27.08.2014

Tertulia Política número 288 (29 de Junio de 2011)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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  • Precisiones en torno a la cuestión de la belleza.
  • Distinción entre lengua culta y lengua corriente.
  • La belleza, ajena de la ordenación matemática perfecta.
  • La cuestión de lo bello, no propiamente humana. Especial torpeza de los hombres.
  • Contra el gusto personal.  

 

 

TRANSCRIPCIÓN:
 
 
Hemos venido a caer estos últimos días, como recordáis, a lo largo de esta guerra contra la Realidad........es decir, contra la Fe, que es la sola función a que esta tertulia política se dedica, ya va para cerca de 14 años; contra la Realidad, es decir, contra la Fe que la Realidad necesita para sostenerse.  Y quien dice ‘Realidad’, dice el Poder, que incluye el Estado y el Capital, y que incluye la Persona de uno.  Sin Fe no hay Realidad.  Pues a lo largo de la lucha que nos traemos en esta tertulia veníamos a caer en la cuestión de la belleza (los que estabais aquí recuerdan un poco), y es lo que os propongo que sigamos tratando ahora.

El término ‘belleza’ tal vez no es el más satisfactorio para este ataque, y conviene por tanto que os proponga algunas precisiones en torno a él.  Desde luego el término mismo ‘belleza’ os suena a culto, es decir, pertenece más bien a la jerga culta que no a la lengua corriente, y ‘bello’ tampoco es de la lengua corriente, no hace falta demasiado oído para darse cuenta de esto, ¿no?: ‘bello’ no es de la lengua corriente, en la lengua corriente lo más que se encuentra a veces es “una bella persona”, que yo recuerde, pero por lo demás se prefiere decir cualquier otra cosa, como ‘hermoso’, ‘hermosura’, antes que esto de ‘belleza’, que parece pertenecer más bien al reino de las Bellas Artes.

¿Por qué me detengo, antes de seguir, en esta distinción entre la lengua culta y la lengua corriente?  Los que me acompañáis hace tiempo yo creo que ya lo han entendido bien, pero voy a insistir un poco en ello.  La lengua de verdad es la lengua hablada, es decir, ésa que tiene por condición el que no es de nadie, que siendo, como es, una máquina, es la única máquina que se da gratuitamente a cualquiera, todas las demás cuestan dinero, sirven para fines prácticos, la Cultura por ejemplo, la Escritura; la Escritura, que no es la lengua.  Y en cualquier idioma, por encima de esta lengua corriente, se desarrollan términos, nociones, cultas, se desarrollan jergas: jergas religiosas, sobre todo en el antiguo régimen, jergas filosóficas, jergas políticas (que estáis hartos de que os lluevan desde los varios Medios de Formación de Masas de Individuos todos los días), jergas científicas (que especialmente os llegan en los Medios a través de la vulgarización, no por acercamiento a la investigación misma, sino por la vulgarización), jergas literarias, incluso una jerga de poesía literaria, que se distingue muy bien de la poesía de la lengua hablada, en que no aparecen términos cultos nunca, pero en la Poesía de la Literatura, sí, también, como en las otras jergas.

Esto es muy importante, y los que se ocupan mucho, y a lo mejor están metidos en debates acerca de lenguas, lenguas diferentes, idiomas propiamente dichos..............  Porque la lengua común no aparece en la Realidad, y esto también es importante notarlo para que la propia noción de Realidad siga precisándose: la lengua común no aparece en la Realidad, hay una lengua común que está por debajo de cualesquiera idiomas, pero en la Realidad solo aparecen idiomas.  Y como la lengua de verdad no es de nadie, pero sin embargo el Poder, el Estado, las Naciones, pueden manejarla a través de la escritura, a través de la Escuela, a través de las Academias, entonces eso da lugar, pues ya sabéis, a todas las cuestiones ésas nacionalistas de disputa entre unas lenguas y otras, entre unos idiomas y otros, y frente a esta lucha vana (vana, en la cual solo el Poder tiene interés) las divisiones y distinciones entre idiomas nacionales, o lo que sean, solo se establecen en la medida que al Poder le interesan las uniones y las separaciones, y entonces procede, a través de la Escuela, a través de las Leyes, a través de las Academias, a unificar un idioma y estenderlo justo hasta las fronteras que le interesan, o por el contrario iniciar separaciones, pero siempre el Capital será el que decida de uniones y separaciones entre idiomas, por lo que le interesa.  Por fortuna, y esto es voz del pueblo, equivocándose con frecuencia, porque tampoco al Capital hay que tenerlo como Ominisciente, igual que Dios, y pensar que nunca se equivoca en sus cálculos: la mala intención es clara, pero la perfección en la aplicación de la mala intención no lo es tanto.

Frente a esta lucha vana está ésta otra lucha o separación que os estoy presentando entre capas de una lengua, la de Arriba y la de abajo, que se dan en cualquier idioma que sea, en cualquiera de las lenguas reales.  Ésa es la que os estaba presentando a propósito de bello y de belleza, y os decía que no los empleáis en la lengua corriente, no los empleáis hablando con el vecino, suenan a literarios, suenan a las Bellas Artes de la Cultura y todo eso, frente a cosas como el ‘hermoso’, ‘guapo’, o ‘gracioso’, que son de la lengua corriente.  Entre otras cosas, en español, si la lengua hubiera sido heredada por vía popular, habría sido ‘biello’ en lugar de ‘bello’, para empezar, por si hacía falta alguna prueba de que no es así.  De manera que aunque se emplee en castellano por ejemplo desde antiguo (en otros dialectos ‘bel’), se emplea siempre con ese toque literario, y ésta es la separación que importa de verdad, porque la lengua hablada y corriente no es de nadie, es la casa del pueblo que no existe, pero que lo hay, y que habla, no existe, no está íntegramente metido en la Realidad.  No es de nadie, es una máquina gratuita, y en cambio las jergas (religiosas, filosóficas, científicas, literarias, o lo que sea), ésas ni son gratuitas...............Porque, amigo, hay que ganar cultura, hay que aprender por lo menos a leer y escribir cuentas; escritura, que ya no es lengua, porqué ésa es la única manera que uno tiene para alcanzar un puesto en la Sociedad y ascender en los escalones del Orden social y todo eso, nada de gratuito: aunque mal dicho, “la lengua con sangre entra” lo que quiere decir es que cuesta, y aprender a hablar no cuesta nada, se hace precisamente sin saber, y gracias a eso resulta así de bien, gracias a que no interviene la conciencia ni los hablantes saben (‘saben’, a conciencia) qué es lo que hacen cuando están hablando; manejan, o se maneja en ellos, su gramática, una máquina complicada, pero los hablantes personalmente, a conciencia, no saben nada, y hablan así de bien gracias a que no lo saben, porque en cuanto intentan hablar a conciencia, pues ya sabéis, puede llegarse, por influjo de la jerga superior, de la escritura, a que algunos locutores pronuncien cosas como ‘eXcelente’, ‘traNscendental’, ‘eXtranjero’, y cosas que nunca han pertenecido a la lengua, pero amigo, la Cultura es la Cultura, eso es otra cosa, está por encima, y vale y cuesta, de manera que no sé cómo exageraros más la diferencia entre las dos capas. 

Es decir, que no puede ser una separación, en español mismo, entre la jerga política, filosófica, económica, y la lengua de verdad, la lengua corriente.  No puede ser una separación rígida, sino que están siempre llegando a generalizarse, a popularizarse, términos que venían de la Escuela, y entonces ya no son tanto de la jerga.  Pero aunque la separación no sea rígida, es cierta, y tiene mucha más importancia que cualesquiera divisiones de fronteras entre idiomas: ahí es donde está jugándose de verdad la guerra entre el Poder, con su Religión, su Filosofía, su Ciencia, su Política y demás, contra lo que queda de pueblo-que-no-existe, de gente.  Ahí se está jugando esa guerra, de manera que no importa que haya esas intromisiones mutuas entre las capas.  Por ejemplo, los términos que aquí nos sirven de ataque costante, que son el verbo existir y el término ‘real’, o ‘Realidad’, éstas no eran de la lengua corriente, éstas venían de la Escuela, que se inventaron sobre todo para Dios, en la Edad Media, pero no puede menos de reconocerse que han penetrado bastante a fondo en la lengua de verdad, en la lengua corriente, y a cualquier ignorante o niño se le puede ocurrir decir ‘existe’ de vez en cuando, o decir ‘en realidad’ queriendo decir algo como ‘en verdad’.  Han penetrado mucho.  Pues no importa sin embargo estas transiciones, lo que os estoy poniendo bien de relieve es la separación: una cosa es la lengua de verdad, y otra cosa es la Escritura, la Cultura, y en general, la jerga.  Si algún principio político, de la política ésta del pueblo-que-no-existe, se me pidiera, empezaría por exigir éste, esta separación, el desarrollo de un sentido, de una sensibilidad respecto a los diferentes tipos de lengua, no caer en la trampa por ejemplo de, en medio de una contienda política, una revolución, creer que se puede usar la jerga de los políticos inocentemente, o la jerga de los científicos, o la jerga de los filósofos.  Los que me acompañan hace tiempo, desde hace 14 años, yo creo que si algo han aprendido aquí, es esto: a decir cualquier cosa que haya que decir en lengua corriente.  A veces cuesta bastante trabajo, y a mí me ha costao, porque yo he nacido, como vosotros, en la Cultura, en la Educación.  Cuesta mucho trabajo desprenderse de la costumbre de usar las jergas cultas, pero desde luego parece una condición para no insistir en la mentira con que el Orden se nos impone, para no mentir, para poder desmentir de vez en cuando algo de eso.  Que es lo que aquí hacemos, porque hacer contra la Fe quiere decir hablar, dejarse hablar; pero dejarse hablar en la lengua corriente, en la lengua de nadie, no personalmente, y no en ninguna de las jergas a las que estáis habituados.

Esto parece un poco demasiado largo como para paréntesis, porque viene a propósito de belleza y de bello, pero me temo que nunca será lo bastante largo, nunca se insistirá lo bastante en volverse sensitivo para esa separación entre la lengua de veras,  y la Cultura y todo lo demás.

Con ello vuelvo a lo de bello y belleza.  Tal vez está mal elegido como centro del ataque, es marginal, pertenece a las Bellas Artes.  Tal vez lo de bello querría decir más en general ‘bueno’, ‘que está bien’.  Porque vamos a ver, recordad un poco los usos de los términos: los términos se han establecido sobre todo, en nuestra cultura, para los ojos, partiendo de los ojos, y lo que se dice bello se refiere esencialmente a los ojos, a la vista.  Desde luego de una pintura, pero también de un hombre o una mujer que anda por ahí: se refiere a la vista sobre todo, y si alguien se atreve a decir de una que es bella..............que hace falta mucha pedantería, pero si alguien se atreve a decir eso, desde luego se la está mirando como un cuadro, se la está mirando igual que a una figura de un cuadro.  Se dice para cosas de la vista, para cosas de los ojos, y apenas de vez en cuando se estiende a la música, donde de una armonía entre tonos, o de un salto atinado, acertado, entre un módulo rítmico y otro módulo rítmico a lo largo de una canción , se puede a veces decir ‘bello’, pero desde luego no de cosas que nos vengan por el olfato, o por el gusto de la boca, y no se dice ni siquiera de cosas que nos vengan por el tacto, porque el término vulgar ‘hermoso’ puede a veces decirse de tal manera que no se sabe si es por la vista o por el tacto, pero con ‘bello’ no hay cuidado, no se puede establecer esa confusión. 

Esto querría decir que la cuestión que aquí nos ha salido estos últimos días, aunque haya salido a propósito de algo tan relativamente marginal como la belleza, tendría que generalizarse para que se refiriera a cualquier cosa buena, a algo bueno, a algo que está bien.  Tal vez es generalizar hasta lo más que se puede, pero conviene de vez en cuando: “es algo que está bien, es algo que está bien hecho, es algo que es bueno, y por cualesquiera sentidos que me entre, ojos, oídos, o lo que sea, o por cualquier sentido que le entre a cualquier otro”.  Bueno, y entonces los que me acompañáis en esta guerra de hace tantos años ya sabéis que nos hemos acostumbrado muchas veces a decir bueno justamente de lo que al Estado y al Capital no le sirve para nada, ni a la Persona individual tampoco.  Cuando por ejemplo entre los chicos estos días se puede discutir acerca de la utilidad de los Medios, y especialmente de la Red, podéis, si os descuidáis, oírme decir: “bueno, aquí se trata de saber si la Red, aparte de servir al interés del Capital, que la ha inventado y la ha estendido, junto con los ordenadores y con los móviles, si aparte de esto puede servir para algo bueno”.  Y si digo algo así, lo digo sin temor de que nadie se equivoque, hasta tal punto la cosa es clara a pesar de lo general del término: aparte de todo lo que sabemos que es y para lo que sirve, aparte de eso, ¿puede servir para algo bueno.  ¿Está claro?  ¿Está claro, o no?  Si os parece que es demasiado atrevimiento decir que esto está claro, ya me lo haréis notar.

Podéis generalizar, ¿no?: un automóvil, que es uno de los istrumentos predilectos del Orden en el Régimen del Bienestar: “si, no me cuentes para qué sirven los automóviles, que yo lo sé, y lo sabemos todos; sabemos para qué sirven los automóviles, y además, por si no lo sabíamos, la propaganda nos lo dice todos los días, nos esplica todos los días lo que es la velocidad, y hay por otra parte los que tienen que vivir en suburbios metropolitanos, y por tanto no tienen otro medio de trasladarse.........”.  El rollo, ¿no?, el rollo de siempre, aburrido.  Pero siempre cabe decir “y aparte de eso, ¿sirven para algo bueno?”.  Pues eso es lo que os querría introducir en vuestras costumbres, porque es importante; y entonces la cuestión de la belleza o hermosura se plantea entre todas las demás que entran bajo esto de ‘bueno’.  Nos hemos acostumbrado a llamar bueno a lo que no está impuesto desde Arriba, y que no sirve claramente a los intereses reales y reconocibles de las diferentes formas de Poder, de Capitales, de Estados, etc. 

No sé si alguno se estraña demasiado de que se diga bueno tranquilamente así, justamente para lo que no se sabe, ni está legislado, ni está anunciado en anuncios comerciales o en cualesquiera otros.  En resumen, estamos acostumbrados a reconocer utilidades, o fines, mejor dicho, estatales, personales, económicos, políticos, que vienen a ser lo mismo, y estamos tan acostumbrados que esto lo tenemos encima como si fuera el aburrimiento mismo de la Realidad; es el aburrimiento: nunca de esos fines o utilidades se podrá decir nada, ni en anuncios ni en otro sitio, que no sea haciendo que lo que nos queda de pueblo lo reciba diciendo: “¡coño, otra vez lo mismo, ya me están insistiendo!  ¡Ya sé que las cosas son como son, como el padre le dice al niño, ya sé para qué sirven las cosas, ya sé que estamos obligados a esto o lo otro!”.  El aburrido reconocimiento de la Realidad.  Y entonces con lo que nos queda de pueblo cabe decir: “pero aparte de eso puede haber algo bueno”.  “Pero aparte de eso puede haber algo bueno”, y yo creo que esponiéndolo así no hay lugar a confusión.  Pues así también con la cuestión de la belleza y todo eso. 

Luego, dentro de un poco, volveré a recordaros lo que ya el otro día salía (si esa cuestión de lo bello, de lo bueno, es propiamente humana, estrictamente humana, o vale para las cosas), pero prefiero antes seguir un poco por otro lado.  Tal vez se podría contraponer lo de ‘bello’ con ‘gracioso’, frente a la belleza algo como la gracia.  Éste es un término popular, aunque venga en cierto modo también de la vieja Iglesia y eso.  ¿Qué os parece, frente a lo de la belleza, la gracia?  ¿Cuántas veces sin daros cuenta habéis discurrido acerca de esto que os estoy presentando?  Me diréis naturalmente, y deberíais decírmelo, que eso de la gracia no se sabe qué es; que eso de la gracia no se sabe lo que es, y ahí debe tener su gracia, justamente en que no se sabe lo que es.  En cambio de lo de la belleza en principio sabemos, en cuanto que es un término de las Bellas Artes, de la Cultura, y aquí estamos trabajando justamente para descubrir que lo sabíamos mal.  Gracia, graciosa, una cosa graciosa, un movimiento gracioso, un cuerpo gracioso, humano o animal o de cosa; gracioso, que no es lo mismo que bello, son términos que pertenecen a diferentes regiones.  Voy a dejar que respecto a esto y respecto a lo demás dentro de un rato, cuando os deje correr la palabra, digáis las pegas o dificultades que encontráis, pero se debe aclarar un poco. 

Desde luego es claro que cuando la ordenación del esquema, de la cosa, del movimiento, lo que sea, se quiere imponer como matemática, como perfecta, matemáticamente perfecta, y gracias a que estáis obligados por una parte a ser idealistas justamente para caer en la Realidad, puede que por una parte se os ocurriera decir que sí, que eso es lo más deseable, lo mas bueno, lo más bello.  Pues no: ahora, acudiendo al sentido común podéis reconocer inmediatamente que no, que eso no es lo más bello.  No sé si estáis pensando, según hablo, en ejemplos, ya os recordé alguno: cuando yo estaba obligado, pobre de mí, a estudiar Historia del Arte en la Universidad, recuerdo que algún profesor bienintencionao nos hacía notar con láminas que entre los templos griegos los que se ajustan en su arquitectura a una proporción matemática son más bien muchos de los que quedan todavía en pie en la Magna Grecia, en Sicilia y por ahí, mientras que el Partenón no es esacto, y entre los intercolumnios, entre columna y columna, hay diferencias, diferencias escasas, de tal forma que no hay una igualdad, y él nos decía que justamente eso es lo que hace que el Partenón, frente a los muchos otros templos griegos, tenga eso que ahora como veis se acerca a lo que estaba presentándoos como ‘gracia’.  De manera que habría que declarar que no es la ordenación matemática perfecta, ni en arquitectura ni en lo demás, la que es la más bella: le falta o le sobra algo a la ordenación numérica y esacta aplicada a los hechos, sucesos, o cosas de la Realidad. 

Por otra parte, claro, todo el mundo sabe que nada que sea informe, carente de todo sentido, por ejemplo una ciénaga, de la que no solo surgen burbujeos del cieno de vez en cuando, sino que surgen sin orden ni concierto, unos grandes y otros pequeños, y que es el puro cieno revolviéndose sin orden, y eso tampoco es bello.  De manera que colocaos así, como debéis, entre lo uno y lo otro, porque esto ya nos coloca en una situación que a los que los que me acompañáis ya os resulta de costumbre, porque es justamente la que al principio os recordaba: la Realidad entendida como una especie de choque, conflicto, lucha, contradicción, entre el Ideal (que la cosa sea lo que es, como Dios, y por tanto Todo, Nada, Números), y la informidad; la informidad, la vaga espesura, sobre la cual justamente esos ideales tratan de imponerse.  Realidad no es otra cosa que, la realidad de uno mismo no es otra cosa que, el sitio donde lo uno se encuentra con lo otro, choca, de manera que si algo hace que a una cosa perfecta...........o vamos, con pretensiones de perfecta, porque ya se sabe que las Matemáticas de verdad, con toda esactitud, no pueden aplicarse a la Realidad.  Pero el que con una suficiente pretensión de ‘perfecto’, no se le declare ‘bello’, sino que se prefiera algo que no es tan perfecto, en lo que se cuela algo de una cierta gracia que no se sabe lo que es, eso yo creo que nos está guiando a entender un poco mejor la cuestión de la verdad.

Ahora ya puedo, antes de dejaros pasar la voz, volver a la cuestión de si esto es cosa del Hombre.  Alguien de vosotros el último día sacó la cuestión de decir “¿qué es eso de que una cosa es bella, de que algo es bello, un animal, o una persona, o un cuadro, o una estrella, o lo que sea?”.  Esto es porque nosotros hombres, este tipo de cosa que pretende estar separado de todas las demás, dirigiendo la mirada a ellas, declara que son bellas, o que no lo son.  ¿Es un canon, y por tanto esclusivamente humano, el que va a determinar el a que algo se le declare bello o por el contrario se le declare no bello?  Esto es una actitud. ¿Es así?  ¿Es verdad que esto de que haya unas cosas hermosas y otras feas, es solo porque a nosotros nos parece, porque les aplicamos un canon nuestro, humano, en relación con este tipo de cosas que nosotros somos, de lo humano?  ¿Qué si una familia de estrellas, si una ardilla trepando por un pino, nos parece en un momento dado más bella que otra, es porque les aplicamos algo que es un canon humano, que se ajusta más a nuestra idea sobre ello? 

Estoy pensando esta manera de tomarlo, naturalmente como objeto de ataque para proceder con vuestra ayuda a desmentirlo: cuesta trabajo que sea así, cuesta trabajo creer que efectivamente una ardilla, una estrella, sean más o menos bellas precisamente por el criterio humano.  Esto sería volvernos a poner en el centro, como el juez y el dirimente de cualesquiera cuestiones, por ejemplo éstas, las estéticas, y esta tertulia política hace ya muchos años que ha venido a recaer en el “contra el Hombre”.  Hemos declarado una y otra vez que cualquier Humanismo no es más que un Patriotismo, y tan falso, tan carente de fundamento, como todos los patriotismos.  Es bastante fácil reconocer en las patrioterías nacionalistas por ejemplo la falta de fundamento, la mala intención, y rechazarlas.  Pues no hay más que generalizar a eso que llaman “la Humanidad”, al Hombre, a todo eso que se pretende que nosotros somos, y entonces lo mismo reconocer ahí que cualquier pretensión de ser nosotros el criterio de la belleza, lo mismo que sería el ser nosotros el criterio de la verdad en las cosas.......................Porque es que este paso hay que darlo también: si esto que estoy diciendo respecto a la Estética, o a la Ética, lo aplicamos también al Saber, se trataría de lo mismo, una actitud humanista según la cual efectivamente las cosas son lo que nosotros sabemos de ellas.  Esto es volver a recaer en la vieja forma de Humanismo patriótico, religioso, aquella en que se decía que Dios ha hecho todas las cosas del mundo y las ha ordenado para bien del Hombre, para Nuestro bien.  Recordáis, ¿no?, seguro que os sigue resonando en los oídos algo de esta pretensión del Hombre, de esta pretensión patriótica.  En consecuencia hace ya mucho tiempo que aquí estamos contra el Hombre, justamente porque pretendemos venir aquí a ver si la gente se deja hablar; la gente, lo que nos queda de pueblo, y precisamente por eso no podemos consentirnos ya ni la opinión personal, ni el saber personal, y todo eso.  De manera que es muy duro de creer que las cosas sean bonitas, feas, ellas, hermosas, más o menos unas que otras, según el criterio humano que se les aplique.  Dada la política que llevamos de ordinario, eso la verdad es que resulta más que duro de creer.

Luego además, aunque esto puede parecer un poco frívolo, si nos fijamos en el tipo de cosas que nosotros somos, hombres, mujeres, no podemos menos de volver a reconocer lo que siempre de una manera o de otra se ha reconocido: la especial torpeza, en comparación con cualesquiera otras cosas, de los hombres; la especial torpeza de los hombres, que es lo que esplica toda su necesidad de aditamentos, y por tanto en último término la sumisión al servicio del Orden desde Arriba, de tal forma que se puede decir que en ningunos otros animales ni cosas se da que haya tantos feos como en la raza humana, donde el tanto por ciento de feos es evidentemente incomparable; a ojo, sin pararse mucho en números, el tanto de feos es incomparablemente mayor.   ¿Cómo vamos a pensar que hay tantas ardillas feas, o tantas estrellas feas, o tantas nubes feas?  Hombres, mujeres, y sus niños, desde luego parece que nos ofrecen, aunque sea en este campo un poco frívolo, un testimonio de lo mal que andamos, de la poca razón que tenemos para creernos lo que nos creemos.   Bueno, hace ya muchos años, cuando sacaba cosas en El País, políticas, saqué uno que se llamaba “la mayoría son feas”, y a pesar de lo claro que estaba el artículo hubo muchas feministas, o algún feministo tal vez, que les pareció muy mal aquello; una tontería, que recuerdo precisamente como tontería, como si no se implicara que también la mayoría son feos, igual que la mayoría son feas.  Lo que aquí se quería es atacar a la Mayoría democrática, que es lo que después por todas partes he atacado: no solo es que en esta llamada raza humana haya tantos feos, sino que la Mayoría son feos; la Mayoría son feos, la Mayoría, me da lo mismo, son idiotas, porque eso es igual, no quiero distinguir aquí entre regiones, y justamente al Orden en su forma más avanzada, la que padecemos, la Democracia desarrollada, es lo que le conviene, y la Mayoría tienen que ser así, feos, o idiotas, como queráis decir; feos, idiotas, torpes.   De manera que aunque sea con esta nota un poco frívola, esto desde luego, si hacía falta algo, nos desautoriza de cualquier pretensión de que nosotros seamos el criterio, el canon, que determine ni la belleza, ni el acierto de las cosas, ni nada.

Puede que, a diferencia de todo lo que se refiere a hombres, no esté tan claro, pero es lo contrario lo que tendríamos que admitir: que las cosas, cualesquiera cosas de la Realidad, son hermosas, o feas, unas más hermosas que otras, unas más feas que otras, ¡qué se le va a hacer!  Y lo que a nosotros nos toca, pues nos toca simplemente como parte de eso; una parte desde luego importante, y con esto me voy acercando a dejaros correr la palabra.  Una parte importante, porque vuelvo a recordaros lo que entre las cosas humanas pasa, cuando hablábamos de los templos griegos, de que la pretensión de ideal, esactitud, de esactitud matemática, no es lo que hace los templos más bellos, y hay que recordar que, saltando al Estado actual, hay algo que desde luego, entre las cosas humanas, les quita toda posibilidad ni de belleza, ni de gracia, ni nada, que es la intervención matemática, pero por la vía de la Economía.  Estoy hablándoos, claro está, del tipo de vivienda más propio del régimen actual, los bloques de viviendas, los bloques de nichos de vivos que esperan delante de la televisión la muerte futura, que es el edificio del régimen actual.  No tenéis que decirme que algunos somos unos privilegiaos, que a lo mejor vivimos todavía en una casa, pero vamos, somos unos poquitos, como sabéis, ¿no?, porque el edificio por escelencia del régimen es el bloque de viviendas, el bloque de nichos para que cada cual o cada familia espere la muerte futura delante del televisor.  Pues ahí los doctos de Arquitectura y así, ya pueden esforzarse para convencernos de que un tipo de arquitectura como ése puede tener ni el menor rastro de belleza ni de gracia; ahí es todavía mucho más claro cómo la entrada de la ordenación pretendidamente matemática, económica en este caso............ Lo que rige en los bloques de viviendas es naturalmente el Capital, y el cálculo del arquitecto se dedica a volúmenes y combinaciones estrictamente impuestas por el Capital, y ahí no cabe el menor rastro de belleza ni de gracia, no cabe. 

Cuando pintores, por ejemplo “a la última”, aunque la última sea ya la última de hace 30 años, les da por sustituir el pintar bien las cosas por letreros y por ideas que dicen que quieren espresar por medio de sus trazos (y ya sabéis a qué celebérrimos vanguardistas me estoy refiriendo, no hace falta que dé los nombres), ahí esa sustitución de la pintura tradicional por una ideación, por un mensaje, igualmente arrasa, no hay ya la menor posibilidad de que nada de eso sea bueno, ni bello, ni gracioso, ni nada; por más que también, claro está, los Críticos de la Cultura se esfuercen en contarnos las maravillas que se encierran en los cuatro trazos mal trazaos del Pintor Famoso, y por tanto contribuyan de esa manera a que el engaño mutuo sostenga al Pintor, y al Estado al que sirven y al Capital al que sirven.

Aunque seamos solamente parte de las cosas, y tengamos que reconocer que las cosas, sin criterio nuestro, las hay buenas y malas, tenemos que reconocer que la parte que nos toca, como tantas veces hemos reconocido, es especialmente............fea.  La parte que nos toca es especialmente fea, muchas veces lo hemos visto, y por eso la tertulia política está contra el Hombre.  El Hombre ha llegado a desarrollar algo en lo que quiero que paréis mientes un momento, que es el gusto de lo feo.  Estáis pensando supongo en ejemplos, ¿no?, porque no es muy difícil saber a qué me estoy refiriendo, supongo, ¿no?

-...............

Por ejemplo en los bloques de viviendas, no simplemente es que el Capital por sus cálculos económicos los imponga, sino que los desarrolla con un ímpetu por parte de los promotores, por parte de los costructores, y por parte de todos, que es justamente un ansia, una aspiración, a lo feo; es decir, que no es solo porque sirva mucho para el Capital: es que hay un gozo por parte del Orden establecido en la propia fealdad, de manera que se arregla así, y en muchos de los participantes en el Orden eso se demuestra: cuando nos imponen hasta tal punto una cosa, entonces una parte al menos de la población desarrolla el gusto de lo feo, de manera que puede llegarse a que cuando les presenten las películas por ejemplo más desastrosas, más torpes, melodramas, cosas por el estilo, precisamente por lo mucho que aquello les fastidia por lo bajo y les aburre, pues por eso declaran que lo que les gusta es eso.  ¿A cuanta gente no oiréis todos los días declarar que les gustan cosas que efectivamente tienen este carácter, les gustan cosas que precisamente son las que no tienen ningún peligro de que sean ni buenas, ni bellas, ni graciosas?   No hace falta pensar en cosas tan tremendas como sadismos y masoquismos: una vez que a la gente se le impone lo que se le impone mayoritariamente, es lógico que de vez en cuando en muchos se produzca esta reacción, “¡esto, lo impuesto, lo necesitado, esto es lo que me gusta!”.  De manera que en la medida en que se nos va perdiendo cualesquiera restos de sensibilidad, de sentido a lo más inmediato, en cambio se nos imponen fés y creencias;  fés y creencias que son siempre detestables, aburridas, vengan de donde vengan; en Artes, en Medicina, en Ciencia, y en lo que sea, son detestables, aburridas, y están diciendo justamente, no solo la mentira, sino la necesidad mentirosa.  Y mucha parte de la población, pues dice “¡pues esto es lo que yo siento!”.  ¿Qué coños vas a sentir?  ¿Cómo alguien puede sentir por ejemplo el grado de colesterol o la tensión arterial?  ¿Quién coños va a sentir eso?  Pues no: a fuerza de imponértelo, y de perder la sensación elemental, uno puede decir que lo siente, que siente el colesterol y que siente la tensión arterial, a todo eso se puede llegar. 

En eso es lo que quería haceros parar para terminar.  Somos en verdad, en cuanto a esto de bello, hermoso, cosas como cualesquiera cosas, pero lo específico, lo que nos distingue, se las trae, y efectivamente tiene rasgos como estos en los que me he detenido.  Parece que tendríamos que tirar el día que viene por pensar que en las cosas eso a lo que se alude malamente como belleza, hermosura, o ........gracia, más bien ‘gracia’, consistiría en que siendo la Realidad como es, y también la humana, una guerra entre los ideales impuestos desde Arriba por Dios matemático, y el informe cieno de la resistencia que queda por debajo y que nunca puede llegar del todo a someterse a esos ideales, siendo la Realidad el punto de encuentro y choque entre lo uno y lo otro, cada cosa tiene que arreglárselas, y entre ellos nosotros como cosas, para ir tirando, y entonces se ve que se llama gracia, se llama gracioso, a la cosa que se las ha arreglado para recibir ese choque entre el Ideal matemático y la resistencia informe de abajo con un cierto equilibrio, por así decir, y que cuando en una cosa o en un suceso se da justamente ese equilibro o encuentro entre lo uno y lo otro, es cuando nosotros, y cualquiera fuera de nosotros, diría “es gracioso, bueno; es gracioso”.  

Bueno, pues el rato que nos queda os dejo ya que sobre los muchos puntos que os he sacado digáis lo que os parezca, y si no, sobre lo último que os he dicho ya iremos volviendo dentro de 7 días, si el Señor nos deja.  De manera que venga.

-Sobre esto de la gracia y de lo bello quería contar una anécdota muy cortita de mi abuela, que no era una mujer de saberes como se suele decir, bastante de abajo tenía, y cuando mi madre le presentó a mi padre, lo que se le ocurrió decir a mi abuela fue: “hija, ¿pero ehte niño tiene grasia pa querer?”.   Entonces yo creo que no solo es en las cosas, sino que la gracia tiene que estar también en los quereres, en más cosas.

A-() he dicho cosas o sucesos.

-No, pero cuando dijo,  “hija, ¿pero ehte niño tiene gracia pa querer?”.

A-Ahí se refería a la actividad; no a la cosa, sino a la actividad.

-No a un cuadro ni nada, ni a un vestido, ni a una belleza, sino a algo más.

A-No a la persona, sino a la actividad a la que ella llamaba ‘querer’, si tenía gracia.  Sí, sí, ella ha dicho todo el rato siempre cosas o sucesos, para no ().  Cosas o sucesos.  Sí.

-La palabra belleza es verdad que no se usa,  pero de ser algo está relacionado con el gusto, con el sabor, porque por ejemplo cuando una mujer es muy hermosa, muy guapa, muy bella, se le dice “tía buena”, es lo primero que se le dice, porque es como que está relacionado con lo del sabor de la boca, en el hecho de que por ejemplo es rico la relación de lo bueno con lo rico, con lo que sabe bien, y se remite siempre de alguna manera, incluso metafóricamente, al sentido del gusto.  Incluso es el mismo verbo el que se usa para decir que una cosa te gusta cuando estás comiéndola que cuando dices que te gusta o no te gusta algo, como un paisaje, o una mujer, o un hombre.  Había una vez una formulación que salió que decía “me gusta, o no me gusta, más allá de mí”, la hermosura en el sentido de más allá de gustar o no gustar, en el sentido de saborear.  La relación con el sabor es fundamental.

A-Lo otro que has dicho es lo que al principio dije.  Mejor cuando proponías que lo de ‘bello’ era una cosa muy aparte, y ahora se trata de lo de “está bien”, o “es bueno”.  Que cuando se dice de una mujer que está buena, sea del gusto, como para comérsela, no está claro.  También se dice de cosas ‘que están como para comérselas’, pero eso es del tacto más bien.  El tacto que se ha imaginado, que después de todo es el fundamento de todos los otros sentidos, ¿no?  A ver.  Sobre todo pegas, dificultades.

-A mí se me ocurrían dos cosas.  Una era con respecto a lo de las jergas, que la gente ésta del 15-M han montado una página web, y la gente puede allí hacer propuestas y hablar entre ellos.  Entonces, hablando de que las jergas eran maliciosas, un artículo de la Costitución en lenguaje culto, político o legislativo, dice: “la soberanía de la nación española reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”.  Entonces eso nos lo tragamos así de fácil, pero si se dijera en lenguaje corriente se diría que en España manda el pueblo llano, y tienen ahí al Rey y a sus gobernantes para que le sirvan, ¿no?

A-Bueno, pero eso es con mucha transigencia, porque aquí no creemos en nada de eso, el pueblo no manda nunca.  La traducción que has propuesto es aceptable, porque no hay que olvidar que la propia traducción haría que ella misma se echara abajo mejor que la formulación culta.

-Claro, la gente se reiría, no habría un dios que se lo creyera.  Y otra cosa que se me ocurría con respecto a si es bueno o no Internet, pues resulta que yo si lo veo bueno, o lo siento bueno, y por ejemplo con esto del 15-M y la web ésta, pues yo me emociono con todas estas cosas que se están dando por la Red, porque efectivamente estoy participando en las asambleas y todo eso, pero luego en la Red hay un montón de cosas que se están cociendo, y eso a uno le produce emoción y le parece bueno.

A-Pero la disputa era si aparte de para lo que sirve mayoritariamente, además puede servir para algo bueno, que es lo que estás diciendo, porque desde luego la utilización mayoritaria de la Red es clara, y si () unos cuantos kilómetros, ya verías a qué poquito quedaban reducidos ésos que te emocionan y que te dicen algo, en comparación con la montaña.  Pero en esa disputa estamos, que yo he estado con los chicos también de vez en cuando en esta disputa, y ahora volveré a sacar también un artículo. Se puede decir que lo contrapongo a la Televisión, de la cual hace falta mucha cara para decir que aparte de servir para lo que sirve, sirve para algo bueno, porque eso yo creo que nadie sensato puede decirlo, pero la Red sí, efectivamente parece que se escapa por la propia proliferación, por la propia libertad de prácticamente cualquier cosa.

-Internet es lo peor que hay.  Yo Internet no tengo, afortunadamente.  Y digo afortunadamente porque si no muchas veces diría “voy a entrar a ver qué cojones está pasando”, y de esta manera afortunadamente tengo que salir a la calle a ver qué es lo que pasa, y lo veo, porque estoy harta de que la gente me cuente lo que está pasando porque lo ha visto en Internet.

A-Los activos dicen que gracias a la Red se han puesto de acuerdo para asambleas, se han citado una y otra vez, de tal forma que algunos piensan que sin la Red no habrían podido hacer nada de lo que han hecho.  La pega de la Red que viene después es que su mal está en esa propia proliferación y abundancia, es decir, que la cosa, en cuanto se haga un poco más grande, será algo que se vuelva intratable, porque ¿quién se va a poner a buscar en la montaña de comunicaciones alguna que de verdad le diga algo?  ¡Qué difícil será, ni siquiera disponiendo de las siglas de algunos de los de más confianza!  Eso crece, y todo el mundo se espresa, todo el mundo se manifiesta, os encontráis toda clase de cosas, y si esto crece así, la posible utilidad que estos chicos y tu misma ves en la Red se acabará, se hundirá por la propia proliferación, por la propia proliferación desmandada, ¿no?   Esto no quiero que sea una profecía, porque desde luego lo que hay que reconocer es que caben siempre posibilidades de que, aparte de servir para lo que sirve un istrumento como ése, haya servido, y sirva, para algo bueno, para otra cosa.  Sí.

-También hay que ver en la raíz de para qué está hecho Internet, cómo se creó, con qué finalidad, si es una finalidad económica; y si lo crearon como herramienta maligna, pues habrá más posibilidades de hacer mal en Internet, usar mal Internet.  Me refiero a que la herramienta se creó, se creó Internet.  ¿Para qué?: para temas económicos, para globalización.

A-No, no, en principio, como cualesquiera otros medios, se ha creado con el fin que el Capital manda; eso por supuesto, y no hace falta ni siquiera mencionar al Estado.

-No sé si es bueno o si es malo un bloque de edificios.  No se creó para dar felicidad a la gente, se creó para ganar dinero y para meterlos a todos...............

A-Se creó estrictamente para eso, pero antes he dicho que por fortuna ni siquiera del Capital puede decirse, como de Dios, que es Omnisciente, sino que también puede equivocarse en sus cálculos, y evidentemente se equivoca de vez en cuando, y en esa equivocación estaría esta posibilidad que Teresa ha presentado: aparte de los fines que trae en sí, y a los que viene destinada, por sus propias condiciones mismas pueden dar lugar a que por lo menos ocasionalmente pueda servir para algo distinto, y por tanto bueno, algo bueno en el sentido de distinto de aquello para lo que está creada, ¿no?  A ver.

-No lo llames objeción, porque no tengo material suficiente para decir tanto, pero hay una cosa que no acabo de entender, que es que no veo, después de lo que has esplicao, cómo se llega consecuentemente a esto de que la belleza sea un equilibrio, o un punto intermedio, y por lo siguiente: yo entiendo que si la cuestión de la belleza (o la cuestión del criterio de la belleza, que suele ser lo que muchas veces se discute cuando se habla de la belleza), no es una cuestión subjetiva, no depende del Hombre, pues entonces puede parecer que, hablando en jerga filosófica, cae del lado de lo objetivo, ¿no?  Pero me parece que con eso que introducías de que la gracia es algo justamente que no se sabe, me parece que es interesante pensar que lo bello es justamente objetivo, teniendo en cuenta que no es un objeto que es el que es, sino que siempre pervive en ello algo que es desconocido.

A-En esto último yo creo que te equivocas: lo de Arriba es lo que es lo que es, y lo de abajo es lo que no se sabe lo que es.

-Pero yo a lo que voy es a que en la jerga filosófica por ejemplo el ámbito objetivo es lo que es lo que es.

A-No, no, ése es el Ideal, ése es Dios.  Para entender como un equilibrio la gracia en las cosas, hay que recordar lo primero que la Realidad, en contra de todo lo que os vienen contando, no es más que el sitio, la región de encuentro, entre el Ideal (“lo que es, es lo que es”), y aquello de siempre desconocido sobre lo que trata de imponerse por debajo.  La Realidad está en medio, el existir, y entonces...............

-() si hay equilibrio para la Realidad.

A-No, porque si digo que si es verdad que las cosas, sin intervención mía ni de nadie, son unas más graciosas que otras, de momento tal vez (pero esto lo he anunciao como tema del próximo día), tal vez podríamos ver si puede entenderse como que son casos de acierto, equilibrio, armonía, en algún punto de esa guerra, que es general, entre El que es lo que es, el Ideal, Dios matemático, y lo que queda por debajo, y a lo que se impone.  Pero lo había anunciao como tema más bien para el próximo día.

-¿Y cómo se entiende lo de la belleza de lo feo?  Porque a mí es algo que me confunde.  Es que parece como si hubiera una separación implícita de cuerpo y alma en eso de la belleza de lo feo, porque se puede hablar de algo feo, pero que es bello en esencia.

A-No, no hace falta para nada, yo lo he presentado como una cosa que se esplica bien a partir de la necesidad que desde Arriba nos imponen de aguantar lo feo, por ejemplo los bloques de viviendas, por ejemplo las mentiras y trampantojos de las artes, y entonces digo que una gran parte de la población, que quiere decir “una gran parte de mi propia alma”, puede tirar por el camino de decir “¡puesto que me lo imponen, pues me gusta!”.   Antes, a propósito de lo que dijo Isabel, que había sacao lo del gusto, en cierto modo estaba hablando todo el tiempo contra la noción ésta de gusto que cunde tanto entre nosotros, y la declaración de que uno sabe qué es lo que le gusta, que es una idiotez igual que la de que cada uno sabe qué es lo que vota, qué es lo que compra......... Es lo mismo: el saber, el creer que se sabe.  Después de estar tan deshechos como estamos, de habernos impuestos tantas cosas como he recordado al final, con las que tenemos que tragar, y que no son más que ideas, pero que nos creemos que son cosas, ¿cómo después de eso se puede pensar que uno puede tener gusto, que uno personalmente puede tener un gusto o un criterio?  ¿No los habrá que lo que tengan sea una sumisión, que es la de “me gusta porque es feo”?  Que quiere decir “es necesario, me lo han impuesto, y puesto que esto que me han impuesto como necesario es feo, pues yo tengo que decir que me gusta lo feo”.

-Pero yo lo decía también porque he oído hablar en alguna ocasión de belleza interior y belleza esterior, y me parecía que..........

A-De eso no he distinguido para nada, ¿no?   Es que es una tiranía la del gusto personal.  El Comercio por supuesto vive de eso, pero todos los demás, aparte del Comercio, lo padecemos y lo sentimos, la declaración del “me gusta”, o “no me gusta”.  “¿Pero quién eres tú?”. Una criatura desde pequeña educada en el engaño, en la mentira, en creerse cosas que nadie se puede creer, ¿cómo una criatura así puede llegar a mayor y decir “me gusta” con esa seguridad?  Al Comercio le interesa, al Capital, por supuesto, que cada uno se crea que tiene su gusto, porque vive de eso, y nada más tenéis que ver los anuncios, ¡pero que eso lo admitamos...........!   ¿Qué más?

-Era sobre esto que estábamos hablando de la seguridad del gusto, es que se me ha ocurrido algo una miajina pedante, pero que lo voy a decir porque creo que tiene sentido: que a algunos nos guste lo feo o lo gracioso, o lo hermoso, o cualquier otro sinónimo que podamos buscar a los adjetivos que le ponemos al gusto, no creo que sea algo arbitrario, ni impuesto, ni tampoco canónico, sino que creo que más bien es que todos buscamos al mismo tiempo un punto de equilibrio entre lo que carecemos, algo que no tenemos, y algo con lo que al mismo tiempo nos identificamos.  Voy a poner un ejemplo muy tonto y que no sé si se va a entender, para que se entienda la idea ésta pedante: por ejemplo una persona que tenga orejas de soplillo, y no diferencio entre belleza esterior y interior, que conste, pero es por poner un ejemplo.   Entonces ve a otra persona que tiene unas orejas canónicamente hermosas, y le atraen esas orejas, pero a la persona que tiene las orejas canónicamente bellas también le atrae las personas con las orejas de soplillo, por sus orejas.  Ése es el ejemplo.  Pero al mismo tiempo creo que buscan algo que no tienen, algo de lo que carecen, pero a lo mejor son personas que han vivido con sus orejas con una actitud muy parecida, y al mismo tiempo se identifican.  Buscamos el punto de equilibrio en algo que no tenemos en otra persona, pero que al mismo tiempo nos identificamos.

A-No está nada claro, no.  ¿Estás sugiriendo que al de orejas de soplillo le gustan las orejas del de orejas canónicas?

-No, era un ejemplo para que se entienda la idea.

A-Claro, pero es un ejemplo completamente arbitrario, ¿no?  Sobre todo lo que lo hace oscuro es esto que estaba criticando: que parece que esto lo refieres al gusto de cada uno, y es importante renunciar a esa creencia, porque uno no puede de verdad tener gusto, lo mismo que no puede tener autoridad.  Aquí, a esta tertulia política que no se sabe cuantos son y todo eso, a una asamblea libre de la que no se sabe cuantos son, habrá, puede haber, cosas que le caigan bien, y otras que le caigan mal, y eso será una manifestación de algo que queda por debajo de las personas, pero de lo que vive el Comercio, el Capital, es de creer que es cada uno el que vota, el que sabe lo que vota, cada uno el que tiene un gusto personal que trata de imponer, y que al Comercio le viene muy bien.  Y contra esa idea, contra esa creencia en el gusto personal de uno, sería primario atacar.  Bueno, es algo tarde.  Sí.

-Que en lo que se nota mucho la manipulación de lo del gusto es con las modas.  Yo recuerdo que cuando eras más pequeño te sorprendía mucho que de repente veías que te gustaban los pantalones pitillo cuando te había parecido una cosa super macarra, y luego 3 años más tarde te gustaban los pantalones de campana, y luego te parecían horribles los de pitillo, pero luego a los 3 años te volvían a encantar los de pitillo, y los de campana decías “¡madre mía, lo que llevábamos!”.  Pero luego te volvían a encantar los de campana, y entonces te quedabas un poco alucinao con eso.

A-Si, por lo menos mucha población.  Sí, está bien, es un ejemplo.  No es que las modas cambien: es que con las modas cambian los gustos personales, por lo menos digamos de la mayoría, de una población importante para el Comercio.  Por lo menos esa mayoría de población desde luego cambia con las modas, y tiene un gusto personal justamente por aquello que la moda le ha impuesto, pero lo toma como gusto personal.  Tremendo.  ¿Quién..........?

-Quería decir que en la Realidad siempre tenemos que elegir, y todo nos está empujando a elegir una cosa u otra, un sabor, un gusto, y eso no tiene nada que ver con la belleza.  Un gato es bello porque no sabe que es un gato, hay algo ya de por sí en su esencia, o en su presencia, y entonces es ese no saber lo que hace bello, y entonces el Hombre lo que pasa es que lo contamina, y entonces una persona puede ser fea, y sin embargo tener una belleza.

A-Sobre todo la intervención del Hombre la hemos descartao, y hemos llegao a pensar que lo de la belleza y las cosas graciosas, o más o menos graciosas, está fuera; fuera de nuestro criterio, no cuenta para nada.  Un gato puede ser más bonito que otro gato, pero en todo caso esa diferencia no va a contar por nuestro criterio, sino por sí, porque en las cosas se da que hay unas hermosas, más hermosas, y con eso es con lo que tiene que ver la cuestión que al final proponía del equilibrio.  Sí.

-¿Podría decirse que debajo de todo esto hay algo que no se sabe, pero se sabe, que es la gracia?

A-No, no, la gracia se da en la Realidad.  Por eso el día que viene trataremos de ver en qué puede consistir, si en ese choque que es la Realidad se puede hablar de un equilibrio, como he enunciado.  Lo he dejado enunciado.  ¿Quién más había por ahí?

-Pero la belleza al fin y al cabo es algo muy relacionado con lo que tu crees divino, lo que crees tu ideal, tu Dios, lo que más se acerca a eso.  Lo ideal para ti puede ser algo feo, pero se acerca a lo que tu crees que es lo máximo, y por eso lo feo puede ser que en el mundo de esa persona eso sea bello, o sea, siempre será relativo a muchas cosas, será relativo la belleza.............

A-No sé si me conozco bien en la posición que quieres ponerme, no estoy muy seguro.  Desde luego la perfección, el Ideal, resulta que escluye la belleza, resulta que no son las cosas que cumplen el Ideal, o que pretenden cumplirlo, matemáticamente, las que resultan más hermosas, sino que hay otras que son menos perfectas y que tienen el elemento de la gracia.  ¿No queda nada más por ahí?

-Yo me refería a lo de Internet, porque realmente es un fenómeno muy curioso cómo ha calado por todas partes, incluso en los países no progresados.  Y es que yo creo que ahí hay un mecanismo curioso de identificación, más que con la escritura, con la lengua misma.  Es una trampa, pero es así, por el carácter de gratuidad, el carácter de negación del Dinero, porque uno siempre dice que se ha descargao esto o se ha descargao lo otro, y incluso le pueden vender un libro barato, pero si está descargao por Internet realmente es gratuito, tiene alguno de los privilegios esenciales de la lengua, que es que sea gratis.

A-No, ahí cualquiera te dirá que no, que te has equivocao: colgar una Red y recoger una Red cuesta trabajo, y por tanto dinero.

-Está claro que ha nacido del puro Capital, y lo que hace es para vender ordenadores, y mueve más Dinero que nada, y sobre todo mueve Información, que la Información es realmente el Capital más grande que hay ahora.  ¿Pero por qué la gente corriente entra de esta manera?: porque caen en un enganche que tiene mucho que ver con una especie de comunidad o de algo que les recuerda a la gratuidad de la lengua.  Eso es así.

A-No, eso te lo inventas tu sin fundamento.  Hemos dicho.............

-Y además hay otra cosa, que es que la escritura es la vuelta a la conciencia de la lengua, porque cuando uno se pone a escribir parece que hay el paso ése de lo incosciente, de lo que estaba subsumido en el subcosciente, que realmente se vuelve uno a la lengua en la escritura.  Bueno, pues en el Internet parece que uno tiene conciencia..........

A-Que no escribe.

-Sí, escribes, pero no escribes.

A-¡Venga, por favor, no te empeñes en cosas que no tienen fundamento!  Hemos dejado simplemente abierto, gracias a que el Capital a veces se equivoca, y con el ejemplo de todos los de la acampada, que a veces, en contra de lo previsto y para lo que está costituído, puede servir para algo bueno, no digamos por qué.  No digamos por qué.  Bueno, pues entonces..........

-Es que antes me ha llamado la atención que dijeras que uno no puede tener un criterio o un gusto, y estaba pensando que tanto la belleza como la gracia es una cuestión de la emoción que nos provoca, que es muy humano, como belleza y gracia, que son palabras, por tanto son humanas; y que uno no pueda imponer su gusto es un hecho, pero que tenga la emoción es un hecho también, con lo cual...........

A-Bueno, ‘emoción’ es una palabra lo bastante vaga como para que no haga mucho daño, pero en cambio ‘gusto’ está establecido, y es tiránico, y ya está.   Una emoción por supuesto se puede fingir, y los melodramas de la () están llenos de emociones que pretenden ser emociones y que están fingidas, pero lo que se atacaba es una cosa como el gusto, que es lo mismo que la opinión personal.

-Y para desarrollar un poco la idea, eso me vino a raíz del ejemplo que decías del Partenón de Atenas, y la relación entre lo que llamaste una pretensión de perfección matemática y una patata informe, y precisamente las organizaciones me parece que serían lo que yo llamaría una costrucción matemática, y una cosa que no tiene forma............

A- Solo que pasada por la Matemática económica, porque en el otro caso...............

-Puramente matemática, sin emoción precisamente, sin.............

A-Sí, sí, ya veo que te gusta mucho la palabra ‘emoción’.  Cualquier cosa que efectivamente no se refiera a la Persona, sino que se saque de la Persona, que le pueda mover o conmover, pues bueno, siempre cabe, y tal vez la gracia responde a eso.  Se atacaba por el contrario el criterio y el gusto, que no sé si tiene mucho que ver con lo que tú llamas emoción o no, pero lo que se atacaba era eso.

-Y el Partenón, para terminar, como costrucción, es bastante conocido que está costruído bajo las proporciones del Número de Oro, que es una escepción matemática que también se encuentra en la cáscara del caracol y cosas de éstas, que dentro de una misma temática se llama una perfección matemática cuando el número en sí no es perfecto para nada, porque no estamos viendo cosas paralelas.

A-¿El número cuál?

-El Número de Oro.

A-“Que no es perfecto para nada”, no sé qué quiere decir.

-La Proporción Áurea.

-Es un número irracional, seguramente.

-No es irracional, ni racional.

-Perdona, es irracional, y perfectamente conocido, es “uno más raíz de cinco partido por cuatro”, y raíz de cinco es irracional.  Bueno, puedes poner “raíz de cinco menos uno partido por cuatro”, y es lo mismo.

-Pero yo te hablo de Arquitectura.

-No, no, estás hablando de Matemáticas.

A-Es que has hablado de que el Partenón está promovido con el Número dorado.

-Pero las Matemáticas no son malas en sí, y estábamos hablando de belleza y gracia.

A-¿Existe el Número Dorado para el Partenón?

-() iba en el sentido de no perfección, no totalidad.

A-De eso era de lo que se trataba, y ni Número Dorado ni nada: el hecho de que no sea tan tiránicamente perfecto como otros templos, parece que es lo que, según mi profesor, le daba la gracia, y no merece la pena distinguir mucho en ().  Bueno, pues entonces, si el Señor......

-Una pregunta muy breve: ¿hasta qué punto lo cosciente y lo incosciente se corresponderían a esta cuestión que planteas siempre de lo de Arriba y lo de abajo?

A-‘Cosciente’ pertenece a lo de Arriba, y ‘no cosciente’ a lo de abajo.  Y en medio, en la Realidad, está la subcosciencia, que es justamente donde se encuentran las lenguas.  Para esto hay que salirse mucho de la manera en que se suelen entender los términos froidianos, pero desde luego contando con los tres, y al de abajo dejarle el NO, que por eso lo llamamos ‘lo desconocido’.  Conciencia es la pretensión de saber y la de que lo que es sea lo que es, es lo de Arriba, y en el choque entre lo uno y lo otro está la Realidad, y ahí, la subcosciencia. 

Bueno, pues si nos deja el Señor, no nos mata, pues dentro de 7 días seguiremos.