27.08.2014

Tertulia Política número 256 (17 de Noviembre de 2010)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid



 
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  • Intento de determinar la situación contradictoria en que las cosas se encuentran, acudiendo al caso de la Ciencia, al de la vida corriente, y al del lenguaje.
  • El lenguaje, la única maquina blanda.

 

TRANSCRIPCIÓN:

 

Tenemos que intentar determinar con cierta claridad, y sobre todo hacer sensible, la situación en que la cosas se encuentran, y en que nos encontramos, puesto que no somos más que una especie de cosas entre las demás especies, y por tanto, ya sabéis: en contra del aforismo, que nos viene de Terencio, aquí decimos “soy cosa, y nada de las cosas me es ajeno”; en este sentido entendemos que el tratamiento de las cuestiones llamadas humanas, sociales, y demás, tiene que ‘estar metido en’ el tratamiento de las cosas en general, y de ninguna manera opuesto a ellas, según la pretensión humana, muy comprensible, muy patriótica, pero evidentemente sin ninguna autoridad verdadera.  “Soy cosa, y nada de las cosas me es ajena”, en lugar de “hombre”.  

Es, como sabéis, una situación intermedia, indecisa, contradictoria, la situación en que nos encontramos, en que las cosas se encuentran.   Para entender esto se me ocurría (porque el último día al salir de la tertulia me encontré que Caramés, con Felipe, estaban tratando algunas cosas respecto a la marcha de la Ciencia, a las pretensiones y a los accidentes de la Ciencia), de manera que se me ocurre acudir a la Ciencia, al caso de la Ciencia, para entender mejor esa situación contradictoria, ambigua, intermedia.  Es de entender lo primero que la Ciencia, que es nuestra Teología central bajo el Régimen que padecemos, no se sostiene y no progresa más que partiendo de dos dogmas, dos maneras de Fe, que cuando las miramos resultan contradictorias: una Fe es la Fe en la Verdad, en que se va hacia la Verdad; se progresa en el sentido de que cada vez la Ciencia, nosotros, nos acercamos más a la Verdad.  Aquí en la tertulia hace mucho tiempo que hemos partido desde luego de reconocer que en la Realidad no hay verdad que valga, que no hay manera de casar Realidad con verdad, que la Realidad no puede ser verdadera; pero tanto por ello es más importante que las Ciencias que tratan de la Realidad, con la Física a la cabeza, tengan que tener esta Fe, este empeño en encontrar la Verdad, llegar a la Verdad.  La Verdad tiene que ser del orden de todo/nada, y en general matemática: ya hemos descubierto que Dios es matemático, y por tanto por esta vía la Ciencia aspira justamente a ese tipo de verdad, que es la propia de Dios allá Arriba; aspira a ella, es decir, que si no creyeran (no digo tanto los científicos, pero la Ciencia misma), en esta aproximación a la Verdad, en que hay una aproximación a la Verdad, no se sostendría ni avanzaría: cualquier avance, o cualquier retroceso que se cura con un avance, está condicionado por esta Fe, se declare o no se declare; se declare o no se declare que estamos aspirando a la Verdad; la Verdad, que es matemática, es decir, que a lo que se aspira es a que Dios haga una ecuación definitiva que nos de cuenta del mundo, de cualquier forma de realidad; de manera que todo lo que se hace son tanteos para acercarse a esa ecuación y encontrar una verdad matemática en la que la Ciencia pueda descansar para siempre: “ya se sabe todo”; todo, que pertenece a ese Reino ideal: “ya se sabe todo”.  A lo mejor encontráis contradictorio que diga que la Ciencia sólo progresa en cuanto que se acerca a esa ecuación, a ese todo, y después os diga que puestos en ese punto ya hemos llegado al final, ya lo sabemos todo (con lo cual la Ciencia, claro, ya no tiene nada que hacer, ha cumplido su misión, puede morir tranquila), pero si lo pensáis bien no es tan contradictorio lo uno con lo otro, se puede entender muy bien así; lo que importa es contraponer este polo con el otro polo.  

El otro polo (si éste es el polo de Arriba, el otro es el de abajo, por emplear nuestra habitual metáfora tópica), por el otro polo la Física.......  La Matemática podría desentenderse del todo de la cuestión, pero la Física, la Ciencia de la Realidad, tiene sin embargo que seguir pegada a la tierra, es decir, no es ningún Reino Ideal, ninguna Matemática pura: la Física tiene que dar razón de los hechos reales, y de los hechos por tanto palpables, o materiales, o como queráis decir.  De manera que por ese otro polo la Física está obligada, para sostenerse y progresar, en creer en que por medio de la esperimentación, por medio del esperimento preparado, Natura va a decirles qué es, Natura va a declarar qué es, en qué consiste ella misma; porque si esta Fe no hubiera, tampoco podría haber ni sostén ni progreso de la Ciencia; se confía.  Ya sabéis que esto de la esperimentación preparada o organizada es una cosa moderna: los antiguos (y esto es lo que principalmente la Ciencia actual les echa en cara), no esperimentaban, no hacían esperimentos, no trataban de palpar las cosas, mientras que desde por lo menos avanzado el Renacimiento (desde Hume, suele decirse), la Ciencia moderna es esperimental necesariamente.  De manera que se trata de tocar sitios, fragmentos de la Realidad, por medio del esperimento, y confiar en que a través del resultado del esperimento Natura está hablando, está diciendo cómo es y qué es.  Supongo que no encontraréis exageradas estas declaraciones mías, pero pienso que así es como van las cosas en cuanto a la Ciencia.  Dentro de un rato os diré cómo esto que os saco con el ejemplo de la Ciencia se puede trasladar a nuestras vidas cotidianas, pero antes le voy a pedir a Caramés que como sabe más de esto que yo, y además el otro día estaba hablando de eso, nos diga algo que se le ocurra respecto a esto, antes de seguir adelante.   Por supuesto que si a alguno otro se le ocurre intervenir o preguntar, ahí estáis.  ¡Adelante!

-Pensando sobre lo que decías, primero que normalmente se habla de ecuaciones; por el momento, no digo yo que se aspire a la ecuación definitiva.  Y después, que en ese () de la esperimentación ya se ha venido a caer en el reconocimiento de que las ecuaciones en realidad de lo que nos hablan es de probabilidades, es decir, cuando la invención de la Mecánica Cuántica; esto es las ocurrencias. Unas probabilidades que son en muchos casos casi una seguridad de que no va Natura a traicionarnos, y que la probabilidad va a ser muy alta, y que va a salir lo esperado, y normalmente se confía, dejando de lado que la propia esplicación matemática de la ecuación nos plantee cantidad de dudas en el sentido de que una función de onda ya no es una función de onda, sino que pretende que pululen por los aires probabilidades, más que lo que uno entendería una ondita del mar, por poner ejemplos muy burdos y seguramente traidores, ¿no?, a la pretensión de la Matemática.  Por otra parte, con la Geometría, es decir, con la primera forma de Dios buscando la esplicación del mundo, digamos, que parece que Dios es matemático, pero vamos, por hacer un poco de Historia, pero empezando por ser geómetra en la tradición platónica y demás; después, en el siglo 19 ya nos pasaron a decir que más bien era aritmético, entendiendo por Aritmética una mezcla del juego con ecuaciones y figuras, ¿no?   Pero en todo caso, cuando se pasa de esta situación en que no había digamos necesidad de esperimentación, a la necesidad de que se cree un laboratorio, una situación, en que Natura nos confirme los cálculos y las ecuaciones que hemos hecho, digamos a partir sobre todo del desarrollo del Cálculo Infinitesimal.......  Esto es muy difícil de decir, pero vamos, fundamentalmente es a partir de que se cogió confianza en Cálculo Infinitesimal que las cosas fueron como se dice ‘muy rápido’, progresaron muy rápidamente, hasta llegar a la situación ahora tan complicada con la Mecánica Cuántica y las probabilidades.  Porque es una actitud complicada, es decir, cuestiones que hacen dudar mucho, y que plantean discusiones interminables (¿qué quiere decir ‘enredo’?), son términos que evidentemente se salen bastante de la aspiración al todo, a la certeza, a la rotundidad.

A-Sí, son unas precisiones que eran yo creo muy convenientes.  Efectivamente, en el progreso de que he hablado, el descubrimiento, la sustitución de los números propiamente dichos, por otro tipo de números, y principalmente por el Cálculo de Probabilidades, es desde luego un paso, o un par de pasos, decisivos.  Sin embargo tened en cuenta esto, sobre lo que volveremos: la máquina tiene que ser de alguna manera dura, es decir, la Matemática no puede ser blanda, y ni siquiera en el Cálculo de Probabilidades; sobre eso volveremos a propósito de la lengua.  De manera que incluso ahí la noción de número en lo más general, como aspiración a la esactitud, al sí o no, aunque sea a través del cómputo de las probabilidades, se mantiene igual, y efectivamente el Cálculo Infinitesimal, o el Diferencial, y el paso al límite, tratan de hacer compatible efectivamente la finura de la aproximación y de la división con la llegada a resultados numéricos; numéricos en algún sentido; si no, la cosa tampoco sirve.  Esto es así, y me parece que alguno me tenéis que ayudar a abrir una ventana, porque si no, nos vamos a asar.  A ver quién se encuentra lo bastante atrevido.

(Pequeña interrupción)

Como os había prometido, veamos cómo esto, para lo que es muy útil el ejemplo de la Ciencia, se puede trasladar también a las maneras de vivir y de pensar entre nosotros corrientemente, en la vida cotidiana, en la política de nuestras vidas, ¿no?   Porque encontraréis que viene a ser lo mismo: nosotros, cualquiera de vosotros, estamos por un lado dominados por una Fe del primer orden, que es una aspiración a la Verdad.  De poco sirve que aquí en la tertulia hayamos descubierto que en la Realidad no hay verdad: ¿es que al salir de aquí vais a renunciar a encontraros, como os encontraréis, con pretensiones de verdad en la narración de los sucesos, en las noticias que los Medios os proporcionan, en las cosas que os contáis unos a otros, en el dar razón de los asuntos familiares, en cualquier cosa?: seguiréis diciendo ‘verdad’, y creyendo en que efectivamente podéis alcanzar una narración de lo que sea, verdadera. En cuanto conmigo lo penséis un momento, ya veis que esto es una mentira, que eso no puede ser; todo el mundo siente ahora mismo que ninguna narración, ninguna declaración de los hechos puede ser verdad, pero la pretensión de que lo sea, es una costante, la estáis padeciendo conmigo todos los días, y por lo tanto estamos en eso, que es la Fe primera.  Luego me diréis todo lo que os parece esagerao o equivocado en lo que os cuento, pero yo os lo digo como si estuvierais sintiendo conmigo lo que estoy diciendo con lo que se llama sentido común, que es lo único que aquí deberíamos permitirnos: nunca decir nada personal, nunca esponer ideas de uno ni de otro, sino dejarse hablar con el sentido común, que lo hay, aunque parezca mentira; que lo hay, aunque el Poder esté costantemente dedicado a aniquilarlo, a que no haya sentido común y no haya más que ideas, convicciones, opiniones, gustos personales, decisiones personales, y demás; a pesar de todo hay un sentido común que dice que esa pretensión de Verdad entre las cosas es una falsedad, es una mentira, pero reconocemos que está reinando, que nos está todos los días invadiendo en cualquier situación que sea.

El otro polo ya sabéis cuál es, supongo.  Éste es el polo que nos mueve hacia el Ideal, la Fe primera, más importante.  El otro polo diríamos es la pereza; la pereza, eso de quedarse en la cama el rato que se puede espurriéndose o estirándose, estirando los brazos y las piernas y dejando pasar el tiempo, y olvidándonos del despertador que llama a la lucha por la existencia; el despertador que llama a la guerra, para que se sienta bien clara la contraposición.  La pereza, a la que todavía cuando yo era niño en los catecismos llamaban con un nombre desusado, acidia, que quiere decir justamente falta de cuidado, pérdida del cuidado; perdida del cuidado, eso es lo que a los curas les parecía muy mal, y lo que entendían como acidia, que estoy ahora llamando con ese nombre de pereza.  Es, en contra de la aspiración a la Verdad, al Ideal, el abandono; el abandono a lo que desde otro sitio por el sentido común nos viene, el abandono al reconocimiento de que no es verdad; de que no es verdad, y por tanto abandono a la contradicción con lo otro, y en esto encontráis un paralelo bastante claro con lo que pasa en el campo científico, supongo: también aquí lo que realmente es real es la contradicción; es la contradicción, es el encuentro, el entrechoque entre lo uno y lo otro.  La Realidad está en el medio en ese sentido: nosotros, con todas las demás cosas hechas reales, la existencia, la Ley de la existencia, eso consiste en el choque, en la contradicción de lo uno y de lo otro: aspiración a la Verdad, que no cabe, y abandono al reconocimiento de que no era verdad; de que no era verdad.  El descuido, en el sentido de la acidia, es lo que tenemos ahí.  Aspiramos por supuesto en primer lugar a encontrar un puesto definitivo en la Sociedad, satisfactorio, llegar a un Matrimonio definitivo, satisfactorio, o cualquier otra de las muchas tonterías a las que dedicamos nuestras vidas; a eso aspiramos sin duda: ¿por qué, si no, íbamos a hacer una Oposición?, ¿por qué, si no, íbamos a casarnos?, ¿por qué, si no, íbamos a hacer toda esa clase de tonterías que hacemos?  No, estamos aspirando a encontrar el puesto definitivo, la relación definitiva, en la que podamos descansar para siempre; es estúpido, pero es tan real que yo creo que basta con enunciarlo para que el sentido común os diga que la cosa es así.  Aspiramos en definitiva a esa preciosa cosa que es la contradicción misma, que es el happy end; aspiramos al final feliz.  Fin, final, es lo más contradictorio que se me ocurre con ‘feliz’: pensar que un fin, un final, puede ser feliz, es también de una estupidez flagrante, pero ahí está; evidentemente una película se lo puede permitir, porque ya se sabe que no era más que una película, y que salimos de allí y la cosa continúa, pero que a eso se aspire en la vida corriente también fuera del cine, como se aspira, eso es lo que efectivamente asombra por lo estúpido del empeño y de la Fe que lo sostiene.  Un final feliz; ¿dónde se ha visto eso?

Estamos acostumbrados aquí a utilizar la muerte en este sentido, la muerte dividida en dos, una de las cuales es la muerte que nunca está aquí, la siempre futura; ése es el fin, ésa nunca está aquí, ésa pertenece al Ideal; es futura, y por tanto de momento no nos toca, es un puro ideal.  Pensar que eso es la felicidad, pues allá vosotros; si queréis entreteneros un poco, pensad en cómo esta evidencia del dominio de la muerte futura se compagina con eso, pero cada vez que se pretende un final feliz (del negocio, de los tratados políticos entre Estados, de una guerra o de la otra, de cualquier relación amorosa, etc.), cualquier vez que se está pretendiendo un final feliz, en realidad se está pretendiendo la muerte, y que creer en la muerte pues puede compaginarse con eso de ir viviendo, de ser feliz, y todo eso.  De manera que padecemos esto como primera Fe, pero luego no me negaréis que gracias a que no estamos bien hechos del todo, cerrados como un huevo perfecto, podemos estarnos espurriendo en la cama por la mañana oyendo el despertador, y tentados costantemente por el abandono al reconocimiento de que no era verdad.  Ésta es la otra cosa que tenemos, y evidentemente la una está contra la otra, y nuestra realidad o existencia se encuentra en el medio de esa manera precisa como veis, como esa contradicción.  Sería tal vez interesante examinar esto, como hace un momento ya he estao casi tentado a hacerlo, con respecto a lo que está diciendo todo esto: a la lengua, la lengua de uno.  Pero antes de pasar a ello, pues creo que os voy a dejar un rato, porque seguramente con lo que os he soltao han salido ya bastantes motivos de fricción, estrañeza, contradicción, para que podáis soltar cualquier cosa útil...........inevitablemente los que suelen hablar en esta tertulia, pero mucho mejor si hablara cualquiera de los que no suelen, y a los que estoy esperando todos los días; de manera que sea como sea, adelante.

-De lo que habéis estado comentando antes sobre la Matemática, me parece que lo primero que hay que hacer es no situarlo como Ciencia, sino como sitio de lenguaje, porque incluso en áreas como la Economía se ha trasformado todo en Matemáticas, y porque se espresa en lenguaje matemático se considera que es Ciencia.  Cuando tengo relación con algunos matemáticos (no sé si hay aquí alguno), resulta que en cuanto les planteo que la Matemática no es Ciencia, que es sólo lenguaje, se sienten como despreciaos, y necesitan ese reconocimiento a priori, cuando ser lenguaje es mucho más que el ser Ciencia, y incluso es anterior a cualquier Ciencia.  Parece que ahora mismo se ha conseguido obtener ese objetivo de matematizar todo, y en cuanto se consigue espresar algo en lenguaje matemático, entonces ya es verdad, y en Economía esto de que el consumo es función lineal de la renta se dice con una seguridad enorme, cuando ni siquiera los datos que hay sirven para decir nada de eso; entonces a mi juicio creo que el querer saber sobre lo que pasa, pues eso es una pretensión que llevamos ahí metida desde pequeñitos, pero a mi juicio habría que rebajar muchísimo el papel de la Ciencia en la Sociedad en la que estamos, y el tema matemático a mí me parece que es decisivo.

A-Pues creo que todos te agradecemos mucho el que hayas traído un poco desde fuera esto.  La declaración de que la Matemática en sí es un arte, un juego, lenguaje, tanto Caramés como yo la compartimos hace mucho tiempo: aquí de lo que hemos estao hablando es del progreso de una Física asistida por la Matemática como lenguaje.  En cuanto al ejemplo de la Economía que nos has traído, pues es bienvenido, es muy revelador, todos lo habéis recogido.  Eres muy venial cuando dices “habría que rebajar”, porque lo que yo estoy tratando de hacer aquí es mucho más que rebajar: estoy tratando de poner de relieve cuál es propiamente el valor y el progreso de la Ciencia, y cómo eso también se revela en nuestras vidas cotidianas.  Gracias, y adelante.  ¡Más!

-Yo es que por ejemplo no entiendo bien cómo el Progreso casa una cosa tan contradictoria como es este culto a la Persona, o al Individuo personal, único y singular, con esta especie de Fe suprema en las estadísticas, por ejemplo, que también es un modo de hacer científica cualquier barbarie, incluso la Ciencia médica, ¿no?: “tanto por ciento de los tratados de cáncer tienen un futuro imparable”, y eso va a misa, y eso es la Ciencia aplicada a una cosa como la Medicina.  Pero sin embargo, ahí como que todos se tienen que comportar con arreglo a una especie de número que no tiene diferencia con ningún otro.  En cambio, cómo eso luego se compagina también en el Régimen con la Medicina personalizada, la Educación personalizada, el estudio sicológico del niño desde la primera meada indebida hasta el último suspiro.  ¿Cómo es posible eso?  A mí  me parece una trampa por los dos laos.

A-Bueno, la verdad es que no tiene tanto que ver lo uno con lo otro: en cuanto a lo primero, es así, es un ejemplo el uso de la Estadística por ejemplo en el tratamiento del pobre cuerpo, el desconocido convertido en un teatro de operaciones; de operaciones técnicas.  Efectivamente no hay por qué asombrarse: eso es no sólo compatible con la Fe en el Individuo, en el caso individual, sino que es necesariamente compañero de ello, porque las masas, lo que ellos llaman masas, las poblaciones, está hechas de individuos y no de otra cosa; tienen número, y por eso estamos sujetos a la Estadística, por eso se puede hacer Estadística de nosotros; si uno no fuera uno, ¿cómo 3000 iban a ser 3000, y cómo la tercera parte de los 3000 en una estadística iba a ser una tercera parte de los 3000?  Esto es una condición necesaria de la Fe en el Individuo, que es, como hemos recordado tantas veces, el primer artículo de la Fe del Régimen que hoy padecemos, el Régimen Democrático: creer en sí mismo.  Comprendo que a primera vista pueda parecer un poco contradictorio, pero está perfectamente compaginado: gracias a que uno es uno, y que se lo cree, gracias a eso lo pueden meter en una Estadística, y ser un caso de la Estadística; que después te vengan por otro lado con la Atención Personalizada, como corresponde al Régimen......cada uno es uno.  Fijaos bien la cosa cómo ha progresado: cuando se estaba inventado la Medicina entre los antiguos, se dice que Hipócrates declaraba entre otras cosas “no hay enfermedad, sino enfermos”, es decir, ya estaba en esto de la atención al caso, pero por desgracia la atención al caso particular, al caso individual, es perfectamente compatible con la Estadística y con el tratamiento de las poblaciones.

-Pero incluso Juan de Mairena decía en algún trozo que por más vueltas que le daba no veía manera de sumar individuos, cuando quería hacer esta contraposición con masa de individuos, que ahora está anulada totalmente la contraposición; pero incluso en aquel entonces Mairena hacía este desvelamiento.  

A-Bueno, eso es porque Juan de Mairena en ese momento conserva, como corresponde bien a lo que dice también Abel Martín y todo eso, una Fe en la sublimidad, en la intimidad de uno, que es completamente único, singular, insustituible por cualquier otro; mientras se mantiene eso, pues se puede llegar a decir eso, pero son individuos justamente lo que se suma; las sumas están hechas de individuos, y la Estadística se refiere a individuos.  Imaginaos que a un fabricante de estadísticas, por ejemplo con vistas a la aplicación médica, se le empezaran a desmenuzar los individuos de la población en cachitos y en más o menos: ¿adónde se le iba la Estadística, si en lugar de contar con individuos tenía que contar con montones o amalgamas de brazos, de piernas, corazones, riñones, y qué se yo?   Pues diría “eso ya no lo puedo contar; si me lo complicáis así ya no lo puedo contar”.

-Y las aplicaciones terapéuticas, que no hay más que el protocolo, y el protocolo es igual en los Estados Unidos que en el Hospital Clínico, por ejemplo para la aplicación de la quimioterapia: es un protocolo del Régimen del Bienestar universal.  No es ya ni siquiera que haya enfermos, es que el protocolo arrasa basado en esto de que la Estadística es la Estadística, es la Ciencia por escelencia, para las poblaciones.

A-Ellos saben; Arriba, se sabe.  Eso desde luego es una parte de esa peste que es la imposición de la Ciencia a nuestras vidas: saber los cuerpos; saber los cuerpos, que de alguna manera es matarlos, ¿no?  Pero ahí incide además otra cosa, aunque nos desvíe un momento, no sé si debíamos: incide también en la terapéutica........  La necesidad de hacer esto o lo otro desde luego la impone el Saber, pero en medio está también el miedo del médico; el miedo del médico es una cosa que la encontraréis a cada paso: cada vez más un médico carece de osadía para intentar nada; cada vez más un médico está atenido a un terrible miedo, lo que se llama ‘su responsabilidad’.  En un caso y en el otro es el dominio del Futuro lo que está pesando: “¿Y si no lo hago, y luego resulta que el enfermo se me desvía por aquí o por allá?, ¿qué va a pasar?”.  El miedo intermedio del médico es una cosa necesaria, ¿no?; una gran parte de las terapias están condicionadas por eso: primero desde luego por el Saber: se sabe el cuerpo; luego, con esos intermedios del miedo.  El crimen que es saber el cuerpo (se me ocurría precisamente en la columnita de La Razón sacarlo el otro día), es de lo más notable, ¿no?  Os lo voy a repetir también un momento: partía ahí del evangelio, el de San Mateo, creo, cuando dice “y ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos”, y el ‘ellos’ son los lirios del campo a los que acaba de aludir: “y ni Salomón en toda su gloria se vistió como un lirio del campo”.  Si no sois capaces de reconocer la diferencia entre lo que nos viene de no se sabe dónde, y el sustituto que el Régimen nos proporciona, entonces estáis perdidos para esta lucha contra el Poder: no hay posibilidad de que la Ciencia, aplicándose las formas de Ciencia más perfectas, fabrique un lirio artificial que pueda compararse de veras con uno de esos lirios del campo; no hay manera de que un satélite artificial, dando en sus avances un saltito en la inmensidad como si fuera una gran cosa, imite la despreocupación con que la luna se pasea, despreocupación de su propia suerte. Notad que un satélite artificial, sea como sea, está lleno de tipos de hombres que están pendiente de su suerte, que se las están jugando todas, y la luna no; la luna, que evidentemente tenía todos los motivos para sospechar que cualquier día se va a desmenuzar, parece que no le importa nada, y se pasea, y eso no hay manera de imitarlo, ¿no?  Y considerad los movimientos peristálticos de vuestro propio cuerpecito, del esófago, o considerad cómo las tripas en nuestro vientre se ondulan:  ¿quién puede hacer eso?, ¿quién puede pensar que puede hacer una cosa tan compleja hasta perderse en el sin fin, tan vaga, tan cambiante?   La Técnica, sobre la que la Ciencia se aplica, tiene que ser, como antes dije, dura; no sólo el ‘hardware’, sino el ‘software’, tienen que ser duros, es decir, numéricos, atenidos a cálculos numéricos, aunque sea como el Cálculo de Probabilidades, o como quiera que sea.  Están atenidos a eso, y por tanto es imposible que pueda uno fabricar jamás un lirio del campo, unas tripas que se ondulen de esta manera, un satélite que se pasee de verdad despreocupadamente.  Esto es lo que quería haceros notar, porque a pesar del evangelio, y después de tanto tiempo, nuestra capacidad para tragarnos los sustitutos como si fueran la cosa, es inacabable y desesperante: en general aceptamos el sustituto, nos lo tragamos, nos la han dao; nos parece lo bastante bueno.  “Lo bastante”, ¿qué quiere decir?: lo bastante justamente para el tipo de vida que nos mandan que sea el nuestro; todo está condicionado lo uno por lo otro, y para eso el sustituto (la casa sustituto, la comida sustituto, el amor sustituto, todo lo demás), pues valen; valen.  Nos lo tragamos, y ésa es la actitud habitual y desesperante para los que tratamos de estar arrebatados en esta guerra contra la mentira.

Se me había ocurrido antes que pasáramos a tratar la cuestión en referencia a la lengua, a la que habla de todo esto; la que habla en los científicos y en los laboratorios, la que habla en las escuelas, la que habla aquí mismo........ la lengua, en cualquier sitio en que hable, ¿no?  Lo que pasa es que no sé si se nos ha hecho demasiao tarde, decidme.

-Las nueve y media.

A-¡Ah! Vamos a entrar por tanto para, yo creo, entender mejor, con más precisión esto que hoy os he traído.  La lengua (cuando saqué los Elementos Gramaticales hace dos años lo dije, y no sé si llegué en los tomitos a esplicarlo bien), es una máquina, evidentemente; es decir, que no puede ser ninguna cosa natural: es una máquina, y además (como una y otra vez decimos cuando nos referimos a pueblo-que-no-existe latiendo por debajo de las personas, que no existe pero está ahí), es la única máquina gratuita que se le da a cualquiera sin ninguna distinción.  Pensad en cualesquiera otras máquinas, pensad en la Escritura misma, la Cultura: ésas cuestan dinero, ésas valen en el Mercado.  Para que la distinción sea todo lo clara posible.  Y bueno, lo que decía en los Elementos es que esta máquina es blanda, es una máquina blanda.  Esto parece una cosa de primeras absurda, porque todas las demás máquinas, como antes me salía decir a otro propósito, son duras; todas son duras en el sentido preciso de que obedeciendo a esa aspiración a la esactitud, a la Verdad, a la esactitud que es la Verdad, tienen que contar con números de un orden  y de otro, con resultados totales o nulos, 1 y 0, y cosas por el estilo; en ese sentido cualquier máquina, tanto en su programa como en su realización material, tiene que ser dura, y si las máquinas son duras en su realización material, es porque el programa que las engendra es duro a su vez, y no puede menos de serlo: numérico, esacto.  No sé si es hacerle demasiado honor a Dalí que en paz descanse, pero todos recordáis sin duda los cuadros en que presentaba los relojes blandos; os acordaréis, ¿no?: yo creo que eran unos relojes derribándose y derritiéndose por encima de un soporte y todo eso.  Bueno, una ocurrencia bienvenida, sea cual sea la ispiración que le guiaba en ese momento.  Nos parece absurdo que la lengua sea una máquina blanda, porque todas las otras máquinas son duras.  Pero la lengua no lo es.  ¿Qué quiere decir esto de ‘blanda’, que da lugar sin duda a mucha confusión?  Quiere decir que no está sujeta a ninguna especie de programa, que no tiene ningún posible fin de sus producciones: las frases que una lengua cualquiera, un idioma cualquiera pueda producir, son sin cuento; esto cualquiera lo ha observao y se ha dicho, de manera que ahí tenéis la contradicción: la máquina por un lado está sujeta al Ideal, a la pretensión de esactitud, y de eso tenéis testimonio en varios aspectos del aparato de la lengua, de la manera más evidente en la fonémica: los fonemas de un idioma cualquiera no sólo son en un número determinado (en el espofcont que yo hablo 23, con alguna pequeña variación en el español que habláis vosotros), sino que están entre sí ordenados........  Bueno, no existen, ¿eh?: os estoy hablando de los fonemas, que no existen, son puramente ideales, pero están ahí.  Y están ordenados entre sí por oposiciones y entrecruce de oposiciones, de manera que se hace evidente la aspiración a un orden geométrico, precisamente geométrico: a una ordenación en triángulos, en prismas, en cubos...... como podéis ver en cualquiera de los ejemplos.  De manera que no solo es así, sino que a veces podemos ver que algunos de los cambios que se producen en un idioma están determinados por un lado por esa aspiración a la geometría, por el descontento con la ordenación geométrica de los fonemas en un momento dado, y su aspiración a otro.  Eso es el porqué en la mayor parte del ámbito del español la oposición s/z ha tenido que anularse, y a costa de cosas graves como confundir el casarse con el cazarse y cosas por el estilo, ¿no?; pero en la mayor parte del ámbito es así, porque efectivamente resultaba que el fonema ‘s’, como podéis ver en el librillo, en la situación anterior a esto estaba aislado como la única de las espirantes de la lengua, y eso es una geometría mala: si se confunde con ‘z’ ya está metido en el prisma de las oclusivas, ya no hay ninguna espirante en español, y por tanto se ha pretendido otra ordenación un poco mejor.   Veo que os quedáis muchos un poco asombrados, pero es así, aunque ni siquiera muchas veces los gramáticos lo reconozcan con esta claridad.

Por un polo, el polo del Ideal.  Por el otro polo naturalmente, como en lo de la vida, es decir, el polo que tiende hacia el abandono, la vaguedad, la falta de límites, ya sabéis cómo es lo que pasa: la lengua, al mismo tiempo que produce los productos que esa máquina produzca en cada emisión de una frase, en cada conversación, al mismo tiempo que produce eso no puede menos de estarse estropeando un poco a sí misma.  La capacidad para producir frases sin fin, para que la máquina produzca una detrás de otra, es justamente la que hace que en cualquier producción no pueda regir una norma rígida: la producción de una frase, sí, está sujeta a una Gramática (a la fonémica, a la ordenación y a las reglas sintácticas...), está sujeta, pero siempre mal sujeta; pero siempre mal sujeta, de manera que ahí tenéis bien el juego de los dos polos, es decir: nunca sujeta de tal manera a la Gramática de la lengua, ni siquiera a su fonémica, que no puedan producirse en una frase desviaciones de todo tipo; algunas veces meras torpezas, pero otras veces cosas más interesantes, como por ejemplo el juego: es una máquina tan poco seria, que aparte de servir para el Comercio, y la Industria, y los tratos familiares, y la vida práctica, sirve también para jugar, de la manera más elemental en la forma de las cosas que hacen los niños, de los silabeos más o menos desordenados, de las imitaciones del tartamudeo, de la intercalación de sílabas para desfigurar las palabras........todo eso que todos alguna vez habéis hecho y que conocéis, pero que en definitiva es el juego de eso que se llama poesía; ése es el juego.  Estoy hablando como si no estuviera difunta la poesía, para cuando la poesía no se había reducido a mera Literatura: era el juego, lo que se contraponía, y ya comprendéis que ése es un juego que pone en peligro costantemente la integridad y la rigidez de la Gramática de la lengua, y de las normas que la rigen costantemente.

De manera que sean torpezas, sean juegos, lo que sea, la producción incontable de frases no puede menos de estar acarreando que la máquina al mismo tiempo que produce el producto que sea en cada momento, se estropee un poco.  Me diréis que las otras máquinas también se estropean y se desgastan, ya lo sé, pero la gracia de la máquina de la lengua es que no se estropea ni se desgasta de la misma manera: efectivamente la máquina de la lengua se puede ocasionalmente estropear, a veces por culpa del aparato fonador de uno de los hablantes, que no funciona bien; puede estropearse, y efectivamente puede de alguna manera desgastarse (el rollo de un orador puede dar lugar a cualquier cosa, ¿no?), pero no es eso: ese poco que se estropea es lo que se llama ‘el cambio de las lenguas’.  Eso también lo sabéis: cada lengua está costantemente cambiando, no está un solo momento igual a sí misma, pero notad esto que hace mucho tiempo que he hecho notar a los que andaban conmigo: no en el tiempo en que se está hablando, sino en otro Tiempo, que es el de la Historia, y que se entrecruza con este: en el tiempo en que se está hablando, que dura una conversación o unas cuantas comunicaciones, se da por supuesto, y se establece aunque sea a la fuerza, que la máquina está entera y está lo bastante entera efectivamente para funcionar con los resultados prácticos que se esperan de ella; pero en otro Tiempo (no en el que se está hablando, sino en un Tiempo del que se habla, que es el de la Historia, de ése otro Tiempo), está cada lengua cambiando costantemente.  También los que me acompañan saben de qué manera trato de esplicar esto en relación con la política: los cambios de la lengua, por ejemplo el que antes os he puesto como ejemplo referido al andaluz, no los decide por supuesto ningún individuo: hablamos así de bien gracias a que no sabemos; a que no sabemos lo que estamos haciendo, gracias a que no tenemos conciencia de la ordenación de los fonemas en nuestra lengua, ni de las reglas gramaticales, ni nada por el estilo.  No tenemos nada que hacer: cuando coscientemente uno interviene en la lengua, mete la pata; y cuando el que mete la pata es una Asociación sublime, como una Academia, pues no os quiero decir, ahí mete todas las patas posibles, y justamente cultivando así el error de pensar que la lengua tenga que ver algo con la conciencia y la voluntad de las personas.  Está por debajo.  De manera que tampoco el cambio de una lengua lo decide ninguna persona, ni ninguna Istitución, ni ningún conjunto de personas, que no tienen nada que hacer en el asunto: los decide una especie de asamblea sin número, que es a la que se refiere lo que os he venido diciendo de pueblo-que-no-existe y de sentido común.  Así es como dentro de nuestras limitaciones tenemos que pasar a imaginarnos el cambio: la asamblea entrando unos u otros, estendiéndose más o menos, se reúne un día u otro, va meditando y discutiendo acerca de la ordenación del actual sistema fonémico, acerca de la pertinencia o no de las reglas gramaticales o sintácticas que rigen, y acaba también por decidir vagamente el cambio; el cambio desde abajo; desde abajo, sin que uno personalmente se haya dado cuenta para nada.  Se produce efectivamente el cambio de la lengua donde debe, y ahí tenemos una evidencia de no sólo en qué consiste lo blanda que sea esta máquina de la lengua, sino en qué regiones se produce, subterráneas respecto a la Conciencia personal, respecto a la Autoridad, respecto al Poder.

Pero lo que me interesaba sobre todo, ya sabéis, era mostraros también ahí la contradicción entre los dos polos, y cómo en la lengua se dan el uno y el otro: la aspiración al Ideal, a la ordenación geométrica, y por el otro lado el abandono, el no poder tomarse eso de manera seria y definitiva, lo cual acarrea consigo que la producción de las frases no sea como la de los productos de una máquina dura, sino que sea efectivamente indecisa, vaga, incontable, y como una consecuencia de eso, por la intervención de las torpezas, de los juegos, etc., se produzca de una manera también indecisa, vaga; nada de “¡ahora cambiamos!”, “¡ya!”, no: vaga, indecisa, una mutación del sistema de la lengua que algo decide por debajo de nosotros.  Para que no volváis a venir aquí sin mantener esa sensación de lo que hay de pueblo, de sentido común, por debajo de las opiniones y de las decisiones personales; no para que creáis en ello, porque eso es absurdo (en una cosa tan vaga y tan evidente no se puede creer), pero que mantengáis con estas muestras que os ofrezco la evidencia de cómo está ahí, por debajo de la existencia misma.  Bueno, con esto voy a cesar por hoy, de manera que mirad a ver si os queda alguna cuestión que plantear respecto a lo uno o lo otro, y ........

-Yo quería preguntar una cosa con respecto a esto que has dicho de la lengua, lo de lo blando de la lengua: si el rasgo esencial de la lengua en su parte más profunda es la astracción, es decir, hacer como si dos cosas son la misma cuando no son la misma, los fonemas que se repiten incansablemente y sin fin a lo largo de una producción, pues tiene que ser reconocido como el mismo siempre para que sea entendido como una ‘p’, o lo que sea, ¿ése mismo proceso de astracción, que es el mecanismo básico, no implica ya un paso de la blandura a la máquina dura?

A-Bueno, ved lo que ha recordao Isabel, ¿no?; efectivamente es así: nunca hablando es lo mismo nada que otro, nadie puede repetir una producción de una manera esacta: es sin fin, un continuo que se dispersa.  Permitidme que incluso incluya a las reproducciones artificiales, a las grabaciones: ni ahí, nada se puede repetir; nada se puede repetir, ninguna producción, una producción está siempre perdiéndose.  Ése es un polo, el polo del sin fin, del perderse, y el otro polo es el que os he dicho con el ejemplo justamente de los fonemas: la aspiración a la Verdad, a los números, al “todo o nada”, al “sí o no”.  Para podernos entender tenemos que tener ese número preciso de fonemas que no existen, pero están ahí, forman parte de la máquina, y naturalmente ‘hacer como sí’ con una aproximación suficiente, y cuando en una producción suenan unas cuantas cosas que se parecen a una ‘p’, a una ‘m’, pues se dice: “sí, es ‘p’”, o “es ‘m”.  Nada en la Realidad puede ser verdad, y por tanto nunca ninguna producción de una ‘m’ puede ser ‘La M’, eso no tiene sentido, ni la producción de una ‘p’ puede ser ‘La P’; pero para el uso de la máquina, para el uso práctico, para entendernos, hacemos como si fuera lo mismo; lo mismo, “sí o no”, eso forma parte del Ideal, de la costitución ideal de la máquina.  Os la he presentado así, como costituída igual que todo lo demás en los dos polos.  Bueno, ¿qué más por ahí?

-Yo también siento que la lengua es una máquina blanda, pero muchas de las cosas que se han dicho, o que has dicho, parece que también pasan en las supuestas lenguas que no lo son, como por ejemplo la lengua de las Matemáticas.  Aquí tengo apuntadas unas cuantas: por ejemplo has hablado en la lengua de producciones incontables, y también en las Matemáticas hay una producción incontable de fórmulas, y no se puede decir que tenga ningún fin; la producción de fórmulas es igualmente incontable.  Respecto a la lengua considerada como un juego, también la Matemática se puede considerar como un juego, y las dos de alguna manera también son algo más que un juego.  Respecto al número determinado de fonemas, también parece ser que en las Matemáticas en ciertos ámbitos hay números determinados de cosas, como por ejemplo determinadas funciones que son 16 y no son ni 15 ni 17, o sea, que hay un número determinado.

A-No te molestes en eso, porque es más que claro.  Lo que es sorprendente es que se produzca en la lengua corriente; que se produzca en las Matemáticas, nada.

-También hay resultados inesperados en el desarrollo de la Matemática, así como has dicho que los hay en la lengua.  Las relaciones y las estructuras también se definen como en la lengua en base de los entes matemáticos en la relación de unos con otros, no ‘per sé’, por decirlo de alguna manera.  También se parecen en lo de la astracción las Matemáticas, y de hecho las Matemáticas muchas veces no se podrían entender si no es precisamente gracias a la astracción, que hace que las cosas......

A-¡Pero sí, claro, eso por supuesto!  Eso, más claro que nunca en las Matemáticas.

-Hay algo también que es equiparable a lo de la lengua natural, que en las Matemáticas hay lo que se llama Metamatemática, que son las Matemáticas hablando de las Matemáticas.

A-Sí, sí, como cualquier metalogía.

-También, como pasa en la lengua, hay veces que las Matemáticas y sus propios matemáticos se quedan sorprendidos de que las propias fórmulas con las que juegan parece que les dicen más que lo que ellos esperaban de ellas, como que los teoremas cuando se demuestran, demuestran más incluso que lo que se esperaba de ellos.  Y bueno, sí que parece que en la lengua matemática no se puede hablar de deícticos, ni de mostrativos, ni de Modos, ni de Tiempos Verbales, pero en todo lo demás parece que hay bastante equiparación

A-¡Claro!  Mira, podías haber empezado por donde has terminao.  ¿Quién te ha dicho que la Matemática no es un caso de lengua, uno de los idiomas que he mencionado como idiomas?  No hay por qué establecer la contraposición.  No “La Matemática” así en astracto: las varias artes matemáticas son por supuesto casos de lenguaje, son idiomas, y uno de los dos polos que tenga que tener, como hemos mostrado sorprendentemente en la lengua hablada, número definido de elementos, reglas rígidas, eso se entiende sin más, porque esa lengua de por sí trata de ser una lengua efectivamente cerrada, de alguna manera total, no como los 23 fonemas vacilantes de una lengua corriente.  Y en cuanto al otro polo, Caramés que es matemático en la práctica nos lo dirá en qué consiste, nos lo dirá cómo efectivamente, a pesar de la pretensiones de cierre y de definición y de llegar a un cálculo definitivo, se dan sucesos, encuentros, que parece que la propia máquina del idioma matemático proporciona.

-Bueno, yo quizá estaba pensando en que en Matemática la aspiración a que sus producciones lleguen a englobarse en un todo, está clara, por ejemplo “todos los números”.  Evidentemente hay que actuar como si, no digo ya los números naturales, ni los racionales: los números reales, en donde la situación de alguna manera presenta la contradicción de manera más clara: ese conjunto de números reales que al mismo tiempo tiene que ser un conjunto de números que incluso, al menos en situaciones no demasiado rigurosas, que los matemáticos lo usan, lo llaman números continuos; o sea, su idealización es en el sentido de que por una parte número es un punto, se representa por un punto, pero esos números puestos todos juntos representan el continuo.  Esta situación es propiamente inconcebible, presenta contradicciones, como se manifiesta en los niños, que no hay manera de que lleguen a manejar la noción de límite con soltura salvo a base de imponérsela, porque siempre caerán en las paradojas de Zenón a nada que se descuiden.  Pero efectivamente, esa presentación de un todo de los números reales, como son los números continuos, que además es inventado después, arrastró al centro mismo, que es el de la Matemática ésta al servicio de la Física, que es la noción de función; la noción de función, que es la que está por debajo de resolver las ecuaciones que esplicarían el todo.  Y una función, ¿qué es para un matemático?: pues se puede decir que es una especie de idealización de una máquina: en cierto sentido es números que entran, se hace algo con ellos, y números que salen.  Claro, que eso se dice de alguna manera como tomado como un todo claramente, no con el lío que hay que dar en una máquina, en donde lo que entra, sea lo que sea lo que pase con la máquina, que sería la máquina de la lengua, y las producciones, y se aspira a que esté definido.  Después aparecen las contradicciones, aparecen los líos y las dificultades, y si nos metemos en la Metamatemática, aparece la lógica matemática queriendo dar cuenta de los objetos matemáticos arrastrando, pues eso, a la paradoja del conjunto de todos los conjuntos, por tomar la de Russell.

A-Bueno, tal vez no es cuestión de entrar ya en la Metamatemática a estas horas.  Desde luego, en cuanto a la función el propio término que ha tenido que adoptar es revelador de lo que has dicho: función es un término de la Mecánica muy preciso, y función implica un istrumento que efectivamente recoge y produce.  En definitiva, y porque no tenemos tiempo ya de más, desde luego los idiomas llamados artificiales o eso, no están escluidos de lo que he dicho de la lengua; no están escluidos, son idiomas.  La pretensión de un determinado idioma matemático puede ser salirse fuera, oponerse a la lengua, pero no tiene fundamento ninguno: son idiomas con peculiaridades, una de las cuales es la que el mismo Felipe ha notao: efectivamente es una lengua bastante rara porque no tiene deícticos, no tiene ‘yo’, ‘éste’, ‘me’, ‘mi’, y uno no entiende cómo una lengua puede no tener deícticos; alguno de los idiomas matemáticos no tiene siquiera negación, y eso es una cosa sumamente perturbadora también, pero cualesquiera otros idiomas artificiales o naturales tienen peculiaridades, son así, y lo que he tratado de recordaros se refería a la lengua en general, con modificaciones.

Bueno, se nos ha hecho muy tarde.  Hay que esperar que no se nos acabe por orden de Quien Puede Más, y nos podamos ver dentro de 7 días.