27.08.2014

Tertulia Política número 255 (10 de Noviembre de 2010)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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TRANSCRIPCIÓN:

 

Tocaba, toca, seguir intentando entender, sentir, de la manera más clara posible lo que se refiere a esta táctica que aquí nos hemos propuesto (una táctica política, como corresponde a la tertulia) que consiste en dejarnos hacer, deshacer, como cosas, como en lo que en verdad somos, cosas. Es una táctica contra cualquier forma de humanismo o, por decirlo de una manera más grosera, de imposición del hombre, desde Arriba, imposición sobre las cosas, como destructor de las cosas en cuanto costructor del Orden social, de la Humanidad, de manera que es, como no podía ser de otra manera, la táctica contraria a la que se nos impone para el establecimiento y progreso de la Realidad: dejarnos hacer, deshacer, como cosas.

Ya tengo recuerdo de estos días de que esto que es tan simple, tal vez demasiado simple, cuesta trabajo entenderlo o dejarse sentirlo, de manera que por aquí nos tocará volver sobre ello, y por tanto, sobre la cuestión de eso del alma y el cuerpo que se decía tradicionalmente en lo que se refiere a nosotros, al tipo de cosas que nosotros somos. Sin embargo, antes de volver sobre ello, tenéis que disculparme, consentirme que os presente una visión de mí mismo que estos días me viene atormentando bastante, para ver si me ayudáis a librarme de ella o a entender un poco a qué viene.

No es una visión en sueños de dormir, ¿no?, mis sueños de dormir suelen ser muy rastreros y traidores sin más, cuando en ellos aparezco yo, pues aparezco como un funcionario, un docto, un metomentodo, un mequetrefe, un pedante, cualquier cosas así, con diferentes colores pero con la denigración casi costante. No, ésta es una visión de despierto; de despierto, muy distinto. Es una visión que consiste en esto: que es que me veo a mí mismo como un cochinillo asado al horno, lo que en mi tierra se llama un tostón (supongo que sabéis lo que es, ¿no?, esa cosa deliciosa). Un tostón, un cochinillo asado al horno, me veo así una y otra vez. Una y otra vez tengo esta visión y como no sé por qué ni qué quiere decir, por eso os la presento.

Ahí me tenéis ahí como un tostón, un cochinillo asado al horno; he pasado ya el trance de la muerte, fue sin darme cuenta, un cogotazo que me metiera el funcionario del matadero o el funcionario de cocina que supiera ya a qué fin estaba destinado y que por tanto pues me dejó apto para continuar con mi preparación; después de eso, ya el que me metieran en un horno de pan hasta que la piel se me fuera poniendo corruscante y eso, eso ya no me podía molestar para nada, y así he venido a parar a esta situación; a esta situación que os presento.

De manera que ¿cómo eso?, como no sé por qué esta imagen de mí mismo me viene una y otra vez y me atormenta, por eso, antes de seguir, os la presento. De manera que ¿qué tenéis que decirme?, ¿cómo debe de entenderse esto?, ¿cómo me libro de ello? De manera que espero ya vuestra amable colaboración en el intento, y sólo después, si vemos algo más claro, podremos seguir con ello.

          - Que parece una continuidad de la semana anterior, que decías que había que comerse a los muertos, y como tú estás contra el despilfarro, pues dice “Aquí que me coman cuanto antes”, y de cochinillo asao es lo tuyo.

          AGC - Alguna relación debe haber (eso ya se me ha ocurrido) con lo que el día anterior y el otro anterior hablábamos en contra de la Memoria histórica y del culto de los muertos. Os decía eso, de lo que hay que hacer con ellos es comérselos y, si es posible que los podamos digerir bien y desarrollar algún veneno que nos impulse a hacer contra el Orden de hoy día lo que ellos pudieron haber hecho contra el Orden de sus tiempos, que es el mismo. Alguna relación debe de haber, pero por supuesto eso no me basta, no sé por qué tiene que atormentarme a mí esto. Sí.

          - Yo no sé si servirá de algo, pero cada vez que no logro explicarme cualquier cosa sobre los demás o sobre mí mismo, utilizo un sistema que es pensar en términos de energía. Me explico: a lo mejor (¿eh?, es una tesis), a lo mejor eso viene dado porque todos los miércoles sientes que de alguna manera estamos captando tu energía, estás dando demasiado. Yo me plantearía si sales más cansao o menos cansao de la tertulia, ¿eh?…

          AGC - No, no, la tertulia…

          - …Es una forma de devorarte, de comerte…

          AGC - …bueno, como generalmente marcha bastante bien, no me da más un cierto cansancio estar de pie dos horas, que no tiene importancia; cualquier otra cosa de este mundo casi me cansa más que la tertulia. No, no puedo decir eso, además, claro, tampoco tendría por qué presentarme como un plato tan apetitoso, como un cochinillo asado en horno de Arévalo, no, no.

          - Es que el cochinillo es uno de los animalillos que recién nacido se le manda al infierno. Y como a ti te encanta tanto eso de irte con los diablos…

          AGC - No, no.

          - … pues te vas al infierno. Y luego también hay una cosa, la cuestión de las palabras, de la definición: realmente tú a ti te sientes un poco tostón, o sea, es así, ¿no?, es así, no lo podrás evitar, digo yo ¿no? Uno dice “¡Qué tostón de tío!”, se suele decir, ¿no?, cuando uno le da muchas vueltas a las cosas, ¿no?, se dice tostón en sentido figurado.

          AGC - Hombre, me parece que no representas la voz común de la tertulia…

          - Sí, sí, “Ése es un tostón”. Una película es un tostón. Es un tostón.

          AGC - …Es que seguramente para ti sí que soy un tostón y puede que para…

          - …Es que la deformación llega al pie de la letra.

          AGC - …y puede que para una parte de la tertulia también, pero no me atrevería a decir que para los…

          - No, no. No, no. Quiero decir… A mí es que eso me ha pasao a veces con las palabras, que cuando he querido ir al pie de la letra de alguna cosa, la figuro…

          AGC - Yo, la verdad, es que no me siento así. Venga.

          - …pasaba en los cuentos con Carpanta y con el del TBO…

          AGC - Bueno, aparte de que no sé por qué hay que sacar el sentido figurado que ha tomado la palabra ‘tostón’, porque yo la estaba presentando en el sentido propio, ¿no?, de manera que no viene ni por ahí.

          - Rosaditos, redonditos.

          AGC - Sí. Ayudadme un poco más, ¿no?, venga. Incluso sobre todo de los que no hablan de ordinario pero que pueden ser compasivos; en cambio pueden ser compasivos y algo se les ocurrirá, decirme “¿Qué le pasa a este hombre?” y haréis vuestras cábalas y a lo mejor me ayudáis a salir de o por lo menos a librarme de esta visión inoportuna pero persistente. ¿Cómo?, ¿nadie?

          - Bueno, pues Agustín, yo creo que tan ricamente.

          AGC - A ver.

          - No me parece a mí que sea para preocuparse mucho. Si yo me viese a mí mismo como un cochinillo asado, pues mira…

          AGC - No, yo, la verdad, es que cuando me viene esta visión me viene como una inoportunidad y un tormento, no sé por qué coño tiene que venirme. No, no me consuela nada el pensar en lo bien tostadito y lo apetitoso que estoy, no; a pesar de todo no trago con ello, no.

          - Pero como modo de crucifixión ya es bastante decente.

          AGC - ¿Cómo?, ¿qué?

          - Como modo de crucifixión…

          AGC - ¡Ay!, por favor.

          - …después de todo la identificación con el crucificao…

          AGC - ¡Ay, por favor, “crucifixión”!

          - …que también te ha llevao por algunos caminos a veces, pues tiene algo que ver con la crucifixión…

          AGC - Está el Agnus Dei, sí, pero era un cordero. Agnus Dei qui tolis percata mundi.

          - Lo que tú harías es el cerdus Dei El porcus Dei.

          - El porcus, porcus Dei.

          AGC - Porcus Dei.  A ver, alguna otra cosa más un poco más en serio, por favor. Tomaros un poco en serio esto, que parece una tontería pero si os lo saco aquí es porque tiene su importancia, ¿no?, y si podemos debatirlo un poco y librarnos de ello, tanto mejor, ¿no?  

          - Yo pienso que lo del cochinillo asado podría ser que estás dispuesto a dar incluso después de muerto.

          AGC - Sí, el cochinillo está muerto, desde luego; ya lo he dicho, he pasao por el trance, me han pegao el cogotazo mortal y sólo después han procedido a meterme en el horno de pan para tostarme, sí, pero que yo esté dispuesto a eso… Si fuera así no me atormentaría la visión, me encontraría de acuerdo con ella.

          - Agustín, esas visiones en nuestra tribu yo creo que son siempre mezclas. A mí me suena (dicho con todos los respetos) a una mezcla de Alicia en el país de las maravillas y la leyenda de San Lorenzo, ¿no?, es decir, se van cruzando esas cosas.

          AGC - San Lorenzo en la parrilla.

          - Eso, “Volvedme del otro lado que de éste ya estoy asado” y Alicia en el país de las maravillas, el bebé cochinillo…

          AGC - No me había acordao yo de esos. Sí, hasta ahí todos son compañeros, no digo que no, San Lorenzo “Volvedme del otro lado que me tueste mejor” y el bebé cochinillo de Alicia… Tiene que ver, sí. Sí.

          - Tal vez…, bueno, sea lo que sea (vayas al infierno, te coman, te comamos), una nota es que al ser un cochinillo te mueres sin haber perdido pues algo que conservas de infancia, en el sentido positivo, ¿no?, en el sentido bueno de no pervertirte como adulto.

          AGC - O sea, que crees que…

          - Una nota. Una nota dentro de lo que pueda ser todo eso.

          AGC - Sí, te crees que la nota de ser un cochinillo recién nacido es importante para esto, ¿no?

          - Que te mueres sin haber perdido…

          - La virginidad.

          - …infancia. Como la mayoría de los adultos…

          AGC - Es interesante y un poco terrorífico también, pero lo recogemos. ¿Algunas cosas más?, por favor.

          - Sí, Agustín: la cochinilla de Lucina también. La cochinilla de Lucina.

          AGC - ¿De?

          - ¿No hay una cochinilla en Lucina? El logo, el logo, ¿no es una cochinilla? Se dice en algunos sitios de España ‘cochinilla’ en vez de...

          AGC - ¡Ah, la coquita de Dios… o la mariquita! No. Está muy alejada. Está muy alejada de esa imagen, no. A ver, dime.

          - Bueno, que yo no sé dar una interpretación, pero me ha hecho gracia cuando lo has contao porque a mí me pasa algo parecido y me lo he preguntao muchas veces: cada vez que tengo una situación desagradable, pienso que soy una gata y me quedo muy tranquila.

          AGC - Una gata y que te acaricia y…

          - No, no, no, no. No que me acaricia, que soy una gata simplemente…

          AGC - Una gata, estás tranquila. Tranquilita y…

          - Sí. Sí, sí. Entonces eso me produce una tranquilidad y una felicidad absoluta.

          AGC - ¡Ah!, bueno. Ojala yo me lo pudiera tomar así. A mí no, a mí la imagen ésta no me… Ya comprendo que, claro, una gata runruneando y medio durmiéndose es otra cosa, eso le sienta a uno mejor, sin duda, sí.

          - Es que me parece que te has… con el sueño éste te has saltao aquella cosa que se decía de que uno en sus sueños no se puede ver muerto, te has buscao como estar muerto con esa… como cambiar de cosa para verte de alguna manera muerto y como en diferenciao.

          AGC - Bueno, lo de que uno no se vea muerto en los sueños es discutible, ¿eh?, porque hay una tradición en que efectivamente uno en el sueño asiste a su propio entierro. Es una tradición y no sé si vosotros tendréis esperiencia de haberos visto en el sueño en un trance así. Pero en todo caso yo digo que esto se caracteriza porque no es un ensueño de dormir, esto es una visión que se me ha ocurrido por las buenas y que se me repite despierto.

          - Pero ¿tú no le encuentras una relación con esta pasión que te ha entrao últimamente del bacon churrascao por la mañana?...

          AGC - Últimamente no: la he tenido siempre…  

          - …Pues yo le encuentro una relación: es que te lo comes con tal ansiedad…

          AGC - …lo que pasa es que…

          - …con tal ansiedad te lo comes que dirías “Me comería a mí mismo”…

          AGC - …lo que pasa es que es difícil en este país encontrar raspas de bacon, es difícil, pero no que me haya entrao ahora, no: la he tenido siempre más o menos oculta.

          - No, no, es por eso…

          AGC - No, no. No. No. La verdad es que si yo no fuera el cochinillo…

          - …hace poco…

          AGC - …Si yo no fuera el cochinillo, yo lo encontraría apetitoso al cochinillo sacao de un horno de pan de Arévalo; no, no, pero lo malo es que soy yo. Lo malo es que el cochinillo soy yo, ésa es la cuestión.

          - Por eso lo que decías el otro día de comerse a los muertos….

          - Por eso digo que hay mil y pico millones de personas que no van a participar en la mesa de tu comida.

          AGC - ¿Eh?

          - Que hay mil y pico millones de personas que no van a participar en la mesa de tu comida.

          AGC - “¿Que no van a participar?”

          - Al ser cochinillo…

          - ¡Ah!, los moros, que quedan excluidos.

          - Claro.

          AGC - ¡Ah, ah!

—    Ya son menos…

- Los judíos también. Los judíos y los moros: fuera.

          - Ya es un sueño… Efectivamente, claro.

          AGC - Siempre se puede pecar. Siempre pueden pecar los moros y los demás.

          - Los hay que pecan.

          AGC - ¿Eh?

          - Que los hay que pecan…

          AGC - Venga, pero ayudadme, ¿cómo me libro de esto?, ¿qué coños quiere decir?

          - Yo creo, Agustín, que eso es una visión de un sacrificio terrible; que lo tienes que abandonar cuanto antes.

          AGC - Pero yo me sentiría…, si fuera así, yo me sentiría así de alguna manera, pues, hombre, como cualquier mártir o santo, me sentiría eso, glorificao por el sacrificio mismo, pero no hay nada de eso. Me viene esa visión y me molesta, digo “¿A qué coños viene esto?, ¿por qué tengo yo que acordarme de un tostón en relación conmigo?, ¿qué tenemos que ver?”.

          - El otro día hablaste de la comunión o de la hostia, que se comían a Dios, y los feligreses decían “Es la única Religión donde…”, lo decía Belli, ¿no?, de que nos comemos a Dios…

          AGC - Sí, sí, eso lo sacamos, sí.

          - Y eso tiene mucho que ver con esta especie de fantasmagoría tuya, tú eres… no el Agnus Dei, eres el Porcus Dei.   

          AGC - Bueno, no insistas mucho, ya lo hemos visto.

          - Es que está más claro que el agua, hombre.

          AGC - ¿Qué más?

          - Es como una preocupación de lo que puede pasar cuando uno se muera.

          - No se oye aquí, por favor.

          AGC - Como una preocupación de lo que puede pasar cuando uno se muera.

          - O sea, como que te preocupa lo que hagan contigo después de muerto.

          AGC - Eso, por lo menos en general, desde luego tiene que ser así, ¿no?, porque además ha venido entre estas sesiones de la tertulia donde justamente le estamos dando vueltas a eso, y aquí sacábamos desde luego lo de comernos a los muertos como lo menos malo que se puede hacer en lugar de entregarlos a la inmortalidad de la fama o a la gloria eterna en los cielos, en contra de eso estábamos claramente, que no sé yo si es un procedimiento eficaz el que se me ha ocurrido para ir contra esas cosas.

          - Pues yo es que creo que eso es llevarlo a un extremo, a una caricatura, ¿no?, pero que te daría lo mismo verte como hombre, o yo misma como hombre, como algo que me fuerzan a hacer, a ser algo que no quiero, o sea, como si fuera una imposición con la que no estoy de acuerdo; que a mí me gustaría pues estar de otra manera, más libre, ser aire, yo qué sé, algo que no sea pues la sumisión. Y este pobrecito cerdo y con lo chiquitito que es y encima ya le han matado, y le han dorao y le han metido en el horno, es que ya le han destrozao, vamos, que no le dejan vivir. Pues daría lo mismo si uno se viera como hombre, como persona, en vez de como algo libre.

          AGC - Por un lao te sigo. Pero ten en cuenta que el cochinillo después del cogotazo, que lo han matao para prepararlo para otros destinos, él mismo seguramente se encuentra satisfecho y orgulloso de estar tan bien doradito y que valga tanto en el mercao y que la gente acuda a comerlo, ¿no?, soy yo el que no estoy de acuerdo con identificarme con ello.

          - ¿Puede ser una justificación del Poder para poderte destruir?...

          AGC - ¿Um?

          - ¿Puede ser una justificación del Poder para poderte destruir, como hablábamos en la última reunión, que te estés identificando por una forma de Poder a través del cual te puedes destruir a ti mismo?

          AGC - Éste es desde luego la víctima del Poder, no el Poder. Éste es la víctima del Poder. Sí, sí, que yo me… esto también en general también tiene que valer, ¿no?, que yo me sienta como víctima y que eso, un poco en caricatura, me lleve a compararme con otras víctimas como un cochinillo asado, puede ser. ¿Qué más se os ocurre?, por favor. Sí.

          - ¿No puede ser que lo molesto de esa visión (un poco abundando en lo que dice Teresa), sea en lo doméstico, no?, en que no es… es algo demasiado bien conocido tal vez.

          AGC - Sí, ¿y entonces?

          - Entonces que ahí se esconde o se puede esconder un anhelo de ser… o de no ser nada o de ser cualquier otra cosa, ¿no?, menos… que recuerde menos a las víctimas del Poder o a este mundo ordenado que tenemos, o…

          AGC - Bueno, pero sería una conformidad, me haría encontrarme más bien conforme con el destino de ser víctima, ¿no?, como lo somos. Bueno. Sí.

          - Que dices que no es un sueño, pero despierto uno normalmente no se ve así como en un sueño; se juzga, piensa “estoy loco” o piensa “soy idiota”, o piensa… se cree guapo, lo que sea, pero normalmente no se ve como en un sueño, no…  que parece como que está afuera.

          AGC - Sí, no es normal; esta visión que me llega no es normal. Uno efectivamente cuando despierto se mira, lo mismo que con los sueños de la noche, bueno, se ve generalmente como un gilipollas, como un tonto y cosas por el estilo; es algo que uno… vamos, salvo que sea realmente de verdad gilipollas en un caso estremo y entonces se vea como un héroe, pero el que no llega a tanto como eso, lo que tiende en su vida de despierto es a verse así. Pero como un tipo, un hombre tonto, un engreído, un presumido, pero como un cochinillo asado, no; eso no es normal. Bueno, no sé. Gracias en todo caso. Sí.

          - Pero la pregunta es ¿es energético o te ves físicamente?

          AGC - No, veo, veo, físicamente, tal como os lo he descrito.

          - ¿Cómo te sientes?, ¿qué sensaciones tienes cuando tú te ves físicamente como un cochinillo asado?

          AGC - Yo tengo la sensación de que no, que no estoy de acuerdo con ser eso, que ¿a qué viene…?

          - Tu cuerpo, tu cuerpo.

          AGC - ¿Eh?

          - Tu cuerpo, tu sentir, el cuerpo sintiente, ¿cómo…?

          AGC - No, no, el cuerpo sintiente, como veremos ahora dentro de un momento, es lo mismo que el alma sintiente, de manera que no intentes hacer divisiones. No intentes hacer divisiones. Bueno, gracias, ya os diré, si llegamos a otro día…

          - Quiere hablar Pilar.

          - Que tal vez se trate de una etapa que se está quemando, ¿no?, bueno, que te han obligado a quemarte pero que es la etapa esa infantil, de alguna forma, como niño, que el Poder, que decías tú antes, presiona para acabar con esa etapa y terminar como una etapa más madura; digamos que no hay que ser tan negativo.

          AGC - Sí, []. Ya este hombre nos decía antes que tal vez ahí había un intento de no caer…

          - Échate más detrás, Agustín, más aquí.

          AGC - …de no caer en ese proceso… de no caer en ese proceso, morir antes de madurar en el sentido que dices, pero no sé.

          - Yo creo que lo que tiene la culpa es la expresión ésa de comerse a los muertos, que es bastante cruda…

          AGC - ¿Cómo?   

          - Lo de comerse a los muertos es una expresión muy cruda, pienso yo, en el sentido inglés de la palabra. Y yo creo que después te has puesto a meditar y la idea que… o sea, ante la idea de que alguien te fuera a comer, si nos fuéramos a comer los muertos, entonces mejor estar asao y sabroso que… Pero vamos, ¿las ves relacionadas, como un sueño somático de esos?

          AGC - Sí, sí. Ese vínculo desde luego lo hay. Con esa cruda recomendación de comernos a los muertos, ese vínculo se da, y efectivamente si uno ha adoptado la actitud de comerse a los muertos y si uno es lo bastante honrado para contarse entre cualesquiera otros, y por tanto estar espuesto a que se lo coman a uno, sí, sería una buena intención el estar lo más apetitoso posible, sí, ya que me van a comer, por lo menos que me coman mucho con mucho apetito, que…

          - Ya, pero bueno, si fueras… y te vieras a ti mismo como una patata asada, ¿te sería menos molesto?

          AGC - No me ha sucedido. No me ha sucedido. Yo…

          - Una albóndiga…

          AGC - …Yo…

          - …¿te sentirías menos molesto? Encima te has buscao un plato bonito.

          AGC - No me ha sucedido, me ha sucedido así.

          - Quiero decir, yo creo que cualquier visión que uno tiene de sí mismo le molesta, si te vieras como un águila imperial, pues también te daría por saco, seguramente, ¿no?, ¿O no?

          - Pero es que un cochinillo se ve muy bien que ha sido un bicho; una patata...

          - Jolín, un águila imperial es un bicho precioso, pero seguro que le da por saco también si se ve a sí mismo como un águila imperial.

          - ¡Ah!, no: era con respecto a la patata; que la patata no se nota que era un bicho...

          - Bueno, pues el águila imperial. Peor es lo mío: yo me llevo viendo mucho tiempo como un plato recalentao. Es muchísimo peor, al microondas además. Eso es muchísimo peor que lo del tostón.

          AGC - Muy bien. Esa contribución nos hermana, Rosa, está bien, se agradece, por lo menos ya sé que no soy el único al que le pasan estas cosas. Algo de eso es. Verme como un águila, como lo que Machado dice “¡Oh, navegar en el azul del día / como navega el águila en el viento, / sobre la sierra fría, / segura de sus alas y su aliento!”. No sé si a él le pasaba, a mí no me ha sucedido verme así. Cuando me veo normalmente, aparte de esta visión, ya lo he dicho, la tendencia es verme como un imbécil, como un gilipollas, cosas por el estilo, según la situación en la que me encuentre metido; ¿no?

          - ¿No será un acto de humildad?

          AGC - Al que me somete alguien. Sí, porque a mí no me haría falta para ninguna purificación verme de esas maneras denigrantes, ¿no?

          - Yo creo que lo que te puede molestar es verte cocinao. O sea, que te hayan… después de muerto que te cocinen, que no en vez de dejarte morir y...

          AGC - No sé. Tendría que ver si…

          - Porque es una manera de preparar…

          AGC - Tendría que ver. Si lo cambiara por un cochinillo crudo, tendría que ver si me seguía molestando lo mismo, tal vez. Tal vez igual, pero o tal vez no. Pero el caso es que no ha sucedido así, no está crudo; no está crudo el cochinillo.

          - Pero lo más parecido a un bebé, a un cachorro de hombre, es un cochinillo.

          AGC - Eso es lo que aparece en lo que recordaba Antonio de Alicia en el país de las maravillas, sí.

          - No, pero lo que decía el de detrás, lo del bebé ideal muerto asao, es decir, uno siempre… incluso uno aunque se muera muy viejo se muere de niño; se muere de niño.

          AGC - ¿Y eso?

          - Sí, porque la sensación que uno tiene al morirse es que, incluso aunque uno sea de mucha edad, es que muere un niño.

          AGC - ¿Cómo coños sabes eso?

          - ¡Joder!...

          AGC - ¿Cómo coños sabes eso si no te has muerto todavía?

          - …pues porque no hay ninguno que piensa que ya tiene edad para morirse…

          AGC - Pero, hombre, si no te has muerto todavía, ¿cómo lo sabes?

          - …La mayoría de los muertos dicen en su… piensan “¡Con lo que podía vivir todavía!”.

          AGC - Pero ¿cómo lo sabes? ¿Cómo puedes saber eso?

          - ¿Qué me vas a decir a mí?, si tú eres el que lo sabe.

          AGC - No hay quien sepa eso.

          - …Tú dices… tú todavía te encuentras muy joven para esa situación…

          AGC - No hay quien…

          - …Te encuentras hecho un bebé.

          AGC - …No hay quien sepa eso acerca de cómo…

          - No, no: tú te encuentras hecho un bebé, mal diríamos, ‘una bebé?, porque lo más parecido al cochinillo es una bebé redondita y rosácea, ¿entiendes? Y tú te ves… cambias ahí a la situación de infancia y a la situación de…

          AGC - (Saca eso y apágalo, por favor).

          - Ése es el loco. Cuéntale al loco lo que está pasando, anda.

          AGC - Bueno…

          - Agustín.

          AGC - Sí.

          - ¿Qué crees que te molesta más, el hecho de que estés cocinado o…?

          AGC - No, yo lo decía antes, que se ha presentao la cosa así. Yo creo que si estuviera crudo el cochinillo y muerto sería otra cosa, y si estuviera vivo sería otra cosa, pero la visión que yo padezco es ésta.

          - Yo creo que va todo unido, ¿eh?

          - Es que el hecho de que esté cocido parece que es para un fin, ¿no?, no simplemente está cocido porque lo está, no: está asado para algo, ¿no?

    AGC - Para que lo coman.

          - Sí, no, porque, oye, el Poder además de hacerte puta te hace poner la cama.

          AGC - Ya. Además hay que decir, analizando la cosa, que quien le pegó el cogotazo, en el matadero o en la cocina, tenía ya un fin al que iba el cochinillo; tenía que cumplir un fin, que era el de ponerse apetitoso, venderse y comerlo, y que lo comieran.

          - Claro, por eso,  es lógico que te moleste, ¿no?, es que están haciendo algo que desde el principio ya tiene un final, ¿no?, que…

          AGC - Eso contradice la hipótesis que por otro lao ha surgido de que yo trate de cumplir con lo de comeros a los muertos y poniéndome lo más apetitoso posible para que me comáis.

          - A ti te causaría placer el verte así, y no es así, ¿no?

          AGC - Sí, tal vez.

          - Depende de…, bueno, si a uno le causa placer verse así y a otro no.

          AGC - Sí, y además uno es contradictorio: uno puede sentir cierto placer por un lado y asco por el otro lao, sí.

          - Por un lado, que te veas como un cochinillo muerto, y luego en el sentido figurado que te veas muerto y además como algo tan suculento y comestible para que venga cualquiera a comer cochinillo como cualquiera de los muertos que ves por ahí vendiendo libros o vendiendo cosas, pues no sé, me parece a mí también repugnante, vamos.

          AGC - Bueno…

          - Es decir, que…

          AGC - …depende.

          - O sea, que…

          AGC - Depende de cómo te lo…

          - …como muerto, si le has quitado todo el venenillo, ya ves tú qué gracia tiene la cosa.

          - Pero no. Pero él se ve así para comerse a sí mismo. Es el primero que está con la dentellada. Se desdobla en uno vivo y uno muerto para comerse a sí mismo.

          AGC - Eso no puede ser.

          - ¿Cómo que no?: para comerte a ti mismo, para comerte mejor.

          AGC - Cuando uno se pone en el lugar del cochinillo no puede al mismo tiempo estar comiéndoselo, no.

          - Sí, como el cuento de Caperucita: “para comerte mejor”.

          AGC - No, no puede ser.

          - Agustín.

          AGC - Sí.  

          - ¿Hay vino alrededor?

          AGC - No. Aparece…

          - Es que podría ser una eucaristía.

    - ¿Estamos nosotros?
          
AGC - …Aparece como un ámbito oscuro y [], y está ahí. Y es eso nada más.

—    Es ésta.

- Estamos los comensales.

          - Un cochinillo asao visto a través de un cristal en las estantería éstas de los grandes restaurantes de Segovia o de cualquier lao, es todo lengua, todo boca abierta; y ésa es la configuración en la que tú te ves ahí. Es que tiene que ver también con la boca, con las fauces, con el istrumento…   

          AGC - Con un ramito de perejil…

          - …con el istrumento del lobo feroz…

          AGC - …con un ramito de perejil en la boca. No, éste no tiene perejil en la boca, no. Bueno, creo que no podemos dedicar más tiempo a esto. Agradezco y ya os diré, ya os diré; si llegamos a dentro de siete días, ya os diré si se me ha pasao, ¿eh?, si acaso me lo preguntáis.

Hay que volver desde aquí o no desde aquí pero volver a lo que estamos tratando, que es, como os recordaba, entender esta táctica que os proponemos como la táctica contraria a la del Orden (el Orden social, el Orden dominante), en el cual el hombre, eso que se llama el hombre, está frente a las cosas, es el que las ve, es el que las compra y las vende, el que las usa, las somete a sus fines, esto es lo que padecemos todos los días, éste es el Orden. La propuesta política contraria (que confío que puede venir desde eso que nos queda por debajo de las personas, que es pueblo que no es nadie -pueblo que no existe, pueblo que no es nadie-) es por el contrario dejarnos hacer, deshacer, como cosas, que hay más, que es lo que en verdad somos y no hay quien pueda escurrirse de ello.

Vamos a ver entonces cómo esto repercute sobre la muerte, sobre las visiones de la muerte, sobre las que otros días habíamos venido: en la tradición, no sólo católica sino general, en el viejo Régimen en general, la imaginación dominante acerca de la muerte de uno es la de que el alma se despoja del cuerpo. Lo habéis leído mil veces bajo diferentes religiones y filosofías, pero en definitiva es eso: el alma se despoja, se libera del cuerpo que es lo que de alguna manera la estorba para lo que sea, para lo que quiere, para lo que busca, para lo que hace, se libera y entonces ya va (normalmente vuela), va a los cielos o va a otro sitio, pero en todo caso vuela en el sentido de que se ve liberada de lo que la retenía en esta tierra, en este mundo, que era el cuerpo.

Ya comprendéis que la táctica contraria, si mantenemos todavía la división entre alma y cuerpo, es la de que el cuerpo se libere del alma. Que el cuerpo se libere del alma en algún sentido para que pueda hacer o puedan pasarle cosas que ella no le dejaba que le pasaran, porque de alguna manera le imponía unos lazos o una orden. De manera que la contraposición es clara, es demasiado simple, ahora tenemos que intentar aclararlo porque la propia ilusión entre cuerpo y alma es un engaño secular con el que cargamos y del que no tenemos más remedio que desprendernos.

¿Qué es eso a lo que llamaban el alma?, pues algo confuso y hasta contradictorio: porque alma, por un lado, es eso que los filósofos llamaban alma vegetativa o cosas por el estilo, que había que atribuirles a las plantas y a los animales también. El alma por un lado pues es cuerpo; es cuerpo, no hay lugar a establecer una verdadera división, las funciones que al alma se le atribuyan, lo mismo si son las de un organismo inferior, como se suele decir, que las de nosotros hombres, tienen una condición corporal. La división contra la que ya estos días hablábamos entre el cerebro (que sería corporal) y mind, mente (que sería lo otro) es un ejemplo de esta estupidez y de esta condena con la que cargamos y que mientras no nos libremos de ella no hay nada que hacer, contra la división entre brain y mind.      

Cuerpo, entre otras cosas, cerebro, es algo a lo que el alma ha llamado así ‘cuerpo’. Ya sabéis que la invención, casi históricamente, procede así, se inventa el alma lo primero en las diferentes lenguas, en los diferentes idiomas, y se inventa en primer lugar como ‘ánima de los muertos’. Ésa es la primera que se inventa. Es ésa justamente de la que se desarrollaba esa especie de fantasía de el alma despojándose del cuerpo y volando. Las ánimas de los muertos, las ánimas persistentes, con un destino o con otro, yendo a los reinos de Hades o volando al cielo, son las ánimas que se inventan en primer lugar.

Entonces, en segundo lugar, el alma inventa el cuerpo, en los diferentes idiomas también inventa el cuerpo. Esto lo podemos recorrer en los nuestros, veremos cómo aparece en primer lugar el invento del alma (psyché, entre los griegos) y mucho más tarde el invento del cuerpo (sôma, sôma sómatos), que es mucho más reciente hasta en la Historia de la lengua que podemos recordar. De manera que cuerpo es una invención del alma y evidentemente una invención para sostenerse, pero sigue siendo eso del alma una región confusa.

Sigamos con ello: cuando se decía “se desprende del cuerpo”, si preguntamos ¿quién se desprende?, con éste solo “¿quién?” ya podemos penetrar bastante en la confusión reinante (¿quién se desprende?), porque sí, por un lado es ese alma que sale volando, pero hemos descubierto que ese alma es corporal, que solamente se vuelve espiritual cuando inventa el cuerpo para contraponerse, pero que por lo demás… por lo demás, mente, pasiones, esto y lo otro son corporales en el mismo sentido que lo otro, ondas, ondas, vibraciones. Queda más allá, como sabéis, el nombre. De manera que entender la cosa de esta manera yo creo que es una ayuda para librarnos. Cuando aquí estamos tratando de entender algo de esto y de sentirlo, lo que estamos haciendo es una labor negativa, labor de desprendernos de las ideas reinantes sobre ello, desprendernos de lo mucho que se sabe, por la calle, en familia, en Ciencia, en Filosofía, en Religión. Desprendernos de ello. Es lo que estoy haciendo, intentando desprenderme y que os desprendáis de estas visiones engañosas que nos quedan.

Entonces yo lo veo en tres partes: está por un lado el cuerpo y el alma, pero que son lo mismo. En el lenguaje que empleamos decimos que son tan reales el uno como la otra, son igualmente reales. Y luego, aparte de eso, está el nombre, está el nombre de uno, es decir, la pretensión de que uno es el que es, como Dios, eso no es ni cuerpo ni alma, eso está más allá. Es una pretensión, como tantas veces hemos visto, insensata, imposible: porque nosotros estamos en la Realidad, somos simplemente reales, y esa pretensión es, en un sentido preciso, sublime, nos lleva mucho más arriba de la Realidad, la pretensión de que uno es el que es, como Dios, representada en su nombre propio. Ése es justamente el que no puede morir: uno, si trata de pensarse a sí mismo como siendo el que es, incomparable con cualquier otro, único, como Dios, entonces no puede soportar ni por un istante la idea de su muerte; y con motivo no puede: él es inmortal, eterno, es decir que está ya muerto. Está ya muerto y no sólo está ya muerto sino que una y otra vez hemos colocado en ese sitio, allá Arriba, en la sublimidad de Dios, que es el que es, hemos colocado justamente la muerte propiamente dicha. Efectivamente eso implica bien cómo es incompatible para él.

Alma y cuerpo, esos son reales, van cambiando costantemente, van muriendo, no pasa nada del otro mundo, pero en cambio lo otro queda fuera.

Esto me hace volver a algo que ya se ha usado aquí entre nosotros más de una vez con respecto a la visión del mundo que acabo de tocar al sacar la palabra ‘Realidad’ y contraponerla a eso otro. Trato también en esto de romper con todas las ideas que filósofos, vulgarizadores de la Ciencia, sabios de cualquier tipo, doctos, os están imponiendo todos los días. Nosotros estamos en la Realidad, estamos en cierto modo en el medio, somos reales, y esta Realidad quiere decir una contradicción, una guerra entre lo de Arriba, el sitio de la sublimidad de Dios, del que es el que es, y lo de abajo, que es lo que de verdad lo hay, vive, muere, sin ser ninguna Realidad.

En la Realidad se encuentra por tanto lo que queda de desconocido (por ello mismo vivo, palpable) sobre lo cual actúa desde Arriba la pretensión de ser el que es, que uno sea el que es y que cada cosa sea la que es, y que por tanto se puedan contar todas. La Realidad, nosotros como entes reales, estamos en el medio, estamos justamente en esa guerra, y es inútil y muy perjudicial para lo que se pueda hacer, tratar de entendernos de otro modo. Tenemos que entendernos así, como esa contradicción que se da en general para las cosas y se da para cada una de las cosas y para cada uno de nosotros, da lo mismo, desde Arriba: el rayo de la certeza, de la verdad, es el que es, es lo que es; por abajo: lo que queda todavía de desconocido siempre (la Realidad no es todo lo que hay, siempre hay más y más), lo que queda, lo que hay de desconocido, de sin nombre, y que lo tenemos por ahí debajo; el mundo en general, cada uno de nosotros, lo tenemos por ahí debajo.

De manera que ahora vosotros ya podéis ahora preguntaros ¿dónde estoy yo?, preguntar a ese ‘quién’ que antes respondía, y ya veis que no tenéis más que respuestas contradictorias, las que a cada uno en su vida le vienen, que a cada paso se cree que es el que es (¡nadie como yo!), imagina su muerte futura como única (al morir yo muere el mundo), o se imagina, como el Orden manda de ordinario, como un ente real, alguien que tiene su nombre pero que al mismo tiempo es uno como los otros, forma con ellos conjuntos, puede admitir el cómputo, como os cuentan todos los días, por millares o millones de almas, desde Arriba, el Estado… la normalidad, como os cuentan todos los días, y ésa es otra respuesta. Y otra respuesta es la del que no aguanta semejantes respuestas, ni la una ni la otra, y dice “No sé quién soy, ni sé qué son las cosas”, y encuentra naturalmente en ese ‘no saber’, en esa renuncia a la Ciencia, al saber, encuentra una especie de liberación: “¿Quién soy yo?”. ¿Quién soy yo más que esa especie de lío por el cual puedo optar por cada una de las tres respuestas?

Bueno, pues en esta tertulia política estamos luchando contra Dios precisamente. En el nombre ‘Dios’ (aunque sea un poco anticuado por aquellos que creen que ellos son unos no creyentes), en el nombre Dios resumimos todo lo que desde Arriba trata de imponer su Ley (el Estado, el Capital, el Orden social, la personalidad de uno -que está tan de acuerdo con el Orden social que el Régimen más avanzado (el democrático) exige como primera condición que cada uno crea en sí mismo, tenga Fe en sí mismo, para que sea así, a todos se nos pueda sumar, se nos pueda sumar, se nos pueda contar, que es de lo que se trataba-, en fin, cualquiera de otra forma en que alguien quiera poner un nombre u otro: lo que desde Arriba, por así decirlo, os oprime: el Poder, el Estado, el Capital, la familia, la personalidad, cualquiera de esos nombres). Estamos contra eso, ¿qué sentido puede tener una lucha política, que no sea la política de los políticos sino la contraria, qué sentido puede tener más que ése? Venimos aquí deseando a ver si cada día, al desprendernos de ideas y de intenciones, al dejarnos hablar, habla, y por tanto actúa a través de nosotros, lo que queda de pueblo-que-no-existe.

Pueblo-que-no-existe, pueblo que no es nadie, es eso que está abajo, como antes lo he presentado, las vagas ondas, las ondas indefinidas de lo que no se sabe pero que está ahí; está ahí porque la Realidad no es todo, y la pretensión de que sea todo es simplemente un truco del Poder, del alma, de Dios, para mantener su Imperio. No es todo.

Esto es de lo más elemental que tenía que recordaros: no es todo;  en virtud de esta negación, este descubrimiento: lo hay, lo hay, lo hay desconocido, vivo, palpable, pero inexistente, sin nombre, no sabido, lo hay por ahí.

Cuando el alma llamó al cuerpo ‘cuerpo’ justamente lo que estaba haciendo es reducir a algo sabido (cuerpo, sôma) justamente eso que había por debajo. Naturalmente en este proceso, como es normal, el alma, que es lo mismo que la persona, en este momento está obedeciendo las órdenes del Poder y las obedece precisamente de esa manera, llamando al cuerpo ‘cuerpo’.

¿Tendría, para terminar, [] que recordaros todas las picias costantes que el alma, al servicio del Poder, le está haciendo al cuerpo que ella había [llamado], donde estaba comprendido lo que nos podía quedar de vida? Bueno, pues no hace falta, esto es cotidiano, pero cada uno que acuda a su esperiencia: es ella la que nos condena a un Tiempo, al real, que es en primer lugar Futuro; nos condena al aburrimiento y por tanto a las diversiones que llenan y mantienen el aburrimiento. Esto es humano, da la impresión de que las demás cosas, y los demás animales incluso, no saben de ello, pero nosotros sí: cada día estamos perdiendo las posibilidades de vivir justamente por la Fe en un Futuro, por la sumisión al Tiempo real de los relojes y los calendarios. Estos son istrumentos del Poder, istrumentos del alma al servicio del Poder, los relojes y los calendarios: el Tiempo; y ahí viene la condena al aburrimiento, sin duda porque todavía el Poder no ha alcanzado en ningún sitio la conformidad total. ¡Menos mal!, hay que decir, que la gente todavía se sigue aburriendo de lo que le imponen como Tiempo, ¡menos mal! Es eso justamente lo que aquí nos mantiene.

¿Qué hacemos directamente con el cuerpo todos los días, con la gimnasia, la educación física, la medicina, la cirugía, todas estas artes del alma, del Poder, del alma?: pues lo estamos costantemente sometiendo, destrozando por la Fe en eso, por la Fe en que hay una Ciencia que sabe cómo es el cuerpo, y por tanto hay unas técnicas, Medicina u otras, que saben lo que hay que hacer con él; por esa Fe lo estamos matando, lo matamos todos los días, esto es palpable. Podéis encontrar entre vosotros o vuestros familiares y a vuestro alrededor ejemplos de lo mismo una vez y otra, ¿no? Intentad que vuestras madres, mujeres, amigos, hermanos, cuando os presentan un caso de enfermedad, dejen de hablar de los hechos que la Ciencia sabe, de los pronósticos y de los remedios que a esas enfermedades se les pueden poner. Nos enfermamos con esa cantidad de información, con esa información acerca de cómo es el cuerpo y cómo funciona y qué es lo que hay que hacer con él y qué remedios aplicar a sus dolencias. Y entonces, por la pretensión de cuidarlo, de curarlo, lo que estamos haciendo es matarlo una y otra vez y otra más.

El cuerpo es, en lo que le quedaba de vivo, una muestra de eso que he colocado abajo, lo que siempre queda (porque la Realidad no es toda), algo que no se sabe. Nos hacen perder lo que el otro día recordaba como la maravilla de lo bien que las cosas funcionan, lo ingeniosas que son, qué inventos desarrollan por todas partes, en el reino vegetal, en el animal y en el mineral, en cualquiera es verdaderamente maravilloso, y por supuesto nuestro propio organismo, en cuanto nos vemos como una cosa, como un animal, es otra maravilla, ¿quién puede pretender saber de verdad cómo se mueven las tripas?, ¿quién desarrolla los movimientos peristálticos del esófago u otra cosa?, ¿cómo saber quién decreta las secreciones del hígado para que vayan al intestino y otras cosas mucho más complicadas todavía?: maravilla. La única actitud honrada es el desconocer, el reconocer el desconocimiento. Eso es lo vivo, esa es la vida, sería la vida, pero no: tenemos un alma, el alma tiene su Fe, el alma está al servicio del Poder, y entonces eso hay que aniquilarlo, sustituirlo por una Fe y por un arte médica, por una Ciencia, que no tienen ninguna razón para creer que de verdad saben, porque en la Realidad no hay verdad, no hay más que contradicción.

En una palabra es esto: estamos aquí en esta política del pueblo-que-no-existe, estamos luchando en contra de lo que no nos deja vivir y morirnos, de lo que no nos deja en primer lugar morirnos, que es lo contrario de la muerte futura, el morirse, el irse muriendo a cada paso; no nos deja, no nos deja porque tiene que imponernos un Tiempo, y en un Tiempo está el Futuro; y en un Tiempo que en el Futuro está el vencimiento de los créditos, está naturalmente la muerte futura como término de la vida. ¿Eh?, tenemos eso encima y eso no nos deja morirnos; la muerte futura no nos deja morirnos que es lo mismo que vivir.

Pues si está lo bastante claro: aquí estamos luchando en esta tertulia, si es que hablando hacemos algo, contra eso que no nos deja vivir, morirnos, sea como sea.

No voy a insistir más en esto, ya veis que mi intento es hacer que esto cada vez se sienta más a fondo, más de veras, nunca será lo bastante, las ideas que tenemos reunidas son demasiado poderosas para dejarse romper en un dos por tres, pero a eso estamos.

Con esto me callo, y no sé si se me ha hecho muy tarde tal vez.

          - Las diez.

          AGC - Si a alguno se le ocurre, antes de que nos marchemos, alguna cosa respecto a esto, por lo menos en cuanto que ha habido algún mal entendimiento en lo que os he recordado, pues más vale que lo diga ahora, antes de que nos vayamos.

          - Te refieres… que cuando dices que no nos deja… el Poder, el alma no nos deja morir que es lo mismo que vivir, ¿te refieres a que no nos deja parar la mente…?

          AGC - No, no, no, no, no, no: ni mente ni hostias. Deja tu vocabulario, no hay mente ni lo que es lo contrario de cerebro: no nos deja morirnos. Tú y yo nos estamos, de verdad, nos estamos deshaciendo continuamente, nos estamos muriendo, y hay algo Arriba que no nos deja morirnos, no nos deja: así de sencillo. No vuelvas a separar la mente del cuerpo ni cosas por el estilo.

          - Te pido una explicación para que lo expliques y me dices que deje el lenguaje, pues yo creo que no es…

          AGC - No, no. No, al lenguaje, no. Al lenguaje, no; estamos hablando. En esta tertulia consiste en hablar. De manera que el lenguaje, en cuanto a hablar, pues habla lo que puede; generalmente dice tonterías, porque el lenguaje dice tonterías si se habla personalmente.

          - ¿Te refieres a que [] no nos deja vivir, pero no nos deja vivir porque estamos siempre con ideas y con lo que hay que hacer y con el Orden establecido…?

          AGC - Las ideas es lo que no nos deja; es lo que no nos deja vivir.

          - Gracias por tu aclaración.

          AGC - Más, antes de que nos vayamos. ¿No?

          - Agustín.

          AGC - Sí.

          - Es que a mí me da por pensar que todas estas ideas sobre cada uno, su alma, lo que es, lo que será, se desarrollan, se desarrollan y se desarrollan porque se ha aceptao que hay que respetar la Ley, o sea, que no se puede saltar la Ley, o sea, hay que respetar la propiedad privada, y que cada uno tiene que ser cada uno porque si no, no tiene su propietario. Entonces, eso…

          AGC - La persona, cada uno de nosotros en cuanto persona, con su alma y todo eso, es un siervo del Poder, está atenido al Poder, por eso tiene que creer en todo lo que el Poder le mande creer, lo que Él organiza, es un siervo. La única gracia es que no todos son personas (otra vez ‘no todo’): como las personas no están nunca bien hechas del todo o cada uno, pues siempre queda más, algo de pueblo que no son personas. Nos queda algo de pueblo que es justamente lo que no es persona, y eso no es siervo de nadie; la persona sí, la persona está costituida desde su bautismo a su funeral como un siervo del Poder. El Poder le hace creer que es Él el que le da la vida (cuando se la mata y se la convierte en Tiempo), le hace creer mañana, mañana; sacrificar a cada paso (todos los días lo estáis haciendo), sacrificar cualquier cosa que esté pasando ahora en vistas de mañana, de lo que eso puede traer consigo mañana. Ésa es la actitud personal y en ese sentido se dice es una ‘sierva del Poder’.

Bueno, pues si el Señor no se enfada demasiao, que puede, dentro de siete días nos seguimos viendo por acá.