conforman con eso, es decir, con que un auto se convierta en una especie de tanque de guerra acondicionao con todas las maneras posibles para que el enemigo no le ataque, y que se monten en él como si siguiera siendo un cochecito. Un cochecito, cuando está cargado de todos esos armamentos y cosas, ¿no? Desde luego seguramente se está pretendiendo que la mayor parte de la gente trague, lo admita, lo que sea. Ahí tenéis el caso: el horror del automóvil se centra en el número de muertes, se valora justamente por el número de muertes semanal, mensual, anual. Os la cuentan todavía, y cuando son 7 menos que en el año anterior hacen casi una fiesta. Hacen casi una fiesta, sin contar para nada todas las órdenes, multas, aumento de Policía de Tráfico, que esa pequeña disminución ha contado. Entretanto el automóvil en sí como Istitución es sin más un arma de muerte. Y no de muerte de que vayas a atropellar a alguien o de que te pegues un tortazo, sino de muerte en el sentido de que te metes allí y estás ya como metido en el ataúd, estás como medio enterrao, hasta tal punto llega la obediencia, y estás enterrao por la obediencia precisamente porque te convencen de que eres tú el que conduces. Es evidente que tú no eres ya nada más que lo que al auto le hace falta para seguir funcionando y vendiéndose, pero sin embargo la Fe en que eres tú el que conduces, ésa tiene que seguir rigiendo. Cualquier cosa de la vida corriente sirve, pero ya que sacas campañas, una vez ya en algún periódico hice la comparación entre el asunto de la campaña antitabaco que todos habéis padecido como yo, con la historia de los nazis y los judíos. La campaña antitabaco, aparte de que sea una orden del Ideal de Arriba, de la Autoridad, en nombre nada menos que de la salud (“El tabaco mata”), donde las causas las han reducido a una y dan la orden de que el tabaco mata, aparte de eso lo terrible es que ves que también la mayoría amenaza con convertirse en un agente de la campaña: una señora que te estás fumando un cigarrillo asomado al tren antes de que marche se acerca a decirte que aquí no se puede fumar. Agentes voluntarios, eso es lo terrible que os dan aquí lo mismo que allí, y por eso decía que los que se empeñan en el ideal (fundado en el miedo del cáncer, en el miedo de la muerte), en el ideal de que nadie fume nunca nada en ningún sitio, ése es justamente el ideal totalitario, que es el mismo ideal que llegado el caso hace que ésos mismos decidan que no puede haber más judíos en el mundo, que todos los judíos desaparezcan, judíos o lo que sea. Es el mismo, y ése es justamente el salto que os estoy proponiendo. ¿Qué mas, entonces? Sí.
-Es un caso personal, pero bueno: estaba en una piscina, empecé a comerme un bocadillo, y llegó el socorrista y me dijo que no se podía comer. Yo no entendía por qué, y estuvimos discutiendo un rato hasta que él me dijo: “no, es que me han ordenado que no deje a nadie comer”. O sea, como que él estaba obedeciendo a su vez. Y yo dije: “¡Claro, pues yo ahí qué voy a decir, si estás obedeciendo!”.
A-¿Y a él no le habían dicho por qué razón?
-Él no me lo dijo, la verdad, sólo me dijo “es que es mi trabajo, y yo obedezco lo que me han dicho”.
A-Por menos de nada la razón que la Autoridad tenía era la misma: la salud. Porque entre la gente, vosotros lo recordáis, y yo de pequeño lo recuerdo bien, era por lo menos una creencia supersticiosa que el meterse en el agua después de comer era malo, que se podía, como se decía, ‘cortar la digestión’. Es una superstición dudosa, porque efectivamente eso a lo mejor puede en algún caso hacer mal, y otras veces no, pero vamos, por lo menos, (), y puede que ahora la Autoridad simplemente se haya hecho cargo de eso ya como una causa, como una seguridad, y que prohíba comer por bien de los bañistas, para que no les pase nada malo, no se les vaya a cortar la digestión. Estoy conjeturando, pero no me estrañaría nada.
-Es que estamos viendo ideales muy fáciles de atacar, porque a mí esos ideales que tú dices yo ya los veo que es una gilipollez: lo de que el tabaco mata, me la suda, porque yo voy a fumar igual, y el coche es un estafermo que te matas, y a mí me la suda también, aunque me haya servido muchas veces para escapar, pero bueno eso es otro tema. Pero a mí el ideal que me revienta, es que hay que pasárselo bien en verano y con la Familia. El tabaco me da igual, el coche me la sopla, pero la Familia en la piscina pasándoselo bien, eso es que cualquier día saco una metralleta, ¿eh? Ése sí que es un ideal que a mí me mata.
A-Es que justamente de lo que hablamos no es del tabaco, o de lo de (): hablamos de la orden, y por tanto la Fe. La orden, y la Fe con que la Mayoría adopta la orden.
-Y se lo pasan bien, con la cuñada, con la suegra, con el primo, con la otra, y sonríen y se lo pasan bien, y tú estás allí, y dices “¿Y yo tengo también que hacer lo mismo?”. Y lo peor es que vas y lo haces, porque si no pareces un pedante y un gilipollas.
A-Acabas haciéndolo con cualquier motivo, sí, porque te parece que lo contrario sería singularizarte, presumir de raro. Eso son los conflictos que se presentan, pero ahí está la raíz: lo esencial, de lo que la cuestión de la ejecución mortal no es más que un caso, es la Fe, lo que viene de Arriba, y el hecho de que después uno en la mayoría de su alma, y desde luego en las poblaciones la mayoría de la gente, parece que adopta y obedece a esa Fe que se le ha impuesto como si fuera cosa de Naturaleza incluso para eso, para la salud, para no coger un corte de digestión, o un cáncer, o cosas por el estilo. ¿Qué más?
-Me he acordao ahora de que cuando las guerras y todo eso incluso salieron modas donde iban vestidos como los militares. Mucha gente iba con los trajes militares imitando eso. ¡De qué manera afecta a la gente en el comportamiento, en las formas de actuar diariamente!
A-Creen que los soldados es un producto natural, y lo mismo que entre los animalitos hay razas y subespecies, pues aquí hay soldados, hay policías, es parte integrante de esta naturaleza nuestra, que es la que nos ha tocao, y por tanto no puedes estrañarte de que tu sobrino por ejemplo se haga policía, se haga soldao, ¿por qué no? O tu sobrina, incluso. ¿Qué más?
-() los horrores y todas estas noticias, porque yo recuerdo que hace mogollón de años, cuando no había tantas noticias, no estaban tan repartidas como hoy día, que ya todo el mundo se entera de todo: el Poder necesita estar machacando continuamente, porque el impacto no es lo mismo cuando tu oías hace 40 años que en una manifestación había muerto un obrero, que todo el mundo se sobrecogía, y hoy en día parece que es normal que haya horrores y brutalidades. Y eso se va asumiendo, se va asumiendo, y llega un momento en que se considera que es algo inherente a los llamados humanos, a los hombrecillos.
A-Quieres decir que la propia abundancia o sobreabundancia de Información quita aquello poco que podía haber quedado de lo que recuerdas que dijéramos de compasión, que es una actitud a la que aquí ni siquiera nos hemos referido, porque no se trataba justamente de eso, pero efectivamente podían esas cosas recibirse a lo mejor con un poco de compasión. Compasión, que quiere decir ‘padecer juntamente con’, es decir, participar en lo que al otro o a los otros les pasa, y participar incluso en su muerte o en su conciencia por tener que matar a un prójimo y todo eso. Eso está justamente anulado por ese otro producto que es justamente lo que hemos llamado ‘el horror’, que se permite gracias al estrañamiento.
-Lo más sintomático es esto de que igualmente la pena de muerte, ya no se practica tanto, pero sin embargo en la vida civil se practica algo que es mucho peor. Anteriormente había en tiempos de Franco 20 años como máximo de la pena, la Ley de los 20, y cuando una persona llevaba 20 años en la cárcel, aunque hubiera sido condenado a 190, lo ponían en la calle. Eso era en tiempos de Franco, y sin embargo actualmente una persona puede ser condenada a 60, 80, 90, y hay gente que quiere que la condena se cumpla íntegramente, y a ser posible que por lo menos 40 añitos, y esto es una barbaridad tremenda.
A-Bueno, pero al lao de lo que nos toca, Jaime, es una barbaridad así como muy venial, digamos, ¿no? Ahora las cárceles están muy bien, no te olvides, ahora se vive muy bien en las cárceles, y entonces los presos mismos, si se les dice que 90 años, pues dispuestos a lo mejor a vivir en la cárcel 90 años. Ya se van olvidando de qué quería decir eso de libertad, y si se escapa alguno de vez en cuando aprovechando los descuidos, pues es, ¡qué se yo!, (). Mucho interés en distinguir entre dentro de la cárcel y fuera yo creo que ya no hay, hasta tal punto lo de fuera trata de parecerse cada vez más a lo de dentro de una manera o de otra, ¿no? Solo que la distinción hay que seguirla manteniendo, ¿eh?: en la cárcel estás encerrado, privado de libertad, y aquí fuera no, eres libre, puedes hacer lo quieras, y justamente ése es el regalo que la Democracia le vende a tó Cristo, a las Mayorías que quieran aceptarlo, aceptar eso como libertad. Por eso es tan importante cuando la gente que está por lo que sea como gente, que es todavía contra el Orden, clama en nombre de la libertad, es tan importante evitar que la libertad se tome como una cosa positiva, como un bien, porque así es justamente como te lo venden, como un bien, y ‘un bien’, ¿qué quiere decir?: pues es un bien que se puede vender, y que se le puede dar a cada uno, y por tanto efectivamente la libertad se puede manejar, se puede conceder, se puede vender, y desde luego a uno. Lo importante es mantener esta Fe, que es contra la que en definitiva se está hablando, esta Fe de cada uno en sí mismo, en lo único de su vida, que viene de que su muerte es inconcebible. Éste es el bien de la Democracia, el éxito de la Democracia está fundado en esto, en este artículo de creer cada uno en sí mismo, creer que uno es libre, creer que sabe adónde va, qué quiere, qué vota. Ése es el primer artículo de la Democracia, y así es como nos tienen de contentos. No sé si vosotros estáis muy contentos o no, pero vamos, puedo decir tranquilamente “así nos tienen de contentos”, porque ya el otro día os recordaba que el gran ostáculo para que aquí podamos hacer algo es lo bien que vivimos bajo la Democracia, en este Orden, lo bien que vivimos, de manera que por si acaso os recuerdo que es para eso para lo que traía las reacciones frente a los horrores. La libertad no puede ser algo nada más que negativo, libertad es NO, y la negación tiene que referirse a lo que sea. No ya sólo a la condena de muerte, no sólo ya a los horrores de otros tiempos o de otros sitios, sino, gracias a la caricatura misma de esos horrores, al reconocimiento de eso en casi cada acto, casi cada acción en que uno convive, consiente, con el Poder, con sus Istituciones, y se toma fácilmente no ya como paciente, sino como agente también de esas propias Istituciones.
Bueno, tal vez tenemos demasiado calor, o yo por lo menos, y vamos a tener que dejarlo, porque además esto requiere seguirle dando más vueltas, así que traed más reacciones ante eso o ante lo que sea, si el Señor nos deja dentro de siete días.