09.09.2010
Agustín García Calvo
Ateneo de Madrid
Tertu246-9-9-2010#Tertu246-9-9-2010.mp3
TRANSCRIPCIÓN:
Esto venía a cuento, como saben los que estuvieron el último día, de un intento de Sicoanálisis de la Sociedad, de la Sociedad humana en primer lugar, como entrada para el Sicoanálisis del alma de cada uno. Lo recordáis, porque suponíamos que por mera táctica, es después de todo más fácil que atacarse a uno directamente y descubrir su mentira, descubrirla en la Realidad que nos rodea, especialmente en esta Realidad de la Sociedad humana, para después venir a ver que después de todo es el mismo análisis el de la Sociedad y el que se hace sobre uno.
Esto, aclarando algo que sabemos de hace tiempo: que uno mismo, en cuanto que es uno, en la medida que es uno, es idéntico con el Estado, idéntico con el Capital, y no puede aquí consentirse ninguna ilusión de una revuelta, de un ataque contra el Orden, que no incluya en primer lugar el ataque contra uno mismo, el ataque contra la Fe en uno mismo, en la cual el Orden mismo está fundado. Era a esto a lo que venían estas consideraciones que nos hemos traído, al final de las cuales el otro día me parecía, y os lo dije, que ello nos llevaba otra vez a repasar lo que hemos mal que bien descubierto acerca del Tiempo real, fundamento de la Realidad misma. Os lo recuerdo en muy pocas palabras: lo importante es haber reconocido que en lo que se llama en la Realidad ‘el Futuro’, no pasa nada, no está pasando nada; si no, no sería Futuro. Si el Porvenir llegara ya no sería Porvenir, y tiene que ser Porvenir, porque como Porvenir, como Futuro, se utiliza por todas partes y se nos impone, de manera que no puede ser: en lo futuro, en esa parte del Tiempo real (quiero decir el de los relojes y los calendarios, el Tiempo real, que no es el verdadero ni mucho menos, es el real), esa parte del Tiempo real, el Futuro, tiene claramente esa condición de que ahí no pasa nada. En esa otra parte a la que se llama ‘Pasado’, en lo pasado, tampoco pasa nada, puesto que ha pasado, y si ha pasado, ¿cómo va a pasar?, ¿cómo va a estar pasando? Estas dos partes que os he presentado seguramente tienen que ser dos por la razón que hemos encontrado a otros propósitos de que antes de decir ‘2’ está ‘izquierda/derecha’, está ‘lo uno y su opuesto’, ‘lo uno y lo otro’, y por tanto el Tiempo real para ser real tenía que ser así, con sus dos mitades contrapuestas.
Una vez que nos hemos convencido, yo creo, de que en el Futuro no pasa nada y que en el Pasado no pasa nada (y si alguno no se siente convencido me lo dirá enseguida), una vez que nos hemos convencido de eso basta con reconocer que el Tiempo real consta de la suma de ésas dos partes, y de nada más. De manera que por ejemplo el hecho que se llama ‘la vida de uno’, la vida de uno, en cuanto que sea algo real, está compuesta de Pasado y de Futuro, y nada más. Y nada más. De manera que parece que la vida de uno tiene esa condición de que no pasa de verdad, de que no pasa nada, de forma que si os han hecho creer que sí que pasan cosas, pues será porque os lo han hecho creer, porque es una de las ilusiones que el Imperio necesita para sostenerse. No pasa nada más, porque esa vida, ese Tiempo real de una vida, la vida que se cuenta por años, por calendarios, por relojes, está estrictamente compuesta de Pasado y Futuro, porque AHORA, AHORA, AHORA, eso escapa de la Realidad, eso está fuera, eso ya no es parte de la Realidad. Si uno no ha llegao a este desengaño, hay que ver cuáles son los restos de creencia, de lo que sea, que nos impiden reconocerlo, sentirlo como es debido.
Visto así el Tiempo real, como ya otras veces hemos dicho, se parecería a algo espacial, a un mapa por ejemplo, y en ese mapa es donde estarían señalados, clavados, nuestros futuros, nuestros pasados, los acontecimientos que van a venir y que tienen por tanto su señal en ese Futuro, y los acontecimientos que han pasado, que tienen su señal en la otra mitad. Una especie de mapa, de forma que si se nos quiere hacer creer que pasamos de uno de sus puntos a otro (de un punto del Pasado a otro punto del Pasado, posterior o anterior, de un punto del Futuro a otro punto anterior o posterior, y también que algún punto pasado viene a convertirse en un punto futuro, o más bien al revés, que algún futuro que nos habían predicho se cumple y viene a convertirse en un hecho, y ya por tanto pasado, costituído), todo eso son artilugios que tratan de disimular lo estático, lo muerto de ese Tiempo real que trato de describiros ahora.
Ante eso lo que sentimos cualesquiera con lo que nos queda de vivo, es que sin embargo, está pasando, hay un movimiento, un cambio, perpetuo. No sólo esto es así, no sólo es verdad esto, sino que tenemos que esagerarlo. Tenemos que esagerarlo y decir que no hay más que ese pasar, que no hay quietud ninguna, que es inconcebible la quietud, que no hay más que movimiento, cambio; cambio de unas cosas en otras. “Para seguir las mismas”, decimos aquí, pero de todas formas es cambio todo lo que hay, una dinámica perpetua. Parece que eso es lo que se nos impone sin más. Bueno, pues entonces hay que decir que a este mapa del Tiempo real de los años y de los minutos en el que nos hacen creer, si se le da movimiento es porque de alguna manera se le está aplicando esto que sentimos ahora. Y lo que sentimos ahora si nos descuidamos, es que nos estamos muriendo, deshaciendo, continuamente. Continuamente, sin parar. Nosotros, y las cosas. Nosotros, y las cosas. Esto es lo que ya se nos revelaba cuando reconocíamos que AHORA se sale del Tiempo real. AHORA, no sólo es que sucedan acontecimientos, que eso es cosa de las divisiones del Tiempo real, sino que hay una continuidad inconcebible en el deshacerse de las cosas, en el deshacerse de uno, o en el hacerse, el convertirse en otro, el convertirse en otra cosa. Hay una continuidad tan verdadera que por ello mismo es inconcebible, es decir, que no entra bajo las nociones del Tiempo real con su Pasado y su Futuro y sus horas y sus años y sus siglos. La verdad se sale de, nos saca de, la Realidad por tanto, porque en cambio el Tiempo real no consiste más que en Pasado y Futuro.
Esto resulta siempre tal vez demasiado simple, en un sentido demasiado evidente, pero por ello mismo ofrece gran resistencia a admitirlo, no ya sólo por ahí en los Medios públicos, sino en esta tertulia misma: “¿Cómo puede ser eso? ¿En realidad, no pasa nada? ¿No hay más que un mapa de sucesos ordenados?”. Y de verdad está pasando tan continuamente lo que pasa que no podemos ni concebirlo. La ilusión por tanto en la que nos hacen vivir consiste en una especie de intento de matrimonio entre esas dos cosas, de manera que está la Fe en los hechos futuros que se prometen, que se profetizan, que se calculan por probabilidades, y los hechos pasados que se historían, que están escritos de alguna manera, y todo eso, que de por sí no se mueve, no es más que una ideación, adquiere un movimiento (el movimiento real, como el de los automóviles, como el de nosotros mismos cuando andamos por ahí) solo porque le aplicamos la verdad del continuo pasar que se había escapado de la Realidad, que estaba fuera de la Realidad. Esto en muy pocas palabras es lo que os quería recordar antes de pasar a otra cosa. Ahora os pediré que los que quieran saquen las dificultades que siempre se nos oponen a intentar de verdad darse cuenta de esto que estoy diciendo, entenderlo en el sentido de ‘sentirlo’, ‘entenderlo’ como ‘sentirlo’, pero quiero antes hacer notar cómo esto se......junta con lo otro, viene a consistir en lo otro, en lo del intento de romper la ilusión de uno mismo, tan falsa pero tan poderosa. Supongo que muchos de vosotros ya perciben la ilación, pero tendremos que volver sobre ello.
Por ahora paso al plano político, a lo que se llama corrientemente ‘realidad humana’, ‘pública’, para recordaros nuestra desgracia, nuestro dolor. Porque todo este razonamiento, como cualquier otro razonamiento que descubre la mentira de la Realidad, si no sale de la desgracia, la propia y la ajena, no vale para nada. El razonamiento que trata de romper con la ilusión de la Realidad y la de uno mismo, como cualquier razonamiento que no sea servil, que no esté para decir otra vez lo mismo y que todo siga igual, tiene que partir de la desgracia y del dolor. Pues vamos a ver cómo eso lo sentimos tanto en el ámbito público como después, que vendrá a ser lo mismo, en el íntimo, en el privado en el sentido del ámbito de cada uno, de cada persona. Decir cómo sentimos la desgracia, la opresión, la imposición de la mentira, en la vida pública, entre las poblaciones de las cuales cada uno de nosotros se supone que forma parte, es demasiado fácil, eso lo tenéis por todas partes, casi no hay por qué insistir en ello. Nos encontramos por ejemplo con que de repente sales a la calle y te encuentras montada allí una enorme grúa y una escavadora........y no te has enterao de nada. Eso ya te va a condenar, para meses, para años, y eso, ¿de dónde ha venido? Pues como siempre: ha venido de Arriba, de una Orden Superior. De manera que esta desgracia que os cuento, que es común y corriente, y que todos la habéis padecido, es de las que no nos dejan engañar: no sabemos que nadie por acá abajo haya pedido ese desmantelamiento de la plaza o de la calle, no sabemos a qué viene, no se nos ha hecho entender por qué de repente tiene que estar ahí esa escavadora, por qué vamos a tener que estar meses y meses sufriendo esa..... Simplemente está mandado, ha salido un Decreto. Ésta es la cosa, y con eso os quiero hacer sentir la presencia del Ideal, del Poder, en la Realidad: ha salido un Decreto, caído de Arriba. Algunos entendidos a lo mejor que leen la Prensa y todas esas cosas tratan de razonar acerca de las razones por las que eso sucede, pero eso ya son trampantojos para hacer pasar mejor el guisado. Simplemente ha salido un Decreto, ha caído desde Arriba. O de una manera tal vez un poco más cercana, para no comprometer sólo a los Altos Ejecutivos, que son los que se supone que allá Arriba, muy Arriba, dictan estos Decretos, y para que metamos también a los Ejecutivos Medios, que son una gran parte de la población: viajero de ferrocarril, como yo mismo y algunos otros seguimos intentado ser, te encuentras que de repente han cambiado los horarios y las normas de circulación de determinados trenes. Nadie te ha avisado, ni puedes entender por qué ha habido ese cambio de horario, o por qué ha habido ese cambio en la presencia o ausencia de un tren o de otro. Ha venido de Arriba, pero conviene que entendáis por qué procedimiento ha venido de Arriba: ha venido de Arriba porque la RENFE o cualquier otra Empresa Grande tiene que alimentar no sólo a los Altos Ejecutivos, sino a los Medios Ejecutivos, una gran compañía de Medios Ejecutivos, es decir, aquellos que a lo mejor si se hubieran descuidado hubieran sido en tiempos obreros de la RENFE, pero que ahora son empleados en las Oficinas. Son empleados en las Oficinas, y estos empleados en las Oficinas, pues cobran, y como cobran, hay una especie de presión moral que les hace tener que justificar por qué cobran, para que están ahí, y entonces tiene que ocurrírseles de vez en cuando algo, y naturalmente lo que se les ocurre pues no es mas que una idiotez, porque en esos niveles, y no digamos en los más altos, cualquier ocurrencia, si no es directamente malintencionada para el servicio del Poder, es una idiotez. Es una idiotez pura y simple con la que había que llenar el tiempo, y entonces eso ha promovido que Fulano de Tal, lo mismo en la regulación de los trenes, que en la de los semáforos, que en cualesquiera de las otras Grandes Organizaciones de este mundo, para cumplir con su deber, para llenar su tiempo por el que le pagan, ha tenido que inventar una cosita. Han tenido que inventar una cosita, han tenido que introducir un cambio, y por tanto de ahí se ha desprendido una trasformación de ésas que te cogen, y que tú normalmente recibes diciendo “bueno, lo han mandado, está mandado, ha salido un Decreto......”. Siempre de Arriba.
Voy a deciros formas un poco más ‘entrañables’, como dicen los periodistas, en que esto mismo se produce: el Poder convierte a las poblaciones, en sus grandes mayorías, en atletas y en espectadores de atletas. Los espectadores son muchos más que los atletas, pero vamos, los atletas son una cantidad considerable, y no hay que dudar que tanto los espectadores como los atletas se nutren de los contingentes de la población, los convierten en eso. Os llamo un momento al sufrimiento, a la desgracia, por parte de los atletas, antes de pasar a la estupidez de los espectadores: la condena a un trabajo de entrenamiento bárbaro, largo, tremendo, para conseguir ponerse en forma y al día, y poder aspirar a una Medalla. Ésta es una cosa que se nos ha impuesto, y lo mismo los atletas que los que simplemente somos espectadores, lo tomamos como algo que debe ser así. Es una buena muestra de en qué se nos ha convertido la vida que pudiera haber habido si no hubiera Amo, si no hubiera Poder. Porque se supone que eso del Deporte (la traducción que se han buscado aquí de lo de ‘sport’, ‘sporting’), era justamente algo del orden de las actividades no intencionadas, no dirigidas a ningún fin; era un juego, un vagar. Un vagar que podía venir a parar en saltos en la hierba, en trepar por una colina, como no venir a parar en nada de eso, sino otra cosa. El Deporte ha arrasado eso completamente, lo ha convertido en una actividad esactamente igual que la de el Trabajo, una actividad con fin, destinada a alcanzar una meta, destinada por ejemplo a la Victoria y al Premio, lo mismo que las actividades de cualesquiera trabajadores que les hayan caído debajo. Esto es una muestra de lo que solemos llamar ‘Administración de Muerte’ para caracterizar la actividad del Poder, ‘Administración de la Muerte-siempre-futura’, que es la real y la falsa. Ahí lo tenéis.
¿Y para qué voy a recordaros también lo que hacemos con los niños? ‘Hacemos’, porque ahora estoy empleando el ‘nosotros’, de tal manera que reconozcáis que aparte de la actividad suprema de algunos siervos, los más obedientes, que ocupan los más altos cargos del Poder, y de las actividades de los oficinistas, de los Medios Ejecutivos, nosotros en general nos hacemos estas cosas, y nos las hacemos efectivamente consintiéndolas, que ya es mucho, y divirtiéndonos como si no pasara nada, por ejemplo con la espectación del resultado de los sufrimientos del atleta, del sufrimiento de la niña a la que se ha educado para bailarina durante años para una eshibición de la que vosotros disfrutáis por la televisión, o directamente, o como sea. Con estos niños, nosotros, los mayores, ¿qué hacemos?, ¿qué cosas hacemos?: hacemos muchas, muchas barrabasadas con los niños, por supuesto; es casi todo lo que hacemos. Por ejemplo los mandamos a la Escuela. Por ejemplo los mandamos a la Escuela, sea cual sea el tipo de Escuela. Ahora bien, la Escuela consiste en la Fe en que nosotros los mayores, los Padres, los Maestros, sabemos lo que es la vida. Por lo bajo está ya resonando lo que quiere decir eso, “sabemos lo que es el Dinero”, pero bueno, generalmente se disimula diciendo que creemos que sabemos lo que es la vida, y que por tanto podemos enseñarles a los niños cosas útiles de las que nuestra esperiencia, la esperiencia de siglos de la Humanidad y la esperiencia de cada uno de los Padres o Maestros les ha proporcionado, y los metemos allí. Y la Escuela ocupa el sitio del jugar. Ésta es una trampa que en las etimologías de las palabras no ha podido menos de dejarse revelar: en griego se llamaba ‘sjolé’, que es el sitio de donde ha venido nuestro ‘Escuela’. ‘Sjolé’. ‘Sjolé’ quería decir ‘vagar’, ‘ocio’. Fijaos la mentira descarada: a los niños se les mandaba a vagar. Y efectivamente, en el progreso de la Escuela ya veis que muchas veces se les manda directamente a jugar, pero se les manda a jugar como si un jugar que le mandan a uno pudiera tener algo de jugar y no se hubiera convertido ya en otra cosa, en un cumplimiento del deber, en un trabajo como los demás trabajos, ¿no? En latín lo llamaron ‘ludus’; todavía más descarado si cabe. ‘Ludus’, que quiere decir ‘juego’, precisamente ‘juego’. ‘Juego’, y justamente mandar al niño o a la niña a la Escuela de primeras letras se decía ‘mandarla al ludus’; ‘a jugar’, una vez más. Esto os lo digo para que aparte de sentir conmigo la desgracia sintáis la hipocresía, que hasta en los nombres se revela, con que todo esto se impone, y que es naturalmente una parte importante del tinglado que trato de haceros sentir en este momento. Os estoy invitando a hacer sentir cómo en lo público, en las Istituciones, podemos percibir, sentir, el dolor, la desgracia. No sabemos qué otra cosa queríamos, y a quien os venga con esa respuesta o con esa objeción, pues ya sabéis lo que tenéis que decirle: “no lo sabemos, no sabemos qué otra cosa queríamos, no sabíamos qué queríamos que fuera eso de la vida, no sabíamos qué queríamos que fuera eso de jugar, que fuera eso de vagar”. No, no lo sabemos, pero eso no quita para que sintamos la trampa, el dolor, el sufrimiento, la desgracia, que se está imponiendo a niños y a mayores en todas estas ocasiones.
Todo está regido, ya os lo voy avisando, por el Tiempo en su forma primera, que es de fin: lo que el Poder quiere, es que cualesquiera cosas que pudieran suceder, que pudieran pasarnos, se conviertan simplemente en implementos para alcanzar un fin (alcanzar la Victoria el atleta, alcanzar el Premio el literato, el filósofo, el científico incluso, o alcanzar el Título en la Escuela o donde sea), de forma que notad que no se puede separar esta desgracia que os estoy haciendo revivir de la cuestión ésa del Tiempo real, de en qué consiste el Tiempo real.
Pero me interesaba más todavía volver sobre lo que había dado origen a esto, que era la relación entre el análisis que se puede hacer de las poblaciones, como el que ahora burdamente estoy intentando, y el análisis de uno mismo. ‘Sicoanálisis’, decía, análisis o disolución de El Yo. Ya recordáis: El Yo, que no soy ‘yo’, porque ‘yo’ no soy desde luego El Yo, ni El Yo tiene ningún derecho a ser ‘yo’. Pero os han hecho creer que sí, y a poco que os descuidéis, pues lo creeréis, y os confundiréis una vez más. Vamos a ver cómo esto opera. Lo mejor es ver las barrabasadas que a su vez hacemos nosotros y cada uno de nosotros con eso que llamamos ‘nuestro cuerpo’. A eso es a lo que os llamo la atención un momento: ¿qué es lo que hacemos con nuestro cuerpo? Lo primero es que ‘es mío’, ‘es mi cuerpo’. Lo que dice ‘es mi cuerpo’, os presenta en grado estremo lo que también quiere el Padre decir cuando dice “¡son mis hijos!”: quiere decirse que tengo todos los derechos, que en el momento en que son míos y que mi cuerpo es mío, tengo todos los derechos a hacer con él lo que quiera. ¿Y quién coños soy yo para ser el posesor de semejante cosa? Os costará trabajo responder a ello, pero desde luego es el cada uno de nosotros, es decir, de los entes humanos, reales, corrientes, mayoritarios, que es de lo que os estoy hablando: cada uno está convencido de que su cuerpo es suyo, que puede hacer con él lo que quiera. Lo que hace, ya sabemos lo que es. No quiero cargaros la conciencia, porque seguramente cada uno de vosotros, más o menos a solas o en compañía, cometerá alguna de estas barbaries con el propio cuerpo, pero de todas formas tengo que recordarlo así en general: lo sometemos por supuesto a Trabajos, es la Ley, y entonces se supone que al cuerpo, como es mío, le corresponde trabajar para alimentarme a mí, sea yo quien sea. Ésa es la cuestión, de manera que lo sometemos por ese lado, pero luego lo sometemos por vía de el afeite y la higiene, es decir, “como es mío, por ejemplo me lo adorno”. Me lo adorno, ¿para qué?: me lo adorno para lucir más en el Mercado y para poderme vender más caro, o más cara, y entonces con ese motivo pues me hago una serie de faenas cosméticas, de las que todo el mundo tiene costancia, y que desde luego por otra parte están moviendo cantidades ingentes de Capital, no hay por qué olvidar que lo uno va siempre concorde con lo otro, ¿no?
Le hacemos comer lo que yo quiero, lo que a mí me gusta. Pero Yo soy un imbécil declarao. Yo soy, sea quien sea, un súbdito del Estado y Capital, Yo no sé nada, Yo no sé más que tonterías, no tengo más que ilusiones, pero ¡amigo!, soy el Amo, soy el Dueño, de manera que entonces le mando comer, le mando comer al cuerpo, olvidándome del todo de lo que podía ser apetito, ganas, deseo..... Todo eso no cuenta para nada: le mando comer lo que hay que mandarle comer, que unas veces, pues sí, serán a lo mejor gustos más o menos cercanos a los que podía tener el pobre cuerpo, pero que otras veces se habrá alejado completamente de ello, y que desde luego obligan a digerir lo mismo lo uno como lo otro sin ningún remordimiento de conciencia. Libros, revistas, llenas de (), dietas: os enseñan cómo hay que comer, es decir, cómo tenéis que regir a vuestro cuerpo para esta actividad de comer, lo mismo que para las demás. Y la mayoría (no digo vosotros, confío en que no), la mayoría los compran, y se los leen, y los obedecen, y efectivamente aprenden dietas y normas de comer, ¿no? Entre someterlo a cosas como el Trabajo y otras indignidades y someterlo a éstas otras operaciones que os recuerdo, el pobre cuerpo acaba hecho una birria de ordinario, y entonces viene la Medicina, y entonces le hacen ya la puñeta por la parte de atrás, doblemente: entonces cogemos a nuestro pobre cuerpo, lo llevamos al médico, lo llevamos al Hospital, lo llevamos al Siquiatra o lo llevamos a quien sea para que efectivamente nos lo cure, nos lo ponga ‘normal’ y ‘en orden’, ¿no? El resultado será cual sea, pero de momento esa entrega a la examinación médica, al seguir las prescripciones, a la adquisición de los medicamentos, a la ingestión de los propios medicamentos, sea cual sea el resultado, eso de por sí es ya una desgracia, es una penalidad, incontable. Eso supongo que lo reconoceréis conmigo. Pues eso son las cosas que se hacen con el cuerpo.
¿Y qué era eso del cuerpo? Pues antes de ser ‘mi cuerpo’, desde luego no era nada real, era algo mucho más rico que toda la Realidad. Con eso de ‘el cuerpo’, como otras cosas que se dicen así con su nombre desde que se inventó el Alma, hace ya muchos siglos, y el Alma le puso al cuerpo el nombre de ‘cuerpo’ para distinguirse, con el cuerpo y todo eso, pues se ha hecho todo lo que estamos diciendo: se le ha convertido en algo plenamente real en cuanto sometido, en cuanto posesión de uno mismo. Lo mismo que en la ocupación corriente de la tertulia decimos que el Poder (Estado, Capital, Dios, lo que sea), se ejerce sobre algo que había y que no estaba sometido hasta que lo sometieron, algo que llamamos ‘pueblo-que-no-existe, pero que lo hay, siempre lo hay’ (siempre lo hay, y venimos aquí a esta tertulia confiando en que de vez en cuando puede suceder que en vez de decir uno las tonterías personales que se le ocurran le pueda salir algo que venga de ahí abajo, de pueblo-que-no-existe, de lo que nos queda de pueblo-que-no-existe), de la misma manera ‘cuerpo’ era eso que podía ser cualquier cosa, eso que se estaba como las demás cosas del mundo (animales, astros, y demás) deshaciendo costantemente, vagando de acá para allá según deseos que nadie controlaba, que le venían de dentro, era algo que podía vivir, no en el sentido en que nos han cambiado la vida en puro Tiempo, sino vivir de veras gracias a que no se sabía qué era. Es justamente a eso a lo que lo hemos cogido por nuestra cuenta, lo hemos hecho nuestra posesión, y hacemos con él lo que uno quiere, que es justamente lo que el Orden le manda querer, porque uno es después de todo un esclavo. De manera que esa comparación entre lo que uno hace con su cuerpo y lo que el Poder hace con la gente supongo que contribuye a aclarar el intento principal de todo esto.
Todo esto yo creo que es bastante fácil sentirlo, y para mí hacéroslo sentir un rato mientras dura este rato en que nos dejamos hablar y no pasamos a la vida práctica en que consideremos todo esto como una disquisición filosófica o algo así. Es fácil hacerlo sentir, pero difícil mantenerse sintiéndolo de veras, hasta tal punto llega la presión costante. Que no es que sea total el Poder, Dios Todopoderoso. No, no lo es: Dios no ha vencido, el Poder nunca ha vencido, el Estado nunca ha vencido, el Dinero nunca ha vencido, del todo. Nunca ha vencido, y la prueba os la dan todos los días con la predicación que con sus Medios lleva a cabo: tratan de convenceros de que ha vencido, de que las cosas son lo que son ya para siempre, de que la Realidad es la Realidad, de que “en el Futuro, tal y cual”, y de que “en el Pasado o en la Historia, tal y cual”, que forma parte de nuestra imaginación del mundo. Inevitablemente y sin querer os muestran en esa predicación costante de la Realidad que Dios no está seguro, que tiene que mantener a la fuerza y costantemente la Fe, que no se ha llegado a nada definitivo. De manera que es por eso por lo que estamos aquí viendo a ver si algo de eso que no sean las Personas puede hablar a través de nosotros. Pero es justamente por ahí por donde os decía que había que volver a repasar lo que muy brevemente os he recordado al principio respecto al Tiempo real como donde no pasa nada, el Reino de la Muerte, por decirlo un poco a lo melodramático; el Reino de la Muerte futura, en contraposición con esto que está pasando ahora, y que es tan AHORA, AHORA, AHORA, que escapa de la Realidad, y es verdad en cuanto que no está sometido a ninguna idea, nadie sabe lo que es; ni yo, ni nadie. Había que volver pues a recordar esa manera en que nos las habemos con el Tiempo, con los dos tiempos, pero como esto se ha hecho un poco largo, me voy a callar antes de eso. Luego volveremos sobre el Tiempo, y con el Libre Albedrío, que está íntimamente ligado con ello, pero ahora creo que es mejor que os deje un rato que os venga a las mientes y a la voz lo que sea respecto a lo que os he soltado, de manera que ¡ya!, cuando queráis, cualquier cosa que os haya chocao, o que os haya por el contrario parecido todavía poco clara.
-Agustín, perdona si desvarío, pero....
A-¡Ya querría yo que desvariaras! A lo mejor más lo contrario, venga.
-Es que yo conocí a un pescador que decía “mi tiempo es la marea: cada luna, cambia”. Él no vivía con su Tiempo real: él, si el mar subía, ‘flufluflú’, y si el mar bajaba, ‘fluflú’, y su tiempo era el mar, y el mar cambiaba cada dos horas. ¿Tendrá algo que ver el tiempo del mar.....? Bueno, el leñador sueco que se pasa toda la primavera cortando leña porque viene el invierno, no veas tú. Prever, o no prever.
A-Sí, hay grados. No es que quiera comparar a tu pescador con los Ejecutivos del Poder en la etapa desarrollada, pero desde luego es del mismo orden: él ya había reconocido signos en la luna y en las mareas, y los había reconocido para la ordenación de su propia vida, es decir, que ya ahí estaba cayendo en el destino humano, que consiste en el tomar datos para preveer lo que sea. Ahora, desde luego hay grados: el Estado, el Capital, progresa y progresa, y hoy día los Ejecutivos ya ni saben en qué cuarto está la luna, ni aunque estén al pie del mar seguramente saben cuando suben las mareas, pero en cambio tienen relojes, cronómetros, y todo lo que hace falta para regir una Oficina como Dios manda. Ése es el Progreso. ¿qué más por ahí?
-Que respecto a los niños en la escuela, que ahí sí que se ve bien claro lo que decíamos el otro día de que no hay mal que por bien no venga, es decir, que aunque sea muy malo mandarlos a la Escuela, peor sería dejarlos en la Istitución letal por escelencia, que es la propia Familia, de tal manera que todavía, si recordamos la Escuela cuando tenía la función de guardería o de lugar donde más o menos agrupar a los iguales, tenía su cierta gracia. Hoy día, en cuanto a que la Escuela ya se ha aconchabao con los padres (con la Asociación de Padres, y por otro lado con la Sicología, con los Sicólogos), pues es ya la trampa mortal por escelencia, porque es como la vuelta al Indivíduo, al Uno. En cambio, yo recuerdo la Escuelas o guarderías de antes (eso que ahora llaman ‘ludoteca’, que es horrible la palabra), pues como una cierta liberación de la Istitución familiar y de los mayores.
A-Si me das a elegir entre la Escuela y la Familia, es como si al condenado de muerte le preguntas qué prefiere, si la horca o el fusilamiento; una cosa por el estilo. Es que esas discusiones que se establecen, dan de sí años. Años. Esas discusiones de si la Escuela o si la Familia, como todas las discusiones políticas en general que llenan el Tiempo, son otra desgracia que no he mencionado. Son disputas que tratan de plantearse dentro de la Realidad, y dentro de la Realidad no puede haber más que falsedad y mentira, de manera que estas disputas llenan un tiempo en que se podía haber estao descubriendo al mismo tiempo la mentira de la Escuela y la mentira de la Familia, que en definitiva son la misma. Hay que guardarse de estas elecciones, hay que guardarse de todas estas disputas que os llenan los ojos y los oídos todos los días. Disputas apasionadísimas incluso, pero que justamente tienen este carácter de que son disputas dentro de la Realidad, de manera que al mismo tiempo que se contraponen una a la otra, están ambas, en la disputa, sosteniendo la Realidad, sosteniendo la Realidad fundamental. Bueno, ¿qué más había por ahí? Sí.
-Entonces, en la frase “yo tengo un cuerpo”, que es falsa, la falsedad.....
A-No, no es que sea falsa, ya has visto lo que es. En las formulaciones sobre Realidad, para aclararlo, nunca puede haber verdad. Falsedad tampoco, salvo que la intención sea que se está diciendo una verdad, que entonces es cuando las formulaciones reales se vuelven falsas. Pero bueno, esto ha sido un intento de () metódica. Sigue adelante.
-Es que en esta afirmación la parte más falsa sería lo de la idea de ‘yo’.
A- Bueno, ya me has oído preguntar “¿y quién coños soy yo?”. Y, a “¿quién coños soy yo?”, en la Realidad pues te lo responden normalmente con el Documento de Identidad, es decir, que me quieren hacer creer que yo soy El Yo, es decir, un Yo entre los otros Yoes que se pueden contar y formar la población de un Estado por ejemplo, ¿no? Ésa es la respuesta real, que evidentemente es mentira, contra la que antes volvía a proclamar “¡El Yo no es ‘yo’! ¡’yo’ no soy El Yo!”. Si esta negación se recibe y se siente bien, pues ahí está despertando otra vez lo mismo: la evidencia de que por opresora que sea la Organización Social, nunca está del todo cerrada ni completa. Bueno, pues venga, lo que sea. ¿Qué más? Sí.
-Que según estabas enumerando estas barbaridades que nos hacemos, estaba yo recordando como un ejemplo más el caso de los suicidas, o que pretenden serlo. Que no sé cómo entra ahí la cuestión del Tiempo, pero lo que sí parece es que como ellos su vida la han debido ya de idear y de concebir, pues ya no conocen más posibilidad que la de que la idea es real, y que la Realidad se les hace ineludible, o inevitable, de la que no se puede escapar. Es como un caso ya estremo de convicción.
A-Sí. Desde luego se le ha convencido, al futuro suicida como a cualquiera, de que la vida es esto que nos venden. La vida es esto. O sea, que se le ha confundido desde pequeño, ésa es la condición sin la cual no puede marchar. Yo aquí os he hablado justamente de la vida que es el puro Tiempo real, y os he mostrado que eso sin embargo no es todo, que eso que se llama Cuerpo, cuando no era Cuerpo, a lo mejor podía vivir, como las cosas. Pero en fin, se le ha convencido de que la vida es esta vida que le venden, es la vida real, la de las horas, los minutos......la del Tiempo real, ¿no? Y efectivamente, en casos que por alguna razón son especialmente sensibles, o impacientes, esto se hace insoportable, y entonces se quiere acabar con ello. ¿Pero cómo?: en definitiva, acudiendo al propio Cuerpo como de uno, como siendo de uno, y también ahí, en vez de llevarlo al tocador o al médico, pues asestándole la pistola, el veneno, o lo que sea, de manera que es así, es un caso estremo, pero evidentemente que resulta especialmente revelador por lo estremo. No sé si tú mismo o cualquiera sigue esto con claridad o no. Sí.
-Ahora que este compañero ha hablado del suicidio, me he enterao hace poco de que en los periódicos tienen un Código Deontológico por el que no pueden hablar del suicidio. O sea, que no se puede hablar del suicidio, porque a lo mejor rompe todos los baremos de Poder que tiene el mismo Poder. Esto me ha dejado un poco perpleja en cuanto a que se puede nombrar todo, pero el suicidio no.
-Bueno, en algunos sitios desde luego lo nombran y lo cuentan, ¿eh? Estadísticas de suicidios te las encuentras más o menos públicas, pero todo está sometido a una ideación del Tiempo real, ¿no?: lo mismo que pretenden saber lo que es un loco, lo mismo pretenden saber lo que es un suicida. No se les ha pasado por las mientes nada de esto, lo toman como otro fenómeno natural, como si en lo humano hubiera algo natural, y bueno, pueden guardarse en ciertos Medios de no airearlo mucho, pero en otros Medios, pues sí, contar los suicidios como reales. Sí.
-En la medida en que este Sicoanális que nos traemos pudiese ir disolviendo la Fe en uno, ¿cómo entrarían las posibilidades? Porque claro, la defensa ya no es tan necesaria. ¿Entrarían para hacer ver cualquier cosa que esté en el vocabulario? ¿Entraría otra cosa en el vocabulario? ¿Cómo sería?
A-Bueno, si lo dices con el condicional, lo estás aproximando a casos de la Realidad. ¡No, no!: no es que las posibilidades ‘entrarían’, ‘se abrirían’, en un Futuro. No: están todos los días, en cada uno, más o menos, abriéndose, entrando. Nunca consiguen cerrar las posibilidades. Por supuesto el intento es poderoso: las posibilidades se convierten en futuros, en cálculo de probabilidades, pero nunca lo consiguen del todo, siempre a cada uno, por vías sentimentales, raciocinantes, o como sea, le vienen intimaciones de que aquello no era todo, y por tanto eso quiere decir que las posibilidades están ahí siempre palpitando, son sin fin. El Poder puede ser todo lo poderoso que quiera, pero nunca lo es del todo. La pretensión de Dios de la Omnipotencia, en que ya ‘posibilidades’ no tendría ningún sentido, es una pretensión siempre vana, siempre se cae por los pies. Esto de la reducción de posibilidades a probabilidades, es justamente algo que nos vuelve a traer otra vez a la cuestión del Tiempo real, y con ella a las disputas de los físicos acerca de ‘azar’, ‘libre albedrío’, y cosas por el estilo, en nosotros y en las cosas, pero tal vez hoy ya es muy tarde para meterse. Tenemos que irlo dejando, y entretanto recojo todavía más. Sí.
-Agustín, lo pregunto de otra manera más corta: ¿Las cuatro estaciones del año, es Tiempo real?
A-¡Claro!: tienen sus nombres, sus decoraciones, sus mitos..... Forman parte del Tiempo real, no tienen nada que ver con los cambios verdaderos, porque son reales. Sí.
-Yo siento como que el cuerpo es una condena, que el cuerpo sea tuyo, pero parece como que el cuerpo pide ser de alguien. Yo puedo decir que no siento que mi cuerpo sea mío, pero parece que al cuerpo le dan un golpe, y como que pide...... Cuando te duele, pues yo ¡menudas ganas tengo de que mi cuerpo sea mío!, pero parece que ahí él está pidiendo como un Ser que sí sea suyo, ¿no?
A-“Lo está pidiendo el cuerpo”, ¿por qué? No lo entiendo. ¿Por qué dices que parece que lo pide el propio cuerpo?
-Que cuando te dan un golpe y te duele, yo trato de liberarme, de que no es mi cuerpo, pero cuando me doy un golpe, ¡joder, no es mío, pero me duele!
A-No acabo de.....
-Dices que quisieras que el cuerpo no fuera tuyo para que el cuerpo no te doliera cuando te pegan. Pero ¿y si lo que te golpean es el Alma, lo Interior, la Esencia? ¿Qué haces? ¿También renuncias a ella?
-Pues también renunciaría a ella, también.
A-No ir por ese camino, porque lo de ‘el Alma’ es también una posesión, el problema es el mismo. La cuestión del Alma no es esencialmente distinta: todo eso son posesiones de uno, y ¿quién coños es uno? Pero desde luego, ni es Alma, ni es Cuerpo, ni nada. Pero aparte de la distinción, también hay que tratar de entender un poco mejor cómo planteaba Ricardo la cosa.
-Perdón, Agustín, igual le estoy robando mucho tiempo, disculpe.
A-¡No, no, qué va! ¡Sigue, sigue! Pero con tal de que no vuelvas a repetir algo que ya esté dicho.
-Es que yo soy bastante nueva por aquí. Se me nota, ¿no?
A-Hasta ahora, he de decirlo, no se te ha notao mucho. Generalmente a los nuevos se les nota (el otro día a un compañero tuve que decírselo) porque vienen con ideas. Vienen aquí con ideas que tienen hechas acerca de la cosa, que son las ideas que han aprendido en los Libros, en los Medios y todo eso, y entonces se resisten.
-Es que el miércoles pasado tuve la suerte de asistir, y a usted mismo le escuché decirle a uno nuevo que se presentaba como yo “no te preocupes, si probablemente sabes más que nosotros, porque aquí venimos a desaprender lo aprendido”.
A-Eso es. Hasta ahora no se te ha notao mucho con tu intervención, pero desde luego por eso te decía que no vayas a decir algo de lo que ya está dicho.
-Vale. Como me he perdido, a lo mejor ella me podría ayudar, que le conoce bastante. A mí me encantó ese diálogo, a tres bandas, cuando ella dice: “yo soy una cualquiera”, y Agustín la miró y se sonrió y dijo “¡ya quisiera yo que fueras una cualquiera!”.
A-Bueno, ahora dejemos chistes. Vamos a ver, porque todavía antes de marcharnos hay que intentar aclarar alguna cosa más. A ver.
-Siguiendo un poco lo que decía aquel compañero, uno somete su Cuerpo, pero el Cuerpo también lo somete a uno. Yo no digo “a mi cuerpo le duelen las muelas”, me duelen a mí, y yo, por lo que sé que cuentan por ahí, dicen que a uno cuando le cortan un brazo todavía le duele la mano durante bastante tiempo aunque no la tenga, así que uno es también un poco preso de su cuerpo.
A-Sí, pero no acabo de entender. Tal vez debe ser por algún motivo, alguna culpa mía, pero no acabo de entender muy bien. ¿Por qué eso de “me duele a mí”?
-Digo que me duelen las muelas. No digo que a mi Cuerpo le duelen las muelas, porque me duelen a mí.
A-Claro, el Cuerpo es tuyo. No, en esas formulaciones, desde luego al Cuerpo se le concede algo (“las muelas, duelen”), ahora, inmediatamente, como parece que eso de doler las muelas solas no está permitido, entonces ya “me duelen”, y ahí interviene eso efectivamente porque el Cuerpo es mío, y entonces, si las muelas duelen, pues tendré que decir que duelen con respecto a mí que soy su Amo: “me duelen”. Lo que yo no sé es cómo pensáis con tanta fidelidad en ése que es el Amo: ¿quién soy yo al que le duelen los pies?
-Es que yo no sé quién soy yo, dudo de ese yo. Por eso digo que a veces el cuerpo te recuerda, o tiende, apunta como a un Yo. O sea, yo no sé quién soy yo para que me duelan......
A-Sí, apunta al Yo, pero ya sabes que El Yo no es ‘yo’, El Tu no eres ‘tú’, y por tanto en ese deseo que ahí trasciende tendrías que estarte desembarazando, no del cuerpo: desembarazando de El Yo con el cuerpo que tiene sometido.
-Con respecto a esto, efectivamente todo lo referimos al Yo, a Mí, o sea, al Cuerpo de uno, al que tiene la Historia ésa en el Pasado y en el Futuro, y luego por otra parte parece que se dice que hay también fisuras o roturas de eso, y que se siente algo. Y entonces, éste que siente ese algo de la mentira o que se quiebra cuando se dice que Yo soy Yo, ¿ése quién es?
A-Ése soy ‘yo’. Ése soy ‘yo’ de verdad. Y quien dice ‘yo’, dice ‘tú’, me da lo mismo, pero soy ‘yo’ de verdad, ‘tú’ de verdad. Lo que al Yo le está mandado, es, no sentir, sino creer. Creer. Creer, y por tanto estar sometido al Tiempo real, a la previsión, y a todas las desgracias que he enumerado. Evidentemente, si yo siento y digo aquí que eso es mentira (“yo no puedo ser el mismo que ése que tiene sometido a su cuerpo y que se lleva los tejemanejes que se lleve todos los días en el Tiempo real”), ése no es nadie. Recordad otra vez la confusión entre ‘público’ y ‘privado’: pueblo no es nadie. Incluso ‘un pueblo’ no es nadie, porque no sólo la lengua, sino ‘una lengua’, no es de nadie. No es de nadie. Pueblo no es personas, y de la misma manera que se da en la población, donde junto a las personas, que son la Mayoría y lo costitutivo de la Realidad, queda siempre algo de pueblo que no es eso, igual pasa con uno: uno por supuesto es El Yo, es la Mayoría, soy el que tengo mi Cuerpo, y soy el que me lo daño, el que me lo curo, el que me lo cuido, el que le hago todas las barrabasadas que quiera, pero yo no soy ése; yo, en la medida en que siento la mentira de eso, ya no soy ése, ya no tengo ni Cuerpo ni nada, ¿no? Al que siente el fastidio con su cuerpo y tiene que cargar con él, habría que pedirle que se desprenda más bien de El Yo, del Alma, a ver si al cuerpo, si se le deja de cuidar y de manejar le pasa algo que sea imprevisto, que le de una sorpresa......
-Pero parece bastante paradójico esto de los cuerpos gloriosos, es decir, que el cuerpo cuando no se siente como Cuerpo sea cuando está sometido a un Ideal, sea un Ideal patriótico (el héroe que va ahí y no le importa, no siente siquiera que le están tirando los tiros), o el que va a ganar en la Meta, como en los maratones. Es decir, no siente el sufrimiento, no siente el cuerpo como de él, sino que está arrastrado como por una especie de ingravidez o algo muy sospechoso, que es precisamente cuando no se reconoce uno...
A-¿Tú has pasado por esas esperiencias? ¡Es que me dejas pasmao! ¿Tú has pasao por el héroe victorioso en la batalla, y el gimnasta que gana el.....?
-Es que no hay más que verlo: en los grandes maratones ésos llegan hasta a morir y caen al suelo, ni sienten ni padecen, porque en ese momento ya no se reconocen como su cuerpo, se reconocen como el Ideal.
A-Isabel, no seas peliculera. ¿Tú qué sabrás de la deducción de las facciones o de los gestos?
-Entonces, ¿no es razonable lo que te estoy diciendo, que precisamente bajo el Ideal es precisamente cuando desaparece la vivencia de Yo?
A-No. ¿Pero cómo puedes decir eso como una esperiencia, si no has pasao por eso nunca?
-¿Y tú has pasao por todo lo que estás diciendo? ¿Es necesario pasar por la esperiencia para razonar de las cosas?
A-Hombre, pero yo creo que si uno no sabe de los atletas más que lo que lee por los periódicos, debe tener un poco de cuidao, ¿no?
-Es que cuando yo tengo un cuerpo más rastrero, es decir, menos sometido al Ideal, es precisamente como lo que decía Ricardo de que te sorprende todo el cuerpo diciendo “me duelen las muelas”.
A-¿Pero cómo ‘menos sometido al Ideal’? Es al contrario: estás hablando de la suma sumisión al Ideal.
-Bueno, pues para ti la perra gorda.
A-No, para mí la perra gorda, no; es que simplemente no te hemos entendido mucho.
-Yo no soy atleta, pero corrí una vez una maratón, y a mí me pasó eso que dice Isabel.
A-Te pasó, ¿el qué?
-Yo ni sentía ni padecía, me miraba las piernas y decía “se mueven solas”.
A-Bueno, yo en un plan mucho más humilde, cuando estaba en el campamento de Montelarreina, estaba en ametralladoras, y nos llevaban en marchas cargados con la culata de la ametralladora de noche, marcha nocturna, marcha (), y era ni siquiera marcando el paso, simplemente marchando en columna, y yo recuerdo en alguna ocasión que no se me produjo eso, sino que seguía marcando el paso dormido. Dormido, hasta tropezarme con el fusil del que iba delante. Yo no sé si aludís a algo de eso, porque efectivamente el automatismo es algo que todo el mundo en ciertos niveles lo comprueba: en efecto, hay un momento en que la conciencia, la sensación y cansancio del movimiento repetido se hace insensible por la propia repetición. Ahora, yo no sé que coños tiene que ver eso con el Ideal ni con nada de eso, pero bueno. Venga.
-Sobre lo que estaban hablando, me parece sobre todo un problema de lenguaje: hay lenguas en que no hay posesivos, y si probáramos a quitarlos, no existiría. Bueno, mi pregunta es que las ideas que hay en lengua, no podemos deshacernos de ellas sin crear una lengua, que sería algo paradójico y estúpido crear una lengua natural, que no puede ser, ¿no?
A-No se puede empezar por tan hondo. Aquí más bien tratamos de desbrozar la superficie de las ideas, que son el vocabulario, sin tocar las zonas muy profundas. No hay lenguas que no tengan índices del tipo personal, y que por tanto no puedan establecer relaciones entre el nombre de una cosa y una especie de mí o de ti. No hay tales lenguas, todas las lenguas humanas están costituídas así, y algún otro día veremos los motivos por lo que eso tiene que ser así para las lenguas humanas. No, no se trata simplemente de una cuestión de Gramática: hay lenguas que se puede decir que tienen implementos del tipo de éstos de ‘me duele’. Incluso hay otras lenguas que tienen implementos del tipo de ‘me piensa’, es decir, hay un pensamiento y lo declaran con el ‘me piensa’, o ‘me anda’, o cosas por el estilo. Hay variantes, pero en todas ellas esa relación de dependencia en la Gramática está establecida. Es mejor atacar lo más esterno, que es justamente el fundamento de la Realidad (las palabras con significado, las creencias, que se formulan con palabras de significado), y llegar a hablar, como aquí lo he hecho, contra El Yo. No contra mí, que no sé quien soy, sino contra El Yo, contra el Alma, contra el Posesor del cuerpo. Sí.
-Yo veo que en la Sociedad hay por ejemplo estas situaciones de suicidio, y he visto enfermos terminales a los cuales se les oculta la realidad de su enfermedad. Y lo oculta en parte el médico, pero lo oculta también en parte porque la Familia no quiere que se entere, y hay personas que fallecen sin saber de qué han fallecido. Usted habla de la propiedad y el derecho que tiene uno sobre su cuerpo, pero la realidad es que la Sociedad no lo admite.
A-No, yo he estao hablando contra eso porque es precisamente fundante de la Sociedad: el Estado, el Capital, quieren que creas que tu cuerpo es tuyo, tienen especial empeño, y si no, no te podrían vender ni medicamentos ni ninguna terapia. El caso que tú dices de enfermos terminales a los que se les oculta debe ser un caso, porque sin duda hay también enfermos terminales a los que se les dice. Y eso de que no saben de qué, ¡pero si no lo sabe nadie, de qué! De qué de verdad no lo sabe nadie, no hay que comunicarle mucha sabiduría, ni el enfermo va a ganar mucho con saber la causa. Algunos sí, algunos serán curiosos hasta el último momento, les gustará que les cuenten la causa, otros no...... Pero bueno, esto son cositas de andar por casa, vamos, no afectan al problema.
-Yo tengo una amiga ahora que se está muriendo, y el médico le ha dicho a la familia que no le digan jamás que se está muriendo. Y entonces el médico ha metido la pata y se lo ha dicho (“es que a lo mejor quieres despedirte”), y la otra, viendo que la habían engañado miserablemente, se ha puesto a llorar como una Madalena diciendo que no me quiero morir, y a ver cómo se come eso.
A-Venga, ¿cómo se come?
-Yo conozco algún caso que lleva despidiéndose diez años.
A-No hay recetas, y desde luego aquí no se dan ningunas. No las hay de verdad, pero aquí no se dan ningunas recetas. Lo que he dicho más atañente a eso es contra las disputas entre actitudes, decisiones, reales, ésta o la otra, dentro de la Realidad. Eso entretiene mucho, llena mucho tiempo, y quita el poco que nos podía quedar para descubrir las mentiras fundamentales, que es lo que aquí intentamos de vez en cuando, y que creo que hoy vamos a dejarlo de intentar de momento, porque debe ser muy tarde, de manera que tendremos que volver sobre esto y ligado con ello a la cuestión del Tiempo, del Libre Albedrío, del Azar, si el Señor nos deja dentro de siete días, si no tiene una mala ocurrencia, una decisión.
Esto, aclarando algo que sabemos de hace tiempo: que uno mismo, en cuanto que es uno, en la medida que es uno, es idéntico con el Estado, idéntico con el Capital, y no puede aquí consentirse ninguna ilusión de una revuelta, de un ataque contra el Orden, que no incluya en primer lugar el ataque contra uno mismo, el ataque contra la Fe en uno mismo, en la cual el Orden mismo está fundado. Era a esto a lo que venían estas consideraciones que nos hemos traído, al final de las cuales el otro día me parecía, y os lo dije, que ello nos llevaba otra vez a repasar lo que hemos mal que bien descubierto acerca del Tiempo real, fundamento de la Realidad misma. Os lo recuerdo en muy pocas palabras: lo importante es haber reconocido que en lo que se llama en la Realidad ‘el Futuro’, no pasa nada, no está pasando nada; si no, no sería Futuro. Si el Porvenir llegara ya no sería Porvenir, y tiene que ser Porvenir, porque como Porvenir, como Futuro, se utiliza por todas partes y se nos impone, de manera que no puede ser: en lo futuro, en esa parte del Tiempo real (quiero decir el de los relojes y los calendarios, el Tiempo real, que no es el verdadero ni mucho menos, es el real), esa parte del Tiempo real, el Futuro, tiene claramente esa condición de que ahí no pasa nada. En esa otra parte a la que se llama ‘Pasado’, en lo pasado, tampoco pasa nada, puesto que ha pasado, y si ha pasado, ¿cómo va a pasar?, ¿cómo va a estar pasando? Estas dos partes que os he presentado seguramente tienen que ser dos por la razón que hemos encontrado a otros propósitos de que antes de decir ‘2’ está ‘izquierda/derecha’, está ‘lo uno y su opuesto’, ‘lo uno y lo otro’, y por tanto el Tiempo real para ser real tenía que ser así, con sus dos mitades contrapuestas.
Una vez que nos hemos convencido, yo creo, de que en el Futuro no pasa nada y que en el Pasado no pasa nada (y si alguno no se siente convencido me lo dirá enseguida), una vez que nos hemos convencido de eso basta con reconocer que el Tiempo real consta de la suma de ésas dos partes, y de nada más. De manera que por ejemplo el hecho que se llama ‘la vida de uno’, la vida de uno, en cuanto que sea algo real, está compuesta de Pasado y de Futuro, y nada más. Y nada más. De manera que parece que la vida de uno tiene esa condición de que no pasa de verdad, de que no pasa nada, de forma que si os han hecho creer que sí que pasan cosas, pues será porque os lo han hecho creer, porque es una de las ilusiones que el Imperio necesita para sostenerse. No pasa nada más, porque esa vida, ese Tiempo real de una vida, la vida que se cuenta por años, por calendarios, por relojes, está estrictamente compuesta de Pasado y Futuro, porque AHORA, AHORA, AHORA, eso escapa de la Realidad, eso está fuera, eso ya no es parte de la Realidad. Si uno no ha llegao a este desengaño, hay que ver cuáles son los restos de creencia, de lo que sea, que nos impiden reconocerlo, sentirlo como es debido.
Visto así el Tiempo real, como ya otras veces hemos dicho, se parecería a algo espacial, a un mapa por ejemplo, y en ese mapa es donde estarían señalados, clavados, nuestros futuros, nuestros pasados, los acontecimientos que van a venir y que tienen por tanto su señal en ese Futuro, y los acontecimientos que han pasado, que tienen su señal en la otra mitad. Una especie de mapa, de forma que si se nos quiere hacer creer que pasamos de uno de sus puntos a otro (de un punto del Pasado a otro punto del Pasado, posterior o anterior, de un punto del Futuro a otro punto anterior o posterior, y también que algún punto pasado viene a convertirse en un punto futuro, o más bien al revés, que algún futuro que nos habían predicho se cumple y viene a convertirse en un hecho, y ya por tanto pasado, costituído), todo eso son artilugios que tratan de disimular lo estático, lo muerto de ese Tiempo real que trato de describiros ahora.
Ante eso lo que sentimos cualesquiera con lo que nos queda de vivo, es que sin embargo, está pasando, hay un movimiento, un cambio, perpetuo. No sólo esto es así, no sólo es verdad esto, sino que tenemos que esagerarlo. Tenemos que esagerarlo y decir que no hay más que ese pasar, que no hay quietud ninguna, que es inconcebible la quietud, que no hay más que movimiento, cambio; cambio de unas cosas en otras. “Para seguir las mismas”, decimos aquí, pero de todas formas es cambio todo lo que hay, una dinámica perpetua. Parece que eso es lo que se nos impone sin más. Bueno, pues entonces hay que decir que a este mapa del Tiempo real de los años y de los minutos en el que nos hacen creer, si se le da movimiento es porque de alguna manera se le está aplicando esto que sentimos ahora. Y lo que sentimos ahora si nos descuidamos, es que nos estamos muriendo, deshaciendo, continuamente. Continuamente, sin parar. Nosotros, y las cosas. Nosotros, y las cosas. Esto es lo que ya se nos revelaba cuando reconocíamos que AHORA se sale del Tiempo real. AHORA, no sólo es que sucedan acontecimientos, que eso es cosa de las divisiones del Tiempo real, sino que hay una continuidad inconcebible en el deshacerse de las cosas, en el deshacerse de uno, o en el hacerse, el convertirse en otro, el convertirse en otra cosa. Hay una continuidad tan verdadera que por ello mismo es inconcebible, es decir, que no entra bajo las nociones del Tiempo real con su Pasado y su Futuro y sus horas y sus años y sus siglos. La verdad se sale de, nos saca de, la Realidad por tanto, porque en cambio el Tiempo real no consiste más que en Pasado y Futuro.
Esto resulta siempre tal vez demasiado simple, en un sentido demasiado evidente, pero por ello mismo ofrece gran resistencia a admitirlo, no ya sólo por ahí en los Medios públicos, sino en esta tertulia misma: “¿Cómo puede ser eso? ¿En realidad, no pasa nada? ¿No hay más que un mapa de sucesos ordenados?”. Y de verdad está pasando tan continuamente lo que pasa que no podemos ni concebirlo. La ilusión por tanto en la que nos hacen vivir consiste en una especie de intento de matrimonio entre esas dos cosas, de manera que está la Fe en los hechos futuros que se prometen, que se profetizan, que se calculan por probabilidades, y los hechos pasados que se historían, que están escritos de alguna manera, y todo eso, que de por sí no se mueve, no es más que una ideación, adquiere un movimiento (el movimiento real, como el de los automóviles, como el de nosotros mismos cuando andamos por ahí) solo porque le aplicamos la verdad del continuo pasar que se había escapado de la Realidad, que estaba fuera de la Realidad. Esto en muy pocas palabras es lo que os quería recordar antes de pasar a otra cosa. Ahora os pediré que los que quieran saquen las dificultades que siempre se nos oponen a intentar de verdad darse cuenta de esto que estoy diciendo, entenderlo en el sentido de ‘sentirlo’, ‘entenderlo’ como ‘sentirlo’, pero quiero antes hacer notar cómo esto se......junta con lo otro, viene a consistir en lo otro, en lo del intento de romper la ilusión de uno mismo, tan falsa pero tan poderosa. Supongo que muchos de vosotros ya perciben la ilación, pero tendremos que volver sobre ello.
Por ahora paso al plano político, a lo que se llama corrientemente ‘realidad humana’, ‘pública’, para recordaros nuestra desgracia, nuestro dolor. Porque todo este razonamiento, como cualquier otro razonamiento que descubre la mentira de la Realidad, si no sale de la desgracia, la propia y la ajena, no vale para nada. El razonamiento que trata de romper con la ilusión de la Realidad y la de uno mismo, como cualquier razonamiento que no sea servil, que no esté para decir otra vez lo mismo y que todo siga igual, tiene que partir de la desgracia y del dolor. Pues vamos a ver cómo eso lo sentimos tanto en el ámbito público como después, que vendrá a ser lo mismo, en el íntimo, en el privado en el sentido del ámbito de cada uno, de cada persona. Decir cómo sentimos la desgracia, la opresión, la imposición de la mentira, en la vida pública, entre las poblaciones de las cuales cada uno de nosotros se supone que forma parte, es demasiado fácil, eso lo tenéis por todas partes, casi no hay por qué insistir en ello. Nos encontramos por ejemplo con que de repente sales a la calle y te encuentras montada allí una enorme grúa y una escavadora........y no te has enterao de nada. Eso ya te va a condenar, para meses, para años, y eso, ¿de dónde ha venido? Pues como siempre: ha venido de Arriba, de una Orden Superior. De manera que esta desgracia que os cuento, que es común y corriente, y que todos la habéis padecido, es de las que no nos dejan engañar: no sabemos que nadie por acá abajo haya pedido ese desmantelamiento de la plaza o de la calle, no sabemos a qué viene, no se nos ha hecho entender por qué de repente tiene que estar ahí esa escavadora, por qué vamos a tener que estar meses y meses sufriendo esa..... Simplemente está mandado, ha salido un Decreto. Ésta es la cosa, y con eso os quiero hacer sentir la presencia del Ideal, del Poder, en la Realidad: ha salido un Decreto, caído de Arriba. Algunos entendidos a lo mejor que leen la Prensa y todas esas cosas tratan de razonar acerca de las razones por las que eso sucede, pero eso ya son trampantojos para hacer pasar mejor el guisado. Simplemente ha salido un Decreto, ha caído desde Arriba. O de una manera tal vez un poco más cercana, para no comprometer sólo a los Altos Ejecutivos, que son los que se supone que allá Arriba, muy Arriba, dictan estos Decretos, y para que metamos también a los Ejecutivos Medios, que son una gran parte de la población: viajero de ferrocarril, como yo mismo y algunos otros seguimos intentado ser, te encuentras que de repente han cambiado los horarios y las normas de circulación de determinados trenes. Nadie te ha avisado, ni puedes entender por qué ha habido ese cambio de horario, o por qué ha habido ese cambio en la presencia o ausencia de un tren o de otro. Ha venido de Arriba, pero conviene que entendáis por qué procedimiento ha venido de Arriba: ha venido de Arriba porque la RENFE o cualquier otra Empresa Grande tiene que alimentar no sólo a los Altos Ejecutivos, sino a los Medios Ejecutivos, una gran compañía de Medios Ejecutivos, es decir, aquellos que a lo mejor si se hubieran descuidado hubieran sido en tiempos obreros de la RENFE, pero que ahora son empleados en las Oficinas. Son empleados en las Oficinas, y estos empleados en las Oficinas, pues cobran, y como cobran, hay una especie de presión moral que les hace tener que justificar por qué cobran, para que están ahí, y entonces tiene que ocurrírseles de vez en cuando algo, y naturalmente lo que se les ocurre pues no es mas que una idiotez, porque en esos niveles, y no digamos en los más altos, cualquier ocurrencia, si no es directamente malintencionada para el servicio del Poder, es una idiotez. Es una idiotez pura y simple con la que había que llenar el tiempo, y entonces eso ha promovido que Fulano de Tal, lo mismo en la regulación de los trenes, que en la de los semáforos, que en cualesquiera de las otras Grandes Organizaciones de este mundo, para cumplir con su deber, para llenar su tiempo por el que le pagan, ha tenido que inventar una cosita. Han tenido que inventar una cosita, han tenido que introducir un cambio, y por tanto de ahí se ha desprendido una trasformación de ésas que te cogen, y que tú normalmente recibes diciendo “bueno, lo han mandado, está mandado, ha salido un Decreto......”. Siempre de Arriba.
Voy a deciros formas un poco más ‘entrañables’, como dicen los periodistas, en que esto mismo se produce: el Poder convierte a las poblaciones, en sus grandes mayorías, en atletas y en espectadores de atletas. Los espectadores son muchos más que los atletas, pero vamos, los atletas son una cantidad considerable, y no hay que dudar que tanto los espectadores como los atletas se nutren de los contingentes de la población, los convierten en eso. Os llamo un momento al sufrimiento, a la desgracia, por parte de los atletas, antes de pasar a la estupidez de los espectadores: la condena a un trabajo de entrenamiento bárbaro, largo, tremendo, para conseguir ponerse en forma y al día, y poder aspirar a una Medalla. Ésta es una cosa que se nos ha impuesto, y lo mismo los atletas que los que simplemente somos espectadores, lo tomamos como algo que debe ser así. Es una buena muestra de en qué se nos ha convertido la vida que pudiera haber habido si no hubiera Amo, si no hubiera Poder. Porque se supone que eso del Deporte (la traducción que se han buscado aquí de lo de ‘sport’, ‘sporting’), era justamente algo del orden de las actividades no intencionadas, no dirigidas a ningún fin; era un juego, un vagar. Un vagar que podía venir a parar en saltos en la hierba, en trepar por una colina, como no venir a parar en nada de eso, sino otra cosa. El Deporte ha arrasado eso completamente, lo ha convertido en una actividad esactamente igual que la de el Trabajo, una actividad con fin, destinada a alcanzar una meta, destinada por ejemplo a la Victoria y al Premio, lo mismo que las actividades de cualesquiera trabajadores que les hayan caído debajo. Esto es una muestra de lo que solemos llamar ‘Administración de Muerte’ para caracterizar la actividad del Poder, ‘Administración de la Muerte-siempre-futura’, que es la real y la falsa. Ahí lo tenéis.
¿Y para qué voy a recordaros también lo que hacemos con los niños? ‘Hacemos’, porque ahora estoy empleando el ‘nosotros’, de tal manera que reconozcáis que aparte de la actividad suprema de algunos siervos, los más obedientes, que ocupan los más altos cargos del Poder, y de las actividades de los oficinistas, de los Medios Ejecutivos, nosotros en general nos hacemos estas cosas, y nos las hacemos efectivamente consintiéndolas, que ya es mucho, y divirtiéndonos como si no pasara nada, por ejemplo con la espectación del resultado de los sufrimientos del atleta, del sufrimiento de la niña a la que se ha educado para bailarina durante años para una eshibición de la que vosotros disfrutáis por la televisión, o directamente, o como sea. Con estos niños, nosotros, los mayores, ¿qué hacemos?, ¿qué cosas hacemos?: hacemos muchas, muchas barrabasadas con los niños, por supuesto; es casi todo lo que hacemos. Por ejemplo los mandamos a la Escuela. Por ejemplo los mandamos a la Escuela, sea cual sea el tipo de Escuela. Ahora bien, la Escuela consiste en la Fe en que nosotros los mayores, los Padres, los Maestros, sabemos lo que es la vida. Por lo bajo está ya resonando lo que quiere decir eso, “sabemos lo que es el Dinero”, pero bueno, generalmente se disimula diciendo que creemos que sabemos lo que es la vida, y que por tanto podemos enseñarles a los niños cosas útiles de las que nuestra esperiencia, la esperiencia de siglos de la Humanidad y la esperiencia de cada uno de los Padres o Maestros les ha proporcionado, y los metemos allí. Y la Escuela ocupa el sitio del jugar. Ésta es una trampa que en las etimologías de las palabras no ha podido menos de dejarse revelar: en griego se llamaba ‘sjolé’, que es el sitio de donde ha venido nuestro ‘Escuela’. ‘Sjolé’. ‘Sjolé’ quería decir ‘vagar’, ‘ocio’. Fijaos la mentira descarada: a los niños se les mandaba a vagar. Y efectivamente, en el progreso de la Escuela ya veis que muchas veces se les manda directamente a jugar, pero se les manda a jugar como si un jugar que le mandan a uno pudiera tener algo de jugar y no se hubiera convertido ya en otra cosa, en un cumplimiento del deber, en un trabajo como los demás trabajos, ¿no? En latín lo llamaron ‘ludus’; todavía más descarado si cabe. ‘Ludus’, que quiere decir ‘juego’, precisamente ‘juego’. ‘Juego’, y justamente mandar al niño o a la niña a la Escuela de primeras letras se decía ‘mandarla al ludus’; ‘a jugar’, una vez más. Esto os lo digo para que aparte de sentir conmigo la desgracia sintáis la hipocresía, que hasta en los nombres se revela, con que todo esto se impone, y que es naturalmente una parte importante del tinglado que trato de haceros sentir en este momento. Os estoy invitando a hacer sentir cómo en lo público, en las Istituciones, podemos percibir, sentir, el dolor, la desgracia. No sabemos qué otra cosa queríamos, y a quien os venga con esa respuesta o con esa objeción, pues ya sabéis lo que tenéis que decirle: “no lo sabemos, no sabemos qué otra cosa queríamos, no sabíamos qué queríamos que fuera eso de la vida, no sabíamos qué queríamos que fuera eso de jugar, que fuera eso de vagar”. No, no lo sabemos, pero eso no quita para que sintamos la trampa, el dolor, el sufrimiento, la desgracia, que se está imponiendo a niños y a mayores en todas estas ocasiones.
Todo está regido, ya os lo voy avisando, por el Tiempo en su forma primera, que es de fin: lo que el Poder quiere, es que cualesquiera cosas que pudieran suceder, que pudieran pasarnos, se conviertan simplemente en implementos para alcanzar un fin (alcanzar la Victoria el atleta, alcanzar el Premio el literato, el filósofo, el científico incluso, o alcanzar el Título en la Escuela o donde sea), de forma que notad que no se puede separar esta desgracia que os estoy haciendo revivir de la cuestión ésa del Tiempo real, de en qué consiste el Tiempo real.
Pero me interesaba más todavía volver sobre lo que había dado origen a esto, que era la relación entre el análisis que se puede hacer de las poblaciones, como el que ahora burdamente estoy intentando, y el análisis de uno mismo. ‘Sicoanálisis’, decía, análisis o disolución de El Yo. Ya recordáis: El Yo, que no soy ‘yo’, porque ‘yo’ no soy desde luego El Yo, ni El Yo tiene ningún derecho a ser ‘yo’. Pero os han hecho creer que sí, y a poco que os descuidéis, pues lo creeréis, y os confundiréis una vez más. Vamos a ver cómo esto opera. Lo mejor es ver las barrabasadas que a su vez hacemos nosotros y cada uno de nosotros con eso que llamamos ‘nuestro cuerpo’. A eso es a lo que os llamo la atención un momento: ¿qué es lo que hacemos con nuestro cuerpo? Lo primero es que ‘es mío’, ‘es mi cuerpo’. Lo que dice ‘es mi cuerpo’, os presenta en grado estremo lo que también quiere el Padre decir cuando dice “¡son mis hijos!”: quiere decirse que tengo todos los derechos, que en el momento en que son míos y que mi cuerpo es mío, tengo todos los derechos a hacer con él lo que quiera. ¿Y quién coños soy yo para ser el posesor de semejante cosa? Os costará trabajo responder a ello, pero desde luego es el cada uno de nosotros, es decir, de los entes humanos, reales, corrientes, mayoritarios, que es de lo que os estoy hablando: cada uno está convencido de que su cuerpo es suyo, que puede hacer con él lo que quiera. Lo que hace, ya sabemos lo que es. No quiero cargaros la conciencia, porque seguramente cada uno de vosotros, más o menos a solas o en compañía, cometerá alguna de estas barbaries con el propio cuerpo, pero de todas formas tengo que recordarlo así en general: lo sometemos por supuesto a Trabajos, es la Ley, y entonces se supone que al cuerpo, como es mío, le corresponde trabajar para alimentarme a mí, sea yo quien sea. Ésa es la cuestión, de manera que lo sometemos por ese lado, pero luego lo sometemos por vía de el afeite y la higiene, es decir, “como es mío, por ejemplo me lo adorno”. Me lo adorno, ¿para qué?: me lo adorno para lucir más en el Mercado y para poderme vender más caro, o más cara, y entonces con ese motivo pues me hago una serie de faenas cosméticas, de las que todo el mundo tiene costancia, y que desde luego por otra parte están moviendo cantidades ingentes de Capital, no hay por qué olvidar que lo uno va siempre concorde con lo otro, ¿no?
Le hacemos comer lo que yo quiero, lo que a mí me gusta. Pero Yo soy un imbécil declarao. Yo soy, sea quien sea, un súbdito del Estado y Capital, Yo no sé nada, Yo no sé más que tonterías, no tengo más que ilusiones, pero ¡amigo!, soy el Amo, soy el Dueño, de manera que entonces le mando comer, le mando comer al cuerpo, olvidándome del todo de lo que podía ser apetito, ganas, deseo..... Todo eso no cuenta para nada: le mando comer lo que hay que mandarle comer, que unas veces, pues sí, serán a lo mejor gustos más o menos cercanos a los que podía tener el pobre cuerpo, pero que otras veces se habrá alejado completamente de ello, y que desde luego obligan a digerir lo mismo lo uno como lo otro sin ningún remordimiento de conciencia. Libros, revistas, llenas de (), dietas: os enseñan cómo hay que comer, es decir, cómo tenéis que regir a vuestro cuerpo para esta actividad de comer, lo mismo que para las demás. Y la mayoría (no digo vosotros, confío en que no), la mayoría los compran, y se los leen, y los obedecen, y efectivamente aprenden dietas y normas de comer, ¿no? Entre someterlo a cosas como el Trabajo y otras indignidades y someterlo a éstas otras operaciones que os recuerdo, el pobre cuerpo acaba hecho una birria de ordinario, y entonces viene la Medicina, y entonces le hacen ya la puñeta por la parte de atrás, doblemente: entonces cogemos a nuestro pobre cuerpo, lo llevamos al médico, lo llevamos al Hospital, lo llevamos al Siquiatra o lo llevamos a quien sea para que efectivamente nos lo cure, nos lo ponga ‘normal’ y ‘en orden’, ¿no? El resultado será cual sea, pero de momento esa entrega a la examinación médica, al seguir las prescripciones, a la adquisición de los medicamentos, a la ingestión de los propios medicamentos, sea cual sea el resultado, eso de por sí es ya una desgracia, es una penalidad, incontable. Eso supongo que lo reconoceréis conmigo. Pues eso son las cosas que se hacen con el cuerpo.
¿Y qué era eso del cuerpo? Pues antes de ser ‘mi cuerpo’, desde luego no era nada real, era algo mucho más rico que toda la Realidad. Con eso de ‘el cuerpo’, como otras cosas que se dicen así con su nombre desde que se inventó el Alma, hace ya muchos siglos, y el Alma le puso al cuerpo el nombre de ‘cuerpo’ para distinguirse, con el cuerpo y todo eso, pues se ha hecho todo lo que estamos diciendo: se le ha convertido en algo plenamente real en cuanto sometido, en cuanto posesión de uno mismo. Lo mismo que en la ocupación corriente de la tertulia decimos que el Poder (Estado, Capital, Dios, lo que sea), se ejerce sobre algo que había y que no estaba sometido hasta que lo sometieron, algo que llamamos ‘pueblo-que-no-existe, pero que lo hay, siempre lo hay’ (siempre lo hay, y venimos aquí a esta tertulia confiando en que de vez en cuando puede suceder que en vez de decir uno las tonterías personales que se le ocurran le pueda salir algo que venga de ahí abajo, de pueblo-que-no-existe, de lo que nos queda de pueblo-que-no-existe), de la misma manera ‘cuerpo’ era eso que podía ser cualquier cosa, eso que se estaba como las demás cosas del mundo (animales, astros, y demás) deshaciendo costantemente, vagando de acá para allá según deseos que nadie controlaba, que le venían de dentro, era algo que podía vivir, no en el sentido en que nos han cambiado la vida en puro Tiempo, sino vivir de veras gracias a que no se sabía qué era. Es justamente a eso a lo que lo hemos cogido por nuestra cuenta, lo hemos hecho nuestra posesión, y hacemos con él lo que uno quiere, que es justamente lo que el Orden le manda querer, porque uno es después de todo un esclavo. De manera que esa comparación entre lo que uno hace con su cuerpo y lo que el Poder hace con la gente supongo que contribuye a aclarar el intento principal de todo esto.
Todo esto yo creo que es bastante fácil sentirlo, y para mí hacéroslo sentir un rato mientras dura este rato en que nos dejamos hablar y no pasamos a la vida práctica en que consideremos todo esto como una disquisición filosófica o algo así. Es fácil hacerlo sentir, pero difícil mantenerse sintiéndolo de veras, hasta tal punto llega la presión costante. Que no es que sea total el Poder, Dios Todopoderoso. No, no lo es: Dios no ha vencido, el Poder nunca ha vencido, el Estado nunca ha vencido, el Dinero nunca ha vencido, del todo. Nunca ha vencido, y la prueba os la dan todos los días con la predicación que con sus Medios lleva a cabo: tratan de convenceros de que ha vencido, de que las cosas son lo que son ya para siempre, de que la Realidad es la Realidad, de que “en el Futuro, tal y cual”, y de que “en el Pasado o en la Historia, tal y cual”, que forma parte de nuestra imaginación del mundo. Inevitablemente y sin querer os muestran en esa predicación costante de la Realidad que Dios no está seguro, que tiene que mantener a la fuerza y costantemente la Fe, que no se ha llegado a nada definitivo. De manera que es por eso por lo que estamos aquí viendo a ver si algo de eso que no sean las Personas puede hablar a través de nosotros. Pero es justamente por ahí por donde os decía que había que volver a repasar lo que muy brevemente os he recordado al principio respecto al Tiempo real como donde no pasa nada, el Reino de la Muerte, por decirlo un poco a lo melodramático; el Reino de la Muerte futura, en contraposición con esto que está pasando ahora, y que es tan AHORA, AHORA, AHORA, que escapa de la Realidad, y es verdad en cuanto que no está sometido a ninguna idea, nadie sabe lo que es; ni yo, ni nadie. Había que volver pues a recordar esa manera en que nos las habemos con el Tiempo, con los dos tiempos, pero como esto se ha hecho un poco largo, me voy a callar antes de eso. Luego volveremos sobre el Tiempo, y con el Libre Albedrío, que está íntimamente ligado con ello, pero ahora creo que es mejor que os deje un rato que os venga a las mientes y a la voz lo que sea respecto a lo que os he soltado, de manera que ¡ya!, cuando queráis, cualquier cosa que os haya chocao, o que os haya por el contrario parecido todavía poco clara.
-Agustín, perdona si desvarío, pero....
A-¡Ya querría yo que desvariaras! A lo mejor más lo contrario, venga.
-Es que yo conocí a un pescador que decía “mi tiempo es la marea: cada luna, cambia”. Él no vivía con su Tiempo real: él, si el mar subía, ‘flufluflú’, y si el mar bajaba, ‘fluflú’, y su tiempo era el mar, y el mar cambiaba cada dos horas. ¿Tendrá algo que ver el tiempo del mar.....? Bueno, el leñador sueco que se pasa toda la primavera cortando leña porque viene el invierno, no veas tú. Prever, o no prever.
A-Sí, hay grados. No es que quiera comparar a tu pescador con los Ejecutivos del Poder en la etapa desarrollada, pero desde luego es del mismo orden: él ya había reconocido signos en la luna y en las mareas, y los había reconocido para la ordenación de su propia vida, es decir, que ya ahí estaba cayendo en el destino humano, que consiste en el tomar datos para preveer lo que sea. Ahora, desde luego hay grados: el Estado, el Capital, progresa y progresa, y hoy día los Ejecutivos ya ni saben en qué cuarto está la luna, ni aunque estén al pie del mar seguramente saben cuando suben las mareas, pero en cambio tienen relojes, cronómetros, y todo lo que hace falta para regir una Oficina como Dios manda. Ése es el Progreso. ¿qué más por ahí?
-Que respecto a los niños en la escuela, que ahí sí que se ve bien claro lo que decíamos el otro día de que no hay mal que por bien no venga, es decir, que aunque sea muy malo mandarlos a la Escuela, peor sería dejarlos en la Istitución letal por escelencia, que es la propia Familia, de tal manera que todavía, si recordamos la Escuela cuando tenía la función de guardería o de lugar donde más o menos agrupar a los iguales, tenía su cierta gracia. Hoy día, en cuanto a que la Escuela ya se ha aconchabao con los padres (con la Asociación de Padres, y por otro lado con la Sicología, con los Sicólogos), pues es ya la trampa mortal por escelencia, porque es como la vuelta al Indivíduo, al Uno. En cambio, yo recuerdo la Escuelas o guarderías de antes (eso que ahora llaman ‘ludoteca’, que es horrible la palabra), pues como una cierta liberación de la Istitución familiar y de los mayores.
A-Si me das a elegir entre la Escuela y la Familia, es como si al condenado de muerte le preguntas qué prefiere, si la horca o el fusilamiento; una cosa por el estilo. Es que esas discusiones que se establecen, dan de sí años. Años. Esas discusiones de si la Escuela o si la Familia, como todas las discusiones políticas en general que llenan el Tiempo, son otra desgracia que no he mencionado. Son disputas que tratan de plantearse dentro de la Realidad, y dentro de la Realidad no puede haber más que falsedad y mentira, de manera que estas disputas llenan un tiempo en que se podía haber estao descubriendo al mismo tiempo la mentira de la Escuela y la mentira de la Familia, que en definitiva son la misma. Hay que guardarse de estas elecciones, hay que guardarse de todas estas disputas que os llenan los ojos y los oídos todos los días. Disputas apasionadísimas incluso, pero que justamente tienen este carácter de que son disputas dentro de la Realidad, de manera que al mismo tiempo que se contraponen una a la otra, están ambas, en la disputa, sosteniendo la Realidad, sosteniendo la Realidad fundamental. Bueno, ¿qué más había por ahí? Sí.
-Entonces, en la frase “yo tengo un cuerpo”, que es falsa, la falsedad.....
A-No, no es que sea falsa, ya has visto lo que es. En las formulaciones sobre Realidad, para aclararlo, nunca puede haber verdad. Falsedad tampoco, salvo que la intención sea que se está diciendo una verdad, que entonces es cuando las formulaciones reales se vuelven falsas. Pero bueno, esto ha sido un intento de () metódica. Sigue adelante.
-Es que en esta afirmación la parte más falsa sería lo de la idea de ‘yo’.
A- Bueno, ya me has oído preguntar “¿y quién coños soy yo?”. Y, a “¿quién coños soy yo?”, en la Realidad pues te lo responden normalmente con el Documento de Identidad, es decir, que me quieren hacer creer que yo soy El Yo, es decir, un Yo entre los otros Yoes que se pueden contar y formar la población de un Estado por ejemplo, ¿no? Ésa es la respuesta real, que evidentemente es mentira, contra la que antes volvía a proclamar “¡El Yo no es ‘yo’! ¡’yo’ no soy El Yo!”. Si esta negación se recibe y se siente bien, pues ahí está despertando otra vez lo mismo: la evidencia de que por opresora que sea la Organización Social, nunca está del todo cerrada ni completa. Bueno, pues venga, lo que sea. ¿Qué más? Sí.
-Que según estabas enumerando estas barbaridades que nos hacemos, estaba yo recordando como un ejemplo más el caso de los suicidas, o que pretenden serlo. Que no sé cómo entra ahí la cuestión del Tiempo, pero lo que sí parece es que como ellos su vida la han debido ya de idear y de concebir, pues ya no conocen más posibilidad que la de que la idea es real, y que la Realidad se les hace ineludible, o inevitable, de la que no se puede escapar. Es como un caso ya estremo de convicción.
A-Sí. Desde luego se le ha convencido, al futuro suicida como a cualquiera, de que la vida es esto que nos venden. La vida es esto. O sea, que se le ha confundido desde pequeño, ésa es la condición sin la cual no puede marchar. Yo aquí os he hablado justamente de la vida que es el puro Tiempo real, y os he mostrado que eso sin embargo no es todo, que eso que se llama Cuerpo, cuando no era Cuerpo, a lo mejor podía vivir, como las cosas. Pero en fin, se le ha convencido de que la vida es esta vida que le venden, es la vida real, la de las horas, los minutos......la del Tiempo real, ¿no? Y efectivamente, en casos que por alguna razón son especialmente sensibles, o impacientes, esto se hace insoportable, y entonces se quiere acabar con ello. ¿Pero cómo?: en definitiva, acudiendo al propio Cuerpo como de uno, como siendo de uno, y también ahí, en vez de llevarlo al tocador o al médico, pues asestándole la pistola, el veneno, o lo que sea, de manera que es así, es un caso estremo, pero evidentemente que resulta especialmente revelador por lo estremo. No sé si tú mismo o cualquiera sigue esto con claridad o no. Sí.
-Ahora que este compañero ha hablado del suicidio, me he enterao hace poco de que en los periódicos tienen un Código Deontológico por el que no pueden hablar del suicidio. O sea, que no se puede hablar del suicidio, porque a lo mejor rompe todos los baremos de Poder que tiene el mismo Poder. Esto me ha dejado un poco perpleja en cuanto a que se puede nombrar todo, pero el suicidio no.
-Bueno, en algunos sitios desde luego lo nombran y lo cuentan, ¿eh? Estadísticas de suicidios te las encuentras más o menos públicas, pero todo está sometido a una ideación del Tiempo real, ¿no?: lo mismo que pretenden saber lo que es un loco, lo mismo pretenden saber lo que es un suicida. No se les ha pasado por las mientes nada de esto, lo toman como otro fenómeno natural, como si en lo humano hubiera algo natural, y bueno, pueden guardarse en ciertos Medios de no airearlo mucho, pero en otros Medios, pues sí, contar los suicidios como reales. Sí.
-En la medida en que este Sicoanális que nos traemos pudiese ir disolviendo la Fe en uno, ¿cómo entrarían las posibilidades? Porque claro, la defensa ya no es tan necesaria. ¿Entrarían para hacer ver cualquier cosa que esté en el vocabulario? ¿Entraría otra cosa en el vocabulario? ¿Cómo sería?
A-Bueno, si lo dices con el condicional, lo estás aproximando a casos de la Realidad. ¡No, no!: no es que las posibilidades ‘entrarían’, ‘se abrirían’, en un Futuro. No: están todos los días, en cada uno, más o menos, abriéndose, entrando. Nunca consiguen cerrar las posibilidades. Por supuesto el intento es poderoso: las posibilidades se convierten en futuros, en cálculo de probabilidades, pero nunca lo consiguen del todo, siempre a cada uno, por vías sentimentales, raciocinantes, o como sea, le vienen intimaciones de que aquello no era todo, y por tanto eso quiere decir que las posibilidades están ahí siempre palpitando, son sin fin. El Poder puede ser todo lo poderoso que quiera, pero nunca lo es del todo. La pretensión de Dios de la Omnipotencia, en que ya ‘posibilidades’ no tendría ningún sentido, es una pretensión siempre vana, siempre se cae por los pies. Esto de la reducción de posibilidades a probabilidades, es justamente algo que nos vuelve a traer otra vez a la cuestión del Tiempo real, y con ella a las disputas de los físicos acerca de ‘azar’, ‘libre albedrío’, y cosas por el estilo, en nosotros y en las cosas, pero tal vez hoy ya es muy tarde para meterse. Tenemos que irlo dejando, y entretanto recojo todavía más. Sí.
-Agustín, lo pregunto de otra manera más corta: ¿Las cuatro estaciones del año, es Tiempo real?
A-¡Claro!: tienen sus nombres, sus decoraciones, sus mitos..... Forman parte del Tiempo real, no tienen nada que ver con los cambios verdaderos, porque son reales. Sí.
-Yo siento como que el cuerpo es una condena, que el cuerpo sea tuyo, pero parece como que el cuerpo pide ser de alguien. Yo puedo decir que no siento que mi cuerpo sea mío, pero parece que al cuerpo le dan un golpe, y como que pide...... Cuando te duele, pues yo ¡menudas ganas tengo de que mi cuerpo sea mío!, pero parece que ahí él está pidiendo como un Ser que sí sea suyo, ¿no?
A-“Lo está pidiendo el cuerpo”, ¿por qué? No lo entiendo. ¿Por qué dices que parece que lo pide el propio cuerpo?
-Que cuando te dan un golpe y te duele, yo trato de liberarme, de que no es mi cuerpo, pero cuando me doy un golpe, ¡joder, no es mío, pero me duele!
A-No acabo de.....
-Dices que quisieras que el cuerpo no fuera tuyo para que el cuerpo no te doliera cuando te pegan. Pero ¿y si lo que te golpean es el Alma, lo Interior, la Esencia? ¿Qué haces? ¿También renuncias a ella?
-Pues también renunciaría a ella, también.
A-No ir por ese camino, porque lo de ‘el Alma’ es también una posesión, el problema es el mismo. La cuestión del Alma no es esencialmente distinta: todo eso son posesiones de uno, y ¿quién coños es uno? Pero desde luego, ni es Alma, ni es Cuerpo, ni nada. Pero aparte de la distinción, también hay que tratar de entender un poco mejor cómo planteaba Ricardo la cosa.
-Perdón, Agustín, igual le estoy robando mucho tiempo, disculpe.
A-¡No, no, qué va! ¡Sigue, sigue! Pero con tal de que no vuelvas a repetir algo que ya esté dicho.
-Es que yo soy bastante nueva por aquí. Se me nota, ¿no?
A-Hasta ahora, he de decirlo, no se te ha notao mucho. Generalmente a los nuevos se les nota (el otro día a un compañero tuve que decírselo) porque vienen con ideas. Vienen aquí con ideas que tienen hechas acerca de la cosa, que son las ideas que han aprendido en los Libros, en los Medios y todo eso, y entonces se resisten.
-Es que el miércoles pasado tuve la suerte de asistir, y a usted mismo le escuché decirle a uno nuevo que se presentaba como yo “no te preocupes, si probablemente sabes más que nosotros, porque aquí venimos a desaprender lo aprendido”.
A-Eso es. Hasta ahora no se te ha notao mucho con tu intervención, pero desde luego por eso te decía que no vayas a decir algo de lo que ya está dicho.
-Vale. Como me he perdido, a lo mejor ella me podría ayudar, que le conoce bastante. A mí me encantó ese diálogo, a tres bandas, cuando ella dice: “yo soy una cualquiera”, y Agustín la miró y se sonrió y dijo “¡ya quisiera yo que fueras una cualquiera!”.
A-Bueno, ahora dejemos chistes. Vamos a ver, porque todavía antes de marcharnos hay que intentar aclarar alguna cosa más. A ver.
-Siguiendo un poco lo que decía aquel compañero, uno somete su Cuerpo, pero el Cuerpo también lo somete a uno. Yo no digo “a mi cuerpo le duelen las muelas”, me duelen a mí, y yo, por lo que sé que cuentan por ahí, dicen que a uno cuando le cortan un brazo todavía le duele la mano durante bastante tiempo aunque no la tenga, así que uno es también un poco preso de su cuerpo.
A-Sí, pero no acabo de entender. Tal vez debe ser por algún motivo, alguna culpa mía, pero no acabo de entender muy bien. ¿Por qué eso de “me duele a mí”?
-Digo que me duelen las muelas. No digo que a mi Cuerpo le duelen las muelas, porque me duelen a mí.
A-Claro, el Cuerpo es tuyo. No, en esas formulaciones, desde luego al Cuerpo se le concede algo (“las muelas, duelen”), ahora, inmediatamente, como parece que eso de doler las muelas solas no está permitido, entonces ya “me duelen”, y ahí interviene eso efectivamente porque el Cuerpo es mío, y entonces, si las muelas duelen, pues tendré que decir que duelen con respecto a mí que soy su Amo: “me duelen”. Lo que yo no sé es cómo pensáis con tanta fidelidad en ése que es el Amo: ¿quién soy yo al que le duelen los pies?
-Es que yo no sé quién soy yo, dudo de ese yo. Por eso digo que a veces el cuerpo te recuerda, o tiende, apunta como a un Yo. O sea, yo no sé quién soy yo para que me duelan......
A-Sí, apunta al Yo, pero ya sabes que El Yo no es ‘yo’, El Tu no eres ‘tú’, y por tanto en ese deseo que ahí trasciende tendrías que estarte desembarazando, no del cuerpo: desembarazando de El Yo con el cuerpo que tiene sometido.
-Con respecto a esto, efectivamente todo lo referimos al Yo, a Mí, o sea, al Cuerpo de uno, al que tiene la Historia ésa en el Pasado y en el Futuro, y luego por otra parte parece que se dice que hay también fisuras o roturas de eso, y que se siente algo. Y entonces, éste que siente ese algo de la mentira o que se quiebra cuando se dice que Yo soy Yo, ¿ése quién es?
A-Ése soy ‘yo’. Ése soy ‘yo’ de verdad. Y quien dice ‘yo’, dice ‘tú’, me da lo mismo, pero soy ‘yo’ de verdad, ‘tú’ de verdad. Lo que al Yo le está mandado, es, no sentir, sino creer. Creer. Creer, y por tanto estar sometido al Tiempo real, a la previsión, y a todas las desgracias que he enumerado. Evidentemente, si yo siento y digo aquí que eso es mentira (“yo no puedo ser el mismo que ése que tiene sometido a su cuerpo y que se lleva los tejemanejes que se lleve todos los días en el Tiempo real”), ése no es nadie. Recordad otra vez la confusión entre ‘público’ y ‘privado’: pueblo no es nadie. Incluso ‘un pueblo’ no es nadie, porque no sólo la lengua, sino ‘una lengua’, no es de nadie. No es de nadie. Pueblo no es personas, y de la misma manera que se da en la población, donde junto a las personas, que son la Mayoría y lo costitutivo de la Realidad, queda siempre algo de pueblo que no es eso, igual pasa con uno: uno por supuesto es El Yo, es la Mayoría, soy el que tengo mi Cuerpo, y soy el que me lo daño, el que me lo curo, el que me lo cuido, el que le hago todas las barrabasadas que quiera, pero yo no soy ése; yo, en la medida en que siento la mentira de eso, ya no soy ése, ya no tengo ni Cuerpo ni nada, ¿no? Al que siente el fastidio con su cuerpo y tiene que cargar con él, habría que pedirle que se desprenda más bien de El Yo, del Alma, a ver si al cuerpo, si se le deja de cuidar y de manejar le pasa algo que sea imprevisto, que le de una sorpresa......
-Pero parece bastante paradójico esto de los cuerpos gloriosos, es decir, que el cuerpo cuando no se siente como Cuerpo sea cuando está sometido a un Ideal, sea un Ideal patriótico (el héroe que va ahí y no le importa, no siente siquiera que le están tirando los tiros), o el que va a ganar en la Meta, como en los maratones. Es decir, no siente el sufrimiento, no siente el cuerpo como de él, sino que está arrastrado como por una especie de ingravidez o algo muy sospechoso, que es precisamente cuando no se reconoce uno...
A-¿Tú has pasado por esas esperiencias? ¡Es que me dejas pasmao! ¿Tú has pasao por el héroe victorioso en la batalla, y el gimnasta que gana el.....?
-Es que no hay más que verlo: en los grandes maratones ésos llegan hasta a morir y caen al suelo, ni sienten ni padecen, porque en ese momento ya no se reconocen como su cuerpo, se reconocen como el Ideal.
A-Isabel, no seas peliculera. ¿Tú qué sabrás de la deducción de las facciones o de los gestos?
-Entonces, ¿no es razonable lo que te estoy diciendo, que precisamente bajo el Ideal es precisamente cuando desaparece la vivencia de Yo?
A-No. ¿Pero cómo puedes decir eso como una esperiencia, si no has pasao por eso nunca?
-¿Y tú has pasao por todo lo que estás diciendo? ¿Es necesario pasar por la esperiencia para razonar de las cosas?
A-Hombre, pero yo creo que si uno no sabe de los atletas más que lo que lee por los periódicos, debe tener un poco de cuidao, ¿no?
-Es que cuando yo tengo un cuerpo más rastrero, es decir, menos sometido al Ideal, es precisamente como lo que decía Ricardo de que te sorprende todo el cuerpo diciendo “me duelen las muelas”.
A-¿Pero cómo ‘menos sometido al Ideal’? Es al contrario: estás hablando de la suma sumisión al Ideal.
-Bueno, pues para ti la perra gorda.
A-No, para mí la perra gorda, no; es que simplemente no te hemos entendido mucho.
-Yo no soy atleta, pero corrí una vez una maratón, y a mí me pasó eso que dice Isabel.
A-Te pasó, ¿el qué?
-Yo ni sentía ni padecía, me miraba las piernas y decía “se mueven solas”.
A-Bueno, yo en un plan mucho más humilde, cuando estaba en el campamento de Montelarreina, estaba en ametralladoras, y nos llevaban en marchas cargados con la culata de la ametralladora de noche, marcha nocturna, marcha (), y era ni siquiera marcando el paso, simplemente marchando en columna, y yo recuerdo en alguna ocasión que no se me produjo eso, sino que seguía marcando el paso dormido. Dormido, hasta tropezarme con el fusil del que iba delante. Yo no sé si aludís a algo de eso, porque efectivamente el automatismo es algo que todo el mundo en ciertos niveles lo comprueba: en efecto, hay un momento en que la conciencia, la sensación y cansancio del movimiento repetido se hace insensible por la propia repetición. Ahora, yo no sé que coños tiene que ver eso con el Ideal ni con nada de eso, pero bueno. Venga.
-Sobre lo que estaban hablando, me parece sobre todo un problema de lenguaje: hay lenguas en que no hay posesivos, y si probáramos a quitarlos, no existiría. Bueno, mi pregunta es que las ideas que hay en lengua, no podemos deshacernos de ellas sin crear una lengua, que sería algo paradójico y estúpido crear una lengua natural, que no puede ser, ¿no?
A-No se puede empezar por tan hondo. Aquí más bien tratamos de desbrozar la superficie de las ideas, que son el vocabulario, sin tocar las zonas muy profundas. No hay lenguas que no tengan índices del tipo personal, y que por tanto no puedan establecer relaciones entre el nombre de una cosa y una especie de mí o de ti. No hay tales lenguas, todas las lenguas humanas están costituídas así, y algún otro día veremos los motivos por lo que eso tiene que ser así para las lenguas humanas. No, no se trata simplemente de una cuestión de Gramática: hay lenguas que se puede decir que tienen implementos del tipo de éstos de ‘me duele’. Incluso hay otras lenguas que tienen implementos del tipo de ‘me piensa’, es decir, hay un pensamiento y lo declaran con el ‘me piensa’, o ‘me anda’, o cosas por el estilo. Hay variantes, pero en todas ellas esa relación de dependencia en la Gramática está establecida. Es mejor atacar lo más esterno, que es justamente el fundamento de la Realidad (las palabras con significado, las creencias, que se formulan con palabras de significado), y llegar a hablar, como aquí lo he hecho, contra El Yo. No contra mí, que no sé quien soy, sino contra El Yo, contra el Alma, contra el Posesor del cuerpo. Sí.
-Yo veo que en la Sociedad hay por ejemplo estas situaciones de suicidio, y he visto enfermos terminales a los cuales se les oculta la realidad de su enfermedad. Y lo oculta en parte el médico, pero lo oculta también en parte porque la Familia no quiere que se entere, y hay personas que fallecen sin saber de qué han fallecido. Usted habla de la propiedad y el derecho que tiene uno sobre su cuerpo, pero la realidad es que la Sociedad no lo admite.
A-No, yo he estao hablando contra eso porque es precisamente fundante de la Sociedad: el Estado, el Capital, quieren que creas que tu cuerpo es tuyo, tienen especial empeño, y si no, no te podrían vender ni medicamentos ni ninguna terapia. El caso que tú dices de enfermos terminales a los que se les oculta debe ser un caso, porque sin duda hay también enfermos terminales a los que se les dice. Y eso de que no saben de qué, ¡pero si no lo sabe nadie, de qué! De qué de verdad no lo sabe nadie, no hay que comunicarle mucha sabiduría, ni el enfermo va a ganar mucho con saber la causa. Algunos sí, algunos serán curiosos hasta el último momento, les gustará que les cuenten la causa, otros no...... Pero bueno, esto son cositas de andar por casa, vamos, no afectan al problema.
-Yo tengo una amiga ahora que se está muriendo, y el médico le ha dicho a la familia que no le digan jamás que se está muriendo. Y entonces el médico ha metido la pata y se lo ha dicho (“es que a lo mejor quieres despedirte”), y la otra, viendo que la habían engañado miserablemente, se ha puesto a llorar como una Madalena diciendo que no me quiero morir, y a ver cómo se come eso.
A-Venga, ¿cómo se come?
-Yo conozco algún caso que lleva despidiéndose diez años.
A-No hay recetas, y desde luego aquí no se dan ningunas. No las hay de verdad, pero aquí no se dan ningunas recetas. Lo que he dicho más atañente a eso es contra las disputas entre actitudes, decisiones, reales, ésta o la otra, dentro de la Realidad. Eso entretiene mucho, llena mucho tiempo, y quita el poco que nos podía quedar para descubrir las mentiras fundamentales, que es lo que aquí intentamos de vez en cuando, y que creo que hoy vamos a dejarlo de intentar de momento, porque debe ser muy tarde, de manera que tendremos que volver sobre esto y ligado con ello a la cuestión del Tiempo, del Libre Albedrío, del Azar, si el Señor nos deja dentro de siete días, si no tiene una mala ocurrencia, una decisión.