27.08.2014

Tertulia Política número 290 (13 de Julio de 2011)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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  • Nuevo intento de deshacer las creencias que se tienen acerca de uno mismo, partiendo esta vez de varias espresiones del lenguaje corriente.
  • De la correcta interpretación del socrático “nadie hace mal a conciencia”. 

 

 

TRANSCRIPCIÓN:
 
 
Pues vamos a ver si ayudáis los que seguíais conmigo en esto.  Habíamos estao dando vueltas a la cuestión de la belleza, el bien, lo bueno, la gracia ocasionalmente, y, como suele suceder, lo más importante en esto era lo negativo que en esa búsqueda se incluía, o se revelaba, es decir, la descreencia de la creencia habitual de que esas cosas dependan de uno, sea uno individualmente, su gusto personal, “lo bueno es lo que a uno le gusta”.  En ese sentido el Hombre Uno, el Individuo, es la medida de todas las cosas, es el que dice ‘bueno’, ‘malo’, ‘alto’, ‘bajo’, ‘gracioso’, ‘feo’, y cualquier otra cosa.  Esto es una creencia bien estendida, y también la creencia con respecto al Hombre, contra el cual esta tertulia política se está lanzando todos los días desde ahí abajo, donde está, no el Hombre, sino el pueblo-que-no-existe, la gente.  También respecto a eso, de tal forma que no se vuelva a volver a creer, de maneras más o menos renovadas, en que la Ordenación, el Mundo bien hecho, lo está precisamente con respecto a la conveniencia del Hombre, como si Dios o quien fuera hubiera preparado todo de la manera que conviniera más a nuestra subsistencia, a nuestro bienestar y demás.

Esta negación es lo importante, el descubrir la vanidad de estas creencias, y no sé hasta qué punto hemos llegado en ese descreimiento, que era lo que me importaba.  De manera que tenemos por ahí que volver a entrar una vez más en el Psicoanálisis en algún sentido, la disolución de la fe en uno mismo, sea quien sea, sea el uno, sea el Hombre.  Os estoy preguntando ya qué sentido tienen entonces esas frases medio reflexivas que ya a propósito de eso nos salían, por ejemplo en los versos de Rubén Darío cuando se decía “el Alma cruel inmola/ lo que la alegra”.  A ver qué es lo que pasa sobre todo con el “la” del segundo verso, “LA alegra”, que es una de las cosas en que os pido parar mientes, porque evidentemente, piénsese del Alma lo que sea, o lo que Rubén Darío pensaba al hacer esos versos, lo cierto es que el gozo..........que por ejemplo era el del gozo amoroso por los amantes múltiples uno tras otro de la reina Zíngua, pero eso no importa: el gozo no es una mera cosa de eso que llamaban ‘corporal’, el gozo de alguna manera alegra también al Alma; la alegra: ¿quién puede negar que efectivamente las delicias corporales, los logros y las eficacias de eso que se llama cuerpo, están alegrando al Alma de una manera o de otra?  Y es ella misma (y éste es el punto: “ella misma”), es ella misma la que lo inmola, a eso que la alegra.  Ésta era la utilidad de los versos que os sacaba el otro día, y en los que os pido volver a parar mientes: ¿cómo es esto de que la misma a la que alegra lo bueno que podía haber o recibir, sea la que lo inmola? En sacrificio a cualquier divinidad que sea, pero lo inmola, en sacrificio a alguna divinidad.  Por ahí se percibe un poco cómo la noción ésa del Alma está muy ligada con algo esterior a ella, que es justamente la Divinidad a la que adora, la Ley a la que obedece, la Fe en la que cree, y es justamente a esa Fe, a ese Dios, al que sea, al que inmola.  Así que fijaos cómo queda situada el Alma en esta condición, que por un lado no puede menos de recibir de los amores o los deleites que sean, el gozo, y al mismo tiempo parece ser que es ella misma la que lo inmola a algo como su Fe, como el Señor al que obedece, como el Dios............... 

Bueno, éste es uno de los ejemplos en que este lío en que os estoy metiendo se revela.  Fijaos en aquello que también el otro día recordábamos de la pesquisa de Sócrates tratando de averiguar si alguno, según lo que se cree y lo que se pretende habitualmente, sabe que hace mal en algo que está haciendo, y sin embargo lo hace.  Una pesquisa con resultado, claro, una y otra vez negativo, no podía ser por menos: se va descubriendo que nadie hace mal a sabiendas, es decir, que la creencia que rige costantemente de que efectivamente uno puede saber que hace mal, y al mismo tiempo hacerlo, parece que empieza a perder sentido, y es también sobre este otro caso, este otro ejemplo, sobre el que os pido darle vueltas: ¿cómo puede ser eso?  ¿Quién es el que sabe, es decir, no sabe en verdad, pero cree que sabe?  ¿Y quién es el que hace, ‘mal’, por ejemplo?  ¿Son los dos el mismo?  ¿Cómo se tratan entre sí?  ¿Qué tenemos que hacer con el uno y con el otro?  Ésa es justamente la manera en que en este otro ejemplo debería presentaros la cosa de quién es, y si es el mismo, si es la misma, el que sabe que hace mal y el que hace mal, lo mismo que el Alma a la que la alegran los gozos y al mismo tiempo inmola eso que le da gozo. 

Son ejemplos, sobre los que os estoy pidiendo ahora, y os preguntaré enseguida decir cómo pensáis, cómo os las habéis con esos aparentes líos, porque es en ese lío donde estriba el Psicoanálisis que intentamos como función política.  Otro ejemplo más es el de que cualquiera de vosotros, o yo mismo para no ir más lejos, podemos dar ejemplo cuando se llega a decir cosas como “¡qué harto estoy de mí!”.  Lo digo ahora porque estos días pasados me surgió de maneras especialmente vehementes esta tentación, y acción, de decirlo, con motivo de cosas diversas en que mi persona se había vuelto a poner más o menos en candelero, y que me hacían entrevistas y andaba por todas partes por la Red, y por acá y por allá, haciendo lo uno y lo otro, y entonces cada vez que me encontraba con esas noticias acerca de mi persona, me iban creciendo las ganas de decir “¡qué harto estoy de mí!”.  “¡Qué harto estoy de mí!”, y efectivamente puedo volverlo a repetir tranquilamente aún fuera del contesto, lo harto que estoy de mí, y comprendo a cualquiera que frente a mí encuentre dificultades para aguantarme, porque yo mismo lo siento: ¡hay que ver lo difícil que es aguantar a un tipo como éste!  Yo lo comprendo muy bien, y en esos momentos me hago cargo muy bien, y por tanto algún sentido debe tener eso de “¡estoy harto de mí!”.

Pues ahí tenéis otro ejemplo de esas frases que os decía medio reflexivas. ¿Cómo se entienden? ¿Quién es MI, o YO, en los dos sitios, el que está en el “estoy harto” y el que está en el “de mí”, o “de mí mismo”?  El problema no puede ser más claro, está a la mano de cualquiera, es un problema casi gramatical, no se puede referir a cosa más clara.  Pues es sobre esto sobre lo que os estoy pidiendo que me deis ahora algunos intentos de respuesta o de reacción.  Podéis utilizar esos ejemplos, lo de “el Alma cruel inmola”, o lo del Socrático “nadie hace mal sabiendo que hace mal”, o esta manera de hartarse de uno mismo y de decir “¡estoy harto de mí mismo!”, “¡no me quiero nada bien!”.  ¿Cómo se entienden?  De manera que antes de seguir os estoy ya preguntando cómo entendéis esas cosas, porque por ahí es el camino éste que intentamos de disolución de el Alma, el Yo, lo que sea, como lo queráis llamar, pero que es una función política urgente, inmediata, porque justamente la Política de los políticos, la Política de Arriba, está fundada en esas creencias que estoy poniendo ahora en tela de juicio: la creencia en que cada uno es dueño de sí mismo, que cada uno sabe lo que le gusta y lo que va a comprar, que cada uno decide y toma sus medidas según lo que a él le conviene para hacer tal o cual cosa, y todo lo demás, de manera que ya veis si es políticamente interesante y urgente intentar corroer en alguna medida esas creencias.  Es en lo que consiste esta vuelta sobre la disolución o Psicoanálisis de la que os estoy hablando, de manera que antes de pasar a más, ahora mismo ya, os dejo correr la palabra y decirme cómo os las habéis con esa especie de situaciones medio reflexivas que acabo de presentaros.

-.......................

A-¡Vamos!  Supongo que está muy claro, ¿no?  No puede estar más claro.

-¿Son frases que crean dependencia, o que hipotecan la voluntad?

A-No, no, yo digo que cómo entendéis eso de “el Alma inmola lo que la alegra”, “nadie hace mal sabiendo que hace mal”, “¡estoy harto de mí, estoy harto de mí mismo!”.  Os estoy pidiendo que me digáis cómo entendéis eso, cómo os las habéis; porque son frases que se han pronunciado y que se pronuncian, y no hay que andarse preguntando metafísicas, hay que decir cómo se entiende eso.

-Yo por esperiencia diría que la gente que hace mal sí sabe que hace mal.  O sea, que con sesenta y tantos años estoy dispuesto a defender que a lo largo de mi pequeña larga vida he comprobado que la gente que ha hecho mal, sí yo vi que hacía mal; luego esa carga de maldad, ¿de dónde viene?

A-Eso es muy notable, no es corriente tanta decisión en eso, ¿no?, te estás cargando toda la pesquisa de Sócrates, y seguramente tú sabes muy bien por qué lo haces, por qué te estás cargando la pesquisa de Sócrates, por qué tienes tanto interés en haber descubierto a tus 80 años que el que hace mal efectivamente sabe que hace mal.

-Me lo dicen los entornos en los que he vivido.

A-Los entornos no suelen decir nada.  Con respecto a eso comprenderás que un entorno no te va a decir nada.  Te presentará un caso de uno que hace mal, te presentará (y éste es el problema) al mismo justificándose y diciéndote por qué lo hace, y no te encontrarás otra cosa.  Una y otra vez te encontrarás a ésos dos, que a lo mejor te empeñas en que son el mismo, pero que desde luego el uno a tu parecer está haciendo mal, y el mismo, a tu parecer, está tratando de convencerte de que está justificao, que lo ha hecho por esto y por lo otro.  Otra cosa el entorno no te va a dar nunca.  Pero está bien, desde luego, que alguien se atreva a llevar la contra a eso.  A ver.

-Es que eso es una reflexión, y por tanto la persona que interpreta los hechos es una afectada por los hechos.

A-No te entiendo, Jaime.  “La persona que............”

-Digo que la persona que hace estas cosas hace unas reflexiones, y está juzgándose a sí misma, o está juzgando su compostura, o su placer, o lo que le afecta o no le afecta al Alma, y entonces de ahí es de donde viene el primer problema.

A-Ahí está el problema.

-Claro, porque tu no puedes juzgarte a ti mismo.

A-Lo haces, a cada paso.

-Pero es una actitud reflexiva, es una reflexión, no tiene sentido.

A-Sí, sí, y es por lo que estoy preguntando, Jaime: ¿cómo puede ser que sea el mismo el que......?

-Es que estoy seguro de que si hubiéramos cogido aquí a (), y por el procedimiento que fuera consiguiéramos que hablara y esplicara lo que había hecho, tendría argumentos para justificarse.

A-Ya le he dicho a él qué es lo que se encuentra.  El entorno no da más que eso, así que evidentemente cuando Sócrates descubría que nadie hace mal a sabiendas, ese “a sabiendas” quiere decir que no lo sabía precisamente porque creía que sí lo sabía.  Eso apenas hacía falta desarrollarlo, porque ésa es la situación normal.  ¿Y cómo es que no sabe lo que hace, como decía también Cristo en la cruz?  ¿Cómo es que no sabe lo que hace?: pues porque cree que sí lo sabe, y no hay otra manera de saber mal, no hay otra manera de equivocarse, mas que la Fe, creer que sí, creer que sí sabe.  ¿Y cómo en esta Sociedad, en este Mundo, se va a no creer que se sabe?  ¿Dónde estarían los juicios?  ¿Qué sentido tendría un juez?  ¿Cómo se podría juzgar?  ¿Cómo podría haber culpas?  ¿Adónde se irían las leyes?  Todo está fundado en esta creencia en que efectivamente uno es, como se dice, ‘responsable’, sabe lo que hace, y por tanto se le puede juzgar, se le puede condenar, se le puede, llegado el caso, ejecutar, tranquilamente, porque en el Orden social está así establecido............  De manera que ya veis la importancia que tiene esa manera de no saber uno lo que hace que consiste en creer que sí, y ese creer que sí es el fundamento de todo este mundo en que estamos metidos, de toda su política.  Pero quiero seguir recogiendo más voces, venga.

-Algunas veces yo tengo la sensación de que haces algo, y tienes la sensación de que lo estás haciendo mal con respecto a una misma, por ejemplo cuando nos callamos cosas que no te tienes que callar, cuando te callas algo que quieres decir, te das cuenta de que estás dejando de ser fiel a ti misma, y esa sensación, aunque haya algo interno que nos impide hacer el bien de espresarte, esa sensación la tienes, y a pesar de todo te arrastra a lo otro.

A-Has metido todavía el término ése literario de “fiel a ti misma”, que ya acaba de cerrar el ciclo, pero no has podido menos de sacar dos: desde luego hay una que te manda callarte (porque no te han tapao la boca, ¿no?, eres tu, eras tu la que te callas), y otra que está deseando hablar y que le parece muy mal que no la dejen.  Y fiel a ti misma, ¿cuál de las dos?  Ésa es la cuestión que estamos aquí sacando a luz, es justamente de eso de lo que se trata.   A ver.

-Yo tengo que abundar en lo que ha dicho Víctor cuando ha dicho que a lo largo de su corta larga vida ha costatao que hay personas que hacen mal sabiendo que lo hacen.  Yo llego un poquito más lejos: yo mismo he hecho mal sabiendo que lo hacía; no en mi entorno, yo personalmente, pues por ejemplo a mis enemigos, que en mi lucha política yo he hecho todo el mal que he podido, y sabiendo que lo hacía.

A-Eso son testimonios. Yo estoy harto ya de hacerme de Sócrates, responded vosotros, responderles a estos hombres que están convencidos de que sí.  Y actuad de una manera un poco eficaz, porque si no me queda a mí todo el peso de responder a esto.

-Es que has tocado en el hueso del jamón, y esta tertulia se merece entrar en el hueso del jamón en honor a Agustín y a todos nosotros.  Voy a permitirme decir que la mayoría de las acciones de los políticos de la Democracia española, que es la que conocemos, actúan casi siempre en prosecución de legislación que saben que no se va a cumplir, luego están imponiéndonos al común del pueblo una acción político-moral, o jurídica, legislativa, que no se va a cumplir, luego se parte del principio de soberbia, y de conocimiento del pueblo, y de sometimiento del pueblo, porque como saben también que el desconocimiento de la Ley no te exime de su cumplimiento, pues juegan con ese principio, que en el fondo es un principio de maldad política.  Y no quiero decir más.

A-Perdona, pero no te voy a dejar más seguir por ahí de todas maneras, porque nos metes aquí a hablar en el lenguaje que hablan los Medios, en el lenguaje de los políticos, y aquí a ese lenguaje no se le conoce, se le rechaza.  Seguramente Ricardo aludía a algo más profundo, sobre todo cuando quería declarar que él mismo ha hecho alguna vez mal sabiendo que hacía mal; es decir, algo más grave, porque esta cosa de los políticos...........evidentemente, si un político propone o promulga una ley que sabe que no va a servir para nada, eso no importa, porque él cree que de todas maneras eso es lo que tiene que hacer; eso es lo que tiene que hacer para sostener el sistema y sostenerse él en el sistema, así que de saber, lo siento, nada.  En cuanto a lo otro, ¡uno con los recuerdos de uno mismo juega tanto!  Complicas la cuestión, porque ahí ya no solo está el que lo hacía y el que tal vez lo sabía, sino que estás tu ahora que recuerdas al uno y al otro.  Date cuenta de lo complicao que has vuelto la cosa: estás encima tu, que ahora te acuerdas del uno y del otro, y los comparas, y decides que sí, que en aquel entonces él sabía lo que estaba haciendo.  Es complicadísimo, ¿no?, y nos estás alejando de lo palpable de una manera tremenda.  ¿Qué más?

-Yo quería decir que desde siempre, desde niño, tengo esta cosa de Pepito Grillo, de la conciencia, o no sé cómo llamarlo, que hay como dos que discuten y me vuelven loco.  Voy a poner un ejemplo: el otro día yendo por la Gran Vía vi a un tipo dormido, y al lado a un señor robándole la cartera, y yo me quedé mirando.  Uno estaba dormido ahí estirao, y el otro sacándole la cartera delante de todo el mundo, y yo digo “¿qué hago, le despierto?”, y al final me quedé mirando.  En otro momento a lo mejor le hubiera despertao, o hubiera gritao, y eso es una putada, y me siento mal, porque yo no sé lo que tenía que hacer, y me quedé en la duda.

A-Cuando hay duda, ya sabes: es que hay dos.  La propia palabra ‘duda’ tiene en su raíz el término del dos, de manera que estás obligado a pensar que ahí lo que te pasaba es que había uno que quería, era su obligación, despertar al hombre, y otro que se resistía y que no lo veía tan claro; de manera que otra vez el Yo, ése cuyo psicoanálisis estamos intentando, se nos revela como siendo dos, y en este caso claramente contradictorios.  El resultado es que tu corporalmente no hiciste nada, pero el resultado era el de esa lucha, el de esa duda.  Si no hubiera habido más que uno que tuviera su decisión clara, pues o hubieras inmediatamente acudido a arreglar los términos con una Autoridad, o te hubieras quedado tranquilo y pasado de largo.  Pero eras dos, parece que eras dos en ese momento.

-¿Y cuál está bien hecho y cuál está mal hecho?

A-Para esos dos, para uno está claro lo que había que hacer, y para el otro también está claro, o sea que ésa es la cosa.  Y luego está el que nos lo cuenta ahora.  ¿Qué más, por favor?

-Mi esperiencia por lo menos es que yo noto que hay alguien que observa lo que pienso, lo que siento, lo que actúo, y ése es el  MI que verdaderamente me tiene harta muchas veces.

A-Te tienes tú harta.

-Sí, porque hay otro, digamos ese ente que observa, que indudablemente es distinto.

A-Eso es un poco filosófico.  Lo que importa es saber si tu en algunos momentos, como me ha pasado a mí, te sientes inclinada a decir “¡estoy harta de mí misma!  ¡No me aguanto más!  ¡Vaya personaje que me ha tocao!  ¿Quién me manda cargar a mí con esto?”.  Si no, corres peligro, pues de perderte en un Psicoanálisis filosófico de ése que no hace nada, y para que haga algo hay que sentirlo y declararlo así: “¿es verdad, sois muchos de vosotros los que tenéis de vez en cuando momentos de decir “¡estoy harto de mí! ¿Quién me habrá mandao cargar con semejante tipo?”.  Ésa es la cuestión en la que os estoy consultando, “¿quién me habrá a mí cargao con semejante tipo?”, que es como de la manera más clara se separan el tipo en cuestión (que será la persona, el Alma, el carácter, el Yo, la puñeta que sea), y otro que dice que está harto, “¡estoy harto!”, y ése no es el mismo evidentemente; no es el mismo el que dice “¡estoy harto!”.  Se pueden hacer todas las especulaciones que se quieran, pero desde luego parece que no hay derecho a decir que el que se declara harto y dice “¿quién me habrá mandao a mí cargar con semejante tipo?”, es el mismo que el tipo en cuestión, no parece que haya manera de resignarse a eso, ¿no?  Sí.

-Yo creo que casos de maldad pura hay poquísimos, en el sentido de crueldad desnuda.  Quizá a veces en los niños, que son tan poco convencionales con esto de las normas o las leyes de la Realidad, los niños bastante pequeños.  Pero en general lo que se da es eso que dice el pueblo de que no hay tonto bueno, la ligazón entre la estupidez, la idiotez, como caso de creencia suma, y el mal. Los casos que te encuentras de mal en el fondo son casos de estupidez, casos de idiotez, no en el sentido de tonto, porque tonto tiene todavía esa gracia de pobre de espíritu que se decía antiguamente, sino de estupido, de creído, y esto es la maldad verdadera, la verdad corriente, la que más se da.  Respecto a la cuestión de “¡estoy harto de mí mismo!”,  no es más que un rizo más de esto de El Yo, que adopta una especie de pataleo final inoperante, porque no sirve para la disolución, sino para la reafirmación narcisista de ese Yo que está harto de sí mismo.  No va del lado de la disolución, sino de la confirmación del Ser.

A-Si no puedes responder al problema, por lo menos no estropees el problema, no lo perturbes ni lo manejes, porque por suerte o por desgracia el problema está...........

-No lo estropeo, lo estoy aclarando.  El rizo que haces es un rizo sobreañadido, producido por el propio Yo.

A-¡Como si ella supiera ya, como si tuviera la solución de lo que estamos buscando aquí!  ¡El Verdadero Yo! ¡Lo ha encontrao!  ¡Estamos aquí presentando problemas de frases reflexivas y contradictorias, donde es imposible que el uno sea el otro, y bueno, ella sí, ella sabe cuál es el Yo de verdad!

-Mira, el Psicoanálisis es la disolución del Alma, y una formulación de “¡estoy harta de mí misma!”, es el rizar el rizo de la no disolución, y nada más, porque las cosas se quedan como están, y encima uno se arrostra la soberanía de ser un superjuez de sí mismo.

A-¿Y qué cojones, con perdón, tendrá que ver eso con lo que estamos tratando aquí?  ¿Qué cojones tendrá que ver con lo que estamos tratando aquí?  Eso ya son salidas de pata de banco, que te vienen sin duda para no plantearte el problema.  No la sigáis en eso, por favor, porque aquí de lo que se trata es de no estropear el problema, de no estropear la duda, que es lo que nos da vida, y en eso, por favor, no la imitéis, no hagáis eso, seguid manteniendo la duda tal y como os la he presentado, la duplicidad, la contradicción viva, y no queráis de repente rematarlo todo volviendo a la Fe.  No hagáis eso, no volváis a la Fe, porque si no, no estaríamos aquí haciendo ninguna política, lo sabríamos ya todo de antemano.  Sí.

-Yo con respecto a lo que ha dicho Isabelita de que hay muy pocas personas crueles verdaderamente, no estoy de acuerdo en absoluto.  Yo los casos que conozco, y conozco muchísimos..........

A-Que no estás de acuerdo ¿con qué?

-Con que los casos de crueldad que hay son muy pocos, sabiéndolo, sabiendo que hacen daño.

A-¿Pero hay algunos?

-Algunos no, muchísimos.

A-¿Ah, sí?  Pero pocos.  ¿En qué quedamos?

-Y sabiendo el daño que hacen.

A-A ver, perdóname que te pregunte: ¿sabiendo el daño que hacen?  ¿Sin pensar o decir que ese daño que hacen es para conseguir otro bien superior?  ¿Te lo encuentras así?  Porque yo no, yo no los encuentro, ésa es la cuestión, y de lo que se está tratando es de que cuando se dice “hacer mal a conciencia, sabiendo que se hace mal”, o lo que habéis llamado también “la pura maldad”, eso quiere decir “SIN JUS-TI-FI-CA-CIÓN”, es decir, lo de ‘puro’ ahí quiere decir “sin agarrarse a algún otro bien superior que justifica el mal de lo que se está haciendo”.   Bueno, nada más tenéis el ejemplo de las patrias y las guerras, ¿no?: ¿cómo ellos van a hacer mal a conciencia?  Hacen mal, lo saben, ¿cómo no lo van a saber?, ¿cómo no van a saber que una guerra quiere decir muertes, ruina y todo lo demás?  Pero amigo, hay otro bien superior.  Ahora ya sigue.

-Pero yo me refiero a una persona, no a un país o a un Estado.  Pues que las personas hacen daño por odio y por envidia, y están de acuerdo totalmente con el daño que hacen, y llegan hasta el suicidio ciertas personas ().

A-No me has querido oír.  Hay que añadir: “¿sin justificación ninguna?  ¿No se justifican?  ¿No tienen nada detrás?”.  Es otra impresión que podéis recoger, pero yo no me los encuentro así.  A ver, ¿qué más había por ahí?

-Yo me voy a permitir hacer una reflexión histórica de un minuto que tiene que ver con este salón.  Del 31 al 36 debo de recordaros que 200 españoles urdieron y armaron, a conciencia de lo que urdían y armaban, la famosa y desgraciada guerra civil española en este salón de actos donde estamos, en La Cacharrería, sabiendo lo que estaban haciendo, que tenemos los archivos y la Historia del Ateneo en setecientos mil volúmenes, gracias a Dios.  Pero bueno, dejemos a Dios, que es otra cosa. Quiere decirse que en esta misma casa, la Docta Casa, lo más ‘ín’ de la España del 29 al 40, se urdió la maldad a sabiendas de que había que matar, de a quién había que matar, cómo había que matar, y en función de una causa superior............

A-Evidente.

-.........que era imponer el sufrimiento, la pobreza y la maldad.

A-¡No, hombre, no, era imponer el régimen salvador de España Una, Grande y Libre!  ¡Sin eso no se hace nada, hombre!  No querría tener que repetirlo tantas veces: sin eso no se hace nada.  No hay ni () ni (): hay la España Grande y Libre, el Futuro de la Humanidad, la Salvación del Alma, y sin eso no se hace ningún mal, sin eso no hay quien haga mal.  A ver.

-Yo quería decir que tenemos que tener en cuenta que estamos sometidos a unas limitaciones del cuerpo, materiales, y entonces, igual que existe la enfermedad, pues cada uno tiene unos esquemas mentales que te pueden hacer justificar determinadas acciones, que esto ya se ha dicho, y también otra limitación que te puede causar estar harto de ti mismo es la propia naturaleza adaptativa del ser humano y de todos los animales, que cuando tienes un inmenso placer durante mucho tiempo, pues ese placer puede incluso darse la vuelta, o puede cambiar, y en el mismo sentido con las malas sensaciones, o los dolores, o las tristezas, que puedes llegar a adaptarte también a eso, y entonces puede llegar un momento en que una parte material que parece que está por encima de todo eso................

A-No, deja ya, no le des más vueltas a eso.  No te he querido cortar, pero estás hablando en un lenguaje que no es el lenguaje de esta política que nos traemos, sino que es el lenguaje habitual en que se habla del cuerpo y se habla de esperimentos con animales, y se nos aplican o no.  Cánsate de eso, cánsate de ese lenguaje, porque ése no es el que sirve para descubrir nada.  ¿Qué coños tiene que ver el cuerpo con todo el asunto que nos traemos, cuando incluso ha aparecido en alguno de los ejemplos, como el de “el Alma cruel inmola/ lo que la alegra”?  ¿Qué más había por ahí?

-Vamos a ver, llevamos un rato hablando de el mal, de hacer el mal, y estamos presuponiendo que hablamos de hacer un mal a otro, y entonces a lo mejor aquí el budismo, o el karma-yoga, podía añadir un matiz, que es que el que hace daño también se hace daño a sí mismo, y ahí está la ignorancia, porque más que maldad es la ignorancia del que hace daño, que no se da cuenta de que se lo hace a sí mismo.  Entonces volvemos otra vez a dos yos, el yo que hace daño y el yo que lo recibe, con lo cual estaríamos en la división otra vez.

-¿Y qué hacemos con los sádicos?

-Bueno, la salud mental es ya la escepción, yo es que estoy hablando de normalidad básica.  El loco es el loco, claro, ya es otra cosa.

A-No veo por qué le dais esa importancia a la diferencia, ¿no?: efectivamente uno también se hace daño a sí mismo, y desde luego se hace daño por aspiración o lo que sea de un bien superior, y por eso se pincha, se corta, se sacrifica, se inmola a sí mismo, se hace daño, se hace un kamikaze y se mata.  ¿Por qué?: pues porque hay cosas más Arriba: Alá te está esperando, es la Patria la que te lo manda..........  Uno se puede hacer mucho daño, pero, lo mismo que en el otro caso, con una justificación superior a uno.  Es el Alma la que inmola, la que hace daño, y justamente lo que nos traemos entre manos es la disolución entre todos estos conceptos tramposos y enredados, como son los de El Yo, el Alma, la Voluntad, la Creencia..........   Para lo cual sigo pidiendo ayuda, por favor.  Sí.

-A mí me ha sorprendido bastante cuando has dicho que te encuentras a veces harto de ti mismo, y me ha sorprendido en la manera y modo en que no lo oigo nunca, es decir, ni a mis padres, ni a mis amigos mayores.  Bueno, yo ya soy mayor, pero de todos modos recuerdo haber oído decir “estoy aburrida”, “estoy harta”, pero no de mí, sino unos por el dinero, otros por la salud; o sea, me ha gustado mucho que hayas dicho que a veces te encuentras harto de ti mismo, porque no lo he oído nunca.

A-Lo comprendo, Isabel, comprendo que no sea frecuente, y por eso preguntaba lo que a muchos les pasa.  Yo comprendo que a lo mejor es que efectivamente el caso mío, es decir, esto de que me encuentro harto, es un caso que se las trae, y que a lo mejor es que mirado desde cualquier lado que se le mire es un caso pa estar harto.  Por eso os lo decía también con esa glosa de que hay que darse cuenta lo que es tener que cargar con un tipo semejante.  Comprendo que no todos somos iguales, y muchos de vosotros a lo mejor no sois ni tan pesados, ni os jalean tanto de un lado y del otro, ni tenéis tantos motivos para estar hartos.......  Lo comprendo, pero lo proponía como algo que alguna vez le puede salir a cualquiera, y es muy importante, porque efectivamente si una actitud así se mantuviera, el hartarse de uno mismo sería justamente la vía que estamos buscando, la vía de deshacer los embrollos y las mentiras sobre los que la Persona está fundada.........

-Perdona Agustín, pero decir “¡estoy harto de mí mismo!”, siempre se lo dices a otro, y el otro te dice que lo que tienes es una depresión de caballo, o lo que tienes es nosequé y nosecuantos.  Decirlo al otro, eso ya es otra historia.

A-Bueno, decirlo a otro no importa.  Esto cuando mejor os debe pasar es cuando, como a mí me pasa, os pase a solas, es decir, cuando os estéis a solas maldiciendo y sintiéndoos de verdad hartos del jaleo.  A ver, ¿alguna cosa más?

-Estamos diciendo que hacemos mal porque no sabemos que hacemos mal.

A-No, no: porque sabemos que hacemos bien.  No, no: el mal es siempre lo positivo.  No simplemente porque no sabemos: es porque sabemos que hacemos bien, que con ese mal estamos haciendo bien, y eso es la actitud socrática, con la que como veis aquí mismo hay muchos que no se encuentran de acuerdo.

-¿Y al contrario, hacemos bien sabiendo que hacemos bien?  ¿O es lo mismo?

A-No. Hacemos bien solamente por descuido, cuando no nos damos cuenta, porque hacer positivamente bien, ¡es una ilusión tan peligrosa, la de pensar hacer bien, causa tantos perjuicios, desde la Medicina a la Moral y a la Política, que hay que dejarla de lado!: ¡la de males que se hacen pensando hacer bien!  De manera que si se hace bien, es, como el otro día decíamos, porque el bien justamente no es algo subjetivo, sino porque lo hay, y entonces eso a través de uno, pues sí, puede suceder, sin saberlo; sin saberlo, sin intentarlo, gracias a no saberlo.  Sí.

-Pensando en lo de “el Alma cruel inmola/ lo que la alegra”, es que no hay manera de entender que sea la misma la que se alegra que la que inmola, y entonces hay que pensar que si la ha alegrao, le ha pasao como a cualquier otra cosa, por ser cosa.  Eso de que algo alegre al Alma, lo mismo que alegra a cualquier otra cosa, pero parece que la función que tiene el Alma es la de inmolar.  Es que dices “¿y dónde está el Alma?”, porque el Alma tiene que ser de uno, ¿no?, y si no, pues es un alma cualquiera de cualquier cosa que anda por ahí, y entonces se puede alegrar, pero si se pone () el Alma, ¿qué le pasa? ¿Se vuelve cruel?  ¿Inmola lo que la alegra?    Yo no sé.

A-Está muy a punto eso, solo que ya ves que tampoco hace falta tal vez decir que sean dos.  Está claro que no puede ser la misma: el Alma a la que los gozos amorosos alegran, es un Alma que está tocada, evidentemente, por lo que le viene de fuera, gracias a que al parecer no está bien hecha del todo, porque si estuviera cerrada, “en su almario”, como se decía, si estuviera cerrada como en su coraza, no la alegraría nada, y muchas veces encontramos que hay almas bien cerradas a las que nada que venga de los sentidos ni nada las alegra nunca, están cerradas; pero parece que en el caso de esta reina, tal como aparece en estos versos, no está bien cerrada del todo, hay un trance en que los amores la alegran (es decir, en su sentido la pervierten, la desfiguran, la hacen perderse), y luego hay otra parte que es la que condena: se vuelve sobre sí misma y condena aquello que la alegraba, y lo condena a muerte.  Es importante eso.  Sí.

-Lo que está claro es que el justificarse podría pasar, el justificarse del daño que se hace, y la gente podría justificarse del daño que se hace, pero lo más grave es lo que tu has dicho, es cuando alguien cree que está haciendo un bien................

A-Eso es la justificación, Jaime.

-.............porque éste es el fundamento de la Familia y de toda la Sociedad tal como la conocemos.  Claro, y eso es el hacer bien, y eso es ya dramático.   Si alguien te dice “no, es que esto, muchacho, lo hago por tu bien”, entonces ya la estamos fastidiando de verdad.

A-Así es como se hace mal, y sin eso, por más que digáis, no hay manera, si no se tiene algo por Encima.  Hasta dentro de uno mismo, como en el caso que ahora analizábamos de el Alma en ese sentido.  Bueno, antes de que se nos acabe el tiempo, yo es que no sé......¡ah!

-No es más que un sentir: a mí me parece un avance eso de estar harta de una misma, porque la verdad es que nunca se me había ocurrido pensarlo de esa manera, y de tanto oírlo hoy aquí me he dado cuenta de que muchas veces estoy harta de mí misma sin darme cuenta de ello.  De oírlo aquí, yo muchas veces me doy cuenta de que estoy harta de mí misma sin reconocerlo, y si en un momento determinao fuera capaz de sentirlo, pues creo que estaría más a gusto.

A-No, no te preocupes; alguna vez te sucederá, y si no, pues tampoco importa mucho. 

Estamos intentando, como función política elemental, volver sobre todo a deshacer de la manera más eficaz estas creencias que se tienen acerca de uno mismo.  Ésa es la disolución, ése es el Psicoanálisis.  En otras ocasiones, ya hace mucho tiempo, descubríamos que desde luego en uno mismo parece que hay lo de uno siendo el que es, con su Nombre Propio, es decir, tal como Dios.  A lo mejor ninguno de vosotros está dispuesto a creer que él es el que es, no estáis dispuestos a confesarlo, pero desde luego, lo confiese o no, la convicción de que él es el que es, ésa sigue existiendo ahí, y eso quiere decir “ser como Dios”; y si eso fuera uno mismo, a ése no hay quien lo analice; al que es entero, al que está convencido de que él es el que es, a ése no hay quien no analice.  Ése es uno en uno.  Otro en uno es a lo que más bien se llama Alma o Persona, que es un costituyente de la Realidad, y en especial de la Realidad social, y es uno en el sentido que son uno los múltiples votantes de una Democracia, que cada uno es el que es, pero que todos son iguales, puesto que tienen el mismo derecho, y por tanto se pueden contar por números.  Porque si no fueran iguales no podrían contarse, porque peras con manzanas no se suman, y si uno de verdad fuera el que es, único, indisoluble y singular, no habría Democracia posible por ninguna parte (peras con manzanas no se suman), de manera que está también evidente que esto es digamos la parte más real de uno mismo, ésta a la que podemos llamar El Alma, o con nombres más modernos La Persona, o El Yo, El Yo-que-no-soy-yo.  Eso hay también, eso forma parte de uno, está ahí, trata de convivir más o menos con lo otro. 

Y luego está evidentemente el que dice, siente, “¡estoy harto de mí mismo!”, que hemos visto que no puede ser el mismo, y evidentemente no es ninguno de los dos; no es ninguno de los dos. está en contra del Yo democrático ése que se suma, y ése que lo dice no puede ser más que algo que le queda a uno de rebelde, de pueblo-que-no-existe.  Es un poco sorprendente para las creencias habituales poner en el mismo lugar ‘pueblo’ con ‘yo’, pero tiene como veis su sentido, puesto que no es ninguno de los otros dos.  De manera que se reproduce en el caso de uno mismo, por lo pronto.  No escluyo que haya más complicaciones, pero por lo pronto se incluye uno, el que es el que es, como Dios, el que está Arriba, y ‘yo’, que se rebela contra su propia realidad, que no puede ser más que la indefinición, lo que nos queda de pueblo-que-no-existe, pero que lo hay, y en medio está el Yo real; el Yo real, la Persona real, el Alma real, ésa que se cuenta.  Tenía que volver a recordaros esto por claridad, pero ni os pido que lo adoptéis sin más, ni escluyo que esto se pueda complicar de maneras útiles todavía más.  En todo caso, todo vendrá bien para romper con la Fe en uno mismo, porque ésa es la política que aquí nos traemos.  A ver si ahora podemos ir un poco más claro con cosas que se os ocurran.  A ver.

-En esta especie de Psicoanálisis yo estaba sintiendo algo que no sé si es muy equivocado, pero parece que sí que sentimos a veces ese Alma cruel que te ataca, te inmola, esa otra cosa que quieres hacer, ¿no?  Y en esos momentos que dices “no sé qué hacer”, en esos momentos a mí sí que me ha salido decir “¡estoy harta de mí!”, porque no sé controlar este Alma cruel.

A-No, si es ella la que controla; ésa es el Alma controladora, y contra ella lo que te puedes es desesperar y patear, pero es ella la que controla, y la que por tanto inmola y condena.

-Pero si fuese la que controla, no podría dejar que saliese el “¡estoy harta de mí!”, y voy a poner entre paréntesis “de mi Alma cruel”.

A-Bueno, eso si fuera omnipotente como Dios, pero el que sea todo lo cruel y lo mandona que quieras, no quiere decir que sea Todopoderosa.  Como acabamos de decir hace un momento, se ve que está también lo bastante mal hecha para que a veces hasta le toquen gozos que le vienen de abajo; a lo que después condena, pero eso ya mismo revela que no está tan cerrada como ella querría, que no es todopoderosa, que se le escapan por todas partes cosas.  Sí.

-Igual se puede complicar más si se piensa un poco, como ha dicho él, que el que dice ‘yo’ a veces puede ser ése que dice “¡estoy harto!”, pero también el Alma controladora que usa la mentira fija ésa contra lo otro, también dice ‘yo’, y entonces se puede ver como si fuera alternativa: a veces una, a veces otra, y entonces eso mete una complicación.

A-Es que hay maneras de mandar que no tienen que ver.  Una es mandar desde Arriba: el Alma bien educada, por ejemplo en una fe, moral, o religiosa, condena los deseos, pecados, impertinencias, que por debajo le pueden venir y suceder; los condena, porque eso son cosas feas, y tiene una Ley.  Ésa es una condena.  Y hay otra condena que viene de abajo, y que no aguanta justamente esa organización, y dice “¡estoy harto!”.  Pero no hay que olvidar que, más elemental, y todos los días lo encontramos, es la condena de los pecados en nombre de la pureza, de la ley moral, o de la creencia que se tiene.  Ésa funciona a cada paso.  Luego, que haya otra que contrafuncione en los casos de desesperación o de “¡estoy harto!”, eso ya es otra cosa.  No sé si os queda algo más.

-Sí, yo quería contar una anécdota que me pasó el otro día, que fui a comprar un helado, y había una señora mayor que estaba hablando con la dependienta, y no había nadie más.  Y veo 5 € en el mostrador, y otra vez la puta cabeza: “¿qué hago?”.  En el momento en que se descuidaron ellas me los guardé.  La señora al final decide el helado que va a tomar, y echa la mano adonde estaban los 5 € y dice “yo había dejado aquí 5 €”.  Yo saqué los 5 €, y la dependienta se reía.  Y al final tuve que decir “bueno, pues como no eran de nadie, pues me los quedo yo”, para justificarme.  La señora vieja no se enteró de nada, pero me habían pillao, con lo que me costó decidirme a cogerlos.  Y la cosa acabó así, pero la verdad es que me hubiera gustao quedarme con los 5 €.

A-Cosas que pasan.  Son meras contradicciones de las que pasan, pero hay que calar más hondo en las contradicciones, porque si no, no hacemos política, si no calamos más hondo en eso.  Si no sentís todo esto que os estaba proponiendo como política, este intento de disolución de la Fe, que es la que de verdad mata, la que positivamente produce los males, no estamos haciendo aquí política ninguna, ni de pueblo ni de nada.  ¿Qué más?

-A mí es que en lo de Sócrates me cuesta ver la contradicción, porque en lo de que nadie hace mal a sabiendas, me parece precisamente que contradicción habría si alguien hiciera mal, y por otro lado supiera que está haciendo mal.  O sea, que la respuesta de Sócrates parece que elimina esa posibilidad de que uno pueda ser dos, porque si uno hace mal siempre va a ser porque es por un bien mayor, o porque se equivoca y se cree que es bueno lo que hace, y no parece que haya ya contraposición.

A-No, lo que pasa es que está dicho por la vía negativa (“nadie hace nunca mal a sabiendas”), y evidentemente esa vía negativa quiere decir “he estado recorriendo las calles de Atenas, y nunca he encontrado un caso en que se de que uno esté haciendo mal y crea que está haciendo mal”.  Está dicho con la negación, pero naturalmente luego se puede decir de la manera más directa, es decir “no puede ser que se de el caso de que uno esté haciendo mal, y al mismo tiempo crea que está haciendo mal”.

-Es decir, que la contradicción no puede darse, o yo no la veo, no sé por qué se saca este caso.

A-No puede darse esa contradicción, lo cual quiere decir que el que hace mal y el que piensa que hace mal, no pueden ser el mismo.

-Pero lo que dice Sócrates es que eso no se da, que haya uno que haga mal y que además piense que hace mal.  Es imposible, y entonces no hay contradicción.

A-Efectivamente estaríamos como fuera de este mundo, si se diera eso.  Lo que se da, la forma de contradicción que se da, es la de hacer mal y al mismo tiempo creer que se hace bien.  Lo otro sería efectivamente salirnos de esto.  Se podría decir que si se diera en ese irreal, si se diera efectivamente esa contradicción, pues estaríamos fuera del Mundo, y de la Sociedad, y de todo.

-Entonces, los pilotos que lanzaron las bombas sobre Hiroshima y Nagashaki, ¿no sabían lo que estaban haciendo?  ¿Y qué les pasó después?

-Se volvieron locos.

A-Que luego vengan remordimientos de conciencia, eso ya es a posteriori, no tiene mucho que ver.  ¿Qué más?

-........................

A-Pues no sé si el Señor se hartará de mí, o yo mismo me hartaré de mí en cualquier momento.  En caso de que no suceda, a ver si me acompañáis en este intento de disolución dentro de 7 días.