27.08.2014

Tertulia Política número 266 (26 de Enero de 2011)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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  • La renuncia al Hombre y el volverse cosas como verdadera revolución o manera de revelarse contra el Orden establecido, y contra el Tiempo en primer lugar.
  • Inutilidad de las sucesivas revoluciones por su sometimiento al Futuro.
  • Vanidad de la pretensión de los acontecimientos históricos (en 100 años, todos calvos).
  • Dificultad de dejarse ser cosa (dejarse vivir, dejarse morir).  Pero vislumbre de esa dejación en el abandono al sueño.
  • Sentido del deseo de tener una buena muerte.
  • La soledad, tan mala como la compañía para los que andamos en esta guerra.
  • La protección de la Sociedad, convertida en prevención. 

 

TRANSCRIPCIÓN:

 

Los que estabais aquí recuerdan que el otro día veíamos cómo, en la Historia, las revoluciones van pasando una tras otra, y que de alguna manera demuestran una cierta inutilidad en el paso, puesto que se levantan (desde luego) a partir del descontento; del descontento con el Orden establecido, bajo cualquier Régimen que sea.  Parten de ahí, y desde luego ese descontento es lo que os pido guardar ante todo como lo más preciado, porque solamente de ahí, de ese descontento, de esa inconformidad, es por donde puede surgir lo que sea.  Pero ahora vamos a seguir hablando de las revoluciones.  Parten de ahí por supuesto, pero se equivocan en cuanto que, decíamos, usan inevitablemente las armas del enemigo, las armas del Poder; imitan al Poder en esto, en el uso de sus armas, y por tanto el resultado no puede ser otro que un restablecimiento del Poder ya desde el principio.  Que usan las armas del enemigo quería decir ante todo armas no como espadas, fusiles o bombas, sino el Futuro; usan el Futuro, eso es lo que han aprendido: la revolución tiene sus fines, va a conseguir algo, en el Futuro, y eso no puede ser, porque el Futuro es de ellos, el Futuro es del Señor del Tiempo, que trata de regirnos desde Arriba, y una revolución de veras no puede tener Futuro; y no sólo una revolución, sino cualquier descontento: esta tertulia política que trata día tras día, ya desde años, de mostrar la mentira de la Fe, de derrocar la Fe, que es el asiento del Poder, esta tertulia tampoco tiene futuro ninguno; en la medida que tuviera algún futuro, estaría también perdida de la misma manera.  Ése es pues el mecanismo por el cual las revoluciones que se levantan contra el Orden restablecen el Orden, porque ya desde el principio en sus entrañas mismas tienen que tener un Futuro, creer en un Fin, creer que van hacia algún sitio, y eso da lo que puede dar, y no es mucho de estrañar. 

Lo que pasa es que eso es en la Historia, y en eso tenemos que pararnos ahora.  Eso es en la Historia: la Historia de los cambios de Regímenes, la Historia del derrocamiento de uno y restablecimiento de otro, la Historia del levantamiento de un tirano, de muerte del tirano por unos u otros tiranicidas............  en fin, la Historia.  Y en la Historia, como es fácil ver, o sentir, en la Historia no pasa nada.  Esto es una de las grandes perogrulladas que cuesta trabajo descubrir y aprender, pero que desde luego es lo que nos queda como método de acción: en la Historia no pasa nada.  Esto se demuestra enseguida, porque AHORA no es Historia; AHORA no es Historia: en cuanto ha pasado y es ya El Ahora, del cual se puede hablar, que se puede contar, entonces sí, entonces es Historia, pero ya no es AHORA. De manera que así de simple es la cosa, y supongo que la demasiada simpleza no os echará para atrás, porque conviene retener estos descubrimientos perogrullescos.  En la Historia no pasa nada, la Historia es la fantasía con la que cargamos respecto al Tiempo y a todos sus avatares, y cargamos con ella por motivos que al Señor del Tiempo le parecen oportunos para regirnos; para regirnos en el Tiempo justamente, pero no pasa en verdad nada.  Esto se puede ilustrar, si parece demasiado simple, por un camino más complicado, que es el camino de acordarnos de los sueños, del sueño, como se ha observado más de una vez, y también el propio Freud se detuvo en ello con casos como el del sueño de la guillotina y otros por el estilo: no se puede decir que en el sueño haya un Tiempo real, que se pueda contar por minutos, segundos, o centésimas de segundo; no hay un Tiempo real, se establece al referir el sueño: al despertar y referir el sueño, entonces, ahí como en los demás casos, efectivamente el Tiempo sucesivo y contado se establece, y entonces ahí está ya, pero eso no quiere decir que en el sueño mismo hubiera ninguna especie de Tiempo que pudiéramos contar, no hay ningún testigo, ningún contador que estuviera dentro del sueño y que pudiera contarlo.  Pues eso es la imagen que os daba para que se entienda mejor esta incompatibilidad entre AHORA que pasa, que está pasando, que cuando se dice ‘ahora’ ya no es AHORA, y eso otro del Tiempo establecido y contado, con sus antes y después, con sus siglos, sus años, sus cumpleaños, sus horas de jornada laboral, sus minutos, sus segundos de velocidad en la carrera y todo lo demás........el Tiempo; el Tiempo en el que por tanto no se vive, no se vive de veras, eso no puede ser, habría que decir que sólo se vive AHORA.  No puede ser, pero se hace creer que sí, y se llama vida a lo que no es más que existencia, porque el existir o subsistir, el tratar de mantenerse siendo uno el que es, y cambiando porque no puede por menos, pero haciendo que sus cambios queden anulados en la continuación de ser uno el que es, eso es existir, subsistir; no es vivir, ni tiene que ver con AHORA, ni pasa AHORA, ni está pasando AHORA, sino que pertenece ya al Tiempo contado, a la Historia, al Pasado en el que no puede pasar nada, porque ya ha pasado.

Tenemos por tanto que desprendernos de la Historia, aunque la hayamos usado como una especie de ilustración para entender a lo que se referían las revoluciones.  Esto no nos debe costar demasiado caro, debemos desprendernos de ella, pero ya sabéis que para desprenderse de la Historia, para desprenderse del Pasado, el Pasado ése contado por sus siglos y por sus segundos, lo primero hay que desprenderse del Futuro, porque el Futuro es lo primero.  En este establecimiento del Tiempo, de la mentira del Tiempo, falso, el Futuro es lo primero; esto ya lo hemos tratado de descubrir algunas veces, y no voy a insistir sobre ello.  Como está claro que en el Futuro no pasa nada, porque no hay nada, ahí el Orden tiene un terreno fácil para establecer todas las medidas que tenga en previsiones y en contabilidad, de manera que es desde ahí desde donde se establece ese Tiempo, y naturalmente se traslada después al Pasado, a la Historia, para que suceda lo mismo que en el Futuro, es decir, nada, para que no pase nada.

No sé si esto estará en su simplicidad demasiado claro, y por tanto cueste algún trabajo de entender; dentro de un poco os dejaré pasar la voz, y ya me lo diréis.  Retened las dificultades que podáis haber encontrado al oírme en cuanto a esto, porque es importante.  Entonces, abandonando la Historia, abandonamos con ella naturalmente, antes, cualquier tipo de Futuro, y cualquier revuelta frente al Orden establecido no puede parar nunca a contar con el Tiempo, ni el futuro, ni fundarse tampoco demasiado en una Historia preparada por el Orden, sino ¿qué?  Ésa es la pregunta con la que nos separábamos el último día: ¿qué es lo que aquí entonces estamos haciendo?   Se supone que venimos por ejemplo algunos, o tal vez muchos, de los que venís, movidos por ese descontento del que al principio os hablaba como lo más precioso que tenemos que mantener, ese descontento con el Orden establecido, y por lo tanto tiene sentido de vez en cuando volverse sobre nosotros mismos y preguntar qué estamos haciendo aquí, qué se hace, y por eso es por lo que hace ya algún tiempo hemos venido a descubrir que había que desentenderse del Hombre y de todo lo que se cuenta del Hombre.  Notad que lo que os he dicho antes respecto a la Historia sólo se refiere a acontecimientos humanos, parece como si no contara más que eso; el resto de las cosas quedan como subordinadas, pero el tiempo centralmente, el tiempo de la Historia propiamente dicho, es el tiempo de los acontecimientos humanos, esto es, de los acuerdos, desacuerdos, reglas y demás, que los hombres se hayan traído entre sí desde el principio de la Historia hasta la actualidad.  De manera que con eso bastaría para intentar tirar por otro camino, tirar por el camino en contra, que tiene que pasar por ahí, por el desprenderse del Hombre, renunciar al Hombre. 

Os voy a meter un poco más de miedo para que me acompañéis en esto, confío en que pueda conseguirlo: volved a lo que la Historia nos cuenta, todo el decurso de la Historia y todo eso, que se refiere a una Historia de hombres, a una Historia de los manejos, comercios, guerras, de los hombres, y entonces tenéis que aprovechar aquello que los historiadores mismos atribuyen a Jerjes admirando desde lo alto todo su inmenso Ejército y Armada, y que es lo que el vulgo entre nosotros dice con otras palabras “en 100 años, todos calvos”.  “En 100 años, todos calvos” tal vez, si no lo pensáis un poco, no os mete tanto miedo, pero en cuanto lo penséis un poco os mete miedo, como a mí.  “En 100 años, todos calvos” quiere decir que esa especie de continuación que la Historia presenta de unas generaciones detrás de otras, de unos que van heredando a sus padres, a sus abuelos, y que lo van trasmitiendo a sus hijos y todo eso, es una fantasía de muy poco fundamento, porque en verdad ¿a quién le toca eso? ¿a quién le importa?  ¿A quién le importa la sucesión de las generaciones?  Generaciones de Sabios, de Guerreros, de Emperadores, de Reyes, de Poetas, de lo que sea, ¿a quién diablos le importa todo eso?  Se nos quiere hacer creer (porque el Orden es así, trata de acomodarnos lo mejor que puede), se nos quiere hacer creer que estamos enlazados todos los de esta raza por una especie de lazo de filiación, de genética o genealogía, que somos de alguna manera a lo largo de los siglos los que somos, y que por tanto es normal que imaginemos todo el decurso de los acontecimientos pasados, históricos, como algo nuestro.  Pero ¿dónde diablos estamos ‘nosotros’, los que tenemos esa fantasía?  ¿Dónde diablos estamos ‘nosotros’, si eso está roto continuamente por la evidencia de que en 100 años, todos calvos?   Resulta que a cada paso, en esa fantasía del decurso histórico, se nos están abriendo hendiduras que son en verdad abismos; abismos que demuestran que efectivamente no sabemos qué es lo creemos, lo que nos hacen creer, cuando nos cuentan esas cosas; hasta tal punto la sucesión de genealogías, la trasmisión por herencia y la continuidad del Hombre a lo largo de la Historia, es algo que efectivamente se vuelve vacío, y lo que aparece más claro son en cambio esas hendiduras o abismos que acabo de haceros notar.  Porque lo de “calvos en 100 años lo más”, es lo que se refiere a nosotros, a los que estamos hablando; no es ninguna cosa que venga de otra parte, se refiere justamente al descubrimiento de la vanidad, del vacío y del abismo en medio de la pretensión de los acontecimientos históricos. 

No sé si he acertado a meteros tanto miedo como debía con esta imaginación, pero ya me lo haréis saber.  Era por tanto por eso y por muchos otros cabos conveniente lo primero, para hacer cualquier cosa que fuera, desentenderse del Hombre; desentenderse del Hombre y todas sus fantasías de futuros, de proyectos, de programas, y también de Historia; de Historia, y de sucesiones, y de una Humanidad que de alguna manera, sin saberse quién es, se mantiene y continúa a lo largo de los siglos, y progresa; y progresa hacia un Fin que el Señor del Tiempo sabe, pero que desde luego por acá nosotros no sabemos.  Hemos ya en muchas de las sesiones anteriores atacado de diferentes maneras al Hombre, esta pretensión de la posición central, separada, del Hombre frente a las cosas, y hemos utilizado incluso visiones a las que llegan algunos físicos avanzados respecto al problema del observador y los observables, o lo observado, anulando esta separación, llevando por tanto fuera de cualquier Ciencia decente al observador como algo distinto de los observables, lo cual traía consigo, como recordáis algunos que anduvierais conmigo, que también a las cosas, empezando por los entes subatómicos (electrones mismos, no ya fotones) tienen que atribuírsele condiciones de observación o de información: ellos tienen de alguna manera que enviar mensajes, recibir mensajes, cosas por el estilo que se dicen en lenguaje humano, y que se suponía eso de la Información que era una propiedad nuestra, de los hombres.  Pero el ahondamiento en el cómo son las cosas, aunque sea la Física a través de algunos físicos desmandados, también nos movía a descreer; a descreer de semejante cosa, de esa separación entre las cosas y nosotros hombres, esa posición central y distinta del Hombre frente a las cosas. 

Bueno, eso y otros muchos argumentos que no voy a repetir ahora nos llevaban a eso, de manera que cuando se trata de pensar, para que se pueda hacer algo de verdad contra el Orden establecido, contra el Señor del Tiempo, en desprenderse de nosotros hombres, de creer todas las cosas que se creen (en las conmemoraciones históricas, en los cumpleaños de cada uno, o en cualquier sitio), desprendernos de eso, entonces la alternativa que se ofrece, ya recordáis, es la de volverse, volvernos, cosas, cosas como las cosas.  Si queréis, he empezado por animalillos, hacernos animalillos, flores, plantas, estrellas.............hacernos cosas, volvernos como cosas, que no es ningún prodigio, sino simplemente hacer lo que es verdad que es lo que somos; lo que somos de verdad.  No de mentira, no de existencia, no de atenimiento a las leyes del Orden, que entonces somos hombres, nada menos, pero de verdad, es decir, no de mentira, es simplemente volverse a lo que de verdad somos: animalillos, cosas como las cosas; cosas como las cosas, y nos anima a ello, en las consideraciones que hoy os he vuelto a sacar, el hecho de ver que entre las otras cosas, entre las cosas, no parece que haya guerras, que haya Regímenes, que haya sobre todo Futuro, que las otras cosas tengan esta maldición central que es la del Futuro, la de tener un Futuro.  Cualquiera ante esto os dice que las cosas se mueren, y las estrellas, más o menos a largo plazo, se mueren también, pero eso es otra cosa: es que lo que nosotros tenemos es una muerte que nunca está aquí, porque es una muerte precisamente futura, y por eso no está de verdad aquí, pero en cambio está aquí continuamente como ilusión, como creencia, como fantasía, es decir, está no dejándonos vivir; no dejándonos vivir, y por eso es por lo que decimos aquí, cuando hablamos más políticamente, que la función del Estado, del Capital, la función del Poder, es la Administración de Muerte.   Se trata de administrar justamente eso que nos han metido como costituyente esencial, que es justamente una muerte futura.  Somos, como en muchas lenguas se ha dicho, mortales, por escelencia, y nadie piensa cuando se dice esto ni en los bichos ni en las estrellas, sino en nosotros.  Somos mortales (en griego ‘znetoy’, con la raíz del ‘zánatos’, uno de los nombres de la muerte, o también ‘brotói’, con la misma raíz, que en latín es ‘mr-’, ‘mors’, nuestro ‘muerte’), somos mortales en cualquiera de esos sentidos; desde luego por oposición a los inmortales de las creencias entonces dominantes, los ‘azánatoi’, los dioses inmortales, pero sobre todo y antes que eso somos mortales a diferencia de todas las demás cosas en cuanto que estamos cargados de un saber de Futuro, de un saber de la muerte futura, cosa que decentemente no se nos ocurre atribuirles ni a los animales, ni a las plantas, ni a los astros, ni a nada.   De manera que eso de que por evidencia esterna se mueran, se deshagan, no tiene que ver, eso es otra cosa; la muerte nuestra es otra cosa, bien específica, y es lo mismo justamente que el Futuro, que la Fe en el Futuro.  Es lógico pues que siendo la función del Estado y del Capital la de la Administración de Muerte, y estando aquí en descontento contra el Estado y el Capital, que se dedican a eso, naturalmente estemos contra la muerte en nuestro sentido específico, la muerte humana, la que nunca está aquí y es siempre futura.  Ésta es la función política yo creo que aquí, sin darnos, o dándonos más o menos cuenta, nos junta de vez en cuando, nos trae aquí. 

Que dejarse ser cosa es difícil, no me lo tenéis que decir; yo lo sé, y lo padezco como cualquiera de vosotros.  Es difícil; es difícil porque a ello se opone, no ya las Autoridades en lo Alto, el Señor de una creencia o otra, sino en uno mismo algo que es el principio de existencia, que se establece por la necesidad impuesta desde Arriba de que uno sea el que es; de que uno sea el que es, y desprenderse de esa pretensión es justamente lo que es difícil.  No es imposible, porque evidentemente es mentira, uno no es el que es, en la Realidad no hay ni todo, ni del todo, ni nada, ni uno, no hay nada que sea esacto, matemático, dentro de la Realidad.  De manera que no es imposible, pero difícil: cargamos con la existencia, tenemos que pretender cada uno ser el que es, es lo que está mandado; no sólo el Señor lo ha mandado siempre, sino que el Estado en su forma más avanzada, el Régimen del Bienestar, la Democracia desarrollada, lo manda como primer Artículo de Fe, ser uno el que es, creerse que uno es el que es, que sabe qué es lo que hace, que sabe adónde va, que sabe qué compra, que sabe qué vota, y todo lo demás; si no, no hay Democracia que valga, y las decisiones de la Democracia se establecen simplemente por convergencia o suma de unos; de unos, de individuos, no de otra manera, que cuando son mayoría se pueden hacer pasar por todos (eso ya es un truco suplementario), pero desde luego cualesquiera de las convenciones que se den bajo el Comercio o el Capital están hechas de unos, para lo cual cada uno tiene que ser uno, el que es.  Esta condena a la mentira, que es justamente lo que hace difícil el intento. 

Difícil dejarse; dejarse vivir, que es lo mismo que dejarse morir, no hay ninguna diferencia.  Digo AHORA, no hay ningún Futuro: dejarse vivir es AHORA, lo mismo que dejarse morir.  Y esto que nos pasa, como a cualquier cosa, a nosotros nos cuesta trabajo dejar que nos pase; nos pasa como a cualquier cosa, las cosas están AHORA viviendo de una manera o de otra, muriendo, y nosotros como animalillos, como cosas, también; pero dejar que nos pase es lo difícil, para eso está la Ley, para eso está la personalidad de uno, que representa en cada uno al Poder, al Estado, al Capital, a cualquier forma de Poder, a Dios, que hemos acabao por usar el término Dios como un resumen de todo eso que se impone desde Arriba y que hace que la Realidad se vuelva contradictoria y un conflicto perpetuo consigo mismo.   Tenemos eso, y sin embargo yo no veo, no se me ocurre cualquier manera de rebelión, de dar voz y acción a ese descontento del que partimos, más que pasando por ahí.  Mientras sigamos creyendo en el Hombre, y por tanto creyendo cada uno en sí mismo, de verdad no hay nada que hacer, no se pueden dar más que cambios para seguir igual, que es lo que al Estado, al Capital, les gusta, necesitan cambiar ellos también para seguir lo mismo, ésa es su condición, no saben hacerlo de otra manera.   De manera que vosotros veréis, ahora me iréis diciendo. 

No es tan difícil, por otra parte, hay que añadir, porque tenemos una costumbre; tenemos una costumbre, que es dejarnos caer al sueño todos los días, por lo menos una vez, algunos dos; dejarnos caer al sueño en una confianza sin límites y que no está fundada en nada, que no está fundada en nada humano, porque se sabe que si uno se entrega al sueño, ahí ni él manda, ni el Estado, ni Dios; no manda nadie, de manera que no puede haber ninguna Seguridad Social ni Organismo que le garantice que se vaya a despertar y que no haya pasado nada, así que nuestra confianza no tiene ningún fundamento humano, ningún fundamento en el Orden, y sin embargo tenemos esa costumbre.   De vez en cuando hay muchos a los que les cuesta a lo mejor trabajo y les produce conflicto, pero de ordinario nos entregamos al sueño en una confianza sin condiciones, sin límites, a pesar de que no tenga ningún otro fundamento, de manera que respecto al resto, al resto de lo que se llama vida, pues podría pensarse lo mismo, no hay ningún inconveniente, ¿no?   Si uno desde luego renunciara al Futuro, a la muerte futura, el dejarse morir sería lo más fácil, como parece que lo hacen, o que les pasa, a las demás cosas del mundo, ¿no? 

Se me ocurría ahora acordarme (y con esto voy a ir terminando para dejaros hablar a los muchos que estáis, y que tendréis mucho que decir), se me ocurría acordarme de lo que se dice, y se desea, se oye mucho, de “una buena muerte”, con gente incluso que le reza, si no me engaño, al Cristo de la Buena Muerte y cosas por el estilo, y pide una buena muerte.  ¿Qué sentido tiene pedir, o desear, una buena muerte?  Si esto se refiriera a la muerte nuestra, a la humana, a la futura, no tendría ningún sentido: ésa, la muerte, la temida, la esperada, la futura, ésa no puede ser buena por ningún lado, no hay ninguna manera de que pueda ser buena; ésa a lo mejor puede ser buena para los herederos, o para la prosecución del Progreso, artístico, o político, o para todos esos cuentos de la Historia con los que antes os he entretenido, pero para uno, que es a quien le toca, no tiene ningún sentido una muerte buena, no hay una muerte buena.  Por otra parte, en algunas de las reuniones hemos encontrado que si uno es uno de verdad............  Es un absurdo que en realidad se sea de verdad, porque en la Realidad no hay verdades, eso lo recordáis, pero imaginando esto, si uno es uno de verdad, entonces es Dios, es como Dios, es esactamente igual que Dios, y Dios, como se sabe, no muere nunca, es eso que se llama ‘Eterno’, o sea Tiempo Todo, y entonces ¿a qué diablos viene pedir una buena muerte de uno, si uno es Dios, y Dios no muere de ninguna de las maneras?   De manera que por ningún lao que se la coja puede ser buena.  Por tanto yo creo que cuando la gente pide o desea una buena muerte, no se refiere a eso, se refiere al trance final, al trance de morir; al trance de morir, visto en su final: seguramente la gente, o nosotros, lo deseamos, pues eso, que sea lo menos doloroso, lo menos conflictivo, lo menos indecente posible, porque de todas esas cosas pueden jugar en nuestra imaginación, y bueno, en ese sentido tendría alguna razón, algún sentido, desear una buena muerte.  Lo que pasa es que, si eso se refiere a un trance final, al último momento, entonces ya no nos vale para nada, porque ya se trata de un Futuro; de manera que es al parecer AHORA cuando tenemos que dedicarnos a morirnos, irnos por lo que pueda pasar desprendiéndonos cada uno de nosotros mismos, y eso, que efectivamente es lo que tendría un sentido como buena muerte, sería al mismo tiempo lo que serviría, como todo el rato he estado diciendo, como una manera de revelarse contra el Orden establecido, y contra el Tiempo en primer lugar.

Bueno, pues aquí me callo de momento, de manera que vamos a ver si nos entendemos para recoger ahora las muchas dudas o contrariedades que os hayan surgido, o lo que sea.  ¡Venga!

-......................

A-¡Animo!  Esto es también lo de dejarse, lo hemos dicho muchas veces aquí en la tertulia: dejarse hablar; dejarse hablar, que es lo contrario de esponer las ideas que uno tenga, o sus opiniones.  Dejarse hablar, porque tenemos esta maravilla que es la lengua común; aunque sea (es condición de la Realidad) en forma de un idioma, pero tenemos esta maravilla de la lengua común, en lo que nos pueda llegar, y está (uno, si se dedica a investigarlo o a pensar un poco en ello, lo descubre cada vez más claro), está llena de sabiduría; está llena de sabiduría, de maneras de no mentir y de deshacer la mentira, de manera que eso es lo que le da sentido a la petición de dejarse hablar en lugar de hablar uno.  Yo por mi parte trato de dejarme hablar; no lo consigo del todo, pero es lo mismo que a cualquiera de vosotros os pido.  De manera que eso es lo que...........

-Es que lo de la buena muerte sería morir de repente, porque........

A-¡Ah, en eso hay opiniones!  Los que hablan de preferencias en la manera de morirse no están de acuerdo: hay algunos que opinan lo que ha dicho Isabel ahora mismo, de repente, y otros no, otros por el contrario.......

-Es que a los demás les viene muy mal, pero al que se muere..........

A-No te distraigas, estamos hablando de la propia muerte.  Digo que respecto a la muerte hay disidencia: unos dirían eso  de repentina, otros por el contrario......

-¿Pero de quién hablas, de los otros, o del que se muere?

A-Del que se muere.  Unos dirían repentina, otros dirían no repentina, o “¡qué horror, es por el contrario la peor de todas!”, y entre una opinión y otra, eso; de manera que no vale la pena entretenerse mucho en lo que son opiniones personales.

-Claro, es que son opiniones personales, pero yo te estoy hablando de muerte.

A-No, no, ahora estamos hablando de la buena muerte.

-Del que se ha muerto, porque el que se ha muerto es el único que tendría voz para decir si ha tenido buena muerte o no.  Los demás por supuesto que de repente es una faena, porque tienen que andarse con la Burocracia, y..............

A-Sí, sí.  Evidentemente, no digamos tonterías y no nos distraigamos: cuando se pide una buena muerte, desde luego no se pide que se la den después de morirse, ¿eh?, eso no hace falta ni andarlo diciendo.  Lo que pasa es que la refiere al Futuro siempre, que es lo que he tratado de corregir al final.   ¿Qué mas?

-Yo quería hablar de la dificultad de hacer cosas, que parece que tiene mucho que ver con lo que has dicho de habernos dao un Futuro, un saber de lo que no está aquí, pero que eso se acompaña además de todos los saberes que pueda tener uno; aparte de los chismes y las cosas que le puedan haber puesto, de todas las cosas que sabe.  Yo a veces me lo imagino que a veces uno está en algún sitio, y está como una vaca, y con un moscardeo de cosas, que son las cosas que sabe, y que no le dejan vivir.

A-Costantemente: los Medios, y sobre todo quien pone la Televisión o lee un Periódico, o eso, tiene todos los moscardones que quiera, la vida se le vuelven moscardones.

-Y luego eso del aislamiento al que nos han condenao, ¿no?, sobre todo que según te vas haciendo mayor te van separando más de con los que andabas, y te van poniendo en un trance en el que te encuentras muy solo, y entonces eso para dejarse ser cosa, pues es una cosa un poco rara.

A-Las dos cosas son malas; las dos coinciden en esta dificultad de hacer esas cosas que estamos diciendo: estar uno solo, es malo, y estar en compañía, con la familia, los amigos.....

-Es lo mismo, de que puedas estar ahora solo, o luego, o ayer, en compañía, eso no hay quien lo entienda.

A-No, hay que ver que las dos cosas son malas: la compañía estorba más que ayuda, por la simple razón de que, como el Régimen sabe, la Mayoría es la Mayoría, de manera que por fuerza la mayoría de los que te encuentres por ahí van a pertenecer a esos que son creyentes, que no te dejan pensar, que se horrorizan en cuanto amanece algún asomo de descubrimiento, y para eso es la Mayoría.  Pero es que la mayoría del Alma de uno también es así, y por eso cuando está uno solo tampoco adelanta mucho, porque lleva en sí mismo también la resistencia a descubrir nada que pueda comprometer su existencia, esa existencia que sólo se establece por una muerte futura, por un Futuro, desde ahí.   ¡Bueno, más!

-Respecto a la dificultad ésta de dejarse vivir, o dejarse morir, y su relación con las cosas, con ser una cosa entre las cosas, cuando otras veces hemos dicho que las cosas, cualquier cosa, no puede dejar de ser lo que es, o que tiene que perseverar costantemente en ser lo que es, pues esto no lo veo claro en este sentido: nosotros, como cosa entre las cosas, pero como cosa con conciencia, que no podemos dejar de ser lo que somos y perseveramos en ser lo que somos, igual que lo hacen las otras cosas a su manera, esto de dejarnos morir, dejar de ser el que somos, o este intento de ser una cosa entre las cosas, pues......

A-Es una dificultad fundamental, y yo debía haberme detenido en eso cuando hablaba de la condición de los hombres.  Efectivamente es así: las cosas no están ahí como cosas indefinidas, vagas, están convertidas en Realidad, de manera que sometidas a la Orden de Arriba, sometidas a Dios, y están condenadas (cada animalito, cada estrella), a subsistir, o a existir, a su manera.  Esto es así.  Naturalmente no lo consiguen nunca, y la existencia es justamente ese conflicto; nunca un caracol, ni un olmo, ni la luna, van a conseguir de verdad ser el que son y quedarse ahí, porque eso sería contra la Realidad.   Tienen que intentarlo, es la orden que reciben; Dios manda en las cosas también, y las convierte así en ese estadio de conflicto que se llama Realidad, que consiste en estar obligado a hacerlo y no conseguirlo y demás.  De manera que sí, el caso de nosotros hombres es simplemente un caso aparte en el sentido que antes he dicho de que encima de esa condición, que es común con las cosas, esto está exagerado, llevado al estremo; por algo somos los favoritos, los hijos de Dios: no tenéis más que mirar las historias de la Creación, y cómo el Hombre es la corona última, y el Hombre es el verdadero heredero de Dios.  De manera que tenemos encima de eso esta condición que la obediencia especial al Señor nos impone, que es la del Futuro, la de la muerte-siempre-futura, que no le reconocemos a las cosas.   De manera que cuando envidiamos la manera en que las cosas se dejan morir, evidentemente se la envidiamos hasta donde se puede, porque también a ellas eso de dejarse morir por las buenas tiene que costarles, porque eso implica la renuncia a la subsistencia o existencia, ¿no?, y estaban obligados a existir o subsistir.   Por eso, ya sabéis todas las cosas que se os cuentan respecto a la lucha por la existencia, que a veces lo llaman vida, entre los animales, o las plantas y todo eso.  De manera que sólo es parcial.   Desde luego lo nuestro es peor, es lo peor de todo, y como de alguna manera es lo que nos toca de cerca conviene empezar por desengañarnos de nuestra manera de obediencia, de nuestra manera de Fe.   Podemos envidiar un poco, o bastante, a las otras cosas, y el camino de dejarse hacer como cosas está abierto, y es, como estábamos viendo, difícil, pero no más que eso.  ¡Más, por favor!

-En lo de los sueños, que lo has tratado antes y es un tema muy interesante, como esperiencia de la Realidad, ¿participa de los mismos errores del Sistema, o marca alguna diferencia......?

A-Una diferencia muy notable es la que he hecho notar: esa confianza os lo pongo como ejemplo que se pudiera generalizar, porque esa confianza del dejarse dormir, del echarse a dormir, que a la gente sana, a mucha gente sana, le sucede sin haberselo buscao, esa diferencia hay que  hacerla notar.  En el mecanismo mismo del sueño no voy a entrar, porque lo hemos tratado aquí en otras sesiones, nos llevaría un poco lejos y se nos va haciendo tarde, pero vamos, ahora me valía sobre todo de esa confianza en el dejarse dormir.  ¿Qué más?

-Me ha parecido muy intenso, muy profundo, y muy diverso, el contenido de su mensaje, y..........

A-¡No me hagas una crítica literario-filosófica, hombre, no!  Aquí estamos haciendo algo, venga, olvídate de eso.

-Tengo una duda, y es que respecto a la renuncia a ser Persona, en la renuncia a nuestro Ser y convertirse en cosa, que según usted esperimenta el Hombre cuando hace ese ejercicio y se convierte en cosa renunciando a ser Persona, ¿qué esperimenta el Hombre?

A-Te lo pregunto a ti mismo, porque cualquiera lo ha esperimentado.  No es ningún hacer un ejercicio: le pasa a veces a uno cuando menos lo piensa, cuando menos lo intenta, y cuando menos cuenta se da, y la sensación que se esperimenta entonces, si uno en el recuerdo permanece un poco fiel, es una sensación de felicidad desconocida, de lo que no se puede esperimentar nunca ni en el Mercado, ni en la Familia, ni en los tratos políticos, ni con los compañeros, ni nada: el olvido; de vez en cuando se olvida uno.  Cuando se duerme también, pero incluso sin dormirse, que es lo que tú parece que preguntabas, y ésa es la respuesta, que yo creo que está fundada en la esperiencia de cualquiera.  Sí.

-Las intimaciones de muerte entonces, ¿por qué se dan más en la soledad?  ¿Uno es más uno cuando está solo?  Porque muchas veces los otros están para distraer esas intimaciones de muerte. Cuando uno se encuentra solo consigo mismo (porque uno solo nunca está, siempre está consigo mismo, que es el otro, o los otros, que están incorporados), ahí aparecen las intimaciones de muerte mezcladas con el miedo, pero sobre todo la intimación de muerte con mucha más claridad que cuando está entre los otros.

A-¡Sí señor!  Cuando está entre los familiares, o cuando está protegido en un hospital por la Seguridad Social o cualquier cosa, efectivamente....

-Solo, o con otros, aunque sean desconocidos.

A-¡Eso, aunque sean desconocidos!  A nosotros se nos hace llamar vida a lo que es puramente existencia, subsistencia.  La muerte futura es un miedo efectivamente costante a lo que nunca está aquí, que es la desaparición de uno, que por otra parte no puede desparecer, y la Sociedad está organizada para protegerte, esto no se puede negar: la Familia, la Seguridad Social y todo eso está organizada para protegerte del demasiado peligro de la pérdida de la existencia, y eso es lo que se siente como lo que has dicho, una intimación de muerte.  Efectivamente, uno solo se encuentra abandonado, efectivamente menos protegido, pero todo esto no se refiere ni a la muerte ni a la vida de por sí, se refiere a las leyes de la Realidad humana, que son las de la existencia o subsistencia.   Efectivamente, si aquí estamos contra el Orden establecido, evidentemente estamos también contra ese tipo de protecciones, pero no las vamos a negar: el acogimiento, la compañía, la defensa de males imprevistos que te pueden caer, son cosas que te distraen de temer la muerte.   Por otra parte te hacen la puñeta, porque efectivamente ya sabéis que esa protección se convierte en profilaxis, en prevención de males: la Sociedad, la Industria, el Capital, se dedican a proporcionarte ese tipo de protecciones contra el Futuro, contra lo que puede venir, y entonces te están haciendo lo peor que te pueden hacer, en contrario de esta rebelión que aquí estamos tratando de llevar: te hacen todavía más inevitable, más pesado, el Futuro, te llenan de males futuros probables, más o menos probables, y si te quedaba algo de vida, con eso ya desde luego acaban.  Sí.

-Había aquí una señora a mi lado, que se ha ido ya, y que me ha dicho “¿Y esto de qué va?  ¿Por qué estáis todos estos aquí?”.  “Estamos aquí porque estamos un poco perdidos”, le he dicho yo.  “Pues perdidos estaréis vosotros, yo estoy perfectamente de aquí.  Y eso de que en cien años calvos ya lo sé yo.  ¿Para qué estáis aquí?”.

A-Eso, ¿qué era?  ¿Es lo único que había oído, o qué?

-Que es una anécdota, que me ha salido a mí decir que estábamos bastante perdidos todos en conjunto.

A-¡Ya querríamos!  ¡Ya querríamos!  ¡Ya querríamos!   Estamos lo más encontraos que se puede.  Sí.

-Que si eso de dejarse vivir o de dejarse morir ya viene impuesto sobre las cosas y sobre nosotros entre ellas de una manera tan ineludible como que parece que hay un Dios que establece esa condena incluso sobre las cosas y también sobre nosotros, que no es que sea ya una cuestión política el que no nos dejen vivir, sino que ya hay algo más hondo que trasciende la política y lo que haya pues de comercio entre los de Arriba y los de abajo, y entonces, no sé, parece como que aquí hay algo que te dice que esa condena es escesiva, que no puede ser así.   Es que oyéndote hablar parece como que ya no es una cuestión política, sino que ya es algo mucho más profundo, ineludible, y bueno, como que llega un momento en que ¿qué pasa, que no hay nada que hacer?

A-Sí, también es una cuestión que tiene aclararse enseguida.  Desde luego, eso de morirse, deshacerse continuamente, como las cosas y nosotros nos estamos deshaciendo y muriendo, AHORA, y AHORA, y AHORA, y AHORA, eso no lo manda Dios de ninguna manera, es la gran equivocación.  Dios manda por el contrario ser el que se es, subsistir siempre y eterno, de manera que eso no viene de Arriba: de la Ley de Dios viene el intento de imponer sobre eso la pretensión o Ideal de ser lo que somos, de subsistir, y si llega el caso, de ser eternos, como Dios.   Eso es lo que viene propiamente del Orden, y a lo que cualquier Istitución que represente a Dios (Estado, Capital, la Persona de uno mismo), se dedican, de manera que lo otro, no; lo otro efectivamente no es que sea inevitable, fatal, es que simplemente está por debajo.   Eso se da.  En verdad las cosas nunca podrían ser cada una la que es; las cosas son vagamente distintas, y son plurales, más o menos fofas o definidas, pero en definitiva indefinidas.  Así son las cosas antes de que se imponga la operación de la Ley, de manera que es en eso en lo que participamos con las demás cosas, y volverse como cosas quiere decir simplemente volverse como somos, vamos, sin más lo que nos pasa.   De manera que está bien claro de donde viene: viene de abajo, por seguir empleando el término tópico.  No de Arriba: viene de abajo.  Eso se da antes del establecimiento de la orden, y la orden se establece sobre eso; sobre eso, contra eso, y Dios quiere imponer el Ser sobre la vida, sobre la indefinición, sobre el no saber.  Por eso, cuando estaba antes recomendándoos una cierta confianza (“no es tan difícil”, os decía “dejarse vivir, dejarse morir”), estaba hablando en nombre de una confianza en eso de abajo: hay que confiar en que hay una, por ahí abajo, más sabia, no todopoderosa como Dios, pero sin fin; a la cual es muy mal procedimiento darle nombres, como Natura, la Naturaleza, la lo que sea, porque con eso ya la metemos en la Realidad y le quitamos toda la gracia que tiene.  Pero se puede presentar así: estaba hablando de una confianza en que hay lo que hay, en que a pesar de toda la Realidad y a pesar de toda la Ley de Dios, hay lo que hay, y lo que hay es desde luego indefinición, sin fin, dejarse vivir, dejarse morir, dejarse en general.   Espero que eso quede más o menos claro.

-Pero la luz definidora ésa que viene de Arriba en primer lugar es la Ley de Lenguaje.

A-Dejemos al lenguaje.

-No, no, es que no te lo dejo, porque es que está más claro que el agua: de abajo puede ser que la piedra se vaya desmoronando, pero la piedra tiene que ser llamada piedra, porque si no, ni se desmorona ni nada.

A-Lo malo es que también la palabra ‘piedra’ se desmorona igual.

-No, la palabra ‘piedra’ tarda mucho más en desmoronarse.

A-No, no, no creas.  No merece la pena, vas por mal camino.  Aquí todos los días hablamos de la lengua, y yo es de las cosas que más sé, y hoy no viene a cuento.

-Pero lo que te ha preguntao Felipe está relacionao con eso que yo te estoy diciendo.

A-No, no tenía que ver.  Las lenguas reales, que son los idiomas, porque la lengua de verdad la hay, pero no existe, están cambiando continuamente, y están cambiando como las cosas, les pasa lo mismo como a las cosas, no sólo las palabras de significado, que cambian a cada paso, sino la sintaxis, la gramática, y cambian por obra (os lo he presentao así otros días) de una asamblea anónima, de una asamblea innúmera y anónima que anda por ahí abajo, en la que los hombres, las personas, no tienen nada que hacer.  A ver, ¿alguna cosa más por ahí?

-¿Por qué cuando habla de las cosas y de las relaciones entre ellas nunca habla de la alimentación, cuando es la forma más importante de relación la de comerse unas cosas a otras?  En su discurso la necesidad de alimentación es el mecanismo que el Capital utiliza para crear muchísimas más necesidades.

A-Sí, evidentemente el modelo de los animales se utiliza mucho para engañarnos, eso ya se sabe, pero mira, piensa en las otras cosas, y no se puede decir ni siquiera de muchos de los árboles que se coman unos a otros, y desde luego decir que los astros, que efectivamente chocan y se deshacen, se comen unos a otros, es una cosa bastante limitada, se refiere al tipo de cosas que son los animales.  Y desde luego en lo que tienes razón es en que el Comercio, el Capital, utiliza mucho el hambre biológica: nos quiere hacer creer que tenemos hambre como los animales justamente para engañarnos después de que nos estropean, lo mismo que el sueño, el hambre, el apetito, sin más, que viene de abajo, y nos lo cambian; nos lo cambian por otras apetencias creadas desde Arriba, de tal forma que ya acaba uno por no saber por qué comemos esto o  lo otro, si porque efectivamente nos venía de abajo un apetito animal que nos quedaba, o si porque nos han impuesto un gusto, como nos lo imponen a cada paso, nos lo han reglamentado, que es lo que suele pasar.  ¿Qué más quedaba por ahí?

-Yo quería decir una cosa: que como padezco de insomnio, no puedo dormir, pues tengo una liberación en el sentido de que no llega el sueño, y lo de esa tendencia un poco al suicidio, tampoco le voy a dar yo el placer al Poder de acabar con mi vida así libremente.

A-No es recomendable; quitarle trabajo al Juez y al Verdugo, yo nunca lo he visto recomendable.

-Entonces me siento como que estoy en la tertulia adecuada.

A-Sí.  Siento lo del insomnio, y yo creo que a lo mejor con esta conversación, con esta alabanza del dejarse dormir, te viene.  Sí.  

-Que como has dicho que no nos estábamos perdiendo, sino que estamos lo más encontrados que se puede, pues quería protestar, porque me parece que por lo menos a mí oyéndote me ha hecho recordar lo que se siente muchas veces de que nos estamos perdiendo por aquí y por allá, y que eso de la Historia y todo eso es un camelo, es una aplicación de.....

A-Eso nos pasa, pero vamos, esa pérdida aquí más bien se ha presentado como una bendición y como medio para la rebelión.  Esa perdición, ésa es la que digo que es muy escasa, porque nos tenemos muy sujetos.  Incluso cuando algunos de los que se podría decir que se pierden se vuelven locos incontrolaos, pues se vuelven locos, o se hacen criminales o prostitutas, es decir, vuelven a  incluirse en el Orden Social quieras que no, de una manera o de otra, y los locos están incluidos, por desgracia.

-Y les sale una personalidad tremenda.

A-Sí, algunos locos tienen mucha personalidad.  Lo de perderse de verdad es lo mismo que he dicho de dejarse vivir, dejarse morir, perderse de verdad.  Las otras perdiciones ya se sabe que son perdiciones como lo que decíamos el otro día de las revoluciones: que terminan en restablecimiento del Orden bajo otra forma.  Bueno, pues efectivamente parece que se ha hecho la hora, así que nada, si el Señor nos deja, dentro de 7 días volveríamos a encontrarnos.