06.04.2011
Agustín García Calvo
Ateneo de Madrid
AUDIO:
Tertu276-6-4-2011#Tertu276-6-4-2011.mp3
TRANSCRIPCIÓN:
Hay que seguir hablando sobre la cuestión de la verdad, que el otro día nos salía a propósito de la pregunta de Poncio Pilatos y demás. Tenemos que volver sobre ello, y por tanto sobre lo que ya os anunciaba en la última sesión para esto del sentido que puede tener “verdad”, la discusión vigente, viva hoy, incluso entre físicos, respecto a la relación que puede haber entre lenguaje matemático, que se supone que es el verdadero, aunque sea por tautología...........
(Pequeña interrupción)
Hay que seguir pues volviendo sobre esto, pero antes quiero pararos un poco, porque a los que estabais conmigo en estas sesiones pasadas os había sacado una novela de una judía neoyorquina, Francine Prose, una novela que se llama “Bigfoot dreams”, en la cual como recordáis se trataba de que se había encontrado ella, como redactora de una revista sensacionalista, con que había sacado un artículo según el cual en un lugar cercano, en un suburbio decente, unos niños vendían a la verja de la casa algún refresco o componenda que tenía efectos maravillosos, que hacía curarse a la gente de cualquier dolencia, y que a consecuencia de eso la casa se había llenao de gente, y daba los nombres y apellidos, los nombres de los niños, el apellido del padre, su profesión como dentista......... Pero que al cabo de esta novela densa, lenta, demorada, que solo ahora he terminado de leer, se encuentra con que hay una reclamación de los señores Green, que se llaman como ella había dicho, en nombre de sus niños, por el escándalo que el artículo había producido; es decir, que había acertado nada menos que con los dos nombres, el apellido y la profesión, aparte del sitio.
Esto lo que planteaba era, como con los otros ejemplos os mostré, la cuestión de lo imposible, como distinta o culminación de lo improbable. Recordáis que a ese propósito añadíamos todavía para más, lo que se sabe de que tirando al aire las letras del Quijote, deben, de alguna manera, a fuerza de tiradas a la suerte, volver a producir el Quijote, escrito con las letras en su orden. Era planteando pues esto que nos importa mucho, porque las probabilidades son por supuesto una aproximación, son cosas de la Realidad, donde no puede haber verdad, como recordáis bien los que me acompañáis, mientras que eso de las posibilidades, y por tanto en contra de la declaración de “imposible”, eso ya no pertenece a la Realidad, se coloca fuera, y por eso ese caso resultaba entre nosotros interesante.
Pues bueno, he acabado de leer la novela, que está llena de cuentos (es muy rica en aventuras y en sucesos) para ver cómo resolvía la autora el dilema entre lo posible o imposible de su acierto, de haber escrito sin querer un artículo real, con sucesos reales. Ella no llega a ninguna solución, aunque la busca por muchos sitios, visitando muchas diversas congregaciones, pero desde luego se ve que lo que descubre sobre todo es la relación con lo inesperado: ella llega a pensar, sin caer en ninguna especie de creencia en magias, que cualquier cosa es posible con tal de que sea inesperada. No sé si os colocáis bien en el punto, no puedo detenerme mucho a esplicarlo, espero que sí. En las últimas líneas de la novela llega a decir eso: “what is unexpected is grace”; “lo que es lo más”, “what is most unexpected”, “lo que es lo más inesperado, es gracia, es la gracia”, atreviéndose a emplear este término con consonancias religiosas.
Bueno, pues veamos esto de la relación de lo posible e imposible con lo de inesperado a propósito de uno de los sitios en que ella parece encontrar alguna pista, con el cuento de un alquimista, que yo no recordaba, y que es así: es un alquimista que está dedicándose a fabricar oro, como debe, y un alquimista, un fabricante de oro, como es él, según determinadas recetas y procedimientos, hasta que encuentra una ispiración que le viene de alguien como un ángel, que le dice que siguiendo esas istrucciones que le da, con esos materiales y recetas, alcanzará a fabricar oro, con la sola condición de que mientras está en la operación no piense nunca “hipopótamo”. Y entonces ahí es donde como veis se plantea la cosa de esta manera. No voy a preguntar qué es lo que os parece de esta anécdota; ya veis que si consigue, a lo largo de la operación, no pensar “hipopótamo”, va a conseguir oro, va a lograr su fin; si no lo logra, si piensa “hipopótamo”, todo se viene abajo, y entonces tendrá que empezar otra vez con las mismas pruebas, volver a repetirlas una y otra vez, hasta ver si en alguna de ellas se le da la gracia ésa de no pensar “hipopótamo”. De manera que vosotros veréis hasta qué punto juega ahí la cosa de lo imposible, de lo muy improbable, de lo declaradamente imposible, de forma que antes de seguir y volver sobre la cuestión de “verdad”, os voy a preguntar sobre esto, que atañe mucho al caso. De manera que un rato, por favor, decidme cómo os tomáis la cuestión, la general de la posibilidad o imposibilidad, y lo que en esta anécdota se dice.
-.......................
A-¿Es posible, a lo largo de una operación, no pensar “hipopótamo”, una vez que a uno se lo han dicho?
-Pretender hacer oro con esa condición es imposible, pero como has dicho respecto a la novelista ésta que lo.............¿cómo era?
A-“Lo más inesperado, es gracia”.
-Como lo más inesperado puede pasar, pues a lo mejor puede pasar que haga oro cuando no intente hacerlo.
A-¿Tiene que, no sólo no pensar “hipopótamo”, sino, no intentar hacer oro?
-Esactamente. La única manera de no pensar “hipopótamo” es cuando no esté pensando en hacer el oro.
A-No, no, a él ya no se le prohibe que piense en que está haciendo oro: se le prohibe que piense “hipopótamo”; lo otro no se le prohibe. ¿Qué más, por favor? Esto tiene que despertar cosas, porque el problema de la probabilidad, posibilidad, imposibilidad, nos atañe a todos, y toca muy de cerca a la cuestión que seguimos tratando de la verdad. ¿Qué más?
-.......................
A-¿Qué partido tomáis respecto a las posibilidades de, a lo largo de un tiempo, del de una operación, no pensar la palabra que justamente se ha prohibido, “hipopótamo”?
-..........................
A-¿No se os ocurre nada? Sería bastante desastroso.
-Es que parece que no pensar no es posible, y más si te lo mandan, o sea, “no pienses tal cosa”, es imposible salir de ése no pensar, y precisamente no piensas lo que te están mandando; o sea, que te aparece el pensamiento del hipopótamo.
A-Si, eso nos parece. Hay sin embargo otra actitud, que es la de pensar que a lo mejor sí.
-No sé si tendrá algo que ver, pero a mí me recuerda lo de buscar oro, que se intenta primero establecer un camino para llegar a crear el oro, pues me recuerda mucho a cuando dicen que para encontrar a Dios se pide este camino también, y no tienes que pensar en ciertas cosas, ni obsesionarte con ello.
A-Algo tiene que ver, pero desde luego ahí las prohibiciones son mucho más vagas, no tan definidas como en el caso que el cuento del alquimista nos presenta. Hay desde luego un propósito, que es fabricar oro con materiales, un propósito plenamente físico; es un caso de Física, o Química, ortodoxa o no, pero que desde luego trata con realidades, y trata de descubrir, por la combinación o como sea, la realidad de las realidades, que es el oro en este caso, que en definitiva como sabéis es algo más astracto, es el Dinero, la cosa de las cosas, la realidad de las realidades. Desde luego en el cuento está incluida esta condición. Sí.
-También desde luego si me pongo en el caso del alquimista, digo: “a pesar de que he estado haciendo la operación sin pensar en ningún momento en oro, no salió oro”. Y entonces te pueden decir “no, no, es que en verdad estabas pensando en hipopótamo”
A-¿Que puede hacerse la ilusión de que no pensaba, y en verdad sí estaba pensando? Ya. ¿Qué más?
-Pero lo que viene a decir es que la única condición de la dificultad de no poder hacer oro, es una cosa tan tonta como pensar en una palabra que además parece que es una palabra fetiche, porque es una palabra muy sonora y muy esperpéntica, es decir, es una palabra como muy de pensamiento, porque claro, tú no puedes separar la palabra hipopótamo, que suena tanto, del hecho de la figura del hipopótamo. No es cualquier palabra, es una palabra muy clave. Yo lo que quiero decir es que cómo podemos nosotros pensar que una cosa tan difícil como es conseguir hacer oro, la condición única es que para que eso falle...........
A-“Para que eso se haga”.
-..........es que nombres la palabra “hipopótamo”. Es como dos imposibilidades.
A-Otra cosa muy difícil. Desde luego es una cosa muy difícil, o según la declaración de cualquier Física moderna, imposible, depende. Muy difícil, muy improbable, o difícil, y en el cuento se cura con algo muy improbable, o según alguna declaración que ya ha salido, imposible, que es no pensar “hipopótamo” una vez que te lo han dicho. Sí.
-A mí me recuerda esto a que en una función de teatro una vez no sé qué pasó que nos entró la risa, y entonces a la siguiente función íbamos pensando “¡por favor, que no nos entre la risa en este sitio!”. Y bueno, es que era una enfermedad, todos los días cada vez más risa, y ya nos teníamos que clavar las uñas, y era un terror horrible.
A-Eso desde luego juega, la prohibición es parte del cuento indispensable: previamente tiene que habérsele prohibido, de una manera muy definida, pensar “hipopótamo”. ¡Más!
-Pero la historia es circular, y al final lo puede hacer. Vamos, lo primero que habría que decir es que es poco probable, pero no imposible, porque en el pensamiento no se manda, y nadie puede mandar en su propio pensamiento........
A-Eso es muy vago. Aquí no se trata de mandar en el pensamiento, se trata de mandar en pronunciar o pensar en el nombre “hipopótamo”, y eso no es el pensamiento, eso es una cosa muy concreta.
-Pero digo que de todas maneras la historia es circular, porque la propia dificultad de hacerlo sin pensar en “hipopótamo”, que a todos nos resulta clara, si él lo hace con el tiempo, y con el tiempo, y desespera, estaría otra vez en el punto de partida: si él está todos los días haciendo las operaciones sabiendo que siempre va a pensar en “hipopótamo”, y que nunca va a conseguirlo, pues al cabo del tiempo, si no espera conseguirlo, porque sabe que va a pensar “hipopótamo”, se puede dar perfectamente un día en que no piense “hipopótamo”, o sea, la historia se va a dar la vuelta. En el momento en que no cree en ello.............
A-Eso es lo que se os pregunta, sin necesidad de echar votos: ¿es absolutamente imposible no pensar “hipopótamo” a lo largo de una operación? ¿Es simplemente muy difícil, pero puede suceder? ¿Qué relación tiene esto con la dificultad o imposibilidad de hacer oro, es decir, lo mismo que Dinero, con las cosas? Os voy a hacer un paréntesis para animaros un poco: si en lugar de oro ponemos Dinero, ya sabéis que el régimen que hoy padecemos nos coloca en el trance de una manera muy clara: el ideal es que todas las cosas sean la cosa de las cosas, Dinero, y muchos de vosotros percibís conmigo que están a punto de conseguirlo; que están a punto de conseguirlo, de manera que las cosas en realidad no van a ser más que Dinero. Termino el paréntesis, y seguimos con la cuestión.
-A mí me parece que esto del hipopótamo es lo de menos, porque el oro, como has dicho tú, es un ideal, y el ideal por sí está rigiendo la Realidad, pero es irrealizable, y sería imposible hacer oro, a no ser haciendo luego el salto al límite de decir “esto ya es oro”.
A-Ya digo que el régimen actual nos acerca al ideal de que todas las cosas en verdad no son más que Dinero; aunque tomen otros colores y otros estuches, pero todas son Dinero. Alguien podría de ahí sacar un pesimismo dogmático: “estamos condenados a eso: lo mismo que estamos condenados a la futura muerte, estamos condenados a eso, estamos condenados a que todas las cosas se conviertan (todas las cosas, naturalmente incluidas las personas) se conviertan en Dinero, no sean más que Dinero”. Sin tomárselo tan dogmáticamente, pues queda lo otro que dice “es verdad, ¡cuanto se acerca el régimen a conseguir que todo sea Dinero!; pero nunca, como tu lo has dicho, puede conseguirlo”. Eso es una contrafé: nunca puede conseguirlo por mucho que se acerque. La cuestión como veis tiene mucho que ver con lo de la verdad que aquí nos traíamos. Recojo todavía más resonancias, por favor, más ocurrencias. Sí.
-El pensamiento, en el caso del alquimista que va a encontrarse siempre con la palabra hipopótamo, sería aplicable a otras cosas, que es como una obsesión, que el pensamiento llega a tanto poder que no se puede con él, es como..............
A-“El pensamiento”, no. ¿Por qué llamar a eso pensamiento?
-No pensamiento, una obsesión: el señor que está pensando “no voy a poder pensar hipopótamo”.....
A-Bueno, ‘obsesión’ es muy serio: simplemente le han dicho “hipopótamo” y le han dicho no, y él no puede por menos, o casi no puede por menos, por eso mismo, de pensar “hipopótamo”. Eso es así de sencillo, no hace falta meter grandes entidades, como el pensamiento, que a lo mejor es todo lo contrario de las ideas. ¿Qué más ocurrencias? ¡Vamos!
-Estaba pensando que si yo fuese alquimista y estuviese en esa situación, lo que haría sería enseñar a alguien cada uno de los pasos para hacer el oro, menos el del hipopótamo.
A-Claro, es un truco en el que el alquimista y el autor del cuento no habían pensado, pero claro, “puesto que yo soy incapaz, cojo a mi discípulo y le doy todas las istrucciones, menos una”. Le doy todas las istruccciones para fabricar el oro menos una, con lo cual evidentemente no le da todas, y la condición que el ángel le había impuesto era que indispensablemente tenía que mantenerse sin pensar “hipopótamo” a lo largo de la operación. Sí.
-Entonces parece como una trampa, ¿no?, porque el alquimista tiene fe en que se puede conseguir el oro, pero en lo que falla es porque no es capaz de no pensar “hipopótamo”, en vez de decir “¡si es que no se puede conseguir el oro!”.
A-Sí, él le ha dado fe a las palabras del genio o ángel, que lo ha colocado en la vía, y ¡qué le vamos a hacer!, le ha dado fe. Le ha dicho que sí, que puede hacer algo, pero que hay condiciones, y una es ésta. Sí.
-Pero eso que dice él es lo que yo veo que es más gracioso, más inteligente en el juego éste: las dos imposibilidades, o sea, la dificultad absoluta, y la imposibilidad máxima, que se llega a un punto en que lo uno no funciona sin lo otro, porque lo difícil verdaderamente es la fabricación de oro. Sin embargo parece que uno se busca este tabú para considerar que no es una imposibilidad, que lo que falla es la fe, que se resquebraja por ahí.
A-No sé si te he seguido muy bien, pero en todo caso no parece aclarar mucho la cosa. Sí.
-Hay otra cosa, que es la fe en uno mismo.
A-Sí, el genio se ha dirigido a ese alquimista concreto.
-Yo estaba pensando ahora que uno tiene que hacer un examen por ejemplo, y tiene reglas nemotécnicas para recordar las cosas, pero no hay ninguna regla para olvidar, es decir, uno no olvida cuando quiere olvidar.
A-Hombre, hay técnicas. Hay técnicas que, aunque sea indirectamente, pueden conseguir borrar. No voy a decir yo que seamos tan perfectos como un ordenador, donde el borrar es una cosa mecánica, pero vamos, desde luego también nos acercamos a esa perfección, y podemos elaborar técnicas para borrar. Ahora, ¿este alquimista puede aplicar unas técnicas de borrado, por ejemplo de borrado total, un pensamiento sin ideas, de manera que sea un pensamiento meramente práctico, que esté manejando los ingredientes y combinándolos, pero que por lo demás carezca de ideación, de ideas? Ésa es la otra manera de plantear la cuestión de la verdad. ¿Y qué más?
-Tal vez perdiendo interés total en adquirir dinero, no pensando en adquirir dinero, pues pueda conseguir algún día Dinero.
A-Claro, si ya no hay un fin, que es hacer oro, desde luego todo lo demás ya no viene a cuento. Sí, efectivamente no fracasará, puesto que no lo va a intentar, pero vamos, no se trataba de eso, ¿no? ¿Qué más?
-Lo que sí que me parece es que la propia formulación de la prohibición hace caer en la prohibición: el hecho de que se ordene a sí mismo “no tengo que pensar hipopótamo”, pues ya está pensando en el hipopótamo.
A-Pues sí, eso desde luego es así.
-Y entonces el borrado solamente puede ser hasta que a base de insistencia la cosa se le vuelva de alguna manera carne, ¿no?
A-Bueno, dejemos el borrado, pero desde luego la presentación previa de la palabra hipopótamo juega indispensablemente en el cuento; ésa es la que la introduce, introduce el hipopótamo. Si no, no tendría sentido la prohibición, y naturalmente es esa prohibición la que acarrea la suma dificultad, imposibilidad, de no pensar “hipopótamo”.
Bueno, no me puedo entretener más, porque hay que pasar a más cosas. Desde luego ya comprendéis la relación que esto tiene: éste es uno de los mil esperimentos que a Vera, la protagonista de la novela de la Prose, le llevan a descubrir por lo menos eso de lo inesperado, unexpected, la gracia. No sé cómo os tomaréis eso de que, sin creer en magia ninguna, cualquier cosa es posible con tal de que sea inesperada; no sé cómo os lo tomaréis, pero ahí os lo dejo para que hagáis con ello lo que queráis, y volvemos a la cuestión de Verdad, aprovechando en lo que podamos todo esto.
Recordáis también más o menos todo lo que se estuvo hablando alrededor de Poncio Pilatos, ¿eh? Entre paréntesis, perdonad un momento, vuelvo a recordaros que es triste que nos dejemos dejar de ser cristianos, los que somos cristianos por nacimiento; que es muy triste, como el otro día se demostraba, y que a lo largo de los evangelios, lo mismo que a lo largo de los diálogos de Platón por ejemplo, entre mucho rollo y mucha magia y muchas idealidades, de vez en cuando se puede encontrar algo que habla. Eso es ‘logos’, en el evangelio de San Juan griego; ‘logos’, lo mismo que en Heráclito, y eso es lo que los latinos tradujeron con ‘uerbum’ (“in principio erat uerbum”, que es el comienzo del evangelio de San Juan), y esta advertencia para terminar el paréntesis: los que confunden el verbo con la iglesia, y por estar contra la iglesia (como deben, porque se lo merece) se confunden y se ponen a estar contra el Verbo, no hacen con eso más que contribuir a la confusión en que la iglesia vive. La palabra lejanamente significaba nada menos que ‘asamblea’, pero estoy llamando iglesia aquí a lo que es la Sociedad costituída, por ejemplo costituída en un Estado, y naturalmente confundir el verbo, la palabra suelta, que puede aparecer en cualquier sitio, con la istitución, con la iglesia, es mortífero; es mortífero para todo lo que se pueda hacer justamente en contra. Porque la iglesia tiende a vivir siempre, por ejemplo la cristiana, en esa confusión: los evangelios por ejemplo lo que la iglesia hacía con ellos para el vulgo, era encerrarlos en un escapulario y colgárselos del cuello a los niños, con lo cual no había peligro de que los niños jamás se pusieran a leer el evangelio, lo cual sin duda podía resultar peligroso. De manera que para que entendáis bien con este paréntesis esta prevención que os hago.
Bueno, vamos ahora con ello. Según los ejemplos y sugerencias que se nos vienen dando, de lo que se trata es de la costitución de la Realidad como Futuro, al mismo tiempo que fundándose en la creencia de uno en sí mismo. Éstas son las dos cosas que la una va con la otra, como ahora trataremos de hacer sentir, y eso es en lo que consiste la Realidad, que como recordáis que hemos descubierto, no consiste en otra cosa que en una región de choque entre los ideales que de Arriba se nos imponen (todo, uno, cero, y demás) y lo que queda por debajo de la Realidad y que no ha sido sobre todo sometido todavía a la ideación, eso por debajo a lo que no nos atrevemos a denominar con nuestra lengua contaminada y tenemos que aludir a ello nada más, eso de abajo que son cosas en un plural indefinido, pero cosas que no saben lo que son, que todavía no saben lo que son. Saltando a la Realidad, intentan costantemente saber lo que son, es decir, incorporar el ideal que les viene de Arriba, que consiste en ser lo que es. Intentan ellas, y como nosotros a lo largo de estas tertulias hemos encontrado gran humildad en intentar reconocernos como cosas entre las cosas nosotros mismos, y no más peculiares ni escepcionales que cada tipo de las demás cosas, pues también nosotros entre las cosas intentando saber qué somos. En este caso quién somos, que viene a dar lo mismo. Pero ese intento, siempre fracasado una y otra vez, pero siempre renovado como tal intento, eso es nuestra existencia, lo que los de Arriba llaman vida para engañarnos, con palabra más desengañada “nuestra existencia”, la lucha por la existencia, la Realidad. Esto os lo recordaba por si acaso, para que sigáis poniendo la Realidad, no en ningún otro sitio, sino ahí, entre medias, y siendo choque de lo de Arriba, los ideales, y lo de abajo, lo que no se sabe, que siempre lo hay porque nunca se sabe del todo; que siempre lo hay, pero que continuamente está sometido a la pretensión de saberse qué es, y por tanto costituyendo así esa lucha que llamamos existencia o realidad. Para que no la coloquéis en otro sitio, porque estáis tan acostumbrados a que estos términos, que en realidad proceden de la Escuela, como Realidad, existir, y así, se empleen para engañaros, torcidamente, que toda la vigilancia es poca para evitar que no caigáis en la trampa una vez más, como parece casi inevitable. Un pesimista dogmático diría “necesario”, “imposible no caer en eso”, volviendo así a la cuestión de que tratábamos.
Bueno, pues ahí era donde ya el otro día recordábamos, y no voy a incidir mucho en ello, cómo entre los físicos mismos, los investigadores más o menos desprevenidos, se plantean hoy día estas cuestiones a propósito del problema de si el lenguaje matemático, que es el único válido para una Física, el lenguaje matemático, que es el lenguaje de la verdad, el que está fundado en la vuelta sobre sí mismo, la tautología, hasta qué punto y cómo el lenguaje matemático es aplicable, y por tanto ‘esplicativo’, o por lo menos representativo, de los hechos físicos. Ahí es donde se establece esa contraposición. Lo repito por si es un poco astracto: sí, hasta qué punto, cómo, la matemática puede esplicar algo acerca de los hechos físicos, acerca de la Física; y si no puede esplicar, por lo menos representar, y de esa manera ayudar a entender los hechos físicos. Esta disputa está viva a través de algunas entradas en la red de artículos que Caramés me ha pasado; me he dado cuenta de hasta qué punto está viva y se plantea, y os quiero dejar con ella. Notad bien que lo que aquí hemos descubierto es que desde luego en la Realidad verdad no cabe, que a la Realidad tal como os la he descrito no se la puede llamar en bloque falsa, porque falso, como ‘verdadero’, es un término lógico, y a la Realidad no puede aplicarse, pero a las verdades de la Realidad, a las verdades que nos venden todos los días, a ésas sí se las puede declarar o descubrir falsas, y ésa es justamente la política que en esta tertulia política nos traemos. No viene a consistir más que en eso, el descubrimiento de la mentira, no de la Realidad, sino de las verdades que se establecen en la Realidad, de las cuales estáis llenos, las cuales estáis padeciendo todos los días, en las cuales se nos está haciendo creer todos los días, tomando realidades como verdades. ¿O no? ¿O no os pasa esto? ¿No os creéis todos los días, desde los noticiarios o cualquier otro sitio, que os están diciendo la verdad de la Realidad, la verdad de lo que pasa en tal región del planeta o en tal otra, de lo que ha pasado en tal siglo o en tal otro? ¿Quién es capaz de, llegado el momento, levantarse frente a eso, y decir “es mentira: eso será real, y todo lo que usted quiera, pero verdadero, para nada, no hay ninguna cosa que pueda ser verdadera”? ¿Quién hay capaz de tomar esta actitud? Ése es el que debería estar aquí con nosotros, y estaría justamente jugando a este juego de descubrir la mentira de las verdades de la Realidad.
Frente al problema de los físicos, no se trata aquí, como siempre no se trata, de resolverlo, sino de disolverlo. Más de una vez os he presentado esa táctica con los problemas más importantes: no seguir empeñados en resolverlos, sino buscar manera de disolverlos, y éste justamente de la aplicabilidad, y por tanto poder esplicativo, o al menos representativo, de la Matemática para los hechos físicos, yo creo que se va disolviendo bastante si recordamos que eso de los hechos físicos es simplemente una parte de esto que os he descrito como Realidad. ¿Sentís un poco cómo el problema se disuelve entonces, el problema de si se pueden aplicar verdades matemáticas a los hechos físicos, en cuanto se ha descubierto que la Realidad misma no consiste más que en esa zona de lucha o de encuentro entre las verdades de Arriba, matemáticas, y lo que queda por abajo de desconocido? No voy a insistir más, espero que lo sintáis un poco cómo se disuelve.
Acabamos de decir, el otro día os lo recordé, que frente a aquello que os citaba ya en sesiones pasadas de Galileo, donde dice que está escrito este grandísimo libro que es el Universo, o Natura, pero que está escrito en lenguaje matemático, y por tanto hay que saber los signos y las reglas matemáticas para entenderlo, frente a eso hay que recordar que, como decía el otro en cambio, eso que anda por abajo, cosas que todavía no saben lo que son (que lo hay, porque es sobre ello sobre lo que se están imponiendo las ideas, que si no, no tendrían nada sobre lo que imponerse) eso no tiene verdad, está mucho más allá de la verdad, salvo la verdad de que no se sabe, si sois capaces de llamar verdad a eso. La verdad de que no se sabe, pero en cambio es evidentemente, y además tiene que, aprender Matemáticas. Esto parece que suena a broma, pero supongo que lo entendéis bien en qué sentido: Natura, los hechos llamados físicos y todo eso, tiene que, y además puede, aprender Matemáticas, y las va aprendiendo. Esto es lo que la observación desinteresada debería saber acerca de cómo en los hechos físicos se van introduciendo de vez en cuando, de una manera visible para la observación, hechos matemáticos, por ejemplo en lo referente a los grados en la trasformación de líquidos en gases, o viceversa, que pueden encontrar una fórmula matemática, o por ejemplo respecto a los puntos que pueden llegar a una estructura cristalina en algunos sitio, cristales, del cuarzo o de la nieve, o por ejemplo, como en algunas de las observaciones que estos físicos trasmiten, de biólogos por ejemplo, una mosquita de tal sitio de América que se reproduce solamente por años que son números primos, es decir, que si se ha reproducido este año, ya no se reproduce hasta dentro de 5, hasta dentro de 7, hasta dentro de 13, hasta dentro de 17, hasta dentro de 23, y así como queráis seguir con la lista de los números primos. Bueno, o de manera más sencilla, se reproduce solamente cada 3 años: evidentemente ha aprendido que los enemigos no actúan tampoco de una manera costante, sino que actúan en los dos años siguientes a la aparición de los nuevos engendros de la mosca, y que en cambio después descansan; por tanto ha aprendido a contar, y a reproducirse solamente cada 3 años, dejando que los enemigos en los dos años intermedios no se encuentren con la presa apetecida. Bueno, os podría contar mil curiosidades de estas, que sin embargo juegan en el planteamiento del problema.
En suma, con ese atrevimiento Natura puede aprender Matemáticas, y tiene además que aprenderlas; tiene que aprenderlas, porque eso es justamente lo que hemos llamado lucha por la existencia, y eso es lo que a todos nosotros nos pasa: también tenemos que aprender Matemáticas, ¿no?, para subsistir, para existir; no hace falta que seamos cristalitos, ni que seamos mosquitas de ésas de los números primos, tenemos que aprender Matemáticas para subsistir. Hombre, por ejemplo las que se requieren para eso de la reducción de las cosas a Dinero, y del cómputo de las cosas como Dinero, y para eso hace falta saber contar. No quiero acordarme ahora del caso estremo de negación de esto que se presentaba en aquella tribu de un afluente del Amazonas, donde los de la tribu no solo no sabían contar, ni siquiera “uno y uno, dos”, sino que se negaban a aprenderlo. Son casos estremos, pero son, como siempre, las casi escepciones que prueban más o menos la normalidad: las cosas, y entre ellas nosotros, tienen que aprender Matemáticas, es decir, adquirir ideales, aspirar a ser cuantas son, todas las que son, y a ser cada una la que es y solo la que es, lo cual es ya Matemática. No me lo negaréis: eso de ser todos o conjunto total, eso de ser uno, es ya Matemática.
Tiene que aprender Natura, las cosas, nosotros entre ellas, pero el que es matemático es Dios, como sabéis, no ella. El que es Matemático es Dios, no ella, es decir, que en la lucha que es la Realidad está bien establecida la contradicción y el encuentro entre la verdad, que viene de Arriba y trata de imponerse, fracasando costantemente pero volviendo interminablemente a intentarlo, y aquello sobre lo que las ideas, los números, tratan de imponerse, que es justamente lo que queda siempre por debajo de no sabido, de desconocido, aunque se le llame, siempre engañándonos, Natura, o Universo, o cualquier cosa por el estilo; en fin, lo que hay debajo, que es lo que no se sabe, y a lo que no podemos hacer más que aludir. Antes de que nos retiremos, querría preguntaros hasta qué punto esto os produce contradicciones, o por el contrario ocurrencias. No tenemos mucho tiempo. ¿Qué hora es?
-Menos veinte.
A-Hay que aprovecharlo. A lo mejor es que, como yo, tenéis un poco demasiado de calor, podría suceder. A ver.
-Yo me pregunto si lo de las cosas, o lo de que es más o menos natural de aprender Matemáticas, viene porque lo de Dios está durando demasiao, o algo así, como que el empeño de Dios matemático está pesando demasiao sobre las cosas.
A-¿Por qué “demasiao”?
-Porque por ejemplo un niño pequeño, si no tiene la presión ésa de que tiene que ser el que es, y que tiene que contarse entre sus hermanitos, y saber cuantos años tiene y todo eso, si no fuera tan insistente la presión ésa, pues podría olvidarse de echar cuentas entonces.
A-Ya, pero sigo sin entender lo de “demasiao”. Demasiao, ¿con respecto a qué?
-No sé como decir, demasiao insistente, o durando demasiado, obligando a todo el mundo a hacer cuentas como para ser quién es, una vez que ya está como dentro del reino de Dios.
A-‘Demasiao’, es que hablas como pueblo, y quieres decir que es insoportable, que es intolerable. No es ninguna especie de cómputo, sino eso. Bueno, pero así es: ¿qué es lo que decimos aquí cuando bajamos a la política más inmediata?: que esta tertulia no tiene futuro, es decir, que no vamos a conseguir el fin de derrocar al régimen; no lo vamos a pretender, nos estamos dedicando aquí a otra labor que es mucho más a fondo. El régimen, es decir, esta lucha a la que llamamos Realidad entre pretender ordenar desde Arriba, y lo que se resiste desde abajo a esa ordenación, está ahí, es en la que hemos nacido. Bueno, ‘nacido’, ya sabéis que no se debe decir: en la que se nos ha costituído como siendo personas y teniendo nuestro nombre, que no es lo que somos. No hay otro sitio, estamos desde aquí, y la pretensión del Poder es desde luego que se dirige a un fin, os lo están contando todos los días; os lo cuentan todos los días, es decir, que estamos por ejemplo en un régimen democrático, aspiramos a que se mejore, tenemos una Ciencia que progresa, y en cualquier sitio que lo miremos, y os lo cuentan cada día, vamos hacia un fin, vamos hacia un mundo mejor, en donde ya todo esté en paz, todo esté ordenado......... Nos lo cuentan todos los días. Tiene un fin, que naturalmente casa bien con la condición ideal de Dios, del Poder: todo, por tanto fin, principio, si no, no hay todo, lo mismo que uno y todo lo demás, pero por eso justamente es por lo que ninguna rebelión contra el Orden, contra el Poder, puede quedarse con nada de Futuro, porque eso es de ellos. Como sucede a cada paso, cualquier revolución que quiere ponerse realista y tener un futuro (muchos de vosotros, los que estáis aquí, habéis padecido este engaño y esta confusión) cualquier rebelión, revolución, que por ser realista quiere tener un futuro, un fin, está imitando al Amo, ni más ni menos, está queriendo usar las armas del Amo contra él, y eso no pué ser, eso no puede ser: ninguna de las armas que el Poder ha desarrollado para mantenerse y para imponerse puede servir para desbaratarlo; eso es una mera ilusión, y desde luego es muy importante librarse de ella en cualquiera de los trances en que os encontréis de rebelión, de desengaño, contra el Orden establecido. Sí.
-Me estrañó un poco cuando decías que Natura aprende los números, el hecho de seguir llamándole Natura.
A-No, de llamarle Natura ya he dicho que me disculpo, si se dice Natura se confunde uno enseguida. No se sabe lo que es. Digo eso porque parece que es tradicional que se oponga a la Madre Natura, a la Madre Tierra sobre todo, al Padre Cielo. Imaginaciones que nos acompañan desde pequeños, vamos, no hay que darles mucha importancia.
-Sobre todo porque desde el momento en que lo que no se sabe pasa a saberse por número, deja de ser lo no sabido.
A-Sí, sí, claro, pasa a ser Realidad, y eso se llama realización, existencia; eso es lo que se llama realización, existencia. ¿Qué más?
-.......................
A-Quería, antes de marcharnos, haceros sentir sobre todo la vanidad, pero una vanidad mortífera, de creer que se puede desde Arriba ordenar el mundo. También conmigo padecéis esto todos a cada paso. ¿Cómo, si no, podríais tragaros tantas cosas que os tragáis, no sólo en Política directamente, sino también en Comercio habitual, en Literatura, en Información, en cualquier cosa? Pretenden ordenarlo el mundo desde Arriba, es decir, por números, conjuntos de números de almas, todos, por ejemplo, y producción de lo que sea, hasta flores, plantas, producción cuantificada: tantas, cuantas, tantas toneladas, todo eso. Y leyes para regir la conducta de los ciudadanos, leyes ordenando, ésas leyes que si las siguieran todos, todo marcharía bien. Eso me recuerda que todavía hace años a algún taxista se le ocurriría decir “¡si todos siguieran las reglas, todo marcharía bien!”, pero claro, olvidando que eso era, en el peor sentido, utópico, que no hay ningún todos en la Realidad que pueda seguir las reglas. La ordenación así del mundo en esos sentidos que os recuerdo, y la ordenación a partir de la autoridad de cada uno sobre sí mismo: ordenar su cuerpo, el pobre, su salud. Es decir, creer que efectivamente, por medio de normas, aprendidas en la esperiencia médica, o más bien en los libros, o en los consejos de los vecinos, o lo que sea, puede uno cuidarse satisfactoriamente, es decir, conservarse sano, mantener su salud; porque si alguno de vosotros está libre del todo de esta creencia, que me lo diga, porque me alegrará mucho oírlo, tan raro es. Lo corriente es que más o menos se haya caído en esta fe, y lo veis todos los días. ¿Qué es la vanidad mortífera de la ordenación política del mundo, de la ordenación del cuerpo de cada uno?: pues eso, es obediencia al Futuro, una fe en el Futuro. Por ejemplo en el caso de uno mismo, el pretesto es que yo estoy cuidando mi salud, y no señor: yo estoy tomando cosas y haciendo gimnasias para la salud del que voy a ser pasado mañana. Ése es el que (), y de momento me hago la puñeta tranquilamente, porque yo, ¿qué voy a ser en comparación con el ser futuro que voy a ser, que es el serio, es el que me importa a mí y al Estado? Es desde luego una traslación al ámbito sanitario de lo que es la aspiración a la salvación; del Alma, del Cuerpo, ¡qué más da!: aspiración a la salvación. De manera que en ese sentido es mortífero, es mortífera la fe en que se pueda ordenar al mundo desde Arriba, en cualquier régimen que sea, de que puede uno ordenar su organismo, mandar en él y arreglarlo desde Arriba. Es mortífera, porque implica lo de la fe en el Futuro, y ya sabéis que no hay más futuro que la muerte, porque no hay más muerte real que la futura, la que nunca está aquí. Ésa es la real. No tengo que recordárselo a los que me acompañan, pero sí tal vez a los otros: ésa, la que nunca está aquí, la futura, ésa es a la que le tenéis miedo, a la que nunca está aquí. No hay más muerte real en ese sentido que la futura, y por tanto se dice bien que esa fe en la ordenación desde Arriba, del mundo, del cuerpo, es mortífera, es decir, pertenece a los trucos que el régimen busca para eso de administrar la muerte, que es la función verdadera del Poder, de cualquier forma de Poder, incluso el de uno mismo: administrarla, administrar la muerte.
Ésta es la vanidad, porque no puede ser. Aquí no se plantean problemas de probable o imposible, no tiene que ver con los casos que al principio de esta sesión tratábamos: simplemente no puede ser, porque está contradiciéndose a sí mismo, porque ello mismo os está diciendo NO, que de verdad el mundo pueda ordenarse del todo (si no, no vale) desde Arriba, ni que uno pueda ordenarse del todo desde Arriba, por Autoridad. No puede ser, simplemente no tiene sentido, aunque desde luego esta creencia absurda tiene todo el poder, y el poder mortífero que estamos diciendo. No puede ser, es una vanidad declarada, y al mismo tiempo que una vanidad, está realizando la función mortífera que a cualquier régimen corresponde: se trata de la administración de muerte. Os contarán por los Medios todos los días lo que quieran contaros acerca de las funciones de los Estados, los Gobiernos, las ordenaciones; os contarán, como es natural, lo que quieran (la mentira forma parte del Orden) pero a lo que se están dedicando es a administrar el Futuro, y el Futuro es la muerte, administración de muerte. No sé si en esto que os he recordao a los que me acompañáis hace tiempo, y os he dicho a los más nuevos, hay algo que se os ocurra antes de que nos marchemos.
-.......................
A-Mi intención era pasar desde aquí, porque viene muy bien, a algo que he usado ya ayer con los lectores del periódico La Razón, en una columna bajo un título de “donación de órganos”, sobre una película que nos tocó ver............. Pero da para mucho, y se va a hacer muy tarde, de manera que dejemos lo de esta película y la donación de órganos, que tiene mucho que ver con lo apuntado, para otro día, y ahora decidme el rato que nos quede cualquier ocurrencia.
-En relación con el taxista, me había venido el ejemplo del lema del 68, que era “seamos realistas, pidamos lo imposible”. El taxista pedía lo imposible; al decir que todos cumplan las reglas, no es realista, el hombre.
A-Yo creo que en la proclamación de los del 68, ellos mismos estaban gastando una broma, es decir, que ‘imposible’, aunque no lo escribieran entre comillas, quiere decir “lo que Ellos llaman imposible”, “solamente lo que Ellos llaman imposible, es lo que nos toca pedir”. Creo que no entiendo mal el letrero de aquellos años, porque Ellos, como antes lo decíamos, declaran fácilmente ‘imposible, no puede ser’: en cuanto una cosa es sumamente improbable, sumamente difícil, la declaración de “imposible, no puede ser”, está a la mano. Ya veis cómo son los políticos: ¿cómo es que con la Democracia vivimos bajo el mejor, o el menos malo, de los regímenes posibles? Pues ya sabéis, así es como hay muchos que justifican su fe en la Democracia como el menos malo de los regímenes, lo cual quiere decir que se da por fatal que tengamos que vivir bajo un régimen, es decir, cometiendo esta vanidad de intentar ordenar el mundo desde Arriba. Se da por fatal, y por tanto se da por imposible. Era justamente lo que los estudiantes del 68 veían: se da por imposible cualquier intento de lo contrario. ¿Qué más se os había ocurrido?
-Se me ocurre que esto de lo imposible, que existe, porque si no, no habría nada desde Arriba sobre lo que se.........................
A-Es imposible que lo imposible exista.
-Entonces lo voy a llamar “lo que se resiste desde abajo”.
A-¡Ah! Eso no lo llames imposible; eso es, al contrario, la infinita posibilidad, eso se llama ‘la posibilidad sin fin’.
-Entonces se me ocurre pensar que si lo que se impone desde Arriba es la administración de la muerte, del Futuro, entonces lo que se resiste desde abajo, por llamarlo con un lenguaje contaminado, que ya sabemos que es el que usamos, sería la administración de vida.
A-Aunque solo digas ‘vida’, ya usas un lenguaje bien contaminado, porque ellos, y por tanto la mayoría, ¿a qué llaman vida?: al Futuro, a la existencia, a la compra, al luchar por subir en el puesto, al Futuro en definitiva. De manera que ni siquiera se le puede llamar vida, porque tienen tomado el nombre. Digamos simplemente cosas negativas: “no se sabe”...............
-Le pongo yo “lo que me produce dicha”, por ejemplo, llámese vida, o llámese.............
A-Di más bien que algo en ti es lo que produce esas cosas, porque hay algo........... El otro día al principio de la tertulia os lo preguntaba, y os decía “¿qué os hace venir aquí, cuando cada uno está tan contento, vive tan contento, tan conforme, con lo que tiene?”. Cada uno está hecho, está metido en su realidad, de manera que solamente cabe que es que a pesar de eso no estáis del todo cerraos, bien hechos, y que hay algo en ti, hay algo en mí, pero que no soy yo, no eres tú, no es uno. Hay algo en uno que efectivamente no está conforme con la ley ni con el fin, que se rebela contra ello, y que por tanto se alegra cuando descubre, como se puede descubrir a cada paso, el fallo del Poder, el fallo del Imperio, que supongo que es lo que te hace gracia. Hay algo en uno al que le pasa eso, sí.
Pues entonces, aunque yo no sé si el Señor no se va a oponer mucho y nos cortará, pero si acaso no nos corta, dentro de 7 días dejo ya lo de la donación de órganos, que viene a completar bastante la cuestión que nos traemos, de manera que traedme todas las dudas posibles, que es de lo que vivimos, de dudas.
(Pequeña interrupción)
Hay que seguir pues volviendo sobre esto, pero antes quiero pararos un poco, porque a los que estabais conmigo en estas sesiones pasadas os había sacado una novela de una judía neoyorquina, Francine Prose, una novela que se llama “Bigfoot dreams”, en la cual como recordáis se trataba de que se había encontrado ella, como redactora de una revista sensacionalista, con que había sacado un artículo según el cual en un lugar cercano, en un suburbio decente, unos niños vendían a la verja de la casa algún refresco o componenda que tenía efectos maravillosos, que hacía curarse a la gente de cualquier dolencia, y que a consecuencia de eso la casa se había llenao de gente, y daba los nombres y apellidos, los nombres de los niños, el apellido del padre, su profesión como dentista......... Pero que al cabo de esta novela densa, lenta, demorada, que solo ahora he terminado de leer, se encuentra con que hay una reclamación de los señores Green, que se llaman como ella había dicho, en nombre de sus niños, por el escándalo que el artículo había producido; es decir, que había acertado nada menos que con los dos nombres, el apellido y la profesión, aparte del sitio.
Esto lo que planteaba era, como con los otros ejemplos os mostré, la cuestión de lo imposible, como distinta o culminación de lo improbable. Recordáis que a ese propósito añadíamos todavía para más, lo que se sabe de que tirando al aire las letras del Quijote, deben, de alguna manera, a fuerza de tiradas a la suerte, volver a producir el Quijote, escrito con las letras en su orden. Era planteando pues esto que nos importa mucho, porque las probabilidades son por supuesto una aproximación, son cosas de la Realidad, donde no puede haber verdad, como recordáis bien los que me acompañáis, mientras que eso de las posibilidades, y por tanto en contra de la declaración de “imposible”, eso ya no pertenece a la Realidad, se coloca fuera, y por eso ese caso resultaba entre nosotros interesante.
Pues bueno, he acabado de leer la novela, que está llena de cuentos (es muy rica en aventuras y en sucesos) para ver cómo resolvía la autora el dilema entre lo posible o imposible de su acierto, de haber escrito sin querer un artículo real, con sucesos reales. Ella no llega a ninguna solución, aunque la busca por muchos sitios, visitando muchas diversas congregaciones, pero desde luego se ve que lo que descubre sobre todo es la relación con lo inesperado: ella llega a pensar, sin caer en ninguna especie de creencia en magias, que cualquier cosa es posible con tal de que sea inesperada. No sé si os colocáis bien en el punto, no puedo detenerme mucho a esplicarlo, espero que sí. En las últimas líneas de la novela llega a decir eso: “what is unexpected is grace”; “lo que es lo más”, “what is most unexpected”, “lo que es lo más inesperado, es gracia, es la gracia”, atreviéndose a emplear este término con consonancias religiosas.
Bueno, pues veamos esto de la relación de lo posible e imposible con lo de inesperado a propósito de uno de los sitios en que ella parece encontrar alguna pista, con el cuento de un alquimista, que yo no recordaba, y que es así: es un alquimista que está dedicándose a fabricar oro, como debe, y un alquimista, un fabricante de oro, como es él, según determinadas recetas y procedimientos, hasta que encuentra una ispiración que le viene de alguien como un ángel, que le dice que siguiendo esas istrucciones que le da, con esos materiales y recetas, alcanzará a fabricar oro, con la sola condición de que mientras está en la operación no piense nunca “hipopótamo”. Y entonces ahí es donde como veis se plantea la cosa de esta manera. No voy a preguntar qué es lo que os parece de esta anécdota; ya veis que si consigue, a lo largo de la operación, no pensar “hipopótamo”, va a conseguir oro, va a lograr su fin; si no lo logra, si piensa “hipopótamo”, todo se viene abajo, y entonces tendrá que empezar otra vez con las mismas pruebas, volver a repetirlas una y otra vez, hasta ver si en alguna de ellas se le da la gracia ésa de no pensar “hipopótamo”. De manera que vosotros veréis hasta qué punto juega ahí la cosa de lo imposible, de lo muy improbable, de lo declaradamente imposible, de forma que antes de seguir y volver sobre la cuestión de “verdad”, os voy a preguntar sobre esto, que atañe mucho al caso. De manera que un rato, por favor, decidme cómo os tomáis la cuestión, la general de la posibilidad o imposibilidad, y lo que en esta anécdota se dice.
-.......................
A-¿Es posible, a lo largo de una operación, no pensar “hipopótamo”, una vez que a uno se lo han dicho?
-Pretender hacer oro con esa condición es imposible, pero como has dicho respecto a la novelista ésta que lo.............¿cómo era?
A-“Lo más inesperado, es gracia”.
-Como lo más inesperado puede pasar, pues a lo mejor puede pasar que haga oro cuando no intente hacerlo.
A-¿Tiene que, no sólo no pensar “hipopótamo”, sino, no intentar hacer oro?
-Esactamente. La única manera de no pensar “hipopótamo” es cuando no esté pensando en hacer el oro.
A-No, no, a él ya no se le prohibe que piense en que está haciendo oro: se le prohibe que piense “hipopótamo”; lo otro no se le prohibe. ¿Qué más, por favor? Esto tiene que despertar cosas, porque el problema de la probabilidad, posibilidad, imposibilidad, nos atañe a todos, y toca muy de cerca a la cuestión que seguimos tratando de la verdad. ¿Qué más?
-.......................
A-¿Qué partido tomáis respecto a las posibilidades de, a lo largo de un tiempo, del de una operación, no pensar la palabra que justamente se ha prohibido, “hipopótamo”?
-..........................
A-¿No se os ocurre nada? Sería bastante desastroso.
-Es que parece que no pensar no es posible, y más si te lo mandan, o sea, “no pienses tal cosa”, es imposible salir de ése no pensar, y precisamente no piensas lo que te están mandando; o sea, que te aparece el pensamiento del hipopótamo.
A-Si, eso nos parece. Hay sin embargo otra actitud, que es la de pensar que a lo mejor sí.
-No sé si tendrá algo que ver, pero a mí me recuerda lo de buscar oro, que se intenta primero establecer un camino para llegar a crear el oro, pues me recuerda mucho a cuando dicen que para encontrar a Dios se pide este camino también, y no tienes que pensar en ciertas cosas, ni obsesionarte con ello.
A-Algo tiene que ver, pero desde luego ahí las prohibiciones son mucho más vagas, no tan definidas como en el caso que el cuento del alquimista nos presenta. Hay desde luego un propósito, que es fabricar oro con materiales, un propósito plenamente físico; es un caso de Física, o Química, ortodoxa o no, pero que desde luego trata con realidades, y trata de descubrir, por la combinación o como sea, la realidad de las realidades, que es el oro en este caso, que en definitiva como sabéis es algo más astracto, es el Dinero, la cosa de las cosas, la realidad de las realidades. Desde luego en el cuento está incluida esta condición. Sí.
-También desde luego si me pongo en el caso del alquimista, digo: “a pesar de que he estado haciendo la operación sin pensar en ningún momento en oro, no salió oro”. Y entonces te pueden decir “no, no, es que en verdad estabas pensando en hipopótamo”
A-¿Que puede hacerse la ilusión de que no pensaba, y en verdad sí estaba pensando? Ya. ¿Qué más?
-Pero lo que viene a decir es que la única condición de la dificultad de no poder hacer oro, es una cosa tan tonta como pensar en una palabra que además parece que es una palabra fetiche, porque es una palabra muy sonora y muy esperpéntica, es decir, es una palabra como muy de pensamiento, porque claro, tú no puedes separar la palabra hipopótamo, que suena tanto, del hecho de la figura del hipopótamo. No es cualquier palabra, es una palabra muy clave. Yo lo que quiero decir es que cómo podemos nosotros pensar que una cosa tan difícil como es conseguir hacer oro, la condición única es que para que eso falle...........
A-“Para que eso se haga”.
-..........es que nombres la palabra “hipopótamo”. Es como dos imposibilidades.
A-Otra cosa muy difícil. Desde luego es una cosa muy difícil, o según la declaración de cualquier Física moderna, imposible, depende. Muy difícil, muy improbable, o difícil, y en el cuento se cura con algo muy improbable, o según alguna declaración que ya ha salido, imposible, que es no pensar “hipopótamo” una vez que te lo han dicho. Sí.
-A mí me recuerda esto a que en una función de teatro una vez no sé qué pasó que nos entró la risa, y entonces a la siguiente función íbamos pensando “¡por favor, que no nos entre la risa en este sitio!”. Y bueno, es que era una enfermedad, todos los días cada vez más risa, y ya nos teníamos que clavar las uñas, y era un terror horrible.
A-Eso desde luego juega, la prohibición es parte del cuento indispensable: previamente tiene que habérsele prohibido, de una manera muy definida, pensar “hipopótamo”. ¡Más!
-Pero la historia es circular, y al final lo puede hacer. Vamos, lo primero que habría que decir es que es poco probable, pero no imposible, porque en el pensamiento no se manda, y nadie puede mandar en su propio pensamiento........
A-Eso es muy vago. Aquí no se trata de mandar en el pensamiento, se trata de mandar en pronunciar o pensar en el nombre “hipopótamo”, y eso no es el pensamiento, eso es una cosa muy concreta.
-Pero digo que de todas maneras la historia es circular, porque la propia dificultad de hacerlo sin pensar en “hipopótamo”, que a todos nos resulta clara, si él lo hace con el tiempo, y con el tiempo, y desespera, estaría otra vez en el punto de partida: si él está todos los días haciendo las operaciones sabiendo que siempre va a pensar en “hipopótamo”, y que nunca va a conseguirlo, pues al cabo del tiempo, si no espera conseguirlo, porque sabe que va a pensar “hipopótamo”, se puede dar perfectamente un día en que no piense “hipopótamo”, o sea, la historia se va a dar la vuelta. En el momento en que no cree en ello.............
A-Eso es lo que se os pregunta, sin necesidad de echar votos: ¿es absolutamente imposible no pensar “hipopótamo” a lo largo de una operación? ¿Es simplemente muy difícil, pero puede suceder? ¿Qué relación tiene esto con la dificultad o imposibilidad de hacer oro, es decir, lo mismo que Dinero, con las cosas? Os voy a hacer un paréntesis para animaros un poco: si en lugar de oro ponemos Dinero, ya sabéis que el régimen que hoy padecemos nos coloca en el trance de una manera muy clara: el ideal es que todas las cosas sean la cosa de las cosas, Dinero, y muchos de vosotros percibís conmigo que están a punto de conseguirlo; que están a punto de conseguirlo, de manera que las cosas en realidad no van a ser más que Dinero. Termino el paréntesis, y seguimos con la cuestión.
-A mí me parece que esto del hipopótamo es lo de menos, porque el oro, como has dicho tú, es un ideal, y el ideal por sí está rigiendo la Realidad, pero es irrealizable, y sería imposible hacer oro, a no ser haciendo luego el salto al límite de decir “esto ya es oro”.
A-Ya digo que el régimen actual nos acerca al ideal de que todas las cosas en verdad no son más que Dinero; aunque tomen otros colores y otros estuches, pero todas son Dinero. Alguien podría de ahí sacar un pesimismo dogmático: “estamos condenados a eso: lo mismo que estamos condenados a la futura muerte, estamos condenados a eso, estamos condenados a que todas las cosas se conviertan (todas las cosas, naturalmente incluidas las personas) se conviertan en Dinero, no sean más que Dinero”. Sin tomárselo tan dogmáticamente, pues queda lo otro que dice “es verdad, ¡cuanto se acerca el régimen a conseguir que todo sea Dinero!; pero nunca, como tu lo has dicho, puede conseguirlo”. Eso es una contrafé: nunca puede conseguirlo por mucho que se acerque. La cuestión como veis tiene mucho que ver con lo de la verdad que aquí nos traíamos. Recojo todavía más resonancias, por favor, más ocurrencias. Sí.
-El pensamiento, en el caso del alquimista que va a encontrarse siempre con la palabra hipopótamo, sería aplicable a otras cosas, que es como una obsesión, que el pensamiento llega a tanto poder que no se puede con él, es como..............
A-“El pensamiento”, no. ¿Por qué llamar a eso pensamiento?
-No pensamiento, una obsesión: el señor que está pensando “no voy a poder pensar hipopótamo”.....
A-Bueno, ‘obsesión’ es muy serio: simplemente le han dicho “hipopótamo” y le han dicho no, y él no puede por menos, o casi no puede por menos, por eso mismo, de pensar “hipopótamo”. Eso es así de sencillo, no hace falta meter grandes entidades, como el pensamiento, que a lo mejor es todo lo contrario de las ideas. ¿Qué más ocurrencias? ¡Vamos!
-Estaba pensando que si yo fuese alquimista y estuviese en esa situación, lo que haría sería enseñar a alguien cada uno de los pasos para hacer el oro, menos el del hipopótamo.
A-Claro, es un truco en el que el alquimista y el autor del cuento no habían pensado, pero claro, “puesto que yo soy incapaz, cojo a mi discípulo y le doy todas las istrucciones, menos una”. Le doy todas las istruccciones para fabricar el oro menos una, con lo cual evidentemente no le da todas, y la condición que el ángel le había impuesto era que indispensablemente tenía que mantenerse sin pensar “hipopótamo” a lo largo de la operación. Sí.
-Entonces parece como una trampa, ¿no?, porque el alquimista tiene fe en que se puede conseguir el oro, pero en lo que falla es porque no es capaz de no pensar “hipopótamo”, en vez de decir “¡si es que no se puede conseguir el oro!”.
A-Sí, él le ha dado fe a las palabras del genio o ángel, que lo ha colocado en la vía, y ¡qué le vamos a hacer!, le ha dado fe. Le ha dicho que sí, que puede hacer algo, pero que hay condiciones, y una es ésta. Sí.
-Pero eso que dice él es lo que yo veo que es más gracioso, más inteligente en el juego éste: las dos imposibilidades, o sea, la dificultad absoluta, y la imposibilidad máxima, que se llega a un punto en que lo uno no funciona sin lo otro, porque lo difícil verdaderamente es la fabricación de oro. Sin embargo parece que uno se busca este tabú para considerar que no es una imposibilidad, que lo que falla es la fe, que se resquebraja por ahí.
A-No sé si te he seguido muy bien, pero en todo caso no parece aclarar mucho la cosa. Sí.
-Hay otra cosa, que es la fe en uno mismo.
A-Sí, el genio se ha dirigido a ese alquimista concreto.
-Yo estaba pensando ahora que uno tiene que hacer un examen por ejemplo, y tiene reglas nemotécnicas para recordar las cosas, pero no hay ninguna regla para olvidar, es decir, uno no olvida cuando quiere olvidar.
A-Hombre, hay técnicas. Hay técnicas que, aunque sea indirectamente, pueden conseguir borrar. No voy a decir yo que seamos tan perfectos como un ordenador, donde el borrar es una cosa mecánica, pero vamos, desde luego también nos acercamos a esa perfección, y podemos elaborar técnicas para borrar. Ahora, ¿este alquimista puede aplicar unas técnicas de borrado, por ejemplo de borrado total, un pensamiento sin ideas, de manera que sea un pensamiento meramente práctico, que esté manejando los ingredientes y combinándolos, pero que por lo demás carezca de ideación, de ideas? Ésa es la otra manera de plantear la cuestión de la verdad. ¿Y qué más?
-Tal vez perdiendo interés total en adquirir dinero, no pensando en adquirir dinero, pues pueda conseguir algún día Dinero.
A-Claro, si ya no hay un fin, que es hacer oro, desde luego todo lo demás ya no viene a cuento. Sí, efectivamente no fracasará, puesto que no lo va a intentar, pero vamos, no se trataba de eso, ¿no? ¿Qué más?
-Lo que sí que me parece es que la propia formulación de la prohibición hace caer en la prohibición: el hecho de que se ordene a sí mismo “no tengo que pensar hipopótamo”, pues ya está pensando en el hipopótamo.
A-Pues sí, eso desde luego es así.
-Y entonces el borrado solamente puede ser hasta que a base de insistencia la cosa se le vuelva de alguna manera carne, ¿no?
A-Bueno, dejemos el borrado, pero desde luego la presentación previa de la palabra hipopótamo juega indispensablemente en el cuento; ésa es la que la introduce, introduce el hipopótamo. Si no, no tendría sentido la prohibición, y naturalmente es esa prohibición la que acarrea la suma dificultad, imposibilidad, de no pensar “hipopótamo”.
Bueno, no me puedo entretener más, porque hay que pasar a más cosas. Desde luego ya comprendéis la relación que esto tiene: éste es uno de los mil esperimentos que a Vera, la protagonista de la novela de la Prose, le llevan a descubrir por lo menos eso de lo inesperado, unexpected, la gracia. No sé cómo os tomaréis eso de que, sin creer en magia ninguna, cualquier cosa es posible con tal de que sea inesperada; no sé cómo os lo tomaréis, pero ahí os lo dejo para que hagáis con ello lo que queráis, y volvemos a la cuestión de Verdad, aprovechando en lo que podamos todo esto.
Recordáis también más o menos todo lo que se estuvo hablando alrededor de Poncio Pilatos, ¿eh? Entre paréntesis, perdonad un momento, vuelvo a recordaros que es triste que nos dejemos dejar de ser cristianos, los que somos cristianos por nacimiento; que es muy triste, como el otro día se demostraba, y que a lo largo de los evangelios, lo mismo que a lo largo de los diálogos de Platón por ejemplo, entre mucho rollo y mucha magia y muchas idealidades, de vez en cuando se puede encontrar algo que habla. Eso es ‘logos’, en el evangelio de San Juan griego; ‘logos’, lo mismo que en Heráclito, y eso es lo que los latinos tradujeron con ‘uerbum’ (“in principio erat uerbum”, que es el comienzo del evangelio de San Juan), y esta advertencia para terminar el paréntesis: los que confunden el verbo con la iglesia, y por estar contra la iglesia (como deben, porque se lo merece) se confunden y se ponen a estar contra el Verbo, no hacen con eso más que contribuir a la confusión en que la iglesia vive. La palabra lejanamente significaba nada menos que ‘asamblea’, pero estoy llamando iglesia aquí a lo que es la Sociedad costituída, por ejemplo costituída en un Estado, y naturalmente confundir el verbo, la palabra suelta, que puede aparecer en cualquier sitio, con la istitución, con la iglesia, es mortífero; es mortífero para todo lo que se pueda hacer justamente en contra. Porque la iglesia tiende a vivir siempre, por ejemplo la cristiana, en esa confusión: los evangelios por ejemplo lo que la iglesia hacía con ellos para el vulgo, era encerrarlos en un escapulario y colgárselos del cuello a los niños, con lo cual no había peligro de que los niños jamás se pusieran a leer el evangelio, lo cual sin duda podía resultar peligroso. De manera que para que entendáis bien con este paréntesis esta prevención que os hago.
Bueno, vamos ahora con ello. Según los ejemplos y sugerencias que se nos vienen dando, de lo que se trata es de la costitución de la Realidad como Futuro, al mismo tiempo que fundándose en la creencia de uno en sí mismo. Éstas son las dos cosas que la una va con la otra, como ahora trataremos de hacer sentir, y eso es en lo que consiste la Realidad, que como recordáis que hemos descubierto, no consiste en otra cosa que en una región de choque entre los ideales que de Arriba se nos imponen (todo, uno, cero, y demás) y lo que queda por debajo de la Realidad y que no ha sido sobre todo sometido todavía a la ideación, eso por debajo a lo que no nos atrevemos a denominar con nuestra lengua contaminada y tenemos que aludir a ello nada más, eso de abajo que son cosas en un plural indefinido, pero cosas que no saben lo que son, que todavía no saben lo que son. Saltando a la Realidad, intentan costantemente saber lo que son, es decir, incorporar el ideal que les viene de Arriba, que consiste en ser lo que es. Intentan ellas, y como nosotros a lo largo de estas tertulias hemos encontrado gran humildad en intentar reconocernos como cosas entre las cosas nosotros mismos, y no más peculiares ni escepcionales que cada tipo de las demás cosas, pues también nosotros entre las cosas intentando saber qué somos. En este caso quién somos, que viene a dar lo mismo. Pero ese intento, siempre fracasado una y otra vez, pero siempre renovado como tal intento, eso es nuestra existencia, lo que los de Arriba llaman vida para engañarnos, con palabra más desengañada “nuestra existencia”, la lucha por la existencia, la Realidad. Esto os lo recordaba por si acaso, para que sigáis poniendo la Realidad, no en ningún otro sitio, sino ahí, entre medias, y siendo choque de lo de Arriba, los ideales, y lo de abajo, lo que no se sabe, que siempre lo hay porque nunca se sabe del todo; que siempre lo hay, pero que continuamente está sometido a la pretensión de saberse qué es, y por tanto costituyendo así esa lucha que llamamos existencia o realidad. Para que no la coloquéis en otro sitio, porque estáis tan acostumbrados a que estos términos, que en realidad proceden de la Escuela, como Realidad, existir, y así, se empleen para engañaros, torcidamente, que toda la vigilancia es poca para evitar que no caigáis en la trampa una vez más, como parece casi inevitable. Un pesimista dogmático diría “necesario”, “imposible no caer en eso”, volviendo así a la cuestión de que tratábamos.
Bueno, pues ahí era donde ya el otro día recordábamos, y no voy a incidir mucho en ello, cómo entre los físicos mismos, los investigadores más o menos desprevenidos, se plantean hoy día estas cuestiones a propósito del problema de si el lenguaje matemático, que es el único válido para una Física, el lenguaje matemático, que es el lenguaje de la verdad, el que está fundado en la vuelta sobre sí mismo, la tautología, hasta qué punto y cómo el lenguaje matemático es aplicable, y por tanto ‘esplicativo’, o por lo menos representativo, de los hechos físicos. Ahí es donde se establece esa contraposición. Lo repito por si es un poco astracto: sí, hasta qué punto, cómo, la matemática puede esplicar algo acerca de los hechos físicos, acerca de la Física; y si no puede esplicar, por lo menos representar, y de esa manera ayudar a entender los hechos físicos. Esta disputa está viva a través de algunas entradas en la red de artículos que Caramés me ha pasado; me he dado cuenta de hasta qué punto está viva y se plantea, y os quiero dejar con ella. Notad bien que lo que aquí hemos descubierto es que desde luego en la Realidad verdad no cabe, que a la Realidad tal como os la he descrito no se la puede llamar en bloque falsa, porque falso, como ‘verdadero’, es un término lógico, y a la Realidad no puede aplicarse, pero a las verdades de la Realidad, a las verdades que nos venden todos los días, a ésas sí se las puede declarar o descubrir falsas, y ésa es justamente la política que en esta tertulia política nos traemos. No viene a consistir más que en eso, el descubrimiento de la mentira, no de la Realidad, sino de las verdades que se establecen en la Realidad, de las cuales estáis llenos, las cuales estáis padeciendo todos los días, en las cuales se nos está haciendo creer todos los días, tomando realidades como verdades. ¿O no? ¿O no os pasa esto? ¿No os creéis todos los días, desde los noticiarios o cualquier otro sitio, que os están diciendo la verdad de la Realidad, la verdad de lo que pasa en tal región del planeta o en tal otra, de lo que ha pasado en tal siglo o en tal otro? ¿Quién es capaz de, llegado el momento, levantarse frente a eso, y decir “es mentira: eso será real, y todo lo que usted quiera, pero verdadero, para nada, no hay ninguna cosa que pueda ser verdadera”? ¿Quién hay capaz de tomar esta actitud? Ése es el que debería estar aquí con nosotros, y estaría justamente jugando a este juego de descubrir la mentira de las verdades de la Realidad.
Frente al problema de los físicos, no se trata aquí, como siempre no se trata, de resolverlo, sino de disolverlo. Más de una vez os he presentado esa táctica con los problemas más importantes: no seguir empeñados en resolverlos, sino buscar manera de disolverlos, y éste justamente de la aplicabilidad, y por tanto poder esplicativo, o al menos representativo, de la Matemática para los hechos físicos, yo creo que se va disolviendo bastante si recordamos que eso de los hechos físicos es simplemente una parte de esto que os he descrito como Realidad. ¿Sentís un poco cómo el problema se disuelve entonces, el problema de si se pueden aplicar verdades matemáticas a los hechos físicos, en cuanto se ha descubierto que la Realidad misma no consiste más que en esa zona de lucha o de encuentro entre las verdades de Arriba, matemáticas, y lo que queda por abajo de desconocido? No voy a insistir más, espero que lo sintáis un poco cómo se disuelve.
Acabamos de decir, el otro día os lo recordé, que frente a aquello que os citaba ya en sesiones pasadas de Galileo, donde dice que está escrito este grandísimo libro que es el Universo, o Natura, pero que está escrito en lenguaje matemático, y por tanto hay que saber los signos y las reglas matemáticas para entenderlo, frente a eso hay que recordar que, como decía el otro en cambio, eso que anda por abajo, cosas que todavía no saben lo que son (que lo hay, porque es sobre ello sobre lo que se están imponiendo las ideas, que si no, no tendrían nada sobre lo que imponerse) eso no tiene verdad, está mucho más allá de la verdad, salvo la verdad de que no se sabe, si sois capaces de llamar verdad a eso. La verdad de que no se sabe, pero en cambio es evidentemente, y además tiene que, aprender Matemáticas. Esto parece que suena a broma, pero supongo que lo entendéis bien en qué sentido: Natura, los hechos llamados físicos y todo eso, tiene que, y además puede, aprender Matemáticas, y las va aprendiendo. Esto es lo que la observación desinteresada debería saber acerca de cómo en los hechos físicos se van introduciendo de vez en cuando, de una manera visible para la observación, hechos matemáticos, por ejemplo en lo referente a los grados en la trasformación de líquidos en gases, o viceversa, que pueden encontrar una fórmula matemática, o por ejemplo respecto a los puntos que pueden llegar a una estructura cristalina en algunos sitio, cristales, del cuarzo o de la nieve, o por ejemplo, como en algunas de las observaciones que estos físicos trasmiten, de biólogos por ejemplo, una mosquita de tal sitio de América que se reproduce solamente por años que son números primos, es decir, que si se ha reproducido este año, ya no se reproduce hasta dentro de 5, hasta dentro de 7, hasta dentro de 13, hasta dentro de 17, hasta dentro de 23, y así como queráis seguir con la lista de los números primos. Bueno, o de manera más sencilla, se reproduce solamente cada 3 años: evidentemente ha aprendido que los enemigos no actúan tampoco de una manera costante, sino que actúan en los dos años siguientes a la aparición de los nuevos engendros de la mosca, y que en cambio después descansan; por tanto ha aprendido a contar, y a reproducirse solamente cada 3 años, dejando que los enemigos en los dos años intermedios no se encuentren con la presa apetecida. Bueno, os podría contar mil curiosidades de estas, que sin embargo juegan en el planteamiento del problema.
En suma, con ese atrevimiento Natura puede aprender Matemáticas, y tiene además que aprenderlas; tiene que aprenderlas, porque eso es justamente lo que hemos llamado lucha por la existencia, y eso es lo que a todos nosotros nos pasa: también tenemos que aprender Matemáticas, ¿no?, para subsistir, para existir; no hace falta que seamos cristalitos, ni que seamos mosquitas de ésas de los números primos, tenemos que aprender Matemáticas para subsistir. Hombre, por ejemplo las que se requieren para eso de la reducción de las cosas a Dinero, y del cómputo de las cosas como Dinero, y para eso hace falta saber contar. No quiero acordarme ahora del caso estremo de negación de esto que se presentaba en aquella tribu de un afluente del Amazonas, donde los de la tribu no solo no sabían contar, ni siquiera “uno y uno, dos”, sino que se negaban a aprenderlo. Son casos estremos, pero son, como siempre, las casi escepciones que prueban más o menos la normalidad: las cosas, y entre ellas nosotros, tienen que aprender Matemáticas, es decir, adquirir ideales, aspirar a ser cuantas son, todas las que son, y a ser cada una la que es y solo la que es, lo cual es ya Matemática. No me lo negaréis: eso de ser todos o conjunto total, eso de ser uno, es ya Matemática.
Tiene que aprender Natura, las cosas, nosotros entre ellas, pero el que es matemático es Dios, como sabéis, no ella. El que es Matemático es Dios, no ella, es decir, que en la lucha que es la Realidad está bien establecida la contradicción y el encuentro entre la verdad, que viene de Arriba y trata de imponerse, fracasando costantemente pero volviendo interminablemente a intentarlo, y aquello sobre lo que las ideas, los números, tratan de imponerse, que es justamente lo que queda siempre por debajo de no sabido, de desconocido, aunque se le llame, siempre engañándonos, Natura, o Universo, o cualquier cosa por el estilo; en fin, lo que hay debajo, que es lo que no se sabe, y a lo que no podemos hacer más que aludir. Antes de que nos retiremos, querría preguntaros hasta qué punto esto os produce contradicciones, o por el contrario ocurrencias. No tenemos mucho tiempo. ¿Qué hora es?
-Menos veinte.
A-Hay que aprovecharlo. A lo mejor es que, como yo, tenéis un poco demasiado de calor, podría suceder. A ver.
-Yo me pregunto si lo de las cosas, o lo de que es más o menos natural de aprender Matemáticas, viene porque lo de Dios está durando demasiao, o algo así, como que el empeño de Dios matemático está pesando demasiao sobre las cosas.
A-¿Por qué “demasiao”?
-Porque por ejemplo un niño pequeño, si no tiene la presión ésa de que tiene que ser el que es, y que tiene que contarse entre sus hermanitos, y saber cuantos años tiene y todo eso, si no fuera tan insistente la presión ésa, pues podría olvidarse de echar cuentas entonces.
A-Ya, pero sigo sin entender lo de “demasiao”. Demasiao, ¿con respecto a qué?
-No sé como decir, demasiao insistente, o durando demasiado, obligando a todo el mundo a hacer cuentas como para ser quién es, una vez que ya está como dentro del reino de Dios.
A-‘Demasiao’, es que hablas como pueblo, y quieres decir que es insoportable, que es intolerable. No es ninguna especie de cómputo, sino eso. Bueno, pero así es: ¿qué es lo que decimos aquí cuando bajamos a la política más inmediata?: que esta tertulia no tiene futuro, es decir, que no vamos a conseguir el fin de derrocar al régimen; no lo vamos a pretender, nos estamos dedicando aquí a otra labor que es mucho más a fondo. El régimen, es decir, esta lucha a la que llamamos Realidad entre pretender ordenar desde Arriba, y lo que se resiste desde abajo a esa ordenación, está ahí, es en la que hemos nacido. Bueno, ‘nacido’, ya sabéis que no se debe decir: en la que se nos ha costituído como siendo personas y teniendo nuestro nombre, que no es lo que somos. No hay otro sitio, estamos desde aquí, y la pretensión del Poder es desde luego que se dirige a un fin, os lo están contando todos los días; os lo cuentan todos los días, es decir, que estamos por ejemplo en un régimen democrático, aspiramos a que se mejore, tenemos una Ciencia que progresa, y en cualquier sitio que lo miremos, y os lo cuentan cada día, vamos hacia un fin, vamos hacia un mundo mejor, en donde ya todo esté en paz, todo esté ordenado......... Nos lo cuentan todos los días. Tiene un fin, que naturalmente casa bien con la condición ideal de Dios, del Poder: todo, por tanto fin, principio, si no, no hay todo, lo mismo que uno y todo lo demás, pero por eso justamente es por lo que ninguna rebelión contra el Orden, contra el Poder, puede quedarse con nada de Futuro, porque eso es de ellos. Como sucede a cada paso, cualquier revolución que quiere ponerse realista y tener un futuro (muchos de vosotros, los que estáis aquí, habéis padecido este engaño y esta confusión) cualquier rebelión, revolución, que por ser realista quiere tener un futuro, un fin, está imitando al Amo, ni más ni menos, está queriendo usar las armas del Amo contra él, y eso no pué ser, eso no puede ser: ninguna de las armas que el Poder ha desarrollado para mantenerse y para imponerse puede servir para desbaratarlo; eso es una mera ilusión, y desde luego es muy importante librarse de ella en cualquiera de los trances en que os encontréis de rebelión, de desengaño, contra el Orden establecido. Sí.
-Me estrañó un poco cuando decías que Natura aprende los números, el hecho de seguir llamándole Natura.
A-No, de llamarle Natura ya he dicho que me disculpo, si se dice Natura se confunde uno enseguida. No se sabe lo que es. Digo eso porque parece que es tradicional que se oponga a la Madre Natura, a la Madre Tierra sobre todo, al Padre Cielo. Imaginaciones que nos acompañan desde pequeños, vamos, no hay que darles mucha importancia.
-Sobre todo porque desde el momento en que lo que no se sabe pasa a saberse por número, deja de ser lo no sabido.
A-Sí, sí, claro, pasa a ser Realidad, y eso se llama realización, existencia; eso es lo que se llama realización, existencia. ¿Qué más?
-.......................
A-Quería, antes de marcharnos, haceros sentir sobre todo la vanidad, pero una vanidad mortífera, de creer que se puede desde Arriba ordenar el mundo. También conmigo padecéis esto todos a cada paso. ¿Cómo, si no, podríais tragaros tantas cosas que os tragáis, no sólo en Política directamente, sino también en Comercio habitual, en Literatura, en Información, en cualquier cosa? Pretenden ordenarlo el mundo desde Arriba, es decir, por números, conjuntos de números de almas, todos, por ejemplo, y producción de lo que sea, hasta flores, plantas, producción cuantificada: tantas, cuantas, tantas toneladas, todo eso. Y leyes para regir la conducta de los ciudadanos, leyes ordenando, ésas leyes que si las siguieran todos, todo marcharía bien. Eso me recuerda que todavía hace años a algún taxista se le ocurriría decir “¡si todos siguieran las reglas, todo marcharía bien!”, pero claro, olvidando que eso era, en el peor sentido, utópico, que no hay ningún todos en la Realidad que pueda seguir las reglas. La ordenación así del mundo en esos sentidos que os recuerdo, y la ordenación a partir de la autoridad de cada uno sobre sí mismo: ordenar su cuerpo, el pobre, su salud. Es decir, creer que efectivamente, por medio de normas, aprendidas en la esperiencia médica, o más bien en los libros, o en los consejos de los vecinos, o lo que sea, puede uno cuidarse satisfactoriamente, es decir, conservarse sano, mantener su salud; porque si alguno de vosotros está libre del todo de esta creencia, que me lo diga, porque me alegrará mucho oírlo, tan raro es. Lo corriente es que más o menos se haya caído en esta fe, y lo veis todos los días. ¿Qué es la vanidad mortífera de la ordenación política del mundo, de la ordenación del cuerpo de cada uno?: pues eso, es obediencia al Futuro, una fe en el Futuro. Por ejemplo en el caso de uno mismo, el pretesto es que yo estoy cuidando mi salud, y no señor: yo estoy tomando cosas y haciendo gimnasias para la salud del que voy a ser pasado mañana. Ése es el que (), y de momento me hago la puñeta tranquilamente, porque yo, ¿qué voy a ser en comparación con el ser futuro que voy a ser, que es el serio, es el que me importa a mí y al Estado? Es desde luego una traslación al ámbito sanitario de lo que es la aspiración a la salvación; del Alma, del Cuerpo, ¡qué más da!: aspiración a la salvación. De manera que en ese sentido es mortífero, es mortífera la fe en que se pueda ordenar al mundo desde Arriba, en cualquier régimen que sea, de que puede uno ordenar su organismo, mandar en él y arreglarlo desde Arriba. Es mortífera, porque implica lo de la fe en el Futuro, y ya sabéis que no hay más futuro que la muerte, porque no hay más muerte real que la futura, la que nunca está aquí. Ésa es la real. No tengo que recordárselo a los que me acompañan, pero sí tal vez a los otros: ésa, la que nunca está aquí, la futura, ésa es a la que le tenéis miedo, a la que nunca está aquí. No hay más muerte real en ese sentido que la futura, y por tanto se dice bien que esa fe en la ordenación desde Arriba, del mundo, del cuerpo, es mortífera, es decir, pertenece a los trucos que el régimen busca para eso de administrar la muerte, que es la función verdadera del Poder, de cualquier forma de Poder, incluso el de uno mismo: administrarla, administrar la muerte.
Ésta es la vanidad, porque no puede ser. Aquí no se plantean problemas de probable o imposible, no tiene que ver con los casos que al principio de esta sesión tratábamos: simplemente no puede ser, porque está contradiciéndose a sí mismo, porque ello mismo os está diciendo NO, que de verdad el mundo pueda ordenarse del todo (si no, no vale) desde Arriba, ni que uno pueda ordenarse del todo desde Arriba, por Autoridad. No puede ser, simplemente no tiene sentido, aunque desde luego esta creencia absurda tiene todo el poder, y el poder mortífero que estamos diciendo. No puede ser, es una vanidad declarada, y al mismo tiempo que una vanidad, está realizando la función mortífera que a cualquier régimen corresponde: se trata de la administración de muerte. Os contarán por los Medios todos los días lo que quieran contaros acerca de las funciones de los Estados, los Gobiernos, las ordenaciones; os contarán, como es natural, lo que quieran (la mentira forma parte del Orden) pero a lo que se están dedicando es a administrar el Futuro, y el Futuro es la muerte, administración de muerte. No sé si en esto que os he recordao a los que me acompañáis hace tiempo, y os he dicho a los más nuevos, hay algo que se os ocurra antes de que nos marchemos.
-.......................
A-Mi intención era pasar desde aquí, porque viene muy bien, a algo que he usado ya ayer con los lectores del periódico La Razón, en una columna bajo un título de “donación de órganos”, sobre una película que nos tocó ver............. Pero da para mucho, y se va a hacer muy tarde, de manera que dejemos lo de esta película y la donación de órganos, que tiene mucho que ver con lo apuntado, para otro día, y ahora decidme el rato que nos quede cualquier ocurrencia.
-En relación con el taxista, me había venido el ejemplo del lema del 68, que era “seamos realistas, pidamos lo imposible”. El taxista pedía lo imposible; al decir que todos cumplan las reglas, no es realista, el hombre.
A-Yo creo que en la proclamación de los del 68, ellos mismos estaban gastando una broma, es decir, que ‘imposible’, aunque no lo escribieran entre comillas, quiere decir “lo que Ellos llaman imposible”, “solamente lo que Ellos llaman imposible, es lo que nos toca pedir”. Creo que no entiendo mal el letrero de aquellos años, porque Ellos, como antes lo decíamos, declaran fácilmente ‘imposible, no puede ser’: en cuanto una cosa es sumamente improbable, sumamente difícil, la declaración de “imposible, no puede ser”, está a la mano. Ya veis cómo son los políticos: ¿cómo es que con la Democracia vivimos bajo el mejor, o el menos malo, de los regímenes posibles? Pues ya sabéis, así es como hay muchos que justifican su fe en la Democracia como el menos malo de los regímenes, lo cual quiere decir que se da por fatal que tengamos que vivir bajo un régimen, es decir, cometiendo esta vanidad de intentar ordenar el mundo desde Arriba. Se da por fatal, y por tanto se da por imposible. Era justamente lo que los estudiantes del 68 veían: se da por imposible cualquier intento de lo contrario. ¿Qué más se os había ocurrido?
-Se me ocurre que esto de lo imposible, que existe, porque si no, no habría nada desde Arriba sobre lo que se.........................
A-Es imposible que lo imposible exista.
-Entonces lo voy a llamar “lo que se resiste desde abajo”.
A-¡Ah! Eso no lo llames imposible; eso es, al contrario, la infinita posibilidad, eso se llama ‘la posibilidad sin fin’.
-Entonces se me ocurre pensar que si lo que se impone desde Arriba es la administración de la muerte, del Futuro, entonces lo que se resiste desde abajo, por llamarlo con un lenguaje contaminado, que ya sabemos que es el que usamos, sería la administración de vida.
A-Aunque solo digas ‘vida’, ya usas un lenguaje bien contaminado, porque ellos, y por tanto la mayoría, ¿a qué llaman vida?: al Futuro, a la existencia, a la compra, al luchar por subir en el puesto, al Futuro en definitiva. De manera que ni siquiera se le puede llamar vida, porque tienen tomado el nombre. Digamos simplemente cosas negativas: “no se sabe”...............
-Le pongo yo “lo que me produce dicha”, por ejemplo, llámese vida, o llámese.............
A-Di más bien que algo en ti es lo que produce esas cosas, porque hay algo........... El otro día al principio de la tertulia os lo preguntaba, y os decía “¿qué os hace venir aquí, cuando cada uno está tan contento, vive tan contento, tan conforme, con lo que tiene?”. Cada uno está hecho, está metido en su realidad, de manera que solamente cabe que es que a pesar de eso no estáis del todo cerraos, bien hechos, y que hay algo en ti, hay algo en mí, pero que no soy yo, no eres tú, no es uno. Hay algo en uno que efectivamente no está conforme con la ley ni con el fin, que se rebela contra ello, y que por tanto se alegra cuando descubre, como se puede descubrir a cada paso, el fallo del Poder, el fallo del Imperio, que supongo que es lo que te hace gracia. Hay algo en uno al que le pasa eso, sí.
Pues entonces, aunque yo no sé si el Señor no se va a oponer mucho y nos cortará, pero si acaso no nos corta, dentro de 7 días dejo ya lo de la donación de órganos, que viene a completar bastante la cuestión que nos traemos, de manera que traedme todas las dudas posibles, que es de lo que vivimos, de dudas.