18.05.2011
Agustín García Calvo
Ateneo de Madrid
AUDIO:
Tertu282-18-5-2011#Tertu282-18-5-2011.mp3
- Del uno que necesariamente está en guerra consigo mismo y dividido en dos.
- Generalización del caso de uno a la Realidad en general.
TRANSCRIPCIÓN:
Disculpad el retraso, pero es que quería darme una vuelta por Sol para ver qué es lo que pasaba, y eso naturalmente pues me ha hecho ver, y oler, un poco, y por tanto me he retrasado en venir aquí a seguir haciendo lo que solemos hacer en esta guerra perpetua contra el Orden establecido.
Justamente viene bien por eso con lo que están diciendo o voceando estos muchachos en Sol, porque se trataba, como recordáis a propósito de la cuestión del orden y de los niveles de ordenación, de volver a entender mejor cómo es esta lucha, esta guerra siempre posible contra el Orden establecido. Es la cuestión del dejarse hablar, el dejarse hablar uno mismo contra el cosmos, contra la ordenación que se nos ofrece. Esto es así, porque solo hablando, es decir, dejándose hablar, dejándose pensar, lo que no sucede de ordinario, solo así se puede atacar la fe en el Orden, y el Orden no tiene otra manera de sustentarse más que por medio de la fe; de manera que, sintiendo que es justamente esa necesidad, ese fundamento en la fe, lo que sostiene el Orden, y viendo que el dejarse pensar, el dejarse hablar, la razón suelta, es lo que ataca las ideas, lo que ataca la fe, lo que puede destruirla, es por eso por lo que estamos en esta tertulia política. Es así como se entiende la política del pueblo-que-no-existe, o, por decirlo de una manera más clara y negativa, la política que no hacen los políticos que hacen la política que hacen los políticos, que ésa ya sabéis bien cuál es, de manera que en contra de eso cabe siempre esta otra, donde la voz vendría de verdad desde abajo, desde lo que nos queda de pueblo vivo que no existe, pero que lo hay, y que habla, y como medio de romper con las ideas recibidas, aceptadas, con más o menos resignación, la imposición de ideales como el Futuro.... en definitiva, la fe en que efectivamente cabe ordenar, progresar, ir para mejor, desde Arriba, por leyes, por reglamentos, y eso es justamente lo que aquí no creemos, o no creen los que me acompañan en la no creencia. Esto es justamente lo que no creemos, y por eso pensamos que lo que aquí se intenta hacer es una manera de ataque más rápida, y al mismo tiempo que va más a fondo, que es desmentir, librar a la gente, pero sobre todo en primer lugar librarse uno mismo, de las ideas, de la fe que tiene, y que le permite seguir viviendo fundándose justamente en esa creencia, en esa fe.
Me voy a entretener entonces lo primero en volver sobre el Psicoanálisis, la disolución del alma; de uno, por supuesto, porque es ahí justamente donde también esta guerra se está dando. Como volveré a recordaros después, la Realidad, cualquiera que sea y por todas partes que sea, es una lucha, es una guerra, pero esa guerra no se da por ahí, por los astros ni por las poblaciones de los Estados, sino que se da también en uno mismo, dentro de uno mismo; de manera que entonces resulta (los que me acompañan ya lo habrán oído de otras maneras muchas veces) resulta que en uno, en uno mismo, en mí mismo por ejemplo, en uno cualquiera de vosotros, hay dos, por lo pronto y necesariamente hay un rebelde y hay un sumiso, ¡qué se le va a hacer! Lo siento si alguno de vosotros se siente molesto de encontrarse dividido, pero no hay más remedio que decirlo así, tienen que ser así las cosas: en uno mismo hay un rebelde y hay un sumiso, y están naturalmente en guerra entre sí más o menos declarada, más o menos violenta, y con triunfo alternativo más o menos por un lado o por el otro, pero en fin, aunque parezca un poco bárbaro decirlo así, eso es lo que pasa con nuestra alma de cada uno, la mía incluida también. Eso es lo que pasa con lo que en términos más modernos se llama “El Yo” (porque no se habla mucho de el alma, no está de moda), con lo que se llama “El Yo”, pero que tiene esta condición: que yo no soy El Yo, y por tanto El Yo no es yo, como recordáis de otras muchas ocasiones en que esto ha surgido.
En esta lucha estamos, con esto hay que contar, y ya se advierte que esto que vale para cada uno en su aislamiento, cuando se trata de colectividades o de conjuntos aproximativos, esto hace que también en cualquier conjunto, en cualquier población, lo uno esté luchando con lo otro, lo rebelde, por donde aflora eso de pueblo-que-no-existe, que es del que decimos que se trata de dejarlo hablar, y por el otro lado los Señores, el señor, la señora, y el conjunto de señores y señoras, las clases altas de la Sociedad, y el aparato gubernativo y el aparato financiero. Todo eso se da en cualquier colectividad necesariamente, pero importa ahora en este rato recordar que conviene atacarlo en éste su origen primero, en el uno, y reconocer y acostumbrarse a reconocer que a uno le pasa esto que le pasa. Eso evitaría desde luego muchas ilusiones, muchas falsedades de los que a lo mejor se lanzan a una lucha, a una rebeldía contra el Orden, pero manteniendo la fe en uno mismo, que es lo mismo que la fe en Dios, que es lo mismo que la fe en el Estado, que es lo mismo que la fe en el Dinero, que es lo mismo que la fe en el Futuro. Con lo cual no se puede hacer nada; nada que valga. Así que en mí mismo, en uno cualquiera de vosotros, están siempre guerreando un rebelde con un sumiso, es decir, alguien que se las arregla para organizar lo que llaman su vida, dicho mejor ‘su existencia’, que tiene su Porvenir, que lucha por su Porvenir, que busca una colocación de las que el Estado le ofrece, o el Capital le ofrece; que está haciendo su Porvenir, porque está convencido de que vivir es eso, que la vida es el Porvenir. Eso es efectivamente la Doctrina del Capital, la Doctrina del Estado, y eso es lo que a uno, en cuanto sumiso, le conviene, ¿eh?, le conviene, porque si no os creéis esto, mal andáis en cuanto a vuestra colocación social y en cuanto a vuestras posibilidades de éxito en lo financiero, o en lo político, o en lo que sea. Es lo que a uno, en cuanto sumiso, le conviene: creer que el Futuro............... aunque por debajo le está diciendo el pueblo que el futuro no está, no hay, y sin embargo creer que el Futuro, que es el Tiempo, es el que hay que cuidar, al que hay que atender, al que hay que mirar, y que justamente esa atención a lo futuro es la vida. Aquí por lo bajo, como me habéis oído decirlo de vez en cuando, Futuro no quiere decir más que muerte, porque la muerte es siempre-futura, pero el sumiso no quiere enterarse de esto: tiene sus ideas también de la muerte, como las tiene de la vida, pero no se entera de lo que pasa, porque le conviene no enterarse, porque para vivir más o menos a gusto, como cualesquiera de nosotros vivimos más o menos a gusto, y especialmente en el Régimen del Bienestar, hay que creérselo esto, no dejarse entorpecer por muchas dudas, y si no, uno funciona mal. Y por otra parte en uno hay uno que no se lo cree, hay uno que siempre echa de menos, encuentra en el Orden que se le ofrece nada más que resquebrajamientos, tormentos, desgracias, preocupaciones, ansiedades, y que por tanto no puede menos de levantarse contra ese Orden que le está impuesto, y que está establecido. Confío en que estáis conmigo reconociendo en cada uno de vosotros esta guerra.
Hay que añadir todavía que hay una tendencia a que uno de los dos se imponga en uno, sea el que venza. Si mi pensamiento está bien encaminado, eso nunca puede conseguirse, porque la guerra siempre dura, no solo hasta la muerte, sino más allá de la muerte, pero eso no impide que uno tenga que creérselo, y tratar de imponerse como vencedor. Si llamamos sumiso al que está de acuerdo con el Orden, al que tiene un puesto en la Sociedad, al que ha organizado una familia dentro de la Sociedad, al que maneja dinero de todos los bancos, el que por tanto está de acuerdo con los bancos con tal de que los bancos no le engañen, o no le engañen demasiado, etc., etc., ése, el sumiso, si vence, si se impone en uno, eso es mortífero, porque justamente ése trae consigo la muerte, porque trae el Futuro, la muerte que nunca está aquí, el Futuro. De manera que si eso llegara a cumplirse (pero ya digo que la guerra continúa siempre, nunca se impone del todo), si llegara a cumplirse sería literalmente mortífero, sería el dador de la muerte, es decir, conseguiría el Ideal que Dios, el Estado y el Capital, procuran, es decir, el Ideal de que ya no haya nada que hacer. Lo que el Estado está deseando, lo que el Capital está deseando, es que todos fuerais así de creyentes, y entonces estaríais ya muertos, y por tanto no habría nada que temer desde las alturas, ni nada que intentar hacer y luchar desde abajo. Pero nunca se cumple.
Hay que añadir, para evitar una malicia que siempre se presenta, que en el caso de que el que venciera en uno fuera el rebelde, el que no aguanta, el que ha descubierto que todo lo que le contaban acerca del mundo, de la sociedad, de él mismo, era mentira, y que no lo soporta, porque hay algo ahí que se levanta contra cualquier verdad, si ése venciera en cambio, eso de ninguna manera podría ser mortífero, eso no produciría nada, porque de la negación, de la pura negación al Orden, no se desprende ninguna conclusión, no se desprende ningún otro Futuro que haya que mantener. De la negación no sale nada, la negación es meramente la negación, no sale otro Orden, no sale otro Poder, es simplemente una negación, una destrucción de la fe, de la mentira, de la fe en que el Poder está sustentado. Salvo, claro, que, como puede pasar, y pasa, entre cualesquiera revolucionarios, el NO viene a ser realista, exitoso, sostenerse en este mundo, y entonces naturalmente el NO mismo se ha convertido en un sí. Aquella rebeldía que estallaba de una manera tan viva ha venido después de la revolución a calmarse y consolidarse en un nuevo Orden, y entonces estamos a la vuelta de la calle, estamos haciendo lo que siempre en cuanto sumisos hacemos, es decir, hacer lo que ya está hecho una y otra vez. Hacer lo que ya está hecho, y procurando el cambio justamente, el cambio en la ordenación para que la ordenación en sí continúe.
A veces esta conversión de la negación viva en una nueva Ley, en un nuevo Orden, pasa por trances intermedios (como tiene que ser, así de mal estamos hechos cada uno en su alma y las poblaciones en el conjunto), de manera que sucede eso que digo de que en una revolución, en una revuelta cualquiera, se encuentra uno con el dilema de decir “si no hago más que decir NO así por las buenas, esto no va a dar nada de sí, y esto tiene que dar algo de sí”. Bueno, ahí tenéis el ejemplo, ya que viene a cuento, entre estos muchachos y gente en la Puerta del Sol y por esos sitios: por timidez, y por realismo, tienen que mantener y adoptar términos tan horrendos como el de Democracia, “una buena”. Esto es realismo, esto es timidez: no se puede decir “¡no, no queremos ningún Orden, no nos hace falta! ¡NO al Orden, NO al Poder!”. Parece que eso no es realista, se arriesga a no producir nada, y ésa es la timidez de la que hablo, que vuelve justamente a la consolidación: entonces se hace que el NO se convierta en declaraciones parciales, como por ejemplo en este caso “Democracia, pero buena, mejor”.
Como digo, estamos al cabo de la calle, y al cabo de la calle hemos estao muchas veces justamente por el mismo error: no hay una Democracia buena, no hay una Democracia mejor, la Democracia es simplemente el tipo de gobernación más avanzado de todos, el que nos ha tocado, y por tanto el más mortífero sin más, pero por lo demás no deja de ser una forma del Poder, una forma de la ordenación como cualquier otra. El trampantojo estaba ya hecho desde los antiguos griegos, cuando se inventó el término, y se les hacía pensar que cabían cosas como un Poder (kratos) de algo como pueblo (demos), y el pueblo nunca puede estar en el Poder, ¡es una cosa tan sencilla de reconocer! El pueblo es el sometido, el que padece, el que más o menos se rebela o se resigna, pero que padece la ordenación que desde Arriba se le impone (las leyes, los juicios, los partidos, las votaciones, todo lo que se le impone), y eso nunca puede estar en el Poder, es casi como una tautología, no hace falta para nada insistir en ello: eso es el no-Poder. El no-Poder, de manera que la trampa de “Democracia” estaba ya desde el origen mismo del término y de su aplicación en algunas de las antiguas ciudades griegas, y después no ha hecho más que mantenerse la misma trampa.
Por eso es necesario insistir en que si en uno mismo domina el resignado con el Orden que se le ofrece, el realista, el creyente en el Futuro, que quiere decir Dinero, el que por tanto se permite tranquilamente disfrutar de la gloria de tener una familia, de manejar su economía en la medida en que se le deje, ése, el sumiso, en caso de que venza, produce muerte; eso es como si uno directamente se resignara a estar muerto. Es un poco duro de entender, pero es así: como si uno se resignara a estar muerto. No digo a morirse mañana y eso, porque a eso ya se sabe que nos tienen resignados: como si uno se resignara a estar muerto, porque justamente la resignación con el Orden establecido viene a dar en lo mismo. Y que en cambio el decir NO en la medida que en uno queda algo de disconforme, algo de pueblo-que-no-existe, algo de común y no personal, eso es una acción. En esta tertulia política suponemos que es la acción que nos traemos con lo de dejarnos hablar, que es una acción sin más, y la primera y más elemental de las acciones, porque va a atacar la fe, que es el sustento mismo del Poder, y de ahí no puede salir ningún Futuro, que es de ellos, para ellos. Ni puede salir ningún Futuro, ni ningún nuevo cosmos, ni ninguna nueva ordenación, ni nada. Saldrá lo que ello quiera salir, pero no nosotros, que ni podemos saberlo, ni preveerlo, ni nada, o, si no, pues volvemos a lo mismo: convertimos esta acción del negar en algo que no es más que una acción de recostruir, de hacer lo que ya está hecho una vez y otra vez, sin cansarnos. Así de simple es como se presentan las cosas.
Por fortuna, la hipótesis de que venza del todo el sumiso y se quede perfectamente conforme consigo mismo, con el Mundo, con la Familia, con Dios, y con Todo, o la hipótesis de que venza el disconforme, el desintegrador, el negador del Orden, el rebelde, ambas hipótesis son irrealizables: no hay más verdad de uno mismo que la división, que su división en el sentido que os la he presentado, y no se puede llegar a El Yo verdadero en ningún sitio, eso son fantasías, ilusiones de las que nos imponen a cada paso. No hay más verdad que la división, queriendo decir ‘verdad’ justamente por tanto ‘la contradicción’, lo que no suele tomarse como verdad, pero es así: en la Realidad no hay verdad; hay pretensión, sí, imposición, sí, de verdad, de verdades, pero todo falso, no hay verdad. La Realidad en general es esta guerra, esta división, y voy a, antes de dejaros pasar la palabra, recordar cómo esto se generaliza desde el caso de uno mismo al de lo que llamábamos Realidad en general.
Los que me acompañáis no olvidan por un momento que el descubrimiento más elemental es que la Realidad no es todo lo que hay, lo cual tiene el resultado primero de separar de la Realidad “Todo”, y por tanto “Nada”, y por tanto los Números Ideales, y cualesquiera otros ideales que se nos impongan. Es en la guerra entre Todo, Nada, Dios, Poder, los Números puros, que se imponen desde Arriba, y la resistencia siempre viva, la resistencia desde abajo, es en el choque, en la lucha entre lo uno y lo otro, en donde se sitúa esto que llamamos Realidad o Existencia, y la Ley, esa contradicción que he mostrado para el caso de uno mismo, la podéis generalizar, por todas partes se da. Es la Ley de la Existencia, que es lo mismo que la Ley de la Realidad, y animales, plantas, piedras, cristales, astros, nubes, cualesquiera cosas que queráis decir o imaginar, están sujetas a esta Ley, están en guerra, como en el caso de nosotros, de uno mismo. Es decir, que no pueden menos por un lado de tratar de subsistir, para lo cual tienen que aprovechar las ideas que de Arriba le vienen impuestas, ese saber que viene de Arriba, para subsistir, es decir, para evitar al atacante, para apresar la presa en el caso de los animales, para cualesquiera otra cosa en el resto de las formas de existencia. Tienen que aprovecharlos, como nosotros en nuestras poblaciones aprovechamos justamente los números (para poner el caso más eximio), y cualesquiera otras formas de aparición de Todo o Nada, las aprovechamos para mentir y para subsistir. Esto es así, para que no entendáis esta guerra de que os hablo como algo en que los contrincantes están tan netamente separados: los contrincantes están por el contrario intrincadamente unidos, confundidos lo uno con lo otro, y bestias, árboles, astros, nosotros, tienen que aprovechar las ideas que se imponen, la fe en que las cosas son lo que son, y los números, que acompañan a esta fe en que las cosas son lo que son. Tienen que aprovechar eso para subsistir simplemente.
Nosotros en el caso estremo, pues tenemos que aprovechar los dineros, que son números, que son Futuro, que son por tanto objetos impuestos desde Arriba, de Fe, pero tenemos que aprovecharlos para subsistir, para ir tirando, para lo que se llama existencia, y esto lo hacemos naturalmente contra una tendencia que tenemos desde abajo, diríamos, una especie de infinita pereza que nos invade, que es la tentación, el deseo, de dejarnos ir, de librarnos de todo el tormento de las ordenaciones y de la fe que nos están impuestos, como un verdadero respiro de liberación. Dejarnos ir, dejarse llevar, y lo que al principio decíamos de dejarse hablar es una parte de esto, de esta especie de deseo profundo y contraideal que abandona la pretensión de ser uno el que existe, y que por el contrario nos lleva a dejarnos ir, dejarnos perder, dejarnos de ser lo que se nos manda que seamos.
No creo que haga falta más, por lo menos esta noche, para generalizar lo que he mostrado para el caso de uno a la Realidad en general. Pero hay que añadir que es que el caso de el Hombre es especial, y es por eso por lo que aquí, en esta tertulia política, lo que nos queda de pueblo no está simplemente contra una forma u otra de gobierno: está contra el Hombre mismo. Que es lo mismo que estar contra Dios, porque efectivamente de por sí esto de el Hombre, en cuanto se nos hace que le impongamos al resto de las cosas como si el Hombre fuera el observador, las cosas las observadas, el Hombre fuera el dominador, las otras dominadas, etc., es este Hombre el que así se convierte en objeto del desengaño, del desmentimiento: no tiene para ello ningún fundamento, ninguna razón, no tiene ninguna razón. Naturalmente, si el Hombre se apodera de la razón, él mismo, y piensa que los astros y las flores y los árboles no la tienen, y no hablan, entonces, claro, por pura consecuencia en primer lugar va a tener razón, y la razón será la suya, pero eso, como tantas veces hemos dicho, es un puro patriotismo, y por tanto tan falso y tan imbécil como todos los patriotismos, solo que aplicado a la Humanidad, aplicado al Hombre, contra el que estamos. Y es por eso por lo que, aunque esta guerra de la Realidad sea común a cualesquiera cosas, en el caso nuestro lo es de esta manera especial: con una exageración. Con una exageración: que trata de imponer el Todo (como en los regímenes totalitarios, como el Dios Todopoderoso de la antigua Iglesia), o la Nada, que es lo mismo por el otro lado: se trata de imponer la fe en los números esactos como reales, se trata de imponer la verdad en la Realidad, donde no hay más verdad que la guerra, pero se trata de imponerla una y otra vez.
Las bestias, los astros, por la Ley de la Existencia, para subsistir, tienen que mentir como nosotros, tienen que aprovechar los entes ideales que les caen de Arriba para aplicarlos al negocio de salvar el pellejo, de atrapar la presa, de no chocar unos con otros, etc. Tienen que hacerlo así, y en ese sentido se puede decir que eso que queda por debajo, que no ha quedado todavía reducido a Realidad, y a lo que por tanto no tenemos que darle nombre (aunque se le dan de vez en cuando nombres, falsos, como Natura y cosas así, que aquí le decimos la desconocida) tiene que aprender Matemáticas en cuanto se trata de la realización: si se trata de que las cosas vengan a intentar ser las que son y cada una la que es, y de esa manera pelearse unas con otras, entonces efectivamente hay que aplicar los números, los significados esactos que van con ellos, echar las cuentas, hacer las cuentas............. Eso es subsistir, y vosotros lo sabéis como yo igualmente, pero esto no se da más que en virtud de que se pasa de lo desconocido a la Realidad, que está costantemente costituída por el intento de conocer, de saberse, y por tanto por la mentira, que ésa no puede ser.
Pues bien, el Hombre está contra esas posibilidades de vida, de desconocido, de una manera especial, simplemente en cuanto que Él se presume el Sujeto del saber, el Autor de las ideas y de los ideales, y sobre esa mentira se sostiene. Ésa es la mentira del Hombre, a la que directamente atacamos en esta tertulia en nombre de lo que no es Hombre, sino común, pueblo-que-no-existe, y de lo que en cada cual, gracias a su imperfección, quede de pueblo-que-no-existe. Bueno, como se ha hecho tarde me tengo que callar aquí, y entonces os dejo el rato que nos queda el aire libre para que echéis por ahí todas las ocurrencias que os vengan. ¡Adelante, adelante!
-Mientras hablabas me he acordado de un mito que leí hace mucho tiempo, probablemente lo recuerde mal, pero creo que era el de las Bacantes, en el que Dionisos producía algo así como una confusión en los habitantes de algún lugar, hasta tal punto que en esa confusión se disuelven, por decirlo así, e incluso las diferencias que hacen saber quién es quién, y entonces empiezan a liarse entre ellos, fornican unos con otros, con bestias, con hijos...........
A-Esto último te lo estás inventando un poco, pero bueno.
-Bueno, pero hay ahí una especie de orgía que a lo que lleva es a que de pronto una mujer, no sé si creyendo que lucha contra un león, mate a su propio hijo. Entonces yo recuerdo que lo que me vino a la cabeza cuando leí aquel mito era entender como un peligro que hay en esa disolución de ir demasiado lejos, un punto insoportable en el decir NO, o en el disolver lo costituído, y claro, cuando decías que hay peligro en que se imponga lo que no se sabe, o en que se imponga lo rebelde, el primer peligro que entiendo yo es el de la disolución incluso de las cosas, porque una cosa se define en la medida en que tiene un límite, en la medida en que el Ideal está intentando decir “se empieza aquí y se acaba allá”. Pero si lo rebelde se impone, disolución total.
A-En cuanto al caso del éxtasis báquico, bueno, hay que decir que efectivamente ahí tenéis, tal como Eurípides lo presenta en Las Bancantes, un caso de rebelión contra el Orden, que en este caso está representado por el rey de Tebas, donde sucede esto. Y efectivamente, el éxtasis báquico, es decir, la embriaguez, si queréis tomarla como una forma de rebelión...............a lo mejor no, pero si pensáis de momento tomarla como una manera de rebelión, consigue su objeto: derrueca al rey, y incluso lo castiga de esa manera en que la madre, en éxtasis, bacante, mata a su hijo como si fuera un cervatillo. Lo malo es que cuando Eurípides presenta esta obra, desde luego el culto báquico a su vez estaba ya, de siglos, aceptado y asimilado. De manera que resulta que el rey de Tebas representaría entonces una ordenación arcaica, pasada de moda, y la que está rigiendo en tiempos del trágico, de Eurípides, es una forma de Orden más avanzada, en la cuál la embriaguez báquica, el éxtasis, están admitidos dentro del Orden, tienen sus cultos, sus fechas (justamente dos de los principales festejos teatrales de Atenas se hacía en las fiestas de Dioniso), de manera que ahí veis evidentemente que no es ése el tipo de rebelión que aquí intentamos traernos, ese decir NO. No parece que el éxtasis, o la embriaguez, sean formas muy efectivas de decir NO, porque no consiguen derrocar una forma de Orden, y naturalmente, pues dar lugar, como siempre, a que el Orden se recostruya, incluyendo lo que parecía heterodoxo, rebelde: la embriaguez. Es así como son las cosas, ¿no?, de manera que no es por ningún temor de que se lleve la rebelión demasiado lejos, no: incluso la embriaguez misma nunca puede llegar demasiado lejos para que el Orden no pueda a su vez dominarla, aceptarla, meterla en casa......como lo ha hecho: nadie pensaría hoy día, sin acordarse de Baco, que el procedimiento que muchos desesperaos buscan de la borrachera (es decir, el acudir al alcohol, que por otra parte el Orden proporciona a cambio de dinero), sea un camino que tenga que ver nada con esta política de pueblo-que-no-existe que aquí nos traemos. En días pasaos os acordáis que habíamos justamente usado el ejemplo de las drogas de los años, fines de los ’60, y ’70 y ’80 del siglo pasado, que estando en París en el año 70 había presentado la entrega, entonces muy floreciente, y muy tremenda, y a veces mortífera, a las drogas, incluso las heroicas, lo había presentado como uno de los modos de reintegración al Orden del pronunciamiento estudiantil de los años ’60, que para mí, cuando me cogió, fue una era de verdad y una forma de decir NO, hasta el punto de que me dejé arrastrar por ella alegremente, con una alegría como nunca. Desde el ’65 del siglo pasado aquí, en Madrid mismo, y yo asistí, estando ya en París, a los modos de reintegración al Orden. Había otros muchos, y desde luego el capital, en el que nunca se insistirá lo bastante, es el de régimen de examinación de los estudiantes, la reducción de los supuestos centros educativos a centros examinatorios, que ya entonces eran, y que hoy lo son de una manera eximia, de tal forma que si hoy se produjera cualquier cosa semejante a otro levantamiento de estudiantes, el primer sitio al que había que ir era a los exámenes, a la destrucción de los exámenes, para ver lo que pasa luego. Así había yo recibido aquello, así me lo había tomado, y asistí a las formas de reintegración, y la principal era volver a examinarse. Luego otras muchas naturalmente, en las que no voy a entrar ahora, y reconocía en la droga (que asimilo al elemento báquico que has sacado), reconocía en la droga uno de los modos de reintegración al Orden. No voy a repetir esa tertulia, porque llevaría algún tiempo, y podéis leerla cuando queráis, y además hay que recoger alguna otra voz, de manera que adelante.
-Yo tengo una pregunta que me está........ Bueno, cuando yo era joven, yo era Quijote, ¡y me fue de mal que no veas, me dieron de palos! Y ahora el tiempo me domestica y me hago Sancho Panza, y mi pregunta es: ¿habrá que hacerse Sancho Panza?
A-No exageres, porque ¿no es verdad que ahora también te dan muchos palos, desde que te has hecho mayor? No me digas que tú vives muy a gusto. No exageres, has exagerado un poco.
-Pero mi pregunta es si el tiempo domestica al ser.
A-En eso, como en el resto de las cosas, hay que preguntarse por la Mayoría, y la Mayoría siempre es sumisa, siempre es idiota, y en cualquiera de los terrenos. Y entonces el envejecimiento, la vejez, desde luego en la mayoría de los casos ya sabéis a lo que lleva, y antes que la vejez, la madurez; el llegar a la madurez, en el estado en que estamos, ya veis a lo que lleva en la mayoría de los casos: efectivamente a una conformidad, a un agachar la cabeza cada vez más. Agachar la cabeza, no tanto porque le pese a uno, o la tierra nos llame, sino porque se hace más conforme, y se contenta que el poquito que el Orden le pueda proporcionar, la Seguridad Social, los cuidados de una familia más o menos acomodada, etc. Esto es la Mayoría, no os asombréis para nada. Ahora, que a algunos no les pase eso, eso también se da, eso no cabe duda que se da, y por tanto con eso solo bastaría para demostrar que no se trata de una ley infalible, sino simplemente de una ley que mayoritariamente se cumple. Hay gente que cuanto más vieja se hace, a lo mejor más descubre de las mentiras que le vendían. Un amigo me contaba de una abuela que tenía, que se había declarado atea a los 90 años, habiendo pasado toda la vida como devota. A ver más cosas, por favor.
-Yo estoy un poco en contradicción, profesor, con su discurso, y yo quisiera objetarle.......
A-Pero no contigo; en cambio, no estás en contradicción contigo, que es lo que yo he estao diciendo.
-Es que yo creo que la superestructura, el Orden establecido, ha negado al Individuo en todas las fases de la Historia, pero el Individuo finalmente es el que tiene al final la última palabra. Es decir, el Individuo puede estar en una alternativa del si/no, si/no, durante toda su vida, pero la última palabra la decide él coscientemente, y ahí es donde verdaderamente el Estado, el Poder, la Superestructura, no tiene nada que hacer con el Individuo, porque la opción final es suya; e incluso tiene una opción aún más inverosímil, que no es la del sí o la del NO: puede tener una última alternativa el Individuo, que es jugarse a los dados su última decisión.
A-Yo, perdóname, ni sé quién coños es el Individuo del que hablas, ni menos sé todavía a qué se refiere “la última decisión”.
-Se refiere al Arquetipo de (Yun): en el Arquetipo de (Yun), el Individuo...............
A-No me traigas Literatura, que yo he procurado evitármela toda. Tú dime qué tiene que ver con lo que yo estoy diciendo de el uno que necesariamente está en guerra consigo mismo y dividido en dos. ¿Qué tiene que ver? ¿Es eso, el Indivíduo? No, ‘Individuo’ es un término envenenado que a ti te animo a que lo abandones, ‘el Individuo’, ‘el Sujeto’, e incluso ‘el Yo’, que no soy yo. Y ahora, ¿a qué se refería “la última decisión”?
-La última decisión se refiere a que el Hombre finalmente es dueño de su destino.
A-¡Déjame en paz de “El Hombre” otra vez! “Decisión”, ¿de qué?, ¿por qué?
-De su conciencia, de su destino final.
A-¿Pero cuál es la última? ¿Cuál es? ¿Cuál es la última decisión?
-Que no es el Estado el que tiene que jugar la partida por él, sino que la juega él, la última jugada.
A-¿Pero cuál es la última jugada?
-Decidir por sí mismo qué es lo que quiere ser, en una palabra. A eso me refiero.
A-¡Aaaaaaah! Es que me parece que nada más con que lo digas así, ninguno de los presentes te va a creer mucho. Creer que en el último término uno es el dueño de decidir lo que quiera te llevaría inmediatamente a creer que la individua que entra en unos Grandes Almacenes por su pie, es porque en último término ella ha decidido entrar y comprar. Bueno, no merece la pena, de verdad, no merece la pena defender eso, que es justamente defender lo que te hacen creer, y no merece la pena, pese a toda la Filosofía y pese a toda la Literatura que en torno a ello se ha desarrollado. ¿Qué más?
-A mí se me ocurría poner en contraposición dos cosas de las que se ha hablado aquí: por un lado la costitución de las cosas, que las cosas parece que tienen que tener un límite definido, o por lo menos intentar ser lo que son, aunque no lo sean, pero tienen pretensión de ser una cosa determinada, ¿no?
A-Sí.
-Y por otra parte has hablado de la disolución, y entonces se me estaba ocurriendo a mí pensar que cuando decimos aquí que uno es un caso de cosa, estamos ya de alguna manera intentado ser eso común que puede haber en el estatuto de cosa, rompiendo de alguna manera con la idiosincrasia personal de uno. Pero por otra parte tenemos el tema de la disolución, porque es que tenemos ahí la cuestión del Dinero, porque el Dinero hace una operación muy curiosa: por una parte una operación de costitución, porque se suponía que el Dinero era todas las cosas, pero ahora es que resulta que es a la viceversa: todas las cosas son Dinero, y entonces ahí la contraposición entre costitución y disolución parece que se retroalimenta.
A-¿Por qué? No veo la disolución, no la veo. ¿Dónde está la disolución? ¿En lo del Dinero? Eso no es disolución.
-No, en que todas las cosas dejan de ser cosas para ser Dinero, y eso es un modo de disolución, de desrealización de las cosas, aunque sea a través del ens realíssimum.
A-Bueno, admitiré que emplees el término disolución de esa manera, pero aquí disolución lo empleamos en otro sentido para referirnos a las ideas, y muchas veces, de los problemas mismos teóricos que se plantea la Ciencia misma, he hablado de, en vez de resolverlos, disolverlos, y eso es lo que tiene lo de disolución. Y en cuanto a la guerra, a la política del pueblo que aquí nos traemos, es en primer lugar contra el Hombre, es decir, contra esa especial manera de costitución que entre todas las cosas tiene el Hombre, y por eso es por lo que de momento las otras cosas pueden ayudarnos, enseñarnos, a dejarnos morir. Hasta cierto punto, porque no nos dejamos, estamos muy bien hechos y no nos dejamos, estamos convencidos de que cada uno es el que es y tiene su vida y su futuro. Pero no podemos menos de ver las demás cosas cómo se dejan morir sin saber nada de futuro, nada de muerte, y es justamente a esa diferencia a la que atacamos, y en la que las cosas, no digo que nos puedan dar una muestra, pero pueden ayudarnos a reconocer que nuestra convicción respecto a futuro, realidad, muerte, no tiene fundamento, es mentira. Sí.
-Quería decir que cuando usted ha terminado su magistral clase hoy, he sentido que solo se puede callar y dar gracias por su lucidez una vez más, su sabiduría, y su generosidad por compartirla. Le conozco desde hace muchos años, y yo he sentido un clímax y una sabiduría especial.....
-Oye, yo voy al servicio, ¿eh?
-............ y es que ha dado en el punto clave que da siempre, y no voy a chupar cámara hablando de problemas personales de por qué estoy aquí por la rebeldía. No te vas a suicidar, porque no vale la pena, porque si te suicidas te mandan a casa 5 días por las elecciones, y en la Sanidad eres molesta, y usted siempre va a decir que la Realidad no es todo lo que hay, y además si fluimos, que yo no soy filósofa............
A-No, ni falta que hace.
-.........y habrá que seguir fluyendo en la vida, y yo tengo un deleite, que es oírle a usted, y otro deleite, que es que, como no soy el centro del Universo, disfruto con las flores, disfruto con el árbol, y después de 9 años, y de tener 56, y de conocerle desde hace muchos años, solo se puede callar y dar gracias, y felicitarlo por su generosidad y por su sabiduría.
A-Bueno, tengo que decir gracias, aunque desde luego eres una exagerada, por lo menos; o a lo mejor incluso algo peor, pero por lo pronto una exagerada. No llames a esto una clase, no lo llames magistral, no pienses tampoco que soy yo el que te lo hace pasar digamos “bien”, sin exagerar mucho, porque no es así, no soy yo personalmente (que personalmente uno no puede ser más que una calamidad), sino que algunas de las cosas que me salen, pues son comunes de verdad, es decir, las siente uno dentro, las sientes tú dentro como comunes y como no personales, y bueno, sí, tenemos que tal vez dar las gracias de que de vez en cuando nos lo pasemos así de bien. ¿Qué más? ¿Qué más hay por ahí?
-Pensaba que para los animales sería mucho más fácil eso de dejarse morir, porque no tienen lo de razonar tanto, pero he visto un programa que veo que tienen una capacidad para sobrevivir increíble, o sea, que se adaptan fenomenal, y no solo los camaleones, sino que hay algunos que se hacen pasar como de otro sexo para engañar al contrario, y entonces a mí no me parece tan raro que nosotros también hagamos lo mismo para sobrevivir, ¿no?
A-De esa utilización de ideas, y por parte no solo de los animales, sino de las plantas y demás, es de lo que estaba justamente hablando: la división, lo que nos hace especialmente humanos y detestables, es el saber lo que no existe, el saber futuro, saber la muerte. Entre las complicaciones que los tratadistas de Botánica, de Zoología, nos ofrecen, está el caso por ejemplo de algunas arañas, que en vez de matar y devorar la presa al istante de atraparla, la adormecen, la someten a una anestesia que tienen, de forma que la conserven fresca para consumirla otro día cuando tengan hambre. Claro, esto tiene una pinta humana que echa para atrás, pero nadie puede creer que las tales arañas sepan nada de eso: está en la propia costitución desarrollada al realizarse en la Realidad y en esa lucha, es decir, que es una aparición de lo que antes he dicho de que la desconocida aprende Matemáticas. Eso les pasa a las cosas, y lo que a nosotros nos pasa es algo específico, que se refiere justamente al saber de lo que no hay, de lo que no está. No sé si hay algo más. Sí.
-¿Qué son los tabúes? Porque estaba pensando, y el único que se me ocurre es el incesto como el más grande o del que más se ha hablado. ¿Qué son esactamente? Porque me parece que había un poco de lo que decías tu de una trasgresión, pero luego es algo que no sé si es que se reintegra, porque se habla de ello una y otra vez.
A-No acabo de localizar tu duda.
-Pues que el incesto siempre se ha utilizado como un modo de decir que hay un Orden que es natural, y que esa naturaleza es verdadera. Yo creo que ella se refiere a eso, a de qué manera se disuelve eso, de qué manera se encuentra que esa naturaleza no es................
A-Bueno, lo que no dudarás es que es una ley humana. Es una ley humana, y es tan una ley humana que con bastante razón muchos etnólogos ponen ahí el comienzo de la organización social. Es exagerao, porque yo pienso más bien que el comienzo de la organización social está simplemente en la sumisión de las mujeres, en la utilización de la división sexual en el sentido del Poder (el Poder, que es siempre masculino), pero muy a continuación el incesto desde luego, como medio de organización del Orden, se establece, y como todo el mundo sabe se establece de diferentes maneras, con diferentes líneas de parentesco, a veces muy complicadas, en las diferentes tribus del mundo, ¿no? Pero vamos, es una ley humana, y no sé por tanto qué es lo que te preocupa.
-Es que se habla costantemente de ello, pero no sé muy bien qué es un tabú.
A-Sí, es una forma de Ley, sí.
-¿Pero es una ley humana, como podría ser otra cualquiera?
A-Es que no hay que olvidar que las leyes, cuando se establecen, tienen esta pretensión de que son Natura, es decir, que lo que se establece como legal, obligatorio, es natural, de manera que en este caso por ejemplo cualquiera estará dispuesto a hacerte creer que efectivamente la prohibición del incesto está dictada por la Naturaleza. Esto te lo harán creer como cualesquiera otras leyes, eso no hay que olvidarlo: la pretensión de naturalidad, de naturaleza, para lo social, lo impuesto desde Arriba, es una costante.
-¿Y es una ley humana como podría ser otra cualquiera?
A-Bueno, eso que he dicho: que es efectivamente muy primitiva, que está muy en la raigambre de la organización social; que es muy primitiva, y nada más, que yo sepa. Sí.
-Pero ¿qué nos hace pensar que hay algo en esta escisión que se nos escapa, o que puede estar ahí el quid de la cuestión, cuando por otra parte parece que la escisión viene dada continuamente? En Heráclito está lo de calor/frío, y están los chinos, que son diferentes, en el Ying y en el Yang, y aquí también lo vemos en la Realidad lo de los ideales de Arriba y lo de abajo, y entonces parece muy claro, pero por otra parte a veces dices que por qué va a estar ahí lo claro, si resulta que es algo de lo que no se puede salir, por otro lado. Es como lo de los números, que el 1 necesita del 2, y luego ya viene el 3 y todos los demás. Ésa sería la escisión. Y luego ya como coda, y para saber qué opinas, la idea ésta del no actuar de los estoicos, la ausencia de deseo, que no quieren ni ser sumisos ni rebelarse, sino ninguna de las dos.
A-Eso no tiene sentido, porque existe, y la existencia implica esa lucha por subsistir, aunque sea callándose, parándose, o lo que sea. En cuanto a lo demás, estamos en estos dos niveles de astracción, y he hablao sobre todo de la contradicción o guerra como costitutiva de la Realidad; precisamente de la Realidad, que no puede ser otra cosa, no puede tener otra verdad más que la división, la contradicción. Luego lo otro, a lo que las proclamaciones del propio Heráclito aluden, es más amplio, es simplemente hacer costar que razón al mismo tiempo está en las cosas, porque por ejemplo se manifiesta en forma de esta contradicción o de otros acuerdos, y por otro lado está fuera, porque justamente es ella la que habla de y trata de las cosas. Las dos cosas tienen que ver entre sí, pero vamos, son dos. Sí.
-La sumisión ¿no significa parte de la rebeldía? Cuando se habla tanto del aburrimiento, que la gente habla del aburrimiento, ¿no será que está más sumisa? O sea, que la sumisión significa más aburrimiento.
A-Bueno, cuando uno se aburre está bastante sumiso tal vez, pero cuando para no aburrirse se divierte, entonces está mucho más todavía, entonces es cuando pasa a un grado de sumisión más alto. Al Orden no le gusta que la gente se aburra por las buenas, ¿eh?, y por eso le vende diversiones a todo pasto. Bueno, se ha hecho muy tarde, tenemos que dejarlo, de manera que............ Sí.
-Es que me he acordao de que antes les he dicho a unos chicos que iban a Sol que llevaban pancartas, y yo saqué una pancartilla que saqué hace tiempo que ponía “Demos contra Cracia”, y les he dicho “podéis poner eso”.
A-¿Se les había ocurrido a ellos, o se lo dijiste?
-No, se lo he dicho yo porque se me ocurrió hace tiempo.
A-No sé si se atreverán.
-No, les ha parecido muy bien.
A-Está bien, es una buena ocurrencia, Ana, gracias.
-¡Agustín! ¿Quién te quiere a ti?
A-Pues no se sabe, eso no se sabe.
Justamente viene bien por eso con lo que están diciendo o voceando estos muchachos en Sol, porque se trataba, como recordáis a propósito de la cuestión del orden y de los niveles de ordenación, de volver a entender mejor cómo es esta lucha, esta guerra siempre posible contra el Orden establecido. Es la cuestión del dejarse hablar, el dejarse hablar uno mismo contra el cosmos, contra la ordenación que se nos ofrece. Esto es así, porque solo hablando, es decir, dejándose hablar, dejándose pensar, lo que no sucede de ordinario, solo así se puede atacar la fe en el Orden, y el Orden no tiene otra manera de sustentarse más que por medio de la fe; de manera que, sintiendo que es justamente esa necesidad, ese fundamento en la fe, lo que sostiene el Orden, y viendo que el dejarse pensar, el dejarse hablar, la razón suelta, es lo que ataca las ideas, lo que ataca la fe, lo que puede destruirla, es por eso por lo que estamos en esta tertulia política. Es así como se entiende la política del pueblo-que-no-existe, o, por decirlo de una manera más clara y negativa, la política que no hacen los políticos que hacen la política que hacen los políticos, que ésa ya sabéis bien cuál es, de manera que en contra de eso cabe siempre esta otra, donde la voz vendría de verdad desde abajo, desde lo que nos queda de pueblo vivo que no existe, pero que lo hay, y que habla, y como medio de romper con las ideas recibidas, aceptadas, con más o menos resignación, la imposición de ideales como el Futuro.... en definitiva, la fe en que efectivamente cabe ordenar, progresar, ir para mejor, desde Arriba, por leyes, por reglamentos, y eso es justamente lo que aquí no creemos, o no creen los que me acompañan en la no creencia. Esto es justamente lo que no creemos, y por eso pensamos que lo que aquí se intenta hacer es una manera de ataque más rápida, y al mismo tiempo que va más a fondo, que es desmentir, librar a la gente, pero sobre todo en primer lugar librarse uno mismo, de las ideas, de la fe que tiene, y que le permite seguir viviendo fundándose justamente en esa creencia, en esa fe.
Me voy a entretener entonces lo primero en volver sobre el Psicoanálisis, la disolución del alma; de uno, por supuesto, porque es ahí justamente donde también esta guerra se está dando. Como volveré a recordaros después, la Realidad, cualquiera que sea y por todas partes que sea, es una lucha, es una guerra, pero esa guerra no se da por ahí, por los astros ni por las poblaciones de los Estados, sino que se da también en uno mismo, dentro de uno mismo; de manera que entonces resulta (los que me acompañan ya lo habrán oído de otras maneras muchas veces) resulta que en uno, en uno mismo, en mí mismo por ejemplo, en uno cualquiera de vosotros, hay dos, por lo pronto y necesariamente hay un rebelde y hay un sumiso, ¡qué se le va a hacer! Lo siento si alguno de vosotros se siente molesto de encontrarse dividido, pero no hay más remedio que decirlo así, tienen que ser así las cosas: en uno mismo hay un rebelde y hay un sumiso, y están naturalmente en guerra entre sí más o menos declarada, más o menos violenta, y con triunfo alternativo más o menos por un lado o por el otro, pero en fin, aunque parezca un poco bárbaro decirlo así, eso es lo que pasa con nuestra alma de cada uno, la mía incluida también. Eso es lo que pasa con lo que en términos más modernos se llama “El Yo” (porque no se habla mucho de el alma, no está de moda), con lo que se llama “El Yo”, pero que tiene esta condición: que yo no soy El Yo, y por tanto El Yo no es yo, como recordáis de otras muchas ocasiones en que esto ha surgido.
En esta lucha estamos, con esto hay que contar, y ya se advierte que esto que vale para cada uno en su aislamiento, cuando se trata de colectividades o de conjuntos aproximativos, esto hace que también en cualquier conjunto, en cualquier población, lo uno esté luchando con lo otro, lo rebelde, por donde aflora eso de pueblo-que-no-existe, que es del que decimos que se trata de dejarlo hablar, y por el otro lado los Señores, el señor, la señora, y el conjunto de señores y señoras, las clases altas de la Sociedad, y el aparato gubernativo y el aparato financiero. Todo eso se da en cualquier colectividad necesariamente, pero importa ahora en este rato recordar que conviene atacarlo en éste su origen primero, en el uno, y reconocer y acostumbrarse a reconocer que a uno le pasa esto que le pasa. Eso evitaría desde luego muchas ilusiones, muchas falsedades de los que a lo mejor se lanzan a una lucha, a una rebeldía contra el Orden, pero manteniendo la fe en uno mismo, que es lo mismo que la fe en Dios, que es lo mismo que la fe en el Estado, que es lo mismo que la fe en el Dinero, que es lo mismo que la fe en el Futuro. Con lo cual no se puede hacer nada; nada que valga. Así que en mí mismo, en uno cualquiera de vosotros, están siempre guerreando un rebelde con un sumiso, es decir, alguien que se las arregla para organizar lo que llaman su vida, dicho mejor ‘su existencia’, que tiene su Porvenir, que lucha por su Porvenir, que busca una colocación de las que el Estado le ofrece, o el Capital le ofrece; que está haciendo su Porvenir, porque está convencido de que vivir es eso, que la vida es el Porvenir. Eso es efectivamente la Doctrina del Capital, la Doctrina del Estado, y eso es lo que a uno, en cuanto sumiso, le conviene, ¿eh?, le conviene, porque si no os creéis esto, mal andáis en cuanto a vuestra colocación social y en cuanto a vuestras posibilidades de éxito en lo financiero, o en lo político, o en lo que sea. Es lo que a uno, en cuanto sumiso, le conviene: creer que el Futuro............... aunque por debajo le está diciendo el pueblo que el futuro no está, no hay, y sin embargo creer que el Futuro, que es el Tiempo, es el que hay que cuidar, al que hay que atender, al que hay que mirar, y que justamente esa atención a lo futuro es la vida. Aquí por lo bajo, como me habéis oído decirlo de vez en cuando, Futuro no quiere decir más que muerte, porque la muerte es siempre-futura, pero el sumiso no quiere enterarse de esto: tiene sus ideas también de la muerte, como las tiene de la vida, pero no se entera de lo que pasa, porque le conviene no enterarse, porque para vivir más o menos a gusto, como cualesquiera de nosotros vivimos más o menos a gusto, y especialmente en el Régimen del Bienestar, hay que creérselo esto, no dejarse entorpecer por muchas dudas, y si no, uno funciona mal. Y por otra parte en uno hay uno que no se lo cree, hay uno que siempre echa de menos, encuentra en el Orden que se le ofrece nada más que resquebrajamientos, tormentos, desgracias, preocupaciones, ansiedades, y que por tanto no puede menos de levantarse contra ese Orden que le está impuesto, y que está establecido. Confío en que estáis conmigo reconociendo en cada uno de vosotros esta guerra.
Hay que añadir todavía que hay una tendencia a que uno de los dos se imponga en uno, sea el que venza. Si mi pensamiento está bien encaminado, eso nunca puede conseguirse, porque la guerra siempre dura, no solo hasta la muerte, sino más allá de la muerte, pero eso no impide que uno tenga que creérselo, y tratar de imponerse como vencedor. Si llamamos sumiso al que está de acuerdo con el Orden, al que tiene un puesto en la Sociedad, al que ha organizado una familia dentro de la Sociedad, al que maneja dinero de todos los bancos, el que por tanto está de acuerdo con los bancos con tal de que los bancos no le engañen, o no le engañen demasiado, etc., etc., ése, el sumiso, si vence, si se impone en uno, eso es mortífero, porque justamente ése trae consigo la muerte, porque trae el Futuro, la muerte que nunca está aquí, el Futuro. De manera que si eso llegara a cumplirse (pero ya digo que la guerra continúa siempre, nunca se impone del todo), si llegara a cumplirse sería literalmente mortífero, sería el dador de la muerte, es decir, conseguiría el Ideal que Dios, el Estado y el Capital, procuran, es decir, el Ideal de que ya no haya nada que hacer. Lo que el Estado está deseando, lo que el Capital está deseando, es que todos fuerais así de creyentes, y entonces estaríais ya muertos, y por tanto no habría nada que temer desde las alturas, ni nada que intentar hacer y luchar desde abajo. Pero nunca se cumple.
Hay que añadir, para evitar una malicia que siempre se presenta, que en el caso de que el que venciera en uno fuera el rebelde, el que no aguanta, el que ha descubierto que todo lo que le contaban acerca del mundo, de la sociedad, de él mismo, era mentira, y que no lo soporta, porque hay algo ahí que se levanta contra cualquier verdad, si ése venciera en cambio, eso de ninguna manera podría ser mortífero, eso no produciría nada, porque de la negación, de la pura negación al Orden, no se desprende ninguna conclusión, no se desprende ningún otro Futuro que haya que mantener. De la negación no sale nada, la negación es meramente la negación, no sale otro Orden, no sale otro Poder, es simplemente una negación, una destrucción de la fe, de la mentira, de la fe en que el Poder está sustentado. Salvo, claro, que, como puede pasar, y pasa, entre cualesquiera revolucionarios, el NO viene a ser realista, exitoso, sostenerse en este mundo, y entonces naturalmente el NO mismo se ha convertido en un sí. Aquella rebeldía que estallaba de una manera tan viva ha venido después de la revolución a calmarse y consolidarse en un nuevo Orden, y entonces estamos a la vuelta de la calle, estamos haciendo lo que siempre en cuanto sumisos hacemos, es decir, hacer lo que ya está hecho una y otra vez. Hacer lo que ya está hecho, y procurando el cambio justamente, el cambio en la ordenación para que la ordenación en sí continúe.
A veces esta conversión de la negación viva en una nueva Ley, en un nuevo Orden, pasa por trances intermedios (como tiene que ser, así de mal estamos hechos cada uno en su alma y las poblaciones en el conjunto), de manera que sucede eso que digo de que en una revolución, en una revuelta cualquiera, se encuentra uno con el dilema de decir “si no hago más que decir NO así por las buenas, esto no va a dar nada de sí, y esto tiene que dar algo de sí”. Bueno, ahí tenéis el ejemplo, ya que viene a cuento, entre estos muchachos y gente en la Puerta del Sol y por esos sitios: por timidez, y por realismo, tienen que mantener y adoptar términos tan horrendos como el de Democracia, “una buena”. Esto es realismo, esto es timidez: no se puede decir “¡no, no queremos ningún Orden, no nos hace falta! ¡NO al Orden, NO al Poder!”. Parece que eso no es realista, se arriesga a no producir nada, y ésa es la timidez de la que hablo, que vuelve justamente a la consolidación: entonces se hace que el NO se convierta en declaraciones parciales, como por ejemplo en este caso “Democracia, pero buena, mejor”.
Como digo, estamos al cabo de la calle, y al cabo de la calle hemos estao muchas veces justamente por el mismo error: no hay una Democracia buena, no hay una Democracia mejor, la Democracia es simplemente el tipo de gobernación más avanzado de todos, el que nos ha tocado, y por tanto el más mortífero sin más, pero por lo demás no deja de ser una forma del Poder, una forma de la ordenación como cualquier otra. El trampantojo estaba ya hecho desde los antiguos griegos, cuando se inventó el término, y se les hacía pensar que cabían cosas como un Poder (kratos) de algo como pueblo (demos), y el pueblo nunca puede estar en el Poder, ¡es una cosa tan sencilla de reconocer! El pueblo es el sometido, el que padece, el que más o menos se rebela o se resigna, pero que padece la ordenación que desde Arriba se le impone (las leyes, los juicios, los partidos, las votaciones, todo lo que se le impone), y eso nunca puede estar en el Poder, es casi como una tautología, no hace falta para nada insistir en ello: eso es el no-Poder. El no-Poder, de manera que la trampa de “Democracia” estaba ya desde el origen mismo del término y de su aplicación en algunas de las antiguas ciudades griegas, y después no ha hecho más que mantenerse la misma trampa.
Por eso es necesario insistir en que si en uno mismo domina el resignado con el Orden que se le ofrece, el realista, el creyente en el Futuro, que quiere decir Dinero, el que por tanto se permite tranquilamente disfrutar de la gloria de tener una familia, de manejar su economía en la medida en que se le deje, ése, el sumiso, en caso de que venza, produce muerte; eso es como si uno directamente se resignara a estar muerto. Es un poco duro de entender, pero es así: como si uno se resignara a estar muerto. No digo a morirse mañana y eso, porque a eso ya se sabe que nos tienen resignados: como si uno se resignara a estar muerto, porque justamente la resignación con el Orden establecido viene a dar en lo mismo. Y que en cambio el decir NO en la medida que en uno queda algo de disconforme, algo de pueblo-que-no-existe, algo de común y no personal, eso es una acción. En esta tertulia política suponemos que es la acción que nos traemos con lo de dejarnos hablar, que es una acción sin más, y la primera y más elemental de las acciones, porque va a atacar la fe, que es el sustento mismo del Poder, y de ahí no puede salir ningún Futuro, que es de ellos, para ellos. Ni puede salir ningún Futuro, ni ningún nuevo cosmos, ni ninguna nueva ordenación, ni nada. Saldrá lo que ello quiera salir, pero no nosotros, que ni podemos saberlo, ni preveerlo, ni nada, o, si no, pues volvemos a lo mismo: convertimos esta acción del negar en algo que no es más que una acción de recostruir, de hacer lo que ya está hecho una vez y otra vez, sin cansarnos. Así de simple es como se presentan las cosas.
Por fortuna, la hipótesis de que venza del todo el sumiso y se quede perfectamente conforme consigo mismo, con el Mundo, con la Familia, con Dios, y con Todo, o la hipótesis de que venza el disconforme, el desintegrador, el negador del Orden, el rebelde, ambas hipótesis son irrealizables: no hay más verdad de uno mismo que la división, que su división en el sentido que os la he presentado, y no se puede llegar a El Yo verdadero en ningún sitio, eso son fantasías, ilusiones de las que nos imponen a cada paso. No hay más verdad que la división, queriendo decir ‘verdad’ justamente por tanto ‘la contradicción’, lo que no suele tomarse como verdad, pero es así: en la Realidad no hay verdad; hay pretensión, sí, imposición, sí, de verdad, de verdades, pero todo falso, no hay verdad. La Realidad en general es esta guerra, esta división, y voy a, antes de dejaros pasar la palabra, recordar cómo esto se generaliza desde el caso de uno mismo al de lo que llamábamos Realidad en general.
Los que me acompañáis no olvidan por un momento que el descubrimiento más elemental es que la Realidad no es todo lo que hay, lo cual tiene el resultado primero de separar de la Realidad “Todo”, y por tanto “Nada”, y por tanto los Números Ideales, y cualesquiera otros ideales que se nos impongan. Es en la guerra entre Todo, Nada, Dios, Poder, los Números puros, que se imponen desde Arriba, y la resistencia siempre viva, la resistencia desde abajo, es en el choque, en la lucha entre lo uno y lo otro, en donde se sitúa esto que llamamos Realidad o Existencia, y la Ley, esa contradicción que he mostrado para el caso de uno mismo, la podéis generalizar, por todas partes se da. Es la Ley de la Existencia, que es lo mismo que la Ley de la Realidad, y animales, plantas, piedras, cristales, astros, nubes, cualesquiera cosas que queráis decir o imaginar, están sujetas a esta Ley, están en guerra, como en el caso de nosotros, de uno mismo. Es decir, que no pueden menos por un lado de tratar de subsistir, para lo cual tienen que aprovechar las ideas que de Arriba le vienen impuestas, ese saber que viene de Arriba, para subsistir, es decir, para evitar al atacante, para apresar la presa en el caso de los animales, para cualesquiera otra cosa en el resto de las formas de existencia. Tienen que aprovecharlos, como nosotros en nuestras poblaciones aprovechamos justamente los números (para poner el caso más eximio), y cualesquiera otras formas de aparición de Todo o Nada, las aprovechamos para mentir y para subsistir. Esto es así, para que no entendáis esta guerra de que os hablo como algo en que los contrincantes están tan netamente separados: los contrincantes están por el contrario intrincadamente unidos, confundidos lo uno con lo otro, y bestias, árboles, astros, nosotros, tienen que aprovechar las ideas que se imponen, la fe en que las cosas son lo que son, y los números, que acompañan a esta fe en que las cosas son lo que son. Tienen que aprovechar eso para subsistir simplemente.
Nosotros en el caso estremo, pues tenemos que aprovechar los dineros, que son números, que son Futuro, que son por tanto objetos impuestos desde Arriba, de Fe, pero tenemos que aprovecharlos para subsistir, para ir tirando, para lo que se llama existencia, y esto lo hacemos naturalmente contra una tendencia que tenemos desde abajo, diríamos, una especie de infinita pereza que nos invade, que es la tentación, el deseo, de dejarnos ir, de librarnos de todo el tormento de las ordenaciones y de la fe que nos están impuestos, como un verdadero respiro de liberación. Dejarnos ir, dejarse llevar, y lo que al principio decíamos de dejarse hablar es una parte de esto, de esta especie de deseo profundo y contraideal que abandona la pretensión de ser uno el que existe, y que por el contrario nos lleva a dejarnos ir, dejarnos perder, dejarnos de ser lo que se nos manda que seamos.
No creo que haga falta más, por lo menos esta noche, para generalizar lo que he mostrado para el caso de uno a la Realidad en general. Pero hay que añadir que es que el caso de el Hombre es especial, y es por eso por lo que aquí, en esta tertulia política, lo que nos queda de pueblo no está simplemente contra una forma u otra de gobierno: está contra el Hombre mismo. Que es lo mismo que estar contra Dios, porque efectivamente de por sí esto de el Hombre, en cuanto se nos hace que le impongamos al resto de las cosas como si el Hombre fuera el observador, las cosas las observadas, el Hombre fuera el dominador, las otras dominadas, etc., es este Hombre el que así se convierte en objeto del desengaño, del desmentimiento: no tiene para ello ningún fundamento, ninguna razón, no tiene ninguna razón. Naturalmente, si el Hombre se apodera de la razón, él mismo, y piensa que los astros y las flores y los árboles no la tienen, y no hablan, entonces, claro, por pura consecuencia en primer lugar va a tener razón, y la razón será la suya, pero eso, como tantas veces hemos dicho, es un puro patriotismo, y por tanto tan falso y tan imbécil como todos los patriotismos, solo que aplicado a la Humanidad, aplicado al Hombre, contra el que estamos. Y es por eso por lo que, aunque esta guerra de la Realidad sea común a cualesquiera cosas, en el caso nuestro lo es de esta manera especial: con una exageración. Con una exageración: que trata de imponer el Todo (como en los regímenes totalitarios, como el Dios Todopoderoso de la antigua Iglesia), o la Nada, que es lo mismo por el otro lado: se trata de imponer la fe en los números esactos como reales, se trata de imponer la verdad en la Realidad, donde no hay más verdad que la guerra, pero se trata de imponerla una y otra vez.
Las bestias, los astros, por la Ley de la Existencia, para subsistir, tienen que mentir como nosotros, tienen que aprovechar los entes ideales que les caen de Arriba para aplicarlos al negocio de salvar el pellejo, de atrapar la presa, de no chocar unos con otros, etc. Tienen que hacerlo así, y en ese sentido se puede decir que eso que queda por debajo, que no ha quedado todavía reducido a Realidad, y a lo que por tanto no tenemos que darle nombre (aunque se le dan de vez en cuando nombres, falsos, como Natura y cosas así, que aquí le decimos la desconocida) tiene que aprender Matemáticas en cuanto se trata de la realización: si se trata de que las cosas vengan a intentar ser las que son y cada una la que es, y de esa manera pelearse unas con otras, entonces efectivamente hay que aplicar los números, los significados esactos que van con ellos, echar las cuentas, hacer las cuentas............. Eso es subsistir, y vosotros lo sabéis como yo igualmente, pero esto no se da más que en virtud de que se pasa de lo desconocido a la Realidad, que está costantemente costituída por el intento de conocer, de saberse, y por tanto por la mentira, que ésa no puede ser.
Pues bien, el Hombre está contra esas posibilidades de vida, de desconocido, de una manera especial, simplemente en cuanto que Él se presume el Sujeto del saber, el Autor de las ideas y de los ideales, y sobre esa mentira se sostiene. Ésa es la mentira del Hombre, a la que directamente atacamos en esta tertulia en nombre de lo que no es Hombre, sino común, pueblo-que-no-existe, y de lo que en cada cual, gracias a su imperfección, quede de pueblo-que-no-existe. Bueno, como se ha hecho tarde me tengo que callar aquí, y entonces os dejo el rato que nos queda el aire libre para que echéis por ahí todas las ocurrencias que os vengan. ¡Adelante, adelante!
-Mientras hablabas me he acordado de un mito que leí hace mucho tiempo, probablemente lo recuerde mal, pero creo que era el de las Bacantes, en el que Dionisos producía algo así como una confusión en los habitantes de algún lugar, hasta tal punto que en esa confusión se disuelven, por decirlo así, e incluso las diferencias que hacen saber quién es quién, y entonces empiezan a liarse entre ellos, fornican unos con otros, con bestias, con hijos...........
A-Esto último te lo estás inventando un poco, pero bueno.
-Bueno, pero hay ahí una especie de orgía que a lo que lleva es a que de pronto una mujer, no sé si creyendo que lucha contra un león, mate a su propio hijo. Entonces yo recuerdo que lo que me vino a la cabeza cuando leí aquel mito era entender como un peligro que hay en esa disolución de ir demasiado lejos, un punto insoportable en el decir NO, o en el disolver lo costituído, y claro, cuando decías que hay peligro en que se imponga lo que no se sabe, o en que se imponga lo rebelde, el primer peligro que entiendo yo es el de la disolución incluso de las cosas, porque una cosa se define en la medida en que tiene un límite, en la medida en que el Ideal está intentando decir “se empieza aquí y se acaba allá”. Pero si lo rebelde se impone, disolución total.
A-En cuanto al caso del éxtasis báquico, bueno, hay que decir que efectivamente ahí tenéis, tal como Eurípides lo presenta en Las Bancantes, un caso de rebelión contra el Orden, que en este caso está representado por el rey de Tebas, donde sucede esto. Y efectivamente, el éxtasis báquico, es decir, la embriaguez, si queréis tomarla como una forma de rebelión...............a lo mejor no, pero si pensáis de momento tomarla como una manera de rebelión, consigue su objeto: derrueca al rey, y incluso lo castiga de esa manera en que la madre, en éxtasis, bacante, mata a su hijo como si fuera un cervatillo. Lo malo es que cuando Eurípides presenta esta obra, desde luego el culto báquico a su vez estaba ya, de siglos, aceptado y asimilado. De manera que resulta que el rey de Tebas representaría entonces una ordenación arcaica, pasada de moda, y la que está rigiendo en tiempos del trágico, de Eurípides, es una forma de Orden más avanzada, en la cuál la embriaguez báquica, el éxtasis, están admitidos dentro del Orden, tienen sus cultos, sus fechas (justamente dos de los principales festejos teatrales de Atenas se hacía en las fiestas de Dioniso), de manera que ahí veis evidentemente que no es ése el tipo de rebelión que aquí intentamos traernos, ese decir NO. No parece que el éxtasis, o la embriaguez, sean formas muy efectivas de decir NO, porque no consiguen derrocar una forma de Orden, y naturalmente, pues dar lugar, como siempre, a que el Orden se recostruya, incluyendo lo que parecía heterodoxo, rebelde: la embriaguez. Es así como son las cosas, ¿no?, de manera que no es por ningún temor de que se lleve la rebelión demasiado lejos, no: incluso la embriaguez misma nunca puede llegar demasiado lejos para que el Orden no pueda a su vez dominarla, aceptarla, meterla en casa......como lo ha hecho: nadie pensaría hoy día, sin acordarse de Baco, que el procedimiento que muchos desesperaos buscan de la borrachera (es decir, el acudir al alcohol, que por otra parte el Orden proporciona a cambio de dinero), sea un camino que tenga que ver nada con esta política de pueblo-que-no-existe que aquí nos traemos. En días pasaos os acordáis que habíamos justamente usado el ejemplo de las drogas de los años, fines de los ’60, y ’70 y ’80 del siglo pasado, que estando en París en el año 70 había presentado la entrega, entonces muy floreciente, y muy tremenda, y a veces mortífera, a las drogas, incluso las heroicas, lo había presentado como uno de los modos de reintegración al Orden del pronunciamiento estudiantil de los años ’60, que para mí, cuando me cogió, fue una era de verdad y una forma de decir NO, hasta el punto de que me dejé arrastrar por ella alegremente, con una alegría como nunca. Desde el ’65 del siglo pasado aquí, en Madrid mismo, y yo asistí, estando ya en París, a los modos de reintegración al Orden. Había otros muchos, y desde luego el capital, en el que nunca se insistirá lo bastante, es el de régimen de examinación de los estudiantes, la reducción de los supuestos centros educativos a centros examinatorios, que ya entonces eran, y que hoy lo son de una manera eximia, de tal forma que si hoy se produjera cualquier cosa semejante a otro levantamiento de estudiantes, el primer sitio al que había que ir era a los exámenes, a la destrucción de los exámenes, para ver lo que pasa luego. Así había yo recibido aquello, así me lo había tomado, y asistí a las formas de reintegración, y la principal era volver a examinarse. Luego otras muchas naturalmente, en las que no voy a entrar ahora, y reconocía en la droga (que asimilo al elemento báquico que has sacado), reconocía en la droga uno de los modos de reintegración al Orden. No voy a repetir esa tertulia, porque llevaría algún tiempo, y podéis leerla cuando queráis, y además hay que recoger alguna otra voz, de manera que adelante.
-Yo tengo una pregunta que me está........ Bueno, cuando yo era joven, yo era Quijote, ¡y me fue de mal que no veas, me dieron de palos! Y ahora el tiempo me domestica y me hago Sancho Panza, y mi pregunta es: ¿habrá que hacerse Sancho Panza?
A-No exageres, porque ¿no es verdad que ahora también te dan muchos palos, desde que te has hecho mayor? No me digas que tú vives muy a gusto. No exageres, has exagerado un poco.
-Pero mi pregunta es si el tiempo domestica al ser.
A-En eso, como en el resto de las cosas, hay que preguntarse por la Mayoría, y la Mayoría siempre es sumisa, siempre es idiota, y en cualquiera de los terrenos. Y entonces el envejecimiento, la vejez, desde luego en la mayoría de los casos ya sabéis a lo que lleva, y antes que la vejez, la madurez; el llegar a la madurez, en el estado en que estamos, ya veis a lo que lleva en la mayoría de los casos: efectivamente a una conformidad, a un agachar la cabeza cada vez más. Agachar la cabeza, no tanto porque le pese a uno, o la tierra nos llame, sino porque se hace más conforme, y se contenta que el poquito que el Orden le pueda proporcionar, la Seguridad Social, los cuidados de una familia más o menos acomodada, etc. Esto es la Mayoría, no os asombréis para nada. Ahora, que a algunos no les pase eso, eso también se da, eso no cabe duda que se da, y por tanto con eso solo bastaría para demostrar que no se trata de una ley infalible, sino simplemente de una ley que mayoritariamente se cumple. Hay gente que cuanto más vieja se hace, a lo mejor más descubre de las mentiras que le vendían. Un amigo me contaba de una abuela que tenía, que se había declarado atea a los 90 años, habiendo pasado toda la vida como devota. A ver más cosas, por favor.
-Yo estoy un poco en contradicción, profesor, con su discurso, y yo quisiera objetarle.......
A-Pero no contigo; en cambio, no estás en contradicción contigo, que es lo que yo he estao diciendo.
-Es que yo creo que la superestructura, el Orden establecido, ha negado al Individuo en todas las fases de la Historia, pero el Individuo finalmente es el que tiene al final la última palabra. Es decir, el Individuo puede estar en una alternativa del si/no, si/no, durante toda su vida, pero la última palabra la decide él coscientemente, y ahí es donde verdaderamente el Estado, el Poder, la Superestructura, no tiene nada que hacer con el Individuo, porque la opción final es suya; e incluso tiene una opción aún más inverosímil, que no es la del sí o la del NO: puede tener una última alternativa el Individuo, que es jugarse a los dados su última decisión.
A-Yo, perdóname, ni sé quién coños es el Individuo del que hablas, ni menos sé todavía a qué se refiere “la última decisión”.
-Se refiere al Arquetipo de (Yun): en el Arquetipo de (Yun), el Individuo...............
A-No me traigas Literatura, que yo he procurado evitármela toda. Tú dime qué tiene que ver con lo que yo estoy diciendo de el uno que necesariamente está en guerra consigo mismo y dividido en dos. ¿Qué tiene que ver? ¿Es eso, el Indivíduo? No, ‘Individuo’ es un término envenenado que a ti te animo a que lo abandones, ‘el Individuo’, ‘el Sujeto’, e incluso ‘el Yo’, que no soy yo. Y ahora, ¿a qué se refería “la última decisión”?
-La última decisión se refiere a que el Hombre finalmente es dueño de su destino.
A-¡Déjame en paz de “El Hombre” otra vez! “Decisión”, ¿de qué?, ¿por qué?
-De su conciencia, de su destino final.
A-¿Pero cuál es la última? ¿Cuál es? ¿Cuál es la última decisión?
-Que no es el Estado el que tiene que jugar la partida por él, sino que la juega él, la última jugada.
A-¿Pero cuál es la última jugada?
-Decidir por sí mismo qué es lo que quiere ser, en una palabra. A eso me refiero.
A-¡Aaaaaaah! Es que me parece que nada más con que lo digas así, ninguno de los presentes te va a creer mucho. Creer que en el último término uno es el dueño de decidir lo que quiera te llevaría inmediatamente a creer que la individua que entra en unos Grandes Almacenes por su pie, es porque en último término ella ha decidido entrar y comprar. Bueno, no merece la pena, de verdad, no merece la pena defender eso, que es justamente defender lo que te hacen creer, y no merece la pena, pese a toda la Filosofía y pese a toda la Literatura que en torno a ello se ha desarrollado. ¿Qué más?
-A mí se me ocurría poner en contraposición dos cosas de las que se ha hablado aquí: por un lado la costitución de las cosas, que las cosas parece que tienen que tener un límite definido, o por lo menos intentar ser lo que son, aunque no lo sean, pero tienen pretensión de ser una cosa determinada, ¿no?
A-Sí.
-Y por otra parte has hablado de la disolución, y entonces se me estaba ocurriendo a mí pensar que cuando decimos aquí que uno es un caso de cosa, estamos ya de alguna manera intentado ser eso común que puede haber en el estatuto de cosa, rompiendo de alguna manera con la idiosincrasia personal de uno. Pero por otra parte tenemos el tema de la disolución, porque es que tenemos ahí la cuestión del Dinero, porque el Dinero hace una operación muy curiosa: por una parte una operación de costitución, porque se suponía que el Dinero era todas las cosas, pero ahora es que resulta que es a la viceversa: todas las cosas son Dinero, y entonces ahí la contraposición entre costitución y disolución parece que se retroalimenta.
A-¿Por qué? No veo la disolución, no la veo. ¿Dónde está la disolución? ¿En lo del Dinero? Eso no es disolución.
-No, en que todas las cosas dejan de ser cosas para ser Dinero, y eso es un modo de disolución, de desrealización de las cosas, aunque sea a través del ens realíssimum.
A-Bueno, admitiré que emplees el término disolución de esa manera, pero aquí disolución lo empleamos en otro sentido para referirnos a las ideas, y muchas veces, de los problemas mismos teóricos que se plantea la Ciencia misma, he hablado de, en vez de resolverlos, disolverlos, y eso es lo que tiene lo de disolución. Y en cuanto a la guerra, a la política del pueblo que aquí nos traemos, es en primer lugar contra el Hombre, es decir, contra esa especial manera de costitución que entre todas las cosas tiene el Hombre, y por eso es por lo que de momento las otras cosas pueden ayudarnos, enseñarnos, a dejarnos morir. Hasta cierto punto, porque no nos dejamos, estamos muy bien hechos y no nos dejamos, estamos convencidos de que cada uno es el que es y tiene su vida y su futuro. Pero no podemos menos de ver las demás cosas cómo se dejan morir sin saber nada de futuro, nada de muerte, y es justamente a esa diferencia a la que atacamos, y en la que las cosas, no digo que nos puedan dar una muestra, pero pueden ayudarnos a reconocer que nuestra convicción respecto a futuro, realidad, muerte, no tiene fundamento, es mentira. Sí.
-Quería decir que cuando usted ha terminado su magistral clase hoy, he sentido que solo se puede callar y dar gracias por su lucidez una vez más, su sabiduría, y su generosidad por compartirla. Le conozco desde hace muchos años, y yo he sentido un clímax y una sabiduría especial.....
-Oye, yo voy al servicio, ¿eh?
-............ y es que ha dado en el punto clave que da siempre, y no voy a chupar cámara hablando de problemas personales de por qué estoy aquí por la rebeldía. No te vas a suicidar, porque no vale la pena, porque si te suicidas te mandan a casa 5 días por las elecciones, y en la Sanidad eres molesta, y usted siempre va a decir que la Realidad no es todo lo que hay, y además si fluimos, que yo no soy filósofa............
A-No, ni falta que hace.
-.........y habrá que seguir fluyendo en la vida, y yo tengo un deleite, que es oírle a usted, y otro deleite, que es que, como no soy el centro del Universo, disfruto con las flores, disfruto con el árbol, y después de 9 años, y de tener 56, y de conocerle desde hace muchos años, solo se puede callar y dar gracias, y felicitarlo por su generosidad y por su sabiduría.
A-Bueno, tengo que decir gracias, aunque desde luego eres una exagerada, por lo menos; o a lo mejor incluso algo peor, pero por lo pronto una exagerada. No llames a esto una clase, no lo llames magistral, no pienses tampoco que soy yo el que te lo hace pasar digamos “bien”, sin exagerar mucho, porque no es así, no soy yo personalmente (que personalmente uno no puede ser más que una calamidad), sino que algunas de las cosas que me salen, pues son comunes de verdad, es decir, las siente uno dentro, las sientes tú dentro como comunes y como no personales, y bueno, sí, tenemos que tal vez dar las gracias de que de vez en cuando nos lo pasemos así de bien. ¿Qué más? ¿Qué más hay por ahí?
-Pensaba que para los animales sería mucho más fácil eso de dejarse morir, porque no tienen lo de razonar tanto, pero he visto un programa que veo que tienen una capacidad para sobrevivir increíble, o sea, que se adaptan fenomenal, y no solo los camaleones, sino que hay algunos que se hacen pasar como de otro sexo para engañar al contrario, y entonces a mí no me parece tan raro que nosotros también hagamos lo mismo para sobrevivir, ¿no?
A-De esa utilización de ideas, y por parte no solo de los animales, sino de las plantas y demás, es de lo que estaba justamente hablando: la división, lo que nos hace especialmente humanos y detestables, es el saber lo que no existe, el saber futuro, saber la muerte. Entre las complicaciones que los tratadistas de Botánica, de Zoología, nos ofrecen, está el caso por ejemplo de algunas arañas, que en vez de matar y devorar la presa al istante de atraparla, la adormecen, la someten a una anestesia que tienen, de forma que la conserven fresca para consumirla otro día cuando tengan hambre. Claro, esto tiene una pinta humana que echa para atrás, pero nadie puede creer que las tales arañas sepan nada de eso: está en la propia costitución desarrollada al realizarse en la Realidad y en esa lucha, es decir, que es una aparición de lo que antes he dicho de que la desconocida aprende Matemáticas. Eso les pasa a las cosas, y lo que a nosotros nos pasa es algo específico, que se refiere justamente al saber de lo que no hay, de lo que no está. No sé si hay algo más. Sí.
-¿Qué son los tabúes? Porque estaba pensando, y el único que se me ocurre es el incesto como el más grande o del que más se ha hablado. ¿Qué son esactamente? Porque me parece que había un poco de lo que decías tu de una trasgresión, pero luego es algo que no sé si es que se reintegra, porque se habla de ello una y otra vez.
A-No acabo de localizar tu duda.
-Pues que el incesto siempre se ha utilizado como un modo de decir que hay un Orden que es natural, y que esa naturaleza es verdadera. Yo creo que ella se refiere a eso, a de qué manera se disuelve eso, de qué manera se encuentra que esa naturaleza no es................
A-Bueno, lo que no dudarás es que es una ley humana. Es una ley humana, y es tan una ley humana que con bastante razón muchos etnólogos ponen ahí el comienzo de la organización social. Es exagerao, porque yo pienso más bien que el comienzo de la organización social está simplemente en la sumisión de las mujeres, en la utilización de la división sexual en el sentido del Poder (el Poder, que es siempre masculino), pero muy a continuación el incesto desde luego, como medio de organización del Orden, se establece, y como todo el mundo sabe se establece de diferentes maneras, con diferentes líneas de parentesco, a veces muy complicadas, en las diferentes tribus del mundo, ¿no? Pero vamos, es una ley humana, y no sé por tanto qué es lo que te preocupa.
-Es que se habla costantemente de ello, pero no sé muy bien qué es un tabú.
A-Sí, es una forma de Ley, sí.
-¿Pero es una ley humana, como podría ser otra cualquiera?
A-Es que no hay que olvidar que las leyes, cuando se establecen, tienen esta pretensión de que son Natura, es decir, que lo que se establece como legal, obligatorio, es natural, de manera que en este caso por ejemplo cualquiera estará dispuesto a hacerte creer que efectivamente la prohibición del incesto está dictada por la Naturaleza. Esto te lo harán creer como cualesquiera otras leyes, eso no hay que olvidarlo: la pretensión de naturalidad, de naturaleza, para lo social, lo impuesto desde Arriba, es una costante.
-¿Y es una ley humana como podría ser otra cualquiera?
A-Bueno, eso que he dicho: que es efectivamente muy primitiva, que está muy en la raigambre de la organización social; que es muy primitiva, y nada más, que yo sepa. Sí.
-Pero ¿qué nos hace pensar que hay algo en esta escisión que se nos escapa, o que puede estar ahí el quid de la cuestión, cuando por otra parte parece que la escisión viene dada continuamente? En Heráclito está lo de calor/frío, y están los chinos, que son diferentes, en el Ying y en el Yang, y aquí también lo vemos en la Realidad lo de los ideales de Arriba y lo de abajo, y entonces parece muy claro, pero por otra parte a veces dices que por qué va a estar ahí lo claro, si resulta que es algo de lo que no se puede salir, por otro lado. Es como lo de los números, que el 1 necesita del 2, y luego ya viene el 3 y todos los demás. Ésa sería la escisión. Y luego ya como coda, y para saber qué opinas, la idea ésta del no actuar de los estoicos, la ausencia de deseo, que no quieren ni ser sumisos ni rebelarse, sino ninguna de las dos.
A-Eso no tiene sentido, porque existe, y la existencia implica esa lucha por subsistir, aunque sea callándose, parándose, o lo que sea. En cuanto a lo demás, estamos en estos dos niveles de astracción, y he hablao sobre todo de la contradicción o guerra como costitutiva de la Realidad; precisamente de la Realidad, que no puede ser otra cosa, no puede tener otra verdad más que la división, la contradicción. Luego lo otro, a lo que las proclamaciones del propio Heráclito aluden, es más amplio, es simplemente hacer costar que razón al mismo tiempo está en las cosas, porque por ejemplo se manifiesta en forma de esta contradicción o de otros acuerdos, y por otro lado está fuera, porque justamente es ella la que habla de y trata de las cosas. Las dos cosas tienen que ver entre sí, pero vamos, son dos. Sí.
-La sumisión ¿no significa parte de la rebeldía? Cuando se habla tanto del aburrimiento, que la gente habla del aburrimiento, ¿no será que está más sumisa? O sea, que la sumisión significa más aburrimiento.
A-Bueno, cuando uno se aburre está bastante sumiso tal vez, pero cuando para no aburrirse se divierte, entonces está mucho más todavía, entonces es cuando pasa a un grado de sumisión más alto. Al Orden no le gusta que la gente se aburra por las buenas, ¿eh?, y por eso le vende diversiones a todo pasto. Bueno, se ha hecho muy tarde, tenemos que dejarlo, de manera que............ Sí.
-Es que me he acordao de que antes les he dicho a unos chicos que iban a Sol que llevaban pancartas, y yo saqué una pancartilla que saqué hace tiempo que ponía “Demos contra Cracia”, y les he dicho “podéis poner eso”.
A-¿Se les había ocurrido a ellos, o se lo dijiste?
-No, se lo he dicho yo porque se me ocurrió hace tiempo.
A-No sé si se atreverán.
-No, les ha parecido muy bien.
A-Está bien, es una buena ocurrencia, Ana, gracias.
-¡Agustín! ¿Quién te quiere a ti?
A-Pues no se sabe, eso no se sabe.