01.06.2011
Agustín García Calvo
Ateneo de Madrid
Tertu284-1-6-2011#Tertu284-1-6-2011.mp3
- La cuestión del amor, o situación en que de alguna manera dos se unen, como sitio por donde aclarar la disolución del uno. Amor, pareja, entidad de uno.
TRANSCRIPCIÓN:
Seguimos aquí en la tertulia, en esta guerra contra la Realidad, por las cuestiones que nos traían, que era sobre todo volver a demostrar cómo uno no es uno, es decir, un ataque contra las ideas de individuo, de persona, que tanto nos cargan, de forma que esto nos hace pensar, como ya otras veces, que el psicoanálisis es una actividad política, el psicoanálisis entendido etimológicamente como “disolución del Alma” o “disolución del Yo”. Creo que la condición política de este intento no puede estar más clara: es justamente la persona, el individuo, el cada uno, el ser cada uno el que es, el creer que sabe lo que quiere, que sabe lo que vende, que sabe lo que compra, que sabe lo que vota, el fundamento del régimen que padecemos actualmente, de manera que no hacen falta muchas más señas ni razones para reconocer la condición política de esta disolución del alma. Lo hemos venido encontrando estos días por varios caminos, y ahora os voy a proponer encontrarlo también, decirlo lo más claro posible, por el camino del amor; por el camino del amor, es decir, la situación en que de alguna manera dos se unen, sea lo que quiera decir esto de “se unen”. Dos se unen, de cualquier manera que sea, es decir, se hacen uno, y es esta situación del amor la que va a servirnos un rato como sitio por donde aclarar la disolución del uno. Es por tanto algo en cierto sentido al revés de aquella idea del amor que en “El Banquete” Platón ponía en boca de su Aristófanes, su personaje Aristófanes, y que muchos recordaréis: era aquella génesis del amor que él proponía, según la cual es que en otro tiempo, al principio, éramos uno, pero algo (un azote del cielo, una venganza, o lo que fuera) nos partió en dos. De manera que éramos más bien redondos, cilíndricos, y el rayo nos dejó partidos en dos, la espada justiciera, de tal forma que desde entonces cada uno de esos dos anda buscando juntarse con el otro para completar la redondez originaria, y que de esa manera, en la unión de los dos en uno, el uno sea verdaderamente uno. Os lo recuerdo brevemente, pero sirve bien como contrapunto. Lo que os estoy proponiendo es justamente lo contrario, es decir, que tenemos que partir de esta situación, real, en la sociedad humana, en que el conjuntamiento de dos en uno llamado pareja o como se llame, es un fundamento indispensable: yo no recuerdo con claridad ninguna forma de tribu o cultura en que la pareja no esté presente de una manera como elemento de ordenación, como elemento de orden de la sociedad, y desde luego un fundamento, algo muy profundo en la ordenación social. Entonces lo que os propongo es ver qué pasa con el Amor, qué pasa con la pareja.
Parece que podemos decir que en el conjuntamiento, en la pareja, cada uno de los dos, en lugar de reducirse con el otro a uno, al revés: se desdobla de una cierta manera, de manera que todas la contradicciones y dobleces que en el individuo aislao podían darse, en la pareja sencillamente se reduplican, se dan, por así decir, a dos bandas; se dan a dos bandas la una con la otra, y ya entendéis desde aquí lo complicado que es que aquello que en uno es la parte superior del alma se combine con la parte superior o con la inferior del otro o de la otra, y cómo desde aquí, aunque aquí esté dicho geométricamente, se pueden dar a partir de ahí todos los desastres que son de sobras conocidos en la istitución de la Pareja por todas partes por donde la queráis mirar, y en la istitución del Amor.
Para entenderlo mejor tengo que volver a recordar algunas de las cosas que hemos ido descubriendo de cómo uno está costituído en varios, en estratos diferentes, de los cuales uno es el más alto, el más sublime, aquel en que uno es uno de verdad, en que uno es el que es de verdad y sin lugar a dudas ni a aproximaciones ni a desmentimientos de ninguna parte. Esta es la parte de uno a la que correspondería ese tipo de amor al que podemos llamar el Amor de verdad, el Amor en ese sentido sublime, y que por tanto, como Dios mismo, es eterno, es decir, que comprende el tiempo como un todo, es todo el Tiempo, y no se plantean para él los avatares y dudas de lo pasajero, y ése es un amor con el que hay que contar, este Amor mayúsculo, como Dios, este Amor de verdad, el que es total, el que es eterno. Tenemos que contar con él porque, aunque tenga esta condición ideal, sublime en ese sentido, sin embargo se manifiesta, está presente de algún modo en la Realidad, en la existencia corriente, es decir, que sigue jugando su papel este ideal del Amor de verdad en cualesquiera relaciones que se nos presenten. En la declaración de amor, en el “te quiero”, que tiene esta condición sacramental de que es intocable, no se puede añadir “mucho”, porque se estropea, y entonces la declaración no funciona, la declaración es “te quiero”. Es decir, ¿qué es la esclusión del “mucho” o del “poco”?: pues es la presencia del sí o no, que es justamente a lo que se refiere el Amor de verdad y el ser de verdad de cada uno. De manera que no es que sea real, no es que, como dicen a veces algunos ilusos, exista o no exista, que quiere decir “pertenezca” o “no pertenezca” a la Realidad: no pertenecerá, pero está, como todos los demás ideales, incidiendo en ella, interviniendo en ella a cada paso, y justamente en la declaración sacramental de Amor de alguna manera está detrás este ideal, y si no, la declaración no tendría sentido. Después vendrán todas las literaturas, novelas, filosofías, diciendo si ese amor que está ahí en realidad es de verdad o no lo es, si lo quiero de verdad o no lo quiero, si la quiero de verdad o no la quiero, pero desde luego en el acto que llamo sacramental de la declaración está de alguna manera presentándose esa idealidad, interviniendo en la Realidad.
Eso es lo que toca a las partes digamos superiores, sublimes, en donde uno es de verdad uno, una es de verdad una, y en ese sentido a veces, por ejemplo en el momento de la decisión, de la declaración, parecen estar de acuerdo los dos en que participan en la misma fe, en que tiene sentido en realidad lo de “lo quiero”, “la quiero”, o “no lo quiero”. No tengo que recordaros, en un paréntesis político, no hace falta, que ésta es justamente la manera en que la fe y los ideales están continuamente costituyendo la Realidad y engañándonos con ella. De poco servirá que después vengan todos los desacuerdos, y que se descubra que el que decía “la quiero” no la quería de verdad, y cualesquiera otras cosas por el estilo, las desgracias que ya conocéis; de poco sirve, porque de hecho ya la presencia del Ideal ha entrado para costituir (la pareja, por ejemplo) y para engañar respecto a la presencia del Ideal en la Realidad.
Bueno, luego, frente a esto, hay por la parte de abajo de uno......... Tenéis que concebir siempre simplemente el Yo, el Alma, como algo de tipo piramidal, que tiene por arriba un punto, que es el de lo sublime, el de lo verdadero, y que por abajo está sencillamente abierto; abierto a lo que no es Realidad, a lo que se sale de la Realidad. Por esa parte de abajo por el contrario hay un amor que lo que desea, lo que le hace a uno desear, es deshacerse, perderse en lo sin fin, desleírse (por decirlo por con un símil físico, pero que creo que no es inepto), desleírse en ese descubrimiento de que uno no es de verdad uno, sino que es siempre más y menos que uno, y que por tanto está presto a perderse por ahí abajo, por esa parte donde la pirámide se abre a lo desconocido, a lo sin fin. Tampoco esto pertenece propiamente a la Realidad, pero como la Realidad no está bien hecha del todo, ni la costitución social humana, por supuesto, ni la istitución de la pareja fundamental, resulta que desde abajo se está colando siempre algo de este deseo, generalmente inconfesado, de perderse. A veces confesado con equivocación: perderse el uno en la otra, perderse la otra en el uno. Os suena también esto, ¿no?, esto aparece por todas partes en la realidad cotidiana, en las novelas, y dondequiera que sea. De manera que está siempre desde abajo amenazando la fe en el Amor este deseo sin fe, este deseo abierto a lo desconocido, que es el de vivir de veras, morirse de veras, perderse; perderse, no en la otra o en el otro: perderse en lo otro, en lo que no es la Realidad, aunque a veces uno mismo lo interprete de maneras equivocadas.
Bueno, pues ya sabéis que la Realidad está en el medio, por así decir, está costituída por el choque entre lo de Arriba y lo de abajo, y esto que decimos de la Realidad en general se dice del Yo, del Alma de cada uno: también su parte de real, de existente, está costituído por una lucha entre el Amor de verdad y el amor de perdición; una lucha, y, como sucede en las guerras reales, un compromiso, un compromiso al que se llega. De forma que es justamente la manera en que las parejas normalmente en este mundo aparecen mal que bien costituídas, de manera que han renunciado de alguna manera a la verdad, han renunciado también al vivir de veras, al perderse en lo sin fin, al deseo, al desnudo deseo; han renunciado a lo uno y lo otro, y se han quedado con esta cosa intermedia que es lo que en la Realidad se nos da, es decir, un relativo acuerdo o conformidad, de tal manera que en unos casos, en las parejas bien costituídas, eso se haga una especie de costumbre, una costumbre donde ni hay amor de veras ni hay perdición de veras; una costumbre que subsiste, y en los casos en que todavía los individuos andan sueltos, la misma conformidad manifestada como prostitución, es decir, igualmente someterse al dinero: comprar: comprar a las mujeres que se venden, o a los hombres que se venden, en algunos casos, y ambas son maneras de compromiso, de conformidad, de contentamiento, con lo que en la Realidad se nos da. Así es como se presenta: ceder al dinero, lo mismo en el matrimonio que en la prostitución, de maneras distintas, y el dinero es la Realidad, la cosa de las cosas. De manera que es en eso en lo que la situación normal de las parejas y del Amor consisten.
Este acuerdo, costumbre, resignación, al dinero, con frecuencia no marcha bien, ya lo sabéis, y eso da lugar entre otras cosas a los actos violentos, a los crímenes, que de una manera especialmente imbécil los Medios llaman “violencia de género”, acudiendo a la palabra “género”, que es un término gramatical, para tratar esta cuestión de amor, o de sexo, o lo que sea, como “violencia de género”. Son simplemente manifestaciones de que, claro está, esa conformidad de que os estoy hablando, como todas las demás conformidades en las que el Estado y el Capital se asientan, está fundada en la mentira, se asienta en la mentira, y la mentira tampoco en la Realidad triunfa nunca del todo, que si no estaríamos ya al cabo de la calle y no habría necesidad de ordenarnos. Nunca triunfa del todo, y a veces se manifiesta de maneras violentas de ésas, otras veces de maneras no tan violentas, con hastíos, con descontentos que dentro de la pareja se dan, y todos los conocéis igual que yo, de manera que no hace falta insistir en ello.
Os voy a mostrar ahora un poco esta disolución del amor en tres estadios que corresponden a la disolución del alma de cada uno y cada una, a través de cosas que me he acordado que los poetas han dicho por un lado y por el otro, por el lado del Amor sublime, el de verdad, y por el lado del amor de veras de perdición. Uno es uno de los sonetos de Shakespeare, que dice así en mi versión: “¡Que a matrimonio de alma y alma verdadera/ no haya impedimento! No es amor amor/ que al encontrar alteraciones él se altera/ o se agacha a cavar con el demoledor.// Oh, no, él es hito fijo que por siempre dura/ mirando a la borrasca que a sus pies se estrella;/ es para toda errante barca la alta estrella,/ cuyo valor se ignora, aunque toméis su altura.// No es juguete del Tiempo amor: si labios granas/ caen bajo el compás y filo de su aguja, él no se amustia con sus horas y semanas,/ sino hasta el borde del abismo aguanta y puja.// Si todo esto es error y contra mí probado,/ yo nunca he escrito, y nunca ningún hombre amado”.
Bueno, como veis de una manera bastante desesperada para Shakespeare, el matrimonio de alma y alma verdadera, el Amor en el primer sentido que he dicho se manifiesta claramente, y el pareado final del soneto (“si todo esto es error y contra mí probado,/ yo nunca he escrito, y nunca ningún hombre amado”) es relativamente prudente, porque efectivamente tal vez niega que en realidad tal cosa se pueda producir, y por tanto el soneto trata de anular su propia escritura (“yo nunca he escrito, y nunca ningún hombre amado”), pero en los tres primeros cuartetos lo dice de las maneras más claras, es una verdadera proclamación de lo que es Amor de verdad.
Lo que se me ha ocurrido es contraponéroslo con otra manifestación poética, pero como habéis visto en el primero lo que está jugando es esta istitución humana del Tiempo, el Tiempo humano, del que hemos estado discurriendo tantas veces aquí. En este primer caso, en el soneto de Shakespeare, se niegan las horas y las semanas, es decir, la Realidad del Tiempo habitual y conforme, el de los relojes y los calendarios, para en cambio proclamar la Eternidad, como para Dios en la vieja Teología. Ése es el amor que es Amor de verdad. Esta istitución del Tiempo humano es, como los que me acompañáis recordáis bien, el saber de la muerte, que parece que es una propiedad específicamente humana que a nada más se le puede atribuir, el Futuro, que no es más que muerte, en el cual el Tiempo mismo está fundado, el Tiempo en primer lugar vacío, el Futuro, donde no pasa nada, y que después arrastra consigo a la vaciedad también todo lo que ha pasado, aunque nunca lo consigue del todo, porque siempre queda algo de memoria viva.
En este otro tratamiento del tiempo veremos cómo las cosas van del revés, lo oiremos. Es un poema de Catulo que a muchos de vosotros os sonará: “Vivamos, Lesbia mía, y nos amemos,/ y el que gruñan tan serios los señores/ en total nos importe dos cominos./ Soles pueden morir, y nacen soles./ Cuando aquí se nos fue esta lucecita,/ noche eterna dormidos nos queda sola./ Dame besos y mil, y luego ciento,/ luego mil otra vez, de nuevo ciento,/ luego mil sin parar, luego otros ciento./ Luego que hecho ya hagamos muchos miles,/ confundamos la cuenta, no sepamos/ ni algún malvado nos pueda echar mal ojo/ cuando sepa que había tantos besos”.
Éste es pues el ejemplo que nos suministra Catulo. La aspiración al sin fin, la rotura con el Orden social y la conformidad con que eso es todo, está bastante clara. La cosa se dice de una manera tan desesperada como apasionada. Se va a buscar aquí, en el amor, no la costitución de una pareja, por cierto, sino en cierto modo esactamente lo contrario: la descostitución, no solo de la pareja, sino de uno mismo con ella también. “Vivamos”, eso es justamente lo que no nos dejan hacer en la Realidad, nos lo han cambiado por Futuro. Esto pasa todos los días, y no hace falta que me miréis tan estrañados, porque lo sufrís igual que yo: nos lo cambian todos los días por Futuro eso de vivir, y en el Futuro no hay quien viva, ni los muertos viven en el Futuro. “¡Vivamos!”, por tanto, se proclama, contando con la complicidad, con la connivencia de la otra, valga lo que valga, Lesbia, se niega la censura, las leyes: “el que gruñan tan serios los señores/ en total nos importe dos cominos”. Esta negación es previa, y luego viene la cuestión del Tiempo: primero se recuerda que a nosotros hombres, a diferencia de lo que dice él que sucede con los soles, que se ponen, mueren, y vuelven a nacer, a nosotros una sola lucecita que se nos va, y ya nos queda una noche eterna a dormir.
Bueno, aquí por tanto introduce la Fe, el Todo, la Fe en el Ideal. Se equivoca en cuanto a los astros, porque no tengo que recordaros que también el Sol y la Luna mueren, igual que nosotros; más despacio generalmente, con menos prisa, pero por lo demás lo mismo, pero por lo demás reconoce esta condición de la muerte humana, que efectivamente, si la Fe en lo de Arriba se mantiene, tendría que ser total, una muerte total, que es a lo que alude “la noche eterna, sola, que nos queda”. De ahí sin más pasa a los besos, que es lo que se da, y notad que de una manera, en medio de su pasión, muy astuta, primero apela a los números (“mil, luego ciento,/ luego mil otra vez, de nuevo ciento,/ luego mil sin parar, luego otros ciento”), de manera que parece que está contando con la Aritmética, que naturalmente es un fundamento del Orden, como sabéis: es en lo que está fundado no solo el Comercio, sino toda la Realidad, en la aplicación de la Aritmética, de los números, por la falacia de hacer como si la aproximación, que es lo único real, fuera todo. Pues parece que apela a ello, a esta confusión; para terminar desapelando, por supuesto: “luego que hecho ya hayamos muchos miles, confundamos la cuenta”. Esta manera de decir es lo que revela la aspiración a lo sin fin, a lo desconocido, a lo no contado, a lo que no se aviene a normas de la Realidad: “confundamos la cuenta, no sepamos nosotros mismos, ni alguno de al lado nos pueda echar mal ojo cuando sepa que había tantos besos”. Porque efectivamente, cualquier aparición del sin fin, del sin fin de besos o lo que sea, a cualquier hombre de orden, a cualquier ‘ínuidus’, como él dice, ‘malvado’, le tiene que parecer mal, tiene que irse contra ello.
Bueno, pues ahí tenéis los dos ejemplos contrapuestos que se me había ocurrido traeros, de manera que ahora ya veis bien cómo es la cosa. Antes de pasaros por tanto la voz hago un poco de resumen respecto a como el amor está costituído, y uno mismo está costituído. Hay desde luego en uno, uno que tiene fe en la verdad; tiene fe, pero tiene fe en que la verdad sea compatible con la Realidad, justamente lo que aquí hemos descubierto que no puede ser. Pero eso no le impide a uno tener fe, ser víctima de ideales más o menos claros, más o menos decididos, y ése es uno, ése es el uno que en otras sesiones lejanas descubríamos que su muerte, que sería en ese sentido total, es completamente inconcebible. Eso es lo que asoma cuando de vez en cuando, en lugar de pensar la muerte a lo realista, os viene un vislumbre, un vislumbre de muerte total, que corresponde a esa zona de vuestras almas que es uno por lo más alto, uno que es uno de verdad el que es, y su muerte es inconcebible. Eso está, y está por lo bajo, en eso en que la estructura se abre a lo sin fin, a lo desconocido, está el deseo nunca apagado del todo de vivir, de morirse, que es lo mismo, de ir viviendo, de irse muriendo, y que lo dejen a uno, que la Realidad le deje a uno, vivir, morirse. Eso también está en cada uno vivo, y hasta el más convencido, hasta el hombre de más fe, hasta el hombre dedicado como se dice “en cuerpo y alma” a los negocios o al gobierno, no hay ninguno, ni aún de esos, al que se le pueda del todo privar de ese deseo de vivir de verdad y de no contar las horas, de no contar los días, de no tener ningún futuro por el que preocuparse, que es a lo que podríamos llamar vivir. A nadie le pasa eso, y está, y forma parte de uno, lo está a uno deshaciendo y perturbando costantemente, para eso está, pero está ahí. Y luego en el medio, pues nada, tenemos la realidad de uno, es decir, la persona corriente con su Documento de Identidad, con su Nombre Propio, costituyendo su pareja de una manera ortodoxa, más o menos aguantándolo bien o mal, reconociendo todas las otras formas del Orden.........en fin, la realidad de uno, que está en el medio, y cuyo amor no consiste ni en nada verdadero, ni en nada sin fin, sino que consiste en la conformidad que antes os he recordado, que unas veces es la pareja ordenada, pacífica, otras veces la prostitución, y en todo caso la sumisión al dinero, con los accidentes habituales a que el Orden está acostumbrado en todos los sitios: a las violencias, los desgarros, que de vez en cuando se presenten..................eso, la Realidad.
Bueno, dicho de esta manera esquemática y contando por los dedos, en este sentido uno sería 3, y por tanto el amor estaría dividido en 3, que no casan el uno con el otro de ninguna manera: en la Realidad casan en el sentido de que se combinan a la fuerza, pero no casan lógicamente. De manera que en ese sentido uno sería 3, pero además, y con esto os voy a pasar ya la voz, ahí no termina la cosa, porque aparte de eso estoy yo; aparte de todo eso estoy yo, porque estas tres cosas son cosas de las que mal que bien he podido hablaros y podréis hablarme ahora dentro de un momento vosotros. Mal que bien, pero aparte de eso está el que habla de ellas: yo. Los que me acompañan ya recordáis esto: yo tiene esta gracia de que no es El Yo. “Yo no soy El Yo”, esto es algo que no puede menos de salirle a uno, y por tanto El Yo que se ha costituído de esa manera queda ahí fuera como un Tema, y luego estoy yo, que en cuanto lo digo no soy nadie; no soy nadie, ni verdadero, ni real, ni infinito. No soy nadie, yo que lo dice, y yo que no soy El Yo, porque El Yo no es yo, aunque lo pretenda muchas veces. El Yo no es yo.
Pues con esto os dejo, de manera que ahora, sobre cualquiera de las cuestiones de amor, pareja, entidad de uno y demás, podéis soltarme lo que os venga a los labios, y bueno, ojalá os salga de esa manera que decimos aquí que es el dejarse hablar en lugar de soltar ideas. Ya, adelante.
-Maestro, yo no puedo estar de acuerdo en todo lo que ha dicho, y solamente quiero oponer a sus argumentos una realidad: si verdaderamente hemos estado hablando de algo que sea real, desde luego no ha sido el amor, porque el amor es una función química, orgánica, biológica............
A-¿Pero no te has dao cuenta de que hemos estado hablando de lo real, que es lo que está en medio de lo de Arriba y lo de abajo? ¿Por qué me dices que hablamos de algo real?
-Estamos hablando de una apariencia, porque el amor en realidad no se sabe lo que es, y si hay alguien que quiera hablar con sabiduría de algo, lo primero que tiene que hacer es renunciar a saber qué es el amor, porque el amor nadie lo ha podido esperimentar. Simplemente lo que tenemos entre manos es una apariencia o un proyecto de algo, pero que escepcionalmente se da por ejemplo como cuando se descubre la radiactividad, y que por un hallazgo, por una cuota de azar, pues Madame Curie la encuentra al final de su vida, como una secuencia final, pero que en realidad el amor exista yo por lo menos no lo creo.
A-No digas ‘en realidad’, hombre. Es que parece como si no has querido hacerme el favor de enterarte de la rotura de términos que yo he hecho, que lo he hecho porque efectivamente creo que son mentirosos y que están mal empleados. En que no sabemos, sea de lo que sea, en eso estoy contigo y estamos de acuerdo, y si lo de estar de acuerdo te satisface con eso, pues no sabemos. Aquí lo que se hace en esta tertulia es tratar de romper algunas mentiras notorias, y en torno al amor hay muchas, y la segunda parte de lo que has dicho es una de ellas. La primera no, la primera de decir que no sabemos, y que, como dice el soneto, “ningún hombre amado”, cuando no es de verdad. Lo segundo que has sacado, que lo has comparado con los descubrimientos científicos, lo siento, pero eso ya pertenece a los engaños habituales con que nos hacen conformarse: un proyecto, un futuro......... ¡bah!, no merece la pena volver sobre ello. ¡Más, más, entre tanto!
-¿Tiene algo que ver la clasificación que has hecho con el discurso de Eros y Thánatos?
A-¿Con lo de Freud? ¡Claro que tiene que ver! Bueno, de entre lo que suelo aprender en los escritos, de los escritos de Freud es de aquellos de los que más he aprendido, y así lo confieso a cada paso, pero por supuesto que pienso que en esa especie de reducción a Metafísica del psicoanálisis que viene a dar en lo de Eros y Thánatos, pues se equivocaba, se sometía a maneras de hablar más o menos filosóficas, y por tanto engañosas. Tal vez no merezca ahora la pena detenerse ahora demasiado en eso. Veis en cambio que recojo el término psicoanálisis y que le doy este sentido simplemente prolongando, exacerbando lo que en la creación misma del psicoanálisis se daba, pero lo de Eros y Thánatos, no. ¿Qué más?
-Yo quería hablar un poco de lo de la multiplicidad y lo de uno, porque parece que tanto en un verso como en el otro aparece por ahí esa cuestión, y se me ocurría aquel versito que decía: “¡cuánta gente en esta cama: tu padre, mi madre, mi hermano, tu hermana, mi marido, y tu mujer! Ya somos seis. ¡Cuánto lío, amor! Entre tu y yo con tanta gente no podemos ya mirarnos frente a frente”. Y es que eso es lo que pasa, que resulta que tu y yo, que no seríamos nadie, que sería una especie de amor de disolución o de perdición..............
A-¿Tú y yo?
-No, tú y yo personalmente, no.
A-No lo tomaba así, digo tomado en general. Tú y yo, ¿iba a ser un amor de perdición?
-Cuando son tu y yo puramente gramaticales, que son cualquiera, podría accederse a eso que se llama el amor indefinido, que no tiene ni siquiera persona o sexo.
A-Perdona, pero “yo+tu” no tiene ()
-Cuando yo Fulanita de tal quiero a Fulanito de tal, ya aparecen los seis: “cuánta gente en esta cama: tu padre, mi madre..........”.
A-¿Pero no te das cuenta de que eso que comentas es simplemente un incidente de la Realidad? Hay algunos a los que no les gusta que la suegra viva con él, a otros en cambio les parece bien, y hasta le traen sobrinos al mundo, pero ¿qué coños importa eso?
-No entiendes lo que quiero decir, y aquí pasa lo mismo con la cuestión del Nombre Propio, y la de () de no ser nada más que un nadie, no ser nadie.
A-Veo que no has oído bien, calla un poco.
-Vamos a ver, le oí decir una vez a una señora muy sensatamente que ella ya no distinguía amor de amortización, y si se guía por querer querer, por seguir queriendo, tenía que amortizarse al tiempo invertido, porque era eso lo que le pedía el cuerpo, y eso a mí me dijo bastante, porque realmente la mayoría de esas cosas duran, en eso que se llama el Purgatorio Conyugal, o lo que sea, y será por eso, por lo de la amortización.
A-Sí, estás hablando del amor sometido al Tiempo, a la Realidad, que juntan o no juntan los dos sueldos, y todo eso. Déjalo por ahora. Adelante.
-A mí me gustaría que habláramos de la pareja al uso tal como se conoce como pieza costitutiva importante de la Sociedad, que a mí me suena mucho siempre a posesión, es un fenómeno posesivo, lo mismo que se tiene una casa, o lo mismo que se tiene..........
A-Lo he presentado no solo positivo, sino fundamental, hasta el punto de que he dicho que no recuerdo yo que de verdad................... Hombre, los esploradores de fines del 19, del siglo pasao, cuentan de entre los Trobriandos y los polinesios sitios donde parece que faltaba del todo la pareja, todos habéis leído algo de eso, ¿no? Que habían desarrollao la astucia de que el que hacía la función de padre era el tío, el hermano de la madre, para que el padre no tuviera nada que hacer, pero eso mismo ya se ve que no niega del todo: revela una reacción contra la pareja, pero por lo demás, y dejando las posibles escepciones, es fundamental, y no creo que haya ninguna otra istitución más primitiva que la de la pareja. La pareja, que en su forma más normal, en la que juega la diferencia de sexos, a la que las otras pueden fácilmente reducirse, consiste en aquello que hemos dicho muchas veces en que la Historia comienza, es decir, el sometimiento, la dominación de las mujeres por parte del sexo fuerte, de la del sexo del Padre; la dominación, el sometimiento, la venta, la conversión, como Engels decía, de las mujeres en la forma más primitiva de dinero, siendo las mujeres la forma más primitiva de dinero. En fin, pienso en todo caso que la Historia propiamente dicha, desde que hay escritura en el mundo, unos diez mil años, la Historia propiamente dicha arranca de la sumisión de las mujeres, de la dominación, del sometimiento al Señor. No solo positiva: más. ¿Qué más, por ahí?
-La mujer parece que siempre ha tenido el ideal del amor mucho más alto que el hombre, el hombre siempre ha estado más con los pies en la tierra, según parece.
A-Hombre, no digas eso. Vamos, hay casos de hombres donde el Ideal está por lo alto. Las mujeres generalmente, incluso poetisas y eso, sus obras de amor son mucho más terrenales, no se ponen tan por lo alto, pero léete las fábulas de los trovadores acerca del Palacio de Amor, y cómo se sube por unas escalinatas, y............
-Y la maternidad, que parece más bien de las mujeres, ¿no habrá hecho que ese ideal del Amor, aunque luego sea mentira, sea más de las mujeres?
A-Pero no sé por qué dices ‘ideal’. No es el ideal. Ideal es el del amor de los trovadores, tú estás hablando de otra cosa.
-A lo mejor estoy hablando de otra cosa, pero la maternidad parece que sí que tiene que ver con que en la pareja la mujer mande más.
A-Las mujeres están sometidas desde el comienzo de la Historia. Sometidas, y su condición de sometidas ya sabéis lo que da consigo. No vamos a volver ahora a la denuncia de los feminismos mal entendidos y todo eso............
-() aspiran a convertirse en hombres, como ahora.
A-Sí, sí, por ejemplo.
-Lo que dice Isabel, que ha sacado esto de la relación de la madre con el niño, no va muy descaminao en el sentido de que la primera relación dual o de desdoblamiento o parto que se produce, la partición ésa a la que se refiere también así más traído por los pelos lo de la media naranja de Platón, pero que anterior a eso está el hecho del desdoblamiento o parto de un cuerpo que sale de otro, que está dentro de otro, que es el nacimiento del hijo, y esa relación madre/hijo, hijo/madre, está en la raíz luego de cuajar eso del ideal del 2, de la cuestión del 2.
A-¡Pues no lo entiendo! Te confieso que no lo entiendo. Bueno, ya se formulará mejor, pero de momento no lo entiendo. Uno de los trucos eternos de los dominadores ha sido justamente eso: reducir a las mujeres a la condición de madres o futuras madres, de manera que no conviene sacarlo aquí, en una tertulia donde procuramos no ser en ningún momento representantes de las ideas dominantes de los Señores, sino () más bien de las mujeres. Que a las mujeres libres les vayas con el cuento de que lo que son esencialmente son madres futuras, supongo que a las que tengan algo de sensibilidad les echará para atrás lo primero; les echará para atrás lo primero, porque por debajo hay algo que no es eso. ¡Más, por favor!
-En toda esta cuestión del amor y de la maternidad, me parece difícil desconjugar o desviar la maternidad de la pareja, porque eso sería un escándalo en esta Sociedad. Y aparte de todo, ¿cómo hacerlo sin asignarle a la mujer la maternidad como un sometimiento más?
A-Bueno, no sé por qué dices eso, porque justamente en el Progreso estamos, que ya la maternidad está tan consentida y protegida que cualquier mujer puede dedicarse, si le parece ser madre, sin contar ni con pareja, y hasta con inseminación artificial, para llegar al estremo del Progreso, de manera que no, no va por ahí la cosa. El Progreso va justamente por otro lado, y estamos contra él. Sí.
-¿Qué es primero? ¿La posesión? ¿Los celos? ¿O el sentimiento de que uno es uno, y.........? No sé si se entiende la pregunta.
A-Adelante, adelante, esplícate un poco más.
-Es que antes han estado hablando de la posesión, del querer poseer al otro, y eso forma parte....
A-No, no, no hemos hablao de eso.
-Que si es primero eso, o los celos lo causa eso, o es al revés. O bueno, ¿qué son los celos? ¿Tiene que ver con que uno se crea que es uno? Era eso.
A-Sí, es el piso de arriba, y los celos son tan imposibles e inconcebibles como la muerte. Si uno es uno, si está claro que uno es uno, que el que el otro que le hace a uno ser uno deje de hacerle ser uno, sería muerte, una muerte inconcebible. Los celos que tu conoces bien, y que conoce cualquiera, se refieren a la zona intermedia, a la Realidad, y en la Realidad estamos en el trance del dinero, y efectivamente la posesión: los celos están ligados a la pérdida de la seguridad en una pareja que ello puede traer consigo, y esto de una manera muy directa, y esto es Economía, esto es pura Economía. Lo que pasa es que.........todo el mundo lo sabemos: aunque efectivamente los celos sean una cuestión de posesión, de Economía (“si se va con otra es que entonces ya no es el mío, y yo dejo de ser la suya”, y esto es todo ello pura Economía), pero aun con todo y con eso todo el mundo sabéis que se dan celos rabiosos de vez en cuando. ¿Cómo es que se pueden dar celos rabiosos, es decir, pasionales de verdad?: porque por la parte de abajo no estamos bien cerrados del todo, y lo mismo que nos queda, a pesar de las Istituciones, algo de deseo vivo, de vivir y todo eso, pues eso mismo hace que los otros sentimientos, aunque sean económicos y artificiales, puedan volverse ocasionalmente rabiosos en ese sentido, pasionales. Si te quedan dudas, sigue preguntando. ¿No? A ver.
-Yo lo que quiero saber es cómo luchar contra este tipo de realidad que nos está imponiendo el Estado del Bienestar, porque como dices tú, el ideal es la punta de la pirámide, y lo desconocido está aquí, pero lo conocido, que es el Estado del Bienestar.........
A-La Realidad.
-.......se manifiesta de una manera totalmente brutal, y solamente haciendo combinaciones cuantitativas para que se llene todo esto, y sin embargo lo que está debajo, que en teoría es desconocido e infinito, sin embargo yo no soy capaz de verlo, y lo que siento es una opresión brutal de todo esto, y cada vez más, y entonces tiendo a definirme y a decir que no hay salida, y que es el fin de la Historia y que no hay más. Además, es que cada invento que se hace es para tener todo atado y bien atado, y muy bien afianzado, y que por cojones entres al sistema. Entonces, ¿cómo romper esto? Porque esto parece como un barco que se ha dao la vuelta y lo único que hay es pequeñas burbujas de aire de las que puedes respirar, pero para mí es agobiante este tipo de sistema.
A-Eso es la Realidad. Prescindo de la comparación histórica de decir “es peor que nunca”, porque no podemos tampoco hacerle eso a nuestros abuelos, ese daño. Puede que siempre en cierto sentido, desde hace diez mil años, desde el comienzo de la Historia y la Escritura, desde la fundación de la pareja, siempre haya sido con las manifestaciones más tremendas, pero desde luego el Progreso trata de confirmarlo cada vez más, y todos los síntomas que has presentado son síntomas que cualquiera siente. Es el sistema que nos toca, y es agobiante. Y cómo se rompe con esto, pues ya lo has visto, yo lo he estao haciendo, yo lo he estao haciendo este rato: desde el momento en que () atenerme a la convicción de que la Realidad es todo lo que hay, os he mostrado cómo la Realidad no es más que una especie de lucha o costitución entre lo que está por encima de la Realidad y lo que está por debajo, y eso la desautoriza. Por decirlo en menos palabras y sin entretenerse en esto: ¿cómo se rompe con esto?: pues gracias a que el Estado del Bienestar y cualquier Estado y el Capital y cualquier Capital necesita la fe, y si no hay fe se hunde, y por eso los Medios te tienen que estar predicando la fe todos los días. Si estuvieran seguros no tendrían que predicar nada acerca de la Realidad, pero necesitan la fe: el Capital sin fe, sin futuro, no es nada, y el Estado por tanto tampoco es nada, y ésa es su debilidad. A la fe se la mata hablando, es decir, lo que aquí proponemos, dejándose hablar, no repitiendo las ideas habituales, pero no hay otra arma, no hay otra arma que el razonamiento, el razonamiento suelto, el descubrimiento de la mentira. La mentira es necesaria para el Orden, y a la mentira se la desmiente razonando, hablando, no hay otro modo. Bueno, tal vez se nos ha hecho muy tarde, ¿no?, no sé si queda algún..................
-Y ese sentimiento de rotura, de celos y esto que hemos hablao antes, ¿eso es propio del Hombre, o los animales también lo esperimentan?
A-Sí, vamos, en los () de los animales, eso se da, la competitividad entre machos por conquistar la hembra. Se puede decir que es antropomórfico, que simplemente lo interpretamos bajo el prisma de lo que es la pareja y los celos en la Sociedad, pero bueno, en esa visión que tenemos, la visión que la Ciencia nos da, la observación nos da, hay que reconocer presencia de algo que por lo menos se deja comparar con nuestros celos y nuestras parejas, no hay inconveniente. ¿Qué más?
-¿La amistad sería un tipo de amor mejor que el de pareja?
A-No tiene que ver. Yo me he atenido al amor, y amistad no lo pondría ahí, ¿no?, amistad para mí es simplemente lo que deseo que haya aquí mismo entre los que estamos en la tertulia o en las asambleas que duran o duraban en la Puerta del Sol: comunidad. Otro tipo de amistad es comercial, conveniencia, y se da, como en la pareja también, pero una amistad de veras no es más que comunidad, desentendimiento de las diferencias personales a favor de algo que se encuentra como común entre lo uno y lo otro. ¿Quedaba alguna cosa?
(Pequeña interrupción)
-Parece que el amor del que nos has hablao hoy es un poco distinto a aquello que se dijo un día aquí de que el amor era interacción entre las cosas.
A-Ah, es que me he referido al humano, he hablado de los hombres y mujeres, como habéis visto. Habrá que volver otra vez a ver cómo eso se relaciona con esa concepción de la Realidad, no humana, sino general, como choque entre lo de Arriba y lo de abajo. No había lugar hoy para eso. Sí.
-Que digo yo que a lo mejor la solución a todo esto de la pareja sería la cosa inclusiva, como se hace en lo de Sol con el lenguaje: meter más gente, para que luego se termine.
A-Hay arreglos: unos se arreglan y se acarician, otros se apuñalan..........depende de los gustos, y la verdad es que no hay gran cosa para hacer. Sí.
-El amor ése que se da en ese nivel de abajo podría darse sobre todo sin esperar la contraprestación de sentirse amado, o sea, que podría ser un auténtico amor sin esperar ni desear que los otros te amen.
A-Es que cuando uno se pierde por debajo de la pirámide, uno se pierde. Es que ahí la delicia es perderse y descargarse de la carga de ser uno, y por tanto de ser dos.
-No, porque uno se busca a otro para salir de sí. Uno le dice a otro “¡Me pones fuera de sí!”, que eso se le dice siempre a la santa y al santo.
A-Sí, sí, ya he empezao por esplicar esto. ¿Nada más?
-Es que me estaba preocupando un poco la relación entre esto que ha salido de los dos pisos por donde se forja el amor luego real con lo de el hablar, porque está por un lao la declaración, el decir que sí es decir que no, o el decir o no decir, lo de sí o no, y por otro lado el dejarse hablar, hablar sin saber quién habla. Y entonces parece que con el hablar se nos ha liao de una manera especial a la gente, o a las mujeres, con lo del digo, o no digo, como si se planteara como una cosa que una vez que sale a la luz o se declara, lo que es la declaración, como que por la palabra a alguien le pueden pillar, y entonces............
A-En el curso del lenguaje cuando se habla de amor te encuentras de todo; te encuentras de todo, como te encuentras las dos posturas más estremas en lo de Shakespeare y en lo de Catulo. Te encuentras de lo uno y de lo otro: manifestaciones de fe (“¡lo quiero!”), o incluso juzgando a otros (“la quiere”), o manifestaciones de desconfianza y de conformidad (“bueno, nos entendemos, nos entendemos bien, vamos tirando”), y manifestaciones de desesperación; de desesperación por todas partes, y en el lenguaje se da de todo eso. Es un lenguaje real a su vez, es decir, un idioma, un idioma determinado, el que estamos hablando, donde se da todo eso, porque la lengua de verdad no es de este mundo, como sabéis.
(Pequeña interrupción)
A-Bueno, pues nada, si no se opone mucho el Señor, hasta dentro de 7 días.
Parece que podemos decir que en el conjuntamiento, en la pareja, cada uno de los dos, en lugar de reducirse con el otro a uno, al revés: se desdobla de una cierta manera, de manera que todas la contradicciones y dobleces que en el individuo aislao podían darse, en la pareja sencillamente se reduplican, se dan, por así decir, a dos bandas; se dan a dos bandas la una con la otra, y ya entendéis desde aquí lo complicado que es que aquello que en uno es la parte superior del alma se combine con la parte superior o con la inferior del otro o de la otra, y cómo desde aquí, aunque aquí esté dicho geométricamente, se pueden dar a partir de ahí todos los desastres que son de sobras conocidos en la istitución de la Pareja por todas partes por donde la queráis mirar, y en la istitución del Amor.
Para entenderlo mejor tengo que volver a recordar algunas de las cosas que hemos ido descubriendo de cómo uno está costituído en varios, en estratos diferentes, de los cuales uno es el más alto, el más sublime, aquel en que uno es uno de verdad, en que uno es el que es de verdad y sin lugar a dudas ni a aproximaciones ni a desmentimientos de ninguna parte. Esta es la parte de uno a la que correspondería ese tipo de amor al que podemos llamar el Amor de verdad, el Amor en ese sentido sublime, y que por tanto, como Dios mismo, es eterno, es decir, que comprende el tiempo como un todo, es todo el Tiempo, y no se plantean para él los avatares y dudas de lo pasajero, y ése es un amor con el que hay que contar, este Amor mayúsculo, como Dios, este Amor de verdad, el que es total, el que es eterno. Tenemos que contar con él porque, aunque tenga esta condición ideal, sublime en ese sentido, sin embargo se manifiesta, está presente de algún modo en la Realidad, en la existencia corriente, es decir, que sigue jugando su papel este ideal del Amor de verdad en cualesquiera relaciones que se nos presenten. En la declaración de amor, en el “te quiero”, que tiene esta condición sacramental de que es intocable, no se puede añadir “mucho”, porque se estropea, y entonces la declaración no funciona, la declaración es “te quiero”. Es decir, ¿qué es la esclusión del “mucho” o del “poco”?: pues es la presencia del sí o no, que es justamente a lo que se refiere el Amor de verdad y el ser de verdad de cada uno. De manera que no es que sea real, no es que, como dicen a veces algunos ilusos, exista o no exista, que quiere decir “pertenezca” o “no pertenezca” a la Realidad: no pertenecerá, pero está, como todos los demás ideales, incidiendo en ella, interviniendo en ella a cada paso, y justamente en la declaración sacramental de Amor de alguna manera está detrás este ideal, y si no, la declaración no tendría sentido. Después vendrán todas las literaturas, novelas, filosofías, diciendo si ese amor que está ahí en realidad es de verdad o no lo es, si lo quiero de verdad o no lo quiero, si la quiero de verdad o no la quiero, pero desde luego en el acto que llamo sacramental de la declaración está de alguna manera presentándose esa idealidad, interviniendo en la Realidad.
Eso es lo que toca a las partes digamos superiores, sublimes, en donde uno es de verdad uno, una es de verdad una, y en ese sentido a veces, por ejemplo en el momento de la decisión, de la declaración, parecen estar de acuerdo los dos en que participan en la misma fe, en que tiene sentido en realidad lo de “lo quiero”, “la quiero”, o “no lo quiero”. No tengo que recordaros, en un paréntesis político, no hace falta, que ésta es justamente la manera en que la fe y los ideales están continuamente costituyendo la Realidad y engañándonos con ella. De poco servirá que después vengan todos los desacuerdos, y que se descubra que el que decía “la quiero” no la quería de verdad, y cualesquiera otras cosas por el estilo, las desgracias que ya conocéis; de poco sirve, porque de hecho ya la presencia del Ideal ha entrado para costituir (la pareja, por ejemplo) y para engañar respecto a la presencia del Ideal en la Realidad.
Bueno, luego, frente a esto, hay por la parte de abajo de uno......... Tenéis que concebir siempre simplemente el Yo, el Alma, como algo de tipo piramidal, que tiene por arriba un punto, que es el de lo sublime, el de lo verdadero, y que por abajo está sencillamente abierto; abierto a lo que no es Realidad, a lo que se sale de la Realidad. Por esa parte de abajo por el contrario hay un amor que lo que desea, lo que le hace a uno desear, es deshacerse, perderse en lo sin fin, desleírse (por decirlo por con un símil físico, pero que creo que no es inepto), desleírse en ese descubrimiento de que uno no es de verdad uno, sino que es siempre más y menos que uno, y que por tanto está presto a perderse por ahí abajo, por esa parte donde la pirámide se abre a lo desconocido, a lo sin fin. Tampoco esto pertenece propiamente a la Realidad, pero como la Realidad no está bien hecha del todo, ni la costitución social humana, por supuesto, ni la istitución de la pareja fundamental, resulta que desde abajo se está colando siempre algo de este deseo, generalmente inconfesado, de perderse. A veces confesado con equivocación: perderse el uno en la otra, perderse la otra en el uno. Os suena también esto, ¿no?, esto aparece por todas partes en la realidad cotidiana, en las novelas, y dondequiera que sea. De manera que está siempre desde abajo amenazando la fe en el Amor este deseo sin fe, este deseo abierto a lo desconocido, que es el de vivir de veras, morirse de veras, perderse; perderse, no en la otra o en el otro: perderse en lo otro, en lo que no es la Realidad, aunque a veces uno mismo lo interprete de maneras equivocadas.
Bueno, pues ya sabéis que la Realidad está en el medio, por así decir, está costituída por el choque entre lo de Arriba y lo de abajo, y esto que decimos de la Realidad en general se dice del Yo, del Alma de cada uno: también su parte de real, de existente, está costituído por una lucha entre el Amor de verdad y el amor de perdición; una lucha, y, como sucede en las guerras reales, un compromiso, un compromiso al que se llega. De forma que es justamente la manera en que las parejas normalmente en este mundo aparecen mal que bien costituídas, de manera que han renunciado de alguna manera a la verdad, han renunciado también al vivir de veras, al perderse en lo sin fin, al deseo, al desnudo deseo; han renunciado a lo uno y lo otro, y se han quedado con esta cosa intermedia que es lo que en la Realidad se nos da, es decir, un relativo acuerdo o conformidad, de tal manera que en unos casos, en las parejas bien costituídas, eso se haga una especie de costumbre, una costumbre donde ni hay amor de veras ni hay perdición de veras; una costumbre que subsiste, y en los casos en que todavía los individuos andan sueltos, la misma conformidad manifestada como prostitución, es decir, igualmente someterse al dinero: comprar: comprar a las mujeres que se venden, o a los hombres que se venden, en algunos casos, y ambas son maneras de compromiso, de conformidad, de contentamiento, con lo que en la Realidad se nos da. Así es como se presenta: ceder al dinero, lo mismo en el matrimonio que en la prostitución, de maneras distintas, y el dinero es la Realidad, la cosa de las cosas. De manera que es en eso en lo que la situación normal de las parejas y del Amor consisten.
Este acuerdo, costumbre, resignación, al dinero, con frecuencia no marcha bien, ya lo sabéis, y eso da lugar entre otras cosas a los actos violentos, a los crímenes, que de una manera especialmente imbécil los Medios llaman “violencia de género”, acudiendo a la palabra “género”, que es un término gramatical, para tratar esta cuestión de amor, o de sexo, o lo que sea, como “violencia de género”. Son simplemente manifestaciones de que, claro está, esa conformidad de que os estoy hablando, como todas las demás conformidades en las que el Estado y el Capital se asientan, está fundada en la mentira, se asienta en la mentira, y la mentira tampoco en la Realidad triunfa nunca del todo, que si no estaríamos ya al cabo de la calle y no habría necesidad de ordenarnos. Nunca triunfa del todo, y a veces se manifiesta de maneras violentas de ésas, otras veces de maneras no tan violentas, con hastíos, con descontentos que dentro de la pareja se dan, y todos los conocéis igual que yo, de manera que no hace falta insistir en ello.
Os voy a mostrar ahora un poco esta disolución del amor en tres estadios que corresponden a la disolución del alma de cada uno y cada una, a través de cosas que me he acordado que los poetas han dicho por un lado y por el otro, por el lado del Amor sublime, el de verdad, y por el lado del amor de veras de perdición. Uno es uno de los sonetos de Shakespeare, que dice así en mi versión: “¡Que a matrimonio de alma y alma verdadera/ no haya impedimento! No es amor amor/ que al encontrar alteraciones él se altera/ o se agacha a cavar con el demoledor.// Oh, no, él es hito fijo que por siempre dura/ mirando a la borrasca que a sus pies se estrella;/ es para toda errante barca la alta estrella,/ cuyo valor se ignora, aunque toméis su altura.// No es juguete del Tiempo amor: si labios granas/ caen bajo el compás y filo de su aguja, él no se amustia con sus horas y semanas,/ sino hasta el borde del abismo aguanta y puja.// Si todo esto es error y contra mí probado,/ yo nunca he escrito, y nunca ningún hombre amado”.
Bueno, como veis de una manera bastante desesperada para Shakespeare, el matrimonio de alma y alma verdadera, el Amor en el primer sentido que he dicho se manifiesta claramente, y el pareado final del soneto (“si todo esto es error y contra mí probado,/ yo nunca he escrito, y nunca ningún hombre amado”) es relativamente prudente, porque efectivamente tal vez niega que en realidad tal cosa se pueda producir, y por tanto el soneto trata de anular su propia escritura (“yo nunca he escrito, y nunca ningún hombre amado”), pero en los tres primeros cuartetos lo dice de las maneras más claras, es una verdadera proclamación de lo que es Amor de verdad.
Lo que se me ha ocurrido es contraponéroslo con otra manifestación poética, pero como habéis visto en el primero lo que está jugando es esta istitución humana del Tiempo, el Tiempo humano, del que hemos estado discurriendo tantas veces aquí. En este primer caso, en el soneto de Shakespeare, se niegan las horas y las semanas, es decir, la Realidad del Tiempo habitual y conforme, el de los relojes y los calendarios, para en cambio proclamar la Eternidad, como para Dios en la vieja Teología. Ése es el amor que es Amor de verdad. Esta istitución del Tiempo humano es, como los que me acompañáis recordáis bien, el saber de la muerte, que parece que es una propiedad específicamente humana que a nada más se le puede atribuir, el Futuro, que no es más que muerte, en el cual el Tiempo mismo está fundado, el Tiempo en primer lugar vacío, el Futuro, donde no pasa nada, y que después arrastra consigo a la vaciedad también todo lo que ha pasado, aunque nunca lo consigue del todo, porque siempre queda algo de memoria viva.
En este otro tratamiento del tiempo veremos cómo las cosas van del revés, lo oiremos. Es un poema de Catulo que a muchos de vosotros os sonará: “Vivamos, Lesbia mía, y nos amemos,/ y el que gruñan tan serios los señores/ en total nos importe dos cominos./ Soles pueden morir, y nacen soles./ Cuando aquí se nos fue esta lucecita,/ noche eterna dormidos nos queda sola./ Dame besos y mil, y luego ciento,/ luego mil otra vez, de nuevo ciento,/ luego mil sin parar, luego otros ciento./ Luego que hecho ya hagamos muchos miles,/ confundamos la cuenta, no sepamos/ ni algún malvado nos pueda echar mal ojo/ cuando sepa que había tantos besos”.
Éste es pues el ejemplo que nos suministra Catulo. La aspiración al sin fin, la rotura con el Orden social y la conformidad con que eso es todo, está bastante clara. La cosa se dice de una manera tan desesperada como apasionada. Se va a buscar aquí, en el amor, no la costitución de una pareja, por cierto, sino en cierto modo esactamente lo contrario: la descostitución, no solo de la pareja, sino de uno mismo con ella también. “Vivamos”, eso es justamente lo que no nos dejan hacer en la Realidad, nos lo han cambiado por Futuro. Esto pasa todos los días, y no hace falta que me miréis tan estrañados, porque lo sufrís igual que yo: nos lo cambian todos los días por Futuro eso de vivir, y en el Futuro no hay quien viva, ni los muertos viven en el Futuro. “¡Vivamos!”, por tanto, se proclama, contando con la complicidad, con la connivencia de la otra, valga lo que valga, Lesbia, se niega la censura, las leyes: “el que gruñan tan serios los señores/ en total nos importe dos cominos”. Esta negación es previa, y luego viene la cuestión del Tiempo: primero se recuerda que a nosotros hombres, a diferencia de lo que dice él que sucede con los soles, que se ponen, mueren, y vuelven a nacer, a nosotros una sola lucecita que se nos va, y ya nos queda una noche eterna a dormir.
Bueno, aquí por tanto introduce la Fe, el Todo, la Fe en el Ideal. Se equivoca en cuanto a los astros, porque no tengo que recordaros que también el Sol y la Luna mueren, igual que nosotros; más despacio generalmente, con menos prisa, pero por lo demás lo mismo, pero por lo demás reconoce esta condición de la muerte humana, que efectivamente, si la Fe en lo de Arriba se mantiene, tendría que ser total, una muerte total, que es a lo que alude “la noche eterna, sola, que nos queda”. De ahí sin más pasa a los besos, que es lo que se da, y notad que de una manera, en medio de su pasión, muy astuta, primero apela a los números (“mil, luego ciento,/ luego mil otra vez, de nuevo ciento,/ luego mil sin parar, luego otros ciento”), de manera que parece que está contando con la Aritmética, que naturalmente es un fundamento del Orden, como sabéis: es en lo que está fundado no solo el Comercio, sino toda la Realidad, en la aplicación de la Aritmética, de los números, por la falacia de hacer como si la aproximación, que es lo único real, fuera todo. Pues parece que apela a ello, a esta confusión; para terminar desapelando, por supuesto: “luego que hecho ya hayamos muchos miles, confundamos la cuenta”. Esta manera de decir es lo que revela la aspiración a lo sin fin, a lo desconocido, a lo no contado, a lo que no se aviene a normas de la Realidad: “confundamos la cuenta, no sepamos nosotros mismos, ni alguno de al lado nos pueda echar mal ojo cuando sepa que había tantos besos”. Porque efectivamente, cualquier aparición del sin fin, del sin fin de besos o lo que sea, a cualquier hombre de orden, a cualquier ‘ínuidus’, como él dice, ‘malvado’, le tiene que parecer mal, tiene que irse contra ello.
Bueno, pues ahí tenéis los dos ejemplos contrapuestos que se me había ocurrido traeros, de manera que ahora ya veis bien cómo es la cosa. Antes de pasaros por tanto la voz hago un poco de resumen respecto a como el amor está costituído, y uno mismo está costituído. Hay desde luego en uno, uno que tiene fe en la verdad; tiene fe, pero tiene fe en que la verdad sea compatible con la Realidad, justamente lo que aquí hemos descubierto que no puede ser. Pero eso no le impide a uno tener fe, ser víctima de ideales más o menos claros, más o menos decididos, y ése es uno, ése es el uno que en otras sesiones lejanas descubríamos que su muerte, que sería en ese sentido total, es completamente inconcebible. Eso es lo que asoma cuando de vez en cuando, en lugar de pensar la muerte a lo realista, os viene un vislumbre, un vislumbre de muerte total, que corresponde a esa zona de vuestras almas que es uno por lo más alto, uno que es uno de verdad el que es, y su muerte es inconcebible. Eso está, y está por lo bajo, en eso en que la estructura se abre a lo sin fin, a lo desconocido, está el deseo nunca apagado del todo de vivir, de morirse, que es lo mismo, de ir viviendo, de irse muriendo, y que lo dejen a uno, que la Realidad le deje a uno, vivir, morirse. Eso también está en cada uno vivo, y hasta el más convencido, hasta el hombre de más fe, hasta el hombre dedicado como se dice “en cuerpo y alma” a los negocios o al gobierno, no hay ninguno, ni aún de esos, al que se le pueda del todo privar de ese deseo de vivir de verdad y de no contar las horas, de no contar los días, de no tener ningún futuro por el que preocuparse, que es a lo que podríamos llamar vivir. A nadie le pasa eso, y está, y forma parte de uno, lo está a uno deshaciendo y perturbando costantemente, para eso está, pero está ahí. Y luego en el medio, pues nada, tenemos la realidad de uno, es decir, la persona corriente con su Documento de Identidad, con su Nombre Propio, costituyendo su pareja de una manera ortodoxa, más o menos aguantándolo bien o mal, reconociendo todas las otras formas del Orden.........en fin, la realidad de uno, que está en el medio, y cuyo amor no consiste ni en nada verdadero, ni en nada sin fin, sino que consiste en la conformidad que antes os he recordado, que unas veces es la pareja ordenada, pacífica, otras veces la prostitución, y en todo caso la sumisión al dinero, con los accidentes habituales a que el Orden está acostumbrado en todos los sitios: a las violencias, los desgarros, que de vez en cuando se presenten..................eso, la Realidad.
Bueno, dicho de esta manera esquemática y contando por los dedos, en este sentido uno sería 3, y por tanto el amor estaría dividido en 3, que no casan el uno con el otro de ninguna manera: en la Realidad casan en el sentido de que se combinan a la fuerza, pero no casan lógicamente. De manera que en ese sentido uno sería 3, pero además, y con esto os voy a pasar ya la voz, ahí no termina la cosa, porque aparte de eso estoy yo; aparte de todo eso estoy yo, porque estas tres cosas son cosas de las que mal que bien he podido hablaros y podréis hablarme ahora dentro de un momento vosotros. Mal que bien, pero aparte de eso está el que habla de ellas: yo. Los que me acompañan ya recordáis esto: yo tiene esta gracia de que no es El Yo. “Yo no soy El Yo”, esto es algo que no puede menos de salirle a uno, y por tanto El Yo que se ha costituído de esa manera queda ahí fuera como un Tema, y luego estoy yo, que en cuanto lo digo no soy nadie; no soy nadie, ni verdadero, ni real, ni infinito. No soy nadie, yo que lo dice, y yo que no soy El Yo, porque El Yo no es yo, aunque lo pretenda muchas veces. El Yo no es yo.
Pues con esto os dejo, de manera que ahora, sobre cualquiera de las cuestiones de amor, pareja, entidad de uno y demás, podéis soltarme lo que os venga a los labios, y bueno, ojalá os salga de esa manera que decimos aquí que es el dejarse hablar en lugar de soltar ideas. Ya, adelante.
-Maestro, yo no puedo estar de acuerdo en todo lo que ha dicho, y solamente quiero oponer a sus argumentos una realidad: si verdaderamente hemos estado hablando de algo que sea real, desde luego no ha sido el amor, porque el amor es una función química, orgánica, biológica............
A-¿Pero no te has dao cuenta de que hemos estado hablando de lo real, que es lo que está en medio de lo de Arriba y lo de abajo? ¿Por qué me dices que hablamos de algo real?
-Estamos hablando de una apariencia, porque el amor en realidad no se sabe lo que es, y si hay alguien que quiera hablar con sabiduría de algo, lo primero que tiene que hacer es renunciar a saber qué es el amor, porque el amor nadie lo ha podido esperimentar. Simplemente lo que tenemos entre manos es una apariencia o un proyecto de algo, pero que escepcionalmente se da por ejemplo como cuando se descubre la radiactividad, y que por un hallazgo, por una cuota de azar, pues Madame Curie la encuentra al final de su vida, como una secuencia final, pero que en realidad el amor exista yo por lo menos no lo creo.
A-No digas ‘en realidad’, hombre. Es que parece como si no has querido hacerme el favor de enterarte de la rotura de términos que yo he hecho, que lo he hecho porque efectivamente creo que son mentirosos y que están mal empleados. En que no sabemos, sea de lo que sea, en eso estoy contigo y estamos de acuerdo, y si lo de estar de acuerdo te satisface con eso, pues no sabemos. Aquí lo que se hace en esta tertulia es tratar de romper algunas mentiras notorias, y en torno al amor hay muchas, y la segunda parte de lo que has dicho es una de ellas. La primera no, la primera de decir que no sabemos, y que, como dice el soneto, “ningún hombre amado”, cuando no es de verdad. Lo segundo que has sacado, que lo has comparado con los descubrimientos científicos, lo siento, pero eso ya pertenece a los engaños habituales con que nos hacen conformarse: un proyecto, un futuro......... ¡bah!, no merece la pena volver sobre ello. ¡Más, más, entre tanto!
-¿Tiene algo que ver la clasificación que has hecho con el discurso de Eros y Thánatos?
A-¿Con lo de Freud? ¡Claro que tiene que ver! Bueno, de entre lo que suelo aprender en los escritos, de los escritos de Freud es de aquellos de los que más he aprendido, y así lo confieso a cada paso, pero por supuesto que pienso que en esa especie de reducción a Metafísica del psicoanálisis que viene a dar en lo de Eros y Thánatos, pues se equivocaba, se sometía a maneras de hablar más o menos filosóficas, y por tanto engañosas. Tal vez no merezca ahora la pena detenerse ahora demasiado en eso. Veis en cambio que recojo el término psicoanálisis y que le doy este sentido simplemente prolongando, exacerbando lo que en la creación misma del psicoanálisis se daba, pero lo de Eros y Thánatos, no. ¿Qué más?
-Yo quería hablar un poco de lo de la multiplicidad y lo de uno, porque parece que tanto en un verso como en el otro aparece por ahí esa cuestión, y se me ocurría aquel versito que decía: “¡cuánta gente en esta cama: tu padre, mi madre, mi hermano, tu hermana, mi marido, y tu mujer! Ya somos seis. ¡Cuánto lío, amor! Entre tu y yo con tanta gente no podemos ya mirarnos frente a frente”. Y es que eso es lo que pasa, que resulta que tu y yo, que no seríamos nadie, que sería una especie de amor de disolución o de perdición..............
A-¿Tú y yo?
-No, tú y yo personalmente, no.
A-No lo tomaba así, digo tomado en general. Tú y yo, ¿iba a ser un amor de perdición?
-Cuando son tu y yo puramente gramaticales, que son cualquiera, podría accederse a eso que se llama el amor indefinido, que no tiene ni siquiera persona o sexo.
A-Perdona, pero “yo+tu” no tiene ()
-Cuando yo Fulanita de tal quiero a Fulanito de tal, ya aparecen los seis: “cuánta gente en esta cama: tu padre, mi madre..........”.
A-¿Pero no te das cuenta de que eso que comentas es simplemente un incidente de la Realidad? Hay algunos a los que no les gusta que la suegra viva con él, a otros en cambio les parece bien, y hasta le traen sobrinos al mundo, pero ¿qué coños importa eso?
-No entiendes lo que quiero decir, y aquí pasa lo mismo con la cuestión del Nombre Propio, y la de () de no ser nada más que un nadie, no ser nadie.
A-Veo que no has oído bien, calla un poco.
-Vamos a ver, le oí decir una vez a una señora muy sensatamente que ella ya no distinguía amor de amortización, y si se guía por querer querer, por seguir queriendo, tenía que amortizarse al tiempo invertido, porque era eso lo que le pedía el cuerpo, y eso a mí me dijo bastante, porque realmente la mayoría de esas cosas duran, en eso que se llama el Purgatorio Conyugal, o lo que sea, y será por eso, por lo de la amortización.
A-Sí, estás hablando del amor sometido al Tiempo, a la Realidad, que juntan o no juntan los dos sueldos, y todo eso. Déjalo por ahora. Adelante.
-A mí me gustaría que habláramos de la pareja al uso tal como se conoce como pieza costitutiva importante de la Sociedad, que a mí me suena mucho siempre a posesión, es un fenómeno posesivo, lo mismo que se tiene una casa, o lo mismo que se tiene..........
A-Lo he presentado no solo positivo, sino fundamental, hasta el punto de que he dicho que no recuerdo yo que de verdad................... Hombre, los esploradores de fines del 19, del siglo pasao, cuentan de entre los Trobriandos y los polinesios sitios donde parece que faltaba del todo la pareja, todos habéis leído algo de eso, ¿no? Que habían desarrollao la astucia de que el que hacía la función de padre era el tío, el hermano de la madre, para que el padre no tuviera nada que hacer, pero eso mismo ya se ve que no niega del todo: revela una reacción contra la pareja, pero por lo demás, y dejando las posibles escepciones, es fundamental, y no creo que haya ninguna otra istitución más primitiva que la de la pareja. La pareja, que en su forma más normal, en la que juega la diferencia de sexos, a la que las otras pueden fácilmente reducirse, consiste en aquello que hemos dicho muchas veces en que la Historia comienza, es decir, el sometimiento, la dominación de las mujeres por parte del sexo fuerte, de la del sexo del Padre; la dominación, el sometimiento, la venta, la conversión, como Engels decía, de las mujeres en la forma más primitiva de dinero, siendo las mujeres la forma más primitiva de dinero. En fin, pienso en todo caso que la Historia propiamente dicha, desde que hay escritura en el mundo, unos diez mil años, la Historia propiamente dicha arranca de la sumisión de las mujeres, de la dominación, del sometimiento al Señor. No solo positiva: más. ¿Qué más, por ahí?
-La mujer parece que siempre ha tenido el ideal del amor mucho más alto que el hombre, el hombre siempre ha estado más con los pies en la tierra, según parece.
A-Hombre, no digas eso. Vamos, hay casos de hombres donde el Ideal está por lo alto. Las mujeres generalmente, incluso poetisas y eso, sus obras de amor son mucho más terrenales, no se ponen tan por lo alto, pero léete las fábulas de los trovadores acerca del Palacio de Amor, y cómo se sube por unas escalinatas, y............
-Y la maternidad, que parece más bien de las mujeres, ¿no habrá hecho que ese ideal del Amor, aunque luego sea mentira, sea más de las mujeres?
A-Pero no sé por qué dices ‘ideal’. No es el ideal. Ideal es el del amor de los trovadores, tú estás hablando de otra cosa.
-A lo mejor estoy hablando de otra cosa, pero la maternidad parece que sí que tiene que ver con que en la pareja la mujer mande más.
A-Las mujeres están sometidas desde el comienzo de la Historia. Sometidas, y su condición de sometidas ya sabéis lo que da consigo. No vamos a volver ahora a la denuncia de los feminismos mal entendidos y todo eso............
-() aspiran a convertirse en hombres, como ahora.
A-Sí, sí, por ejemplo.
-Lo que dice Isabel, que ha sacado esto de la relación de la madre con el niño, no va muy descaminao en el sentido de que la primera relación dual o de desdoblamiento o parto que se produce, la partición ésa a la que se refiere también así más traído por los pelos lo de la media naranja de Platón, pero que anterior a eso está el hecho del desdoblamiento o parto de un cuerpo que sale de otro, que está dentro de otro, que es el nacimiento del hijo, y esa relación madre/hijo, hijo/madre, está en la raíz luego de cuajar eso del ideal del 2, de la cuestión del 2.
A-¡Pues no lo entiendo! Te confieso que no lo entiendo. Bueno, ya se formulará mejor, pero de momento no lo entiendo. Uno de los trucos eternos de los dominadores ha sido justamente eso: reducir a las mujeres a la condición de madres o futuras madres, de manera que no conviene sacarlo aquí, en una tertulia donde procuramos no ser en ningún momento representantes de las ideas dominantes de los Señores, sino () más bien de las mujeres. Que a las mujeres libres les vayas con el cuento de que lo que son esencialmente son madres futuras, supongo que a las que tengan algo de sensibilidad les echará para atrás lo primero; les echará para atrás lo primero, porque por debajo hay algo que no es eso. ¡Más, por favor!
-En toda esta cuestión del amor y de la maternidad, me parece difícil desconjugar o desviar la maternidad de la pareja, porque eso sería un escándalo en esta Sociedad. Y aparte de todo, ¿cómo hacerlo sin asignarle a la mujer la maternidad como un sometimiento más?
A-Bueno, no sé por qué dices eso, porque justamente en el Progreso estamos, que ya la maternidad está tan consentida y protegida que cualquier mujer puede dedicarse, si le parece ser madre, sin contar ni con pareja, y hasta con inseminación artificial, para llegar al estremo del Progreso, de manera que no, no va por ahí la cosa. El Progreso va justamente por otro lado, y estamos contra él. Sí.
-¿Qué es primero? ¿La posesión? ¿Los celos? ¿O el sentimiento de que uno es uno, y.........? No sé si se entiende la pregunta.
A-Adelante, adelante, esplícate un poco más.
-Es que antes han estado hablando de la posesión, del querer poseer al otro, y eso forma parte....
A-No, no, no hemos hablao de eso.
-Que si es primero eso, o los celos lo causa eso, o es al revés. O bueno, ¿qué son los celos? ¿Tiene que ver con que uno se crea que es uno? Era eso.
A-Sí, es el piso de arriba, y los celos son tan imposibles e inconcebibles como la muerte. Si uno es uno, si está claro que uno es uno, que el que el otro que le hace a uno ser uno deje de hacerle ser uno, sería muerte, una muerte inconcebible. Los celos que tu conoces bien, y que conoce cualquiera, se refieren a la zona intermedia, a la Realidad, y en la Realidad estamos en el trance del dinero, y efectivamente la posesión: los celos están ligados a la pérdida de la seguridad en una pareja que ello puede traer consigo, y esto de una manera muy directa, y esto es Economía, esto es pura Economía. Lo que pasa es que.........todo el mundo lo sabemos: aunque efectivamente los celos sean una cuestión de posesión, de Economía (“si se va con otra es que entonces ya no es el mío, y yo dejo de ser la suya”, y esto es todo ello pura Economía), pero aun con todo y con eso todo el mundo sabéis que se dan celos rabiosos de vez en cuando. ¿Cómo es que se pueden dar celos rabiosos, es decir, pasionales de verdad?: porque por la parte de abajo no estamos bien cerrados del todo, y lo mismo que nos queda, a pesar de las Istituciones, algo de deseo vivo, de vivir y todo eso, pues eso mismo hace que los otros sentimientos, aunque sean económicos y artificiales, puedan volverse ocasionalmente rabiosos en ese sentido, pasionales. Si te quedan dudas, sigue preguntando. ¿No? A ver.
-Yo lo que quiero saber es cómo luchar contra este tipo de realidad que nos está imponiendo el Estado del Bienestar, porque como dices tú, el ideal es la punta de la pirámide, y lo desconocido está aquí, pero lo conocido, que es el Estado del Bienestar.........
A-La Realidad.
-.......se manifiesta de una manera totalmente brutal, y solamente haciendo combinaciones cuantitativas para que se llene todo esto, y sin embargo lo que está debajo, que en teoría es desconocido e infinito, sin embargo yo no soy capaz de verlo, y lo que siento es una opresión brutal de todo esto, y cada vez más, y entonces tiendo a definirme y a decir que no hay salida, y que es el fin de la Historia y que no hay más. Además, es que cada invento que se hace es para tener todo atado y bien atado, y muy bien afianzado, y que por cojones entres al sistema. Entonces, ¿cómo romper esto? Porque esto parece como un barco que se ha dao la vuelta y lo único que hay es pequeñas burbujas de aire de las que puedes respirar, pero para mí es agobiante este tipo de sistema.
A-Eso es la Realidad. Prescindo de la comparación histórica de decir “es peor que nunca”, porque no podemos tampoco hacerle eso a nuestros abuelos, ese daño. Puede que siempre en cierto sentido, desde hace diez mil años, desde el comienzo de la Historia y la Escritura, desde la fundación de la pareja, siempre haya sido con las manifestaciones más tremendas, pero desde luego el Progreso trata de confirmarlo cada vez más, y todos los síntomas que has presentado son síntomas que cualquiera siente. Es el sistema que nos toca, y es agobiante. Y cómo se rompe con esto, pues ya lo has visto, yo lo he estao haciendo, yo lo he estao haciendo este rato: desde el momento en que () atenerme a la convicción de que la Realidad es todo lo que hay, os he mostrado cómo la Realidad no es más que una especie de lucha o costitución entre lo que está por encima de la Realidad y lo que está por debajo, y eso la desautoriza. Por decirlo en menos palabras y sin entretenerse en esto: ¿cómo se rompe con esto?: pues gracias a que el Estado del Bienestar y cualquier Estado y el Capital y cualquier Capital necesita la fe, y si no hay fe se hunde, y por eso los Medios te tienen que estar predicando la fe todos los días. Si estuvieran seguros no tendrían que predicar nada acerca de la Realidad, pero necesitan la fe: el Capital sin fe, sin futuro, no es nada, y el Estado por tanto tampoco es nada, y ésa es su debilidad. A la fe se la mata hablando, es decir, lo que aquí proponemos, dejándose hablar, no repitiendo las ideas habituales, pero no hay otra arma, no hay otra arma que el razonamiento, el razonamiento suelto, el descubrimiento de la mentira. La mentira es necesaria para el Orden, y a la mentira se la desmiente razonando, hablando, no hay otro modo. Bueno, tal vez se nos ha hecho muy tarde, ¿no?, no sé si queda algún..................
-Y ese sentimiento de rotura, de celos y esto que hemos hablao antes, ¿eso es propio del Hombre, o los animales también lo esperimentan?
A-Sí, vamos, en los () de los animales, eso se da, la competitividad entre machos por conquistar la hembra. Se puede decir que es antropomórfico, que simplemente lo interpretamos bajo el prisma de lo que es la pareja y los celos en la Sociedad, pero bueno, en esa visión que tenemos, la visión que la Ciencia nos da, la observación nos da, hay que reconocer presencia de algo que por lo menos se deja comparar con nuestros celos y nuestras parejas, no hay inconveniente. ¿Qué más?
-¿La amistad sería un tipo de amor mejor que el de pareja?
A-No tiene que ver. Yo me he atenido al amor, y amistad no lo pondría ahí, ¿no?, amistad para mí es simplemente lo que deseo que haya aquí mismo entre los que estamos en la tertulia o en las asambleas que duran o duraban en la Puerta del Sol: comunidad. Otro tipo de amistad es comercial, conveniencia, y se da, como en la pareja también, pero una amistad de veras no es más que comunidad, desentendimiento de las diferencias personales a favor de algo que se encuentra como común entre lo uno y lo otro. ¿Quedaba alguna cosa?
(Pequeña interrupción)
-Parece que el amor del que nos has hablao hoy es un poco distinto a aquello que se dijo un día aquí de que el amor era interacción entre las cosas.
A-Ah, es que me he referido al humano, he hablado de los hombres y mujeres, como habéis visto. Habrá que volver otra vez a ver cómo eso se relaciona con esa concepción de la Realidad, no humana, sino general, como choque entre lo de Arriba y lo de abajo. No había lugar hoy para eso. Sí.
-Que digo yo que a lo mejor la solución a todo esto de la pareja sería la cosa inclusiva, como se hace en lo de Sol con el lenguaje: meter más gente, para que luego se termine.
A-Hay arreglos: unos se arreglan y se acarician, otros se apuñalan..........depende de los gustos, y la verdad es que no hay gran cosa para hacer. Sí.
-El amor ése que se da en ese nivel de abajo podría darse sobre todo sin esperar la contraprestación de sentirse amado, o sea, que podría ser un auténtico amor sin esperar ni desear que los otros te amen.
A-Es que cuando uno se pierde por debajo de la pirámide, uno se pierde. Es que ahí la delicia es perderse y descargarse de la carga de ser uno, y por tanto de ser dos.
-No, porque uno se busca a otro para salir de sí. Uno le dice a otro “¡Me pones fuera de sí!”, que eso se le dice siempre a la santa y al santo.
A-Sí, sí, ya he empezao por esplicar esto. ¿Nada más?
-Es que me estaba preocupando un poco la relación entre esto que ha salido de los dos pisos por donde se forja el amor luego real con lo de el hablar, porque está por un lao la declaración, el decir que sí es decir que no, o el decir o no decir, lo de sí o no, y por otro lado el dejarse hablar, hablar sin saber quién habla. Y entonces parece que con el hablar se nos ha liao de una manera especial a la gente, o a las mujeres, con lo del digo, o no digo, como si se planteara como una cosa que una vez que sale a la luz o se declara, lo que es la declaración, como que por la palabra a alguien le pueden pillar, y entonces............
A-En el curso del lenguaje cuando se habla de amor te encuentras de todo; te encuentras de todo, como te encuentras las dos posturas más estremas en lo de Shakespeare y en lo de Catulo. Te encuentras de lo uno y de lo otro: manifestaciones de fe (“¡lo quiero!”), o incluso juzgando a otros (“la quiere”), o manifestaciones de desconfianza y de conformidad (“bueno, nos entendemos, nos entendemos bien, vamos tirando”), y manifestaciones de desesperación; de desesperación por todas partes, y en el lenguaje se da de todo eso. Es un lenguaje real a su vez, es decir, un idioma, un idioma determinado, el que estamos hablando, donde se da todo eso, porque la lengua de verdad no es de este mundo, como sabéis.
(Pequeña interrupción)
A-Bueno, pues nada, si no se opone mucho el Señor, hasta dentro de 7 días.