03.11.2010
Agustín García Calvo
Ateneo de Madrid
- El uso de los muertos al servicio de los llamados ‘vivos’.
- Comerse a los muertos. Caso aparte, el de Jesucristo en la Eucaristía.
- Propuesta para que el cuerpo se despoje del Alma, es decir, del Ideal, en vez de despojarse el Alma del cuerpo para ser ya puro Ideal.
TRANSCRIPCIÓN:
Recojo antes de nada unas cuantas cosas que quedaron sueltas de la última sesión, y que a la salida me recordaba alguno de los amigos (Caramés, Mario, y demás), respecto a la cuestión de los muertos que nos había tenido enredados. Me recordaban que es un caso de entender bien cómo lo que se nos da son los sentimientos convertidos en ideas de los sentimientos, y con respecto por ejemplo a los muertos, como en tantas otras cosas, se hace pasar por dolor y demás sentimientos por ellos, lo que no son más que ideas acerca de ese dolor; ideas, convenciones, y esto es normal para la Realidad, porque a los sentimientos, si se les dejara sueltos, si se les dejara irse sintiendo y deshaciéndose, no se les puede manejar; ni el Poder les puede manejar, ni ninguno de nosotros, ni nada, pero en cambio a las ideas sí: las ideas del dolor, las ideas de la compasión, las ideas del amor, las ideas de cualquier otro sentimiento, sí, a eso se le maneja bien, de manera que conviene recordar en qué trance nos encontramos con esto de el recuerdo de los muertos.
Me recordaban también que antes de los ejemplos que estuvimos usando de Memoria Histórica (es decir, de conversión de la memoria viva, ésa que nos puede asaltar cuando menos pensamos, en Historia, es decir, en fechas, en algo ya sabido y contado), antes estaba el más estrepitoso que ha sido en nuestros años, que es el de los judíos con el holocausto; evidentemente ahí tenéis otro ejemplo sobre el que volveros, y que puede sernos también ilustrativo: lo que se ha hecho con los muertos de los campos de devastación, de concentración, de gasificación, que el ideal del Nazismo produjo en sus días; lo que se ha hecho con ellos, y lo que se ha hecho por tanto con otros ideales bien distintos, pero que desde luego pertenecen al mismo género. Todos sois más o menos testigos, aunque sea a través de los Medios, de la utilización; de la utilización de aquellos muertos, de la utilización del holocausto, sea para una cosa o sea para la otra, pero que viene a ser ejemplo de lo que decíamos al final de la sesión del otro día: se trata de eso, de utilizar a los muertos, usar a los muertos; usar a los muertos a nuestro servicio, al servicio de los llamados vivos, por llamar vida a esto que se nos vende como vida; y lo mismo en el nivel familiar, que en el nivel estatal, que en el nivel universal, se trata de una utilización de la muerte, representada en los muertos, especialmente en los muertos queridos; se trata de esa utilización.
Y alguno de los amigos también me recordaba que el caso más ilustre de utilización de un muerto, que yo no había mencionado, es el de Jesucristo: efectivamente, sin necesidad de hacer estadística, tal vez se pueda decir, a ojo de buen cubero, que no hay muerto que haya sido tan usado; hay otros muchos muertos que pueden competir en la estadística, pero seguramente, dado el éxito de la Iglesia Católica y las otras iglesias, se puede asegurar que es tal vez, sí, el muerto que se ha utilizado más. Sin embargo, a propósito de esto, quiero seguir haciéndoos sentir, si puede ser, un poco de esto que estoy diciendo; porque frente a esa utilización de los muertos, esa reducción de la memoria viva a Memoria Histórica, esa servidumbre al Futuro después de todo, que es lo práctico y lo que importa para los vivos, lo que se me ocurría deciros era simplemente que lo que hay que hacer es comérselos; comérnoslos, y dejar que tal vez, si con algo de suerte los digerimos bien, podamos criar en nosotros algo del veneno que ellos tenían, y que les hacía tal vez intentar decir la verdad de las mentiras de su tiempo, a fin de que nosotros podamos tal vez decir algo de la verdad de las mentiras del nuestro, de nuestro tiempo. Comérnoslos, os decía, y parece que os proponía una especie de táctica caníbal para el tratamiento de los muertos, no encontraba manera más fuerte de oponerme a la práctica dominante para el trato con los muertos. Pero quiero, a propósito de ello, volver sobre lo que pasa, y todos vosotros conocéis, en la Iglesia misma, en el órgano de la Cultura y del Poder en el antiguo Régimen, y que hoy dentro del nuevo sigue perviviendo, como uno de los buenos negocios que se sostienen siempre, y es, lo que os quería recordar, lo que es centro del rito en la Iglesia desde muy pronto, en las diversas iglesias cristianas, que es, como sabéis, la Comunión; porque sin yo darme cuenta, cuando os proponía como táctica honrada comernos a los muertos, resulta que os estaba proponiendo lo que la Iglesia desde el principio ha venido proponiendo con Jesucristo, que es justamente comérselo; comérselo: efectivamente, la Iglesia había encontrado en la Eucaristía, en la práctica de la comunión, algo que no podemos de ninguna manera despreciar así como así: ‘comunicare’, comulgar, era efectivamente participar en común convite de cada uno de los comulgantes, pero de cualesquiera ellos, en el acto este de comerse a Jesucristo en la Eucaristía; en carne y en sangre, en pan y en vino, pero comerse a Jesucristo, y efectivamente esto merece toda la atención: no podemos dejar de pensar que en esto, como en tantas otras cosas, la Iglesia tenía que estar tomando a su servicio y para su costitución algo sin embargo bueno, que era lo mismo que a mí me salía cuando os mandaba enviar al carajo la Memoria Histórica y todos los tratamientos de los muertos, y dedicarse a comérnoslos. Es normal que sea así: la Iglesia, como cualesquiera Istituciones del Poder, del antiguo y del actual, no puede menos de actuar sobre algo que es en sí bueno, descubridor; precisamente para asimilarlo, para convertirlo en un rito, que ya todos los fieles pueden entender, con el cual pueden quedarse, sin demasiadas complicaciones; pero eso la Iglesia, como cualquier forma de Poder, sólo lo consigue utilizando algo que de por sí era descubrimiento, algo bueno en el sentido que estoy aquí empleando la palabra ‘bueno’, con vuestro permiso. Efectivamente, esto era notable: me acuerdo de que Giuseppe Gioaquino Belli, de cuyos sonetos romanescos hice unas versiones, que publiqué, y yo creo que alguna os la he dado a conocer, recuerdo lo que decía en un soneto en que hablaba de la verdadera Religión, y ponía en boca de un fraile conocido, al que se creía, la proclamación de que todas las demás religiones que han surgido a lo largo de la Historia no son nada, son “un garbanzo mal cocido”, comparados con la nuestra, y seguía razonando esto “porque en la nuestra, si crees en el Papa, el Papa en Roma te esplica todo en dos misterios, y todo concluido”; y concluía así: “a ver si hay riligión como ésta nuestra/ donde cá uno a Dios mismo se coma”. Ésa era efectivamente la superioridad sobre todas las otras religiones, y os estoy sugiriendo que de alguna manera tenía su razón: tanto más poderosa es una Istitución cuanto más bueno, y por tanto peligroso, era aquello que ha tomado para asimilarlo y convertirlo en un mero istrumento de servicio; es una regla que podéis utilizar: cuanto más bueno era aquello que se ha esclavizado, que se ha sometido a Istitución, a costitución, tanto más poderosa resulta normalmente dicha Istitución.
Por este camino volvemos a entrar, de la mano de, con ayuda de nuestros muertos, a la cuestión más general que aquí nos toca, que es la cuestión de la guerra en que la Realidad consiste, esto en lo que estamos, como se dice, existiendo; la guerra entre algo bueno, desconocido, vivo, que no existe, pero que está ahí (sentimientos, memoria viva, pueblo), y lo que está Arriba; lo que está Arriba, que lo comprendemos todo bajo el nombre de Dios, pero que es justamente los ideales, los diversos ideales, el Ideal sublime. En esta guerra costantemente están los ideales (el todo; o la nada, que da igual, el fin) están luchando por dominar lo que pueda quedar de vivo debajo de ello. El Progreso, tanto en la práctica como en la Ciencia, consiste en llegar a un fin en que todo se haya hecho Hombre, todo esté regido según justamente los ideales sublimes, se haya llegado (por emplear en este punto las matemáticas), se haya llegado a la matematización de Dios, es decir, a convertir cualesquiera cosas de las que pueda haber, y a las que vagamente se podía llamar ‘naturaleza’, o lo que sea, convertirlos en algo perfectamente contable por todo y nada, como Dios; en ese sentido, no sólo descubrir en la Naturaleza que Dios hace cuentas, que Dios es aritmético, sino hacerlo, hacer que sea así, progresivamente; es decir, hacer que más y más cada vez lo que pueda quedar de vago, de vivo, de desconocido, desaparezca, para quedar reducido a una fórmula cerrada, perfecta, inatacable. Éste es el ideal del Progreso bajo el que vivís; a lo mejor no os dais cuenta, pero pensad un momento: si el Poder, el Estado, el Capital, la Iglesia, quien sea, no tuviera este fin, ideal, como fin de su Progreso, no podría haceros las marranadas que os hacen todos los días, haciéndoos creer y haciéndoos practicar lo que parece necesitan; necesitan el Ideal; el Poder necesita siempre el Ideal para, justificado por el Ideal, poder hacer cualesquiera cosas: veis cómo el Poder arrasa bosques, ríos, veis cómo destroza por todas partes los restos que podían quedar de vida, pero nada de eso puede hacerlo si no es con una justificación, y la justificación está en el Mañana, en que efectivamente con todo ello de alguna manera vamos caminando hacía el Estado mejor regido, hacia el Capital más perfecto, en que las cosas sean todas puramente dinero, y hacia cualquier otro Ideal de perfección.
Esto es así, os estoy volviendo a presentar en breve la guerra de la que aquí hablamos, y que estamos padeciendo todos los días, si nos dejamos sentirlo. Se supone que los que están en esta tertulia política es porque de alguna manera sienten, han encontrado el sentido de esta guerra, y es como por un rechazo de este dominio perpetuo de las ideas, del Ideal, por lo que se viene aquí, por si se puede, hablando (¿cómo, si no?), hablando, destruir alguna de esas ideas que sirven para el Dominio, y para la justificación del Dominio. Lo que aquí se está desde hace ya tiempo presentándose como táctica política, es justamente la de renunciar al Hombre, que quiere decir renunciar a esos ideales de ser el que se es, y dejarnos ser, es decir, vivir y morir como cosas, lo que somos, cosas; cosas, sin más ni más, ¿no? Bueno, esto es lo que vengo diciéndoos más de una vez, no sé hasta qué punto he conseguido (ahora me lo diréis) un cierto acorde, por lo menos sentimental, en cuanto a esta manera de tomar del revés las cosas: contra la preponderancia que os he recordado brevemente de los ideales sobre lo que queda vivo, desconocido, de cosas, se propone naturalmente lo contrario. Os lo voy a decir respecto a este tipo de cosas que es un hombre, a nosotros: no sólo en la vieja Religión católica u otra, si no hoy mismo, ¿a qué os llevaba la creencia, el sometimiento, a esos entes ideales, la creencia en una Verdad a la que se acerca por tanteos la práctica política y la Ciencia?: pues a aquellas cosas que se decían respecto al trance, al trámite, de la muerte, que era despojar al Alma del pobre cuerpo, que la ensucia, la estorba, la estropea, en esta vida; es así como la Iglesia presentaba la cosa: el Alma en la muerte se despoja de estos estorbos; de estos estorbos molestos del cuerpo, del pobre cuerpo, y vuela libre; y vuela libre a su destino; a su destino etéreo, o lo que sea. A lo mejor esto os parece a muchos de vosotros, que se creen que no son creyentes...... Hay que tener cuidao, ¿eh?, porque es muy fácil creerse uno que no es creyente, y no es tan fácil. A alguno de los que no se creen creyentes, a lo mejor les parece una antigualla, pero les propongo que no es así: bajo el Régimen actual sigue sucediendo lo mismo: el dominio del Ideal, y el pensamiento de que esto a lo que se alude como cuerpo, y las bajas necesidades del cuerpo, y todo eso, es un estorbo para la perfección y la purificación del Espíritu, eso sigue rigiendo; es un cuento que sigue rigiendo, y que nos sigue matando, de manera que si la vieja Iglesia presenta la cosa de manera un poco más clara, no es porque sea una antigualla; sigue valiendo, bajo otras nuevas formas, ¿no?
¿Qué es lo que os estoy proponiendo aquí?: pues esactamente lo contrario: que el cuerpo, lo que quede de cuerpo, pobre cuerpo, se despoje del Alma; es justamente la manera contraria de entender el trance o tramite de la muerte: que el pobre cuerpo se despoje del Alma (es decir, de los ideales sublimes, que son los que nos tienen sometidos al negocio, a creer en el Amor y la Familia, a creer en el Estado, a creer en el Capital, a creer en el Dinero y demás), se despoje de eso, del Alma, y por tanto, pues se deje, como las cosas, como cualesquiera cosas, vivir, morir (morirse, que es lo mismo que vivir), de manera que en el trance mismo de la muerte haya desaparecido. Ya veis, es así de simple: una vez que hemos sentido que todo lo que nos viene de Arriba, del Poder, está justamente condicionado por ese Ideal, esa Fe, que acabaría por anular cualquier memoria viva, cualquier sentimiento, para convertirlo en meras ideas, es muy sencillo, en contra de eso, al revés: el cuerpo sólo es cuerpo porque el Alma lo ha llamado así, y todas las cosas que nos dicen acerca de cuerpo, pues son invenciones del Alma, y por tanto era natural que en esa especie de Teología, en el trance de la muerte el Alma se despojara de todo eso que ella misma había definido, para quedar convertida en algo puro. ‘El Alma’, es todavía un término digamos indeciso, intermedio: ya sabéis que en el colmo del Ideal de lo que se trata es de que uno es Dios, es lo mismo, es decir, uno es singular, es el que es, “soy el que soy”, como Dios; como Dios le dijo a Moisés mismo, y eso ya es lo que no tiene absolutamente nada de cuerpo: ése es el Ideal al que aspiramos, y para ése desde luego ni siquiera tendrían sentido todos los cuentos acerca del trance de la muerte. El Alma está en una situación intermedia, y hay que preguntarle “bueno, ¿tú también eres real, como eso que llamas cuerpo? Pues entonces estás en el mismo lao, y no te queda más que dejarte ser cosa y deshacerte. ¿Te crees que las cosas no tienen también, si se lo proponen, su alma? Los animalitos, y las hierbas, tienen su alma, y su alma forma parte de lo mismo que su cuerpo; es lo mismo, y justamente se trata de dejarlos deshacerse, vivir, que es lo mismo que ir muriendo, y abandonar cualesquiera otro Ideal”. Y si por Alma se entiende ya El Uno, que es uno singular y como Dios, entonces bueno, eso ya queda fuera de la Realidad, es justamente la desaparición, por ese procedimiento precisamente, por sublimación, la desaparición por sublimación, y no tenemos nada ya que decir de ello. Pero por lo demás se trata de que en la Realidad esta lucha política que nos traemos separe lo que pueda quedar de vivo, imperfecto, vago, desconocido (como cuerpo, o como alma, da igual; como cuerpo con Alma), y que se despoje de la pretensión del Ideal de ser el que es, de llegar a un fin; llegar a un fin en que seamos todos y cada uno sea uno, sin más, que es a lo que he llamado el término de la sublimación.
Me voy a callar por lo pronto, porque supongo que os he vuelto a soltar, entre los recuerdos del día pasado y lo que hoy se me venía ocurriendo, ya muchas cosas para que os entren ganas de entrar a discusión, de manera que me quedo ya esperando voces que respecto a cualquier de los puntos os hayan venido. Y por favor, los que no habláis de ordinario, dejaros hablar también, porque es una práctica importante: aunque no lo queráis creer, no se trata de timidez, o eso, pero hablar en público es importante, aunque no sea un público demasiao numeroso, sea un público de 100, pero hablar en público es importante, porque cuando uno se deja hablar en público hay más probabilidades de que esté diciendo algo común, y no las familiaridades y las idioteces que de ordinario se dicen con la familia y con los amigos, y también en otras situaciones por el estilo; de manera que por eso es importante dejar de pensar que es uno el que habla, y si meteré la pata, si diré lo que tengo que decir, y tal; dejar de pensar que es uno el que habla, y dejarse que salga lo que sea, que será algo de eso común, a lo que la palabra ‘comunión’ que a propósito del comulgar os he estado sacando también decía. Oído lo cual, venga ya, por favor, sin dejar correr más tiempo.
-En cuanto a la relación entre el cuerpo y el Alma, parece que ahora, o no sé si desde hace mucho tiempo, hay dos ideas contrapuestas: por un lado está el culto al cuerpo, y que a su vez es como una aversión al cuerpo también. A ver si me puedo esplicar más o menos....
A-No, si está claro, sí. ¿Y el Alma?
-En cuanto al Alma, pues.....
A-Que no se emplea, porque está anticuado el término, pero ¿qué se dice, en lugar de “el Alma”?
-‘Conciencia’.
A-‘Conciencia’, ‘mente’....... La mente, la cual, como en muchas de las entradas hemos estado estudiando, tiene que entablar tratos con el cerebro, y ¡amigo!, ¿dónde está el límite?, porque el cerebro parece que se reconocía como corporal, y la mente ya sale por otro lado; y se dice también ‘el Yo’; ‘el Yo’, para evitar ‘el Alma’. Pero sean cualesquieran nuestras actitudes, evidentemente a lo que queda de real, y que pretende no ser cuerpo, no le quedan más que estas dos opciones: o se deja arrastrar con lo corporal sin más, o si no, ya es la sublimación, la desaparición en la sublimación, ser el que es. Has hecho muy bien en recordar que una de las actitudes que dominan este Estado es el culto del Cuerpo; pero fijaos bien que si estamos invitando a lo que queda de Alma a que se deje ser cuerpo y deshacerse como las cosas, el culto del Cuerpo que hoy se recomienda, y hasta se impone, es justamente lo contrario, porque cuando se trata del culto del Cuerpo, se le está sometiendo de la manera más descarada al Ideal; el Ideal: en cualquier proceso de Gimnasia, de Fitness, de Deporte Formativo, etc., tenéis justamente el Ideal presente; es el culto, que le está queriendo hacer mejor, siempre con la mejor intención, llevarlo a una perfección; se le está haciendo Alma; se le está haciendo Alma, que es la cosa más manejable, y a aquello que el cuerpo podía tener de rebelde (y lo tiene a pesar de todo; y lo tiene de rebelde, de desconocido), se le está queriendo reducir a algo perfectamente conocido, igual que el Alma misma. Ahí tenéis un buen ejemplo pues de esa contraposición. Más voces. Sí.
-El compañero hablaba del culto al Cuerpo, que estamos viviendo un momento creo que álgido. Entonces, yo me pregunto que el culto al Cuerpo es no envejecer y no morir, pero lo que se está vendiendo más que nunca es el miedo a la muerte, el miedo al Futuro, que yo nunca he visto un desasosiego tan enorme, que hay de cremas, de todo, de hombres, de mujeres..... Es tan alucinante que yo digo que es que el miedo a la muerte todavía es mayor ahora que nunca.
A-No sé si esto último te lo he cogido muy bien: ¿la cremación?
-Las cremas, las cremas para ser más joven.
A-¡Ah, ‘cremas’! Creía que estabas hablando de otra cosa. No, no, el culto no es desde luego descaradamente la pretensión de vivir para siempre, el culto es simplemente ser uno más perfectamente el que es; es el Ideal, cumplir su perfección; lo del tiempo, y que eso sirva para ser joven y tal, ya son efectos secundarios, pero lo primario es justamente el Ideal, el culto al Ideal. No podemos decir ‘muerte’, porque ‘muerte’ aquí entre nosotros hace tiempo que ya significa dos cosas contrarias la una con la otra: una la muerte futura (ésa pertenece al Ideal, y es madre de todas las ideas), y otra el irse muriendo que os estoy aquí recomendando como táctica contraria. ¡Más, por favor!
-Respecto a eso que has dicho de los que creen que no creen, me parece que hay que tener mucha fe para creer que uno no cree.
A-Pues ¡amigo!, se ve que hay mucha gente que la tiene; aparentemente hay mucha gente que la tiene, porque los que se creen descreídos, yo creo que son una población importante.
-Otra cosa que has dicho, lo de comerse a los muertos, hay una cosa que se ha acuñao hace no sé cuanto tiempo, lo de ‘comulgar con ruedas de molino’, que yo creo que es lo que se hace cuando uno se come el cuerpo de Cristo: que no se lo come, lo asimila, asimila la idea, una idea sin contradicciones de lo que es Dios, o de lo que es Cristo. Seguramente los que se comieran a Cristo de verdad, o a Dios, fueran esos a los que quemaban por herejes, que pretendían o promovían el volver a los valores primitivos del Cristianismo.
A-Dejemos a los herejes, porque es una cuestión complicada, pero lo que has dicho es esacto, es lo que he dicho: la Iglesia tenía que tener algo bueno, justamente para convertirlo en algo asimilable, formulable, y servicial para la dominación; porque las ruedas de molino, ya sabéis lo que son: las ruedas de molino son simplemente la Fe; la Fe, contra la que aquí estamos en cada sesión luchando todos los días, de manera que, ¡mire usté por donde!, aquello que era esta táctica que aquí os presento como liberadora de comerse a los muertos, se convertía en una manera de servicio a la Fe: comulgar, no con la carne y la sangre, no con el pan y el vino, sino con ruedas de molino, como has dicho muy bien; con ruedas de molino, es decir, con artículos de la Fe. ¡Más, por favor!
-Yo creo que también habría que atacar el culto al Alma, ¿no?, no sólo al Cuerpo, porque ahora también hay una fiebre de cultivar el engaño ese de que el Alma, como está dentro, entonces tengo que cultivar eso, el crecimiento interno, mejorar......
A-Sí, sí, desde luego es paralelo por lo menos a lo del culto al Cuerpo, en cuanto a imperante, dominante: la () actual ya sabéis que es la Cultura, y el ideal de hacerse culto, y eso es traicionar, en pocas palabras, a lo que no es de nadie, la lengua, convirtiéndolo en escritura, en Cultura, que sí tiene dueño, como corresponde a lo que es el Alma, que es siempre una vendida, y la mente, y esa lucha entre decidir si el cerebro produce a la mente, o la mente es independiente del cerebro, que podéis encontrar no sólo entre los biólogos, sino entre los físicos mismos por todas partes. Efectivamente, se trata de convertir cualquier cosa que haya en ideas; que sean corporales o espirituales, ya es secundario, pero el caso es que aquello que había, corporal o no corporal, se convierta en ideas manejables; en ideas manejables, contables, y que sirvan por tanto para el mantenimiento del Dominio. Más de los que no habláis; hablad, por favor, alguno, que si no esto....
-Cuando estabas hablando del Ideal, y de las creencias en cada época, me ha hecho recordar, cuando empecé a venir aquí, que me parecían a veces muy descabelladas las cosa que oía; por ejemplo recuerdo que la primera vez que te oí decir que el Dios actual era el Dinero, que me pareció una esageración, entendiendo que no podía ser el Dinero como lo entendemos actualmente, o la idea que tengamos, tan dominante como me parecía que podía haber sido la idea de ‘Dios’ en la Edad Media.
A-Pues no sé cómo se te ocurría eso, porque el poder del Dinero, ¡es tan evidente!
-Pero lo que te iba a comentar es que tuve una vez una sensación a costa de eso, que primero me escandalizaba, y luego me dejó de escandalizar, que fue una vez que había estado viendo esos pueblos pequeños que están medio abandonados, pueblos que habían sido siempre pequeños con unas iglesias enormes, pero habíamos estado en otros más grandes, y en todos había un cajero de Banco, y como que me empezó a encajar que la idea que ellos tuvieran de Dios, podía ser también, sin darnos la cuenta, la idea que tenemos ahora, que ha penetrado más en nosotros, del Dinero, y que al final vas a trabajar por miedo a no tener dinero, y cosas así, creyendo que lo tienes controlado y que es una idea secundaria. Y nada, era decirte eso, que......
A-Todas las características de Dios en el Régimen antiguo se dan en el actual con respecto al Dinero, que es como sabéis, en el Ideal, Todopoderoso; en el Ideal, anulador de todas las cosas, que no son más que creaciones suyas, del Dinero; y así todos los rasgos que eran propios de Dios, y es por eso por lo que estos días me empeño en volver a sacar la vieja palabra ‘Dios’ para resumir todo aquello que he dicho que es el Ideal impuesto desde Arriba, y todo eso, y dominando y reduciendo a las cosas, o queriendo reducir las cosas, queriéndolas reducir a nada, cosa que ni Dios ni el Dinero consiguen nunca del todo, y por eso estamos aquí, ¿no? El Ideal está ahí presente, queriendo reducir las cosas a nada, y aquí descubrimos que ‘nada’ es mentira, que ‘todo’ es mentira, que son puros ideales, pero ahí está, haciendo su función. Sí.
-El otro día estaba pensando también algo como lo que hemos hablao de que se trata de darle a Dios todo, cualquier cosa que pudiera ser buena, dársela a Dios, como si fuera un atributo suyo, y pensaba en eso de la despreocupación, de la confianza en que hay para todos, por ejemplo, que no tiene por qué faltar, cómo la habían convertido en eso de la Divina Providencia, como si hubiera un Supervisor General, y que el Dinero está funcionando así, en contra de eso que entre la gente se daba de “¡ya se verá!”, y hasta decían “Dios proveerá”.
A-No, no, (), es Providencia propiamente dicha; es el Futuro, que es nuestra forma de Dominio: “si ahora hay que pasarlo mal, y si unos pueblo lo pasan mal, eso es provisional, porque es que todavía no se ha cumplido el Ideal al que perseguimos”. Todo eso se puede pasar, y dar como un sacrificio que tenemos que pagar justamente para llegar al cumplimiento del Ideal, mañana (mañana, que está previsto), al ‘todos’, al ‘nada’. Sí.
-Me ha recordado, cuando hablabas del Dios Dinero, que los que hemos sido de críos niños católicos, pues al ir a la iglesia, a la misa, pues había una sensación de irse congregando todos; pues esa misma sensación se puede sentir flotar en el ambiente cuando se va a un Centro Comercial el sábado por la tarde; yo lo he sentido, de verdad. Y si no compras, es como si te fueras sin comulgar.
A-Es muy esacto, sí, es muy esacto. Hombre, las Catedrales son los Bancos, pero desde luego estas otras Istituciones están también en su lugar, ¿no? ¡Más!
-Yo me pregunto por qué a la Iglesia se le ocurrió darnos a comulgar, a comer, el cuerpo, la sangre, la carne de Cristo, o sea, los despojos, y no el Alma de Cristo.
A-Ya lo he dicho: porque efectivamente esa Istitución, antes de serlo, se fundaba en algo bueno, ispirado más o menos por el propio Verbo, que es justamente lo que aquí estoy proponiendo: lo que queda vivo, la memoria viva, el sentimiento; ¡ni Cuerpo, ni Alma, ni Ostias!: lo que queda vivo, lo que queda de cosas, y todo eso, y justamente fue eso lo que tuvo que coger, como siempre, como bueno, como peligroso, para convertirlo en una Istitución, la Istitución de la Eucaristía, y ya estaba, y con todos los demás inventos; pero el motivo es que ahí debajo, debajo del Poder, siempre hay algo bueno, algo peligroso, a lo que hay de dominar de una manera o de otra. ¿Qué más por ahí?
-Que todas las religiones tienen su ‘pan’, digamos; por ejemplo, los aztecas en Méjico el peyote, o sea que es la misma historieta que lo que se está preguntando de la ostia de Cristo y tal, pues yo lo pongo lo mismo, o sea, que lo que tú depositas ahí, y en ceremonias de ésas, entonces te dan el peyote ()
A-Sí, sí, en esas prácticas, el Alma, en la indecisión en que os la he presentado, tira para hacerse algo real, por tanto igual que Cuerpo; corporal, y por tanto comible y bebible, ¿no? Se supone que cuando uno se come en la comunión a Jesucristo, se lo come entero, sin distinciones entre cuerpo y Alma, a través de la carne y de la sangre. Sí.
-Yo creo que cuando has dicho antes que el cuerpo de Cristo se ha utilizado de entre todos los cuerpos el más muerto de todos.....
A-No, que es el muerto que más se ha utilizado.
-..... a mí me ha sorprendido cuando ha dicho el compañero lo del peyote, que todas las religiones han tenido sus historias para hacerlo un cuerpo y tal, pero como la nuestra, yo creo que ha batido el record de todas.
A-Pues eso es lo que decía el fraile del Belli: “ a ver si hay riligión como ésta nuestra/ donde cá uno a Dios mismo se coma”. Ésa es la ventaja sobre todas las demás; no se les había ocurrido, ni a los aztecas, ni a los mahometanos, ni a los judíos mismos, no se les había ocurrido, y naturalmente el éxito incomparable del Cristianismo en cuanto se convierte en istrumento del Poder, que es bajo lo que ahora estamos el globo entero sufriendo, tiene que ver con algo de ese hallazgo de la Eucaristía, que es la forma de dominación de algo vivo que había en el Verbo, en su carne, en su sangre, algo peligroso.
-Es como comerse al vencido, comerse al enemigo, ¿no? Cuando te dan a comer a Cristo parece que te están dando a comer algo ya vencido, dominado.
A-Bueno, se dejaba una cierta libertad para que cada comulgante se tomara aquello de una manera más o menos emotiva, más o menos sublimadora, pero lo cierto es que se hacía dentro de la Iglesia, con la ostia metida dentro de un ostensorio, que después solamente se podía sacar y tocar por las manos del sacerdote, y en fin, toda una serie de requisitos que reconvertían aquello en algo sometido, evidentemente; sometido al ritual. ¡Venga, más colaboraciones así digamos ‘generales’! Se trata del combate entre esto que trato de presentaros como imperante, como impuesto, y la posibilidad de no aceptar esa táctica; encontrar una táctica del revés es justamente a lo que va todo esto, y no sé si esto se entiende, o se siente, lo bastante bien. Sí.
-En lo que pasa con la escritura, me parece que se ve muy bien cómo se trata de convertir lo que estaba vivo y podía valer, lo de la lengua, en una cosa incomestible; con todo el culto, y la Cultura, se trata de hacerlo incomible para la gente, lo que podía ser lo mismo razones que sentimientos de algo vivo, y entonces.......
A-¡Claro! Otra manera de ver la cosa que el otro día salía: efectivamente, ¿cómo se va a cumplir esto que aquí digo de comernos a los muertos, si te los vuelven incomestibles a fuerza de Historia, de Memoria Histórica, y de puñetas por el estilo? Te los hacen ya algo que de ninguna manera puede tentar el apetito de comérselo. Esto, aunque sea a un nivel aparentemente muy anecdótico, es la táctica del Poder. Sí.
-Iba a decir que cuando dejamos descansar al cuerpo, entonces soñamos. ¿Los ideales también pueden regular nuestros sueños?
A-¿Los sueños?: sí, por supuesto que sí; los sueños son realidades, y la manipulación del Ideal llega a todas partes. El fenómeno del sueño ya lo hemos aquí tratado unas cuantas veces más, y en la medida en que el sueño por un lado es una propiedad, o necesidad, del durmiente, que necesita soñar, y por otro lado la realidad soñada, lo que se ve en el sueño, donde puede figurar uno mismo, es una realidad sometida a las mismas reglas, aunque sea de una manera estravagante, pero las mismas reglas que la Realidad despierta; en ese sentido vemos que la manipulación llega hasta ahí. Luego está el hecho de que como hemos dicho el que sueña, no es ni el soñado, ni el durmiente; ése se sale de la Realidad, y por tanto se podría pensar que escapa en cierto modo a la manipulación; pero escapa precisamente por su falta de realidad, su falta de sumisión a la Realidad. ¿Qué más ocurrencias?, ¿qué más pegas?
-Yo me pregunto qué reforma ha habido en la Eucaristía, porque aparentemente la intención del cura es compartir las ostias y el vino, pero luego el vino se lo bebe todo él; porque yo supongo que antiguamente había una repartición de vino también, que a mí nunca me tocó.
A-Yo no soy muy entendido; yo creo que en alguna parte se practica la comunión en las dos especies, y desde luego en otras formas de cristianismo, yo creo que también se ha seguido practicando, en otras () cristianas. Aquello puede tenerse simplemente como una mezquindad, un ahorro, una pobreza, porque era complicado, y tal vez más caro, repartir vino a cualquiera, y por eso se suponía que en la carne estaba la sangre, o cualquier tontería de esas; pero vamos, se ha mantenido yo creo también eso. Lo importante es que recordéis que en este rito, o en el fundamento de este rito, junto a lo de comérselo al Verbo mismo, está también lo de que eso es común, no personal; es común para el sacerdote, y para los fieles, y todo eso, ¿no?; es común, y justamente en ese acto se suponía que se practicaba una comunicación, que es lo que dice la palabra ‘comunión’, o el comulgar. ¿Qué más?
-En esto de la Religión, la Religión Cristiana, y pienso en otras Religiones anteriores (la egipcia, Zaratustra, los griegos, los romanos), ¿qué pasa en esta Religión?, ¿es tan perfecta que no va a tener un fin como ésas otras?, ¿no va a acabar?
A-¡Hombre, no me conviertas en un profeta ahora! Si aquí estamos luchando contra ella, es porque pensamos que desde luego no tiene ningún futuro; aunque ella se cree que tiene todo el futuro, aquí no nos lo creemos: ¿qué sentido tendría esta guerra que nos traemos aquí, si creyéramos como ellos en un Futuro, y por tanto declaráramos a la Iglesia, o a la forma actual de Poder, como eterna?; no tiene sentido. Que no nos lo tragamos, eso es lo primero; es lo del descreer, lo del perder la Fe, que es lo que nos trae aquí, y de lo que efectivamente nunca se puede estar seguro de que uno la ha perdido. ¿Qué más?
-Yo no sé si tiene mucho () lo que voy a decir, pero en la medida en que la muerte sería el cumplimiento de un ideal...... Estoy hablando de la muerte de cuando entierras a uno.
A-De la muerte futura, la real.
-Sí, de cuando entierras a alguien.
A-No, la muerte es antes de enterrarlo.
-Bueno, yo hablo de esa muerte.
A-¡La futura, la futura! No te andes con (): la futura, la real, la que nunca está aquí.
-Bueno, yo hablo de la muerte de la gente normal, de cuando vas al cementerio y entierras a uno.
A-¿Pero por qué al cementerio? Eso es mucho después, el muerto se ha muerto antes.
-Se ha muerto antes, pero la pena la sientes cuando lo entierras. Y, ¿en qué medida esa tristeza es verdad o es mentira?
A-Bueno, una vez con Isabel precisamente cuando hablábamos del llanto se vio esto: en efecto, no es tan normal que en el momento de morir, o según la vieja creencia ‘despojarse el Alma del Cuerpo’, la gente se eche a llorar; es más bien con el recuerdo, cercano, lejano (en el caso del cementerio, cercano), que es efectivamente el que ya no te mete tan directamente en el trance; en el trance de que el Alma del muerto huye del pobre cuerpo; no te mete en el trance, ya ha pasado, ha pasado un cierto tiempo, y eso facilita las lágrimas sin duda, lo mismo que en tantas otras cosas la impresión inmediata y muy fuerte puede no producir sentimientos, que sólo a la larga, o después, parecen producirse; es una intervención de la memoria viva.
-Pero si es viva, no tendría que producir tristeza. Eso es lo que no acabo de entender; y sin embargo la produce, y enorme.
A-¡Si es al revés!
-En la medida en que queda vivo lo que queda de desconocido, y en la medida en que eso es lo que no se sabe, y patatín y patatán, y lo que llevamos diciendo toda la vida, esa profunda tristeza que arrastras para siempre cuando has enterrado a alguien (y digo entierro de verdad: ir a La Almudena y echarle encima tierra), ese sentimiento, ¿es equivocado?
A-No sé, me parece que te has armado un poco de lío: las lágrimas no producen ningún sentimiento, se supone que son los sentimientos los que producen las lágrimas; las lágrimas son una revelación de un sentimiento que no conocemos, desconocido. Y en todo caso, ‘vivo’ no quiere decir alegre, ni triste; es un sentimiento que lo puedes llamar ‘compasión’, o que lo puedes llamar si quieres ‘tristeza’, pero no tiene por qué tener ningún nombre. En nuestra manera de tratar a los muertos, lo dominante es la esquela, la funeraria, la sepultura, las convenciones......todo eso; eso es Realidad, eso es convertir al muerto en algo condenado a ser real para siempre, incomible, etc. A pesar de eso, como nunca estamos bien hechos del todo, de vez en cuando pueden venirnos lágrimas, que no sabemos bien en ese momento de qué nos vienen; eso puede ser una revelación de lo que nos puede quedar de vivo debajo de las ideas; de vivo; ni alegre, ni triste: vivo, por debajo de las ideas, que son la muerte. ¿Qué más?
-Has dicho, Agustín, que el Capital es Dios hoy en día, porque es capaz de destrozar los ríos, y de destrozar la Naturaleza.
A-Si, el Dinero es Dios; es el que reúne todas las características de.....
-¿Y cómo se puede desmontar la idea del miedo al Capital? Porque si tenemos miedo al Capital....
A-Eso es lo elemental con lo que el Poder cuenta con vosotros: que tengáis miedo del Futuro; si tenéis miedo del Futuro, ya sois unos súbditos como Dios manda; súbditos del Capital, súbditos del Estado, y de lo que sea; por tanto, si se puede decir así, lo que aquí estamos haciendo es romper con ese miedo al Futuro, el descubrir que no hay, que era mentira, no hay Futuro. Hay que empezar por ahí: en lugar de meterse directamente con las formas del Capital, atacar a ese miedo que has hecho muy bien en sacar, que es miedo al Futuro, como miedo a la muerte cuando la muerte no es más que ésa, la futura, que es justamente la misma que el Capital y el Estado manejan; no la muerte de irse muriendo, que con esa, como con los sentimientos, como con la memoria viva, no pueden hacer nada, sino con una muerte sabida, contada, una vida contada por años, que son las que ellos pueden manejar así; y desde luego el principio elemental con que cuentan en vosotros, es el miedo al Futuro, qué va a ser de nosotros. No es tanta novedad: en el evangelio ya recuerdas que también se dice, en alguno de los trozos que por fortuna han escapado y nos han llegado, “no os preguntéis qué comeréis mañana, con qué os vestiréis: el día de mañana cuidará de sí mismo; a cada día con su mal le basta”. Está claramente dicho en el evangelio, de manera que lo que aquí estamos haciendo es algo que va justamente en el mismo sentido.
Bueno, pues parece que se ha hecho muy tarde, de manera que tendremos que dejarlo, y nada, si nos dejan, si el Señor no se opone demasiao, dentro de 7 días seguiremos con la guerra; y la verdad es que no deberíais entretanto entregaros a la paz, ¿no?, la guerra debería seguir siempre.