09.03.2011

Tertulia Política número 272 (9 de Marzo de 2011)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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  • La reproducción en cuanto al tipo de cosas que somos los humanos como intento de imitar la reproducción de las cosas por copia.
  • Paso a la falsa cuestión del nacimiento: es la necesidad de la fijación de una muerte cierta de cada uno lo que vuelve necesario fijar la fecha de nacimiento.  Aplicación al Mundo de lo que se da en cada uno: es la Fe en un Fin lo que hace que se establezca un principio o génesis.

 

 

TRANSCRIPCIÓN:
 
 
Hay que confiar en que tanta asistencia, y en medio de tantas dificultades, sea debida al interés por los problemas palpitantes de la reproducción, la continuidad, y la situación de la Realidad como guerra en medio de los ideales de Arriba y lo que por abajo queda para que ellos traten de imponerse en vano, esos ideales. Supongo que será esto, porque esto es política, y a esto es a lo que nos dedicamos aquí, de manera que supongo que si venís será porque esto llama a algo que por un lado podemos decir ‘vuestro corazón’, y por otro lado ‘vuestro sentido común’; el sentido común, que no es de nadie, y que tiene su gracia en que no es de nadie. Me gustaría lo primero asegurarme de que por lo menos entre los que estuvisteis en la última sesión los problemas que se planteaban en torno a lo de la reproducción (los problemas, no las soluciones), han quedado lo bastante claros, que es de lo que se trata aquí: aquí no resolvemos problemas, nunca, pero intentamos disolver los falsos problemas que nos tienen planteados desde Arriba por parte de la Ciencia, y también por parte del Imperio, del Gobierno, de todo lo que viene de Arriba.

Esos problemas se referían, recordáis (y si no, hacérmelo notar enseguida), al Ideal de producir dos veces, sucesivas veces, lo mismo. El progreso de este Ideal es el que se hacía notar en el progreso de los medios de reproducción en primer lugar; no ya las fotocopias, sino medios mucho más avanzados para conseguir ese Ideal de producir veces de lo mismo.  Era importante reconocer que ese problema es de verdad insoluble, y que la aproximación costante con el Progreso a conseguir veces de lo mismo no es ninguna prueba del fin, de la verdad que se haya conseguido: es meramente esa aproximación y esa tentativa en que la Realidad consiste. Esto en cuanto a las cosas llamadas inanimadas, por ejemplo un documento, por ejemplo una pieza de una máquina, que parece que se pueden reproducir un número de veces la misma.  Ése es el dilema en que os quería hacer parar un momento el otro día y ahora: veces de lo mismo, reconocimiento de que eso de ‘lo mismo’ es justamente el representante del Ideal, que no pertenece a la Realidad pero que está costantemente insistiendo sobre la Realidad.  Veces de lo mismo, cuando no tenemos más remedio que atenernos a la costatación de que dos cosas perfectamente indistinguibles entre sí (es el problema de los indiscernibles) tendrían que ser literalmente la misma, y por tanto no ser dos, ni veces.  Es una cosa demasiado simple, pero que importa una y otra vez el reconocerla cuando intentamos este análisis de la Realidad.  Vosotros veréis con qué os quedáis, si con lo de que el perfeccionamiento, el progreso del intento de cumplir el Ideal de hacer veces de lo mismo os satisface y os deja tranquilos, o si por el contrario preferís lo que en esta tertulia política se hace: no reconocer que ahí haya ninguna prueba de verdad, recordar que verdad en la Realidad no cabe.  Hay una incompatibilidad entre lo uno y lo otro, porque justamente la Realidad, esta existencia en que andamos, es una guerra, una contradicción, entre el intento de ser el que es (el Dios matemático desde Arriba, la perfección, la esactitud), y aquello otro que anda por debajo y se queda siempre inesacto, vago, con amenazas de ser continuo, de ser sin fin, y que es justamente aquello sobre lo que los ideales tratan de imponerse.  En medio, en esa guerra, es donde está nuestra existencia y la de las cosas, la Realidad. 

Esto era resumiendo un poco las cosas que trataba de sacar a la luz el otro día.  Luego el término ‘reproducción’, que se aplica a los documentos o a las piezas de una máquina, venía a trasladarse también para referirse al tipo de cosas que nosotros somos, para referirse a nosotros como un tipo de cosas, que por tanto también en ese sentido nos reproduciríamos.  El intento desde luego, en la generación de hijos y de sucesores, está bastante claro: se trata (y es lo que al Orden le gusta), de reproducirse en el sentido de que los hijos reproduzcan el caso de los padres, y que no pase nada imprevisto, nada del otro mundo, en esa reproducción.  Eso es todavía contentarse un poco con una noción de ‘lo mismo’ muy escasa, muy fluctuante. El problema en la reproducción está en la reproducción de uno mismo; de uno mismo, que evidentemente, para hacer eso que es existir, seguir existiendo (a lo que falsamente llaman vivir, pero en verdad, en realidad, existir), para eso es preciso que uno sea el mismo hoy que ayer, el mismo antes que ahora, el mismo hace un momento que ahora mismo........, cosa que por debajo el sentido común nos dice que no es verdad: uno de verdad no es el mismo ni ayer y hoy, ni hace un istante y AHORA..............que no es ya ningún istante, que es justamente la revelación de la mentira de la Realidad.  Sobre eso vivimos, sobre esa mentira vivimos, tal como lo dicen ellos: existimos, para decirlo con más precisión, sobre esa fe en que efectivamente seguimos siendo el mismo; ahora que hace un momento, ayer que hoy, y (alargándonos mucho más), el mismo hoy que hace 30 años, que hace 40 años, y otras creencias por el estilo; mentiras declaradas, pero que son justamente sobre las que la existencia está establecida.

Esto en lo que se refería a la reproducción en cuanto al tipo de cosas que somos los humanos, y que efectivamente trata de imitar lo que para las cosas, para la reproducción de las cosas por copia, hemos visto antes lo bastante claro.  No sé cómo os habréis quedado los que estabais y los que estáis ahora con el descubrimiento de estas mentiras fundamentales y lo que están haciendo en esto que se llama la Realidad o existencia. Ahora me lo diréis enseguida en cuanto me interrumpa un momento, pero quiero ya ahora enseguida anunciaros que desde ahí, desde la cuestión de la reproducción, vamos, muy naturalmente, a pasar a la cuestión del nacimiento, del nacer.

Cada vez que saque un término de estos vosotros le dais, queriendo o sin querer, un repaso a vuestras nociones, a vuestras ideas acerca del asunto, por ejemplo acerca del nacer, o del nacimiento...........para que luego tengamos esas ideas disponibles para destruirlas.  Lo primero es reconocerlas, reconocer que uno está preso de tales o cuales ideas respecto a, no ya ‘reproducción’, sino a ‘nacer’, ‘nacimiento’.  Y una vez que se reconoce la presencia de la mentira, solo entonces, es cuando cabe pasar a la destrucción, que es la sola política que aquí reconocemos como tal, que es lo que hace de esto una tertulia política: la destrucción de aquello que nos costruye, a nosotros y a las cosas, falsamente por fuerza.  Destrucción de la Fe y de la mentira en ese sentido. 

Bueno, pues no voy a preguntaros, porque perderíamos mucho tiempo, qué es lo que sabéis vosotros, pensáis, o hasta sentís, acerca de eso de nacer o de nacimiento, pero voy a proceder a recordaros las primeras muestras: las veces que cada uno de vosotros habrá tenido que escribir en un documento más o menos oficial la fecha de su nacimiento; de tal forma que, salvo que seáis muy precoces en esto del descreimiento, cada uno de vosotros sabe en qué fecha nació.  Para efectos de la Administración, estatal u otra, generalmente basta con el día, con el día del mes del año; ya eso es mucho, pero generalmente les basta.  No digamos si después algunos de vosotros os metéis en cosas como los horóscopos, los cálculos astrales, tratando de refinar vuestra noción de la fecha del nacimiento, y entonces ya, claro, se os puede exigir hasta más: no ya el día del año, sino la hora, el minuto, más todavía.  En esto como comprendéis el tinglado éste al que me refiero de horóscopos o cálculos astrales no hace más que prolongar, exagerar un poco, lo que la Administración ya de por sí os exige: saber la fecha de vuestro nacimiento, tener ese dato.  

Todo es Administración: la del Estado, la Municipal, y también la de la Ciencia, y también la de estas seudo-ciencias acompañantes a las que me estoy refiriendo ahora.  Todo es Administración, porque como me tenéis muy oído los que me acompañáis, la función del Poder consiste precisamente en la Administración de Muerte, Administración de Futuro.  ¿Quién de vosotros no lo sabe, o por lo menos siente, que eso que llaman ‘su vida’ está reducida justamente a la Administración de su futuro?  No hay más Futuro que el que está señalado por ese fin, la muerte.  Es precisamente por esta necesidad de la Administración, que primariamente es tener, y haceros tener a cada uno, un Futuro, por lo que también entonces se vuelve necesario, en marcha atrás, el fijar la fecha del nacimiento de cada uno, la fecha del comienzo.  Esto es bastante lógico, y no creo que tenga que repetirlo muchas veces: tenéis fijada la fecha de la muerte cierta de cada uno.  Esta muerte cierta puede ser cierta solo en el sentido de probabilísticamente calculable, pero a las Compañias de Seguros y a la Administración Estatal les basta con eso, eso ya es un Fin.  Y como tenéis un fin, pues ¡qué remedio os cabe!, tenéis que tener un principio.   Así de tonta y de lógica es la cosa que el sentido común descubre sin más.  Entonces os pregunto: vosotros que sabéis en qué fecha nacisteis, ¿cómo podéis creeros semejante cosa?  ¿Cómo podéis creeros que sabéis eso?  No os podéis fiar mucho, supongo, ni de los familiares mayores, que dicen que asistieron al fausto acontecimiento de vuestro nacimiento, ni tampoco de las Autoridades oficiales que tomaron costancia de él y registro........  No os podéis fiar mucho, sabiendo como sabéis cómo las personas, tanto las familiares como las oficiales, están cargadas de intenciones, de fantasías, de descuidos, de inesactitudes de todo tipo, de equivocaciones, y que esto es lo que es la norma general en el curso de esto que se llama Realidad.  No os podéis fiar de esos testimonios.

Pero peor todavía vosotros mismos, cada uno de vosotros: ¿cómo podéis acudir a eso, si es evidente que............en aquel entonces no estabais?   ¿Qué testigo puede valer para eso?  Porque está claro que en el momento ése del nacimiento no estabais, cada uno de vosotros no estaba.  Y esta perogrullada es importante, como tantas otras de las que aquí sacamos: es claro que aquello que cayó del seno materno, aquello que salió del vientre de la madre, ni eras tú, ni eras Fulano, ni eras para nada el que pretendes ser.  Ya me diréis ahora si estáis dispuestos a defender la actitud contraria, que es la que tenéis mandada, que es la de afirmar que sí, que sí que lo erais. 

No, no, no lo erais, es mentira: a pesar de que muchas veces, como sucede con frecuencia, ya desde meses atrás estuvieran buscando un Nombre Propio para llamar a aquello; desde mucho atrás, es decir, según la técnica de la Administración del Futuro: previéndolo, previendo el nacimiento, y por tanto dotando ya a aquello que no eras tú ni Fulano, dotándolo de algún Nombre Propio, y por tanto cargándolo ya con un carácter de Realidad.  El truco es conocido, es imperioso, pero en vano: el sentido común dice que no, que es mentira, que lo que nace ni eras tú, ni era Fulano, ni era ninguno de nosotros.  Todavía más: como los que me acompañan recordáis que hemos discurrido algunas veces, todavía tardan generalmente tiempo, un año y medio o más, en convenceros de que sí, en convenceros a cada uno de que sí, de que el que ha nacido es él.  Os estoy pidiendo ‘recordar’ (entre comillas, porque es imposible), pero recordar justamente el periodo en que no estabais, antes de que os hubieran llevado a ese convencimiento.  Hasta entonces (lo vemos por el comportamiento general de los niños), un niño ni sabe ni está convencido todavía, malamente, se resiste: los mayores pueden enseñar al niño a verse en el espejo, intentarlo, durante ese periodo, y decirle: “¡mira qué guapa estás, Rufita, con el lacito ése!”.  Pero lo que le queda al niño de vivo todavía se echa para atrás, y dice: “¡yo no soy ésa!”.  Si vosotros de este momento y a estas edades hubierais conservado la capacidad de decir “¡yo no soy ésa!”, esta tertulia política no tendría nada que hacer, no haría ninguna falta.  Hasta tal punto la cosa es importante, porque aquí sabemos que efectivamente cualquier política que nos traigamos es una política en primer lugar contra uno mismo, contra la Fe en uno mismo; no hay otra, y quien quiera intentar revoluciones hechas a base de individuos, cada uno creyendo que es el que es y que tiene sus derechos, ya se sabe que no está haciendo más que colaborar con el Poder, la Revolución como un mero cambio para seguir igual.  De manera que así es de importante eso.

Podemos entonces intentar preguntarnos qué es lo que nace.  ¿Es una cosa como las demás cosas? No ya como las crías de los demás animalitos, que no tienen nombres propios, sino las cosas mucho más alejadas todavía, como los brotes de las plantas, como el resto de las cosas llamadas inanimadas falsamente..........  Pero eso no tiene sentido, porque el trance de salir del vientre de la madre no va a ser tan importante: esa cosa ya estaba naciendo mucho tiempo atrás, no sólo desde la concepción y a lo largo de los meses, sino incluso antes de la concepción, se puede decir sin exagerar demasiado, y sin tenernos que apoyar en los conocimientos científicos acerca de espermatozoides, óvulos, o (peor todavía), genes y cosas por el estilo.  Aún sin eso es evidente que aquello venía desde no se sabe cuando; se estaba naciendo, y entonces salir del vientre de la hembra, pues la verdad, puede ser un poco traumático, como dicen los sicólogos, pero vamos, tanta importancia no tiene para la cuestión que aquí nos traemos: la cosa sigue; estaba siguiendo y sigue, de manera que no es por ahí. 

¿El que nace entonces es Uno?  ¿Uno singular siendo el que es y ninguno otro más que el que es, como Dios?  Ya sabéis que el intento de un Nombre Propio inconfundible con ningún otro nos está dado justamente en el sentido de imponer esta mentira importante.  Está claro que uno singular no es tampoco el que nace, y lo de que le hayan puesto antes el Nombre Propio y después le convenzan de que es el suyo, eso es simplemente un proceso de elaboración de la mentira, pero no descubre nada verdadero.  Que fuera uno de veras, siendo uno, el que es, único, singular, incomparable, inconfundible con ningún otro, sería como pretender que es Dios mismo el que nace.  Pero así, igual que Dios en la Teología, uno no puede nacer, porque uno, si es uno como Dios, es eterno, está en el Reino del Ideal; y si uno es eterno no puede nacer en ningún momento, eso sería una contradicción de las más evidentes.  No es uno el que nace.  Si uno cree que uno es uno, si uno cree en sí mismo, como no sólo la Teología, sino también el Orden democrático os manda, si uno cree que uno es uno, entonces se le escapó también el nacimiento, y no es en ese momento uno el que nace tampoco, no. 

Bueno, eso por poner los dos casos estremos.  Supongamos que ahora cada uno de vosotros deja de creer en que es él mismo (el mismo ayer que hoy, el mismo antes que después), que es uno, que es siempre uno.  Supongamos que deja de creer, y que tampoco todavía se resigna a considerarse una mera cosa, como las crías de los animalitos o los brotes de los árboles.  Se resiste.  Ésa es la situación a la que llamamos ‘Realidad’, la reconocéis bien: por un lado os tienen que hacer creer que sí, que es de verdad que uno es el que es; por otro lado hay una repulsa, pero que no suele llegar a tanto como a desengañarse y decir “no soy más que una cosa, y todo lo demás es mentira”.  En esta tertulia política estamos los últimos tiempos intentando poner en primer plano esta táctica de el reconocimiento de uno como cosa, pero eso no es en la Realidad: a lo mejor me podéis acompañar en este descubrimiento un rato mientras estamos aquí, pero seguro que al salir de aquí vosotros y yo vais a recaer en la situación normal, y la situación normal es la contradicción, la guerra entre la Fe (la Fe en Dios, la Fe en Uno, la Fe en el Estado, la Fe en el Dinero, la Fe en el Futuro, cualquier cosa), y una resistencia contra esa Fe, que viene de abajo, pero que nunca llega al desengaño más claro y más hiriente.

Si nos tomamos así, como los fulanos y menganos, las cosas humanas de uno u otro tipo, condición o edad, que somos, entonces la cuestión del nacimiento tampoco es verdad que nos toque. Ya sabéis lo que pasa los que me acompañáis hace tiempo: uno como ente real, como existente, no nace nunca.  Ya hemos visto que en ese momento del nacimiento no tendría sentido pensar que fuera ya ese ente real. No nace nunca, sino que se costituye; se costituye, lo mismo que se costituyen otras cosas de las artificiales o de las naturales a las cuales se pueda aplicar el término de costituírse, es decir, de venir a ser una entidad que reúne en sí, junta en uno, unas ciertas condiciones o circustancias, y todo lo que sigue detrás de ello.  Y esta costitución de uno mismo se da normalmente cuando ha terminado esa guerra que suele durar hasta el año y medio de un niño cualquiera, que es el momento en que al niño, ya en el propio idioma de la tribu que lo ha acogido, y que él después de año y medio de guerra ha tenido más o menos que adoptar, a ese niño ya y en ese idioma se le declara “te vas a morir”.  Eso es lo costitutivo.  Es solo a partir de ese momento cuando la existencia propiamente dicha, esa contradicción en la que os encontráis, nos encontramos, empieza a tirar padelante, empieza a intentar cumplir sus fines.  “Te vas a morir”: se le anuncia SU muerte, la del niño, la de cada uno, su muerte futura: nunca dejará de ser futura, nunca dejará de ser futura esa muerte, porque su esencia consiste, y su falsedad, en ser futura.  Se le anuncia esto, el niño está obligado más o menos a creérselo, y desde este momento el niño tiene lo que el Capital y el Estado mandan: tiene un Porvenir, y a partir de ahí ya está hecho todo.  Tiene un Porvenir, y eso es la costitución, y eso quiere decir que ahí empieza la existencia.  Si queréis tiraros una broma llamad a eso nacimiento, si os atrevéis, pero ése es justamente el momento de la costitución de uno mismo, y todo lo demás eran cuentos, y siguen siendo cuentos. 

Con eso efectivamente la existencia comienza.  El niño, uno cualquiera, o se lo creerá rápidamente, o será más testarudo y tardará mucho más en creérselo, y incluso a lo largo de su existencia pueden venirle momentos en que la Fe le flaquee, en que no sea capaz de creer en esa cosa de la muerte futura, y por lo menos intente tirar por otro lado, intente por otro lado para salirse del engaño, pero el engaño es fundamental, es fundacional, en eso consiste la existencia; de las Personas, de los Estados, de las Istituciones, y de cualquier otra cosa.  Cuando nos hemos estao metiendo una y otra vez en algunas de las últimas sesiones contra el Hombre justamente nos fijábamos en esto, lo recuerdo para los que no estabais: no tenemos ninguna prueba ni sugerencia de que las otras cosas, ni siquiera los animalitos más cercanos, tengan algo parecido a esto.  La sola cosa que nos distingue no es, como la pedantería habitual dice, el hablar, el que hablamos; ni por tanto el reír ni el llorar, que son rasgos de los que suelen los hombres presumir de que los distinguen de todos los demás, que ni hablan ni ríen ni nada.  Esto, como tantas veces hemos declarado, es un mero patriotismo, y es normal, como todos los patriotismos: ¿como un español hecho y derecho no va a creer en las virtudes y características del Español?  Eso es contra la Patria, y así el hombre, un hombre hecho y derecho, ¿cómo no va a creer en unas propiedades esclusivas suyas del hablar, del reír, del llorar?  Es puro patriotismo, mentira como todos, una mentira a derribar lo más pronto posible: las cosas hablan, solo que, claro, en su idioma; por tanto se ríen y lloran, aunque nosotros seamos incapaces de entenderlas porque estamos en nuestro idioma, pero la mentira es clara.

Y no nos queda como rasgo muy distintivo más que el que sabemos la muerte de antemano, futura.  Eso es lo que no le podemos atribuir a las otras cosas, ni a los animalitos más cercanos, que no han dado nunca muestra de que tengan esto de saber de antemano la muerte.  No confundáis con cosas como miedo, o como deseo o espectativa, porque es, como digo, Saber; saber, tener una idea: no se trata de tener miedo de la muerte, se trata de saberla, la información que al niño le han dado alrededor del año y medio, y que lo ha costituído para todo el resto de la existencia: saber, tener una idea.  Cualquier cosa sentimental, como miedo, como esperanza, ha quedado convertida en una idea de sí mismo, y ya es no ningún sentimiento de verdad, es un saber.  Así se ha costituído el saber de lo futuro, saber de lo no existente, y eso sí que tenemos que reconocer que es una característica humana, justamente la característica de la que aquí, en esta guerra de la tertulia política, estamos tratando de librarnos, de limpiarnos lo más que podamos cada día, contra la ilusión, la convicción y la Fe, que está en ese saber; en ese saber de la muerte.

Pues ahí está la cosa.  ¿Y cómo la necesidad que los Registros, el Estado, los Padres, Uno mismo, siente, de saber la fecha de su nacimiento, deriva de una manera de una manera muy natural de la necesidad anterior de saber su muerte futura?  Esto está bastante claro, es como si fuera simplemente un proceso en avance y retroceso: se consigue, os convencen (todos los días lo están haciendo, en los Medios y también en la conversación familiar), en que creáis en futuros. ¿Qué diablos ibais a hacer si no creyerais en futuros?  ¿Cómo ibais a ir a la Banca?  ¿Cómo la Banca os iba a tratar?  ¿Cómo ibais a establecer un Crédito ni una Hipoteca?  ¿Cómo ibais a hacer un Testamento para aseguraros de la suerte de vuestros bienes entre los descendientes?  ¿Cómo ibais a hacer la mayoría de las cosas que hacéis?  Todos los días os están convenciendo de que vuestra vida consiste en eso, en Futuro, en el Porvenir, que al niño se le impone desde el principio.  Entonces eso implica la Fe en un Fin, y esa Fe en un Fin, volviendo del revés de la manera más natural, hace que también se establezca un comienzo, un principio.  En el caso de las cosas que somos el nacimiento, del que hemos estado hablando, pero en general es el establecimiento de un Fin, de un Futuro, lo que acarrea consigo en sentido inverso el establecimiento de un principio, de un comienzo.  Esto será la última cosa que me dé tiempo a tratar con cierto detenimiento antes de dejaros pasar la voz para cualesquiera ojeciones, respuestas, sorpresas, insultos, o lo que sea que respecto a lo dicho os hayan venido. 

Esto se traslada desde ahí muy bien en el sentido de que se hace con el Mundo, digamos, lo mismo que con nosotros.  () no hayáis pasado de recibir más que algo de vulgarización científica o religiosa, lo sabe de sobra de bien: lo que a la Teología en sus buenos tiempos le hacía falta era desde luego un ‘télos’, un fin, al que todo está dirigido.  Eso es el lado por el que Dios tenía que ser finito en el sentido de tener un fin o de ser Él mismo la entelequia, el fin de las cosas.  Todo lo que después se le dijera de infinitamente bueno y tonterías por el estilo era para disimular, pero lo esencial es que tenía que tener un fin, ser el fin sobre todo.  Eso es lo que la Fe en Dios, la Teología, necesitaba; y la Ciencia, que es su sucesora en los tiempos en que vivimos, necesita esactamente lo mismo, lo primero que necesita es un fin; una Física o cualquier otra Ciencia, pero una Física de la manera más clara, y sobre todo porque su lenguaje tiene que ser matemático y Dios es matemático, lo primero que necesita es un fin.  Esto se revela de una manera muy esterior en el sentido de cómo la Iglesia (es decir, en nuestros días, “cómo la Ciencia y sus Istitutos, Istituciones y Tinglados, y sus aplicaciones a las técnicas”), iba a subsistir y a progresar si no estuviera progresando hacia un fin, es decir, hasta conseguir que las formulaciones de la Física fueran verdaderamente matemáticas, puramente matemáticas, es decir, verdad, hasta conseguir eso que aquí con sentido común declaramos imposible, porque la verdad en la Realidad no cabe.  La necesidad es la misma: aparte de esto que se revela esternamente, de una manera mucho más interna la Ciencia necesita contar con un fin hacia el que todos los intentos de teorificación, de ideación, se dirigen, sin el cual no tendría ni sentido.  De manera que lo del Progreso no es sólo un progreso en las aplicaciones, en la Realidad: es un Progreso en un sentido más íntimo, como el que os estoy diciendo.

Entonces, si es así, tanto la Teología como la Ciencia necesitan en el sentido inverso un principio.  Necesitan un principio, como a cada uno de vosotros se le hace necesitar una fecha de nacimiento.  Necesitan un principio, que bajo el viejo Régimen era por ejemplo una Génesis, como lo que en el testo bíblico se llama con el mismo nombre griego de Génesis: “Dios hizo el mundo en seis días, descansó al sétimo”.  Es decir, que la Istitución fundamental del Tiempo, que aunque parezca mentira es la Semana, la que no tiene ningún fundamento ni astronómico ni nada, quedaba establecida, y con la fundación misma de la Semana quedaba fundado el mundo real para in aeternum.  Necesitaban un principio, y a eso después se la ha llamado de muchas maneras, y en nuestros días todavía os habrán llenado los ojos con las vulgarizaciones físicas y os lo habrán llamado lo del Big Bang, por ejemplo: en un momento un estallido, y nace el mundo; como en el momento en que os quieren hacer creer de vuestro nacimiento, nace el mundo en ese momento.  La estupidez del recurso se hace notar sobre todo (entre muchos de los físicos que se han molestado en discutir en torno a esto aparece claro) porque entonces en lugar de la Génesis, el Big Bang, aparecería el Origen del Tiempo.  Es ahí donde la estupidez, si conserváis un poco de sentido común, estalla de la manera más flagrante: el Origen del Tiempo.  ¿Cómo se puede llegar a tanta estupidez y que tenga tanto éxito en los Medios, y que nos esté dominando hoy día?  Pues es bastante comprensible: en el uso de la palabra ‘tiempo’, hasta en el uso vulgar, se os hace confundir el pasar de las cosas, que no hacemos más que pasar, con un pasar del tiempo.  Y una vez que os han metido esa confusión, pues ya se puede llegar a esa estupidez flagrante de que os hablo, desde ese momento os pueden decir que el que empieza es el Tiempo.  No sé si os dais cuenta, ahora me lo vais a decir enseguida, hasta qué punto no os dais cuenta de hasta donde llega esto.

Veis bien pues cómo volvéis a encontrar en la aplicación al Mundo, o Universo, o cualquier otra cosa que le digan, lo mismo que se da con respecto a cada uno de vosotros.  No tengo por qué alargarme más en hacer notar los rasgos del paralelo.  Tengo que dejaros pasar ahora la voz recordándoos que aquí de lo que se trata es de decirle NO, no a la Realidad, porque a ésa no se le puede decir nada, sino a la pretensión de Verdad de la Realidad; decirle NO a la verdad de la Realidad, que es a la que se debe y se puede decirle NO de una manera o de otra.  Es mentira, era mentira: uno no ha nacido nunca.  Espero que os lo he hecho notar bastante claro.  Uno no ha nacido nunca, y por tanto uno no va a morir un día; y el motivo de que no va a morir un día es que se está muriendo AHORA, cada uno de vosotros y yo se está muriendo AHORA.  AHORA, conmigo, y sin darse cuenta, que es lo que le hace valer a esto;  de manera que eso es justamente lo que esplica la negación que en los dos sentidos he establecido.  No voy a insistir más, me callo, de manera que desde aquí, respecto a lo que hayáis podido oír, ya podéis ir soltando lo que sea.

-Voy a ser lo menos presumido posible, pero su disertación me ha parecido en el último momento, en la última frase, un poco carente de condición, y se lo voy a esplicar: usted dice en la última frase que estamos muriendo en este momento todos juntos, los que estamos aquí y los que están fuera.  Pero si no hemos nacido, no podemos morir tampoco.

A-Perdone, amigo, creo que va por mal camino ahí.  No quiero despreciar nada, pero creo que según está empezando va por mal camino, ¿eh?  Quiero decir que mantiene usted muchas creencias que he estado aquí espachurrando, y me las saca como si no les hubiera hecho nada, y no es así.  He estado machacando la fe en el nacimiento, no empiece usted a decir una cosa como que si uno no ha nacido, no........

-Lo único que quería era certificar que el ser y el saber es verdaderamente vanidad, deseo y presunción.  No se puede nadie permitir decir que sabe, y yo no me permito a mí mismo decir que soy yo, ni me permito a mí mismo decir que sé algo.  Ni sé nada ni soy nada, pero corroboro toda su anterior disertación, menos la última frase, porque le vuelvo a repetir..........

A-No, no, déjelo.  Gracias por lo otro, porque estamos de acuerdo en esa negativa, y ya sabe usted que a lo que aquí estamos es a romper con la Fe.  Otra cosa es decir NO, ¿eh?: no tiene que corroborar nada de lo que he dicho, porque si me he pasao diciendo algo positivo ha sido por descuido.  Lo que he hecho no ha sido más que decir NO.  ¡Más cosas, por favor!

-Es que antes de venir he estado viendo un documental que alguien ha mandado por los mails, y hablaba de la producción de cosas, de objetos, en la Revolución Industrial, y cómo esos objetos ya desde el principio venían diseñados con una fecha de caducidad, que además según en qué época, por ejemplo las bombillas primero duraban 2500 horas, y después de repente tuvieron que durar 2000 horas, luego 1500, y entonces me recordaba un poco esto que estabas diciendo de la producción y la reproducción.

A-Tiene que ver.  No sé si te sigo bien, pero puede que lo que estés sintiendo en eso es que así como aquí hemos visto que lo del progreso de la reproducción, del intento de veces de lo mismo, se pasa de las cosas a nosotros, después en sentido inverso es normal que se le pase de nosotros a las cosas, y que a las bombillas se les asigne una muerte determinada, porque eso es muy humano; eso es lo humano, de manera que seguramente la cosa va en el sentido que dices: el progreso para adelante y para atrás.  ¡Más, más, por favor!

-Es que es la primera vez que vengo, y son dos cosas las que quiero decir: la primera tiene que ver con lo que ha dicho en la última frase de que el motivo es que estamos muriéndonos ahora, y yo me pregunto que si nos estamos muriendo, también estamos naciendo, ¿no?, porque si hay un principio y hay un fin, debe ser algo parecido.

A-¡Esacto!  ¡Esacto!  Es lo mismo, sí, tal vez tenía que haberlo dicho yo mismo.  Muy oportuno.  Es lo mismo: estamos continuamente muriendo, es decir, naciendo, da lo mismo.  Lo que sin mentir se puede llamar vida consiste en eso: nos estamos haciendo y deshaciendo, para emplear términos más de cosas.  Nos estamos haciendo y deshaciendo: uno, otro, otro, cada cual, y sin darnos cuenta.

-Me parece coherente toda la disertación que he escuchado, lo encuentro lógico, no sé rebatir nada de lo que has dicho, no puedo, no sé.  Lo que has dicho lo siento, no me siento en contra de esa realidad, y me reconforta pensar que puedo cambiar de sitio a las cosas, que todo no es.....

A-...las ideas.  Perdona, antes de que digas más cosas tengo que darte las gracias, sobre todo siendo la primera vez, de que vengas a coincidir en el sentimiento fundamental que anima a esta tertulia.  No hay nada que rebatir, porque aquí lo único que se hace es rebatir; rebatir lo que ya se nos da, y eso siempre está abierto a pesar de todas las órdenes, siempre cabe, y por eso andamos por aquí.  Añade las cosas que querías añadir.

-Pues que por ejemplo cuando has mencionado los Derechos Humanos, si uno está defendiendo sus derechos se comporta esactamente como el Orden quiere que se comporte, y entonces aquí me hundo, no lo entiendo, no me cuadra.

A-Pero aquí si que entiendes conmigo que defender un patriotismo u otro patriotismo, los derechos de España, a lo mejor ya no te parece tan gracioso, ¿no?  Pues el Hombre es como España, y aquí estamos contra el Hombre.  Los Derechos Humanos es un cuento de los hombres para dárselas de que son algo distinto de las bestias y eso.  Aquí nos queremos reducir a cosas porque sabemos hasta qué punto el Hombre es un engaño........ muy comprensible, como todo patriotismo: ¿qué vamos a creer nosotros, que somos de ese tipo de cosa, más que lo que nos sienta bien creer?  Es muy comprensible, pero mentira.  Pues gracias otra vez, y más voces, por favor.

-En el ser humano, como tu comentabas, el Yo, la individualidad, la identidad, no existe, de manera que es algo que digamos que transita, está en movimiento, con lo cual, si está en movimiento, si es trasformación y cambio, los planteamientos o pensamientos de ese ser en cambio serán algo fugaz, algo que nunca está, de manera que creo que ahí quedamos un poco digamos ‘desamparados’, ¿no?  Por eso quizás el Ideal de que hablamos siempre es intentar fijar algo que realmente es movimiento, no es algo fijo, está evolucionando, y entonces fijarlo.  Y yo creo que estamos un poco desamparados en ese sentido de que no hay realmente donde agarrarse.

A-Sí, creo que te entiendo bastante bien.  Se te ha escapado lo que aquí he dicho dos o tres veces que es ‘Realidad’, que es una guerra entre lo uno y lo otro.  Hay que distinguir los pisos: una cosa es lo de pasar, estar muriendo, estarnos haciendo y deshaciendo continuamente, que eso no es de la Realidad, sino que está por debajo, y otra cosa son los ideales, que son por supuesto como Dios, verdad, eternos, que no pertenecen a la Realidad; y nosotros, la Realidad, que está en el medio, es una guerra entre lo uno y lo otro.  De manera que eso es lo que hay que precisar.  Desde luego, en cuanto al cambio, el Orden lo tiene adoptado: para seguir siendo lo que es tiene que cambiar, no tiene otra manera ninguna.  La Fe en ideas que persisten, eso es una cosa con la que cargamos.  Ya puedes tú decir que están pasando, pero la Fe consiste en creer que sigue siendo la misma cosa, que si has dicho ‘átomo’ y has creído en el átomo, la Fe consiste en que no se te ha cambiao mientras tu estabas creyendo; no se te ha cambiao, si no la Fe se vendría abajo, ¿no?

-Es que la búsqueda de sentido a la existencia digamos a nivel humano quizás sea buscar el origen, o el final, o una combinación de ambos.

A-No, el Hombre, otra vez te digo, vamos a dejarlo; lo mejor que puede hacer es olvidarse, que ya es mucho.  La guerra que aquí nos traemos es ésta contra la pretensión de Verdad, de fijeza, de Fe, de todo aquello que se resiste a someterse a tal cosa.  Ésa es la guerra que nos cabe, solo gracias a que es mentira que la Realidad esté hecha del todo y que sea perfecta, porque si no, no tendríamos nada que hacer.  Pero estamos aquí gracias a la imperfección de la Realidad, gracias a que nunca está bien hecha del todo.  Sí.

-A mí me preocupa el Orden social que tenemos establecido, y entonces quiero preguntar si crees que este Orden Social que tenemos consiste en la persistencia de las ideas, o en qué consiste.

A-Bueno, de la manera más general consiste en la Fe, por supuesto.  La Fe es la Fe en el Estado, la Fe en el Orden Social de que has hablado, la Fe en que efectivamente tiene sentido ordenar el caos del mundo para que marche bien.   ¿O no te lo crees? 

-.....................

A-No te lo crees, pero reconocerás que hasta hace un momento te lo creías.  Pues Fe en eso: Fe en el Hombre, Fe en el Progreso, Fe en el Futuro........  Pero lo esencial que trata de conseguir la ordenación del mundo trata de conseguirlo a través de la Fe, a través de la imposición de la Fe, no hay nada más general.  ¿Qué más?

-Oyendo aquí al amigo al que se le escapan las sonrisas que es una alegría verle, en esto del desamparo me da a mí por pensar si la mejor forma de no quedarse desamparado es estar desamparado, porque lo que te pasa cuando alguien te ampara es que al final te desampara, ¿no?  Es una sensación que tengo yo últimamente de que la gente no hace más que querer meterte una idea o meterte una forma de pensar para llevarte a su terreno.

A-Que te dicen que te amparan.  Sí, es una cosa muy esterna, pero tiene su importancia: efectivamente la pretensión del Orden es de que te está amparando y tratando de mejorar las condiciones de tu bienestar, esto es evidente, ¿qué otro () hay más que ése?   Ésta es la pretensión corriente.  Por ejemplo, llevados de la convicción científica de que fumar produce cáncer de pulmón, ordenan la vida de unas cuantas naciones enteras de tal forma que fumen menos, y si es posible que no fume ninguno nada, que es el Ideal, no alcanzable, pero que funciona,  y con eso están cuidando de tu salud, te están amparando. Y cuando te presentan cualesquiera otro de los beneficios del Bienestar, aunque no sean tan esageraos como éste, se da lo mismo: la pretensión es que efectivamente cabe que el Estado, el Capital, lo que quieran sea que te sientas acogido por ellos.  ¿Cómo el Capital no va a creer que en su desarrollo y su progreso lo que está consiguiendo es algo bueno para la tribu, para la gente?  ¿Cómo no lo va a creer?  ¿Cómo cualquier político de cualquier Partido no va a creer que lo que él está pretendiendo imponer lo está pretendiendo, no para bien del Partido, sino para bien de los ciudadanos, para bien de vosotros que lo oís y que no entendéis de todo eso?  Está bien desmentir un momento esa noción.  En lo que decías del desamparo, cuando uno rompe, y en la medida en que rompe con esta creencia en el bien que te puede venir de Arriba, uno no se encuentra desamparado, gracias a lo mismo: a que la Realidad no está bien hecha del todo.  La Mayoría de las poblaciones humanas, la Mayoría es un mostruo devoto y fiel al Poder, eso es la Mayoría.  Pero la Mayoría no son todos, y cuando uno es capaz de renunciar al amparo que dan el Poder y la Mayoría no se encuentra desamparado, porque no eran todos, porque siempre hay entre la gente los que están más o menos sintiendo contigo por debajo del Poder y todo eso.  No se llega a ningún desamparo total.  ¡Adelante!

-¿Usted cree que la verdad de la Realidad se puede destruir realmente?

A-La verdad de la Realidad se puede destruir lógicamente, hablando. ¿Tú qué crees, que hablar es real, o no?

-No, pero..................

A-¿Crees que hablar es real, o no?

-Pero la verdad de la Realidad ahí sigue luego.

A-No, no, no, eso depende de lo mal o lo bien que se haga, ¿no?  Gracias a que nunca las mentiras están del todo cerradas y bien costituídas, el razonamiento, la lógica..............o mejor, el sentido común, puede descubrir, y destruir por tanto, la creencia, la Fe, una y otra vez, y si por un lado se la recostruye, volver a acudir a la misma labor de descubrir la mentira y todo eso.  El sentido común no es de la Realidad en cuanto lo son las Mayorías fieles, pero está aquí, sigue estando aquí gracias a que la Realidad nunca está cerrada del todo, y ése es el que puede una y otra vez dentro de la Realidad destruir, mostrar la mentira de lo que se nos impone como verdad.  Repito, ¿eh?: no la mentira de la Realidad, que no tiene sentido: la mentira de la pretensión de Verdad, la mentira de la Fe.  Eso, hablando, pensando, dejándose hablar, se puede; se puede siempre, otra vez, gracias a que nunca está bien hecho del todo, que si no, no habría nada que hacer.

-¿Pero se podría decir por ejemplo que se puede destruir la verdad de la Realidad de una manera definitiva?  ¿O eso no tiene sentido?

A-No, claro, porque eso es creer en el Futuro como ellos.  No tenemos Futuro, esta lucha no tiene Futuro: creemos y nos alegramos mucho de que se pueda estar haciendo, ahora.  ¿Cómo vamos a pensar en el final de la Revolución, que eso sería meternos en la Historia otra vez?  ¡Más!

-Bueno, a lo mejor no tiene mucho que ver, pero estaba pensando ahora que cómo es posible que en la Gramática de algunas lenguas se meta eso del Futuro Perfecto.  Es que te cuentan que en Latín con el paradigma de Perfecto y con terminaciones, ahí hay un Futuro Perfecto.

A-No tiene mucho que ver.  No, lo del Futuro Perfecto en algunas lenguas quiere decir el futuro, lo llamado tiempo futuro en el tema de Perfecto de los verbos, que no tiene que ver con el tiempo, sino con el aspecto.  Lo que importa respecto al futuro es que os fijéis en una cosa: hay lenguas que no tienen (ni mucho menos todas), algo parecido a un futuro, pero hay algunas como la nuestra que lo tienen, y que se le llama en las Escuelas ‘futuro’.  Ahora, empezad a echar cuentas de las veces que los verbos en futuro se emplean para decir cosas futuras, y os daréis cuenta de que son prácticamente ninguna.  Los verbos en futuro se emplean para cosas como “¡lo sabrá tu padre!”.  Es para lo que se suelen emplear, donde lo de el tiempo no cuenta para nada.  De manera que es mentira que los tiempos verbales se refieran a trocitos del Tiempo real que el Orden ha establecido: su Pasado, su Presente, su Futuro.  Es mentira, en realidad son modos: a las lenguas no les gusta muchas veces hacer afirmaciones firmes y desnudas, y les gusta mejor disimularlas, entre otras cosas poniendo esos futuros.  Sí.

-Es que me estaba ahora mismo planteando, porque usted ha hablado de tribus, si hay estudios etnológicos o sociológicos sobre alguna comunidad indígena que no tenga el concepto de ‘Futuro’. 

A-¡Uf!, mucho peor todavía: aquí el año pasado os estuve esplicando el descubrimiento de una tribu en un afluente del Amazonas que no solo no tenía nada parecido a un verbo de nuestras lenguas, sino que ni siquiera tenía números en el sentido de los nuestros, que es mucho más grave todavía.  Lenguas cercanas, de las cuales sería malísimo decir que tienen un futuro, son a montones.  Es que es una tontería de la Escuela lo de poner nombres de futuros.  En arameo mismo hay una cosa a la que suelen llamar todavía futuro en hebreo, ¡y que sirve para tantas cosas!; incluida incluso la () y eso, que la imbecilidad de llamarlo futuro y hacer creer que se refiere al Tiempo real ().  Pero he querido poner casos del español, y entonces incluso en las que tienen cosas de esas a las que en las Escuelas llaman futuro, con lo que se encuentra uno es con eso: que para lo que menos sirven es para designar ningún futuro sabido.  Sí, ¿qué más había por ahí?

-No sé si será bueno recordar el comienzo del Juan de Mairena a propósito de la reproducción de cosas idénticas y precisamente hablando de la verdad, que es lo que hace en el comienzo cuando dice aquello de “la verdad es lo que es, dígala Agamenón o su porquero”, y se pretende que aquello se vaya reproduciendo, esa verdad, y la respuesta del porquero rechazando esa identidad de la reproducción precisamente para cosa como la verdad.

A-Bueno, no es que tenga mucho que ver realmente con lo que dices, pero como nos vamos a ir ya por hoy voy a dedicarme a eso, que ya a través de Isabel había estado discutiendo.  Es el comienzo del Juan de Mairena, el primer párrafo: “la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero.  Agamenón: Conforme.  El porquero: no me convence”.  Ése es el comienzo, que les ha dao lugar a todo esto de.........  Se pueden armar muchos líos.  “La verdad es la verdad”, como comprenderéis es el Ideal de “lo que es, es lo que es”.  Es el Ideal, que a Dios mismo tiene que atribuírsele.  Pero con lo que Agamenón se declara conforme no es con eso, sino con la frase entera, y la frase entera dice “la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero”.  Como veis Agamenón, que es el tirano, el representante del Poder de la forma tiránica más primitiva, se pone demócrata y todo, como conviene al Progreso.  De manera que da lo mismo que sea Agamenón o su porquero, pero el caso es que la diga alguien.  Una mentira, porque nadie decir la verdad.  Nadie puede decir la verdad, y no tiene que ver ni que sea Agamenón ni que sea el porquero; nadie puede decir la verdad, y por eso el tirano, demócrata, está conforme.  Eso es naturalmente lo que queremos hacer creer. Y el porquero no es que sea el pueblo (porque el pueblo no existe, es lo que nos queda por debajo de las personas y demás), pero bueno, tiene muy poquito Poder, está en ese sentido un poco más libre, y dice simplemente “no, no me convence”, que es lo que el pueblo sabe decir: por los Medios de Formación de Masas de Individuos, pero también en Familia y todo eso todos los días le están convenciendo, y lo único que lo que nos queda de pueblo sabe decir es “no, no me convence”.  Bueno, pues con esto si os parece lo dejamos, confiando que si dentro de 7 días el Señor no se ha encolerizado demasiado seguiremos con esto.